Ensayos
DOI: https://doi.org/10.32719/26312514.2025.11.10
URU: Revista de Comunicación y Cultura, n.° 11 (Enero - Junio 2025), 164-181. e-ISSN: 2631-2514
Fecha
de recepción: 11/08/2024 - Fecha de revisión: 12/08/2024
Fecha de aceptación: 30/08/2024 - Fecha de publicación: 01/01/2025
Universidad Nacional de Chimborazo Riobamba, Ecuador
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Resumen
Este ensayo, parte de un estudio doctoral, examina las revistas culturales de Rosario en su rol en el ejercicio del derecho a la comunicación. A través de una mirada etnográfica, explora las prácticas de autogestión y sostenibilidad en el ámbito de los medios gráficos y analiza cómo estas iniciativas participan en la democratización de las comunicaciones. Desde su modelo organizativo horizontal y su crítica a los medios hegemónicos, los medios autogestivos en Rosario, representados aquí por una experiencia gráfica particular, fomentan la diversidad cultural y promueven derechos culturales. Asimismo, este trabajo indaga en las conexiones y articulaciones con otros medios de comunicación independientes en la ciudad, abordando la sostenibilidad no solo desde el aspecto económico, sino también desde su legitimidad social e impacto cultural. La autogestión se plantea, en este sentido, como una forma de resistencia y de construcción de sentido comunitario que desafía los modelos tradicionales de producción mediática, a la vez que propone un modelo de comunicación inclusiva que contribuye a la justicia social.
Palabras clave : Autogestión, sostenibilidad, política cultural, comunicación comunitaria, derecho a la comunicación
Abstract
This essay, part of a doctoral study, examines the cultural magazines of Rosario in their role in the exercise of the right to communication. Through an ethnographic perspective, it explores self-management and sustainability practices in the field of graphic media and analyzes how these initiatives participate in the democratization of communications. From its horizontal organizational model and its criticism of hegemonic media, self-managed media in Rosario, represented here by a particular graphic experience, encourage cultural diversity and promote cultural rights. Likewise, this work investigates the connections and articulations with other independent media in the city, addressing sustainability not only from the economic aspect, but also from its social legitimacy and cultural impact. Self-management is presented, in this sense, as a form of resistance and construction of community meaning that challenges traditional models of media production, proposing an inclusive communication model that contributes to social justice.
Keywords : Self-management, sustainability, cultural policy, community communication, right to communication
En toda América Latina se han desarrollado desde mediados del siglo XX experiencias de comunicación caracterizadas por su horizontalidad y crítica hacia los medios hegemónicos. Desde su funcionamiento y organización, apuestan a la democratización de las comunicaciones, a la pluralidad de voces y a la diversidad cultural, elementos considerados como derechos culturales. Por lo tanto, es pertinente pensar dichas experiencias no como objetos sino como sujetos de políticas públicas en comunicación y cultura, entendiendo las políticas públicas como el proceso de disputa y articulación entre el Estado y los actores sociales. Las políticas culturales, vistas en un sentido amplio, implican intervenciones de diversos actores más allá del Estado para promover el acceso y la participación ciudadana en los circuitos de decisión, producción y consumo cultural.
Este artículo representa un avance de un proyecto doctoral presentado y seleccionado por la X Escuela de Verano de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) del año 2024. En él nos preguntamos lo siguiente: ¿cuáles fueron las condiciones históricas, políticas y socioculturales que posibilitaron, y posibilitan, los modos de ejercicio del derecho a la comunicación de los medios autogestivos de Rosario, en el contexto de la provincia de Santa Fe, en el período que va desde 2000 hasta la actualidad?, ¿qué modalidades adquirió el ejercicio del derecho a la comunicación en los medios autogestivos de la ciudad y, en específico, respecto de la experiencia editorial del Boletín EnREDando?, ¿qué sentidos atribuyen los y las integrantes de esa organización al derecho a la comunicación, y cómo estos sentidos construyen, tensionan y resignifican sus prácticas?
En esta línea, nos enfocamos en la experiencia del Boletín EnREDando, surgido en 2002 en Rosario, provincia de Santa Fe (Argentina), en el seno de la asociación civil Nodo Tau, que promueve desde 1995 el derecho a la comunicación y la inclusión digital en esta región.
A partir de entrevistas y fuentes documentales, arribamos a aspectos que acercan la revista cultural al campo de la comunicación comunitaria y autogestiva; a contextos legales y normativos, dinámicas organizativas y proyectos políticos comunicacionales; a comenzar a conocer la estructura interna, colaborativa y en red(es), que remite a un quehacer mediático autogestivo y popular que se ha sostenido en el tiempo desde inicios del año 2000. Explorar y analizar esta experiencia mediática nos permite ir entramando concretamente en Rosario el ejercicio del derecho a la comunicación, esencial en las sociedades democráticas contemporáneas.
