Pedro Jorge Vera, centenario de un animal puro
Resumen
A las seis de la mañana, o antes, sonaba el teléfono como una alarma. Era Pedro Jorge Vera: “Hermano, ¿puedes adherirte y firmar esta carta pública?”. Entonces nos contaba el tema. Alguna causa justa había que respaldar. Si hubiese registros de las llamadas de aquellos años ardientes, cuando la revoluciónnsocialista, expandida por el mundo, parecía ser ya un hecho irreversible, y si la policía las hubiera grabado (algo probable, al menos en ciertos gobiernos represivos y reaccionarios como los de las dictaduras militares o el gobierno de Febres Cordero), habría acaso la posibilidad de hacer una historia política puntual
y vívida de esos tiempos de ira y esperanza, como los llamó Agustín Cueva.