https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos
56
julio-diciembre 2022
ISSN: 1390-0099
e-ISSN: 2588-0780
Quito
56
julio-diciembre 2022
56
julio-diciembre 2022, Quito
El Chimborazo entre las aproximaciones científicas
y culturales de Alexander von Humboldt (1802-1805)
y Edward Whymper (1880-1892)
PATRICIO AGUIRRE NEGRETE
Juramento constitucional y elecciones gaditanas
en el corregimiento de Otavalo, 1813
LENIN GUERRA PABÓN
Debates sobre la república en
El Quiteño Libre
.
Cultura política e impresos (1833-1834)
ROGER CASTRO LAGOS
El voto femenino: un episodio de la guerra cultural Estado-Iglesia.
Ecuador, 1928-1929
KATERINNE ORQUERA POLANCO
“Somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios
i pleno derecho tenemos de la protección”: prácticas populares
de propiedad y justicia en la provincia de Loja entre 1925-1945
ÁNGEL GONZÁLEZ
Las guerras de independencia y el nacimiento
de los Estados-nación americanos, una reconsideración
TOMÁS PÉREZ VEJO
DIÁLOGO CRÍTICO • RESEÑAS • REFERENCIAS • EVENTOS
250 pp
12 mm
COMITÉ EDITORIAL
DIRECTOR: Enrique Ayala Mora, DPhil Oxon
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
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(Universidad Laica Eloy Alfaro, Manta)
Carlos Landázuri C., MA
(Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador)
Milton Luna Tamayo, Dr.
(Ponticia Universidad Católica del Ecuador)
Martha Moscoso, MA
(Ponticia Universidad Católica del Ecuador)
Pablo Ospina Peralta, Dr.
(Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador)
Rocío Rueda Novoa, Dra.
(Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador)
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(Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador)
CONSEJO ASESOR INTERNACIONAL
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Heraclio Bonilla, Dr.
(Universidad Nacional de Colombia, Bogotá)
Christian Büschges, DrPhil
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Kim Clark, PhD
(Universidad de Western Ontario, Canadá)
Fernando Coronil (†), PhD
(Universidad de Michigan, Ann Arbor, EE. UU.)
Malcolm Deas, MA
(Universidad de Oxford, Reino Unido)
Bernard Lavallé, Dr.
(Universidad de París III, Francia)
Juan Maiguashca, DPhil
(Universidad de York, Canadá)
Juan Marchena (†), Dr.
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Gabriela Ossenbach, Dra.
(UNED, España)
Jacques Poloni-Simard, Dr.
(Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, Francia)
Jaime E. Rodríguez O. (†), PhD
(Universidad de California, Irvine, EE. UU.)
Edda Samudio, DPhil
(Universidad de los Andes, Venezuela)
Alonso Valencia Llano, Dr.
(Universidad del Valle, Colombia)
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EDITOR ADJUNTO: Santiago Cabrera Hanna, Dr. (santiago.cabrera@uasb.edu.ec)
ASISTENTE EDITORIAL: Katerinne Orquera, Dra. (katerinne.orquera@uasb.edu.ec)
PREPARACIÓN EDITORIAL
Corrección: Fernando Balseca. Supervisión editorial: Grace Sigüenza.
Traducción al inglés: Mariacruz González. Traducción al portugués: Priscila Ferrer
Caraponale. Cubierta: diseño, Santiago Cabrera Hanna; arte, Edwin Navarrete.
Imagen: Sureste del Chimborazo desde la meseta de Riobamba, tomada en 1904 por el
fotógrafo John Horgan. Archivo Leibniz-Institut für Länderkunde. Leipzig. Código
n.º 5138, Repositorio del Archivo de Fotografía Patrimonial del Instituto Nacional
de Patrimonio Cultural (INPC), Quito-Ecuador.
Impresión: Marka Digital. Av. 12 de Octubre N21-247 y Carrión, Quito.
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Procesos 56, julio-diciembre 2022 3
Contenido
DOI del número: https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022
ESTUDIOS
El Chimborazo entre las aproximaciones cientícas y culturales
de Alexander von Humboldt (1802-1805) y Edward Whymper
(1880-1892), por Patricio Aguirre Negrete .......................................... 11
Juramento constitucional y elecciones gaditanas en el
corregimiento de Otavalo, 1813, por LeninGuerraPabón ............. 39
Debates sobre la república en El Quiteño Libre. Cultura
política e impresos (1833-1834), por Roger Castro Lagos ................. 65
El voto femenino: un episodio de la guerra cultural
Estado-Iglesia. Ecuador, 1928-1929,
por Katerinne Orquera Polanco ............................................................ 93
“Somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios
i pleno derecho tenemos de la protección”: prácticas
populares de propiedad y justicia en la provincia de Loja
entre 1925-1945, por ÁngelGonzález .................................................. 121
DEBATES
Las guerras de independencia y el nacimiento
de los Estados-nación americanos, una reconsideración,
por TomásPérezVejo............................................................................. 153
DIÁLOGO CRÍTICO
Comentarios sobre Laaleacióninestable
Apuntes a propósito de Laaleacióninestable, por Kim Clark .......... 183
Procesos 56, julio-diciembre 2022 4
Preguntas comunes, respuestas distintas: un debate con
Pablo Ospina sobre la formación del campo político
y estatalidad en Ecuador del siglo XX, por Valeria Coronel ........... 187
Comentarios sobre el Estado transformista
en el Ecuador, por Silvia Vega Ugalde ................................................ 193
Dominación, rebeldía, negociación y transformación,
por Pablo Ospina Peralta ...................................................................... 198
SOLO LIBROS/reseñas
Silvia Benítez Arregui, Voces de mujeres de la plebe en
el Hospicio de Quito 1785-1816, por RománDiegoMejía................. 202
Carlos D. Ciriza-Mendívil, naturales de una ciudad multiétnica.
Vidas y dinámicas sociales de los indígenas de Quito
en el siglo XVii, por Francisco Mamani Fuentes ................................ 205
Claudio Creamer, el salario mínimo en la industria
ecuatoriana. debates precursores entre 1934 y 1935,
por SebastiánLunaAndrade................................................................. 209
Rosa Helena Rodríguez, disputa por la tenencia de tierras ejidales
en el gran cauca (1857-1886), por Jacqueline Aimacaña D. ............... 211
SOLO LIBROS/referencias .............................................................. 215
EVENTOS ............................................................................................ 219
Los autores ........................................................................................... 223
Árbitros de este número ..................................................................... 224
Política editorial .................................................................................. 225
Sol o lib roS /reseñas
Sol o lib roS /Referencias
EvE ntoS
Los autores
Árbitros de este número
Política editorial
Procesos 56, julio-diciembre 2022 5
Contents
DOI’s Issue: https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022
STUDIES
The Chimborazo Volcano between the Scientic and Cultural
approaches of Alexander von Humboldt (1802-1805) and Edward
Whymper (1880-1892), by Patricio Aguirre Negrete ......................... 11
Constitutional Oath and Cadiz Elections in the Corregimiento
of Otavalo, 1813, by LeninGuerraPabón........................................... 39
Debates on the Republic in El Quiteño Libre. Political Culture
and Press (1833-1834), by Roger Castro Lagos ................................... 65
Women’s Surage: An episode in the Cultural War
between the State and the Church. Ecuador, 1928-1929,
by Katerinne Orquera Polanco .............................................................. 93
“Somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios
i pleno derecho tenemos de la protección”: Popular Practices
of Property and Justice in the Province of Loja between
1925-1945, by ÁngelGonzález ............................................................. 121
DEBATES
Revisiting the Wars of Independence and the birth
of the American Nation-states, by TomásPérezVejo....................... 153
CRITICAL DIALOGUE
On Laaleacióninestable
Notes on Laaleacióninestable, by Kim Clark ..................................... 183
Procesos 56, julio-diciembre 2022 6
Common Questions, Dierent Answers: A Debate with Pablo
Ospina on the Formation of the Political Field and Statehood
in 20th Century Ecuador, by Valeria Coronel .................................... 187
Comments on the Transformist State
in Ecuador, by Silvia Vega Ugalde ....................................................... 193
Domination, Rebellion, Negotiation, and Transformation,
by Pablo Ospina Peralta ........................................................................ 198
ONLY BOOKS/reviews
Silvia Benítez Arregui, Voces de mujeres de la plebe en
el Hospicio de Quito 1785-1816, by RománDiegoMejía................... 202
Carlos D. Ciriza-Mendívil, naturales de una ciudad multiétnica.
Vidas y dinámicas sociales de los indígenas de Quito
en el siglo XVii, by Francisco Mamani Fuentes ................................. 205
Claudio Creamer, el salario mínimo en la industria
ecuatoriana. debates precursores entre 1934 y 1935,
by SebastiánLunaAndrade.................................................................. 209
Rosa Helena Rodríguez, disputa por la tenencia de tierras ejidales
en el gran cauca (1857-1886), by Jacqueline Aimacaña D. ................ 211
ONLY BOOKS/references ................................................................. 215
EVENTS ............................................................................................... 219
The Authors ......................................................................................... 223
Peers Reviewers for this Edition ....................................................... 224
Editorial Policy .................................................................................... 225
Conteúdo
DOI do número: https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022
ESTUDOS
O Chimborazo entre abordagens das aproximações cientícas
e culturais de Alexander von Humboldt (1802-1805) e Edward
Whymper (1880-1892), por Patricio Aguirre Negrete ........................ 11
Juramento Constitucional e eleições gaditanas no regimento
de Otavalo, 1813, por LeninGuerraPabón........................................ 39
Debates em torno da concepção de república no
El Quiteño Libre. Cultura política e impressos
(1833-1834), por Roger Castro Lagos ................................................... 65
O voto feminino: um episódio da guerra cultural
entre o Estado e a Igreja. Equador, 1928-1929,
por Katerinne Orquera Polanco ............................................................. 93
“Somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios
i pleno derecho tenemos de la protección”: práticas
populares de propriedade e justiça na província de Loja
entre 1925-1945, por ÁngelGonzález .................................................. 121
DEBATES
As guerras de independência e o nascimento
dos Estados-nação americanos, uma reconsideração,
por TomásPérezVejo............................................................................. 153
DIÁLOGO CRÍTICO
Comentários sobre Laaliacióninestable
Notas sobre Laaleacióninestable, por Kim Clark .............................. 183
Procesos 56, julio-diciembre 2022 8
Perguntas comuns, respostas diferentes: um debate com
Pablo Ospina sobre a formação do campo político e estabilidade
no Equador do século XX, por Valeria Coronel ................................ 187
Comentários acerca do Estado transformista
no Ecuador, por Silvia Vega Ugalde ................................................... 193
Dominação, rebeldia, negociação e transformação,
por Pablo Ospina Peralta ...................................................................... 198
SÓ LIVROS/resenhas
Silvia Benítez Arregui, Voces de mujeres de la plebe en
el Hospicio de Quito 1785-1816, por RománDiegoMejía................. 202
Carlos D. Ciriza-Mendívil, naturales de una ciudad multiétnica.
Vidas y dinámicas sociales de los indígenas de Quito
en el siglo XVii, por Francisco Mamani Fuentes ................................ 205
Claudio Creamer, el salario mínimo en la industria
ecuatoriana. debates precursores entre 1934 y 1935,
por SebastiánLunaAndrade................................................................. 209
Rosa Helena Rodríguez, disputa por la tenencia de tierras ejidales
en el gran cauca (1857-1886), por Jacqueline Aimacaña D. ............... 211
SÓ LIVROS/referências .................................................................... 215
EVENTOS ............................................................................................ 219
Os autores ............................................................................................. 223
Pareceristas deste número ................................................................. 224
Política editorial .................................................................................. 225
Estudios
El Chimborazo entre las aproximaciones cientícas
y culturales de Alexander von Humboldt (1802-1805)
y Edward Whymper (1880-1892)
TheChimborazoVolcanobetweentheScienticandCultural
approaches of Alexander von Humboldt (1802-1805)
andEdwardWhymper(1880-1892)
OChimborazoentreabordagensdasaproximaçõescientícas
e culturais de Alexander von Humboldt (1802-1805)
eEdwardWhymper(1880-1892)
Patricio Aguirre Negrete
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
pjaguirren@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-9255-0047
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3390
Fecha de presentación: 11 de enero de 2022
Fecha de aceptación: 7 de abril de 2022
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 11-38. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
Este artículo analiza las representaciones cientícas y culturales de
Alexander von Humboldt y Edward Whymper sobre el Chimborazo. En
el caso de Humboldt, se estudia el perl que elaboró de la montaña para
escenicar la distribución vertical de las plantas y la naturaleza como una
totalidad, en 1805. En cuanto a Whymper, se estudia su ascenso al
nevado en 1880, su trabajo siológico y cartográco en los altos Andes
del Ecuador. Ambas representaciones son vistas como modelos
de creación de lo natural, donde intervienen encuadres cientícos,
estéticos y artísticos. Se comparan esas experiencias y su inuencia en
la exploración cientíca y el montañismo del siglo XIX.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
Chimborazo, Alexander von Humboldt, Edward Whymper,
historia de la ciencia, representaciones, montañismo.
ABSTRACT
This article analyzes the scientic and cultural representations made by
Alexander von Humboldt and Edward Whymper about the Chimborazo
Volcano. In the case of Humboldt, we study the prole of the mountain
that he designed in 1805, in order to show the vertical distribution of plants
and nature as a whole. As for Whymper, we study his ascent to the
snow-capped mountain in 1880, as well as his physiological and
cartographic work in the high Andes of Ecuador. Both representations are
seen as models of creation of nature involving scientic, aesthetic, and
artistic approaches. These experiences are compared to their inuence on
the scientic exploration and mountaineering activities of the 19th century.
Keywords: Latin American history, History of Ecuador, Chimborazo
volcano, Alexander von Humboldt, Edward Whymper,
history of science, representations, mountaineering.
RESUMO
Este artigo analisa as representações cientícas e culturais realizadas por
Alexander von Humboldt e Edward Whymper sobre o Chimborazo. No
caso de Humboldt, estuda-se o perl elaborado por ele da montanha
para encenar a distribuição vertical das plantas e da natureza como um
todo, em 1805. No caso de Whymper, estuda-se sua ascensão ao pico
nevado, em 1880, bem como seu trabalho siológico e cartográco nos
altos Andes do Equador. Ambas representações são vistas como modelos
de criação natural, onde intervêm enquadramentos cientícos, estéticos e
artísticos. São comparadas tais experiências e sua inuência nas
atividades de exploração cientícas e montanhismo do século XIX.
Palavras chave: história latino-americana, história do Equador,
Chimborazo, Alexander von Humboldt, Edward Whymper,
história da ciência, representações, montanhismo.
introduCCión
La naturaleza es, ante todo, creada. La concepción de lo natural siempre
ha sido histórica y culturalmente constituida por las acciones materiales y
perceptuales del ser humano.1 Como menciona Nancy Leys Stepan, “It is use-
ful, nonetheless, in making clear that nature is not just ‘natural’ but is created
as natural by human desires and intentions”.2 Durante el siglo XIX, la mon-
taña se convirtió en un ambiente de indagación cientíca donde el esfuerzo
físico en torno a la altura y su ambiente incógnito encarnó dramas y glorias
que la construyeron como el componente ideal al momento de dar cuerpo y
escena al carácter, desenvolvimiento y pensamiento del sujeto cientíco.3
Siguiendo a Mark Carey, las sociedades moldean las nociones de lo na-
tural desde el conocimiento, la experiencia y el discurso.4 A esto se podría
añadir el término “aventura”: aquello inescindible entre cosa y palabra,
evento y narración, donde una determinada experiencia del ser únicamente
puede ser expresada como la designación de lo maravilloso o misterioso que
le sucede a un individuo.5 La aventura no solo teje el imaginario que divide
lo conocido y lo desconocido, sino también la idea del afuera. Los espacios
comunes en donde las fuerzas de estas interacciones se han desarrollado, se
encuentran inmersas en los ámbitos de la ciencia y el arte. Su corresponden-
cia, íntima y llena de ecos estéticos, como fue el caso a lo largo del siglo XIX,
estuvo en los acercamientos, estudios y representaciones de las montañas,
un escenario ideal.
La relación entre la montaña y la indagación cientíca tuvo una tran-
sición desde las exploraciones de los mares y océanos hacia las altas mon-
tañas, con cierta intensidad a nales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX.
Una montaña en particular, de nombre Chimborazo, estuvo en medio de la
efervescencia de la fascinación por el paisaje y la exploración de las tierras
altas. Este nombre, sobre todo en el período mencionado, estuvo relacionado
1. Nancy Leys Stepan, PicturingTropicalNature (Londres: Reaktion Books, 2001), 15.
2. “Es útil, no obstante, para dejar claro que la naturaleza no es solo ‘natural’ sino que
es creada como natural por los deseos e intenciones humanos”. Ibíd. Énfasis en el original.
Todas las traducciones que aparecen en los pies de página corresponden al autor, quien
agradece la asistencia de Sofía Rosales en la traducción del francés al castellano.
3. Juan Pimentel, Testigosdelmundo.Ciencia,literaturayviajesenlaIlustración (Madrid:
Marcial Pons, 2003), 181.
4. Mark Carey, “Latin American Environmental History: Current Trends, Interdisci-
plinary Insights, and Future Directions”, Environmental History 14, n.º 2 (abril 2009): 234.
5. Giorgio Agamben, La aventura (Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2018), 17-32.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 14
con dos expediciones que la colocaron en el centro del imaginario europeo
y global, cuyos ecos llegaron con intermitentes grados de intensidad hasta
nales del siglo XIX.
El presente trabajo indaga la invención del Chimborazo como objeto na-
tural, su simbolización y disputa a partir de dos momentos clave: 1802 y
1880. La invención, grosso modo, parte de la conguración de la representa-
ción geográca y narrativa que evidencia un imaginario natural y exótico
en particular. Al tratarse de la exposición de los cuerpos en un ambiente
natural singular, las altas montañas,6 para el desarrollo de la exploración
e indagación cientíca, está en cuestión el montañismo. Esta actividad no
solo responde al acto de subir montañas, sea con la nalidad o el intento de
alcanzar su cumbre, o bien en el propósito de recorrer una buena parte de
su morfología, también responde a una forma de construir lo natural. En ese
sentido ha alterado, entre otros aspectos, las percepciones que se tiene de un
espacio determinado, incluso en términos regionales y continentales.7 Este
repertorio de producción geográca y narrativa, inmersa en el ámbito del
montañismo, está acompañado a su vez de posturas estético-artísticas que
dan consistencia, así como puntos de quiebre, en cuanto a la conguración
de los usos en la fabricación de objetos naturales.
Los dos momentos clave mencionados se reejan en algunas de las repre-
sentaciones sobre el Chimborazo que realizaron Alexander von Humboldt
(1769-1859) y Edward Whymper (1840-1911). En estas representaciones se
evidencia un tejido particular de las nociones de lo exótico y lo inhóspito,
imbricadas al ímpetu cientíco, así como a ideales estéticos e imaginarios
de conquista de las altas cumbres. Dentro del ámbito cientíco, disciplinas
como la historia natural y la cartografía encontraban en los Andes su nicho
paradisíaco: todo estaba a su disposición en términos de novedad y descu-
brimiento. El relato del exotismo, en el caso de Humboldt, en conuencia de
la ciencia con la mirada del paisaje, conguró una representación de la mon-
taña domesticada para el gozo romántico de la naturaleza como un todo;
mientras que el de Whymper domesticó a la montaña dentro de un imagina-
rio donde la ponderación cientíca estaba constituida en los desafíos físicos
de la altura y la conquista de las altas cumbres.
El artículo se divide en tres secciones: la primera es un recorrido breve
que da cuenta sobre la presencia de la montaña andina en distintos ámbitos
y registros a los dos lados del Atlántico; la segunda parte se enfoca en el
6. Alta montaña hace referencia a picos o macizos que superan los 5000 metros de
altura. Este juego de palabras fue utilizado en los Andes a nales del siglo XIX e inicios
del XX, para resaltar la altitud de la cordillera de los Andes por sobre otras cadenas mon-
tañosas, ante todo las europeas.
7. Carey, “Latin American Environmental...”, 235.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 15
perl del Chimborazo de Humboldt, así como en algunas de sus conside-
raciones estéticas y cientícas; nalmente, la tercera sección está por entero
dirigida al registro escrito, cartográco y del grabado que Whymper realizó
a partir de sus dos ascensiones a la cumbre del Chimborazo.
Las fuentes analizadas corresponden a la edición original de 1805 de
Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, y a la edición especial de 1892
del libro de Whymper —cuya primera edición fue publicada en 1891— Tra-
velsamongstTheGreatAndesoftheEquator, así como el Supplementary Appen-
dixtoTravelsamongstTheGreatAndesoftheEquator.8 A estos se añaden otras
dos obras de Humboldt (Cosmos y Asie Centrale),9 los Proceedings of the Royal
Geographical Society and Monthly Record of Geography de 1881 y 1892, así como
registros didácticos y literarios del siglo XIX. Las citas se han traducido del
francés, para el caso de Humboldt, y del inglés, en el de Whymper.10
Modelos de CreaCión del ChiMborazo
A partir de los estudios de Charles-Marie de La Condamine y Pierre
Bouguer a mediados del siglo XVIII, el Chimborazo se posicionó como un
referente espacial e imaginario del planeta.11 Estuvo presente en discursos
cientícos, literarios y hasta políticos del viejo continente, y gura como un
ente global en la historia estética y cientíca.12 Esta jación en el Chimbora-
8. Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, Essai sur la Géographie des Plantes; Ac-
compagnéd’unTableauPhysiquedesRégionsÉquinoxiales[Ensayosobrelageografíadelasplan-
tas;acompañadodeunatablafísicadelasregionesequinocciales] (París: Chez Levrault / Schoell
et Compagnie Libraires, 1805); Edward Whymper, TravelsamongsttheGreatAndesofthe
Equator [ViajesatravésdeLosAltosAndesdelEcuador] (Londres: John Murray, 1892); Ed-
ward Whymper, SupplementaryAppendixtoTravelsamongsttheGreatAndesoftheEquator
[ApéndiceSuplementariodelosViajesatravésdelosAltosAndesdelEcuador] (Londres: John
Murray, 1891).
9. Alexander von Humboldt, Asie Centrale, Recherches sur les chaînes de montagnes et la
climatologie comparée, vol. III (París: Gide, 1843); Alexander von Humboldt, Cosmos. Ensayo
deunadescripciónfísicadelmundo, trad. por Bernardo Giner y José de Fuentes (Madrid:
Imprenta de Gaspar y Roig, 1874).
10. Proceedings of the Royal Geographical Society and Monthly Record of Geography. Publis-
hedundertheauthorityoftheCouncil,andeditedbytheAssistantSecretary,1,SavileRow.New
Monthly Series [ActasdelaRealSociedadGeográcayRegistroMensualdeGeografía], vol. XVI
(Londres: Edward Stanford, 1892).
11. Véase Ernesto Capello, Mapping Mountains (Leiden: Brill, 2020); Neil Saer, La
medicióndelnuevomundo (Madrid: Marcial Pons, 2016).
12. Jorge Cañizares-Esguerra y Mark Thurner, “Andes”, en New World Objects of
Knowledge.AGabinetofCuriosities, ed. por Mark Thurner y Juan Pimentel (Londres: Uni-
versity of London Press, 2021), 217.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 16
zo se basó en la consideración de ser la montaña más alta del mundo. En el
Diccionariogeográco-históricodelasIndiasOccidentalesó América de Antonio
de Alcedo (1786), se declara al Chimborazo como “el más alto que se conoce
hoy en todo el mundo, pues tiene de altura, medido por los Académicos de
las ciencias de París 3220 toesas desde el nivel del mar hasta su cumbre”.13
Aun muchas décadas posteriores al conocimiento de los Himalayas, el
Chimborazo era la montaña más alta en el imaginario popular. En 1848 se
utilizó el apelativo Chimborazo impudence en respuesta a las publicaciones de
Marx realizadas en el Neue Rheinische Zeitung,14 periódico alemán que alen-
taba y difundía las revoluciones de 1848. En 1856, los versos en el pórtico de
Aurora Leigh de Elizabeth Barret lo evidencian: “I learnt the Royal genealo-
gies / Of Oviedo, the internal laws / Of the Burmese empire... by how many
feet / Mount Chimborazo outsoars Himmeleh”.15 Incluso en términos cientí-
cos, en la década de 1840, el Chimborazo seguía siendo la montaña más alta
del Nuevo Mundo.16 Simón Bolívar utilizó el tópico de esta montaña para
autodesignarse como el libertador de las tierras andinas y Frederic Edwin
Church consolidó su obra pictórica con Heart of the Andes (1859).17
El despliegue de todas estas menciones responde a dos momentos en
los que el término Chimborazo produjo un eco estridente en los comien-
zos y al nal del siglo XIX: el intento de ascensión de Humboldt en 1802 y
las dos ascensiones de Whymper a la cumbre de la montaña, realizadas por
primera vez, en 1880. Estos dos momentos están relacionados, además, con
la intensidad en la práctica de dos formas distintas del quehacer cientíco:
la visión romántica y el ejercicio positivista. La ciencia romántica, por un
lado, denotaba en Humboldt una arquitectura discursiva y estética a base
de un lenguaje muchas veces místico y poético: entrelazado con una mirada
13. Antonio de Alcedo, Diccionariogeográco-históricodelasIndiasOccidentalesóAmé-
rica:Esásaber:delosReinosdelPerú,NuevaEspaña,TierraFirme,Chile,yNuevoReynode
Granada, t. I (Madrid: Imprenta de Benito Cano, 1786), 528.
14. Otto Ruhle, KarlMarx.HisLifeandWork (Nueva York: Routledge, 2011), 154.
15. “Aprendí, de las genealogías reales / de Oviedo, de las leyes internas / del Impe-
rio Birmano... por cuántos metros / el monte Chimborazo supera al Himalaya”. Elizabeth
Barret, Aurora Leigh and other Poems (Londres: Penguin Books, 1995), 39.
16. Así lo arma Joaquín Acosta (1800-1852) con respecto a la comparación de las
mediciones de J. B. Boussingault en el Chimborazo y M. Pentland en los Andes de Bolivia.
Jean B. Boussingault, ViajescientícosalosAndesecuatorialesócoleccióndememoriassobre
física,químicaéhistorianaturaldelaNuevaGranada,EcuadoryVenezuela, trad. por Joaquín
Acosta (París: Librería Castellana, 1849), 208.
17. Sobre el análisis del texto poético “Mi delirio sobre el Chimborazo” (1822), de
Simón Bolívar, véase Carlos Mendoza, “Reading Simón Bolívar’s Delirium: Messianism
and its Publics”, MLN 132, n.º 2 (marzo 2017): 291-315; con respecto a Church véase Kevin
Avery, “ ‘The Heart of the Andes’ Exhibited: Frederic E. Church’s Window on the Equa-
torial World” [“El corazón de los Andes”], TheAmericanArtJournal 18, n.º 1 (1986): 52-72.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 17
paisajística que buscó impresionar y conmover al espíritu humano, el pen-
samiento humboldtiano promovía la idea de una naturaleza paradisíaca e
intocada. La ciencia positivista, por otra parte, era el al rigor del ejercicio
comprobable: la experimentación, la vericación y comparación en Whym-
per, no buscaban conmover al espíritu sino explicar y develar en detalle las
disciplinas cientícas como la cartografía y siología de altura en las altas
áreas andinas. A esto se suma la conquista de sus fuerzas exóticas y salvajes,
simbolizadas por la montaña, su clima, altitud y terreno.
Los casos de Humboldt y Whymper encapsulan el constructo de objeto
natural bajo la aureola del conocimiento cientíco, que utiliza el tópico del
montañismo como el motivo que enaltece sus posturas o tendencias per-
sonales del sujeto cientíco con respecto al espacio del afuera, es decir, el
espacio desconocido y entendido como natural e inhóspito. El modelo que
presentó Humboldt gira en torno a una imagen perlada de la montaña que
la situó en la cúspide de su representación en términos globales de inno-
vación geográca, donde se exhibe una mirada comparativa y totalizadora
de la naturaleza desde un plano de distribución vertical de las plantas. La
disposición al interior de las imágenes, como la impresión de totalidad que
expone, plantea el lugar imperante del espacio estético. El caso de Whymper,
inmerso en el conocimiento cartográco, proyecta una imagen aérea de pers-
pectiva tridimensional del Chimborazo, donde la carencia de una posición
totalizante da paso a la disposición, bajo un juego de escalas, de la obser-
vación minuciosa, detallada y vericable de la morfología de la montaña.
Así también, en el despliegue de juegos discursivos e ilustrativos, Whymper
realiza una diferenciación entre el espacio estético y el espacio conquistado.
A diferencia de Whymper, Humboldt nunca estuvo en la cumbre del
Chimborazo y tampoco vivió un evento volcánico del Cotopaxi desde ese
lugar. Humboldt plantea en sus obras una experiencia estética que se fun-
damenta, como ha mencionado Oliver Lubrich, en la distancia: una mirada
contemplativa vinculada más a una obra de arte que a la de un espacio por
conquistar.18 Whymper, en cambio, construye una exhibición magna del es-
pacio experimentado colocando una insignia de conquista en la cumbre, re-
latando la experiencia volcánica desde la cima de la montaña,19 en el desplie-
18. Oliver Lubrich, “Fascinating Voids: Alexander von Humboldt and the Myth of
Chimborazo”, en HeightsofReection.MountainintheGermanimaginationfromtheMiddle
AgestotheTwenty-FirstCentury, ed. por Sean Ireton y Caroline Schaumann (Rochester:
Camden House, 2017), 157.
19. El Cotopaxi (5897 m) es la segunda montaña más alta del Ecuador y es el cuar-
to volcán activo de mayor altura del mundo. Esta montaña presenta una simbología de
magnitudes similares al Chimborazo: fue estudiada y representada en la mayoría de las
expediciones cientícas, e incluso artísticas, que recorrieron lo que hoy es el Ecuador.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 18
gue de sus grabados, o bien en la declaración de uno de sus acompañantes
locales que ascendieron a la cumbre. Es decir, Whymper compone un reper-
torio de suplementos que conrman la conquista absoluta de una montaña
que carece de registros ociales de ascensiones a su cumbre.
Construyendo un oliMpo en los andes
La mirada sobre la naturaleza americana a raíz de la expedición de
Humboldt y la publicación de la tabla física del Chimborazo, resignicaron
la mirada europea que se tenía comúnmente sobre el Nuevo Mundo.20 En la
Europa del siglo XVIII no solo se promulgaron una supuesta inferioridad na-
tural de América sino también una inferioridad social en contraste con Euro-
pa. Estas posturas, conformadas en la tesis de “inmadurez” y “debilidad”,21
fueron generadas en obras colosales durante el último tercio del siglo XVIII,
como los 36 volúmenes de la Historie naturelle de Georges-Louis Lecrerc de
Buon (1707-1788), o la obra de Cornelius Franciscus de Pauw (1739-1799)
considerado como el gran conocedor del nuevo continente, a pesar de no
haberlo visitado. Buon llegó a plantear que “la naturaleza americana era
hostil al desarrollo de los animales”,22 y su debilidad “porque el hombre no
la ha dominado, y el hombre no la ha dominado porque a su vez es frígido
en el amor y más semejante a los animales de sangre fría, más cercana a la
naturaleza del continente, acuática y en putrefacción”.23
En el paisaje tropical que expuso Humboldt jugaban tres imágenes con-
solidadas como estereotipos de la naturaleza americana: la selva, las mesetas
interiores y las cimas nevadas de las montañas, siendo estas últimas donde
el espectáculo de la naturaleza adquiría el dramatismo de lo sublime.24 Uno
de los aspectos que Humboldt trabajó en estas imágenes fue la concepción
de los espacios naturales americanos como espacios neutros.25 Esta neutra-
lidad hizo posible una visión de la naturaleza primaria, ensimismada en su
belleza incomparable. La visión estética de lo sublime fue una herencia de
20. Mary Louise Pratt, Ojosimperiales (Buenos Aires: Universidad de Quilmes, 1997),
197-250; Manuel Lucena Giraldo, “La fabricación de Alejandro de Humboldt”, en Viajeros
e independencia: la mirada del otro, comp. por Scarlett O’Phelan y Georges Lomné (Lima:
Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2017), 49-79; Pimentel, Testigosdelmundo..., 179-210.
21. Antonello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo (Ciudad de México: Fondo de Cultu-
ra Económica, 1960), 7.
22. Ibíd.
23. Ibíd., 12-13.
24. Pratt, Ojosimperiales, 194.
25. Lucena, “La fabricación de Alejandro...”, 51.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 19
la losofía baumgartiana de mediados del siglo XVIII, en la que el horizonte
estético responde a la esfera sensible del pensamiento, retratando el eco de
todo lo perfecto y lo bello.26 Este fue el matiz romántico que Humboldt im-
pregnó en el paisaje americano en términos de novedad.
El imaginario europeo de la época, inspirado en los viajes de James Cook
(1728-1779), fue trasladado al tópico de las alturas como hazaña de explora-
ción; si bien no era nuevo en los Andes ecuatoriales, puesto que los académi-
cos franceses La Condamine (1701-1774) y Bouguer (1698-1758) determinaron
una altura de 4818 metros en la cima del volcán Corazón, siendo la altura más
alta alcanzada por seres humanos conocida hasta ese momento, Humboldt
desató una euforia de recepción social por haber llegado tan alto en la mon-
taña concebida como la de mayor altura del globo terráqueo. Durante su via-
je al continente americano, entre 1799 y 1804, Humboldt intentó ascender al
Chimborazo el 22 y 23 de junio de 1802, junto a Aimé Bonpland, el aristócrata
criollo Carlos Montúfar, un indígena y un mestizo, de cuyos nombres Hum-
boldt no deja rastro. Dijo haber llegado, gracias a una gran pericia física, a una
altura de 5900 metros, la más alta alcanzada por el ser humano. Esta “hazaña”
lo colocó en el salón de la fama a su regreso a Europa, en 1805.
Sin embargo, la relevancia olímpica de este récord de altura fue cons-
tantemente evadida por Humboldt. Los detalles los da a conocer 32 años
más tarde de su regreso a Europa, en su texto “Sobre un intento de escalar
la cumbre del Chimborazo” (1837),27 a propósito del relato de ascensión del
explorador cientíco francés Jean-Baptiste Boussingault a la misma montaña
en 1831, publicado en 1835,28 quien dijo haber marcado un nuevo registro de
altura. Como lo ha demostrado Oliver Lubrich, las evasiones de Humboldt
construyeron un vacío que fue llenado por representaciones pictóricas y li-
terarias.29 Aún después de 1837, las referencias de Humboldt en sus obras
sobre la ascensión quedaron reducidas a segundo plano. Su postura no es
la del logro sino del fracaso: su experiencia no está sobre la montaña, como
la imagen de cualquier montañista, sino al pie de ella. La mirada desde la
lejanía y la contemplación reemplaza a la vista desde lo alto, es decir, no
26. Jürgen Misch, “Ciencia y estética. Reexiones en torno a la representación cientí-
ca y representación artística de la naturaleza en la obra de Alexander von Humboldt”, en
AlexandervonHumboldt.EstanciaenEspañayviajeamericano, coord. por Mariano Cuesta y
Sandra Rebok (Madrid: Real Sociedad Geográca, 2008), 286.
27. Alexander von Humboldt, “Sobre un intento de escalar la cumbre del Chimbora-
zo”, en AlexandervonHumboldt.DiariosdeviajeenlaAudienciadeQuito, ed. por Segundo
Moreno y Christiana Borchart (Quito: OXY, 2005), 297-306.
28. Jean B. Boussingault, “Ascension au Chimborazo, exécutée le 16 decembre, 1831,
par M. Boussingault”, en Annales de Chimie et de Physique 58, ed. por MM. Gay-Lussac et
Arago (París: Chez Crochard, 1835), 150-180.
29. Lubrich, “Fascinating Voids: Alexander...”, 155-156.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 20
responde al registro de la ascensión sino al del espacio solitario del registro
estético. Humboldt deroga la idea de conquista de la montaña, de situarse
en la montaña, por la exhibición de una propuesta estética imbricada en el
conocimiento geográco. Lo que Humboldt no escribió fue justamente uno
de esos libros de aventuras.30
Para Humboldt, el perl del Chimborazo fue el escenario idóneo no solo
para exponer a la naturaleza como un todo, sino para representar la mirada
estética del paisaje en el siglo XIX. Bajo el título “Géographie des Plantes
Équinoxiales. Tableau Physique des Andes et Pays voisins. Dressé d’après
des Observations & des Mesures prises sur les lieux depuis le 10. degré de
latitude boréale jusqu’au 10. de latitude australe en 1799, 1800, 1801, 1802 et
1803”,31 el tablero (gura 1) combina texto e imagen, datos de cientícos y
expresión artística. En el centro del cuadro resalta las nieves perpetuas del
Chimborazo con los datos comparativos de las alturas: la referencia de 7016
metros alcanzada en globo aerostático por Gay Lussac en 1804, la cima del
Chimborazo, el punto alcanzado el 23 de junio de 1802, la cima del Cotopaxi,
al que se lo dibuja en erupción, las referencias de las alturas del Popocaté-
petl, Pico de Orizaba, el punto de altura alcanzado por La Condamine y
Bouguer en el volcán Corazón en 1738, la del Mont Blanc, el Teide, la Villa de
Quito y el Vesubio. A los costados de la imagen, entre otros aspectos, compa-
ra las distancias medidas en diferentes partes del globo, el cultivo del suelo
según su elevación sobre el nivel del mar, la disminución gravitacional; la
humedad, presión, temperatura y composición química del aire atmosférico,
la altura del límite inferior de las nieves perpetuas en diferentes latitudes, la
escala de animales según la altura en que habitan, apreciaciones geológicas,
etc. Las escalas utilizadas constan tanto en metros como en toesas.
Este cuadro o tablero físico, elaborado a partir de un bosquejo que
Alexander von Humboldt dibujó en Guayaquil en 1803, fue publicado como
el ente principal que resume el Voyage de MM. Alexandre von Humboldt et
Aimé Bonpland, cuyo producto lleva como título Essai sur la Géographie des
Plantes;Accompagnéd’unTableauPhysiquedesRégionsÉquinoxiales, en 1805.
La impronta de este cuadro es la síntesis de los hábitats del mundo natural,
donde cada elemento encuentra su lugar en medio de los demás, sean quí-
micos, físicos o geográcos, al igual que naturales. Esta composición genera
una impresión de armonía en su perfecta interrelación y distribución. No
incluye la imagen del ser humano ni de ningún otro animal.
30. Ibíd., 170.
31. “Geografía de las Plantas Equinocciales. Tabla física de los Andes y países vecinos.
