https://doi.org/10.32719/26312816.2022.5.1.11
aUniversidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología (UMECIT). Facultad de Educación. Avenida Simón Bolívar, Edificio A Fundadores, Panamá, Panamá.
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Recibido el 06 de enero de 2022 - Aceptado el 28 de febrero de 2022 - Publicado el 26 de abril de 2022
RESUMEN
Este es un estudio de caso con estudiantes de 9.° grado de la Institución Educativa Madre Laura, del municipio de Tierra Alta, departamento de Córdoba, en Colombia. Tuvo como objetivo comprender la (no) deserción escolar en adolescentes próximos a egresar del sistema educativo secundario. Los y las jóvenes se encuentran en una situación sociocultural vulnerable en la que inciden factores psicosociales, económicos, familiares y académicos. Se propuso una metodología mixta cualitativa y cuantitativa, con enfoque descriptivo y analítico. Es importante poder caracterizar a y comprender la situación de estos adolescentes, que quieren completar su escolaridad pese a que podrían dejarla. Los principales hallazgos permiten reflexionar desde la institución educativa, el modelo pedagógico y el personal docente sobre una participación más activa, el rol de la familia y las motivaciones de los estudiantes.
Palabras clave: educación, institución educativa, deserción escolar, familia
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Received January 06, 2022 - Accepted February 28, 2022 - Published April 26, 2022
ABSTRACT
The (no) dropout is a case study with 9th grade students at the Madre Laura Educational Institution, Tierra Alta, Córdoba (Colombia), it aims to understand the (no) dropout, in adolescents close to graduating from the Secondary Educational System. Young people are in a vulnerable sociocultural situation in which psychosocial, economic, family and academic factors influence. A mixed qualitative and quantitative methodology was proposed, with a descriptive and analytical approach. It is important to be able to characterize and understand these adolescents who, although they may not continue studying, want to complete their schooling. The main findings allow us to take considerations, from the educational institution with the pedagogical model and from the teaching staff, with a more active participation, in addition to the family and the motivations of the students.
Keywords: education, educational institution, school dropout, family,
1. Introducción y objetivos
La educación constituye un derecho humano fundamental y es una obligación de los Estados desarrollarla. UNICEF alerta sobre el riesgo del abandono escolar en América Latina y Caribe (Radiocable, 2020). De los diecisiete a los dieciocho años, como máximo, se estima que las y los jóvenes terminen su etapa escolar. El 90 % de los latinoamericanos tuvo acceso a la educación secundaria o media; sin embargo, un cuarto de ellos sigue cursando este nivel y solo la mitad lo culmina. Al analizar el déficit de acceso a la educación secundaria o media, el resultado es diferente según el país de que se trate. En Chile, por ejemplo, solo un 6 % no accedió a este nivel educativo, pero en Guatemala y Honduras, el porcentaje llega al 50 % de la población. Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador tienen cifras entre el 12 % y el 15 %, mientras que en Panamá, Costa Rica, Colombia, Paraguay, Brasil y Uruguay se calcula que rondan el 20 %. Ello da cuenta de que los adolescentes latinoamericanos, en su mayoría, no logran terminar el ciclo escolar (D’Alessandre & Mattioli, 2015).
La educación es un proceso que recorre la existencia del ser humano, siempre en el marco de la socialización. De esta manera, en un principio, será la familia la encargada por naturaleza de dirigir, encaminar y apoyar el crecimiento de sus hijos e hijas hacia el desarrollo humano integral mediante la entrega de conocimientos y habilidades individuales y sociales. También colaboran en este proceso la comunidad y, luego, al comenzar la educación formal, la escuela.
Los procesos de socialización son llevados a cabo principalmente en conjunto por la escuela y la familia; sin embargo, debido a los distintos contextos sociales pueden presentarse alteraciones en estos procesos, lo que repercute en la situación de los estudiantes, sobre todo los adolescentes. Tanto la familia como la escuela son agentes o pilares necesarios para la formación ciudadana de las personas. En este sentido, cuando una de ellas falla en su rol, con probabilidad genera consecuencias en el desarrollo humano, emocional, social y/o educativo de niños, niñas y adolescentes.
A la escuela le compete proporcionar una formación integral con la colaboración de la familia, como figura fundamental de apoyo emocional, crianza y cuidados básicos. Ambas instituciones sociales tienen como objetivo común formar, desde misiones diferentes, pero con corresponsabilidad (Jiménez & Pérez, 2021).
Según la UNESCO (2017), a nivel mundial, casi uno de cada cinco jóvenes (19 %) entre catorce y diecisiete años que provienen de hogares con pobreza material no van al colegio o no han podido completar la educación secundaria. Por otro lado, en personas sin carencia económica, esta cifra llega al 4 %.
El fracaso escolar es un concepto complejo, polisémico y pluridimensional, asociado a múltiples factores sociales, individuales y culturales como la pobreza, el abandono y la repetición escolar. De acuerdo con Marchesi (2003), se detectan condicionantes multinivel desde la sociedad, la familia, el sistema educativo, la escuela, el aula y el estudiante.