El tratamiento de esta temática implica diversas contribuciones disciplinares que permiten comprender a las revistas culturales en su complejidad, a partir de las prácticas y estrategias de acercamiento a los sectores subalternizados en los abordajes desde la comunicación comunitaria, alternativa y popular (Simpson 1986; Vinelli y Rodríguez 2004; Kejval 2009; Mata 2011; Segura 2018; Fasano 2022); a partir de los aportes socioantropológicos proporcionados por la perspectiva de las políticas culturales (Crespo, Morel y Ondelj 2015; País Andrade 2016; Infantino 2019; Cardini 2020) y de los aportes políticos comunicacionales de la perspectiva de las políticas públicas en comunicación y cultura (Prato, Rodrigues y Segura 2018; Califano 2019), que nos permiten ir entramando el ejercicio del derecho a la comunicación y los derechos culturales, el rol del Estado y las experiencias concretas; y a partir de la gestión, producción y circulación, desde la cual las revistas culturales se definen autogestivas e independientes, “industria cultural”, según la perspectiva de la economía política de la comunicación (Mastrini y Becerra 2011; Smerling 2012; Badenes 2017). Teóricamente, entendemos a las revistas culturales articulando perspectivas sobre comunicación comunitaria, independiente y autogestiva, y desde el enfoque antropológico de las políticas culturales. Esta relación nos permite comprender las experiencias, articulaciones y disputas que emprenden estos proyectos editoriales para generar condiciones de posibilidad de sus prácticas comunicacionales.
Este enfoque teórico sobre los medios autogestivos permite enmarcar su estudio dentro de la comunicación comunitaria, independiente y autogestiva, y de las políticas culturales. Desde esta perspectiva, los medios autogestivos no se limitan a ser medios de difusión, sino que se consideran sujetos activos en el ámbito de las políticas públicas, participando en una disputa y articulación constante en el campo de la comunicación y la cultura. Así, las políticas culturales, siguiendo a García Canclini (1987), Achilli (2005) y Cardini (2020), se comprenden no solo como acciones del Estado, sino también como intervenciones de organizaciones sociales que buscan satisfacer necesidades culturales específicas. En este marco, los actores sociales reclaman, dialogan y consensúan, de modo que promueven la transformación de la sociedad mediante el fortalecimiento de la pluralidad y la justicia social en el ámbito cultural.
Además, los derechos culturales juegan un papel central en la construcción de esta perspectiva, ya que, según País Andrade (2016), las políticas culturales deben orientarse hacia la justicia social y la promoción de la diversidad como un derecho fundamental. En esta misma línea, Bayardo (2008) destaca la importancia de la diversidad cultural para contrarrestar el monopolio de grandes corporaciones y permitir la preservación y valoración de expresiones culturales diversas. En cuanto a los medios de comunicación, Rey (2002) y Bourdieu y Wacquant (2014) contribuyen a esta visión al definirlos como campos de representación y circulación de visiones del mundo donde se enfrentan posiciones de poder. Según Martín-Barbero (2010), los medios representan espacios estratégicos de producción de sentido, necesarios para articular cambios en el modelo de sociedad que integren tanto lo simbólico como lo material.
Por otro lado, las experiencias de medios comunitarios, populares y alternativos, como señalan Kejval (2009) y Fasano (2022), presentan una estructura horizontal y contracultural, al oponerse al poder hegemónico de los medios comerciales y estatales. Su objetivo es dar voz a sectores sociales que normalmente no la tienen, a través de una comunicación crítica y participativa que fomente un cambio social. Finalmente, en cuanto a los medios autogestivos, Badenes (2017) argumenta que no se definen solo por los temas que abordan, sino por su enfoque crítico y alternativo frente a los medios de masas. Con esta apuesta, contribuyen a la democratización de las comunicaciones al ofrecer una perspectiva diversa y plural que permite comprender estas experiencias editoriales como prácticas comunicacionales que van más allá de lo comercial, promoviendo una comunicación de y para la comunidad.
Con respecto a la sostenibilidad de los medios comunitarios y autogestivos, Gumucio Dragón (2005) argumenta que se basa en tres dimensiones principales: social, institucional y económica. La sostenibilidad social implica la legitimidad del medio, su conexión con la audiencia y su arraigo en la comunidad local. La sostenibilidad institucional se refiere a la estructura de propiedad del medio, las relaciones laborales y la gestión de recursos humanos. La dimensión de la sostenibilidad económica, por su parte, incluye la diversificación de las fuentes de ingresos del medio. Sin embargo, es esencial reconocer que la sostenibilidad excede lo meramente económico, y que equilibrar estas tres dimensiones es fundamental para desarrollar procesos de comunicación participativa y mantener la relevancia y la influencia del medio en su entorno.
La autogestión en los medios, incluidas las revistas culturales, se vincula estrechamente con la sostenibilidad en sus dimensiones social, institucional y económica. Implica, además de un modelo de organización y acción independiente, la búsqueda de una sostenibilidad integral.
Pedulla (2017, 61) argumenta que la autogestión en las revistas culturales representa
una cultura emergente y autónoma, un proceso de autorrealización que potencia el saber y la imaginación colectiva, que busca romper con los esquemas de la comunicación comercial tradicional y compone una fuerza colectiva que busca librarse de la relación disciplinaria que imponen las formas hegemónicas de concebir la comunicación.
