Los poderes mágicos de la basura: Una experiencia de arte y reciclaje en educación infantil

Magical Powers of Garbage: An Art and Recycling Experience in Early Childhood Education

Paulina Jara Aguirrea , David López-Ruizb

a Universidad de Chile. Postítulo de Especialización en Terapias de Arte, mención Arteterapia. Las Encinas 3370, CP 7800020, Santiago, Chile.

b Universidad de Murcia. Departamento de Expresión Plástica, Musical y Dinámica. Calle Campus Universitario 11, 30100, Murcia, España.

Recibido el 11 de abril de 2024. Aceptado el 29 de julio de 2024. Publicado el 04 de octubre de 2024

© 2024 Jara Aguirre & López-Ruiz. CC BY-NC 4.0

https://doi.org/10.32719/26312816.2024.7.2.8



Resumen

Esta propuesta busca visibilizar las posibilidades expresivas del material de desecho en el contexto de un taller de arte con enfoque terapéutico. Estos materiales ofrecen posibilidades comunicativas que ponen en valor las diferentes formas de expresión, al tiempo que facilitan el juego simbólico en determinados contextos. La experiencia se desarrolló durante un año, con un grupo de niños y niñas de 4 a 6 años, en una escuela infantil en Viña del Mar, Chile, y se enfocó en dos objetivos: favorecer la exploración creativa y las posibilidades expresivas del trabajo con material de desecho, y permitir la exploración emocional con el material y entre los participantes, para favorecer la apertura al mundo emocional y la interacción entre pares. Se optó por una metodología basada en la exploración y el juego, con sesiones estructuradas de trabajo individual y grupal, consignas y temáticas establecidas en relación con el currículo prescrito para el nivel. Los resultados obtenidos permiten visibilizar los beneficios que este tipo de intervenciones terapéuticas generan en niños y niñas, al fortalecer el desarrollo emocional y creativo en el contexto educativo. Igualmente, es destacable la involucración de toda la comunidad educativa por medio de la cultura del reciclaje y la reutilización.

Palabras clave: arteterapia, educación, arte, infancias, material reciclado

Abstract

This proposal seeks to highlight the expressive possibilities of waste materials in the context of an art workshop with a therapeutic focus. These materials offer communicative possibilities that value different forms of expression while facilitating symbolic play in specific contexts. The experience occurred over a year with children aged 4 to 6 in a nursery school in Viña del Mar, Chile. It focused on two objectives: encouraging creative exploration and the expressive possibilities of working with waste materials, allowing emotional exploration with the material and among participants, and fostering openness to the emotional world and peer interaction. A methodology based on exploration and play was chosen, with structured individual and group work sessions, established guidelines and themes related to the prescribed curriculum for the level. The results make it possible to highlight the benefits of this type of therapeutic intervention in children by strengthening emotional and creative development in the educational context. Likewise, it is noteworthy that the entire educational community is involved in the culture of recycling and reuse.

Keywords: art therapy, education, art, childhood, recycled materials



Introducción

El presente estudio surge de la comprensión del arte como una herramienta significativa en la educación infantil, especialmente cuando se observa desde el paradigma del proceso gestual y comunicativo de los niños y niñas y su interacción con el entorno. Este hecho parte de la utilización del arte como necesidad en la infancia, a través del uso de materiales reciclados. La arteterapia, que combina la práctica artística con enfoques terapéuticos y psicológicos, ofrece una vía de comunicación alternativa y complementaria a la verbal, particularmente valiosa en las primeras etapas de la educación. Además, resulta vital el trasvase de valores —tanto pedagógicos como sociales y culturales— que se hace a través de ella (Gutiérrez, 2020).

En este contexto, nos propusimos implementar un taller de arte y reciclaje con enfoque terapéutico para niños y niñas de 4 a 6 años. En dicho taller se buscó comprender cómo esta experiencia influye en la expresión emocional, el juego y la interacción social a través del arte. Por esta razón, la investigación se centró en explorar cómo impacta este tipo de talleres en los diferentes momentos de conexión de los objetos de reciclaje con los niños, en un contexto educativo.

El estudio se llevó a cabo en una escuela privada de Viña del Mar, Chile, donde los participantes asistieron a un taller semanal de una hora durante un año lectivo. El taller se enfocó en el trabajo con materiales de desecho, y promovió el juego, la interacción y la expresión emocional. Siguiendo los principios de la arteterapia en contextos educativos, se consideró más importante el proceso creativo que el resultado final. La metodología implementada consistió en sesiones semanales en que los niños trabajaron con diversos materiales reciclados, realizando ejercicios diseñados para estimular su creatividad, fomentar la interacción social y facilitar la expresión emocional. Este enfoque se basa en la premisa de que el arte puede ser un vehículo poderoso para acceder al mundo interior de los niños, al permitirles expresar pensamientos, sentimientos y anhelos de manera simbólica.

