Ella caminó para que
nosotras pudiéramos volar.
Son mujeres para las cuales
el mundo es peligroso.
Esto se lleva dentro, desde que
una nace, porque si tú lo eres,
lo vas a ser siempre, nena, siempre.
Fragmentos de la serie Veneno
Abre bien las alas, lánzate a volar. Deja de fingir, sé un poco valiente, sé un hombre de aquí. No puedes vivir lleno de sospechas, sin parar de fingir, sal fuera de ti. Veneno pa’ tu piel, veneno pa’ tu piel. Yo vivo la madrugada, soy los besos, soy la cama. Y tú vives escondido, y solo hablas con tu almohada. Pa’ tu piel, veneno pa’ tu piel. Soy la magia, soy el hada que se clava en tu mirada, soy la tentación prohibida que te va quemando el alma.
Así canta Cristina Ortiz, más conocida como “la Veneno”. Es su última presentación antes de morir. En el pequeño escenario de una discoteca de España, la Veneno luce un vestido de dos piezas: una falda larga color azul marino, en contraste con una blusa que hace relucir sus atributos físicos y curvas, que aún causan asombro a sus 54 años. La discoteca está llena y varios fanáticos capturan el momento con sus celulares. Al momento del coro, todos cantan con euforia. La Veneno se siente una diva, una estrella, se siente amada.
El video, colgado en YouTube y titulado “La Veneno última actuación en sala obbyo by holliday by salva vela”, cuenta con más de 350 000 reproducciones. Ese número aumentó evidentemente a partir del estreno de la serie española Veneno -creada por Javier Calvo y Javier Ambrossi, más conocidos como “los Javis”-, un biopic basado en la obra ¡Digo! Ni puta ni santa: Las memorias de la Veneno (2016), escrita por Valeria Vegas. Veneno se estrenó a través de la plataforma Atresplayer Premium y, debido a su éxito, también en Antena 3; finalmente, HBO Max se unió para difundirla en distintos lugares del mundo. Cristina Ortiz renacía nuevamente como un ícono de la comunidad LGBTI.
El presente artículo busca aproximarse al protagonismo de las series de televisión ante el surgimiento, la memoria y la visibilización, y a las estrategias y dinámicas de producción y consumo, para analizar cómo permite que renazcan y se posicionen ciertos personajes. Finalmente se explicará el papel de la serie Veneno como narrativa emergente de las determinaciones de las plataformas y su influencia en las nuevas generaciones, a partir del reconocimiento y la visibilidad que dio a este ícono de la comunidad LGBTI, uno de los más importantes de Iberoamérica.
Cristina Ortiz, la Veneno, fue una actriz, cantante, modelo, prostituta y vedette española, y una de las primeras mujeres en visibilizar al colectivo transexual en España. Alcanzó popularidad mediática a partir de sus colaboraciones en los programas de entretenimiento nocturno Esta noche cruzamos el Mississippi y La sonrisa del pelícano, emitidos entre 1995 y 1997.
En abril de 1995, la Veneno fue descubierta en un reportaje televisivo de la periodista de Esta noche cruzamos el Mississippi Faela Sainz sobre trabajadoras sexuales transexuales en las oscuras y frías calles de un reconocido parque de Madrid. Su salto a la fama fue casi inmediato debido a su belleza exótica, pero sobre todo por su personalidad, humor y carisma, que hizo subir la audiencia del programa. Durante el resto de su vida atravesaría una trágica estancia en prisión, el regreso a los medios y el ocaso de una estrella que buscaba ser lo que algún día fue.
El siguiente trabajo intentará responder la siguiente pregunta: ¿de qué manera las series en plataformas de streaming influyen a través de las narrativas emergentes en el posicionamiento y renacimiento de personajes icónicos de la comunidad LGBTI?