La autogestión en las revistas culturales implica un enfoque integral que, además de la mera administración del medio, busca crear una cultura propia y transformadora que potencie el conocimiento, la creatividad y la participación de las organizaciones en la comunicación.
Peixoto de Albuquerque (2004) destaca la autogestión como una herramienta que desafía las lógicas de explotación entre capital y trabajo, y la considera una forma de lucha directa contra la exclusión social y una posible alternativa al modo de producción predominante. En el contexto de la globalización económica, en que se promueven principios neoliberales como la liberalización, la apertura internacional, la flexibilidad y la privatización, la autogestión se presenta como una forma de organización del trabajo que busca la equidad social y la eficiencia empresarial. Sin embargo, para el autor, las estrategias de desarrollo aún mantienen cierta similitud en su enfoque, lo que limita la verdadera innovación social que podría representar la autogestión. Esta se presenta como un enfoque que supera lo económico, al proponer una forma de resistencia y transformación social ante la exclusión y la desigualdad generadas por las prácticas del mercado y la economía neoliberal.
Metodología y materiales
La propuesta de investigación se basa en una aproximación etnográfica inspirada en Rockwell (2011) y en un enfoque antropológico relacional como el desarrollado por Achilli (2005). Esto nos permitirá comprender los saberes, los significados, las experiencias y las prácticas cotidianas de los sujetos, e integrarlos en un análisis que contemple los aspectos socioestructurales de la problemática (Achilli 2005). Así, el proceso de construcción del conocimiento se configura como un movimiento dialéctico entre teoría y trabajo de campo, entendido como una instancia de encuentro con el “otro” (Guber 2016). La metodología y el marco teórico se articulan en coherencia con el bagaje del investigador, sus estrategias para comprender la “realidad” y la creatividad aplicada en el proceso.
La unidad de análisis está delimitada por el medio autogestivo digital Boletín EnREDando, una publicación de la asociación civil Nodo Tau, fundada en 1995 para promover la inclusión digital en Rosario y la región. Este medio, que inició en 2002, ha sido pionero en el uso de herramientas digitales y en la articulación con otros medios a nivel local y nacional, y se ha consolidado como un referente en la lucha por el derecho a la comunicación y la cultura.
Este artículo se basa en entrevistas en profundidad y en material documental relevante. De este modo, se recoge la perspectiva de los actores involucrados en el medio autogestivo Boletín EnREDando y se complementa con el análisis de documentos organizacionales, actas de fundación, proyectos y declaraciones, entre otros materiales, para profundizar en la comprensión de las prácticas y los significados cotidianos en el contexto socioestructural de la problemática abordada.
Análisis y resultados
Sobre las condiciones de posibilidad: contextos
En el contexto argentino, la situación de los medios de comunicación desde la década de 1990 hasta la actualidad ha sido notablemente influenciada por factores políticos y legales (Mastrini y Becerra 2011). Durante los años 90, Argentina se encontraba bajo la influencia de la Ley de Radiodifusión (AR 1980), que limitaba la participación de organizaciones sociales en los medios, mientras que las políticas neoliberales fomentaban la concentración mediática. Este escenario generaba (y aún lo hace) tensiones con los principios fundamentales de libertad de expresión y pluralidad de voces (Smerling 2012). No obstante, a partir de la década de 2000, se observaron esfuerzos por democratizar la comunicación, alineados con principios de derechos humanos y libertad de expresión (MacBride et al. 1993; Loreti y Lozano 2015).
En este sentido, podemos sostener en líneas generales que las revistas culturales surgieron al calor de acontecimientos históricos, políticos y socioculturales locales, provinciales y nacionales, que condicionaron en un primer momento una forma de organización “independiente” y “autogestiva” en tensión con el Estado (desde 2001); y luego un acercamiento a lo estatal como posible lugar de demanda y reclamos para el ejercicio del derecho a la comunicación, desde 2009 con la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual -LSCA- (AR 2009), y con mayor énfasis en la pandemia del COVID-19.
Desde 2000 hasta el presente, los medios de comunicación, y particularmente las revistas culturales, atravesaron en Argentina puntos de inflexión que condicionaron sus modos de ejercicio del derecho a la comunicación.
En primer lugar, la crisis política y económica del año 2001. En Argentina, ese año se presenta como un momento clave para pensar históricamente el agotamiento de la figura del Estado y la emergencia de nuevas prácticas organizativas como las asambleas barriales, las fábricas recuperadas y las organizaciones piqueteras. En este contexto surgieron varios proyectos culturales orientados a desarrollar las capacidades comunicacionales de los sectores populares, como la experiencia de comunicación comunitaria en la que nos enfocamos, llamada Boletín EnREDando, que surge en 2002 y a la que nos remitiremos en el próximo apartado.