El fracaso escolar va de la mano de la deserción escolar, una situación que UNICEF (2012) reconoce que en el contexto latinoamericano constituye uno de los problemas de mayor arraigo en la población adolescente, por lo que requiere de atención social. Al ser la escolarización un indicador que permite medir el avance de las políticas sociales, crecen las complicaciones a nivel socioeducativo en la región.
El concepto de deserción se ha trabajado e investigado desde diferentes áreas del conocimiento: la economía, la antropología, la sociología, la pedagogía, etc. (Pinzón & Ramírez, 2018; Zamudio, 2018). Sin embargo, la psicología ha sido la primera en explicar cómo se construye este fenómeno, señalando como elemento a considerar las características propias del individuo, en este caso el estudiante.
La deserción escolar se comprende como “el abandono del sistema educativo por parte de los estudiantes, provocado por una combinación de factores que se generan tanto en la escuela como en contextos de tipo social, familiar e individual” (Moreno, 2013, p. 118) Bajo esta mirada existirían en esta problemática uno o más componentes: factores familiares, económicos, culturales, políticos, de salud, migratorios y de aprendizaje, desajustes sociales, embarazo adolescente, adicciones, etc.
Donoso y Schiefelbein (2007), desde una visión sociológica, plantean que el éxito del estudiante en el ambiente escolar está mediado por factores externos asociados a su entorno familiar y al compromiso de la institución con la educación, a fin de brindar servicios que promuevan la permanencia estudiantil.
Vicent Tinto, citado por Pinzón y Ramírez (2018), sitúa factores que, juntos o separados, incidirían en la deserción escolar: empieza refiriéndose a los atributos previos al ingreso escolar, resaltando antecedentes familiares, destrezas y habilidades y escolaridad previa; luego sitúa los compromisos tanto institucionales como personales. El autor también refiere como elementos importantes la integración académica —referida al rendimiento y a las metas personales— y la integración social del estudiante con sus pares.
El y la estudiante estarían condicionados externamente por la institución educativa y sus compromisos institucionales para concluir su etapa escolar. Desde la parte interna, requieren del apoyo de la familia, así como también tener metas claras frente a su proceso educativo.
De esta manera, serán factores negativos —o factores de riesgo para permanecer en la institución educativa— aquellos elementos que condicionan el abandono escolar en los adolescentes colombianos: la violencia familiar y regional, la pobreza, una autopercepción negativa, el tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción y, en el caso de las mujeres, el embarazo adolescente.
Según los resultados de la Encuesta Nacional de Salud Mental Colombia 2015, es posible relacionar la deserción escolar con tres factores: características individuales, situación familiar y condiciones socioeconómicas del hogar. Asimismo, el estudio reveló que la deserción escolar de adolescentes entre los doce y los diecisiete años tiene mayor incidencia en el sexo femenino de zonas rurales o en estado de pobreza, y que los padres son potenciales obstáculos para el desarrollo escolar de sus hijos e hijas, ya que son ellos los que “necesitan ayuda para enfrentar y adaptarse a los conflictos internos en el seno familiar y externos en el contexto social marcado por las diferencias que afectan su estado psíquico, afectivo, cognitivo y social” (Gómez et al., 2016, p. 106).
También se puede analizar y señalar la importancia de factores intraescolares, que se refieren a diferentes problemas asociados al estudiante: motivacionales, personales, psicoactivos, frustración, desorientación vocacional, falta de adaptación social, limitaciones en el aprendizaje y el rendimiento, bajas calificaciones, problemas de conducta, ausencias constantes, repetición de asignaturas y pérdida del año escolar. También el bullying o discriminación (Mendoza, 2014) y otros factores extraescolares e intraescolares inciden en la deserción, como los socioeconómicos (bajo ingreso familiar, padres desempleados, delincuencia, drogadicción), pedagógicos (bajo rendimiento académico, diferencia con los profesores, metodologías poco motivadoras) y personales (desintegración familiar, problemas de salud, baja autoestima) (Torres et al., 2015).
En general, en Colombia, “al iniciarse el nuevo siglo XXI, solo nueve de cada diez niños o niñas tienen acceso a la educación, observándose niveles muy bajos de acuerdo a los patrones mundiales” (Departamento Administrativo Nacional de Estadística de Colombia [DANE] & PLAN International, 2017, p. 47).
Córdoba es uno de los 32 departamentos que conforman la República de Colombia. Se ubica al norte del país, en la región Caribe. Su capital es Montería y cuenta con más de 1 700 000 habitantes.