La importancia de esta experiencia radica en varios aspectos. En primer lugar, explora el potencial del arte como herramienta terapéutica en la educación infantil, al ofrecer un espacio seguro para la expresión emocional y la comunicación no verbal. Además, fomenta el desarrollo de habilidades sociales y emocionales a través del juego y la interacción, con lo que contribuye a una comprensión más profunda del modo en que el arte puede utilizarse como medio de comunicación alternativo en las primeras etapas de la educación (Gómez Juárez & Especial, 2016).

Esta investigación también proporciona valiosos insights sobre la implementación de enfoques arteterapéuticos en contextos educativos regulares, abordando desafíos como la formación de los docentes. Al centrarse en el proceso creativo y el acto de crear (Dalley, 1984; McDonald & StJ Drey, 2017; McDonald et al., 2019), más allá de la obra final, el estudio resalta la importancia de interpretar las producciones artísticas de los niños como una forma de comunicación, reconociendo su vulnerabilidad y potencial expresivo. En última instancia, este trabajo busca contribuir al campo de la educación infantil y la arteterapia, al destacar cómo el arte, en combinación con el uso de materiales reciclados, puede ser una herramienta poderosa para el desarrollo emocional y social de los niños, especialmente cuando se implementa en un ambiente educativo seguro y solidario.

Materiales de desecho

La diversidad y la riqueza de los materiales artísticos en el desarrollo de trabajos con enfoque terapéutico, especialmente en el contexto escolar, permiten profundizar en distintas áreas de expresión de los participantes, para que obtengan experiencias sensoriales y evoquen recuerdos, como afirma Moon (2010). Pero son los materiales no convencionales los que ofrecen nuevas posibilidades creativas y estéticas de experimentar con formas, texturas y colores únicos. A menudo, estos materiales alternativos provienen de fuentes inusuales, como desechos industriales o domésticos. Al utilizarlos, los participantes pueden dar nueva vida a objetos de poco valor y transformarlos en producciones creativas únicas. Además, este tipo de materiales también pueden ser más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, lo que los convierte en una opción cada vez más popular con la que experimentar; por lo tanto, merecen la oportunidad de ser explorados.

El material de desecho constituye una fuente de riqueza para la realización de proyectos en el aula (Prieto & Ruiz, 2022), al tiempo que ofrece la posibilidad de conectar con la obra de artistas emergentes que en un contexto histórico determinado fueron pioneros en este movimiento, tales como Tony Cragg (1949-), Bruce Conner (1933-2008), Robert Rauschenberg (1925-2008), Yves Klein (1928-1962) y Jean Tinguely (1925-1991), entre muchos más.

A grandes rasgos, se podría afirmar que los materiales que consideramos de desecho se corresponden con los que han tenido una primera vida con una función concreta y un uso determinado, y que posteriormente lo han perdido y han pasado a ser basura. Los materiales de este tipo no son susceptibles de ser reacondicionados para otorgarles una nueva vida; sin embargo, pueden convertirse en la materia prima para nuevas creaciones. Dentro del contexto en que nos encontramos, esa nueva vida se otorga por medio de la expresión artística. Los objetos a los que se hace referencia pueden ser bolsas de papel o plástico, botellas y tapones de plástico, tubos y aros de cartón, tapaderas, cajas, envases de todo tipo (bandejas de poliuretano, sorbetes, envases de agrupación de medicamentos, galletas, gominolas, etc.), cartones, tarros, papeles…; todo cuanto se pueda considerar estará dentro de esta categoría de materiales que no tienen coste y son idóneos para el trabajo dentro del aula.

Es importante plantear una distinción, porque el material de desecho y el objeto de desecho tienen una carga simbólica diferente. El objeto de desecho se entiende como un elemento usado de una manera que es inconsistente con su función, forma, significado o previsiones de uso. Las expresiones artísticas influidas por las corrientes generadas en las Segundas Vanguardias (1945-1970) nutrieron mucho a los artistas y les permitieron, a su vez, tomar conciencia del uso de todo el material que los rodeaba, en relación directa con la forma, el color, la textura, etc., para producir arte (Echarri, 2022). También distinguiremos entre material de desecho y material reciclado. Mientras que el material de desecho es el elemento que se eliminará y que puede convertirse potencialmente en materia prima, el material reciclado es aquel que ya ha sido transformado y recuperado después de ser eliminado. Esta es la situación del papel, el cartón o el plástico reciclado que podemos comprar en una tienda o con el que se fabrican nuevos elementos.

En este sentido, es fundamental comprender la diferencia entre reciclar y reutilizar. Si bien ambos conceptos permiten dar nueva vida a los objetos, las cargas simbólicas de uno y otro son diferentes. Por esta razón, las obras que surgen a partir de los materiales de desecho son realmente importantes dentro del encuadre arteterapéutico por las posibilidades de transformación y los simbolismos que de ellas puedan surgir.