Otro punto de inflexión fue el trayecto de construcción y la promulgación de la LSCA (también llamada Ley de Medios), que reconoció a los medios audiovisuales comunitarios y estableció directrices para su funcionamiento. Años atrás, en 2004, se había constituido la Coalición por una Radiodifusión Democrática y se habían presentado “21 puntos básicos para una radiodifusión democrática”. Se trató de una articulación de organizaciones populares y de derechos humanos, medios comunitarios y cooperativos, pymes, sindicatos, trabajadores de la comunicación, universidades y pueblos originarios, que consensuaron veintiún puntos por una radiodifusión democrática, la base del debate que dio lugar al siguiente momento de inflexión: la sanción de la LSCA en 2009. Esta ley promovió la diversidad y la participación de la comunidad en la propiedad y operación de estos medios.
En este contexto, el sector gráfico salió a disputar su reconocimiento ante el Estado (Badenes 2017). Hubo dos intentos que quedaron sin aprobación. En 2013 se presentó ante el Congreso Nacional la Ley de Fomento a la Producción Autogestiva de Comunicación Social por Medios Gráficos y de Internet (AR 2013), a partir de debates desde la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA) junto a universidades, sumado a los acuerdos con los distintos eslabones de la cadena productiva de comunicación gráfica y también a diferentes reuniones con legisladores (La Vaca 2013). Esta ley tenía como objetivo promover, proteger e impulsar el sector de la producción de comunicación cultural autogestiva, que se sostiene sin patrón, y fortalecer la producción de información de manera social y democrática, a través del pedido de exenciones impositivas, políticas crediticias y compras de ejemplares por parte del Estado: la iniciativa nunca llegó al recinto y dos años más tarde perdió estado parlamentario (Badenes 2017).
Mientras tanto, AReCIA Nodo Rosario, del cual EnREDando es parte, promovió en 2015 la Ordenanza Municipal para Revistas Culturales Gráficas y Digitales, denominada “Promoción de la producción independiente y autogestiva de comunicación cultural por medios gráficos y de internet”:
Artículo 1.‒ Objeto. La presente ordenanza está dirigida a proteger y fomentar la producción independiente y autogestiva de la comunicación cultural por medios que utilicen soportes gráficos e internet y que tengan su principal centro de producción en la ciudad de Rosario.
Artículo 2.‒ Patrimonio cultural. La ciudad de Rosario reconoce al trabajo de producción independiente y autogestiva de comunicación cultural por medios gráficos y de internet como parte integrante de su patrimonio cultural. (Concejo Municipal de Rosario 2015) De esta manera se creó un nodo local de AReCIA para potenciar el trabajo cultural:
La producción de revistas es un trabajo, así lo consideramos, y hasta ahora no conseguimos respaldo, a pesar de que todas las revistas tienen un gran reconocimiento por sus contenidos. Rosario es un productor de cultura y hay mucha gestión de cultura independiente que debe ser apoyada. (González, en AReCIA 2015, párr. 4)
En tercer lugar, a fines de 2015, durante el gobierno de la alianza Cambiemos y mediante la firma de los Decretos de Necesidad y Urgencia n.° 13, 236 y 267, se desmanteló la Ley de Medios, lo que permitió la concentración mediática, la competencia sin regulación estatal y la centralización de la producción (Califano 2019). En 2016, la Coalición por una Radiodifusión Democrática actualizó los veintiún puntos con nuevas propuestas para una comunicación democrática, incorporando todos los medios, formatos y plataformas de otras redes de medios, como los gráficos, nucleados en AReCIA.
En cuarto lugar, las transformaciones desencadenadas por el cambio de gobierno en la provincia de Santa Fe y las medidas sociosanitarias en el marco del aislamiento social, preventivo y obligatorio en 2020 por la pandemia del COVID-19 priorizaron el accionar en las áreas de salud, respecto de otras dependencias tales como la cultural. Esto profundizó las desigualdades sociales del sector (Cardini 2021).
En este contexto de pandemia, a nivel provincial y municipal se presentaron a debate en la Legislatura santafesina dos proyectos de ley para la promoción de las revistas culturales, y en Rosario se proyectó una propuesta de ordenanza. En 2020, un diputado provincial del bloque Frente Social y Popular/Ciudad Futura presentó el proyecto de Régimen de Promoción y Desarrollo para Medios y Productoras Populares, Comunitarios y Cooperativos (Legislatura de la Provincia de Santa Fe 2020b). También en 2020, a nivel provincial, se presentó el proyecto de Ley de Fomento a la Producción Autogestiva de Periodismo Cultural, Gráfico y Digital, de la mano de una diputada del bloque Frente Progresista Cívico y Social (Legislatura de la Provincia de Santa Fe 2020a). Y a nivel local, en 2021, una concejala de la ciudad de Rosario, del bloque Frente de Todos, presentó una propuesta de Ordenanza para la Promoción del Periodismo Cultural (Concejo Municipal de Rosario 2021). Estos proyectos buscan mejorar las condiciones y el reconocimiento de estos medios, aunque su impacto está sujeto a la dinámica política y legislativa (El Ciudadano 2020a y 2020b), lo que resulta un desafío para el sector.