El desarrollo económico de Córdoba proviene principalmente de la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca. Es el segundo departamento con mayor pobreza del Caribe (59,4 %); la tasa de desempleo llegó al 14,8 % en 2021, y para la población joven (14 a 28 años) es aún mayor: 18,8 %. El promedio de escolarización es de 9,9 años (entre las personas de 15 a 24 años), por debajo del total nacional (10,1). El 25 % de los hogares tiene conexión a internet. La inasistencia escolar es de 32,2 %, en relación con una tasa nacional del 16,4 % al 2020 (DANE, 2021).
El Informe de Resultados de las Pruebas SABER 2018 (Secretaría de Educación de la Gobernación de Córdoba, 2018) resalta que en la gestión académica existen deficiencias que inciden negativamente en la calidad de la educación, específicamente al impartir el modelo de enseñanza y en la generación del aprendizaje. Esta situación se manifiesta en la promoción, que disminuyó un 20 % en 2019 entre los estudiantes de enseñanza media, con mayor énfasis en 6.° y 9.° grados, y sobre todo en quienes estaban repitiendo grados.
Ese es también el caso de la Institución Educativa Madre Laura, de Tierra Alta, Córdoba, correspondiente al sector oficial, de servicio público y con alumnado mixto, ubicada en terreno urbano. Utiliza un enfoque pedagógico humanista, social y cognitivo hacia la transformación con amor. Tiene educación primaria (1.º a 5.º), secundaria (6.º a 9.º) y media (10.º y 11.º), así como primaria, secundaria y media para adultos.
Según la misma institución educativa, los problemas más importantes relacionados con la deserción escolar son estos: bullying, acoso y otros problemas de convivencia (19 %), desmotivación de los estudiantes (15 %), maltrato recibido en casa (11 %), maltrato recibido en la escuela (11 %), falta de apoyo en casa (11 %), problemas disciplinarios (8 %) y falta de conocimientos (8 %). Les siguen, con un porcentaje menor, la edad avanzada, los abortos, el embarazo temprano, el desplazamiento forzoso y la extrema pobreza (Institución Educativa Madre Laura, 2020).
Los problemas sociopsicopedagógicos de la institución educativa aún no han sido resueltos. Las acciones estratégicas diseñadas por el Comité de Convivencia, con la intervención de los docentes, no logran mitigar la situación. Generan una complicación aún mayor, pues si los resultados de las evaluaciones de los jóvenes no son positivos, podría abrir las puertas a posibles retiros de los y las adolescentes. Cabe destacar que este es un problema importante y reconocido por la institución académica.
Las preguntas que movieron el estudio fueron las siguientes: ¿cuáles son los motivos determinantes para que los estudiantes de 9.° grado de la Institución Educativa Madre Laura (no) deserten?, ¿qué características tiene el estudiante que opta por (no) desertar?, ¿qué papel desempeñan la familia, el maestro y la escuela en la (no) deserción escolar? El objetivo principal de la investigación fue analizar los factores presentes en la deserción escolar de los estudiantes de la Institución Educativa Madre Laura. Los objetivos específicos, por su parte, fueron: 1) identificar las motivaciones personales de los estudiantes que dejan la escolaridad; 2) conocer los factores socioeconómicos asociados a la deserción escolar; 3) identificar los elementos familiares relacionados con la deserción escolar ; y 4) describir las características institucionales que permitirían la (no) deserción escolar.
Para lograr los objetivos y contestar las preguntas, se realizó un estudio de caso con aquellos alumnos de 9.° grado de la Institución Educativa Madre Laura que se caracterizan, según el mismo establecimiento, por ser repitentes de grado con problemas familiares, pero aun así han decidido continuar los estudios.
La institución pertenece al extenso municipio de Tierra Alta, ubicado en el sur del departamento de Córdoba. Cuenta con una población de 102 348 habitantes y ha sido impactado por el conflicto armado de Colombia, la violencia, el desplazamiento y la construcción de una central hidroeléctrica.
2. Metodología
El carácter de este estudio fue mixto, pues combinó lo cuantitativo (a través de una encuesta) y lo cualitativo (mediante entrevistas). Esto permitió, por una parte, cuantificar respuestas y tendencias y, por otra, comprender situaciones y posibilidades manifestadas por el estudiantado. De esta manera, se pretendió explicar y comprender (Hernández Sampieri et al., 2010) quiénes son estos estudiantes y por qué, teniendo características de vulnerabilidad social, no han dejado la escolaridad.
Esta investigación se estructuró como un estudio de caso para comprender e interpretar las realidades de las y los estudiantes, de manera que ofrezca un resultado y permita una respuesta frente a la situación problemática estudiada. Lo que se observó fue la realidad de los estudiantes de 9.° grado, su particularidad y complejidad, describiendo comprensivamente y analizando la situación en su propio contexto (Stake, 1998).
En una primera etapa se utilizó la descripción y luego la explicación, para analizar y comprender la situación (Arias, 2012) y tener resultados que permitieran concluir en relación a los objetivos planteados.
