https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos
57
enero-junio 2023
ISSN: 1390-0099
e-ISSN: 2588-0780
Quito
57
enero-junio 2023
57
enero-junio 2023, Quito
236 pp
12 mm
Mujeres, representaciones y objetos de la cultura material
en la Audiencia de Quito en el último cuarto del siglo XVIII
ANA LUZ BORRERO
Prácticas y significados: la Campaña de Alfabetización de Adultos,
1944-1950
FREDDY AUQUI CALLE
La Virgen del Panecillo y la Guerra Fría:
la renovación católica frente a las reivindicaciones sexuales
y socialistas de los años 60 en Quito
NATASHA SANDOVAL
Religiosas “insertas” y organización de mujeres populares
en Ecuador, 1970-1990
CARMEN PINEDA GONZÁLEZ
De vivienda a museo. Biografía cultural de una edificación
colonial en Córdoba (Argentina)
CECILIA MOREYRA
“Para que se ejerzan en ellos las disposiciones legales
y por descargo de conciencia”:
escrituras de reconocimiento en Cuenca (Ecuador), 1865-1875
MARÍA TERESA ARTEAGA y JULIO DAVID SUÁREZ
OBITUARIO • RESEÑAS • REFERENCIAS • EVENTOS
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Procesos 57, enero-junio 2023 3
Contenido
DOI del número: https://doi.org/10.29078/procesos.n57.2023
ESTUDIOS
Mujeres, representaciones y objetos de la cultura
material en la Audiencia de Quito en el último cuarto
del siglo XVIII, por Ana Luz Borrero .................................................. 11
Prácticas y signicados: la Campaña de Alfabetización
de Adultos, 1944-1950, por Freddy Auqui Calle ............................... 39
La Virgen del Panecillo y la Guerra Fría: la renovación católica
frente a las reivindicaciones sexuales y socialistas de los años 60
en Quito, por Natasha Sandoval .......................................................... 71
Religiosas “insertas” y organización de mujeres populares
en Ecuador, 1970-1990, por CarmenPinedaGonzález ...................... 99
De vivienda a museo. Biografía cultural de una edicación
colonial en Córdoba (Argentina), por Cecilia Moreyra ................... 127
DEBATES
“Para que se ejerzan en ellos las disposiciones legales
y por descargo de conciencia”: escrituras
de reconocimiento en Cuenca (Ecuador), 1865-1875,
por MaríaTeresaArteaga y JulioDavidSuárez ................................... 163
Carta del editor saliente ..................................................................... 188
Nota del director ................................................................................. 189
OBITUARIO
Juan Marchena y latinoamérica, por Enrique Ayala Mora .............. 190
Procesos 57, enero-junio 20234
SOLO LIBROS/reseñas
Katty Bravo, Brujas y diaBlos en el corregimiento de yauyos
(1660), por Stephanie Altamirano Herrera .......................................... 192
David Gómez, de Velasco iBarra a arroyo del río:
reforma, reVolución y contrarreVolución en la década de 1930
en ecuador, por AlejandroRíosAlvear .............................................. 195
Eduardo Kingman y Blanca Muratorio, los trajines
callejeros. memoria y Vida cotidiana. Quito,
siglos XiX-XX, por Mauricio Andrés Burbano ................................... 198
Jéssica Pamela Torres Lescano, amBato: terremoto
y reconstrucción (1949-1961),
por Manuel Ignacio Restrepo Morantes ............................................... 201
SOLO LIBROS/referencias .............................................................. 205
EVENTOS ........................................................................................... 209
Los autores ........................................................................................... 216
Árbitros de este número ..................................................................... 218
Política editorial .................................................................................. 219
Procesos 57, enero-junio 2023 5
Contents
DOI’s Issue: https://doi.org/10.29078/procesos.n57.2023
STUDIES
Women, Representations and Objects of Material Culture
in the Audiencia of Quito in the Late Eighteenth Century,
by Ana Luz Borrero ............................................................................... 11
Practices and Meanings: The Adult Literacy
Campaign, 1944-1950, by Freddy Auqui Calle .................................. 39
The Virgin of Panecillo and the Cold War: Catholic
Renewal in Response to 1960s Sexual and Socialist
Demands in Quito, by Natasha Sandoval .......................................... 71
“Committed” Nuns and Grassroots Women’s Organizations
in Ecuador, 1970-1990, by CarmenPinedaGonzález ......................... 99
From Home to Museum: Cultural Biography of a Colonial
Building in Córdoba (Argentina), by Cecilia Moreyra .................... 127
DEBATES
“Para que se ejerzan en ellos las disposiciones legales
y por descargo de conciencia”: Deeds of Acknowledgment
in Cuenca, Ecuador, 1865-1875,
by MaríaTeresaArteaga y JulioDavidSuárez .................................... 163
Letter from former Editor .................................................................. 188
Directors Note ...................................................................................... 189
OBITUARY
Juan Marchena and Latin America, by Enrique Ayala Mora .......... 190
Procesos 57, enero-junio 20236
ONLY BOOKS/reviews
Katty Bravo, Brujas y diaBlos en el corregimiento de yauyos
(1660), by Stephanie Altamirano Herrera ............................................ 192
David Gómez, de Velasco iBarra a arroyo del río:
reforma, reVolución y contrarreVolución en la década de 1930
en ecuador, by AlejandroRíosAlvear ................................................ 195
Eduardo Kingman y Blanca Muratorio, los trajines
callejeros. memoria y Vida cotidiana. Quito,
siglos XiX-XX, by Mauricio Andrés Burbano ..................................... 198
Jéssica Pamela Torres Lescano, amBato: terremoto
y reconstrucción (1949-1961),
by Manuel Ignacio Restrepo Morantes ................................................. 201
ONLY BOOKS/references ................................................................. 205
EVENTS ............................................................................................... 209
The Authors ......................................................................................... 216
Peers Reviewers for this Edition ....................................................... 218
Editorial Policy .................................................................................... 219
Conteúdo
DOI do número: https://doi.org/10.29078/procesos.n57.2023
ESTUDOS
Mulheres, representações e objetos da cultura material
na Audiência de Quito no último quartel do século XVIII,
por Ana Luz Borrero ............................................................................. 11
Práticas e signicados: a Campanha de Alfabetização
de Adultos, 1944-1950, por Freddy Auqui Calle ................................ 39
A “Virgem del Panecillo” e a Guerra Fria: a renovação
católica frente às reivindicações sexuais e socialistas
dos anos 1960 em Quito, por Natasha Sandoval ............................... 71
Religiosas “inseridas” e a organização de mulheres populares
no Equador, 1970-1990, por CarmenPinedaGonzález ...................... 99
Da casa ao museu. Biograa cultural de um edifício
colonial em Córdoba (Argentina), por Cecilia Moreyra .................. 127
DEBATES
“Para que se ejerzan en ellos las disposiciones legales
y por descargo de conciencia”: escrituras de reconhecimento
em Cuenca (Equador), entre 1865-1875,
por MaríaTeresaArteaga y JulioDavidSuárez ................................... 163
Carta do editor saliente ...................................................................... 188
Nota do director .................................................................................. 189
OBITUÁRIO
Juan Marchena e América Latina, por Enrique Ayala Mora ........... 190
Procesos 57, enero-junio 20238
SÓ LIVROS/resenhas
Katty Bravo, Brujas y diaBlos en el corregimiento de yauyos
(1660), por Stephanie Altamirano Herrera .......................................... 192
David Gómez, de Velasco iBarra a arroyo del río:
reforma, reVolución y contrarreVolución en la década de 1930
en ecuador, por AlejandroRíosAlvear .............................................. 195
Eduardo Kingman y Blanca Muratorio, los trajines
callejeros. memoria y Vida cotidiana. Quito,
siglos XiX-XX, por Mauricio Andrés Burbano ................................... 198
Jéssica Pamela Torres Lescano, amBato: terremoto
y reconstrucción (1949-1961),
por Manuel Ignacio Restrepo Morantes ............................................... 201
SÓ LIVROS/referências .................................................................... 205
EVENTOS ............................................................................................ 209
Os autores ............................................................................................. 216
Pareceristas deste número ................................................................. 218
Política editorial .................................................................................. 219
Estudios
Mujeres, representaciones y objetos de la cultura
material en la Audiencia de Quito
en el último cuarto del siglo XVIII*
Women, Representations and Objects of Material Culture
in the Audiencia of Quito in the Late Eighteenth Century
Mulheres, representações e objetos da cultura material na Audiência
de Quito no último quartel do século XVIII
Ana Luz Borrero
UniversidaddeCuenca/CátedraAbiertadeHistoriadeCuencaysuregión
Cuenca, Ecuador
ana.borrero@ucuenca.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-3919-6528
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3719
Fecha de presentación: 23 de noviembre de 2022
Fecha de aceptación: 17 de febrero de 2023
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 11-38. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
* Este estudio es parte de los resultados nales de la investigación “Cultura material,
imaginarios y fronteras simbólicas en la Audiencia de Quito en el contexto de una socie-
dad protoglobalizada. Estudio de casos”, desarrollada en la Dirección de Investigaciones
(DIUC) de la Universidad de Cuenca, bajo la codirección de Juan Martínez Borrero y la
autora, entre junio de 2017 y agosto de 2018. Se presentó como ponencia en el Simposio
principal del X Congreso Ecuatoriano de Historia en Cuenca, en octubre de 2018.
RESUMEN
Se estudia la conguración del sujeto femenino en la Audiencia de
Quito a nales del siglo XVIII, con un enfoque sobre los objetos
materiales asociados a las mujeres de la élite cuencana: cuadros, retratos,
pinturas y otras piezas consignadas en dotes y testamentos. El artículo
se interesa, en especial, por la vestimenta, las joyas, los ornamentos
y otros bienes que permiten establecer diferenciaciones sociales
y evidencian aspectos económicos y de pertenencia étnica.
El estudio aporta a los estudios de la cultura material durante
la colonia tardía en la región sur del Ecuador.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia cultural, siglo XVIII,
Audiencia de Quito, Cuenca, mujeres, prestigio social, dotes.
ABSTRACT
The conguration of the female subject in the Audiencia of Quito at the
end of the 18th century is examined with a focus on the objects associated
with elite-class women in Cuenca—pictures, portraits, paintings, and other
pieces consigned in dowries and wills. The article is especially concerned
with clothing, jewelry, ornaments, and other items that enable establishing
social dierentiations and show economic aspects and ethnicity. The study
contributes to an analysis of material culture during the late colonial
period in the southern region of Ecuador.
Keywords: Latin American history, cultural history, eighteenth century,
Audiencia of Quito, Cuenca, women, social prestige, dowries.
RESUMO
Estuda-se a conguração do sujeito feminino na Audiência de Quito no
nal do século XVIII, com foco nos objetos materiais associados às
mulheres da elite de Cuenca: quadros, retratos, pinturas e outras peças
consignadas em dotes e testamentos. O artigo apresenta interesse
especialmente por roupas, joias, enfeites e outros bens que permitem
estabelecer diferenciação social e demonstram aspectos econômicos e de
pertencimento étnico. O trabalho contribui para os estudos da cultura
material durante o período colonial tardio na região do sul do Equador.
Palavras chave: história latino-americana, história cultural, século XVIII,
Audiência de Quito, Cuenca, mulheres, prestígio social, dotes.
introduCCión
Las mujeres de la Real Audiencia de Quito en el último cuarto del siglo
XVIII, pese al marcado carácter subalterno al que fueron sometidas por el or-
den patriarcal,1 atesoran una serie de elementos que las conguraron como su-
jetos, que merecen ser rescatados. Este estudio se enfoca en los objetos materia-
les asociados a las mujeres, concretamente en cuadros, retratos y pinturas, así
como en protocolos notariales, testamentos y dotes, y busca comprender cómo
esos objetos permiten comprender la inuencia de la estructura sociocultu-
ral y económica propia de la etapa colonial hispanoamericana, y particular-
mente de la región andina, en la conguración del sujeto femenino. De forma
particular, pone interés en la vestimenta, joyas, ornamentos y otras cosas que
permiten procesos de diferenciación entre los sujetos y que traslucen aspectos
sociales, económicos y de pertenencia étnica de sus poseedoras. Se trata de un
tema de signicativo valor si consideramos los escasos estudios emprendidos
sobre cultura material en la región durante la época de estudio, con excepción
de las investigaciones sobre obras artísticas, patrimoniales y arte colonial.
Además, el último cuarto del siglo XVIII, período objeto del presente estu-
dio, resulta atractivo porque en esa época se produjeron ciertos aires de cambio
en las ciudades coloniales principales como consecuencia de la apertura del
comercio: se aprecia prosperidad entre las élites y, con ello, variación en el gus-
to y la transformación de ciertos hábitos en los diversos grupos sociales. Como
lo explicó Pilar Gonzalbo Aizpuru,2 el sentido de la moda comenzó a modi-
car el gusto, hecho que se expresó en el mobiliario, las costumbres, los cánones
arquitectónicos, especialmente en la indumentaria y objetos ornamentales. La
inuencia de la indumentaria tradicional española comenzó a variar debido
a la introducción de las novedades europeas, sin dejar de lado la inuencia
de los productos de Oriente ni de otras regiones de la América hispana, con
las cuales existía un fuerte intercambio. Entonces, hablar de moda, como bien
señaló Fernand Braudel, no es un asunto fútil como aparenta; al contrario, la
moda actúa como un signo que permite apreciar elementos profundos de una
sociedad: sus posibilidades, sus ambiciones, su alegría de vivir.3
1. Alexandra Astudillo Figueroa, La emergencia del sujeto femenino en la escritura de cua-
tro ecuatorianas de los siglos XVIII y XIX (Quito: Corregidor / Universidad Andina Simón
Bolívar, Sede Ecuador, 2015), 14.
2. Pilar Gonzalbo Aizpuru, Vivir en Nueva España. Orden y desorden en la vida cotidiana
(Ciudad de México: El Colegio de México / Centro de Estudios Históricos, 2009).
3. Fernand Braudel, Civilizaciónmaterial,economíaycapitalismo,siglosXV-XVIII.Las
estructuras de lo cotidiano: lo plausible y lo imposible, t. I (Madrid: Alianza, 1984).
Procesos 57, enero-junio 202314
Para el estudio de diferentes tipos sociorraciales y de las prendas de vestir
de las mujeres hemos escogido dos tipos de objetos de estudio. Por un lado, la
obra del pintor Vicente Albán en Quito, del año 1783, que se conserva en el Mu-
seo de América de Madrid, debido a la amplia tipología de mujer que presen-
ta.4 A ello se suma la pintura mural del convento de El Carmen de la Asunción
de la ciudad de Cuenca, pintada en 1801, “El baile del costillar. Fandango”; el
“Retrato de doña María Josefa de Velasco Vallejo”, anónimo pintado en Quito,
en 1772; y la pintura “Manuela Tupa Amaru” de 1777, del museo MALI de
Lima. Por otro lado, están los protocolos notariales que certican dos casos de
dotes y dos testamentos. Las dotes escogidas corresponden a una entregada en
Quito por doña Antonia María Muñoz a su hija Francisca Calisto y Muñoz en
1781, y otra concedida por un padre a su hija natural Manuela Albares, en 1784.
Los testamentos analizados son de una mujer vecina de Cuenca, doña Manue-
la Blanco de Alvarado en 1778, que testa sus bienes que provienen de la dona-
ción o dote que recibió de sus padres en el momento de su matrimonio; y, el
segundo, un testamento solicitado por doña Micaela Blanco, vecina de Quito.5
el objeto Como elemento
de la Cultura material
El estudio de los objetos de la cultura material surgió tardíamente en la
historia. Emergió, principalmente, a partir de la inuencia de las perspec-
tivas antropológicas y sociológicas durante las décadas de los 70 y 80 del
siglo XX, fenómeno que Ian Woodward, entre otros autores, denominó el
“giro del objeto” (the object turn).6 Ciertamente, con los aportes conceptuales
y metodológicos de la antropología, como lo armaron Peter Burke y Cecilia
Moreyra,7 se llegó a construir una historia cultural de las sociedades a partir
del estudio del objeto y de la cultura material. Una premisa guió este giro:
mediante el objeto se puede conocer mejor la vida cotidiana, estudiar las va-
4. Juan Martínez Borrero, “De lejos y de cerca: miradas sobre la realidad de Quito
durante el período borbónico”, Kaypunku 3, n.º 2 (2016): 117-150.
5. “Testamento de Micaela Blanco”, Archivo Histórico Nacional del Ecuador, Quito
(AHN/Q), Notaría Primera de Pichincha, sección Protocolos, 1783-1792, vol. 423, . 88-90.
6. Ian Woodward, “Domestic Objects and the Taste Epiphany: A Resource for
Consumption Methodology”, Journal of Material Culture 6, n.º 2 (2001): 115-136, doi.
org/10.1177/135918350100600201.
7. Peter Burke, “La historia cultural y sus vecinos”, Alteridades 17, n.º 33 (enero-junio
2007): 113; Cecilia Edith Moreyra, “Mestizaje, vida cotidiana y cultura material. Una mi-
rada sociocultural a dos matrimonios interétnicos en la ciudad de Córdoba, siglo XVIII”,
Diálogos.RevistaelectrónicadeHistoria 13, n.º 2 (septiembre 2012-febrero 2013): 92-111.
Procesos 57, enero-junio 2023 15
riantes y signicantes ya sea del vestido, de la vivienda u otros aspectos por
el simbolismo que engendran y por las funciones que cumplen. Entendemos
al objeto, en términos de Moreyra, como “una entidad física y tangible que
fue imaginada, construida, nombrada, deseada, vendida, comprada, utiliza-
da, compartida y tal vez termine desechada o reutilizada”.8
Para Woodward, la perspectiva actual de la cultura material, con sus obje-
tos y signos, parte de dos paradigmas teóricos que no son mutuamente exclu-
yentes o antagónicos y que permiten interpretar el consumo de los objetos. El
primero está basado en la semiótica que enfatiza “en la habilidad de los objetos
para representar o signicar algo en el discurso social”.9 El segundo se basa en
la antropología cultural y se enfoca en lo que las personas hacen con los obje-
tos, así como en las formas en que los objetos están culturalmente entretejidos
dentro de las relaciones sociales. En el desarrollo de este artículo se sostiene
que es muy difícil separar los criterios en el análisis propiamente dicho, pues-
to que los objetos pasan a signicar algo justamente en la medida en que se
comprende el uso que recibieron en un contexto dado y, naturalmente, por las
relaciones que entablaron con otros elementos. Por tanto, se plantea un análisis
más bien simbiótico, que recoge los lineamientos de ambos paradigmas.
Dada la enorme carga de sentidos que aporta un objeto, su estudio, como
parte de la cultura material, ayuda a inferir las características de la sociedad
que los emplea, la actividad que emprendió e incluso sus formas de pensar.
Desde la arqueología urbana colonial, Ross Jamieson adiciona que estos ob-
jetos son relevantes por su capacidad interpretativa, porque al conocer las
funciones que cumplieron cuentan la historia de la sociedad a la que perte-
necían: “los bienes materiales poseídos por ciudadanos privados fueron una
parte esencial del proceso de colonialismo en los Andes. Vestimenta, vajillas
y mobiliario no eran simplemente funcionales, sino que acarreaban una mul-
tiplicidad de signicados para los cuencanos coloniales”.10
Antropólogos y sociólogos como Arjun Appadurai, Jean Baudrillard y, par-
ticularmente, Pierre Bourdieu, explican el valor del objeto de la vida cotidiana
para comprender la cultura al analizar la moda y el gusto en las sociedades
contemporáneas, ideario que bien puede ser extrapolado a las sociedades del
pasado.11 Moreyra, igualmente, argumenta que estudiar la cultura material su-
8. Cecilia Edith Moreyra, “La alcoba, el lecho, lo cotidiano. Cultura material de un espa-
cio doméstico. Córdoba (Argentina), siglos XVIII y XIX”, Páginas 10, n.º 24 (2018): 97.
9. Woodward, “Domestic Objects and the Taste...”, 116.
10. Ross Jamieson, DeTomebambaaCuenca.Arquitecturayarqueologíacolonial (Quito:
Abya-Yala / Universidad de Cuenca / Banco Central del Ecuador / Universidad Simon
Fraser, 2003), 217.
11. Arjun Appadurai, “Introducción: Las mercancías y la política del valor”, en La vida so-
cialdelascosas.Perspectivaculturaldelasmercancías, ed. por Arjun Appadurai (Ciudad de Mé-
Procesos 57, enero-junio 202316
pone analizar las características físicas de los objetos (tamaño, material, color,
estilo...), pues las cosas, aparentemente inanimadas, actúan sobre las personas
y son utilizadas por estas para regular relaciones y dar signicado y sentido
a su actividad.12 Gonzalbo Aizpuro sintetiza esa idea de la siguiente manera:
Todos comemos y bebemos, todos dormimos, nos enfermamos y morimos; pero
la forma de hacer todo esto no es intemporal sino histórica. Cada época tiene su
modo de percibir la vida y la muerte y de satisfacer las necesidades corporales,
y cada situación impone determinadas exigencias. Por eso tiene sentido una his-
toria de la vida cotidiana que puede decirnos mucho acerca de gustos y temores,
desdichas y alegrías que dejaron huella en las costumbres y en las creencias.13
Entre los antecedentes de investigaciones sobre vida cotidiana, la familia
y la cultura material en los Andes del norte y en el Ecuador, está el estudio de
Pablo Rodríguez, quien analiza la vida cotidiana en las ciudades andinas del
siglo XVIII y contribuye al conectar sus ideas con los trabajos de Gonzalbo
Aizpuro, así como de otros especialistas como Christine Hunefeldt, Verónica
Zárate Toscano y Edda Samudio.14 Otra investigación fue llevada a cabo por
el arqueólogo Jamieson, quien analizó los bienes materiales, la arquitectura y
la arqueología colonial de Cuenca.15 Y sobre el tema concreto de este trabajo
cabe mencionar la investigación de Silvia Benítez y Gaby Costa, quienes se
rerieron a las mujeres y a la importancia de las dotes, objetos, casas y cultu-
ra material en el Ecuador colonial.16
xico: Grijalbo, 1991); Jean Baudrillard, El sistema de los objetos (Ciudad de México: Siglo XXI,
1969); Pierre Bourdieu, Ladistinción.Criteriosybasessocialesdelgusto (Madrid: Taurus, 1988).
12. Moreyra, “La alcoba, el lecho...”.
13. Pilar Gonzalbo Aizpuru, “Presentación”, en Historia de la vida cotidiana en México.
ElsigloXVIII:entretradiciónycambio, ed. por Pilar Gonzalbo Aizpuru t. III (Ciudad de
México: Fondo de Cultura Económica / El Colegio de México, 2005), 11.
14. Pablo Rodríguez, “La vida cotidiana en las ciudades andinas del siglo XVIII”, en
HistoriadeAméricaAndina.Elcismacolonialtardío, ed. por Margarita Garrido, vol. 3 (Qui-
to: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Libresa, 2001), 215-246; Gonzalbo
Aizpuru, “Presentación”; Christina Hunefeldt, “Las dotes en manos limeñas”, en Familia
y vida privada en la historia de Iberoamérica, ed. por Pilar Gonzalbo Aizpuru y Cecilia Rabell
Romero (Ciudad de México: El Colegio de México / Universidad Autónoma de México,
1996), 255-289; Verónica Zárate Toscano, “Estrategias matrimoniales de una familia noble:
los marqueses de Selva Nevada en la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del siglo
XIX”, en ibíd., 227-254; Edda Samudio, “La importancia de la dote en la historia regional”,
en Historia del Ecuador y América Latina: estudios de caso. Memorias del II Encuentro Nacional
de Historia de la Provincia del Azuay, ed. por Ana Luz Borrero (Cuenca: Cátedra Abierta de
Historia de Cuenca y su Región. Programa de la Universidad de Cuenca / Prefectura del
Azuay, 2012), 243-254.
15. Jamieson, DeTomebambaaCuenca...
16. Silvia Benítez y Gaby Costa, “La familia, la ciudad y la vida cotidiana en el perío-
Procesos 57, enero-junio 2023 17
las pinturas y el objeto vestido
El vestido es uno de esos objetos cotidianos. Para Moreyra, el aporte de
esta prenda a la lectura de la cultura de la época es que representa el medio
más ostensible del estatus social y económico de quien lo lleva, pues per-
mitía la diferenciación social y, por tal motivo, “era celosamente defendido
por aquellos que pertenecían al sector social más encumbrado”.17 La indu-
mentaria, más las joyas y adornos de la época, también pueden ser enten-
didos como el resultado de unas prácticas sociales e inuencias culturales
hispanas, europeas y producto del mestizaje, así como la consecuencia de la
existencia de redes económicas que permiten el comercio y de circulación de
bienes que se vieron alimentadas por las reformas borbónicas y la importa-
ción de géneros, adornos y objetos desde España y Europa.18
El análisis inicia apreciando el tipo de mujer retratada. La Audiencia de
Quito del último cuarto del siglo XVIII poseía unas características culturales
y sociorraciales producto de una segmentación y segregación propias de las
sociedades estamentales del Antiguo Régimen, pero, como han planteado au-
tores como Martin Minchom,19 Rosemarie Terán Najas y Joanne Rappaport,
do colonial”, en Nueva Historia del Ecuador. Época colonial III, ed. por Enrique Ayala Mora,
vol. 5 (Quito: Corporación Editora Nacional / Grijalbo, 1989), 187-243.
17. Cecilia Edith Moreyra, “Entre lo íntimo y lo público: la vestimenta en la ciudad de
Córdoba a nes del siglo XVIII”, Fronteras de la Historia 15, n.º 2 (julio-diciembre 2010): 389.
18. Joyas, indumentaria y adornos y ornamento femenino eran símbolo de pertenencia
a un sector social en la época colonial, por ejemplo, en el siglo XVIII, “sayas de nobleza,
mantellinas y mantos”, eran piezas símbolo de preeminencia social, como en el caso de
Venezuela. Samudio, “La importancia de la dote...”. La indumentaria y joyas en la América
Andina y otros espacios coloniales hispanoamericanos provenían de modelos culturales de
la Península. Véase Letizia Arbeteta Mira, “Precisiones iconográcas sobre algunas pinturas
de la colección del Museo de América basadas en el estudio de la joyería representada”,
Anales del Museo de América, n.º 15 (2007): 141-172. A nales del siglo XVIII los objetos de la
vida doméstica formaban parte de las relaciones culturales y de los circuitos de comercio,
de los ujos, rutas e interdependencia con otras sociedades. En el Virreinato de la Nueva
Granada, al que pertenecía la Audiencia de Quito, tomaron importancia una serie de objetos
nuevos, encontrados o citados en testamentos y dotes, demostración de que con el reformis-
mo borbónico y la apertura al libre comercio se abrió el mercado a productos de la Penín-
sula y otros lugares del mundo. Vajillas de porcelana (de la China, por ejemplo), cristalería
na, cubiertos de plata, lujosas sillas, escritorios, telas inglesas, entre otros, llegaban estos
territorios y ciudades provenientes de Cádiz, Cartagena, Santafé, Popayán y Quito. Telas,
piedras preciosas, géneros, vino, papel, cera eran, entre otros, los productos de ese inter-
cambio. Véase Orián Jiménez Meneses, “Objetos y cultura. Rituales, ujos y elaboraciones
en el Nuevo Reino de Granada”, HistoriaCrítica, n.º 39 (septiembre-diciembre 2009): 56-57.
19. Martin Minchom, ElpueblodeQuito1690-1810.Demografía,dinámicasociorracialy
protesta popular (Quito: FONSAL, 2007).
Procesos 57, enero-junio 202318
también existió una frontera social difusa y permeable.20 Una de las formas
de apreciar el tipo de mujer es mediante la vestimenta o “hábito”, joyas y
adornos, que, como advertimos, constituyeron símbolos de estatus y perte-
nencia étnica. El objeto que permite apreciar cómo se representó a la mujer
de la época son las pinturas y retratos de Vicente Albán (Quito, 1783), objetos
importantes, sobre todo, lo reiteramos, por los diferentes tipos de mujer que
retrata: la mujer de la élite, la negra esclava, la mestiza y la india principal.
En las pinturas, el primer tipo de mujer es la “principal” que fue retra-
tada con su negra esclava. La indumentaria acerca al arquetipo de la dama
criolla o peninsular, adornada con joyas y otros objetos en el cabello, usa
sombrero y calzado a la moda. Su vestido muestra hilos de oro y plata que el
pintor resaltó en la obra para poner de relieve la importancia de la belleza y
prestigio que podía ostentar su propietaria al vestir a la usanza de la época.
Letizia Arbeteta Mira describió así ese retrato:
La Señora —la única que calza zapatos ornamentados por un broquelete de doble
oral, posiblemente de oro— lleva un complejo tocado de ores y chispas quizás
esmaltadas y con pedrería, salpicadas por el cabello, cuyo moño se sujeta con un
agujón simulando un espadín [...] sus pendientes [...] mezclan una estructura de
oro con botón y pinjantes de metal blanco. Las manillas de perlas de 8 vueltas con-
tinúan con brazaletes de oro para ambos brazos, moda exótica para la Península,
como lo es también la mezcla de una cruz pectoral de engastería, colgada de una
gruesa cadena de oro, con el collar-rosario de cuentas negras y pomos de per-
las que remata en un relicario ovalado de corte manierista, que parece ser prenda
usual, pues es prácticamente igual a la que lleva la Yapanga que también coincide
con el adorno del cuello y en el tipo de pendientes —que aquí parecen de piedras
azules, quizás vidrios.21
Para comprender mejor la tipología de la señora principal, anónima y po-
siblemente idealizada, podemos apreciar un retrato de alta calidad de un autor
anónimo, casi contemporáneo al de Albán, que se exhibe en una colección priva-
da en Quito y que cuenta con una réplica en la Hacienda Chillo Jijón (gura 1).
La dama del retrato (gura 2), posiblemente pintada en 1772, es una mu-
jer de la élite, doña María Josefa Luciana de Velasco y Vallejo, nacida el 20
de noviembre 1751 en Riobamba, contrajo matrimonio a los 21 años con don
Manuel Nicolás Carrión y Vaca de la Vega (1723-1793), lojano de nacimiento.
Martínez Borrero analizó así la gura:
20. Rosemarie Terán Najas, “La plebe de Quito a mediados del siglo XVIII. Una mirada
de la periferia de la sociedad barroca”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 30 (julio-
diciembre 2009): 99-108; Joanne Rappaport, TheDisappearingMestizo.ConguringDierence
in the Colonial New Kingdom of Granada (Durham / Londres: Duke University Press, 2014).
21. Arbeteta Mira, “Precisiones iconográcas sobre...”, 165-166.
Procesos 57, enero-junio 2023 19
Los detalles de la pintura permiten recrear algunos elementos de la construcción
imaginaria de su imagen, y sitúan la pintura en el contexto de la circulación
oceánica de bienes de prestigio y de la utilización de marcadores simbólicos de
su posición social. La retratada mira directamente al observador con sus grandes
ojos marrones y almendrados, las cejas delineadas resaltan su mirada y los labios
están pintados de rojo carmín [...] con el empleo de cochinilla como tinte pictóri-
co y que probablemente recuerde el uso real de pintura para los labios hecha de
este mismo tinte local [...] En su mano derecha sostiene, entre los dedos pulgar e
índice, una rosa y su brazo desnudo, mantiene el color “propio de las criollas”, a
decir de Cicala, que encontramos también en su rostro.22
22. Juan Martínez Borrero, “Elementos simbólicos en la cultura material: imaginarios
y fronteras en la Audiencia de Quito”, informe nal del proyecto “Cultural material, ima-
ginarios y denición de fronteras simbólicas en la Audiencia de Quito en el contexto de
una ciudad protoglobalizada. Estudio de casos” (Universidad de Cuenca, 2018), 3. Véase
también Juan Martínez Borrero, “Objetos de prestigio en retratos de mujeres criollas. Au-
diencia de Quito, período borbónico tardío”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 52
(julio-diciembre 2020): 52.
Figura 1. Vicente Albán, Señora Principal con su negra esclava
Fuente: Museo de América, Madrid, inventario 0073.
Procesos 57, enero-junio 202320
Figura 2. Anónimo, RetratodedoñaMaríaJosefadeVelascoVallejo
(Quito, 1772)
Fuente: Colección privada de arte colonial de Iván Cruz Cevallos.
Fotografía: Judy de Bustamante.
Sobresale en la retratada el uso de hermosas joyas. En la vestimenta se
aprecia que el cuello del vestido termina en un encaje transparente. Además,
el vestido de brocado denota la alta calidad y belleza del tejido importado.
Cuando nuestro equipo de investigación visitó las reservas del Museo Na-
cional del Ministerio de Cultura en Quito, encontró tejidos y textiles, vesti-
dos de vírgenes y santas muy similares a los que se representan en el traje.
Martínez Borrero, en su análisis de la simbología y contenido del cuadro,
señala que la joven retratada lleva en la muñeca una manilla de cinta de seda
negra con un medallón de oro blanco y diamantes, que podría ser parte de
un legado familiar. Estas joyas están acompañadas de unos zarcillos de oro
y diamantes, una peineta plateada con perlas y en el cuello de “una cinta de
seda negra con medias perlas a manera de gargantilla y de ella pende una
compleja joya de oro en forma de hoja y que culmina en una delicada cruz”.23
Jesús Paniagua, experto en la joyería y platería de Quito y Cuenca, considera
que la alta calidad y las materias primas, metales, perlas y piedras preciosas
23. Ibíd., 4-5.
Procesos 57, enero-junio 2023 21
y semipreciosas sí existían en los territorios de Quito y de los países colin-
dantes, lo que se reeja en el “despliegue de riqueza que conocemos mejor
en la platería y joyería eclesiástica”.24
Otro tipo de mujer propuesta por Albán es la esclava negra, pintada jun-
to a su señora, una muestra de las relaciones sociales de la época, la presencia
del sistema esclavista y de las condiciones de subordinación de las mujeres,
así como del prestigio social que otorgaba la posesión de esclavas domésti-
cas en hogares criollos de la élite. Albán representó a la mujer esclava muy
bien vestida, pero descalza y, tal como señaló Arbeteta Mira:
Aunque menos alhajada lleva joyas magnícas, especialmente el pendiente con aro
del que cuelga una perla periforme de gran tamaño y el collar de oro de peculiar di-
seño colocado sobre la cinta negra del cuello. Adornada con unas rosetas de piedras
blancas. En denitiva, se aprecia en estas pinturas un batiburrillo de modelos que
pueden llegar a estar separados más de dos siglos, pues se mezclan joyas de tipo
renacentista como los marcos ovales, entre 1575 y 1650 y las cruces de engastería
según modelos del siglo diecisiete y primera mitad del siglo dieciocho, las cintas de
cuello con plata y piedras blancas de 1750-1790 y los agujones, moda contemporá-
nea la época de la pintura estudiada, que también estuvo en uso en el siglo XIX.25
Esta característica de la vestimenta de la mujer negra doméstica se ex-
plica porque las matronas de la casa solían vestirlas con las mejores ropas
como un elemento que las distinguía a ellas más que a sus poseedoras. En
este accionar hay un proceso de vaciamiento del sujeto social representado
que se convierte en un objeto de presunción para las señoras principales, si
bien se trata de una práctica no muy frecuente, los protocolos notariales de
la época de la ciudad de Cuenca demuestran que muchas señoras todavía
poseían esclavas hacia nales de la Colonia.26
24. Jesús Paniagua, “Riqueza suntuaria en Quito. Algunas consideraciones sobre las jo-
yas con piedras preciosas y perlas en el período colonial”, en Áurea quersoneso. Estudios sobre la
plata iberoamericana: siglos XVI-XIX, coord. por Gonçalo de Vasconcelos e Sousa, Jesús Pania-
gua Pérez y Nuria Salazar Simarro (León / Ciudad de México / Oporto: Instituto de Huma-
nismo y Tradición Clásica. Universidad de León / CONACULTA e INAH / Centro de Inves-
tigado em Ciéncia e Tecnologia das Artes da Universidade Católica Portuguesa, 2014), 302.
25. Arbeteta Mira, “Precisiones iconográcas sobre...”, 163.
26. Un ejemplo concreto data del 11 de agosto de 1810. Don Antonio Cebilla, viudo de
doña Ana Esparza, vendió una negra esclava que fuera propiedad de su esposa, llamada
Rosalía Arias, de más de 30 años, con un mulatillo hijo suyo, llamado Manuel Esparza, de
6 años de edad poco más o menos, “para lo que se pagó 6 pesos de Alcabala por el contado
de 200 pesos y 8 reales en que vendió la negra con su hijo a don Ambrosio Prieto”. “An-
tonio Cebilla, viudo de doña Ana Esparza, vende una esclava negra y su hijo a Ambrosio
Prieto”, 11 de agosto de 1810, Archivo Histórico Nacional del Ecuador, Cuenca (AHN/C),
Notaría Tercera, libro 562, f. 54.
Procesos 57, enero-junio 202322
Una tercera tipología es la que encontramos en la pintura dedicada a la
representación de la mujer indígena de Quito. El título de la pintura que ana-
lizamos es Yndia en trage de gala, quien, al contrario que en el cuadro de la mis-
ma serie de Albán que representa a un indio principal, va descalza (gura 3).
La india, según observa Arbeteta Mira, “lleva un collar de 2 vueltas de
perlas con intermedio de coral, anchas manillas de lo mismo, con 10 vueltas,
collar de cuentas galoneado de oro o de vidrio dorado y un tupu o fíbula
para aprender el manto en que se aprecia un modelo propio y una técnica
europea”.27 No obstante la imagen, en general, la extracción social humilde
del indio se apreciaba en el bajo precio de las telas que conformaban su vesti-
menta, como las camisas confeccionadas en “tejidos de tierra”, en oposición
de los importados de Europa, o en la pobreza de los calzados, que eran hu-
mildes y sin cintas.28 La tradición y el mestizaje explicarían el uso de las joyas
27. Arbeteta Mira, “Precisiones iconográcas sobre...”, 163.
28. Jacques Poloni-Simard, Elmosaicoindígena.Movilidad,estraticaciónsocialymestiza-
Figura 3. Vicente Albán, India en traje de gala (Quito, 1783)
Fuente: Museo de América, Madrid, inventario 0072.
Procesos 57, enero-junio 2023 23
y la vestimenta,29 situación que también encontramos en la representación de
la Yapanga, mestiza que también va descalza.30
El mestizaje lo encontramos sobre todo en la blusa y las mangas de en-
caje. La tradicional lliclla indígena de color negro es parte del atuendo y el
tupu de plata que hasta hoy es utilizado por algunas mujeres indígenas de la
Sierra ecuatoriana. Otro elemento importante de la indumentaria tradicional
presente en este retrato es la faja o chumpi, que muestra la continuidad cul-
tural desde la época aborigen en la región andina y que, según su calidad y
diseño, indicaba el estatus y pertenencia étnica de quien lo portaba. El chum-
pi que ciñe la falda o anaco de la mujer indígena fue un elemento del vestido
muy generalizado en toda la región andina.31 Ciertamente, entre los escasos
bienes heredados en los testamentos de las mujeres indígenas de la época
solían enlistarse los chumpis y llicllas.
Esta importante representación pictórica de una indígena de Quito pue-
de ser contrastada con una representación similar que se conserva en el Mu-
seo MALI en Lima, una pintura datada en 1777, aunque es una copia de un
retrato producido a inicios de siglo: una pintura con heráldica de la Ñusta
Inca, Manuela Tupa Amaru,32 en la que encontramos atuendos similares: la
je en el corregimiento de Cuenca (Ecuador) del siglo XVI al XVIII (Quito: Abya-Yala / Instituto
Francés de Estudios Andinos, 2006), 493-494.
29. En los territorios de la Audiencia de Quito persistió durante la época colonial la
memoria de las antiguas identidades (indígenas), la producción artesanal local de textiles
de lana y algodón permitió y contribuyó a la construcción de “identidades a partir del
uso étnico exclusivo de trajes distintivos. De esta manera, unos podían distinguirse de
otros en los espacios públicos a causa de sus trajes. Algunos de estos [...] han permanecido
hasta la actualidad”. La sociedad colonial jerárquica y estamental dejaba ver la presen-
cia de grupos subordinados, indígenas de la nobleza y caciques, sirvientes-yanaconas y
campesinos, con singulares atuendos identitarios y también aquellos que provenían del
mestizaje. En muchas de las representaciones y los retratos costumbristas los mestizos e
indígenas van descalzos. “El Álbum de la Biblioteca Nacional de España”, en Imágenes
de identidad. Acuarelas quiteñas del siglo XIX (Quito: FONSAL, 2005), 214 y 215. Jiménez
Meneses recuerda que la legislación indiana establecía la diferenciación en el uso de la
indumentaria y objetos de vestir, hombres y mujeres indígenas no podían utilizar ciertos
atuendos o adornos distintivos de los blancos y caballeros, tampoco hombres y mujeres
esclavas. Ciertos distintivos como birretes, capas, dagas y espadas solamente podían ser
utilizadas por personas de origen español. Jiménez Meneses, “Objetos y cultura...”, 54.
30. Llapanga es un adjetivo en kichwa que signica ‘que no usa calzado’, la deforma-
ción es yapanga en Quito o la variante ñapanga que se usa en la zona de Nariño, Colombia.
31. Alejandra Vega Palma y Natalia Guerra Araya, “Fajar, ceñir, envolver. Chumpi y
fajas. Objetos y prácticas del vestir de indias y guaguas en Potosí y La Plata, siglos XVI y
XVII”, Fronteras de la Historia 20, n.º 1 (2015): 200-229.
32. Este retrato estuvo oculto dos siglos bajo una imagen del Señor de los Temblores.
Fue rescatado por una decisión de Francisco Stastny, que adquirió la obra. La gura 4 es
Procesos 57, enero-junio 202324
lliclla sostenida por un tupu, la blusa de encaje, la faja, la falda negra y, por su
estatus, sandalias. Otra semejanza, en otros espacios virreinales, son aque-
llos que se pueden advertir en vestidos de indígenas en Córdoba durante el
siglo XVIII, que exhiben características socioculturales similares (gura 4).33
Una cuarta tipología es la mujer mestiza, que va descalza y, por tal razón,
se la llama llapanga o yapanga. La interpretación generalizada es que puede
ser una mujer de vida pública, como lo señaló Minchom, basado en la inter-
pretación de Stevenson, un viajero inglés connotado que visitó la región en la
época, a Guayaquil en 1808, y quien se desempeñó como secretario personal
del Presidente de la Audiencia de Quito, el Conde Ruiz de Castilla.34 Albán
intituló a esta pintura “Yapanga de Quito, con el trage que usa esta clase de
Mugeres que tratan de agradar”. Un elemento del atuendo, que distinguía
a un tipo de mujeres del pueblo —llamadas bolsiconas en Quito y en otros
lugares de la Audiencia— es el bolsillo de gran tamaño que se llevaba a la al-
tura de la cintura. Para Rita Borderías Tejada, sin embargo, el gran bolsillo lo
llevaban tanto la yapanga como la señora principal, además, ambas llevaban
sombrero: de paja la mujer mestiza y uno adornado con dorado y pedrería, la
señora principal.35 En ambos casos, el pintor destaca la presencia de las joyas
que lucen y del oro del atuendo (gura 5).
En torno al personaje de la llapanga (yapanga) de Quito, y sobre el vestido
y adornos que utilizan las mujeres mestizas, una completa y prolija descrip-
ción la realiza Stevenson en sus narraciones de viajes por esta ciudad:
Las mujeres visten a menudo una amplia falda circular, una enagua chillona
hecha de franela inglesa, roja, rosada, amarilla o azul pálido, ornamentada con
cintas abundantes, encaje, equillos y lentejuelas, forjados de una especie de ara-
besco de alrededor de media yarda de profundidad, cerca de la parte inferior del
abrigo, debajo de la cual cuelga un amplio encaje blanco pegado a una prenda in-
terior. El corpiño está hecho generalmente de brocado o tejido, o satén bordado,
atado muy ajustado alrededor de la cintura; el pecho y las mangas se encuentran
ornamentadas con encaje blanco, cintas y lentejuelas y, un delgado chal de frane-
la inglesa que corresponde con el color de las enaguas es arrojado sobre los hom-
bros; la cabeza se encuentra descubierta, pero adornada con una banda para el
pelo con cintas y ores, y el pelo cuelga en pequeños bucles espalda abajo. Como
los hombres, las mujeres rara vez usan zapatos o medias, y el tener pies blancos
y pequeños, y talones rojos, es considerado un rasgo de belleza, para procura de
copia del original, de inicios del siglo XVIII, encargado por los hijos de doña Manuela en
el juicio por el Marquesado de Oropesa.
33. Moreyra, “Mestizaje, vida cotidiana...”.
34. Minchom, El pueblo de Quito...
35. Rita Borderías Tejada, “La imagen artístico-cientíca en el Madrid de la segunda
mitad del siglo XVIII” (tesis de doctorado, Universidad Complutense de Madrid, 2016).
Procesos 57, enero-junio 2023 25
Figura 4. Anónimo, ManuelaTupaAmaru.Ñusta (1777)
Fuente: Museo MALI, Lima. Colección Petrus y Verónica Fernandini.
Procesos 57, enero-junio 202326
lo cual los cosméticos y el colorete son llamados a menudo a prestarles asistencia:
la práctica es muy común entre ciertas mujeres.36
Para Minchom, en la cita de Stevenson existe la insinuación de las lla-
pangas con las prostitutas. Esta relación de la mujer llapanga, o ñapanga,
con la prostitución se encuentra también en investigaciones sobre las muje-
res en Popayán y en el Cauca. En ese contexto eran descritas como mujeres
blancas muy bonitas, de costumbres ligeras, que se vestían elegantemente,
pero sin zapatos, muchas veces usando anillos de gran valor en los pies.37
La descripción de Stevenson coincide en parte con la realizada por Ferrario
sobre las mujeres de Quito:
36. Citado en Minchom, El pueblo de Quito..., 194-195.
37. Borderías Tejada, “La imagen artístico...”.
Figura 5. Vicente Albán, Yapanga de Quito con el trage que usa
esta clase de mujeres que tratan de agradar (1783)
Fuente: Museo de América, Madrid, inventario 0074.
Procesos 57, enero-junio 2023 27
El traje de las mujeres españolas consiste en un faldellín o bata abierta por de-
lante, con los dos lados que se cruzan [...] esta va guarnecida de listones de otra
tela más rica, de media ana de ancho [antigua medida de longitud equivalente a
más o menos 1 m], y los listones están cargados de nos encajes, franjas de oro
y de plata y de bellísimas cintas, los unos y los otros dispuestos con tanto arte y
simetría que hacen de este un traje hermoso y brillante.38
Este carácter alegre con se representa a las mestizas también se puede
encontrar en otras iconografías y pinturas regionales, como el mural del con-
vento de El Carmen de la Asunción de la ciudad de Cuenca, pintado en 1801.
Esta escena se encuentra en la cenefa del ante refectorio de este monasterio,
Martínez Borrero describe la escena del fandango o baile a la que intitula “El
baile del costillar” de este modo:
Así en una escena puede verse a un hombre interpretando el arpa a cuyo ritmo
baila una pareja. La mujer está elegantemente vestida con blusa y pollera (falda)
está terciada de cintas que sujeta con las dos manos, como en ademán de bailar.
El hombre, tocado con sombrero de paño [...] se acerca a la mujer con un pañuelo
a la mano. Por detrás otro hombre, este tocado con pañuelo, se aproxima a los
bailarines para sumarse a la diversión.39
Las mujeres mestizas, como pudo haber sido el caso del personaje a quien
representa una dama de la pintura mural, probablemente una “chola” o una
española (o una criolla), adoptan el traje que corresponde a una española,
como ejemplo del parte del crisol del mestizaje, como decía Poloni-Simard.40
Provenía de los tres principales grupos que componían la población de
esta región: españoles, indios y mestizos (gura 6).41
En esencia, la vestimenta y el uso de joyas traducida en estos objetos
materiales provenientes de distintos sitios y depositados en repositorios y
museos dan cuenta de los diferentes tipos de mujer categorizadas por su
posición social y pertinencia étnica. El mayor lujo y cuidado en las prendas
de vestir que usaban los criollos, particularmente en días festivos y ceremo-
38. Julio Ferrario, “Castas, ocupaciones e indumentarias de las gentes de Quito”, en La ciu-
dad, su paisaje, gentes y costumbres observadas por los visitantes extranjeros. Siglos XVI-XX, comp.
por Manuel Espinosa Apolo (Quito: Centro de Estudios Felipe Guamán Poma, 2000), 127.
39. Martínez Borrero, “De lejos y de cerca...”, 138.
40. Poloni-Simard, Elmosaicoindígena...
41. Según Poloni-Simard, la sociedad indígena en la región de Cuenca de la época era
muy segmentada, tanto que muchos sectores podían sobrepasar el límite de la denición
colonial de indio. Asimismo, hubo varias formas de mestizaje que crearon un campesina-
do y otras particularidades debido a la presencia de los forasteros. De acuerdo al censo de
1778, en la ciudad vivían dos tercios de indios y un tercio de blancos o mestizos; la parte
blanca estuvo conformada básicamente por criollos. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 202328
nias, demuestra asimismo que ese objeto era un medio para exhibir rique-
za, estatus y distinción, por lo que no tenían reparos para invertir en ropa.
Asimismo, se aprecia la forma en que “a medida que la mujer se aleja de su
tronco indígena o africano y se acerca al blanco, su traje adquiere un mayor
grado de lujo”,42 así que la calidad de los paños, de las joyas y de los demás
adornos aumenta.
Adicionalmente, la indumentaria de estos cuatro tipos reeja la inuen-
cia de la moda europea, sobre todo napolitana, de la segunda mitad del siglo
XVIII, especialmente en el caso de adornos y vestuario.43 Y aunque los cam-
bios culturales de la época alivianaron los trajes y las prendas, estos se vieron
sometidos a la nueva servidumbre de la moda, que dejó de lado el exceso
de adornos, brocados y tejidos con hilos de oro y plata. Se trata de un rasgo
que no podría aplicarse únicamente a la indumentaria de la mujer, sino tam-
bién a la del varón, Como ha sostenido Jamieson, no se pueden establecer
dicotomías estrictas entre el mundo varonil y el mundo de las mujeres. En
ocasiones, los atuendos femeninos y las telas se relacionan con imágenes
42. Taña Escobar, “La indumentaria como símbolo de distinción social de la mujer
criolla, mestiza, e indígena en la Real Audiencia de Quito. Período 1520 a 1830”, ponencia
del Congreso “Enseñanza del Diseño” (Universidad de Palermo, abril de 2015), https://
do.palermo.edu/servicios_dyc/...concursos/.../1288_82434_2206con.docx.
43. Arbeteta Mira, “Precisiones iconográcas sobre...”.
Figura 6. Anónimo, El baile del costillar (Cuenca, 1801)
Fuente: Juan Martínez Borrero, “De lejos y de cerca: miradas sobre la realidad de Quito
durante el período borbónico”, Kaypunku 3, n.º 2 (junio 2016): 138.
Procesos 57, enero-junio 2023 29
religiosas, ya sean esculturas de la Virgen María y de santas de tamaño na-
tural, que suelen vestir prendas y textiles de la época. Un rasgo nal acotado
es la presencia de los mestizajes que se producen localmente. También aquí
existe una coincidencia con las conclusiones de Jamieson sobre los objetos de
la cultura material en la Cuenca colonial: existió un importante sincretismo
cultural hispano-indígena en los espacios domésticos femeninos, los objetos
de origen indígena o aborigen no necesariamente fueron invisibilizados en
los hogares coloniales.44
bienes dotales y testamentos
A través del estudio de protocolos notariales de nales del siglo XVIII, en
las ciudades de Quito y Cuenca, se puede apreciar la importancia de ciertos
objetos de la cultura material que denen lo femenino, o a las mujeres, y que
son exclusivamente femeninos, como la indumentaria, las joyas, los adornos,
el mobiliario, lo que ayuda a comprender mejor el signicado social y cultu-
ral de esos objetos, así como la representación de la mujer y la carga simbó-
lica que signicó el rito del matrimonio. Se toman como ejemplos dos dotes
y dos testamentos. La importancia de la dote, tanto en lo social como en lo
económico para el caso de la América hispana, fue estudiada por Hunefeldt,
quien señala que cumplía varias funciones en la sociedad colonial: “una ayu-
da de los padres para soportar las cargas del matrimonio, un adelanto de la
herencia de la hija [...] una demostración social de poder y riqueza, bienes y
dinero con los que se lograba borrar diferencias étnicas, virtudes perdidas,
un elemento de control de los padres sobre el matrimonio de las hijas”.45
Los bienes dotales constituyeron un elemento muy importante para las
mujeres porque aseguraban su seguridad económica.46 Las políticas matri-
moniales de las familias diferían según su rango y posición social, pero para
el caso de las familias de la nobleza titulada quiteña, según Büschges, se
manejaban con un alto grado de endogamia, lo que permitía preservar e in-
44. El sincretismo y el mestizaje estuvieron presentes en objetos de origen indígena in-
corporados en ciudades coloniales como Cuenca. No todos los elementos indígenas incor-
porados dentro de la sociedad colonial andina estuvieron en áreas socialmente invisibles.
La colonización en Cuenca fue, más bien, un proceso muy heterogéneo, en el cual mucha
gente se resistió al control español en sus vidas a través de la cultura material y muchos otros
la usaron para ganar poder social en el régimen colonial. Véase Jamieson, DeTomebambaa
Cuenca...
45. Hunefeldt, “Las dotes en manos...”, 255.
46. Samudio, “La importancia de la dote...”, 248.
Procesos 57, enero-junio 202330
crementar el nivel social y la prosperidad económica.47 El matrimonio tenía
una serie de normas estatales y eclesiásticas, pues los reyes borbónicos esta-
blecieron unas normas jurídicas que impedían los matrimonios desiguales,
es decir, entre individuos que pertenecían a distintos grupos sociales.48 En
esencia, los bienes dotales o de herencia poseían muchas funciones, entre
ellas, permitían a quienes los poseían mantener un estatus y una denición
simbólica de pertenencia dentro de un grupo social determinado. Por otro
lado, los testamentos permiten analizar los contextos socioeconómicos y las
características de la cultura material de la época, y también algunos de los
aspectos de la institución matrimonial.
Entre los bienes, objetos y dinero que se entregaban en las dotes de Cuen-
ca, los más importantes fueron el vestuario femenino, joyas, ropa de cama
y muebles, y también objetos domésticos y de cocina. Una de las primeras
investigaciones sobre dotes determinó que su denominador común fue la
vestimenta. La mayor parte de los donantes eran miembros de las élites, per-
tenecientes al cabildo, militares, comerciantes y hacendados.49
Esto se ejemplica mejor en dos casos: el primero es una dote entregada
en Quito en 1781 por una dama de una connotada familia, doña Antonia
María Muñoz, esposa de don Nicolás Calisto de Alarcón y Aguilar, a su hija
Francisca Calisto y Muñoz, y a su esposo, Nicolás Vivanco; el segundo es la
dote concedida por un padre a su hija natural, Manuela Albares, en 1784.50
El padre fue un comerciante de Cuenca que trabajaba en el circuito comer-
cial del sur de la Audiencia, es decir, Cuenca y el norte del Perú y Lima. La
primera dote, otorgada en noviembre de 1781,51 por doña Antonia Muñoz
(albacea testamentario al fallecimiento de su esposo don Nicolás Claudio
47. Christian Büshgues, Familia, honor y poder. La nobleza de la ciudad de Quito en la época
colonialtardía(1765-1822) (Quito: FONSAL, 2007).
48. Ibíd., 233. Los reyes borbónicos emitieron ciertas normas jurídicas para todos los
reinos de la Corona española, que debían servir como impedimento para los “matrimo-
nios desiguales”. Comenzó con la Real Pragmática del año de 1776, que posibilitaba a las
familias de todos los estratos controlar los matrimonios de sus hijos menores de edad,
quienes no podían contraer matrimonio sin el consentimiento de los padres. Además, las
más altas autoridades administrativas y eclesiásticas debían vigilar severamente la obser-
vancia del derecho matrimonial.
49. Gloria Cabrera y María Eugenia Rea, “El aspecto económico y social del matri-
monio durante la colonia. El caso de los sectores dominantes de la Cuenca colonial (1700-
1820). Estudios a través de las dotes” (tesis de licenciatura, Universidad de Cuenca, 1992).
50. Dentro del mundo hispánico, se denomina hijo natural al nacido de padres solte-
ros, “Si los padres se casaban, aún décadas después este niño se transformó automática-
mente y totalmente a un hijo legítimo”. Ann Twinam, “Repensando las reformas sociales
de los Borbones en las colonias, siglo XVIII”, ElTallerdelaHistoria 5, n.º 5 (2013): 23.
51. “Carta de dote a favor de Doña Francisca Calisto y Muñoz”, AHN/Q, Notaría
Primera de Pichincha, Quito, sección Protocolos, 1781-1782, vol. 419, . 196-197.
Procesos 57, enero-junio 2023 31
Calisto de Alarcón y Aguilar) a don Nicolás Antonio de Vivanco, esposo de
su hija doña Francisca Calisto y Muñoz, hermana de Pedro Calisto y Muñoz,
ascendía a 9000 pesos; entre los bienes dotales estaban objetos de uso priva-
do y doméstico y bienes de lujo, vestimentas y joyas.
Entre otros bienes se mencionan camas, sábanas de cambrai, encajes nos,
almohadas con sus fundas y una colcha, “cortinas de perciana [sic] carmesí”,
espaldar de Damasco, sábanas de Holanda y bramante, mangas de encaje,
mangas de encaje de pluma, camisas de adentro, fustanes de Bretaña, paños
de mano de velillo con su franja y sintas de tisu, una saya de tisu rizo con na-
car y plata, avaluada en 200 pesos, un chelequie de tisu de oro con sus franjas
de plata, un faldellín de lama nácar con ambel de lama azul, un faldellín de
brocado carmesí con oro, con fajas de tisu y franja de oro de Milán y forro de
tafetán con sus cintas, además de muchos vestidos, una saya de riso jardín
con dos altos de franjas de plata de Milán, otra saya de rizo morado con
blanco, una saya de terciopelo negro, una mantilla de cardenillo con franjas
de plata de Milán, otra mantilla de Botón de Rosa con sobrepuesto de oro, un
par de manillas de perlas avaluadas en 275 pesos, un par de zarcillos de oro,
perlas y diamantes avaluados en 100 pesos, varias joyas más y un relicario
de oro con diamantes, una gargantilla de dos hilos de perlas con su estrella
de diamantes, pulseras de oro con sesenta castellanos, una gargantilla de
esmeraldas, un par de zarcillos de piedras coloradas, con perlas de oro, sor-
tijas, un sillón de plata, marcos de plata labrada, hebillas baúles forrados de
baqueta, un par de escritorios, dos cajas grandes, 3834 pesos en plata sellada,
1019 pesos en ropas de la tierra y a este listado se suma una negra esclava
llamada María Antonia vosal [bozal] un mulatillo de nombre Bernardo.
Como se aprecia, existían objetos de variada procedencia, a la altura de
la pertenencia socioeconómica de los beneciarios. Además, aquí se repro-
duce la escena del cuadro de la Señora principal y su esclava negra, ya que la
madre dota una esclava a la hija.52 En la carta dotal se señalaba: “también
una negra esclava llamada María Antonia vosal en qual dejo mejorada su
padre, por clausula de su testamento la que está avaluada en quatrocientos
pesos 400. Tambien un mulatillo nombrado Bernardo en don dado a dicha
Doña Francisca. Desde que nació que esta avaluado en cien pesos”.53 Esta
descripción notarial de la dote recibida por doña Francisca Calisto y Mu-
ñoz permite reejar lo que se armara anteriormente sobre la circulación de
bienes y la apertura del comercio, pues se detallan bienes provenientes de
Milán, de Holanda o de Bretaña.
52. Los documentos de la época muestran que también se entregaban como dote canti-
dades de dinero, que, en el período de estudio, oscilaban entre 2000 y 5000 pesos. AHN/C.
53. “Carta de dote a favor de Doña Francisca Calisto y Muñoz”, AHN/Q, Notaría
Primera de Pichincha, sección Protocolos, 1781-1782, vol. 419, . 196-197.
Procesos 57, enero-junio 202332
En el segundo caso, con la carta de dote otorgada por don Mariano Al-
bares a su hija natural Manuela Albares, se conoce que, cuando contrajo ma-
trimonio con don Josef Guillén en Cuenca en 1784, su padre se comprometió
a entregarles la cantidad de 2000 pesos. A través de estos documentos se
puede comprender la importancia de las joyas, así como la calidad, adornos
y alto precio de la ropa que, en su descripción, concuerda con la que reali-
zaron los viajeros y visitantes que se rerieron a la vestimenta y joyas de las
mujeres de la Audiencia.54 Además, el padre donó bienes valiosos tanto de
hombre como de mujer al matrimonio:
Disen que al tiempo, que [...] contrae matrimonio entre los dos otorgantes le pro-
metio Don Mariano Albares Padre natural de la dicha Doña Manuela, dar por
bia de dote, En [...] valiosos, assi de ombre como de mujeriles, asta en cantidad
de dos mil pesos; yabiendo unido [...] dicho matrimonio, según orden de nuestra
Santa Madre Iglecia, cumpliendo el expresado Don Mariano, lo que asi hubo
prometido aí presente le aparesido [...] y adequarla promesa pidiendo que los
dichos otorgantes, otorguen resibo de dichos [...], para que asiéndose pago sedan
por contentos y entregados a su satisfacción.
En los dos testamentos estudiados se presenta una circunstancia parti-
cular: los esposos desaparecieron o no se conocía su paradero. En el primer
caso se trata de una mujer vecina de Cuenca, doña Manuela Blanco de Al-
varado, que se considera pobre, y al testar en 1778 detalló los bienes dotales
que recibió de sus padres. Estuvo casada con Pedro de Rivera, natural de la
ciudad de La Habana (La Bana), pero su matrimonio duró seis meses, ya que
el esposo desapareció y nunca se supo más de su paradero, tampoco tuvie-
ron hijos. Rivera, al parecer, no aportó nada al matrimonio; para la boda al
novio se le entregó de manera simbólica un espadín y un par de pistolas, que
formaban parte de su atuendo matrimonial. Los padres de la novia dotaron
a la hija de algunos bienes, entre las joyas se destacaron:
Dos pares de Sarcillos de Oro, en un par grandes, de perlas y el otro regulares de
perlas [...] una cadena de oro con su relicario grande de la advocacion de Nuestra
Señora del Rosario bien conosida [...] Un Peyne engastado en oro [...] dos sortijas
de oro, la una con su ametista y la otra de Pasto [...] Tres gargantillas de Perlas, la
una grande con su cruz de oro, montada de piedras berdes, lo otra en tersiopelo
negro, y la ultima de dos hilos de perlas y todas tus de perlas regulares [...] un
par de motas de perlas gruesas.55
54. “Carta de dote de Mariano Albares a su hija Manuela Albares”, AHN/C, Notaría
Cuarta, 4 de octubre de 1784, libro 3-049, . 364-367.
55. “Testamento de Manuela Blanco de Alvarado”, AHN/C, Notaría Cuarta, 1778, .
99v-101r.
Procesos 57, enero-junio 2023 33
Los objetos y joyas descritos en el testamento de Manuela Blanco de Al-
varado permiten comprender la importancia de las joyas en las dotes y en los
testamentos de las mujeres de la época. Mientras que el segundo testamento
fue solicitado en Quito en 1771, por doña Micaela Blanco, hija natural de
Don Juan Blanco y de Doña Isabel Villazo, también vecinos de la ciudad. Se
casó con Don Dionisio Escobar, desaparecido, y sin hijos sobrevivientes.56
En su testamento se legan distintos objetos de cama, cajas, mesas, crucijos
y pinturas de distintas advocaciones, guras religiosas, un nacimiento, va-
rias esculturas del niño Jesús, sillas, taburetes, estrados (uno grande y otro
pequeño) alfombras, candelabros de plata, pailas de cobre, joyas de oro y
piedras, así como vasos y escudillas de la China. Un dato interesante es que
la escultura del Niño Dios estaba adornada con gargantilla y manillas de
perlas, con sus cobijas guisadas de franja de oro y plata. También deja en su
testamento una imagen con su gargantilla y orejeras de perlas y un san Josef
con su azucena y dos diademas de plata. Entre sus vestidos se describen tres
sayas: una negra usada de tafetán con rizo, otra de griseta piche con franja
na de plata, otra de imperiosa dorada con franja na de plata, cuatro rebo-
zos de colores azul, piche, blanco y amarillo y un faldellín de bayeta encar-
nada con franja de plata. Lega sus bienes a una niña que había criado, María
Laura Blanco, a quien dona también un clave porque ella se había dedicado
a la música.
En este último testamento llaman la atención el instrumento clave, que
no es fácil de encontrar entre los bienes y objetos materiales de los testamen-
tos de ese período; hace pensar la importancia creciente de la música para
las mujeres. También destaca la mayólica, un objeto de prestigio y de iden-
ticación hispana consumida básicamente por la clase dominante. La loza
o mayólica y vajillas de este no material fue importada de Sevilla y otras
zonas de España, luego de Panamá. Y destaca la presencia de los estrados,
objetos ligados a los espacios privados de las mujeres y sus actividades, para
trabajar, conversar, recibir a las visitas, coser, hilar, rezar; generalmente se
adornaba con alfombras, almohadones o sillas bajas.57 Su origen se remonta
a la lejana herencia cultural mora, tanto en Castilla como en América. A di-
ferencia del clave, está presente en numerosos testamentos y cartas dotales.
Este objeto permitía denir y adjetivar la pertenencia de su poseedor a gru-
pos sociales altos, muestra de ello es que aún en los años 70, y bien avanzado
el siglo XX, todavía se escuchaba en la provincia del Azuay la expresión: “las
56. “Testamento de Micaela Blanco”, AHN/Q, Notaría Primera de Pichincha, sección
Protocolos, 1783-1792, vol. 423, . 88-90.
57. El estrado era una pieza baja de mobiliario, generalmente cubierta con alfombras,
y servía para sentarse, normalmente sobre almohadones. En los estrados también se reu-
nía la familia o se podía beber chocolate.
Procesos 57, enero-junio 202334
damas del estrado azuayo” para referirse a las mujeres del grupo social más
encumbrado de la ciudad de Cuenca.
En general, tal y como han concordado varios estudios en la región, las
dotes y las herencias servían esencialmente para mantener el estatus y la
pertenencia étnica.58 Ciertamente, la mayor parte de los donantes fueron
miembros de las élites, pertenecientes a los cabildos, militares y hacendados
y, para el caso de las dotes, los padres o madres de la novia, y en menor pro-
porción hermanos, tíos o gente piadosa.59 Pero el denominador común del
período fue la vestimenta, esencialmente entre la aristocracia criolla, dueña
de la tierra y del poder local.