El Boletín EnREDando surge en 2002 como parte del Programa EnREDando, un proyecto de la asociación civil Nodo Tau de la ciudad de Rosario. Nodo Tau se fundó en 1995 y la integran profesionales de la informática y las comunicaciones, educadores y militantes sociales dedicados a facilitar el acceso a las nuevas tecnologías de la información a organizaciones comunitarias de la ciudad y la región. Desde el año 2001, Nodo Tau es parte de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC), que contribuye para la realización de proyectos. El Programa EnREDando constaba de tres partes:
La primera, el acceso a la tecnología y a internet a partir del desarrollo de una red de telecentros comunitarios que eran espacios de acceso comunitario a internet que se construían en conjunto con las organizaciones sociales. La segunda parte era la capacitación en el uso de internet y de herramientas de edición. La tercera parte era la visibilización de lo que hacen las organizaciones sociales, y para eso se construyó el medio de comunicación, el Boletín. (F 2023, entrevista personal)
De esta manera la experiencia “pretende ser un espacio de encuentro y de referencia para las organizaciones y movimientos sociales, para que se conozcan entre sí sus prácticas y logren potenciarse de acuerdo a sus propias necesidades” (F 2023, entrevista personal), en un contexto mediático concentrado, ejerciendo y disputando el derecho a la comunicación. Asimismo, el Boletín es parte de AReCIA.
Actualmente está conformado por un grupo de edición y redacción, integrado por tres personas periodistas y egresadas de la carrera de Comunicación Social y del postítulo de Periodismo de la Universidad Nacional de Rosario. “Nos fuimos sumando un poco todos a través de la invitación de alguien de escribir alguna nota, de hacer alguna cobertura” (C 2023, entrevista personal). Como colaboradores, se integran también fotógrafos y columnistas, quienes realizan un trabajo a pedido para una nota puntual y coberturas de algún acontecimiento en la ciudad.
Siempre somos tres o cuatro. Nos ha costado sumar, pero también por una cuestión de sostenibilidad. O sea, contar con cierto dinero y saber que los tres, nosotros, cobramos todos lo mismo. Entonces, a lo mejor no nos da para que una cuarta persona cobre lo mismo. Entonces, bueno, ser poquitos también te permite que los tres cobremos, quienes forman parte del equipo cobren algo por el laburo. Eso te permite en parte sostenerlo. (C 2023, entrevista personal)
En sus comienzos, la dinámica de trabajo de la organización era diferente en varios aspectos. Se centraba en la producción de un boletín que se enviaba por correo electrónico a suscriptores, con una frecuencia inicialmente semanal y luego más espaciada. Este boletín era la principal vía de difusión, ya que no había redes sociales en ese momento.
La producción del boletín implicaba reuniones para planificar y armar el contenido, así como la publicación de las notas en la web. En ese entonces, la web funcionaba de manera diferente, ya que era un sistema proporcionado por APC para subir las notas. Sin embargo, debido a problemas de seguridad informática, esta plataforma ya no está disponible.
Con el tiempo, la dinámica cambió hacia una mayor presencia en redes sociales, lo que llevó a la migración a WordPress y a un rediseño de la web. Esta transición implicó un cambio en la forma de publicar y difundir las notas: se dejó de lado el boletín por correo electrónico y se adoptaron nuevas estrategias de comunicación digital. Aunque la dinámica de producción de contenido de las notas no cambió tanto, sí lo hizo la forma en que se difundían y compartían con el público.
Actualmente, a nivel organizativo tienen un encuentro mensual, “sí o sí, aunque sea breve, virtual”, que se refuerza con otra reunión “para apoyar alguna determinada cuestión” (C 2023, entrevista personal). En estas reuniones se deben pensar las notas y los asuntos administrativos. Al tratarse de un grupo de tres personas, resulta desafiante y suelen quedar cuestiones pendientes, tales como la presentación de proyectos para solicitar subsidios o tener un manejo de las redes sociales más “creativo”. Uno de los integrantes aclara:
Al ser un medio autogestivo, esto te requiere no solo pensar en las notas, sino en todo el ecosistema que hace al EnREDando, que va desde cuestiones de pauta, de facturación hasta cuestiones de rendiciones, presentación de proyectos y relación con colaboradores. (T 2023, entrevista personal)
En las entrevistas se resalta el carácter autogestivo de las revistas culturales, las cuales desarrollan una cultura autónoma y transformadora que impulsa el conocimiento y la imaginación colectivos. Este enfoque, como argumenta Lucas Pedulla (2017), se aparta de los esquemas tradicionales de comunicación comercial y configura una fuerza colectiva orientada a romper con las estructuras disciplinarias de las formas hegemónicas de comunicación. Así, la autogestión en estas revistas implica una visión integral que va más allá de la administración del medio: promueve una cultura propia que potencia la creatividad y la participación activa en la comunicación.