Elaborado a partir de las observaciones y mediciones tomadas en el lugar desde el grado
10 de latitud boreal hasta el grado 10 de latitud austral en 1799, 1800, 1801, 1802 y 1803”.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 21
Figura 1. Géographie des Plantes Équinoxiales. Tableau Physique des Andes
et Pays voisins. Dressé d’après des Observations & des Mesures prises sur
les lieux depuis le 10. degré de latitude boréale jusqu’ au 10. de latitude australe
en 1799, 1800, 1801, 1802 et 1803
Fuente: Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, Essai sur la Géographie des Plantes;
Accompagnéd’unTableauPhysiquedesRégionsÉquinoxiales (París: Chez Levrault, Schoell et
Compagnie Libraires, 1805).
El EssaisurlaGéographiedesPlantes;Accompagnéd’unTableauPhysiquedes
RégionsÉquinoxiales, que Humboldt publica junto a Bonpland, es la primera
de una treintena de obras que el prusiano escribió sobre el Nuevo Mundo.
Como se menciona en el prefacio, “Este ensayo abarca los fenómenos de físi-
ca que se observan tanto en la supercie del globo, como en la atmósfera que
lo envuelve”.32 Fue el viaje a los trópicos lo que le proporcionó “materiales
preciosos para la historia física del globo”,33 y, sobre todo, dice Humboldt,
“fue a la vista misma de los grandes objetos que debía describir, al pie del
32. Humboldt y Bonpland, Essai sur la Géographie..., VI.
33. Ibíd., VI-VII.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 22
Chimborazo, sobre las costas del Mar del Sur, que redacté la mayor parte de
esta obra”.34
Humboldt dice inaugurar, bajo el término de geografía de las plantas, la
ciencia que “considera los vegetales bajo las relaciones de su asociación lo-
cal en las diferentes comarcas”,35 además “Vasta, como el objeto que abarca,
pinta a grandes rasgos la inmensa extensión que ocupan las plantas, desde
la región de las nieves eternas hasta el fondo del océano y el interior del
planeta”.36 Al cuadro que evidencia esta ciencia sobre las interconexiones de
la naturaleza, lo describe de la siguiente manera:
He tratado de reunir en un solo cuadro el conjunto de los fenómenos físicos que
presentan las regiones equinocciales, desde el nivel del Mar del Sur hasta la cum-
bre de la más alta cima de los Andes. El mismo cuadro indica: la vegetación; los
animales; las relaciones geológicas; el cultivo del suelo; la temperatura del aire;
los límites de las nieves perpetuas; la constitución química de la atmósfera; su
tensión eléctrica; su presión barométrica; el decremento de la gravitación; la in-
tensidad del color azulado del cielo; el debilitamiento de la luz a su paso por las
capas de aire; las refracciones horizontales, y el grado a que hierve el agua a las
diferentes alturas. Para facilitar la comparación de estos fenómenos con aquellos
de las zonas templadas, se ha añadido un buen número de las zonas templadas
en las diferentes partes del globo, y la distancia a la que estas alturas pueden ser
percibidas desde el mar, haciendo abstracción de la refracción terrestre.37
Lo que el perl del Chimborazo presenta en la explicación de esta nueva
ciencia es una imagen magna del trópico y la idea extendida de la naturaleza
en términos globales:
Bajo los trópicos, [...] en esa rápida pendiente que se eleva desde la supercie del
océano hasta las nieves perpetuas, los diversos climas se suceden y están, por
decirlo así, superpuestos. A cada altura, la temperatura del aire no experimenta
sino ligeros cambios; la presión del aire atmosférico, el estado higroscópico del
aire, su carga eléctrica, todo sigue ahí leyes inalterables y tanto más fáciles de
reconocer cuanto que los fenómenos son allí menos complicados. De tal estado
de cosas resulta que cada altura bajo los trópicos, al presentar condiciones par-
ticulares, ofrece también productos variados según la naturaleza de las circuns-
tancias, y que, en los Andes de Quito, en una zona de dos mil metros de anchura
horizontal, se descubrirá una mayor variedad de formas que en una zona de la
misma extensión en la pendiente de los Pirineos.38
34. Ibíd., VII.
35. Ibíd., 14.
36. Ibíd.
37. Ibíd., 41-42.
38. Ibíd., 41.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 23
Esta imagen magna hace conuir el romanticismo y la ciencia. El paisaje
responde al modelo reducido del encadenamiento de causas y de efectos.
Ningún hecho puede ser considerado aisladamente. Todos los pisos climá-
ticos son desprendidos a partir del perl de la montaña. A las espaldas del
Chimborazo, el Cotopaxi surge como pirámide que emana ceniza hacia el
cielo, perfectamente representado en sus tonalidades azules: “El equilibrio
general que reina en medio de las perturbaciones e inquietudes aparentes es
el resultado de una innidad de fuerzas mecánicas y de atracciones químicas
que se contrapesan las unas a las otras. El estudio de la naturaleza, que es el
gran problema de la física general, exige la reunión de todos los conocimien-
tos que tratan de las modicaciones de la materia”.39
La mirada estética de Humboldt encontró en esa verticalidad la cogni-
ción sensible de lo perfecto y lo bello. Y en esa verticalidad, imbricada en
la representación del paisaje, la naturaleza puede ser contemplada y leída
como en un libro: responde a un poder que puede ser revelado. Esta idea la
siguió trabajando en obras posteriores, como el caso del monumental Cosmos,
donde menciona que esa revelación de la naturaleza está “en la conexión de
impresiones, en la unidad de emociones y de efectos que se producen en
cierto modo de una sola vez”.40 La contemplación inteligente de la naturale-
za, la pintura del paisaje y la observación directa de las grandes formas del
reino vegetal serían las tres formas particulares del estudio de la naturaleza
en el pensamiento humboldtiano.41 Entre otros aspectos, se suma la idea de
grandeza de los objetos naturales que Humboldt teje a partir de la idea de
innitud: “Las ciencias esperimentales [sic], fundadas en la observación del
mundo esterior [sic], no pueden pretender nunca el complementarse [...].
Nunca se acabará la riqueza inagotable de la naturaleza; ninguna generación
podrá lisonjearse de haber abrazado la totalidad de los fenómenos”.42
Ahora bien, lo que Humboldt expuso en términos de novedad para un
público europeo fue en una buena parte un conocimiento ya existente en el
Nuevo Mundo. Según Jorge Cañizares-Esguerra y Mark Thurner, la noción
de que la diversidad ecológica depende más de la altitud que de la latitud fue
propuesta por hispanoamericanos basados en el conocimiento y práctica andi-
nas que habían sido experimentadas por las sociedades locales.43 En términos
39. Ibíd., 43.
40. Humboldt, Cosmos.Ensayodeunadescripción..., 7.
41. Alexander von Humboldt, Cosmos, t. 2 (Nueva York: Forgotten Books, 2016), 5.
42. Humboldt, Cosmos.Ensayodeunadescripción..., 56.
43. Cañizares-Esguerra y Thurner, “Andes”, 218. Entre los nombres que resaltan están
los del jesuita José de Acosta, Antonio León Pinelo o bien Francisco José de Caldas. Sobre
este último existe una abundante bibliografía; es importante resaltar el trabajo de Mauri-
cio Nieto Olarte, ed., LaobracartográcadeFranciscoJosédeCaldas (Bogotá: Universidad de
Procesos 56, julio-diciembre 2022 24
conceptuales, lo que estos autores del mundo hispanoamericano desarrolla-
ron fue la combinación de las observaciones del conocimiento y práctica andi-
na de la verticalidad con los conceptos clásicos aristotélicos.44 Sudamérica ya
había sido concebida como un microcosmos con todos los climas del mundo.45
Esta tradición de lo cósmico, como arman Cañizares-Esguerra y Thurner, fue
el resultado del encuentro colonial temprano de los conceptos andinos y me-
diterráneos, así como las experiencias universales del clima y el espacio.46
A pesar de que Humboldt menciona el cuadro como resultado de sus pro-
pias observaciones y las hechas por Bonpland, los estudios realizados sobre
las cartas y mapas del payanés Francisco José de Caldas (1768-1816), especial-
mente por parte de Mauricio Nieto y Cañizares-Esguerra, han apuntado a una
familiaridad de las imágenes de estas dos guras.47 Caldas fue un discípulo
del gran botánico José Celestino Mutis (1732-1808), a quien Humboldt dedicó
el Essai. A sugerencia de Mutis, Caldas se sumó a la expedición de Humboldt
y Bonpland, siendo más adelante reemplazado por Carlos Montúfar, hijo del
Segundo Marqués de Selva Alegre, de la Provincia de Quito. Caldas habría
mostrado sus bocetos a Humboldt, quien más adelante utilizó la idea para
exponer su posterior trabajo sobre la geografía de las plantas. Como bien seña-
la Cañizares-Esguerra, para el momento en el que Humboldt publica el Essai
(1805), Caldas había producido varios mapas sobre la biogeografía de los An-
des del Norte desde 1802, a la que se suman una memoria de la distribución
geográca de las plantas cercanas a la línea ecuatorial (1803), y un estudio de
la temperatura y altura climática con respecto a la distribución de la Chin-
chona, en 1805.48 A esto hay que añadir que Santiago Díaz-Piedrahita data la
preocupación de Caldas por los perles de las alturas en 1796.49
los Andes, 2006). Así como también los trabajos realizados por Caldas en lo que hoy es el
Ecuador, como en BotánicosybiólogosenelEcuador.Primeraparte, estudio introductorio y
selección de Leoncio López-Ocón (Quito: Banco Central del Ecuador / Corporación Edito-
ra Nacional, 2010), 22-43, 101-295.
44. Cañizares-Esguerra y Thurner, “Andes”, 218; Jorge Cañizares-Esguerra, “How
Derivative was Humboldt? Microcosmic Narratives, in Early Modern Spanish America
and the (Other) Origins of Humboldt’s Ecological Sensibilities”, en Nature, empire and na-
tionexplorationsofthehistoryofscienceintheIberianworld (Stanford: Stanford University
Press, 2006): 112-128.
45. Cañizares-Esguerra y Thurner, “Andes”, 218.
46. Ibíd.
47. Mauricio Nieto, “Alexander von Humboldt y Francisco José de Caldas: ameri-
canismo y eurocentrismo en el Nuevo Reino de Granada”, en Humboldtylaemancipación
Hispanoamericana, comp. por Segundo Moreno (Quito: Ponticia Universidad Católica del
Ecuador, 2011), 75-94; Jorge Cañizares-Esguerra, “Screw Humboldt”, https://jorgecaniza-
resesguerra.medium.com/screw-humboldt-def1320213f5.
48. Cañizares-Esguerra, “How Derivative was Humboldt...”, 113-114.
49. Santiago Díaz-Piedrahita, “Francisco José de Caldas y la Botánica”, Revista de la
Procesos 56, julio-diciembre 2022 25
Ulrich Päßler remonta las ideas de Humboldt sobre la geografía de las
plantas a manuscritos que datan de 1794.50 A esto se suma la dimensión com-
prensiva sobre la formulación de la geografía de las plantas, la cual se vincu-
la a ciertas apreciaciones como las de Johann Gottfried Herder (1744-1803),
quien abrió el espectro sobre los efectos recíprocos del mundo vegetal con
respecto al de la humanidad;51 así también la inuencia de Goethe, quien
maniestó su interés por la vinculación entre las impresiones estéticas de la
naturaleza y los datos empíricos.52 Tomando en cuenta el escenario andino,
los mapas de La Condamine y Bouguer exhibieron, sobre todo, una cartogra-
fía temática perlada de los Andes, marcando las diferencias de altitud a lo
largo de la cordillera andina.53
Más allá de establecer el nexo de propiedad exclusiva de las ideas de
un individuo, o bien situar el origen de la producción de los conceptos, la
importancia de un cuadro como el perl del Chimborazo podría responder
a una cuestión práctica. Como ha sido analizado por Nieto, la capacidad de
sintetizar la totalidad de la naturaleza en un solo cuadro no solo hace acce-
sible América a los lectores ilustrados del Viejo Mundo, sino que también
habla de la manera en que América fue llevada a Europa.54 La circulación
universal del Chimborazo en este sentido no está, como se ha mencionado,
inscrita en el carácter “montañista” de Humboldt.55
En términos de habilidad corporal y conocimientos técnicos concernien-
tes al ascenso a las altas cumbres, Humboldt distó mucho de estar instruido
en el arte del montañismo.56 En los Alpes franceses se estaba practicando un
montañismo relativamente técnico desde nales del siglo XVIII. Chamonix
AcademiaColombianadeCienciasExactas,FísicayNaturales 42 (septiembre 2018): 174.
50. Ulrich Päßler, “La geografía de las plantas de Alexander von Humboldt: documen-
tos fuente”, en Alexander von Humboldt. Memorias Seminario de estudios humboldtianos, ed.
por Darío Valencia Restrepo y Gabriel Jaime Gómez Carder (Medellín: EAFIT, 2019), 120.
51. A esto también añade la mirada de la naturaleza como una interacción armoniosa
entre los seres vivos al Conde Buon (1707-1788), Georg Forster (1754-1794) y Friederich
Blumenbach (1752-1840). Ibíd. 117-118.
52. Ibíd., 121-122.
53. Ernesto Capello, “Transcending the Alps in the Andes: Charles Marie de La Con-
damine, Pierre Bouguer, and the Graphic Invention of the Mountain Range”, en Mapping
Nature across the Americas, ed. por Kathlenn Brosnan y James Akerman (Chicago: Univer-
sity of Chicago Press, 2021), 115-134.
54. Nieto, “Alexander von Humboldt...”, 91.
55. Pimentel, Testigosdelmundo..., 181-182; Andrea Wulf, Lainvencióndelanaturaleza.
El Nuevo Mundo de Alexander von Humboldt (Bogotá: Taurus, 2017), 23-24.
56. Véase Patricio Aguirre, “Edward Whymper y el Chimborazo: ‘el arte del monta-
ñismo’ y la autoridad cientíca (1880-1892)”, Anuario de Historia Regional y de las Fronteras
26, n.º 2 (julio-diciembre 2021): 75-103.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 26
contaba con un cuerpo de guías alpinos con cierta experticia en terrenos de
glaciar.57 El culmen de este escenario se fue intensicando desde la década
de los 40 del siglo XIX, con la conformación de una élite montañera liderada
por el Club Alpino Inglés y sus guías franceses e italianos, principalmente.
Este grupo de alpinistas abrió las puertas a una ebre por alcanzar las altas
cumbres a gran escala. Dentro de este contexto, no resulta difícil imaginar
que, 78 años más tarde, Edward Whymper se haya sentido defraudado con
respecto al relato de Humboldt sobre el Chimborazo.58
¿en búsqueda del ConoCiMiento
o el íMpetu de la Conquista?
El caso de Edward Whymper (1840-1911), en contraste con el de Hum-
boldt, compone una serie de pinceladas en torno a la imagen del Chimbora-
zo y al contexto del montañismo. De la ascendente clase media victoriana,
Whymper es considerado como uno de los mayores exponentes del alpi-
nismo de su época. Tras la conquista del Cervino, la última gran cumbre de
los Alpes en ser coronada y que puso n a la denominada Edad de Oro del
Alpinismo,59 su nombre circuló entre la admiración y la polémica, dado que
dicha ascensión signicó también la muerte a una escala considerable en el
montañismo.60
Whymper reunía en su gura el arte del grabado, el ímpetu de explora-
dor —además de sus viajes a los Alpes y al Ecuador realizó una expedición a
Groenlandia—, la fotografía y la ación a las ciencias: historia natural, siolo-
gía y geografía. Llegó a en diciembre de 1879 con la intención de investigar las
reacciones del organismo humano frente a las grandes alturas, eligiendo los
Andes Equinocciales como el último de los espacios disponibles debido a los
problemas geopolíticos que en ese entonces enfrentaban la India, Perú, Bolivia
y Chile, países que tenían cordilleras que superaban los 6000 metros de altura.
Su expedición a la República del Ecuador, autonanciada pero apoyada en
una gama amplia de contactos propiciados por instituciones londinenses, rea-
lizó dos ascensiones a la cumbre del Chimborazo —además de a la mayoría de
57. Koen van Loocke, “The Shaping of Nineteenth Century Guiding”, TheAlpineJour-
nal, ed. por Susan Jensen y Ed Douglas (2015): 273-283.
58. Whymper, TravelsamongsttheGreat..., 19-80.
59. Véase Gilles Modica, 1865:TheGoldenAgeofMountaineering:AnIllustratedHistory
of Alpine Climbing’s Greatest Era (Londres: Vertebrate, 2016); Trevor Braham, WhentheAlps
casttheirSpell.MountaineersofTheAlpineGoldenAge (Castle Douglas: The In Pinn, 2011).
60. Peter Hansen, “Albert Smith, the Alpine Club, and the Invention of Mountainee-
ring in Mid-Victorian Britain”, Journal of British Studies 34, n.º 3 (enero 2014): 300-324.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 27
los nevados del país— hasta ese momento sin registro evidente de conquistas
logradas. A su regreso a Europa, Whymper presentó el informe de su expedi-
ción en la Royal Geographical Society (RGS) frente a un público de más de 1000
personas;61 lectura que tuvo como título “A Journey among the Great Andes
of the Equator”.62 En los años siguientes dejó de lado el alpinismo y se dedicó
a la escritura de su investigación y viaje a los Andes, publicando su trabajo
varios años más tarde (1891), con el título de TravelsAmongstTheGreatAndes
of the Equator, y bajo la rma de la prestigiosa editorial John Murray, la misma
que publicó a Darwin. El libro incluye datos históricos, colecciones botánicas,
zoológicas, arqueológicas y un levantamiento exhaustivo de datos geográcos
acompañados por una cartografía compuesta por su mapa de ruta, la morfo-
logía del volcán Chimborazo y una vertiente de glaciar del volcán Cayambe.
En 1892, la RGS le otorgó la Patron’s Medal, una de sus dos condecoraciones
anuales, “for his route-map and detailed survey among the Great Andes of
the Equator”.63 En los Proceedings of the Royal Geographical Society and Monthly
Record of Geography de 1892, a propósito de la condecoración, se señala:
The Patron’s or Victoria Medal to Mr. Edward Whymper, for the results of his
journey in 1879-80, recorded in his work ‘Travels among the Great Andes of the
Equator’ [...] Mr. Whymper has largely corrected and added to our geographical
and physical knowledge of the mountain systems of Ecuador. Appended to his
book is a route-map, extending over 250 miles, and xing the position of all the
great Ecuadorian mountains, constructed from original theodolite observations,
with a detailed survey of Chimborazo and its glacier system. Mr. Whymper also
made a series of careful observations on the action of low pressures on the hu-
man frame.64
61. Caroline Schaumann, PeakPursuits.TheEmergenceofMountaineeringintheNine-
teenth Century (New Haven: Yale University Press, 2020), 205.
62. Edward Whymper, “A Journey among the Great Andes of the Equator by Edward
Whymper (Read at the Evening Meeting, May 9th, 1881)” [“Un viaje entre los altos Andes
del Ecuador”], Proceedings of the Royal Geographical Society, and Monthly Record of Geography
3, n.º 8 (Londres: Royal Geographical Society, 1881): 449-471.
63. “Por su mapa de ruta y estudio detallado entre los Altos Andes del Ecuador”.
Royal Geographical Society, MedalsandAwards.GoldMedalRecipients. https://www.rgs.
org/about/medals-award/history-and-past-recipients/.
64. “La Medalla Patrona o Victoria al Sr. Edward Whymper por los resultados de su
viaje en 1879-80, registrados en su obra ‘Viajes a través de los Altos Andes del Ecuador
[...] El Sr. Whymper ha corregido y agregado en gran medida nuestra información geográ-
ca y conocimiento físico de los sistemas montañosos del Ecuador. Adjunto a su libro, hay
un mapa de ruta que se extiende sobre 250 millas y ja la posición de todas las grandes
montañas ecuatorianas, construido a partir de observaciones originales del teodolito, con
un estudio detallado del Chimborazo y su sistema de glaciares. El Sr. Whymper también
hizo una serie de cuidadosas observaciones sobre la acción de las bajas presiones en la
estructura humana”. Proceedings of the Royal..., vol. XVI, 316.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 28
Aparte de dos ediciones en Inglaterra, el libro también tuvo una edición
en Nueva York, con la rma ThomasNelson&Sons, en 1892. La apreciación
geográca de Whymper sobre los Andes enfatiza en el cambio abrupto de las
pendientes desde la explanada del Pacíco hacia las hoyas interandinas. Para
Whymper, no existe ninguna ruta en los Alpes que gane tanta elevación en
tan poca distancia.65 A lo largo de este trayecto, se encuentra con una densa y
hasta impenetrable vegetación, en la que los naturalistas bien pueden encon-
trar grandes compensaciones y a la vez una sensación de connamiento. La
información sobre la cordillera en su discurso ante la RGS es descrita desde
el Chimborazo hasta el poblado de Ibarra, asentado en el norte del país. Las
elevaciones que conforman el lado oeste extienden una cadena ininterrumpi-
da, aunque distanciadas entre sí, con una importante precipitación al norte de
Quito en el río Guayllabamba, llegando hasta el nevado Cotacachi (a pocos
kilómetros de Ibarra) al que detalla como la última elevación de importancia.
Desde ese punto hacia el sur, precisa las grandes elevaciones que conforman
el lado Este de la cordillera. Cada montaña tiene sus dicultades y particula-
ridades, incluso en comparación al terreno alpino.66
En el Supplementary Appendix to Travels amongst the Great Andes of the
Equator (1891), libro donde se analizan, a cargo de varios especialistas, las
colecciones de Historia Natural que recolectó en las zonas altas de los Andes
del Ecuador, Whymper menciona lo que lo diferencia de los demás explora-
dores y cientícos entendidos en el tema:
whilst it was my aim to secure all we might discover in the highest zones of the
Andes of Ecuador, it was not intended to attempt to examine zoologically the
lower regions of that country. The latter have often been worked by professional
collectors, and they are easy of access, and can be explored with comparatively
little trouble at any time. The loftier and highest regions, on other hand, had not
previously been examined; [...] they are more or less dicult to access, and they
are, in consequence of the violent and rapid meteorological disturbances which
frequently occur, well-nigh inaccessible to al except those who are prepared to
65. “There is no route in the Alps which is regularly traversed in which you rise to so
great a height in so short a lateral distance as you do in going from the village of Muña-
pamba (which is 1300 feet) to the top of the pass in the outer range, which is 10,400 feet
above the sea-level”. [“No hay ruta en los Alpes, que se recorra regularmente, en la que
se suba a tanta altura y en una distancia lateral tan corta como la que se hace al ir desde el
pueblo de Muñapamba (que tiene 1300 pies) hasta la cima del paso en su rango exterior,
el cual está a 10 400 pies sobre el nivel del mar”]. Whymper, “A Journey among...”: 453
(corresponde a 400 y 3000 metros, respectivamente).
66. Sobre el volcán Sincholagua menciona: “is ne peak of thoroughly Alpine charac-
ter, with a summit as sharp as almost any of the Chamounix aiguilles” [“es un pico no de
características completamente alpinas, con una cumbre tan alada como casi cualquiera
de las agujas de Chamounix”]. Ibíd.: 455.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 29
remain for a length of time at a great height, provided with such equipments as
will aord ecient protection against the inclemency of the weather.67
Todo es nuevo, todo está a la mano de su quehacer investigativo. Y es
nuevo por el reto que representan los Andes en sus zonas altas, que él sí
ha sido capaz, si no de doblegarlas, al menos dominar su temple a base de
esfuerzo. El énfasis sobre el clima no solo lo resalta al inicio de su charla de
1881, también realiza un guiño con el primer grabado en las páginas intro-
ductorias del libro, el cual reza “The whirling snow mocked our eorts”.68
La manera en que resalta los obstáculos superados se evidencia, por
ejemplo, en su permanencia durante más de 26 horas consecutivas sobre los
5700 metros, lo cual ridiculiza los experimentos realizados en las cámaras de
hipoxia de la época.69 Sin embargo, el aspecto más importante del viaje no
podía ser otro que las dos conquistas del Chimborazo por dos rutas distintas,
además de dejar en claro, desde el título del libro, de que el contexto geográ-
co en que realiza estos experimentos tiene en referencia la línea equinoccial
más allá de nombrar al país en cuestión. En cuanto al relato en sí, a pesar de
que el libro surge a base de los resultados de la adaptación siológica del
cuerpo humano a las grandes alturas, aspecto que constató tanto en sí mismo
como en sus acompañantes, el enfoque sobre el Chimborazo es una preocu-
pación obsesiva. Es la primera y última montaña en ascender, y es la refe-
rencia en la mayor parte del libro: se lo nombra en un total de 170 páginas.70
Los capítulos II, III y XVIII son exclusivamente dedicados al Chimborazo,
además de una buena parte de la introducción.
En su campaña por evidenciar sus dos ascensiones, Whymper mantiene
una preocupación constante por especicar las coordenadas en donde fue-
ron establecidos sus campamentos. A esto se añade la descripción al detalle
sobre las zonas de riesgo que podrían haber presentado dicultades a su
67. “Si bien mi objetivo era asegurar todo lo que pudiéramos descubrir en las zonas
más altas de los Andes de Ecuador, no tenía la intención de procurar examinar zoológica-
mente las regiones más bajas de ese país. Estos últimos han sido trabajados a menudo por
coleccionistas profesionales, son de fácil acceso y pueden explorarse con relativamente
pocos inconvenientes en cualquier momento. Las regiones intermedias y más elevadas, en
cambio, no habían sido examinadas previamente; [...] son de más o menos difícil acceso
y, a consecuencia de las violentas y rápidas perturbaciones meteorológicas que ocurren
con frecuencia, se vuelven casi inaccesibles para todos excepto para aquellos que están
dispuestos a permanecer por un largo tiempo a una gran altitud, provistos además de
equipos que permitan una protección ecaz contra las inclemencias del tiempo”. Whym-
per, SupplementaryAppendixtoTravels..., V.
68. “La ventisca de nieve se burló de nuestros esfuerzos”.
69. Aguirre, “Edward Whymper y el Chimborazo...”, 88.
70. La edición analizada, de 1892, tiene 456 páginas.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 30
ascensión. Desde el lado norte, estas diferencias se hacen aún más evidentes:
“The aspect of Chimborazo from the north-north-west was quite unlike its
appearance from any other direction. The two summits could not be seen,
and the mountain seemed to terminate in one very at dome”.71 En su segun-
da ascensión, la narración sobre la erupción del Cotopaxi acompaña todo el
trayecto de lo que fue la segunda conquista de la cumbre. Este es uno de los
pocos momentos narrativos cuando Whymper utiliza un lenguaje, si bien no
con el aura mística que caracteriza los textos humboldtianos, sí dentro de un
registro cercano a la prosa poética:
At 5.15 a.m., when tones began to change to detail, we left the camp; and this day,
for once, the heavens seemed to smile upon us. The ski was bright -the air serene;
and long dawn, sixty miles away, we saw the cone of Cotopaxi clear cut against
a cloudless horizon, and remarked how tranquil the great Volcano looked, and
that not a sign of smoke was rising from its crater. Soon a cold wind sprang up.
I lingered behind, to beat my hands and feet, and whilst resting back against a
rock, looking towards the north, saw the commencement of an eruption.72
Esta escena continúa durante todo el trayecto a la cumbre y de regre-
so al campamento: el cielo paulatinamente tornándose oscuro y los valles
cubriéndose de cenizas. El grabado que aparece al nal del capítulo XVIII,
dedicado a esta segunda ascensión, y realizado a partir de una fotografía,
representa un particular enaltecimiento a los Andes como tierra de volcanes.
Si bien Whymper es el gran ausente en este grabado, representa su hazaña
desde otro ángulo. La presencia de sus acompañantes, su guía italiano, Jean-
Paul Carrel, y los dos locales a quienes lleva a la cumbre, el intérprete Fran-
cisco Campaña de Quito y David Beltrán de Machachi, constan en el registro
de lo que fue la primera conquista: un palo de madera con restos de tela ras-
gada, y el juego dramático de tonos grises al fondo, resultado de la erupción
del Cotopaxi. El título del grabado reza: “The sky was dark with the clouds
of ash” (gura 2).73 Además del grabado, otra de las evidencias que sostiene
ansiosamente sobre las ascensiones, es la declaración de Francisco Campaña
71. “El aspecto del Chimborazo desde el nor-noroeste difería bastante, en su apa-
riencia, desde cualquier otra dirección. Las dos cumbres no se podían ver, y la montaña
parecía terminar en una cúpula muy plana”. Whymper, TravelsamongsttheGreat..., 320.
72. “A las 5:15 a. m., cuando los matices comenzaron a cambiar en detalle, salimos del
campamento; y ese día, al menos por una vez, el clima pareció sonreírnos. El cielo estaba
brillante, el aire sereno; y al amanecer, a sesenta millas de distancia, vimos el cono del
Cotopaxi cortado nítidamente en un horizonte sin nubes; notamos cuán tranquilo se veía
el gran volcán, y que ni una señal de humo salía de su cráter. Pronto se levantó un viento
frío. Me quedé atrás para golpearme las manos y los pies, y mientras descansaba contra
una roca, mirando hacia el norte, vi el comienzo de una erupción”. Ibíd., 322.
73. “El cielo estaba oscuro con las nubes de ceniza”.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 31
frente al cónsul británico en Ecuador, quien narra todo lo acontecido, resalta
tanto su participación y la evidencia dejada por Whymper en la primera
ascensión que, de hecho, es lo que más le llama la atención al momento de
acercarse a la cumbre máxima.
Figura 2. Grabado “The sky was dark with the clouds of ash”
Fuente: Edward Whymper, TravelsamongsttheGreatAndesoftheEquator (Londres: John
Murray, 1892).
A diferencia de la imagen prístina expuesta por el sabio prusiano, el inglés
hace del espacio natural andino un lugar de obstáculos por superar. La dispo-
sición de estos elementos termina congurando la capacidad de dominación
del escenario natural por parte del explorador. El relato y la veracidad de los
datos de ascensión dan fuerza a este imaginario en que la idea de aventura
está mediada por el estudio y la experimentación. Ambos conguran lo que se
muestra como espacio experimentado, donde el objeto natural se construye.
Este espacio experimentado expone la diferencia entre la ciencia romántica y la
ciencia positivista. Es allí donde Whymper suspende y pone bajo juicio todos
los aportes concernientes a la morfología del Chimborazo y la cartografía del
paraje andino que lo rodea: todos los predecesores erraron, trabajos cartográ-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 32
cos ajenos a la realidad, estudios siológicos no adecuados y, sobre todo, la
incompetencia en el arte de subir montañas. Resulta curioso que la discusión
propuesta por Whymper haya sido tan acogida por el círculo cientíco britá-
nico, tomando en cuenta que no era un cientíco propiamente dicho. Es muy
probable que la recepción de sus tesis, y la manera en que las planteó, obtuvie-
se una atención estridente debido a ciertos aspectos que vinculaban la activi-
dad del montañismo, practicada por ingleses, con la visión imperial británica
de la época tanto a nivel doméstico como en su proyección internacional.
Autores como Peter Hansen y Caroline Schaumann han demostrado que
el poder imperial británico se entrelazaba con la actividad del montañismo.
El lenguaje empleado por los alpinistas ingleses era de tipo imperial, no solo
justicaba exploraciones y ascensiones, sino que también resaltaba el creci-
miento de las condiciones sociales en Inglaterra. A esto se añade toda una
estructura de masculinidad en cuanto a los benecios corporales y morales
de crecimiento individual que aportaba el montañismo, así como la noción
del riesgo latente. Sin embargo, también está presente la rivalidad franco-
inglesa, más aún si podía expresarse en el espíritu victoriano en la alta con-
quista de las principales montañas de Europa y extenderse a los Andes del
Sur y a los Himalayas, posteriormente.
En términos del estudio cartográco, el mapa del Chimborazo de Whym-
per (gura 3) llama la atención por ser una imagen a modo de retrato aéreo
de la montaña. Su escala cenital permite divisar la gran mayoría de los gla-
ciares que Whymper identicó y bautizó con los nombres de muchos de los
exploradores que lo precedieron, además de identicar a la ante-cumbre de
la montaña como cumbre Veintemilla, en favor del presidente vigente en el
momento de su viaje, Ignacio de Veintemilla (1828-1908). Este “retrato” aé-
reo destaca por el detalle tridimensional de la morfología de la montaña, así
como la ubicación de sus dos cumbres máximas que sobrepasan los seis mil
metros de altura. A esto se añade la posibilidad de haber podido medir con
barómetro mercurial sobre la cumbre de la montaña por primera vez. En él,
Whymper guía nuevamente al lector sobre los campamentos realizados, las
dos rutas de ascensión, el recorrido de 360 grados que, juntando todos los
acercamientos, denota la capacidad del detalle que puede aportar en una mi-
rada general y experimentada de la montaña y sus zonas aledañas. Registra
las localidades, así como la montaña más próxima al Chimborazo a la que
también ascendió: el Carihuayrazo, de 16 516 pies.
El Chimborazo de Whymper, comparando con el de Humboldt, ya no es
la representación que coloca a la mirada en un recorrido vertical y sintético,
sino la de un escaneo horizontal y pausado en los detalles. Lo que está en
juego ya no es la de un todo interrelacionado en el “cuerpo” del Chimbora-
zo, sino la intensidad de la descripción y el registro de lo conquistable. Ya no
Procesos 56, julio-diciembre 2022 33
aparecen plantas sino glaciares, localizados y bautizados, en su mayoría, por
nombres de expedicionarios extranjeros. El espacio es ahora cuadriculado
y clasicado, se ha dejado atrás la impresión de totalidad. La novedad en
Whymper está en la aplicación de la ciencia positivista y el desplazamiento
y desmiticación de la ciencia romántica.
Sin embargo, en ambos casos, la idea del afuera sigue siendo codicada
por el relato de viaje. La aventura se presenta seductora y cautiva en los salo-
nes de los institutos británicos y franceses de ciencias. Se posiciona en edicio-
nes que cruzan el Atlántico, acompañada con una corriente de consumidores
sedientos de la ciencia aventurera. Las creaciones de estos dos objetos visua-
les que representan y crean la noción de lo natural, expresan, por un lado,
lo romántico, prístino y totalizador, y por otro, lo conquistable y vericable.
Mientras el tablero físico de Humboldt tiene a las espaldas del Chim-
borazo un Cotopaxi que emana gases eruptivos, el grabado y el mapa de
Whymper evidencian una imagen experimentada: ascender a la cumbre del
Chimborazo en medio de un proceso eruptivo del Cotopaxi. Lo que Hum-
boldt ubicó en tanto obra de arte e impresión estética en su tablero físico, en
las representaciones de Whymper son el registro vivencial de una proeza
de conquista, los suplementos de la ascensión y domesticación del espacio
natural de una montaña.
Figura 3. Representación gráca del Chimborazo
según Edward Whymper (1879-1880)
Fuente: Whymper, TravelsamongsttheGreat..., edición de 1987.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 34
ConClusiones
La construcción del objeto natural denominado Chimborazo, en la mi-
rada de Humboldt y Whymper, existe a partir de la novedad que otorga
tejer el imaginario del paisaje andino desde el trabajo cientíco basado en la
exploración. Mientras Humboldt instaura una imagen de impresión totali-
zadora del mundo natural intercalando imagen y escritura, la de Whymper
evidencia la narrativa y la ilustración del discurso de aventura imbricado en
el estudio cientíco. La novedad de sus imágenes sería incompleta si no se
apoyaran en el esquema de nuevas propuestas geográcas. Tanto Humboldt
como Whymper exponen nuevos modelos de concebir la montaña. Desde
sus lugares de enunciación cientíca, Humboldt construye y utiliza el Chim-
borazo para exhibir la concepción totalizadora de la naturaleza. Whymper
merodea en el detalle de la morfología de la montaña, detalles que exhiben
sobre todo su conquista: los campamentos, las escalas, las mediciones, los
glaciares que él mismo tiene la potestad de nombrar.
Las conocidas imágenes del Chimborazo que ilustran los libros de Hum-
boldt muestran un Chimborazo mutilado: una verticalidad alargada, más
cercana a la formación volcánica que presenta el Cotopaxi, evidencia solo
una de sus cumbres, cuando al menos son dos las más evidentes.74 Whym-
per coloca una forma más horizontal, y, con las dos cumbres, la imagen de
la montaña aquí responde a la formación de un macizo, en contraste con la
gura piramidal de Humboldt.
Lo que he denominado aquí como aventura, sobre todo para el caso de
Whymper, responde a la construcción del relato de exploración, la redac-
ción cientíca del objeto natural, el juego de las imágenes que aportan con
veracidad y dramaticidad a la vez, y la autorreferencia constante del sujeto
montañista. El relato es el resultado del estímulo del exceso que produce la
aventura, exceso en términos de todo aquello que genera lo desconocido.
Expresar la experiencia de lo incógnito, y construir desde ese escenario los
modelos del producto de ese exceso, materializan la idea de novedad, en la
que el entrecruzamiento de la propuesta cientíca y la acción del esfuerzo
humano juegan a enaltecer tanto al objeto como a la gura que lo crea, re-
presenta o conquista. Insertando al montañismo en los aspectos geográcos
y siológicos, la narrativa de Whymper en el Chimborazo conguró una
postura del sujeto cientíco —sin serlo grosso modo— y el de la montaña a
niveles reales de conquista que se habían mantenido ajenos en esta montaña.
74. Hoy en día se habla de hasta cinco cumbres. De mayor a menor: Whymper, Vein-
temilla, Politécnica, Iván Vallejo y Nicolás Martínez.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 35
Es decir que Whymper, a diferencia de Humboldt, sí escribió uno de esos
libros de aventuras, o al menos lo camuó en el trabajo cientíco. Lo que
Whymper construyó en términos de trabajo geográco y siológico fue a
partir de hacer coincidir, en su gura personal, todos los elementos del mon-
tañismo a lo largo del siglo XIX: ciencia, aventura y exotismo.
Tanto Humboldt como Whymper, desde su regreso de los Andes, deja-
ron suspendido el ejercicio del montañismo. Sin embargo, algo se escapa en
esa pasividad que se va diluyendo con el tiempo. Sus retratos desprenden
el espíritu de una actividad a la que ya no viven más que en sus recuerdos.
Aferrados a sus ideales, ya sea con la imagen de la montaña a sus espal-
das, como el caso de Humboldt, o sosteniendo la herramienta insigne del
alpinismo, en el caso de Whymper, los espacios imaginados y los espacios
experimentados se van disolviendo entre las suras de esos modelos que
construyeron a cuesta de espacios concebidos a conveniencia como vacíos,
prístinos o intocados.