Aunque son varios los materiales con los que se puede trabajar en el mundo de la arteterapia y la educación artística, hacerlo a través del reciclaje supone una ventana de posibilidades a la resignificación y el cambio. El acto creativo a través de este nuevo medio genera nuevos procesos de transformación y restauración en aquellas personas que participan de la acción que se plantea, lo que da pie a “una transformación de un antes (uso-desecho), un ahora constructivo (la acción de reciclar y reelaborar) y un después (transformado)” (López Ruiz, 2015, p. 121). Al igual que en otras experiencias, en esta se abren diferentes posibilidades comunicativas a partir de las cuales expresarse.

Los materiales que solemos desechar, por su ausencia de coste y la cercanía con ellos, brindan la oportunidad perfecta para realizar cualquier actividad artística de forma libre y sin miedo a la equivocación o el fracaso. Disponer de este tipo de material en muchas ocasiones permite reducir la ansiedad de la actividad artística cuando nos enfrentamos a ella, puesto que, al no estar sujeto al conocimiento de una técnica específica, las personas que lo trabajan suelen tolerar de mejor manera posibles frustraciones. Por todo ello, la utilización de soportes y medios de desecho permiten que los procesos creativos dejen de ser estrictamente académicos y se conviertan en acciones en que tanto la exploración como el juego desarrollan un papel fundamental.

Teniendo en cuenta que los materiales a los que nos referimos se obtienen a partir de la recolección y no de la compra, buscarlos también ofrece la oportunidad de generar colectividad involucrando al grupo con el que se va a trabajar. Esto es particularmente efectivo cuando se trabaja con personas o colectivos que pueden ser vulnerables socialmente, entre los que se identifican centros comunitarios y sociales, centros educativos, hospitales u otros lugares cercanos a la periferia de las ciudades. Por otra parte, con frecuencia, durante la recolección y búsqueda del material se forman lazos de carácter simbólico tanto con el entorno como con el barrio en que se desarrolla la intervención (McNiff, 2011). Otra cualidad de este tipo de material es la escasa atracción visual que se le atribuye, por el simple hecho de ser considerado basura. Pero para las personas que lo utilizan para su trabajo son precisamente la asimilación y el acercamiento a él lo que las puede vincular y las invita a la exploración y a la transformación sin límites: son conscientes en todo momento de que incluso los pequeños cambios o transformaciones llevadas a cabo van a ser significativas en el material. Este acto, en la mayoría de los casos, hace reflexionar y avanzar en el proceso de construcción de la obra.

Como se ha indicado anteriormente, no está estipulado que los trabajos que se llevan a cabo con el material reciclado precisen de una técnica o intervención específica. Se intenta unir, rasgar, pegar, ensamblar, pintar, etc., diferentes elementos que en su conjunto contribuyan a la realización de un elemento particular y dotado de un simbolismo personal y específico. Es cierto que, por las actuaciones llevadas a cabo, se ha observado que utilizar este procedimiento contribuye a la mejora y el fortalecimiento de la autoestima de los participantes y permite el desarrollo de muchos trabajos de intervención artística, a partir de diferentes soluciones, posibilidades y variaciones.

En resumen, lo que admite el trabajo con materiales de desecho es incentivar los procesos creativos, así como la capacidad de concentración de las personas. Las formas ya dadas por el propio material permiten imaginar y estimular soluciones creativas, así como eliminar barreras que podrían tener otros medios. Además, en este proceso de creación, la capacidad de análisis interno da a las personas total libertad para expresarse, y con ello son capaces de componer una o varias creaciones que evolucionan según las sesiones.

En definitiva, y atendiendo a lo expresado por López Ruiz (2015, p. 122),

la utilización del material de desecho permite resignificar la basura a través del reciclaje y la transformación en una materia prima para una obra muchas veces distinta y estéticamente más bella que el objeto original. Al trabajar con material de desecho en la terapia nos estamos permitiendo una nueva manera de mirar y sentir, desarrollando la capacidad de descubrir las potencialidades originales de ese objeto. Es finalmente esta reflexión sobre las potencialidades la que permite a través del acto creativo contribuir a la restauración y el reciclaje.

El taller de arte y reciclaje con enfoque terapéutico en el contexto educativo preescolar

La experiencia desarrollada (figura 1) parte de la base de que la actividad plástica y el juego en niñas y niños en edad preescolar son herramientas que permiten la exploración del mundo y el desarrollo adecuado de sus potencialidades. Son las primeras experiencias y aproximaciones al mundo en estas edades las que seguramente van a influir y modelar no solo el desarrollo de su cerebro, sino también su mundo afectivo. Es en ese momento del desarrollo cuando la estimulación de los sentidos, el desarrollo de experiencias que potencien la confianza y la exploración del mundo con el propio cuerpo cobran mayor relevancia dentro del aprendizaje. Como mencionan Gómez Arango y Parra (2011), con cada nueva experiencia que tiene un niño se producen nuevas y cada vez más complejas conexiones neuronales, que fortalecen las ya existentes. De esta manera, el taller de arte con enfoque terapéutico se plantea como un espacio eminentemente exploratorio donde adquirir experiencias diversas en relación tanto con la expresión plástica como con el mundo emocional. Es interesante pensar entonces en este espacio de creatividad que convive con el currículum pedagógico de la escuela.