ConClusiones
Este estudio analiza desde el objeto, como parte de la cultura material,
la representación de las mujeres en el último cuarto del siglo XVIII. Se trata
de un estudio pionero en el medio andino que aprecia a las mujeres de la
época desde esta perspectiva. Con este n, se han analizado pinturas, cua-
dros y retratos, así como documentos notariales —dotes y testamentos— que
permiten reejar, como en un espejo, las complejas y variadas realidades de
las mujeres del territorio de la Audiencia de Quito, principalmente Quito y
Cuenca, durante el período colonial tardío, con una realidad cambiante en
lo social, económico, cultural y político debido a las reformas borbónicas. De
forma concreta, esos elementos han permitido liar a la mujer a un estatuto
social, económico y étnico determinado y, con ello, identicar las diversas
tipologías sociales existentes en esa época y las características que denieron
a cada grupo mediante uno de los objetos materiales más representativos: la
vestimenta, así como también otros objetos en los que se incluían adornos y
joyas personales, ajuares dotales y domésticos y bienes que otorgaban pres-
tigio y distinción a su poseedora. Con lo limitado que puede resultar hablar
de un estamento, los retratos muestran una diferenciación entre la cultura
de las élites “ilustradas” (criolla y española) y las mujeres mestizas, indias y
negras, que, por las comparaciones efectuadas, parece tener cierta homoge-
neidad en toda la región hispanoamericana.
Los documentos, que nos hablan de dotes y testamentos, nos han per-
mitido ver la red de relaciones que establecieron sus actores. En general,
quienes dotaban o legaban a sus hijas buscaron conservar el poder, y con
58. Ross Jamieson, “Majolica in the Early Colonial Andes: The Role of Panamian
Wares”, Latin American Antiquitiy 12, n.º 1 (2001): 45-58.
59. Cabrera y Rea, “El aspecto económico...”.
Procesos 57, enero-junio 2023 35
ello asegurar o mejorar el estatus de las mujeres miembros de esas familias,
o conservar el estatus y su capacidad económica. En ese sentido, la moda
expresada en la vestimenta y las joyas constituye uno de los mejores indicios
de este afán porque demuestra que no solo de trataba del traspaso de bienes
materiales, sino de todo un sistema de relaciones y redes sociales que esta-
blecieron los individuos entre sí.
Las dotes y legados que recibieron las hijas casaderas —las hijas en gene-
ral— permitían mantener el patrimonio familiar y el estatus. La dote fue una
institución que, idealmente, garantizaba la situación económica y social de
las mujeres dentro del matrimonio. Más allá del atractivo que pueden tener
las dotes para emprender alianzas matrimoniales, y mantener el estatus y
fortuna, las dotes y legados o herencias garantizaban que se mantuviesen
costumbres, valores y modelos culturales de la época, además de delinear el
papel social de la mujer, a través de los aspectos de la cultura material, sus
bienes, como su adscripción a uno u otro estamento social.
En esencia, las mujeres de las pinturas de Albán en Quito, la mujer de la
élite recientemente desposada, doña María Josefa de Velasco Vallejo, la crio-
lla o mestiza del “baile del costillar”, con su traje vivo y colorido, con sus cin-
tas y adornos, representada en la pintura mural, y todos los objetos legados
en los dotes y testamentos, ya sean vestidos, joyas, instrumentos de música y
otros nos hablan de la vida y de una importante participación de las mujeres
en la sociedad durante esa época. Las representaciones pictóricas estudia-
das permiten observarlas dentro de sus contextos “a colores”, más allá del
blanco y negro de los documentos y de las dicotomías interpretativas que
muchas veces han ensalzado más la oscuridad que las luces y sus matices.
Fuentes y bibliograFía
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Práticasesignicados:aCampanhadeAlfabetizaçãodeAdultos,1944-1950
Freddy Auqui Calle
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
facalle25@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-7482-6516
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3720
Fecha de presentación: 15 de marzo de 2023
Fecha de aceptación: 10 de abril de 2023
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 39-69. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
* El contenido del presente artículo es parte de la tesis de maestría en Historia rea-
lizada en la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, ganadora del “Concurso
de estímulos para la investigación estudiantil: 200 años de luchas y desafíos ciudadanos”,
en el marco de ejecución del Proyecto Bicentenario 2022, nanciado por la Prefectura de
Pichincha y ejecutado por la Facultad de Ciencias Humanas de la Ponticia Universidad
Católica del Ecuador (PUCE).
RESUMEN
Esta contribución se enfoca en la Campaña de Alfabetización de
Adultos liderada por la Unión Nacional de Periodistas (UNP) y la Liga
de Enseñanza de Analfabetos (Grupo LEA), entre 1944 y 1950. Examina la
campaña como parte de los procesos de culturización y construcción de
ciudadanos en la década de 1940. Lectura, escritura, nociones de cálculo,
prácticas cívicas y el castellano como lengua nacional fueron algunos
conocimientos y valores que promovió la campaña durante sus cursos.
Esos saberes debían crear un nuevo sujeto civilizado, digno de ser
incorporado a la nación y a la comunidad política de ciudadanos.
Palabras clave: historia cultural, historia social,
historia de la educación, Ecuador, alfabetización, ciudadanía,
Unión Nacional de Periodistas, Grupo LEA.
ABSTRACT
This paper studies the Adult Literacy Campaign led by the National Union
of Journalists (UNP) and the League for the Education of Illiterates (LEA
Group), between 1944 and 1950. It examines the campaign as part of the
culturalization and citizen-building processes in the 1940s. Reading,
writing, notions of calculus, civic practices, and Spanish as the national
language were among the skills and values promoted by the campaign
in its courses. This knowledge was intended to create a new, civilized
individual worthy of being incorporated into the nation and the political
community of citizens.
Keywords: cultural history, social history, history of education, Ecuador,
literacy, citizenship, National Union of Journalists, LEA Group
RESUMO
Este artigo enfoca a Campanha de Alfabetização de adultos liderada pela
União Nacional de Periodistas (UNP) e pela Liga de Ensino de
Analfabetos (Grupo LEA), entre 1944 e 1950. Examina-se a campanha
como parte dos processos de culturalização e construção de cidadãos na
década de 1940. Leitura, escrita, noções de cálculo, práticas cívicas e o
espanhol como língua nacional foram alguns dos conhecimentos e
valores que a campanha promoveu durante seu curso. Tais saberes
deveriam criar um novo sujeito civilizado, digno de ser incorporado à
nação e à comunidade política de cidadãos.
Palavras chave: história cultural, história social, história da educação,
Equador, alfabetização, cidadania, União Nacional de Periodistas,
Grupo LEA.
introduCCión
Tras la derrota ante el Perú, en 1941, y la rma del Protocolo de Río de
Janeiro, en 1942, entre las esferas intelectuales y políticas se reavivó la idea
de que el Ecuador debía persistir en la construcción de una nación cultu-
ralmente homogénea compuesta por ciudadanos. “Hay que incorporar al
indio [y al montuvio] a la cultura nacional”, fue un discurso que se repitió
entre las élites.1 Tanto intelectuales como periodistas y representantes del
Estado, inuenciados por las ideas del indigenismo y el positivismo so-
cial, coincidieron en que la educación sería el vehículo para concretar ese
objetivo.
Aquello fortaleció la idea de que la educación era el elemento fundamen-
tal para “la construcción de una nación fuerte y soberana en torno a las pau-
tas culturales que [debían] compartir todos sus habitantes, las del modelo
blanco-mestizo”.2 Un tipo de educación orientada a construir una sociedad
con valores de lecto-escritura, de higiene, de civismo y patriotismo, acordes
con un modelo cultural civilizado. Además, se pensaba que la educación por
sí misma debía ser generadora del cambio y la salida de la crisis por la que
atravesaba el país en estos años.3
La Campaña de Alfabetización de Adultos de 1944, liderada por la
Unión Nacional de Periodistas (UNP) y la Liga de Enseñanza de Analfabetos
(Grupo LEA) de Guayaquil se situó en medio de esas tensiones, debates, e
intereses. De ahí el objetivo de este artículo: describir el desarrollo procesual
de la Campaña de Alfabetización de Adultos, ocurrida entre 1944 y 1950, en
el marco de los debates sobre nación, ciudadanía y cultura.
Dos trabajos de la historiografía ecuatoriana permiten contextualizar
la campaña: el libro Liberalismoy temor:imaginando lossujetos indígenasen
elEcuadorposcolonial,1895-1950de Mercedes Prieto, cuyo capítulo “Crisis
nacional y reconstrucción, 1941-1950” estudia la campaña de alfabetización
en el marco de “los debates de las élites sobre la ampliación de la comunidad
política” y su concesión de “derechos políticos [a] los indios”.4 La autora
1. Víctor Gabriel Garcés, “Consideraciones culturales. Educación indígena”, Revista
Casa de la Cultura Ecuatoriana (1945): 89.
2. Emmanuelle Sinnardet, “Nación y educación del Ecuador de los años treinta y
cuarenta”, Íconos, n.º 9 (abril 2000): 112.
3. Gabriela Ossenbach, “La secularización del sistema educativo y de la práctica pe-
dagógica: laicismo y nacionalismo”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 8 (enero-
junio 1996): 44, https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/article/view/2088.
4. Mercedes Prieto, Liberalismoytemor:imaginandolossujetosindígenasenelEcuador
Procesos 57, enero-junio 202342
realiza un amplio análisis sobre la inhabilidad para votar que tenían los in-
dios en los tiempos del liberalismo y las contradicciones entre la retórica de
igualdad y la imposibilidad de acceder a la ciudadanía por el problema del
analfabetismo.5 Sin embargo, el enfoque de Prieto pone de relieve la pobla-
ción indígena y no la población analfabeta en su conjunto, que en la década
de 1940 oscilaba entre 50 y 60 % de la población.6
Por otro lado, un apartado de la tesis doctoral de Katerinne Orquera,
“Prensa periódica y opinión pública en Quito: historia social y cultural de
diario El Comercio, 1935-1945”, sitúa la Campaña de Alfabetización en el
marco de las preocupaciones regionales que tenían el Estado y los gremios
particulares durante las primeras décadas del siglo XX. Para esta autora, el
liderazgo que asumieron los periodistas de la UNP estuvo relacionado con
los intereses gremiales por atacar el analfabetismo (caracterizado como un
problema sociocultural), pero sobre todo por construir un acumulado de ca-
pital simbólico en el espacio público y, en cierta medida, por “ampliar el
mercado de circulación de los periódicos” y construir lectores.7 Estos traba-
jos fueron la base e inspiración del presente texto.
La Campaña de Alfabetización de Adultos empezó en 1944 y tuvo su
primer corte en 1950. Fue una iniciativa privada, pensada y dirigida por pe-
riodistas e intelectuales relacionados con la prensa de Quito y Guayaquil,
agremiados en la UNP y el Grupo LEA. A pesar de ser una iniciativa priva-
da, la campaña estuvo alineada a los intereses de los gobiernos de entonces.
De manera que, a nales de 1944, el presidente José María Velasco Ibarra
encargó ocialmente a la UNP alfabetizar las regiones de la Sierra y el Orien-
te, y al Grupo LEA el Litoral y el Archipiélago de Galápagos, al tiempo que
generó un fondo económico anual proveniente de la emisión de estampillas
para su nanciamiento.8
El artículo se estructura del siguiente modo: en el primer acápite se des-
cribe el surgir de campañas menores de alfabetización en la década de 1930
y los primeros años de la década de 1940; luego se concentra en examinar
la Campaña de Alfabetización de Adultos desarrollada entre 1944 y 1950:
poscolonial, 1895-1950 (Quito: FLACSO Ecuador / Abya-Yala, 2004), 202, https://biblio.
acsoandes.edu.ec/libros/15561-opac.
5. Ibíd., 206.
6. Dirección General de Estadística y Censos, Primercenso depoblacióndelEcuador:
poblaciónalfabetayanalfabeta, vol. V, t. I (Quito: Talleres Grácos de la Dirección, 1955), 6-7.
7. Katerinne Orquera, “Prensa periódica y opinión pública en Quito: historia social
y cultural de diario El Comercio, 1935-1945” (Tesis de doctorado, Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2020), 237, 240, http://repositorio.uasb.edu.ec/hand-
le/10644/7684.
8. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducaciónpopularecuatoriana (Quito:
La Unión, 1954).
Procesos 57, enero-junio 2023 43
su funcionamiento, su estructura, su despliegue territorial y espacial, y se
explica el modo en que se insertó y ocupó en el espacio geográco nacional,
desde una perspectiva de centro y periferia; el siguiente acápite describe la
participación de gremios e instituciones que se sumaron y aportaron a esa
cruzada, que se revistió con tintes nacionales y generó un discurso alrededor
de la unidad fraternal, la defensa de la patria, la construcción de la ciudada-
nía, y el fortalecimiento simbólico de la nación; nalmente, entre rituales y
discursos, se exploran los resultados y el modo en que esta fue recibida por
la sociedad civil.
los primeros proyeCtos de alFabetizaCión
en el eCuador, 1934-1942
Durante la primera mitad del siglo XX la inuencia del indigenismo y
el positivismo social dio lugar a que se emprendieran proyectos de alfabe-
tización dirigidos a la población adulta, en varios países de Latinoamérica.
En ocasiones fueron liderados por instituciones estatales y, en otras, por gre-
mios particulares. En México, entre la década de 1920 y 1940 se desarrollaron
cuatro campañas de alfabetización.9 “La política indigenista [...] se centró en
la Educación y las Misiones Culturales, promovidas primero [...] por José
Vasconcelos y después por Moisés Sáenz”.10 Así mismo, en Guatemala se
instaló, en 1945, “el primer centro de alfabetización en lengua ixil en el de-
partamento de El Quiché” para alfabetizar a la población indígena en su
lengua materna, para luego pasar al español y convertir a la población en
ciudadanos útiles.11 En Bolivia, durante la década de 1940, “el indigenismo y
la educación se convirtieron en los instrumentos técnicos e ideológicos pri-
vilegiados” de las élites para desindianizar a la población de las grandes
ciudades.12 De igual modo, en Venezuela, de la mano de la Comisión Indige-
nista, se usaron cartillas para alfabetizar a indios de la Guajira, sobre todo en
la década de 1950.13 En Perú, de manera similar a otros lugares de América,
9. Alba Alejandra Lira García, “La alfabetización en México: campañas y cartillas,
1921-1944”, Traslaciones.RevistaLatinoamericanadeLecturayEscritura, n.º 2 (2019): 133-135.
10. Leif Korsbaek y Miguel Ángel Sámano-Rentería, “El indigenismo en México: an-
tecedentes y actualidad”, Ra Ximhai 3, n.º 1 (enero-abril 2007): 202.
11. Lira García, “La alfabetización en México...”, 138.
12. Huáscar Rodríguez, “Construyendo una nación: indigenismo y mestizaje en las
políticas educativas bolivianas, 1900-1955” (tesis de maestría, FLACSO Argentina, 2015),
5, http://repositorio.acsoandes.edu.ec/handle/10469/8017.
13. Walter Dupouy, “Actividades de la comisión indigenista venezolana 1958-1959”,
B.B.A.A.BoletínBibliográcodeAntropologíaAmericana (1958): 103.
Procesos 57, enero-junio 202344
se creía que la liberación del indio era posible a largo plazo, para lo cual la
educación jugaba un papel protagónico.14 Ello demuestra que la circulación
de ideas respecto a la agenda del indigenismo y los programas de alfabetiza-
ción estuvieron presentes en varios países. Sin embargo, en la práctica estos
programas no fueron iguales; las condiciones sociales, políticas y culturales
de cada país los hicieron singulares.
Siguiendo esta tendencia estatal y de intelectuales latinoamericanos de
inicios del siglo XX, en la década de 1930 en el Ecuador se ensayaron dos
proyectos de alfabetización. Fueron dos campañas que nacieron en la ciudad
de Guayaquil, inuenciadas por las ideas del indigenismo y los intereses
en materia educativa del gobierno de Velasco Ibarra. Antonio Parra, días
antes de ser posicionado como el nuevo ministro de Educación del primer
velasquismo, armaba en una entrevista ofrecida al diario ElTelégrafo que
su anhelo era elevar el nivel cultural del país “hasta ajustarlo al ritmo de la
más avanzada civilización”. Para lo cual solicitaba la colaboración de inte-
lectuales del país, de una comisión indigenista de México, así como también
la ayuda de pedagogos de Colombia.15
A la espera de que esta idea se concretase en un proyecto real, José Abel
Castillo, a nales de 1934, decidió emprender una campaña de alfabetización
en su diario ElTelégrafo(Guayaquil). Y aunque fue una iniciativa privada,
sintonizaba con los intereses de Velasco Ibarra y del ministro Parra, que te-
nían empeño de mejorar las condiciones culturales y educativas de la po-
blación.16 El proyecto tomó como ejemplo la campaña de alfabetización que
desarrollaba el periódico La Prensa de Argentina.17
La campaña inició ocialmente el 23 de septiembre de 1934. Consistía
en la publicación de lecciones semanales que aparecían en ElTelégrafo, los
domingos. Las lecciones contenían seis clases, una para cada día de la se-
mana, de lunes a sábado, con elementos de lectura y escritura, aritmética,
historia y geografía. No existían instructores denidos para el desarrollo de
la enseñanza, era una tarea individual que podía ser asumida por una per-
sona que supiera leer y escribir y tuviera la buena voluntad de enseñar a
14. Francisco José López Alfonso, “ ‘Hablo, señores, de la libertad para todos’. López
Albújar y el indigenismo en el Perú”, Cuadernos de América sin nombre, n.º 17 (2006): 55.
15. “Nos visitó ayer el Ministro de Educación del próximo gobierno”, ElTelégrafo, 30
de agosto de 1934: 2. Véase también la noticia sobre la llegada de Luis Enrique Osorio,
pedagogo colombiano, el 9 de septiembre de 1934.
16. Carlos Ayala Cabanilla, “La Liga Alfabetizadora de Enseñanza en los destinos
culturales de nuestra ¡patria!, ¿está cumpliendo con su nalidad?”, en Estatuto de la Liga
Alfabetizadora de Enseñanza, 8-24 (Guayaquil: Imprenta de la Universidad de Guayaquil,
1949), 8.
17. “El Telégrafo contribuye desde mañana al problema nacional del analfabetismo”,
ElTelégrafo, 22 de septiembre de 1934: 1.
Procesos 57, enero-junio 2023 45
un analfabeto.18 El plan completo de alfabetización estaba compuesto por 36
lecciones, que debían publicarse en el periódico desde septiembre de 1934
hasta mayo de 1935; pero únicamente se imprimieron siete clases semanales
entre el domingo 23 de septiembre y el 4 de noviembre de 1934.19 Al parecer,
la publicación de las lecciones se interrumpió debido a las dicultades del
aprendizaje individual, al difícil acceso al periódico y las lecciones, al poco
interés de la población, la crisis política, entre otros. Dos años después, en
1937, a través del Decreto n.º 60, se creó el grupo Misioneros del Alfabeto,
destinado a enseñar a leer y escribir a la población periférica de Guayaquil.20
De este segundo proyecto no ha sido posible rastrear fuentes que permi-
tan detallar la estructura de su funcionamiento, los principales líderes, sus
alcances, etc. Sin embargo, demuestra el interés que tenían el Estado y la
prensa de Guayaquil por la labor alfabetizadora.
Estos proyectos de los años 30 constituyen los primeros registros de cam-
pañas locales de alfabetización en el Ecuador. En la década de 1940, estas se
intensicaron y pasaron de la injerencia local a la nacional. El mayor impulso
se dio en noviembre de 1942, tras la llegada a Guayaquil de Frank Laubach, re-
conocido profesor y misionero estadounidense experto en la alfabetización de
adultos, enviado por el Comité Mundial de Alfabetización, de Nueva York.21
Según Ernesto Guevara Wolf, un pedagogo guayaquileño que junto a
Emilio Uzcátegui se profesionalizó en Estados Unidos, inmediatamente des-
pués de su llegada, el 20 de noviembre de 1942, Laubach ofreció su primera
charla y luego realizó varias demostraciones públicas de su método de en-
señanza en la escuela Manuela Cañizares, el colegio Guayaquil y el Normal
Rita Lecumberri.22 De acuerdo con el Estatuto de la Liga Alfabetizadora de
Enseñanza LAE (1949), las charlas de Laubach conmovieron a la Sociedad
de Artistas y Escritores Independientes de Guayaquil, y por iniciativa de su
líder, el intelectual y escritor Alfredo Pareja Diezcanseco, el 26 de agosto de
1943 se creó el Grupo LEA de Guayaquil,23 en sus inicios conformado por
Alfredo Pareja Diezcanseco como presidente, Guevara Wolf como secretario,
Lilo Linke, Emma Esperanza Ortiz, Amarilis Fuentes, Aurora Vallejo Arrieta
y Lucila Araujo García, como vocales.24
18. “Contribución de ‘El Telégrafo’ al problema del analfabetismo”, ElTelégrafo, 23 de
septiembre de 1934: 6.
19. Ibíd., 4 de noviembre de 1934: 4.
20. Humberto Silva, “La campaña de alfabetización de adultos”, RevistadelaUnión
Nacional de Periodistas (1944): 11.
21. Ernesto Guevara Wolf, “Alfabetización”, RevistaEducaciónyLetras, n.º 1 (1946): 33.
22. Ibíd., 34.
23. Ayala Cabanilla, La Liga Alfabetizadora..., 14-15.
24. Ibíd., 16.
Procesos 57, enero-junio 202346
Este grupo emprendió de inmediato una campaña de alfabetización en
la ciudad de Guayaquil que se extendió durante los primeros meses de 1944
a Esmeraldas, Manabí, El Oro, Los Ríos y Azuay, entre otras provincias. A
decir de Carlos Ayala Cabanilla, delegado de la Casa de la Cultura núcleo
del Guayas al Grupo LEA, en 1943 otras instituciones se sumaron a esta ini-
ciativa, entre ellas la Asociación de Bachilleres en Ciencias de la Educación,
liderada por Ernesto Guevara Wolf, que emprendió una campaña en la que
se incluyeron las parroquias rurales de Guayaquil.25
La llegada de Frank Laubach había motivado también a periodistas e in-
telectuales de la ciudad de Quito. Gustavo Vallejo Larrea y Humberto Silva,
principales líderes de la UNP en estos años, según se describe en la revista
institucional de 1944, propusieron emprender la campaña en Quito, en 1942,
aunque no se concretó.26 La que sí ocurrió fue la impulsada por el Ministerio
de Educación, en 1943. Según un artículo de diario El Comercio, el proyecto se
desarrolló mediante la intensicación de “las escuelas nocturnas, como por
medio de la edición y reparto de cartillas y el concurso de personas de buena
voluntad que emprendieron en el trabajo de enseñar la letra”.27 Sin embargo,
no se ha podido rastrear ningún registro de su funcionamiento y trascen-
dencia. Estos primeros proyectos son los antecedentes más inmediatos de la
Campaña de Alfabetización de Adultos de 1944, que funcionó por casi veinte
años, liderada por la UNP y el Grupo LEA de Guayaquil.
Según Orquera, durante los años 30 y, sobre todo, durante los primeros
años de la década de 1940, la alfabetización recibió especial atención de in-
telectuales y periodistas. El interés de la UNP nació debido a la inuencia
de otros programas de alfabetización que se desarrollaban en estos años en
Latinoamérica y Ecuador, y especialmente a partir de la crisis económica,
política y social que se profundizó en los años de la posguerra con el Perú.
Estas condiciones, arma esta autora, fueron propicias para que la prensa
liderara la campaña de alfabetización, ganara prestigio y capital simbólico,
tuviera representantes —como había sucedido en la década de 1930— en
la Asamblea Constituyente de 1944, y recibiera presupuesto estatal para la
creación de la primera Escuela de Periodismo.28
Concretamente, intelectuales y periodistas manejaron sus propios inte-
reses en materia de alfabetización, empero, estos se encontraban alineados a
un proyecto de mayor envergadura en sentido nacional. En términos ideo-
25. Ibíd., 8. El proyecto contó con la participación de maestros y alumnos-maestros
egresados del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte.
26. Polidoro Arellano, “La campaña de alfabetización”, RevistadelaUniónNacionalde
Periodistas (1944): 25.
27. “La educación pública nacional en 1943”, El Comercio, 1 de enero de 1944: 4.
28. Orquera, “Prensa periódica y opinión...”, 240-242.
Procesos 57, enero-junio 2023 47
lógicos, tanto la UNP como el Grupo LEA lideraron la campaña impulsados
por una ideología de izquierda, tal es así que la UNP claramente era par-
tidaria de las acciones de la Unión Soviética y tenía entre sus miembros y
aliados a militantes del Partido Comunista.29 Y más allá de las ideologías y
agendas individuales o gremiales, el proyecto educativo alfabetizador pro-
curaba construir homogenización cultural, como un elemento que permitiría
hermanar a todos los ecuatorianos en un solo “nosotros”, correspondiente
a la nación. Este interés se expresa en esos años en los proyectos, debates,
discursos, de las distintas autoridades y representantes del Estado en el Mi-
nisterio de Educación, así como también en la Asamblea Constituyente de
1944-1945.30
dimensión proCesual de la Campaña
de alFabetizaCión de 1944-1950
De forma paralela a la campaña de alfabetización que el Grupo LEA de
Guayaquil desarrollaba desde 1943, en enero de 1944 los líderes de la UNP
decidieron emprender una campaña nacional desde Quito. Para asegurar la
efectividad de ese proyecto, los periodistas crearon una comisión compuesta
por Gustavo Vallejo Larrea, presidente; Enrique Garcés, Joaquín Mena, Al-
fredo Carrillo y Samuel Franco, vocales; y Humberto Silva, secretario.31 La
comisión se encargó de elaborar un Plan Nacional de Alfabetización, cono-
cer los índices de analfabetismo a través de un censo y estudiar los textos y
métodos que se debían usar en el proceso.
Mientras la comisión desarrollaba el plan y el censo, la UNP realizó un
proceso de difusión y llamamiento masivo a la campaña a través de radios
y periódicos de todo el país.32 Los resultados del censo (1944) fueron los si-
guientes: existían un total de 1 820 746 analfabetos, que equivalía aproxima-
29. “Se aplaude en Ibarra la campaña contra el analfabetismo realizada por la UNP”,
El Comercio, 18 de enero de 1945: 8. Esta armación también de las declaraciones de Grecia
Díaz y a Oswaldo Terán Misle (Grecia fue hija de Aníbal Díaz, antiguo miembro del Parti-
do Comunista), en conversación con el autor, diciembre de 2022.
30. Marco Tulio González, Informealanación1944-1946 [Ministerio de Educación Pú-
blica] (Quito: Talleres Grácos Nacionales, 1948). El documento da cuenta de las acciones
y objetivos que perseguían el gobierno y el Estado en materia educativa. El mejoramiento
cultural de la población ecuatoriana a través de la educación es común a todo el documento.
31. Arellano, “La campaña de alfabetización”, 25.
32. Gustavo Vallejo, “Informe del director de la campaña de alfabetización, Sr. Gus-
tavo Vallejo Larrea, a la Asamblea General de la Unión Nacional de Periodistas sobre las
labores realizadas de 1944 a 1951”, en Alfabetizaciónyeducacióndeadultos (Quito: Talleres
Grácos Minerva, 1951), 4.
Procesos 57, enero-junio 202348
damente a 52 % de la población adulta que no sabía leer, escribir, ni contar.33
En otras ocasiones se hablaba de entre 60 y 70 % de analfabetismo, sobre todo
en la población indígena.34 Con los datos del censo, el plan de alfabetización
y el proceso de difusión, la campaña se puso en marcha.
El 31 de abril de 1944 se inauguró ocialmente la Campaña de Alfabeti-
zación de Adultos en la Plaza de Toros Arenas de Quito.35 “Folklore indígena
y música, discursos y aches —con leyendas tales como ‘un analfabeto me-
nos, un ciudadano más’— fueron parte de la parafernalia desplegada du-
rante el evento”.36 La campaña estuvo en vigencia casi 20 años, desde 1944
hasta 1961, época en que el Estado asumió esa responsabilidad.37 El corte
del presente trabajo hacia 1950 responde a las siguientes consideraciones: en
1948 cambiaron las autoridades que lideraban la campaña, el Grupo LEA de
Guayaquil entró en un período de renovación en su perspectiva de trabajo
(sumó a nuevos intelectuales y gremios), cambió su nombre a Liga Alfabe-
tizadora de Enseñanza (LAE) y publicó ocialmente su Estatuto, aprobado
por el Poder Ejecutivo; mientras que en 1950 el gobierno desarrolló el primer
censo de población del Ecuador; asimismo, entre nes de ese año y 1951 se
fundó el Instituto Ecuatoriano de Investigaciones para Educación de Adul-
tos (IEIEA) y ese año la UNP realizó el informe de los primeros siete años de
campaña.38 Con ello se cerró una primera etapa. Si bien la UNP y el Grupo
LEA continuaron liderando la campaña, lo ocurrido en la década de 1950, y
hasta 1961, fue sustancialmente diferente y merece la atención en una nueva
investigación. De todos estos sucesos, la creación del IEIEA fue el más rele-
vante porque, en palabras de sus líderes, la campaña exigía un cambio de
perspectiva y su trabajo era crucial para lograr ese objetivo.
33. Unión Nacional de Periodistas, LacampañadealfabetizacióndeadultosenelEcuador
acargodelaUniónNacionaldePeriodistas (Quito: Editorial S, 1948), 4-5.
34. “El Ecuador tiene tal número de analfabetos q’ ni la acción constante del Estado,
ni la iniciativa particular, como la que realiza la UNP, podría erradicar el mal completa-
mente: se calcula del 60 al 70 por ciento de analfabetos, teniendo el problema múltiples
aspectos, especialmente si se considera la enorme población indígena del Ecuador, la cual
en su mayor parte está formada por analfabetos. [...] De este modo, la institución perio-
dística nombrada, en esta vez, ha llegado a la base misma de la nacionalidad”. Silva, “La
campaña de alfabetización...”, 11.
35. “Se inauguran los cursos de alfabetización organizados por la UNP”, El Comercio,
1 de mayo de 1944: 3.
36. Prieto, Liberalismo y temor..., 207.
37. Luis Rodolfo López Morocho, “Breve historia de la Educación de Adultos en
Ecuador: anotaciones para una genealogía”, 593DigitalPublisherCEIT 6, n.º 4 (julio-agosto
2021): 90, https://doi.org/10.33386/593dp.2021.4.615.
38. Unión Nacional de Periodistas, Lacampañadealfabetización..., 19; Unión Nacional
de Periodistas, Alfabetizaciónyeducación..., 14.
Procesos 57, enero-junio 2023 49
“El ideal de incorporar ecazmente a la población analfabeta a nuestra
cultura y civilización queda trunca”, decía Vallejo Larrea, en el momento que
fundaban el IEIEA.39 Con estas palabras Vallejo se refería a que el ideal de
acabar con el analfabetismo en pocos años e incorporar a la población alfabe-
tizada a la cultura nacional y a la civilización, a la ciudadanía, que se habían
propuesto en 1944, estaba muy lejos de concretarse. De modo que, a partir
de 1950 se empezó a hablar de educación integral, diferenciada, con base en
los intereses y perspectivas de cada grupo social y a partir de los resultados
investigativos que el IEIEA iba a proporcionar.40
Según cuenta Humberto Silva, secretario de la UNP, al iniciar la campa-
ña el principal referente de la institución para el desarrollo de su proyecto
fue el trabajo desarrollado por el Grupo LEA, en Guayaquil, desde abril de
1943.41 Un año después (abril de 1944) se desarrollaban de forma paralela dos
campañas de alfabetización: una en la Costa, liderada por el Grupo LEA, y la
otra en la Sierra, a cargo de la UNP; pero a nes de 1944 se empezó a hablar
de una sola campaña a nivel nacional. De manera que el 31 de julio de 1944,
a través del Decreto Ejecutivo n.º 573, Velasco Ibarra encarocialmente a
la UNP continuar con la Campaña en la Sierra y el Oriente y al Grupo LEA
la Costa y Galápagos.42 No obstante, esta división no fue rígida porque la
UNP lideró y tuvo centros de alfabetización en algunos lugares de la Costa
y la región insular, y el Grupo LEA en algunos lugares de la Sierra. Meses
más tarde, precisamente el 15 de febrero de 1945, la Asamblea Constituyente
dictó la Ley de Alfabetización.43 Con ello se raticó el encargo del gobierno
de Velasco Ibarra y el Estado pasó a ser parte, aunque de forma indirecta, de
la campaña. En retrospectiva, hasta la emisión de la Ley de Alfabetización en
1945, el Grupo LEA llevaba casi dos años alfabetizando en la Costa y la UNP
uno. Con la emisión de la Ley y la intervención del Estado, el proyecto alfa-
betizador se intensicó entre 1945 y 1948. Hacia 1949 sufrió un breve declive
y, a partir de entonces surgió una visión crítica sobre la alfabetización que
dio lugar a un cambio de perspectiva, en la década de los 50.44
39. Unión Nacional de Periodistas, EI Instituto Ecuatoriano de Investigaciones para Edu-
cacióndeAdultos (Quito: Talleres Grácos Minerva, 1951), 20.
40. Ibíd., 15-16.
41. Silva, “La campaña de alfabetización...”, 12.
42. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducación..., 20.
43. Asamblea Constituyente del Ecuador 1944-1945, “Ley de Alfabetización”, Pub. L.
n.º 268 (1945).
44. Estas armaciones se basan en un documento del Estatuto de la Liga Alfabetiza-
dora de Enseñanza (LAE) (1949) y el informe de los primeros siete años de labores de la
UNP (1951). Los datos se desagregan a lo largo del artículo.
Procesos 57, enero-junio 202350
La Ley de Alfabetización contenía ocho artículos. En el considerando de
esta ley se especica que su emisión fue un mandato de la Revolución del 28
de mayo de 1944, que se sostiene en las recomendaciones del Primer Congre-
so Americano de Maestros, y que es un deber cívico de todos los ecuatoria-
nos contribuir a la obra de alfabetización. Los artículos, en resumen, ratican
a la UNP y al Grupo LEA el encargo de liderar la campaña, establecen la
obligatoriedad de todo ecuatoriano entre 16 y 50 años aprender a leer y es-
cribir (en el plazo de cinco años), instituyen la obligatoriedad de todo aquel
que tuviere sujetos bajo su dependencia remitirlos al proceso alfabetizador.
Así mismo, la Ley estableció la creación de un fondo económico anual, de no
menos de quinientos mil sucres, a partir de la emisión de estampillas para
su nanciamiento que debía ser manejado y distribuido por el Ministerio
de Educación.45 Esta fue la normativa que acogió y reguló las actividades
de la Campaña de Alfabetización a partir de febrero de 1945. Antes de esta
fecha, la campaña fue una iniciativa exclusiva del gremio de los periodistas,
intelectuales, instituciones culturales y educativas, imprentas, colegios nor-
males, entre otros, a través de la creación de fondos propios.46
FunCionamiento estruCtural
de la Campaña de alFabetizaCión, 1944-1950
La organización territorial y espacial que la UNP creó para la puesta en
marcha de la campaña fue pensada para que esta se desplegara en todo el terri-
torio ecuatoriano. El esquema jerárquico-institucional que construyó la UNP, a
partir de una ocina central ubicada en Quito, se extendió hacia las provincias,
cantones y parroquias. Aunque las comunidades campesinas e indígenas y su
jurisdicción territorial no guran en el esquema organizativo de esta campaña,
desde los cantones y parroquias se promovió su participación (gura 1).
Según sus líderes, este organigrama era crucial para que el proceso alfa-
betizador llegue incluso a los caseríos y comunidades más alejadas. Si en la
comprensión de las élites los habitantes del interior del país hasta entonces
habían permanecido en la periferia de la geografía, al margen de la nación y
del Estado, y carentes de nociones culturales elementales, el deber que asu-
mieron sus líderes fue llevar la civilización, a través de la lectura y escritura,
a esos lugares remotos e incorporar a la población a la cultura nacional.47 De
45. Asamblea Constituyente del Ecuador 1944-1945, “Ley de Alfabetización”.
46. Guevara Wolf, “Alfabetización”, 37.
47. Se reere a nociones básicas de educación (leer, escribir, contar), prácticas de hi-
giene y vestimenta.
Procesos 57, enero-junio 2023 51
modo que, de acuerdo a una lógica de la división territorial administrativa y
a la infraestructura educativa, la campaña se desplegó, según los documen-
tos de la UNP, del siguiente modo:
La UNP tiene la dirección total y directa de la Campaña para la marcha de la en-
señanza. Cada provincia tiene un Comité Central o Provincial integrado por las
autoridades civiles educacionales, eclesiásticas, organismos obreros y personas
prestantes de entidades culturales y sociales. Hay Inspectores Provinciales, Can-
tonales y Parroquiales encargados de la dirección de la labor. El profesorado en
general es el arma más fuerte en esta campaña. Profesores y alumnos de casi todos
los planteles del País, así como los Directores de Educación, Rectores, etc. trabajan
tesoneramente. A estos se agrega un gran número de personas particulares.48
48. Unión Nacional de Periodistas, Lacampañadealfabetización..., 5.
Figura 1. Esquema de organización de la Campaña de Alfabetización de la UNP
Fuente: Unión Nacional de Periodistas, UniónNacionaldePeriodistaseneducaciónpopular
ecuatoriana (Quito: La Unión, 1954), 10.
Procesos 57, enero-junio 202352
Este concepto evidencia una forma de penetración política y cultural del
proyecto alfabetizador en el interior del país. A partir de una ocina central
ubicada en la ciudad de Quito, las provincias, y sobre todo los cantones y pa-
rroquias, representan los espacios propicios para el desarrollo de la enseñan-
za.49 Las parroquias según esta lógica eran los espacios que debían vincular
a las comunidades (indígenas-montuvias) con los centros de alfabetización
ubicados en los espacios de la sede de la UNP en Quito, en aulas del Grupo
LEA en Guayaquil, en escuelas y colegios públicos urbanos y rurales, en
espacios municipales, en casas parroquiales, en espacios del clero y de cuar-
teles, entre otros. En general, en áreas de las diferentes organizaciones parti-
cipantes, preparadas para funcionar como aulas. En ocasiones los cursos se
impartieron en espacios al aire libre a través de cartillas murales, e incluso en
los hogares de los propios participantes alfabetizados.50
Para el desarrollo de la enseñanza, la Comisión de Alfabetización que
había establecido la UNP a inicios de 1944, se planteó tres interrogantes: qué
se debía enseñar, a través de qué método, y quiénes debían ser los instruc-
tores. Orientados por las recomendaciones de Frank Laubach, inuenciados
por la experiencia de otros programas de alfabetización de corte indigenista
en Latinoamérica, condicionados por los requisitos constitucionales para ser
ciudadano, los contenidos que se priorizaron en la primera etapa de ense-
ñanza fueron: lectura, escritura y elementos de cálculo. En la segunda etapa,
deducimos que, afectados por la coyuntura de la guerra del 41 y los intereses
del Estado y los intelectuales por construir unidad nacional, los contenidos
fueron: “nociones de higiene, historia y geografía patrias, normas de moral
y cívica” entre otros.51
En cuanto a quiénes debían enseñar, participaron en el proceso una plura-
lidad de actores. Según el informe de la UNP publicado en 1951, la principal
fuerza de la campaña fueron los docentes de las escuelas primarias de todo el
país, apoyados por el Ministerio de Educación. A este grupo se sumaron tam-
bién estudiantes de los últimos años de colegio, el clero, el ejército, periodistas,
ciudadanos particulares, entre otros. Así mismo, se promovió que los alfabeti-
zados fueran también instructores de sus familiares.52 A todo aquel que parti-
cipaba en el proceso de enseñanza, la UNP lo denominó cruzado, término con
49. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducación..., 19. Véase las matrices de
alfabetizados y de las secretarías seccionales de alfabetización, expuestas en el informe
que realizó la UNP en 1954.
50. Estas armaciones están basadas en varios documentos publicados por la Unión
Nacional de Periodistas entre 1944 y 1954.
51. Unión Nacional de Periodistas, Alfabetizaciónyeducación..., 7-8.
52. Ibíd., 8.
Procesos 57, enero-junio 2023 53
una connotación religiosa y misionera.53 Fueron los llamados cruzados los que
generaron el proceso alfabetizador en el territorio, una red que penetró y mar-
el espacio geográco nacional. Los estímulos que creó la UNP para este gru-
po y para los nuevos alfabetos fueron los siguientes: un diploma de ciudadanía
a los mayores de edad que habían aprendido a leer y escribir y un diploma de
patriotismo a los instructores. Así mismo, se creó un estímulo pecuniario para
los profesores que lograban alfabetizar a por lo menos ocho personas.54
El principal recurso para el desarrollo del aprendizaje fue la Cartilla del Dr.
Laubach, adaptada a la realidad ecuatoriana por la UNP y el Grupo LEA. Para
alfabetizar a la población indígena se usaron también cartillas en quichua, no
obstante, se priorizó su explicación y aprendizaje en español y del español.55
Otros recursos que se usaron en los centros de alfabetización fueron registros
de analfabetos, de alfabetizados, de asistencia, “Fichas de Control de los Cen-
tros, Pruebas de Rendimiento”, un formulario de registro de cruzados, entre
otros documentos.56 La Cartilla de Laubach era parte de un método basado
en la lectura y escritura silábica, que conjugaba imágenes y palabras. Tanto la
UNP como el Grupo LEA usaron desde sus inicios este sistema de enseñanza.
Según la cartilla de LEA, editada en Guayaquil en 1945, el proceso consistía
en una clase individual con una duración recomendada de 30 minutos dia-
rios. El alumno debía aprender nociones básicas de lectura y escritura en un
aproximado de cuatro o cinco meses de clases.57 En las indicaciones de esta
cartilla, el proceso de enseñanza constaba de diez lecciones, cada una con su
subdivisión interna. Nótese la siguiente recomendación para los instructores:
Lección I, paso I. “Mostrando al alumno los dibujos del cuadro, pregúntele: ¿Es esta
un ala? ¿Un hacha?... etc. Siguiendo así hasta el pie de la columna, permítale nom-
brar los dibujos. Paso II, Muéstrele el dibujo del “ala” y pregúntele ¿Qué es esto?
El alumno contesta “ala”. Muéstrele la palabra “ala” y dígale: aquí dice “ala”. Per-
mítale nombrar cada palabra, hacha, mano, sapo, etc., hasta el n de la columna.58
Un fragmento de la Cartilla de Alfabetización se puede ver en la gura
2. El resto de lecciones se van complejizando, no obstante, el método es el
53. Se denominó cruzados a los voluntarios de la alfabetización. Véase “La cam-
paña de alfabetización”, RevistadelaUniónNacionaldePeriodista, n.º 1 (1944): 27-28.
54. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducación..., 8-12. A los menores de
edad que habían aprendido a leer y escribir les otorgaban un certicado.
55. DiariodeDebatesdelaAsambleaConstituyentede1944, t. VI (Quito: Talleres Grácos
Nacionales, 1944), 95.
56. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducación..., 8-12.
57. Ibíd., 28.
58. Liga de Enseñanza de Analfabetos (LEA), Cartillaparalaalfabetizacióndeadultos
(Guayaquil: Imprenta y Talleres Municipales de Guayaquil, 1945), 1.
Procesos 57, enero-junio 202354
mismo: va de la lectura de imágenes y palabras a la lectura de oraciones.
Acabadas las diez lecciones el alumno debía haber aprendido a leer y escri-
bir con ciertas dicultades, luego de ello tendría el gran reto de leer algu-
nos cuentos ilustrados. Para el aprendizaje de la escritura se usó el mismo
método: al tiempo que el alumno aprendía a leer, debía dibujar las letras en
su cuaderno, a mano imprenta, luego las palabras y oraciones, y así sucesi-
vamente.59 Estas cartillas fueron repartidas gratuitamente en los centros de
alfabetización que había establecido la UNP y el Grupo LEA en todo el país.
Las carátulas pueden apreciarse en la gura 3.60 Las dos cartillas, impre-
sas en 1945 y 1949, tienen una estructura similar. La cartilla del grupo LEA
(1945) tiene una dimensión de 19,5 x 29 centímetros y está compuesta por
26 páginas: la primera página corresponde a la carátula, la 2 a las indicacio-
59. Ibíd., 2.
60. Las cartillas físicas completas reposan en el Archivo Biblioteca Aurelio Espinosa
Pólit (ABAEP).
Figura 2. Fragmento gráco de la Cartilla de Alfabetización. Lección I
Fuente: Unión Nacional de Periodistas. CartillaadaptadaporlaUniónNacionaldePeriodistas
del doctor Laubach (Quito: Gran Colombia, 1949), 4.
Procesos 57, enero-junio 2023 55
nes, de la 3 a la 24 se presentan las lecciones de alfabetización propiamente
dichas, en la página 25 está impresa la Ley de Alfabetización, y en la última
página el Himno Nacional del Ecuador. En ese mismo orden, la cartilla de
1949 tiene una dimensión de 21 x 31,5 centímetros y está organizada en 24
cuartillas. La primera página corresponde a la carátula, la 2 a las indicacio-
nes, la 3 a una hoja de iniciación a base de dibujos, de la página 4 a la 23 se
desarrollan las lecciones de alfabetización y la página 24 está compuesta por
un texto en primera persona, cuyo discurso se puede calicar como una apo-
logía a la lectura y la escritura y elementos de cálculo (gura 2).
Como se ha señalado anteriormente, el contenido interno de las cartillas
conjugaba imágenes, sílabas y palabras, en un ejercicio que se va compleji-
zando en la medida que avanzan las páginas, hasta formar oraciones simples.
Situándonos en los años 40, se puede armar que las imágenes de animales,
objetos y palabras, estaban adaptadas al contexto temporal y espacial de la
Figura 3. Carátulas de las Cartilla de Alfabetización
Fuente: Unión Nacional de Periodistas, CartillaadaptadaporlaUniónNacionaldePeriodistas
del Dr. Laubach (Quito: Gran Colombia, 1949), 1; Liga de Enseñanza de Analfabetos, Cartilla
paralaalfabetizacióndeadultos (Guayaquil: Imprenta y Talleres Municipales, 1945), 1.
Procesos 57, enero-junio 202356
población de entonces: por ejemplo, las palabras e imágenes de un ala, hacha,
casa, vaca, mano, sapo, nido, etc. En el momento que las alecciones avan-
zan surgen oraciones que versan del siguiente modo: “el pueblo es grande”,
“la neblina es blanca”, “el día es claro”, “la gallina está chueca” “yo creo en
Dios”, “el monte es grande”, etc. Sin duda, estas frases estaban contextualiza-
das a las circunstancias espaciotemporales de la población de los años 40. En
cuanto al discurso, en la primera y última página de las cartillas, se evidencia
una clara relación de este con la construcción de ciudadanos: “un analfabeto
menos es un ciudadano más” es el eslogan que se encuentra en las carátulas
de la cartilla de 1944 y 1949. La leyenda de la última página es una apología
a la labor de la UNP y las habilidades de lectura, escritura y cálculo se mues-
tran como prácticas cuotidianas de la nueva condición de vida civilizada que
ha de alcanzar una persona a través de su alfabetización.61
Los rasgos de la cartilla del grupo LEA de Guayaquil, impresa en 1945,
son similares a las cartillas de la UNP de 1949. Empero, en la sección de in-
dicaciones se pueden leer que algunas lecciones deben estar dedicadas a la
lectura de cinco cuentos ilustrados y se recomienda, además, la lectura del
libro El Ciudadano escrito por Aurora Vallejo Arrieta. Estos datos, así como la
apología a la lectura y la escritura expuesta en la última página de la cartilla
de 1949, evidencian el interés de los periodistas por crear futuros lectores a
través de la campaña de alfabetización (gura 3).62
La difusión de la campaña fue tarea de la prensa diaria y de la radio,
especialmente Radio Quito.63 En la Sierra y el Oriente fue difundida especial-
mente por El Comercio y en la Costa fue tarea de ElTelégrafo,ElUniversoy La
Prensa. La impresión de las cartillas fue una labor que asumieron imprentas
relacionadas con la UNP en Quito, y con el Grupo LEA en Guayaquil, em-
pero, aportaron varias otras imprentas particulares. Según Guevara Wolf,
en el puerto principal las tareas de propaganda iniciaron con la llegada del
doctor Laubach, en 1942, cuando los periódicos publicaron la cartilla y las
instrucciones para los futuros educadores de la campaña.64 Según la UNP,
la tarea de divulgación se realizó a través “de millares de circulares, aches,
artículos en los 25 diarios y 30 otras publicaciones periódicas del País, por
todas las Radiodifusoras” y por medio de sacerdotes, profesores y alumnos
61. Unión Nacional de Periodistas, Cartilla del Dr. F. Laubach adaptada por la UNP (Qui-
to: Imprenta Gran Colombia, 1949), 22.
62. LEA, Cartillaparalaalfabetización... Véase también las cartillas impresas por la UNP
(1949) y por el grupo LEA (1945), ABAEP.
63. Prieto, Liberalismo y temor..., 206. Véase también las publicaciones de El Comercio
de enero de 1945.
64. Guevara Wolf, “Alfabetización”, 35.
Procesos 57, enero-junio 2023 57
de todo el Ecuador.65 De esa manera, los periódicos, y en general la prensa,
fueron fundamentales en la construcción nacional, a través de la campaña de
alfabetización, porque generaron sentimientos de pertenencia en el tiempo
y espacio, tal como arma Benedict Anderson, aun cuando sus reexiones
sobre el papel de la prensa se sitúan en el siglo XIX.66
los resultados práCtiCos y simbóliCos
de la Campaña, 1944-1950
Al cabo de siete años de su funcionamiento, la campaña tuvo su primera
evaluación. En este acápite se exponen algunos resultados respecto al núme-
ro de personas alfabetizadas, la disminución del analfabetismo en términos
porcentuales y la participación de nuevos ciudadanos en el sufragio. Estos
tres elementos suponen la evidencia de su triunfo. Como se dijo antes, el
Grupo LEA desarrolló la campaña desde 1943, antes de recibir aval del go-
bierno y emitir la Ley de Alfabetización. En 1945, el Grupo LEA evaluó los
resultados y explicó los centros de alfabetización establecidos, el número de
instructores y el número de analfabetos que concurrieron. Según el informe
realizado por Guevara Wolf, publicado en enero de 1946 en la revista Educa-
ciónyLetras, los resultados fueron los resumidos en la tabla 1.67
El cuadro evidencia el desarrollo de la campaña en sus distintas etapas.
En el primer año la campaña se desarrolló exclusivamente en Guayaquil; en
la segunda se expandió hacia las parroquias y cantones de Guayas y, nal-
mente, a otras provincias. Además, se evidencia el crecimiento, en número
de instructores y alumnos. En cuanto a la UNP, Vallejo Larrea, tras siete años
de haber sido director nacional de la campaña, mencionaba que hasta 1951
la institución había alfabetizado a 150 281 personas, de los cuales, cerca de
90 000 eran indígenas. Ello fue posible, decía Vallejo, gracias al trabajo de
3484 centros de alfabetización distribuidos en todo el país.68 En un desglose
anual estas cifras se muestran en la tabla 2
Las cifras muestran el proyecto alfabetizador de la UNP en la Sierra y
parte del Litoral. Se contabilizan los resultados del trabajo que el Grupo LEA
había realizado durante los años de 1944 y 1945; pero lo hecho entre 1946
y 1950 por esa última organización no se ha podido rastrear. De todas ma-
65. Unión Nacional de Periodistas, Lacampañadealfabetización..., 6.
66. Benedict Anderson, ComunidadesImaginadas.Reexionessobreelorigenyladifusión
del nacionalismo (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1993), 245.
67. Guevara Wolf, “Alfabetización”, 36-37.
68. Unión Nacional de Periodistas, Alfabetizaciónyeducación..., 11-12.
Procesos 57, enero-junio 202358
neras, las dos organizaciones impactaron en los índices del analfabetismo.
A decir del Instituto Estadístico Iberoamericano, el Ecuador de esos años
logró importantes resultados en la disminución del analfabetismo, en com-
paración con los demás países de la región. Según Rafael Quintero, hacia
1931 más del 65 % de la población era analfabeta.69 En 1944 este porcentaje se
había reducido a 52 % y en 1950 al 43,7 % “entre las personas mayores de 10
años”.70 En términos porcentuales, signica que entre 1944 y 1950 el analfa-
betismo se redujo un 9 % aproximadamente.
Otro elemento que permite evaluar el impacto de la campaña es la par-
ticipación de los ecuatorianos en el sufragio. Según el historiador Juan Mai-
guashca, una de las características de los países latinoamericanos hasta bien
entrada la década del sesenta era la poca participación política. Sin embargo,
entre las elecciones de 1933 y las de 1948, los sufragantes en el Ecuador cre-
cieron rápidamente, de manera que la participación en elecciones se triplicó,
al pasar de 3,1 a 9,66 % entre 1933 y 1948.71 Si bien se deduce que fueron
varios los factores que incidieron en el cambio, uno de ellos fue el interés
del Estado por mejorar las condiciones sociales, económicas, culturales de la
sociedad, mediante el aumento de la oferta educativa.72 Otros factores fue-
69. Rafael Quintero, El mito del populismo en el Ecuador (Quito: FLACSO Ecuador,
1980), 226.
70. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducación..., 14.
71. Juan Maiguashca y Liisa North, “Orígenes y signicado del velasquismo: lucha de
clases y participación política en el Ecuador, 1920-1972”, en Lacuestiónregionalyelpoder
(Quito: FLACSO Ecuador / CERLAC / Corporación Editora Nacional, 1991), 132.
72. Milton Luna Tamayo, “Las políticas educativas en el Ecuador, 1950-2010. Las ac-
ciones del Estado y las iniciativas de la sociedad” (tesis de doctorado, Universidad Nacio-
nal de Educación a Distancia, 2014), 50-54.
Tabla 1. Resultados de la Campaña de Alfabetización
del Grupo LEA, 1943-1944
Cursos/
centros Instructores Alumnos/
analfabetos
Guayaquil 14 42 Aprox. 400
Parroquias rurales de Guayaquil 9 30 787
Cantones de la prov. del Guayas 13 55 903
Otras provincias (Esmeraldas, El Oro,
Manabí, Bolívar, Loja, Azuay, Chimborazo) 16 155 555
Total 52 282 2645
Fuente: Ernesto Guevara Wolf, “Alfabetización”, Revista Letras del Ecuador, n.º 1 (1946): 25.
Elaborado por el autor.
Procesos 57, enero-junio 2023 59
ron los resultados de proyectos como la nacionalización de la enseñanza, la
escuela activa, la escuela rural, que también tenían como objetivo la integra-
ción nacional y el crecimiento cultural;73 además del interés de la Asamblea
Constituyente 1944-1945 por ampliar la comunidad política,74 así como la
participación de los nuevos votantes con categoría de ciudadano en el pro-
ceso alfabetizador.
El 29 de noviembre de 1950 se realizó ocialmente el Primen Censo Na-
cional de Población en el Ecuador. Los datos respecto al alfabetismo y al anal-
fabetismo fueron los siguientes: 43,70 % eran analfabetos y 56,25 % sabían leer
y escribir; pero existía una marcada diferencia entre la población rural y ur-
bana. En estas últimas, 83,43 % eran alfabetos, mientras que las zonas rurales
apenas llegaban a un porcentaje de 45,55 %. A pesar de las diferencias, se evi-
dencia también el aumento del número de sujetos que se habían convertido
en ciudadanos para 1950, gracias a las campañas de alfabetización.75
Más allá de los números, Mercedes Prieto señala que el triunfo de la
campaña fue haber creado la idea de hermandad nacional.76 Las prácticas
y rituales de la campaña evidenciaban el interés de los representantes de
las élites por buscar y construir esa unidad. Las manifestaciones masivas,
la recolección de recursos económicos, los eventos cívicos ordenados por el
73. Sinnardet, “Nación y educación...”, 114-116. Sobre la Escuela Rural como un factor
importante para la incorporación del indio a cultura nacional. Véase RevistaEducación,
especialmente el n.º 1, publicado en 1946.
74. Prieto, Liberalismo y temor..., 210.
75. Dirección General de Estadística y Censos, Primercensodepoblación..., 6-7.
76. Prieto, Liberalismo y temor..., 210.
Tabla 2. Resultados de la Campaña de Alfabetización
de Adultos, 1944-1950
Año Centros de alfabetización Número de alfabetizados
1944 845 14 799
1945-1946 932 50 639
1947-1948 922 46 959
1949-1950 1185 37 884
Total 3884 150 281
Fuente: Gustavo Vallejo, “Informe del director de la campaña de alfabetización, Sr.
Gustavo Vallejo Larrea, a la Asamblea General de la Unión Nacional de Periodistas sobre
las labores realizadas de 1944 a 1951”, en Alfabetización y educación de adultos (Quito:
Talleres Grácos Minerva, 1951), 11.
Elaborado por el autor.
Procesos 57, enero-junio 202360
Ministerio de Educación, luego de la derrota en la guerra del 41, así como la
inscripción pública en los cursos de alfabetización, fueron un modo de parti-
cipación patriótico-nacionalista, tanto como la entrega pública de diplomas
de ciudadanía y patriotismo (y los premios) a los nuevos alfabetos y a los
instructores,77 la inauguración de centros de alfabetización en todo el país, el
voluntarismo de la campaña, la participación pública de los alfabetizados en
el sufragio, las cartas de los nuevos alfabetos a la UNP y los homenajes, entre
otros, suscitaron un sentimiento de unidad nacional incluso entre quienes no
participaron el proceso de manera directa.
disCursos triunFalistas sobre la Campaña
y el juego de las representaCiones
La campaña estuvo dirigida a todas las personas, más allá de su condi-
ción étnica, social o cultural, tanto a hombres como mujeres que no habían
aprendido a leer o escribir.78 No parece haber existido ninguna imposición,
como tampoco una obligatoriedad promovida por alguna institución públi-
ca que asegurara el desarrollo de la alfabetización. Se expidió, sí, el Decreto
Supremo n.º 573, y también la Ley de Alfabetización, con ocho escasos artí-
culos, cuyos artículos 2 y 3 establecían la obligatoriedad de todos los ecua-
torianos, entre 16 y 50 años, de alfabetizarse en el término de cinco años, así
como también de los que tenían entre 20 y 55 de colaborar con la campaña,
pero no existen pruebas para armar que se haya aplicado de forma coer-
citiva; por el contrario, en la ley y en los discursos, se apeló al compromiso
cívico-patriótico y al voluntarismo.79
Según sus líderes, la campaña recibió una aceptación masiva de la so-
ciedad civil, en distintos segmentos de la población: indígenas, campesi-
nos, obreros, reclusos, conscriptos y empleados municipales, entre otros.
Todos se habrían inscrito voluntariamente en los cursos; y, según el dis-
curso triunfalista de intelectuales, periodistas, transmitido también por
el Estado, aprender a leer y a escribir formaba parte de un deber cívico y
una oportunidad para que los analfabetos accedieran a los derechos de
ciudadanía. En ese marco, no existió ningún tipo de distinción social, cul-
77. Véase las publicaciones de El Comercio, 9 y 25 de enero de 1945.
78. Si bien en esos años existieron programas de educación orientados exclusivamen-
te a la población indígena, como la Escuela de Indios y Culturización, la Campaña de
Alfabetización liderada por la UNP y el Grupo LEA estuvo dirigida a toda la población
urbana y rural, sin ningún tipo de distinción racial, cultural o social. Respecto a la escuela
para indígenas véase González, Informealanación...
79. Asamblea Constituyente del Ecuador 1944-1945, “Ley de Alfabetización”.
Procesos 57, enero-junio 2023 61
tural o racial, el único requisito era el deseo de aprender a leer y escribir.
De modo que para grupos e individuos que hasta entonces habían per-
manecido al margen del Estado, la alfabetización fue construida como un
proyecto que ofrecía la oportunidad de acceder a la ciudadanía y dejar atrás
una condición de inferioridad política, social y cultural, como era conside-
rado el analfabetismo en estos años. El proceso movilizó a los sujetos de la
exclusión a la autoinclusión en la comunidad nacional. No se entienda con
ello que indios o negros alfabetizados y ciudadanizados eran considerados
iguales en el conjunto de la nación, pues los dispositivos de diferenciación,
a partir de los imaginarios de raza y clase, continuaron de forma indenida.
Dentro de todos los segmentos de la población se destaca la participa-
ción del sector indígena. Por un lado, se subrayó la petición de los propios
indígenas para ser alfabetizados y, por otro, se enfatizó en que este sector de
la población era el que sufría y tenía los más altos índices de analfabetismo,
convirtiéndose así en un problema para el progreso del país. La campaña
construyó la imagen del sujeto indígena como la representación de la vida
no civilizada. Más allá del discurso triunfalista de la UNP y el Grupo LEA,
organizaciones indígenas como la Federación Ecuatoriana de Indios (FEI),
mostraron interés por ser parte de la campaña. Mercedes Prieto arma que
en 1944 llegó a Quito una comisión de la FEI para solicitar a los organizado-
res de la campaña la alfabetización de los “quichua hablantes”.80
Es curioso ver cómo se reeren los periodistas a esta comisión: “los com-
patriotas de Yanahurco han destacado su delegación compuesta por Dolores
Cacuango —la infatigable y extraordinaria ecuatoriana que seguramente lle-
va en sus venas sangre de históricos guerreros— Rosa Chuñe y Luis Catu-
cuambe. TressoberbiosejemplaresdelvalordelanoblezadelaRazadeBronce”.81 Se
reconoce a los indígenas como ecuatorianos, pero se explicita el imaginario de
la división e inferioridad racial. Esta gestión, con la ayuda del embajador de
Colombia, Gustavo Santos, habría promovido la construcción de una escuela
en Yanahurco para el desarrollo de la alfabetización de adultos y niños.82
De igual modo, en la publicación LaUNPenlaeducaciónpopularecuato-
riana de 1954, mediante fotografías se destaca la participación de grupos de
indígenas de Chibuleo (Tungurahua); de un “jíbaro” de la Amazonía ense-
ñando a leer a su propia hija, es decir, una concepción del paso de bárbaro/
80. Prieto, Liberalismo y temor..., 207.
81. Unión Nacional de Periodistas, “Para escuela modelo de Yanahurco ofrecen todo
contingente y apoyo los indígenas de la región”, RevistadelaUniónNacionaldePeriodistas,
n.º 2 (1944): 14. Énfasis añadido.
82. César Larrea, “Crónica del periodismo nacional”, RevistadelaUniónNacionalde
Periodistas (1944): 21. Gustavo Santos, además de embajador de Colombia en el Ecuador,
en esos años fue miembro de la UNP.
Procesos 57, enero-junio 202362
jíbaro a civilizado/letrado; en Cayambe se destaca la participación de indí-
genas de la hacienda Santa Ana; en Cangahua, en uno de los centros rurales
de la UNP, se muestra cómo una autoridad enseña a leer a una adulta indíge-
na del caserío de Pingulmi.83 Así mismo, según el diario El Comercio, en 1944
se establecieron centros de alfabetización en varios pueblos de la provincia
de Bolívar: Chimbo, San Miguel, La Magdalena, Bella Vista y otros pueblos
de Pichincha, Chimborazo, Tungurahua, Imbabura, Tulcán, Azuay, Cuenca,
Loja, etc.84 En la Costa, a nales de 1944 se habían abierto centros en Zaruma,
Piñas, Machala, Portovelo y Santa Rosa.85
La prensa describe también la inscripción de grupos de obreros urbanos,
destaca la participación de albañiles en Quito, que aprendieron a leer y a
escribir en horarios de la tarde, así como también a las vivanderas y barredo-
res de los mercados y los trabajadores municipales de la ciudad de Quito.86
Según Guevara Wolf, también recibieron los cursos grupos de conscriptos en
los cuarteles de la capital, Atahualpa y el Montecristi.87 En las casas particu-
lares se habría enseñado a leer y escribir a personas del servicio doméstico.
De todos estos grupos, según el informe de labores de la UNP publicado en
1951, hubo cursos anuales en la Penitenciaría Nacional García Moreno, cosa
que se ilustra con la fotografía de un recluso afroamericano y su profesor.
Algo similar habría sucedido en la Cárcel Municipal de Guayaquil.88
Estas manifestaciones visuales y textuales sugieren que existió una acepta-
ción masiva de la campaña. En el imaginario social, los sectores indígenas, ne-
gros, montuvios, campesinos, fueron guiados desde y hacia el saber y los valores
civilizados de una minoría blanco-mestiza. Empero, no se entienda con ello que
tras la alfabetización hayan ocurrido cambios en la composición excluyente de la
nación ecuatoriana. Incluso, años más tarde “la sociedad blanco-mestiza —por-
tadora de la conciencia nacional— estaba muy satisfecha con que los indígenas
amazónicos queden totalmente excluidos de la ciudadanía”, y de la nación.89
83. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducación..., 10-20.
84. “En varias poblaciones se establecen centros de alfabetización”, El Comercio, 28 de
mayo de 1944: 3. Véase también las publicaciones del 7 y 18 de enero, así como del 1 de
febrero de 1945.
85. Guevara Wolf, “Alfabetización”, 39.
86. “Diez mil maestros se necesitan para alfabetizar a veinte mil ciudadanos”, El Co-
mercio, 11 de mayo de 1944: 6; “Trabajadores del Matadero Municipal se han propuesto
aprender a leer y a escribir”, El Comercio, 20 de mayo de 1944: 4.
87. Guevara Wolf, “Alfabetización”, 37.
88. Además de los artículos de El Comercio, la información se toma de Unión Nacional
de Periodistas, Alfabetizaciónyeducación..., 14; Unión Nacional de Periodistas, UniónNa-
cional de Periodistas...; Unión Nacional de Periodistas, RevistadelaUnión...; Guevara Wolf,
“Alfabetización”, 41.
89. Blanca Muratorio, “Nación, identidad y etnicidad: imágenes de los indios ecuato-
Procesos 57, enero-junio 2023 63
la Campaña de alFabetizaCión
Como Cruzada naCional
Tanto el conicto con el Perú (1941) como el proyecto alfabetizador li-
derado por la UNP y el Grupo LEA (1944) produjeron en el Ecuador un in-
terés sin precedentes por construir la unidad nacional. Un gran número de
asociaciones, instituciones, gremios, individuos, incluso el Estado, que hasta
entonces habían tenido un carácter contradictorio o una ideología contra-
puesta, se unieron para defender la patria y, con ese mismo entusiasmo, se
emprendió la campaña de alfabetización. ¿Qué hizo posible aquello? Este
apartado sugiere una respuesta.
La iniciativa emprendida por el Grupo LEA consiguió que se sumaran
varias instituciones con aportes distintos. Según Guevara Wolf, durante el
primer año fue crucial el aporte económico del Municipio de Guayaquil. La
impresión de las cartillas fue obra de imprentas como Reed and Reed, La
Reforma, Artes Grácas Senefelder, Zea. También ayudaron el Colegio de
Señoritas de Guayaquil, el Normal Rita Lecumberri, el Colegio Particular
Instituto Nacional, la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes, los
bachilleres de Ciencias de la Educación, entre otros. Esto posibilitó que la
campaña se extendiera hacia los cantones del Guayas y otras provincias. Se
sumaron así, maestros y autoridades cantonales y parroquiales, que estable-
cieron centros de alfabetización.90
Algo similar sucedió con la UNP. Como ya se señaló anteriormente, a
partir de 1945 la campaña recibió el apoyo del gobierno de Velasco Ibarra.