Walter Benjamin, en el Librodelospasajes, señala que el tiempo sueña a
otro tiempo, y que las imágenes evidencian ese diálogo de la heterogeneidad
entre presente, pasado y futuro. A pesar de que el método benjaminiano, en
lo que respecta al análisis histórico de las imágenes, podría considerarse un
pecado para el ortodoxo ejercicio historiográco,75 las imágenes humbold-
tianas y whymperianas sobre el Chimborazo poco tendrían del sueño del
tiempo expresado en el diálogo de esas imágenes. Pero podría decirse que
la conuencia de estas representaciones ha desplegado una montaña que no
ha existido más que en los tratados de los exploradores y que, sin embargo,
existe a nuestros ojos: pasiva y ajena al tiempo de los hombres, fue imagina-
da como imponente y a la vez como conquistable, una montaña observada
tanto desde el espacio físico como desde los espacios creados en los ámbitos
representativos. La conquista de una cumbre lejana y a la vez domesticada
por la presencia y representación cultural hace que las imágenes y relatos
que estos personajes produjeron remita a ese imaginario más que a la mon-
taña misma.
75. Didi Hubermann, Ante el tiempo (Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2011), 51.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 36
Fuentes y bibliograFía
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Juramento constitucional y elecciones gaditanas
en el corregimiento de Otavalo, 1813
Constitutional Oath and Cadiz Elections
in the Corregimiento of Otavalo, 1813
Juramento Constitucional e eleições
gaditanas no regimento de Otavalo, 1813
Lenin Guerra Pabón
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
lino_gotik@hotmail.com
https://orcid.org/0000-0002-4017-377X
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3392
Fecha de presentación: 3 de febrero de 2022
Fecha de aceptación: 27 de marzo de 2022
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 39-63. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
El artículo estudia cómo se desarrollaron en Otavalo las ceremonias
de publicación y jura de la Constitución Política de la Monarquía
Española; y la forma en que se llevó a cabo la instauración del cabildo
constitucional de Otavalo y los comicios. En esta población,
la Constitución fue recibida como la manifestación de la nación
española ante la ausencia del rey. Sin embargo, el vínculo entre
el texto constitucional y el monarca ausente dieron al momento
gaditano otavaleño un fuerte aire delista.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
historia política, Constitución de Cádiz, Audiencia de Quito,
corregimiento de Otavalo, elecciones, representación, siglo XIX.
ABSTRACT
The article studies how the ceremonies of publication and swearing
in of the Spanish Monarchy Political Constitution took place
in Otavalo; and how the establishment of the constitutional council of
Otavalo and the elections were carried out. In this town,
the Constitution was received as the expression of the Spanish nation
in the absence of the king. However, the link between
the constitutional text and the absent monarch gave the Otavalo
Cadiz moment a strong loyalist avour.
Keywords: Latin American History, History of Ecuador,
political history, Constitution of Cadiz, Audiencia de Quito,
corregimiento de Otavalo, elections, representation, 19th century.
RESUMO
O artigo estuda como ocorreram as cerimônias de publicação
e posse da Constituição Política da Monarquia espanhola em Otavalo
e a maneira como se deu a instituição do cabildo constitucional de tal
localidade e suas eleições. Nesta população, a Constituição foi
recebida como a manifestação da nação espanhola frente a ausência
do rei. No entanto, a ligação entre o texto constitucional e o monarca
ausente deu ao momento gaditano, em Otavalo,
um forte tom delista.
Palavras chave: história latino-americana, história do Equador,
história política, Constituição de Cádiz, Audiência de Quito,
Regimento de Otavalo, eleições, representação, século XIX.
introduCCión
¿Cómo se llevaron a cabo las ceremonias de publicación y jura de la Cons-
titución Política de la Monarquía Española en Otavalo? ¿Cómo fue el proceso
electoral gaditano en el corregimiento? Tanto los rituales de publicación y jura
de la Constitución, como los comicios constitucionales, plantearon nociones no-
vedosas en torno a la ciudadanía, la representación política y el territorio. En
la práctica, su aplicación ha dado lugar a diversas interpretaciones en los pue-
blos del orbe hispano. El corregimiento de Otavalo recibió la Constitución de
Cádiz una vez terminadas las pretensiones juntistas de 1809 y 1810.1 Para ello,
el proyecto pacicador de Toribio Montes fue determinante.2 Bajo su autoridad
se cristalizó la recepción, publicación y jura de la Constitución española en la
audiencia de Quito. Posteriormente se procedió a su aplicación que conllevó un
proceso de reorganización político-territorial con un nuevo basamento consti-
tucional. El camino al nuevo orden político del corregimiento, por una parte,
tuvo como elemento legitimador el ritual. Mediante las ceremonias de publica-
ción y jura se pretendió legitimar la autoridad de la Constitución gaditana. Por
otra, el proceso electoral materializó este reordenamiento político-territorial a
través de las nuevas nociones de ciudadanía establecidas en la Constitución.
Este artículo estudia este proceso de reordenamiento en el corregimiento
de Otavalo. Desde esta perspectiva, se busca complejizar el estudio de las
prácticas electorales que muchas veces otorgan preeminencia a las normas
por sobre las prácticas o dan por hecho que la normativa se cumplió sin más;
también pretende ser un aporte a la historiografía ecuatoriana al analizar
tanto la ritualidad subyacente de las ceremonias de publicación y jura de la
Constitución de Cádiz como el proceso electoral en un espacio no explora-
do previamente en estos términos. En materia electoral, al momento existen
estudios generales de las elecciones en la Real Audiencia de Quito, entre los
que destacan los realizados por Jaime E. Rodríguez O. y Federica Morelli; las
reexiones de esta última sobre el papel del cabildo, las prácticas electorales,
1. Tras las abdicaciones de Bayona, representantes de los barrios de Quito cesaron en
sus funciones a los funcionarios reales y en 1809 formaron una junta interina de gobierno
en nombre de Fernando VII, que duró dos meses. Tras la corta vida de la primera Junta,
se establece una segunda en 1810, que se extendió hasta 1812, año en el cual las tropas
realistas entraron en Quito encabezadas por Toribio Montes.
2. Al ingresar Montes a Quito, su experiencia militar le permitió comprender que, en
la coyuntura política que atravesaba la Audiencia, el camino era la pacicación. Esto le
permitió conjugar su papel de presidente de la Audiencia con las pretensiones de Cádiz.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 42
el territorio y la ciudadanía durante la crisis hispánica nutren este estudio.3
Igualmente, el trabajo de Rodríguez O. respecto a los casos cuencano y loja-
no contribuye a contrastar lo sucedido en Otavalo.4
Para el caso cuencano, Ana Luz Borrero ha estudiado el momento ga-
ditano entre 1809 y 1814, destacando a los indígenas como sujetos políticos
activos, como producto de la condición de ciudadanía otorgada por la Cons-
titución de Cádiz. La novedad gaditana, no obstante, se vio marcada por la
pervivencia del tributo indígena, el servicio personal y la mita.5 A pesar de
que la supresión del tributo fue una medida tomada por las Cortes Genera-
les y Extraordinarias, no fue acatada por Toribio Montes y su aplicación en la
Audiencia fue transitoria. En ese mismo contexto, Santiago Cabrera Hanna
ha estudiado el Plan de elecciones de Toribio Montes y el censo constitucio-
nal de 1813. Sus reexiones y contribuciones en torno a la ciudadanía y al
territorio resultan fundamentales en este estudio.6
Se pretende ir más allá de los alcances de los trabajos de Borrero y Rodrí-
guez O. en materia electoral. De igual forma, se retoma el estudio del plan de
elecciones que plantea Cabrera Hanna y se profundiza en el contexto otava-
leño.7 Para ello se recurre a las investigaciones de Christiana Borchart de Mo-
reno y Víctor Alejandro Jaramillo, que permiten reconstruir y caracterizar el
corregimiento de Otavalo.8 También se trabajan estudios sobre la publicación
y jura de la Constitución española, como el tema electoral en otros espacios
del orbe hispano. Entre ellos, los de Roberto J. López, quien estudia las cere-
monias de proclamación y jura de la Constitución de Cádiz en el territorio
peninsular;9 Salvador Cárdenas Gutiérrez, sobre las juras de Antiguo Régi-
3. Federica Morelli, Territorioonación:reformaydisolucióndelespacioimperialenEcuador,
1765-1830 (Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 2005).
4. Jaime E. Rodríguez O., Larevoluciónpolíticaenlaépocadeindependencia:elreinode
Quito, 1808-1822 (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación
Editora Nacional, 2007).
5. Ana Luz Borrero, “El legado de Cádiz: ciudadanía y cultura política en la gobernación
de Cuenca, 1812-1814”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.° 39 (enero-junio 2014): 9-36.
6. Santiago Cabrera Hanna, “Ciudadanía gaditana, tributación y territorialidad en
la Audiencia de Quito: el censo constitucional de 1813 y el plan de elecciones”, Revista de
História 177 (2018): 1-22.
7. La Audiencia de Quito no tuvo una junta preparatoria que organice las elecciones
tras la promulgación de la Constitución gaditana; por tal motivo, Montes establece un
plan de elecciones con el n de cubrir esta carencia.
8. Christiana Borchart de Moreno, El corregimientode Otavalo: territorio, población y
produccióntextil(1535-1808) (Quito: Universidad de Otavalo, 2007); Víctor Alejandro Jara-
millo, Corregidores de Otavalo (Otavalo: Instituto Otavaleño de Antropología, 1972).
9. Roberto J. López, “ ‘Hablar a la imaginación’. las ceremonias de proclamación y
jura de la Constitución de 1812 en el noroeste peninsular”, Obradoiro de Historia Moderna,
n.° 20 (2011): 141-173.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 43
men y constitucionales en Nueva España;10 y Pablo Ortemberg en cuanto a las
estas de Antiguo Régimen y constitucionales en Lima.11 En lo que respecta al
tema electoral se dialoga con Marie-Danielle Demélas, quien ha estudiado el
sufragio indígena en Quito y Perú, Gabriella Chiaramonti y Rocío Rebata Del-
gado, sobre las elecciones gaditanas en el Perú;12 a ello se unen las reexiones
de Antonio Annino respecto al tema electoral, que han sido determinantes.13
Este estudio acude a varios documentos ociales de la época: la Constitu-
ción Política de la Monarquía Española, el Plan general de elecciones de Toribio
Montes, las actas de elecciones de 1812 y 1813, el testimonio de publicación y jura
de la Constitución en Otavalo y varios decretos emitidos por las Cortes Extraor-
dinarias, que se complementan con la carta constitucional española. Las fuentes
se encuentran en el Archivo Nacional de Historia (ANE) y el Archivo General de
Indias (AGI). El artículo se estructura en tres partes: la primera estudia la publi-
cación de la Constitución de Cádiz en Otavalo y en sus pueblos; en la segunda se
examina la jura de la Constitución en Otavalo; y, nalmente, se analiza el proceso
electoral y la erección del Ayuntamiento constitucional en esa población.
publiCaCión de la ConstituCión
gaditana en otavalo
La Constitución española y las órdenes para ejecutarla llegaron a Otavalo
desde Quito, mediante auto de Toribio Montes, el 6 de julio de 1813. La res-
ponsabilidad de organizar la publicación y jura de la Constitución se depositó
en las autoridades locales, siendo estas las encargadas de poner la fecha, el
10. Salvador Cárdenas Gutiérrez, “De las juras reales al juramento constitucional: tra-
dición e innovación en el ceremonial novohispano, 1812-1820”, en La supervivencia del de-
recho español en Hispanoamérica durante la época independiente, coord. por María del Refugio
González (Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM, 1998), 63-93.
11. Pablo Ortemberg, “Cádiz en Lima: de las estas absolutistas a las estas constitu-
cionalistas en la fundación simbólica de una nueva era”, Historia 45, n.º 2 (julio-diciembre
2012): 455-483.
12. Marie-Danielle Demélas, “El sufragio indígena en los Andes durante el período revo-
lucionario (1810-1815): ¿electorado cautivo o guerra de castas?”, Elecciones 7 (2007): 169-187;
Gabriella Chiaramonti, “Ensayando nuevos derechos: elecciones gaditanas en los pueblos
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voy, Mauricio Novoa y Elías Palti (Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos / Instituto de
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13. Antonio Annino, “El voto y el siglo XIX desconocido”, Istor. Revista de Historia
Internacional, n.º 17 (2007): 43-59.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 44
lugar y los recursos que se disponían para dicho propósito.14 El corregidor
Rafael Maldonado emitió la orden de publicación y jura de la Constitución en
Otavalo, el 24 de julio: “Que haviendose resuelto por su Merced se publique
la Constitución de la Monarquía remitida por las Cortes Generales y estraor-
dinarias con toda la solemnidad pompa y aparato que el acto requiere”.15 Ade-
más, se establecía, por orden de Montes, que las elecciones se llevaran a cabo
el mismo mes: “el día treinta del presente mes concurran a la Plaza mayor de
este Asiento, que en lo sucesivo se nominará Plaza de la Constitución”.16
El primer día, viernes 30 de julio de 1813, correspondiente a la ceremonia
de publicación de la Constitución, los habitantes de Otavalo se reunieron en
la Plaza de la Constitución. Lo hicieron de manera corporativa, es decir, en
tres cuerpos políticos bien denidos. En primer lugar, los curas, en segundo
lugar, los servidores públicos y, nalmente, los vecinos. La ceremonia reejó
la convivencia de lo nuevo y lo viejo, es decir, por una parte, una sociedad de
Antiguo Régimen y, por otra, los valores modernos expresados en la Constitu-
ción. La publicación se hizo de forma corporativa, de acuerdo con estructuras
simbólicas de Antiguo Régimen. Como dice Cabrera Hanna, la novedad gadi-
tana usó viejos ropajes de legitimidad.17 La religión católica fue clave en este
proceso de transición a un nuevo orden: “si bien se mira, en el caso gaditano,
es la nación católica constitucionalmente denida la que [se] impone al entra-
mado institucional de la Monarquía católica, que encuadra y ordena corpora-
tivamente a sus súbditos”.18 En este sentido, hay que hacer hincapié en el jura-
mento per se. El aceptar el juramento obligatorio implicaba ser premiado por
Dios, mientras que negarlo suponía responder ante él por sus actos y, además,
ante la ley. Bajo esa norma fundamental, el juramento se constituyó en un ins-
trumento religioso sólido al servicio de la nación española. “La fe religiosa y
14. Decreto CXXXIX, “Solemnidades con que debe publicarse y jurarse la Constitu-
ción política en todos los pueblos de la Monarquía, y en los exércitos y armada: se manda
hacer visita de cárceles con este motivo”, 18 de marzo de 1812, en ColeccióndelosDecretos
y Órdenes que han expedido las Cortes Generales y Extraordinarias, desde el 24 de septiembre de
1811 hasta el 24 de mayo de 1812, t. II, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, http://www.
cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc736n6.
15. “Copia de las disposiciones dadas en el auto del Capitán General de Quito, para que
se conozca la Constitución de la Monarquía Española en el corregimiento de Otavalo y su
jurisdicción y se presente juramento de obediencia y reconocimiento de ella”, 10/07/1813,
Otavalo. Archivo Nacional Ecuador (ANE), fondo Corte Suprema, serie Gobierno, caja 73,
expediente 12, f. 1/r. En esta y todas las citas subsiguientes se mantiene la grafía original.
16. Ibíd., 1/r.
17. Cabrera Hanna, “Ciudadanía gaditana, tributación...”.
18. Carlos Garriga, “Cabezamoderna,cuerpogótico. La Constitución de Cádiz y el orden
jurídico”, Anuario de Historia del Derecho Español LXXXI (2011): 139.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 45
la política se fundían en un único sistema de obediencia”.19 Luego de la lectura
de todos los artículos de la Constitución empezaron las celebraciones:
En el primer día de la Publicación conclusa esta, botó el Magistrado bastante
porción de dinero físico en moneda columnaria que fue cojida por la Plebe. El
Retrato del Soberano Nuestro muy amado Señor Don Fernando Séptimo lo man-
dó velar las noches, con Candelas en el Trono que se formó en la Plaza donde se
hallo congregada la Gente con música; repiques, iluminación, y demás demos-
traciones de amor, lealtad y alboroto.20
Se pueden observar varios detalles que permiten comparar los rituales
del momento constitucional con otros de Antiguo Régimen. Por ejemplo, el
arrojar dinero también se aprecia en ceremonias anteriores a la publicación
de la Constitución. En este caso, en Nueva España, el uso de monedas se
observa en la ceremonia de sucesión del trono en favor de Fernando VII: “el
intendente y algunos de sus ociales arrojaban al pueblo monedas troque-
ladas con el busto del nuevo monarca”.21 También podemos observar estos
detalles en la ceremonia de publicación de la Constitución en los pueblos
peninsulares. “En Almazán, los capitulares del Ayuntamiento esparcieron
y tiraron a la multitud congregada bajo el tablado en donde se encontraban
sentados para oír la ceremonia [...] una porción de monedas para dar mues-
tras de su alegría y contento”.22
El retrato de Fernando VII representaba, por una parte, la ausencia física
y lejanía del monarca. Por otra, simbolizaba su presencia imaginaria en la
dimensión local, lo cual respondía a la necesidad de que la novedad gadi-
tana se asimile en un contexto de rituales tradicionales. El establecimiento
de un trono sobre el cual se depositaba el retrato del rey tenía un valor sim-
bólico y propagandístico que favorecía esta asimilación. A pesar de que las
celebraciones de publicación y jura otorgan la importancia adecuada a la
Constitución, se puede apreciar un fuerte delismo al monarca. “Protagonis-
ta ausente, su retrato estaba presente por doquier y era objeto de veneración.
Así, la imagen del monarca, protegida por una guardia de honor, cual si se
hubiese tratado de la propia persona del rey, era regularmente acompaña-
da de la propia constitucional y de las insignias reales”.23 De acuerdo con
Alexandra Sevilla, el ritual de publicación de la Constitución española en el
19. Morelli, Territorioonación..., 103.
20. “Copia de las disposiciones...”, f. 3/r.
21. Cárdenas Gutiérrez, “De las juras...”, 70.
22. Marta María Lorente Sariñena, “El juramento constitucional”, Anuario de Historia
del Derecho Español, n.º 65 (1995): 613.
23. Morelli, Territorioonación..., 103.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 46
contexto quiteño y riobambeño tuvo características similares,24 de acuerdo a
su descripción de la promulgación de la Constitución en Quito:
En el remate del templo estaba pintada la Fama con la inscripción aragüeña:
dulce es la concordia, y unión del príncipe con el Pueblo. El respetable retrato de
nuestro cautivo amadísimo Fernando VII guarnecido de una brillante moldura
ovalada ocupaba un corto espacio en la frontera del Templo: al pie del Trono en
que jaba el real retrato, estaban dos estatuas con los rostros inclinados hacia el
Monarca, simbolizado a las dos América rendidas de amor a su antigua domi-
nación, o a la Nación Español estrechamente unida con la América, como parte
integrante, y muy principal que compone el Reino de la Monarquía. [...] la real
imagen estaba custodiada de dos soldados granaderos qué bien vestidos y con
mucha circunspección hacían centinela.25
A diferencia de los pueblos peninsulares, y pese a ser la Constitución la
protagonista, los elementos simbólicos descritos como retratos, bustos y es-
tatuas hacen mayor referencia al rey ausente, a su autoridad tradicional que
a la propia constitución gaditana. En la descripción de Quito, la ausencia es
notable. En Otavalo ocurre algo similar: en la descripción de las celebraciones
que realiza Francisco de la Coba, escribano público, vemos que el rey está sim-
bólicamente presente, mientras que hay una ausencia física y simbólica de la
Constitución española.26 Sin embargo, no hay que olvidar que el motivo de es-
tas celebraciones es la Constitución de Cádiz. La ceremonia de publicación en
los pueblos peninsulares tuvo, de acuerdo con los testimonios escritos, mayor
simbolismo en cuanto a la Constitución por sí misma más que respecto al mo-
narca. En Noia, “el espacio que ocupaba el retrato regio estaba adornado con
cuatro medallones en los que se incluyeron unos exámetros latinos compues-
tos por Manuel Armero alusivos a la Constitución”.27 En Santiago de Compos-
tela “se levantó un templete en la plaza mayor dedicado a la Constitución y en
el que también se colocó un retrato de Fernando VII”.28 En estas descripciones
resulta muy evidente el papel de la Constitución durante los rituales y se de-
mostraba que la soberanía no radicaba en el rey sino en la nación española.
Como señala Morelli, las representaciones de la Constitución española,
del rey, la biblia y otras leyes tenían que expresar la novedad de Cádiz como
24. Alexandra Sevilla Naranjo, Fidelismo,realismoycontrarrevoluciónenlaAudienciade
Quito (Quito: FLACSO Ecuador / IPGH, 2019), 288-292.
25. Luis Felipe Borja, “Breve relación de los regocijos que han acaecido en esta ciudad,
con motivo de haberse publicado la Constitución Nacional de la monarquía española. El
fruto de la concordia y la justica del Rey es la paz de los pueblos”, citado en ibíd., 289.
26. “Copia de las disposiciones...”, f. 3/r.
27. López, “ ‘Hablar a la imaginación’...”, 151.
28. Ibíd., 153.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 47
si fuera el producto de la reinterpretación de todas las demás, y para ello
mantener la simbología de Antiguo Régimen fue vital.29 De acuerdo con el
Decreto de las Cortes, luego de publicar la Constitución, se debía proceder
con el repique de campanas, iluminación y salvas de artillería donde fuera
posible.30 En el caso de Otavalo, como en otros espacios de la nación españo-
la, se iluminó la plaza en la noche y hubo repique de campanas.31 Al siguien-
te día, el 31 de julio, se ordenó la visita de cárceles. “En todos los pueblos
de la Monarquía, se hará una visita general de cárceles por los Tribunales
respectivos, y serán puestos en libertad todos los presos que lo estén por de-
litos que no merezcan pena corporal: como también cualesquiera otros reos,
que apareciendo de su causa que no se les puede imponer pena de dicha
clase, presten anza con arreglo al artículo 296 de la constitución”.32 Según la
Constitución, la facultad de indultar a los presos era una facultad exclusiva
del monarca: “indultar a los delincuentes, con arreglo a las leyes”.33 La fun-
ción del rey bajo el nuevo orden constitucional era la de mantener el orden
interno y la seguridad del estado en lo exterior.34
JuraMento de la ConstituCión
de Cádiz en otavalo
Es preciso esclarecer que la ceremonia de publicación no es la misma que
la de jura. La primera ceremonia tuvo como objetivo dar a conocer el conteni-
do de la Constitución española de forma oral, mientras que en la segunda se
llevó a cabo el juramento. ¿Por qué jurar la Constitución? Ese acto legitimaba
la propia Constitución y el nuevo orden político que establecía. Para ello, el
delismo jugó un papel fundamental, pues, como ya se mencionó, la publi-
cación se realizó en un contexto de rituales tradicionales. Mediante la jura se
legitimó el cambio de un cuerpo político viejo a uno nuevo. A través de este
ritual se incorporaron en los territorios de América nuevos individuos a la
29. Morelli, Territorioonación..., 104.
30. Decreto CXXXIX, “Solemnidades con que debe...”.
31. “Copia de las disposiciones...”, f. 3.
32. Decreto CXXXIX, “Solemnidades con que debe...”.
33. ConstituciónPolíticadelaMonarquíaEspañola, título IV, cap. I, arts. 170-171, aparta-
do 13 (Cadiz: Imprenta Real, 1812), Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, https://www.
cervantesvirtual.com/obra/constitucion-politica-de-la-monarquia-espanola-promulga-
da-en-cadiz-a-19-de-marzo-de-1812-4/.
34. Juan Luis Requejo Pagés, “Amnistía e indulto en el constitucionalismo histórico
español”, HistoriaConstitucional:RevistaElectrónicadeHistoriaConstitucional, n.º 2 (2001):
85-86, https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=266773.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 48
nación española y, a su vez, se redenió la pertenencia previa en los territorios
peninsulares.35 Además, la necesidad de solemnidades en el ritual radica en
que este transforma los viejos cuerpos políticos de Antiguo Régimen en nue-
vas instituciones de carácter liberal. En otras palabras, el ritual legitima el cam-
bio de orden político y habilita jurídicamente a los nuevos ayuntamientos.36
Como esos ayuntamientos constitucionales tenían un basamento nominal
de individuos políticamente activos, su erección supone la diseminación de la
soberanía en ciertos lugares y en otros no, porque en la práctica la noción de
ciudadanía no estaba determinada por la Constitución, sino por las leyes de
la costumbre. En este sentido, el juramento, ante los ojos de los funcionarios
y la gura simbólica del rey, ratica delismo entre el vecino-ciudadano, la
Constitución y el monarca. Pero no solo se jura para mostrar delidad a la
Constitución y al rey, sino para legitimar la soberanía territorial frente a otros
espacios, es decir, hay una doble dispersión, hacia afuera y hacia adentro. De
esta manera se diseminó la soberanía y, a través del juramento, esta se reforzó
a nivel local. En otras palabras, la relación España-América y monarca-cabil-
do entraron en un proceso de reestructuración. La soberanía local cobraba
fuerza con relación a otros territorios y regiones de los mismos distritos y las
mismas provincias, al igual que en diversas regiones de la nación española.
A través del juramento, los pueblos ahora soberanos de la nación española lo
eran en relación con otros y respecto a la gura ausente del monarca.
Hay que enfatizar el carácter obligatorio del juramento constitucional y
que si alguien se atreviese a rechazar la Constitución sería excluido de la so-
ciedad. Todos los habitantes, sin excepción alguna, debían obedecer lo que en
ella se establecía. Por ello se ordenó que todos los habitantes concurrieran a
la plaza matriz: los curas párrocos con todo el clero secular y regular; emplea-
dos de Real Hacienda, escribanos públicos y demás empleados públicos; y los
vecinos de cualquier clase social. Todos ellos debían reunirse para escuchar y
entender la Constitución que se les imponía.37 De esa manera, el espacio públi-
co se tornó en un instrumento del nuevo orden político que se traslapó con el
tradicional, pues en él se diseminaban los valores modernos. Asimismo, la di-
fusión de la Constitución y el conocimiento de lo que se iba a jurar es ejempli-
cado por Chiaramonti para el caso peruano: “algunas comunidades indíge-
nas no quisieron jurar la Constitución, pues creían de esta manera legitimar la
obligación de volver a pagar el tributo”.38 En este caso, se puede observar que
no hay un grado de divulgación, pero sí rumores que dan paso a una interpre-
tación errónea de lo que se promulgaba. “Ni autoridades, ni corporaciones, ni
35. Garriga, “Cabeza moderna, cuerpo...”, 139.
36. Ibíd., 140.
37. “Copia de las disposiciones...”, f. 1/r.
38. Chiaramonti, “Ensayando nuevos derechos...”, 319.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 49
españoles, vecinos o pueblos pudieron decir absolutamente nada respecto del
texto constitucional: para todos ellos, la obra de las Cortes generales y extraor-
dinarias resultó ser un texto indisponible”.39 En todo caso, la Constitución fue
jurada en Otavalo conforme a las instrucciones de la Regencia.
Luego de la visita de cárceles, el primero de agosto de 1812, se proce-
dió con el juramento constitucional. De acuerdo con las instrucciones de la
Regencia, el pueblo debía reunirse por corporaciones en la iglesia matriz
de Otavalo, luego, el cura debía celebrar una misa solemne.40 “Se leerá la
constitución antes del ofertorio”.41 Según López, este constituye uno de los
cambios más signicativos, la proclamación al rey tomaba un segundo plano
en las ceremonias religiosas y, en lugar de ello, la lectura de la Constitución
gaditana tomaba preeminencia.42 La lectura estaba a cargo del cura o de al-
guna persona designada por este y, adicionalmente, se debía exhortar a los
eles su ciega obediencia.43 Una vez terminada la misa solemne se procedía
a la jura. La manera exacta cómo debía hacerse este ritual era la siguien-
te: “¿Jurais por Dios y por los Santos Evangelios guardar la Constitución
política de la Monarquía Española, sancionada por las Cortes generales y
extraordinarias de la Nación, y ser eles al Rey?”.44 En Otavalo, de acuerdo
con el testimonio de Francisco de la Coba, escribano público, se respondió
al juramento de la siguiente forma: “A lo que respondieron todos los concu-
rrentes: si Juramos; luego se cantó el Tedeum”,45 cántico por el cual se expre-
saba agradecimiento a Dios. De todo lo ocurrido durante la ceremonia debía
tomar testimonio Coba, para remitir su cumplimiento a Toribio Montes.46
Cabe mencionar que, de acuerdo con María Martha Lorente, ni vecinos,
ni españoles juraron la Constitución gaditana de manera exclusiva. El jura-
mento se dio como se lo hacía en el Antiguo Régimen, como una ceremonia
eclesiástica común. “Las categorías jurídicas excluyentes, tanto la de español
como la de vecino, no jugaron a la hora de negar la entrada a la ceremonia
eclesiástica a quienes solían compartirla”.47 El papel de los curas fue funda-
mental en las ceremonias de jura. Tanto en los pueblos peninsulares como
americanos, curas, escribanos y pregoneros tuvieron que servir de traducto-
res de la norma. “En Oñate [...] se leyó la Constitución en la forma acostum-
39. Lorente Sariñena, “El juramento constitucional”, 606.
40. “Copia de las disposiciones...”, f. 2.
41. Decreto CXXXIX, “Solemnidades con que debe...”.
42. López, “ ‘Hablar a la imaginación’...”, 161.
43. Decreto CXXXIX, “Solemnidades con que debe...”.
44. Ibíd.
45. “Copia de las disposiciones...”, f. 3.
46. Ibíd., 2r.
47. Lorente Sariñena, “El juramento constitucional”, 615.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 50
brada por el cura párroco, quien, concluida la lectura de esta, hizo en lengua
vulgar bazcongada al auditorio correspondientes a las circunstancias pre-
sentes relativas a la mencionada Constitución”.48 En el caso peruano, como
señala Chiaramonti: “para su mayor conocimiento y mejor comprensión,
pregoneros conocedores del español y del quechua recorrieron las calles y el
texto fue leído en idioma índico”.49
De acuerdo con las instrucciones de Rafael Maldonado, el escribano pú-
blico Francisco de la Coba fue asignado como el encargado de visitar los
nueve pueblos de Otavalo acompañado de comisionados para que en cada
uno de ellos se publique y jure la Constitución.
Para los de Cotacache, y Atuntaqui al Caballero Don Antonio Jijón, para los de
Tumbabiro y Urcuquí a Don Joaquín Ribadeneyra, para el de San Pablo el Justicia
mayor de este Asiento Don Cayetano Jaramillo; para los de Cayambe y Canga-
gua a Don Ramón de Borja; y para los de Tavacundo, y Tocache a Don Isidro
Flores a quienes se les delega las facultades de Magistrados, con todos los pri-
vilegios necesarios de autoridad, a n de que compelan a los Parroquianos de
Cada Pueblo al exacto cumplimiento de sus deveres.50
Al nal, el escribano debía llevar un testimonio por triplicado para ren-
dir cuenta a Toribio Montes. En efecto, Francisco de la Coba registró la pu-
blicación y jura de la Constitución en los demás pueblos, en las siguientes
fechas de agosto: Cotacache el 8, Atuntaqui el 10, San Pablo el 15, Urcuquí el
22, Tumbabiro el 24, Cayambe el 29; y en septiembre: Tavacundo el 5 y Toca-
che el 8.51 Una vez nalizada la jura de la Constitución, se dispuso que haya
una corrida de toros en la ahora llamada plaza de la Constitución el martes 3
de agosto de 1813. “Excediéndose el magistrado en disponer las demás fun-
ciones de alegría que él, y sus súbditos disfrutamos mediante su infatigable
ejemplo de delidad y amor al soberano”.52 Aquí se hace referencia al magis-
trado de Otavalo, don Cayetano Jaramillo, el mismo que arrojó dinero en la
ceremonia de publicación de la Constitución, y que, además, era el delegado
para la publicación y jura de la Constitución en San Pablo.
Las estas constituyeron un elemento esencial en la legitimación del
nuevo orden político, pero siguieron siendo de Antiguo Régimen. El repique
de campanas, iluminación de plazas, el disparo de cañones y salvas de fusi-
48. Ibíd., 617.
49. Chiaramonti, “Ensayando nuevos derechos...”, 319.
50. “Copia de las disposiciones...”, f. 2/3.
51. Francisco de La Coba, “Publicación en los pueblos del asiento de Otavalo”, Ota-
valo, agosto de 1813. Archivo General de Indias (AGI), Quito, 258, Índice y ocios sobre
publicación de la Constitución, 19.
52. Ibíd., 3/r.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 51
les, la música y danzas, fuegos articiales y corrida de toros también fueron
elementos comunes en las juras de Carlos IV y Fernando VII en Santiago.53
De la misma forma se encuentran estos elementos en Lima como puntos
clave para legitimar el poder y rearmar el estatus social luego de la catás-
trofe de 1746.54 En el contexto gaditano, en Nueva España, siguen siendo los
mismos elementos los que, después de la jura, cierran la ceremonia.55 En la
Real Audiencia de Quito, de acuerdo con Sevilla, los rituales de publicación
y juramento en Quito y Riobamba no presentan grandes cambios en relación
con los de Antiguo Régimen.56 Varios de los elementos ya mencionados se
repiten en las estas en honor a la coronación de Carlos IV.57
Es así como la carta constitucional gaditana fue recibida en Otavalo. De
acuerdo con Chiaramonti, en un contexto tradicional la Constitución, lejos
de transformar las nociones de comunidad y corporativismo, las raticó.58 El
intento de cambiar a los indios en sentido individual por sobre el comunita-
rio viene, como punto de referencia, desde el reformismo borbónico. A pesar
de los esfuerzos por modicar esta realidad, el pago del tributo, del cual
dependía la sociedad colonial, fue factor determinante para que la estructura
comunitaria se mantenga. “Pagar el tributo al Estado signicaba beneciarse
a su vez de toda una serie de derechos, que habían procurado a los indios
la posibilidad de crear nuevas formas de organización política, económica
y social, y de reproducir el sistema comunitario”.59 Tanto la ceremonia de
publicación como la de jura raticaron rasgos de una sociedad de Antiguo
Régimen, que recibe una nueva normativa constitucional con rituales donde
predomina el corporativismo bajo la venia de la religión católica.
53. Isabel Cruz de Amenábar, “Tiempos fabulosos y mito de origen: festividades de
estado en Chile entre la colonia y la república”, en Familia y vida cotidiana en América Lati-
na, siglos XVIII-XX, ed. por Scarlett O’Phelan Godoy, Fanni Muñoz Cabrejo, Gabriel Ra-
món Joré y Mónica Ricketts Sánchez-Moreno (Lima: Instituto Francés de Estudios Andi-
nos / Instituto Riva-Agüero / Ponticia Universidad Católica del Perú, 2003), 15-49.
54. Susy Sánchez Rodríguez, “Apelando a la caridad y a las diversiones. Una apro-
ximación a la reconstrucción de la ciudad de Lima después del terremoto de 1746”, en
Familia y vida cotidiana en América Latina, siglos XVIII-XX, ed. por Scarlett O’Phelan Godoy,
Fanni Muñoz Cabrejo, Gabriel Ramón Joré y Mónica Ricketts Sánchez-Moreno (Lima:
Instituto Francés de Estudios Andinos / Instituto Riva-Agüero / Ponticia Universidad
Católica del Perú, 2003), 155-184.
55. Cárdenas Gutiérrez, “De las juras...”, 83.
56. Sevilla Naranjo, Fidelismo,realismoycontrarrevolución..., 289.
57. Véase Alexandra Kennedy Troya, “La esta barroca en Quito”, Procesos. Revista
Ecuatoriana de Historia, n.º 9 (julio-diciembre 1996): 15-17.
58. Chiaramonti, “Ensayando nuevos derechos...”, 319.
59. Morelli, Territorioonación..., 170.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 52
eleCCiones gaditanas en otavalo
La Real Audiencia de Quito, a diferencia de otros espacios del orbe his-
pano, no tuvo una junta preparatoria que organice los comicios; por ello el
plan de elecciones de Toribio Montes cubrió esa carencia. No hay una res-
puesta clara para la omisión de Quito como sede de una junta preparatoria
para organizar las elecciones constitucionales en las instrucciones referentes
a las elecciones de diputados de Cortes en las provincias de Ultramar que
forman parte del Decreto CLXII de 23 de mayo de 1812.60 Sin embargo, la
provincia de Quito, por Decreto CLXIV del mismo día, fue designada como
una de las diez y nueve diputaciones provinciales.61 Con la promulgación de
la Constitución de Cádiz, se procedió a reorganizar el territorio en función
de los procesos electorales. “Apenas un mes más tarde se hizo un primer
ajuste, el cual dio a Quito una diputación provincial propia. De esta mane-
ra, la Real Audiencia y antiguo reino de Quito pasaba a ser la Provincia de
Quito”,62 que dividía su territorio en distritos o partidos.
La población que podía participar en los comicios en la Provincia de Qui-
to era de cuatrocientas mil personas.63 A base de este número de votantes se
estableció el número de diputados en Cortes. Con arreglo a la Constitución
“por cada setenta mil almas de la población, compuesta como queda dicho
en el artículo 29, habrá un diputado de Cortes”.64 En el caso de la provincia
de Quito, le concernía nombrar cinco diputados que correspondía a tres-
cientos cincuenta mil votantes. Los restantes cincuenta mil le otorgaron un
diputado más. “Distribuida la población por las diferentes provincias, si re-
sultase en alguna el exceso de más de treinta y cinco mil almas, se elegirá un
diputado más, como si el número llegase a setenta mil, y si el sobrante no
excediese de treinta y cinco mil, no se contará con él”.65 Una vez designados
seis diputados para Cortes le correspondían, además, dos diputados suplen-
60. Decreto CLXII de 23 de mayo de 1812. Convocatoria para las Cortes ordinarias de
1 de octubre de 1813. “Instrucción conforme a la cual deberán celebrarse en las provincias
de Ultramar las elecciones de Diputados de Cortes para las ordinarias del año próximo de
1813”, art. I, en ColeccióndelosDecretosyÓrdenesquehanexpedidolasCortesGeneralesyEx-
traordinarias, desde el 24 de septiembre de 1811 hasta el 24 de mayo de 1812, t. II, Biblioteca Vir-
tual Miguel de Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc736n6.
61. Decreto CLXIV, “Establecimiento de las diputaciones provinciales en la Península
y Ultramar”, art. I, 23 de mayo de 1812, en ColeccióndelosDecretosyÓrdenes...
62. Ahmed Deidán de la Torre, Pueblosysoberanía.Continuidadesyrupturasconceptua-
lesdurantelainsurgenciaenelreinodeQuito(1809-1813)(Quito: IPGH, 2016), 98.