Como procedimiento estandarizado para recabar información, se partió de una encuesta (Pérez & Rangel, 2011). Esta contó con preguntas de escala Likert, para medir algunas variables en forma de afirmaciones y actitudes, juicios o afirmaciones (Hernández Sampieri et al. 2010); y también con preguntas abiertas para tabular.
En un segundo momento, se desarrolló una entrevista a partir de una pauta con preguntas abiertas para fomentar la conversación y la comprensión entre entrevistado/a y entrevistadora (Denzin & Lincoln, 2005). Se consideró importante abordar temas como factores socioeconómicos, personales, institucionales y familiares y razones o explicaciones de la permanencia en la institución educativa. La información que generó la entrevista permitió profundizar la investigación y la interpretación posteriores.
Los instrumentos fueron aplicados en línea. La pandemia ha modificado las formas de investigar, y en el momento de la recolección de la información fue la única manera de proceder. Hubo que contactar a cada estudiante para poder generar información. Por tanto, se utilizaron medios tecnológicos y las facilidades que dan los programas con conexión a internet: WhatsApp, Google Meet y el correo electrónico.
En relación al universo y la muestra, al ser este un estudio de caso, la población a trabajar fue el curso de 9.° grado, formado por veinte estudiantes.
3. Resultados y discusión
Los hallazgos más importantes de esta investigación dan cuenta de que los estudiantes, a pesar de sus dificultades, siguen estudiando. No se puede precisar con exactitud qué elemento personal, familiar o académico pesa más en la decisión de culminar los estudios medios, pero sí se puede señalar que el ámbito académico institucional tiene la responsabilidad de organizar el currículum, el apoyo y la cercanía hacia el estudiantado. Por ello, se considera que las características sociales, económicas y familiares (extraescolares) tienen un gran peso en la decisión, pero el apoyo del personal docente en el desarrollo escolar es, sin duda, el elemento que marcará la decisión de quedarse o no en la escuela.
Sabiendo que la valoración de los estudiantes respecto al ámbito escolar es baja, se deben realizar cambios a nivel institucional que permitan acoger de mejor manera y con responsabilidad a todos los jóvenes, de acuerdo con sus características, contextos, necesidades, problemas e intereses. Cabe recordar que es en este curso, 9.° grado, aquel en que los estudiantes terminan la secundaria o media en Colombia. Sin este grado aprobado, no egresan del ciclo de enseñanza formal.
Respecto de la caracterización de los estudiantes, el 55 % fueron mujeres y el 45 %, hombres. Ello indica que las mujeres terminan en mayor medida la enseñanza regular que los varones (UNESCO, 2017), situación que comparten América Latina y el Caribe.
El 30 % de los estudiantes de 9.° grado tenía 14 años o menos; el 35 %, 15 años; el 15 %, 16 años; el 10 %, 17 años; y el otro 10 % se compone de mayores de edad, es decir, con 18 años o más. La cifra es interesante, ya que en este curso la edad debería estar entre los 14 y los 15 años, situación que refleja apenas el 65 % de los estudiantes.
Con respecto a la composición de los hogares, el 45 % de los estudiantes habita con familiares o terceras personas, el 30 % vive con solo uno de sus padres, el 15 % vive de forma independiente, y solo el 10 % afirmó vivir con ambos padres. Se destaca en este punto la familia que acompaña al estudiante como posible elemento de incidencia en el abandono escolar de los y las adolescentes (Piracoca, 2019): usualmente es la familia la que motiva a los estudiantes para continuar sus estudios. Independientemente de con quién viva la persona, si recibe apoyo, se mantendrá en la escuela.
Según la composición del grupo familiar, el 60 % de las familias de los estudiantes encuestados tiene más de nueve personas; el 30 %, de cinco a ocho; y el 10 % tiene entre dos y cuatro integrantes. Este elemento se ha de considerar como importante, ya que el 60 % de los estudiantes viven en hogares multifamiliares, lo cual puede afectar de forma directa o indirecta la economía familiar con un resultado claro y concreto: la falta de satisfacción de necesidades básicas como alimentación, educación y salud.
Respecto al nivel educacional, un 45 % de los padres, madres y tutores de los jóvenes tiene la secundaria incompleta; el 30 % tiene nivel de educación primaria; el 15 %, secundaria completa; y solo el 10 % declaró tener un título de educación técnica. Se evidencia que, en general, padres, madres y tutores tienen un bajo nivel educativo: el 70 % no logró terminar el bachillerato. No estaría dado, de esta manera, el nivel de apoyo que requieren los estudiantes desde su núcleo familiar: dejar sus estudios podría ser un patrón cultural a seguir por parte de los y las jóvenes.
Se consultó asimismo cómo se genera el ingreso económico en los hogares. Principalmente se obtiene por actividades informales (60 %) e independientes (30 %). Solo el 10 % de estudiantes mencionó que los ingresos de su familia dependen de algún tipo de trabajo formal de sus miembros. Se puede señalar que, si los ingresos económicos de la familia no cubren las necesidades básicas, son un factor de riesgo para la deserción escolar. No contar con un trabajo permanente y estable —que permita a la familia estabilidad económica y la satisfacción de las necesidades básicas— genera vulnerabilidad.