Análisis y resultados
Maguregui, Piscitelli y Scolari (2010, 7) mencionan que “se llamó Edad de Oro de la televisión estadounidense a la proliferación de los programas originales producidos directamente para formato de TV durante los años de la posguerra, desde 1949 hasta 1960”. Los autores continúan refiriéndose a aquellas producciones de corta duración que se consolidaban como las primeras series. Al pasar los años, el fenómeno llegó a tocar las puertas de las televisoras más importantes de Latinoamérica y Europa.
Por otro lado, Jorge Carrión (2011, 10) añade que “con la primera década del siglo XXI ha llegado hasta nuestras pantallas un nuevo fenómeno de culto que suma cada día miles de espectadores en todo el mundo”, y hace hincapié en los niveles de calidad y difusión, que hoy se han superado más que nunca. A esto hay que sumar a las plataformas digitales, como protagonistas de la difusión, la producción, el acceso y la variedad de historias que se cuentan.
El reconocido cineasta David Lynch se refirió a las series de televisión como el nuevo cine de autor. En una entrevista para el medio digital Cinemanía (2016, párr. 2), mencionó lo siguiente: “El largometraje, y el estilo del largometraje, no interesa tanto a la gente hoy en día […]. Una historia en forma de serial es lo que sí engancha a la gente […]. Las cadenas por cable son las nuevas salas de arte y ensayo”. No es nada nuevo afirmar que las series de televisión han ganado un amplio terreno a la industria cinematográfica en los últimos años, consiguiendo seguidores gracias a la calidad de sus historias.
Ya son varios los reconocidos directores de cine que han optado también por hacer series. David Fincher se encargó de imponer su estilo a la exitosa serie House of Cards (2013-2018), un drama sobre la política de Estados Unidos de Norteamérica que tiene como protagonistas a Kevin Spacey y Robin Wright. Por otro lado, Martin Scorsese fue el director del episodio piloto de Boardwalk Empire (2010-2014), lo que le valió un premio Emmy. Asimismo, M. Night Shyamalan, director de películas como Sexto sentido (1999) y Viejos (2021), fue productor, cocreador, guionista y director del capítulo piloto de la serie Wayward Pines (2015-2016), de la cadena de televisión Fox.
Los cambios hacia otras formas de consumo suponen una ruptura social con respecto a la históricamente arraigada televisión tradicional, en la que no tienes la elección de ver un contenido como y cuando quieras. Hoy en día la oferta es diversa -distintos géneros, historias y, por supuesto, plataformas-, y esa es una de las razones por las cuales varios directores de cine ven a las series como un nuevo terreno fértil para trabajar.
En la actualidad, las series no solo destacan por su calidad, difusión y acceso, sino también por las temáticas que abordan. Sus historias habrían sido imposibles de lograr en la televisión; quizás sí en el cine, pero de una manera más superficial (y volveremos sobre ese tema más adelante).
En las primeras décadas de la edad de oro de la televisión, aunque se duplicaron las producciones, la calidad de las historias no aumentó de manera proporcional, debido a que los ejecutivos de publicidad de las cadenas tenían el control absoluto sobre los contenidos de los shows.
Los teledramas solo reflejaban los valores positivos de la clase media, que era el target de público consumidor al que apuntaban los anunciantes. Así, los programas quedaron reducidos a cuentos morales simplistas centrados en los problemas cotidianos y en los conflictos particulares de individuos débiles que se enfrentaban a carencias personales, tales como el al- coholismo, la avaricia, la impotencia y el divorcio. (Maguregui, Piscitelli y Scolari 2010, 17)
Con lo aludido precedentemente podemos plantearnos la siguiente pregunta: una serie como Veneno, sea con personajes ficticios o reales, ¿habría podido realizarse en la edad de oro de la televisión? La respuesta es un rotundo no. Era inimaginable retratar de esta manera la vida de un personaje transexual. Incluso en los años 90, cuando se comenzaron a contar las primeras historias de esta índole, se caía en el estereotipo y la caricatura, tanto en la televisión como en el cine. En este último de menor manera, pero de todos modos se representaba a las personas trans desde los extremos, con un humor absurdo o encasillándolas en oficios como el trabajo sexual y la peluquería. Deberían pasar muchos años para lograr retratos más reales.