Diagrama

Descripción generada automáticamente

Fig. 1. Presentación de la experiencia.

Fuente: Autores (2024).

Las artes son ese tipo de actividades que logran estimular y desarrollar diferentes capacidades en las personas, principalmente porque se exploran y se vivencian a través de todo el cuerpo. De esta manera es posible estimular capacidades sensoriales, relacionadas con la exploración desde los sentidos, y la capacidad psicomotora, aquella que permite establecer una respuesta corporal-muscular a las sensaciones experimentadas por el cuerpo. También se incentiva la capacidad cognitiva para analizar, reflexionar, planificar y decidir, así como para encontrar diversas vías mediante las cuales resolver problemas y aprender de ello. Finalmente, agudiza la capacidad afectiva de abrirse al mundo emocional y sus competencias: conocer, reconocer, nombrar, modular las emociones propias y acoger emocionalmente a otras personas (Cassasus, 2007).

El taller de arte con enfoque terapéutico se llevó a cabo en una escuela infantil de la ciudad de Viña del Mar, con personas de 4 a 6 años. Se planteó como un encuentro semanal de una hora dentro del programa escolar, en el que cada grupo de participantes pudiese explorar desde el juego y la manipulación con distintos materiales. Los grupos estuvieron compuestos por un número de participantes que varió entre ocho y quince niños. En cada sesión el trabajo fue guiado por una arteterapeuta, acompañada de una educadora o asistente de la educación. El rol de la arteterapeuta fue proponer las actividades y guiar las sesiones, mientras que la función de la educadora y asistente fue principalmente resolver cuestiones prácticas con los participantes, tales como ayudarlos a lavar sus manos, pegar algún objeto con silicona caliente o acompañarlos al baño. Pero también tuvieron un rol fundamental a la hora de modelar conductas y mediar situaciones de relaciones al interior del grupo.

La idea del trabajo grupal era permitir la experimentación y el juego. Tal como menciona Oaklander (2023), desde el punto de vista terapéutico, el grupo se convierte en un laboratorio donde experimentar con total seguridad nuevas conductas gracias al apoyo del o la terapeuta. En el espacio grupal que se genera resulta posible conocerse a través de la interacción con otros y, por lo tanto, ampliar los repertorios de actuación. Los beneficios de un espacio terapéutico también se extienden al desarrollo social de los niños. Las actividades grupales dentro de estos espacios fomentan la interacción social positiva. En ellos se aprenden habilidades esenciales como la cooperación, el respeto mutuo y la resolución de conflictos. Estas habilidades sociales son cruciales no solo para el éxito académico, sino también para el bienestar general y la capacidad para formar relaciones saludables a lo largo de la vida.

Durante esta experiencia, el énfasis estuvo puesto en el trabajo con material de desecho como una vía expresiva cotidiana y cercana a la población con la cual se trabajó, lo que permitió que fueran los mismos participantes quienes pudiesen colaborar en la búsqueda de material desde casa. Aun con otros elementos disponibles, se decidió utilizar material de desecho como una forma de transformar sin miedo, para experimentar volúmenes y formas sin que tuvieran que ser especialmente construidas por los participantes.

En el período comprendido entre los meses de marzo y diciembre, se propusieron sesiones semanales de trabajo grupal donde quienes asistían pudieran jugar y expresarse a través de la creación plástica. Se optó por un taller con consignas dirigidas, lo que permitió bajar los niveles de ansiedad que causaba en algunos niños y niñas enfrentarse a una amplia diversidad de materiales y principalmente a un soporte nuevo, sin ninguna intervención. De esta manera, cada mes se abordó una temática distinta, relacionada con la unidad didáctica de trabajo en el aula y, por tanto, conectada con el plan de estudios de cada nivel.

Contexto y participantes

La escuela infantil en la que se desarrolló la experiencia está ubicada en Viña del Mar, Chile. Es una escuela privada del centro de la ciudad en la que cada nivel tiene como media veinte estudiantes. Las aulas son espacios más bien diáfanos con bastante luz natural y baño integrado. También hay a disposición muebles para guardar materiales y conservar las obras realizadas. El taller se realizó en el aula de cada grupo, a las cuales se accede desde el interior del edificio, pero que además se conectan a través de puertas de cristal con el patio central, en el que hay vegetación y mobiliario para juego.