63. Rodríguez O., Larevoluciónpolítica..., 83.
64. ConstituciónPolíticadelaMonarquía..., título III, cap. I, art. 31.
65. Ibíd., art. 32.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 53
tes. “Después de la elección de diputados se procederá a la de suplentes por
el mismo método y forma, y su número será en cada provincia la tercera
parte de los diputados que le correspondan”.66 De acuerdo con la normativa.
“El número de electores de partido será triple al de los diputados que se han
de elegir”.67 En tal virtud, los distritos o partidos debían designar un total de
diez y ocho electores de partido.
El número de Electores de esta Provincia ha de ser de dies y ocho. Los Partidos
actuales de esta Provincia son solamente catorse a saber: Quito, Cuenca, Loxa,
Pasto, Riobamba, Ibarra, Latacunga, Ambato, los Pastos, Bracamoros, Barbacoas,
Alausí, Guaranda, Otavalo. Luego los quatro electores que faltan al completo
de los dies y ocho, deben elegirse por los de mayor Población que son Quito,
Cuenca, Riobamba y Latacunga, a los quales toca nombrar dos Electores cada
uno. Las Cavezas de Partido donde deben reunirse los Electores de Partido, son
las Capitales de los citados Catorse Distritos.68
Como se puede apreciar, el corregimiento de Otavalo fue designado
como uno de los catorce distritos o partidos y su capital, la villa de Ota-
valo, denominada como cabecera de partido. Gracias a la información que
brinda el plan de elecciones se puede conocer el número de compromisarios
y electores parroquiales para cada uno de los distritos. En Otavalo vemos
que la reorganización territorial es muy notoria, el número de parroquias
es de doce, las cuales ya no corresponden a los nueve pueblos que se puede
ver en el censo de Villalengua, efectuado entre 1778 y 1781. El número de
electores de parroquia es de treinta y seis, y el número de compromisarios
es de doscientos seis. Con estos datos podemos concluir que la población
políticamente elegible en el partido de Otavalo y sus doce parroquias es de
aproximadamente siete mil doscientos vecinos-ciudadanos.
66. Ibíd., cap. V, art. 90.
67. Ibíd., cap. IV, art. 63.
68. “Expediente seguido sobre la formación del Ayuntamiento Constitucional de esta
Capital, nombramiento de electores, y consecuentes diligencias para las diputaciones pro-
vinciales”, Quito, 27/08/1813. ANE, fondo Corte Suprema, serie Gobierno, caja 68, expe-
diente 17, f. 19/r.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 54
Cuadro 1. Plan general de elecciones de 1813
Partidos o distritos Parroquias Compromisarios Electores parroquiales
1 Quito 32 339 44
2 Cuenca 23 593 94
3 Riobamba 22 383 40
4 Alausí 5 80 8
5 Ambato 10 215 33
6 Guaranda 11 110 9
7 Latacunga 15 305 43
8 Loja 19 225 23
9 Jaén de Bracamoros 5 54 5
10 Otavalo 12 206 36
11 Los Pastos 12 190 18
12 Pasto 11 107 11
13 Barbacoas 9 24 4
14 Ibarra 13 170 16
Fuente: “Plan de elecciones de Toribio Montes”, Quito, 27/08/1813. Archivo Nacional
Ecuador (ANE), fondo Corte Suprema, serie Gobierno, caja 68, expediente 17, f. 20-26.
Elaborado por el autor.
Las elecciones que iban a efectuarse en la provincia de Quito estaban
constituidas por dos procesos electorales distintos; el primero de ellos, “del
gobierno interior de las provincias y de los pueblos”,69 el cual hacía referen-
cia a la elección de autoridades de los ayuntamientos constitucionales; el
segundo, “del nombramiento de diputados de cortes”,70 que debía designar
las autoridades de las diputaciones provinciales y los diputados de Cortes.
Ambos procesos electorales estaban constituidos por grados o etapas. Para
las elecciones del ayuntamiento había dos grados: uno en el que participa-
ban los vecinos-ciudadanos de cada parroquia, tenía por objetivo nombrar
electores de parroquia; en el otro, los electores parroquiales debían elegir las
autoridades del ayuntamiento, es decir, alcaldes, regidores y procuradores
síndicos. Las autoridades del cabildo celebraban elecciones cada año, gene-
ralmente en los primeros días de enero. En el caso de Otavalo, las elecciones
debían arrojar dos alcaldes, ocho regidores y dos procuradores síndicos.71
69. ConstituciónPolíticadelaMonarquía..., título VI, cap. I.
70. Ibíd., título VI, cap. II.
71. “Testimonio del acta del Ayuntamiento Constitucional del Asiento de Otavalo”,
02/12/1813. ANE, fondo Corte Suprema, serie Gobierno, caja 69; expediente 7, f. 2.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 55
Para las elecciones de los diputados provinciales y de Cortes había cua-
tro grados: en primer lugar, los vecinos-ciudadanos votaban para seleccionar
compromisarios; en segundo lugar, los compromisarios elegían a los electo-
res parroquiales; en tercer lugar, los electores de parroquia designaban a los
electores de partido; y, por último, los electores de partido elegían tanto a los
diputados provinciales como a los diputados de Cortes.72 Para designar di-
putados se debía celebrar elecciones cada dos años y estas se llevarían a cabo
en febrero. Para la provincia de Quito, se debía nombrar siete diputados y
dos suplentes para la diputación provincial; y seis diputados y dos suplentes
para las Cortes.73
Como se puede observar en el cuadro 2, de acuerdo con el art. 38 de la
Constitución: “En las juntas de parroquia se nombrará por cada doscientos
vecinos un elector parroquial”.74 Por cada elector parroquial designado, se
procedía a reconocer a cada parroquia once compromisarios, los mismos que
debían seleccionar al elector parroquial. El compromisario, quien participa-
ba en la elección de electores de parroquia, era el representante de los electo-
res primarios. El número de electores parroquiales era ilimitado y reejaba
la población votante. “Si el número de vecinos de la parroquia excediese de
trescientos, aunque no llegue a cuatrocientos, se nombrarán dos electores; si
excediese de quinientos, aunque no llegue a seiscientos, se nombrarán tres,
y así progresivamente”.75 Si la población era menor a doscientas personas
se procedía a hacer agregaciones para completar el número requerido para
la designación de electores parroquiales. “Art. 40.- En las parroquias, cuyo
número de vecinos no llegue a doscientos, con tal que tengan ciento cincuen-
ta, se nombrará ya un elector, y en aquellas en que no haya este número se
reunirán los vecinos a los de otra inmediata para nombrar el elector o elec-
tores que les correspondan”.76 A diferencia de los electores parroquiales, los
compromisarios tenían un número limitado, no podían exceder de treinta y
uno. Si a una parroquia se asignaba un elector, le correspondían once; si se
le asignaba dos, le correspondía veinte y uno; y si le asignaban tres o más, el
número máximo era de treinta y uno.
72. Rodríguez O., Larevoluciónpolítica..., 53-54.
73. Deidán de la Torre, Pueblosysoberanía..., 99.
74. ConstituciónPolíticadelaMonarquía..., título III, cap. III, art. 38.
75. Ibíd., art. 39.
76. Ibíd., art. 40.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 56
Cuadro 2. Partido de Otavalo de acuerdo
con el Plan general de elecciones de 1813
Parroquias Compromisarios Electores parroquiales
El Jordán 31 15
Cotacachi 31 7
Atuntaqui 21 2
Cangagua 11 1
San Luis 31 3
Cayambe 21 2
San Pablo 31 3
Tocache 4
Tabacundo 7 1
Urcuquí 12
Yntag 1 2
Tumbabiro 4
Fuente: “Plan de elecciones...”.
Elaborado por el autor.
Al igual que en la designación de electores parroquiales, el nombramiento
de compromisarios en poblaciones pequeñas se procedía con agregaciones.
Art. 43.- Se observará que aquella parroquia que llegare a tener veinte vecinos
elegirá un compromisario; la que llegare a tener de treinta a cuarenta, elegirá
dos; la que tuviere de cincuenta a sesenta, tres, y así progresivamente. Las pa-
rroquias que tuvieren menos de veinte vecinos se unirán con las más inmediatas
para elegir compromisario.
Art. 44.- Los compromisarios de las parroquias de las poblaciones pequeñas, así
elegidos, se juntarán en el pueblo más a propósito, y en componiendo el número
de once, o a lo menos de nueve, nombrarán un elector parroquial; si compusieren
el número de veinte y uno, o a lo menos de diez y siete, nombrarán dos electores
parroquiales y si fueren treinta y uno y se reunieren a lo menos veinte y cinco,
nombrarán tres electores, o los que correspondan.77
Como se puede observar, las parroquias de Tocache y Tabacundo, con
cuatro y siete compromisarios, respectivamente, debían reunirse en Tabacun-
do y designar un elector parroquial. En el caso de las parroquias de Urcuquí,
Íntag y Tumbabiro, con doce, uno y cuatro compromisarios respectivamente,
debieron reunirse en Urcuquí para nombrar dos electores parroquiales.78
77. Ibíd., arts. 43-44.
78. “Expediente seguido sobre la formación...”, f. 24.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 57
el proCeso eleCtoral
El primer proceso electoral gaditano en Otavalo, que debía designar al-
caldes, regidores y procuradores síndicos, se llevó a cabo el 21 de noviembre
de 1813. Luego de escuchar la misa del Espíritu Santo, se trasladaron los
vecinos a la sala del cabildo, en donde se acostumbraba a hacer reuniones.
Se procedió a nombrar las autoridades respectivas:
Habiéndose juntado los Señores Electores Parroquiales en esta sala de cabildo
despues de haber vuelto de oír la Misa del Espíritu Santo y oído la exortación
que dijo oportunamente el Señor Doctor Don José Duque de Abarca, cura propio
de la Iglesia Matriz, y Vicario Provincial, se procedió a la Elección de Secretario
y dos Escrutadores, todo como se previene en la Constitución Nacional para la
elección de dos Alcaldes, ocho Regidores y dos Procuradores Síndicos. La Elec-
ción de Secretario recayó en el señor Don Carlos Rivadeneyra, y la de escrutado-
res en los Señores Don José Andrade, y Don Vicente Villasis.79
El cargo de secretario fue asignado a don Carlos Rivadeneyra y como
escrutadores estuvieron: don José Andrade y don Vicente Villasis. De esta
manera, la mesa electoral se componía del corregidor, don Xavier de Ascasu-
bi, quien ejerció las funciones de presidente, el secretario y los dos escruta-
dores. Una vez establecida la mesa electoral, se debía proceder a la elección
de autoridades locales. Sin embargo, el acta constitucional del ayuntamiento
de Otavalo muestra detalles para el análisis. En primer lugar, la elección de
alcaldes, regidores y procuradores síndicos se llevó a cabo el 21 de noviem-
bre y no en el mes de diciembre como lo indica la Constitución.80 En segundo
lugar, la elección de electores parroquiales para el ayuntamiento constitucio-
nal se debía hacer en cada pueblo. Mientras que el acta constitucional reeja
claramente que se reunieron representantes de todos los pueblos del partido
en Otavalo.
Por la Matriz del Señor del Jordán, el Señor Don José Duque de Abarca, su cura
propio y Vicario Provincial; y el Señor Don Antonio Castelo Presvitero = Por
la Parroquia de San Luis el Señor Doctor Don Pedro Balverde, su cura propio,
y Don Tiburcio Cavezas, Cacique y Governador de Provincia = Por la de Co-
tacachi, los Señores Don José Andrade, y Don Torivio Páez = Por la Parroquia
de Cayambe, los Señores Don Vicente Villasis, y Don Xavier Aguirre = Por la
de Atuntaqui el Señor Don José Burbano y Bolaños, su cura propio, y el Señor
Don Antonio Martínez = Por la de Urcuquí los Señores Don Miguel Carbajal y
79. “Testimonio del acta del Ayuntamiento...”, f. 2.
80. ConstituciónPolíticadelaMonarquía..., título VI, cap. I, art. 313.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 58
el Señor José Fochin. Este no ha asistido por impedimento, de que se ha sabido
en el acto mismo de la Elección = Por la de San Pablo Don Juan Suárez = Por la
de Tabacundo el Señor Don Juan Manuel Rodríguez = Por la de Tumbabiro el
Señor Don Carlos Rivadeneyra = Por la de Cangagua, Don José Benites = Por la
de Tocachi Don José Checa=81
Esto quiere decir que se escogieron en cada pueblo electores parroquia-
les y que luego estos se reunieron en Otavalo. Sin embargo, el acta constitu-
cional presenta una particularidad con relación a los compromisarios. Para
empezar, cabe mencionar que en ninguno de los 15 artículos referentes a los
ayuntamientos (gobierno interior de las provincias y los pueblos) se hace re-
ferencia a ellos.82 Esto indica que, de acuerdo con la Constitución, su elección
no está ligada al primer proceso electoral que debía nombrar autoridades
locales. Los compromisarios forman parte importante del segundo proceso
electoral (del nombramiento de diputados a Cortes). Ellos debían rmar el
acta de elección de electores de parroquia como lo indica la Constitución,83
pero en su lugar, el escribano de Otavalo da fe de que los compromisarios
rmaron el acta de elección de alcaldes, regidores y procuradores síndicos.
Lo más probable es que el escribano haya confundido los términos al dar
su testimonio y en lugar de escribir electores de parroquia haya redactado
compromisarios, lo cual no sería descabellado pues el acta presenta otras
imprecisiones, considerando la coyuntura política gaditana.
Los electores parroquiales seleccionados que constan con el nombre de
compromisarios en el acta fueron los siguientes: doctor José Duque de Abar-
ca, Pedro de Balverde, Antonio Castelo, doctor José Burbano y Bolaños, An-
tonio Martinez de la Vega, don Tiburcio Cabezas, José de Andrade y Luna,
Torivio Páez, Miguel Carbajal, Juan Suárez, Vicente Villasis, Xavier Agui-
rre, José Benítez, José Checa y Juan Manuel Rodriguez y Carlos Rivadenei-
ra, como secretario.84 Según señala el Decreto CLXII, el número de electores
que le correspondían a Otavalo era de 17.85 Sin embargo, el número total de
electores parroquiales presentes fue 16, ya que José Fochin faltó. Estos se
reunieron para participar en la designación de autoridades locales del ayun-
tamiento constitucional de Otavalo. Las autoridades locales electas fueron
las siguientes:
Dichos Señores unánimes y conformes después de examinadas y hallados co-
rrientes las credenciales, eligieron para Alcaldes a los Señores Don Joaquín Ro-
81. “Testimonio del acta del Ayuntamiento...”, f. 2 y 2/3.
82. ConstituciónPolíticadelaMonarquía..., título III, cap. III.
83. Ibíd., art. 54.
84. “Testimonio del acta del Ayuntamiento...”, f. 1/r y 2.
85. Decreto CLXII de 23 de mayo de 1812..., acápite VI.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 59
dríguez de Ribadeneyra y Don Juan Manuel Rodríguez. Para Regidores a los
Señores Don Cayetano Xaramillo y Sola, Don Toribio Páez de Trastamara, Don
José Donoso y Espinoza, Don José Andrade, Don Mariano Albuja, Don Tibur-
cio Cavezas, Don Joaquín Espinoza de los Monteros, y Don José Hendara. Para
Sindicos Personeros, a los señores Don José Reyes Carrasco y Don Antonio Al-
zamora.86
Como se puede observar, las elecciones en el partido de Otavalo no se
realizaron en buena parte como lo establecía la Constitución. En este caso,
se eligieron electores de parroquia para todo el partido de Otavalo y no por
parroquias como se debía realizar. El caso de Otavalo es particular: el asiento
fue ascendido a villa en 1811, por ende, tuvo derecho a instituir un cabildo,
a través de elecciones de Antiguo Régimen, en enero de 1812. En ese mismo
año se promulgó la Constitución de Cádiz y el año siguiente se celebraron
las elecciones. En menos de dos años la estructura política del corregimiento
tuvo que asimilar cambios muy signicativos. En cuanto a la creación de un
ayuntamiento constitucional, con autoridades de todo el partido, responde a
la orden de Montes de no crear en todos los pueblos cabildos constituciona-
les, por considerarlos perjudiciales. Por esa razón, representantes de todo el
partido acudieron al único pueblo que sí pudo crear un ayuntamiento y su
erección fue guiada por lo que establecía el Decreto CLXII.
no había tenido a bien que se formasen en todos los pueblos cabildos constitucio-
nales con arreglo a su vecindario conforme lo prevenido en la Constitución, por
evitar las Juntas populares entre gentes sin principios, y porque conocía que es-
tas reuniones, y formación de Corporaciones eran absolutamente perjudiciales,
no solamente en esta Provincia, sino en cualesquiera otra que no hubiese pade-
cido sus convulsiones, determiné que se formasen solamente Ayuntamientos en
los cabezas de Provincia o de Partido, como son Otavalo, Tumaco, Esmeraldas,
Micay, Latacunga, Ambato, Guaranda, Alausí, Jaén de Bracamoros, y Provincia
de los Pastos87
En tal virtud, el corregimiento de Otavalo no se adaptó al nuevo orden
político gaditano, sino que la Constitución española fue ajustada a la reali-
dad local. La Constitución de Cádiz reforzó la representación política local
que ya se estableció en 1812, como consecuencia de la erección de la segunda
junta de Quito. Siguiendo el planteamiento de Chiaramonti, la noción de
86. “Testimonio del acta del Ayuntamiento...”, f. 2/r.
87. Toribio Montes, “Recepción y obedecimiento de la real orden del 24 de mayo úl-
timo, relativa a la suspensión de creación de nuevos ayuntamientos, y el método en que
se instalaron en la provincia”, Quito, 7 de diciembre de 1814. AGI, Quito, 258, Índice del
ocio n.º 2.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 60
ciudadanía y el proceso electoral para la erección del ayuntamiento constitu-
cional no fueron controlados por los funcionarios de gobierno.88 La inclusión
y exclusión de la ciudadanía estuvo a cargo de las autoridades locales. En
este orden de ideas, si la designación de la ciudadanía estuvo a cargo de las
autoridades locales, la práctica electoral y sus resultados fueron controlados
por ellas. En este sentido, los vecinos principales de Otavalo se mantuvieron
dentro de la estructura de poder local por vía electoral. Por lo cual, según
señala Rebata Delgado, es comprensible que los actores del poder local, ante
la nueva representación y el nuevo sistema de elección, hayan establecido
acuerdos previos sobre los puestos a ocupar, pues estos acuerdos se los hacía
desde mucho antes. Estos grupos de poder usaron, en parte, la cooptación y
el arreglo de la tradición de antiguo régimen con la novedad gaditana para,
por vía de la designación y elección, conservar sus privilegios.89
Al hacer un análisis comparativo de las elecciones de 1812 con las de
1813, se puede evidenciar que muchos personajes coinciden como autori-
dades designadas en varios cargos. En 1812 los comisionados fueron: don
Mariano Albuja, don José Duque de Abarca y Francisco de Grijalva; los vo-
cales electores: don Luis Boada, don Manuel Solar, don Mariano Paredes,
don Toribio Páez de Trastamara y don Antonio de Andrade. Las autoridades
electas: para alcalde de primer voto, don Toribio Páez de Trastamara y para
alcalde de segundo voto, José de Andrade y Luna. Cabe mencionar que hay
varios casos en los que tanto el alcalde de primer voto, don Torivio Páez de
Trastamara, como el de segundo voto, José de Andrade y Luna, son autori-
dades electas en ambos procesos electorales. En 1812, Torivio Páez fue vocal
elector, alcalde de primer voto, y en 1813, a través de comicios gaditanos, es
electo como compromisario y como elector parroquial de Cotacachi. José de
Andrade y Luna fue elegido en 1812 como alcalde de segundo voto y en 1813
se lo nombró escrutador, elector parroquial de Cotacachi. Don José Duque de
Abarca fue comisionado de las elecciones en 1812 y en 1813 fue electo como
elector parroquial de El Jordán.
El análisis numérico del plan de elecciones muestra una realidad com-
pletamente distinta. Si sumamos los compromisarios y electores parroquia-
les de todas las parroquias de Otavalo se obtiene lo siguiente: doscientos
seis compromisarios y treinta y seis electores parroquiales en total, lo cual
sugiere una población políticamente votante de siete mil doscientos vecinos.
Con base en la población votante, en teoría, se debieron establecer al menos
siete ayuntamientos constitucionales en el corregimiento de Otavalo; pero
si seguimos únicamente el criterio constitucional, basado en individuos con
88. Chiaramonti, “Ensayando nuevos derechos...”, 323.
89. Rebata Delgado, “Elecciones de los ayuntamientos...”, 147.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 61
alma, el número de ayuntamientos debió ser aún mayor. “Se pondrá ayun-
tamiento en los pueblos que no le tengan, y en que convenga le haya, no
pudiendo dejar de haberle en los que por sí o con su comarca lleguen a mil
almas, y también se les señalará término correspondiente”.90 En la práctica,
únicamente se estableció un ayuntamiento constitucional para todo el parti-
do de Otavalo.
ConClusiones
Tanto los rituales de publicación y jura se presentaron como instrumen-
tos que reforzaban el vínculo entre el monarca y sus vasallos pues era fun-
damental que el nuevo orden constitucional se legitime en un contexto de
rituales tradicionales. El imaginario político de ciudadanos con voluntad
individual solo se expresó normativamente en la Constitución, pero, en la
práctica, los rituales del momento gaditano fueron la expresión de una so-
ciedad corporativa. Los rituales que tenían por objetivo legitimar la novedad
política que la Constitución expresaba fueron congurados bajo la venia de
la religión católica. En ese sentido, no hay una disociación entre represen-
tación política y religión, sino que esta es usada como un instrumento que
aporta legitimidad a la Constitución.
Mientras que en los pueblos de la península se destacó la representa-
ción simbólica de la Constitución y la nación española, dejando en un papel
secundario al monarca, en Otavalo la jura de la Constitución no presenta
elementos simbólicos importantes que reeran a la carta gaditana. El retrato
del monarca no fue apenas parte del repertorio simbólico para legitimar el
nuevo orden político que la Constitución expresaba, sino que tuvo mayor
presencia.
En lo que respecta al proceso electoral, su aplicación se efectuó bajo el
criterio y discrecionalidad de las autoridades locales. Si bien el plan de elec-
ciones de Montes fue un documento guía bastante detallado, resultó insu-
ciente pues la Constitución dejó vacíos normativos de gran importancia en
cuanto a la elección de autoridades de los ayuntamientos constitucionales.
En la práctica, las elecciones tuvieron una adaptación local. En Otavalo, los
procesos electorales permitieron el reacomodo constitucional de las élites
locales en el poder. El establecimiento de un solo ayuntamiento constitu-
cional por órdenes de Toribio Montes pone de maniesto que los mismos
individuos se perpetuaron en los cargos públicos, como sucedía antes de la
Constitución de Cádiz.
90.ConstituciónPolíticadelaMonarquía..., título VI, cap. I, art. 310.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 62
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Debates on the Republic in El Quiteño Libre.
Political Culture and Press (1833-1834)
DebatesemtornodaconcepçãoderepúblicanoEl Quiteño Libre.
Culturapolíticaeimpressos(1833-1834)
Roger Castro Lagos
Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE)
Quito, Ecuador
recastro2@espe.edu.ec / rcastrolagos@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3836-9711
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3394
Fecha de presentación: 8 de enero de 2022
Fecha de aceptación: 14 de febrero de 2022
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 65-92. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
Este artículo analiza el modelo republicano pensado y promovido por
los artíces del periódico El Quiteño Libre. En cada una de sus
publicaciones, el periódico cuestionó las acciones del presidente
Juan José Flores y, a la vez, expuso argumentos que muestran
el pensamiento de los editores y permite identicar la manera de
concebir la república para el Ecuador independiente, distinta de la
que se está construyendo bajo el mandato de Flores. El artículo
identica a las personas responsables de las publicaciones, describe
la materialidad de El Quiteño Libre y analiza los debates planteados
por el periódico entre los años 1833-1834.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
historia política, historia cultural, prensa, siglo XIX, Ecuador,
república, Juan José Flores.
ABSTRACT
This article analyzes the Republic foundation promoted by the
El Quiteño Libre’s editor team. In each of its issues, the journal
questioned the actions of President Juan José Flores and
simultaneously exposed arguments that show the editors’ thoughts
and allow us to identify the way of conceiving the Republic for an
independent Ecuador, dierent from the one being built under Flores’
mandate. The article identies the people behind the publications,
describes the materiality of El Quiteño Libre, and analyzes the debates
raised by the journal between the years 1833-1834.
Keywords: Latin American history, History of Ecuador, political
history, cultural history, press, nineteenth century,
Ecuador, Republic, Juan José Flores.
RESUMO
O artigo analisa a ideia de república promovida pelos atores de
El Quiteño Libre. Em cada uma de suas publicações, o periódico
questionou a atuação do presidente Juan José Flores e, ao mesmo
tempo, apresentou argumentos que demonstram os pensamentos dos
editores e permitem identicar uma forma de conceber a república
diferente da qual vinha sendo construída sob o mandato de Flores. O
estudo identica os dirigentes da publicação, descreve
a materialidade do El Quiteño Libre e analisa os debates gerados
na publicação entre 1833-1834.
Palavras chave: história latino-americana, história do Equador,
história política, história cultural, imprensa, século XIX,
Equador, República, Juan José Flores.
introduCCión
El Quiteño Libre fue un periódico de oposición que expresó públicamente
el rechazo al gobierno del presidente Juan José Flores, a quien acusaba de
gobernar para sí mismo y para sus cercanos, sin respetar la Constitución y
las leyes.1 En las publicaciones del periódico, entre los cuestionamientos al
presidente es posible identicar también una propuesta de república. Flores
gobernó en un ambiente de crítica a su gestión que fue del plano privado al
público. Los cuestionamientos pasaron de las tertulias de salón de los aris-
tócratas nativos y de los círculos universitarios a la expresión pública en los
periódicos.2 Iniciado bajo el alero de la Sociedad El Quiteño Libre, este perió-
dico semanal, que tuvo un total de 36 números, expresaba abiertamente su
visión de Flores acusándolo no solo de autoritario, sino también de realizar
una mala gestión administrativa.
Este artículo se aleja de estudios anteriores sobre El Quiteño Libre, los
cuales en su mayoría parten de una perspectiva liberal y, en muchos casos,
bajo la inuencia de la historia tradicional, que ensombrece la gura de Flo-
res y exaltan los discursos críticos del periódico, su valentía, y lamentan la
represión contra algunos de sus editores, en octubre de 1833.3 El objetivo es
analizar el discurso propuesto por el periódico para descubrir la forma en
que sus editores estaban pensando la república, frente al proyecto concreto
materializado por Juan José Flores. El periódico no propuso de manera ex-
plícita un nuevo proyecto, pero su crítica da lineamientos de lo que “debiera
ser” y que el presidente no estaba haciendo. El estudio se enmarca en la his-
toria cultural y la historia política.
La metodología empleada sigue la propuesta de Miriam Dobson y Benja-
min Ziemann, así como los aportes de Stephen Vella para interpretar fuentes
primarias y, en especíco, los periódicos.4 Se trata de analizar el contenido
1. Retomo el término “periódico de oposición” como categoría de análisis que al-
gunos autores, como Diego Pérez Ordóñez, han utilizado para este periódico, aunque el
concepto no aparece de manera explícita en el periódico.
2. Mark van Aken, El rey de la noche: Juan José Flores y el Ecuador, 1824-1864 (Quito:
Banco Central del Ecuador, 2005), 155.
3. Es el caso de ElQuiteñoLibre.ElmásespectacularperiódicodeoposicióndelaRepública
de Diego Pérez Ordóñez, cuyo nombre habla por sí mismo. Enrique Ayala Mora considera
que se tiraniza la obra de Flores, destacando la crítica que el periódico realiza a su gestión
y responsabilizando directamente a Flores de la muerte de los editores del periódico. En-
rique Ayala Mora, “Los muertos del oreanismo”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia,
n.º 27 (enero-junio 2008): 57-80.
4. Miriam Dobson y Benjamin Ziemann, eds., Reading Primary Sources (Oxford: Rout-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 68
del periódico considerando los conceptos empleados y las relaciones entre
ellos, las metáforas, la presencia (o ausencia) del autor y su relación con los
lectores y la narrativa del texto. El periódico se aborda como objeto de estu-
dio más que como fuente histórica, considerando siempre su subjetividad,
puesto que, tal como arma Vella, los periódicos no reejan los hechos con-
temporáneos de manera objetiva, ni son conductores neutrales de informa-
ción, sino guardianes y ltradores de ideas.5 Se analiza también su mate-
rialidad, es decir, su forma física, su diseño, su conguración tipográca.
“Esta denición, que proviene de la bibliografía analítica [...] busca examinar
históricamente la incidencia de los procesos de producción y recepción de
los textos en los sistemas de construcción de sentido”.6
En el Ecuador, la prensa asumió un importante papel a partir de la separa-
ción de la república de Colombia, en 1830. Aun así, la mayoría de estudios son
de carácter descriptivo y cronológico.7 María Elena Bedoya ha realizado una
aproximación más analítica, mediante el estudio de la conguración de un
escenario para la prensa en Quito entre nales del siglo XVIII y 1840; la autora
dedica una pequeña parte a describir los principales objetivos de El Quiteño
Libre, identicar a sus promotores, la reacción de Flores frente al periódico y
la revuelta de octubre de 1833.8 Un análisis elaborado desde una perspectiva
liberal es la obra de Alfredo Albuja Galindo, que realiza un recorrido por los
principales periódicos del país y su rol político en la historia ecuatoriana des-
de la llegada de la imprenta a la Audiencia de Quito a nales del siglo XVIII
hasta mediados del siglo XX. Albuja Galindo deende abiertamente El Quiteño
Libre, armando que fue una respuesta a los “males político-sociales” y que su
aparición era una “necesidad imprescindible”.9 En la misma línea ideológica
se inscribe la obra de Diego Pérez Ordóñez que, según sus propias palabras,
busca interpretar el “espíritu” del periódico desde las personas que impulsa-
ledge, 2009). Aunque se reere a la prensa actual, el texto de Teun van Dijk, “Estructuras
textuales de las noticias de prensa”, Análisi.Quadernsdecomunicacióicultura 7/8 (marzo
1983): 77-105, aporta valiosas contribuciones metodológicas para el análisis de periódicos.
5. Stephen Vella, “Newspapers”, en ibíd., 192-208.
6. Donald F. McKenzie, BibliographieandtheSociologieofTexts (Cambridge: Cambridge
University Press, 1999), 7-75.
7. Véase Isaac J. Barrera, La prensa en Ecuador (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana,
1955); Camilo Destruge, Historia de la prensa de Guayaquil (Quito: Corporación Editora Na-
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(Guayaquil: Archivo Histórico del Guayas, 1998).
8. María Elena Bedoya, PrensayespaciopúblicoenQuito1792-1840 (Quito: FONSAL,
2010).
9. Alfredo Albuja Galindo, Elperiodismoenladialécticapolíticaecuatoriana, 2 t. (Quito:
La Tierra, 2013).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 69
ron a El Quiteño Libre.10 El trabajo de Pérez Ordóñez hace un esfuerzo por des-
cribir el periódico, identicar a sus promotores y las inuencias intelectuales
en las que se apoyaba, pero se muestra demasiado parcial a favor del periódi-
co, exaltando a sus promotores y manifestándose explícitamente en contra de
Juan José Flores. Para el período comprendido de 1830 en adelante no existen
estudios que hayan considerado el rol de la prensa desde la Nueva Historia
Política o considerándola como un espacio de generación de opinión pública.11
Entre los autores que han discutido sobre la prensa como objeto de estudio,
François-Xavier Guerra plantea que esta, como medio moderno, movilizó nue-
vas prácticas de pensar y hacer la política. La prensa fue un hecho fundamental
ya que por medio de su lectura se dio paso al conocimiento y a la incorporación
de las nuevas ideas en el tránsito a la modernidad política.12 Aunque Guerra
enfatiza su análisis en el proceso de revoluciones atlánticas, sus aportes son vá-
lidos también para estudiar el comportamiento de la prensa durante la instau-
ración de las nuevas repúblicas. El protagonismo de la prensa en los debates fue
un fenómeno cultural y político compartido por las nuevas sociedades republi-
canas. Fernando Unzueta ha destacado el papel político de la prensa boliviana
en el proceso de formación de la república, entre los años 1825 y 1855.13 Para
Marcel Velázquez la prensa llegaba a un público más amplio que, por ejemplo,
los libros y su contenido alcanzaba, incluso, a la mayoría que no sabía leer.14
El QuitEño librE: un periódiCo de oposiCión
El Quiteño Libre tuvo dos etapas: la primera, de mayo a septiembre de 1833 y
la segunda, de septiembre a diciembre de 1834. Su aparición se inscribe en la ló-
gica de la cultura política del siglo XIX, que, según Gilberto Loaiza Cano, vio en
la sociabilidad un mecanismo que podía contribuir a la denición de lealtades o
10. Diego Pérez Ordóñez, ElQuiteñoLibre.Elmásespectacularperiódicodeoposicióndela
República (Quito: Abya-Yala, 1999), nota 3.
11. Enrique Ayala Mora ha publicado un análisis del rol de la prensa en la historia
de Ecuador que menciona algunos elementos para esta época. Enrique Ayala Mora, “La
prensa en la historia del Ecuador: una breve visión general”, en Paper Universitario (Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2012), https://repositorio.uasb.edu.
ec/bitstream/10644/3016/1/Ayala-CON-002-La%20prensa.pdf.
12. François-Xavier Guerra, Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones
hispánicas (Ciudad de México: MAPFRE, 1992).
13. Fernando Unzueta, “Periódicos y formación nacional: Bolivia en sus primeros
años”, Latin American Research Review 35, n.º 2 (2000): 45, http://www.jstor.org/sta-
ble/2692134.
14. Marcel Velázquez Castro, comp., Larepúblicadepapel (Lima: Universidad de Cien-
cias y Humanidades, 2009).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 70
adhesiones. Surgieron sociedades para debatir entre iguales sobre temas como la
dirección del Estado o la representación política del pueblo. Tertulias, cafés, ga-
lleras, casas de artesanos, imprentas, iglesias, plazas, logias, etc., sirvieron como
punto de encuentro regular o esporádico para quienes se iniciaban en ciertas
prácticas de lectura, la discusión o la adhesión a alguna campaña política.15
Durante la década de 1830, el Ecuador atravesó por dicultades en diver-
sos ámbitos. Según la Constitución, el país era unitario, dividido en departa-
mentos, provincias, cantones y parroquias. Esta división llevó a un federalis-
mo de facto, ya que al ser los departamentos las unidades territoriales más im-
portantes, sus capitales Quito, Guayaquil y Cuenca se propusieron mantener
sus cuotas de poder, por lo que el país entró en un proceso de inestabilidad por
la lucha política entre los intereses integradores del gobierno y los deseos de
los departamentos de no perder el poder que hasta entonces tenían.16
Esta situación generó dicultades a la administración de Flores. Pedro Fer-
mín Cevallos señala que las circunstancias “eran las menos adecuadas para el
bienestar, cuanto más para el progreso y prosperidad”. Argumentaba también
que tanto la ley fundamental como las secundarias estaban “llenas de vacíos”;
además de los otros males que aquejaban a la república: una división depar-
tamental mal constituida; un ejército compuesto en su mayoría de extranjeros
que unas veces estaban conformes, otras, descontentos; deudas nacionales y
extranjeras; todos estos eran obstáculos para conducir el nuevo Estado.17 El
primer gobierno debió enfrentar tres insurrecciones militares entre abril de
1831 y agosto de 1832. La represión fue costosa y sangrienta y desde entonces
la economía y la imagen del gobierno resultaron seriamente perjudicadas.18
Enrique Ayala Mora coincide con Pedro Fermín Cevallos en cuanto a la situa-
ción económica, señalando que los ingresos del Ejecutivo eran muy bajos y
que en su mayoría los absorbían las Fuerzas Armadas y la alta burocracia. El
presupuesto creció muy poco durante las primeras cuatro décadas.
Ante esta situación, las decisiones tomadas por Flores fueron vistas como
autoritarias y despóticas y generaron una creciente oposición política. Este re-
chazo se originó en los salones y tertulias de los letrados, que luego se tradu-
jeron en publicaciones impresas.19 Mark Van Aken presenta una visión más
15. Gilberto Loaiza Cano, Sociabilidad,religiónypolíticaenladenicióndelanación.Co-
lombia, 1820-1886 (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2011), 20.
16. Juan Maiguashca, “El proceso de integración nacional en el Ecuador: el rol de po-
der central, 1830-1895”, en HistoriayregiónenelEcuador:1830-1930, ed. por Juan Maiguash-
ca (Quito: FLACSO Ecuador / CERLAC / IFEA / Corporación Editora Nacional, 1994), 361.
17. Pedro Fermín Cevallos, Historia del Ecuador (Guayaquil / Quito: Ariel, s. f.), 17-18.
18. Aken, El rey de la noche..., 125.
19. Pedro Moncayo, El Ecuador de 1825 a 1875. Sus hombres, sus instituciones y sus leyes, vol.
1 (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1979 [1906]), 114; Aken, ibíd., 155.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 71
crítica sobre estas acusaciones señalando que “Flores, aparentemente no tenía
mayores escrúpulos en sus transacciones nancieras privadas, pero no se pue-
de deducir de esto que fuera necesariamente culpable del desorden scal del
gobierno”.20 De acuerdo al autor, la mayoría de miembros del Congreso “eran en
general ineptos y timoratos en el manejo de los problemas presupuestarios”.21
Flores optó por reformas scales para obtener mayores fondos en los
distintos departamentos, agilizar la recaudación e imponer fuertes multas
a la evasión tributaria.22 Pero estas medidas no lograron el efecto esperado;
a mediados de 1833 los problemas nancieros devinieron en crisis políti-
ca. Según Cevallos, la oposición cuestionaba a Flores porque no estabilizaba
la economía, mientras él mismo llevaba una vida de lujo y ostentación. De
acuerdo con el autor, la oposición se jactaba de patriotismo, pero también
tenía intereses propios y, si bien era cierto que Flores no fue del todo eciente
en su gobierno, también era cierto que el Estado apenas estaba naciendo y
era muy difícil lograr una organización del mismo en tan poco tiempo.23 En
este contexto apareció El Quiteño Libre, como resultado de las deliberaciones
de un grupo de ilustrados opositores a Flores, que crearon una sociedad del
mismo nombre. Se reunían regularmente para discutir la realidad del país y
para exponer públicamente su pensamiento, intentando demostrar que re-
presentaban a un sector mayoritario.