España destacó como uno de los países con mayor apertura cinematográfica hacia el tema de la transexualidad, pero aun así demoró varios años en conseguir tramas que no cayeran en el estereotipo. La película Cambio de sexo (1977), dirigida por Vicente Aranda, es una de las primeras en abordar la temática como eje central. Narra la vida de José María (Victoria Abril), un joven de diecisiete años que vive en Barcelona. El chico es inteligente y muy sensible, pero empezará a tener problemas cuando se dé cuenta de que no está contento con el cuerpo que le ha tocado tener y quiera cambiar de sexo para convertirse en mujer. Esto le traerá problemas con la escuela, que pedirá su traslado; con su padre, que intentará que el chico tenga sexo con una mujer para que cambie de idea; y con la sociedad en general, que lo mirará mal por llevar vestidos.
Guillermo Sánchez culpa de la tardía aparición de los personajes transexuales en el cine español al franquismo y la censura, pero la situación no es exclusiva de España, sino que la comparten distintos países latinoamericanos. Respecto a ello, Sánchez (2016, 78) afirma: “La representación del colectivo transexual en nuestro cine es, salvando algunos casos, escasa y poco significativa; dentro de esta escasez, la representación de las personas transexuales masculinas (FtM) es totalmente inexistente, siendo únicamente las mujeres transexuales (MtF) las que ocupan esta representación”.
Cuando se habla de cine trans, es fundamental hablar de Almodóvar, cuyas películas juegan con los cuerpos y reivindican el derecho a la subjetividad. La ley del deseo (1987), Todo sobre mi madre (1999) y La mala educación (2004) abordan la transexualidad desde distintas perspectivas.
“[Latinoamérica], sin embargo, ha hecho un esfuerzo por retratar la otra cara de la moneda, presentando desde el año 2000 más de una quincena de historias muy diferentes entre sí”, añade Carlos Ormeño (2019, 56) . Con el siglo XXI, la temática trans empieza a dar sus primeros pasos para alejarse de los estereotipos. Entre ellos destacan por supuesto Mía (2011) y Una mujer fantástica (2017). Ormeño se pregunta:
¿Será que alguna vez podremos tener un personaje que viva otra historia? ¿Alguna vez veremos una mujer trans abogada, médica o tal vez profesora? Quizás, como en el caso de Una mujer fantástica o Naomi Campbel, debamos dar el primer paso desde el cine para explorar otras narrativas que expandan el universo trans, romper las fronteras de la sexualidad, pero más importante, para desmantelar de una vez la transfobia y el binarismo de género que tanto daño hacen a nuestra sociedad. Una construcción quizás utópica, pero no imposible. (60)
Las plataformas de streaming han creado retratos más reales sobre la comunidad transexual y también sobre la comunidad LGBTIQ+ -aunque en este trabajo haremos énfasis en la transexualidad-. Debido a sus temáticas y al prejuicio social, estas historias nunca tuvieron mucho espacio en la televisión tradicional, de modo que debieron llegar las plataformas de streaming para dar cabida a estas voces distintas.
La masificación de internet, la multiplicación de pantallas en la vida cotidiana de las audiencias, la revolución tecnológica y, por supuesto, la aparición y rápida expansión de nuevas plataformas de distribución de contenidos audiovisuales -como Netflix, Hulu, HBO Max, YouTube Premium o Amazon- cambiaron para siempre las lógicas tanto de consumo como de producción. Verónica Heredia (2017, 279) añade: “Se han generado nuevas necesidades de consumo en las audiencias, en las que los tiempos de las ventanas tradicionales de explotación cinematográficas ya no se ajustan a las expectativas del mercado”. La autora continúa diciendo que, hace varios años, una película tardaba en llegar a televisión abierta; en cambio, hoy en día, muchos estrenos se dan a través de las plataformas.