En todos esos años fue crucial la labor de los maestros de escuelas y colegios
del sector urbano y rural, del Ministerio de Educación, los Normales, y es-
tudiantes de los últimos niveles de la secundaria. Según los documentos de
las dos instituciones, en la medida que se desarrollaba la campaña, recibió el
apoyo de varias organizaciones como el clero, las Fuerzas Armadas, la Casa
de la Cultura, la Escuela Municipal de Bellas Artes, el Club de Leones de
Guayaquil, la Asociación Ecuatoriana de Bellas Artes, el Sindicato de Edu-
cadores Ecuatorianos, la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecua-
dor, el Instituto Superior de Pedagogía, la Sociedad Deportiva y Cultural de
Ex-Cadetes, el Club Cultural VEP, el Personal del Panóptico, los Hacenda-
rianos y sus imagineros a nes del siglo XIX”, en Imágeneseimagineros.Representacionesde
los indigenas ecuatorianos, siglo XIX y XX (Quito: FLACSO Ecuador, 1994), 276.
90. Guevara Wolf, “Alfabetización”, 38-39.
Procesos 57, enero-junio 202364
dos, la Cárcel Municipal, el Club Quito Comercial y Obrero, entre otras.91
Varias de esas instituciones, asociaciones y personas, procedentes de dis-
tintas clases e ideologías —liberales, indigenistas liberales, conservadores, co-
munistas, populistas, socialistas, entre otros— unieron fuerzas para impulsar
la campaña de alfabetización y la unidad nacional. No es que se hayan supe-
rado sus diferencias sino que desarrollaron una actitud de colaboración, en
este caso puntual.92 Parafraseando a Pierre Bourdieu, en tiempos de guerra
todo es posible. “Si usted construye la imagen del espacio social y corta un cír-
culo al azar, las personas que estén en él, tendrán muchas más cosas en común
que los que están fuera”. No es difícil construir, a partir de esta idea, la imagen
desigual en la composición de la sociedad ecuatoriana de los años cuarenta.
No obstante, en la etapa de la posguerra existió el deseo de las élites intelec-
tuales y políticas de que todos los ecuatorianos, independiente de su ideolo-
gía, procedencia social y regional, sumaran sus voluntades a la campaña.93
En ese marco, el proyecto alfabetizador funcionó, por lo menos para sus
líderes, como un dispositivo que juntó a todos los ecuatorianos en un mismo
nosotros. De ahí que la cooperación en la campaña se haya convertido en
un imperativo ineludible a pesar de las ideologías contrapuestas. Según un
artículo publicado por El Comercio en mayo de 1944, luego de que la inaugu-
ración de la campaña, no se interesaron en ella únicamente las personas que
tenían que ver “con la Escuela y la Pedagogía”, sino una pluralidad de suje-
tos e instituciones que deseaban inscribirse para ser parte de los cruzados de
alfabetización.94 Más allá de ese discurso positivista, a continuación se des-
cribe la participación del clero, algunos hacendados, y algunos comerciantes
municipales, en una circular remitida el 3 de julio de 1945 por la UNP:
Demás está decir que la iglesia, ahora como lo ha hecho siempre, debe ir a la ca-
beza en esta patriótica cruzada. Por ese motivo, [...] hago un llamamiento a su en-
tusiasmo y buena voluntad para que, como ya lo han hecho muchos Venerables
Párrocos en esta Arquidiócesis, procure fundar y sostener uno o varios centros
91. Véase RevistadelaUniónNacionaldePeriodistas (1944) y el Estatuto de la Liga Alfa-
betizadora de Enseñanza (1949).
92. El deseo de unidad luego de la derrota de 1941 se observa en la coalición de par-
tidos y postulados que la ADE. Véase Raúl Zhingre, Laparticipaciónconservadoraenelpro-
gramadeAlianzaDemocráticaEcuatoriana,1943-1944 (Quito: Universidad Andina Simón
Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora Nacional, 2015).
93. Pierre Bourdieu, “Los campos del poder”, Revista Digital BLOGHEMIA, 18 de
diciembre de 2021, https://www.bloghemia.com/2021/12/los-campos-del-poder-por-
pierre-bourdieu.html.
94. “Hoy gran demanda de cartillas para la alfabetización”, El Comercio, 5 de mayo
de 1944: 9.
Procesos 57, enero-junio 2023 65
de alfabetización. [...] Confío, pues, que usted contribuirá generosamente en la
forma que acabo de indicarle para la reconstrucciónnacional.95
Se desconoce el número de centros de alfabetización que lideró la igle-
sia a nivel nacional, pero en el BoletínEclesiástico de 1945 se encuentran en-
listados alrededor de 18 curas de parroquias de la provincia de Pichincha,
Tungurahua y Cotopaxi. De todos ellos, el Boletín destaca la participación
de Víctor Logroño, párroco de San Andrés, que junto a N. Álvarez habría
“implantado 36 centro de Alfabetización”.96 Según el Boletín, los curas que
participaron en la campaña trabajaban en la Sierra centro norte y hay razo-
nes para pensar que algo similar ocurrió en otros lugares del Ecuador. Para
la UNP, la participación de curas y de la iglesia en general, fue crucial en
la campaña, especialmente en los centros parroquiales donde existían igle-
sias.97 Incluso se dice que en varias ocasiones los curas entregaron los diplo-
mas de ciudadanía a los alfabetizados.98
Existen también indicios sobre la participación de hacendados, pues al-
gunos grupos de indios conciertos habrían asistido a los cursos de alfabetiza-
ción. Un ejemplo de ello es la fotografía de dos peones de la hacienda Santa
Ana de Cayambe aprendiendo a leer y a escribir, publicada por el gremio de
los periodistas en 1954.99 Asimismo, Vallejo Larrea, en su intervención del 8
de septiembre de 1944 ante la Asamblea Constituyente, mencionaba que a
nivel nacional existían “treinta y siete haciendas” con grupos de alfabetiza-
ción.100 Sin embargo, no es seguro que en otras haciendas haya ocurrido algo
similar. Las complejas condiciones y singularidades del sistema de hacienda
del Ecuador más bien sugieren lo contrario.
Donde se establecieron cursos de alfabetización fue en los centros de
trabajadores municipales de Quito, Guayaquil y otras ciudades. Según el
relato de los periodistas, eran los lugares donde se inscribían los volunta-
rios, impartían los cursos y repartían gratuitamente los materiales: cartillas
de alfabetización, lápices, folletos de lectura, etc., y en época navideña en
algunos sectores incluso se habría llegado a regalar aguinaldos.101 Y cuando
95. “A los Venerables Señores Curas y Rectores de Iglesias de la Provincia de Pichin-
cha, disponiendo exhortar a los eles, para iniciar una campaña de alfabetización”, Boletín
EclesiásticodelaArquidiócesisdeQuito, n.º XLVIII (1946): 38. Énfasis añadido.
96. Ibíd., 300-301.
97. Silva, “La campaña de alfabetización...”, 28.
98. Unión Nacional de Periodistas, LaUNPenlaeducación..., 16.
99. Ibíd., 23.
100. DiariodeDebatesdelaAsambleaConstituyentede1944, t. III (Quito: Talleres Grá-
cos Nacionales, 1944), 75.
101. Vallejo, “Informe del director...”, 7.
Procesos 57, enero-junio 202366
el proyecto llegó a discutirse en la Asamblea Constituyente de 1944-1945,
recibió el apoyo de todas las bancadas.102
ConClusiones
En denitiva, la Campaña de Alfabetización fue parte de un proceso de
culturización y construcción de ciudadanos civilizados promovido por la
élites intelectuales y políticas, durante la década de 1940. En el plano regio-
nal, formó parte de los proyectos de alfabetización que se desarrollaban en
distintos países latinoamericanos inspirados por las ideas del indigenismo y
el darwinismo social.
Fue una campaña plural, dirigida a todos los ecuatorianos, pero se cons-
truyó la representación del indígena como sujeto de alfabetización. La lec-
tura y la escritura, las nociones de cálculo, los sentimientos cívicos y patrió-
ticos, el castellano como lengua nacional, el conocimiento de la historia y la
geografía, el cambio psíquico del indígena, el higienismo, fueron algunos
valores que promovió la campaña durante los cursos de alfabetización para
fundar un nuevo sujeto civilizado, digno de integrar la nación y la comuni-
dad política de ciudadanos.
No obstante, el proceso de incorporación que los representantes de las
élites pensaban lograr a través de la alfabetización no fue para integrar al
Otro, identicado como indio, cholo, zambo, negro o montuvio, sino para
que este se sometiera a un proceso de trasformación cultural —espiritual,
psicológica, higiénica, lingüística, cívica, de la imagen— que le posibilitara,
al amparo de su nueva cualidad de ciudadano, integrar el cuerpo nacional.
De manera que más allá de las 150 281 personas que la UNP y el Grupo LEA
alfabetizaron entre 1944 y 1950 y su expresión en el proceso de sufragio, para
las élites la campaña fue un triunfo porque creó unidad nacional. Empero,
los logros alcanzados en términos de personas alfabetizadas y su contribu-
ción al fortalecimiento de los sentimientos nacionales y la construcción de
ciudadanos representa a nuestro parecer el triunfo de un modelo ideológico
que se sirvió del mestizaje cultural para ocultar el racismo.
102. Véase DiariodeDebatesdelaAsambleaConstituyentede1944, t. VI, especialmente.
Procesos 57, enero-junio 2023 67
Fuentes y bibliograFía
FUENTES PRIMARIAS
Archivos consultados
Archivo Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit (ABAEP).
Entrevistas
Díaz, Grecia y Oswaldo Terán Misle. Grecia fue hija de Aníbal Díaz, antiguo miembro
del Partido Comunista. En conversación con el autor. Diciembre de 2022.
Impresos
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El Comercio. Quito. 1944-1945.
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RevistadelaUniónNacionaldePeriodistas. Quito. 1944.
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–––––. Cartilla del Dr. F. Laubach adaptada por la UNP. Quito: Imprenta Gran Colombia,
1949.
–––––. EIInstitutoEcuatorianodeInvestigacionesparaEducacióndeAdultos. Quito: Ta-
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–––––. LacampañadealfabetizacióndeadultosenelEcuadoracargodelaUniónNacional
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La Virgen del Panecillo y la Guerra Fría:
la renovación católica frente a las reivindicaciones
sexuales y socialistas de los años 60 en Quito*
TheVirginofPanecilloandtheColdWar:CatholicRenewal
in Response to 1960s Sexual and Socialist Demands in Quito
A“VirgemdelPanecillo”eaGuerraFria:arenovaçãocatólicafrente
às reivindicações sexuais e socialistas dos anos 1960 em Quito
Natasha Sandoval
Universidad Central del Ecuador / Museo de la Ciudad
Quito, Ecuador
oda.natasha94@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-8244-4905
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3721
Fecha de presentación: 29 de enero de 2023
Fecha de aceptación: 8 de febrero de 2023
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 71-98. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
* Este artículo forma parte de mi investigación de maestría: “La Virgen del Paneci-
llo: feminidad sagrada, construcción monumental y disputas simbólicas del nacionalismo
católico ecuatoriano (1892-1976)” (tesis de maestría, Universidad Andina Simón Bolívar,
Sede Ecuador, 2018), http://hdl.handle.net/10644/6453.
RESUMEN
El artículo reconstruye el escenario político en que se inauguró
el monumento a la Virgen de Quito en el Panecillo y devela
las contradicciones que implicó para los actores que intervinieron en su
origen y posterior legitimación. Se analiza la semántica de la escultura a
partir de los valores correspondientes a la normatividad masculina y el
ritual anticomunista que fueron el soporte discursivo que promovió su
instalación, mediante la voz autorizada de arzobispos, alcaldes y jefes de
Estado. Y, por otro lado, se consideran las voces disidentes que,
en el contexto de la Guerra Fría, resistieron a ese discurso desde
la reivindicación de sus propias identidades.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
Inmaculada Concepción, género, patriotismo católico,
anticomunismo, siglo XX.
ABSTRACT
The article reconstructs the political scenario in which the monument to
the Virgin of Quito was installed on El Panecillo and unveils
the contradictions this involved for the actors who took part in
its conception and subsequent legitimization. The sculpture’s semantics is
analyzed based on the values associated with masculine standards and the
anti-communist ritual, two factors of the discursive support by way
of the authoritative voices of archbishops, mayors, and heads of State
which promoted the placing of such a statue. In addition, a discussion
of the dissident voices who resisted this discourse in the context
of the Cold War and in defense of their own identities is oered.
Keywords: Latin American history, history of Ecuador, Immaculate
Conception, Panecillo, gender, catholic patriotism,
anti-communism, 20th century.
RESUMO
O artigo reconstrói o cenário político no qual se inaugurou
o monumento da Virgem de Quito “del Panecillo” e revela as
contradições que isso implicou para os atores que intervieram em sua
origem e posterior legitimação. Analisa-se a semântica da escultura a
partir dos valores correspondentes à normatividade masculina e ao
ritual anticomunista que foram o suporte discursivo que promoveu sua
instalação, mediante a voz autorizada de arcebispos, prefeitos e chefes
de Estado. E, por outro lado, são consideradas as vozes dissidentes que,
no contexto da Guerra Fria, resistiram a esse discurso desde
a reivindicação de suas próprias identidades.
Palavras chave: história latino-americana, história do Equador,
Imaculada Conceição, gênero, patriotismo católico,
anticomunismo, século XX.
La inauguración de la Virgen de El Panecillo en Quito estuvo inscrita en
el combate ideológico que sacudió al mundo bipolar de la segunda mitad
del siglo XX. El monumento, ligado a un cuidadoso proyecto de renovación
litúrgica de un sector dominante de la Iglesia católica ecuatoriana, se volvió
el elemento cardinal en la operación de mitigar los peligros de la militancia
femenina y obrera que amenazaron la estabilidad del orden político y reli-
gioso en el Quito de los años setenta.1
Este artículo busca reconstruir el escenario social en que se inscribió la
inauguración de la Virgen de Quito y develar las contradicciones que impli-
có para el conjunto de actores que intervinieron en su gestación y posterior
legitimación. Por un lado, se analiza la semántica del monumento a partir de
los valores de la normatividad masculina que le dieron soporte discursivo, a
través de la voz autorizada de arzobispos, alcaldes y jefes de Estado. Y, por
otro, las voces disidentes que —aunque nalmente fueron silenciadas por el
relato ganador— lograron generar resistencias sobre la base de sus identida-
des no hegemónicas. Entre ellas, las demandas de varias mujeres organizadas
—sumadas a las de amplios sectores populares— son leídas para matizar la
forma predominante de apropiación del mensaje católico y el carácter voluble
de una identidad quiteña, aparentemente libre de contradicciones.
En el primer acápite abordo el proceso que siguió la jerarquía católica
ecuatoriana para posicionarse frente a las reivindicaciones sexuales y de
clase que cobraron fuerza en los años setenta del siglo XX. Para ello, me
detengo a analizar la relevancia que adquirió la Virgen María como sal-
vadora de la nación en crisis y la necesidad de perennizar su imagen en
1. El complejo ambiente político de los años 60 —determinado por la Guerra Fría, las
experiencias revolucionarias en América Latina y las múltiples resistencias sociales frente
a la industrialización capitalista— exigió un esfuerzo sistemático de la Iglesia católica por
mitigar los signos que perturbaban el orden establecido. El arzobispo de Quito, haciendo
eco de las directrices del papa Paulo VI, invitó a mantener el “mensaje especíco” de la
Iglesia para combatir cualquier posible desambiguación de su lectura. Sin embargo, aquel
carácter “universal” del mensaje papal sufrió paradójicas suras al tratar de incorporarse a
los marcos nacionales, y, en el proceso de concretar esas adaptaciones, la jerarquía religiosa
ecuatoriana se volvió fabricante de instrumentos devocionarios que resultaron, en gran
medida, incompatibles con los planteamientos que el Concilio Vaticano II había pregonado
en torno al giro social de la Iglesia. Al emitir su respuesta práctica, la jerarquía ecuatoriana
reveló entre líneas su vocación anticomunista en la lucha ideológica mundial y, en este
marco, elaboró un programa para evocar símbolos de probado alcance nacional. De este
modo, las únicas guras capaces de sostener el temido tambaleo devocional de la Iglesia
católica en los años setenta eran, como a nes del siglo XIX, el Sagrado Corazón de Jesús y
el Inmaculado Corazón de María, alrededor de los cuales se reinstalaron ritos ceremoniales,
imágenes y diversos instrumentos de culto. Sandoval, “La Virgen del Panecillo...”, 60.
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el sitio más visible de la capital de la república. En el segundo acápite, en
cambio, me intereso por los discursos aleccionadores de la moral que la
jerarquía del clero ecuatoriano elaboró para las mujeres que en esos años
articulaban demandas de reconocimiento. Esto, en el marco de la moderni-
zación capitalista y la presencia de instituciones que instrumentalizaron el
vocablo “mujeres”, para disfrazar el nuevo carácter de la división sexual del
trabajo a través de la romantización paternalista de la lucha femenina.2 En
este sentido, contemplo la forma en que varias mujeres católicas de distin-
ta clase social (como destinatarias de un mensaje de adiestramiento moral
fundado en el prototipo de María) generaron resistencias y negociaciones
para lograr, dentro de los códigos heteronormativos de la institucionalidad
católica, mayor reconocimiento y derechos para sí mismas. En el último acá-
pite exploro los antagonismos discursivos que atravesaron la semántica del
monumento en El Panecillo entre las voces que apelaban a la lucha de clases
o a la reconciliación.
la inmaCulada ConCepCión
Frente una oleada marxista, Feminista y atea
La década de 1960 vio cómo el advenimiento de la modernización capi-
talista edicaba las condiciones para el establecimiento de una nueva con-
ciencia sobre el papel del individuo y sus relaciones productivas en el llama-
do mundo moderno. Amplios sectores de la población adquirían conciencia
sobre sus posibilidades de transformación social en medio del conicto ideo-
lógico provocado por la Guerra Fría, el apogeo del imperialismo norteameri-
cano en América Latina, la guerra de Vietnam y el estallido de la Revolución
cubana.3 Estos fueron, en denitiva, los grandes ejes que articularon los dis-
2. Entre 1950 y 1960, el paradigma desarrollista se volvió central en las agendas in-
ternacionales tras la devastación que provocó la II Guerra Mundial, por lo que el fomento
a la educación, la alimentación y la salud fueron evocados por los distintos gobiernos
en su búsqueda de legitimación. Así, los “actores ignorados hasta entonces empezaron a
ser considerados como elementos indispensables de cambio para contribuir al desarrollo
mundial. Este fue el caso de las mujeres, quienes en pocos años, de 1970 a 1975, pasaron
de ser prácticamente inexistentes en los proyectos de la ONU a ser una pieza clave para la
solución de los problemas globales, particularmente en el freno a la explosión demográca
que dio pie a las campañas de planicación familiar de la década de 1970”. Pamela Fuen-
tes, “Entre reivindicaciones sexuales y reclamos de justicia económica: divisiones políticas
e ideológicas durante la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. México,
1975”, Secuencia, n.º 89 (mayo-agosto 2014): 165-167, https://www.scielo.org.mx/scielo.
php?pid=S0186-03482014000200007&script=sci_abstract.
3. Raaele Nocera, “La Guerra Fría en América Latina. Reexiones acerca de la di-
Procesos 57, enero-junio 2023 75
cursos, el debate público, la producción intelectual, la organización social y
el ejercicio político en esos años.
Los desafíos que tenía el catolicismo frente a eso implicaban, en parte,
denir qué posición debía adoptar la institución religiosa en el conicto de
ideologías y modelos que se disputaban la hegemonía global.4 Como agentes
de la lucha ideológica, varias facciones católicas hicieron un cuidadoso es-
fuerzo por mitigar cualquier síntoma de perturbación del orden establecido.
Así, en los años setenta, la Iglesia católica como unidad jerárquica intentaba
consolidar una vía de acción para articular armónicamente todo su engra-
naje institucional desde la Santa Sede y construir un discurso universal que
diera respuesta a las demandas del mundo contemporáneo.5
Una de las mayores preocupaciones de la Iglesia en este período fue “el
viraje de la historia” que advertía la génesis de nuevos comportamientos,
valores y comprensiones del mundo.6 Para el papa Paulo VI, la lectura del
contexto implicaba dimensionar las implicaciones sociales que tenía el desa-
rrollo de la información y la educación:
La aspiración a la igualdad se revela particularmente signicativa en los países
en los que se está en búsqueda de un nuevo estatuto sobre la mujer que haga
cesar toda discriminación odiosa y, protegiendo su vocación propia, reconozca
su independencia como persona y la igualdad de sus derechos a participar en la
vida económica, social, cultural, y política.7
En efecto, “la mujer” como sujeto hegemónico de la lucha femenina (en es-
tricto apego a la diferencia sexual como base de su identidad política) irrumpió
en un escenario ampliamente politizado para demandar reconocimiento frente
al rol instrumental que le imponía la sociedad capitalista. Pese a que no tardaron
en aorar “las mujeres” en su complejidad (y más tarde las asimetrías de género
en un espectro más amplio), la categoría “mujer” fue el eje de una convocatoria
mensión político-institucional”, en LaguerrafríaculturalenAméricaLatina.Desafíosylímites
para una nueva mirada de las relaciones interamericanas, ed. por Benedetta Calandra y Marina
Franco (Buenos Aires: Biblos, 2012).
4. Ibíd.
5. Uso el concepto “Iglesia católica” para referirme a las facciones hegemónicas del
clero que se articulan en torno a la legitimidad institucional del Vaticano y su orden jerár-
quico, sin ánimo de homogeneizar las distintas posturas que existen dentro del catolicismo.
6. Pablo Muñoz Vega, “El Cardenal Arzobispo de Quito, Mons. Pablo Muñoz Vega
comenta la Carta Apostólica de S.S. Paulo VI sobre problemas sociales y políticos”, Boletín
Eclesiástico, n.º 5 y 6 (mayo-junio 1971): 199-200.
7. Ibíd., 199.
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que se sumó a la fuerza movilizadora de grupos que buscaban transformar las
relaciones económicas, sociales y políticas bajo el emblema de la justicia.8
Como se verá a lo largo de este artículo, la jerarquía eclesiástica en el
Ecuador planteó una serie de estrategias para responder a estas demandas
colectivas y, mediante la construcción de un discurso universalista, se orien-
a digerirlas y encauzarlas en la doctrina cristiana. Esta empresa religiosa
encaminada a custodiar los principios del orden político tradicional, nal-
mente, dejó su impronta en la construcción de la Virgen de El Panecillo. Así,
el monumento se volvió medular en el plan de mitigar cualquier posible des-
viación del carácter católico de la nación y aleccionar a la ciudadanía sobre
cuáles debían ser sus valores, prácticas y funciones.
Mientras tanto, desde la Santa Sede se dibujaba un escenario de polariza-
ción que volvía complejo el escenario de opciones y compromisos para los cre-
yentes. En términos del papa Paulo VI, la disyuntiva política mundial contem-
plaba, por un lado, “la ideología marxista con su materialismo ateo y su dialéc-
tica de la violencia”, y, por otro, “la ideología liberal capitalista que cree exaltar
la libertad individual sustrayéndola a toda limitación y estimulándola con la
búsqueda exclusiva del interés y del poder”.9 El papa pregonaba que “frente a
estas ideologías la actitud del católico no puede ni debe ser ambigua”, pues am-
bos lineamientos políticos contradicen puntos sustanciales de la fe religiosa.10
Sin embargo, las ideas socialistas despertaban mayor sospecha pues va-
rios de sus miembros buscaron orientar sus aspiraciones de justicia a partir
de ciertas reinterpretaciones del marxismo.11 En América Latina, particu-
larmente, fue notable la intervención de diversas agrupaciones católicas de
laicos y sacerdotes, sobre todo jóvenes, que en un entorno de amplia reno-
vación intelectual,12 dieron soporte a la llamada Teología de la Liberación,
8. Desde los años 60, la modernización capitalista demandó mayor presencia de muje-
res en el mercado laboral, y en paralelo, ellas fueron construyendo cada vez más espacios
organizativos para sí mismas. Al respecto véase Tatiana Salazar, “Experiencia y militancia
de las mujeres en la izquierda (URME, 1962-1966)” (tesis de maestría, Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2017), http://hdl.handle.net/10644/8489. El eje común de
estas manifestaciones se hizo visible en el marco de la Conferencia de Mundial del Año
Internacional de la Mujer, en que algunas mujeres de países “subdesarrollados”, como Do-
mitila Barrios, se sumaron a la causa de los obreros, estudiantes y campesinos del mundo.
Véase Fuentes, “Entre reivindicaciones sexuales...”, 165-167.
9. Muñoz Vega, “El Cardenal Arzobispo...”, 201-202.
10. Ibíd., 202.
11. Ibíd., 202-203.
12. A partir de los años sesenta, la producción intelectual en torno a las ciencias sociales
cobraba relevancia a nivel mundial, pero particularmente en América Latina adquirió un
enfoque crítico a raíz de la Revolución cubana, que permitió plantear una lectura descoloni-
zadora y antiimperialista del orden establecido. Para el papa, estos cambios implicaban una
“reducción cientíca” de todos los conocimientos relativos al hombre y llevaban consigo
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cuyos antecedentes directos fueron el Concilio Vaticano II (1962-1965) y la
Conferencia Episcopal de Medellín (1968). Esto abonó el terreno para que
algunas facciones católicas se cuestionaran el sentido de la labor pastoral, y
para que aquellas ramicaciones progresistas que buscaban adaptar “la Igle-
sia al mundo” desde inicios de siglo13 hallaran el soporte doctrinal necesario
para inclinar su misión hacia la opción preferencial por los pobres, como
parte de un nuevo sentido de compromiso social.14
En ese momento decisivo para el mundo, Paulo VI animó a las comuni-
dades cristianas a analizar la situación de su propio país mediante la palabra
“inalterable” del Evangelio, para que “la vía católica [...] sea reconocida sin
ambigüedad alguna”.15 Para adherirse a los lineamientos del papa, el máxi-
mo representante del catolicismo en Ecuador construyó su propia lectura de
la realidad del país, revelando entre líneas su anidad con el bando antico-
munista en la lucha ideológica mundial.
Así, en oposición a la lectura crítica de intelectuales que analizaron la com-
pleja situación económica del país desde los antagonismos de clase, las con-
tradicciones del capitalismo agrario o la penetración imperialista,16 para el ar-
“una pretensión peligrosa”, pues temía que las ciencias humanas, al crear “con sus propios
métodos ciertos modelos sociales querría imponerlos enseguida como tipos de conducta
cientícamente comprobados”. Véase Rafael Romero, “Modernidad, América Latina y cien-
cias sociales. La producción del conocimiento de la sociedad en América Latina”, Nómadas.
RevistaCríticadeCienciasSocialesyJurídicas 19, n.º 3 (julio-diciembre 2008): 371-384.
13. El Concilio Vaticano II no es el origen de la movilización crítica al interior de la
Iglesia; en realidad vino a ser una de las consecuencias de la fuerza de secularización
intraeclesial marcada por un pensamiento modernista, progresista y existencialista que
cobró impulso en la primera mitad del siglo XX en Europa, bajo consentimiento de la “teo-
logía secular” y la Nouvelle Théologie, que buscaron reconciliar el sentido de la “iglesia
original” con los valores del mundo contemporáneo. Véase Gustavo Morello, “El Concilio
Vaticano II y su impacto en América Latina: a 40 años de un cambio en los paradigmas
en el catolicismo”, RevistaMexicanade CienciasPolíticasySociales 49, n.º 199 (2013): 89,
https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2007.199.42551.
14. La Teología de la Liberación se inspiró en algunos postulados de la Teoría de la
Dependencia y el marxismo. Estas inuencias permitieron, en el plano teológico, ver una
Iglesia “en el mundo” y “observar pastoralmente la realidad histórica, la situación del
pueblo, los mecanismos de dominación y descubrir ahí los ‘llamados de Dios’ ”. María
José Garrido Arce, “Idearios políticos en la revista Nueva 1971-1978” (tesis de maestría,
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2015), 109.
15. Muñoz Vega, “El Cardenal Arzobispo...”, 199.
16. Con el inicio de la dictadura militar nacionalista de Guillermo Rodríguez Lara, el
Ecuador inauguraba también una matriz económica de base petrolera que, mientras por
un lado estimulaba la proliferación de grupos medios e incrementaba los niveles de con-
sumo en el área urbana, por otro, inducía a una acumulación de capitales en los sectores
productivos vinculados a la dinámica económica central, que tornaba más visibles los
signos de la desigualdad social, sobre todo a escala rural. Frente a esto, fue signicativa
Procesos 57, enero-junio 202378
zobispo de Quito el problema derivaba de una matriz cultural que no había
estado lo sucientemente ligada a los principios católicos. Por ende, la solución
exigía, a su juicio, un cambio interno de mentalidad y una nueva educación.17
El cardenal Pablo Muñoz Vega inició una campaña frontal contra el so-
cialismo y sus intentos de llevar a cabo una lucha “intestina” de revolución;
y, al mismo tiempo, llamó la atención sobre la “inuencia peligrosa” que
estaban teniendo estos grupos en la población:
Aprovechando con maestría las circunstancias de desazón y descontento que
vive la Nación, estos grupos están promoviendo una intensa campaña de difu-
sión ideológica en todos los niveles, inclusive en los de las asociaciones juveniles
y obreras de inspiración cristiana. Por ello no puede menos de preocuparnos
el giro que va tomando en nuestra Patria el proceso de transformación socio-
política, [que] va impregnándose de los fermentos de una ideología que inevita-
blemente la volverán materialista y atea.18
Pero su rechazo al socialismo, recayó también sobre los movimientos
cristianos por la liberación:
Advirtiendo en estos avances un peligro cada vez más insidioso, nos sentimos
movidos por el deber de expresar que la Iglesia en el Ecuador en modo alguno
puede admitir la posibilidad de una opcióncristianaporunatransformaciónrevo-
lucionaria que signicaría el predominio del poder ideológico y político de un
totalitarismo que ya ha dado demasiadas pruebas de su naturaleza tiránica.19
En este marco, el Ecuador inició la operación de rescatar símbolos de pro-
bado alcance nacional, como el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado
Corazón de María, cuya capacidad para sostener la espiritualidad patriótica
de la nación en crisis había dado muestras de legitimidad en momentos an-
teriores. De este modo, los clérigos ecuatorianos emprendieron una relectura
del potencial transformador que habían tenido estas imágenes en la historia
del país, y, en esa línea, se llevaron a cabo campañas de entronización en los
hogares, romerías, procesiones y monumentos en su honor, con la nalidad
la participación política de sectores populares, sindicatos, grupos estudiantiles, obreros y
organizaciones campesinas, que de cara a los desequilibrios del modelo protagonizaron
amplias movilizaciones por demandas revolucionarias de cambio. Sobre los pronuncia-
mientos de intelectuales y dirigentes del Partido Comunista, como Ricardo Paredes y Pe-
dro Saad, cuyas lecturas se difundían a través de medios impresos como la revista Nueva
véase Garrido Arce, “Idearios políticos en la revista...”, 34.
17. Muñoz Vega, “La Iglesia ante el reto entre capitalismo y socialismo”, BoletínEcle-
siástico, n.º 7 y 8 (julio-agosto 1971): 246.
18. Ibíd., 249.
19. Ibíd. Énfasis añadido.
Procesos 57, enero-junio 2023 79
de contrarrestar el temido tambaleo devocional de la Iglesia católica en los
años setenta.20
entre la onu y los disCursos del Clero: sentidos
del año de la mujer para las CatóliCas
Mientras la Santa Sede buscaba repotenciar el culto a María tras la men-
gua que sufrió su imaginería desde el Concilio Vaticano II,21 el arzobispo
de Quito anunciaba el plan de celebrar un Congreso Nacional Mariano en
la ciudad en noviembre de 1975. El propósito era conmemorar el vigésimo
quinto aniversario del dogma de la Asunción de María e inaugurar el monu-
mento a la Virgen de El Panecillo.22
El arzobispo buscaba abordar esos acontecimientos inspirándose en la ex-
hortación apostólica de Paulo VI sobre la “recta ordenación y desarrollo del
culto a la Virgen María”.23 A la par, la Iglesia ecuatoriana anunciaba un progra-
ma para conmemorar, también en ese año, el centenario de la muerte de Ga-
briel García Moreno y las bodas de plata de la canonización de la Santa Maria-
na de Jesús, efectuada por Pío XII en 1950. La nalidad era que la santa quiteña
diera una “lección de amor”, tan necesaria para los cristianos en momentos
de crisis. A propósito de rememorarla, el arzobispo de Quito hizo un llamado
a la mujer ecuatoriana, y lo alineó a la conmemoración del Año Internacional
20. Ambas guras devocionales formaron parte de los proyectos cívico-religiosos que
se llevaron a cabo un siglo antes: la consagración del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús
(en 1874, bajo la presidencia de Gabriel García Moreno) y al Inmaculado Corazón de María
(en 1892, por obra del padre Julio Matovelle). Sobre el programa diseñado por la Iglesia
ecuatoriana para conmemorar el centenario de la Consagración de la República al Sagrado
Corazón de Jesús en 1973 véase Sandoval, “La Virgen del Panecillo...”, 52.
21. Uno de los aspectos más controversiales del Concilio fue su proyecto de renova-
ción litúrgica y la visión ecuménica con que fue repensado el papel de la Virgen María en
el culto religioso. En una alocución que reiterativamente señala la posición central y tras-
cendente de Cristo como “único mediador”, se interpela la anterior misión de María como
“mediadora entre Dios y los hombres”, para darle el nuevo título de “esclava del Señor en
la obra de redención y santicación”. A partir de las distintas lecturas sobre aquella refor-
mulación mariológica, todo lo anterior derivó en un distanciamiento de la liturgia maria-
na, percibida en amplios sectores de la Iglesia. Véase Pericles Felici, “La santísima Virgen
María, madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia”, en Lumen Gentium (Roma: s.
r., 1964), https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/
vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html; Sandoval, “La Virgen del Panecillo...”, 64.
22. Sin embargo, por asuntos logísticos, el Congreso se aplazó nalmente para marzo
de 1976.
23. Pablo Muñoz Vega, “Exhortación Apostólica de S. S. el papa Paulo VI sobre ‘La
recta ordenación y desarrollo del culto a la santísima Virgen María’ ”, BoletínEclesiástico,
n.º 3 y 4 (marzo-abril 1975): 102.
Procesos 57, enero-junio 202380
de la Mujer que declaró la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1975:
Pienso que la mujer ecuatoriana no tiene necesidad de buscar en otra parte el
paradigma de mujer más estupendo que podía desear: lo tiene en Mariana de
Jesús: en sus extraordinarios valores humanos, en su pureza y dignidad feme-
ninas, en su ascensión a las más altas cumbres del espíritu, en su capacidad
formidable de amor.24
El religioso ecuatoriano se adhería a la convocatoria que hizo la ONU
para que los representantes de sus 133 Estados miembros asistieran a la Pri-
mera Conferencia Mundial sobre la Mujer, a celebrarse en ciudad de México,
del 19 de junio al 2 de julio de 1975, en el marco del denominado Año Inter-
nacional de la Mujer.
La Conferencia fue planicada como una exhortación ocial aparauncia-
do “desarrollo” de sus países, e impulsar la “igualdad” en términos sociales,
económicos y jurídicos, así como aplicar medidas para erradicar la discrimi-
nación contra la mujer, emprendiendo un programa destinado, entre otras
cosas, a su “plena integración social”.25 Esto dio lugar a que el mundo evo-
cara genéricamente a “la mujer” para referirse al segmento de la población
que, independientemente de su etnia o condición social, se encasillaba en
aquella categoría. A raíz de este hecho, se suscitaron varias tensiones alre-
dedor del evento —que incluyó una reunión intergubernamental y un foro
abierto a lideresas de distinta procedencia— entre mujeres que defendían
versiones contrarias de la lucha femenina a partir de las múltiples lecturas
que emanaron de contextos sociales disímiles:
Las construcciones ideológicas acerca de lo que signicaba “ser mujer” desempe-
ñaron un papel central en las confrontaciones diarias entre mujeres de los países
de los llamados Primer y Tercer Mundos. Las mujeres de las naciones económi-
camente desarrolladas fueron percibidas por la prensa y por algunas delegadas
latinoamericanas como interesadas únicamente en asuntos sexuales, como el les-
bianismo, el aborto y la prostitución. Por el contrario, el ideal de mujer del Tercer
Mundo estaba relacionado con la justicia social y la igualdad económica.26
Mientras las mujeres empezaban a ser consideradas por la ONU
como “elementos indispensables de cambio para contribuir al desarrollo
mundial”,27 al interior del evento, varias participantes declaraban su dispo-
24. “Importantes conmemoraciones de este año en curso”, ibíd., n.º 7 y 8 (junio-agosto
1975): 240.
25. ONU Mujeres, “Conferencias mundiales sobre la mujer”, https://www.unwo-
men.org/es/how-we-work/intergovernmental-support/world-conferences-on-women.
26. Fuentes, “Entre reivindicaciones sexuales...”.
27. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 2023 81
sición a enfrentar la explotación y la injusticia estructural a la que estaban
sometidos sus países por la división internacional del trabajo.
Podemos identicar cuatro niveles en que se desenvolvieron las represen-
taciones y discursos sobre la mujer a propósito de la conferencia. Por un lado,
intervinieron mujeres de países industrializados que veían en el feminismo
una reivindicación en términos sexuales y reproductivos, frente a mujeres de
países periféricos que promulgaban demandas de clase y denunciaban la in-
justicia social imperante en el mundo capitalista. Ellas interpelaron, a su vez,
la naturaleza de una conferencia que pretendía encasillarlas dentro de una ca-
tegoría estrictamente sexual.28 Por otro lado, se manifestaron agentes externos
como la prensa y guras políticas que, en gran medida, ridiculizaron o roman-
tizaron las voces femeninas a partir de comentarios sexistas.29 En otro polo de
la opinión pública se situaron varias organizaciones feministas que decidieron
no participar en la conferencia porque consideraban que el Año Internacional
de la Mujer era un acontecimiento “de carácter sexista, que perpetuaba la dis-
criminación de las mujeres, pues no era más que una concesión por parte de
las agencias gubernamentales que las concebían como ‘seres inferiores’ nece-
sitadas de ‘amparo y protección’ ”.30 Y, nalmente, tomaron posicionamiento
otros agentes institucionales de jerarquía masculina que trataron de acaparar
los discursos sobre “la mujer” para sus propios nes, como la Iglesia católica,
que creó desde la Santa Sede un comité para el Año Internacional de la Mujer
y cuya voz en Ecuador se manifestó en la gura del arzobispo de Quito.
A propósito de una audiencia que concedió Paulo VI a la secretaria ge-
neral del Año Internacional de la Mujer,31 el arzobispo de Quito insistía en
que el tema de “la igualdad, el desarrollo y la paz” programado para celebrar
28. “A pesar de la diversidad de opiniones que existió [...] la prensa y la mayoría de los
asistentes concibieron las discusiones de la Tribuna como una lucha entre mujeres de los
países industrializados —encarnados en la gura de la feminista estadunidense Betty Frie-
dan— y las del Tercer Mundo, quienes tuvieron dos portavoces: la ecuatoriana Marisa de los
Andes —cuyas huellas antes y después de la Conferencia ha sido difícil rastrear— y, princi-
palmente, la boliviana Domitila Barrios de Chungara, líder de los mineros de su país”. Ibíd.
29. Ibíd.
30. “Para las feministas del MLM, los problemas de las mujeres no iban a ser ataca-
dos desde la raíz en la Conferencia, pues el verdadero objetivo de esta era utilizar todo el
potencial femenino para forticar y mantener la continuidad del capitalismo. [...] Ponían
énfasis en las cuestiones que ellas asumían como prioritarias dentro de sus demandas: el
trabajo doméstico y la reproducción. Consideraban que ambas estaban siendo analizadas
desde la perspectiva masculina con la única nalidad de favorecer al mismo sistema que
las mantenía relegadas de la verdadera toma de decisión”. Ibíd.
31. Paulo VI, “Carta del Santo Padre Pablo VI a la Conferencia Mundial del Año Inter-
nacional de la mujer”, L’OsservatoreRomano,ediciónenlenguaespañola XIII, n.º 26, 16 de ju-
nio de 1975: 85, https://www.vatican.va/content/paul-vi/es/letters/1975/documents/
hf_p-vi_let_19750616_conferenza-mondiale-anno-donna.pdf.
Procesos 57, enero-junio 202382
dicho acontecimiento, no resultaba ajeno al interés de la Iglesia; y añadía: “[a]
cuantos colaboran en la preparación del Año Internacional de la Mujer, con el
n dignísimo de potenciar cada vez más la dignidad y la misión de la mujer,
señalamos como punto sólido de referencia la gura de la Virgen Santísima”.32
Aquella “misión de la mujer” a la que aludió el pontíce fue adquiriendo
distintos matices en los discursos religiosos de la época que intentaban denir
la identidad femenina en función del prototipo maternal de María y apelaban
a la fórmula heteronormativa de las “distinciones establecidas por el Creador”
para competir discursivamente con aquellas otras voces femeninas que bus-
caban emancipación y justicia desde la movilización y la denuncia política.33
Sin embargo, aquellos discursos religiosos tampoco cabrían en una mis-
ma taxonomía, pues dentro de la propia Iglesia convivieron múltiples voces,
con planteamientos que lograban confrontar directamente aquella visión
masculina dominante en la dinámica eclesial. Entre todos ellos, resultan no-
torias aquellas presencias religiosas femeninas que interpelaron la naturale-
za jerárquica de la institución, adoptando roles que les habían sido negados
por su condición de mujeres.34
Por su parte, el cardenal Pablo Muñoz Vega asumió la tarea de emitir
mensajes, sermones y prédicas hacia la población femenina, con elaboracio-
nes que incluían metáforas, comparaciones, elogios y gloricaciones para
exaltar a “la mujer” desde lo que se entendía como “su misión especíca” y
“el misterio” de su feminidad.35 El documento principal del arzobispo, titu-
lado “Mensaje a la mujer ecuatoriana con ocasión del Año Internacional de
la Mujer” intentaba instruir a las lectoras sobre la vía que debían seguir para
“hacer valer sus derechos” y su misión en la sociedad, a partir de la Biblia
como única fuente de inspiración.36
Con una retórica plagada de metáforas que las describen como “el encanto
y la dulzura de la humanidad” o “el lazo de amor y unidad en el seno de la
familia humana”, el religioso ecuatoriano delineó para ellas una misión paci-
cadora, celestial y dulcicadora según el marco discursivo de la heteronorma-
tividad patriarcal. Para él, “la mujer, a su escala humana, puede ser llamada
‘la gloria del hombre’, porque ella lo completa y lo conduce a su perfección”.37
32. Muñoz Vega, “Exhortación Apostólica de S. S....”, 151-156.
33. Paulo VI, “Carta del Santo Padre...”, 2.
34. Véase Carmen Pineda, “Mujeres y teología de la liberación en Riobamba y Quito:
los decenios de 1970 y 1980” (tesis de maestría, Universidad Andina Simón Bolívar, Sede
Ecuador, 2013).
35. Muñoz Vega, “Exhortación Apostólica de S. S....”, 151-156.
36. Pablo Muñoz Vega, “Mensaje a la mujer ecuatoriana con ocasión del Año Interna-
cional de la Mujer, 1975”, BoletínEclesiástico, n.º 3 y 4 (marzo-abril 1975): 152.
37. Ibíd., 153.
Procesos 57, enero-junio 2023 83
Desde su voz masculina autorizada, intentó orientar el comportamiento
femenino hacia una “vía justa para su liberación”. Su estrategia consistió en
descalicar entre líneas las demandas feministas que, desde su lectura, pre-
tendían instaurar un modelo de mujer equiparable al prototipo masculino,
desechando las particularidades físicas, mentales y espirituales que denían
para ellas una misión especíca en la sociedad:
¿Debemos pensar que el valor de la persona humana en ella aumentará tanto más
cuanto más se aproxime al tipo masculino, ya sea en la forma de su inteligencia, ya
sea en la forma de vida? ¿O no debemos más bien pensar, que la mujer, aun siendo
igual al hombre en cuanto al valor de su persona, está polarizada de distinta forma
que él, y hay que salvar, por lo mismo, lo que hay de eterno en su feminidad?38
Desde el arquetipo de padre, el sacerdote se sentía autorizado a deman-
dar cierto tipo de comportamiento en sus “hijas”. Su apología de la norma se
volvió un ejercicio colonizador de la identidad femenina, que asumía el rol
de ltro discursivo entre la movilización feminista y lo que él consideraba un
“verdadero rescate de la feminidad”. Así, mientras silenciaba las voces con-
testatarias de mujeres militantes, imponía sus propios códigos de conducta
femenina fundados en la polaridad binaria de lo masculino:39
La mujer dejaría inutilizados sus mejores y más necesarios dones si abrazase el
programa de ocupar el puesto del hombre, cambiando su misión y su destino. La
mujer en cuanto persona, goza de una dignidad igual a la del hombre; pero Dios
y la naturaleza le han conado tareas diferentes, que perfeccionan y completan
la misión asignada al hombre.40
Apelaba a la maternidad como obra femenina por excelencia, a partir de
la cual, la mujer desarrollaba una vocación natural “hacia todo lo que es obra
de amor, de donación, de acogida; hacia todo lo que es espíritu de entrega
a los demás, servicio desinteresado al prójimo”.41 Aquella vocación materna
evocada por el religioso, obligaba a la mujer a asumir una función protectora
que, al mismo tiempo, la convertía en depositaria de la seguridad y el orden de
la nación. Sin embargo, como han develado varias teóricas del género, el man-
dato moral de la madre y la esposa encarna en realidad el correlato de unas
relaciones materiales especícas, pues la familia deviene en una institución
que exige tareas de reproducción de la vida para mantener el balance de la eco-
nomía capitalista. Para sostener este rol instrumental asignado a las mujeres,
38. Muñoz Vega, “Mensaje a la mujer...”, 154-155.
39. Ibíd.
40. Ibíd.
41. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 202384
se han elaborado unos repertorios discursivos para la defensa moral del hogar
que lo han convertido en un “refugio frente a las incertidumbres y embates de
lo público, la ley y las instituciones. En este marco, las posibles rupturas a la
domesticación de la mujer son intuidas como amenazas al orden deseado”.42
El discurso religioso, más allá de plantearse como una simple apología
espiritual, se vuelve una construcción política sobre la moral pública que
traza una línea de acción desde la legalidad del orden eclesial, para disponer
funciones, roles, responsabilidades y vías de acción que perpetúen el establis-
hment patriarcal y no transgredan los mandatos de la política institucional
del Estado. Las mujeres como “objetos de políticas nacionales”, en este caso
colonizadas por el poder eclesial, remiten a “las suspicacias y potenciales
amenazas que ellas representan sobre la nación”,43 pues más allá de instituir
un simple intento de personicarlas como responsables de la estabilidad,
se intenta tomar control sobre sus cuerpos, su sexualidad, sus prácticas e
identidades. En otras palabras, cualquier transgresión femenina del espacio
privado de la familia y el hogar, es vista como un posible atentado a la re-
producción estable de la nación, y por tanto, “en estas múltiples estrategias
las mujeres han sido elegidas como soportes de la tradición y transmisoras
de la cultura nacional, con especial referencia a sus identidades maternas”.44
Para dar sentido a su alocución en el marco del programa desarrollado
por la ONU, el cardenal Pablo Muñoz Vega aludió a la importancia de la mu-
jer para el progreso de la humanidad, “especialmente en aquellos campos que
requieren tacto, delicadeza, intuición maternal”, pues de este modo ella podía
servir a los “intereses de la vida pública”. Así manifestaba que “el equilibrio
del orden social [...] tan expuesto al desmoronamiento, depende en gran par-
te, de la inteligencia con la que la mujer de hoy, asuma y realice su tarea”:45
El hombre tenía necesidad de aprender de qué cosas es capaz la mujer en el campo
de la técnica, de la sociología, de la política, para llegar de este modo al respeto a una
mayor estimación de la obra femenina. Pero ¿no sufrirá la humanidad una catástrofe
si en este avance, los valores especícamente femeninos, tendioses [sic] a desvirtuar-
se y a desaparecer? Queda ahora a la mujer, el probar al hombre que teniendo la
posibilidad de demostrarle que no le es inferior en la tarea común de la construcción
de la sociedad elige ella ser plenamente mujer para cooperar más profunda y ecaz-
mente al plan divino; para ser en el mundo, ante todo una obrera de paz, de dulzura,
de misericordia y de amor, con la ayuda del Espíritu, artíce de todas las cosas.46
42. Gioconda Herrera y Mercedes Prieto, “Género y nación en América Latina. Pre-
sentación”, Íconos. Revista de Ciencias Sociales, n.º 28 (2007): 31-34.
43. Ibíd., 32.
44. Ibíd.
45. Muñoz Vega, “Mensaje a la mujer...”, 152.
46. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 2023 85
La Iglesia trazó una vía irreemplazable para la obra femenina que se
revelaba, según el plan de Dios y, para evitar cualquier posible ambigüedad
interpretativa, el cardenal armó nalmente que es “en María de Nazaret en
quien vemos realizada con admirable preeminencia la promoción de la mu-
jer en la obra de la salvación, en quien vemos presentado como en perfecto
prototipo, el papel especico de la mujer en la Iglesia”.47
Pero, además, [añadía el cardenal Pablo Muñoz Vega] nos encontramos en el año
internacional de la mujer. ¿Podría en la hora actual recibir la mujer ecuatoriana
un mensaje más luminoso y más elevador que el que puede serle dirigido a la
luz de las prerrogativas de Aquella que fue proclamada “la llena de gracia”?48
A tono con los discursos paternalistas que construían un concepto idea-
lizado sobre lo que signicaba “ser mujer” en la sociedad, el líder del clero
ecuatoriano manifestaba:
En un tiempo en el que la mujer escucha tantos llamamientos para la promoción
de su persona y de su misión, nada puede serle más benéco que el volver los
ojos a la belleza incontaminada de María, el modelo acabadísimo de la mujer.
Por ello anhelamos concentrar la atención de nuestro pueblo en este tema: LA
VIRGEN MARIA EN EL AÑO INTERNACIONAL DE LA MUJER.49
La Conferencia Episcopal Ecuatoriana preparaba una campaña de evan-
gelización en el marco de una orientación moderna de la piedad mariana que
lograra transmitirse al pueblo a través de la liturgia.50 De ese modo, Quito sería
la sede de un Congreso Nacional Mariano y la cima de El Panecillo el lugar de
la “cita sagrada” para el homenaje nal.51 Pero el programa del clero ecuato-
47. Ibíd.
48. “Pregón al pueblo ecuatoriano sobre el Congreso Mariano Nacional y el Día de la
Fe Católica”, BoletínEclesiástico, n.º 9 y 10 (septiembre-octubre 1975): 342-343.
49. Ibíd. Énfasis en el original.
50. El Capítulo VIII del Concilio se propuso esclarecer la función de la Virgen a partir
de su lugar respecto a Cristo y a la Iglesia. En 1974, el arzobispo de Quito, haciendo una
lectura de la situación en el país, armó: “Debemos reconocer que el culto y devoción a la
Madre de Dios han sufrido mengua, como consecuencia de una desenfocada interpreta-
ción o aplicación de las normas del Concilio Vaticano II, [pues] efectivamente se ha insisti-
do en que la piedad del pueblo de Dios debe ser cristocéntrica, bíblica y eclesial. Paulo VI
abogó por una renovación de la piedad mariana que permitiera tomar en cuenta las orien-
taciones bíblica, litúrgica, ecuménica y antropológica del culto, y en estos planteamientos,
la Iglesia ecuatoriana hallaría el soporte doctrinal necesario para planicar una serie de
acciones que adaptaran a las exigencias modernas, el culto a la “patrona de la República”.
51. Firman el comunicado cinco guras de la jerarquía eclesial ecuatoriana: Pablo
Muñoz Vega, presidente de la Conferencia Episcopal; Bernardino Echeverría Ruiz, vice-
presidente; Juan Larrea Holguín, presidente de la Comisión de la Promoción Humana;
Procesos 57, enero-junio 202386
riano contempló, además, la realización de varios simposios arquidiocesanos
sobre “la mujer”, para abordar la construcción católica de su rol, procurando
incluir en el programa a mujeres que elaboraran discursos y posicionamientos
sobre el tema. Sin embargo, es preciso anotar que la participación de esas mu-
jeres estuvo atravesada siempre por un tutelaje de sacerdotes que les “autori-
zaban” a hablar, interviniendo en sus elaboraciones y validando sus discursos.
En su maniesto introductorio, las delegadas hablan a nombre de las
mujeres ecuatorianas católicas elaborando varias tesis para defender su dig-
nidad en un momento en que Dios exigía una “conversión de la mente y
las costumbres de todos”, con un particular llamamiento a la mujer, para
que, desde su misión característica, fuese “creadora y propulsora de todo lo
creado”.52 El simposio titulado “La posición de la mujer católica en el Año In-
ternacional de la mujer” fue organizado por Laura Jiménez, María de Romo,
Sor Fanny Cerda, Piedad Vivar Cueva y Diana Santamaría, que participaron
bajo la “asesoría” de los sacerdotes Antonio González, Luis H. Solís, Luis
Alberto Luna y Luis E. Orellana. El simposio estuvo conformado por varias
mesas en las que participaron mujeres provenientes de los sectores medio y
alto, y religiosas de comunidades eclesiales de base pertenecientes a distin-
tas congregaciones religiosas. Las mesas temáticas fueron: “El misterio de la
feminidad”, “Vigencia de los derechos humanos en la mujer”, “La mujer y el
amor”, “La mujer y la sociedad”, “La mujer y el apostolado en la Iglesia”.53
Para construir sus identidades femeninas partieron por asumirse como
poseedoras de un “signo singular que implica destino y expresa creativi-
dad”, al que denominaron el “misterio de la feminidad”, asumiendo como
propia la denición que hizo el papa Paulo VI sobre la mujer:54
Para NOS, mujer es reejo de una belleza que la trasciende, es señal de una bondad
que nos aparece ilimitada, es espejo del hombre ideal, como Dios lo concibió, su
José María Ruiz Navas, presidente de la Comisión de Ministerios; y Raúl Vela Chiriboga,
secretario general de la Conferencia Episcopal.
52. “Pregón al pueblo ecuatoriano...”: 342-343.
53. A continuación las mesas de trabajo con sus respectivas participantes: “El miste-
rio de la feminidad”: Lucinda de Rosero, Diana Santamaría, Sor Fanny Cerda, asesor: Luis
Humberto Solís, S. D. B.; “Vigencia de los derechos humanos en la mujer”: Yolanda Alfaro,
Noemí de Argüello, Piedad Gálvez Cortés, asesor: Mons. Juan Larrea Holguín; “La mujer y
el amor”: Lola Alarcón de Vargas, María Virginia de Romo Dávila, Cecilia Freire de Sáenz,
Sor Irene de la Providencia, asesor: R. P. Luis Orellana, S. J.; “La mujer y la sociedad”: Piedad
Albornoz de Pinto, Clara de Pasquel, Piedad Gálvez Cortés, asesor: P. Luis Alberto Luna
Tobar, O. C. D.; “La mujer y el apostolado en la Iglesia”: Raquel de Acosta Velasco, Gemma
de Mena, Lucila de Carrera, Laura Jiménez, Piedad Vivar Cueva, Octavio Carrera, asesor:
Mons. Antonio J. González Z. “Posición de la mujer católica ecuatoriana en el Año Interna-
cional de la Mujer, 1975”, BoletínEclesiástico, n.º 11 y 12 (noviembre-diciembre 1975): 441.
54. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 2023 87
imagen y su semejanza. Para NOS, mujer es la visión de pureza virginal, que res-
taura los sentimientos afectivos y morales más elevados del corazón humano; para
NOS, es la aparición, en la soledad del hombre, de su compañía, que conoce las
entregas supremas del amor, los recursos de la colaboración y de la asistencia, la
fortaleza de la delidad y de la laboriosidad [...]; para NOS, es la madre [...] la hu-
manidad que lleva en sí la mejor disposición para la atracción religiosa [...] y que,
por ello, cantando, orando, deseando, llorando, parece naturalmente converger
hacia una gura única y suma, inmaculada y dolorosa, que una mujer privilegia-
da, bendita entre todas, fue destinada a realizar, la Virgen Madre de Cristo, María.55
Su lectura de las palabras del papa les permitió adherirse a la imagen de
María como modelo de mujer y, al mismo tiempo, asumir su capacidad para
dar vida como un don que comparten con Dios. La maternidad era para ellas
“la primera gracia especíca de la feminidad” que dio a la mujer un sentido
de “disposición para el amor”. Por ende, añadieron: “la religiosidad cobra
en la mujer una categoría especial, porque procede de ese singular contacto
entre Creador y creatura creadora”.56
“Las mujeres ecuatorianas somos en toda la historia signo de crisis o de
positiva reacción”, añadieron. Por ello asumieron como tarea urgente impo-
nerse “desde adentro, desde lo íntimo, en la vida nacional”. Para lograrlo,
sus acciones contemplaban, por un lado, una toma de conciencia de su iden-
tidad creadora, una educación que supere “sentimentalismos sensualistas”,
y una “aceptación personal y social permanente”.57
A partir de esas estrategias buscaban reconocimiento de su papel en la
construcción nacional, y se sentían respaldadas por la legislación ecuatoriana
en los temas referentes al matrimonio, la sociedad conyugal, derecho al voto,
acceso a la nacionalidad, separación de bienes, divorcio, igualdad de dere-
chos entre cónyuges, el derecho a elegir y ser elegidas y el reconocimiento
de la “plena capacidad jurídica de la mujer casada”.58 Sin embargo, anotaron
que la mujer no podría beneciarse de lo que “en derecho le corresponde”,
mientras no conociera a fondo “la trascendencia de su misión especíca” y
el valor de sus “características exclusivas de feminidad”.59
¿En qué medida su voz deja de ser subalterna cuando empiezan a hablar
desde un lugar religioso de poder patriarcal? ¿Ejercen poder frente a otras
voces femeninas que son silenciadas? ¿Intentan imponerse frente a la movi-
lización feminista, en una dinámica de complicidad con el discurso religioso
55. Paulo VI, “Discurso a la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Italia”, 29 de
octubre de 1966, ibíd.
56. Ibíd., 450.
57. Ibíd., 446.
58. Ibíd., 448.
59. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 202388
dominante? ¿O su acto de hablar representa la agencia de mujeres coloniza-
das expresándose desde los espacios que tienen permitidos?60 Aunque los
discursos heteronormativos y la mediación de los varones religiosos atrave-
saron sus voces, ellas no se sometieron pasivamente a los códigos discursivos
del paternalismo católico; en cambio, decidieron adoptar ciertos elementos
y desechar conscientemente otros. Por ejemplo, admitieron la base doctrinal
cristiana desde su lugar de enunciación para proyectarse como poseedoras
de características femeninas particulares, pero desecharon la imposición de
un rol especíco en la sociedad, para autorrepresentarse como agentes de
una nueva construcción discursiva, en la que cabía incluso la interpelación,
la denuncia y la exigencia de nuevos derechos para ellas.
La negociación de reconocimiento, a cambio de cumplir una presencia
complementaria a la función masculina en el marco de los estatutos católicos,
estableció para ellas un diámetro de incidencia dentro de la misma institución
eclesiástica que, aunque dominada por una jerarquía masculina, les sirvió
para proponer una cuota de reivindicaciones, derechos y roles que conside-
raban propios como ciudadanas de la nación. Para mitigar la desventaja de
su lugar social, decidieron nominarse como parte de la civilización humana,
dentro de la que no cabían desventajas jurídicas basadas en la diferencia se-
xual, pero en la que sí les resultaba necesario hablar de “diferencias espiritua-
les universales” como la “feminidad” en la naturaleza intrínseca de la mujer:
Nosotras insistimos en la falta de sentido que tiene el proponer la existencia de
exclusivos derechos masculinos o femeninos y más aún la desproporción y au-
sencia de sindéresis habida en quienes masculinizan el derecho de tal modo, que
se cree que solo el hombre tiene capacidad o personería natural.61
Señalaron que la iglesia jamás habló especícamente de derechos ex-
clusivos con relación al sexo, “aunque concediera ciertos privilegios a uno
de ellos” y excluyera “por razones pragmáticas” al otro. En general, no
atribuyeron la responsabilidad de estas injusticias al aparato religioso, sino
a la institucionalidad familiar y estatal, a quienes consideraban deudoras
de la educación de la mujer, pues “pretendieron defender la ignorancia
femenina como defensa de la ingenuidad y fortalecimiento de su moral”.62
60. Estas preguntas se inspiran en las conclusiones del ensayo de Ishita Baner-
jee, “Mundos convergentes: género, subalternidad, poscolonialismo”, La Ventana,
n.º 39 (2014): 7-38, https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid
=S1405-94362014000100003.
61. “Posición de la mujer...”, 449.
62. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 2023 89
Denunciaron, al mismo tiempo, que no había interés gubernamental por
promover una formación política de la mujer debido a que el Ecuador no
contaba con verdaderos ideólogos políticos, por “mucho que se cacaree en
contrario, los partidos políticos y sus dirigentes carecieron con frecuencia de
la convicción mental, y los idearios fueron siempre programas de aspiración
inmediata, improvisados y llenos de confusas mezclas doctrinales”.63 Como
población femenina, se consideraban parte de los fracasos del poder, pues
su incidencia electoral en términos numéricos las volvió un instrumento de
complicidad con el orden político al haber “engrosado las urnas, eligiendo
al menos malo, al más simpático o al que más ofrece”. Derivaron aquel acto
de anidad populista a la falta de formación política que les fue impues-
ta, y cuyas secuelas se expresaron en la fórmula electoral del “mal menor
como calicativo de un candidato o la simpatía [...] como norma de actitudes
cívicas”.64 Pero su crítica, además, se asentó en una demanda:
No hace falta llorar más nuestro analfabetismo losóco-político. No es exclu-
sivamente femenino. Partamos con el hombre político ecuatoriano desde cero,
colocados en la línea civil de la entrega a un ideal bien conocido. Dejemos de
colaborar con nuestro voto en el imperio de lo desconocido, que es anárquico.65
Su demanda de formación política estuvo encaminada a exigir espacios
de participación para la toma de decisiones, más allá de las instancias en que
las mujeres han podido gurar “a nivel de sindicato, de colegio o universidad,
de temporada electiva”, en cuyos casos primó el “analfabetismo ideológico”.66
Ellas pidieron a los movimientos políticos de orientación cristiana la promo-
ción de una campaña ideológica de la que “aoren mujeres-líderes, capaces de
dar toda su iniciativa creadora y propulsora a la causa social”.67
Estas demandas increparon la postura de varios religiosos de jerarquía
masculina, como el arzobispo de Quito, que insistieron en la existencia de
un campo laboral y participativo estrictamente femenino que armonizaba
con la misión “caritativa” asignada a las mujeres. Para interpelar esta visión,
armaron que los cargos y funciones de la administración pública “no son
patrimonio del hombre” y decidieron ir más allá, al exigir la creación de fun-
ciones ejecutivas exclusivamente femeninas, como una Dirección Nacional
de Defensa de la Mujer Profesional y una Subsecretaría de Bienestar Social
63. Ibíd.
64. Ibíd., 468.
65. Ibíd.
66. Ibíd., 469.
67. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 202390
Femenino.68 Sus demandas se encaminaban a buscar la inserción laboral de
las mujeres más allá de las misiones consideradas “universalmente femeni-
nas” como la pedagogía y el servicio social asistencial, con miras a participar
en todos los órdenes de la administración pública.
Finalmente, decidieron cerrar su maniesto con una crítica a la estructu-
ra segregativa de la institución eclesiástica, formulando que “la mujer ecua-
toriana se ha sentido dentro de la sociedad religiosa, en una situación pasiva,
que implicó siempre la aceptación de su secundaridad en el ser y el actuar”.69
disonanCias polítiCas del monumento
en el paneCillo: ConstruCCión semántiCa
de la reConCiliaCión Frente a la luCha de Clases
Por otro lado, el Año de la Mujer terminó sin haberse ultimado los trabajos
en la cima de El Panecillo, por lo que, apenas iniciado el año de 1976, el arzo-
bispo de Quito emitió una circular dirigida a todos los sacerdotes del clero
nacional para anunciarles que la celebración del Congreso Nacional Mariano
estaba prevista para la semana del 21 al 28 de marzo del año en curso.70
Iniciada la segunda década de renovación católica promovida por el
Concilio Vaticano II, la jerarquía nacional hablaba del reto que implicó trazar
una única trayectoria doctrinal frente los “extremismos” surgidos dentro de
la Iglesia en el período posconciliar. En esas circunstancias, buscar el patro-
cinio de la Inmaculada se volvía necesario para rearmar la el vocación de
la nación “consagrada al Corazón de su divino Hijo”.71
Los objetivos del Congreso y de la campaña de evangelización eran en-
caminar a los creyentes ecuatorianos a adherirse a la palabra de Paulo VI en
su exhortación apostólica Marialis cultus: “la recta ordenación y desarrollo del
culto a la Sma. Virgen María”. El cardenal Pablo Muñoz Vega elaboró un texto
introductorio al congreso en que animaba a que la “fe salvadora” de la patria se
mantuviera siempre encendida, aun “en medio de los peligros, impugnaciones
y odios de los que es objeto”. Para ello, decía, es necesario acudir a la Virgen
María, cuya presencia nunca “faltó en las horas difíciles de nuestra historia”.72
68. Ibíd.
69. Ibíd.
70. Ibíd., 41.
71. Ibíd., 42.
72. “El Congreso Nacional Mariano. Presentación”, BoletínEclesiástico, n.º 5, 6, 7 y 8
(mayo-agosto 1976): 164.