Esta es una condición externa a la escuela. La pobreza y la marginalidad son elementos directamente asociados a la deserción escolar de los y las jóvenes, que “se ven obligados por sus necesidades de pobreza y por la presión familiar a trabajar para generar dinero que será destinado para el mantenimiento de su hogar. Estas necesidades orientan a los adolescentes a incursionar en el campo laboral” (Meléndez et al., 2016, p. 36).
El 75 % de los estudiantes manifestó que realiza tareas que devengan un beneficio económico, y solo el 25 % afirmó que no efectúa otra actividad diferente al estudio. Las condiciones económicas, en muchos casos, dan al estudiante la responsabilidad de ayudar a suplir algún tipo de necesidad básica de la familia, lo que afecta el desenvolvimiento normal de sus actividades educativas y hace que las posibilidades de abandonar sus estudios aumenten.
Un elemento importante es saber qué piensa la familia. El 45 % de los encuestados comentó que sus padres “estarían de acuerdo” con su deserción; un 30 % manifestó que “estarían en desacuerdo”; y un 20 %, que sus padres son indiferentes al respecto.
Mi padre a veces me dice que para qué estudio tanto, si no me va a servir para nada. Mejor es salir a trabajar para ayudar a la familia. Pero mi mamá me dice que siga estudiando. Hasta ahora, yo he seguido. (E1)
En mi casa, les da lo mismo lo que haga. No me apoyan en los estudios. Yo trato de esforzarme para terminar este grado. (E6)
Mis padres no tuvieron estudios y quieren que yo sí los tenga. Ellos quieren que yo sea mejor y que pueda estudiar después de terminar el bachillerato. (E4)
Esta situación puede deberse al bajo nivel educativo de padres, madres o tutores, que desconocerían la importancia de la educación para sus hijas e hijos. Muchos de ellos creen que lo mejor para las personas es trabajar y aprender a mantenerse por sí mismas para ayudar a su familia; en consecuencia, cualquier actividad que satisfaga esta necesidad es buena, aunque se sacrifique el estudio o la formación académica del menor. Desde la mirada de Román (2013), “las expectativas que tienen los padres y las madres sobre las proyecciones académicas del hijo/a, las altas expectativas, aumentan las probabilidades de los que los hijos/as permanezcan y concluyan su escolaridad formal” (p. 43).
En lo que refiere al apoyo escolar dentro de la institución educativa, el 55 % consideró que no se cuenta con la ayuda del personal docente, un 25 % indicó que solo en algunas ocasiones les dan apoyo, y el 20 % restante afirmó tener ayuda institucional en las labores educativas. Los resultados anteriores permiten inferir una clara inconformidad de los estudiantes frente a la labor docente y de la institución educativa. Se podría decir que perciben cierto abandono o indiferencia por parte de la escuela, situación que también se refleja en las entrevistas.
Coincidiendo con esta percepción, Covarrubias y Piña (2004) asumen que es necesaria una relación de calidad entre docentes y estudiantes. Este elemento también es un factor decisivo a la hora de permanecer o no en el sistema educativo. Si las y los estudiantes sienten rechazo, maltrato, indiferencia o poco apoyo por parte de los docentes, su permanencia en la escuela también estará condicionada.
Al considerar el modelo educativo aplicado, el 50 % de los encuestados afirmó que no satisface sus necesidades de aprendizaje; el 30 %, que solo lo hace en algunas ocasiones; y el 20 % manifestó que la enseñanza brindada por la institución sí lo satisface. El modelo educativo desarrollado en la institución —basado en el currículum, la didáctica y las formas de enseñar— no está adaptado a las necesidades ni al contexto socioeconómico de sus estudiantes, por lo cual no cumple con los requerimientos de aprendizaje de estos. Esto es consecuente con lo que plantean Pineda y sus colaboradores (2011): se necesita una organización curricular y didáctica que permita el acercamiento intelectual y social, y que genere experiencias de aprendizaje. En Colombia aún existen falencias en el modelo educativo, lo que se une al “desencantamiento que producen las propuestas curriculares y las prácticas pedagógicas de los docentes” (p. 124).
El 70 % de los adolescentes manifestó que el bajo rendimiento impacta de forma directa en la decisión de desertar en el colegio, y el 30 % afirmó lo contrario. El rendimiento escolar es un factor influyente en la deserción escolar; sin embargo, es labor del docente ayudar a evitarla, generando un ambiente agradable y motivador en la escuela, y proponiendo actividades novedosas que llamen la atención de los estudiantes y les permita generar sus propios conocimientos.