Recordando los argumentos de Gumucio Dragón (2005), la sostenibilidad de los medios comunitarios y autogestivos depende de tres pilares: social, institucional y económico. La sostenibilidad social se basa en la legitimidad y conexión del medio con su comunidad; la institucional, en su estructura de propiedad y gestión de recursos humanos; y la económica, en la diversificación de sus fuentes de ingresos. La autogestión, particularmente en medios como las revistas culturales, busca integrar estas dimensiones proponiendo un modelo organizativo autónomo que equilibre estos tres aspectos para lograr una comunicación participativa y relevante en su contexto.
Con respecto a la sostenibilidad económica, según el último reporte de AReCIA (2021), la situación de las revistas culturales en Argentina se basa en una hibridación de recursos; esto es, venta de publicidad a privados (casi el 80 %) y al sector público (pauta estatal), aportes personales de sus miembros, suscripciones, venta de ejemplares, concursos/ subsidios públicos, donaciones privadas o patrocinios de instituciones. La obtención de pauta oficial representa un éxito logrado a través de la acción colectiva de esta asociación.
Al integrar AReCIA, el Boletín recibe una pauta a nivel nacional y también una pauta provincial, obtenida gracias a la propia gestión del grupo editor: “Con mucho esfuerzo lo logramos y después tenemos apoyos así más pequeños de sindicatos que confían por ahí en el laburo nuestro, que nos conocen y aportan lo que pueden aportar, digamos” (C 2023, entrevista personal).
De todos modos, los ingresos generados por el medio no son suficientes para mantenerlo, lo que ha llevado a la implementación de un sistema de financiamiento diversificado. Zanella (2017) analiza las estrategias de financiamiento colectivas en las revistas culturales, que resultan heterogéneas: fiestas, cursos y talleres, ediciones especiales, subsidios, concursos, préstamos y publicidad. Esto impacta en una exigencia de organización al interior del grupo del Boletín.
Entrevistadora: ¿Qué les faltaría?
C: Plata [risas]. Y sí, plata nos falta, para hacer más cosas, para tener un equipo más grande […]. Y después también tener una mirada más puesta en proyectos y laburar eso, búsqueda de financiamiento, que también no tenemos. Dependés mucho del ingreso de pautas, que es medio limitado; nos permite subsistir pero siendo esto, digamos, tenemos como un techo. Además porque después cada uno tiene su laburo, entonces no tenés todo el tiempo, ponele, como para hacer un audiovisual con sonido, con equipamiento que no tenemos. Entonces, bueno, para convocar a otras personas también es un laburo que hay que pagarlo y no cualquiera lo va a hacer por dos mangos. (C 2023, entrevista personal)
A pesar de los esfuerzos, la falta de recursos limita su capacidad para expandir y diversificar sus actividades, lo que resalta la importancia de buscar constantemente nuevas formas de financiamiento y fortalecer su organización interna para garantizar su continuidad y su impronta en el campo mediático.
La agenda mediática que construye el Boletín EnREDando se sostiene desde sus inicios en una serie de secciones tales como Buenas prácticas, Narrativa y Perfiles. Asimismo, contempla diversos temas como derechos humanos, transfeminismos, territorios, América Latina, trabajo, infancias y juventudes, educación y cultura popular, violencia institucional, economía solidaria y opinión.
Las temáticas siguen siendo tener como fuente las organizaciones sociales, seguir teniendo esa mirada de consultar lo que pasa en las organizaciones, las medidas sociales, las marchas; esas temáticas siempre han estado. Después las buenas prácticas las estamos sosteniendo, le fuimos sumando toda la cuestión fotográfica, porque eso no estaba antes. La verdad que antes no estaba muy presente el tema de la foto, y hoy por hoy es fundamental. (C 2023, entrevista personal)
El aspecto visual, como la fotografía, se ha vuelto esencial, y reconocen que es “interesante para potenciar también las narrativas de lo que queremos mostrar y de cómo queremos contar ciertas historias” (I 2023, entrevista personal).
El proceso de construcción de una “nota” se inicia con la elección de un tema y luego se realizan los contactos con la organización: “La idea es siempre poder ir al barrio o al lugar donde esté. Evitamos hacerlas por teléfono” (C 2023, entrevista personal).