La sociedad El Quiteño Libre fue iniciada por el coronel británico Fran-
cisco Hall, quien había participado en las batallas de la independencia bajo
las órdenes de Simón Bolívar, de 1818 a 1822. Seguidor de la losofía utili-
tarista de Jeremy Bentham,24 Hall fue profesor de la Universidad Central y
20. Aken, ibíd., 144.
21. Ibíd.
22. Para una mayor profundización del aspecto económico en los primeros años
de la república y las medidas tomadas por Flores y sus sucesores véase Viviana Velas-
co Herrera, “Negociar el poder: scalidad y administración pública en el proceso de
construcción del Estado ecuatoriano, 1830-1875” (tesis de doctorado, Universitat Pom-
peu Fabra, 2013), 81-166, https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/129812/tvvh.
pdf?sequence=1&isAllowed=y.
23. Cevallos, Historia del Ecuador, 75-77.
24. El utilitarismo es la teoría moral para la cual una acción es moralmente adecuada
solo si produce al menos tanto bien (utilidad) para las personas afectadas por la acción
como cualquier acción alternativa que la persona pudiera hacer en su lugar. Su partida-
rio más conocido es J. S. Mill quien formuló el principio: “Actúa siempre de manera que
produzcas el máximo de felicidad. Dan W. Brock, “Utilitarismo”. En Diccionario Akal de
losofía, ed. por Robert Audi (Madrid: Akal, 2004), 999. Jeremy Bentham, seguidor de este
pensamiento, fue profesor y amigo de Francisco Hall. Bentham aplicó los principios del
utilitarismo a la política señalando que cualquier acción o medida de un gobierno debe
tomarse solamente cuando se orienta al aumento de la felicidad de cada uno de los afecta-
dos. Richard Brand, “Bentham, Jeremy”, en ibíd., 100.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 72
redactor del periódico El Venezolano cuyas publicaciones molestaron a José
Antonio Páez, que lo expulsó, razón por la cual regresó a Ecuador y se radicó
en el barrio de San Roque.25 Siguiendo instrucciones de Hall, los miembros
de la sociedad idearon un proyecto de “oposición nacional” contra la admi-
nistración de Flores;26 el coronel José María Sáenz fue designado presidente
y José Miguel Murgueitio, secretario. También pertenecían a ella: Manuel
Matheu, Ignacio Zaldumbide, Manuel y Roberto de Ascásubi, Vicente Sans,
Manuel Ontaneda, el coronel Wright,27 y el comandante Pablo Barrera. Hall
se comprometió como redactor del periódico, mientras que Pedro Moncayo
era el editor.28 Más tarde se integró José Félix Valdivieso, hacendado y polí-
tico, ministro del Interior de Flores y removido de su cargo, tras ser acusado
de vinculaciones con la sociedad El Quiteño Libre.29
En un estudio del período, Silvia Vega evidencia que varios miembros
eran propietarios de haciendas en la sierra ecuatoriana, es decir, tenían po-
der económico.30 Ellos mismos armaban que la sociedad estaba compuesta
de hombres que no necesitaban de empleos para vivir o que tenían la capa-
cidad económica para invertir en infraestructura pública.31 También hacían
parte de la agrupación algunos militares de alto rango, lo que da cuenta
de que existían distintas posiciones entre ellos en relación con el presidente
Flores, quien también era militar. En un remitido se le acusaba de haberles
reducido los sueldos, de manera que no les alcanzaba para vivir.32
Entre los ilustrados destaca Pedro Moncayo, con conocimientos en -
losofía, jurisprudencia y derecho.33 Se inició a la vida pública en El Quiteño
Libre, pero su carrera continuó después como publicista, propagandista e
ideólogo del liberalismo.34 Otro de ellos era Vicente Rocafuerte, heredero de
una gran fortuna, que se había educado en España y Francia, partidario de
25. Rodolfo Pérez Pimentel, DiccionariobiográcodelEcuador (Guayaquil: Universidad
de Guayaquil, 1987), 156-157.
26. Moncayo, El Ecuador de 1825..., 113, 114.
27. No se menciona el nombre de este coronel. Es probable que se trate de Ricardo
Wright. “Abusos del poder”, El Quiteño Libre, n.° 15, 18 de agosto de 1833.
28. Ibíd., 113; Pedro Fermín Cevallos, Resumen de la historia del Ecuador desde su origen
hasta 1845, t. 5 (Guayaquil / Quito: Ariel, s. f.), 82.
29. “Ministerio del Interior”, El Quiteño Libre, n.º 11, 21 de julio de 1833.
30. Silvia Vega, Ecuador: crisis políticas y Estado en los inicios de la república (Quito:
FLACSO Ecuador / Abya-Yala, 1991), 43.
31. “Gaceta de Gobierno”, El Quiteño Libre, n.º 11, 21 de julio de 1833; “Utilidad Públi-
ca”, ibíd., n.º 13, 4 de agosto de 1833.
32. Heráclito que un día será Demócrito, “Remitido”, ibíd., n.º 3, 25 de mayo de 1833.
33. Pérez Pimentel, DiccionariobiográcodelEcuador, 205-206.
34. Guillermo Bustos, “El Ecuador de 1825 a 1875: notas para su análisis historiográ-
co”, en Pensamiento de Pedro Moncayo, ed. por Enrique Ayala Mora (Quito: Fundación
Friedrich Naumann / Corporación Imbabura/ Corporación Editora Nacional, 1993), 102.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 73
una autonomía de las colonias en el marco constitucional de Cádiz; se opuso
al monarquismo y fue partidario del sistema político norteamericano.35 No
hay evidencias de que perteneciera a la sociedad, pero contaba con su apoyo
y admiración.36
Annick Lempérière considera que los miembros de este tipo de socieda-
des manejaban el conocimiento y los artefactos literarios de la época y busca-
ban transmitir sus ideas a las nuevas generaciones, difundirlas y conferirles
una utilidad social y política.37 Aunque la autora se reere al caso argentino,
su descripción se ajusta a la sociedad El Quiteño Libre. Estos hombres —no
se menciona la presencia de mujeres— no solo se reunían a debatir sobre
temas políticos, también se encargaron de exponer sus opiniones al público
y deseaban perpetuar la memoria de El Hombre Libre de Guayaquil, periódi-
co opositor que circulara en 1830. Es decir, se consideraban continuadores
de una oposición que no había comenzado con ellos y que, tal como señala
Lempérière, pretendían dar a conocer a las nuevas generaciones .38
La imprenta vino a ser el medio ideal para comunicar sus ideas, ya que
ellos pretendían representar a la opinión pública, entendida como la opinión
generalizada; tenían un alto concepto de sí mismos como generadores de
prensa. Algo similar a lo que Unzueta ha mencionado para Bolivia, donde
esta se consideraba “invento divino” y “el agitador universal”;39 para el caso
ecuatoriano, esta prensa se veía a sí misma como “arma terrible”40 o como el
“único freno”41 contra el autoritarismo. De manera que la primera etapa de
publicaciones de El Quiteño Libre concluyó de manera violenta: el contenido
y el lenguaje del periódico gestaron una profunda tensión con Flores, la no-
che del 19 de octubre de 1833 generó un enfrentamiento entre las autoridades
armadas y miembros de la sociedad, algunos de los cuales resultaron muer-
tos.42 De este suceso hay al menos dos versiones: una partidaria del periódico
35. José Antonio Aguilar Rivera, “Vicente Rocafuerte, los panetos y la invención
de la República hispanoamericana”, en Construccionesimpresas.Panetos,diariosyrevistas
enlaformacióndelosEstadosnacionalesenAméricaLatina,1820-1920, ed. por Paula Alonso
(Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003), 17-18.
36. “Al Sr. Vicente Rocafuerte”, El Quiteño Libre, n.º 2, 19 de mayo de 1833; ibíd., n.º
15, 18 de agosto de 1833.
37. Annick Lempérière, “Los hombres de letras hispanoamericanos y el proceso de
secularización (1800-1850)”, en Historia de los intelectuales en América Latina, dir. por Carlos
Altamirano (Buenos Aires: Katz, 2008), 243.
38. Ibíd.
39. Unzueta, “Periódicos y formación...”, 45.
40. “Periódicos”, El Quiteño Libre, n.º 35, 14 de diciembre de 1834.
41. Ibíd., n.º 26, 5 de octubre de 1834.
42. La historia tradicional en su gran mayoría relata este suceso desde una visión muy
desfavorable a Flores, véase por ejemplo Ayala Mora, “Los muertos del oreanismo”, nota
Procesos 56, julio-diciembre 2022 74
y una suerte de versión ocial.43 Está claro que hubo un intento de revuelta
en la que se encontraban involucrados sus miembros, quienes buscaron el
apoyo militar, pero fueron denunciados y la revuelta reprimida. Al parecer,
ese fue el nal de El Quiteño Libre: Francisco Hall murió, Pedro Moncayo
fue apresado y, por cerca de un año, el periódico dejó de publicarse.
Para el segundo período, el grupo responsable de las publicaciones fue
la Sociedad Patriótica, a la que pertenecía la imprenta y rmaba algunas
notas del periódico.44 No se ha encontrado documentación que permita iden-
ticar a los miembros de esta sociedad. Rocafuerte parece haber sido uno de
ellos, según una nota que lo señala como miembro, aunque su permanencia
fue breve, dado que pactó con Flores en 1834.45 En esta nueva etapa, El Qui-
teño Libre siguió la tendencia iniciada a partir de 1808, cuando se produjeron
cambios en la producción y circulación de periódicos en Hispanoamérica.
Hasta entonces era común que tocaran temas de carácter cientíco, alejados
de la política, como hacía el Semanario del Nuevo Reino de Granada, que dejó
de publicarse por el poco interés de los lectores. Luego, el propio redactor de
este participó en uno nuevo y de carácter distinto: el DiarioPolíticodeSanta-
.46 En esa época los periódicos eran una muestra de los diversos conictos
inherentes al nacimiento de la república. “En este ambiente que conjugará
el periodismo con los diversos razonamientos político-intelectuales produ-
cirá discursos insertos en diarios y revistas que pretenderán [...] buscar en
la mente de sus lectores la adhesión de sus postulados”.47 El Quiteño Libre
entonces no solo fue un periódico político de opinión, también buscó con-
vencer con sus ideas y ganar adherentes a su causa.
La materialidad de El Quiteño Libre reeja aspectos importantes del pe-
riódico. Para Loaiza Cano, el epígrafe, el prospecto o el anuncio más peque-
ño relacionado con el lugar de venta, contienen información densa y pueden
reejar, por ejemplo, sus propósitos o condiciones de circulación, la situación
política que los movilizó, las referencias políticas o literarias que inspiraron
su aparición.48 Estas circunstancias nos muestran otros aspectos de la reali-
3. Una posición más favorable a Flores se encuentra en la obra de Pedro Fermín Cevallos;
mientras que Mark van Aken tiene la postura más neutral.
43. Véase “Suceso escandaloso”, Gaceta del Gobierno del Ecuador, n.º 116, 26 de octubre
de 1833.
44. “La Sociedad Patriótica a las víctimas del 19”, El Quiteño Libre, n.º 22, 7 de sep-
tiembre de 1834; “Sociedad Patriótica”, El Quiteño Libre, n.º 35, 14 de diciembre de 1834.
45. Ibíd., n.º 26, 5 de octubre de 1834.
46. Gilberto Loaiza Cano, “Prensa y opinión en los inicios republicanos (Nuevo Reino
de Granada, 1808-1815)”, HistoriaCrítica, n.º 42 (septiembre-diciembre 2010): 56-57.
47. Brenda Acevedo Guzmán, “El sujeto ilustrado o el gran otro en el diario La Misce-
lánea de 1831”, en Larepúblicadepapel, 74.
48. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 72.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 75
dad política, cultural y social de la época. Para Roger Chartier la materiali-
dad de los textos encierra un conjunto de relaciones y prácticas que tienen
que ver con un contexto especíco. El proceso en el que las obras adquieren
sentido “conlleva relaciones anudadas en tres polos: el texto, el objeto que
lo porta y la práctica que se apodera de él”.49 De manera que, si se pretende
restituir este proceso, se necesita considerar estos tres elementos. Reriéndo-
se al proceso de publicación de un texto, también señala Chartier que no se
puede separar lo textual de lo material.50 Es decir el contenido del texto no se
puede separar de su soporte o de sus elementos materiales, porque estos es-
tán en una relación en la que lo uno es denido por lo otro. La materialidad
del periódico también es parte del mensaje.
En su primera etapa, el periódico circulaba los domingos y se imprimía en
la Imprenta Quiteña, por Pedro Muños de Ayala.51 La suscripción podía reali-
zarse en la botica del Dr. Manuel Ontaneda, miembro de la Sociedad y costaba
seis pesos si era anual, tres pesos si era semestral y doce reales si era trimestral.
Los propios editores se encargarían de hacer llegar por correo los periódicos
a los suscriptores de otras ciudades y a los de Quito se les entregaba en su
propia casa.52 También se recibían suscripciones en Guayaquil, Cuenca, Pasto
y Popayán.53 Esta información muestra que, con cierta rapidez, se formó una
comunidad lectora, lo que Chartier y otros denominan “comunidad de senti-
do”, vinculada al periódico. A dos meses de su primera publicación ya había
interesados en otros lugares del país. También la alianza con El Corresponsal de
Popayán permite apreciar que se podían establecer sociedades con otros pe-
riódicos incluso fuera del país. En otra nota se señala también que el periódico
es “apreciado” por El Constitucional del Cauca,54 otro periódico colombiano.
El formato del periódico era de cuatro páginas escritas en doble colum-
na. Su tamaño era de 31 x 21 cm. Al igual que otros periódicos de la época, se
preocupaba de aprovechar de la mejor manera posible el poco espacio con el
que contaba, de forma que su letra es pequeña con títulos breves. En primer
lugar, aparecían las notas de opinión crítica, luego notas sobre hechos de
otros lugares o aquellas que reproducían o cuestionaban las de otros periódi-
cos (especialmente ociales o anes al gobierno), luego copias de documen-
tos o cartas. En los apartados nales se incluían los remitidos, para concluir
eventualmente con la respuesta a los remitidos o con algún aviso.
49. Roger Chartier, Libros, lecturas y lectores en la edad moderna (Madrid: Alianza, 1994), 46.
50. Roger Chartier, “¿Qué es un libro?”, en Qué es un texto, ed. por Roger Chartier
(Madrid: Ediciones Ciencias Sociales, 2006), 14.
51. A excepción del primer número que estuvo a cargo de J. de Terán.
52. Esta información aparece en la primera página de cada número.
53. “Aviso”, El Quiteño Libre, n.º 10, 14 de julio de 1833.
54. “Cauca”, ibíd., n.º 9, 7 de julio de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 76
En la primera página aparecía un eslogan en latín: Nulla enim nobis socie-
tascumTyrannis,sedpotiussummadistractioes.55 Esto puede leerse como una
declaración de principios en la que señalan la diferencia entre ellos y “el ti-
rano” personicado en Flores. También puede entenderse como una especie
de contraseña que solo algunos podrán comprender. La segunda etapa de
publicaciones comenzó con el número 21, el domingo 31 de agosto de 1834.56
El formato se mantuvo prácticamente igual, salvo por un dibujo de dos ra-
mas cruzadas sobre el título. Una diferencia considerable con el período an-
terior fue el tono crítico de las notas: más radical, más agresivo. Se acusaba
al Congreso de ser un “club de esclavos de su majestad Sr. Don Juan José
I” para luego señalar que “cubriéndose de ignominia autorizó al ejecutivo
para consumase la ruina de la patria moribunda”.57 Para referirse a Flores
se usaban términos como “pobre diablo”, “execrable tiranillo”, “basilisco”
o “escorpión de Puerto Cabello”. El domingo 21 de 1834 apareció el último
ejemplar del que se tiene constancia. Es probable que los cambios dispuestos
en la ley de imprenta, decretados en octubre de 1833, establecieran alguna
forma legal de impedir que siguiera circulando.58
Como era usual en la época, El Quiteño Libre hizo público sus objetivos
en lo que se denominaba “Prospecto”. Ubicado en la portada del primer nú-
mero, decía que “iluminaba la fundación del periódico; su función era publi-
citaria porque se concentraba en presentarse ante el público lector, en ofrecer
unos servicios, en prometer la satisfacción de deseos o necesidades”.59 Se
destacan cuatro propósitos: “1. Defender las leyes, derechos y libertades de
nuestro país. 2. Denunciar toda especie de arbitrariedad, dilapidación y pi-
llaje de la hacienda pública. 3. Conrmar y generalizar la opinión en cuanto
a los verdaderos intereses de la nación. 4. Defender a los oprimidos y atacar a
los opresores”.60 El periódico se mostraba a favor de la Constitución, aunque
consideraba que debía indicar los vacíos que esta contenía y las mejoras que
se le pudieran hacer. No pretendía atacar a los magistrados, quienes eran
vistos como el “órgano de la ley”. Los embates iban contra los que abusaban
de la ley para satisfacer sus pasiones y debían, por lo tanto, responsabilizarse
55. “Nosotros no tenemos ninguna sociedad con los tiranos, sino al contrario mucha
repugnancia”.
56. “Causas de la revolución en Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 24, 21 de septiembre
de 1834.
57. “Ojeada al Congreso”, ibíd., n.º 22, 7 de septiembre de 1834.
58. La nueva ley de imprenta aparece publicada de manera íntegra en el PrimerRejis-
tro Auténtico Nacional, n.º 52, 1833, 410-419.
59. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 73.
60. “Prospecto”, El Quiteño Libre, n.º 1, 12 de mayo de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 77
frente a ella.61 Se mostraba partidario de un sistema en el que la Constitución
fuera el ente rector de la sociedad, incluso por sobre la del presidente. Los
editores serían scales de la administración de un gobierno tiránico y el pe-
riódico se presentaba como defensor de los “oprimidos”.62
El Quiteño Libre se amparaba en la libertad de imprenta especicada en
la Constitución de 1830,63 que entregaba cierta libertad, aunque con ambi-
güedades y dejaba lugar a la interpretación por parte de las autoridades. Por
esto, los editores no se identicaban. Las notas de prensa y los remitidos solo
se rmaban con seudónimos, al igual que los remitidos, que usaban seudó-
nimos como “Un escarmentado”, “Los celosos del bien público”, “Un obser-
vador”, “Unos curiosos”, “Un padre de familia”, “Un hacendado en Chota”,
“Un patriota”, “Un quiteño libre y previsivo”. Este detalle conrma el temor
a ser reconocido y perseguido, a la vez que sirve para esbozar ciertas carac-
terísticas de los lectores. Todos son hombres y algunos términos remiten a
personas que se consideran de clase acomodada y con cierto prestigio. El
término “patriota” alude a alguien que tiene legitimidad para opinar puesto
que es un defensor de la patria. Otros términos como “curioso”, “observa-
dor”, “previsivo” o “celoso del bien público” dan cuenta de que estos se ali-
nean con el periódico en el sentido del derecho a scalizar a las autoridades
o al sistema político en general y se muestran como críticos de este.
Pero también se publicaban cartas en las que el remitente se identicaba
con nombre y apellido, cuando se buscaba aclarar una situación que las per-
judicaba o atentaba contra el honor, elemento que se heredó del Antiguo Ré-
gimen. Como ha señalado Margarita Garrido, la defensa del honor que hacía
un hombre libre injuriado o agraviado parecía apuntar a una rearmación
de su dignidad. El honor era la clave del reconocimiento.64 Tal es el caso de
una carta enviada por el entonces ministro de Flores, José Félix Valdivieso,
para defenderse de acusaciones en su contra.65 Se trata de una carta dirigida
al propio hacendado, pero Valdivieso buscaba limpiar su imagen en el esce-
nario de la opinión pública.
Tanto el anonimato como la identicación de las publicaciones en la
prensa han sido analizados por Mayxué Ospina Posse, para quien los impre-
sos rmados con seudónimos o nombres de pila evidencian dos categorías
61. Ibíd.
62. Ibíd.
63. “Constitución de la República del Ecuador”, RegistroOcial, septiembre de 1830,
art. 64.
64. Margarita Garrido, “Honor, reconocimiento, libertad y desacato: sociedad e indi-
viduo desde un pasado cercano”, en Cultura,políticaymodernidad, ed. por Gabriel Restre-
po (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1998), 99-102.
65. José Félix Valdivieso, “Otro” [remitido], El Quiteño Libre, n.º 4, 2 de junio de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 78
posibles de escenicación pública de la prensa: por un lado, la del “hombre
público” que en nombre de la colectividad a la que representa se permite
mostrarse sin rostro, por otro lado, está la voz del individuo que expone
públicamente su unicidad, apelando al tribunal de la opinión para “resarcir
su buen nombre mancillado”.66
propuesta de repúbliCa
en los debates de El QuitEño librE
El estudio de los periódicos abre ventanas a la cultura intelectual que pre-
valeció en un tiempo, lugar o una comunidad en particular, y su lectura crítica
ayuda a la comprensión signicativa de cómo las sociedades o las culturas
llegaron a verse a sí mismas y al mundo que las rodeaba.67 El análisis de los
debates expuestos en El Quiteño Libre nos permite vislumbrar la idea que sus
editores tenían de cómo debía construirse la nueva república. Mientras Flores
seguía la tendencia bolivariana con un ejecutivo fuerte, ellos creían en una co-
munidad política fundamentada en la autoridad máxima de la Constitución,
la cual garantizaba libertad. Entonces, el periódico fue construyendo la gura
de Flores como tirano, como un autoritario que abusa de las facultades que le
concede la Constitución. Su conducta se opone a lo que sus editores entienden
como buen gobierno, aunque ellos no lo digan con estas palabras. Se critica no
solo su actuar como persona, sino también sus decisiones políticas.68
La Constitución y la necesidad
de evaluar a las autoridades
Para el periódico, la crítica al gobierno y a las autoridades era totalmente
válida, ya que su desempeño debía medirse en relación con el cumplimiento
de las leyes. Su autoridad no descansaba en el cargo, sino en la concordancia
de sus actividades con lo expresado en la Constitución. Este era el elemento
que sostenía la institucionalidad de la nueva república. Por otro lado, al seña-
lar que nadie estaba por sobre la Constitución se enunciaba implícitamente el
principio de la igualdad ante la ley. Entonces, las autoridades no personica-
66. Mayxué Ospina Posse, “Opinión pública y cultura de la imprenta en Cartagena de
Colombia, 1821-1831”, en Disfrazyplumadetodos.Opiniónpúblicayculturapolítica,siglos
XVIII y XIX, ed. por Francisco Ortega Martínez y Alexander Chaparro Silva (Bogotá: Uni-
versidad Nacional de Colombia / University of Helsinki, 2012), 276.
67. Vella, “Newspapers”, 192.
68. Véase Alicia Hernández, Latradiciónrepublicanadelbuengobierno (Ciudad de Mé-
xico: El Colegio de México, 1993).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 79
ban la soberanía, eran solamente una “emanación de ella”.69 Las únicas sobe-
ranas eran la Constitución y la ley. Esta última era la “suprema autoridad”:
Con respecto a la suprema autoridad, si por esta expresión [la nota en el periódico
ocial] hubiese querido designar a la LEY, no habría disputa con nosotros, pero lo
dudamos, porque en lugar de unas palabras claras ha usado la frase ambigua que
muchas veces signica “los jefes que mandan”, la que reducida como una fracción
vulgar a sus más simples términos quiere decir: el presidente o sus ministros.70
Esta armación, que responde a una nota publicada en el periódico ocial,
reeja el pensamiento de los editores. El presidente y sus ministros pueden
ser autoridades, pero no más de lo que lo son la Constitución y la ley. Están
sometidos a ellas, como todos, y no pueden actuar por sobre ellas. Otro tema
recurrente en el periódico fue la administración económica estatal o personal.
En ambos casos se cuestionaba el proceder del presidente, que abusaba de su
poder. Se publicaban denuncias contra el gobierno por entregar recursos es-
tatales a un hacendado en compensación por los daños provocados por una
inundación;71 se dudaba de que las remuneraciones de los empleados públicos
estuvieran en concordancia con lo estipulado en la Constitución,72 se acusaba
al gobierno de mantener deudas con algunos militares;73 beneciar a conocidos
con dinero de contribuciones indígenas;74 o pagos a cuenta de ser “inspector de
hospitales”, cargo que no se justicaba por la casi inexistencia de instituciones
de salud en el país.75 También se denunciaba a Flores por utilizar su posición
para satisfacer intereses personales como monopolizar el comercio de la sal,76 o
utilizar a militares como agentes, mayordomos o muleros, pagados con dinero
estatal.77 Los cuestionamientos éticos se fundamentaban en una argumenta-
ción normativa y eran percibidos como síntomas de autoritarismo y tiranía.
Se condenaban también dos atribuciones solicitadas por Flores al Con-
greso y que le fueron concedidas en septiembre 1833: las facultades extraor-
dinarias, y la posibilidad de reelección. En cuanto al segundo punto, se con-
69. “A los electores del Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 2, 19 de mayo de 1833.
70. “Gaceta de Gobierno”, ibíd., n.º 5, 9 de junio de 1833. Énfasis en el original.
71. “Abusos de la Hacienda Pública”, ibíd., n.º 2, 19 de mayo de 1833.
72. Ibíd., n.º 3, 25 de mayo de 1833. Sobre los salarios de las autoridades públicas véa-
se PrimerRejistroAuténticoNacional, n.º 7, 1830, 49-50; ibíd., n.º 40, 1832, 318-319.
73. Heráclito que un día será Demócrito, “Remitido”, El Quiteño Libre, n.º 3, 25 de
mayo de 1833.
74. “Otro” [remitido], ibíd., n.º 3, 25 de mayo de 1833.
75. Los celosos del bien público, “Otro. Destinos extraordinarios SS. EE.”, ibíd., n.º 3,
25 de mayo de 1833.
76. “Carestía de la sal”, ibíd., n.º 6, 16 de junio de 1833.
77. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 80
sideraba que no solo el presidente había violado la Constitución, sino que
también lo había hecho el Congreso por concederle la facultad de ser reele-
gido.78 Debido a esto se publicó en El Quiteño Libre una nota exclusiva donde
se exigía la salida del presidente: “fuera pues de entre nosotros el soldado
que ha devastado la patria: separemos de nuestra vista al que ha regado en
el país la sangre de nuestros hermanos más queridos, al que ha agregado el
funesto luto, y las lágrimas de las viudas y huérfanos desconsolados al cú-
mulo de nuestras aicciones”.79
Libertad de prensa, opinión
pública y revuelta popular
El periódico consideraba a la imprenta como un arma poderosa, “terror
de los tiranos” y, sobre todo, “salvaguardia de los derechos del hombre”.80
Por esta razón apoyaba una democracia liberal, donde la libertad de opinión
ocupaba un lugar privilegiado.81 Gobierno y oposición dieron gran impor-
tancia a las publicaciones impresas para comunicar sus ideas y legitimar po-
siciones, aunque en su forma y uso había grandes diferencias. El Quiteño Libre
aprovechaba las garantías de la Constitución para expresar su pensamiento
y crítica, mientras que Flores pretendía ejercer un mayor control sobre las
publicaciones. En julio de 1833, la Gaceta del Gobierno copiaba una nota del
periódico peruano El Conciliador donde se criticaban los excesos de la prensa.
Se planteaba que el derecho a escribir libremente daba lugar a abusos.82
Para los liberales hispanoamericanos era más importante la conservación
del orden que la concesión de ciertas libertades. Era el caso de Flores, para
quien la libertad de prensa constituía un peligro contra el orden, por lo que era
partidario de un mayor control de las opiniones impresas; temía que la liber-
tad de imprenta generara inestabilidad para su gobierno. Loaiza Cano apunta
que, en situaciones como esta, se veía la prensa más bien como un medio para
lograr cierto nivel de unanimidad y adhesión de los gobiernos incipientes.83
En agosto de 1833, en la Gaceta del Gobierno, se llamaba al Congreso a refor-
mar la ley de imprenta ya que no había libertad sino licencias para escribir.
78. “Ojeada al Congreso”, ibíd., n.º 22, 7 de septiembre de 1834.
79. “Día 10 de septiembre de 1834”, ibíd., n.º 23, 14 de septiembre de 1834.
80. “Esfuerzo de patriotismo”, ibíd., n.º 7, 23 de junio de 1833.
81. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 63.
82. “Política”, Gaceta del Gobierno del Ecuador, n.º 104, 27 de julio de 1833, 248.
83. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 64. Véase también Javier Fernández Sebastián,
“Liberalismos nacientes en el Atlántico iberoamericano ‘liberal’ como concepto y como
identidad política”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas-Anuario de Historia de América
Latina, n.º 45 (2008): 149-195.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 81
Se señalaba también que continuamente aparecían insultos a personas y al
gobierno y que no se podía conar en el público como un jurado adecuado por
su poca ilustración. Se pedía al Congreso poner límites a “la procacidad y la
calumnia”.84 La reforma a la ley de imprenta se realizó en septiembre de 1833
y se publicó el 9 de octubre del mismo año.85 El Quiteño Libre criticó duramente
esta reforma argumentando que solamente favorecía los intereses de Flores:
El objeto era perpetuar el reinado de la iniquidad, y no podía conseguirse sino
minando por su base la ilustración del país, desterrando de este país todos los
medios de adquirirla, y conservándonos siempre sumidos en la ignorancia. Este
proyecto propio de aquel infame complot fue realizado al momento: principia la
obra por derogar ley de imprenta, como la más fatal para los intereses del opre-
sor; como temía la justa indignación del pueblo era necesario dejarle sombras de
libertad y le subroga otra que acaba de esclavizar el pensamiento.86
Nuevamente se apelaba a una verdadera libertad de imprenta, “único fre-
no capaz de contener la propensión a oprimir que se encuentra entre los que
mandan”.87 En diciembre de 1834 se llamaba a los lectores a reconocer la impor-
tancia de los impresos: “Compatriotas, entendamos bien, no desmayemos por
temores o sospechas que disemina entre nosotros la insidia de nuestros enemi-
gos; ellos conocen que la imprenta es el arma más terrible que jamás podrán
superar [...] Estamos ligados por un solo interés y el fervor de las disputas no
tendrá otro objeto que encontrar la verdad para abrazarla sin preocupación”.88
La libertad de imprenta fue entendida como una necesidad para ciertos
sectores liberales desde los primeros movimientos independentistas no solo
porque la consideraban como el medio para expresar la opinión pública, sino
también porque la prensa podía ser el medio para construirla. El Quiteño Libre
siguió esta tendencia cumpliendo ambas funciones: como un representante
de la opinión pública —entendida como la opinión generalizada del pueblo—
y a la vez pretendiendo crear o generar esta opinión al exponer los males del
gobierno. Noemí Goldman arma que la opinión pública, si bien expresa el
pensamiento del pueblo, no surge desde la masa popular, sino que nace en el
84. Gaceta del Gobierno del Ecuador, n.º 107, 17 de agosto de 1833.
85. La nueva ley demostraba la preocupación del Congreso por establecer medidas
claras en relación con los impresos y se denió en 58 artículos que jaban las sanciones
y los procesos judiciales. En la búsqueda del control y el orden no solo se reformó la ley
existente en cuanto a los escritos políticos, también se legisló sobre asuntos religiosos y
publicaciones relacionadas con cuestiones personales, para evitar, o al menos restringir,
las difamaciones. Aparece publicada de manera íntegra en el PrimerRejistroAuténticoNa-
cional, n.º 52, 1833, 410-419.
86. “Ojeada al Congreso”, El Quiteño Libre, n.º 22, 7 de septiembre de 1834.
87. Ibíd., n.º 26, 5 de octubre de 1834.
88. “Periódicos”, ibíd., n.º 35, 14 de diciembre de 1834.
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pensamiento de los ilustrados. No es el pueblo el que realiza la discusión y la
da a conocer, sino que su voz está “mediada por los ‘sabios’ cuya función es
discurrir en la prensa periódica guiados por la ‘razón’ y la ‘justicia’.”89
Por eso El Quiteño Libre es defensor de la libertad de prensa. Es su instru-
mento para construir una opinión pública ilustrada, opositora a Flores. Con
ese propósito no solo señalaba las falencias del gobierno y la forma como
la sociedad podía criticar su discurso, sino que también procuraba enseñar
a esta cuál era su rol político. Por ello invitaba a sus lectores a pensar en
sus obligaciones como ciudadanos a la hora de votar en las elecciones para
representantes en el Congreso, señalando que los destinos del Ecuador se
hallaban en las manos de quienes votaban:
Conciudadanos: se acerca en que debéis ejercer las importantes funciones que os
han conado los pueblos: el derecho a elegir a sus representantes. Estáis penetra-
dos de las obligaciones que habéis contraído, admitiendo este sagrado depósito
[...] El camino de vuestro deber está claramente trazado: sin legisladores inco-
rruptos no puede haber buenas leyes, sin buenas leyes no hay libertad ni patria.90
En su proyecto republicano, los editores entendían que había una ne-
cesidad de educar al “pueblo” en cuanto a su condición ciudadana y sus
derechos políticos. Relacionado con este tema, otro debate era la defensa del
derecho a organizarse para hacer frente a las autoridades si estas no se com-
portaban de acuerdo con lo señalado en la Constitución. En un inicio, esto se
manifestó de manera implícita y más tarde abiertamente. En agosto de 1833,
el periódico dedicó una nota a recordar la revolución de 1809 señalando que
esta solo costó tres vidas a “manos del pueblo”, pero que las autoridades
mataron a más de tres mil.91 Si bien esta nota no llamaba abiertamente a la re-
belión contra Flores, dejaba claro que el pueblo tenía el derecho de manifes-
tarse contra la autoridad y elogiaba los movimientos de nales de la época
colonial. Flores, no obstante, estimó que el periódico incitaba a la revuelta y
solicitó facultades extraordinarias que le fueron concedidas por el Congreso
en una sesión secreta del sábado 14 de septiembre de 1833.92
89. Noemí Goldman, “Legitimidad y deliberación: el concepto de opinión pública en
Iberoamérica”, en Diccionariopolíticoysocialdelmundoiberoamericano.Iberconceptos, 1750-
1850, dir. por Javier Fernández Sebastián, vol. I (Madrid: Fundación Carolina, 2009), 233.
90. “A los electores del Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 2, 19 de mayo de 1833.
91. “Revolución de Quito 1809”, ibíd., n.º 14, 11 de agosto de 1833.
92. “Sesión secreta del sábado 14 de septiembre, y mandada a publicar”, Gaceta del
Gobierno del Ecuador, n.º 112, 5 de octubre de 1833. Según estas facultades Flores debía
“tomar todas las medidas que estime necesarias para aanzar el orden pública y salvar
el país”. “Resolución. Concediendo al Presidente del Estado facultades estraordinarias”,
PrimerRejistroAuténticoNacional, n.º 50, 1833, 396.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 83
En la segunda etapa del periódico, las acusaciones contra Flores por su
responsabilidad en la muerte de los miembros de la Sociedad El Quiteño Libre
sirvieron de preámbulo para justicar el derecho a enfrentar a la autoridad.
Se insistía en que la revuelta del año anterior estaba plenamente justicada:
No era de esperarse que una juventud que conoce sus derechos y los deberes
de los mandatarios se hubiese conformado con el aniquilamiento; mucho más
cuando los excesos combatidos en lugar de concitar a la reforma no hicieron sino
concitar a otros mayores. Sabía que donde se quebranta la ley existe la tiranía, y
donde esta existe, nace el derecho sacrosanto para una justa rebelión, y no pudo
haber dejado de empuñar las armas para desaparecer la tiranía.93
Esto signicaba, según el periódico, que habían sido las acciones del go-
bierno las que otorgaron al pueblo el derecho a protestar y rebelarse ante la
autoridad. En este sentido el argumento contra Flores fue que no respetó la
Constitución al buscar las nuevas atribuciones, y que el Congreso ni estaba
facultado para dárselas.
Fuerzas armadas y civilismo
Otro tema tratado por el impreso fue el rol que cumplían las fuerzas
armadas. Esta posición es interesante si se considera que el ejército forma-
do en la independencia conservó una alta cuota de poder político una vez
instalada la república. Se constituyeron en protagonistas de los conictos de
poder entre los sectores dominantes del naciente país. Además, absorbie-
ron la mayoría de los recursos presupuestarios y ejercieron varias funciones
políticas.94 A esto se suma que la práctica de entregar administraciones polí-
ticas como botín de guerra se había agudizado durante las campañas boliva-
rianas. De hecho, durante el período grancolombiano, Guayaquil y Cuenca
estaban gobernadas por militares. Al parecer, a partir de 1830 se integraron
a estos círculos algunas familias de comerciantes y terratenientes mediante
delidades y pactos.95 Las primeras apreciaciones al respecto aparecieron en
julio de 1833 en una extensa nota dirigida al Congreso. Se iniciaba señalando
que tener un ejército de línea en las circunstancias que se encontraba el país,
era “enteramente superuo e inútil para la defensa del Estado”:96
93. “Causas de la revolución del Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 24, 21 de septiembre
de 1834.
94. Enrique Ayala Mora, EcuadorenelsigloXIX.Estadonacional,Ejército,IglesiayMu-
nicipio (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora
Nacional, 2011), 73.
95. Velasco Herrera, “Negociar el poder...”, 218. Cevallos, Historia del Ecuador, 75-77.
96. “Apuntes para el Congreso”, El Quiteño Libre, n.º 9, 7 de julio de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 84
el único motivo que puede autorizar la existencia de ejércitos permanentes, es
el temor bien fundado de un ataque o invasión del exterior [...] El Ecuador ¿De
quién teme una invasión? [...] Es preciso confesar que es demasiado imaginario el
temor de semejante ataque y que, por lo mismo, mantener una fuerza permanente
con el objeto de rechazarlo no es más que cargaros con un gravamen inútil, a la
vez que se multiplican los obstáculos que atrasan la prosperidad nacional.97
Según el periódico la existencia de unas fuerzas armadas permanentes
no era necesaria y los dineros empleados para mantenerlas debían ser em-
pleados en otros asuntos. La fuerza existente “no podía considerarse como
defensora del país, ni como necesaria bajo ningún aspecto político”. Por ello,
“para contar con la tropa regular es preciso que sea voluntaria y que se halle
contenta”,98 pero los veteranos se encontraban agobiados por la miseria y los
reclutas eran arrancados a la fuerza de sus familias. La situación del ejército
era una suerte de esclavitud de la que sus miembros buscaban escapar por
medio de la deserción. Para solucionar esto se planteaba la posibilidad de
conceder a todos los ociales y soldados una especie de jubilación, pagándo-
les íntegramente sus haberes y proporcionarles todas las ventajas que brin-
daba el territorio, así, una vez que dejaran el ejército podrían retirarse a sus
lugares de residencia o dedicarse a otra actividad. Se recomendaba también
facilitarles la adquisición de tierras.99
El periódico era partidario de encargar la defensa a cuerpos cívicos, ya
que solo era necesaria la mantención de un cuerpo permanente de artille-
ros en la ciudad de Guayaquil. Fuera de ello, bastaba con un piquete de
cuarenta hombres en la capital, más por apariencia que por necesidad real.