Zárate y Socha (2009) se refieren a la deserción escolar señalando que “se encuentra estrechamente asociada y relacionada con causas académicas y con aspectos relacionados con el aprendizaje, tales como políticas de evaluación, la evaluación, los métodos y metodologías utilizados por las instituciones educativas y respaldadas por el mismo Estado” (p. 24). Estas medidas se desarrollan de manera poco amigable con los y las jóvenes, lo que podría influir en su alejamiento temporal o definitivo.
Para el 80 % de los estudiantes, el acoso escolar o bullying no sería un factor de incidencia en la decisión de dejar la institución educativa, pero el 20 % expresó que sí incidiría algún tipo de problema con sus compañeros. La problemática del acoso escolar —tanto entre estudiantes como entre docentes y estudiantes—, aunque en esta muestra presenta un porcentaje bajo de incidencia, no se puede desconocer, ya que diferentes investigaciones (por ejemplo, Piracoca [2019]) lo señalan como una posible causa del alejamiento de los jóvenes. Por eso, el trato entre compañeros requiere revisarse permanentemente. Además, se debe formar permanentemente a los educandos con respecto a sus derechos y deberes en cuanto a respeto, tolerancia y convivencia escolar.
En relación a la dimensión personal, al indagar acerca de la percepción de los estudiantes sobre el estudio, se obtiene un dato interesante. El 55 % manifiesta que le gusta estudiar, mientras que el 45 % afirma que no. Los medios deben adaptarse a los fines de la educación. En este sentido, la institución educativa no puede funcionar solo en términos de pasar contenidos. Debe haber un trabajo personalizado e integral con cada estudiante.
¿Cuáles son los motivos de asistencia a la institución educativa? El 30 % de los encuestados va al colegio porque le gusta estudiar; otro 30 % va porque le gusta compartir con sus amigos; el 25 %, porque es obligado; y el 15 % restante, porque no le gusta estar en su casa.
¿Cuál es la valoración de la formación académica? Acá hay tres posibilidades. Para el 40 % de los estudiantes, la formación académica es necesaria, mientras que para el 25 % es importante. Sin embargo y con preocupación, el 35 % del alumnado valoró la formación como innecesaria. Desde este estudio se puede señalar que el valor de la educación no está claro para la familia ni para los estudiantes. Tampoco se puede señalar que la educación forme parte de un proyecto de vida de las personas cuyo fin último sea la propia educación.
Cuando preguntamos por el consumo de drogas y alcohol, el 55 % de los estudiantes mencionó haber tenido contacto con o haber consumido alguna clase de bebida alcohólica; el 30 %, haber consumido o estado en contacto directo con cigarrillos; y el 15 % restante afirmó haber consumido algún tipo de sustancia alucinógena. Es preocupante esta situación, que, sumada a las otras, posibilita la deserción escolar.
¿Por qué (no) desertan los estudiantes y, en cambio, siguen en la escuela? De acuerdo a las entrevistas, hay poco agrado por estudiar; los estudiantes prefieren trabajar, no hacer nada o estar en su casa. En cuanto a la percepción sobre el estudio, se puede evidenciar que en general no es positiva, debido primordialmente a cómo ven el colegio y la relación del cuerpo docente con el alumnado.
Algunos piensan que el estudio no es agradable porque es una obligación. Al asumir espacios poco motivadores, aburridos, rutinarios, estos estudiantes vulnerables quedan al filo de una decisión. Sin embargo, en esta institución educativa, a pesar de las características mencionadas, prefieren terminar su ciclo escolar.
No, la verdad no me gusta estudiar, me gusta más trabajar. Con ello gano plata; en cambio, con estudiar no. (E2)
Sí, a mí sí me gusta estudiar, aprender cosas nuevas todos los días, pero cosas que me gusten o me llamen la atención. (E3)
No, estudiar en el colegio no, prefiero estar en mi casa. (E5)
Desde estas respuestas, hay contrastes entre los estudiantes. Sin embargo, a quienes les gusta estudiar quedan relegados a un segundo lugar.
Entonces, ¿por qué asisten al centro educativo?
Al colegio tengo que ir porque me obliga mi mamá. Ella quiere que sea alguien en la vida y me dice que para eso tengo que estudiar primero el bachillerato y luego la universidad o corporación [universidad técnica]. (E1)
Voy al colegio por voluntad propia, aunque a veces lo que enseñan me parece aburrido y no lo entiendo. (E5)
[Voy] por obligación. No me gusta ir al colegio, me gusta más estar en la casa. Si me pusieran a escoger, preferiría quedarme en la casa. (E6)
Estas respuestas son coherentes con lo que se señaló anteriormente respecto de la valoración hacia la educación desde el estudiante y la familia.
Al referirnos a cuáles serían los motivos para no asistir al colegio, hay dos respuestas para esta interrogante. Cuando se pregunta a los estudiantes por qué faltan, afirman que es por la situación económica de su familia, que los obliga a trabajar para colaborar con los gastos del hogar. Por otro lado, aunque cuenten con el apoyo de sus padres para permanecer en el colegio, a veces los estudiantes buscan otro tipo de excusas, por lo general de tipo académico, para no volver. La inasistencia al centro educativo, entonces, depende tanto de factores externos (situación socioeconómica) como internos (motivación o deseo de estudiar).