Procesos 57, enero-junio 2023 91
Su alocución tejía discursivamente el carácter de un patriotismo católico
que, superando el orden retórico, conformara una teología política, un modo
espiritual de gobierno, un proyecto cívico-religioso que pudiera nutrirse de
las evocaciones patrióticas de la Virgen como elemento constituyente del sis-
tema político que el Ecuador necesitaba. Este proyecto ideológico se fundaba
en el anhelo de trascender el nivel doctrinal para competir políticamente
con otros modos de acción transformadora de la moral. El empeño se dirigía
a una reevangelización de la sociedad inspirada en la vida de María, para
poner ante los ecuatorianos, “en lugar del proyecto de hombre nuevo forjado por
elateísmomarxista [...] el proyecto de Dios para la liberación del hombre y la
plenitud de su perfección en Jesucristo”.73
El “hombre nuevo”, como proyecto transformador de la moral revolu-
cionaria para el marxismo, y evocado por el Che Guevara en el marco de la
Revolución cubana, se volvió para la Iglesia católica un rival directo por las
repercusiones espirituales que evocaban sus principios. Pues, más allá de la
justicia económica, el humanismo marxista buscaba diseñar una moral cons-
ciente, solidaria y revolucionaria para la transformación espiritual de las
masas. Este principio fue ganando amplia aceptación entre los movimientos
cristianos por la liberación.74 En términos del líder de la Conferencia Epis-
copal Ecuatoriana, los propósitos de la celebración mariana nacional eran:
Mantener sólidamente intacta y vigorosamente fecunda la fe católica en medio
de la crisis actual de la cultura y la religión, volver más honda y universal la
impronta bíblica en la religión católica ecuatoriana [...] lograr la sustitución del
proyecto ateo-materialista del hombre nuevo por el proyecto de Dios en Cristo
para la construcción de un nuevo Ecuador, convertir nuestra fe católica en com-
promiso de vida para la gran causa de la justicia social que se inspire en la justicia
del Reino de Dios, laborar infatigablemente con Pablo VI por la causa de la paz
en el mundo y en nuestra Patria.75
El discurso transversal a todo el Congreso Mariano apelaba a la patria
como fundamento cívico del culto religioso, develando una conexión directa
entre la función de la imagen católica y la construcción de una identidad
nacional desde los propios códigos eclesiales. Se trataba de un patriotismo
católico resistente a la revolución, contrario a cualquier signo de anarquía
o degeneración del orden “natural”; anticomunista, reaccionario y patriar-
cal. Bajo estos pilares, el homenaje nacional a la “Virgen María, madre de
73. Ibíd., 165. Énfasis añadido.
74. Ernesto Guevara, “El comunismo debe ser también una moral revolucionaria”, en
El socialismo y el hombre nuevo, ed. por José Aricó (Ciudad de México: Siglo XXI, 1979), 243.
75. Pablo Muñoz Vega, “Homenaje nacional a la Virgen María madre de la Iglesia
Ecuatoriana”, BoletínEclesiástico, n.º 5, 6, 7 y 8 (mayo-agosto 1976): 195.
Procesos 57, enero-junio 202392
la iglesia ecuatoriana” fue programado en Quito, y fueron las instalaciones
del Colegio femenino Spellman la sede del Congreso Nacional Mariano, al
que siguió una multitudinaria concentración en la cima de El Panecillo con
ocasión de bendecir la estatua de la Virgen quiteña.76
Entre todas las ponencias religiosas del Congreso hubo una que irrum-
pió para interpelar la naturaleza de la celebración y el concepto que revistió
a la estatua de El Panecillo. Fue Monseñor Leonidas Proaño, el obispo de
Riobamba adscrito a la Teología de la Liberación, quien en su presentación
titulada “las proyecciones sociales del culto y devoción a la Santísima Virgen
María” denunció “las principales injusticias que se cometen con ocasión del
culto a la Virgen”.77 En diálogo con las reexiones que hicieron los eles de
su diócesis, el obispo decidió construir un posicionamiento que contemplara
aspectos económicos, sociales y políticos para cuestionar la actitud románti-
ca que revistió el culto a la Virgen en todo el congreso. Así, a través de Proa-
ño, los eles de Riobamba denunciaron que:
Por querer honrar a la Virgen, se construyen grandes y lujosos santuarios que con-
tradicen a la humildad de María y a la imitación que Ella quiere de nosotros. La
construcción de monumentos enormes y costosos, situados junto a personas que vi-
ven en condiciones infrahumanas que claman al cielo. El obsequio de mantos costo-
sos y de diademas a imágenes de la Virgen, cuando los pobres no tienen qué comer,
teniendo en cuenta que a veces esos mantos son donativos de los explotadores.78
La diócesis de Riobamba, constituida en gran parte por las comunidades
indígenas del área rural de Chimborazo, registraba hacia 1976 un índice de
analfabetismo superior al 52 %, que dejaba a más de 20 000 indígenas en una
situación de vulnerabilidad.79 Esta diócesis, liderada por monseñor Proaño, se
propuso construir una imagen de María como la “mujer pobre” que se rebe-
laba frente al poder de un mundo que “tiende al dominio de los otros”. Estos
eles buscaron la bendición de Dios desde su condición de pobreza, conven-
cidos de que él les concedió “los mismos derechos que a los demás hombres”
bajo la premisa de que “todos son iguales”.80 El cántico a María —dijo Proaño a
nombre de los eles riobambeños— “traduce el pensamiento y la voluntad de
Dios para todos los tiempos: levantar a los humildes y bajar a los poderosos”
para lograr un mundo de igualdad.
76. Sobre los detalles del Congreso Nacional Mariano véase Sandoval, “La Virgen del
Panecillo...”, 79.
77. Leonidas Proaño, “Proyecciones sociales del culto y devoción a la Santísima Vir-
gen María”, BoletínEclesiástico, n.º 5, 6, 7 y 8 (mayo-agosto 1976): 322.
78. Ibíd.
79. “Obispo Proaño dictó charla en Esmeraldas”, ElTiempo, 26 de marzo de 1976: 12.
80. Proaño, “Proyecciones sociales del culto...”, 323.
Procesos 57, enero-junio 2023 93
El mundo está convulsionado: a medida que avanzamos en nuevos descubri-
mientos, se descubren nuevos sistemas de explotación y de opresión. Los países
capitalistas y los de detrás de la cortina de hierro nos imponen sus caprichos.
[...] Hoy se quiere acabar con la esclavitud y se va a la liberación del hombre. El
campesino, mediante la evangelización, mira con claridad un nuevo amanecer.
Cristo es el Salvador de los pobres y humildes.81
Los feligreses riobambeños dicen nalmente que “los hambrientos son
los preferidos de Dios [pues] los colma a través del esfuerzo comunitario”. Y
sugieren que se debe desmiticar a la Virgen para honrarla en el campo de la
justicia, “pues el Evangelio la muestra al lado de los hombres, actuando por
ellos, colaborando con Cristo”.82 Sostienen que la “Madre de Dios” no nece-
sita que le cubran de joyas, dinero o ropajes de lujo; y que el católico debe ser
como ella: “humilde, sin pretensiones, trabajadora, estudiosa de la Palabra
de Dios, promotora de la justicia”. Vindicando la gura de María como una
mujer luchadora, celebraron que ella “pudo derribar a los poderosos de sus
tronos y elevar a los humildes”, llenando de bienes a los hambrientos y “des-
pidiendo a los ricos con las manos vacías”.83
Monseñor Proaño, como vocero de los pobres, reexionaba sobre los
puntos de convergencia entre los discursos elaborados por el papa, el ar-
zobispo de Quito y las comunidades cristianas, señalando que la diferencia
entre todos ellos fue “la descripción realista de las injusticias y de las opre-
siones que presenta[ron] las comunidades cristianas”.84 Para nalizar su in-
tervención analizó el “Cántico de la Virgen”, invitando a mirar que “María
se encuentra en una actividad de auténtica pobreza”, y desde su posición
subalterna “interpela[ba] la riqueza de los soberbios de corazón”, a los “de-
tentadores del poder político” y al “poder del dinero”:
Desde esta apertura de pobreza nos interpela a todos. Nos interpela cuando nos
resistimos a optar por la pobreza y por los pobres. Nos interpela cuando prefe-
rimos optar más bien por los ricos y poderosos. Nos interpela cuando tenemos
miedo de perder un falso prestigio y nos callamos frente a clamorosas injusticias
y depresiones de los pobres. Pregunto: ¿No está interpelándonos María, cuando,
a través de la voz del pueblo nos señala como una injusticia el hecho de levantar
grandes y lujosos santuarios y monumentos que contradicen su humildad, cuan-
do hay tantas personas que viven en condiciones infrahumanas?85
81. Ibíd., 324.
82. Ibíd., 326.
83. Ibíd.
84. Ibíd., 329.
85. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 202394
Su inclinación a la pobreza se expresó como una crítica frontal al evento
cumbre del Congreso Mariano en la cima de El Panecillo, es decir, la inau-
guración de la Virgen quiteña; no solo porque su lugar de emplazamiento
adolecía de graves problemas sociales, sino porque consideraba que la mi-
seria, en sí misma, era expresión de la injusticia estructural que recaía sobre
las mayorías del país. Su intervención resistió la exaltación romántica del
monumento, aunque, paradójicamente, romantizaba la pobreza de María.
Pese a ello, su discurso confrontó a las autoridades religiosas del país en
el núcleo de su propio programa. El religioso invitó a conocer la realidad so-
cial del país, aprendiendo a descubrir “cuales son las causas de la situación de
injusticia, de opresión [y] de disminución humana, en que inmensas multi-
tudes de hombres se debaten desesperadamente”, para que a partir de ahí se
puedan elaborar las proyecciones sociales del culto a la Virgen María optando
“por la pobreza y por los pobres”, combatiendo “la soberbia del corazón, la
ambición del poder político manipulador de las conciencias y la riqueza del
poder del dinero”, pues “la devoción a María [...] tiene que ser puricada de
muchos resultados alienantes y a su vez puricadora de abusos”.86
En las antípodas de esta postura se celebró la clausura del Congreso Ma-
riano, en la cual, el cardenal Pablo Muñoz Vega eligió hablar sobre “La In-
maculada Virgen María y la Nación Ecuatoriana”, deniéndolas como “dos
amores de la misma prodigiosa comunión”.87 Entonces denió a María como
“Reina de la reconciliación nacional”,88 para interpelar los principios mar-
xistas que buscaban “justicia social” desde la rivalidad entre clases sociales:
Pudiera parecer [...] que la Iglesia y la revolución esta vez puedan coincidir en
una idéntica causa, ya que la palabra que sirve de lema (justicia social) parece ser
la misma. Sin embargo, aunque idéntica en las sílabas, esa palabra es cifra y pre-
gón de causas no solo distintas, sino contrapuestas. Edicar un mundo más justo
y más humano es tarea que anuncia también el Evangelio; pero mientras para los
protagonistas de la revolución mediante la lucha de clases se trata de conducir
el conicto violento entre opresores y oprimidos hasta el desenlace absoluto de
la victoria que suprima la clase enemiga, para la Iglesia todo esfuerzo y todo
sacricio son abrazados con la mira puesta en una única meta: la reconciliación.89
Aquella construcción semántica de la reconciliación depositaba en el
“orden” un sinónimo de justicia, y entendía que esta última solo podía alcan-
zarse “mediante la concordia de las voluntades de todos los ecuatorianos,
[...] sobre todo, en los grupos y asociaciones, en los partidos políticos, en las
86. Ibíd., 333.
87. Muñoz Vega, “Homenaje nacional a la Virgen...”, 193-195.
88. Ibíd.
89. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 2023 95
clases sociales”.90 Finalmente, en el acto litúrgico de bendecir el monumento
a la Virgen,91 se pusieron de maniesto los contrapuntos ideológicos de la
institución religiosa nacional, cuyo proceso evangelizador fue depositario
de la visión hegemónica de una jerarquía católica reacia a los cambios revo-
lucionarios, al empoderamiento de las masas subalternas y, con el suciente
poder de vindicar la tradición frente a cualquier inujo crítico de resistencia.
El acto fue, en denitiva, la legitimación de un proyecto católico de orden
visiblemente anticomunista que adhirió a su ideario, el apoyo de un contin-
gente ciudadano católico y nacionalista, orgulloso de su vasallaje a María.
Al concluir la misa, se impartió la bendición a los asistentes, se les dis-
tribuyó la comunión y se declaró bendita a la imagen religiosa. Finalmente,
los más altos prelados de la Iglesia católica ecuatoriana entonaron, junto a
los eles, el himno nacional del Ecuador.92 Por su parte, el papa Paulo VI
impartió desde el Vaticano la bendición apostólica al pueblo ecuatoriano,
con motivo de la celebración del Congreso Mariano y la inauguración del
monumento a la Virgen María.93
a modo de ConClusiones
La función política del monumento a la Virgen de El Panecillo acumuló
signicados que se opusieron explícitamente a los peligros del feminismo y
el socialismo militante, que hallaron su apogeo en los años setenta del siglo
XX. En este marco, la Virgen de El Panecillo fue construida para cumplir una
doble función semántica: por un lado, se orientó a aleccionar moralmente
a las mujeres que irrumpieron en un escenario político de movilizaciones
por derechos (al que se sumaron organismos como la ONU que, en un gesto
paternalista, decretó en 1975 el Año Internacional de la Mujer); y, por otro,
al ser un objeto patriótico y devocionario, se volvió una gura de “reconci-
liación nacional”, llamada a restaurar el orden y a legitimar los valores cató-
licos de la nación contra las manifestaciones comunistas, feministas y ateas
que en esos años “vulneraron” la estabilidad nacional.
La categoría de género atraviesa este análisis por la incidencia que tiene
la evocación de la gura religiosa femenina en los proyectos nacionalistas
90. “Reconciliación es meta de la justicia, dijo el Cardenal”, ElTiempo, 28 de marzo
de 1976.
91. Sobre los detalles de la misa campal de inauguración y bendición de la Virgen
quiteña véase Sandoval, “La Virgen del Panecillo...”, 86.
92. “Papa bendice a ecuatorianos. María, Virgen Reina de la Reconciliación”, El Uni-
verso, 29 de marzo de 1976.
93. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 202396
que buscaban restaurar la paz y el orden. Se depositó en la imagen de María
el inujo doctrinal necesario para convocar a las masas a su pacicación,
inculcando valores y aniquilando cualquier tentativa revolucionaria. Es así
que, en denitiva, la Virgen se erigió como análoga del orden y antagonista
de la revolución social.
Al verse interpelada por la irrupción de las mujeres como agentes políti-
camente movilizadas desde la organización colectiva, la jerarquía eclesiásti-
ca intentó competir simbólicamente con sus posicionamientos, absorbiendo
sus demandas, apropiándose de la causa por la emancipación femenina y
convirtiendo su lucha por el reconocimiento en un manual masculino para
legitimar un orden, unos roles y un modelo de mujer que buscaba en María
su soporte moral. Por su parte, las mujeres católicas se manifestaron en sim-
posios arquidiocesanos a propósito del Año de la Mujer, construyendo sus
propias identidades femeninas que, aunque atravesadas por la heteronor-
matividad y la mediación de un poder masculino que intentó colonizar sus
discursos, se constituyeron como auténticas estrategias de posicionamiento
femenino subalterno.
Aunque la Iglesia católica pregonaba, por un lado, la llamada “reconci-
liación”, por otro, lanzaba toda su maquinaria anticomunista desde los es-
pacios de opinión e injerencia que tuvo a su mando. El marxismo, las ideas
revolucionarias y la búsqueda de justicia social pusieron en jaque a la jerar-
quía eclesiástica por la capacidad de incidencia que lograron despertar entre
los miembros del mismo clero, y que pusieron en riesgo su cohesión institu-
cional. La religiosidad militante de monseñor Leonidas Proaño generó ten-
siones dentro de la misma institución católica a la que representaba. La divi-
nidad, para él, quedó supeditada a las necesidades de los pobres y, aunque
su postura crítica logró incomodar a la jerarquía católica, la incidencia de su
discurso terminó siendo opacada por la pomposidad del ritual religioso que
se vivió en la inauguración del monumento.
Como queda expuesto, la Iglesia ecuatoriana no era monolítica, se expre-
saron en su seno varias líneas de pensamiento y movilización. En ese mar-
co, la misma imagen de la Virgen quedó sujeta a distintas lecturas. Quienes
impulsaron la construcción del monumento promovieron la gura de María
como una mujer abnegada, piadosa, caritativa e incontaminada; sumisa ante
el padre y con una vida sacricada en función del hijo, como parte de un
modelo de comportamiento femenino que debía alcanzar esos dones para
lograr un perfeccionamiento moral. En cambio, los sectores que se manifes-
taron críticos al monumento y a la acción tradicional de la Iglesia, intentaron
“desmiticar” la gura de María asumiéndola como una mujer pobre, que
combatía a los poderosos y lucha desde su subalternidad contra las injusti-
cias del mundo.
Procesos 57, enero-junio 2023 97
La cima de El Panecillo resultó ser un espacio de auténticas disputas
por la representación de un relato nacional, en que los competidores bus-
caron dejar la impronta cultural del poder que detentaban para legitimar
un tipo de identidad; y el monumento, desde su emplazamiento material y
su soporte ideológico, reejó nalmente, los alcances e incidencia social del
poder religioso en su facultad para evocar un respaldo político, jurídico, civil
y militar, que dieran el soporte necesario a su movimiento de masas católico
y nacionalista.
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Religiosas “insertas” y organización de mujeres
populares en Ecuador, 1970-1990
“Committed” Nuns and Grassroots Women’s Organizations
inEcuador,1970-1990
Religiosas“inseridas”eaorganizaçãodemulherespopulares
noEquador,1970-1990
Carmen Pineda González
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
cpinedagonzalez@yahoo.com
https://orcid.org/0000-0001-5042-2066
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3722
Fecha de presentación: 6 de noviembre de 2022
Fecha de aceptación: 13 de enero de 2023
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 99-126. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
El artículo analiza la relación entre las religiosas de vida apostólica
inserta y las mujeres de los sectores populares en zonas periféricas
de las ciudades ecuatorianas. Juntas, estas mujeres emprendieron un
gran abanico de actividades, como talleres convencionales de promoción
social, formación de comunidades eclesiales de base y acciones de
solidaridad. Este proceso desembocó en la formación del movimiento
de mujeres de organizaciones populares del Ecuador que tuvo auge en la
década de 1980. Se estudian las experiencias de organización en la
diócesis de Riobamba y en la vicaría del Sur de Quito.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia social, historia
de mujeres, historia de la iglesia, comunidades eclesiales de base,
organizaciones populares, Quito, siglo XX.
ABSTRACT
This article analyzes the relationship between nuns committed to the
apostolic life and women from the grassroots sectors of Ecuadorian cities.
Together, these women undertook a wide range of activities such as
conventional workshops for social promotion, creation of grassroots
ecclesial communities, and solidarity actions. This process led
to the establishment of the women’s movement of grassroots
organizations in Ecuador, which gained importance in the 1980s.
The organizational experiences in the Riobamba diocese and the South
Quito vicariate are examined.
Keywords: Latin American history, social history, women’s history,
church history, grassroots ecclesial communities, popular organizations,
Quito, twentieth century
RESUMO
O artigo analisa a relação entre as religiosas de vida apostólica inseridas
e as mulheres dos setores populares nas zonas periféricas das cidades
equatorianas. Juntas, tais mulheres, desenvolveram uma ampla gama de
atividades, como ocinas convencionais de promoção social, formação
de comunidades eclesiais de base e ações de solidariedade. Este processo
levou à formação do movimento de mulheres de organizações populares
do Equador, que teve seu auge na década de 1980. São estudadas as
experiências de organização na diocese de Riobamba e no vicariato
do sul de Quito.
Palavras chave: história latino-americana, história social, história das
mulheres, história da igreja, comunidades eclesiais de base, organizações
populares, Quito, século XX.
introduCCión
Sol Serrano, historiadora chilena, en el artículo “El ocaso de la clausura:
mujeres, religión y Estado nacional, el caso chileno” inicia preguntándose
si las monjas son mujeres.1 La autora plantea que las monjas, sin duda, fue-
ron mujeres en la sociedad de Antiguo Régimen, en las monarquías católicas
cuyo fundamento de legitimidad política era religioso. Por el contrario, con
la fundación de las repúblicas y la secularización del fundamento de legiti-
midad política que signicaba la soberanía popular, se produjo un cambio
que llevó a la invisibilidad de los monasterios femeninos. En el tiempo de las
repúblicas se levantaba otro modelo, que habrá que llamar con rigor religio-
sas consagradas de vida apostólica.2
De la relación entre un nuevo régimen social y político (repúblicas) y la
religión en el siglo XIX en la Europa católica o en el continente latinoamerica-
no surgieron nuevas congregaciones o institutos religiosos que congregaban
a mujeres con un carisma de servicio y prioridad de acción social: fue un
cambio sustantivo del nuevo orden político y religioso.
En el Ecuador, al igual que en otros países de América Latina, existe una
trayectoria de mujeres religiosas que, desde una acción pastoral realizada en
“opción por los pobres” y un trabajo emprendido desde las comunidades de
base, generaron los antecedentes más inmediatos de la organización popular
de mujeres, como un fenómeno social de creciente importancia en el país.
Este nuevo enfoque surge luego del Concilio Vaticano II (1962-1965) y toma
impulso con la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) ce-
lebrado en Medellín, en 1968. Una experiencia original y creativa en la vida
religiosa latinoamericana, que dio un viraje histórico en dirección al mundo
de los empobrecidos, trasladándose a vivir en zonas populares, periféricas y
marginales, que les llevó a marcar un punto de inexión con el estilo de vida
religiosa convencional.3
1. Sol Serrano, “El ocaso de la clausura: mujeres, religión y Estado nacional. El caso
chileno”, Historia II, n.º 42 (julio-diciembre 2009): 506-508, https://www.redalyc.org/
pdf/334/33414429006.pdf.
2. Ibíd.
3. Carmen Pineda González, “Mujeres y vida religiosa en Ecuador: una propuesta
de inserción social en América Latina, 1962-1985”, Iberoamericana. América Latina, España,
Portugal. Ensayos sobre letras, historia y sociedad 18, n.º 68 (2018): 37-56. En este artículo
abordo el proceso de inserción de la vida religiosa y las condiciones que posibilitaron esa
propuesta.
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Las condiciones para este estilo de vida religiosa inserta se gestaron a par-
tir de la década de los sesenta, en la convergencia de cambios no solo eclesiales
sino también sociales en el Ecuador. La pobreza y exclusión de las grandes ma-
yorías latinoamericanas demandaban una opción por la justicia y liberación
de los oprimidos, lo que conguró a esta opción una anidad con la Teología
de la Liberación y una marca de originalidad al contexto latinoamericano. Sin
embargo, mientras la Teología de la Liberación ha sido reconocida y divulgada
como pensamiento teológico propio de la Iglesia y realidad de la región, no
sucede igual con la vida religiosa inserta, que no ha sido conocida en el ámbi-
to social, ni investigada desde la academia. Esta posición tiene un trasfondo
impregnado de género, donde los discursos y la esfera pública son asumidos
como un ámbito de varones, mientras que la práctica y los “actos” asociados
a la vida cotidiana (esfera privada) se asimilan como “naturales” a la mujer.
La vida religiosa inserta tuvo sus inicios, particularmente, aunque no ex-
clusivamente, en la diócesis de Riobamba, junto a monseñor Leonidas Proa-
ño, quien, desde el plan de pastoral emprendido en dicha diócesis, con una
opción denida de trabajo por la población marginal y empobrecida, como
fue la población indígena, favoreció la experiencia de inserción.4 Por lo que
no se trata de hablar de las religiosas en forma general, sino de aquellas mu-
jeres que asumieron un compromiso efectivo con la causa de los pobres. Con
este propósito, se asume la denición construida por los agentes de la vida
religiosa inserta reunidos en el Sur de Quito, en abril de 1998, quienes siste-
matizan esta experiencia como: “un estar entre los pobres, en su lugar geo-
gráco, con un estilo de relaciones fraternas en cercanía y vecindad con la
gente, por vocación y llamado a seguir a Jesús en la construcción del Reino”.5
La hipótesis de este ensayo sostiene que el desplazamiento que realiza-
ron las religiosas insertas hacia las periferias sociales y geográcas les facilitó
entretejer vínculos estrechos con las mujeres de los sectores populares, con
quienes emprendieron un gran abanico de reuniones y encuentros, desde
los talleres convencionales de promoción social y las comunidades eclesiales
de base, hasta acciones de solidaridad y emprendimientos, pasando luego
hacia la concientización y organización política, proceso que desembocó en
la formación del movimiento de mujeres de organizaciones populares del
Ecuador, el mismo que tuvo un gran auge en la década de 1980. En este mar-
4. Leonidas Proaño Villalba, obispo de la diócesis de Riobamba de 1954 a 1985, uno
de los representantes más destacados de la Teología de la Liberación en el Ecuador, con su
Plan Pastoral Liberador, que se conguró como una opción de la población indígena, con
apoyo y organización para sus demandas de derechos colectivos y ciudadanos.
5. “Espiritualidad de la inserción y discernimiento comunitario”, en “Memoria del
Encuentro de Comunidades Religiosas Insertas en Medios Populares (CRIMPO) en Quito
Sur”, 13-17 de abril de 1998, 3, Archivo Conferencia Ecuatoriana de Religiosos (CER).
Procesos 57, enero-junio 2023 103
co de análisis, se abordan las experiencias de organización, contextualizadas
particularmente en la diócesis de Riobamba y de la vicaría del Sur de Quito.
El marco temporal que abarca esta investigación va de 1970 a 1990, cuan-
do se identican procesos de auge y declive, así como quiebres y rupturas,
con transformaciones y cambios hacia nuevas respuestas y desafíos. Al ana-
lizar el desplazamiento, participación y su compromiso de acción popular,
emergen los siguientes interrogantes: ¿Cuál fue la incidencia de la pastoral
popular emprendida por las religiosas insertas en el desarrollo y organiza-
ción de los sectores populares? ¿Qué procesos de relación y organización
emprendieron junto a las mujeres de los sectores populares y periféricos?
Para fundamentar la hipótesis y responder a estas interrogantes, recurri-
mos a las fuentes que reposan en los archivos de: la Diócesis de Riobamba
“Fondo Documental Monseñor Leonidas Proaño”, la Conferencia Ecuatoriana
de Religiosos (CER) en Quito, la Confederación Latinoamericana de Religiosos
(CLAR) en Bogotá y el Archivo particular de las Religiosas Dominicas en el Sur
de Quito. Así mismo, ampliamos la información con algunos testimonios orales
de religiosas insertas. En los diálogos establecidos, mi identidad de historiadora
y religiosa —este es mi lugar de enunciación— facilitó la apertura para entablar
una conversación uida con las entrevistadas, aunque en otras ocasiones tam-
bién se convirtió en un limitante, particularmente con las mujeres indígenas,
con quienes percibí una brecha étnica, cultural y religiosa que nos distanciaba.
No obstante, debo señalar que en dos casos fue difícil entrevistar a las reli-
giosas, quienes por humildad consideraban que “ya su vida ha sido testimonio
y preeren no hablar”. Situación que nos lleva a constatar que la desmemoria,
es decir, el olvido, puede desdoblarse como cierta idea de humildad para las
mujeres, quienes consideran que no tienen “nada que decir”, expresión marca-
da por relaciones de género según las cuales las mujeres solamente “actúan”,
pues la palabra pública corresponde a los hombres. Ellas poseen solo sus actos
ya que han sido desprovistas de una voz propia y expulsadas de los registros
de la escritura, situación que se reeja más aún al interior de las estructuras
eclesiales. Por ello, recoger sus testimonios no es solamente recuperar su me-
moria, sino también romper con el monopolio masculino de la palabra.
La historiadora uruguaya Ana María Bidegain ha adelantado un largo
proceso de investigación en torno a la vida religiosa femenina latinoameri-
cana del siglo XX, sus diferentes investigaciones sirven para entrar en diálo-
go, particularmente el emprendido con la Conferencia Latinoamericana de
Religiosos en la década de 1990, presentado bajo el título de Vida religiosa
femeninaenAméricaLatinayelCaribe,memoriahistórica,1959-1999.6
6. Confederación Latinoamericana de Religiosas (CLAR), Vida religiosa femenina en
AméricaLatinayelCaribe1959-1999, vols. I, II y III (Lima: Centro de Acciones y Publica-
Procesos 57, enero-junio 2023104
El trabajo comprende cuatro apartados: en primer lugar se abordan las
relaciones que crearon las mujeres de vida religiosa inserta con los movi-
mientos populares y sus luchas políticas; en un segundo momento la transi-
ción que realizaron de la promoción social a la organización popular; luego
se revisan dos estudios concretos relacionados con el movimiento de muje-
res en Riobamba y las mujeres organizadas en el Sur de Quito; y, nalmente,
se presenta una breve mirada al declive de estos movimientos en la década
de los noventa.
solidaridad Con las luChas populares
El 1 de octubre de 1971, los indígenas de la hacienda Magna-Chirvo, en Alausí,
fueron atacados y heridos bárbaramente por un grupo de 15 blancos en estado
de embriaguez. [...] Religiosas curan sus heridas y llevan alimentos a los indíge-
nas presos. Los dueños de la hacienda quieren realizar un acto de venganza y
buscan intrigar ante el gobierno a n de lograr la expulsión del sacerdote y las
religiosas extranjeras.7
Esta cita forma parte de una crónica publicada por Luis Proaño en la
revista Mensajero, en julio de 1972 y ampliada por Eduardo Morel, en la mis-
ma revista, en enero de 1973 con el título: “Alausí: el indio indefenso ante el
atropello”.8 La crónica explica que monseñor Proaño, junto con los religio-
ciones, 2003). El trabajo fue llevado adelante con el asesoramiento de la historiadora Ana
María Bidegain, en la recolección de fuentes históricas participaron unas 15 000 religiosas,
siendo 120 000 las aliadas en el período de investigación. Ana María Bidegain, “De la
vida centrada en la regla y la clausura, a la vida centrada en la misión”, en Actores y di-
mensionesreligiosasenlosmovimientossocialeslatinoamericanos,1960-1992, coord. por María
Alicia Puente Lutteroth (Ciudad de México: Porrúa / Universidad Autónoma del Estado
de Morelos, 2006), 95-107; Bidegain, “Una historia silenciada...”, 14-15.
7. Luis Proaño, “Monseñor Proaño, más allá de la imagen”, revista Mensajero (julio
1972): 12-16.
8. Eduardo Morel señala: “El día viernes primero de octubre catorce cooperados entre
hombres y mujeres, se encontraban recogiendo leña en el cerro llamado Pucará que les ha-
bía sido expropiado por el hacendatario hace 50 años y les fue devuelto en forma verbal y
públicamente a los miembros de la cooperativa Iltus por el Sr. Heriberto Castro, yerno del
anterior dueño y hacendatario las mejoras realizadas despertó de nuevo la codicia del pa-
trón y sus empleados [...] Los indígenas fueron asaltados por un grupo de quince blancos a
caballo y otros a pie, en estado de embriaguez y armados de machetes, palos y aciales. Des-
pojaron a los indígenas de sus herramientas, ponchos y sombreros. A la joven María Nieves
Tamay, amarrada por el pelo de la cola del caballo, la arrastraron hasta dejarla inconsciente
y desangrada por la nariz y por la vagina. Tenía en el pecho la señal de una coz de caballo. A
Francisco Tamay, padre de María Nieves, le amarraron las manos, le pusieron un bosal en la
boca y también le arrastraron. Arremetieron a golpes a Manuel María Tamay, quien acudió
Procesos 57, enero-junio 2023 105
sos cuyos documentos habían sido retenidos, acudieron a Quito para hablar
con el Sr. Bertini, director de Inmigración y Extranjería, quien les increpó
anunciando que: “el Presidente Velasco ha recibido denuncias que en la dió-
cesis de Riobamba se prepara gente para guerrillas urbanas enseñándoles la
confección de bombas”. Al mismo tiempo preguntaba: “¿qué fundamento
tienen para defender a los indígenas de Magna-Chirvo y para acusar a los
dueños de la hacienda?”.9 En esta realidad social y política atravesada por
una pervivencia del colonialismo, que se expresa negando la humanidad
de los otros, particularmente del indígena, se encuentran mujeres religiosas
implicadas en los procesos de lucha de los socialmente marginados.
Los registros de la vida religiosa inserta aluden a su accionar en lugares
como la diócesis de Riobamba, desde nales de la década de 1960. En una
investigación inicial sobre este tema, consideré que el papel protagónico de
monseñor Proaño inuyó de manera decisiva en estas mujeres para asumir
una opción de inserción popular.10 Cabe resaltar que la acción más sólida y
organizada de las religiosas comprometidas con los sectores marginales, se
dio en la diócesis de Riobamba, gracias a la acogida que monseñor Proaño
les ofreció en los distintos campos de acción pastoral. No obstante, un mar-
cador en el giro de esta concepción fue la ampliación del marco temporal de
investigación y el hallazgo de documentos que revelaron que, desde nales
de los sesenta, estas mujeres realizaron acciones propias de cambios y adap-
taciones a las demandas de compromiso social con una implicación en la
inserción y organización popular en distintos lugares del país.
La Iglesia católica, desde algunas lecturas decoloniales, es considerada
como una de las instituciones que ha ejercido de vehículo privilegiado de la
colonialidad. Sin embargo, a pesar de sus claras connivencias coloniales, el cris-
en auxilio de su padre y hermana y lo redujeron a prisión. A Manuel Emeterio Chogllo,
de 62 años de edad, después de golpearlo brutalmente, le pusieron un freno de caballo en
la boca, rompiéndole los labios y removiéndole todos los dientes. A todos los campesinos
que salían del anejo, comunidad en la que viven, con ánimo de defender a su gente, los
maltrataban salvajemente. El número de heridos atendido en el Hospital de Alausí fue de
dieciséis, además de tres que fueron llevados a la cárcel. Varios tenían heridas de gravedad
en la cabeza. Después de todo esto los campesinos fueron conducidos a la casa de la ha-
cienda donde fueron nuevamente maltratados y encerrados en un cuarto [...] Después de
haber hecho todo lo anterior los autores tuvieron la audacia de acusar a sus víctimas de ser
los responsables de una invasión imaginaria, razón por la cual se habían defendido y los
habían llevado a la cárcel [...] Desde el poder se envió refuerzo militar para ‘sofocar otro
levantamiento que ponga en peligro la vida los blancos’ ”. Eduardo Morel, “Alausí: El indio
indefenso ante el atropello”, Mensajero (enero 1972): 26-27.
9. Proaño, “Monseñor Proaño, más...”, 12-16.
10. Carmen Pineda González, “La inuencia de Monseñor Proaño en la inserción de la
vida religiosa ecuatoriana en las décadas de 1970 y 1980” (monografía del programa de Es-
pecialización Superior en Historia, Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2009).
Procesos 57, enero-junio 2023106
tianismo desde el evangelio es portador de un mensaje de libertad en el cual
muchas personas y pueblos han encontrado caminos de liberación. Igualmente,
la fe como movimiento subjetivo ha sido usada en proyectos de invasión y libe-
ración, de alienación, así como de resistencia y lucha. En 1975 monseñor Helder
Cámara, arzobispo de Recife en Brasil, expresaba a los religiosos de América
Latina, reunidos con ocasión del V Seminario de la CLAR, celebrado en Lima:
En nuestro Continente [...] contribuimos para que existan grupos privilegiados y
millones de conciudadanos en situación infra-humana. En Medellín se denunció
esta situación, rotulándola de colonialismo interno. Con las mejores intenciones
hemos servido de soporte a este colonialismo y tenemos nuestra parte de respon-
sabilidad en el escándalo anticristiano.11
Esta lectura crítica del sistema religioso, social y político con sus ujos
y reujos en una relación de confabulación con el poder, les llevó a algunos
religiosos a hacer una interpretación de Dios y de su fe desde el reverso de
la historia, en solidaridad con los marginados. Ivone Gebara, religiosa bra-
sileña y teóloga feminista de la liberación, señala: “los empobrecidos han
sido para nosotros no solamente razón y causa para la lucha, sino sobre todo
causa de revitalización espiritual, de elaboración teológica y de renovación
pastoral”.12 Por su parte, María José Rosado Nunes, socióloga brasileña, sos-
tiene que el crecimiento de la conciencia político social de las religiosas la-
tinoamericanas en relación con la situación de dependencia y pobreza del
continente, les llevó a asumir un compromiso fuerte a un grupo de religiosas
con las clases populares en su lucha libertaria.13
Al rastrear las décadas de 1970 y 1980, es frecuente encontrar en los es-
critos de la vida religiosa inserta expresiones como: “identicación con el
pueblo”, “organización popular”, “opción por los pobres”, “solidaridad con
las luchas populares”, “priorización de la organización popular”, “buscar
acortar distancias con el pueblo en la austeridad, sencillez de vida, en el ves-
tir, vivienda, comida, inculturarse apreciando los valores del pueblo”.14 Las
11. Helder Cámara, “Mensaje fraterno a los Religiosos y Religiosas de América La-
tina”, Archivo de la Diócesis de Riobamba (ADR), fondo Documental Monseñor Proaño,
legajo Pastoral de Conjunto, folio de 4 hojas, 1975.
12. Ivone Gebara, “Presencia de lo femenino en el pensamiento cristiano latinoameri-
cano”, en Cambio social y pensamiento cristiano en América Latina, ed. por José Comblin, José
Ignasio González Faus y John Sobrino (Madrid: Trotta, 1993), 200.
13. María José Rosado Nunes, “As religiosas e o compromisso com os pobres no Bra-
sil”, en AmulherpobrenahistóriadaIgrejalatino-americana, ed. por Maria Luiza Marcílio
(São Paulo: CEHILA/ Edições Paulinas, 1984), 124-125.
14. “Documento Dos. Comunión e Inserción, conclusiones de la XX Junta Directiva de
la CLAR”, Quito, abril de 1985, Archivo CER.
Procesos 57, enero-junio 2023 107
categorías sociológicas y teológicas de “pueblo de Dios” e “iglesia popular”
elegidas por el Concilio Vaticano II para expresar la especicidad del sujeto
colectivo y comunitario “iglesia”, inuyeron en forma dinámica en los dis-
cursos de la vida religiosa inserta. A nales de la década de 1990, estos con-
ceptos padecieron un declive, casi hasta llegar a su desaparición total, ante
la acusación de fuerzas conservadoras que desde el Vaticano culpaban a los
exponentes de la Teología de la Liberación latinoamericana de presentar una
comprensión errada y parcial de la categoría “pueblo de Dios”.15
El acervo documental consultado revela que, desde la década de 1960,
las religiosas participaron como animadoras de las Comunidades Eclesia-
les de Base (CEB).16 En las primeras actas del Equipo Misionero diocesano
realizado en Santa Cruz (Riobamba), del 5 al 8 de octubre de 1970, se señala
como participantes a un colectivo de 22 religiosas de cuatro congregaciones,
quienes trabajaban con las comunidades de base populares y en las Iglesias
Vivas, nombre con el que nominaban a las CEB las poblaciones indígenas.17
En las actas de 1971 se registra la gran participación de religiosas y mujeres
laicas en las organizaciones de base. El Equipo Central de Guano, integrado
por “3 presbíteros, 7 religiosas y 4 mujeres seglares del centro parroquial”,18
se regía por la metodología del Ver, Juzgar y Actuar, que parte del conoci-
miento de la realidad, contacto personal, familiar, diálogo y siembra de in-
quietudes, detección y formación de promotores, mentalización, evangelio,
búsqueda de soluciones a los problemas, encarnación en la comunidad y
realización de compromisos.19
Pero, ¿cómo uyeron las relaciones de las mujeres de vida religiosa inser-
ta con las otras integrantes de las CEB y mujeres de los grupos de organiza-
ciones populares? En los discursos y narrativas, tanto de las religiosas como
de las mujeres seglares, se percibe que tienen amplios espacios de conuencia
desde relaciones que implican la cotidianeidad de la vida, hasta encuentros
de matiz más organizacional y estructurado. Se pueden leer entre líneas senti-
mientos de empatía, solidaridad, superioridad, paternalismo, paridad, soro-
ridad, siendo más difícil percibir estas relaciones con las mujeres indígenas ya
15. Para una mayor profundización en este tema véase Serena Noceti, “Pueblo de
Dios: un reconocimiento inacabado de identidad”, RevistaInternacionaldeTeologíaConci-
lium, n.º 376 (junio 2018): 11-26.
16. “Memorias de la Semana de Comunidades Eclesiales de Base”, Santa Cruz, Rio-
bamba, del 25 al 29 de agosto de 1969, Archivo de la Diócesis de Riobamba, fondo Docu-
mental Monseñor Leonidas Proaño, carpeta 1970-1980, archivo VII.
17. Acta del Equipo Misionero Diocesano Itinerante, reunión del 5 al 8 de octubre de
1970, ibíd., carpeta 1957-1987, caja archivo XIV.
18. Acta del Equipo Misionero Diocesano Itinerante, reunión del 11 al 14 de mayo de
1971, ibíd., caja archivo XIV.
19. Ibíd., reunión del 5 al 8 de octubre de 1970, caja archivo XIV, 3.
Procesos 57, enero-junio 2023108
que en los registros no se plasman esos encuentros. En la entrevista realizada
a la hermana Marina Hervás, expresa: “ir asumiendo nuestro ser de mujeres y
mujeres consagradas, nos ayuda a compartir nuestra experiencia con el resto
de las mujeres con las que estamos trabajando”.20 Existe, empero, la necesidad
de profundizar en este campo interpelando a las fuentes sobre la trama de
relaciones entre esas mujeres; para ello, en el siguiente apartado se abordan
los procesos de relación y organización en los que se implican las religiosas de
vida inserta con organizaciones populares, y grupos populares de mujeres.
de la promoCión soCial
a la organizaCión popular
El pueblo nos ha recibido con simpatía y cariño. El día de nuestra llegada nos
ofrecen un almuerzo y arreglaron con mucho gusto la casa. Numerosas personas
acudieron a nuestra puerta para obsequiarnos frutas, legumbres, huevos, etc.
La gente dice que la Iglesia ha traído la vida a la población y que las Hermanas
han venido para hacerla prosperar y progresar. [...] Hemos encontrado ya algu-
nas dicultades, pero estas no nos desalientan, Dios está con nosotras. El primer
obstáculo es el subdesarrollo, las personas viven en una situación ¡infrahumana!
Vamos a emprender con valor la marcha, solicitando la ayuda de los diversos
estamentos para la promoción humana.21
El diario de la religiosa Irany Bastos revela que el primer obstáculo con
el que se encontraron en los lugares de inserción era la realidad de pobreza
y subdesarrollo de las periferias sociales donde se asentaban; esto les llevó a
emprender en su acción pastoral dos objetivos: la evangelización que impul-
saba a las comunidades cristianas de base y la organización popular.
Desde nales de la década del 1960 algunas religiosas se sentían desaa-
das a incidir en acciones de desarrollo y promoción. El concepto “promoción
de la mujer” fue un eje articulador en la formación y toma de conciencia de
la identidad de las religiosas insertas en una primera etapa. Este concepto
inuía también en su relación con los pobres, pues implicaba insertarse junto
a ellos como agentes externos, promotores, con posibilidades de liderar pro-
cesos. En una segunda etapa, el término que emplearon fue el de empodera-
miento (dar poder a otros). María Eugenia Santana, al estudiar las mujeres
20. Hna. Marina Hervás, religiosa del Santo Ángel, integrante de CRIMPO, Archivo
CER, sin autor ni fecha.
21. Hna. Irany Bastos, trozos de cartas con el sabor de la espontaneidad que escribía
esta hermana en medio de los trabajos y robando algunos minutos a la noche avanzada.
Véase José Marins, Lasreligiosasenacción (Buenos Aires: Bonun, 1971), 25-28.
Procesos 57, enero-junio 2023 109
vinculadas con la pastoral liberadora en Chiapas, expresa que “el empode-
ramiento es una estrategia popular muy esperanzadora usada por mujeres a
quienes no le son reconocidas ni satisfechas sus necesidades”.22
En febrero de 1969, la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG)
organizó en Roma un seminario sobre: “La promoción de la mujer en las zo-
nas urbana y rural”. La ponencia central estuvo a cargo de tres religiosas lati-
noamericanas: Imelda Tijerina (México), Dolores Peralta (Perú) y Cecilia Rojas
(Colombia).23 Este seminario tuvo la nalidad de dar a conocer los nuevos
programas sociales de promoción de la mujer que se estaban realizando por
la amplia geografía latinoamericana, como un “esfuerzo renovador de la Vida
Religiosa en la acción misionera del desarrollo”. Por su parte, sor Cecilia Rojas,
en su ponencia expresaba que “el proceso de desarrollo en América Latina
nos crea a las religiosas una responsabilidad [...] como cristianas y religiosas,
somos ante todo mujeres, y tomar conciencia de todo el problema de la promo-
ción de la mujer, es una exigencia evangélica para la religiosa de hoy”.24
En este transitar por la segunda mitad del siglo XX, un siglo no solo
asociado a las guerras mundiales, a la época de las grandes revoluciones,
particularmente está marcado como el siglo de la mujer, con su aparición
como nuevo sujeto de la historia en la amplia gama de las actividades huma-
nas. La Organización de las Naciones Unidas ante la multiplicidad de voces
que emergían desde las mujeres decretó el Año Internacional de la Mujer
en 1975, y, como una respuesta mayor, se amplió a la década de 1975 a 1985
como la Década de la Mujer, realizándose en México la Primera Conferencia
Mundial de la ONU sobre la Mujer (1975), en medio del miedo y la represión
de las dictaduras que gobernaban en los diferentes países de Latinoaméri-
ca, pues muchos líderes tuvieron una postura crítica hacia los postulados
de ciertos organismos internacionales, quienes defendieron férreamente el
estatus femenino en la familia y los valores tradicionales que los gobiernos
compartían con ciertos postulados de un modelo tradicional de la Iglesia.
Además, la inuencia de pensamientos cuestionadores y desaantes como
la teoría de la dependencia, la pedagogía del oprimido, la emergencia de los
movimientos sociales y de izquierda, la incidencia del movimiento feminista
y la Teología de la Liberación dinamizaron la emergencia de un nuevo sujeto
con rostro de mujer en la arena pública.
22. María Eugenia Santana Echeagaray, Edith F. Kauer Michel y Emma Zapata Mar-
telo, “El empoderamiento de las mujeres desde una lectura feminista de la Biblia: el caso
de la CODIMUJ en Chiapas”, Convergencia. Revista de Ciencias Sociales 13, n.º 40 (enero-
abril 2006): 72, https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10504003.
23. CLAR, “Secretariado General de la CLAR”, Boletín VII, n.º 4 (1969): 9.
24. Ibíd., 9, 22-26.
Procesos 57, enero-junio 2023110
Del mismo modo, en una época de políticas reformistas y desarrollistas
en el Ecuador y en América Latina, el término promoción social empezó a
hacerse frecuente a partir del empeño de algunos gobiernos por combatir
la pobreza. Durante las décadas de los 80 y 90, las políticas neoliberales,
implantadas por los gobiernos, a través de medidas de ajustes económicos
y estructurales, afectaron de manera especial a los sectores más desfavore-
cidos. Las acciones que emprendieron las mujeres, en ese entonces, giraron
en torno a los problemas que enfrentaban la mayoría de las mujeres po-
bres, marcando una presencia signicativa de la mujer en la lucha popu-
lar. Decenas de organizaciones surgieron en este período en el Ecuador, en
barrios, comunas, centrales sindicales, instituciones públicas y sectores de
la Iglesia.
Un ejemplo de ello fueron las mujeres de las comunidades cristianas de
Sucumbíos, quienes se convirtieron en agentes de la organización de la re-
gión para responder a necesidades básicas de sobrevivencia. Una integrante
de la iglesia de Sucumbíos expresó: “especialmente en el terremoto del 1987
donde no teníamos qué comer, vimos que necesitábamos unirnos, porque
el gobierno solo se interesaba por el petróleo y ahí es cuando se unen las
comunidades y surge la organización de las mujeres”.25 Estos esfuerzos de
solidaridad y colaboración desembocaron en la creación de la Federación de
Mujeres de Sucumbíos.
La acción pastoral que desplegaron las religiosas insertas se abrió como
un abanico a diferentes campos, desde el liderazgo de los equipos pastorales
al acompañamiento de comunidades indígenas, campesinas, formación de
las comunidades de base, talleres artesanales, grupos de reexión y concien-
tización, entre otros. Olaf Kaltmeier, en el estudio que realiza sobre la orga-
nización indígena de segundo grado formada en Latacunga con el nombre
Jatarishum (Levántate), expresa: “lo que resulta de este proceso organizativo
de la Jatarishum es el estrecho acompañamiento de la orden de las religiosas
Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús”.26
Con el n de observar el proceso de relación y organización que constru-
yeron las integrantes de vida religiosa inserta en relación con las mujeres de
sectores populares, se han seleccionado dos espacios geográcos de análisis.
En primer lugar, se abordará el accionar de la diócesis de Riobamba, espa-
cio en el que el trabajo de la promoción de la mujer se visibilizó desde la
dinámica de una concientización política y de incidencia en el ámbito social,
25. Rosa López, citada en Federación de Mujeres de Sucumbíos, La historia de Sucum-
bíosdesdelasvocesdelasmujeres (Quito: Abya-Yala, 2009), 126.
26. Olaf Kaltmeier, Jatarishun.TestimoniosdelaluchaindígenadeSaquisilí(1930-2006)
(Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora Nacio-
nal, 2008), 131.
Procesos 57, enero-junio 2023 111
político y público. Otro lugar de estudio fue la parroquia de Quito Sur, lugar
en el que se desplegó un accionar pastoral que marcó su inicio con talleres
de capacitación manual y organización de grupos de mujeres procedentes de
los distintos barrios de las periferias.
movimiento de mujeres en riobamba
En la diócesis de Riobamba la organización de mujeres tuvo una pre-
sencia muy dinámica en la década de los 80. Esta experiencia las favoreció
y catapultó para la creación y participación de un movimiento amplio de
raigambre popular con rostros femeninos, que se asomaban con pasos rmes
y seguros a los ámbitos públicos. Un ejemplo de ello fue la creación de la Or-
ganización de Mujeres del Chimborazo (OMCH) en 1980, como un espacio
donde las militantes de diversas comunidades de base se congregaban en
torno a un proyecto político de organización y solidaridad social. Isabel Gua-
nanga, integrante de la OMCH, recuerda al respecto: “era una época muy
interesante, de formación permanente, de relación con grupos que tenían
que ver con la solidaridad, el Frente de Solidaridad nos permitió vincularnos
con organizaciones de fuera del país, era el primer grupo de mujeres que se
organizaba”.27
Monseñor Proaño, en 1979, expresaba que “el Centro de Formación Polí-
tica Popular es un proyecto que parte de la necesidad de que el pueblo tenga
la oportunidad de ir adquiriendo una conciencia política. El Frente de Soli-
daridad se encargará de promover esta formación”.28 Nelly Arrobo, religiosa
inserta, al hacer memoria de esta organización, maniesta:
La OMCH surgió para apoyar al Frente de Solidaridad del Chimborazo, que-
ríamos recuperar el puesto de la mujer en la sociedad para empujar un trabajo
colectivo, estaba integrado por un grupo muy heterogéneo de mujeres mayor-
mente profesionales, pero con un compromiso popular, integraban también al-
gunas indígenas, muy pocas, porque las reuniones se llevaban en la zona urbana,
se pretendía despertar la conciencia de la mujer no en un plano feminista rei-
27. Isabel Guananga, en conversación con la autora, en la Curia Diocesana de Rio-
bamba, 29 de diciembre de 2010. Guananga fue una de las activas participantes del grupo
de mujeres en Riobamba, trabajó muy vinculada a la pastoral con monseñor Proaño desde
la década de 1970. Actualmente vive en Riobamba, disfruta de su familia, particularmente
de sus nietos y sigue colaborando en ciertas actividades de pastoral.
28. Monseñor Leonidas Proaño, “Comunicación al grupo Amistad”, Riobamba, 3 de
noviembre de 1979, Teología de la Liberación Latinoamericana 1970-1987, caja archivo VI,
folio de 6 hojas.
Procesos 57, enero-junio 2023112
vindicativo, sino con un sesgo de compromiso popular. Editábamos un boletín
titulado Ya Estamos de Pie.29
La conuencia y relación de las mujeres de distintos estratos sociales en
torno a un compromiso popular les llevó a congurar un sentido de identi-
dad de género y de conciencia política. En mayo de 1983 se realizó el I En-
cuentro Nacional de Mujeres Populares en Riobamba, en Santa Cruz, que es
rememorado con grandeza. Isabel Guananga expresa: “recuerdo que llega-
mos a hacer un encuentro en el que estábamos 1500 mujeres representantes
de diferentes organizaciones del país”.30 Nelly Arrobo, religiosa inserta, en
su intervención en el encuentro, en representación de la OMCH, formula:
¿Por qué hablo desde la experiencia de la Iglesia de Riobamba? En primer lugar,
porque esta Iglesia viene haciendo esfuerzos por llevar a la práctica las disposi-
ciones emanadas del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Medellín, y en
segundo lugar, porque es la Iglesia en la que me hallo inserta que ha alimentado
mi compromiso como religiosa [...] Las CEB ayudan a la mujer a descubrir su pa-
pel en la organización social, en el compromiso sindical, barrial y en los talleres
comunitarios.31
Un fructífero trabajo llevado a cabo en la diócesis de Riobamba con
las comunidades de base, donde la mayoría de militantes eran mujeres, se
materializó en la década de los 80 con una multiplicidad de encuentros,
que marcaron un desplazamiento mayoritario del activismo local a un en-
tretejido de relaciones con otros grupos. En el Primer Encuentro de Mujeres
Populares del Ecuador (1983) decidieron iniciar con la publicación de la re-
vista Ya Estamos de Pie, publicación que es evocada en los testimonios ora-
les de las militantes de la OMCH como muy demandada. En las pesquisas
de archivos se ha podido encontrar los números 4 y 5.32 Publicaciones como
estas permiten analizar: ¿qué publican?, ¿qué leen?, ¿cómo leen?, ¿cómo se
leen entre ellas?, ¿cómo circulan las ideas que construyen?, ¿qué amplitud
de circularidad tiene la revista? Cuestiones que no son abordadas en este
artículo.
La revista Ya Estamos de Pie es un folleto mimeograado de 27 a 30 hojas
de una cuartilla, contiene una editorial con un enfoque alusivo a la realidad
de la mujer. Hay espacios para compartir experiencias de otros grupos de
29. Nelly Arrobo, en conversación telefónica con la autora, 4 de febrero de 2012.
30. Guananga, en conversación con la autora.
31. “Encuentro de mujeres organizadas por la paz” [Encuentro Nacional de Mujeres,
Riobamba, 1983], ADR, folio de 13 hojas.
32. Los ejemplares reposan en el Centro de Solidaridad Andina (CEDESA), en Rio-
bamba, dirigido por el padre Estuardo Gallegos y Homero García.
Procesos 57, enero-junio 2023 113
mujeres organizadas, un apartado para noticias nacionales e internacionales,
en sintonía con la Iglesia popular, así como la sección de remedios caseros y
un rincón para los niños.
En el número 4 de Ya Estamos de Pie (marzo de 1984) se hace alusión al
aniversario del encuentro de las Organizaciones Populares de Mujeres del
Ecuador. En este se destaca: “una de las resoluciones fue el establecimiento
de la Secretaría Nacional de Información y Comunicación cuya tarea central
es la elaboración de un boletín con el afán de vincular a las diversas Organi-
zaciones Populares de mujeres del país”.33
Ana María Huacho, lideresa indígena, elegida como integrante de la
Secretaría Nacional de Comunicación, aclara que en ese primer encuentro
se dilucidó formar una organización articulada, con el n de incidir en el
ámbito político; sin embargo, este proyecto no llegó a concretarse debido a
que ciertas organizaciones asistentes llevaban procesos muy recientes: “no
se encontró un nombre pequeño que pudiera expresar la instancia de vincu-
lación (una sigla) y no se vio oportuna una organización nacional porque las
organizaciones no tienen muchos años de trabajo, se ven débiles y preeren
desarrollarse con autonomía antes de entrar en una dirección política”.34 En
el universo de ausencias de relatos sobre la presencia y liderazgo de las mu-
jeres indígenas, no es común encontrar narraciones, historias o biografías
que se publiquen como noticias sobre ellas. El diario El Comercio, con fecha
15 de julio de 1983, destaca la participación de Ana María Huacho como por-
tavoz de las mujeres indígenas en el Seminario Internacional sobre “El papel
de la mujer en la defensa de la democracia en América Latina”, celebrado en
Quito.35
Así, en esta línea de relación organizacional se realizó el encuentro del
Sector Nororiental durante el 7 y 8 de enero de 1984, en Lago Agrio. Parti-
ciparon integrantes de la OMCH, mujeres de las CEB de la Iglesia de Su-
cumbíos e integrantes de la Organización Lorenza Avemañay fundada en
1980 por Valeria Anahuarqui y otras lideresas y promotoras populares indí-
genas.36 El objetivo del encuentro fue: “analizar el papel de la mujer frente a
la realidad del pueblo en la Zona de Lago Agrio y del país”. Se recalcó que
entre las limitaciones de las mujeres de la zona estaba la dicultad para ex-
33. Organización de Mujeres Populares, “Hacia el Segundo Encuentro Nacional”, Ya
Estamos de Pie, n.º 4 (marzo 1984): 2.
34. Ana María Huacho, “Hablan glorias de la mujer indígena”, Cuadernos de Nueva
Mujer 1 (1984): 123-125.
35. “El papel de la mujer en la defensa de la democracia de América Latina”, El Co-
mercio, 15 de julio de 1983: 4.
36. Valeria Anahuarqui, en conversación con la autora, en el Hospital Andino de Rio-
bamba, 30 de agosto de 2009.
Procesos 57, enero-junio 2023114
presarse y hablar en público.37 Una de las tentaciones que nos puede acom-
pañar al visitar el pasado es asumir una mirada de superioridad, despoján-
doles a los sujetos que nos acogen de sus narrativas, sus raíces, sus íntimos
rituales familiares que ejercen una función nutritiva en la memoria personal
y colectiva. Existe todo un bagaje en los discursos y memorias de las mujeres
indígenas que rememoran y se reapropian de sus luchas y sublevaciones,
las mismas que han estado acompañadas y lideradas por mujeres a lo lar-
go de la historia demostrando su capacidad de subversión.38 Personas como
Lorenza Avemañay y Jacinta Juárez fueron lideresas en la sublevación de
Guamote y Columbe en 1803, condenadas por ello a la pena capital de la
horca, acto que se llevó a cabo, como escarmiento para los demás, en la plaza
central de Riobamba. Sus legados y biografías como preñadas de futuro si-
guen haciéndose presentes, evocadas por la memoria de sus descendientes,
quienes se congregan en torno a su nombre Lorenza Avemañay y editan una
revista con su nominación.39
Un rasgo constante en la organización popular es la capacidad de solida-
ridad de las mujeres pobres para ayudar a otras mujeres del pueblo y juntas
construir un entramado de relaciones que rozan entre la vecindad, la familia-
ridad y la organización. Isabel Guananga recuerda que los primeros vínculos
con la organización de mujeres indígenas y de zonas rurales fue en torno al
Congreso de las Mujeres de la ECUARUNARI, en 1979. “En ese entonces se
reunieron unas 500 personas, nosotras asumimos las tareas de la cocina para
que nuestras compañeras mujeres del campo puedan participar directamen-
te en ese proceso”.40 Así mismo, existen hojas volantes de convocatorias a
los encuentros por el Día Internacional de la Mujer, de la Organización de
Mujeres de las Comunidades de Base en Muisne (Esmeraldas); Organización
de las Comunidades de Base en Portoviejo y el Grupo de las Comunidades
Cristianas de Base de Machala.
¿Cómo fue la interrelación entre los diferentes grupos de mujeres po-
pulares? A más de algunas actas de los diferentes encuentros regionales o
nacionales, no se han encontrado fuentes que permitan conocer la organi-
zación y marcha cotidiana de los grupos, así como las identidades de las
integrantes. Por el testimonio oral de una militante, sabemos que se reunían
semanalmente, en forma sistemática, para hablar sobre temas de la realidad
37. Organización de Mujeres Populares, “Hacia el Segundo Encuentro...”, 3.
38. Segundo Moreno presenta en su investigación las distintas sublevaciones en
Chimborazo durante la Colonia. Véase Segundo Moreno Yánez, Sublevacionesindígenasen
laAudienciadeQuito,desdecomienzosdelsigloXVIIIhastanalesdelaColonia, 4.ª ed. (Quito:
Ponticia Universidad Católica del Ecuador, 1995).
39. No fue posible encontrar un ejemplar de la revista Lorenza Avemañay.
40. Guananga, en conversación con la autora.
Procesos 57, enero-junio 2023 115
social, “manteníamos un contacto muy cercano de comunicación con otros
grupos de mujeres como las de la Iglesia Popular de El Salvador, las muje-
res de Nicaragua, periódicamente nos reuníamos con los diversos grupos en
Santa Cruz, allí tratábamos temas sociales, políticos, de la Biblia, y también
hablábamos sobre el feminismo”.41 Estos encuentros que construyeron las
mujeres de sectores populares revelan su poder y capacidad de organización
como posibilidad de aportar en la transformación social, desde otros mati-
ces, con un fuerte sentido de solidaridad y compromiso social.
Si uno de los objetivos para mantenerse en contacto como grupos de mu-
jeres populares fue la creación del boletín Ya Estamos de Pie, un año después
de circular el primer número, expresaban las dicultades encontradas para
sostener la publicación: “a nivel orgánico no pudimos cumplir a cabalidad
con la distribución, a nivel económico nos fue muy difícil recaudar el costo
de publicación y lo más importante recabar información de las organiza-
ciones fue una tarea muy dura a veces imposible”.42 Se anunció que este se-
guiría circulando “hasta la resolución del próximo Encuentro Nacional que
debe darse en la Provincia del Guayas”.43
En 1983 se realizaron el I Encuentro Nacional de las CEB indígenas y en
1985 el XI Encuentro Nacional de las CEB. En estos se reejó la valoración
de las mujeres militantes de estas comunidades: “participan como miembros
de las directivas, realizan talleres de formación y capacitación, trabajan en la
catequesis, se organizan a través de las artesanías, dan ejemplo de trabajo,
luchan por la comunidad y la provincia, participan en la organización y de-
cisión de las tiendas comunitarias”.44
En sintonía con este surgir de la mujer pobre, en octubre de 1983 se reu-
nió en San Antonio (Texas) el XI Simposio Internacional de la Comisión de
Estudios de Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA), cuyo tema
fue “La mujer pobre en la historia de la Iglesia de América Latina”, temática
que fue propuesta por Ana María Bidegain en la asamblea previa de CEHI-
LA, en 1981, celebrada en Trinidad y Tobago. Hubo tanta discrepancia sobre
el asunto que algunos miembros no participaron en el encuentro de Texas,
entre ellos Enrique Dussel.45 María Luisa Marcílio, secretaria general del CE-
41. Ibíd.
42. Organización de Mujeres Populares, “Hacia el Segundo Encuentro...”, 3.
43. Ibíd.
44. “Memoria del Encuentro de las CEBs, XI Encuentro Nacional 1985”, ADR, fondo
Documental Monseñor Leonidas Proaño, carpeta n.º 7-8, 1970-1986.
45. Josep Ignasi Saranyana, “Teología de la mujer, teología feminista, teología muje-
rista y ecofeminismo en América Latina”, en TeologíaenAméricaLatina:elsiglodelasteolo-
gíaslatinoamericanas,1899-2001, dir. por Josep Ignasi Saranyana y coord. por Carmen-José
Alejos Grau, vol. III (Fráncfort del Meno / Madrid: Vervuert / Iberoamericana, 2002), 522.
Procesos 57, enero-junio 2023116
HILA Brasil, profesora de la Universidad de São Paulo, junto con la historia-
dora Bidegain, coordinadora, fueron las organizadoras del simposio.46
En 1984, año en el que llegó León Febres Cordero a gobernar como pre-
sidente, marcó un fuerte período de represión a los grupos anes al compro-
miso social y a la pastoral liberadora; se realizó el I Encuentro Latinoameri-
cano de las CEB en Cuenca. Allí participaron las CEB urbanas, indígenas y
campesinas del país y de América Latina. La reunión contó con 220 asisten-
tes de 15 países. En septiembre de ese año, en Santa Cruz de Riobamba se
realizó el Primer Encuentro Nacional de Mujeres Cristianas del Ecuador. Allí
expresaron: “en el hogar de Santa Cruz de la Iglesia de Riobamba nos hemos
reunido 86 mujeres cristianas provenientes de diversas organizaciones de
base procedentes de doce provincias del país”.47 El objetivo del encuentro
fue reexionar sobre la tarea como mujeres en la Iglesia y sociedad, así como
testimoniar el agradecimiento a Monseñor Proaño por haber cumplido 30
años de compromiso en favor de los pobres del país. Se presentan como:
“representantes de las comunidades de base, lugar donde hemos recuperado
la palabra, donde hemos tomado conciencia de nuestras necesidades, donde
hemos recibido la luz que da la Palabra de Dios y donde hemos aprendido a
buscar acciones transformadoras”.48
Participaron en este encuentro: OMCH, Organización de Mujeres de
Imbabura (OMI), Comisión Ecuménica de Derechos Humanos, Pichincha;
Comunidades Cristianas de Conocoto, CEB de Santa Rosa, El Oro; Agrupa-
ción de Mujeres Cristianas y Promoción Familiar de Quito Sur; Agrupación
de Mujeres Cristianas de La Colmena, Quito; Unión de Mujeres Trabajado-
ras; Organización de Mujeres en Marcha, barrio Santa Rita; Organización
Pacayacu, Promoción y Capacitación de la Mujer (MECIT), Ambato; Orga-
nización Hermandad Cristiana San Jacinto Guano; catequistas de Guano; y
Escuela de Líderes de la Diócesis de Ambato.49
Por su parte, en el I Seminario Internacional Mujer, Política y Sociedad, rea-
lizado en marzo de 1990 en Quito, las representantes de Mujeres por la Demo-
cracia, hicieron alusión a los “fecundos vínculos de apoyo mutuo con el Movi-
miento Social de Mujeres, del que formamos parte, el Movimiento Indígena,
el Movimiento Obrero, el Movimiento de la Iglesia Popular, el Movimiento de
46. AmulherpobrenahistóriadaIgrejalatino-americana, ed. por Maria Luiza Marcílio
(São Paulo: CEHILA/ Edições Paulinas, 1984).
47. “Memoria del I Encuentro Nacional de Mujeres Cristianas en Riobamba”, 23 de
septiembre de 1884, ADR, documento mimeograado de 8 hojas, legajo XI.
48. Ibíd., 1-3.
49. Ibíd., 7-8.
Procesos 57, enero-junio 2023 117
Derechos Humanos, el Movimiento Ecologista.50 A través de esta amplia gama
de interrelación que construyeron las mujeres desde los diferentes espacios de
organización popular denominados como: “Mujeres de organizaciones popu-
lares”, “Movimiento de la Iglesia popular”, “Mujeres Cristianas”, “Mujeres de
las Comunidades de Base”, “Mujeres en marcha”. Estas plataformas propicia-
ron nuevas dinámicas de encuentros y escenarios de concientización para las
mujeres de los estratos populares, al posibilitarles formar parte de un tejido
social más amplio, el mismo que les posibilitó autonomía y empoderamiento
en el ámbito social. Sin embargo, queda aún pendiente averiguar las vías y
medios de formación, así como la organización a nivel interno de los grupos.