Luego la organización de milicias era conveniente para que los jóvenes “más
decentes” tuvieran conocimientos de disciplina militar. Así, mientras se es-
tablecían las bases de un ejército sin gastos ni peligros, se implantaba la idea
de que, de la misma forma que cada individuo estaba dispuesto a cuidar y
defender su casa y familia, era deber de cada ciudadano defender la patria
que era “casa y familia de todos”.100
A nes de julio de 1833, en otra nota dirigida al Congreso se insistía en
que el país no podía contar con fuerzas armadas permanentes. Esta vez los
argumentos eran de tipo económico y legal. La hacienda del país no alcanza-
ba para pagar un ejército, considerándose esto un gasto excesivo. Los pocos
recursos debían destinarse a asuntos más provechosos como, el mejoramien-
97. Ibíd.
98. Ibíd. Énfasis en el original.
99. Ibíd.
100. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 85
to de los caminos. El aspecto legal de la argumentación tenía que ver con la
forma de reclutamiento de soldados para el ejército. Esto no estaba normado
por ley alguna y se hacía de la misma forma que se recogía el ganado de
las haciendas empleando soldados para llevarla a cabo. Debía, por lo tanto,
jarse mediante una ley el modo de reclutamiento.101
Aparte de todos los argumentos que se presentaban en el periódico para
desestimar la necesidad de un ejército permanente, se puede apreciar en va-
rias notas breves y en algunos remitidos la referencia a hechos considerados
como abusos de poder perpetrados por militares de distintos rangos y jerar-
quías, incluido el presidente Flores.102 Esto pretende mostrar que el manteni-
miento de una fuerza militar, más que servir al país para su defensa termi-
na por cometer abusos contra los propios ciudadanos. El periódico buscaba
mostrar que desde una posición de poder los militares podían cometer mu-
chos abusos y convencer a sus lectores de que el ejército, más que un cuerpo
de defensa de la patria, era un defensor de los intereses de ciertos grupos de
poder. Quizá por esto se mostraron partidarios de que lo militar estuviera
subordinado a lo político, como sucedía en Inglaterra o Estados Unidos.103
Integración nacional
Este acápite debe entenderse en relación con el contexto en el que se
publica el periódico. No es la intención mostrar esas aspiraciones como la
base del nacionalismo ecuatoriano, sino que es uno más de los elementos
presentes en la propuesta de republica del periódico. Es decir, dentro de los
debates expuestos sobre lo que debe ser la nueva comunidad republicana se
considera pertinente revisar la división territorial y algunas ideas sobre lo
ecuatoriano. Tanto el proyecto oreano como el de los editores del periódico
convergían en aspirar a una integración territorial, pensada desde Quito.104
De todas formas, para el periódico la integración y la unicación territorial
tiene dentro de sus propósitos una oposición de todo el territorio al gobierno
de Flores para obligarlo a dejar el poder. Esto se muestra más abiertamente
en la segunda etapa de publicaciones.
101. “Apuntes para el Congreso”, ibíd., n.º 12, 28 de julio de 1833.
102. Se señalaba por ejemplo que algunos militares eran usados como agentes de
Flores en el manejo y comercio de la sal. En otra nota se señalaba los abusos de algunos
militares para reclutar nuevos soldados. “Carestía de la sal”, El Quiteño Libre, n.º 6, 16 de
junio de 1833; “Abusos del poder”, ibíd., n.º 17, 1 de septiembre de 1833.
103. “Apuntes para el Congreso. Garantías personales”, ibíd., n.º 16, 25 de agosto de 1833.
104. Como señala Maiguashca, Flores buscaba esta integración a partir de la institu-
cionalización. Maiguashca, “El proceso de integración...”.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 86
También tiene cierta particularidad, si se considera el planteamiento de Cal-
derón y Villamizar y su incipiente nacionalismo, que, si bien comparten todos
los liberales en la región, no siempre tiene que ver con un Estado centralizado.105
En Colombia, los liberales —que compartían principios similares a los de El Qui-
teño Libre— se mostraron más favorables a un sistema federal y eran partidarios
de la descentralización porque la soberanía popular no podía tener límites.106
El primer artículo de la Constitución ecuatoriana de 1830 denía el país
como unitario y establecía que sus tres departamentos (Azuay, Guayas y
Quito) quedaban reunidos en un solo cuerpo.107 Aunque los editores de El
Quiteño Libre siempre manifestaron defender la Constitución, en sus notas
muestran su desacuerdo con que se continuara esa división por departamen-
tos, ya que daba lugar a que velaran por sus propios intereses en desmedro
de los estatales. En agosto de 1833 se publica una nota con recomendaciones
para el Congreso contra la división en tres prefecturas:
los males que resultan de esta disposición son muchos y muy graves, las ventajas
ningunas: los primeros son gastos superuos, complicación al gobierno, el fo-
mento del espíritu de provincialismo y por consiguiente la falta de nacionalidad.
El gasto de las tres prefecturas no puede calcularse en menos de 30 000 pesos
anuales y ¿Para qué sirven estas? Para poderes intermedios entre el gobierno lo
departamentos.108
La división territorial en departamentos favorecía la búsqueda de in-
tereses locales produciendo la fragmentación del territorio. De esta forma
se seguía pensando como guayaquileños, cuencanos o quiteños y no como
ecuatorianos. Se argumentaba que la división era un defecto sustancial en el
cual el Congreso debía reexionar “despojándose de todas las preocupacio-
nes locales”. Más allá de los intereses regionales, el mayor interés debía ser
el país. Independiente del lugar al que representaran los congresistas, debían
tratar el asunto como “buenos ecuatorianos”.109 Otro de los argumentos para
oponerse a esta división departamental era que el pequeño tamaño del terri-
torio y su poca población, no lo ameritaba.
El pequeño Estado del Ecuador con su medio millón de habitantes, parece que
consta de otros tres estaditos independientes, cada uno de ellos con todo el apa-
105. María Teresa Calderón y Carlos Villamizar, “Liberalismo. Colombia”, en Diccio-
nariopolíticoysocial..., 775.
106. Ibíd.
107. “Constitución de la República...”, art. 1.
108. “Apuntes para el Congreso. División territorial”, El Quiteño Libre, n.º 13, 4 de
agosto de 1833.
109. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 87
rato, todo el gasto y las rivalidades de tres naciones separadas. En Guayaquil se
ven los negocios solamente por el lado que tocan a sus intereses locales, sin pensar
por un momento que son los mismos que los de sus conciudadanos de Cuenca y
de Quito [...] Un Estado así constituido jamás formará un verdadero cuerpo de na-
ción. Siempre será cuestión de Guayaquil, Cuenca o Quito y nunca del Ecuador.110
Se presenta nuevamente el tema económico para rechazar la división,
pero, más allá de eso, es interesante la forma en que se busca demostrar que
en el fondo los intereses de un departamento son los mismos que los de los
otros dos, con lo que prácticamente se está hablando de intereses nacionales.
También se criticaba el rol de prefectos, quienes podían negarse a ejecutar las
disposiciones del gobierno sin responsabilidad penal. También se los acu-
saba de manejar la tercera parte de los recursos de la nación, mientras el
gobierno no contaba más que con los del departamento en el que residía.111
Se argumentaba que lo realmente útil al país era una representación a nivel
nacional, donde Quito tuviera mayores atribuciones que las otras capitales
de departamento.112 En este sentido se busca una centralización a nivel de
representantes, donde Cuenca y Guayaquil cedieran en la búsqueda de lo
que a juicio de El Quiteño Libre era de interés nacional.
A la par de esta integración nacional, se evidenciaba un grado de con-
ciencia nacional. Si bien no aparecía de manera explícita, había claras dife-
rencias entre lo ecuatoriano y lo extranjero y se manifestaban preferencias
por lo primero. El periódico deseaba “contar con un presidente ecuatoriano”
aunque esto no signicara necesariamente rechazar a quienes no lo fueran.113
El periódico reeja una naciente conciencia nacional, no obstante, aunque
su nombre reejaba también quiteñidad, como señala Ana Buriano.114 Esto se
complementaba con la argumentación sobre la necesidad de una mejor inte-
gración territorial, para ello se pide que se realicen cambios desde la división
administrativa. Así se evidencia en la última parte de los apuntes para el
Congreso, que señalaba:
Creemos que la dicultad de reformar esta parte de la Constitución consiste en
la poca unión que hasta el día ha existido entre los pueblos y el gobierno. Cada
departamento desea conservar esta especie de independencia, como el medio
más seguro para facilitar su separación absoluta [...] Deseamos con ansia que el
110. Ibíd.
111. Ibíd.
112. “Representación nacional”, El Quiteño Libre, n.º 29, 26 de octubre de 1834; ibíd.,
n.º 30, 2 de noviembre de 1834; ibíd., n.º 31, 9 de noviembre de 1834.
113. “Chispas”, El Quiteño Libre, n.º 3, 25 de mayo de 1833.
114. Ana Buriano, “Comentarios a ponencias del Simposio de Historia Cultural e Inte-
lectual” (exposición oral en el X Congreso Ecuatoriano de Historia, Cuenca, 2018).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 88
congreso venidero ambicione la gloria de principiar la época en que, en el Ecua-
dor no haya más que ECUATORIANOS.115
Esta última armación da cuenta de la visión que los editores tenían de la re-
pública que se estaba construyendo. El periódico, en este sentido, buscaba cons-
truir una identidad nacional al tratar de que los ciudadanos piensen en sí mis-
mos como ecuatorianos, más que como cuencanos, guayaquileños o quiteños.
ConClusiones
En los primeros años de la república ecuatoriana, y especícamente du-
rante el primer período presidencial de Juan José Flores, la prensa desarrolló
un rol fundamental al ser utilizada no solo como un medio para exponer
pensamiento político, sino que constituyó una práctica política tanto para el
ocialismo como para la oposición. En este contexto, los grupos opositores
a Flores encontraron en la prensa un medio para exponer su pensamiento
crítico. Así, lo que la oposición discutía a puertas cerradas en tertulias y sa-
lones llegó a publicarse en varios periódicos que circularon en Quito y otras
ciudades durante su primer mandato.
El Quiteño Libre fue un impreso que reejó la oposición a Flores. Se trató
de un grupo de terratenientes, ilustrados, militares y políticos que se identi-
caban como liberales, con recursos que les permitieron sostenerlo por más
de un año. A pesar de los costos que la producción de impresos signicaba, El
Quiteño Libre fue uno de los periódicos no ociales que circuló por más tiem-
po en Quito y en otras ciudades como Guayaquil o Popayán, donde era posi-
ble obtener una suscripción. Esto da cuenta de que el pensamiento expresado
en sus páginas no solo representaba al grupo de terratenientes e ilustrados de
la sierra centro norte, sino que llegó a conformarse una sociedad de letrados
en torno al periódico. Probablemente, esta sociedad de lectores no solo com-
partía con los editores el rechazo a Flores, sino también las ideas liberales que
el periódico expresaba en relación con su expectativa de la república.
Por otro lado, la importancia de El Quiteño Libre radica no solo en su dis-
curso, el cual ya ha sido elogiado y reivindicado en varias investigaciones,
sino que logra constituirse en un medio que genera reacciones en el gobierno
que no se habían producido con la publicación de otros periódicos oposito-
res. El Quiteño Libre se vio a sí mismo como el representante de una opinión
pública disconforme con el régimen de Flores, opinión que se mostró muy
115. “Apuntes para el Congreso. División territorial”, El Quiteño Libre, n.º 13, 4 de
agosto de 1833. Énfasis en el original.
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categórica en sus armaciones y muy rme en sus convicciones, al punto
que estuvo dispuesta a enfrentarse en una acción armada contra las fuerzas
ociales. Esto les costó la vida a algunos de sus gestores. Pero el periódico
también se posicionó como un generador de opinión pública, con notas que
procuraban ser una pedagogía política, una concientización en sus lectores
de las responsabilidades que tenían frente al gobierno, a la vez que pretendía
demostrar que las prácticas políticas de Flores no convenían al país.
El Quiteño Libre es un ejemplo del uso político de la prensa: en sus pági-
nas aparecieron notas de opinión que criticaban la labor del gobierno y su
mala gestión económica; acusaban a Flores de enriquecimiento y llamaban a
sus lectores a exigir cuentas a las autoridades; así como buscaban “educar-
los” para que escojan a sus representantes en el Congreso. Todo lo anterior
lo convierte en un suceso que puede ser analizado en sí mismo porque el
periódico tuvo la capacidad de generar un ambiente de inestabilidad en el
gobierno que llevó a Flores a solicitar al Congreso facultades extraordinarias
que le permitieran actuar como mejor estimara ante lo que se temía podía ser
una revuelta instigada por el impreso. Pero, más allá del rechazo a Flores, se
puede apreciar una propuesta de república, razón por la cual es importante
identicar sus principales debates.
Entonces, El Quiteño Libre fue la expresión política de un grupo que ima-
ginaba una república distinta que, de acuerdo con los debates del periódico,
era bastante pensada y se oponía en varios aspectos al proyecto que encar-
naba Flores y, por lo tanto, buscaba que los lectores reconocieran como su-
perior su proyecto del periódico y resistir al gobierno. Esto explica el intento
de revuelta sucedido en 1833, que acabó con la vida de varios miembros de
la sociedad que publicaba el periódico. También da cuenta de por qué la
oposición retomó en 1834 las publicaciones del periódico. Ante la reelección
de Flores era necesario insistir en un proyecto liberal alternativo y buscar
nuevamente la forma de sacarlo del poder.
La lectura del impreso permite establecer que los editores tenían una
propuesta de república que reunía por lo menos cuatro características: a)
defender la Constitución como la máxima autoridad, nadie podía estar sobre
ella y toda autoridad debía ser evaluada por su cumplimiento o ser remo-
vida de su cargo; b) la importancia de la libertad de prensa como un medio
para desarrollar la crítica a las autoridades y defender la revuelta popular
para enfrentar al mal gobierno; c) considerar como innecesarias a las fuerzas
armadas y considerar su alto costo, dinero que podía utilizarse en necesida-
des mayores; y d) oponerse a la división por departamentos para conseguir
una mayor integración nacional.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 90
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Women’sSurage:AnepisodeintheCulturalWarbetween
theStateandtheChurch.Ecuador,1928-1929
Ovotofeminino:umepisódiodaguerraculturalentre
oEstadoeaIgreja.Equador,1928-1929
Katerinne Orquera Polanco
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
katerinne.orquera@uasb.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-3603-0311
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3396
Fecha de presentación: 13 de julio de 2019
Fecha de aceptación: 18 de mayo de 2022
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 93-120. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
El artículo evalúa la forma en que la historiografía ecuatoriana
ha estudiado el acceso al voto de las mujeres alfabetizadas
en el Ecuador, aprobado por la Asamblea Constituyente de 1928-1929.
Ofrece una revisión crítica de los estudios sobre el tema y una nueva
lectura sobre las razones por las que se otorgó el derecho al voto
a las ecuatorianas alfabetizadas, quienes fueron las primeras
en sufragar en América Latina. Con este objetivo, se estudia el contexto
político marcado por una guerra cultural entre la Iglesia y el Estado,
que tuvo como uno de sus principales componentes la participación
de las mujeres en el espacio público.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
historia de mujeres, voto femenino, guerra cultural,
Estado-Iglesia, Asamblea Constituyente, alfabetización.
ABSTRACT
The article evaluates how Ecuadorian historiography has studied literate
women’s access to vote in Ecuador, as approved by the Constituent
Assembly of 1928-1929. It oers a critical review of the studies
on the subject and a new reading of the reasons why the right to vote was
granted to literate Ecuadorian women, who were the rst to vote in Latin
America. To this end, it studies the political context marked by a cultural
war between the Church and the State, which had women’s participation
in the public sphere as one of its main components.
Keywords: Latin American history, History of Ecuador,
women’s history, women’s surage, cultural war,
State-Church, Constituent Assembly, literacy.
RESUMO
O artigo avalia a historiograa equatoriana que estudou o acesso ao voto
das mulheres alfabetizadas no Equador, aprovado pela Assembleia
Constituinte de 1928-1929. O trabalho oferece uma revisão crítica das
contribuições sobre o tema e uma nova leitura acerca das razões pelas
quais se outorgou o direito ao voto às equatorianas, que foram
as primeiras a votarem em eleições presidenciais na América Latina.
Com este objetivo, estuda-se o contexto político marcado por uma guerra
cultural entre a Igreja e o Estado, que teve como um de seus principais
componentes a participação das mulheres no espaço público.
Palavras chave: história latino-americana, história do Equador,
história das mulheres, voto feminino, guerra cultural,
Estado-Igreja, Assembleia Constituinte, alfabetização.
introduCCión
La investigación sobre el voto femenino en el Ecuador se ha desarrolla-
do en relación con la ampliación del acceso a derechos políticos por parte
del Estado, especialmente centrados en las motivaciones de la Asamblea de
1928-1929 para otorgar el voto a las mujeres. Las posiciones son diversas y
en algunos casos contradictorias, según se trate de estudios con enfoque de
género, clase o acceso a derechos políticos. Este artículo hace una revisión
crítica de esos estudios y propone una nueva lectura del proceso: el acceso a
voto de las mujeres alfabetizadas sucedió en el marco de la guerra cultural
de largo aliento entre el Estado republicano por la secularización y resisten-
cia de la Iglesia católica a que la religión se restringiera a una práctica priva-
da, contexto en el que se activó un movimiento católico que tuvo un fuerte
componente de género.
La relectura propuesta se articula en dos fenómenos históricos simul-
táneos e interrelacionados: por una parte, el fortalecimiento del Estado re-
publicano en tanto institución de control social; y, por otra, la irrupción de
las católicas en el espacio público para defender la Iglesia del proceso de
secularización. Se busca conectar la lenta aunque progresiva consolidación
del Estado como aparato político-administrativo —a cargo de políticos y
burócratas que buscaron perfeccionarlo como un organismo republicano
desde los fragmentos posteriores a la independencia, mediante la integra-
ción de periferias territoriales y sociales— con la irrupción de las católicas
en el espacio público, entre nes del siglo XIX y la tercera década del XX,
para defender la Iglesia católica de la secularización y el anticlericalismo,
que tuvo como efecto no deseado la ruptura del modelo ilustrado de esferas
separadas para hombres y mujeres, y permitió concebir la idea de conceder
derechos políticos a las mujeres alfabetizadas, como sucedió con el voto, a
nes de la década de 1920.1
La estructura del trabajo considera, en primer término, el proceso de
irrupción en el espacio público por parte de las mujeres, previo al derecho
al voto; se examinan luego los debates legislativos previos a la concesión de
voto, así como su aprobación efectiva por la Asamblea de 1928-1929; se cierra
1. Juan Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas: el Estado como institución en
los países andinos, entre 1830 y 1880”, en Historia de América Andina. CreacióndelasRepú-
blicasyformacióndelanación, vol. 5 (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
dor / Libresa, 2003), 213-216, 225; Inmaculada Blasco Herranz, “Género y religión: mujeres
y catolicismo en la historia contemporánea de España”, Revista de Historia y Pensamiento
Contemporáneos, n.º 4 (verano-otoño 2010): 13-14.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 96
con la relectura del acceso a derechos políticos en medio de la guerra cultural
entre la Iglesia y el Estado, como explicación de largo aliento sobre los cam-
bios en las condiciones sociales y políticas de las mujeres, y, nalmente, se
presentan algunas conclusiones que se extraen de la revisión de los hechos
históricos. Las fuentes primarias utilizadas se reeren, sobre todo, a las de-
claraciones de las propias mujeres sobre sus condiciones de vida, recogidas
de diversos impresos, como cartas públicas, hojas volantes y revistas, donde
expresaron sus ideas; así como también hacen relación con los artículos de
las Constituciones pertinentes para el análisis.
la aCtividad públiCa de las alFabetizadas
antes del dereCho a voto
Un primer tema que exploran los trabajos referidos a la aprobación del
voto para las mujeres alfabetizadas otorgado por la Asamblea de 1928-1929
son los derechos concedidos por los gobiernos liberales luego de la Revo-
lución de 1895.2 Entre las acciones especícas que se mencionan están: el
Decreto 68 que las declaró habilitadas para el ejercicio de cargos públicos
(1895), la Ley de Matrimonio Civil (1902), la Ley de Divorcio (1910) y la de
Emancipación Económica de la Mujer Casada (1911), que permitió la exclu-
sión de bienes de la sociedad conyugal. También se señala que los gobiernos
liberales no excluyeron explícitamente el sufragio femenino, aunque lo man-
tuvieron en términos ambiguos, por temor de favorecer a los conservadores.3
A ello se agregan otros cambios producto de la Revolución Liberal, que
abrieron paso a una incipiente participación femenina, en momentos en que
organizaciones sociales, sindicales y políticas buscaron capacitar a la mujer
en actividades relacionadas con la esfera pública, dando paso al trabajo asa-
lariado y la posibilidad de incorporarse a nuevas formas de organización,
así como el contexto internacional de la primera ola feminista. Se asegura
también que la educación liberal permitió formar a las primeras maestras y
periodistas, que crearon revistas femeninas y literarias, así como organiza-
ciones de benecencia de logias masónicas de las mujeres de las clases altas
liberales, que impulsaron la benecencia.4 No obstante, como se verá en las
próximas líneas, algunas de estas armaciones requieren de revisión, dado
2. Raquel Rodas, Historia del voto femenino en el Ecuador (Quito: CONAMU, 2009), 70, 84.
3. Agustín Grijalva, Eleccionesyrepresentaciónpolítica (Quito: Universidad Andina Si-
món Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora Nacional, 1998), 96, 99.
4. Jenny Londoño, “El sufragio femenino en el Ecuador”, en LibrodehomenajeaPlutar-
coNaranjoVargas (Quito: Academia Nacional de Historia, 2010), 217.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 97
que, según la revisión de fuentes, las católicas fueron las pioneras en la pu-
blicación de prensa femenina, así como en actividades de asistencia social.
Pero, antes de profundizar en el período de estudio, es necesario denir
que el voto no se otorgó a “la mujer ecuatoriana” —esencialización que im-
pide una correcta lectura del pasado— sino únicamente a las alfabetizadas,
es decir, a mujeres blanco-mestizas de clase media y alta, pues las de estratos
bajos no fueron beneciadas por las reformas liberales; aún más, eran con-
sideradas como el “símbolo de la desviación femenina por antonomasia”,
dado que no respondían al ideal de mujer doméstica,5 en una época denida
por Juan Maiguashca como contrarrevolución oligárquica por la ruptura en-
tre los de abajo y los de arriba.6
Hecha esta aclaración, es relevante mencionar que las católicas de clases
medias y altas estuvieron en constante actividad pública por lo menos desde
la década de 1870 y fueron las primeras en pronunciarse sobre su situación de
género, su religiosidad y la política nacional; pues las liberales solo se expre-
sarán a partir del siglo XX. Las declaraciones de las católicas, no directamente
relacionadas con sus propios derechos políticos sino más bien con los de la
Iglesia, alimentaron el debate sobre el papel de las mujeres en la vida pública,
en medio del conicto cultural por el tipo de Estado que planteaban clericales y
seculares, ámbito en el que las mujeres intervinieron de manera determinante.7
La pugna entre liberales y conservadores ecuatorianos por el lugar que
debía ocupar la religión en el régimen republicano se extendió entre me-
diados del XIX y las primeras décadas del XX y se vivió en todo el espacio
trasatlántico.8 Ese conicto implicó una problemática construcción del Es-
tado republicano, en un país “escasamente integrado, con amplias zonas
aisladas o débilmente comunicadas, y con una sociedad poco disciplinada,
acostumbrada a las prácticas de escamoteo y desviación”.9 Aunque tam-
bién se debe señalar que, más allá de sus discrepancias ideológicas, todos
los agentes políticos estuvieron de acuerdo en la legitimidad del régimen
republicano, pero disentían sobre su forma y contenido.10
5. Lorena Mireya Rosero Manzano, “Lenguajes políticos sobre la clase media en la
opinión pública quiteña 1920-1932” (tesis de maestría en Sociología, FLACSO Ecuador,
2017), 118.
6. Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas...”, 273.
7. Line Barreiro, “Representación política de las mujeres”, en TratadodeDerechoElectoral
comparado de América Latina (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2007), 682.
8. Carlos Espinosa y Cristóbal Aljovín, “Conceptos clave del conservadurismo en
Ecuador, 1875-1900”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultural 42, n.º 1 (enero-
junio 2015): 182-183.
9. Ana María Goetschel, Moral y orden (Quito: FLACSO Ecuador / Abya-Yala, 2019),
187-188.
10. Espinosa y Aljovín, “Conceptos clave del conservadurismo...”, 190.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 98
En sus inicios, el Estado republicano se basó en el concepto ilustrado que
planteaba una sociedad dividida en dos esferas separadas —una pública, re-
lacionada con la razón y la masculinidad, y otra la privada, doméstica, feme-
nina y religiosa— que fue la base para plantear la autonomía entre la política
y la religión.11 Con esa misma lógica se asoció la ciudadanía a la virilidad, lo
que introdujo en la política la diferenciación sexual;12 y llevó a los dirigentes
liberales a negar la posibilidad de que las mujeres intervinieran en la esfera
pública, pese a valorar positivamente su inuencia en el ámbito familiar.13
Aunque la Iglesia también había participado activamente en el proceso
de construcción de la diferenciación entre hombres y mujeres y la restricción
de estas al espacio doméstico, al considerarse en peligro de subsistencia jus-
ticó la intervención femenina en la esfera pública, especialmente de las más
respetables señoras de condición acomodada, bajo la conceptualización de
que la Virgen María, como madre poderosa, había intervenido activamente
en los destinos de su hijo, lo que la convirtió en un poderoso símbolo de la
capacidad femenina de ir más allá del ámbito familiar.14
En el caso especíco de Quito, esa actuación se facilitó por la importancia
que habían tenido los linajes maternos desde la época colonial, lo que legiti-
maba su participación en política, frecuentemente a favor de la Iglesia.15 De
acuerdo con Marie-Danielle Demélas e Yves Saint-Geours, si bien se le puede
atribuir a la modernidad la creación de un universo no religioso, la paradoja
ecuatoriana muestra que la esfera pública se alimentó de una visión cristiana
común, con diferencias regionales (más fuerte en la sierra que en la costa).16
De manera que la lenta secularización del país tuvo que ver con la revitaliza-
ción de la Iglesia ante la amenaza que percibió en las reformas liberales, ante las
cuales reaccionó con una vigorosa prensa católica, órdenes religiosas llegadas de
11. Roberto Di Stefano, “¿De qué hablamos cuando decimos ‘Iglesia’? Reexiones so-
bre el uso historiográco de un término polisémico”, Ariadnahistórica.Lenguajes,conceptos,
metáforas 1 (2012): 217.
12. Joan Wallach Scott, Género e historia (Ciudad de México: Fondo de Cultura Econó-
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13. Raúl Mínguez Blasco, Evas,MaríasyMagdalenas.Géneroymodernidadcatólicaen
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14. Ibíd., 129, 215.
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Procesos 56, julio-diciembre 2022 99
Europa, asociaciones piadosas de laicos, cofradías marianas y de caridad, espe-
cialmente entre las mujeres, al tiempo que la Iglesia local se articulaba de mejor
manera al Vaticano y la sociedad vivía un momento de activación general, con
sectores ubicados en distintos bandos, mientras la economía nacional se integra-
ba al capitalismo mundial.17 Este fue un escenario propicio para que las católicas
pudieran emitir abiertamente sus criterios, cosa que anteriormente solo había
sucedido de manera circunstancial.18 Por ejemplo, en 1877, durante el Gobierno
de Ignacio de Veintemilla —18 años antes de la Revolución Liberal— las señoras
de Loja protestaban por una posible exclusión de la Iglesia del ámbito educativo:
PROTESTA
No vacilamos, con nuestros señores prelados, en calicar la injusta exclusión de
la Iglesia de la enseñanza pública, como impía, antisocial y criminal. Es impía,
porque ataca el divino magisterio de la Iglesia, es antisocial, porque socava los
fundamentos de la sociedad, privándola de las esenciales condiciones de orden
y prosperidad. Por último, es criminal, porque vulnera los sagrados derechos de
la paternidad en su más elevada función: la educación de la infancia. Nosotras,
como nuestros esposos, no deseamos para nuestros hijos otra ilustración que la
verdad eterna, ni otra moral que la enseñada por Jesucristo.19
Si bien esta declaración y muchas otras se registran en hojas volantes, a
nes del siglo XIX también existieron ilustradas que publicaban impresos
que se adscribían a los principios católicos, sin estar orgánicamente vincu-
ladas a la Iglesia. Es el caso de Lastenia Larriva de Llona, limeña que vivió
en Guayaquil luego de casarse con el poeta Numa Pompillo Llona, ciudad
en la que publicó ElTesorodel Hogar.Semanario de Literatura, Ciencias,Ar-
tes, Noticias y Modas, entre los años 1887-1888 (primera época) y 1891-1892
(segunda época), que llegó a contar con 118 ediciones, prácticamente dos
décadas antes de que circulara en Quito LaMujer, editada por Zoila Ugarte
en 1905, tradicionalmente considerada como la primera revista literaria del
Ecuador.20 Este tipo de publicaciones reforzó la alianza simbólica entre mu-
17. Espinosa y Aljovín, “Conceptos clave del conservadurismo...”, 189; John Lynch,
“La Iglesia católica en América Latina, 1830-1930”, en Historia de América Latina. América
Latina:culturaysociedad,1830-1930, ed. por Leslie Bethell, vol. 8 (Barcelona: Cambridge
University Press / Crítica, 1991), 79, 112.
18. Fernando Hidalgo Nistri, La República del Sagrado Corazón. Religión, escatología
y ethos conservador en Ecuador (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
dor / Corporación Editora Nacional, 2013), 195; Goetschel, “Introducción”, 12.
19. Dolores Carrión, Rosario Carrión, Bárbara Riofrío de Lequerica, Ana M. Torres v.
de Eguigúren, Ursulina Eguigúren de Riofrío (siguen más rmas), “Protesta”, Loja, 8 de
mayo de 1877, en Cartaspúblicasdemujeres..., 39-41.
20. Lastenia Larriva de Llona, dir., ElTesorodelHogar.SemanariodeLiteratura,Ciencias,
Artes, Noticias y Modas, 1887-1892. Archivo Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit (ABAEP).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 100
jeres y catolicismo, pero, además, tuvo mayor popularidad que la literatura
liberal, generalmente restringida a los círculos de ilustrados.21
El peso político de ElTesorodelHogar se puede ver en uno de sus ejem-
plares de enero de 1888, donde Larriva de Llona reporta que recibió una
solicitud de Quintilio Bonini, director periódico romano La Palestra del Clero,
para apoyar la candidatura de Antonio Flores a la presidencia de la Repúbli-
ca; y, pese a que lamenta no poder complacerlo porque “aunque nos congra-
tulamos sobre manera por el prestigio de que este digno caballero goza en
los altos círculos católicos del mundo, queremos permanecer eles á nuestro
propósito de absoluta prescindencia en los asuntos políticos”,22 tradujo y
transcribió la carta de manera íntegra.
Las acciones de las católicas se profundizaron tanto en el ámbito de la
asistencia como de la escritura a partir de la década de 1890, con la publicación
de la encíclica Rerum novarum, donde el papa León XIII hizo referencia a los
deberes del capital, los derechos de los trabajadores y el papel del Estado.23 A
partir de entonces, la Iglesia dio mayor protagonismo a la sociedad civil para
el reforzamiento de la religiosidad, con lo cual tomaron fuerza demostraciones
públicas de fe, como las peregrinaciones hacia el Quinche y la devoción a la
Virgen de La Dolorosa, que exponían el poder eclesiástico y evidenciaban el
papel de las madres en la educación de los hijos;24 rasgos sentimentales con los
cuales el catolicismo buscó combatir la concepción liberal de la nación.25
Si bien el catolicismo social convocó por igual a hombres y mujeres, para
ellas fue especialmente novedoso porque implicó convertirse en sujetos mi-
litantes, que sustituyeron las clásicas obras caritativas por una acción social
organizada para afrontar la “cuestión social”, es decir, los efectos sociales y
morales del liberalismo económico. Aquí es donde se produjo el quiebre del
modelo femenino decimonónico de mujer doméstica, que dio paso al de mujer
social, impulsado por la Iglesia, que trasladó el papel de madres al espacio pú-
blico, con la idea de que también la sociedad necesitaba ese tipo de cuidados.26
21. Mínguez Blasco, Evas,MaríasyMagdalenas..., 205; Hidalgo Nistri, LaRepúblicadel
Sagrado..., 23.
22. Lastenia Larriva de Llona, “El Tesoro del Hogar”, ElTesorodelHogar..., n.º 43, 28 de
enero de 1888, 348. Se mantiene la escritura original.
23. Lynch, “La Iglesia católica...”, 68; Hidalgo Nistri, LaRepúblicadelSagrado..., 17.
24. Luis Esteban Vizuete Marcillo, “El clero y los usos políticos de la Virgen del Quin-
che en la sierra centro-norte de Ecuador, 1883-1914”, Anuario de Historia Regional y de las
Fronteras 23, n.º 2 (2018): 107; Gioconda Herrera, “La Virgen de La Dolorosa y la lucha por
el control de la socialización de las nuevas generaciones en el Ecuador del 1900”, Bulletin
del’InstitutFrançaisd’ÉtudesAndines 28, n.º 3 (1999), 389.
25. Mínguez Blasco, Evas,MaríasyMagdalenas..., 188.
26. Blasco Herranz, “Género y religión...”, 11-18.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 101
Ese discurso de rehabilitación social, aceptado por conservadores y libe-
rales, amplió el acceso de las mujeres a actividades en la esfera pública, de
manera social y personalmente aceptable, dado que se trataba de llevar ade-
lante prácticas tradicionalmente consideradas femeninas, bajo una serie de
supuestos considerados femeninos: su superioridad moral, sus cualidades
para el cuidado de otros y su mayor religiosidad.27 A la acción de las seglares
se unían las ejecutadas por las congregaciones femeninas de vida activa, que
se ocuparon de la educación primaria y secundaria femenina, la asistencia en
hospitales y la atención de colectivos vulnerables, como ancianos, huérfanos
prostitutas o sirvientas.28
De tal manera que las católicas de comienzos del siglo XX, a diferencia
de las anteriores, articularon su acción en torno a un apostolado femenino
público, permanente y de masas, que reformuló el imaginario sobre la res-
tricción de las mujeres al espacio doméstico.29 La organización más fuerte
fue la Acción Católica Ecuatoriana, que cuestionó la educación laica, el ma-
trimonio civil y el divorcio, al tiempo que desarrolló iniciativas de asistencia
social.30 Aunque no faltaron otras manifestaciones públicas contra medidas
liberales como la Ley de Cultos.31 En ese momento aparecen también las pri-
meras expresiones públicas de las mujeres laicas y librepensadoras, quienes
si bien mantenían diferentes opiniones sobre el papel de la Iglesia y el Es-
tado, compartían la noción de mujer-madre y la relevancia de la religión en
sus vidas.32
La coincidencia por su condición de género, que trascendió las diferen-
cias ideológicas, se registra en 1907, cuando el Gobierno de Eloy Alfaro re-
primió una manifestación en su contra, con el saldo de tres jóvenes muertos,
cuyos cadáveres fueron secuestrados por el gobierno y al ser devueltos a sus
familias, quienes asistieron al entierro fueron encarcelados. Ante estos he-
chos, las señoras de Quito —conservadoras, esposas y hermanas de liberales
opuestos a Alfaro, de clases altas, medias y bajas— publicaron en el diario La
Patria una proclama sobre su derecho a la insurrección y pidieron la dimisión
27. Ibíd., 12, 18.
28. Mínguez Blasco, Evas,MaríasyMagdalenas..., 51.
29. Inmaculada Blasco Herranz, “Identidad en movimiento: la acción de las ‘católicas’
en España (1856-1913)”, HistoriayPolítica 37 (2017): 27-56, doi: https://doi.org/10.18042/
hp.37.02.
30. Hidalgo Nistri, LaRepúblicadelSagrado..., 212; OrígenesdelfeminismoenelEcuador.
Antología, comp. por Ana María Goetschel (Quito: CONAMU / FLACSO Ecuador, 2006), 37.
31. Dolores Jijón de Gangotena, Josena de Ascásubi, Dolores Caamaño de Jijón, An-
tonia L. de Freire, Antonia Jijón de Bonifaz (siguen más rmas), “Carta dirigida por las
señoras de la capital a las religiosas de las comunidades en protesta de la Ley de Cultos”,
Quito, 22 de octubre de 1904, en Cartaspúblicasdemujeres..., 52-53.
32. Blasco Herranz, “Género y religión...”, 12.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 102
del gobernante.33 Ante las críticas del gobierno a las mujeres liberales, como
Zoila Ugarte de Landívar, una de las rmantes, esta replicó en carta pública:
Soy libre de obrar como me parezca, libre para entender mi deber tal como es, y
no tengo tutores que me obliguen á portarme de tal ó cual manera, ni maestros
que me den lecciones de conducta, menos de labores domésticas; de lo único que
me avergonzaría sería del proceder mal.
Mi pluma, gracias a Dios siempre ha estado y está, al servicio de la justicia, de la
moral, del deber y del patriotismo, del patriotismo sí, porque mal que les pese y
por más que se empeñen, ahora se trata de la Patria, no de caudillos ni de partidos.
De pie junto á mi familia me han hallado, de pie me han de encontrar siempre,
que para eso estoy en las las del honor.
Cobarde no soy, mal no he hecho, mi nombre lo estampo al pie de lo que escribo
porque lo puedo sustentar.34
Pero así como se puede encontrar liberales que critican al gobierno alfaris-
ta, también hay felicitaciones recibidas de ilustradas católicas como Zoila Ren-
dón, por el decreto legislativo sobre la emancipación económica de la mujer
casada, que consideraba “prueba de haber dado un gigantesco paso hacia el
progreso y la civilización”.35 Al tiempo que pedía al Estado trabajar por la for-
mación, cultura y regeneración de la mujer ecuatoriana, para llevar a la “Patria
en la senda del progreso y bienestar”.36 Y es que la mayor preocupación de las
escritoras de la época era el desamparo en el que consideraban se encontraba
la mujer por las normas del Código Civil, como se verá más adelante.