La construcción de los grupos se realizó por edades: el primero estuvo conformado por participantes de 4 años, mientras que el segundo grupo fue de niños y niñas de 5 y 6 años. Esta división natural se hizo pensando en que las actividades propuestas estuvieran adecuadas a las destrezas y los intereses de cada grupo. Considerando estas características, las sesiones se desarrollaron con actividades que podían iniciarse y terminar en la misma hora. Otra consideración fue el tiempo de trabajo dedicado a cada grupo: el grupo de 4 años lograba sostener la atención durante 30 minutos, mientras que los estudiantes de 5 y 6 años lo hacían durante aproximadamente 45.

El grupo de 4 años estuvo compuesto por un total de trece participantes, seis niñas y siete niños. Por su parte, el grupo de 5 y 6 años estuvo compuesto por un total de doce participantes, ocho niñas y cuatro niños.

La propuesta de taller de arte y reciclaje con enfoque terapéutico fue levantada por parte de la dirección de la escuela en conjunto con las docentes, con el fin de promover factores protectores para la infancia, tales como la autoestima, la autoimagen, la tolerancia a la frustración, el juego, la creatividad, la interacción con otros, la educación emocional y la expresión tanto verbal como no verbal. Fue precisamente esta mirada lo que otorgó al taller un enfoque terapéutico.

Objetivos y sesiones

Después del primer encuentro con la dirección de la escuela y las profesoras de cada grupo, se realizó una aproximación de observación que permitió detectar las destrezas de los participantes con respecto a la utilización de materiales de arte. Allí se los invitó a crear de manera libre con los materiales que ellos eligieran y que estuvieran disponibles en el aula. Entre los materiales había lápices de color, rotuladores, lápices de cera, plastilina, papeles de diversos tipos, témperas, pinceles, rodillos, tijeras, limpiapipas y goma eva.

Dado que la mayoría de niños se decantó por usar lápices y rotuladores, se pensó en introducir el material de desecho como un elemento que facilitara la apertura a nuevas formas de creación. De esta manera se establecieron los siguientes objetivos:

Para poder llevar a cabo estos objetivos, se propuso que el taller de arte y reciclaje con enfoque terapéutico permitiría a los participantes adquirir conocimientos de reciclaje, a la vez que con sus obras podrían explorar el mundo emocional, el juego y la interacción con sus compañeros. De esta manera se diseñaron actividades que buscaban la conexión entre las unidades didácticas del programa anual de la escuela infantil y los objetivos planteados.

Se propusieron entonces sesiones con metodología semidirectiva, las cuales se estructuraron con una actividad de inicio, que ofrecía un espacio de exploración con el material de desecho; una actividad de desarrollo, que fue el espacio de creación con los materiales; y una última actividad de cierre, que promovía el juego y la expresión verbal y no verbal entre los participantes y la terapeuta/profesora/asistente.

Después del saludo inicial, cada sesión se iniciaba con la exploración de los materiales de desecho sugeridos. Ese momento, que duraba aproximadamente diez minutos, tenía por objetivo que cada participante pudiera explorar el objeto de manera libre. En algunas ocasiones se los alentaba a hacer sonar el material, oír o mirar a través de él, construir una estructura o simplemente observar y aportar verbalmente características.

La actividad de desarrollo, en cambio, fue siempre una actividad estructurada y guiada hacia un objetivo de obra, aunque los resultados y las formas de llegar a ello fueran diversas y siempre respetando las decisiones de cada participante. De este modo, si la actividad planteada era hacer un títere, cada participante podía ir agregando elementos a su obra o modificándola según su propio interés expresivo, pero el resultado sería siempre su propia interpretación del títere. Dentro de las actividades propuestas se procuró guiar a los participantes a la creación de objetos que dieran espacio a una utilización posterior tanto dentro como fuera del taller. Es importante recordar que las obras no tenían necesariamente un fin estético, sino más bien un fin expresivo.

Las sesiones se cerraban habitualmente con una actividad libre, aunque hubo ocasiones en que esta fue intencionada. Estas actividades incluían el cuerpo y el juego, ya fuera una función de títeres, un carnaval, un baile, un juego con los sonidos o el viento, o un juego de roles. Esto animaba a que cada participante pudiera disfrutar del proceso de creación, pero también abriera espacios de exploración con otras personas en diferentes contextos.

En general, las actividades propuestas fueron interesantes desde el punto de vista de la experiencia y la forma en que los participantes se involucraron con el material, su obra y el juego. Sin embargo, algunas de ellas abrieron puertas a la exploración emocional más profunda y a las imágenes encarnadas.

Algunas actividades propuestas

El taller fue planificado para 30 semanas de trabajo aproximado, durante las cuales se realizaron al menos 27 actividades diferentes. De esas actividades hay cuatro que, dada la repercusión de la experiencia en los participantes, creemos pertinente compartir.

Máscaras (grupo de 5 y 6 años)

La sesión de máscaras estuvo dedicada, primero, a conocer qué es una máscara y su finalidad. Para ello se observaron imágenes de distintas tribus, comunidades y expresiones artísticas que utilizan las máscaras. Se promovió que fueran los propios participantes quienes observaran detalles y características particulares de cada una.