Butterfly es una serie que vio la luz en pleno auge de las plataformas de streaming. Estrenada en 2018, esta serie británica de tres capítulos cuenta la historia de una niña transexual de once años, y trata el descubrimiento de su identidad así como la relación con sus padres. La crítica de cine Laura Farías (2018, párr. 12) la describe de la siguiente manera: “Una miniserie corta, pero que conlleva temas actuales. Butterfly es una muestra de las tantas situaciones que existen en nuestra sociedad y en el mundo, y su desarrollo, una de las formas de enfrentarlas”. Farías enfatiza que se pudo visibilizar en distintas partes del mundo el tema de la niñez trans, poco tratado desde el cine y las series.
En una entrevista con el periodista Ash Percival (2018, párrs. 14-6) , el creador de Butterfly, Tony Marchant, menciona: “Si la serie hace algo, es derribar dos mitos: que los niños y niñas transgénero deciden atravesar el tratamiento porque ‘está de moda’ -lo que es ridículo-, y que acceden con facilidad al tratamiento hormonal”. Para el papel protagonista se escogió un niño cisgénero, de entre cinco candidatos; desde la asociación Mermaids le indicaron que el papel podría resultar “difícil y doloroso” para un actor trans.
Así, con el paso de los años y la consolidación de la producción y el consumo de series en plataformas de streaming se comenzó a visibilizar la temática trans en las historias. En algunas son los protagonistas y en otras, personajes secundarios, pero de todas formas se intenta mostrar una realidad muchas veces ignorada por las grandes industrias del entretenimiento. El crítico de cine Asier Manrique (2020, párr. 1) afirma que “la presencia de personajes transexuales ha brillado por su ausencia a lo largo de demasiado tiempo […]. Recientemente hemos vivido multitud de casos en series que van desde los ejemplos cuestionables de La casa de las flores y La casa de papel, a tratamientos respetuosos como los de Veneno o Pose”. El autor añade que las series han escuchado las reivindicaciones de una comunidad históricamente pisoteada y que ha visto durante demasiado tiempo cómo sus historias no tenían cabida en la televisión tradicional.
Entre las series que se destacan está Pose, del director Ryan Murphy. La historia se adentra en la escena del ballroom (subcultura de la comunidad LGTBI en la que diferentes personas desfilan o actúan para llevarse premios en categorías de lo más diversas) de Nueva York de los años 80 y principios de los 90. Manrique añade que, “hasta la llegada de Veneno, [Pose] era la serie de referencia en lo que a visibilidad trans se refería […]. En la serie vemos multitud de personajes que retratan cada una de las letras del colectivo LGTBI, pero especialmente destacan las actrices trans” (párr. 5).
Sense8 fue una de las apuestas más fuertes de Netflix antes de que la plataforma se convirtiera en la superpotencia que es hoy en día. La serie sigue a ocho personajes dispersos por todo el mundo, que desarrollan una conexión que les permite ponerse en el lugar del otro, sentir lo que los demás sienten o interactuar entre sí aun estando a miles de kilómetros de distancia. Luisa Palomo (2020, párr. 3) amplía sobre el tema:
Es imposible hablar de personajes trans en televisión y no mencionar a Nomi Marks, interpretada por la actriz transexual Jamie Clayton. Netflix volvió a presentar uno de los personajes trans más míticos, siendo en esta ocasión una de los ocho protagonistas de Sense8. Lilly y Lana Wachowski, ambas creadoras pertenecientes a la comunidad trans, dirigieron este drama de ciencia ficción donde Clayton daba vida a una hacker que descubre que está conectada con siete desconocidos. Sense8, aún a día de hoy, es una de las series originales de Netflix más aclamadas.