Y, ¿qué los motiva del centro educativo? Se pudo establecer que los estudiantes buscan un ambiente agradable donde puedan aprender, además de socializar y fortalecer lazos de amistad. Se deben garantizar aspectos como la alimentación —a través del programa de alimentación escolar de la institución—, así como actividades deportivas, artísticas y culturales que permitan generar identidad con el centro educativo.
Del colegio me gusta compartir con mis amigos y compañeros, nada más. No me gusta hacer tareas y el día que hay evaluación no voy. (E4)
Del colegio me gustan algunas materias como Informática y Artística, y también estar en recreo con mis amigas. (E8)
Del colegio me gusta estar con mis amigos, y que nos den comida en el restaurante. (E9)
¿Y su percepción de los docentes? De acuerdo a los relatos escuchados, la relación docente-alumno no es la más adecuada. Con esto se evidencia el papel del colegio en la formación de los estudiantes, especialmente el rol de las y los docentes, que tienen la labor de formar a los jóvenes de un modo integral, en conocimientos para la vida más que en la memorización de contenidos. Los estudiantes se quejan de que no entienden a los docentes y que estos no acercan los contenidos a su contexto.
La verdad, no. La mayoría de las ocasiones no les entiendo lo que explican y me parecen muy difíciles. (E1)
Les entiendo solo a algunos profesores, a los otros no. A ellos no les importa si uno entiende o no. (E2)
A algunos sí y a otros no. Por ejemplo, hay materias que no entiendo y las tareas no las hago. Me parecen difíciles, y cuando hacen evaluaciones en el colegio me va mal. (E3)
Las y los jóvenes, por lo general, encuentran en la escuela un entorno agradable en el que se sienten cómodos, por lo que podemos afirmar que el colegio les permite fortalecer lazos de amistad y de sana convivencia. En las instituciones educativas, a la par que se desarrolla el conocimiento, se deben propiciar y fortalecer espacios donde los jóvenes se sientan a gusto, bien tratados y protegidos.
Sí me la llevo bien con todos mis compañeros, hasta el momento no he tenido problemas con nadie. (E4)
Sí, con casi todos, aunque nunca falta el que se la quiera venir a montar a uno. (E6)
Con casi todos. Una vez tuve un problema con otro compañero, pero no pasó a mayores, ya que yo no me la dejé montar. (E7)
Las y los estudiantes reconocen que hay líos y peleas al interior del centro educativo, pero en general lo pasan bien.
La visión de futuro personal y familiar está estrechamente ligada a los gustos y a la percepción individual de los estudiantes, además de al entorno sociofamiliar en el cual se desarrollan. Un gran porcentaje de los entrevistados no cree que la educación pueda ayudar en su futuro. Piensan que trabajando podrán mejorar su situación económica y la de sus familias. Sin embargo, otros indican que sí, que la parte académica mejorará su calidad de vida, porque se dieron cuenta de que, sin estudios formales, las oportunidades laborales son escasas, con mayor cantidad de trabajo y mal remuneradas.
La verdad, no sé si el estudio me va a servir para mí o mi familia en un futuro, porque, mire, hoy en día hay cantidad de personas con una cantidad de estudio y están sin trabajo. (E3)
Creo que sí, porque a una persona con estudio la cogen en cualquier trabajo: le sale un trabajo en un granero, en un almacén de ropa, en una clínica, en una empresa. (E5)
No, prefiero trabajar que estudiar. Uno no necesariamente tiene que estudiar para conseguir un trabajo y ganar plata para mejorar las condiciones de vida de su familia y los suyos. (E7)
La poca claridad con que miran el futuro no deja a las y los estudiantes considerar la escolaridad como un factor importante para su vida adulta. Al no existir ese pensamiento —en el que pesan lo cultural y familiar—, ir a la institución educativa y aprender pasa a ser una carga en su vida de adolescentes.
Al preguntar por la relación que tienen los estudiantes con la deserción escolar, encontramos diversas respuestas que permiten comprender sus realidades y situaciones. Algunos han desertado y después han vuelto; otros lo han pensado.
Sí, hace dos años me retiré del colegio, me tuve que poner a trabajar para ayudar económicamente a mi familia. Pero en cuanto las cosas mejoraron un poco, mi mama me volvió a matricular en el colegio. (E2)
Muchas veces he pensado en desertar. Muchas veces no hay ni para comer en mi casa y mi abuela no tiene para los útiles. (E4)
Sí, porque iba perdiendo el año, ¿para qué me iba a quedar? Mejor me salí y me puse a trabajar, y al año siguiente repetí el año. (E6)
Al considerar si los estudiantes conocen o se enteran de personas que dejan de asistir a la institución educativa, las respuestas siempre son afirmativas.