Posterior a la actividad de inicio, se invitó a los niños a observar los materiales dispuestos sobre la mesa. Se ofrecieron bandejas de huevos, papel de revista, papel de seda de colores vibrantes y pegamento. Con ello, cada participante podía explorar la forma de construir su máscara; para ello, se invitó a que cada uno sintiera la caja de huevos sobre su rostro y observara el mundo a través de los agujeros que esta tenía para los ojos. De esta manera, cada niño, de manera intuitiva, fue adoptando un personaje o una forma de estar en el espacio. Una vez que habían explorado el material, se los invitó a cortar trozos de revista y de papel de colores con la mano, para formar trozos que se enroscaban en un extremo, dando la impresión de plumas. El momento de rasgar papel abrió un espacio para que los niños pudieran hablar sobre la sensación que les provocaba en sus manos y en el oído.

A continuación prepararon plumas con papel rasgado y se los invitó a crear su propia máscara. Este proceso se realizó con bastante velocidad, y principalmente la conversación se centró en que las máscaras para ellos hablaban de carnaval, a partir del paralelo entre las plumas y el carnaval de Río de Janeiro. Por esta razón, una vez terminadas las máscaras, se los invitó a usarlas. Para cerrar la sesión, se acogió la idea del carnaval y se los invitó a bailar e interactuar con sus máscaras al ritmo de la samba. El momento del carnaval resultó interesante, porque no solamente interactuaron entre ellos dentro del aula, sino que también lo hicieron en el patio, invitando a otros niños a bailar.


Fig. 2. Algunas máscaras realizadas por niños y niñas de 5 y 6 años.

Fuente: Autores (2024).

Títeres (grupo de 4 años)

La sesión de títeres fue desarrollada por ambos grupos. Sin embargo, para el grupo de 4 años, la actividad marcó la oportunidad de generar historias y juegos de rol durante varias sesiones. Se inició explorando diferentes formas y tamaños de cajas, principalmente cajas de medicamentos, té y otras, las cuales fueron observadas en su uso original de contenedor. Posteriormente se exploraron con ellas el volumen y las posibilidades constructivas que este permite. Luego, cada participante escogió una caja que le permitiera introducir en ella la mano y a la vez manipularla. Ahí se comenzó a trabajar la idea del personaje, que en un comienzo solo fue visualizado por cada participante. Sobre la mesa se dispusieron diversos materiales como trozos de papeles de colores y de revistas, botones, lanas de diferentes colores, trozos de ramas delgadas, tapas y tapones plásticos y pegamento. También se agregaron algunos pompones de colores y lentejuelas.

El tiempo de elaboración del títere fue breve, aproximadamente diez minutos, y requirió de un apoyo mínimo por parte de las personas adultas. Posterior a la elaboración de la obra, se animó a los participantes a interactuar entre ellos desde el personaje del títere. En ese momento sucedieron diálogos interesantes que luego se transformaron en historias compartidas. El títere sirvió entonces como mediador del diálogo verbal y de la interacción entre los participantes. En sesiones posteriores se retomó su uso para generar historias y obras de teatro basadas en la improvisación y en la interacción.


Fig. 3. Títeres realizados con cajas de medicamentos, utilizados posteriormente para una función de teatro.

Fuente: Autores (2024).

Cuentos en cajas de fósforos (grupo de 5 y 6 años)

En esta sesión se trabajó con el relato como hilo conductor. La actividad de inicio estuvo centrada en observar imágenes o fotos recortadas de revistas, en las que se veían escenas, personas y acciones diversas. Se invitó a los participantes a leer las imágenes, relatando lo que veían en ellas. La conversación fue guiada para que cada persona pudiera decir qué pensaba que ocurría y en qué parte de la imagen podía observarse, como una forma de prestar atención a los detalles.

Posterior a ello se les mostró un ejemplo de relato visual hecho en una caja de fósforos, a modo de pequeño libro, y se hizo el mismo ejercicio inicial de lectura de las imágenes; entre todos se buscó un título para ese relato. Sobre la mesa se dispusieron lápices y rotuladores, hojas de papel blanco cortadas y plegadas a la medida de la caja, cajas de fósforos forradas con papel adhesivo blanco y pegamento en barra. Se estimuló entonces a que cada participante pudiera crear su propio relato visual. La actividad creativa se centró en dibujar y colorear las escenas del relato para que la caja de fósforos se convirtiera en la portada. Para cerrar la actividad, el grupo se sentó en círculo y cada uno, en su turno, fue mostrando su relato para que el resto pudiera leerlo. Lo interesante de este momento fue que los niños se dieron cuenta de que no existía solo una forma de leer sus relatos, y que a veces la historia que otro leía no era la misma que él o ella había dibujado.


Fig. 4. Algunos cuentos realizados en cajas de fósforos.

Fuente: Autores (2024).