Una de las series de los últimos años que más destaca respecto a la inclusión de personajes transexuales es Euphoria, adaptación estadounidense de su homónima israelí. La historia, que se enmarca en el género dramático, sigue a un grupo de estudiantes de secundaria que, sumergidos en el fatídico mundo de las drogas, el sexo y la violencia, tratan de luchar contra esos monstruos para enfrentarse a un nuevo futuro. Respecto a Euphoria, Manrique (2020, párr. 10) señala:
Hunter Schafer da vida a Jules Vaughn, una chica trans que es el principal apoyo del personaje de Rue, a la que da vida Zendaya. La actuación de Schafer fue alabada por la crítica y el público y sorprendió que tanto ella como otras actrices trans de series como Pose fueran totalmente ignoradas en categorías de actuación en los Emmy, demostrando que todavía queda mucho camino por recorrer.
Con lo señalado en el párrafo anterior, nuevamente traemos a la discusión el caso de Veneno, donde, si bien la protagonista muchas veces podría ser catalogada como un retrato estereotipado, existe una fuerte carga de personajes transexuales que están alejados del mundo de la prostitución, al que siempre se ha vinculado a la comunidad. Entre ellos sobresale el personaje de Valeria, basado en la escritora del libro de la Veneno. Los directores de la serie creían fundamental que las actrices que retratan los distintos capítulos de la vida de Cristina Ortiz fueran actrices transexuales, al igual que parte del equipo de producción.
“En una televisión donde se había dado poca visibilidad a las personas trans, tenían el desafío de encontrar talento a raudales para interpretar tres etapas distintas de la Veneno (juventud, estrellato y decadencia)” (Solà 2020, párr. 6 ). El artículo continúa mencionando que el reto parece no haber existido; habría sido más difícil pasar de las talentosas actrices que dan vida a la Veneno -Jedet, Daniela Santiago e Isabel Torres-, quienes brindan maravillosas interpretaciones.
Hoy podemos afirmar que existe una gran variedad de temáticas y retratos en las series de televisión. Como dicen Maguregui, Piscitelli y Scolari (2010, 9): “Actualmente, la gran literatura cobra vida en la televisión […]. Se ha dicho que, si Dickens y Shakespeare vivieran, estarían escribiendo para televisión”. Como ya mencionamos, la serie Veneno está basada en un libro, y consolidamos la posición de los autores: la unión de varios formatos es esencial para explorar y narrar aquellas historias que muchas veces se han silenciado.
Veneno tuvo alcance mundial gracias a las plataformas de streaming. Logró un éxito rotundo y un fiel retrato de la comunidad trans. Según Manrique (2020, párr. 4) :
Para dar forma a Veneno han optado por un reparto donde han brillado las actrices transexuales, las mismas que llevan años pidiendo oportunidades que no llegaban y aquí han podido demostrar, por fin, todo su potencial […]. Pero han sido las actrices que han dado vida a la Veneno (Jedet, Daniela Santiago e Isabel Torres) las que han acaparado todos los focos, tanto que su labor ha sido reconocida con el Premio Ondas.
En Milenio, el periodista Joaquín López escribe sobre la serie y se cuestiona lo siguiente: ¿cuándo había visto usted una serie de una mujer trans admirable?, ¿cuándo una mujer trans la había o lo había inspirado?, ¿cuándo una mujer trans le había cambiado la vida? Y agrega la importancia de las plataformas digitales como canales para contar historias reales.
Es tener, tal vez por primera vez en la historia del espectáculo, un contenido sobre una mujer trans en igualdad de circunstancias que los que han encumbrado a figuras como Julia Roberts, Whoopi Goldberg y Sally Field […]. En estos momentos, más que nunca, es importante ver historias de personas a las que podamos admirar, de mujeres y de hombres que nos inspiren, de seres humanos que nos puedan cambiar la vida. (López 2020, párr. 9 )