Rechazan las notas de cobertura porque “quedan viejas”, pero a partir de un acontecimiento puntual realizan una nota en profundidad recabando distintos puntos de vista y triangulando distintas fuentes: “Son notas que te llevan ese proceso de analizar, de investigar, de buscar, después desgrabar y después escribir. Pensar esa nota, escribirla, y tratar ahí es donde tratamos de darle […]ese estilo más narrativo” (C 2023, entrevista personal). Como ejemplo:
El problema de las balaceras en las escuelas. A lo mejor vamos a la marcha, recogemos algunos testimonios, después hablamos con la gente de los gremios, contactamos a tres docentes de tres escuelas distintas y eso es todo una logística, digamos […]. Lo que tratamos [es] no […] quedarnos con una sola voz. (C 2023, entrevista personal)
Más allá de las secciones, la agenda mediática es un tema de reflexión al interior del grupo editor: “Al ser un medio autogestivo, nosotros no corremos detrás de la agenda, aunque también muchas veces la agenda nos corre y corremos atrás” (C 2023, entrevista personal). También expresan cuestiones que remiten a los sentidos que otorgan a sus prácticas y a su proyecto comunicacional:
Muchos de los medios de Rosario tienen mucha más infraestructura, recursos humanos y económicos. No vamos a ir por ahí porque no podríamos, pero además porque no nos interesa. Entonces me parece que hay también una definición ahí ético-periodística y política de cómo trabajar, qué tiempo darle a cada nota. (T 2023, entrevista personal)
En este sentido, en una nota publicada en el sitio, una de las integrantes escribe sobre la experiencia de las revistas culturales a nivel local: “El motor es el hacer; la necesidad del decir. De buscar otros relatos, otros modos de narrar. Rompiendo moldes, estableciendo otras formas de hacer cultura o ejercer el periodismo” (Ciarnello 2016). De esta manera, la construcción de la agenda mediática del Boletín EnREDando apuesta a un compromiso con la pluralidad de voces y la diversidad de temas tratados en profundidad.
Canelas (2023) describe las redes como estructuras horizontales que se oponen a las jerarquías tradicionales; se destacan por el pluralismo de ideas y acciones y por su naturaleza de proyecto colectivo. Estas redes están formadas por una comunidad de entidades que se unen voluntariamente, compartiendo intereses, metas y proyectos, además de implicar dimensiones afectivas y emocionales. Las entidades que las componen están interconectadas y participan regularmente, tanto de manera presencial dentro de un espacio geográfico como de manera virtual, para superar así las barreras físicas, lo cual es cada vez más común. En tal contexto, se espera que estas entidades negocien continuamente sus modos de acción en la red, de acuerdo con sus cuotas de poder, integrándose en relaciones que estructuran la red. Aunque los resultados de estas interacciones no están predeterminados, las condiciones de interdependencia y cooperación se configuran de acuerdo con el perfil de este tipo de organización.
En la sección inicial sobre los contextos, mencionamos que los medios de comunicación comunitarios, alternativos, populares, cooperativos e independientes en Argentina han atravesado distintas etapas, desde la ilegalidad en la década de 1990 hasta su reconocimiento con la Ley de Medios de 2009 y los retrocesos posteriores, incluyendo los desafíos que trajo consigo la pandemia en 2020. A lo largo de este proceso se han tejido redes e interredes que han permitido articular estrategias de resistencia, construcción y demandas colectivas.
A nivel nacional, destacan redes como el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO) y la Red Nacional de Medios Alternativos, formadas por medios que se autodefinen como comunitarios, alternativos y populares. Además, hay otras como AReCIA -que abarca un amplio espectro de medios gráficos digitales y no digitales-, la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (FADICCRA), la Asociación Mundial de Radios Comunitarias-Argentina, la Coordinadora Nacional de Televisoras Alternativas (CONTA), la Red de Radios Rurales y la Red de Medios Digitales (RMD). En diciembre de 2021 emergió la Confederación de Medios Cooperativos y Comunitarios, en la que articulan FARCO, CONTA, FADICCRA, AReCIA y la RMD.
Estas estrategias de articulación entre medios y redes de medios les posibilita crear un horizonte de transformación de las condiciones de desigualdad, con la perspectiva de avanzar en derechos culturales y ciudadanos para el pleno ejercicio de una comunicación popular y autogestiva.
Particularmente, el Boletín EnREDando articula a nivel local con el periódico El Eslabón (que es parte de FADICCRA) y la radio comunitaria Aire Libre (integrante de FARCO), así como con otros medios de AReCIA, red de la que es parte. Esta articulación les permite fortalecer su presencia y trabajar juntos en la difusión de información relevante para la comunidad local y nacional.
Una de las integrantes de EnREDando nos cuenta la relación con AReCIA Nodo Rosario y lo que implica:
[E]s muy difícil también tener ese tiempo para meterle cabeza a toda la cuestión legislativa, ordenanza. Estaría bueno, hay que hacerlo, pero no nos da el cuero. A nosotros en lo personal no nos da el cuero. Entonces, bueno, terminamos discutiendo la pauta o pidiendo la pauta a nivel más personal, ¿entendés? Entonces ahí entras a la lógica de que si te conocen tenés más suerte, pasa eso. Lo hemos intentando en un momento, hemos pedido a veces reunión con políticos como AReCIA Rosario, hemos tenido momentos de más laburo, hicimos un foro local el año pasado [2022] y estuvo rebueno. Cuando nos juntamos está rebueno. Después la vida misma que te pasa los días y no podés, no podés. Queda todo en ideas que están rebuenas. (C 2023, entrevista personal)
Las reflexiones planteadas por Canelas (2023) sobre las redes como estructuras horizontales y colectivas representan un ideal de colaboración y participación en el ámbito de la comunicación. Sin embargo, en la práctica, las limitaciones de tiempo y recursos a menudo dificultan la plena participación en estas redes y la realización de actividades.