Sí, todos los años se retiran cinco o seis compañeros. (E6)
Uf, es lo más normal. En mi salón de clase iniciamos una cantidad y terminamos, si mucho, la mitad del salón. (E7)
Claro, eso es de lo más normal acá. Empezamos un montón y terminan menos de la mitad. (E8)
Finalmente, desde la preocupación de los docentes hacia la actividad educativa, podemos revisar la escasa dedicación que los estudiantes perciben.
Que yo sepa, no. Los profesores solo preguntan si fulanito o zutanito se retiró o no y ya. (E1) Solo algunos casos he visto que los profesores y coordinadores se interesan en el caso de algún estudiante en específico. (E3) Cuando yo me retiré no me fueron a buscar ni a preguntar por qué me retiré. (E7)
Este tema es de gran importancia, ya que, según ellos y ellas, el hecho de sentirse considerados en la sala de clases los motivaba a terminar el año escolar.
4. Conclusiones
Esta investigación estuvo centrada en los estudiantes de 9.° grado de la Institución Educativa Madre Laura, en Tierra Alta, Córdoba (Colombia). Se puede constatar que la presencia de los factores individuales, socioeconómicos, familiares e institucionales se relacionan directamente con la decisión de los y las jóvenes de seguir estudiando o no. Por esta razón, para abordar este fenómeno se deberían considerar todos los factores.
La escolaridad es uno de los derechos humanos asumidos por los Estados, y deben hacerse cargo de ella a través de sus políticas educativas. Factores como el compromiso y la responsabilidad institucional para garantizar la calidad de la educación no pueden dejarse de lado. El rol de las instituciones, independientemente de otros problemas individuales y familiares, define la naturaleza y el alcance de la educación para lograr capital humano.
Entre los factores socioeconómicos que se relacionan con la deserción escolar, se encuentra principalmente la precaria situación económica que tienen los padres, familiares o tutores a cargo de los estudiantes, lo que ocasiona que estos deban desempeñar otras actividades para ayudar a sus hogares a cubrir necesidades básicas, especialmente la alimentación. Esta situación genera una dedicación irregular de los estudiantes hacia sus obligaciones académicas. Además, en cuanto al factor familiar, se pudo observar el poco acompañamiento que dan padres y tutores a las actividades escolares, sumado al poco interés por que los y las jóvenes estudien. Esta última situación es importante y grave, pues al no haber una motivación real de los padres, cuando faltan acompañamiento y apoyo, las posibilidades de desertar son mayores.
En lo referente a lo institucional, se pudo deducir que uno de los principales factores que afectan de forma directa en la decisión de desertar es el poco apoyo a las labores educativas por parte de docentes y directivos, sumado a que el modelo educativo aplicado en la institución no satisface las necesidades de aprendizaje de la totalidad de estudiantes. Otro factor, que muchas veces lleva a la repitencia, son las bajas calificaciones, que repercuten en el resultado del rendimiento escolar general. Los problemas de rendimiento académico están influenciados, además, por el entorno familiar, pues quienes están al cuidado de estos adolescentes son personas con un nivel educativo bajo, y las escasas herramientas educativas con que cuentan no son suficientes para dar cumplimiento a las tareas asignadas.
La problemática de la deserción escolar se puede presentar por diferentes aspectos. Va de la mano con características individuales, de autoestima, psicológicas y motivacionales de las y los jóvenes, situación que interviene en el desarrollo educativo y cultural. Todo ello, posiblemente sumado al consumo de alcohol o sustancias psicoactivas.
Como conclusión general, cabe decir que la deserción escolar es un tema complejo y presenta aristas diversas. Identificar una sola causa no sería realista, porque se presenta debido a una combinación de factores.
La investigación realizada permitió concluir que en la deserción escolar del 9.° grado de la Institución Educativa Madre Laura influyen factores socioeconómicos, institucionales y de orden personal; cuando se presentan varios elementos a la vez, el riesgo de dejar la escolaridad es mayor. Estos estudiantes comprenden la necesidad de contar, desde la institución educativa, con una estrategia pedagógica que oriente el proceso educativo, así como con políticas sociales que aborden las diferentes problemáticas. Es posible comparar este caso con el de otras escuelas de Colombia y Latinoamérica. Aunque el contexto sea diferente, las problemáticas son las mismas.
Permanecer en la escuela permite al estudiante pensar en un futuro con mejores condiciones de vida: seguir una carrera o ingresar a un trabajo formal con más herramientas. Sin embargo, se requiere que el Estado y el Gobierno desarrollen políticas educativas y sociales adecuadas, centradas en una juventud que, por los motivos señalados, no reúne características de vida adecuadas. Por otro lado, es cualitativamente necesario que las instituciones educativas, en especial la que estamos señalando, asuman su responsabilidad de educar y el compromiso con los y las jóvenes. Todo ello, sin desconocer la crisis económica y sanitaria en que vive Latinoamérica.
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