Uno de los encuentros emblemáticos del colectivo de mujeres en el país,
donde convergieron el pensamiento feminista, el debate de ideas políticas y la
demanda de derechos, fue el encuentro realizado en Ballenita en 1985, el mis-
mo que marcó un ritmo de continuidad con la participación de un amplio co-
lorido de integrantes procedentes de las distintas regiones y estratos sociales.51
En los archivos se hace referencia a los encuentros de Ballenita en 1987 y el de
Jambelí en 1998. Este es un portal abierto pendiente a investigar y rastrear en
las fuentes y archivos el ujo, la relación y participación de las mujeres de las
organizaciones populares en los encuentros forjados en torno a ese gran movi-
miento con intencionalidad política de concientización y formación feminista.
mujeres organizadas del sur de Quito
Raquel Rodas, en el artículo “Muchas voces, demasiados silencios”, al
hablar de las mujeres de sectores populares expresa que “entre 1989 y 1990
se formó la coordinadora popular, a nivel de comités barriales y de organi-
zaciones de jóvenes que apoyaron la huelga general contra Bucaram, en tal
ocasión rebasó los barrios del Sur de Quito —donde nació— y avanzó la
coordinación hacia barrios del centro y norte de la capital”.52 Existiendo un
error cronológico en esta aseveración, ya que el presidente Bucaram estuvo
en el poder ejecutivo desde 1996 a 1997. Margarita Carranco, quien se des-
empeñó como concejala y vicealcaldesa del Distrito Metropolitano de Quito,
50. Ileana Almeida, Nancy Ochoa y Berenice Pólit, “La participación de la mujer en
los movimientos sociales”, en PolíticayDemocracia.ISeminiarioInternacionalMujer,Política
y Sociedad (Quito: CEDIME, 1990), 136.
51. “Teoría Feminista. ¿Qué es el feminismo?”, La Mujer, n.° 12 (octubre 1986): 6-12.
52. Raquel Rodas, “Muchas voces, demasiados silencios”, en Las propias y los ajenos:
miradascríticassobrelosdiscursosdelmovimientodemujeresdelEcuador, ed. por Raquel Rodas
(Quito: Fondo para la Igualdad de Género / Agencia Canadiense para el Desarrollo Inter-
nacional / Consejo Nacional de las Mujeres / Abya-Yala, 2007), 49-50.
Procesos 57, enero-junio 2023118
integrante en la década de los 80 de los grupos de jóvenes y mujeres del Sur
de Quito, recuerda que el período de León Febres Cordero (1984-1988) “fue
una época de una represión altísima, bajamos un montón de jóvenes que
lideramos la marcha de las cacerolas desde la Mena Dos, con una amplia
participación de las mujeres del Sur de Quito”.53
En la parroquia Cristo Resucitado cuyo párroco fue el padre José Ca-
rollo, las actas evidencian el trabajo con mujeres desde 1977, emprendido
por iniciativa de un grupo de religiosas que promovieron cursos de corte y
confección, belleza y salud. En 1981 asumió la coordinación de los distintos
grupos la religiosa dominica Isabel (no se especica su apellido), de la parro-
quia Quito Sur; mientras que, en 1982, a la luz de las Opciones Pastorales se
propusieron en el Sector Sur, la “formación de grupos de mujeres, con el n
de fomentar los talleres comunitarios y la formación en la conciencia de la
dignidad como mujer, creando un espacio de asesoría jurídica”.54
Las memorias que se conservan en la parroquia Quito Sur revelan que
las religiosas que se insertaron en los barrios populares desde nales de la
década de 1970 promovieron la organización de CEB, grupos de mujeres,
grupos de jóvenes y catequistas. En un encuentro de asesoras de comuni-
dades de base se informaba de la existencia de estos grupos en los distintos
barrios donde participan las religiosas de vida inserta: religiosas Estigma-
tinas en Santa Rita, religiosas de la Anunciación en la Mena Dos, religiosas
de Fátima en la Santiago, religiosas Dominicas en la Quito Sur, religiosas
Esclavas del Sagrado Corazón en Marcopamba y religiosas de La Presenta-
ción en Chillogallo. El número aproximado de participantes en los diferentes
lugares varió de acuerdo al lugar y la oferta de talleres. Estos fueron: en San-
ta Rita 30 mujeres realizaron 23 talleres, tienen una tienda comunitaria y un
centro infantil; en Marcopamba participaron 89 integrantes y han realizado
talleres de salud, economía, organización, tienen una guardería; en la Santia-
go participaron 70 madres de familia y catequistas; en los otros lugares no se
especica el número de participantes.55
Los grupos estaban organizados y apoyados por religiosas que trabaja-
ban en los diferentes sectores de la Vicaría del Sur de Quito, más dos sociólo-
gas de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos. En todos los lugares
pastorales, la organización de mujeres ofrecía diferentes cursos de corte y
confección, tejidos, primeros auxilios, pastillaje, juguetería, belleza y ma-
53. Margarita Carranco, en conversación con la autora, en la Dirección del hospital
“Un canto a la vida”, 7 de septiembre de 2011.
54. “Trabajo con mujeres en la Parroquia Cristo Resucitado”, Quito Sur, Archivo par-
ticular de las Religiosas Dominicas, dos hojas escritas a máquina.
55. “Memoria del Encuentro de Reexión con asesoras de mujeres”, Taller metodolo-
gía de trabajo con mujeres, 16 y 17 de noviembre de 1989, ibíd.
Procesos 57, enero-junio 2023 119
nualidades en general. La mayoría de las participantes se retiraba una vez
nalizados los cursos, mientras que otras se incorporaban a la organización,
es decir, a los grupos permanentes que se iban conformando en los distintos
lugares.56 Elina Guarderas, religiosa esclava del Sagrado Corazón, comenta:
“en Marcopamba nosotras llegamos a formar un movimiento de mujeres que
se llamaba MORPAC, que signicaba, Mujeres Organizadas Para La Ayuda
Comunitaria”.57 Margarita Carranco, al hacer memoria de sus primeros pa-
sos en la acción política a través de la organización barrial, recuerda:
Nos reuníamos en Marcopamba donde las religiosas, quienes eran pioneras en
la Teología de la Liberación y estuvieron detrás de este proceso, hacíamos varios
encuentros en el Sur, había integrantes de Chilibulo, Marcopamba, Mena Dos,
Quito Sur, nuestros encuentros eran para hacer procesos de reexión sobre cuál
es nuestro papel en el barrio, en la sociedad, organizábamos planes de acción y
de trabajo para todo el año.58
Para acompañar a los grupos permanentes se formó el equipo de ase-
soras del grupo de mujeres integrada por religiosas y laicas. Los temas que
abordaban en los encuentros iban desde motivaciones personales, grupales,
pastorales, análisis de la realidad social, hasta temas de concientización po-
lítica y organización.59 Esta interrelación barrial de las asesoras y coordina-
doras tendían a darle un cuerpo organizativo amplio a la organización de
Mujeres del Sur de Quito.
Este trabajo congregó a diferentes grupos de base y exigió crear una
organización más amplia que nalmente conuyó en la conformación del
grupo de Mujeres Organizadas del Sur, quienes en vinculación con otros
agentes crearon una red de trabajo y solidaridad llamada Maquita Cushun-
chic (MCCH), en quichua, Comercializando como Hermanos, en español,
que nació como una organización social privada, sin nes de lucro, el 24
de marzo de 1985, producto de la unión de los Grupos de Mujeres Organi-
zadas y las CEB.60 Así, las mujeres de estratos populares crearon lazos de
56. “CEPLAES, proyecto de investigación, educación y acción con mujeres de sectores
populares, grupos de mujeres del sur”, febrero de 1986, ibíd., informe de 34 páginas.
57. Elina Guarderas, religiosa esclava del Sagrado Corazón, en conversación con la
autora, en el colegio La Dolorosa de Quito, 15 de agosto de 2011.
58. Carranco, en conversación con la autora.
59. “Acta del Encuentro de Reexión con asesoras de mujeres”, 16 y 17 de noviembre
de 1989, Archivo particular de las Religiosas Dominicas, folio de 18 hojas.
60. Verónica Legarda, “Modelo de desarrollo emergente: caso Ecuador. Fundación
Maquita Cushunchic, comercializando como hermanos”, https://docplayer.es/57869883-
Modelo-de-desarrollo-emergente-caso-ecuador-fundacion-maquita-cushunchic-comer-
cializando-como-hermanos.html.
Procesos 57, enero-junio 2023120
relación y organización en torno a proyectos productivos y de autonomía
que les posibilitó entrar en un nuevo campo de acción social, productiva
y política.
Existen registros de actas desde 1989, donde se visibiliza la coordinación
de Mujeres MCCH. El 23 de septiembre de 1989, en Santa Rita, se realizó
la primera asamblea de coordinación de las integrantes de MCCH, que se
expandió por varias provincias con otros grupos de base que impulsaban el
comercio justo.61
Este proceso de organización emprendido desde la acción pastoral de
la Iglesia de Quito Sur permite visualizar el desplazamiento que realizaban
desde los talleres de costura y manualidades hacia una formación organiza-
da, con incidencia en el ámbito social, a través de procesos de concientiza-
ción: “los talleres se tornaron en un espacio de lucha política, de solidaridad
con otras mujeres y de conciencia e intencionalidad política”.62 Estrategia
que les posibilitó formar una identidad propia, permitiéndoles conuir des-
de su cotidianeidad como mujeres y entrar a desarrollar y aportar con un
pensamiento y acción propia en la producción y transformación social.
déCada de 1990:
Cambios y desplazamientos
Para inicios de la década de los 90 se vivía el n de la Guerra Fría con
la caída del Muro de Berlín. El historiador Eric Hobsbawm sostiene que los
cortes de los períodos en la historia no los marcan los años, sino los proce-
sos sociales y económicos; argumenta que el “corto siglo XX” empezó cuan-
do terminó la Primera Guerra Mundial, en 1917, y terminó con la caída del
Muro de Berlín, en 1989.63 Aquí empieza un nuevo capítulo en la historia
que hizo patente que el derrumbamiento de una parte del mundo revelaba
el malestar existente en el resto. En el Ecuador, en 1988 falleció monseñor
Leonidas Proaño, un obispo que trabajó desde la pastoral liberadora en la
diócesis de Riobamba y dio cobijo y acogida a una gran población de vida
religiosa. Bajo la presidencia de Rodrigo Borja Cevallos (1988-1992) se vivió
una ebullición de los movimientos sociales y un gran auge del movimiento
61. “Acta de la Coordinación de Mujeres MCCH”, 14 de diciembre de 1989, Archivo
particular de las Religiosas Dominicas.
62. “Evaluación del trabajo con los grupos de mujeres” [35 participantes], Quito Sur,
junio de 1989, ibíd., 10-19 de un folio de 21 hojas.
63. Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX (Buenos Aires: Crítica / Grijalbo Mondadori,
1998), 13-25.
Procesos 57, enero-junio 2023 121
indígena congregado en torno a la Confederación de Nacionalidades Indí-
genas del Ecuador (CONAIE). Entre mayo y junio de 1990 se dio el primer
levantamiento dirigido por la CONAIE, que empezó con la toma pacíca de
la Iglesia de Santo Domingo, en Quito.
A nivel eclesial, desde la jerarquía primaba un movimiento conservador-
carismático que congregaba multitudes. En una reunión del equipo de Co-
munidades Religiosas Insertas en Medios Populares (CRIMPO), realizada en
enero de 1997, revelan que un tema que preocupa a la vida religiosa inserta
es “la postura de involución que está adoptando la Iglesia católica, se vislum-
bra particularmente en el nombramiento de ciertos responsables de la Iglesia,
como: obispos, rectores de seminarios y universidades”.64 A los pastoralistas,
teólogos y grupos anes a la Teología de la Liberación, como militantes de la
vida religiosa inserta, les invadía un tiempo de silenciamiento, acompañado
de ciertas deslegitimaciones y represiones, acciones que debilitaron la conti-
nuidad del compromiso pastoral vinculado con la organización popular. En
este quiebre que vivió la vida religiosa inserta, Nelly Arrobo expone:
Es como si hubiera terminado el tiempo de primavera de la Iglesia y nos apro-
ximamos a un invierno cruel, teólogos de la liberación son condenados a años
de silencio, se abandona el trabajo de Comunidades Eclesiales de Base [...] Se ha
montado una red de espionaje sobre escritos y actividades de teólogos, obispos y
religiosos que son considerados ser una amenaza.65
Este aire de transición de época también es leído como un cambio de pa-
radigma, se acaban los grandes relatos, el neoliberalismo acampa con fuerza
en los distintos espacios sociales, económicos y políticos. El padre Gregorio
Iriarte (1927-2012), religioso oblato y teólogo, expresa al respecto que, en la
década del 1990, con el escenario del neoliberalismo globalizador, surge la
propuesta de la posmodernidad con planteamientos totalmente innovadores
que impulsan a vivir y a disfrutar el presente, y a rechazar las utopías (tanto
de derecha como de izquierda), cuestiona los grandes relatos, las consignas
e ideales de la modernidad como el progreso, la revolución, el cambio de
estructuras y el compromiso político. A ello se añade el boom del esoteris-
mo, de lo misterioso, del retorno de lo sagrado, de la “religión a la carta” sin
incidencia en la responsabilidad social. Este cúmulo de transiciones afectó
profundamente a la vida religiosa en general.66
64. “Actas de CRIMPO nacional”, Quito, 13 de junio de 1997, Archivo CER, acta n.º 6, 4.
65. Nelly Arrobo, “La liberación desde la fe”, en PolíticayDemocracia. ISeminiario
InternacionalMujer,PolíticaySociedad (Quito: CEDIME, 1990), 162.
66. Gregorio Iriarte, Vida religiosa frente al cambio de época (Lima: Ediciones Paulinas,
2006), 14.
Procesos 57, enero-junio 2023122
En la reunión de CRIMPO, llevada a cabo en Pichincha, en 1991, ante la
pregunta ¿cómo debemos vivir la opción por los pobres teniendo en cuenta
la coyuntura actual?, expresan: “estamos llamados a ser humildes, sencillos
para acompañar al pueblo, reconociendo que no somos los que hacemos
todo, sino que caminamos junto a los pobres”.67 Si en las décadas del 70 y 80
la situación social les permitió “liderar”, ser promotoras junto a las comu-
nidades de base e incidir en acciones de organización popular, durante la
década del 90 esta postura tomó un giro que se expresa en su trabajo con el
“acompañar” y “caminar junto a” los empobrecidos. Las religiosas insertas
se sienten abocadas a realizar replanteamientos ante una nueva realidad que
congura también nuevas pobrezas; ellas expresan: “ahora la exclusión es
solapada y es feroz, los pobres no son rentables, ya no se habla de margi-
nados sino de desechables”. Por eso se desafían a estar atentas a “descubrir
¿dónde está el pobre hoy?68
Las reuniones a nivel regional mediadas por la Confederación Latinoa-
mericana de Religiosos (CLAR) son casi nulas. Esa institución, con la inter-
vención realizada en 1991 por parte de Roma, queda muy disminuida, frac-
turada y limitada en su acción. La situación social, política y hegemónica es
diferente a la de décadas anteriores. La pobreza se incrementa y existe un
resurgir de nuevos movimientos sociales. En las reuniones de CRIMPO sur-
ge con fuerza la voz de las mujeres. En el año de 1994 realizan dos talleres en
la ciudad de Baños, uno en abril y el otro en noviembre en torno a “La mujer
en la sociedad, en la Iglesia y en la vida consagrada” y “Espiritualidad de la
inserción desde la perspectiva de la mujer”,69 espiritualidad que demanda
“escuchar a las mujeres, darles voz, compartir con ellas el trabajo, ideales, lu-
chas y esperanzas”.70 Lecturas arraigadas desde otra perspectiva, esa mirada
“con ojos de mujer” en la que incurrieron algunas religiosas, cuestionando
la hermenéutica de la Teología de la Liberación, al demandar que los pobres
tienen rostros concretos, y estos son de mujeres que atravesadas por catego-
rías de clase, etnia y género padecen la escasez y discriminación con mucha
más fuerza. Se habla de la feminización de la pobreza.
En el encuentro de noviembre de 1997 hacen una lectura de la nueva
pobreza que no está enmarcada en un lugar geográco. Se interrogan por
la manera “de saber estar” junto a los empobrecidos, que no tiene similitud
67. “Acta de la Reunión de CRIMPO. Núcleo del Pichincha”, 4 de marzo de 1991,
Archivo CER.
68. “Acta n.º 2 de CRIMPO nacional”, Quito, 3 de enero de 1997. Ibíd.
69. “Espiritualidad de la inserción desde la mujer”, en “Memoria del seminario-taller
CRIMPO” y en “Memoria del VIII Encuentro y IV Asamblea Nacional”, Baños, 14 al 18 de
noviembre de 1994, Archivo CER y Archivo particular Hna. Blandine.
70. Ibíd.
Procesos 57, enero-junio 2023 123
con las ONG que son actualmente “políticas de acallamiento”.71 Es hora de
abrirse a otras maneras de ejercer la pastoral, junto a quienes aparentemente
no son “rentables” ni graticantes: enfermos, jóvenes, niños de la calle, mi-
grantes y drogadictos.72 Las nuevas pobrezas se contextualizan en distintos
lugares periféricos, ubicadas especialmente en la zona urbana, que marca
fronteras para los nuevos excluidos. En las experiencias de pastoral que
comparten se visibilizan otros ámbitos de inserción como acompañamiento
a refugiados en colaboración con ACNUR, participación en el Parlamento de
los Pueblos, grupos de reexión en torno al Plan Colombia y la condonación
de la deuda externa, experiencias de trabajo con mujeres de casas de tole-
rancia (prostitutas) y el Grito de los Excluidos, coordinado por la Hna. Elsie
Monge de la CEDHU.73
ConsideraCiones Finales
En el Ecuador, al igual que en otros países de América Latina, existe una
trayectoria de mujeres religiosas que, desde una nueva sensibilidad social,
realizaron un viraje histórico en dirección al mundo de los pobres, despla-
zamiento que les llevó a marcar un punto de inexión con el estilo de vida
religiosa convencional; en sintonía con la Teología de la Liberación y desde
los sectores periféricos conguraron un fuerte tejido social con otras mujeres
de sectores populares. Las condiciones para este nuevo rostro de vida reli-
giosa inserta se gestaron en medio de la convergencia de cambios no solo
eclesiales sino también sociales; un gran factor de inuencia fue el Concilio
Vaticano II.
A lo largo de este trabajo, adentrándonos en el enfoque de la historia
social e historia de las mujeres, se aborda la convergencia de las religiosas
insertas con las mujeres de sectores populares. Juntas agenciaron un bagaje
organizativo que las congregó en torno a distintas nominaciones como Orga-
nizaciones Populares de Mujeres del Ecuador, Mujeres de Sectores Populares
del Ecuador, Mujeres Cristianas del Ecuador, quienes marcaron una activa
participación en el ámbito público y político en la década de 1980.
Quedan abiertos muchos interrogantes por investigar, a n de conocer
sus trayectorias de relación con otras organizaciones de mujeres que emer-
gían en el país, así como averiguar qué sucedió con los grupos de mujeres
71. Ibíd.
72. “Espiritualidad de la inserción y discernimiento comunitario”, Encuentro nacio-
nal CRIMPO, Quito Sur, del 13 al 17 de abril de 1998, Archivo particular Hna. Blandine.
73. “La inculturación”, ibíd., del 26 de noviembre al 1 de diciembre de 2000, Archivo
CER.
Procesos 57, enero-junio 2023124
de sectores populares organizadas en los distintos barrios durante la década
de los 90. Por diálogos informales se conoce que algunas integrantes se vin-
cularon a ciertos movimientos de organización social, otras incidieron en el
ámbito político y las religiosas con el cambio de política pastoral se fueron
desplazando a otros campos de acompañamiento en las nuevas formas de
pobreza que iban surgiendo con el neoliberalismo.
Fuentes y bibliograFía
FUENTES PRIMARIAS
Archivos
Archivo de la Diócesis de Riobamba (ADR). Riobamba, Ecuador.
Fondo Documental Diocesano.
Fondo Documental Monseñor Proaño.
Archivo de la Conferencia Ecuatoriana de Religiosos (CER). Quito, Ecuador.
Archivo de la Confederación Latinoamericana de Religiosas (CLAR). Bogotá, Colom-
bia.
Centro de Solidaridad Andina (CEDESA). Riobamba, Ecuador.
Archivo particular Religiosas Dominicas. Sur de Quito, Ecuador.
Archivo particular Hna. Blandine.
Entrevistas
Anahuarqui, Valeria. En conversación con la autora, en el Hospital Andino de Rio-
bamba, 30 de agosto del 2009.
Arrobo Nelly. En conversación telefónica con la autora, 4 de febrero de 2012.
Carranco, Margarita. En conversación con la autora, en la Dirección del hospital “Un
canto a la vida”, 7 de septiembre de 2011.
Guananga, Isabel. En conversación con la autora, en la Curia Diocesana de Riobam-
ba, 29 de diciembre de 2010.
Guarderas, Elina, religiosa esclava del Sagrado Corazón. En conversación con la au-
tora, en el colegio La Dolorosa de Quito, 15 de agosto de 2011.
Prensa
La Mujer. 1986.
Organización de Mujeres Populares. Ya Estamos de Pie. 1984.
Revista Mensajero. 1972.
Procesos 57, enero-junio 2023 125
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De vivienda a museo. Biografía cultural
de una edicación colonial en Córdoba (Argentina)
From Home to Museum: Cultural Biography
ofaColonialBuildinginCórdoba(Argentina)
Dacasaaomuseu.Biograacultural
deumedifíciocolonialemCórdoba(Argentina)
Cecilia Moreyra
Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad / Consejo Nacional de
InvestigacionesCientícasyTécnicas(CONICET)
Córdoba, Argentina
cecilia.moreyra@unc.edu.ar
https://orcid.org/0000-0003-4612-7851
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3718
Fecha de presentación: 7 de noviembre de 2022
Fecha de aceptación: 14 de febrero de 2023
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 127-159. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
Este artículo propone la biografía cultural de una casona colonial
situada en el centro de Córdoba (Argentina), donde actualmente
funciona un museo histórico. En el marco de los estudios de cultura
material, el enfoque biográco ilumina el tránsito de las cosas entre dos
grandes esferas: mercantilización y desmercantilización. Para trazar la
trayectoria del edicio se analizan y entrecruzan fuentes como:
testamentos, juicios sucesorios, escrituras de venta, planos de la
propiedad, censos de población, registros parroquiales, documentación
ocial de gobierno, avisos comerciales y notas publicadas
en la prensa local.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia cultural, cultura
material, arquitectura, biografía, museo, Argentina, Córdoba.
ABSTRACT
This article proposes the cultural biography of a colonial mansion located
in the center of Córdoba, Argentina, that currently houses a historical
museum. In the context of material culture studies, the biographical
approach sheds light on the transit of things between two major spheres:
commodication and decommodication. Sources such as wills,
inheritance proceedings, deeds of sale, property plans, population
censuses, parish records, ocial government documentation, commercial
notices, and articles published in the local press are analyzed and
cross-referenced to trace the building’s history.
Keywords: Latin American history, cultural history, material culture,
architecture, biography, museum, Argentina, Córdoba
RESUMO
Este artigo propõe a biograa cultural de uma casa colonial situada no
centro de Córdoba (Argentina), onde atualmente funciona um museu
histórico. No âmbito dos estudos de cultura material, a abordagem
biográca ilumina o trânsito das coisas entre duas grandes esferas:
a mercantilização e a desmercantilização. Para traçar a trajetória do
edifício são analisadas e entrelaçadas fontes como: testamentos, sentenças
sucessórias, escrituras de venda, plantas prediais, censos de população,
registros paroquiais, documentação ocial de governo, avisos comerciais
e notas publicadas na imprensa local. Quito.
Palavras chave: história latino-americana, história cultural, cultura
material, arquitetura, biograa, museu, Argentina, Córdoba.
la Casona, los sujetos, la trayeCtoria
En una esquina del centro de la ciudad de Córdoba1 se erige una casona de
dos plantas construida hacia mediados del siglo XVIII en la que hoy funciona
un museo histórico administrado por el Estado provincial. En su interior en-
cuentran lugar eclécticas colecciones de objetos. Las habitaciones de la planta
baja exhiben cajas, baúles, petacas y bargueños; obras de arte religioso; pianos,
armonios y órganos. Estos recintos se ubican en torno a tres patios, el princi-
pal con su galería; uno estrecho llamado “del aljibe” y el segundo patio. En la
planta alta se recrean interiores domésticos, tal como alcobas con sus camas y
mobiliario de guardado.2 El nombre del museo hace referencia a uno de sus
ilustres habitantes de tiempos pretéritos: el Marqués Don Rafael de Sobremon-
te, gobernador intendente de Córdoba del Tucumán entre 1784 y 1797.
La casona fue levantada para servir de residencia a una familia de élite
dedicada al comercio; más tarde fue alquilada por el marqués de Sobremon-
te. Hacia nales del siglo XVIII y durante el siglo XIX residieron allí im-
portantes familias de comerciantes emparentadas entre sí. A comienzos del
siglo XX la casona fue vendida dos veces y, aunque circuló información sobre
su posible demolición, terminó albergando la colección de objetos histórico-
coloniales correspondientes al Museo Politécnico Provincial. Lo referido da
cuenta de un edicio que tuvo diferentes propietarios y habitantes, fue valo-
rado de múltiples formas y adquirió diversos sentidos a lo largo del tiempo.
Durante esa trayectoria, la edicación experimentó transformaciones mate-
riales y simbólicas que se produjeron a partir de las interacciones habidas en-
tre la casa y sujetos de visible impronta en la historia cordobesa. Pensar esta
casona en el marco de una trayectoria evita anquilosarla en un estadio estan-
co e inmóvil. Si procuramos eludir la tradicional manera de jarla a períodos
o fechas especícas —que se corresponden, en general, con la época tardo-
colonial— es necesario adoptar una mirada procesual que evite considerar
la construcción en un solo punto de su existencia y la piense, en cambio, en
el marco de procesos y ciclos de producción, intercambio y consumo como
un todo. En esta línea se sitúa la propuesta de este artículo: producir una
1. Intersección de las calles Rosario de Santa Fe e Ituzaingó (denominación actual), a
una cuadra de la Plaza Mayor, actual Plaza San Martín.
2. Caracterización efectuada sobre la base del recorrido exploratorio de la autora, el 6
de octubre de 2021, en el que se realizó un registro fotográco y “descripción masiva” del
museo, consignando las características materiales de cada habitación, ubicación dentro del
plano del edicio y detalle de los objetos exhibidos en cada cuarto. Howard Becker, Trucos
delocio.Cómoconducirsuinvestigaciónencienciassociales (Buenos Aires: Siglo XXI, 2009).
Procesos 57, enero-junio 2023130
biografía cultural de la casona atendiendo a sus recorridos múltiples, sus
interacciones con diferentes actores y la acumulación de historias y sentidos
diversos. La propuesta requiere del análisis y triangulación de fuentes de di-
verso orden: testamentos y juicios sucesorios de quienes fueran propietarios
y habitantes de la casa, escrituras de venta, planos de la propiedad, censos
de población, registros parroquiales, documentación ocial de gobierno, avi-
sos comerciales y notas publicadas en la prensa local.3
Al presente, la casona ha sido objeto de investigaciones que atienden a
tres fases de su trayectoria. La primera encuentra su expresión en el traba-
jo fundacional de Juan Kronfuss sobre arquitectura colonial en Argentina,
quien pone el acento en las formas técnico-estilísticas de la casona para enfa-
tizar su valor histórico y estético frente a la inquietante desaparición de ese
tipo de construcciones.4 Carlos Luque Colombres, por su parte, precisa datos
del solar en que se levanta la casona, sus propietarios originales y proceso de
construcción.5 Un segundo episodio fue analizado en investigaciones sobre
la conformación del Museo Politécnico Provincial cuando, dejando su carác-
ter generalista, se conguran diferentes áreas, entre ellas, la sección histórica.
En este punto, los trabajos de Ana Clarisa Agüero iluminan el proceso de
3. Documentación conservada en repositorios diversos: Archivo Histórico de la Pro-
vincia de Córdoba (AHPC), Archivo del Arzobispado de Córdoba (AAC) y su documenta-
ción digitalizada disponible en el portal https://www.familysearch.org, Hemeroteca del
Poder Legislativo de Córdoba y Centro de Documentación de la Biblioteca Mayor de la
Universidad Nacional de Córdoba. Cabe señalar que mis trabajos previos sobre cultura
material del espacio doméstico y formas de la vida cotidiana en Córdoba entre los siglos
XVIII y XIX fueron el punto inicial de las inquietudes que derivaron en el presente texto,
pues la casona que me interesa formó parte de aquellos interiores domésticos examina-
dos y una primera parte de la documentación analizada en este artículo fue revisada en
aquellos textos. Cecilia Moreyra, “Casa de patios y espacio doméstico. Cambios y conti-
nuidades entre los siglos XVIII y XIX, Córdoba (Argentina)”, FoliaHistóricadelNordeste, n.º
41 (2021): 33-48, https://revistas.unne.edu.ar/index.php/fhn/article/view/5158; Cecilia
Moreyra, “La alcoba, el lecho, lo cotidiano. Cultura material de un espacio doméstico.
Córdoba (Argentina), siglos XVIII y XIX”, Páginas 10, n.º 24 (2018): 95-117, https://doi.
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aeamer.2017.1.08, entre otros.
4. Juan Kronfuss, Arquitectura colonial en la Argentina (Córdoba: Bignandi, 1921).
5. Carlos Luque Colombres, “Solares históricos cordobeses. Notas para la historia de
la casa de Sobremonte”, Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, n.º
12 (1959): 65-75.
Procesos 57, enero-junio 2023 131
“retornos coloniales” como fenómeno de carácter cultural, historiográco y
político en el que cobra sentido la revalorización monumental materializada
en el rescate de la casa del Virrey.6 Por su parte, Carlos Ferreyra construye y
analiza la historia institucional del museo histórico.7 Finalmente, esta edi-
cación fue investigada en su etapa de restauración como parte de un “mo-
mento arquitectónico” en Córdoba que combinó la institucionalización de la
disciplina con procesos de revalorización histórica.8
Si la presente propuesta dirige su atención a la casona Sobremonte no es
solo por el carácter excepcional de la construcción (es el único edicio civil del
período colonial que permanece en pie hoy en día), sino, más aún, por devenir
punto de conuencia de diferentes actores sociales del pasado. En este sentido,
la atención dirigida a una edicación especíca no nos devuelve una historia
material y simbólica de la ciudad o de la arquitectura urbana colonial, antes
bien, el edicio deviene unidad de análisis que puede iluminar la interseccio-
nalidad entre tres esferas de la historia de la ciudad de Córdoba: la élite cordo-
besa (las familias y sus redes comerciales, políticas y de parentesco); la ciudad
y sus transformaciones materiales y simbólicas; y la cultura de Córdoba.
la biograFía Cultural de los objetos
El campo de los estudios de cultura material tiene en sus bases un fértil
diálogo entre la arqueología y la antropología anglosajonas. Lejos de agotar
las diferentes tradiciones que conforman este campo, ya apuntadas de ma-
nera integrada por Dan Hicks,9 nos interesa señalar una de las directrices
de esta línea de investigación: la comprensión de las interrelaciones entre
lo social-cultural y lo material; entre personas y objetos. En esta premisa se
apoyan, por ejemplo, Ian Hodder y su arqueología contextual y Daniel Mi-
6. Ana Clarisa Agüero, “Las formas fuera de lugar y siempre bien situadas. Córdoba,
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Procesos 57, enero-junio 2023132
ller y su antropología social del consumo, certeros referentes de los estudios
de cultura material.10 Otra de las vertientes señeras en este campo es la de
Tim Ingold, quien critica la noción misma de cultura material y enfatiza la
articialidad de las fronteras establecidas entre los mundos humano y no-
humano y lo imperioso de situar las cosas en constante uir.11 Por su par-
te, la obra seminal de Arjun Appadurai introdujo la idea de que los objetos
materiales —devenidos mercancías a partir de su circulación e intercambio
económico— tienen, al igual que las personas, una vida social.12 Esta noción
es fundamental para el enfoque y método que desarrolla Igor Kopyto: la
biografía cultural de las cosas.13
Un punto de partida del enfoque biográco de los objetos es la noción
de life history, que reconoce diferentes procesos —obtención, manufactura,
almacenamiento, transporte, uso, mantenimiento, reutilización y desecho—
en la trayectoria de las cosas, a lo largo de los cuales van experimentando
cambios morfológicos y funcionales.14 Por su parte, el aporte nodal de Ko-
pyto fue poner de relieve que las cosas tienen una “vida” y cambian a lo
largo del tiempo; más aún, las transformaciones de cosas y personas están
profundamente ligadas.15
Para construir una biografía cultural, Kopyto planteó un conjunto de in-
terrogantes que, si los pensamos a partir de la edicación que nos ocupa, su-
ponen preguntas como: ¿Cuál es el origen del edicio? ¿Quién lo construyó,
con qué nalidad y en qué contexto espacial y temporal? ¿Cuáles fueron sus
usos a lo largo del tiempo? ¿Cuáles son los conictos que ha suscitado? ¿Cuál
es su función actual? ¿Cómo se ha forjado su historia e interpretación ocial?
¿Qué intereses están relacionados con su actual conservación, destrucción
(parcial) o exposición al público? Estas preguntas iluminan el tránsito de las
10. Ian Hodder, Symbols in Action: Ethnoarcheological Studies of Material Culture (Cam-
bridge: Cambridge University Press, 1982); Ian Hodder, Reading the Past (Cambridge:
Cambridge University Press, 1986); Daniel Miller, Material Culture and Mass Consumption
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11. Tim Ingold, ThePerceptionofEnvironment.EssaysonLivelihood,DwellingandSkill
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13. Igor Kopyto, “La biografía cultural de las cosas: la mercantilización como proce-
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15. Kopyto, “La biografía cultural...”.
Procesos 57, enero-junio 2023 133
cosas entre dos grandes esferas: mercantilización y desmercantilización. La
primera es aquella en la cual el objeto tiene valor de uso y puede intercam-
biarse por una contraparte. Una cosa vendible o muy intercambiable signica
que es “común”. Lo opuesto a ello son los objetos que una sociedad, en deter-
minado momento, concibe como inusuales, incomparables, singulares y, por
tanto, no factible de intercambiarse por nada. Sobre esto dirá Appadurai que
el contexto es todo, pues el carácter de mercancía, regalo u objeto museable
no reside en el objeto mismo sino en las circunstancias sociales y políticas
en las que circula, por lo que las cosas producidas como mercancías pueden
devenir regalo o terminar expuestas en un museo.16
El lenguaje que propone Kopyto para pensar que las cosas tienen una
vida a lo largo de la cual experimentan transformaciones en su materialidad
y sus sentidos impregnó diferentes áreas de los estudios de cultura material,
aunque no estuvo exento de críticas.17 Hans Peter Hahn y Hadas Weis, por
ejemplo, rechazan el carácter lineal que supone el enfoque biográco al tran-
sitar desde el “nacimiento” del objeto hasta su “muerte”. Más aún, la muerte
o n de una cosa resulta difícil de determinar pues la materialidad de la cosa
puede ser rescatada, resignicada y recongurada en un objeto otro, lo que
supondría una “segunda vida”.18 Tales observaciones decantan en la noción
“itinerario”, que los autores proponen para pensar las cosas en movimiento.
Por su parte, en lugar de “biografía”, Dan Hicks preere la noción de “ne-
crografía” para resignicar las historias de pérdida y muerte que suponen,
especícamente, los objetos no occidentales que terminan expuestos en mu-
seos occidentales.19
Por otra parte, la perspectiva biográca estimuló inquietudes entre ar-
quitectos respecto de cómo construir e interpretar las etapas de una edica-
ción desde su creación hasta su demolición o resignicación en el presente.
Así, lejos de concebir las construcciones como contenedores estáticos, la de-
nominada building biography20 considera que tienen una vida que se imbrica
16. Appadurai, “Introducción: las mercancías...”.
17. David Fonjtinj, “Epilogue: Cultural Biographies and Itineraries of Things: Second
Thougths”, en Mobility,MeaningandTransformationsofThings.ShiftingContextsofMaterial
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Procesos 57, enero-junio 2023134
con la de sus habitantes a la vez que están ligadas al contexto social, econó-
mico y político.21
Si un enfoque biográco no se adapta para un análisis del cambio en los
sentidos y signicados de cualquier objeto, se presenta pertinente para
pensar edicaciones monumentales que atravesaron las esferas de mercan-
tilización y desmercantilización. Con todo, difícilmente un único modelo
sirva para todas las circunstancias y por eso es fundamental construir esque-
mas de procesos y fases acordes con la trayectoria de la edicación que nos
interesa, teniendo presente que esta es una entre otras biografías posibles. En
este sentido, y atendiendo a las preguntas que Kopyto sugiere, se estable-
cen las siguientes etapas en la trayectoria de la casona Sobremonte: construc-
ción; habitación y circulación; apogeo de la mercantilización; y, nalmente,
singularización. Aunque estas etapas se disponen de manera cronológica,
están lejos de comportarse como fases rígidas y lineales, antes bien, se so-
lapan unas con otras. El recorrido propuesto, que inicia al mediar el siglo
XVIII, tiene su término a mediados de la década de 1920, cuando el gobierno
de la provincia de Córdoba adquiere la propiedad de una parte de la casona.
Queda, pues, para indagaciones posteriores, analizar el trayecto que sigue
la edicación a partir de ese momento, es decir, en su función plenamente
museística.
ConstruCCión
El diseño fundacional de la ciudad de Córdoba estuvo conformado por
setenta manzanas ubicadas en una hondonada demarcada por el Río Suquía
al norte y este, el arroyo La Cañada al oeste y barrancas hacia el sur, hitos geo-
grácos de notable impronta en el devenir de la ciudad. El centro de la traza lo
ocupaba la Plaza Mayor, en torno a la cual se alzaron la Catedral y el Cabildo,
con sus manzanas aledañas ocupadas por órdenes religiosas y vecinos princi-
pales. La casona Sobremonte ocupó un solar situado a una cuadra del centro
de la ciudad, lugar que devino relevante dentro del espacio urbano (gura 1).
Sobre el punto inicial de esta construcción, Kronfuss arma que la caso-
na llega a manos de José Rodríguez mediante la dote que ingresa su esposa,
Felipa Catalina Ladrón de Guevara.22 Por el contrario, la revisión de escri-
turas y cartas de venta que lleva a cabo Luque Colombres conrma que la
21. Alison Blunt, “The ‘Skyscraper Settlement’: Home and Residence at Christodora
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22. Kronfuss, Arquitectura colonial en la Argentina. El matrimonio entre José Ro-
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casa que Felipa recibe en dote se situaba al oeste de la casona en cuestión,
calle de por medio, es decir, en la vereda opuesta.23 Asimismo, valiéndose de
las escrituras de compraventa, donaciones, cartas de dote, testamentos, cen-
sos, hipotecas, capellanías, juicios sucesorios, reivindicaciones y ejecuciones,
Luque Colombres recorre los diferentes propietarios del terreno nalmente
ocupado por la casa del marqués. Así, concluye que José Rodríguez compra
en 1752 a Antonia de Carranza “unas casas maltratadas y el sitio al que per-
tenecen”. Los datos de la ubicación del solar coinciden con la locación de la
casona.24
23. Luque Colombres, “Solares históricos cordobeses...”, 65, 66; Carlos Luque Colom-
bres, OrígeneshistóricosdelapropiedadurbanadeCórdoba,siglosXVIyXVII (Córdoba: Uni-
versidad Nacional de Córdoba, 1980).
24. AHPC, registro 1, inv. 135, f. 142.
Figura 1. Ubicación de la casona Sobremonte en la traza
de la ciudad de Córdoba, siglo XVIII
Fuente: Plano de la ciudad de Córdoba realizado por Manuel López, 1799. Archivo
General de la Nación (AGN), sala 9, 30-6-5, interior, leg. 43, exp. 3.
Recorte y edición de la autora.
Procesos 57, enero-junio 2023136
José Rodríguez fue un comerciante gallego que se integró a la sociedad
local casándose con una mujer de insigne linaje, Felipa Catalina Ladrón de
Guevara, cuya familia descendía del fundador de la ciudad, Jerónimo Luis
de Cabrera. El evento formó parte de un signicativo proceso que venía lle-
vándose a cabo desde las décadas 1720 y 1730: el casamiento de migrantes
del norte de España, la mayoría, comerciantes, con hijas de las familias tradi-
cionales de Córdoba. Estos enlaces conformaron el escenario de integración
social de los recién llegados, con una alta conictividad en la vida política
de la ciudad, expresada en disputas por espacios de poder entre los viejos y
nuevos actores de la escena política.25
La actividad mercantil de envergadura, sumada al estratégico enlace
matrimonial, consolidó el lugar de Rodríguez entre la élite local, posición
que se aanzó con el ejercicio de cargos concejiles y militares.26 A su vez,
contaba Rodríguez con conocimientos de construcción y albañilería. De ello
da cuenta el informe sobre el estado de la fábrica de la Catedral de Cór-
doba del 7 de mayo de 1770 que se referirá a él como hombre “inteligente
y práctico en obras”.27 Además, su hijo, el sacerdote Juan Justo Rodríguez,
subrayó la participación de su padre en la construcción de una de las torres
de la Catedral y parte de su frontispicio, que, según Kronfuss, guarda simi-
litudes arquitectónicas y decorativas con la casona en cuestión.28 Lo anterior
permite inferir, como sugiere Luque Colombres, la participación del propio
Rodríguez en la dirección y construcción de su casa y discrepar con Cabrera
y Kronfuss, según quienes fueron los jesuitas Primoli y Bianchi los artíces
de la edicación.29
La casona fue construida siguiendo el modelo de casa con patios en serie
donde dos o más patios sucesivos se erigían como núcleos estructurantes de
la edicación y era en torno a estos que tenían lugar las diferentes habitacio-
nes.30 La casa de los Rodríguez estaba organizada alrededor de tres patios,
25. Ana Inés Punta, “Medio siglo de tensiones y conictos políticos. Córdoba del Tu-
cumán, 1720-1770”, Tefros 12, n.º 2 (2014): 51.
26. Breve trayectoria de José Rodríguez según Carlos Luque Colombres, El doctor Vic-
torinoRodríguez:primercatedráticodeInstitutoenlaUniversidaddeCórdoba (Córdoba: Uni-
versidad Nacional de Córdoba / Instituto de Estudios Americanistas, 1947), 11-15.
27. AHPC, Escribanía 2, leg. 39, t. 1, exp. 15, citado en Luque Colombres, “Solares
históricos cordobeses...”, 74. El autor subraya la similitud entre la rma de José Rodríguez
en este informe y la rma que gura en las escrituras.
28. AAC, leg. 25, en ibíd., 75.
29. Discurso inaugural del Museo Colonial pronunciado por monseñor Pablo Cabre-
ra, citado en Kronfuss, Arquitectura colonial en la Argentina, 126.
30. La casa con patios en serie constituye una tipología habitacional que investiga-
ciones clásicas y más actuales identicaron en diferentes partes de Argentina. Elisa Ra-
dovanovic, “La casa con patios en Buenos Aires. Una visión desde los históricos planos
Procesos 57, enero-junio 2023 137
el principal, el traspatio y un pequeño patio o corral.31 En torno al primero
tenían lugar el zaguán, algunos dormitorios y salas, entre las que destaca la
sala principal que, a su vez, daba a un corredor de tres columnas. Esta ga-
lería junto con una escalera —que conducía a la segunda planta—, también
emplazada en el patio, fueron elementos que Kronfuss denió como porta-
dores de “algo más de lujo” que la sencilla portada.32 Del amplio volumen
espacial ocupado por el frente de la residencia —49 varas— destacan dos
elementos: la puerta principal de dos manos franqueada por columnas grie-
gas —aquí se centra el énfasis ornamental del conjunto— y la esquina con su
doble entrada y balcón saliente en el segundo piso (gura 2).
Las habitaciones que daban a ambas calles funcionaban como tiendas
y trastiendas, alquiladas a otros comerciantes o artesanos para su morada,
espacio de trabajo y lugar de venta al público: estaban especialmente pre-
paradas para ello a partir de sus mostradores y alacenas. Las habitaciones
principales estaban formadas por sólidos muros de cal y canto de hasta una
vara de ancho. Los techos eran de bóveda de medio punto, en algunas habi-
taciones, y de tejas apoyadas sobre costaneras de madera, en otras. Los pisos
eran enladrillados.
En el traspatio se ubicaban la cocina, un cuarto que colindaba con esta,
destinado a despensa o habitación del personal del servicio. Estos cuartos
estaban construidos con adobe crudo y tejuela, materiales y formas construc-
tivas más modestas que las habitaciones principales. Se ubicaban, asimismo,
en el traspatio el pozo de agua y el horno de pan. Tal ordenamiento del inte-
domiciliarios del Archivo de Aguas argentinas”, en La casa meridional. Correspondencias,
dir. por Gonzalo Díaz Recaséns (Sevilla: Junta de Andalucía, 2001), 337-352; Osvaldo Ote-
ro, Espacios privados, lugares públicos. Historia de la vivienda bonaerense entre el Virreinato y los
alboresdelaIndependencia,tecnología,usoyfunción (La Plata: Laboratorio de Entrenamien-
to Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica, 2014); Juan Carlos Marinsalda,
“Casa patio en el noroeste argentino: la evolución del tipo, el caso de San Miguel de Tucu-
mán”, en La casa meridional...; Laura Manzini, “Las viviendas del siglo XIX en Santiago de
Chile y la región de Cuyo en Argentina”, Universum 26, n.º 2 (2011): 165-186; Luis María
Calvo, Vivienda y ciudad colonial. El caso de Santa Fe (Santa Fe: Universidad Nacional del
Litoral, 2011); Manuel Domínguez, “La vivienda colonial porteña”, Anales del Instituto de
Arte Americano e Investigaciones Estéticas, n.º 1 (1948): 100-130; Kronfuss, Arquitectura colo-
nial en la Argentina; José Torre Revello, “La vivienda en el Buenos Aires antiguo: desde los
orígenes hasta el siglo XIX”, Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas,
n.º 10 (1957): 84-125; Jorge Bettolli, “La vivienda de patio en Córdoba (1573-1850), orígenes
y desarrollo de la tipología. Estudio y propuesta de recuperación de la casa ubicada en
calle Caseros 70 de la ciudad de Córdoba” (tesis de maestría, Universidad Nacional de
Córdoba, 2014); Moreyra, “Casa de patios...”.
31. La descripción de la casa se efectuó sobre la base del Inventario de los bienes de
José Rodríguez, AHPC, Escribanía 2, 1797, leg. 92, exp. 26, . 60v y ss.
32. Kronfuss, Arquitectura colonial en la Argentina, 128.
Procesos 57, enero-junio 2023138
rior doméstico se anudaba con las jerarquías socioétnicas de la época, pues
eran las habitaciones de servicio que se alzaban en este traspatio el lugar de
vida y trabajo de la servidumbre que, según constatamos en el censo de 1778,
se trataba de 16 esclavizados afrodescendientes de diferentes edades que ser-
vían a la familia.33 Con el n de dar más extensión al fondo de su casa, Rodrí-
guez adquirió un terreno ubicado al sur, que lindaba con parte del traspatio.
La planta alta, a la que se accedía a partir de la escalera ubicada en el pa-
tio principal, contaba con tres salas, cuyas ventanas daban a la calle que mira
al norte y una de ellas tenía una puerta que daba al balcón de la esquina. Dos
de estas salas comunicaban con dos dormitorios y a una azotea en la que se
emplazaba un lugar común, pequeño habitáculo destinado a contener los
desechos corporales. Se trata de una ubicación excepcional, pues este tipo
de cuartos se hallaban generalmente en el segundo patio, entre los espacios
de servicio.
La casa de José Rodríguez era un edicio imponente dentro de la ciudad,
tanto por los sólidos materiales de construcción, sus dimensiones, numerosos
cuartos y la existencia de dos plantas, como por ocupar un lugar cercano al
centro urbano. Construcciones de este calibre maniestan que, como dice Glo-
ria Franco Rubio, los seres humanos buscaron hacer de sus casas espacios no
33. Censo de la provincia de Córdoba, 1778, caja 18, AAC, https://www.family-
search.org.
Figura 2. Frente principal de la casona sobre la actual calle Rosario de Santa Fe
Fuente: Dibujo de Juan Kronfuss en Arquitectura colonial en la Argentina (Córdoba:
Bignandi, 1921), lámina XVII.
Procesos 57, enero-junio 2023 139
solo habitables sino también sociales, que trascendieran la nalidad pragmáti-
ca de servir de refugio o lugar de trabajo y permitieran desplegar mecanismos
de representatividad social, donde elementos como el tamaño o la estética de
la construcción comunicaran estatus y pertenencia a un grupo.34
habitaCión y CirCulaCión
Esta etapa se solapa con la precedente pues, en denitiva, desde su “na-
cimiento” la casa fue un espacio de habitación familiar y de trabajo. A lo
largo de esos años, transitó entre diferentes propietarios siendo objeto de
compra y venta, de hipoteca y remate. El censo de 1778 registra a la familia
Rodríguez —compuesta por José de 70 años, su esposa, Felipa de 55 años,
sus siete hijos que contaban, en ese momento, entre 20 y 40 años, y 16 es-
clavizados afrodescendientes— habitando la casa situada en la “calle del
Cabildo”.35 La familia residió en la casona hasta 1784, cuando el primer Go-
bernador Intendente de Córdoba, el marqués Rafael de Sobremonte, alquiló
dicha vivienda hasta la nalización de su cargo en 1796. Pero antes de este
signicativo período la casa tomó parte en un proceso que signó parte del
siglo XVIII cordobés: la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767 y la pos-
terior venta de su patrimonio.
Estos eventos tuvieron lugar en un escenario político local conictivo, ana-
lizado por Punta, donde los grupos tradicionales, y los llegados a partir de
las décadas 1720, se disputaban los espacios de poder y en su despliegue de
estrategias se acercaban o distanciaban de instituciones coloniales o funciona-
rios representantes de la Corona.36 La expulsión de los jesuitas también fue un
elemento que denió el posicionamiento de esos bandos, cuyos enfrentamien-
tos se replicaron en el apoyo o rechazo a Fernando Fabro, ocial encargado
de ejecutar la expulsión y realizar los primeros inventarios de los bienes y,
después, en la Junta Municipal de Temporalidades, organismo responsable
de la administración y liquidación nal del patrimonio jesuita en Córdoba.37
34. Gloria Franco Rubio, “La vivienda en el Antiguo Régimen. De espacio habitable a
espacio social”, Chronica Nova 35 (2009) 63-103.
35. Censo de la provincia de Córdoba, 1778, AAC, caja 18, https://www.family-
search.org.
36. Punta, “Medio siglo de tensiones...”.
37. Tanto el clima político como el proceso de venta del patrimonio de la orden expul-
sada son analizados por Ana Inés Punta, “Medio siglo de tensiones...”; Ana Inés Punta, “El
cabildo de Córdoba del Tucumán: su conformación y políticas. De la etapa borbónica a la
ruptura del orden colonial”, Actas del XVI Congreso Internacional de AHILA (San Fernando:
AHILA / Ayuntamiento de San Fernando, 2011): 145-165; Ana Inés Punta, “Tensiones y cli-
Procesos 57, enero-junio 2023140
Hombres vinculados al sector de los “nuevos” actores de la escena so-
ciopolítica se beneciaron del proceso de distribución y compra de los bie-
nes de los jesuitas, entre ellos, José Rodríguez, quien accedió a parte de ese
patrimonio, en 1773, al comprar la estancia de Alta Gracia, una de las más
extensas, situada a unas siete leguas de la ciudad de Córdoba. El monto de
la compra fue de 44.527 pesos a pagar en cuotas “a satisfacer en nueve años”
y bajo seguro de hipoteca de sus bienes, incluida la casona urbana.38 En 1784,
cuando muere José Rodríguez aún no se había realizado pago alguno por la
estancia, por lo que interviene la Junta de Temporalidades para intimar a los
herederos. Sigue a esto una serie de procedimientos tendientes a percibir la
suma adeudada y, por parte de los hijos de Rodríguez, a conseguir una reba-
ja de ese importe, alegando la improductividad de la estancia. El expediente
que registra las negociaciones comprende cientos de fojas e incluye varios
años.39 Finalmente, al no efectuarse los pagos correspondientes, la Junta de
Temporalidades ejecuta la hipoteca mediante remate de la casona que fue
adquirida por el comerciante gallego Antonio Benito Fragueiro.40
Al momento del remate de la casa, habitaba en ella el propio Marqués de
Sobremonte quien, a su vez, presidía la Junta Municipal de Temporalidades
encargada de ejecutar el remate. El Gobernador Intendente alquiló la casa de
la familia Rodríguez para residir en ella, entre 1784 y 1796, mientras ejercía su
cargo público. La edicación, ya cargada de valor simbólico dado su tamaño,
materiales de construcción, diseño y ubicación, adquirió relevancia como espa-
cio de poder político, pues el marqués llevó adelante sus tareas en dicho lugar.
La impronta de esa época es innegable: con el tiempo la casa se conocerá como
“de Sobremonte” o, más bien, “la casa del Virrey”41 y así será nombrada por los
habitantes de Córdoba, llegando a constituir un punto de referencia urbano.
Una vez comprada la casa, Antonio Fragueiro se instaló en ella junto con
su esposa, Agustina del Corro, una joven de reconocido linaje, con quien
tuvo nueve hijos. Dedicado a la introducción de “efectos de Castilla” y la
exportación de productos de la tierra, especialmente, cueros, Fragueiro tam-
bién accedió a sucesivos cargos en el Cabildo (alcalde de segundo voto, sín-
ma político en Córdoba. La expulsión de los jesuitas en 1767 y el reparto de sus bienes: un
suculento negocio de la élite local”, en UniversidadNacionaldeCórdoba:cuatrocientosaños
de historia, coord. por Daniel Saur y Alicia Servetto (Córdoba: Editorial de la UNC, 2013),
125-146; Ana Inés Punta, PoderynegociosenlaCórdobaborbónica.Laexpulsióndelosjesuitas
en1767yloquepasódespués (Córdoba: Ferreyra, 2021).
38. Un precio menor al que consta en la tasación de 1769, Punta, “Tensiones y clima
político...”; Punta, Poder y negocios...
39. AHPC, Esc. 2, 1797, leg. 92, exp. 26.
40. AHPC, colección Caeiro.
41. Luego de su cargo de Gobernador Intendente de Córdoba, Sobremonte fue nom-
brado Virrey del Río de la Plata.
Procesos 57, enero-junio 2023 141
dico procurador y alcalde de primer voto).42 La casa sirvió de habitación de
la numerosa familia y sus sirvientes (catorce esclavizados afrodescendien-
tes) mientras que algunas de las tiendas se dieron en alquiler. Entre las mo-
dicaciones que Fragueiro introdujo en la edicación está la transformación
de una trastienda (situada sobre la calle que daba al poniente) en un gran
almacén que sirvió de repositorio de mercaderías. Todo lo relativo al curtido
de cueros —producto que exportaba— se encontraba en una quinta de su
propiedad situada a un par de cuadras de la casona. Aquel almacén que
Fragueiro erigió en su propia vivienda constituye un elemento que guarda
similitud con las casas de otros comerciantes de la época, cuyas viviendas
funcionaban también como centro de operaciones mercantiles.43 Otra de las
innovaciones que realizó Fraguerio fue la conversión de la tienda que se
ubicaba a continuación del citado almacén en una cochera, habitáculo que
reviste carácter de excepción, pues lo encontramos en pocas viviendas de la
época. Asimismo, entre las mejoras realizadas está la reparación del pozo de
agua que se encontraba en estado ruinoso y la construcción, en el traspatio,
de cuartos de media agua que funcionaron como habitación de los esclavi-
zados.44 La propiedad se extendió aún más cuando Fragueiro compró la casa
que lindaba con la suya por el sur y el oeste, sitio que fue denominado “casa
chica” y destinado a alquiler,45 espacio que en la actualidad forma parte del
conjunto edilicio del museo, aunque no del recorrido que realiza el público.
Cuando en 1812 muere Antonio Fragueiro, se reparte la propiedad de
la casa entre sus nueve hijos. Ocho de ellos eran aun menores de edad por
lo que —según expresó Antonio en su testamento— quedaron a cargo del
hermano mayor, José María Fragueiro, quien, como tutor y curador, estaría
encargado de administrar los bienes y llevar adelante los negocios de su pa-
dre.46 Los hijos e hijas de Fragueiro continuaron habitando la casona familiar,
42. Sobre la trayectoria vital de Antonio Fraguerio véase Héctor Lobos, Los Fragueiro:
unafamiliadecomerciantescordobesesdenesdelsigloXVIIIyprincipiosdelXIX (Buenos Ai-
res: Academia Nacional de la Historia, 1979).
43. Véase como ejemplo el plano que representa la casa del comerciante Hilarión Fu-
nes. “Testamentaria de Mercedes Roldán de Funes”, AHPC, Escribanía 1, año 1873, leg.
186, exp. 1.
44. Las modicaciones señaladas se advierten al contraponer, por un lado, las tasacio-
nes realizadas en el inventario de José Rodríguez con la realizada en ocasión del remate de
la propiedad y, por otro lado, el inventario post mortem de Antonio Fragueiro. AHPC, esc.
2, 1792, leg. 92, exp. 26; ibíd., colección Caeiro; ibíd., esc. 1, 1813, leg. 442, exp. 1.
45. “Escritura de venta de la casa que fuera de Ana María Correa”, AHPC, colección
Caeiro. La denominación “casa chica” consta en el Inventario de Antonio Fraguerio, pro-
piedad que se tasa por separado de la “casa grande”, AHPC, esc. 1, leg. 442, exp. 1.
46. AHPC, registro 1, 1811-1814, inv. 182, f. 172-177. Cabe señalar que Agustina del
Corro, la esposa de Fraguerio, había fallecido en 1809.
Procesos 57, enero-junio 2023142
la que, a su vez, siguió funcionando como centro de operaciones mercantiles.
También habitaban en la casa otros parientes por línea paterna vinculados
a los negocios familiares, tal, por ejemplo, Rosendo de la Lastra, natural de
Galicia y sobrino de Antonio, quien quiso contraer matrimonio con su prima
Mercedes Fragueiro, hija mayor de Antonio. Aunque ese matrimonio no se
concertó, pues la dispensa solicitada fue denegada, más adelante sí llegó a
concretarse la unión de las familias Fragueiro y de la Lastra pues Gerónima
Fragueiro contrajo matrimonio en 1817 con Manuel de la Lastra, natural de
Galicia y hermano del citado Rosendo. Más aún, dos años después del dece-
so de Gerónima (acaecido en 1821) Manuel de la Lastra contrajo matrimonio
con Gavina Fragueiro, hermana menor de la fallecida esposa. Tales enlaces
revisten crucial importancia pues Manuel de la Lastra se convirtió en una
gura destacada de los negocios de la familia Fragueiro, a la vez que confor-
mó otros relevantes espacios de comercio e inversión junto con su hijo Ni-
lamón Lastra y su sobrino Julio Fragueiro (hijo de José María).47 Lo anterior
maniesta que las estrategias familiares fueron nodales a la hora de articular
intereses económicos; esas uniones tácticas permitían la construcción de r-
mas colectivas que aseguraban, o intentaban asegurar, la acumulación cons-
tante y sistemática de los distintos grupos de comerciantes y productores
que vinieron a conformar las burguesías provinciales.48
A medida que algunos de los hijos de Antonio Fragueiro contraían matri-
monio llevaban a sus cónyuges a vivir a la casona, la que vio aumentada su
población aún más cuando tales parejas tuvieron hijos. Así, el censo de 1822
registraba 16 individuos unidos por lazos liales y conyugales que, además,
compartían actividades mercantiles.49 Conjunto al que se suman tres varones
jóvenes, también emparentados con el grupo residente. Completaban la po-
blación de la casa 32 afrodescendientes libres y esclavizados, muchos de los
cuales habían sido propiedad de Antonio Fragueiro y heredados por sus hi-
jos. Con el tiempo disminuyó la densidad poblacional de la casa y quedaron
Manuel Lastra —quien había quedado al manejo de la tienda y el negocio
mayorista de la casa Fragueiro— y familia como principales habitantes de
la casona junto con personal de servicio y comerciantes que alquilaban las
47. Véase datos de la participación de Manuel Lastra, Nilamón Lastra y Julio Fraguei-
ro en los ámbitos de comercio, inversión y nanciación en Félix Converso, La lenta forma-
cióndecapitales.Familias,comercioypoderenCórdoba1850-1880 (Córdoba: Junta Provincial
de Historia, 1993), 15, 115, 116, 119-121.
48. Sandra Fernández, Adriana Pons y Óscar Videla, “Las burguesías regionales”,
en Nuevahistoriaargentina.Liberalismo,Estadoyordenburgués(1852-1880), dir. por Marta
Bonaudo, t. IV (Buenos Aires: Sudamericana, 2007), 423-482.
49. Censo ciudad y campaña, Córdoba, 1822, t. 2, familisearch.org.
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tiendas.50 En tiempos del Primer Censo Nacional un anciano Manuel Lastra
sigue viviendo en la casona, ya viudo, junto con tres de sus hijos (uno de
ellos, dedicado al comercio) una nuera y doce nietos, además de un nutrido
grupo de sirvientas.51
Luego de la muerte de Manuel Lastra, acaecida en 1869, se procede a la
tasación y reparto de sus bienes. En esa instancia la casona toca en heren-
cia a sus hijas Agustina y Manuela Lastra.52 Poco después, Manuela vende
a Agustina sus acciones sobre el inmueble, que quedó bajo el dominio de
Agustina de la Lastra, soltera y sin hijos,53 quien siguió habitando la casona
hasta su muerte, sobrevenida en enero de 1907, a los 78 años. Se ha señalado
que, para esa época, las familias de raigambre tardocolonial, como Lastra y
Fragueiro, eran minoritarias dentro de los grupos de élite con relación a las
familias surgidas durante el siglo XIX y las que emergieron a partir de la in-
migración de nales de ese siglo. Aunque sus apellidos seguían gozando de
cierto reconocimiento social, habían perdido peso simbólico.54 Ello coincidió,
en parte, con el decrecimiento del lugar signicativo que edicaciones como
la casona Sobremonte tenían dentro de la trama urbana. Con la muerte de
Agustina de la Lastra, la casa pasó a valorarse principalmente por su exten-
sión y ubicación central, perdiendo su lugar de portadora de prestigio social,
de representación del carácter socialmente destacado de sus habitantes. Los
albaceas de Agustina vendieron la casa en 1908 a los españoles y también
comerciantes, José y Agustín Caerio (gura 3).55
la esFera de merCantilizaCión en su apogeo
En enero de 1913 periódicos locales informaron que los hermanos Agustín
y José Caeiro vendieron al Banco El Hogar Argentino la propiedad situada en la
esquina de las calles Rosario de Santa Fe e Ituzaingó.56 Las medidas consigna-
das evidencian que se trataba de una fracción del conjunto edilicio que quedó
50. Censo de la ciudad de Córdoba 1832, ibíd.; Censo ciudad y campaña, Córdoba,
1840, ibíd.; Lobos, Los Fragueiro: una familia...
51. Primer censo nacional, Argentina, 1869, ibíd.
52. “Inventario y tasación de los bienes de Manuel Lastra y Gavina Fragueiro”, AHPC,
Escribanía 1, 1873, leg. 547, exp. 9.
53. AHPC, registro 2, 1873, inv. 32, f. 1322v.
54. María Victoria López, “Figuras ‘intelectuales’ en Córdoba a nes del siglo XIX y
comienzos del XX. Hacia una delimitación analítica de la fracción intelectual de la elite
cordobesa”, Anuario de la Escuela de Historia Virtual, n.º 4 (2013): 122, 123.
55. AHPC, registro 1, 1908, inv. 337, . 606v y ss.
56. La Voz del Interior, 12 de enero de 1913: 3; Los Principios, 12 de enero de 1913: 3.
Procesos 57, enero-junio 2023144
Figura 3. Plano de la casa de la sucesión de Agustina de la Lastra realizado
por el ingeniero Raimundo Alonso*
* Planta baja: 1. Zaguán; 2. Patio principal; 3. Corredor o galería; 4. Sala principal; 5. Sala
(durante la estancia de Rodríguez y Fragueiro), “Habitación” en este plano; 6. Aposento
(estancia de Rodríguez y Fragueiro), “Habitación” en este plano; 7. Dormitorio (estancia
de Rodríguez y Fragueiro), “Habitación” en este plano; 8. Escalera; 9. Segundo patio o
traspatio; 10. Cuartos de media agua construidos por Fragueiro, utilizados como habitación
de esclavizados; 11. Cocina; 12. Propiedad adquirida por Fragueiro a los herederos de Ana
Procesos 57, enero-junio 2023 145
María Correa (10 de noviembre de 1802); 13. “Tienda” (estancia de Rodríguez), “Cochera”
(estancia de Fragueiro), “Habitación” en este plano; 14. “Tiendas y trastienda” (estancia
de Rodríguez), transformado en “Almacén” por Fragueiro, cuarto nalmente separado
en dos partes: “habitación” y “comedor” según este plano; 15. Durante las estancias de
Rodríguez y Fragueiro este espacio funcionó como un único patio o corral. A la muerte de
Agustina de la Lastra estaba dividido en tres patios distintos, cada uno con su excusado. En
la actualidad este espacio conforma un solo patio interno denominado “patio del aljibe”;
16. Cuartos designados como “tiendas” durante las estancias de Rodríguez, Fraguerio
y Manuel Lastra. En este plano son designados simplemente como “habitación”; 17.
Excusados (W. C.). Estos constituyen modicaciones realizadas en la segunda mitad
del siglo XIX. Habitaciones designadas como “baño”, es decir, destinadas a la higiene
del cuerpo. Tanto la multiplicación de excusados como la existencia de cuartos de baño
signican cambios reveladores de transformaciones en las prácticas domésticas. Véase
Cecilia Moreyra, “Casa de patios y espacio doméstico. Cambios y continuidades entre los
siglos XVIII y XIX, Córdoba (Argentina)”, FoliaHistóricadelNordeste, n.º 41 (2021): 33-48,
https://revistas.unne.edu.ar/index.php/fhn/article/view/5158.