El debate sobre la participación de la mujer en política, completamente
ausente en el siglo XIX, llega de la mano del feminismo, al que el papa Pío
X hace referencia en 1908, explicando que son admisibles las labores de las
mujeres fuera del hogar, con “la sola condición de no contrariar las doctrinas
del catolicismo”. Sin embargo, entre esas actividades no se incluía la política,
pues “vosotras debéis limitaros a educar a vuestros hijos en las más sanas
ideas [...] ¡Indirectamente, inuiréis así, por vuestra dulzura, bondad y clari-
videncia en la política de vuestro país!”.37 De estas declaraciones nació el lla-
mado “feminismo bien entendido”, al que adscribieron escritoras católicas
como Adelaida Velasco Galdós, quien en 1914 aseguraba:
33. Ana María Goetschel, “La crisis del liberalismo y las mujeres”, en Cartaspúblicas
demujeres..., 88-89.
34. Zoila Ugarte de Landívar, “Al público”, en Cartaspúblicasdemujeres..., 96. Énfasis
en el original.
35. Zoila C. Rendón, “Estado jurídico de la mujer casada. Seducción a las solteras, sus
consecuencias”, 1923, en Orígenesdelfeminismo..., 97.
36. Ibíd., 102.
37. “El Papa y el feminismo”, El Hogar Cristiano, n.º 16, Guayaquil, marzo de 1908, en
ibíd., 23.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 103
Utópicas y engañadoras teorías de un mal entendido y peor comprendido femi-
nismo, que jamás la podrá enaltecer ni honrar, ha invadido desgraciadamente
muchos cerebros y sino basta echar una mirada hacia Inglaterra donde un con-
siderable número de mujeres, queriendo usurpar derechos incompatibles con su
sexo y condición, emprenden una campaña violentísima que llama la atención
del mundo entero, forman escándalos, atacan y rompen los vidrios de los Minis-
terios; incendian los teatros de Dublín; destrozan cuadros célebres de los museos
de arte y otras mil barbaridades, que siempre a los gritos de: “VOTEN WOMEN
SI!”, terminan con la conducción de muchísimas de ellas a las cárceles públicas.38
Años más tarde, ya en la década de los 20, Victoria Vásconez Cuvi deen-
de el feminismo y asegura que “no está como algunos espíritus presumen,
ávido de obtener prerrogativas innobles ni de usurpar los derechos del hom-
bre”, sino que “viene a volver útil la vida de la mujer, tiende a dar trabajo y
protección a la obrera, asilo y defensa al niño infeliz, consuelo a la anciana y
enferma”.39 Pero no se trata de una adscripción al feminismo norteamericano
o inglés sino un avance del feminismo católico, pues luego la autora asegura:
“para discurrir con paso rme por los campos de la moral y penetrar los miste-
rios de nuestra voluntad juguetona y caprichosa, es necesaria la moral cristia-
na [...] la fuente más pura y el origen de la virtud y perfección más excelsas”.40
Como se puede notar, los escritos de las mujeres de la época muestran
mayor preocupación por la pertinencia del feminismo que por el acceso al
voto, a pesar de que en el ámbito internacional las mujeres de las clases me-
dias reivindican el acceso a ese y otros derechos políticos y que la resistencia
a dichas propuestas se basó en argumentos como la inconveniencia de que
la mujer abandonara el espacio privado, la dicultad práctica de ejecutar el
voto, el poder indirecto que se consideraba ya ejercía desde el ámbito do-
méstico y el hecho de que se le otorgaría un derecho sin cumplir con obliga-
ciones como el pago de impuestos y el servicio militar.41
Al llegar a este punto no puede dejar de mencionarse que la Asamblea
de 1928-1929, en la que se aprueba el voto femenino alfabetizado, es produc-
to de la Revolución juliana y el Gobierno del doctor Isidro Ayora —colega
de Matilde Hidalgo, mujer que solicitó se aprobara este derecho—, cuyas
reivindicaciones se dirigían a profundizar las reformas liberales que habían
38. Adelaida Velasco Galdós, “¿Feminismo?”, El Hogar Cristiano, n.º 81, Guayaquil,
julio de 1914, en ibíd., 81-82.
39. Victoria Vásconez Cuvi, Honor al feminismo (Quito: Imprenta Nacional, 1922), en
ibíd., 87.
40. Ibíd., 90.
41. Rosa María Capel, “El sagrado derecho de votar”, en HistoriadelasmujeresenEs-
paña y América Latina (Madrid: Cátedra, 2006), 77-81.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 104
beneciado a los sectores medios, con cuyo respaldo habían tomado el po-
der; y que tanto los liberales como los julianos reivindicaron para el Estado el
control de espacios sociales que habían sido administrados por la Iglesia ca-
tólica, proceso en el cual requirieron de una burocracia secular que incluía a
las mujeres de la clase media, a quienes se educó para adquirir parte de esas
responsabilidades.42 Con esta revisión general sobre el ingreso de las mujeres
al espacio público, es momento de considerar la consolidación del Estado
sobre sus periferias sociales en el proceso previo y el otorgamiento del voto
a las mujeres alfabetizadas, mediante los debates legislativos sobre el tema.
los debates previos y la ConCesión
eFeCtiva del voto FeMenino
En general, los textos sobre el sufragio femenino alfabetizado hacen refe-
rencia a las Constituciones previas a su aprobación como una manera de ver
el avance de los derechos ciudadanos. A ello debe sumarse que la penetración
normativa evidencia el fortalecimiento institucional del Estado,43 en momentos
históricos concretos, dentro de campos de fuerza especícos, como es el caso del
sistema judicial, que establece pautas de relacionamiento y congura atributos
estatales, al igual que sucede con el sistema educativo, la salud y las obras públi-
cas, conjunto de poder sobre la población, que se aplican mediante la negocia-
ción con distintas fuerzas sociales, para el fortalecer la soberanía estatal.44
De ahí que resulte de interés conocer que la primera ocasión en que se
menciona la limitación de las mujeres para acceder al voto fue en la Asam-
42. Alberto Acosta, BrevehistoriaeconómicadelEcuador (Quito: Corporación Editora
Nacional, 2000), 67; Enrique Ayala Mora, HistoriadelaRevoluciónLiberalecuatoriana, 2.ª ed.
(Quito: Corporación Editora Nacional / TEHIS, 2002), 88, 208, 209, 255, 262. Sobre la edu-
cación femenina en el período liberal véase, entre otros: Ana María Goetschel, Educaciónde
lasmujeres,maestrasyesferaspúblicas.QuitoenlaprimeramitaddelsigloXX (Quito: FLACSO
Ecuador / Abya-Yala, 2007); de la misma autora, “Educación e imágenes de mujer”, en
Yelamornoeratodo...Mujeres,imágenesyconictos, ed. por Martha Moscoso (Cayambe:
Abya-Yala, 1999); Gabriela Ossenbach, Formación de los sistemas educativos nacionales en
Hispanoamérica. El caso ecuatoriano (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
dor / Corporación Editora Nacional, 2018); Sonia Fernández Rueda, La escuela que redime.
Maestros,infanciaescolarizadaypedagogíaenEcuador,1925-1948 (Quito: Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora Nacional, 2018); y, especícamente
sobre la educación femenina en el período liberal-radical, Katerinne Orquera Polanco, La
agendaeducativaenelperíodoliberal-radical,1895-1912 (Quito: Universidad Andina Simón
Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora Nacional, 2015).
43. Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas...”, 253.
44. Goetschel, Moral y orden, 187, 190-191.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 105
blea de 1861, durante el Gobierno de Gabriel García Moreno y en el mismo
año de aprobación del Código Civil, cuando el vicepresidente de la Asam-
blea aseguró, al referirse al derecho de propiedad, que para acceder al voto
“no basta tener ilustración y razón bastante desarrollada, pues en tal hipóte-
sis, no deberían ser excluidos los menores de 21 años, ni las mujeres”.45 Esta
reexión, que defendía el voto censitario, se realizaba tres lustros más tarde
de la DeclaracióndeSentimientosde Seneca Falls (1848), donde las sufragistas
blancas norteamericanas registraron sus anhelos de que se les concedieran
los mismos derechos que a “los hombres más ignorantes e inmorales”, em-
pezando por el “inalienable derecho al voto”;46 y también tenía como an-
tecedente que en 1853 la legislatura provincial de Vélez (Colombia) había
aprobado el voto femenino, aunque la Corte Suprema Nacional lo descalicó
inmediatamente.47
Como se puede notar, la participación pública de las mujeres ya era obje-
to de regulación en toda el área andina, cuyas repúblicas procuraban restrin-
gir su acción al ámbito familiar, cimiento de la sociedad republicana.48 Es así
que menos de 20 años después, la Convención de 1883-1884, realizada bajo el
régimen Progresista, ya determinó de manera explícita: “son ciudadanos los
ecuatorianos varones que sepan leer y escribir y hayan cumplido veintiún
años y sean o hubieren sido casados”.49 El hecho de que se incluyera la pala-
bra varón puede tener como antecedente que en la reforma electoral chilena
de 1874, al suprimir los requisitos censitarios para el voto, no se excluyó a las
mujeres, quienes se registraron como votantes, ante lo cual se reformó la ley
para prohibir su voto de manera expresa.50
Jenny Londoño asegura que la razón por la que se incluyó la palabra
varón fue que el diputado liberal Luis Felipe Borja insistió en ello, aseguran-
do que “algunos colegas quieren otorgar el derecho al voto a la mujer”.51 Al
tiempo que su coideario, Marcos Alfaro, abogó por eliminar la condición de
letrado para votar, a lo que el conservador Remigio Crespo respondió que
aceptaría incluir en los derechos de ciudadanía a mujeres, incapaces y niños
pero no a iletrados porque signicaría “encomendar a los ignorantes el ejer-
cicio de derechos políticos”.52 Estas declaraciones podrían dar cuenta de una
45. Rodas, Historia del voto femenino..., 37.
46. Capel, “El sagrado derecho...”, 78.
47. Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas...”, 244.
48. Ibíd., 227.
49. “Sección 2.ª De los ciudadanos”, ConstitucióndelaRepúblicadelEcuador,dadaporla
Asamblea Nacional (Quito: Imprenta del Gobierno, 1883), 7.
50. Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas...”, 258-259.
51. Londoño, “El sufragio femenino...”, 303.
52. Ibíd., 56.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 106
intención conservadora de otorgar el voto a la mujer alfabetizada, como so-
cia natural de sus intereses, ante lo cual los liberales plantearon una opción
extrema para la mentalidad de ese momento: conceder el voto a los iletrados,
con lo cual se habría conseguido detener las intenciones conservadoras.
La intención conservadora parece comprobarse con las declaraciones de
Antonio Flores, quien planteó la aprobación del voto femenino argumentan-
do que “después de la dominación de Veintimilla, contra cuya revolución
protestaron las señoras de Quito, manifestando con ello su perfecta capaci-
dad de tener opinión, y á cuya caída habían contribuido, quizá más que los
hombres”.53 Sin embargo, Francisco Javier Montalvo puso coto al debate al
señalar que “la discusión se ha separado de su objeto, pues no se trata de
conceder derechos de ciudadanía a la mujer, sino de si la palabra varón debe
o no existir en el artículo”.54 La palabra fue incluida pese a que varios dipu-
tados la consideraron innecesaria, dado que el sentido común y la costumbre
hacían obvia esa limitación, a lo que agregaban el hecho de que las mujeres
nunca habían pretendido la ciudadanía.
Este debate ha sido interpretado de diversas maneras, pero cabe dete-
nerse en la apreciación de Raquel Rodas, quien sostiene que “Borja ocasionó
una estocada profunda a la pretensión de conceder estatus de ciudadanía
a la mujer”, una “victoria del sexismo y el androcentrismo en el lenguaje
ocial y en la cultura canónica”;55 mientras que respecto a Flores asevera:
“también tuvimos quien hablara por nuestros derechos y defendiera posicio-
nes de avanzada”, al tiempo que considera que “las mujeres encapsuladas
en sus prácticas domésticas y religiosas, no parecen haberse percatado de la
aberrante omisión”.56 Sin embargo, la inclusión de la palabra “varón” parece
haber estado directamente relacionada con la coyuntura política generada
por el régimen de Ignacio de Veintimilla que, al autoproclamarse dictador,
partió hacia Guayaquil; mientras al calor de las circunstancias, su sobrina
Marietta comandó la guarnición de Quito por casi un año (marzo de 1882
a enero de 1883), contra quien lucharon las señoras de la capital hasta pro-
vocar su salida del Palacio Presidencial. Estos hechos y los descritos en el
acápite anterior dejan claro que las mujeres no se hallaban encapsuladas en
sus prácticas domésticas ni eran ajenas a la realidad política del país.
Más tarde, a nes del siglo XIX, luego de que la Revolución Liberal acce-
diera al poder, se realizó la Asamblea de 1897-1898, que bajó la edad y eliminó
las referencias al sexo del votante. A decir de Rodas, una comisión de esa
Constituyente intentó conceder el voto a las mujeres, pero el diputado César
53. Ibíd., 59.
54. Ibíd., 63.
55. Rodas, Historia del voto femenino..., 65.
56. Ibíd., 57, 66.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 107
Borja Cordero impugnó la moción con el argumento de que “si a la mujer se
le conceden derechos, también se le deben exigir deberes, por consiguien-
te, tendría que cumplir con el servicio militar”.57 Cabe mencionar, como se
señaló anteriormente, que los liberales no tenían interés en que las mujeres
accedieran a derechos políticos, en primer lugar porque esperaban que se
mantuvieran en la esfera privada, a la que consideraban su lugar natural y, en
segundo término, porque dichas mujeres estaban movilizadas a favor de la
Iglesia y eran opuestas tanto a la secularización como al anticlericalismo. De
tal manera que el acceso a voto para las mujeres no fue objeto de nuevos tra-
tamientos sino hasta la Constitución dictada luego de la Revolución juliana.
Cuando se realizó la nueva Constituyente, al nal de la década de 1920,
las condiciones de las mujeres habían variado considerablemente respecto a
los inicios del siglo XX, entre otras cosas porque la concentración de tropas
para la I Guerra Mundial evidenció la capacidad femenina para cumplir con
labores productivas, lo que llevó a que Inglaterra aprobara su acceso al voto
en 1918, aunque se impuso una mínima los 30 años, en medio de un debate
con argumentos a favor y en contra; pues, aunque los Consejos Electorales
habían aprobado el voto femenino en 1869, su aprobación se había detenido
por considerar que favorecería la tendencia conservadora.58 Mientras que en
Canadá varios estados habían concedido el voto a las mujeres alfabetizadas
desde 1916, aunque la medida solo se implementó a nivel nacional en 1929,
por lo que se lo calica como el segundo país en otorgar ese derecho en
América, luego de Estados Unidos, que lo aprobó en 1920, por exigencia del
movimiento sufragista femenino blanco, que se erigió en oposición al voto
masculino negro. En América Latina, el Ecuador fue el primero en admi-
tir la votación femenina; le siguió Brasil, en 1932, aunque lo incorporó a su
Constitución en 1934 por presión femenina; Uruguay lo hizo en 1932; Bolivia
en 1946 —y ya en 1952 la Revolución promulgó el voto universal, que en el
Ecuador se aprobó a nes de los 70—;59 Argentina lo aprobó en 1947; México
en 1953; y Colombia en 1957.60
57. Ibíd., 95.
58. Capel, “El sagrado derecho...”, 82.
59. Nilse Bejarano, “Movilizaciones y votos. La participación política de la mujer en
Bolivia”, en MujeresdelosAndes.Condicionesdevidaysalud, ed. por Anne Claire Defossez,
Didier Fassin y Mara Viveros (Bogotá: Instituto Francés de Estudios Andinos / Universi-
dad Externado de Colombia, 1992), 250.
60. Rachel Soihet, “Movimientos femeninos y lucha por el voto en Brasil”, en Historia
delasmujeresenEspañayAméricaLatina (Madrid: Cátedra, 2006), 626; Dora Barrancos, “La
conquista del sufragio femenino en el Río de la Plata”, en HistoriadelasmujeresenEspañay
América Latina (Madrid: Cátedra, 2006), 512; Gabriela Cano, “Debates en torno al sufragio
y la ciudadanía de las mujeres en México”, en HistoriadelasmujeresenEspañayAmérica
Latina (Madrid: Cátedra, 2006), 512; Magdalena Vásquez Toro, “Cuarenta años del voto de
Procesos 56, julio-diciembre 2022 108
Como se dijo ya, en un municipio de Colombia se propuso el voto feme-
nino a mediados del siglo XIX; en México, luego de la Revolución en la que
las mujeres participaron masivamente, se intentó reconocer en la Constitu-
ción de 1917 su derecho a voto, pero los legisladores desistieron por conside-
rar que “el hecho de que algunas mujeres excepcionales tengan condiciones
para ejercer satisfactoriamente los derechos políticos no funda la conclusión
de que estos deban concederse a la mujer como clase. La dicultad de ejercer
la selección autoriza la negativa”.61 Con lo cual, dos de los países pioneros en
intentar conceder ese derecho a las mujeres alfabetizadas terminaron siendo
los que lo efectivizaron de manera más tardía.
En los años 20, las mujeres ecuatorianas eran activas participantes de
la política nacional, pues, además de lo detallado anteriormente, crearon el
Club Femenino Dolores Sucre para auspiciar al candidato, y futuro presiden-
te, José Luis Tamayo; en 1924 las obreras actuaron en la campaña liberal para
el Concejo Municipal; y en 1925 —año de la Revolución juliana— Matilde
Hidalgo se inscribió en el padrón electoral. El Consejo de Estado decidió a
su favor, con tres argumentos: a) que las palabras hombre, persona, niño y
adulto, en su sentido general, se aplican a individuos de la especie humana,
sin distinción de sexo; b) que las mujeres están vinculadas a la sociedad por
su carácter de nacionales; y c) que la legislación secundaria, en ciertas condi-
ciones, reconoce a la mujer su capacidad de guardiana del patrimonio y de
sus hijos e hijas.62 Pero la ejecución efectiva de ese derecho debió esperar a
que se reuniera la Asamblea de 1928-1929, que aprobó el sufragio facultativo
de la mujer alfabetizada el 14 de diciembre de 1928, con el siguiente texto:
“Art. 13. Es ciudadano todo ecuatoriano, hombre o mujer, mayor de veintiún
años que sepa leer y escribir”.63
El registro del debate legislativo muestra que los diputados conserva-
dores, que ya habían propuesto el voto femenino en la Asamblea de 1883-
1884, volvieron a hacerlo en esta ocasión. Remigio Crespo Toral —apoyado
la mujer en Colombia. Reexiones históricas en torno a los derechos políticos de las muje-
res”, en 40añosdelvotodelamujerenColombia.LeyesyJurisprudencia, t. 1 (Bogotá: Dirección
Nacional de Equidad de las Mujeres, s. f.), 21.
61. Enriqueta Tuñón, “¡Todas a votar! Las mujeres en México y el derecho al voto.
1917-1953”, en HistoriadelasmujeresenAméricaLatina,ed. por Juan Andreo y Sara Beatriz
Guardia (Murcia: Universidad de Murcia, 2002), 324.
62. Londoño, “El sufragio femenino...”, 221; Mercedes Prieto y Ana María Goetschel,
“El sufragio femenino en Ecuador 1884-1940”, en Mujeresyescenariosciudadanos (Quito:
FLACSO Ecuador / Ministerio de Cultura, 2008), 305, 319; Ximena Abarca, Historia del voto
femenino en el Ecuador (Quito: CONAMU, 2009), 11.
63. ConstituciónPolíticadelaRepúblicadelEcuador(Quito: Imprenta Nacional, 1929),
https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/constitucion-de-la-republica-de-ecua-
dor-el-26-de-marzo-1929/html/47f51947-6b67-442f-8d33-13c941391362_2.htm.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 109
por sus coidearios, Miguel Cordero Dávila, Remigio Romero y Cordero y
Alberto Acosta Soberón— armó: a pesar de mis principios, proclamo que el
sufragio sea universal, que sea un derecho para todas las personas, sepan
o no leer y escribir”.64 Los liberales negaron la moción y los conservadores
no insistieron, pero, al analizar la decisión del Consejo de Estado sobre el
voto femenino alfabetizado, el liberal Alejandro Mosquera argumentó en
contra asegurando que la mujer “por política desatiende sus sacrosantos de-
beres, pierde todos sus encantos, todos sus atributos y degenera en un ser
despreciable”.65 A lo que el conservador Jacinto Jijón y Caamaño replicó:
Los actos de gobierno importan por igual a hombres y mujeres, y tratándose, no
degobernarsinoúnicamentedeescogerlosmásaptos, no encontramos razón alguna
para privar de este derecho a la mitad de la población; aducir supuesta inferiori-
dad mental de la mujer sería craso error y anacronismo. Podría, quizás, decirse
que no conviene perturbar la tranquilidad femenina, introduciendo, en su vida
destinada a la maternidad y el hogar, las luchas políticas; pero estas penetran en
tan sagrado recinto, quiéranlo o no las leyes, haya o no voto femenino.66
De manera que la Asamblea Constituyente reconoció el derecho de la
mujer alfabetizada al sufragio propuesto por los conservadores bajo el crite-
rio que ella puricaría la política. Entre quienes se opusieron, el principal ar-
gumento fue el temor a que su voto fuera manipulado por los conservadores
y la Iglesia. En la sociedad civil, las mujeres de clase media y alta tuvieron
posiciones contrarias: las católicas se opusieron al voto, mientras Victoria
Vásconez Cuvi y María Angélica Idrobo llamaron a ejercerlo. Los obreros
de Quito y los juristas de la Universidad Central solicitaron su abolición por
considerar que a la mujer le faltaba autonomía y no cumplía con la obliga-
ción de hacer el servicio militar.67
El sociólogo Rafael Quintero asegura que el Partido Conservador impul-
só la extensión del sufragio femenino porque buscaba la derrota electoral de
los liberales, lo que se evidenciaría en las elecciones presidenciales de Neptalí
Bonifaz (1931) y Velasco Ibarra (1933), donde participó un reducido grupo de
votantes, dado que los iletrados correspondían al 65 % de la población mayor
de 21 años; pero, además, de quienes cumplían los requisitos para sufragar,
solo lo hicieron el 49 % en 1931 y el 27 % en 1933.68 Si bien la aprobación del
voto para la mujer alfabetizada permitió la creación de Comités Electorales
64. Rafael Quintero, El mito del populismo, 3.ª ed. (Quito: Abya-Yala / Universidad An-
dina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 1997), 243. Énfasis añadido.
65. Grijalva, Eleccionesyrepresentación..., 100.
66. Ibíd., 103. Énfasis añadido.
67. Prieto y Goetschel, “El sufragio femenino en Ecuador...”, 316, 317, 321-323.
68. Quintero, El mito del populismo, 223, 226, 229, 292.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 110
Femeninos de gran actividad, como los impulsados por la Iglesia católica en
la sierra centro, no existen datos sobre el sufragio femenino porque las mesas
electorales no se diferenciaron por sexo; aunque se puede deducir que llegó
a ser de entre el 9 y 12 %, sobre todo en la zona rural.69 En esa medida, es
posible suponer que el voto de las alfabetizadas no fue determinante en esas
elecciones y, en todo caso, solo reejaron el sentir de las clases medias; como se
registra en estudios realizados para otros países de la región, que consideran
que “la inclusión formal de la mujer al electorado tuvo efectos inocuos para
el sistema político”, dado que votaron más o menos igual que los varones.70
Las intenciones de esta Asamblea Constituyente han sido sujeto de lec-
turas contradictorias. Mientras hay autores que consideran que fue inuida
por el constitucionalismo social inglés de la primera postguerra;71 otros lo
consideran un mecanismo de manipulación del voto, en medio de la lucha
de las clases dominantes por el control del Estado.72 Una tercera visión es
que hubo un acuerdo entre diversas tendencias para que se legitimara el
voto femenino alfabetizado;73 e incluso una adicional habla de un supuesto
“hecho cierto de la existencia de un movimiento sufragista que se expresó
a través de revistas propias y de otros medios de comunicación de la época
y en foros y debates que se desarrollaron a lo largo de varios años, sobre la
necesidad del voto femenino”.74 Consideración que dice sostenerse en una
visión “feminista e historicista”.75
No obstante, estas lecturas requieren algunas puntualizaciones. Como
se ha visto en la revisión de los debates de las diversas Asambleas, el voto
femenino siempre fue impulsado por los conservadores y no constó en las
agendas legislativas de liberales ni de los socialistas, por los motivos ya in-
dicados sobre la cercanía de las mujeres a las posiciones clericales. De todas
maneras, aunque los conservadores esperaban beneciarse del voto feme-
nino alfabetizado, los datos presentados por Quintero sobre las elecciones
inmediatas a la aprobación de ese derecho político evidencian que no consti-
tuyó un cambio mayor en los procesos electorales.
En cuanto a la armación de que existió un movimiento sufragista, se
debe señalar que la extensa movilización femenina, sobre todo católica, no
estaba tan interesada en impulsar derechos políticos, sino que más bien se
69. Ibíd., 245, 296, 297.
70. Gisela Zaremberg, Mujeres,votosyasistenciasocialenelMéxicopriistaylaArgentina
peronista (Ciudad de México: FLACSO México, 2009), 23.
71. Grijalva, Eleccionesyrepresentación..., 91, 92.
72. Quintero, El mito del populismo, 241.
73. Rodas, Historia del voto femenino..., 131. Énfasis añadido.
74. Londoño, “El sufragio femenino...”, 228.
75. Ibíd., 231.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 111
centraba en las actividades de asistencia pública y regeneración social, con la
idea de la maternidad extendida, basada en los principios religiosos, natura-
lizados como esencialmente femeninos. Si bien hubo mujeres de clase media
interesadas en impulsar el voto, no existen evidencias de que se constituye-
ran como un movimiento político. De hecho, la consulta realizada al Consejo
de Seguridad fue rmada únicamente por Matilde Hidalgo, quien libró otras
batallas de manera solitaria, como el ingreso a la carrera de Medicina. Un
movimiento sufragista habría llamado la atención pública, pero no existen
registros de ese hecho en la época de referencia. En esa medida, explicar el
voto femenino alfabetizado requiere de una mirada más amplia, que com-
plemente la irrupción de las mujeres en el espacio público con las decisiones
parlamentarias, para entender el sentido que tuvo este hecho histórico, sin
perder de vista que los horizontes de las mujeres del pasado no tienen que
ser coincidentes con las expectativas del presente;76 como indica Joan Scott,
los movimientos políticos no se desarrollan lógicamente sino improvisan-
do proclamas y adaptando ideas a su causa, por lo que no corresponden a
sistemas de pensamiento unicados coherentemente sino a una mezcla de
interpretaciones y programas.77
el aCCeso al voto CoMo aMpliaCión
de la Frontera estatal
La institucionalización del Estado ecuatoriano, mediante la progresiva
incorporación de diversos grupos sociales a su control administrativo y bu-
rocrático, se profundizó a partir del régimen de Gabriel García Moreno, a
mediados del siglo XIX. Desde ese momento es posible evidenciar que todos
los gobiernos posteriores, incluido el liberal, procuraron fortalecer y volver
más ecaces sus aparatos, cuerpos normativos, funcionarios y sistemas de
control, como expresión de la razón estatal ejercida sobre la sociedad, tanto
en el campo jurídico como en las prácticas económicas, simbólicas y socia-
les.78 La evolución jurídica del siglo XIX signicó una lenta corrosión de las
prerrogativas del padre, ante la creciente tutela del Estado hacia las mujeres
y las familias, por la incuria paterna;79 así se consolidó el Estado republica-
76. Isabel Burdiel, “Prólogo”, en Mínguez Blasco, Evas,MaríasyMagdalenas..., 16.
77. Scott, Género e historia, 87.
78. Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas...”, 216; Goetschel, Moral y orden,
14, 188.
79. Michelle Perrot, “Figuras y funciones”, en Historia de la vida privada. De la Revo-
luciónfrancesaalaPrimeraGuerraMundial, dir. por Philippe Ariès y Georges Duby, vol. 4
(Madrid: Santillana, 2001), 136.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 112
no, mediante la regulación de las conductas masculinas y femeninas, que se
volvieron un tema político. Por ello, la normativa que diferenció las obliga-
ciones y derechos de acuerdo con el sexo son relevantes para entender la am-
pliación de la frontera estatal hacia poblaciones anteriormente no reguladas.
En esa medida, se debe mantener en mente que el Estado ecuatoriano no
se concibió como un ente estatal a secas sino como una institución republi-
cana que, más allá de sus realidades, generó aspiraciones que moldearon el
pensamiento y la acción de sus integrantes.80 De manera que, si bien respon-
día a la creación y el fortalecimiento estatal, implicaba también un programa
cultural y político que tenía como elemento fundamental ofrecer un futuro
caracterizado por la concreción de posibilidades realizables a través de una
agencia humana autónoma, lo que promovió acciones políticas que se acti-
varon mediante protestas, rebeliones y la construcción de nuevas identida-
des, como herramientas del cambio social.81
En el caso de las mujeres, la construcción republicana implicó un pri-
mer momento de repliegue al ámbito privado, cosa que se evidencia en la
decisión del presidente Vicente Rocafuerte de prohibir expresamente su in-
tervención en el ámbito público, luego de la batalla de Miñarica, en la que
participaron activamente.82 Mientras que el Código Civil de 1861, primera
normativa republicana que las consideró como sujetos de control estatal, re-
guló la vida de las mujeres, sujetándolas a la autoridad marital, al tiempo
que regulaba la separación de bienes, el divorcio canónigo, las sociedades
gananciales y el control de sus bienes raíces. El Código asimiliba a las muje-
res con los menores de edad, por lo tanto siempre necesitadas de un varón
para la administración de sus bienes o su relación con el Estado.83
Es decir que en la sociedad decimonónica las mujeres no solo carecían
de derechos políticos, sino que tampoco tenían derechos civiles, reducidas
como estaban en la consideración liberal a la reproducción y crianza de los
hijos de la patria, de donde se explica su profunda relación con la Iglesia,
que, si bien también las subordinaba, les ofrecía un espacio propio, a través
de la oración, la confesión, el convento y la santidad, únicos ámbitos de com-
pensación y placer que les estaban permitidos.84 De manera que, al ser con-
vocadas para defender a la Iglesia y detener la secularización, se volcaron
80. Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas...”, 215, 223.
81. Mínguez Blasco, Evas,MaríasyMagdalenas..., 46.
82. Carmen Mc Evoy, “De la república utópica a la república práctica: intelectuales y
artesanos en la forja de una cultura política en el área andina (1806-1878)”, en Historia de
América Andina, vol. 5, 363.
83. Orquera Polanco, La agenda educativa..., 22.
84. Michelle Perrot, Mihistoriadelasmujeres (Buenos Aires: Fondo de Cultura Econó-
mica, 2008), 87, 106, 120.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 113
con la fuerza de su convicción religiosa sobre la capacidad que tenían para
regenerar la esfera pública.
Ya en el siglo XX, la encíclica Rerum Novarum, para el caso de las ca-
tólicas, y los nuevos referentes de la modernidad —la moda, el teatro, las
novelas—, así como las oportunidades abiertas por el Estado mediante la
educación laica y los empleos públicos, modicaron sus condiciones de vida
y trajeron para sí mismas nuevas nociones sobre lo que era posible hacer y
alcanzar fuera del espacio doméstico, en medio de dos proyectos políticos
contrapuestos que las movilizaron con la idea de las madres sociales.85
El Estado buscó obtener su favor y atraerlas a sus las, entre otras cosas,
porque las necesitaba para asumir la administración de los servicios y bie-
nes que hasta tradicionalmente habían estado en manos clericales, como los
registros de nacimientos, muertes y matrimonios; la tutela de hospicios, hos-
pitales, cementerios, escuelas y formación docente. Esta intervención estatal
introyectó valores, conocimientos y símbolos que reforzaron el sentimiento
de nacionalidad laico.86 En la guerra cultural que mantuvo contra la Iglesia,
el Estado de la década de 1920 intervino directamente en la vida de las mu-
jeres mediante una campaña de control de la mortalidad infantil. Este pro-
blema de salud pública equiparó el cumplimiento de los deberes maternos
(lactancia, higiene y educación) con la ciudadanía femenina. Así, se logró
una penetración normativa horizontal y vertical que impactó a las mujeres
de los estratos bajos, objeto de la mayoría de regulaciones; mientras que a
las mujeres de la clase media se les permitió optar por profesiones liberales
relacionadas con niños, mujeres y temas domésticos; y las de estratos altos se
dirigieron a actividades de benecencia que les ofrecieron carreras públicas
satisfactorias.87 Gisela Zaremberg, quien ha estudiado la relación entre el ac-
ceso al voto de las mujeres alfabetizadas y sus labores en la asistencia social
para los casos de México y Argentina, asegura que esas labores fueron un
componente central en la agenda de las mujeres cuando se expandió el dere-
cho de voto, dado que pudieron evidenciar que desarrollaron las actividades
de benecencia pública desde nes del siglo XIX.88
En el caso ecuatoriano, la crisis demográca legitimó la intervención
médica en la formación de hogares, en el parto, en la crianza de los niños
y en los comportamientos morales de la población. Al promover la visión
85. Ana María Goetschel, Mujereseimaginarios.Quitoenlosiniciosdelamodernidad
(Quito: Abya-Yala, 1999), 15; Blasco Herranz, “Género y religión...”, 11.
86. Ibíd., 224-225, 253-254.
87. Kim Clark, “Género, raza y nación: protección a la infancia en el Ecuador, 1910-
1945”, en Palabras del silencio (Quito: Abya-Yala / Unicef / Embajada Real de los Países Ba-
jos, 1995), 225-227, 238, 253.
88. Zaremberg, Mujeres,votosyasistenciasocial..., 18.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 114
de madre-ciudadana, el Estado creó las condiciones para la inclusión de las
mujeres en la actividad pública, en la que una de sus principales actividades
fue promover la moralidad, como se evidencia en fechas muy cercanas a la
obtención del voto, donde se ve que sus intereses estaban más centrados en
este tipo de temas que en la obtención de derechos políticos. En 1928, Zoi-
la Rendón pedía emprender una campaña contra los seductores “fundando
asilos en los que se les dé ejemplo de virtud i de moralidad; en los que, a
esas desgraciadas, se les enseñe las artes manuales, culturales i artísticas;
hagamos que odien el juego, que adquieran amor al trabajo, sobre todo amor
al hogar, principio i n de su existencia y de la sociedad misma”.89 Según su
testimonio, se ocupó también de presentar una propuesta a la Asamblea de
1928-1929, que no buscaba el voto de manera especíca, sino que hablaba de
una serie de necesidades más amplia, según explica en un libro publicado
una década más tarde:
En la Asamblea Constituyente del Ecuador, reunida en 1928-1929, cabe anotar,
que en la Carta Fundamental de aquellos años, los derechos civiles y políticos
de la mujer ecuatoriana, obtuvieron un mayor realce y apogeo, al hacerlos efecti-
vos, por cuanto, documentada legalmente, yo elevé la petición del caso ante ese
H. Cuerpo Legislativo, cuyos puntos a discutir fueron resueltos y aprobados en
todas sus partes. Tomé como base, los enunciados del Bando Femenino Social y
Cultural de Chile, que son, más o menos: Igualdad legal en derecho penal, con
sanciones idénticas en delitos comunes; derechos políticos amplios, como princi-
pio de la verdadera democracia, a n de que el goce de aquellos benecios sean a
la humanidad entera; que la mujer sea reconocida jurídicamente en igualdad con
el hombre; que desaparezcan en los formularios de instrucción pública la palabra
“legítimo” e “ilegítimo”; investigación de la paternidad, etc.90
La relación de estos hechos permite evidenciar que fue en el contexto
de la guerra cultural entre la Iglesia y el Estado que las mujeres de estratos
medios lograron ampliar su participación en actividades públicas que les
permitieron construir su propia imagen y desarrollar estrategias discursivas
en la prensa, la literatura y en diversas acciones políticas.91 La ausencia de
solidaridad hacia las mujeres de estratos bajos parece haber sido parte del
patrón cultural bajo el cual fueron educadas,92 como se puede constatar en
los testimonios de las maestras de la primera mitad del siglo XX, recogidos
89. Zoila Rendón de Mosquera, “Cómo se juzga el feminismo verdadero”, La Aurora,
n.º 139, Guayaquil, septiembre de 1928, en Orígenesdelfeminismo..., 95.
90. Zoila Rendón de Mosquera, “La mujer en los diversos organismos humanos”
(Quito: Imprenta Nacional, 1948), en Orígenesdelfeminismo..., 104.
91. Goetschel, Educacióndelasmujeres..., 243, 244.
92. Armstrong, Deseoyccióndoméstica, 166.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 115
por Ana María Goetschel, donde una de ellas dice: “Yo mandaba en mi ho-
gar. Lasempleadassiempresabíanloqueteníanquehacer”; a lo que la autora
agrega: “las maestras entrevistadas pudieron compaginar las dos activida-
des porque tenían la ayuda de las empleadas domésticas. En todo caso, esta era
unacondicióncomúnalasmujeresblanco-mestizas,tantodelascapasaltascomo
medias”.93 Es decir, que estas mujeres liberaron tiempo para trabajar fuera de
casa delegando las tareas domésticas a otras, excluidas de los procesos esta-
tales de alfabetización y, por lo tanto, de ascenso social.
De ahí que se pueda concluir que las mujeres alfabetizadas de inicios del
siglo XX jugaron más con una identidad de clase que de género, cosa que
también se puede comprobar en las diferencias que plantean sus reivindica-
ciones laborales. Mientras las primeras exigían acceso a empleos públicos; las
obreras y artesanas —para quienes el trabajo era consustancial a sus vidas—
reclamaban pagos justos, la disminución los horarios laborales, la protección
de las trabajadoras nocturnas, de las menores de edad y de las obreras emba-
razadas.94 Estas diferencias fueron auspiciadas por un Estado aristocratizan-
te, como lo calica Maiguashca, que imponía el requisito de alfabetismo para
votar, con lo cual excluyó al menos a la mitad de la población.95
Pero si bien es cierto que el temprano acceso a derechos políticos de las
mujeres alfabetizadas tuvo que ver con la conanza que sintieron sus pares
varones en que eran sus aliadas en la consecución de los mismos objetivos
para la institucionalización del Estado, no se puede negar el empuje que en
ello tuvo también la implicación de las mujeres del movimiento católico, pri-
meras en minar la exclusión del espacio público, lo que favoreció la progre-
siva incorporación de las mujeres en las actividades reservadas de manera
exclusiva para los varones en los inicios de la república.96 Sin embargo, su ac-
cionar en el ámbito público —al que se unieron luego otras mujeres— activa-
do por el enfrentamiento de dos poderosas instituciones sociales llevó a que
poco más de medio siglo pasaran de no tener derechos civiles ni políticos a
ser las primeras en América Latina en conseguir el acceso al voto facultativo,
si bien con las exclusiones sociales ya referidas, que no solo afectaban a las
mujeres pobres sino también a los hombres de la misma condición.