Varitas mágicas (grupo de 4 años)

Las actividades que se fueron proponiendo a lo largo del curso transitaron entre lo concreto y lo abstracto. Sin embargo, también fue relevante incorporar el pensamiento mágico como una forma de construir su propia realidad desde los símbolos. De esta manera se propuso trabajar con la idea de varitas mágicas como un objeto que simbólicamente tiene un poder. La actividad se centró en explorar aquellos deseos que cada participante tenía y que no se encontraban en el ámbito material, sino en el emocional.

Sobre la mesa de trabajo se dispusieron los siguientes materiales: trozos de cartón de caja recortados en formas circulares y ovaladas, tapas y tapones plásticos, trozos de papel de seda de diferentes colores, círculos de goma eva de distintos tamaños y colores, trozos de papel de revista, pegamento blanco y cinta adhesiva.

El ejercicio comenzó centrando al propio cuerpo a través de la respiración, y se propuso a todos que fuesen capaces de imaginar un objeto que tuviera el poder de cumplir un sueño. Se les propuso que imaginaran una varita con poderes mágicos. Posterior a este acto, se dispusieron los materiales sobre las mesas y se animó a los niños a crear sus propias varitas mágicas de manera totalmente libre. Para esta actividad se dividió al grupo en dos mesas, de modo que tuvieran más espacio para trabajar y fomentar la observación entre ellos al momento de crear. Las varitas mágicas elaboradas por los participantes de una misma mesa fueron parecidas entre sí, aunque después se pudo observar que la intención de cada una era diferente. Una vez que todas estuvieron listas, se pidió al grupo entero que se colocase en un círculo para compartir el poder o la magia de su varita. Aquí se modeló la situación para que los poderes estuvieran relacionados a cosas o situaciones inmateriales y/o emocionales. De esta manera, aparecieron poderes tales como “estar más tiempo con mis padres”, “disfrutar de la naturaleza” o “reír”, entre otros. Una vez que todos dieron a conocer el poder de sus varitas, la terapeuta hizo el propósito de juntarlas en el centro del círculo a modo de entregarles realmente el poder que cada uno le dio.

Al finalizar este ejercicio, los participantes tuvieron tiempo de jugar con el objeto realizado de manera libre en el patio de la escuela. Fue interesante que, en ese momento, algunos de ellos se hicieran preguntas sobre el poder que habían otorgado a su creación. Esto fue algo que surgió de manera espontánea y que abrió espacio a que encontraran experiencias en común.


Fig. 5. Momento en que niños y niñas compartieron los poderes de sus varitas mágicas.

Fuente: Autores (2024).

El registro de la experiencia

Durante el transcurso del año lectivo, y considerando la importancia de desarrollar un taller de estas características con infancias, se decidió documentar el proceso. Para ello se utilizaron dos instrumentos. Por una parte, se realizaron diarios de campo para cada nivel, y junto con ello se recogieron imágenes y videos del proceso de elaboración plástica, de los juegos y de la interacción entre los participantes.

Los diarios de campo se estructuraron de manera que se pudiera observar la planificación propuesta para la actividad diaria. Esta planificación incluía una actividad de inicio, otra de desarrollo y una de cierre, en las cuales se detallaban los materiales a utilizar. A continuación se registraban las interacciones, los hallazgos y los comentarios relevantes de los participantes surgidos durante la sesión, así como un relato de lo sucedido y de lo que resultaba interesante a la facilitadora del taller. Junto con ello, posterior a cada sesión se sostenían reuniones breves con las profesoras, espacio en el cual surgían comentarios, sugerencias y apreciaciones que también eran registradas en los diarios de campo.

Tanto durante las sesiones como posteriormente a ellas se hacía un registro fotográfico y en video del proceso creativo, en el que se mostraban tanto la exploración con materiales de desecho como el resultado de la obra final. También se registraron fragmentos de la sesión en los cuales sucedían interacciones interesantes referentes al juego propio y colectivo, obras de teatro, intervenciones tipo instalaciones en el patio y manipulación de los objetos.

Es pertinente aclarar que el registro de la experiencia no tenía en sí mismo un fin investigativo, sino que era una forma de sistematizar el trabajo realizado de cara a replicar la experiencia en otras escuelas infantiles de la región. Es por esta razón que en este artículo no se profundiza en una metodología de investigación.

Discusión

El taller de arte y reciclaje con enfoque terapéutico tuvo una duración aproximada de 30 semanas en el contexto de educación infantil. Fue un espacio que abrió diferentes posibilidades para las infancias, principalmente en lo que respecta a aprender a expresarse mediante un lenguaje universal como el arte. El grupo se convirtió en un espacio seguro donde los niños pudieron experimentar no solo con materiales, sino también con nuevas o diferentes conductas (Oaklander, 2023). Esto proporcionó una valiosa experiencia en la utilización del arte como herramienta para el desarrollo emocional y creativo de los niños. El uso de material de desecho en un contexto educativo fue explorado con diversos elementos, que se destacaron por las posibilidades que ofrecieron y por la facilidad de acceso a ellos. La recolección de materiales por parte de las familias jugó un papel crucial, ya que involucró a toda la comunidad en el proceso creativo y sensibilizó sobre la importancia del reciclaje y la reutilización de recursos. Esto permitió que tanto adultos como niños estuvieran atentos a las posibilidades creativas que un objeto de desecho podía permitir, con lo que se dio una nueva mirada a lo que antes se consideraba basura.