Fuente: “Sucesorio de Agustina de la Lastra”, AHPC, Juzgado Civil 1.º, 1909, leg. 10, exp. 1.
dividido en dos partes: una de ellas —fracción oriental sobre calle Rosario de
Santa Fe— en manos de los hermanos Caeiro y otra parte —la esquina— bajo
propiedad de la institución bancaria. El periódico La Voz del Interior añadía:
lo vendido, en rigor, no es sino terreno, con una casa vieja, que será demolida en
el acto para levantar un edicio de tres pisos, donde se instalarán las ocinas del
Banco el Hogar, teniendo además departamentos comerciales y casas de familias
para alquilar. La casa vendida tiene el mérito histórico de haber sido del marqués
de Sobremonte, pero aquello que en su tiempo fue un palacio, resulta una edi-
cación absolutamente inadecuada para nuestros tiempos, por lo que había que
echarla abajo para reemplazarla con una edicación esbelta y amplia, de acuerdo
con los gustos y necesidades actuales.57
El diario Los Principios también miraba con buenos ojos esta “gran tran-
sacción, acaso la más importante en los últimos años sobre nuestra propie-
dad urbana”, entendiendo que el “colosal edicio” que levantaría el banco
en lugar de la antiquísima casa “comportará una contribución a nuestro em-
bellecimiento urbano”. Aunque reconoce cierto valor monumental de la edi-
cación, pues constituye un ejemplar del arte colonial equiparable a “otros
monumentos americanos y vinculada a las viejas y carísima tradiciones cor-
dobesas”, el destino de la casa no debe ser otro que el de ser “demolida por
la piqueta del progreso”.58
57. La Voz del Interior, 12 de enero de 1913.
58. Los Principios, 12 de enero de 1913: 3.
Procesos 57, enero-junio 2023146
Según la prensa, la casa portaba cierto “mérito histórico” por haber al-
bergado a una personalidad destacada de la historia local y regional y ser
reconocida como monumento del arte colonial.59 No obstante, ello resultaba
insuciente para considerar su conservación pues la edicación era inade-
cuada para una ciudad que crecía y se modernizaba. Si hay un reconoci-
miento de valor histórico/monumental este aún no termina de cristalizar y
es superado por la valoración de la extensión y ubicación del terreno. Esas
fueron las características que se apreciaron y destacaron algunos años antes,
en el marco del juicio sucesorio de Agustina de la Lastra, cuando se publi-
caron avisos de remate judicial: “de la grandiosa propiedad central que for-
ma esquina a las calles Ituzaingó y Constitución. A una cuadra de la Plaza
San Martín. Una de las calles de más comercio donde nadie vende y todos
quieren comprar. Se trata de algo ideal. Con 1 850 726 metros cuadrados de
terreno, donde vale un Perú el metro cuadrado”.60
Además de la ubicación central, una esquina de enorme potencial comer-
cial, el aviso subraya la extensa supercie del terreno y de la construcción que
cuenta con 39 habitaciones y once patios, entre grandes y pequeños. Se sugiere
también la posibilidad de aumentar el número de habitaciones hasta 45 o 50,
mediante la introducción de “simples tabiques”, acción que permitiría contar
con mayor número de habitáculos para su alquiler. Por otra parte, se valora la
“robustez” de la edicación dada por sus sólidos materiales de construcción:
cal y canto, característica que la hace una de las casas mejor conservadas en la
ciudad y potencia la posibilidad de seguir resistiendo la acción destructora del
tiempo. Finalmente, se realzan elementos estéticos de la casona —las bóvedas de
diversas formas y ornamentación— y se subraya un singular atributo higiénico:
la ventilación de las habitaciones. De cualquier manera, el aviso sintetiza en un
apartado nal las cualidades fundamentales de la propiedad —“dimensiones
excepcionales a una cuadra de la plaza principal”— y, con ello, sus principales
destinatarios: “todo hombre de empresa” a quienes convoca con la expresión
“ojo señores capitalistas”. Lo “histórico” no constituye un valor, si se hace refe-
rencia a su antigüedad es para resaltar su resistencia al paso del tiempo.
La descripción anterior reproduce elementos que constan en los comenta-
rios que acompañan el plano de la propiedad realizado por el ingeniero Rai-
mundo Alonso, en ocasión de la tasación de los bienes de Agustina de la Lastra.
59. La revista porteña Caras y Caretas publicada ese mismo mes contaba con un artícu-
lo sobre “arquitectura colonial” en el que una lista de monumentos coloniales americanos
era encabezada por la casa del Virrey Sobremonte. Caras y Caretas, n.º 744, 4 de enero de
1913. La nota de Los Principios hace referencia a esta publicación al poner de relieve la valía
estética e histórica de la edicación.
60. La Voz del Interior, 30 de octubre de 1907. El aviso se publicó diariamente hasta el 26
de noviembre de ese año. Se repitió entre el 13 y el 23 de diciembre de 1907.
Procesos 57, enero-junio 2023 147
El perito aclara que resulta complejo establecer el justo precio de la casa pues,
aunque se trata de una propiedad extensa y muy bien ubicada, es también
un edicio antiquísimo, sino el más antiguo de la ciudad, en el que su distribu-
ción, ornamentación, edicación y formas ya no satisfacen las exigencias moder-
nas y en el que es tan difícil introducir modicaciones que lo hagan adaptable
a las necesidades actuales, a causa precisamente de su solidísima construcción,
lo cual, al criterio de muchos le quita completamente su valor positivo transfor-
mándolo en un fabricado que es necesario demoler piedra por piedra con gastos
de consideración, que solo el espesor de sus muros ocupa una supercie de 350 a
390 metros cuadrados, sobre la que se podría edicar una casa de familia cómoda
y espaciosa. Estas y otras consideraciones hacen indudablemente que el mérito
y por consiguiente el valor del edicio se reduzcan más y más [...] hacen difícil
formar criterio para asignarle su justo y exacto precio.61
El informe incluye elementos que no constan en los avisos de remate,
pues podrían desalentar a los interesados, al evidenciar las características
negativas de la edicación. Más aún, quien adquiriera la propiedad debía,
según estima Alonso, invertir aún más dinero en su demolición, la cual la
hacía costosa, dado el espesor de los muros. La antigüedad del edicio se
presentaba, pues, como un obstáculo que devenía en la depreciación general
de la propiedad y la solidez de la edicación, que los avisos de remate pon-
deran como algo positivo, es señalado por el ingeniero como una limitación
concreta. Con todo, aunque el remate se publicita de manera reiterada, no
se presentan interesados por lo que se rebaja el precio de venta para, nal-
mente, resolver la transacción de manera privada, vendiéndose la casa a los
hermanos Agustín y José Caeiro.62
Los Caerio eran comerciantes de origen español que integraban el deno-
minado “alto comercio” de Córdoba, es decir, la cúspide del comercio local
que se dedicaba, principalmente, a la importación de productos. Su inserción
entre la élite local se consolidó a partir del matrimonio con hijas de familias
tradicionales de la ciudad, portadoras de apellido de renombre.63 Aquellos
enlaces entre los españoles que llegan a Córdoba hacia nales del siglo XIX
y contraen matrimonio con cordobesas descendientes de tradicionales fami-
lias españolas viene a acentuar lo que Szchuman denominó “endogamia de
61. “Sucesorio de Agustina de la Lastra”, AHPC, Juzgado Civil 1.°, nominación, 1909,
leg. 10, exp. 1, . 21, 22.
62. AHPC, registro 1, 1908, inv. 337, . 606v y ss.
63. Agustín Caeiro contrae nupcias con Constancia Altamira de la Peña. Los Altamira
eran tradicional familia de origen español (norte de España) cuya presencia en Córdoba
data de principios del siglo XVIII.
Procesos 57, enero-junio 2023148
linaje” estrategia que venimos observando entre los comerciantes que fueron
propietarios y habitantes de la casona.64
Sobre el grupo del “alto comercio”, señala Laura Valdemarca, que quie-
nes administraban las casas mayoristas tenían, asimismo, vínculos con
entidades nancieras, ocupaban lugares de preeminencia en instituciones
relacionadas con su país de origen, detentaban cargos en la función públi-
ca y también participaban en la actividad industrial.65 Agustín Caeiro, por
ejemplo, tuvo cargos en el Banco de la Provincia de Córdoba, se desempeñó
como vicecónsul honorario de España, formó parte de la Sociedad Española
de Socorros Mutuos, del Hospital Español y del Círculo Español. A su vez,
fue concejal municipal entre 1905 y 1907, y fundó la Fábrica de Galletitas de
Córdoba y la Fábrica Nacional de Cemento Portland S.A.66
Estos prósperos comerciantes desarrollaron sucesivas actividades in-
mobiliarias que cobraron relevancia en el contexto del acelerado proceso de
urbanización que venía desarrollándose en Córdoba entre las décadas de
1870 y 1880,67 cuando a el arribo del ferrocarril —evento que contribuye a la
inserción de la provincia en la región pampeana en el marco de la expansión
de la economía agroexportadora— se sumó la intensa llegada de población
inmigrante que coadyuvó al crecimiento demográco y, con ello, impulsó a
habitar otros espacios de la ciudad, a partir de loteos impulsados por secto-
res de la élite, que tuvieron lugar en terrenos antes suburbanos, que confor-
maron los nuevos barrios. La zona central de la ciudad cambió su sonomía
por el crecimiento del número de ocinas comerciales y nancieras, bancos y
casas de negocios de las que una edicación colonial se volvió una suerte de
contrapunto estético que disputaba un lugar en ese paisaje urbano.
Aquellos avisos de remate, el informe del ingeniero Alonso y la noticia de
la venta de la casona representan una mirada especíca respecto de la tensión
tradición-modernidad que signó el período, cuando las transformaciones ur-
banísticas eran miradas así con entusiasmo como con cierto recelo nostálgico.68
64. Categoría que incluye no solo los matrimonios entre españoles sino entre estos e
hijas de españoles. Esta propuesta discute los límites del Melting Pot con el que se describió
el escenario social de la Argentina de nales del siglo XIX y principios del XX. Mark Szu-
chman, “The Limits of the Melting Pot in Urban Argentina: Marriage and Integration in
Córdoba, 1869-1909”, TheHispanicAmericanHistoricalReview 57, n.º 1 (febrero 1977): 24-50.
65. Laura Valdemarca, “Los comerciantes mayoristas importadores de Córdoba: 1880-
1920”, Ciclos XV, n.º 30 (2005): 165-191.
66. Ibíd., 178.
67. Waldo Ansaldi, “Una modernización provinciana. Córdoba 1880-1914”, Estudios
Digital, n.º 7-8 (junio 1997): 51-80; Waldo Ansaldi, Unaindustrializaciónfallida:Córdoba,1880-
1914 (Córdoba: Ferreyra, 2000); María Cristina Boixadós, Lastramasdeunaciudad,Córdoba
entre1870y1895.Éliteurbana,infraestructura,poblamiento (Córdoba: Ferreyra, 2000).
68. Ansaldi reúne testimonios de la época que dan cuenta de las transformaciones en
Procesos 57, enero-junio 2023 149
Por ejemplo, Santiago Albarracín, testigo y cronista de la Córdoba de nales
del siglo XIX, valoraba las renovaciones en el paisaje urbano: los nuevos ba-
rrios, la apertura de una ciudad antes oprimida por las barracas y señalaba
el contraste entre las torres de las iglesias, por un lado, y altas chimeneas que
testimonian el progreso industrial, por otro. Si la modernización es también
renovación urbana, Albarracín celebra que “la piqueta demoledora” modi-
que el paisaje colonial-criollo haciendo “caer los muros de las casas de otras
épocas y el progreso, en todo su esplendor, se manieste en todas partes”.69
En contraste, Juan Kronfuss, que desde 1914 comienza sus viajes de estudio
y relevamiento de la arquitectura colonial, ve “desaparecer con sincero pesar
[...] las casas antiguas bajo el pico del obrero, para dar lugar a la realización de
obras modernas”.70
La adquisición de la casona por parte los hermanos Caeiro obedeció a
una estrategia de inversión tendiente a la obtención de rédito en un plazo
más o menos corto, pues compran la propiedad en 1908 para, en menos de
cinco años —período durante el cual obtuvieron renta del alquiler de habi-
taciones y tiendas de la casa— vender una fracción de esta. Asimismo, el
año en que se vende una parte al Banco El Hogar Argentino (1913), Agustín
compra a su hermano José las acciones que le corresponden por la otra mitad
de la propiedad,71 quedando Agustín Caeiro como único propietario de esa
fracción del edicio. Sobre el Banco El Hogar Argentino, fundado en 1899
con su casa matriz en Buenos Aires y sucursales en Rosario, Bahía Blanca y
Córdoba, cabe señalar que ofrecía préstamos y créditos para la construcción
de viviendas y venía creciendo de manera sostenida. La sucursal de Córdoba
recibía especiales elogios por parte de la prensa que destacaba las “buenas
gestiones” de su gerente, José María Olmedo, cuyos planes incluían trasla-
dar las ocinas al nuevo edicio a construirse en la esquina que ocupaba la
casona Sobremonte.72
En ese momento la casa se ubicaba cómodamente en la esfera mercantil.
Si mercancía es, como señala Appadurai, toda cosa destinada al intercambio,
no se trata de un tipo de cosa en vez de otro, sino una fase en la vida de
algunas cosas en la que su intercambiabilidad resulta ser la característica
el paisaje urbano, sus materialidades, sonidos, olores. Algunos abrazan esos cambios que
suponen una entrada al progreso y otros lamentan la pérdida del perl tradicional de la
ciudad. Ansaldi, “Una modernización provinciana...”, 17-29.
69. Santiago Albarracín, BosquejohistóricoypolíticoyeconómicodelaprovinciadeCórdo-
ba (Buenos Aires: Imprenta de Juan A. Alsina, 1889), 415.
70. Kronfuss, Arquitectura colonial en la Argentina, 22.
71. AHPC, registro 1, 1913, inv. 354, . 42 y ss.
72. La Voz del Interior, 12 de enero de 1913; Los Principios, 12 de enero de 1913.
Procesos 57, enero-junio 2023150
socialmente relevante.73 Aunque la casa nunca había perdido su lugar como
objeto de intercambio, pues fue hipotecada, rematada, comprada y vendida,
en este período —que comienza con la muerte de Agustina de la Lastra—
resuena con particular intensidad el carácter intercambiable de la casona,
ya cuando la describe el ingeniero que hace la tasación, cuando se publica la
oferta de remate o cuando se anuncia su venta a la institución nanciera. Es-
tas voces enfatizan el valor del suelo urbano y, con ello, el valor de cambio de
la propiedad. En esta fase de la trayectoria, dado el contexto de renovación
urbana, su ubicación central y su extensión, la casa se vuelve vendible, muy
intercambiable o, lo que es lo mismo según Kopyto, una cosa “común”.74
En este contexto, el espacio urbano y sus edicaciones devienen un producto
en función de su compra, venta e intercambio.75 La mercantilización de la
casa se presenta particularmente evidente en ese período, dado del contraste
con la etapa posterior, cuando termina de cristalizar su valor histórico en el
pensamiento de la élite intelectual de la época, lo que determinó su extrac-
ción de la esfera mercantil y su transformación en un objeto singular.
singularizaCión
Hacia nes de la década de 1880, cuando Agustina de la Lastra aún vivía
y habitaba la casona, comenzaba a tejerse la trama de la historia del Museo
Politécnico Provincial cuya trayectoria convergió, con el tiempo, con la ca-
sona. El museo fue creado en 1887 con el objetivo de acrecentar la colección
particular, adquirida a Jerónimo Lavagna, de objetos históricos, etnográcos
y naturales que constituyó el acervo material inicial, conjunto que habría de
servir al desarrollo de una historia local, y coadyuvaría en la conservación
de obras artísticas y naturales.76
Un informe realizado por el primer director del Museo señalaba la “nece-
sidad de tener un local apropiado y seguro por algunos años, a n de evitar
trastornos de cambios que causan siempre gastos y perjuicios”.77 La locación
del museo era un problema recurrente, pues dos años después se comunica-
73. Appadurai, “Introducción: las mercancías...”.
74. Kopyto, “La biografía cultural...”.
75. Henri Lefebvre señala este proceso de mercantilización del espacio urbano, deve-
nido “espacio abstracto”, como algo propio de las transformaciones urbanas del mundo
capitalista. Larevoluciónurbana (Madrid: Alianza, 1972).
76. “Decreto de Creación del Museo Politécnico Provincial”, 24 de enero de 1887, cita-
do en Agüero, El espacio del arte..., 10.
77. AHPC, Gobierno, 1887, t. 9, . 10 y ss., citado en Ferreyra, Museo, ciencia y socie-
dad..., 30.
Procesos 57, enero-junio 2023 151
ba al gobernador la inconveniencia de trasladar la colección del museo de un
lugar a otro, a colación de la inminente expiración del contrato de alquiler de
la vivienda donde se situaba el museo que, aunque no era “propia para un
museo, tiene todas las comodidades para los trabajos de preparaciones, local
suciente para las colecciones, aire y luz”.78 No obstante, el museo volvió
a trasladarse a una vivienda que, según detalló el director, no cumplía con
las condiciones edilicias mínimas pues era húmeda y estaba mal pintada.79
Hacia 1911 la nueva cabeza de la institución reitera el pedido de mejoras, in-
sistía en lo necesario de un inmueble apropiado para el museo, es decir, “una
casa de mayores comodidades y adecuada a su destino”.80 En esa época se re-
formula el carácter del museo, lo que supuso “limitar su acción a la historia,
las artes, arqueología y paleontología” y “separar del museo las colecciones
de historia natural”,81 programa que tomó forma con el proyecto de Deodoro
Roca —entonces director de la institución— en 1917, en el que abogaba por
la creación de un Museo Colonial, cuyo ambiente apropiado sería la casa
conocida por “del Virrey Sobremonte”.82
Las demandas de un edicio adecuado para albergar las colecciones
fueron atendidas en la letra mas no en la práctica: en 1907 el Gobierno pre-
vió presupuesto para la construcción de un edicio especíco destinado al
Museo, iniciativa que, sin embargo, no avanzó sino hasta 1912, cuando se
encargó al arquitecto Juan Kronfuss la realización de un proyecto edilicio
para albergar al Museo Provincial. Dicho plan —nalmente frustrado— pro-
ponía, para una colección de artes, pero mayormente histórica, un continen-
te historicista que manieste lo que, en la mirada de Kronfuss, eran claras
particularidades arquitectónicas locales. La propuesta integraba un lenguaje
arquitectónico clásico con motivos coloniales presentes en un selecto conjun-
to de edicios de la provincia, entre ellos, la casona Sobremonte.83 El patio
central como eje estructurador de la planta del museo es el elemento que
más recuerda a la casona, pues en su derredor se ubicaban habitaciones que
intentaban reproducir las de una casa colonial. Aunque el proyecto no se
llevó a cabo, su impronta resultó clave pues, aun con sus limitaciones, puede
contarse entre los primeros de inspiración colonial del país, además de apor-
78. Ibíd., 1889, t. 10, f. 209, citado en ibíd., 33.
79. Ibíd., f. 213, citado en ibíd.
80. Ibíd., Ministerio de Gobierno, 1911, t. 25, f. 434.
81. Ibíd.
82. Deodoro Roca, “Proyecto de reorganización del Museo Provincial de Córdoba”,
en Obra Reunida, vol. II (Córdoba: Editorial de la UNC, 2008), 364-374.
83. Sobre este proyecto ahondan los trabajos: Agüero, “Las formas fuera...”; Agüero,
El espacio del arte...; Agüero, Local/Nacional. Una historia...
Procesos 57, enero-junio 2023152
tar tempranamente a la elaboración de lo colonial como problema y respues-
ta respecto de la existencia de una arquitectura nacional.84
Los periódicos Los Principios y Justicia celebraron el proyecto edilicio esti-
mulado por la colonia,85 ello puede indicar, como señala Agüero, que recono-
cían en esa época algo pasible de ser pensado como antigüedad recuperable.86
No obstante, cabe recordar que, pocos días antes, Los Principios aplaudía la
adquisición de la casona Sobremonte por parte del Banco El Hogar Argentino,
junto con la proyectada demolición del edicio, lo que sugiere que, para algu-
nas miradas, primaba una recuperación de “lo colonial” más como idea y es-
tética que a partir de la conservación material de una edicación que remitía a
dicho período.87 Un enfoque diferente es el que encarna la heterogénea comu-
nidad de coleccionistas, historiadores, arquitectos y editores que conforman
un área de estudios coloniales que emerge en las décadas de 1910 y 1920.88
Al n y al cabo, contrario a lo que presumía la prensa,89 la casona no fue
demolida. Contribuyeron a ello discursos como el referido proyecto de reor-
ganización del museo que presentara Deodoro Roca, donde señalaba a la casa
llamada “del Virrey” como el sitio más conveniente para albergar el proyectado
Museo Colonial y Casa de Estudios Coloniales.90 En dicho texto, se vincula por
primera vez la casona Sobremonte con la institución museística. Este enlace per-
mitió dotar a la colección histórica de un sitio adecuado, además de salvar de
su desaparición a una casa que constituía una reliquia histórica de notable valor
artístico, carácter y estilo.91 En esa línea, las acciones a seguir, alegaba Roca, no
debían reducirse a impedir la demolición de la casona, era preciso avanzar en
la reparación de la edicación. Por otra parte, que la casona nalmente no se
demoliera fue, acaso, gracias a lo costoso que resultaba para sus propietarios de-
rribar esos sólidos muros, dicultad que fue señalada en la tasación de la casa.92
Cuando, en 1918, la Provincia alquila la casona para albergar la sección
histórica del Museo —más precisamente, la fracción del inmueble que era
propiedad el Banco el Hogar Argentino— la construcción estaba deteriorada.
El director de entonces señalaba que la edicación “reclama a voz en grito” se
la restaure y adapte con las modicaciones necesarias para poner a resguardo
84. Ibíd.
85. Los Principios, 12 de enero de 1913: 3, citado en Agüero, El espacio del arte..., 35.
86. Agüero, Local/Nacional. Una historia...
87. Los Principios, 12 de enero de 1913: 3.
88. Agüero, Local/Nacional. Una historia...
89. La Voz del Interior, 12 de enero de 1913; Los Principios, 12 de enero de 1913: 3.
90. El proyecto de un centro de investigación como el propuesto por Roca contribuiría
al conocimiento de la etapa colonial y, de haberse concretado, habría conformado la pri-
mera institución local de investigación histórica. Agüero, El espacio del arte..., 9.
91. Roca, “Proyecto de reorganización...”, 371.
92. “Sucesorio de Agustina...”.
Procesos 57, enero-junio 2023 153
las colecciones que son trasladadas desde su locación anterior.93 No obstante,
recién se emprendieron obras de restauración y acondicionamiento en 1925,
una vez que la Provincia compró la fracción de la propiedad que alquilaba.
Su restauración estuvo a cargo de un grupo de especialistas,94 quienes debían
emprender las obras de reparación “reproduciendo con delidad los estilos,
decoraciones y ambiente de la época a la cual pertenece”.95 La reparación del
edicio comportó transformaciones materiales concretas, principalmente,
el reemplazo de los adobes originales más deteriorados —socavados por el
paso del tiempo, el efecto de las temperaturas, vientos, lluvias y el tráco de
las calles— por ladrillos cocidos “de primera”.96
Hasta aquí se constatan las miradas divergentes y en disputa en torno al
valor de las edicaciones urbanas “antiguas”: las que ponderaban el valor
histórico y estético de tales construcciones —lo que suponía la exigencia de
conservarlas y restaurarlas— y, por el contrario, las que abogaban por su de-
molición dado el precio del suelo urbano y la ubicación central, con potencial
comercial. Otra posición reconocía el valor estético y arquitectónico de estas
edicaciones, lo que ameritaba el registro y reproducción de esos estilos mas
no, necesariamente, su conservación como un monumento. María Victoria
Núñez distingue, para la década de 1920, la prevalencia de la primera postura,
es decir, la creciente valoración, por sectores cada vez más amplios de la so-
ciedad, de las cualidades históricas, estéticas y artísticas de los monumentos
legados por el pasado.97 Por ejemplo, entre la clase política, que el entonces
gobernador, Rafael Núñez, señalaba el valor histórico de la casona “por per-
tenecer ella a una época cuyo recuerdo debe conservarse”, como argumentó
frente a la Legislatura de Córdoba, para la adquisición de la propiedad por
parte de la Provincia.98 Asimismo, unos años después, el diputado Moyano
López señalaba, entre las voces que se pronunciaron a favor de la compra del
inmueble, el valor artístico de la casona.99 Del mismo modo, también se indicó
la positiva recepción de la prevista compra de la propiedad en el ánimo popu-
lar, en general, y de los visitantes del museo, en particular.100 En la prensa exis-
93. “Nota de Monseñor...”.
94. Los arquitectos Martín Noel y Juan Kronfuss, el Dr. Miguel Ángel Cárcano, el
director del Museo Pbro. Pablo Segundo Cabrera. Núñez, Unmomentoarquitectónico..., 136.
95. Serie Decretos y Otros, Archivo Histórico de la Legislatura de la Provincia de Cór-
doba, 23 de mayo de 1925, citado en ibíd., 135.
96. La Voz del Interior, 29 de mayo de 1926, citado en ibíd., 138.
97. Núñez, Unmomentoarquitectónico...
98. “Mensaje del Gobernador Dr. Rafael Núñez”, 27 de agosto de 1920, citado en ibíd., 130.
99. Sesión del 17 de agosto de 1923, Diario de sesiones de la Cámara de diputados,
citado en ibíd., 133.
100. “Nota de Monseñor Pablo Cabrera dirigida al Ministro de Gobierno”, AHPC,
Ministerio de Gobierno, 1919, t. 13, . 215, 216.
Procesos 57, enero-junio 2023154
tieron posturas heterogéneas: en 1913, cuando El Banco El Hogar Argentino
adquirió el inmueble, La Voz de Interior señalaba el mérito histórico del edicio
pero también lo imperioso de su demolición.101 Transcurrida una década, el
impreso se manifestó a favor de la adquisición de la casona por la Provincia,
pues signicaba la positiva “conservación de uno de sus monumentos históri-
cos”, que permitía “evocar nuestro pasado”.102
En 1925 la Provincia compró la parte de la casona Sobremonte en la que
funcionaba el Museo Histórico,103 con la intención futura de hacerse con la
totalidad de la propiedad original. En esa línea, el gobernador Ramón Cár-
cano instaba al cuerpo legislativo a adquirir esa otra parte del inmueble, que
era, por cierto, bastante extensa, para ampliar el espacio destinado a albergar
una colección que no paraba de crecer e impediría una posible demolición.104
El “fantasma de la picota” seguía rondando.
La compra de la casona por la Provincia fue, claro está, una instancia de in-
tercambio mercantil, pero, dados los nes de conservación y restauración con
que fue adquirida, este hecho marcó, asimismo, su extracción de ese ámbito
y la entrada en la esfera de la singularización. Dejó de ser un objeto común y
vendible para devenir objeto singular, único y por ello, no intercambiable.105
No obstante, aunque la compra por parte de la Provincia marca un hito tem-
poral, la singularización de esta casona es, por cierto, un proceso no reductible
a una fecha especíca, antes bien, involucra la previa circulación de miradas
que ponían de relieve la existencia de un valor histórico y estético de la casa.106
ConClusiones
La casona cuya trayectoria recorrimos fue, desde mediados del siglo
XVIII y durante gran parte del siglo XIX, una casa habitada por familias de
comerciantes que participaron, asimismo, en espacios de poder político. La
edicación estaba estructurada en torno a patios centrales sucesivos, lo que
representó, por mucho tiempo, una jerarquización socioespacial, habiendo
101. La Voz del Interior, 12 de enero de 1913.
102. Ibíd., 19 de agosto de 1923, citado en Unmomentoarquitectónico..., 134.
103. Casa de Gobierno: Ministerio de Hacienda, La Voz del Interior, 20 de febrero de
1925, citado en ibíd., 135.
104. “Mensaje de Exmo. Sr. Gobernador de la Provincia, Dr. Ramón J. Cárcano, a la
Honorable Legislatura al abrir sesiones correspondientes del año 1926”, citado en Núñez,
Unmomentoarquitectónico..., 135.
105. Kopyto, “La biografía cultural...”.
106. Cabe señalar que un hito en el proceso de singularización de la edicación fue su
declaración como monumento histórico nacional, en 1941.
Procesos 57, enero-junio 2023 155
sitios diferenciados, principales y secundarios, habitados por la familia pro-
pietaria, en el primer caso, y el personal de servicio, esclavizado o libre, en el
segundo. Su doble planta, balcones a la calle, ubicación en esquina y amplia
supercie ocupada hicieron de esta construcción un hito urbano: la zona fue
conocida por los locales como “la esquina de Fragueiro”, en alusión a una de
las familias propietarias y también “la casa del Virrey”, en referencia al Mar-
qués de Sobremonte. Esta breve etapa de la casona en que fue habitada por la
máxima autoridad política de la provincia es la que ha dejado una indeleble
impronta en la memoria local. Lejos de ignorar tamaña huella simbólica, este
texto procuró pensar la casona en el marco de una trayectoria larga en la que
interaccionaron diferentes actores de peso en la historia cordobesa.
La casa fue habitada por varias generaciones de comerciantes unidos
por lazos de parentesco que hicieron del edicio no solo un espacio de
cohabitación doméstica, sino también un centro de acopio de mercaderías,
con tiendas para venta al público. Entre nales del siglo XVIII y durante la
siguiente centuria la edicación circuló por diferentes propietarios y habi-
tantes, siendo objeto de intercambios diversos: se hipotecó, se remató, fue
comprada por otro comerciante; experimentó modicaciones materiales y
en su distribución interna, y, aunque luego de la muerte de Antonio Fra-
gueiro, la propiedad de la casa fue repartida entre los hijos, el allegado y
socio Manuel de la Lastra fue quien terminó haciéndose con la propiedad
y el uso de la casona.
Avanzado el siglo XIX, se observó un menoscabo del peso simbólico de
las tradicionales familias de la élite local frente al arribo de nuevos actores
sociales y políticos. Este proceso coincidió con el declive del lugar de pres-
tigio de la casona, maniesto en las voces que diferían respecto del valor
de la casa. En este punto convergieron dos trayectorias hasta ese momento
separadas: por un lado, la casona y, por otro, el Museo Politécnico Provin-
cial. Aquí, el papel del Estado devino clave, pues al adquirir la propiedad
(en principio, solo una parte), ubicó a la casa dentro del inventario de bienes
simbólicos de la sociedad, a la vez que armó su derecho a singularizar un
objeto, a extraerlo de la esfera mercantil.
A partir de esta biografía cultural de la casona, se puso atención en la
trayectoria de la misma, examinando los cambios que experimentó en sus
materialidades, las formas de habitarla y las maneras en que diferentes sec-
tores de la sociedad la miraron y pensaron, estableciendo posturas divergen-
tes respecto del lugar que debía ocupar en una ciudad que había crecido y
cambiado desde la época en que aquella casa fue edicada.
Procesos 57, enero-junio 2023156
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“Para que se ejerzan en ellos las disposiciones legales y por descargo de
conciencia”:escriturasdereconhecimentoemCuenca(Equador),entre1865-1875
María Teresa Arteaga
Universidad de Cuenca
Cuenca, Ecuador
mariateresarteagauquilla@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-6654-9352
Julio David Suárez
Investigador independiente
Cuenca, Ecuador
david.suarez2598@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2429-9129
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3723
Fecha de presentación: 18 de febrero de 2020
Fecha de aceptación: 23 de septiembre de 2020
Artículo de investigación
* Este artículo surge como una propuesta de investigación en el marco de la asigna-
tura “Metodologías y técnicas para la investigación formativa: Historia” de la carrera de
Pedagogía de la Historia y las Ciencias Sociales de la Universidad de Cuenca, Ecuador,
en el período marzo-agosto de 2019. Nuestro sincero agradecimiento a Juan Pablo Matute
del Archivo Nacional de Historia de Cuenca, por todo el apoyo brindado; así como por su
trabajo de protección de la memoria escrita de la ciudad y la región.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 163-187. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
El objeto de este artículo es el proceso de reconocimiento de hijos
en Cuenca, durante la segunda mitad del siglo XIX. Este
reconocimiento supone un acto de doble vía en el que se involucran
los reconocedores (padres) y los reconocidos (hijas e hijos), en dos
espacios claramente diferenciados: el familiar y el social, con
implicaciones morales y económicas especícas. El trabajo se ocupa
de analizar cartas de reconocimiento y testamentos celebrados
en la ciudad, fuentes primarias mediante las cuales obtiene
sus conclusiones.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
historia social, familia, herencia, reconocimiento, testamento,
Cuenca, siglo XIX.
ABSTRACT
The subject of this article is child recognition in Cuenca during
the second half of the 19th century. Such acknowledgment entails
a two-way process involving the acknowledgers (fathers) and the
acknowledged (sons and daughters) in two clearly dierentiated
contexts: the family and society, with specic moral and economic
implications. This study analyzes acknowledgment documents and
wills executed in the city.
Keywords: Latin American history, history of Ecuador, Social History,
Family, Inheritance, Recognition, Will, Cuenca, 19th Century.
RESUMO
O objetivo deste artigo é o processo de reconhecimento de crianças
em Cuenca, durante a segunda metade do século XIX. Tal
reconhecimento supõe um ato bidirecional em que os reconhecedores
(pais) e os reconhecidos (lhos e lhas) estão envolvidos em dois
espaços claramente diferenciados: o familiar e o social, com
implicações morais e econômicas especícas. O trabalho trata de
analisar cartas de reconhecimento e testamentos celebrados na
cidade, fontes primárias por meio das quais se obtém
suas conclusões.
Palavras chave: História latino-americana, História do Equador,
história social, família, herança, reconhecimento, testamento,
Cuenca, século XIX.
introduCCión
Tedisteaunzapaterocasado—dequiennomerecisteniunpañuelodeareal,comote
zahiriótumadre—,yahorapuedenescupirteenlacaraelqueseasmadresoltera.1
El 17 de mayo de 1873, Rosa Castillo, vecina de San Roque, “biuda de
bastantes años i en el estado actual sin impedimento canónico ni de ninguna
clase para haber podido contraer matrimonio con cualquiera persona”,2 se
presentó ante el escribano Ramón Duque para reconocer “en libre voluntad
y descargo de conciencia”3 a Luis David, José Antonio y Rosa Mercedes Cas-
tillo, menores de edad, como sus hijos naturales. De acuerdo con el Diccio-
nario de Autoridades, su sentido era “reconocer por hijo. Declarar a uno por
tal, en el testamento o fuera del”.4 Mientras que el Diccionario de la Lengua
Castellana denía que “junto con la preposición por, conceder á uno con la
conveniente solemnidad, la cualidad y relación de parentesco que tiene con
el que ejecuta este reconocimiento, y los derechos que son consiguientes.
Reconocer por hijo, por hermano”.5
El nacimiento de los vástagos de Rosa Castillo, en esa condición, fue
conocida por sus allegados y vecinos, según declaró la otorgante, quien,
además, agregó que su descendencia, con este reconocimiento y, una vez
que alcanzaran la mayoría de edad, podrían acceder a doscientos pesos que
dejaba; pero, hasta que eso sucediera, Pablo Chica Cortázar actuaría como
curador. A partir de lo expuesto, cabe preguntarse: ¿cuáles eran las motiva-
ciones y las implicaciones de este reconocimiento? ¿Qué consecuencias traía
el cambio de estatus tanto de los hijos como de los progenitores? ¿Había
diferencias cuando reconocía una madre o un padre? ¿Cómo el Código Civil
impactaba sobre esas escrituras?
Para el caso de Rosa Castillo se evidencian al menos tres situaciones.
Primero, el deseo de esta madre de reconocer a sus hijos naturales está am-
parado en la ley, puesto que en la escritura de reconocimiento se hace refe-
rencia a los artículos 267 y 268 del Código Civil de la República del Ecuador.
1. Ángel Felicísimo Rojas, Un idilio bobo (Quito: Libresa, 1996 [1946]), 157.
2. Archivo Histórico Nacional del Ecuador, Sección Azuay (AHN/C), Notaría Segun-
da, 17 de mayo de 1873, libro 666, f. 37r.
3. Ibíd.
4. Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, t. IV (Madrid: Imprenta de
Francisco del Hierro, 1737), https://apps2.rae.es/DA.html.
5. Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Castellana, 12.ª ed. (Madrid: Im-
prenta de D. Gregorio Hernando, 1884), 906. Énfasis añadido.
Procesos 57, enero-junio 2023166
Segundo, busca garantizar que sus tres hijos reciban los 200 pesos de heren-
cia. Finalmente, la motivación del reconocimiento también se presenta como
una garantía en el futuro para las dos partes. Si bien no se hace mención al
hecho de que la madre esté enferma o piense viajar, sí se prevé que los niños
cuenten, por una parte, con la presencia de Pablo Chica Cortázar en calidad
de curador y, por otra, con el dinero asignado. También se puede pensar que
el reconocimiento podría ser un acuerdo entre ella y los hijos, que la cuida-
rían más adelante, pues el reconocimiento también tiene entre sus sentidos el
“agradecimiento o muestra de correspondencia por un benecio recibido”.6
Cabe señalar que el Derecho positivo ecuatoriano tiene sus bases las le-
yes indianas y la legislación nacional, a partir de 1822. El primer Código Ci-
vil toma como base el proyecto de Andrés Bello y se sustenta sobre el código
napoleónico, la legislación canónica y el antiguo Derecho español:
el que consideraba al matrimonio como fuente de la familia legitima y objeto
principal de la regulación del derecho de familia, que otorgaba a esta instancia
carácter de sagrado: “el valor de la tradición y de las creencias de una nación
[...] para el estado quedaba únicamente la regulación de sus efectos civiles (cues-
tiones patrimoniales, relativas al domicilio y nacionalidad de los cónyuges, pa-
rentesco, subordinación, herencias, alimentos, patria potestad, tutelas, etc.), pero
siempre dentro de” las normas de la moral, con justicia y prudencia.7
El reconocimiento de hijos se hace por medio de documentos notariales
como las escrituras y los testamentos. En la última voluntad de Juana Na-
ranjo consta: “Declaro que soy soltera pero que he tenido por mi único hijo
natural al menor Manuel Naranjo a quien por este instrumento lo conosco
i reconosco”.8 En ambos manuscritos los otorgantes declaran el número y
la calidad de sus hijos, es decir, si son legítimos, naturales, espurios, entre
otros. Por otra parte, este reconocimiento supone una convergencia entre la
esfera pública y el mundo privado, dado que se encontraban todos aquellos
ajenos al círculo cercano del individuo, así como la familia y los amigos ín-
timos.9 En este contexto, los reconocimientos eran actos públicos en los que
se conocían situaciones privadas; por ejemplo, el nacimiento de hijos cuando
estaban solteros, casados, viudos, impedidos religiosamente, etc. Todo esto
6. Real Academia Española, Diccionario de la Lengua..., 906.
7. Corte Nacional de Justicia, “Resoluciones 05-2014. Confírmase un criterio expuesto
por la Sala Especializada de la Familia, Niñez, Adolescencia y Adolescentes Infractores”,
Boletín346.PrimerSuplemento, 20 de agosto de 2014, 201, https://vlex.ec/vid/conrmase-
criterio-expuesto-sala-548252110.
8. AHN/C, Notaría Tercera, 27 de octubre de 1872, libro 579, f. 186r.
9. Ann Twinam, Vidas públicas, secretos privados. Género, honor, sexualidad e ilegitimidad
en la Hispanoamérica colonial (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2009), 56.
Procesos 57, enero-junio 2023 167
se mediaba y avalaba por los testigos —familiares, allegados, vecinos, entre
otros— y el notario, quienes conrmaban y certicaban las declaraciones.
En los reconocimientos no costa la relación entre testigos y otorgantes,
aunque “por lo general eran los amigos quienes justicaban su conocimiento
íntimo. Ellos compartían condencias y conanza”.10 En esa convergencia
entre lo público y lo privado se materializa un reconocimiento formal o legal
y uno informal o social. Pese a que se utilizan estas categorías, es necesario
aclarar que no se las entiende como jerarquizadas sino más bien actuarían
de forma complementaria. El reconocimiento formal es realizado mediante
un registro ante un notario público, mientras que el informal lo hace la fa-
milia, la comunidad y la sociedad. Desde esta perspectiva, los hijos de Rosa
Castillo “han sido tenidos i reputados en el pueblo como hijos naturales de
la otorgante desde que nacieron”,11 lo que equivale a un reconocimiento ex-
plícito, pues en ocasiones la comunidad conoce o sospecha quién es el padre,
así toman forma esos “secretos a voces” en el interior de los barrios.
Para este artículo se han revisado 53 escrituras de reconocimiento y siete
testamentos, que se incluyeron como parte de las primeras, del período 1865-
1875, registrados en Cuenca, Ecuador. La cantidad de documentos y su tem-
poralidad se estableció a partir de su existencia, es decir, de los manuscritos
de esta clase que reposan en el Archivo Histórico Nacional, Sección Azuay. Si
bien los protocolos notariales son diversos y abundantes, no es el caso de las
cartas de reconocimiento. Se propone como principal hipótesis que los reco-
nocimientos para la época de estudio se basan, en un primer momento, en las
implicaciones materiales de herencia y, en segundo lugar, en una recongu-
ración de la estructura familiar, desde lo considerado legítimo, y los acuerdos
de cuidado entre los miembros, lo cual se analiza por medio de la crítica de
fuentes desde la historia social y la historia de la vida cotidiana.
El Código Civil del Ecuador, en el artículo 266, señala que “el reconoci-
miento deberá hacerse por instrumento público, o ante un juez y dos testi-
gos, ó por acto testamentario”.12 Desde esta perspectiva, el testamento se en-
tiende como un documento legal donde un individuo dispone de sus bienes.
En estos manuscritos se realizan dos tipos de actos: actos de disposición y
actos de carácter no patrimonial como el reconocimiento de hijos.13 Mientras
que las escrituras de reconocimiento son declaraciones de los otorgantes de
la calidad de sus hijos.
10. Twinam, Vidas públicas, secretos..., 57.
11. AHN/C, Notaría Segunda, 17 de mayo de 1873, libro 666, f. 37r.
12. República del Ecuador, CódigoCivildelaRepúblicadelEcuador (Quito: Imprenta de
los Huérfanos de Valencia, 1860), 38.
13. Mónica Ortiz Sánchez y Virginia Pérez Pino, Léxicojurídicoparaestudiantes (Ma-
drid: Tecnos, 2004), 297.
Procesos 57, enero-junio 2023168
legítimos alegitimados: el matrimonio
Como reCuperaCión de la legitimidad
El matrimonio constituyó una “institución reguladora de la sexualidad de
la mujer y de la organización social a través de la familia”,14 pues por medio
de este se establecían tanto las relaciones afectivas como las sexuales, dentro
de las normas establecidas;15 fue establecido como un sacramento en el Con-
cilio de Trento (1545-1563) y, por lo tanto, se lo considera indisoluble y parte
del cumplimiento de los preceptos católicos.16 La unión en matrimonio y la
descendencia se volvieron preocupaciones constantes para el mantenimiento
de las sociedades. Por ejemplo, en 1776 el rey Carlos III estableció la Pragmática
sobre matrimonio de los hijos de familia, que buscaba la regulación de los matri-
monios desiguales. Esta estableció que: “los hijos de familia, varones y muje-
res menores de 25 años, debían solicitar y obtener consejo y consentimiento de
su padre; en su defecto, de la madre; y a falta de ambos, de otros parientes.”17
Sobre la base del matrimonio legítimo se conforma la familia como una
institución social; es tal su valor que los enlaces matrimoniales dan lugar a
un “regateo entre los sexos sobre los bienes materiales, sociales y hasta psico-
lógicos, incluido el honor”.18 Además, la familia es un sistema emparentado
por lazos de consanguineidad, vínculos articiales, sentimientos e intereses
de los miembros, en donde el parentesco se presenta “como elemento cohe-
sionador de la élite en la construcción del poder”;19 y forja una memoria a
través de su propia historia y de los bienes patrimoniales.20 La familia y el
14. Valentina Bravo Olmedo, “Entre el ideal y la trasgresión: el honor femenino en
Chile 1800-1852”, Revista de Humanidades, n.º 22 (diciembre 2010): 181, http://www.re-
dalyc.org/resumen.oa?id=321227217008.
15. Robert McCaa, “Gusto de los padres, inclinaciones de los novios y reglas de una
feria nupcial colonial: Parral, 1770-1814”, Historia Mexicana 40, n.º 4 (abril-junio 1991): 582.
16. ElsacrosantoyecuménicoConciliodeTrento (Barcelona: Imprenta de Ramón Martín
Indar, 1847), http://www.cervantesvirtual.com/obra/el-sacrosanto-y-ecumenico-conci-
lio-de-trento-1/.
17. Rodrigo Andreucci Aguilera, “La pragmática de Carlos III sobre el matrimonio de
los hijos de familia y su pervivencia en el Derecho chileno”, RevistadeEstudiosHistórico-
Jurídicos, n.º 22 (2000), http://dx.doi.org/10.4067/S0716-54552000002200010.
18. McCaa, “Gusto de los padres...”, 582.
19. Francisco Bolsi, “Redes sociales, vínculos familiares y poder político en el Río de
la Plata en el siglo XIX. Los Posse en Tucumán, 1820-1870”, Páginas.RevistaDigitaldela
Escuela de Historia, n.º 15 (2015): 15, https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/54520.
20. María Teresa Arteaga, “Aproximaciones al estudio de los testamentos de mujeres
en Cuenca: memoria y herencia, 1860-1900”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 45
(enero-junio 2017): 35-64, https://doi.org/10.29078/rp.v0i45.634.
Procesos 57, enero-junio 2023 169
reconocimiento de un vínculo sanguíneo permitían la movilidad social, la
autoidenticación y las acciones como grupo en un contexto determinado.21
Sus vínculos pueden ser permanentes, temporales, horizontales, verti-
cales, entre otros, donde se registran fricciones, tensiones, alianzas y soli-
daridades que permiten a las familias explotar capacidades y estrategias en
benecio de los miembros. En denitiva, estudiar la familia permite conocer
pautas, reglas, tradiciones, conceptos y conictos de la sociedad de la época
ya que, según Pilar Gonzalbo: “el conocimiento de los hogares posibilita la
identicación de costumbres y prácticas de convivencia y solidaridad”.22
Por otra parte, y a pesar de lo establecido, los vínculos humanos sexuales
y sentimentales no siempre cumplen las normas, dado que en las relaciones
humanas también inuyen: edad, demografía, intereses, voluntades, deseos,
condiciones sociales y económicas, entre otros. Robert McCaa señala que el
alto índice de ilegitimidad y de mujeres sin relaciones estables debe enten-
derse desde las nupcias para comprender las dinámicas de la sociedad,23
pues si bien “las uniones irregulares signicaban rupturas del orden social,
dentro del sistema de normas que regían la práctica del matrimonio y que el
amancebamiento, concubinato y adulterio fueron también formas de convi-
vencia, en las que se estructuró la vida familiar”.24
La edad al momento de contraer matrimonio es un elemento que se debe
tomar en consideración, pues las sociedades hispánicas estaban regidas por
las Leyes de Toro. En México, “en 1811 las mujeres se casaban a los veinte
y dos años y en 1880 a la edad de 25”.25 En la segunda mitad del siglo XIX
se prohíbe el matrimonio antes de los catorce y doce años, para hombres y
mujeres, respectivamente, pues era una práctica común en las zonas rura-
les e indígenas, y para hacerlo se necesitaba la autorización de los padres
o tutores.26 De manera que la edad a la que se contrae matrimonio es muy
importante, pues se creía que mientras más jóvenes se casaban mayor hono-
rabilidad suponía; por ello en el Código Civil de 1860, en el libro I, título IV,
arts. 101-103 se establecía:
21. Martin Minchom, ElpueblodeQuito.1690-1810.Demografía,dinámicasociorracialy
protesta popular (Quito: FONSAL, 2007).
22. Pilar Gonzalbo, Introducciónalahistoriadelavidacotidiana (Ciudad de México: El
Colegio de México, 2006), 188.
23. McCaa, “Gusto de los padres...”, 580.
24. Lucía Moscoso Cordero, Relacionesilícitasen laplebequiteña(1780-1800) (Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2018), 7.
25. Ana Lidia García Peña, “Madres solteras, pobres y abandonadas: ciudad de Méxi-
co, siglo XIX”, Historia Mexicana LIII, n.º 3 (enero-marzo 2004): 660.
26. David Guerrero Flores, “Amores y contratos. La Ley del Matrimonio Civil de 1859”,
InstitutoNacionaldeEstudiosHistóricosdelasRevolucionesdeMéxico (2014), https://studylib.
es/doc/7918818/la-ley-de-matrimonio-civil-de-1859.-david-guerrero-oresGuerrer.
Procesos 57, enero-junio 2023170
Los que hayan cumplido veintiún años no estarán obligados a obtener el con-
sentimiento de persona alguna. Los que no hubieren cumplido veintiún años no
podrán casarse sin el consentimiento expreso de su padre legítimo, ó a falta de
padre legítimo, el de la madre legítima, o a falta de ambos, el del ascendiente o
ascendientes legítimos de grado más próximo. [...] El hijo natural que no haya
cumplido veintiún años, estará obligado á obtener el consentimiento del padre
o madre que le haya reconocido con las formalidades legales; y si ambos le han
reconocido y viven, el del padre.27
En las sociedades hispánicas, “la pureza de sangre y la historia de una
buena familia eran avaladas por matrimonios santicados y el nacimiento
de hijos legítimos”.28 Así, sin autorización paterna o tutelar se puede contraer
matrimonio a los veintiún años, y los hijos que nacen dentro del él son con-
siderados legítimos. Sin embargo, en la práctica, las relaciones no siempre
se sometieron a las formas normadas. Pero, a pesar del incumplimiento, por
medio del casamiento se podía legitimar a los hijos y restaurar el honor de
las mujeres, pues las relaciones sexuales antes o fuera del matrimonio no solo
hacían que perdieran la honorabilidad, sino que podían procrear hijos cuya
ilegitimidad los excluía de los reconocimientos y privilegios familiares.29
Así, el matrimonio legitima a los hijos “a los que la Iglesia aceptaba en un
plano de igualdad”.30 Es decir, se presenta como una solución para la preser-
vación del honor familiar, su organización e integración, debido a que el naci-
miento de un hijo ilegítimo la afecta en distintos ámbitos, incluido el económi-
co. De las escrituras de reconocimiento de estudio, se encuentran cuatro casos
(7,5 %) en los que los padres legitiman a sus hijos mediante un posterior ma-
trimonio (tabla 1). Todos ellos nombran primero al padre y luego a la madre,
en tres de los cuatro documentos se enfatiza en la calidad de esposa legítima.
En el reconocimiento que hacen Fermín Jiménez y Mercedes Garzón a
sus tres hijos, mencionan que “habiendo celebrado este [matrimonio] [...]
quedaron por el mismo hecho legitimados”.31 Es decir, con esta escritura se
protege la reputación familiar ya que, el honor es entendido como un valor
27. República del Ecuador, CódigoCivildelaRepública..., 16.
28. Martha Elisa Lux Martelo, Las mujeres de Cartagena de Indias en el siglo XVII. Lo que
hacían,leshacíanynohacían,ylascurasquelesprescribían (Bogotá: Uniandes, 2006), 64.
29. Ann Twinam, “Honor, sexualidad e ilegitimidad en la Hispanoamérica colonial”,
en SexualidadymatrimonioenlaAméricahispánica:siglosXVII-XVIII, coord. por Asunción
Lavrin (Ciudad de México / Madrid: Grijalbo / Consejo Nacional para la Cultura y las Ar-
tes, 1991), 130.
30. José Mateo, “Bastardos y concubinas. La ilegitimidad conyugal y lial en la fron-
tera pampeana bonaerense (Lobos, 1810-1869)”, BoletíndelInstitutodeHistoriaArgentinay
Americana Dr. Emilio Ravignani, n.º 13 (1996): 11.
31. AHN/C, Notaría Tercera, 1 de julio de 1865, libro 575, f. 148v.
Procesos 57, enero-junio 2023 171
que regula el comportamiento de las gentes. En otras palabras, se basa en la
reclamación de orgullo individual y su aceptación social; además, signica
el derecho a un determinado trato y posición, que se establece mediante el
reconocimiento de una identidad social determinada.32
En las sociedades hispánicas, el honor denió la vida de las personas y, se-
gún Ann Twinam, servía como un complejo e ideal patrón de comportamiento
para las élites que, en teoría, eran las únicas que podían poseerlo.33 No obstan-
te, la concepción del honor, vinculado a la limpieza de sangre, se transformó
y se puso como un valor cambiante y negociable debido a que podía ser cues-
tionado, amenazado, ganado, perdido e incluso recuperado.34 Durante el siglo
XIX, adquirió una concepción distinta, y se convirtió en un capital simbólico
familiar,35 con una signicación dual, vinculada a la procedencia y a la virtud.36
Por ello, los individuos no pertenecientes a la élite adquieren honor basado
en el comportamiento y su reputación ante la comunidad.37 Así, en los casos
de reconocimiento, a pesar de que no se nombra explícitamente, el honor po-
32. Julián Pitt Rivers, Antropologíadelhonoropolíticadelossexos(Barcelona: Crítica,
1979), 18.
33. Twinam, “Honor, sexualidad e ilegitimidad...”, 130.
34. Twinam, Vidas públicas, secretos..., 64.
35. Michelle Perrot, “Dramas y conictos familiares”, en Historia de la Vida Privada. De
laRevoluciónFrancesaalaPrimeraGuerraMundial, ed. por Philippe Ariès y Georges Duby,
vol. IV (Madrid: Taurus, 2001), 265.
36. Bravo Olmedo, “Entre el ideal...”, 169.
37. Ibíd., 170.
Tabla 1. Legítimos legitimados (1865-1875)
Reconocen Reconocidos Edad
Juan Antonio Chacón i su mujer
legítima Carmen Paladines
Luis Antonio y Virgilio Roberto
Chacón i Paladines Infantes
Fermín Jimenes i su mujer
legitima Mercedes Garzón Mercedes, José, Carmen Garzón No consta
Manuel Aguirre con su esposa
Micaela Herrera
Manuel Miguel y José Antonio
Aguirre Herrera No consta
Manuel Alvarado con su esposa
legitima Sebastiana Figueroa Juana †, Úrsula y María Nicolasa Menores de edad
Fuente: Archivo Nacional de Historia, Sección del Azuay (AHN/C), Notaría Segunda,
libro 666 y Notaría Tercera, libros 575, 576, 578, 579, 583.
Elaborado por los autores.
Procesos 57, enero-junio 2023172
dría ser puesto en duda, debido a que inevitablemente tenían que aceptar que
transgredieron las normas al haber mantenido relaciones ilícitas y de las cuales
nacieron hijos ilegítimos.38 Sin embargo, cabe recordar que “fue común el man-
tener relaciones premaritales y posteriormente proseguir con los esponsales; así
también, mantener relaciones informales y uniones de concubinato, que podían
sostenerse por muchos años sea por razones afectivas, sociales y económicas”.39
Ahora bien, para entender esta situación es necesario acercarnos a la sexualidad
de la época. Para Colombia, en la primera mitad del siglo XIX, se arma:
no todas las “señoras” y “señoritas” seguían elmente lo establecido moralmen-
te por la sociedad civil y religiosa, pues la indelidad y las relaciones sexuales sin
haberse casado, ocurrían con alguna frecuencia. Prueba de esto es el alto índice
de hijos “bastardos” que existían en el centro político y administrativo del país,
en la primera mitad del siglo pasado.40
De ahí que los otorgantes de estas cartas de una u otra forma provean una
justicación como la de “no haber tenido impedimento alguno”41 para con-
traer nupcias como lo hacen Manuel Alvarado con Sebastiana Figueroa y Fer-
mín Jiménez con Mercedes Garzón, lo que atenúa sus actos o amplían el plazo
para la posibilidad de acciones de reparación.42 Por otra parte, se hace alusión
directa a su potestad de legar como motivo principal, pues se menciona: “go-
zen de todos los derechos, fueros i privilegios que les conseden las leyes como
a tales hijos legítimos”,43 ya que los ilegítimos no poseen los mismos derechos
legales. En el artículo 207 del Código Civil ecuatoriano constaba: “los legitima-
dos por matrimonio posterior son iguales en todo á los legítimos concebidos
en matrimonio. [...] Así, el derecho de primogenitura de un hijo no se pierde
por la legitimación posterior de otro hijo, de cualquiera edad que este sea”.44
En denitiva, se reeren a la manutención de los hijos. El artículo 273,
sobre los hijos naturales, señalaba: “incumben al padre (ó madre) que ha re-
conocido al hijo natural los gastos de su crianza y educación. Se incluirán en
esta, por lo menos, la enseñanza primaria y el aprendizaje de una profesión
38. Suzy Bermúdez, “El ‘bello sexo’ y la familia durante el siglo XIX en Colombia”,
HistoriaCrítica, n.º 8 (1993): 36.
39. Moscoso Cordero, Relacionesilícitasenlaplebe..., 51.
40. Bermúdez, “El ‘bello sexo’...”, 36.
41. AHN/C, Notaría Tercera, 4 de enero de 1870, libro 578, f. 48r.
42. Pese a que en los protocolos notariales se hace alusión a plazos especícos para el
cumplimiento de pago de deudas, repartición de bienes, celebración de honras fúnebres, en-
tre otros, siempre existen posibilidades de dilatación o de justicación del incumplimiento.
43. AHN/C, Notaría Tercera, 1 de julio de 1865, libro 575, f. 149r.
44. República del Ecuador, CódigoCivildelaRepública..., 31.
Procesos 57, enero-junio 2023 173
ú ocio”.45 La misma situación se da para los hijos ilegítimos, pues en el ar-
tículo 274 constaba: “el hijo ilegítimo que no ha sido reconocido voluntaria-
mente con las formalidades legales, no podrá pedir que su padre ó madre le
reconozcan, sino con el solo objeto de exigir alimentos”.46 En este sentido, el
Estado buscaba la responsabilidad en términos de alimentos y educación de
los hijos. Desde esta perspectiva, el reconocido recibiría ventajas evidentes.
Sin embargo, ¿qué obligaciones corresponden a estos derechos? ¿Qué espe-
raban los progenitores por parte de estos hijos?
Por otra parte, el acto de reconocimiento se lo realizaba para que no se
pusiera en duda su calidad: “como con el transcurso del tiempo pudiera aca-
zo disputarseles tal legitimidad”47 y para poner al mismo nivel a todos los
hijos, con todas las implicaciones legales y de herencia que eso supone. Así,
Manuel Aguirre y Micaela Herrera mencionan que tienen a Juan Francisco
Andrés Aguirre, nacido dentro del matrimonio, pero Manuel Miguel y José
Antonio: “no por esto dejan los dos primeros de ser iguales”.48
hijos de padres Célibes, Casados y viudos: naturales
reConoCidos y lo no diCho Como estrategia de proteCCión
Como se señaló, la ilegitimidad ha formado parte de la historia de la
sociedad, por lo que debe ser considerada por variantes como el tiempo y
el lugar. Así, en las sociedades hispánicas, el control de las relaciones es-
taba a cargo de la Iglesia, que seguía lo establecido en el Concilio de Tren-
to.49 Asunción Lavrin señala que, si bien las normas de la Iglesia inuían
en el comportamiento social, “aun así hombres y mujeres actuaban según
sus sentimientos e ignoraban las consecuencias. Por lo tanto, la Iglesia tenía
que considerar y modicar sus normas teóricas ante la realidad social”.50 De
ahí que, por ejemplo, la política borbónica, tuvo que establecer el adulterio
“como agravio para el Estado”,51 con la intención de controlarlo.
45. Ibíd., 39.
46. Ibíd., 40.
47. AHN/C, Notaría Tercera, 1 de julio de 1865, libro 575, f. 148r.
48. Ibíd., 19 de julio de 1867, libro 575, f. 688r.
49. María Emma Mannarelli, Pecados públicos: la ilegitimidad en Lima, siglo XVII (Lima:
Flora Tristán, 2004), 136.
50. Asunción Lavrin, “La sexualidad en el México colonial: un dilema para la Iglesia”,
en Sexualidad y matrimonio..., 91.
51. Moscoso Cordero, Relacionesilícitasenlaplebe..., 27.
Procesos 57, enero-junio 2023174
La ilegitimidad debe ser nombrada, de ahí que los hijos sean ilegítimos,
naturales, expósitos,52 adulterinos, nefarios, sacrílegos, etc.53 Según Iveline
Lebret, las clasicaciones eran: hijos legítimos (“nacidos de un matrimonio
legítimamente contraído”), expósitos (“legítimos dados en adopción”), ile-
gítimos y naturales (“hijo no legítimo, nacido de padres solteros”), espurios
(“cuando el padre o la madre están ya casados”) y sacrílegos (“si su padre o
madre están ligados a votos religiosos”) e incestuosos.54
Estas denominaciones legales establecieron las distintas clases de ilegiti-
midad. Se debe considerar la vinculación entre ilegitimidad y honor debido
a que este permitía a los individuos legitimar su posición. Por ello, los ile-
gítimos tenían una serie de impedimentos para cambiar de estatus y, si lo-
graban hacerlo, su calidad como ilegítimo no desaparecería a los ojos de los
otros. Así, por ejemplo, el decreto virreinal de 1774 dictaminaba que los hijos
ilegítimos “seguían la parte de la madre, y a pesar de la existencia de cierta
exibilidad en la aplicación de este decreto —a la luz de las variaciones de
las costumbres locales— esta fue la pauta en la mayoría de los casos”.55
En esa época se daba mucha importancia a las jerarquías sociales, así que
la condición de ilegítimo se consideraba reprochable y constituía una lacra
para los individuos.56 De ahí que la reprobación social de la ilegitimidad
hacía que los hijos ilegítimos tuvieran limitaciones, lo que creó distintos pa-
trones de discriminación, como se puede leer en el epígrafe de este artículo.
De todas maneras, los hijos naturales podrían ser menos discriminados que
los adulterinos, es decir, la ilegitimidad no siempre era juzgada de la misma
forma, en vista de que su aceptación o rechazo representa un cuadro muy
matizado de actitudes y situaciones.57
Los ilegítimos se enfrentaban a una serie de limitaciones, ya que algu-
nos derechos “como el uso del apellido paterno y la potestad de heredar, lo
que exponía al miembro supérstite y a sus hijos a la voluntad, no siempre
contemplativa, de los herederos legítimos”.58 En los artículos 265 y 266 del
Código Civil se explicaba que “el reconocimiento [de un hijo natural] es un
acto libre del padre ó madre que reconoce [...] deberá hacerse por instrumen-
52. Pilar Gonzalbo, “La casa de niños expósitos en la ciudad de México. Una funda-
ción del siglo XVIII”, Historia Mexicana 31, n.º 3 (1982): 417.
53. Mannarelli, Pecados públicos: la ilegitimidad..., 157.
54. Iveline Lebret, La vida cotidiana en Otavalo en el siglo XVIII (Otavalo: Instituto Ota-
valeño de Antropología / Centro Regional de Investigaciones, 1981), 40-41.
55. Minchom, El pueblo de Quito..., 200.
56. Esta situación permanecerá hasta el siglo XX en donde el mestizo, el ilegítimo, no
forma parte del Estado-nación.
57. Mannarelli, Pecados públicos: la ilegitimidad..., 187.
58. Mateo, “Bastardos y concubinas...”, 8.
Procesos 57, enero-junio 2023 175
to público, ó ante un juez y dos testigos, ó por acto testamentario. Si es uno
solo de los padres el que reconoce, no está obligado a expresar la persona en
quien, ó de quien, hubo al hijo natural”.59 Sin embargo, como se mencionó,
los hijos ilegítimos son ellos mismos los que pueden solicitar este reconoci-
miento.
En ese contexto cargado por valoraciones sociales, el reconocimiento de
un hijo natural encontraba diferencias cuando lo hacían hombres o mujeres.
Como se puede observar en la tabla 2, la presencia de madres (39 solteras,
incluidas tres viudas) que reconocen es mayor frente a los hombres (cuatro
casos). Esta situación puede entenderse, por un lado, ya que el padre no está
obligado a reconocer a los hijos y lo hace “basado en una convicción de ser
el verdadero progenitor, bajo el supuesto de las relaciones sexuales expe-
rimentadas entre los padres biológicos”.60 Mientras que, para las mujeres,
por la naturalización de la maternidad, las dudas se diluyen,61 pues como lo
armaba Asunción Orellana: Joaquín, Juan y Mercedes Orellana “nacieron
de su seno”.62
La maternidad, para esta época, estaba naturalizada para la mujer, pues
era “educada para el matrimonio: ser una digna esposa y cumplida dueña
de casa y cuidar de la educación de sus hijos”.63 Manuela Vallejo, en su testa-
mento, reconoce a los menores Abelino y Belisario Vallejo e indica que, tras
su muerte, estarán al cargo de sus familiares María Juana Quesada y Grego-
ria Ambrosi de Parra. Además, declara: “como madre lo eduque i haga todo
cuanto consierne a su educación”,64 pues se preocupa por la futura vida de
sus hijos, en la cual su educación es muy importante.
Sin embargo, frente a las relaciones ilícitas, tanto hombres como mujeres
desarrollaron estrategias que les permitían transgredir las normas sin que,
aparentemente, existiera riesgo de perder su honor y reputación, o se produ-
jera algún rechazo por su comportamiento. Estas estrategias surgen desde
las imprecisiones que crean las propias normas. Twinam menciona que las
mujeres que transgredían los paradigmas sexuales predominantes aprove-
chaban las ambigüedades inherentes al código del honor para mantener una
posición intermedia y, en ocasiones, recuperar su honorabilidad.65
59. República del Ecuador, CódigoCivildelaRepública..., 38.
60. Eduardo Gandulfo, “Reconocimiento de paternidad: tópicos y cuestiones civiles”,
Revista Chilena de Derecho 34, n.º 2 (2007): 203.
61. La maternidad en las mujeres se da como un hecho y como un objetivo de vida, por
ello era más o menos sencillo ocultar la ilegitimidad de un nieto, al reconocerlo como hijo.
62. AHN/C, Notaría Tercera, 3 de diciembre de 1872, libro 579, f. 202v.
63. Bravo Olmedo, “Entre el ideal...”, 177.
64. AHN/C, Notaría Tercera, 3 de junio de 1870, libro 578, f. 90r.
65. Twinam, “Honor, sexualidad e ilegitimidad...”, 130.
Procesos 57, enero-junio 2023176
Tabla 2. Hijos naturales reconocidos (1860-1875)
Reconocen Reconocidos Edad
Juana Herrera Vicenta de la Luz Herrera 21 años
Darío Ordoñes Rosendo i Belisario No consta
Juliana Coronel Rosendo, Belisario y Rosa Menores de edad
Natividad Baca José, Delna, Virginia, Adolfo, Filomena y
Manuela Piedra Menores de edad
María Molina Mercedes Molina y Manuela Molina † No consta
Antonia Picón José Manuel y Buenaventura Picón Menores de edad
Francisca Astudillo Juan de Dios y Mercedes Astudillo 9 y 1 años, resp.