En la discusión de este trabajo se abordan distintos aspectos que permiten comprender la dinámica de los medios autogestivos en el contexto de Rosario, enmarcados en los procesos de comunicación comunitaria y autogestiva de América Latina. En primer lugar, se analizan las condiciones de posibilidad que históricamente permitieron la construcción del derecho a la comunicación en estos medios, como en el caso de EnREDando. Desde mediados del siglo XX, en la región ha existido una marcada crítica hacia los medios hegemónicos y una apuesta por la pluralidad de voces y la diversidad cultural, mediante el impulso de experiencias de comunicación autogestionada. En Argentina, las políticas públicas de comunicación y cultura, entendidas como un campo de disputa y articulación entre el Estado y las organizaciones sociales, han contribuido a que medios como EnREDando pudieran ser reconocidos no solo como difusores de contenidos, sino también como actores activos en la construcción del derecho a la comunicación.
Además, es fundamental debatir sobre el papel de estos medios en la democratización de las comunicaciones y en el ejercicio de los derechos culturales. EnREDando y otros medios autogestivos cumplen una función primordial en la representación de sectores sociales que no tienen acceso a los canales hegemónicos de comunicación. Su modelo de gestión horizontal y participativa permite que sectores subalternizados encuentren una plataforma de expresión y de participación ciudadana, lo que amplía el acceso a la cultura como un derecho esencial de las sociedades democráticas. Este aspecto evidencia de qué modo la comunicación autogestiva fortalece la diversidad y representa un contrapeso a la concentración mediática de los grandes conglomerados.
También es importante considerar el impacto que las políticas culturales han tenido en la sostenibilidad y en las prácticas de los medios autogestivos. Los marcos normativos que protegen los derechos culturales han influido de manera significativa en el desarrollo de medios como EnREDando, los cuales buscan una sostenibilidad más allá de lo económico, que incluye también lo social, lo institucional y lo cultural. En este sentido, la articulación entre políticas estatales y acciones de organizaciones sociales representa una oportunidad para asegurar que estos medios continúen cumpliendo su rol y manteniendo su relevancia en el tiempo.
Otro tema de discusión es el rol de la autogestión como forma de resistencia y alternativa frente a los valores neoliberales que dominan la economía actual. La autogestión en estos medios, siguiendo a autores como Pedulla (2017) y Peixoto de Albuquerque (2004), representa un modelo de organización autónomo y transformador, que no solo responde a las necesidades de la comunidad, sino que ofrece también una alternativa viable a las estructuras tradicionales de explotación y control económico. Este modelo, que desafía los principios del mercado y prioriza la equidad y la participación, posiciona a la comunicación autogestiva como una herramienta de resistencia y de transformación social ante la globalización económica.
Finalmente, es importante destacar la conexión entre estos medios y sus comunidades. EnREDando, al igual que otros medios autogestivos, construye legitimidad social al estar arraigado en su entorno y mantener una estructura participativa y abierta. Este modelo participativo le permite cumplir una función social relevante, proporcionando a sus audiencias un espacio de expresión y de representación, lo cual es esencial para fortalecer el tejido social y la cohesión comunitaria. Así, el análisis de estos aspectos enriquece nuestra comprensión del rol de los medios autogestivos como actores de cambio en las sociedades contemporáneas, aportando a la construcción de una comunicación verdaderamente democrática y plural.
En conclusión, las prácticas y reflexiones construidas en torno a la comunicación y al derecho a comunicar en el Boletín EnREDando revelan un firme compromiso con el ejercicio pleno y transformador de la comunicación. Desde sus orígenes, esta revista ha abordado la comunicación comunitaria como un derecho humano y cultural, planteándola como una herramienta para desafiar las condiciones de desigualdad estructural que históricamente han negado derechos fundamentales a amplios sectores de la sociedad.
La autogestión, en este contexto, se presenta como un proceso transformador que no solo rompe con los esquemas de comunicación tradicionales, sino que también busca un equilibrio en su sostenibilidad, diversificando fuentes de ingresos y fortaleciendo la conexión con organizaciones sociales locales, regionales y nacionales. A través de una agenda comprometida y plural, que da voz a distintos actores y profundiza en temas relevantes, EnREDando reivindica la importancia del trabajo en redes de medios alternativos para ampliar el impacto, compartir recursos y construir estrategias comunes.
Estas prácticas reflejan un modelo de comunicación que desafía las dinámicas hegemónicas del sector mediático, al rechazar la mercantilización, los estereotipos y el individualismo, y al fomentar la democratización de la información, la participación ciudadana y el pluralismo cultural. Así, el Boletín EnREDando se consolida como un espacio autogestionado y colectivo que, desde 2002, mantiene viva una praxis política transformadora en defensa del derecho a una comunicación inclusiva y democrática.
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María Cecilia Telleria participó en la conceptualización, investigación, aplicación metodológica, redacción del borrador y edición final.
La autora declara no tener ningún conflicto de interés financiero, académico ni personal que pueda haber influido en la realización del estudio.
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