La facilidad de acceso a materiales de desecho y la posibilidad de obtenerlos de manera continua permitieron que los niños exploraran sin miedo a equivocarse, y que se fomentara una actitud de experimentación y descubrimiento. La utilización de materiales con volúmenes preestablecidos, como cajas, cilindros de cartón, botellas y tapas, ofreció una base sólida para la creación de obras tridimensionales y propició el desarrollo de proyectos más complejos y estimulantes. En cuanto a la manipulación de estos materiales, se destacó la importancia de preparar algunos previamente para facilitar su uso. La cola blanca fue el principal adhesivo utilizado, aunque en algunas ocasiones se recurrió a la pistola de silicona caliente, manipulada únicamente por los adultos para agilizar determinados procesos. El desarrollo de las sesiones, que combinaban la exploración de materiales, la actividad plástica, el juego y la expresión corporal, permitió que los trabajos creados adquirieran un sentido más allá de la experiencia con el material de desecho o la creación de una obra plástica. Estas actividades promovieron la expresión lúdica, la interacción social y el desarrollo de habilidades emocionales.

Conclusiones

La implementación del taller permitió visibilizar de manera efectiva las posibilidades terapéuticas del arte en los procesos emocionales de los niños. Mediante la exploración y creación artística, los participantes pudieron canalizar sus emociones, expresarse libremente y desarrollar una mayor conciencia de sí mismos y de su entorno. Actividades como las máscaras, los títeres y los cuentos en cajas de fósforos promovieron la interacción simbólica y verbal entre los niños, al tiempo que abrieron espacios de confianza y credibilidad (Oaklander, 2023). La resignificación de los materiales de desecho en objetos de juego abrió la puerta a que los niños exploraran nuevas formas de interacción y comunicación, y enriquecieran su experiencia educativa y emocional. La estructura de las sesiones, que combinaba la exploración de materiales, la actividad plástica, el juego y la expresión corporal, permitió a los niños conectarse consigo mismos y expresarse de manera segura y creativa (Cassasus, 2007).

La participación activa de las familias en la recolección de materiales y la colaboración en el proceso creativo reforzaron la conexión entre el hogar y la escuela, así como una cultura de apoyo y cooperación. Este enfoque enriqueció la experiencia educativa, al permitir a los niños desarrollar competencias emocionales y habilidades sociales a través de la expresión artística. En conclusión, el taller de arte y reciclaje, inicialmente concebido para concientizar sobre el reciclaje, se transformó en un laboratorio pleno de aprendizajes para toda la comunidad escolar. Como plantea Mediavilla (2021), la contribución del arte en la educación infantil es permitir el conocimiento del mundo y de uno mismo. Este taller demostró ser una herramienta poderosa para el desarrollo emocional y creativo de los niños en un contexto educativo, al promover una cultura de reciclaje y reutilización y enriquecer la experiencia educativa en su totalidad.

Referencias

Cassasus, J. (2007). La educación del ser emocional. Cuarto Propio / Espacio Indigo. https://tinyurl.com/yc2p8hnm

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Declaración de conflicto de intereses

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

Declaración de contribución de la autoría

Paulina Jara Aguirre y David López-Ruiz realizaron la redacción, el análisis de datos y la revisión crítica del contenido intelectual, así como también el marco teórico y el diseño del contenido. La experiencia práctica, en cambio, fue realizada íntegramente por Paulina Jara Aguirre en una escuela infantil de la ciudad de Viña del Mar.

Declaración de ética

El trabajo de investigación “Los poderes mágicos de la basura: Una experiencia de arte y reciclaje en educación infantil” involucró a personas. Por este motivo, los autores declaran que respetaron aspectos éticos del trabajo con infancias, cuya escuela y tutores conocían las labores realizadas en los talleres de arte y dieron su consentimiento voluntario e informado a participar de la experiencia. Al ser una experiencia sistematizada en un contexto educativo sin implicar una investigación externa, no se realizó una selección de participantes, sino que se incluyó a todos los estudiantes de cada nivel. Este trabajo se presenta como una experiencia de arte, arteterapia y reciclaje en un contexto de educación infantil, y busca sentar un precedente para la exploración posterior de la arteterapia en el contexto de la educación infantil.



Jara Aguirre P. J., López-Ruiz D. (2024). Los poderes mágicos de la basura: Una experiencia de arte y reciclaje en educación infantil.  Revista Andina de Educación 7(2), 000728. Publicado bajo licencia  CC BY-NC 4.0