Manuela Murillo María Manuela Murillo No consta
Lorenza Herrera Francisca, Teresa y Luis Herrera Segarra Menores de edad
Mercedes Avilés Benigno Avilés Avila Menor de edad
Rosa Cubillus Rosa Cubillus de Ochoa † y Nicolasa Cubillus
de Guillen Mayores de edad
Manuela Celi José Luis Celi Menor de edad
Manuel Montaño Anjela Montaño Menor de edad
Francisca Mora Presbítero Manuel Zeas, Celidonia, Gregoria,
Fernando y Jose Victor Zeas No consta
Balvina Aguirre José Francisco, María Mercedes, Lola Filomena,
Ramón, Antonia y Teresa de Jesús Aguirre Menores púberes
Manuela Vallejo Belisario y Abelino Vallejo Menores de edad
Jertrudis Ortega de
Ruilova Francisco y Teresa Ortega Mayor de edad
Eugenia Alvarado Juan Antonio Alvarado, Juana Alvarado
Casimiro Alvarado Mayores de edad
Magdalena
Serrano Anjeles Serrano, Guadalupe y Manuela Serrano La primera
mayor de edad
Manuela Merchán Ygnacio Merchán Mayor de edad
Natividad Muñoz
Juana Carrión, Jenoveba Sánchez, la primera
casada con Antonio Ordoñez, i la otra que vive
con la reconosente, que es menor de edad
No consta
Procesos 57, enero-junio 2023 177
Reconocen Reconocidos Edad
Teresa Quito Juan Quito Menor de edad
Jacoba Roldan
Castro Rosa Piedra Roldan Mayor de edad
José Rivera Luisa Rivera 18 años
Francisca Córdova Juan Córdova, marido de Maria Peñaranda Mayor de edad
Josefa Guebara Margarita y Anjeles Guebara Menores de edad
Mercedes Andrade
Gomes Jacinta Parra i Andrade viuda de Santo Cherres Mayor de edad
Ana Reinoso Mateo Justo, José Tomas y Resurrección de los
Anjeles No consta
María Peñael y
Pacheco
Miguel Francisco Moreno i Peñael, que vivía
con la Señora Francisca Moreno Menor de edad
Asunción Orellana Joaquín, Juan y Mercedes Orellana No consta
Rosa Castillo Luis David, José Antonio i Rosa Mercedes
Castillo Menores de edad
Manuel Escudero Dominga y Juan Escudero i Rodrigues No consta
Florentina Torres Matilde Cobos Mayor de edad
Dionicia Alvarado José i Rosa Gregoria Alvarado, mujer lejítima
de Pablo Matute Mayores de edad
Antonia Yglesias Agustín i Dolores Yglesias Menores de edad
Presentación
Alvares
Rosa Moreno, mujer lejitima del ciudadano
Benigno Cedillo No consta
Rosalia Ortis Ygnacio, Cecilio, Tomasa y Presentación Ortis No consta
Maria Manuela
Ortis
Maria Rosa, Baltasara, Dolores, i Maria
Consepcion Ortis Mayores de edad
Ana Reinoso Tomas i María de los Ángeles Reinoso, esta
mujer legítima del ciudadano Miguel García Mayores de edad
Fuente: AHN/C, Notaría Segunda, libro 666 y Notaría Tercera, libros 575, 576, 578, 579,
583.
Elaborado por los autores.
Procesos 57, enero-junio 2023178
Tres de los cuatro hombres que reconocen a hijos nombran a la madre. Así,
Manuel Montano reconoce a Anjela Montano y se pregunta: “hija de Sebastia-
na Juma de la parroquia del Valle [...] que tal vez habrá tomado el nombre o
apellido de Juma por la madre”.66 José Rivera, por su parte, reconoce a Luisa
Rivera y señala: “su madre fue la nada señora Natividad Arce”.67 En este
contexto, llama la atención el caso de Manuel Escudero, quien declara que
hace 60 años, en estado célibe, pudo haberse desposado con Mercedes Rodrí-
guez y tuvo dos hijos: Dominga, fallecida hace tres años y mujer legítima de
Juan Alvear, y Juan Escudero y Rodríguez, muerto en 1843, en Guayaquil, sin
sucesión. Dominga tuvo cuatro hijos legítimos: “llamadas Rosa, que es mujer
lejitima del señor Francisco Molina, Ysabel i Emilia solteras mayores de edad,
i Jesús soltero de edad de diecinueve años, i por este motivo comparece por
medio de curador Sor Manuel Granda según consta del nombramiento”.68
Es decir, Manuel Escudero hace el reconocimiento, más que de la hija, de los
nietos. Esta situación se debe a que Carlos IV, en 1803, había decretado el consen-
timiento paterno para contraer matrimonio, para varones menores de 25 y mu-
jeres de 23 años, si la madre había enviudado la edad disminuía en un año. Sin
embargo, ante la ausencia de ambos progenitores “debía dar consentimiento el
abuelo paterno y en su defecto el abuelo materno, así como de nuevo se adelan-
taba la minoría de edad a 23 y 21 años en hombres y mujeres respectivamente”.69
Si no había abuelos, los tutores podían dar este consentimiento.
Por su parte, las mujeres solteras o viudas, cuando han tenido hijos, tam-
bién señalan que no han tenido impedimento. Eugenia Alvarado reconoce a
Juan Antonio Alvarado, Juana Alvarado y Casimiro Alvarado y arma: “no
tubo incombeniente para contraer matrimonio con los padres de estos”.70 Pese
a manifestar no haber tenido inconveniente, no menciona a los progenitores
o las razones por cuales no se celebraron nupcias no son “nombradas” o “ex-
presadas”. Juliana Coronel declara que “no tubo impedimento alguno para
contraer el Santo matrimonio [...] no lo vericó fue por algunas sircunstancias
particulares que no son del caso espresarlas”.71 Igual situación se da para Jua-
na Herrera, quien reconoce a su hija natural Vicenta de la Luz Herrera.72
66. AHN/C, Notaría Tercera, 26 de noviembre de 1869, libro 578, f. 27r.
67. Ibíd., 6 de febrero de 1872, libro 579, f. 90r.
68. Ibíd., Notaría Segunda, 6 de febrero de 1872, libro 666, f. 197r.
69. Raquel Tovar Pulido, “La justicia y la legislación castellana ante la ruptura de
promesa de matrimonio y el reconocimiento de paternidad: análisis de casos en la España
meridional del Antiguo Régimen”, Cuadernos de Historia del Derecho, n.º 28 (2021): 125,
https://doi.org/10.5209/cuhd.77971.
70. AHN/C, Notaría Tercera, 21 de agosto de 1870, libro 578, f. 112r.
71. Ibíd., 23 de noviembre de 1866, libro 575, f. 365r.
72. Ibíd., 24 de marzo de 1866, libro 575, f. 234r.
Procesos 57, enero-junio 2023 179
Por su parte, Rosa Castillo explica “que hallándose en el estado del seli-
bato, pues es biuda de bastantes años i en el estado actual sin impedimento
canónico ni de ninguna clase para haber podido contraer matrimonio con
cualquiera persona”.73 Situación similar se puede observar con Josefa Gue-
vara, quien reconoce a sus dos hijas Margarita y Ángeles Guevara y mencio-
na que “i son hijas de un mismo padre que no tengo ningún impedimento
para casarse con el padre de dichas menores, cuyo nombre no es del caso
espresarlo”.74 Al ocultar el nombre, la honorabilidad de él no se ve mancha-
da, pero este encubrimiento también podría ser en benecio de la madre, que
pudo haberse relacionado con un hombre casado, religioso o de diferente
calidad. Como ya se mencionó, si solo uno de los padres es el que reconoce,
no está obligado a expresar la persona con quien tuvo al hijo natural, lo que
estaba contemplado en el artículo 266 del Código Civil.75
Tabla 3 . Reconocimiento de hijos naturales
por madres casadas (1860-1875)
Reconocen Reconocidos Edad
Ambrosio Albarado con su mujer
legítima María Manuela Brito María Juana Brito Menor de edad
Nicolasa Guerrero con su esposo
legítimo José Sempértegui Mercedes y Teresa Guerrero 21 y 18 años,
resp., casadas
Luisa Maldonado mujer legítima
de Manuel Alvares Sebastiana Maldonado No consta
Justa Serrano mujer legítima de
Andres Arizaga Victor y Emilio y Serrano Menores de edad
Mercedes Morales casada con
Julián Parra
Teresa Morales mujer de Vicente
Parra, José Antonio Morales
soltero, Nicolás y Daniel Morales
Mayores de edad
Selidonia Veles casada con Víctor
León Virginia Rada i Veles Menores de edad
Fuente: AHN/C, Notaría Segunda, libro 666 y Notaría Tercera, libros 575, 576, 578, 579,
583.
Elaborado por los autores.
73. Ibíd., Notaría Segunda, 17 de mayo de 1873, libro 666, f. 37r.
74. Ibíd., Notaría Tercera, 7 de marzo de 1872, libro 579, f. 112v.
75. República del Ecuador, CódigoCivildelaRepública..., 38.
Procesos 57, enero-junio 2023180
De los seis reconocimientos de mujeres casadas registrados en la tabla 3,
hay uno que llama la atención. A pesar de que María Manuela Brito recono-
ce a su hija María Juana Brito, en la escritura consta primero el nombre del
marido, y explica que: “el ciudadano Ambrosio Albarado atendiendo a los
serbicios personales que le presenta su entenada por su buen genio, amor
i distinguido afecto que le profesa, así como por sus serbicios personales,
tiene a bien donarle un solar de tierras situado en el puerto de Barabon junto
otro terreno”.76
Además, Ambrosio Alvarado promete “no poner de título ni embarazo
alguno en el goce de su posecion”.77 La donación del terreno de 25 pesos es
una manifestación de la dinámica familiar y las formas de relacionarse entre
los miembros, así como un acto de protección a la hija de su mujer y a su
propia persona, pues la dádiva podría más adelante ser pagada con servicios
de cuidado. Además, se incluye otra forma de referirse a los ilegítimos como
entenada.
la aCeptaCión del reConoCimiento:
algunas impliCaCiones para la Familia
En primer lugar, con la aparición del Código Civil de la República del
Ecuador en 1860, como conjunto normativo para la regulación de las rela-
ciones entre personas, se enmarca los reconocimientos, así los hijos hayan
nacido antes. Por ejemplo:
Francisca Córdova reconoce a Juan Córdova, marido de María Peñaranda, que
como nació antes que el Código civil rijiera i adquirió el carácter de hijo natural
por el mismo hecho de que lo conserbo, lo cuido, educo según prescribían las
leyes españolas i como fue ya de este carácter [...] que era apoderado del referido
Córdova para aceptar este reconocimiento i esta aclaratoria i que como apodera-
do aceptaba i aun ofresia la raticación por el mismo Córdova.78
Así, en los reconocimientos, los padres hacen mención a algunos artícu-
los del Código Civil como manifestación del cumplimiento de la ley. Manuel
Aguirre y Micaela Herrera señalan: “que lo hacen que deviendo cumplir con
las disposiciones legales tienen a bien por esta escritura esponer que sus hi-
jos los Señores Manuel Miguel y José Antonio Aguirre son sus hijos”.79 Igual
76. AHN/C, Notaría Tercera, 18 de octubre de 1866, libro 575, f. 344r.
77. Ibíd.
78. Ibíd., 1 de abril de 1872, libro 579, f. 119r.
79. Ibíd., 19 de julio de 1867, libro 575, f. 688r.
Procesos 57, enero-junio 2023 181
sucede con Juan Antonio Chacón y su mujer Carmen Paladines, que expli-
can: “cumpliendo con la disposicion del inciso 30 del artículo 201 del Código
civil de la Nación, han venido en celebrar la presente escritura”.80
En segundo lugar, el reconocimiento no es un hecho unilateral, en otras
palabras, es un acto que debe ser aceptado por los reconocidos. Así, por
ejemplo, se encuentra: “Y hallándose presente la señora Vicenta Luz Herrera,
reconoció a la señora Juana Herrera por su madre natural”.81 Igual situación
se da con Ygnacio Merchán; Juana Brito; Sebastiana Maldonado; María Jua-
na Brito; María Rosa, Baltasara, Dolores y María Concepción Ortiz; Mateo
Justo Reinoso; Juana Herrera; María Manuela Murillo; Maltilde Cobos e Ig-
nacio Merchán y Matilde Cobos. En este sentido, el reconocimiento se da por
doble vía, la del padre o la madre, y la de los hijos en calidad de naturales,
lo que equivale a un autorreconocimiento de su calidad; esto se hace aún
más explícito en los testamentos en donde los otorgantes señalan si son hijos
legítimos, naturales, expósitos, entre otros.
Por otro lado, en esta aceptación del reconocimiento, el hermano mayor
puede admitirlo a nombre de sus hermanos menores de edad. Magdalena
Serrano reconoció a sus tres hijas y se explica que “la referida señora An-
jeles Serrano mayor de edad a quien igualmente doi fe la conosco, aceptó
este reconocimiento en la forma legal i la reconose la señora otorgante por
su madre natural por si i a nombre de sus hermanas”.82 La misma situación
se da con Juana Carrión, a nombre de su hermana Luz Jenoveba Sanches y
Rosa Mercedes Castillo por Luis David, José Antonio y María Nicolasa. No
obstante, cuando los reconocidos son menores de edad, deben contar con
un tutor que acepte su reconocimiento. En la escritura de reconocimiento de
José Francisco, María Mercedes i Zoila Filomena Aguirre consta:
ante usted según derecho parecemos i dimos: que nuestra madre natural señora
Balbina Aguirre se ha resuelto reconocer nuestra liación por escritura pública i
como dicen que somos mayores de catorce años, no podemos aseptar el recono-
cimto sinó con intervención de un curador especial, á falta de curador general,
nos dirijimos a la integridad de usted a n de q se sirva nombrarnos tal curador
especial para cuyo objeto elegimos al señor José Roldán persona de nuestra con-
anza. Y como tenemos además dos hermanos impúberes que deben reportar
del mismo venecio, solicitamos a nombre de ellos, que son Ramon Antonio i
Teresa Aguirre, que el jusgado se sirva darles de ocio el guardador que le co-
rresponde, así mismo especial, i que podría serlo también el doctor Roldán.83
80. Ibíd., 8 de marzo de 1865, libro 575, f. 119r.
81. Ibíd., 24 de marzo de 1866, libro 575, f. 234r.
82. Ibíd., 24 de septiembre de 1870, libro 578, f. 122v.
83. Ibíd., 28 de febrero de 1870, libro 578, f. 67r.
Procesos 57, enero-junio 2023182
En el artículo 425 del Código Civil, sobre el curador consta que podrá
ocuparse de la crianza y la educación del menor. Por su parte el menor “que
está bajo curaduría tendrá las mismas facultades administrativas que el hijo
de familia, respecto de los bienes adquiridos por él en el ejercicio de una
profesión o industria”.84 En este sentido, el reconocimiento tiene una impli-
cación de protección de los menores de edad ya sea bajo la declaración de
aceptación del hermano mayor o del tutor o curador.
En este punto cabe preguntarse: ¿qué otra implicación tiene el reconoci-
miento de un hijo en calidad de legítimo o de natural? Se puede armar que
las consecuencias afectan incluso a la descendencia del hijo, como fue el caso
de Manuel Alvear, que por encontrase sin hijos vivos hizo un reconocimien-
to que, más bien, tuvo efectos en sus nietos: “Jesús Albear y Escudero, de este
vecindario ante V. conforme a derecho paresco y digo: que el señor Manuel
Escudero padre de la señora Dominga Escudero, que es mi madre a rma, ha
tomado la resolución de reconocerme por su nieto natural”.85
Incluso cuando los reconocidos estaban casados, sus esposos intervenían
en la aceptación como sucedió con “José Alvarado i Rosa Gregoria represen-
tada por su marido Pablo Matute, aseptaron este reconocimiento en toda
forma legal i por su parte reconocen tan bien a la Otorgante Señora Dionicia
Alvarado por su madre natural”.86 De ahí que en las escrituras de recono-
cimiento consta si los hijos están casados o si tienen descendencia, si están
vivos o muertos, como en el caso de María Manuel Murillo, célibe:
a quien doi fe la conosco en la forma legal también la conoce i reconoce por su
madre natural a la señora Manuela Murillo, quien le a criado i concerbado a la
reconocida por tal desde su niñes. Que anunciando tiene por sus hijos a Pedro,
Cruz i Manuel Murillo; pero estos no son naturales i no designa su clase porque
no le es licito espresar i designa a la reconocida María Manuela Murillo por su
única hija natural espresando que no ha sido casada i que no tiene hijo alguno
legitimo sino la natural reconocida por esta escritura que los otros son mayores
de edad concluye raticándose en todo lo dicho.87
En tercer lugar, como se ha explicado, la declaración supone una cate-
gorización en doble vía, por lo que cabe preguntarse: ¿qué sentían quienes
eran categorizados y autorreconocidos así? Las escrituras y los testamentos
no ayudan a responder esta interrogante, pero la literatura describe el sen-
timiento que surge frente a esta situación.88 Los cuentos, las novelas y los
84. República del Ecuador, CódigoCivildelaRepública..., 59.
85. AHN/C, Notaría Segunda, 7 de diciembre de 1874, libro 666, f. 197r.
86. Ibíd., Notaría Tercera, 11 de mayo de 1875, libro 583, f. 39r.
87. Ibíd., 17 de octubre de 1868, libro 576, f. 136v.
88. Para el caso ecuatoriano, el personaje icónico de ilegitimidad y mestizaje es el
Procesos 57, enero-junio 2023 183
poemas son así mismo testimonios, que acercan a otras realidades ya que
mediante las descripciones y los comportamientos de los personajes se tiene
una buena idea de la sociedad de la época. En la novela Amar con desobedien-
cia de Quintiliano Sánchez se lee:
Tenía la evidencia sólo de ser hijo natural y fruto de un amor desgraciado. Sabía
que su padre, cuyo nombre ignoraba en lo absoluto, fue caballero, de buen linaje,
honrado y de buenas partes; pero contristábase [sic] su orgullo conociendo que
Clara del Valle, su difunta madre, perteneció á la familia Lago, obscura en su
estirpe, aunque poseedora de cuantiosos bienes.89
En cuarto lugar, otra de las implicaciones del reconocimiento está en re-
lación con las herencias, en las que los hijos naturales no poseen los mismos
derechos que los legítimos. Así, en el testamento de María Josefa Ruilova,
quien hereda a sus hijos, se menciona: “una casa pequeña de paja, dos solares
de tierras en el Valle y que no pudiendo los hijos naturales tener la cuarta de
mejoras el presente legado solo se estraera de cuarta de libre disposicion”.90
Sin embargo, los hijos naturales no están desprotegidos, como se evidencia
cuando los otorgantes explican que dejan bienes tanto legítimos como na-
turales. Es decir, a través de los legados se vindican sus derechos, pues la
herencia es vista como la materialización de las relaciones entre padres e
hijos; de ahí que, más allá de lo legal, sea usada como castigo o premio de
los comportamientos y los afectos. En este sentido, se disponía de la cuarta
de mejoras, cuarta de libre de disposición, donaciones y asignaciones espe-
ciales, que podían ser usadas por los otorgantes sin afectar a los legítimos.91
Según el Código Civil, tanto hijos legítimos como naturales tenían acceso
a la herencia como legatarios, aunque en la práctica era distinto.92 Tal es el
caso de la última voluntad de María Ventimilla en la cual menciona que su
padre la reconoció como su hija natural y que “su albacea i herederos no me
han satisfecho el quinto de los bienes de dicho mi padre que me dejó por
testamento”.93 Como se puede observar, sin importar el reconocimiento, los
herederos legítimos no la consideran como merecedora de la herencia. En
este sentido, más allá del reconocimiento del progenitor, es necesaria la acep-
tación también de sus familiares y el círculo cercano a sus padres.
chulla Romero y Flores, quien a reniega de su condición y se presenta escindido: no quiere
aceptarse como indígena, al tiempo que no es reconocido en el mundo blanco-mestizo.
Jorge Icaza, El chulla Romero y Flores (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1958).
89. Quintiliano Sánchez, Amar con desobediencia (Quito: Tipografía Salesiana, 1905), 56.
90. AHN/C, Notaría Segunda, 29 de agosto de 1874, libro 666, f. 161r.
91. Arteaga, “Aproximaciones al estudio...”.
92. República del Ecuador, CódigoCivildelaRepública..., 139.
93. AHN/C, Notaría Segunda, 9 de febrero de 1874, libro 666, f. 108v.
Procesos 57, enero-junio 2023184
Por otra parte, cuando los hijos mueren y dejan sucesión, los nietos son
los herederos legítimos de sus abuelos. En el testamento de Carmen Córdova
y Espinoza consta: “he conseguido por mis hijos naturales a Ygnacio, Fran-
cisca, Trinidad, Benigno y Daniel, de estos el primero falleció dejando por
su hija lejitima a María Hortencia Orellana y Dávila [...] a quienes, así como
a Hortencia, los reconosco por mis hijos naturales”.94 Este reconocimiento
es necesario ya que en se debe considerar a todos los que puede heredar o
reclamar. Por ello se menciona incluso si el hijo natural ya ha fallecido, como
en el testamento de María Mejía, quien expresa “que no ha sido casada pero
que tuvo un hijo natural llamado Andrés Pesantez el mismo que falleció sin
dejar descendencia”.95
En quinto lugar, ¿en qué incide en el uso de apellidos con las escrituras
de reconocimiento? Esta inquietud surge por dos situaciones. La primera
—como se observa en la tabla 2— los hijos de Natividad Vaca, Natividad
Muñoz, Jacoba Roldán, Florentina Torres y Francisca Mora no llevan el
nombre de la madre sino el de Zeas “por haber adoptado este apellido”.96
De igual manera, Manuel Montaño reconoce a Anjela Montaño y explica:
“que tal vez habrá tomado el nombre o apellido de Juma por la madre”.97
En este punto, cabe señalar que, en la época colonial, el uso de apellidos
dependía de una serie de decisiones o de imposiciones paternas, las perso-
nas podían utilizar apellidos referidos a su lugar de origen, tomar el de sus
abuelos, o de las personas que los criaron.
Finalmente, el reconocimiento de los abuelos es poco común. Además, el
Código Civil no hace referencia al reconocimiento de hijos por parte de otros
familiares. Aun así, se encuentran los casos de Josefa Ruilova, quien en su
testamento de 1874 reconoce como sus hijos a Atanacio, Damiana, y María
Manuela Ruilova, esta última ha fallecido y deja a tres hijos, así esta mujer
decide reconocer a sus nietos para que estos puedan heredar sus bienes.98
Por otra parte, Manuel Escudero declara que Rosa, Isabel, Emilia y Jesús
Alvear y Escudero son vástagos de su hija natural, Dominga Escudero. Este
reconocimiento se da para la hija y sus descendientes, “por el acto de justicia
con que ha procedido”.99
94. Ibíd., Notaría Tercera, 12 de enero de 1875, libro 583, f. 3v.
95. Ibíd., 20 de abril de 1870, libro 578, f. 77v.
96. Ibíd., 25 de enero de 1870, libro 578, s. f.
97. Ibíd., 26 de noviembre de 1869, libro 578, f. 27r.
98. Ibíd., Notaría Segunda, 29 de agosto de 1874, libro 666, f. 161r.
99. Ibíd., 7 de diciembre de 1874, libro 666, f. 197r.
Procesos 57, enero-junio 2023 185
reFlexiones Finales
Los protocolos notariales son documentos clasicatorios de las personas,
pues en ellos se ubican o reubican a los sujetos de acuerdo con su condición
social, familiar, étnica, económica, etc.; situación que se hace evidente en las
cartas de reconocimiento y en los testamentos, en cuanto a la calidad de las
personas como padres o hijos. Por otra parte, el hecho de clasicar a los vás-
tagos signica poner énfasis en las diferencias dadas desde su nacimiento y
las distintas posibilidades que tendrían a lo largo de su vida, en vista que el
carácter de hijo ilegitimo marca la identidad del individuo, que nacido tal, lo
será para toda la vida.
De ahí que en los reconocimientos se den varias motivaciones e implica-
ciones para efectuarlos. Así, cuestiones legales de herencias y el descargo de
conciencia son, quizá, las que más aparecen tanto para hombres como para
mujeres. Sin embargo, en los reconocimientos realizados por los padres, la
cantidad de información presentada es menor que en los casos de las madres,
donde se indica quiénes reconocen, quiénes son reconocidos y las rmas de los
testigos. Además, la diferencia en la información permite entender la forma
en que en se daba el reconocimiento y cómo este se constituyó en un acto de
doble vía, tanto desde los que reconocen como desde los reconocidos.
Por otra parte, se observa que en el reconocimiento se encuentran distin-
tos actores: padres, testigos, reconocidos (adultos o niños), tutores, familiares
y allegados. Todos ellos hacen uso de una serie de negociaciones, motivacio-
nes, justicaciones e intereses, en relación con el reconocido. Es decir, por un
lado, están los legados, e incluso el uso de apellidos; y, por otro, a nivel per-
sonal, el honor que debe ser defendido y protegido y las estrategias que para
ello se crean, a lo que se puede agregar lo religioso y la salvación del alma.
En síntesis, el estudio de las escrituras de reconocimiento permite en-
tender las distintas dinámicas por las cuales se guiaba la sociedad cuencana
de la segunda mitad del siglo XIX. En otras palabras, se observa cómo se
comportaban las personas ante un acto de carácter público, pero de sentido
privado, íntimo y familiar. De ahí que el hecho de reconocer y al mismo tiem-
po proteger su honor dé cuenta de la importancia del otorgamiento de una
carta de reconocimiento, que produce una reivindicación de derechos para
los vástagos, sus familiares y allegados, pero también asegura obligaciones a
largo plazo, que pueden estar relacionadas con el cuidado.
Procesos 57, enero-junio 2023186
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Carta del editor saliente
Letter from former Editor
Carta do editor saliente
Estimados colegas de los Comités Editorial, Asesor Internacional, y público
lector de Procesos:
Escribo este mensaje para comunicarles que dejé de ser editor de Procesos. Me
puse de acuerdo con los colegas del Área de Historia y con el director de la revista
en permanecer a cargo hasta diciembre de 2022. Considero que pasar el relevo a
un nuevo editor es un acto de renovación y compromiso con la institucionaliza-
ción del campo del saber histórico.
Me voy con la satisfacción de haber aportado a la hechura de una publicación
que se ha convertido en un referente de la investigación histórica en el Ecuador
y en la subregión andina. Este logro colectivo fue alcanzado gracias a la articula-
ción de un conjunto de factores, afanes y búsquedas, entre los que se destacan la
formación de un público lector de la revista, el interés de los autores, la estima de
la comunidad académica, la conanza del Comité Editorial y del Comité Asesor
Internacional, el soporte institucional de la Universidad Andina y la Corporación
Editora Nacional, y el compromiso diario del Comité de Redacción de la revista.
Me complace haber formado parte del grupo de creadores de Procesos, n.º 1
(1991), de haber sido su editor durante veintiocho años (a partir de 1994) y de
dejar constituido un equipo editorial imprescindible.
Los cambios que la comunicación académica experimentó a partir del “giro
digital” de las humanidades embarcó a Procesos en un recorrido poblado de de-
safíos y transformaciones. Al mismo tiempo, en la tesitura de la revista quedó
registrado el continuo jalonamiento que las mutaciones de la escritura histórica
dejaron a su paso. Muchos desafíos fueron superados y otros más complejos aún
aguardan. Hago votos por que la revista persevere y siga dinámica, sin renunciar
a la misión que enmarcó su nacimiento, expresada por el Taller de Estudios Histó-
ricos (TEHIS) cuando propuso crear una revista de historia que fomentara, sobre
todo, la investigación.
Atentamente, Guillermo Bustos
Quito, 17 de enero de 2023
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 188. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Nota del director
Director’s note
Nota do diretor
Cuando en 1990 la Corporación Editora Nacional y el Comité Editorial
de la Nueva historia del Ecuador me encargaron que organizara y dirigiera una
revista especializada de historia, Guillermo Bustos participó desde el primer
número, que apareció en 1991, como miembro del Comité Editorial, que en-
tonces integrábamos cuatro personas. Pocos años después se le encargó la
función de editor, que venía ejerciendo hasta diciembre de 2022.
En todo ese tiempo su aporte ha sido constante y consistente, habien-
do logrado posicionar la revista entre las mejores en los ámbitos nacional e
internacional. Por ello, le expreso, a nombre de nuestra publicación y en el
mío personal, nuestro reconocimiento por esa contribución y por los grandes
esfuerzos que ha implicado publicar la revista en forma sistemática y con
calidad.
En 2022, Guillermo informó de su decisión de dejar esa función. Le ma-
nifesté la satisfacción con sus responsabilidades y mi deseo de que no se
separara, pero su respuesta fue que ya lo había decidido. Procedí, entonces,
a designar como nuevo editor de la revista a Santiago Cabrera Hanna, que
ya venía colaborado con Procesos por un buen tiempo. Estoy seguro de que
Santiago continuará con la línea trazada y contribuirá a mantener a nuestra
revista en el nivel que se ha colocado.
Enrique Ayala Mora
Director de Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 189. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Juan Marchena y Latinoamérica
Juan Marchena and Latin America
Juan Marchena e América Latina
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.2023.4284
Siempre que hurguemos en la historia de América Latina nos toparemos
forzosamente con Juan Marchena Fernández: sus escritos, sus discípulos y
sus andanzas; porque escribió muchísimo y sobre los más variados temas,
con gran solidez de base empírica y audacia innovadora no exenta de una
vena crítica o autocrítica, e inclusive de una buena dosis de sentido del hu-
mor. Fue uno de los historiadores latinoamericanistas más prolícos y tam-
bién un gran suscitador.
Juan Marchena era andaluz. Nació en 1954. Estudió historia americana
en la Universidad Hispalense, donde obtuvo el título de doctor en Historia
de América. Sevilla lo trajo a América Latina y aquí quedaron para siem-
pre su cerebro y su corazón. Sus estudios y publicaciones se centran en la
relación de América y España. Se lo considera uno de los más importantes
especialistas en el estudio del nal del Antiguo Régimen en la Península y en
las Indias, particularmente de las fuerzas militares. Pero su producción bi-
bliográca cubre amplísimos campos que van desde la época aborigen hasta
las culturas contemporáneas. Estudia regiones tan diversas como Cartagena,
Potosí, el interior de Argentina y, desde luego, América Andina. En sus tra-
bajos se ve un enorme esfuerzo de investigación, gran conocimiento de la
realidad y dominio de la historiografía americana, española y mundial.
Juan Marchena fue un docente de vocación. Tuvo alumnos de muchos
países y varios continentes. Fue director de la Sede Iberoamericana Santa
María de La Rábida de la Universidad Internacional de Andalucía, con gran
éxito. En la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla creó un novedoso pro-
grama doctoral de gran impacto en ambos lados del Atlántico, que ha logra-
do distinciones en el medio español y europeo. Ha formado generaciones
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 190-191. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
ObituariO
Procesos 57, enero-junio 2023 191
de investigadores y docentes que han coadyuvado a consolidar una relación
entre las comunidades de historiadores de América Latina y España.
También es notable el gran esfuerzo realizado por Juan en el campo
editorial. Su propia producción es enorme y variada, pero también hay una
gran cantidad de libros promovidos y alentados por él. Su aporte a la Uni-
versidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, en especial a nuestra Historia
de América Andina, ha sido muy signicativo. Formado en la escuela más
tradicional de los estudios americanos, la de Sevilla, Marchena asimiló la
experiencia acumulada y al mismo tiempo se convirtió en un gran inno-
vador no solo de los estudios, sino de la concepción de Latinoamérica en
el medio español, y de la relación de las academias de los dos lados de la
relación atlántica. Marchena, ese gran viajero y andariego, no era un turista
académico. En cada visita a nuestras tierras trató de vivir la vida de la gente
y comprenderla. Conoció América Latina en sus grandes diversidades de
clase, étnicas, regionales, religiosas, pero al mismo tiempo la vio como una
unidad de raíces, de tragedia y de destino, con una mirada escrutadora, ra-
dicalmente optimista sobre el porvenir.
Juan Marchena murió en su nativa Sevilla el 10 de octubre de 2022. Su
deceso fue la ocasión para que se reconozcan sus grandes aportes a la histo-
ria latinoamericana y a la relación entre nuestros países. Procesos rinde home-
naje a la vida y la obra de Juan. Un hombre de grandes empeños, un corre-
caminos activo y dedicado, un querendón de lo nuestro a quien más que los
papeles le interesaba la gente, y sobre todo más que los títulos y distinciones,
los seres humanos. Lo recordamos como amigo, compañero y colega, cono-
cedor y descubridor de las grandes y pequeñas historias de nuestra América,
la patria grande.
Enrique Ayala Mora
Quito, octubre de 2022
Katty bravo. brujas y diablOs en el cOrregimientO de yauyOs (1660). Quito:
univErsidad andina simón bolívar, sEdE Ecuador, 2020, 115 pp.
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3724
La historia de la conquista española, contada desde la perspectiva de
la población andina, desde las montañas sagradas y sus espíritus dadores
de vida, abundancia, muerte o destrucción, forma parte de la historia de
una cosmovisión que se mantuvo rme y rebelde durante siglos. A partir de
una lectura crítica de los documentos coloniales del siglo XVII, Katty Bravo
reinterpreta un conjunto de prácticas religiosas andinas que, según la mira-
da europea, fueron etiquetadas de brujería o hechicería. Esta construcción
cultural, amparada por la Iglesia católica, alentó la persecución de un grupo
de personas que cultivaban unos conocimientos particulares, compuesto es-
pecialmente por mujeres. A la vez, creó una relación de poder y dominación
con soporte institucional, que provocó la ruptura de los sistemas políticos,
religiosos y espirituales andinos.
El libro explora, en primer lugar, el rol de la mujer en la sociedad colonial y
las percepciones con las cuales les asignaron una supuesta naturaleza pecado-
ra. La persecución inquisitorial, aliada a la implantación del poder patriarcal
de la Iglesia católica entre los siglos XV y XVII, permitió también asimilar a las
brujas desde una perspectiva dualista del bien y el mal. A contrapelo de este
esquematismo, el libro considera a la curandera indígena como un símbolo de
resistencia mantenido en la cultura andina a lo largo del tiempo y que ha so-
brevivido a todas las formas de opresión que se han ejercido en su contra. De
manera complementaria, la autora explica cómo esta investigación le permitió
conectar con su propio pasado, con el linaje de la curandería y la brujería.
El libro analiza, especícamente, los procesos que se desarrollaron en
el Corregimiento de Yauyos del Arzobispado de Lima, dentro del lapso en
el que tuvo lugar la extirpación de idolatrías, mediante el estudio de casos
que sucedieron entre 1660 y 1661. El análisis se inspira en las obras de Tzve-
tan Todorov, Carmen Bernard, Serge Gruzinski, Anthony Padgen, Enrique
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 192-204. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
sOlO librOs/reseñas
Procesos 57, enero-junio 2023 193
Dussel, Roberto Martínez y Stuart Hall. El corpus documental proviene de
la serie “Visitas de hechicería e idolatrías”, del Archivo Arzobispal de Lima.
Los diferentes capítulos del libro develan la creación de estereotipos al-
rededor de las brujas y el diablo por parte de la Iglesia católica, así como la
persecución de las curanderas indígenas en el corregimiento de Yauyos, en la
segunda mitad del siglo XVII. Es importante recalcar que durante el período
de 1660 a 1665, con Pedro de Villagómez como arzobispo de Lima, las polí-
ticas del gobierno virreinal y de la Iglesia católica reforzaron y continuaron
con las visitas de extirpación de idolatrías.
El primer capítulo retrata la forma en que la Iglesia católica instauró el
poder patriarcal y pone en marcha algunas políticas represivas dirigidas a las
mujeres. Bravo muestra la manera en que los conceptos de herejía, idolatría,
brujería y hechicería se extrapolaron hacia las regiones andinas, creando de
esta manera una nueva imagen de la curandera andina, considerada un pe-
ligro para las organizaciones religiosas de la conquista. Se describe también
el MalleusMalecarum como manual indispensable para la Inquisición, ins-
titución que instaura en la cultura popular la creencia de que los males de la
sociedad se deben a hechizos malvados y no al sistema político corrupto y
desorganizado.
En el desarrollo de este capítulo se explica cómo las personas dedica-
das a guiar rituales andinos fueron condenadas por hechicería, lo que jus-
ticó su persecución y exterminio. También enfatiza en que la indistinción
entre hechicería e idolatría fue una de las características de los procesos de
extirpación de idolatría que tuvieron lugar en el Corregimiento de Yauyos,
pues, aunque las acusaciones se hacían por separado, la más común era la de
hechicero idólatra. Finalmente, menciona que a pesar de que el sistema de
creencia andino fue atravesado por elementos europeos, mantuvo su esencia
y sobrevivió a la estigmatización y persecución por parte del catolicismo.
En el segundo capítulo, Bravo analiza cronológicamente los sistemas de
control que utilizó el virreinato peruano para gobernar de manera eciente.
Muestra cómo a partir del año 1551, con el I Concilio Limense, el objetivo del
Arzobispado dejó de ser la evangelización y la destrucción de monumentos
paganos y concentró su poder en la eliminación de la idolatría, poniendo en
discusión si su subsistencia respondía a la ignorancia indígena o a su resisten-
cia. En ese contexto, apareció tiempo después Cristóbal de Albornoz, uno de
los precursores de la extirpación de idolatrías del siglo XVII, como respuesta al
movimiento nativista anticolonial TakiOn-qoy1 que tuvo lugar entre 1564 y 1565.
1. Rafael Varón, “El Taki Onqoy: las raíces andinas de un fenómeno colonial”, en El
retorno de las huacas: estudios y documentos del siglo XVI, ed. por Luis Millones (Lima: Insti-
tuto de Estudios Peruanos / SPP, 1990), 331-407.
Procesos 57, enero-junio 2023194
La autora considera las acciones de Albornoz como métodos de extirpa-
ción basados fundamentalmente en el castigo y la represión. Más adelante,
entre los años 1569 y 1581, la conversión de los indios al catolicismo y el
exterminio de sus creencias pasaron a ser un asunto de Estado. Citando a
Duviols, Bravo pone énfasis en lo que se conoce como la nueva extirpación,
con un accionar que se asemejaba a los procedimientos de la Inquisición y
tuvo lugar a inicios del siglo XVII.2 Además, detalla la metodología utilizada
por los visitadores en este proceso, que buscaba la acusación mutua entre
indígenas mediante la oferta de determinados benecios.
El último capítulo del libro inicia con una descripción geográca del Co-
rregimiento de Yauyos, la forma de vida de sus habitantes y sus alianzas con
los incas. Da cuenta de que la parte de la sierra limeña donde se asentaba el co-
rregimiento estaba conformada por varios ecosistemas naturales, aprovechados
por los indígenas para realizar diferentes actividades de subsistencia. Luego, se
estudian los casos encontrados en los documentos de la serie de hechicerías e
idolatrías del Archivo Arzobispal de Lima. Se da cuenta de casos concretos de
condena a mujeres por el delito de hechicería, se muestran los mecanismos que
utilizaban los visitadores para forzar a las acusadas a confesar y la imposición de
castigos: azotes, destierros y el uso de una cruz en el pecho de por vida. Es pri-
mordial mencionar que, en los casos estudiados, las mujeres condenadas realiza-
ban actividades vinculadas a la partería y salud de la comunidad y sus familias.
Cuando eran acusadas de hechiceras perdían automáticamente cualquier
rastro de humanidad. A pesar de la represión, ellas descubrieron formas de
evadir a los visitadores, negar sus acusaciones o aceptarlas mostrando arre-
pentimiento, lo que les permitió ocultar sus prácticas en el tiempo. Bravo su-
giere que, a pesar de la gran lucha del arzobispado para quitarle a la población
las formas diversas de vivir su espiritualidad, los resultados no fueron los es-
perados, pues para los indígenas sus cultos propios y el respeto y recuerdo de
sus antepasados eran esenciales para su supervivencia individual y colectiva.
Para concluir, Bravo hace referencia a los estigmas a los que ha sido ex-
puesta la imagen de la mujer por parte del cristianismo. Al ser considerada
un ser débil y propenso a caer en el pecado, la población femenina pasó a
ser el primer blanco de condena por el delito de brujería, con argumentos
que establecen formas de represión y exilio basados en el estereotipo como
elemento esencial para ejercer violencia sobre lo que se presenta diferente,
demonizando las creencias de las culturas prehispánicas.
En esa medida, las visitas de extirpación de idolatría realizadas durante
la conquista y los mecanismos de control con políticas de evangelización y
2. Pierre Duviols, Ladestruccióndelasreligionesandinas(conquistaycolonia)(Ciudad de
México: UNAM, 1997).
Procesos 57, enero-junio 2023 195
erradicación de las prácticas culturales andinas causaron una ruptura cul-
tural en las comunidades indígenas, debilitaron sus prácticas y tejidos so-
ciales que llevaron sus creencias a la clandestinidad e individualidad. Sin
embargo, a pesar de que las prácticas ancestrales han cambiado de forma
con el paso del tiempo, aún pueden verse en las sociedades andinas actuales
y representan una forma de resistencia.
La mirada interdisciplinar que usa Bravo en su estudio y el empleo de la
herramienta de género en la investigación histórica le permitieron entender
la forma en que los roles asignados a hombres y mujeres moldearon la vida
cotidiana, la cultura y las relaciones sociales en la etapa colonial. Del mismo
modo, al estudiar y describir el espacio geográco en el que se desarrollaron
los hechos que se investigan, alcanza una perspectiva más profunda de la
historia, pues el espacio también determina y moldea los estilos de vida de
las poblaciones andinas.
Stephanie Altamirano Herrera
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-9324-2169
david GómEz. de VelascO ibarra a arrOyO del ríO: refOrma, reVOlución y
cOntrarreVOlución en la década de 1930 en ecuadOr. Quito: 2016, 112 pp.
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.2023.3406
La investigación de David Gómez se centra en el Ecuador de los años 30
del siglo XX, momento en que la democracia liberal fue puesta en duda, de la
misma forma que su sistema representativo. En este contexto, el autor analiza
las movilizaciones populares que, a la postre, cimentaron las bases para la for-
mación de los partidos de masas. El autor indaga esta etapa histórica para dar
muestra del tipo de Estado que se conformaba, además de la importancia que
tuvieron los partidos políticos y su articulación con organizaciones populares
en un momento de cambios dentro del sistema político electoral. Su reexión
se respalda en la teoría normativa de la democracia de Giovanni Sartori, me-
diante la cual se contrastan las experiencias de países poscoloniales de la región
andina, incluido Ecuador, al introducirse políticas autóctonas, lejanas a las pro-
puestas marxistas o socialistas que cobraron relevancia durante la época.1
En primer lugar, Gómez analiza los acontecimientos políticos más rele-
vantes entre las décadas de 1930 y 1940 en el Ecuador. Sobresale como prece-
1. Giovani Sartori, “Denir la democracia”, en ¿Qué es la democracia?, trad. por Miguel
Ángel González Rodríguez (Ciudad de México: Taurus, 2003), 3-12.
Procesos 57, enero-junio 2023196
dente la problemática política y económica del Ecuador durante la segunda
mitad de 1930 y circunstancias por las cuales Carlos Arroyo del Río llegó a
la presidencia de la República, con el apoyo del Partido Liberal Radical. El
autor muestra una época convulsa, atravesada por conictos e inestabilidad
política, causa de movilizaciones sociales y de cambios en la composición del
Estado ecuatoriano, como sucedió, por ejemplo, en la educación, así como en
las burocracias partidistas, en especial de izquierda, que se opusieron a los
intereses del Partido Liberal Radical.
El autor basa su análisis en una crítica a las concepciones (neo)liberales
de la democracia, al asumir los aportes del socialismo anglosajón, a través
del debate marxista-gramsciano de la realidad social, cuando se reriere al
contexto latinoamericano y en especial al Ecuador. Su reexión se centra en
los regímenes oligárquicos, populistas y despóticos, basados en los estudios
del politólogo argentino José Nun. Asimismo, aborda el estudio de los par-
tidos políticos desde la organización social y su articulación con los conic-
tos sociales, desde la perspectiva del modelo normativo institucional de la
democracia, que niega la posibilidad de otras formas de interacción social,
dado que establece un deber ser para las democracias latinoamericanas.
Para explicar el momento político por el que atravesaba el Ecuador, Gó-
mez debate las implicaciones epistemológicas y metodológicas desde una
derivación de la reexión de la teoría liberal de Max Weber, en conjunto con
las observaciones de Alexis de Tocqueville para el régimen de gobierno es-
tadounidense, para denir con mayor precisión la formación de las élites
políticas y económicas de América Latina. Si bien el autor no logra total cla-
ridad respecto al análisis de la teoría institucional, sí genera una idea sobre
la forma en que se concibió a la democracia como un sistema establecido en
la región, con Estados en transición al abandonar el régimen oligárquico.
Como se ha mencionado, Gómez muestra que en la época la crisis de
los partidos políticos y de las bases populares sobrepasan la posibilidad de
diálogo. Además, la investigación expone la ruina sistémica del liberalismo,
lo que pone a los lectores en perspectiva respecto de un período socialmen-
te intenso, en el que surgen múltiples proyectos políticos que fraccionan la
organización popular, que van desde las prácticas de cooperativismo sin-
dical hasta el individualismo liberal, opciones que limitaron la posibilidad
de consolidar el sistema político o el apoyo de las masas, en un espacio que
restringía el sistema electoral y los derechos políticos.
La investigación se centra en tres aspectos mediante los cuales se busca
entender la época de referencia: el auge y la consolidación de los partidos
políticos de masas, que superaron a la organización partidista tradicional
dominada por las élites; el declive de los gobiernos oligárquicos, que tu-
vieron su último resquicio representativo en el Partido Liberal Radical, re-
Procesos 57, enero-junio 2023 197
presentado por Carlos Alberto Arroyo del Río; y la politización de obreros,
campesinos e indígenas, así como las nuevas ideologías que tomaron fuerza
en la época: fascismo, socialismo y velasquismo, que incluyeron a nuevos
actores y se integraron a una sociedad cambiante.
El autor también pone de relieve varios levantamientos sociales, que
muestran el malestar acumulado por las clases populares desde la década de
los años veinte y que tuvieron como resultado un estallido social, aprovecha-
do por los partidos políticos para legitimarse en la esfera pública. Durante
esta etapa, los partidos Conservador, Liberal y Comunista entraron en pug-
na con el gobierno de Arroyo del Río, afín a una oligarquía en decadencia,
mientras creía el número de simpatizantes del fascismo, por lo que diversos
sectores sociales y políticos derrocaron al gobierno de Arroyo del Río, en
mayo de 1944, lo que llevó al retorno al poder de José María Velasco Ibarra.
Gómez incorpora en su investigación los cambios suscitados al interior
del partido Liberal desde los años 20, con lo que conforma un extenso análi-
sis sobre el auge de los partidos políticos como espacios masivos, donde se
destaca la labor de los gobiernos municipales y los notables, con activa parti-
cipación entre 1930 y 1940. Si bien el autor no profundiza en algunos hechos
sociales de los años 20, su reexión enlaza varios hechos históricos y da paso
a una explicación informada sobre los trasfondos sociales, políticos y eco-
nómicos que facilitaron el cambio en la dinámica de los partidos políticos,
cuando la participación de las masas sociales impactó en la esfera pública y
en la educación de la época.
La investigación contribuye al desarrollo de la historia social en el Ecua-
dor porque dene el momento de transición de los gobiernos oligárquicos
a otros de tipo democrático, mediante la presentación de evidencia sobre
los cambios en su articulación y la exposición del comportamiento de los
sectores subalternos. Ese análisis le permite al autor exponer que, si bien La
Gloriosa representó el n del Partido Liberal Radical como instrumento de
mediación política, ese episodio no podía haberse obtenido, de no haber sido
por una acumulación histórica de luchas políticas acumuladas entre 1922 y
1944, las que hicieron posible que el escenario de los años posteriores se pro-
dujera una eclosión que dio paso a ese cambio de modelo político.
Alejandro Ríos Alvear
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0001-7335-8896
Procesos 57, enero-junio 2023198
Eduardo KinGman y blanca muratorio. lOs trajines callejerOs.
memOria y Vida cOtidiana. QuitO, siglOs XiX-XX.
Quito: Flacso Ecuador, 2014, 244 pp.
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3726
Los canales, ujos o relaciones entre la ciudad y el campo generan prác-
ticas que caracterizan la vida cotidiana de ciudades como Quito. La dispu-
ta y signicados de estos espacios es lo que atañe al trabajo que presentan
Eduardo Kingman y Blanca Muratorio en Los trajines callejeros: memoria y vida
cotidiana: Quito, siglos XIX-XX, una obra que conjuga la historia y la antropo-
logía para estudiar los cambios culturales en la modernidad temprana. Los
autores desarrollan una reexión amplia sobre “lo urbano”.
Gracias al Municipio de Quito, la Fundación Museos y FLACSO Ecua-
dor los autores realizan este estudio que implica una mirada compleja sobre
las identidades. La estructura de esta compilación comprende cinco capítu-
los. En el primero Kingman discute lo que él entiende como trajines calleje-
ros: tanto en el siglo XIX como en la primera mitad del XX fueron formas de
circulación paralelas que constituyeron las dinámicas comerciales de eco-
nomías formales e informales que tenían relativa autonomía del Estado (p.
9). Después de esta visión más metodológica y conceptual, se presentan tres
artículos de Muratorio y uno adicional de Kingman, referidos a casos espe-
cícos sobre memoria y la cultura popular. El libro cuenta con 90 imágenes
de archivos de instituciones como el Leibniz-Institut für Länderkunde y el
Banco Central del Ecuador.
El capítulo introductorio, llamado “Ocios y trajines callejeros”, permi-
te a Kingman profundizar en el análisis de la conguración de Quito y la
descripción que, según Reginald Enock, los cronistas europeos hicieron so-
bre la ciudad. A mitad del siglo XIX, con una fuerte estraticación social y
mala calidad de servicios, Quito era comparada con localidades europeas
de tercer orden debido, entre otros factores, a su escasa industrialización. A
diferencia de otras urbes de Latinoamérica y Europa, la capital ecuatoriana
mantuvo por más tiempo el peso e importancia del comercio popular en sus
calles. La dinámica de ese mercado organizaba la vida cotidiana, en términos
corporativos: gremios, cofradías y sistemas de ayuda mutua permitieron que
la dependencia estatal se reduzca y que el movimiento urbano no esté de-
terminado solamente por las élites. La entrada de la ciudad a la modernidad
temprana1 modicó la forma de ver la cultura popular y trasladó las preocu-
1. El autor menciona que es consciente de que este término puede usarse en diferentes
Procesos 57, enero-junio 2023 199
paciones de las clases altas a otros tópicos. El ornato y la nueva estética que
se alejaba del barroco antiguo comenzaron a tomar fuerza. En este proceso
civilizatorio se limitó el comercio popular, las celebraciones en las calles y a
las fronteras entre estratos.
El segundo artículo, de Blanca Muratorio, lleva por título “Vidas de Ca-
lle. Memorias alternativas: las cajoneras de los portales”, y realiza un acer-
camiento etnográco e histórico al papel que desempeñaron estas mujeres
en el proceso de transición a la modernidad. Las buhoneras son catalogadas
como vendedoras de memoria y consideradas de mal gusto por la clase do-
minante; pero bajo la mirada popular representaban una identidad familiar.
Mediante el uso de la historia oral se vislumbra el proceso de nales del
siglo XIX donde el ornato y la estética moderna generaron disputas con los
espacios ocupados por el comercio popular. El concepto de memoria que la
autora utiliza se aleja de la visión tradicionalista que engloba lo culto y se
apega a las memorias no hegemónicas o alternativas.
En el tercer artículo, “Etnografía e historia visual de una etnicidad emer-
gente el caso de las pinturas de Tigua”, Muratorio relata su experiencia con
las obras de dos pintores indígenas en la Universidad de Columbia Britá-
nica y su acercamiento al movimiento pictórico originario de Cotopaxi. El
argumento central que maneja la autora es que las obras de estos pintores
no deben ser catalogadas como arte primitivo o aborigen. Más bien cabe
observarlas como un proceso de memoria y de construcción de identidades
alternativas. Debido a la rearmación de la identidad de grupos subordina-
dos existen otros caminos de análisis tanto en categorías y conceptos artís-
ticos para las obras indígenas. Después de un proceso de secularización de
los temas, en las pinturas de Tigua han predominado temáticas etnográcas
como labores agrícolas, matrimonios, vida cotidiana, etc. y, por otro lado, la
incorporación de memoria histórica. En este ámbito, las obras representan
un espacio de narrativa que amplía el discurso de etnicidad emergente y
también un espacio de memoria social.
En el cuarto estudio, “Materiales de la memoria: el gremio de albañiles
de Quito”, Eduardo Kingman se propone revisar un texto sobre la histo-
ria de este grupo social, apoyado en los testimonios de Nicolás Pichucho
y Segundo Jacho. La revisión de la memoria desde los testimonios de vida
puede tener una visión distinta según el autor. Para Kingman esto se debe
a que se incorporan factores de estudio como la economía, la cultura o las
relaciones de los agentes sociales con las dinámicas de poder del Estado. La
vida social de 1930 a 1950 estuvo marcada por la industrialización y el inci-
temporalidades. Para los usos prácticos de los artículos realizados, la modernidad tem-
prana es ubicada en la primera mitad del siglo XIX como un concepto de larga duración.
Procesos 57, enero-junio 2023200
piente nacimiento de la modernidad en las ciudades. Toda la organización
de clases constituía una estructura con base en el privilegio, traducido en los
sectores más desfavorecidos como discrimen a su economía y hábitos, como
violencia simbólica. Desde estas concepciones, el gremio muestra una cultu-
ra del albañil que luchó por el reconocimiento de su sabiduría, organización,
políticas y uso de espacios. En esa clave, en las voces de Jacho y Pichucho,
apuntaban a la educación de los trabajadores para sobresalir de los sectores
populares y superar el discrimen (p. 9).
Muratorio se encarga del último artículo, llamado “Historia y memorias
sociales: un coleccionista de presencias y evocaciones populares”, un texto
en colaboración con el coleccionista de cuadros, Iván Cruz, en el que rastrea
resquicios de la historia del Ecuador a través del arte popular. Se estudian
tres tipos de cuadros: retratos póstumos, representaciones sobre milagros
y traspaso de la vida civil a la religiosa. La colección de Cruz está centrada
enteramente en los sentimientos y actitudes culturales hacia la vida y muerte
de los niños (p. 24). Las imágenes permiten reconstruir la memoria histórica
y cómo los sujetos de nales del siglo XIX e inicios del siglo XX concebían la
muerte. La intervención sobrenatural en las enfermedades o la muerte social
entendida como el traspaso a la vida religiosa de las niñas amplía el espec-
tro de comprensión sobre la cultura popular de la época de referencia. Para
Muratorio la colección de este tipo de arte es una forma de salvar del olvido
expresiones que no están en la misma clave del mercado artístico, donde
prevalece el arte colonial.
La compilación de estudios ofrece una visión sobre la situación de las
culturas populares y emergentes desde segunda mitad del siglo XIX hasta
inicios del siglo XX. La modernidad y las corrientes de pensamiento occi-
dentales crearon nuevas lógicas de ordenamiento urbano en Quito. Estos
espacios de disputa, tanto físicos como de memoria y recordación, permiten
comprender el desplazamiento de los grupos subordinados a ese lugar no vi-
sible de la cultura de la ciudad y la vida cotidiana. Estos nuevos lugares iden-
titarios forman parte de una lógica popular que hizo frente a los embates del
ascenso modernizador que excluía las lógicas no hegemónicas e indígenas.
El texto plantea algunas interrogantes alrededor de la memoria: estos
elementos que hasta hoy han funcionado como catalizadores, ¿en algún mo-
mento pueden convertirse en mercancías y perderán su valor hasta ahora
otorgados? Los espacios donde han tomado relevancia estas memorias ¿si-
guen siendo parte de una estrategia de desplazamiento y relegación a gru-
pos subordinados? ¿Cuáles fueron las implicaciones en el siglo XXI de esta
avanzada modernizadora que afeó las formas de comercio popular? El traba-
jo de Kingman comprende temporalidades de larga duración, lo que compli-
ca en algunos casos el entendimiento de algunos procesos expuestos. A pesar
Procesos 57, enero-junio 2023 201
de este detalle, la memoria, la cultura popular y la identidad son conceptos
que atraviesan todos los trabajos en este compilado y permiten ampliar el
espectro investigativo para estudiarlo en el presente. Es fundamental reco-
nocer cómo las diferentes formas de comercio, identidades urbanas y despla-
zamientos sociales estructuraron las ciudades modernas a inicios del siglo
XX. De la misma manera, es necesario identicar quiénes formaron parte de
este proceso modernizador y fueron olvidados en el trayecto, a pesar de sus
esfuerzos por ser reconocidos, recordados e inmortalizados en la historia.
Mauricio Andrés Burbano
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0009-0000-5322-3986
Jéssica pamEla torrEs lEscano. ambatO: terremOtO y recOnstrucción
(1949-1961). Quito: univErsidad andina simón bolívar,
sEdE Ecuador, 2021,109 pp.
https://doi.org/10.29078/procesos.n57.3727
Desde nales de la década de 1980 la historiografía ecuatoriana ha
desarrollado signicativos estudios sobre las relaciones entre un poder
determinado como “central” y sus contrapartes regionales o locales. Esa
corriente recibe nuevas letras con el libro de Jéssica Torres, Ambato: terremoto
yreconstrucción(1949-1961). La autora indaga las acciones, reacciones y voces
del “Estado central”, el “gobierno local” y la “población” en la reconstrucción
de Ambato después del terremoto del 5 de agosto de 1949. En torno a esos
tres sujetos de estudio visibiliza sus acuerdos y conictos en el manejo de ese
movimiento telúrico, dividiéndolos en las fases de emergencia, planicación
y reconstrucción. En paralelo, Torres hace un acercamiento geohistórico a
las transformaciones de la ciudad previa al sismo, la ciudad planeada en
la reconstrucción y el resultado de esas obras. Con lo cual constata cómo se
desenvolvió en el tiempo la segregación espacial en la urbe y cuáles fueron
los efectos del sismo en ese proceso.
Desde esa perspectiva, desarrolla dos ejercicios independientes, pero
conectados. Uno está enfocado en indagar las interacciones del Estado
Central, el gobierno local y la población en torno al manejo del terremoto. El
otro está dirigido a rastrear los procesos de segregación vecinal en la ciudad
antes y después de la crisis. La conexión entre ambos reside en el peso que
tuvo la reconstrucción en ambos procesos. Para llegar a esos resultados,
Torres plantea tres capítulos. El primero, “Ambato: el cataclismo no espera
Procesos 57, enero-junio 2023202
a un plan de urbanización” lo divide en dos apartados. En el inicial la
autora indaga una iniciativa de planeación de la ciudad antes de la crisis, el
proyecto de Plan Regulador de 1943 y la situación de la segregación vecinal
en la urbe a mediados del siglo XX. Esto le permite presentar un antecedente
a los fenómenos de planicación posteriores al terremoto (que estudia más
adelante) e ilustrar con análisis geo-históricos la situación de la segregación
antes y después del sismo. Para lo último emplea relatos de la época sobre la
sectorización de la ciudad y construye cartografía con indicadores como el
número de cuartos disponibles por familias y personas en las distintas zonas
de la localidad.1 El otro apartado del capítulo es una relación del terremoto,
centrada en la cooperación y los conictos en la respuesta inicial al hecho. El
texto toma la forma de un diálogo entre el Estado central, el gobierno local y
la población, mostrando los planes que desarrolló cada uno para lidiar con
la situación, las medidas que chocaron, y los apoyos y críticas que surgieron.
Torres enfoca el segundo capítulo, “La ciudad proyectada: camino a la
reconstrucción”, a lo que denomina fase de reconstrucción, que abarca desde
dos temas el estudio del funcionamiento de la Junta de Reconstrucción
de Tungurahua y la planicación y discusión del Anteproyecto del Plan
Regulador de Ambato. La autora propone la Junta como la entidad que
desde el Estado Central dirigió la reconstrucción entre 1949 y 1961, y
estudia las confrontaciones entre el Estado, el gobierno local y la población.
Al respecto destaca los problemas por la composición de la Junta y sus
funciones, que generaron disputas por la falta de representatividad de los
actores municipales y la intromisión en funciones de las autoridades locales.
El anteproyecto del Plan Regulador fue el documento base para la planeación
de la reconstrucción y el devenir de la ciudad después del terremoto. En
consonancia, Torres presenta un análisis respecto a las discusiones y
conictos sobre su producción, aprobación y revisión entre sus tres sujetos
de estudio, al tiempo que hace una lectura de la segregación espacial en el
esquema de ciudad proyectada allí.
El capítulo “La ciudad en reconstrucción: realidades” inicia con una
indagación sobre el documento de planeación que vino después del
anteproyecto, el Plan Regulador de Ambato de 1951, que se planteó como
una guía para la reconstrucción de la ciudad. De manera que el trabajo sigue
discusiones en torno a ese documento entre los sujetos de estudio, entre 1950
y 1953 y los conictos suscitó que su aprobación, las solicitudes de cambio
que se hicieron al plan original, las problemáticas para su ejecución y la forma
1. El manejo de las fuentes en este tema es muy creativo, especialmente en la cartogra-
fía. Un material denso y de lectura difícil, pero provisto de mucha información, cuidado-
samente estructurada en mapas alimentados por distintos tipos de documentos.
Procesos 57, enero-junio 2023 203
en que este ha inuido en los procesos de segregación desde la década de
1950. Este capítulo tercero cierra con un apartado dedicado a los conictos
que emergieron en torno a la construcción de la Ciudadela de Ingahurco, un
sector que el Plan Regulador planteó como zona de recepción de un número
importante de damnicados por el terremoto, ofreciéndoles una solución de
vivienda que pagarían con créditos. Nuevamente se abordan los conictos
entre Estado Central, el gobierno local y población, esta vez entre 1952 y
1959, relativos a la percepción de injusticias en la adjudicación de viviendas,
la implementación de servicios básicos en la ciudadela, el otorgamiento
de permisos de construcción, el pago y condonación de créditos y las
reclamaciones por abandono de los afectados que no recibieron una vivienda.
Las conclusiones reejan esos ejercicios conectados. Por un lado, se
concluye que la reconstrucción de Ambato tras el terremoto de 1949 se produjo
en un diálogo en el que las partes tenían pesos y posiciones cambiantes. Así,
el gobierno local requería para la reconstrucción los recursos del Estado, pero
también ejercía oposición a este en procura de su autonomía y los intereses
de la urbe. Al tiempo, el Estado podía imponer sus criterios, mas necesitaba a
las autoridades locales como mediadores con la población. La otra conclusión
es que esa reconstrucción consolidó procesos de segregación previos al
terremoto; no obstante, estuvo inuida por los criterios de urbanismo
modernizante del Plan Regulador de Ambato de 1951. Los dos ejercicios que
propone tienen desarrollos independientes, detallados e interesantes, sin
mucho diálogo, pero con transiciones uidas en torno a temas comunes. Tal
uidez, sin embargo, es parcialmente truncada por un uso continuo de la
enumeraciones dentro del escrito. Es decir, la autora divide la temporalidad
de los fenómenos que estudia de manera demasiado precisa, lo que se vuelve
confuso por la acumulación de múltiples periodicidades. A ello se le suma
una decisión respecto a la disposición de la información dentro del texto que
extravía al lector. Se trata de incluir explicaciones relativas a la estructura del
escrito en notas de pie de página y no en el cuerpo del relato (por ejemplo,
los “momentos” en que divide los dos subcapítulos nales).
Otro aspecto que quiero comentar es el papel de la población como
sujeto de estudio en los diálogos tripartitos de la reconstrucción de Ambato.
La autora presenta las interacciones de este colectivo con el Estado central
y el gobierno local centrándose en un tipo de documento, los editoriales de
prensa. Lo que conlleva a que muestre a “los ambateños” como un cuerpo
compacto sin exponer en el texto preguntas críticas sobre esas fuentes, tales
cómo: ¿Quiénes escribían esos editoriales? ¿Qué intereses o vínculos tenían
con las autoridades municipales? ¿Su contenido era representativo de un
sector importante de los habitantes de la urbe? Más allá de esta crítica, la
inclusión de ese actor colectivo es uno de los puntos que más interpela del
Procesos 57, enero-junio 2023204
trabajo, pues le permite a Torres visibilizar preocupaciones, acciones y críticas
de los damnicados del terremoto de 1949 o el Plan Regulador de 1951. Esto
humaniza los debates sobre la reconstrucción, dando cuenta que, paralelo a
la disputa de poderes, toda acción, omisión o demora del gobierno local o la
Junta de Reconstrucción tenía implicaciones en la vida de una comunidad.
Otra virtud de Ambato:terremotoyreconstrucción(1949-1961) es que abre
una ventana a la complejidad humana que han tenido la planeación y el
manejo de crisis naturales en la historia de Ecuador del siglo XX. Así, el libro
presenta consideraciones sobre la aplicación del urbanismo internacional en
el Plan Regulador de Ambato de 1951, a la vez que lee de manera crítica
ese documento y propone que conllevaba formas de sectorizar la población
según sus condiciones económicas y limitar sus comunicaciones como
grupo. A su vez, el texto evidencia cómo las decisiones tomadas en el
Estado central para manejar una emergencia con “eciencia” implicaron el
desconocimiento a la autonomía de las autoridades locales y el irrespeto a la
tradición y los valores de los pobladores. Todo ello en un relato que explota
los detalles de un amplio cuerpo de fuente primaria, develando la diversidad
de individuos, problemáticas y tiempos que se vinculan a los fenómenos
estudiados. Con lo cual los dos ejercicios que propone el escrito de Torres no
solo traen conclusiones relevantes: también dan pautas metodológicas para
futuras indagaciones y amplían el horizonte inquisitivo para historiadores y
geógrafos.
Manuel Ignacio Restrepo Morantes
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-3972-727X
sOlO librOs/referencias
ayala mora, EnriQuE. Don Maca, Robin Hood manaba. Vida, muerte
y memoria de un “bandido social”. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar,
Sede Ecuador / Colegio de América Sede Latinoamericana /
Corporación Editora Nacional, 2023, 144 pp.
Este libro se enfoca en las actividades criminales de Macario Briones, apodado
“Don Maca” y también “el profesor”, por su vinculación con la universidad mana-
bita, provincia de la que era originario. Con la premisa de que su vida e inuencia
no han sido debidamente estudiadas, el autor investiga la violencia protagonizada
por Briones, en el contexto regional, así como su asesinato, al que vincula con moti-
vos políticos. Adicionalmente se presentan entrevistas con personas de interés, desde
donde se busca dilusidar si era el jefe de una una maa asesina, como aún se lo re-
cuerda, o una especie de ladrón bueno que “quitaba a los ricos para dar a los pobres”.
borrEro vEGa, ana luz. De la delidad a la insurgencia. Cuenca
en la Independencia, 1809-1820. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar,
Sede Ecuador / Corporación Editora Nacional, 2022, 312 pp.
El libro estudia las experiencias de la ciudad de Cuenca y su región en su trán-
sito de la delidad a la insurgencia, durante la independencia de los territorios que
en la actualidad componen el Ecuador. Se enmarca este estudio dentro del interés
creciente por comprender procesos como la Revolución de Quito del 10 de agosto
de 1809, la instalación de las Cortes de Cádiz y la promulgación de la Constitución
Española de 1812, la independencia de Cuenca, el 3 de noviembre de 1820, y la batalla
de Pichincha, el 24 de mayo de 1822. El trabajo se plantea como una contribución al
conocimiento histórico de la región cuencana y del país durante la época de la inde-
pendencia, al considerarla desde la perspectiva regional.
buriano castro, ana. Catolicismo, espacio público y política en Ecuador, siglo
XIX. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador /
Corporación Editora Nacional, 2022, 280 pp.
Este volumen presenta un análisis novedoso de los usos políticos del catolicismo
en la política ecuatoriana del siglo XIX. Está organizado en tres partes. En la primera
se estudia la emergencia del proyecto político garciano a partir de la profunda crisis
ideológica, política, social y económica de 1859. En la segunda parte, se muestra que
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 205-208. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 57, enero-junio 2023206
el garciano, lejos de haber sido monolítico, se conformó por diversidades, sociales,
regionales e ideológicas; y estuvo atravesado, también, por variedad de tensiones no
resueltas. Se estudian las redes intelecutales transnacionales y las relaciones creadas
por la prensa del período. En tercer lugar, se considera la reforma religiosa, uno de
los fundamentos del régimen garciano. Esta problemática se analiza desde la pers-
pectiva de los conictos entre el gobierno y las comunidades religiosas, tanto por
aquellas de ancestro colonial como las que llegaron al Ecuador a partir de 1860.
carrEra núñEz, luis FErnando. Mariana de Jesús en el arte de Pinto y Mideros
(1876-1926). Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2022, 74 pp.
Este libro se enfoca en las representaciones pictóricas de Joaquín Pinto y Víctor
Mideros sobre Mariana de Jesús, su vida y martirio, luego de ser consagrada como
gura del imaginario católico nacional. El estudio explora la reconguración de su
imagen durante el período 1876-1926. Esta fue una época marcada por los ideales
religiosos de una sociedad en proceso de modernización; al mismo tiempo, el libro
examina la creación de las pinturas sobre la santa quiteña como una manifestación
—y, al mismo tiempo, un resultado— de negociaciones y disputas entre la trayecto-
ria, estilo y licencias de los artistas, la religiosidad popular de la época, y las lecturas
ociales de la Iglesia sobre Mariana de Jesús.
chiliG caiza, Enma pilar. La puericultura en Ecuador de 1920 a 1938.
Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2022, 93 pp.
Este libro considera el desarrollo de la puericultura y la forma en que esta dis-
ciplina ayudó a construir un discurso sobre la relación entre la madre y sus hijos,
entre 1920 y 1938. El desarrollo de la puericultura operativizó la modernización de
los hábitos populares, impulsados por el Estado y algunas instituciones privadas,
mediante el estudio de las normativas creadas desde la jurisprudencia y la medicina,
que consolidó la disciplina como un saber especializado. Mediante el estudio de do-
cumentos de la época, se devela el lugar que el Estado dio a las mujeres, a quienes se
encomendó la tarea social de criar a una población fuerte y sana.
cEpEda, FranKlin. Mi delirio sobre el Chimborazo: 200 años de historia,
memoria, contextos y representaciones. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar,
Sede Ecuador / Sociedad Bolivariana de Ecuador / Diario Los Andes, 300 pp.
Este es un volumen de gran formato dedicado a proporcionar información sobre
el poema intitulado “Mi delirio sobre el Chimborazo”, al cumplirse 200 años de su
creación. El trabajo reúne una serie de representaciones documentales y pictóricas
sobre la pieza literaria, además de otras imágenes sobre Simón Bolívar y el proceso
de independencia en el Ecuador. También se reproducen diversas fuentes primarias,
como las tres impresiones iniciales del documento; a lo que se suman las conexiones
del Libertador, y de otros personajes históricos como Alexander von Humboldt, con
Riobamba. Luego, se exponen las manifestaciones tempranas de bolivarianismo en
la localidad; para luego presentar las interpretaciones y críticas realizadas al poema
Procesos 57, enero-junio 2023 207
atribuido a Bolívar, las traducciones que se le hicieron y, nalmente, el culto a la per-
sonalidad del Libertador durante las últimas décadas.
coronEl, valEria. La última guerra del Siglo de las Luces. Revolución Liberal
y republicanismo popular en Ecuador. Quito: FLACSO Ecuador, 2022, 404 pp.
Esta es una investigación sobre la conguración de distintas fuerzas sociales y
su actividad política luego de la Revolución liberal. Hace referencia a los discursos y
estrategias usados por dichos movimientos para obtener el reconocimiento del Esta-
do liberal. Con ese propósito, se recrea el espacio social de la época, marcado por la
búsqueda del cumplimiento de los ofrecimientos hechos durante la revolución y las
tensiones generadas al interior del movimiento liberal, que se presentan mediante
dos ejes: el programa jurídico del gobierno y las acciones políticas de los campesinos,
indígenas y la población urbana, considerados como expresiones del republicanismo
popular.
hErnándEz luGo, dianis maría. Camino a la libertad: esclavizadas
en Cartagena de Indias (1750-1800). Quito: Universidad Andina Simón Bolívar,
Sede Ecuador, 2022, 80 pp.
Se trata de un estudios de la Cédula Real Cédula de 1789 que reguló la relaciones
entre amos y esclavos en el virreinato de Nueva Granada, permitiendo que la pobla-
ción esclavizada pudiese acudir a las autoridades reales para demandar su libertad.
El libro se enfoca en las relaciones familia-libertad identicadas en las demandas de
las esclavizadas en Cartagena de Indias, durante el período 1750-1800. Estas fuentes
evidencian las demandas dirigidas a amos/herederos que incumplieron ofrecimien-
tos de libertad pactados previamente. Las acciones legales que tomaron las esclavas
les permitieron salir de la sujeción y conservar sus uniones maritales, que aseguraban
la libertad de sus hijos.
instituto nacional dE patrimonio cultural (inpc). Guía documental
sobre la Batalla de Pichincha y su Centenario (1822-1922). Quito:
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, 2022, 229 pp.
Esta obra, presentada como parte de la conmemoración gubernamental denomi-
nada “Bicentenario del Ecuador, 200 años de libertad”, es una guía recoge informa-
ción sobre diversos documentos sobre la Batalla de Pichincha y la celebración de su
centenario, identicados en diversos repositorios, como el Archivo Metropolitano de
Historia, el Archivo Histórico Alfredo Pareja Diezcanseco, la Biblioteca Ecuatoriana
Aurelio Espinosa Pólit, el archivo fotográco, fílmico y artístico de la Biblioteca del
Ministerio de Cultura y Patrimonio. Incluye un misceláneo documental preparado
por Patricio Guerra y una introducción a los documentos a cargo de Guillermo Bus-
tos. La publicación constituye fuente de consulta para historiadores y público intere-
sado tanto en los procesos de independencia como de los procesos de construcción
de la memoria social.
Procesos 57, enero-junio 2023208
GriJalva siErra, carlos Emilio. Toponimia y antroponimia. Carchi, Obando,
Túqueres e Imbabura. Quito: Abya-Yala, 2023, 359 pp.
El libro corresponde a la segunda edición de una obra publicada originalmente
en 1947, cuando la edición y prólogo estuvieron a cargo de Jacinto Jijón y Caama-
ño. De acuerdo con lo expresado por el autor, este diccionario completa su labor
arqueológica que inició con una reseña de la expedición de Max Uhle a Cuasmal y
siguió con un estudio lológico-etnográco de las provincias de Imbabura y Carchi.
En el presente texto Grijalva aborda el vocabulario de palabras aborígenes, que ras-
trea hasta el documento original, así como también da cuenta de las modicaciones
registradas a lo largo del tiempo, en lo que hoy corresponde al sur de Colombia y el
norte del Ecuador.
ochoa, nancy, ilEana almEida, maría José troya y raúl borJa.
Mujeres por la Democracia en Ecuador (1984-1998). Quito: Abya-Yala /
Fundación Rosa Luxemburgo, 2022, 341 pp.
El libro recoge la producción documental del movimiento “Mujeres por la De-
mocracia”, en el período 1984-1998. La presentación está a cargo de Nancy Ochoa.
Le preceden un texto testimonial de Ileana Almeida y otro referido a la participación
de este movimiento en la Coordinadora Política de Mujeres, a cargo de María José
Troya. Al cerrar la sección documental se presentan las semblanzas de las líderes más
representativas del movimiento y se cierra con un epílogo de Raúl Borja sobre la de-
mocracia en el Ecuador durante el período de referencia. El propósito de sus autores
es difundir entre las nuevas generaciones las motivaciones y logros de “Mujeres por
la Democracia”, que desarrollaron acciones en pro de una sociedad equitativa duran-
te acontecimientos políticos, económicos, sociales y culturales que así lo requirieron.
vElasco hErrEra, viviana, soFía luzuriaGa Jaramillo y andrEa morEno aGuilar,
Tejer república: historia, memorias y visualidad a 200 años de la Batalla
de Pichincha. Quito: Ponticia Universidad Católica del Ecuador /
Gobierno Autónomo y Descentralizado de Pichincha, 2022, 602 pp.
Este volumen reúne las intervenciones realizadas en el marco del Simposio Inter-
nacional “200 años de luchas y desafíos ciudadanos”, organizado entre la Prefectura
de Pichincha y la Facultad de Ciencias Humanas de la Ponticia Universidad Cató-
lica del Ecuador. Los aportes fueron organizados en tres secciones: “Política, ciuda-
danías y plurinacionalidad”. Esta sección acoge temáticas como repúblicas plebeyas,
historias políticas regionales, y ciudadanía, garantías y pluralismo. “Memorias co-
lectivas, espacialidad y disputa de signicados”. En esta segunda sección se reúnen
estudios referidos a la construcción de relatos y “lugares de la memoria”, la ciudad
en transformación: espacios y cambios socioambientales, y los lenguajes de las me-
morias colectivas. En la tercera parte, “Representaciones, arte y visualidad”, apare-
cen contribuciones sobre los fenónemos artísticos en los siglos XIX y XX, miradas
críticas de la nación desde las artes y sus debates contemporáneos, y crítica curatorial
y museológica en el contexto del Bicentenario.
Seminario internacional: “Las independencias
de la región andina doscientos años después”
Con oportunidad de la conmemoración del bicentenario de la Batalla de Pichin-
cha del 24 de mayo de 1822, se realizó el seminario internacional “Las independencias
de la región andina doscientos años después”, el 18 y 19 de mayo de 2022. El acto fue
patrocinado por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, la Academia
Diplomática del Ecuador y Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, y organizado
por el Colegio de América, Sede Latinoamericana.
En el evento se ofreció una visión de conjunto de los procesos de las indepen-
dencias andinas y el impacto recíproco de los acontecimientos en España tras la su-
blevación de Riego en 1820, con el triunfo del liberalismo revolucionario y el resta-
blecimiento de la Constitución de Cádiz, así como el alcance y consecuencias de los
procesos independentistas en la conformación de la realidad latinoamericana que
conocemos en la historia hasta nuestros días. Con esta oportunidad se lanzó el libro
200añosdespués.LosAndesenlaencrucijadadelasindependencias.Panamá,Colombia.
Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y España (Ariadna Ediciones, Biblioteca de Historia de
América), editado por Juan Marchena Fernández y Justo Cuño Bonito.
El seminario fue coordinado por los historiadores Enrique Ayala Mora (Ecuador)
y Juan Marchena Fernández (España) y contó con la presencia de Carlos Landázu-
ri Camacho (Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador); José María Miura
(Universidad Pablo de Olavide); Claudia Rosas Lauro (Universidad Católica del
Perú); João Paulo Oliveira e Costa (CHAM / Universidad Nova de Lisboa); Oscar Al-
mario García (Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín); Manuel Chust y
Dionisio de Haro Romero (Universidad Rey Juan Carlos, Madrid); María Luisa Soux
(Universidad Mayor de San Andrés, La Paz); Fernando Iwasaki (Universidad Lo-
yola Andalucía); Andrea Armijo Reyes (Universidad de Santiago de Chile); Nayibe
Gutiérrez (Universidad Pablo de Olavide); Bernard Lavallé (Universidad Sorbonne
Nouvelle, París).
Jornadas sobre las independencias andinas
El Colegio de Humanidades de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ)
organizó las jornadas de reexión “La libertad antigua y moderna en las indepen-
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 209-215. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
eVentOs
Procesos 57, enero-junio 2023210
dencias andinas: una mirada heterodoxa al Bicentenario”. Este encuentro se realizó
entre los días 3 y 4 de mayo de 2022, fue organizado por el historiador Carlos Espi-
nosa y contó con la participación de los investigadores María Susana Gazmuri Stein
(Ponticia Universidad Católica de Chile), Carlos Espinosa (USFQ), Georges Lomné
(Universidad Gustavo Eiel), Cristóbal Aljovín (Universidad Nacional Mayor de
San Marcos), Mireya Salgado (FLACSO Ecuador), Santiago Cabrera Hanna (UASB-
E), Emiliano Gil Blanco (USFQ), Alexandra Sevilla (FLACSO Ecuador) y Elisa Sevi-
lla (USFQ).
Exposición histórica sobre el volcán Pichincha
Entre los meses de agosto y octubre de 2022 se presentó la exposición histórica
“Que el Pichincha decora: memoria, geografía y afectos”, que tuvo como referencia
25 fondos documentales y colecciones, así como la participación de 40 artistas, bajo la
curaduría de Lucía Durán. La propuesta fue explorar la imaginación social, estética
y política del volcán Pichincha, así como las formas de construcción afectiva y las co-
reografías públicas que se han realizado en una centuria de conmemoraciones sobre
el 10 de Agosto. La muestra fue parte del bicentenario de la Batalla de Pichincha y se
articuló a partir de dos ejes: “Geografía y afectos”, que presentó al Pichincha como
ícono de identidades, y “Memoria, arte y política”, que exploró formas en que la me-
moria social interviene en el cuerpo y en la geografía.
Irruptoras, la muestra sobre el ingreso
de las mujeres a la Universidad
La exposición “Irruptoras, mujeres en la Universidad Central del Ecuador (1921-
2021)”, realizada bajo la curaduría de Susan Rocha, Ana Rosa Valdez, Patricia More-
no y Natalia Barreno, presentó un relato histórico sobre la inserción de las mujeres
en el espacio universitario, como parte de la iniciativa “Mujer 100 años de irrupción”
del Vicerrectorado Académico y de Posgrado. La muestra, que se alimentó de las
investigaciones de diversos académicos, se mantuvo abierta durante agosto de 2022
en el Museo Universitario, y estuvo dividida en cuatro ejes discursivos, referidos a
diferentes épocas de la presencia femenina en la Central.
Reexiones sobre el espacio geográco
y su representación
Los días 7, 14 y 21 de septiembre de 2022 se realizaron las II Jornadas Temáti-
cas “El espacio geográco y representación: conceptos y temáticas. Aproximaciones
desde la multiescalaridad espacial y temática”, organizadas por el Instituto Pana-
Procesos 57, enero-junio 2023 211
mericano de Geografía e Historia (IPGH), sección Ecuador, el Instituto Francés de
Estudios Andinos (IFEA), el Centro de Investigación y Laboratorio de Impactos en
Salud Colectiva (CILAB Salud) y la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
dor. El evento, coordinado por los profesores Henri Godard (IFEA / UASB-E) y Gian-
nina Zamora Acosta (IPGH / UASB-E), contó también con la participación de Daniel
Oscar Lipp (UCASAL, Buenos Aires), David Acurio Páez (Universidad de Cuenca),
Santiago Cabrera Hanna (UASB-E) y Oswaldo Padilla Almeida (ESPE). Los ejes de
reexión fueron: “De las economías mundo al sistema-mundo: análisis geohistórico”,
“La mundialización y sus consecuencias socioeconómicas”, “Los documentos como
herramientas de análisis del discurso” y “Justicia espacial y la determinación social
de la salud”.
Recorrido especial sobre memoria anticolonial
En la conmemoración del 12 de Octubre, el Museo de la Ciudad realizó el re-
corrido especial “Encubrimiento y memoria anticolonial” dentro de la exposición
temporal “Territorios que sanan: al encuentro de las hierbateras”. Se reexionó sobre
los procesos de encubrimiento colonial de saberes, prácticas y memorias andinas, así
como también sobre los procesos de resistencia, organización y recreación de memo-
ria anticolonial que evidencian las hierbateras de Quito. El recorrido fue acompaña-
do por Alejandro Cevallos, coordinador del museo; Natasha Sandoval, investigado-
ra; Miriam Soria, hierbatera y lideresa comunitaria de La Tola (Tumbaco); Angélica
Alomoto, artista, ceramista y docente; Manai Kowi, artista independiente; y, Carlina
Derks, artista y miembro del Colectivo Yama.
Presentación de estudio
sobre evangelización del pueblo Shuar
El 18 de octubre, en FLACSO Ecuador, se presentó el nuevo libro de la historia-
dora Cecilia Ortiz Batallas, titulado LaevangelizacióndelpuebloShuarenlaAmazonía
ecuatoriana. La obra, basada en su tesis doctoral, explora la construcción del Vicariato
Apostólico de Méndez y Gualaquiza, a partir de 1893, momento en que inició el re-
lacionamiento del pueblo Shuar con la misión católica salesiana, por una parte, y los
militares como delegados del Estado, por el otro. El libro, coedición de Abya-Yala y
FLACSO Ecuador, recibió el premio José Mejía Lequerica 2022 a la mejor obra en el
campo de la historia nacional y las ciencias políticas, y fue realizado a partir de docu-
mentos de archivo y fuentes orales.
Procesos 57, enero-junio 2023212
Muestra sobre ritos funerarios del siglo XIX
La Casa Museo María Augusta Urrutia realizó la exposición “Memento mori”
(recuerda que eres mortal), sobre las costumbres y ritos funerarios que se practicaban
en Quito durante el siglo XIX. La muestra, abierta entre octubre y noviembre de 2022,
presentó elementos de los funerales de la época, tales como un cadáver embalsama-
do, una mortaja, una féretro y un animero, así como también testamentos y recetas;
además de fotografías post mortem, que se acostumbraba a tomar. Estas actividades
se realizaban como parte de los funerales, entendidos como un acto de amor de la
familia al ser que se marchó. Estas antiguas formas de velar y enterrar a los muertos
se mantienen todavía en algunos pueblos de la Costa ecuatoriana.
Cien años del 15 noviembre, memoria y reexión
El 15 de noviembre de 1922 es un hito fundamental en la historia del Ecuador,
en especial en la trayectoria del movimiento obrero y popular. En la conmemoración
de su centenario, el 14 de noviembre de 2022, se realizó el seminario “Cien años del
15 de noviembre, memoria y reexión” simultáneamente en Guayaquil y Quito, en
forma presencial y virtual (transmitido por redes sociales). Fue organizado por el Co-
legio de América, Sede Latinoamericana / Universidad Andina Simón Bolívar, Sede
Ecuador, con el auspicio del Frente Unitario de los Trabajadores, FUT.
El seminario fue coordinado por Germán Rodas Chaves, y participaron como
ponentes el propio coordinador, Gaitán Villavicencio, Willington Paredes, Wilson
Miño, Saudia Levoyer, Carolina Portaluppi, Alexis Oviedo, Jonier Maldonado, Leo-
nardo Ogaz, Marco Antonio Rodríguez, Enrique Ayala Mora, Marcela Arellano, Víc-
tor Granda Aguilar y Edison Paredes. Con esta oportunidad se presentó el libro Pan,
libertad,amoryciencia.Huelgageneral,poderpopularylamasacredel15denoniembre,
1922, de Leonardo Ogaz Arce.
Otro acto sobre el 15 de noviembre
Entre el 11 y el 15 de noviembre de 2022, el Observatorio del trabajo y el pensa-
miento crítico, la Universidad Central del Ecuador, la Ponticia Universidad Católica
del Ecuador y el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) realizaron las Jorna-
das Académicas por conmemoración del centenario del 15 de noviembre de 1922. Las
mesas redondas se rerieron a temas como la relación del movimiento obrero con
otros actores políticos, la participación de los artesanos y la relación con los campe-
sinos durante la época de referencia, así como también se rerió a la situación actual
de los trabajadores. En las jornadas participaron varios historiadores que estudian la
época, la memoria y la cultura obreras.
Procesos 57, enero-junio 2023 213
Exposición sobre artes plásticas de los años 30
Entre diciembre de 2022 y marzo de 2023 el Museo Nacional mantuvo abierta
en Quito la exposición “Polifonía. La historia de tres artistas ecuatorianas”, referida
a los trabajos de las artistas plásticas Alba Calderón, Piedad Paredes y Germania Paz
y Miño. La muestra visibilizó el trabajo y trayectoria de las tres artistas, a partir de la
investigación que realizó Ivonne Guzmán para la maestría en Historia de la UASB-E,
publicada en la serie Magíster como Lapinturasocial.Tresmujeresenelmundodelarte
delosaños30, momento histórico en que el arte sintonizó con la denuncia y la protesta
social.
Conversatorio referido a la participación
política femenina en el Ecuador
El 12 de enero, como parte del coloquio “Género, historia y memoria” del De-
partamento de Sociología y Estudios de Género de FLACSO Ecuador, se llevó a cabo
el conversatorio “Mujeres y participación política en el Ecuador, 1930-1960”, en el
que participaron las historiadoras Valeria Coronel, Tatiana Salazar y Ximena Sosa. El
propósito del acto fue conocer las transformaciones subjetivas, así como las agendas
y conictos mantenidos por las mujeres de distintas tendencias políticas en las co-
yunturas electorales de los años de referencia.
Los sonidos de la Navidad
El Museo del Carmen Alto realizó la exposición temporal “Al son de la Navidad.
Más allá del villancico”, en la que se exhibió un pesebre con más de 300 piezas patri-
moniales, de los siglos XVIII y XIX. Además, los nes de semana de enero y febrero
de 2023 se realizó el recorrido especial “La sonoridad de la Epifanía”, que trató sobre
las sonoridades alrededor del pesebre, para reexionar sobre las guras del naci-
miento y su relación con diferentes grupos, etnias, memorias, géneros y canciones
de la cultura popular. El recorrido se centró en la diversidad cultural y étnica de la
representación de los Reyes Magos y los villancicos como elemento primordial en la
construcción de discursos y representaciones de músicos indígenas, mestizos, crio-
llos y afrodescendientes durante la Colonia y buena parte de la República.
Seminario sobre memoria, archivos e historia
La UASB-E, Universidad Nacional de Chimborazo (UNACH) y el Centro de So-
lidaridad Andina (CEDESA), organizaron el seminario “Memoria patrimonial, ar-
Procesos 57, enero-junio 2023214
chivos locales e investigación histórica”, que contó con el apoyo de la Diócesis de
Riobamba y la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Chimborazo. El seminario,
coordinado por los profesores Santiago Cabrera Hanna (UASB-E) y Lenin Garcés
Viteri (UNACH), se realizó durante los días 25, 26 y 27 de enero de 2023 en las insta-
laciones de la Universidad de Chimborazo y de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en
Riobamba. Su propósito fue sensibilizar y capacitar a gestores, intelectuales y profe-
sionales del medio en el tratamiento del patrimonio cultural y la memoria histórica
de localidades y regiones concretas. Participaron como expositores Lucía Chiriboga
(Taller Visual), Estuardo Gallegos (CEDESA), Ana Barreno (INPC), Natasha Sanmar-
tín y Marta Flores (UASB-E), Alex Alves y Carlos Yerbabuena (UNACH).
Las indígenas ecuatorianas
en las sublevaciones y las narrativas públicas
En el marco del coloquio “Género, historia y memoria”, FLACSO Ecuador pre-
sentó el conversatorio “Trabajo, sublevaciones y narrativas públicas de las mujeres
indígenas de la Sierra ecuatoriana”. El evento tuvo lugar el 16 de febrero de 2023 y
contó con la participación de las académicas María José Vilalta, de la Universitat de
Lleida (España), y Mireya Salgado y Mercedes Prieto, las dos de FLACSO Ecuador.
Sus exposiciones estuvieron referidas a “Las trabajadoras de los Andes, 1778-1861”,
“Mujeres sublevadas. Otavalo 1777” y “Mujeres quichuas ecuatorianas narran la na-
ción de mediados del siglo XIX”, respectivamente. La moderación estuvo a cargo de
Kuymi Tambaco, de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) y la Universidad
Intercultural de las Naciones y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi.
Intervención artística sobre la representación de las mujeres
El Museo de la Ciudad presentó durante el n de semana del 11 y 12 de marzo
de 2023 la intervención “Mujeres, una mirada crítica al pasado”, que buscó reexio-
nar sobre la forma en que se ha representado a las mujeres. Esta puesta en escena
es parte del proyecto de vinculación “Historia y memoria obrera” y el programa de
formación de jóvenes investigadores “Yuyay”, de los estudiantes de Sociología de la
Universidad Central. La exposición contó con imágenes de archivo sobre la repre-
sentación de las mujeres en la prensa ecuatoriana, entre 1975 —año en que la ONU
declaró el 8 de Marzo como el Día de la Mujer— hasta el 2000. Se elaboró también un
fanzine creativo con recortes, palabras y colores, para tratar sobre las problemáticas e
intereses femeninos y los medios de comunicación contemporáneos.
Procesos 57, enero-junio 2023 215
Presentacion de la obra
La caída de los imperios
La Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, y el Colegio de América,
Sede Latinoamericana, el 29 de marzo de 2023, realizaron la presentación de la obra
Lacaídadelosimperios.Enbuscadeunaperspectivaindígena, del destacado antropólogo
peruano Luis Millones y su colega mexicana Silvia Limón Olvera. Se trata de un tra-
bajo comparativo respecto de Perú y México.
Conversatorio sobre el valor histórico
y patrimonial del Centro Católico de Obreros
El Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, organi-
la tertulia “El Centro Católico de Obreros: valoración histórica y patrimonial”. El con-
versatorio se produjo el miércoles 5 de abril a partir de las 17:30 horas, con la interven-
ción de Inés Pazmiño, Víctor Hugo Cárdenas (Centro Católico de Obreros), Guillermo
Bustos (UASB-E / Archival City), Patricio Guerra (ex Cronista de la Ciudad) y Milton
Luna (Ponticia Universidad Católica del Ecuador). Además de estas intervenciones,
se presentaron los resultados del proceso de conservación y catalogación de las actas de
sesiones del archivo histórico del CCO (que datan de su fundación en 1906), realizado
en el contexto del proyecto de investigación Archival City y con el apoyo del Archivo
Histórico Metropolitano de Quito. Este proceso fue llevado a cabo por los investigado-
res Natasha Sanmartín Monteros y Santiago Cabrera Hanna. Al nal el conversatorio se
presentó también una exposición temporal de la intervención documental.
María Teresa Arteaga (Ecuador). Doctoranda en Historia y Arqueología en la
Universidad Complutense de Madrid. Coordinadora de investigación de la
Maestría en Educación, mención Inclusión educativa y atención a la diversidad,
de la Universidad de Cuenca. Entre sus publicaciones se cuentan: “Buenas
prácticas en la salud intercultural: una reexión sobre la ética de sanadoras y
sanadores de la Unión Campesina del Azuay-Ecuador (UNASAY-E)” (2023) y
“Escribiendo en los márgenes: las cartas de Dña. Ana Zurita Ochoa, en Cuenca
de las Indias (s. XVII)” (2019). Sus intereses de investigación se centran en la
historia de la mujeres, el género epistolar y la convergencia entre la historia y la
literatura.
Freddy Auqui Calle (Ecuador). Magíster en Historia por la Universidad Andina Simón
Bolívar, Sede Ecuador, y en Antropología por la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador). Trabaja como catalogador de inventario de
bienes materiales e inmateriales en el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
(INPC). Sus publicaciones más recientes son: “Música y trabajo comunitario en
contextos ecoagrícolas” (2022) y “Las encrucijadas de la educación tecnológica”
(2019).
Ana Luz Borrero Vega (Ecuador). Doctora en Historia por la Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador. Hasta su jubilación fue profesora titular de la
Universidad de Cuenca. Durante varios períodos fue directora de la “Cátedra
Abierta en Historia de Cuenca y su Región”. Entre sus publicaciones se
encuentran estudios de historia regional, historia urbana e historia de la cultura
política en la época de la independencia, entre las más recientes están: “Cuenca y
su región en la independencia, aportes y participación en la Batalla de Pichincha
en mayo de 1822” y Deladelidadalainsurgencia.CuencaenlaIndependencia,1809-
1820,editadas en 2022.
Cecilia Edith Moreyra (Argentina). Historiadora por la Universidad Nacional de
Córdoba. Investigadora adjunta del CONICET en el Centro de Investigaciones
y Estudios sobre Cultura y Sociedad, y profesora asistente de Historia de la
Cultura en la Universidad Nacional de Córdoba. Ha publicado varios estudios
sobre historia de la vida cotidiana y cultura material e historia de la vivienda y las
formas de habitar en Córdoba, entre ellos: Historia de lo cotidiano. Cuerpos, espacios
yobjetosenlaCórdobadelsigloXIX (2023), “Casa de patios y espacio doméstico.
Cambios y continuidades entre los siglos XVIII y XIX, Córdoba (Argentina)”
(2021) y, en coautoría, la introducción al dossier “Historia de la cultura material.
Objetos, agencias, procesos” (2020).
lOs autOres
Procesos 57, enero-junio 2023 217
Carmen Pineda González (Ecuador). Magíster en Historia Andina y candidata doc-
toral por la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Se desempeña en
el área educativa escolar, con una experiencia en el campo de la educación popu-
lar. Sus áreas de trabajo se vinculan con ámbito educativo y la vida religiosa. En
2018 publicó “Mujeres y vida religiosa en Ecuador: una propuesta de inserción
social en América Latina, 1962-1985”.
Natasha Sandoval (Ecuador). Magíster en Historia por la Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador. Sus intereses de investigación se centran en la
historia social y de la cultura, con énfasis en estudios de género, política, religión
y nacionalismo en la región andina, durante los siglos XIX y XX. Actualmente
es investigadora en el Museo de la Ciudad y docente en la Facultad de Ciencias
Sociales y Humanas de la Universidad Central del Ecuador.
Julio David Suárez (Ecuador). Licenciado en Pedagogía de la Historia y las Ciencias
Sociales, por la Universidad de Cuenca. Se desempeña como investigador
independiente. En 2022 publicó “De pecados carnales a almas salvadas: cuatro
testamentos de mujeres en Cuenca (Ecuador), siglo XVII” en coautoría con María
Teresa Arteaga.
árbitros de este número
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia agradece
la participación de los evaluadores de este número.
Kim Clark. UniversidaddeWesternOntario.London,Canadá.
Sonia Fernández Rueda. Investigadora independiente. Quito, Ecuador.
Carmen Fernández-Salvador. Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
Quito, Ecuador.
Marina Gutiérrez De Angelis. Universidad de Buenos Aires (UBA). Buenos Ai-
res, Argentina.
Carolina Larco. Ponticia Universidad Católica del Ecuador (PUCE). Quito,
Ecuador.
Catalina León Galarza. Universidad de Cuenca. Cuenca, Ecuador.
María Belén Misle. Universidad de Berna. Berna, Suiza.
Andrea Heidy Müller. Universidad de Zúrich. Zúrich, Suiza.
Macarena Montes. Universidad de Cuenca. Cuenca, Ecuador.
Trinidad Pérez. UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador.Quito,Ecua-
dor.
Mark Becker. TrumanStateUniversity.Kirksville,EstadosUnidosdeNorteamé-
rica.
Ludmila Da Silva Catela. InstitutodeAntropologíadeCórdoba(IDACOR)/Uni-
versidadNacionaldeCórdoba(UNC)/ConsejoNacionaldeInvestigaciones
CientícasyTécnicas(CONICET).Córdoba,Argentina.
Ximena Sosa. Investigadora independiente. Quito, Ecuador.
Jorge Tomasi. Universidad Nacional de Jujuy / Consejo Nacional de Investigacio-
nesCientícasyTécnicas(CONICET).Jujuy,Argentina.
Luis Esteban Vizuete. El Colegio de México. Ciudad de México, México.
política Editorial
aCerCa de la revista
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia es una publicación académica semestral
del Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Se fun-
dó en 1991 con el objetivo de fomentar la profesionalización de la disciplina histórica
en Ecuador y América del Sur; y contribuir a la innovación de la investigación sobre
su pasado. Aparece con el auspicio de la Corporación Editora Nacional.
Publica artículos de investigación inéditos, en idioma español, que son previa-
mente evaluados por pares académicos anónimos, vinculados a centros de investiga-
ción de América Latina, Estados Unidos y Europa.
Cuenta con un Comité Editorial y un Consejo Asesor Internacional integrados por
académicos que laboran en universidades de Ecuador y otros países. El director de la
revista preside ambos comités. El editor se encarga de coordinar el proceso de evalua-
ción, y denir la secuencia y el contenido de los números. Cuenta con el concurso de un
Comité de Redacción compuesto por el editor, un editor adjunto y un asistente editorial.
La Corporación Editora Nacional se responsabiliza del diseño, armado e impresión.
La revista mantiene dos tipos de secciones, una permanente y otra ocasional. En
la primera constan Estudios, Debates, Reseñas, Referencias y Eventos; mientras que en la
segunda se incluyen Obituarios, Documentos, Traducciones, AulaAbierta,DiálogoCrítico
y Entrevistas.
Las secciones arbitradas por los árbitros anónimos son Estudios y Debates, que
regularmente componen la mayor parte de cada número. Ambas contienen avan-
ces o resultados nales de investigaciones; balances historiográcos; discusiones
temáticas, teórico-metodológicas, archivísticas e interdisciplinarias; así como inter-
venciones sobre debates especícos. La extensión de los artículos diferencia ambas
secciones. En Estudios y Debates se incluyen contribuciones de hasta 12 mil y 10 mil
palabras, respectivamente. El Comité de Redacción puede aceptar contribuciones
que superen ese límite en casos excepcionales. Las restantes secciones son evaluadas
por el editor y el Comité Editorial.
Normas para autores, pares anónimos y editores
1.Sobrelapresentacióndeartículos
Se reciben artículos de investigación, inéditos, en castellano, y cuyo contenido se
inscribe en la descripción de las secciones Estudios y Debates, incluida en la sección
“Acerca de la revista”.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 57 (enero-junio 2023), 219-231. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 57, enero-junio 2023220
Los textos presentados para publicación no deben haber sido remitidos a ningu-
na otra publicación, de manera simultánea. Por lo tanto, se asume que están libres de
compromisos editoriales.
No hay fechas especícas de recepción de trabajos para los números de tema
libre, estos son procesados de acuerdo con el orden de llegada o según la invitación
que se formule. En cambio, el cronograma de números monográcos se dene entre
el editor de Procesos y el coordinador del dossier.
Los autores de artículos y reseñas deben enviar sus trabajos por correo electró-
nico a la dirección procesos@uasb.edu.ec. Además del artículo propuesto, se debe
adjuntar un resumen en castellano de 100 palabras, un listado de ocho palabras clave,
y los datos del autor en 100 palabras, incluyendo su dirección electrónica, títulos aca-
démicos obtenidos, liación institucional, cargos actuales, tópicos de investigación y
tres últimas publicaciones.
Los manuscritos presentados deben seguir las normas editoriales del Manual
de Chicago Deusto (2013). Más adelante, en el apartado “Guía editorial”, se incluyen
ejemplos que ilustran estas pautas.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia no cobra tasas por envío de trabajos, ni
tampoco cuotas por la publicación de sus contribuciones (artículos y reseñas).
2.Obligacionesdelosautores
Al presentar un artículo, un autor declara que la autoría le pertenece íntegramen-
te, y que respeta los derechos de propiedad intelectual de terceros. Si utiliza material
ajeno (fotografías, cuadros, mapas, grácos en general) debe incluir el crédito y la
autorización legal respectiva. Al suscribir la autoría también declara que la investi-
gación se condujo con honestidad y sin manipulación inapropiada de la evidencia.
Los autores suscriben el “Documento de autorización de uso de derechos de pro-
piedad intelectual”, que faculta a la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
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Historia está bajo licencia Creative Common Atribución-No Comercial 4.0 Internatio-
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dor se propende a una expresión escrita que no discrimine a la mujer ni a ningún
grupo de la sociedad y que, al mismo tiempo, reconozca la historia, la estructura y la
economía de la lengua, y el uso más cómodo para los lectores y hablantes. Por tanto,
no se aceptarán usos sexistas o inconvenientes desde el punto de vista de la igualdad;
tampoco, por contravenir el uso estándar de la lengua, el empleo inmoderado de las
duplicaciones inclusivas, ni el morfema e, la @ (no es una letra) o la x para componer
palabras supuestamente genéricas.
3.Acercadelprocesodeevaluación
Todo artículo es evaluado por pares académicos anónimos. Por lo tanto, su autor
se obliga a tomar en cuenta el dictamen nal. Las modicaciones y/o correcciones so-
licitadas son vinculantes con la publicación, y deben ser absueltas en el plazo indica-
Procesos 57, enero-junio 2023 221
do. Una vez recibido el trabajo modicado, se le informará al autor de su aceptación,
así como del cronograma de publicación. La revista se reserva el derecho de realizar
correcciones de estilo a los trabajos aceptados.
Los pares anónimos externos examinan la calidad académica de los trabajos pro-
puestos en un marco de libertad de expresión, diálogo crítico y adhesión a principios
éticos.
Sobre esta base, cada contribución es evaluada por dos lectores anónimos. Para
el efecto, se emplea el “Formulario de evaluación” que se puede descargar del si-
guiente enlace: https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/about/formats.
En caso de que aparezca una contradicción en el dictamen de los árbitros, se buscará
un tercer evaluador dirimente. El editor y el Comité Editorial se reservan la última
palabra sobre la publicación de un texto.
No existe comunicación directa entre los evaluadores anónimos entre sí, ni entre
estos y el autor del trabajo. La comunicación entre ellos está mediada por el editor.
Los árbitros tienen un plazo aproximado de cuatro semanas para efectuar la
evaluación. Por su parte, los autores disponen de dos semanas para incorporar las
observaciones.
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rial. Pueden versar sobre libros que hayan sido publicados en los últimos cuatro años.
4.Responsabilidaddeloseditores
El editor y el Comité Editorial tienen el encargo de llevar a la práctica las políti-
cas editoriales de Procesos. Estas se orientan a asegurar la calidad del material publi-
cable, fomentar la innovación de la investigación histórica, alentar el debate académi-
co, preservar la libertad de expresión, aplicar el proceso de evaluación y publicación
dentro de un marco de rigor y valores éticos, y armar, en lo posible, la integridad
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aceptación de una contribución presentada a Procesos corresponde al editor. La acep-
tación o rechazo de un artículo se realiza únicamente a partir del criterio de calidad
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5.Sobreplagio
Como parte de los estándares de calidad y rigurosidad académica que contem-
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mente devuelto a su autor. Con ello, el proceso de evaluación del material queda
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dos en remitir contribuciones enmarquen su ejercicio investigativo en los principios
de honestidad intelectual, rigurosidad académica y buenas prácticas editoriales. Es
recomendable que, antes de postular una contribución, los autores empleen todos
los recursos necesarios, incluyendo herramientas informáticas y software antiplagio.
Editorial policy
about the journal
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia is a biannual academic publication of the De-
partment of History of the Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. It was esta-
blished in 1991 with the objective of promoting the professionalization of the historical dis-
cipline in Ecuador and South America; and to contribute to the innovation concerning this
region’s past. It appears thanks to the sponsorship of the Corporación Editora Nacional.
It publishes unedited research articles, in Spanish, that are evaluated previously by
anonymous academic peers, linked to centers of investigation throughout Latin Ameri-
ca, the United States and Europe.
It has an Editorial Committee and an International Advisory Council made up of
intellectuals that work in Ecuadorian universities and in other countries. The director
of the journal presides over both committees. The editor is in charge of coordinating the
evaluation process and dening the sequence and content of the issues. It also has the
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rial assistant. The Corporación Editora Nacional is responsable for the design, prepara-
tion and printing of each issue.
Each journal oers two types of sections, one permanent format and the other
occasional. The permanent format exhibits Studies, Debates, Only Book/reviews, Only
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cuments,Translations,OpenClassroom,CriticalDialogueand Interviews.
The sections put together by anonymous readers are Studies and Debates that normally
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previews or nal results of ongoing research projects; historiographic aairs; thematic dis-
cussions, methodological theory, catalogue archives and interdisciplinary matters; along
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the Editorial Committee may accept contributions with higher word counts. The other
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“About the journal”.
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Procesos 57, enero-junio 2023 223
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Procesos 57, enero-junio 2023224
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Concerning this aspect, each contribution is evaluated by two anonymous readers.
To achieve this, the “evaluation form” can be downloaded from the following link:
https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/about/formats. In the case that a
possible contradiction appears in the opinion of one or both of the evaluators, a third
decisive evaluator could be included to render a possible solution to quell any author’s
doubts concerning the evaluation procedure’s legitimacy. The Editor and the Editorial
Committee have the nal say concerning each proposed article’s publication.
There isn’t any communication between either anonymous evaluator neither will
the author be able to dialogue with either of the anonymous evaluators. The communi-
cation between each actor involved in the process is mediated by the Editor.
Each evaluator has an approximate evaluation term of four weeks. In turn, authors
have two weeks to make corrections or modications concerning feedback given by the
evaluators.
Summaries, solicited or received, are evaluated by the Editor and the Editorial Com-
mittee. They can be about books that have been published during the last four years.
4.ResponsabilityoftheEditors
The Editor and the Editorial Committee are in charge of putting in practice the edi-
torial policies dictated by Procesos. Said policies are designed to assure the quality of pu-
blishable material, foster the innovation of historic investigation, encourage academic de-
bate, preserve freedom of expression, apply the evaluation and publication process with
rigorous and ethical values as its framework and conrm, when possible, the academic
integrity of publishable material.
The coordination of the procedures pertaining to the reception, evaluation and
acceptacion of a presented contribution to Procesos is at the Editor’s discretion. The
acceptation or denial of an article depends exclusively on pertinent factors concerning
quality and academic integrity. It also falls upon the Editor to publish corrections or
rectications.
In the case of the occurrence of a conict of interest, this will be resolved following
guidelines established by editorial policy and carried out by a commision of three
members: one from the Editorial Committee and two from the International Advisory
Committee.
5.Aboutplagiarism
As for the high standards of scholarship and accuracy that are required by Procesos,
when plagiarism is found in a manuscript, it is immediately rejected and returned to its
author. As a result, the procedure for evaluating the material is categorically suspen-
ded. This decision is unappealable. Because of this, it is expected that those wishing
to submit contributions will conduct their research and editorial work on the basis of
the principles of intellectual honesty, academic rigor, and best editorial practices. It is
advisable for all authors to use all necessary resources, including computer tools and
antiplagiarism software, before making a submission.
política Editorial
sobre a revista
Procesos. Revista Equatoriana de Historia é uma revista acadêmica semestral, pro-
duzida pela Área de Historia da UniversidadeAndinaSimónBolívar,SedeEquador. A re-
vista foi criada em 1991, com objetivo de contribuir para a prossionalização do campo
da Historia no Equador e na América do Sul, além de apoiar a renovação dos estudos
sobre o passado dessa região. Procesos é publicada em parceria com a CorporaçãoEditora
Nacional.
Procesos publica resultados de pesquisa, que sejam inéditos e em língua espanhola.
Essas contribuições são avaliadas por pareceiristas anônimos, que provêm de variados
centros de pesquisa da América Latina, Estados Unidos e Europa.
Procesos possui um Comitê Editorial e um Conselho Assessor Internacional, am-
bos formados por pesquisadores que trabalham no Equador, além de outros países. O
Diretor da revista preside os dois comitês. O Editor encarrega-se da coordenação do
processo de avaliação dos artigos e de controle da periodicidade e do conteúdo de cada
número. O editor conta com apoio de um Comité de Redacção integrado por o editor,
coeditor e de um assistente editorial. A CorporaçãoEditoraNacional responsabiliza-se
pela diagramação e impressão do periódico.
Procesos tem duas seções, uma permanente e outra ocasional. Na primeira inclui:
“Estudos”, “Debates”, “Resenhas”, “Referencias” e “Eventos”. Na segunda secção
inclui: “Obituário”, “Documentos”, “Traduções”, “Aula Aberta”, “Diálogo Crítico” e
“Entrevistas”.
As seções avaliadas por pareceiristas anônimos são as dos “Estudos” e “Debates”.
Esses segmentos compõem a maior parte de cada número. Neles publicam-se avanços
e resultados nais de pesquisa; resenhas bibliográcas; discussões teórico-metodoló-
gicas, arquivistas e interdisciplinares, além de discussões sobre debates especícos.
Nas seções Estudios e Debates são permitidas contribuições de até 12 e 10 mil palavras,
respectivamente. Em casos excepcionais, a Comissão de Redação poderá aceitar contri-
buições que excedam esses limites. As demais seções são avaliadas pelo Editor e pelo
Comitê Editorial.
Submissão
1.Sobreasubmissão
Recebem-se artigos inéditos de pesquisa e escritos em língua castelhana, cujo texto
esteja adequado às seções do periódico: “Estudos” e “Debates” (veja-se seção “Sobre
a Revista”).
Os trabalhos submetidos não devem estar sob avaliação de outra publicação. En-
tende-se que os textos estão liberados de outros compromissos editoriais.
Procesos 57, enero-junio 2023226
No caso das edições de tema livre, a Revista não têm datas especícas para sub-
missão. Estes são avaliados segundo a ordem de chegada ou convite. Ao contrário, o
cronograma dos números é estabelecido pelo Editor e pelo coordenador de cada dossiê.
Autores de artigos e resenhas devem submeter seus textos por e-mail: processos@
uasb.edu.ec. Além do artigo proposto, os autores devem acompanhar resumo do texto
em língua castelhana (100 palavras), oito palavras chave e dados pessoais em 100 pa-
lavras. Dados incluem: e-mail, titulação, vínculo institucional, cargos atuais, área de
pesquisa e três publicações recentes.
Os manuscritos submetidos devem ser padronizados, segundo as normas edito-
riais do Manual de Chicago Deusto (2013). Na secção “Guia editorial”, podem se consul-
tar exemplos dessas pautas.
Procesos: revista ecuatoriana de Historia não cobra taxas para submissão de obras,
nem taxas para a publicação de suas contribuições (artigos e revisões).
2.Obrigaçõesdosautores
Quando um artigo é submetido, seu autor declara que a autoria do trabalho lhe
pertence integralmente, e que reconhece os direitos de propriedade intelectual de
terceiros. Se um artigo contêm materiais visuais como fotograas, quadros, mapas o
ilustrações em geral, os créditos e autorizações de uso devem estar inclusos. A decla-
ração da autoria supõe que a pesquisa foi conduzida com honestidade e sem manipu-
lação dolosa da evidência.
Autores assinam “Autorização de uso de direitos de propriedade intelectual”, que
permite reprodução e comunicação pública do material editorial pela Universidad An-
dinaSimónBolívar,SedeEcuador. Além disso, essa assinatura permite a publicação do
texto em formatos impresso e digital. O autor mantêm direitos intelectuais sobre sua
obra; os direitos de terceiros também estão garantidos. Procesos: Revista Ecuatoriana
de Historia têm licençamento Internacional Creative Common Atribución-No Comer-
cial 4.0 International (CC BY-SA 4.0).
Em todas as publicações da Universidade Andina Simón Bolívar, sede Equador, é
proposto uma expressão escrita que não discrimine as mulheres ou nenhum outro grupo
social e que, ao mesmo tempo, reconheça a história, a estrutura e a economia da lingua-
gem e seu uso mais confortável para leitores/as e falantes. Portanto, não serão aceitos
usos sexista ou inconveniente desde o ponto de vista da igualdade; nem por contrariar
o uso padrão da linguagem, o emprego imoderado de duplicações inclusivas, nem o
morfema e, o @ (não é uma letra) ou o x para compor palavras supostamente genéricas.
3.Sobreprocessodeavaliação
Todos os artigos são avaliados por pareceiristas anônimos. Ajustes e correções
solicitadas serão vinculadas à publicação do trabalho e devem ser incluídas no texto
dentro do prazo estabelecido.
Quando a versão corrigida do texto for recebida, a Revista informará a aceitação
do manuscrito ao seu autor, além do cronograma da publicação. O periódico reserva-se
o direito de fazer ajustes de estilo nos artigos aceitados.
Os pareceiristas anônimos avaliam a qualidade dos trabalhos submetidos em um
contexto de liberdade de expressão, dialogo crítico, seguindo princípios éticos e pro-
ssionais.
Procesos 57, enero-junio 2023 227
Com base nesse princípio, cada contribuição será avaliada por dois pareceiristas
anônimos. Para essa avaliação, utiliza-se o “Formato de avaliação”, que poderá ser
acessado no link: https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/about/formats.
No caso de pareceres opostos, a Revista procurará um terceiro avaliador. Editor e
Comité Editorial têm a última palavra sobre a publicação de um texto.
Não existe comunicação direta entre os pareceiristas, nem entre estes e o autor do
texto. A comunicação entre eles será mediada pelo Editor.
Pareceiristas terão um prazo de três semanas para fazer a avaliação. Autores terão
um prazo de duas semanas para incluir comentários e ajustes indicados.
As resenhas serão avaliadas pelo Editor e pelo Comité Editorial. Estes textos po-
derão tratar de livros publicados nos últimos quatro anos.
4.Responsabilidadedoseditores
O Editor e o Comité Editorial se encarregarão de respeitar as políticas editoriais
da Procesos. Essas politicas orientam-se para garantir a qualidade do material que for
publicado, garantir a inovação da pesquisa histórica, acompanhar o debate acadêmi-
co, preservar liberdade de expressão, aplicar os pareceres avaliativos em um ambiente
de rigor e valores éticos e preservar a integridade dos materiais publicados.
A coordenação da submissão, avaliação e aceite de um texto apresentado para a
Procesos é responsabilidade do Editor. A aceitação ou rejeição de um artigo acontece
seguirá os critérios de qualidade e integridade acadêmica. Além disso, a publicação de
reticações ou correções, se for o caso, é responsabilidade do Editor.
Se houver conito de interesses, este será resolvido dentro das políticas editoriais
da Revista, por meio de uma comissão integrada por três membros: um do Comitê
Editorial e dois do Comitê Assessor Internacional.
5.Sobreplágio
Como parte dos padrões de qualidade e rigor acadêmico aplicado pela Procesos,
ao ser identicado plágio, o manuscrito é recusado e imediatamente devolvido ao seu
autor/à sua autora. Com isso, o processo de avaliação do material submetido é inte-
rrompido permanentemente. Essa decisão é inapelável. Espera-se que as contribuições
enviadas à revista estejam perfeitamente alinhadas aos princípios da honestidade inte-
lectual, do rigor acadêmico e das boas práticas editoriais. Recomenda-se que, antes de
enviar qualquer material, os/as autores/as empreguem todos os recursos necessários,
incluindo ferramentas de computador e softwares antiplágio.
Procesos 57, enero-junio 2023228
guía editorial
Los artículos propuestos para la sección Estudios deben observar el límite de 12
mil palabras; y para Debates un máximo de 10 mil, incluidas las notas de pie de pági-
na y la bibliografía. Se presentan a doble espacio, con márgenes de 2,5 cm, en formato
A4, letra TimesNewRoman, número 12, con sangrado en la primera línea de cada
párrafo.
Las citas textuales de más de cuatro renglones se colocan en un párrafo aparte, a
espacio seguido, con margen reducido y sin sangrado.
Las reseñas contienen hasta 1500 palabras.
Las notas de pie de página deben aparecer en números arábigos consecutivos, en
letra 10, según las pautas de citación indicadas abajo.
Al nal de cada artículo se incluyen los repositorios consultados y la bibliografía
empleada, con sangría francesa.
Los artículos pueden incluir hasta dos niveles de subtítulos.
En los casos de reproducción del segmento de una cita, o si a esta le faltan pala-
bras y/o aparecen ilegibles, se recurre a la colocación de corchetes con puntos sus-
pensivos [...]. También se emplean los corchetes para incluir letras o palabras que
completen el sentido.
Para referir otras fuentes debe emplearse la palabra “véase”. Evitar los usos de
“vid.”, “ver” o “cf.”.
Las palabras en latín u otro idioma van en cursivas.
La primera vez que se use una referencia que tenga abreviatura, debe constar
el nombre completo, seguido de la sigla entre paréntesis. Luego solo se usará esta
última.
Todas las tablas, grácas o ilustraciones deben contar con un pie de identica-
ción, una numeración consecutiva y, en caso de remitirlas en archivo adjunto, incluir
la referencia del lugar especíco de inserción en el texto.
Los archivos de fotografías o ilustraciones deben entregarse en formato digital
adjunto (300 DPI).
Pautasdecitación
A partir del número 39, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia sigue el sistema de
“notas y bibliografía” del Manual de Chicago Deusto (Bilbao: Universidad de Deusto,
2013). A continuación se presentan ejemplos sobre la forma de citación. Se emplean
las siguientes abreviaturas: nota completa (N); nota abreviada (NA); y bibliografía (B).
Libros
Un solo autor
(N) Jean-Paul Deler, Ecuador: del espacio al Estado nacional, 2.a ed. revisada (Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/Instituto Francés de Estu-
dios Andinos/Corporación Editora Nacional, 2007), 124-126.
(NA) Deler, Ecuador: del espacio..., 250.
Procesos 57, enero-junio 2023 229
(N) Inmediata. Ibíd., 114.
No usar las expresiones “íd.”, ídem”, “art. cit.”, “loc. cit.”, “op. cit.”
(B) Deler, Jean-Paul. Ecuador: del espacio al Estado nacional. 2.a ed. revisada. Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/Instituto Francés de Estu-
dios Andinos/Corporación Editora Nacional, 2007.
Dos o tres autores
(N) Carlos Sempat Assadourian, Guillermo Beato y José Carlos Chiaramonte, Ar-
gentina: De la conquista a la independencia, vol. 2 (Buenos Aires: Paidós, 1992),
192-198.
(NA) Assadourian, Beato y Chiaramonte, Argentina: De la conquista..., 124.
(B) Assadourian, Carlos Sempat, Guillermo Beato y José Carlos Chiaramonte. Ar-
gentina: De la conquista a la independencia. Vol. 2. Buenos Aires: Paidós, 1992.
Cuatro o más autores
N) Magdalena Bertino et al., Laeconomíadelprimerbatllismoylosañosveinte.Auge
ycrisisdelmodeloagroexportador(1911-1930), t. III de HistoriaEconómicadelUru-
guay (Montevideo: Fin de Siglo/Instituto de Economía, Universidad de la Re-
pública/Banco Central del Uruguay/Banco República, 2005), 62.
(B) Bertino, Magdalena, Reto Bertoni, Héctor Tajam y Jaime Yaé. Laeconomíadel
primer batllismo y los años veinte. Auge y crisis del modelo agroexportador (1911-
1930). T. III de Historia Económica del Uruguay. Montevideo: Fin de Siglo/
Instituto de Economía, Universidad de la República/Banco Central del Uru-
guay/Banco República, 2005.
Artículos
Capítulo de libro
(N) Alonso Valencia, “Importancia de Sucre en la historia de Colombia”, en Sucre
soldado y estadista, ed. por Enrique Ayala Mora, 2.a ed., 53-73 (Quito: Univer-
sidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/Corporación Editora Nacional,
2009), 164.
(NA) Valencia, “Importancia de Sucre...”, 280.
(B) Valencia, Alonso. “Importancia de Sucre en la historia de Colombia”. En Sucre
soldado y estadista, editado por Enrique Ayala Mora, 2.a ed., 53-73. Quito: Universi-
dad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/Corporación Editora Nacional, 2009.
Artículo de revista
(N) Daniel Gutiérrez Ardila, “El arrepentimiento de un revolucionario: José Ma-
nuel Restrepo en tiempos de la Reconquista (1816-1819)”, Anuario Colombiano
de Historia Social y de la Cultura 40, n.º 2 (julio-diciembre 2013): 54-56.
(NA) Gutiérrez Ardila, “El arrepentimiento...”, 74.
(B) Gutiérrez Ardila, Daniel. “El arrepentimiento de un revolucionario: José Ma-
nuel Restrepo en tiempos de la Reconquista (1816-1819)”. Anuario Colombiano
de Historia Social y de la Cultura 40, n.º 2 (julio-diciembre 2013): 49-76.
Procesos 57, enero-junio 2023230
Publicaciones obtenidas de Internet (con referencia DOI)
(N) Nicolás Quiroga, “Blogs de historia: usos y posibilidades”, HistoriaCrítica, n.º
43 (ene.-abr. 2011): 73, doi:10.7440/histcrit43.2011.05.
(B) Quiroga, Nicolás. “Blogs de historia: usos y posibilidades”, HistoriaCrítica, n.º
43 (ene.-abr. 2011): 62-80, doi:10.7440/histcrit43.2011.05.
Publicaciones obtenidas de Internet (con referencia URL)
(N) Amy Taxin, “La participación de la mujer en la Independencia: el caso de Ma-
nuela Sáenz”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 14 (1999): 86, http://
revistaprocesos.ec/ojs/index.php/ojs/article/view/323/390.
(B) Taxin, Amy. “La participación de la mujer en la Independencia: el caso de
Manuela Sáenz”. http://revistaprocesos.ec/ojs/index.php/ojs/article/
view/323/390.
Artículosdeprensa(conrmadeautor)
(N) Luciano Andrade Marín, “El remiendo en el cuartel de los Limeños”, El Co-
mercio, 1 de junio de 1964: 4.
(B) Andrade Marín, Luciano. “El remiendo en el cuartel de los Limeños”. El Co-
mercio. 1 de junio de 1964, 4.
Artículosdeprensa(sinrmadeautor)
(N) “La cuestión muelle de Guayaquil”, ElTelégrafo, 28 de septiembre de 1920: 1.
(B) ElTelégrafo. “La cuestión muelle de Guayaquil”. 28 de septiembre de 1920: 1.
Tesisydocumentosinéditos
(N) Rocío Rueda Novoa, “De esclavizados a comuneros en la cuenca aurífera
del Río Santiago-Río Cayapas (Esmeraldas). Etnicidad negra en construc-
ción en Ecuador siglos XVIII-XIX” (tesis de doctorado, Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2010), 30, http://repositorio.uasb.edu.ec/bits-
tream/10644/2815/1/TD011-DH-Rueda-De%20esclavizados.pdf.
(B) Rueda Novoa, Rocío. “De esclavizados a comuneros en la cuenca aurífera
del Río Santiago-Río Cayapas (Esmeraldas). Etnicidad negra en construc-
ción en Ecuador siglos XVIII-XIX”. Tesis de doctorado. Universidad Andi-
na Simón Bolívar, Sede Ecuador. 2010. http://repositorio.uasb.edu.ec/bits-
tream/10644/2815/1/TD011-DH-Rueda-De%20esclavizados.pdf.
Entrevistas publicadas
(N) François Hartog, entrevistado por Renán Silva, HistoriaCrítica, n.º 48 (sep.-dic.
2012): 209.
(B) Hartog, François. Entrevistado por Renán Silva. HistoriaCrítica, n.º 48 (sep.-
dic. 2012): 208-214.
Procesos 57, enero-junio 2023 231
Comunicaciones personales
(N) Frank Salomon (docente de la Universidad de Winsconsin, Madison), en con-
versación con el autor, junio de 2013.
Fuentes inéditas de archivo
(N) José Gabriel Pérez, “Informe al Mariscal Antonio José de Sucre, Yntendente
del departamento de Quito”, Guayaquil, 29 de julio de 1822, Archivo Nacio-
nal del Ecuador (ANE), fondo Presidencia de Quito, caja 595, . 28-33.
Archivos consultados
Deben presentarse al nal del artículo, antes de la bibliografía consultada:
Archivo Nacional del Ecuador (ANE).
Fondo Presidencia de Quito.
Fondo Notarial.
Archivo Metropolitano de Historia de Quito (AMHQ).
Sección Secretaría Municipal.
Sección Sindicatura o Procuraduría.
Contacto:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
Toledo N22-80
Código postal: 170525
E-mail: procesos@uasb.edu.ec
Teléfono: (593 2) 299 3634
Quito, Ecuador
Consulte la guía editorial en inglés y portugués en:
https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/about/formats.
V. , .  -,  : - () · - ( )
Editorial. Museos y traumas en América Latina. Avances comparativos, propuestas y fronteras desde la historia
   
 
 / 
For a Legal Protection of Places of Hurtful Memory of the Military Dictatorship in Juiz de Fora, Brazil (-)
 
 
Exhibir para no mostrar: Colombia en la Guerra de Corea (-) en el Museo Militar de Colombia y en el Museo Naval del Caribe
   
Museos, monumentos y memoriales policiales de la Patagonia: el lugar de la violencia en las narrativas de las fuerzas
 
De males ajenos y lejanos: una aproximación crítica al Museo Memoria y Tolerancia (México)
   
El debate entre la imagen de horror y la representación del dolor. Reexiones en torno a las
creaciones artísticas dentro de los museos de memoria en América Latina
  
Trauma cultural en la Casa de la Memoria y los Derechos Humanos de las Mujeres () en Barrancabermeja, Colombia
  
  
In memoriam: as reparações simbólicas demandadas pela Corte Interamericana de Direitos
Humanos e o impacto de instituições internacionais na memória coletiva
  
 /   
El Atlántico insular macaronésico durante la Unión Ibérica: nuevas interpretaciones sobre la
conformación de identidades fronterizas a partir de las crónicas contemporáneas
   
Las cofradías venezolanas y su proceso de reforma a nales de la época colonial
  
Ciudad letrada, empresarios de la imagen y el País de los Incas. Registro fotográco
y narrativas patrimoniales del Cusco monumental (-)
   
Entre o fascismo e o salazarismo: o percurso do Integralismo Lusitano à radicalização
 
“Yo nunca cargo pistola, pues esta sólo la usan los hombres pendencieros”. Trabajadores
de las artes grácas y masculinidades en el México de la década de 
  

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Colonial Latin American
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E- ISSN: 2145-132X
Vol 14, No. 33
Mayo - agosto
de 2023
ARTÍCULOS
Núñez, Caro y el Banco Nacional en el
proyecto de unidad nacional de la Regeneración,
Colombia (1886-1903)
Olga Acuña-Rodríguez
Felipe Cervantes-Pinto
https://doi.org/10.15446/historelo.v15n33.101779
Sociabilidades intelectuales presbiterianas alrededor
del periódico El Evangelista Colombiano, 1912-1945
Daniel-Andrés Zambrano
Juan-Carlos Gaona-Poveda
https://doi.org/10.15446/historelo.v15n33.102411
Acción Cultural Popular: una experiencia
católica de educación rural en Colombia.
Aproximación historiográfica (1975-2021)
William-Elvis Plata-Quezada
Lizeth-Paola Soler-Niño
https://doi.org/10.15446/historelo.v15n33.102421
De vagos a reclutas y desertores. Las deserciones
en las milicias coloniales de las provincias
del Caribe neogranadino, siglo XVIII
Vladimir Daza-Villar
https://doi.org/10.15446/historelo.v15n33.102388
“De aquí la necesidad de un gremio, la necesidad
de una tarifa”. Conflictos portuarios y derechos
laborales en la bahía habanera (1901-1918)
David Domínguez-Cabrera
https://doi.org/10.15446/historelo.v15n33.101779
Infraestructura vial, puentes y caminos
en Entre Ríos (Argentina), 1893-1922
Maximiliano Camarda
https://doi.org/10.15446/historelo.v15n33.102064
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas
Sede Medellín
Universidad de los Andes · Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Historia y Geografía
Bogotá, Colombia
Dirección: Cra. 1 n.° 18 A-10, Ed. Franco, piso 4, ocina G-417 · Bogotá, Colombia
Teleléfono: +57 (601) 339 49 49 ext. 3716
Correo electrónico: hcritica@uniandes.edu.co
Sitio web: http://historiacritica.uniandes.edu.co
88
Abril-junio 2023
Acceso abierto
Tema abierto
“Los accidentes que la experiencia enseña”: dinámica onteriza en el
piedemonte llanero, Nuevo Reino de Granada, 1556-1685 · 3-36
Yirla Marisol Acosta Franco, Universidad de Antioquia, Colombia / École des
Hautes Études en Sciences Sociales, Francia
En ‘tierra de caimanes’: imaginarios geográcos, literatura ilustrada
y tropicalidad del río Orinoco en las obras de Jules Crevaux (1883) y
Jean Chaanjon (1889) · 37-67
Natalia Lozada Mendieta, Universidad de Los Andes, Colombia
Daniela Carvalho Ramírez, Universidad de Los Andes, Colombia
Las empresas de aviación comercial y el sector agropecuario en Chile,
1948-1974 · 69-92
Diego Romero Pavez, Centro de Estudios de Historia Agraria
de América Latina, Chile
Claudio Robles Ortiz, Universidad Santiago de Chile, Chile
La mirada estatal de la Amazonia: la planicación de la selva en
Brasil, Colombia, Ecuador y Perú entre 1968-1978 · 93-115
Pablo Campaña, Ponticia Universidad Católica del Ecuador, Ecuador
¿“Nueva” ola latina en Hollywood? Valor de mercado en la lógica
operativa del cine estadounidense en el mundo iberoamericano · 117-149
Francisco Peredo Castro, Universidad Nacional Autónoma de México, México
53
I semestre
2023
Publicación semestral
CRÍTICA
Cristian Vidal Barría
Matanza fundacional/texto fundacional: historia, memoria
y una cruz sobre el agua
Tomás Salvador Bombachi
Voz institucional y voces clandestinas en La ciudad ausente
y “La loca y el relato del crimen”, de Ricardo Piglia
Gustavo Abad Ordóñez
Escritura y conciencia crítica: las crónicas modernistas de
César E. Arroyo
Félix Joaquín Galván-Díaz
La revolución de las locas: de la crítica social a la
constitución poética en el Manifiesto, de Pedro Lemebel
Jesús Miguel Delgado Del Águila
Violencia social: temática regularizada y necesaria para la
recepción de la novela policial peruana (1990-2013)
Iván Fernando Rodrigo-Mendizábal
Tecnologías de poder y expresionismo: leyendo a Demetrio
Aguilera Malta en clave de ciencia ficción
Ricardo López Díaz
La literatura fantástica de Bioy Casares según la tríada
hombre-razón-destino propuesta por el crítico Bernardo
Ruiz
Manuel Medina
Resistencia y subversión en los modelos narrativos de
Solange Rodríguez Pappe
DE LA ESCENA CONTEMPORÁNEA
Betty Aguirre-Maier
Ayllu: tensiones en la literatura y la política en los Andes
RESEÑAS
Suscripciones
Va lor de la sus crip ción a nua l (dos semestres)
Ecua dor: USD 33,60
Di ri gir se a:
Pro ce sos. Re vis ta Ecua to ria na de His to ria
COR PO RA CIÓN EDI TO RA NA CIO NAL
Ro ca E9-59 y Ta ma yo. Qui to, Ecua dor.
Te fo no: (593 2) 255 4358, fax: ext. 12.
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Canje
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57
enero-junio 2023
ISSN: 1390-0099
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Quito
57
enero-junio 2023
57
enero-junio 2023, Quito
236 pp
12 mm
Mujeres, representaciones y objetos de la cultura material
en la Audiencia de Quito en el último cuarto del siglo XVIII
ANA LUZ BORRERO
Prácticas y significados: la Campaña de Alfabetización de Adultos,
1944-1950
FREDDY AUQUI CALLE
La Virgen del Panecillo y la Guerra Fría:
la renovación católica frente a las reivindicaciones sexuales
y socialistas de los años 60 en Quito
NATASHA SANDOVAL
Religiosas “insertas” y organización de mujeres populares
en Ecuador, 1970-1990
CARMEN PINEDA GONZÁLEZ
De vivienda a museo. Biografía cultural de una edificación
colonial en Córdoba (Argentina)
CECILIA MOREYRA
“Para que se ejerzan en ellos las disposiciones legales
y por descargo de conciencia”:
escrituras de reconocimiento en Cuenca (Ecuador), 1865-1875
MARÍA TERESA ARTEAGA y JULIO DAVID SUÁREZ
OBITUARIO • RESEÑAS • REFERENCIAS • EVENTOS
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