93. Goetschel, Educacióndelasmujeres..., 253, 289. Énfasis añadido.
94. Guillermo Bustos, “La politización del ‘problema obrero’. Los trabajadores qui-
teños entre la identidad de ‘pueblo’ y la identidad de ‘clase’ ”, en Ciudadaníaeidentidad
(Quito: FLACSO Ecuador, 2003), 214, 220.
95. Maiguashca, “Dirigentes políticos y burócratas...”, 222.
96. Blasco Herranz, “Género y religión...”, 10.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 116
ConClusiones
Con los elementos presentados hasta aquí es posible concluir que el pro-
ceso de concesión del voto a las mujeres alfabetizadas tuvo que ver con el
fortalecimiento del Estado y su enfrentamiento con la Iglesia por denir el
lugar que debía tener la religión en la república. Este conicto cultural llevó
a que el catolicismo movilizara a las mujeres para luchar contra la seculariza-
ción, lo que tuvo como resultado su ingreso al ámbito público, teóricamente
masculino y, con el impulso del catolicismo social, la acción femenina pasó
de obras de caridad a unas actividades organizadas bajo el concepto de ma-
dres sociales que debilitó la idea de mujeres domésticas que se había procu-
rado implantar desde los inicios de la constitución estatal.
Las mujeres involucradas en estos cambios fueron las blanco-mestizas,
de clases medias y altas, quienes se beneciaron de la alfabetización y tam-
bién de carreras profesionales ofertadas por el Estado para reemplazar las
labores que durante el siglo XIX fueron ejecutadas por la Iglesia, pero que a
partir de la Revolución Liberal se fueron volviendo instituciones laicas. Sin
embargo, las mujeres pobres no necesariamente se beneciaron de la insti-
tucionalización estatal sino que, más bien, en la época de estudio quedaron
excluidas del ejercicio de derechos políticos, dado que no cumplían el requi-
sito de estar alfabetizadas; al tiempo que sostuvieron las labores domésticas
de las mujeres de clases medias que salieron de sus hogares para asumir
funciones en el espacio público.
Como se ha evidenciado en estas páginas, no fueron las liberales las pri-
meras en asumir actividades de escritura y asistencia social sino las católi-
cas, cuyas acciones públicas se pueden evidenciar, por lo menos, desde el
último tercio del siglo XIX. Desde su militancia religiosa, produjeron cartas
públicas, hojas volantes y semanarios donde expresaron su solidaridad con
la Iglesia católica y, de manera progresiva, también su preocupación por su
propia situación social y la de otras mujeres, bajo el criterio que tenían el
deber de moralizar la sociedad, que tenían una superioridad moral sobre
los hombres y que la crisis social requería tanto de esa virtud, como de otras
que les fueron asignadas como la capacidad de cuidar de otros y extender su
labor de madres hacia los más necesitados.
En el siglo XX, además de las católicas, participan en el debate público
las liberales, quienes se unieron a las actividades de escritura y asistencia
social iniciadas por las católicas, pero no desde la cercanía con la Iglesia sino
por el impulso generado por el Estado, que buscaba atraerlas a su control
mediante acciones de protección en su vida privada (acceso a educación y
trabajo, emancipación de la mujer casada, divorcio, entre otras), pues, según
Procesos 56, julio-diciembre 2022 117
el Código Civil emitido en 1861, no tenían derechos civiles ni políticos, los
cuales solo adquirieron de manera paulatina, al evidenciar la utilidad de sus
actividades en el ámbito público.
En medio de este proceso de enfrentamiento entre la Iglesia y el Estado, y
de la movilización femenina que provocó varias Asambleas Constituyentes
debatieron la posibilidad de conceder el voto a la mujer alfabetizada, pro-
puesta que siempre fue llevada adelante por los conservadores, hasta que
llegó a concretarse en la Asamblea de 1928-1929, dado que previamente el
Consejo de Estado había considerado que no existía impedimento para ello,
ante la consulta elevada por Matilde Hidalgo. Si bien la concesión de ese de-
recho político se produjo en medio de una masiva movilización femenina, no
existen registros de la existencia de un movimiento sufragista sino, más bien,
un reclamo más amplio por el acceso a derecho civiles, que preocupaban a
las mujeres aún más que los derechos políticos.
El hecho de que el Estado ecuatoriano concediera ese derecho político a
las mujeres alfabetizadas antes que los demás de América Latina tiene que
ver también con las expectativas que la república generó entre sus integran-
tes sobre las posibilidad de la acción política que fue impulsada por varios
actores, pero especialmente por la Iglesia católica; y que recibió como res-
puesta estatal que evidenció la efectiva estrategia de presentar a las mujeres
como madres sociales que podían regenerar el espacio público, idea que fue
asumida positivamente tanto por conservadores como por liberales, quienes
consideraron a la mujer una efectiva colaboradora para impulsar el proyecto
de nación.
Fuentes y bibliograFía
FuENtEs PRiMARiAs
Archivos consultados
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indios i pleno derecho tenemos de la protección”:
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“Somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios i pleno derecho
tenemosdelaprotección”:PopularPracticesofProperty
andJusticeintheProvinceofLojabetween1925-1945
“Somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios i pleno derecho
tenemosdelaprotección”:práticaspopularesdepropriedade
ejustiçanaprovínciadeLojaentre1925-1945
Ángel González
Facultad Latinoamerica de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador)
Quito, Ecuador
afgonzalez829@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-0499-2249
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3398
Fecha de presentación: 8 de julio de 2022
Fecha de aceptación: 27 de septiembre de 2022
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 121-149. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
El artículo estudia cómo la población indígena de Loja diseñó y aplicó
una serie de herramientas jurídicas para redenir el régimen de
propiedad de la tierra. Esto fue posible porque la Revolución juliana
permitió la revitalización de recursos jurídicos provenientes de
una tradición radical del derecho, lo que permitió la denición
de un pluralismo reconocido dentro del orden jurídico ecuatoriano,
con una especial actoría de los sectores populares, reivindicado
durante la Gloriosa de 1944.1
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
historia del derecho, Loja, comunidades indígenas, propiedad comunal,
juicios, Revolución juliana, la Gloriosa, pluralismo jurídico.
ABSTRACT
The article studies how the indigenous population of Loja designed and
applied a series of legal tools to redene the land property regime.
This was possible because the Juliana revolution allowed
the revitalization of legal resources from a radical tradition of law.
This allowed dening a recognized pluralism within the Ecuadorian
legal order, with a special role of the popular sectors, which
was vindicated during la Gloriosa of 1944.
Keywords: Latin American history, History of Ecuador,
history of law, Loja, indigenous communities, communal property,
trials, Juliana revolution, la Gloriosa revolution, legal pluralism.
RESUMO
O artigo estuda como a população indígena de Loja desenhou
e aplicou uma série de instrumentos jurídicos para redenir o regime
de propriedade de terras. Isso foi possível porque a revolução
Juliana permitiu a revitalização de recursos jurídicos advindos de uma
tradição radical do Direito, o que proporcionou a denição de
um pluralismo reconhecido dentro da ordem jurídica equatoriana,
com atuação especial dos setores populares, reivindicado durante
la Gloriosa de 1944.
Palavras chave: História latino-americana, História do Equador,
história do direito, Loja, comunidades indígenas, propriedade comunal,
juízos, revolução Juliana, la Gloriosa, pluralismo jurídico.
1. Véase la idea de etnogénesis permanente en Jorge Cañizares-Esguerra, “Prólogo”, en
Mireya Salgado Gómez, “Indiosaltivoseinquietos”.Conictoypolíticapopulareneltiempodelas
sublevaciones: Riobamba en 1764 y Otavalo en 1777 (Quito: FLACSO Ecuador / Abya-Yala, 2021).
introduCCión y debate historigráFiCo
La frase “somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios i pleno de-
recho tenemos de la protección”1 proviene de una petición realizada por
indígenas de Gualel que reclamaban al Ministerio de Previsión Social la
protección y garantías frente a la explotación de que eran víctimas por par-
te de los arrendadores de las haciendas de asistencia pública. Exigían, y lo
lograron, que se les entregue la tierra que la consideraban ancestral, y, para
ello, forjaron varios procesos usando el derecho social creado luego de la
Revolución juliana de 1925.
Por ello, esta investigación se introduce en el debate historiográco sobre
dos cuestiones elementales en la denición de la comunidad política ecuato-
riana: a) el carácter del Estado social entre 1925 y 1945; y, b) la capacidad de
la población indígena para generar alianzas y participar en el diseño de las
instituciones.
Por un lado, una tradición de la sociología histórica reconoce que en
el período de estudio se articuló una hegemonía nacional popular por la
incidencia de un bloque histórico-social conformado por la izquierda, las
clases populares y los militares para oponerse e impedir el desarrollo de
la alternativa propuesta por la derecha (conservadurismo) como solución
a la crisis económica y orgánica del Estado liberal. Las clases populares or-
ganizadas lograron presionar la reforma del Estado mediante levantamien-
tos, peticiones, juicios y la competencia electoral, entre otros mecanismos.
La izquierda, principalmente de clase media, permitió el fortalecimiento de
la organización mediante la educación popular, la opinión pública para ex-
poner las prácticas de dominación, explotación y desposesión, así como la
determinación de la naturaleza de la función pública para responder a las
demandas subalternas.2
1. Indígenas de Gualel, “Reclamo”, 24 de septiembre de 1930. Archivo Histórico Mu-
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Procesos 56, julio-diciembre 2022 124
Por otro lado, una tradición historiográca interpreta que en el mismo
período existió un pacto oligárquico entre las clases terratenientes de la sie-
rra y las oligárquicas de la costa para controlar el Estado, generando lazos
clientelares con las clases populares, con el ánimo de controlar la movili-
zación social.3 Por tanto, las clases populares fueron incapaces de generar
alianzas y emprender procesos de movilización social debido a su economía
moral centrada en la búsqueda de un “patrón” en el Estado, tal como lo ha-
bían hecho en las haciendas, pero que ya no les era posible debido a la crisis
de autoridad paternal.4 En ese sentido, todas las acciones estatales se diri-
gían a controlar a la población mediante discursos y prácticas estatales, para
fortalecer los procesos de dominación.5 A ello se suman los estudios sobre la
tradición jurídica que arman la incapacidad de los abogados ecuatorianos
para generar prácticas y diseños institucionales innovadores, únicamente
copiando las tradiciones europeas, enfrascados en un formalismo jurídico
escépticos de la interdisciplinaridad en el estudio del derecho.6
En esta investigación se argumenta que el Estado social permitió la demo-
cratización de los medios de control social y formas de ejercicio de la democra-
cia y, por tanto, generó un legado de pluralismo jurídico en el que se reconoce
la autodeterminación jurídica de las comunidades indígenas en leyes del Es-
tado nacional; así como brindó recursos administrativos y judiciales para que
las clases populares puedan presionar y exigir que el Estado brinde garantías
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Procesos 56, julio-diciembre 2022 125
de protección y amparo. En el caso de la provincia de Loja, la población indí-
gena, por su propia iniciativa y mediante alianzas interclasistas, logró incidir
rotundamente en la denición del régimen de propiedad de la tierra.
En esta investigación se usa un marco relacional sobre la formación del Es-
tado para exponer las transacciones que existe entre este y la sociedad civil, así
como los mutuos procesos de retroalimentación.7 En ese sentido, tanto el apara-
to del Estado —instituciones gubernamentales y el derecho moderno— como
el poder del Estado —capacidades y recursos de intervención— están media-
dos por la correlación de fuerzas sociales cuya conictividad orienta y dene el
carácter del Estado y la capacidad de las sociedad civil para autodeterminarse.8
Las instituciones estatales se constituyen en mediaciones sociales para permitir
las relaciones entre clases dominadas y clases dominantes en la denición de
las “reglas de la desigualdad” en el acceso a los recursos y al poder.9 La capa-
cidad de los grupos humanos de articularse y proponer sus marcos diversos
y heterogéneos en la construcción del Estado posibilita que sus demandas y
proyectos se conviertan en materia estatal; por lo tanto, la ansiada moderni-
dad homogénea y unidireccional se vio imposibilitada desde su nacimiento
en sociedades abigarradas como las andinas.10 A su vez, permite comprender
que el régimen de propiedad de la tierra y su conformación es el resultado de
la interacción entre actores, instituciones y recursos; por tanto, la propiedad
en sus diferentes prácticas constituyen relaciones sociales.11 En las sociedades
andinas las estrategias sociojurídicas de las clases populares han sido claves en
la articulación de las diversas y heterogéneas prácticas de propiedad.12
Se usa una metodología histórica para indagar en los archivos: Histórico
Municipal de Loja (AHML) y de la Función Judicial (AFJ), con el propósito
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Procesos 56, julio-diciembre 2022 126
de encontrar documentación primaria útil para el objeto de estudio. Al mis-
mo tiempo, el análisis se apoya en los estudios de la sociología histórica para
dar cuenta del carácter del Estado y sus continuas transiciones. Finalmente,
se utiliza la interpretación jurídica para dar cuenta de los usos y formas de
aplicación del derecho en los trámites administrativos y procesos judiciales,
un cruce interdisciplinario entre la historia, la sociología y el derecho.
El artículo está dividido en dos partes: en la primera se explica cómo
se articuló un derecho social capaz de reconocer el pluralismo jurídico me-
diante la autodeterminación jurídica de las comunidades indígenas; en la
segunda parte se analiza cómo la población indígena de la provincia de Loja
participó activamente en ese diseño mediante la protección y defensa de la
propiedad comunal y sus autoridades étnicas. Con ello hicieron frente a pro-
pietarios privados, a las haciendas de la asistencia pública, a funcionarios
estatales, y autodenieron sus estrategias comunitarias.
estado soCial, dereCho Moderno y autodeterMinaCión
JurídiCa de las CoMunidades indígenas
La crisis orgánica del Estado liberal, ligado a la plutocracia bancaria,
resultado de la crisis económica y a la insatisfacción de las demandas de
las clases populares, condujo a la articulación de diversas alternativas: el
conservadurismo intentaba golpes de Estado y, más tarde, ensayó una polí-
tica de masas; el liberalismo oligárquico proponía una modernización desde
arriba que excluía políticamente a las clases populares; y el liberalismo po-
pular —o radicalismo— buscaba una reforma del Estado, para permitir la
participación política de las clases populares.13
En ese escenario, la Revolución juliana del 9 de julio de 1925 introdujo el
camino para otra alternativa. Los jóvenes militares, y luego las autoridades
civiles, que integraron las Juntas de Gobierno Provisional, eran parte del co-
nocido liberalismo social, cuyos integrantes formaron el Partido Socialista,
en 1926.14 Iniciaron una reforma del Estado orientada a fortalecer la labor de
previsión social y de intervención del Estado en las relaciones de domina-
ción en el ámbito privado. Para ello fue necesario la creación de un marco
jurídico que ofreciera los recursos administrativos y judiciales a los actores
estatales que les permitiera cumplir las demandas de garantía y protección.
13. Coronel, “Orígenes de una democracia...”.
14. Coronel, “The Ecuadorian Left...”. Según la autora eran los herederos del radica-
lismo de la Revolución Liberal y Eloy Alfaro.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 127
A pesar de que se considera que la Revolución juliana sirvió únicamente
para dar paso al control del Estado por parte de las élites de la costa y sierra,15
el intenso proceso de reforma y el apoyo de las clases populares muestran una
cara diferente del proceso de construcción del Estado. Su fortalecimiento se
dio mediante la creación del Ministerio de Previsión Social y Trabajo (MPST),
en 1925, encargado de investigar, procesar, resolver y diseñar proyectos de ley
necesarios para las labores del servicio público concebido como una obligación
del Estado.16 Entre 1925 y 1927, el MPST, mediante un equipo interdisciplina-
rio conformado por abogados, sociólogos e ingenieros, conoció demandas de
todo el país encaminadas a pedir la intervención del Estado en esos ámbitos
privados de dominación. Como consecuencia, en la Asamblea Nacional Cons-
tituyente de 1927-1928, el Ministerio presentó un conjunto de leyes que fueron
aprobadas por el Ejecutivo mediante decretos-ley y elaboradas por esos técni-
cos, como resultado de un trabajo de campo en el estudio de los conictos en
los que asumieron las condiciones de árbitros y la población diseñó de “una
especie de derecho consuetudinario, que ha sido fuerza aceptar”.17
Se promulgaron leyes para limitar los efectos absolutos y excluyentes de
la propiedad privada, tales como el decreto que declaraba los caminos como
bienes del Estado, y el incentivo a procesos de expropiación. La Ley de Patri-
monio Territorial del Estado (como decreto-ley en 1927 luego raticada por la
Asamblea Nacional en 1928) reguló la “tenencia, posesión, propiedad, repar-
to y adjudicación de tierras de propiedad del Estado”, otorgó la competencia
sobre esos asuntos al MPST, y reconoció la propiedad de las comunidades in-
dígenas cuya sola posesión constituía justo título de dominio.18 La Ley de Ré-
gimen Jurídico Administrativo Interior de 1928 estableció la competencia del
MPST para la protección legal del campesino y titular de la obligación conte-
nida en el artículo 167 de la Constitución sobre la protección a los indígenas.
Con base en ello, en 1927 el Ministerio realizó un intenso trabajo orientado
al registro de tierras y comunidades. Con el apoyo de las autoridades locales
solicitó informes sobre las comunidades existentes y las formas de propiedad.
Adicionalmente, conoció muchos conictos sobre tierras en los que, mediante
comisiones, acudió al lugar del conicto para arbitrar y mediar.
15. Ospina, Laaleacióninestable...
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18. El artículo 8 decía que es propiedad del Estado “con excepción de los terrenos de
Comunidad y Municipales, relativamente los cuales la posesión será justo título de domi-
nio, así no estuvieren constituida por cultivos u otra clase de obras”. Ley de Patrimonio
Territorial del Estado, 1927.
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Las reformas a la leyes, tanto en 1931 como en 1935, limitaron la labor del Mi-
nisterio. Aún así, en los informes al Congreso se informó de innumerables inter-
venciones. La reforma jurídica promovida por Federico Páez en 1935, como un
proyecto de modernización desde arriba, intentó concretar una ley sobre comu-
nidades que había sido discutida durante las décadas anteriores.19 Con el ánimo
de intervenir en los espacios rurales se promulgaron la Ley de Organización y
Régimen de Comunas en 1937 y el Estatuto de Comunidades Campesinas (apro-
bado en 1938 y derogado en 1939) que otorgaron la competencia al MPST para
resolver los conictos de las comunidades y convertirse el “súper vigilador” de
sus actuaciones para que se adecuen a los principios del Estado social. Adicional-
mente, estos instrumentos jurídicos otorgaron un espacio de autodeterminación
jurídica para las comunas en aspectos como la elección de sus representantes
étnicos y la regulación del usufructo de los bienes comunales. Se reconoció que el
órgano de decisión de los conictos y asuntos internos era la Asamblea General
y, solo cuando sus decisiones no estuviesen conformes, podían ser apeladas al
Ministerio. Estas medidas fueron claves para fortalecer el proceso organizativo y
de interpelación desde las comunidades a los agentes estatales.
loJa, espaCio regional
y CoMunidades indígenas
Loja, como espacio regional, no permaneció aislado de este proceso
como se sugiere, sino más bien se inmiscuyó en las transformaciones nacio-
nales, y los actores regionales se vieron obligados a modelar sus estrategias
en la arena política marcada por el Estado social.20 Usando y modicando
los mecanismos otorgados por la reforma del Estado, afectaron la domina-
ción terrateniente dedicada a concentrar los recurso de agua, tierra y mano
de obra. En ello tuvieron que ver las alianzas ya identicadas, en parte, por
Valeria Coronel, de las clases populares con la izquierda y clases medias.21
Entre 1925 y 1935, las autoridades locales, en coordinación con el MPST,
elaboraron un registro de comunidades y los bienes que poseían en toda la
provincia.22 Contrario a lo que arma Brito, se registraron comunidades de in-
dígenas y había consenso entre las autoridades locales sobre la existencia de
19. Valeria Coronel, “A Revolution in Stages: Subaltern Politics, Nation-State Forma-
tion, and the Origins of Social Rights in Ecuador, 1834-1943” (tesis doctoral, New York
University, 2011), http://repositorio.acsoandes.edu.ec/handle/10469/6489.
20. Emmanuel Fauroux, “Cambio social y utilización diferencial del medio natural:
el ejemplo de Loja”, Cultura: Revista del Banco Central del Ecuador 8, n.º 24b (1986): 673-689.
21. Coronel, “A Revolution in Stages...”.
22. Son importantes los censos realizados en 1928, por Isidro Ayora; y, en 1935, por
Federico Páez.
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este grupo poblacional y la necesidad de generar políticas públicas orientadas a
reconocer su participación en la construcción de la comunidad política.23 En los
informes que llegaban a la Gobernación de la Provincia se identicaron 49 co-
munidades, que poseían propiedad comunal y sus propias autoridades étnicas.
Tabla 1. Comunidades en los cantones de Loja 1925-1935
Cantón n.º Autoridad Propiedad
Loja 12 Gobernador de indígenas Repartidas solo montañas como bienes
comunes
Calvas 27 Gobernador de indígenas Títulos de propiedad comunal y repartida
Macará 3 Gobernador de indígenas Títulos de propiedad comunal y repartida
Paltas 6 Gobernador de indígenas Títulos de propiedad comunal y repartida
Saraguro 1 Gobernador de indígenas Repartidas solo montañas como bienes
comunes
Fuente: Archivo Histórico Municipal de Loja (AHML), sección Gobernación de Loja.
Este proceso de reconocimiento se dio gracias a la intervención de las
autoridades estatales en las visitas a la extensa provincia como una muestra
de cumplimiento de la garantía del Estado social. En los informes se relatan
los recorridos que José Miguel Carrión, gobernador desde 1925 hasta 1931:
el mes de octubre del año próximo pasado, con la honrosa compañía del señor
Director General de Obras públicas, efectué la visita a la provincia que prescribe
la Ley de Régimen Administrativo. Más de 25 años hacían que los gobernadores
de Loja no cumplían este deber. El júbilo de los pueblos visitados fue inusitado;
procuré oír todas las quejas e informarme de todas sus necesidades a n de re-
mediarlas y satisfacerlas siquiera en la limitada esfera de mis facultades legales.24
Lo mismo sucedía con los miembros de los Concejos Cantonales. Exis-
tía un escenario de transformación del poder local en el que tenían que ver
principalmente las demandas de las clases populares. Los tenientes políticos,
jefes políticos, jueces parroquiales y demás autoridades eran intepelados
ante la autoridad provincial y nacional y, en consencuencia, removidos del
cargo y sancionados en otros casos. La población indígena ejercía formas de
organización e interpelación de los acuerdos locales gamonales para acudir
23. Juan Brito Román y José Enrique Juncosa, El pueblo Palta en la historia. Continuida-
des, transformaciones y rupturas (Quito: Universidad Politécnica Salesiana / Abya-Yala / Fe-
deración Provincial Comunas del Pueblo Palta de Loja, 2015).
24. José Miguel Carrión, “Informe del Gobernador de la Provincia al Ministerio de
Gobierno”, 15 de agosto de 1928. AHML, sección Gobernación de Loja.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 130
a las ocinas estatales nacionales. Una lectura que hace el gobernador de la
provincia demuestra que la propiedad comunal era numerosa y estaba en
casi todas las provincias, lejos de considerarse solamente la existencia de
grandes latifundios:
Si bien existen latifundios, la pequeña propiedad es numerosa en toda la provin-
cia y existe también en casi todas las parroquias la propiedad comunal de que
disfrutan los indígenas y que debe ser protegida contra las usurpaciones de los
blancos y gamonales de aldea. Nuestra clase indígena ocupa una posición distin-
ta, superior á la que tienen en las demás provincias. Casi todos nuestros indios
son propietarios; maniestan altivez; contratan libremente y aprovechan de la
instrucción primaria en las escuelas scales, municipales y particulares. Comba-
tiendo el alcoholismo de que son víctimas, protegiéndolos contra la explotación
de abogados y curas, pueden ser fácilmente incorporados a la ciudadanía y ser
factor importante de progreso.25
Las comunidades no eran entidades territoriales aisladas de los escenarios
políticos locales y nacionales. Estaban constantemente —de allí el término de
etnogénesis permanente— luchando para que se reconozca su autonomía co-
lectiva y autogobierno comunal en un marco de diversidad y heterogeneidad
étnica. Estaban atravesadas por las lógicas comerciales y por la creación de las
parroquias civiles, de tal forma que algunas comunidades adoptaban el nom-
bre de las parroquias. El asedio de los propietarios privados y de los propios
comuneros que cerraban las tierras comunales era constante.
En Loja existían comunidades identicadas en la siguiente forma: a) or-
ganizadas en todo un cantón de acuerdo a jerarquías étnicas tradicionales
(como las de Saraguro que se dividían en quintos, coronas y sucundeles);
b) comunidades de hecho por la existencia de población indígena en parro-
quias en convivencia con población no indígena (Chuquiribamba, Valladolid
y Gonzanamá); c) comunidades con títulos de propiedad de acuerdo a las
tierras otorgadas a las parcialidades en el tiempo de la colonia (en las pa-
rroquias en mayoría de la provincia); d) “haciendas comuneras” que eran el
resultado de acciones de los indígenas en tiempos de la colonia para pedir
que se les venda o adjudique extensiones de tierra sobre las que tenían título
de propiedad (los casos de Calvas, Macará y Paltas).
Los usos de la tierra de las comunidades se hacían de acuerdo a dos
sistemas: 1) repartición de tierras mediante adjudicaciones para usufructuar
parcelas sobre las que incluso vendían las mejoras o las heredaban, sistema
utilizado por los propietarios privados para adueñarse de terrenos comuna-
25. José Miguel Carrión, “Informe del Gobernador de la Provincia al Ministerio de
Gobierno”, 1931. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 131
les y en ventas sucesivas despojar a los indígenas de la tierra;26 2) utilización
y aprovechamiento de sitios comunales en las montañas para leña, madera,
pastoreo, entre otras actividades, usados mediante prácticas consuetudina-
rias de ordenamiento del usufructo, que incluían los sitios de abrevaderos
(ejidos) para los animales, donde era comunes los litigios y conictos porque
los propietarios privados cerraban los terrenos comunales.
En las comunidades de Paltas, Macará y Calvas había un problema común:
la compra de “derechos y acciones” por individuos externos, o la obtención
de títulos de propiedad por medio de juicios de prescripción adquisitiva de
dominio, como se verá más adelante. Un informe sobre las comunidades indí-
genas de Paltas ilustra el caso: “la situación jurídica de cada comunidad está
establecida por títulos conferidos por el Rey en tiempo de la Colonia, i cada co-
munidad está representada por un Procurador General. En la actualidad se han
hecho muchas ventas a individuos que no pertenecen a ellas, quienes alegan
como fundamento el título de propiedad i la prescripción extraordinaria”.27
Desde los archivos aparece de forma recurrente la gura del “goberna-
dor de indígenas” como representante étnico de las poblaciones, legitimado
internamente mediante elección popular y luego ante el Estado por los nom-
bramientos expedidos por el gobernador de la provincia y la promesa cons-
titucional rendida a las autoridades estatales parroquiales y cantonales. En
el caso de Calvas, el Jefe Político informaba que las 19 comunidades tenían
representantes que funcionan “como cabeza principal para la defensa de sus
derechos i como inmediata autoridad, siguiendo por tradición el Gobierno
de sus mayores”.28 En 1928, Gaspar Jaramillo se expresaba sobre el impacto
de la visita del gobernador a la parroquia y la forma en la que la comunidad
empezaba a reorganizarse:
que habiendo sido elegido Gobernador de Indígenas de esta parroquia de mi do-
micilio por mayoría de votos de los comuneros de la misma, para custodiar las
buenas costumbres de los indígenas y conservar en libertad, los terrenos de comu-
26. Nicolás León, “Informe del Teniente Político de Gonzanamá, Nicolás León al Go-
bernador de la Provincia”, 23 de agosto de 1929. Ibíd. Es curioso el caso de Gonzanamá,
que de comunidad de indios paso a ser parroquia civil: “adoptó una vida independiente
en cada comunero, en sus relaciones sociales, morales i económicas, i los terrenos que
poseyó se distribuyeron de hecho entre los que más pudieron cerrarlos, sin que hoy exista
nada en común sino calles, plazas i caminos, porque todo es propiedad individual en la
actualidad”. “Informe del Teniente Político de Gonzanamá al Gobernador de la Provin-
cia”, 7 de mayo de 1929. Ibíd.
27. “Informe del Jefe Político de Paltas al Gobernador de la Provincia”, 26 de agosto
de 1929. Ibíd.
28. Napoleón Berrú, “Informe del Jefe Político de Calvas al Gobernador de la Provin-
cia”, 10 de octubre de 1931. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 132
nidad que no han sido cerrados y si lo han sido ya han pasado algún tiempo vo-
tados sin tener títulos de propiedad para su dominio, acepté gustosamente dicho
cargo, puesto que era una ocupación que nos legaron nuestro antepasados como es
de notar en algunas páginas de las actuaciones antiguas, y habiendo tenido el alto
honor y la honra de haber sido visitados por Us en nuestra querida patria chica y
haber dejado ordenado verbalmente que se reorganice la comunidad que estaba
decayendo al peso de la inercia, cumplo con el sagrado deber de dar cuenta a su
autoridad, que acto continuo a su paso se procedió a la formación de la comunidad
y se han suscrito barios comuneros boluntarimente para llevar a cabo todas las
costumbres y derechos que, nos corresponden, y asi llevar adelante el paso gigan-
tesco del porvenir feliz de nuestro terruño, como lo verá en la lista que le adjunto.29
Varios procesos de designación de estas autoridades convergen en la re-
vitalización de las comunidades indígenas. Por un lado, se reconoce la forma
tradicional de elección de estas autoridades; por ejemplo, en el caso de Sara-
guro se informó que se ha elegido a José Francisco Zhingre como gobernador
primero “porque este es el indicado por toda la Comunidad según nuestras
costumbres, este ya se posesiono según nuestras reglas i como hay algunos
blancos que aconseja mal i pretenden dañar nuestras costumbres, como de-
cimos son sanas i no contrarias a las leyes”.30 En otros casos, en cambio, las
elecciones las hacía directamente las autoridades provinciales en los casos en
los que existía evidente desestructuración de las comunidades; en otros, los
comuneros participaban proponiendo nombres o ternas.
Las funciones de estas autoridades étnicas eran diversa y no estaban li-
bres de impugnación ante las autoridades estatales a pesar de no estar reco-
nocidass en el orden jurídico nacional.31 Apoyaban procesos estatales como la
recolección de los impuestos a la propiedad,32 en la organización de la pobla-
ción para la construcción de obras públicas, pero, también, en las funciones
internas como el ordenamiento interno del usufructo de la propiedad comu-
nal. También servían como medios legítimos para reclamar el cerramiento
de terrenos comunales o la presencia de invasores. Todas esas facultades es-
taban reconocidas consuetudinariamente tanto por la comunidad como por
29. Gaspar Jaramillo, “Ocio del Gobernador de Indígenas de Celica al Gobernador
de la Provincia”, 23 de febrero de 1928. Ibíd. En esta cita y todas las posteriores se mantie-
ne la escritura original de las fuentes primarias.
30. “Ocio del Gobernador de Indígenas segundo de Saraguro al Gobernador de la
Provincia”, 19 de marzo de 1936. Ibíd.
31. Alejandro Diez Hurtado,Comunesyhaciendas.Procesosdecomunalizaciónenlasierra
de Piura (siglos XVIII al XX) (Piura: CIPCA / Centro Bartolomé de Las Casas, 1998).
32. La propiedad comunal estaba sujeta a impuesto predial. Los gobernadores de in-
dígenas se encargaban de recaudarlo. Con las leyes de 1930 se estableció la exoneración
para aquellas propiedades que divididas entre los comuneros no supere de 4 mil sucres,
según el Decreto Ejecutivo de 7 de febrero de 1935.
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los agentes estatales. En algunos casos se encargaban de enviar las peticiones
sobre cerramiento de terrenos comunales hacia las autoridades estatales, en
otros asumían el rol de orden interno estableciendo sanciones y protegiendo la
propiedad comunal. Por ejemplo, en Guachanamá se reportó un cerramiento
de terrenos de comunidad, y Juan Sinistro Patiño elevó una queja a la Gober-
nación indicando que el actuar del gobernador de indígenas en ese caso era
ilegal por haberle ordenado deshacer las cercas y multarle con 50 sucres, adu-
ciendo que esos temas debían ser resueltos por los jueces ordinarios civiles.33
También se encargaban del usufructo interno de la propiedad, repar-
tiendo entre los comuneros parcelas de terreno. En la mayoría de los casos,
existen peticiones que se hacen directamente al gobernador para que sea este
el que ordene la entrega del usufructo de la tierra; en otros casos, el gober-
nador de indígenas informaba sobre la entrega como parte de sus propias
atribuciones. En 1937, con la Ley de Organización y Régimen de Comunas
se estableció una norma nacional que contenía los derechos colectivos y re-
conocía la autodeterminación jurídica, aunque ordenaba la intervención del
teniente político. Esta ley modicó las reglas del juego en la representación
y regulación interna de la propiedad de la tierra. Fue el resultado de la expe-
riencia del Ministerio en el contacto con las comunidades, se constituyó en
un referente nacional para la defensa de la propiedad comunal y guiaba los
procesos organizativos de las comunidades.
Se reconocía como órgano de gobiermo al Cabildo y, formalmente, a la
propiedad comunal con garantías. Desde el Ministerio se emprendieron es-
fuerzos para reconocer a esas entidades colectivas y se enviaron múltiples
circulares a los tenientes políticos para que ayuden en la conformación de
las mismas, así como directrices para su funcionamiento. Ello implicó un tra-
bajo de aprobación de cabildos y reglamentos en cada una de las comunas.
Las autoridades locales tenían la obligación de apoyar: “a la organización
comunal, y especialmente que respalden la actuación de los Cabildos, como
órganos representativos de la nueva organización colectiva, ya que las dis-
posiciones que de estos emanan, sujetas a las Leyes y Reglamentos deben ser
observadas obligatoriamente por quienes están comprendidos en la organi-
zación comunera”.34
La ley fue interpretada por las autoridades de justicia en Loja para re-
conocer un procedimiento autónomo de resolución de conictos, que sola-
mente podía ser revisado por el Ministerio, evitando con ello que las comu-
nidades indígenas pudiesen ser obligadas a recurrir a los juzgados donde
33. Juan Sinistro Patiño, “Ocio de petición al Gobernador de la Provincia”, 14 de
abril de 1928. AHML, sección Gobernación de Loja.
34. “Circular del Ministerio de Previsión Social”, 16 de marzo de 1938. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 134
los procesos de defensa de la propiedad tardaban muchos años y la única
ley aplicable era el Código Civil. El agente scal del Juzgado del Crimen
comunicó al gobernador las transformaciones que implica esta ley en lo re-
lacionado a la representación y la organización interna de las comunidades:
se han optado las medidas sociales que, con imperativo de urgencia, requería
la necesidad primordial de dar una constitución orgánica a las comunidades de
indios, concediéndoles personería jurídica, con funciones propias, tanto para la
administración y defensa de sus intereses patrimoniales, como para procurar el
mejoramiento moral de los individuos que componen dichas comunidades, de-
signadas hoy con la denominación legal de “Comunas”. [...] corresponde a sus
organismos representativos, los Cabildos, dictar las reglamentaciones, mas con-
venientes para la administración y usufructo de los bienes comunales, y ejercer
la personería de las Comunas, defendiendo, ya sea en juicio o extrajudicialmen-
te, la integridad de las tierras que les pertenecen. [...] En estos casos, creo ya no es
procedente la intervención de los Agentes Fiscales, una vez que la mencionada
Ley ha concedido personería jurídica a las Comunas que hayan elegido sus Ca-
bildos, y toca a ellos, en uso de las atribuciones de que gozan, ejercer la repre-
sentación y defensa de aquellas, como también de cada uno de sus asociados,
velando por la seguridad y conservación de los bienes que poseen.35
Casi en su totalidad, las antiguas comunidades de indígenas registradas
en los censos de 1928 y 1935 pasaron a constituirse como comunas. Existe
evidencia de que este proceso no solo correspondió a las comunidades de
indios libres,36 sino que fue usada por toda la población indígena de la pro-
vincia para establecerse como entidades colectivas legales capaces de parti-
cipar colectivamente en los juicios impuestos por los propietarios privados o
por ellas mismas y para tener legitimidad en los reclamos ante el Ministerio.
Existieron comunas que se asociaron a varias comunidades indígenas,
como en el caso del cantón Saraguro; otras que se formaron entre grupos de
arrimados (colonos) dentro de las haciendas, como sucedió en Macará (caso
de Curichanga), para pedir la expropiación o adjudicación de tierras; otras
que reunieron a población indígena dispersa en procesos de organización,
como en el cantón Loja.37 En las dos siguientes tablas se observa la evolución
de organización de comunas.
35. “Ocio del Agente Fiscal del Juzgado del Crimen al Gobernador de la Provincia”,
6 de julio de 1938. Ibíd.
36. Galo Ramón, El regreso de los runas. La potencialidad del proyecto indio en el Ecuador
contemporáneo (Quito: COMUNIDEC, 1993); Ibarra, “Acción colectiva rural...”.
37. Jefe Político de Celica, “Informe del Jefe Político sobre las Comunas existentes”,
23 de mayo de 1939. AHML, sección Gobernación de Loja. El caso emblemático es el de la
Junta de Comunas de la sección de Bellavista, en la parroquia Amaluza, que denunciaba
el cerramiento de terreno comunal.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 135
Tabla 2. Comunas formadas por año y acumuladas
Año n.º comunas
1938 51
1939 74
1940 77
1947 78
Total nacional en 1947 792
Fuente: AHML; Informes del Ministerio de Previsión Social.
Tabla 3. Comunas formadas en cada cantón
Cantón 1938 1944
Loja 5 18
Calvas 13 19
Macará 3 13
Paltas 1 6
Saraguro 13 10
Celica 8 10
Fuente: AHML.
Según la ley estaban sujetas a la parroquia, pero su vigilancia, promo-
ción y protección correspondía al Ministerio de Previsión. Los funcionarios
acompañaron y direccionaron la elaboración de reglamentos propios para
cada una de las comunas, mediante un formulario elaborado por el MPST
para que las comunidades puedan discutirlo, adaptándolo a sus propias ne-
cesidades y demandas. Los nes del reglamento eran “procurar su mejor
funcionamiento y aprovechamiento de los bienes colectivos que posee” de
acuerdo con el artículo 12 de la Ley de Comunas, y otras directrices relacio-
nadas con los derechos y obligaciones de cada uno de los comuneros, así
como reconocer la potestad de gobierno de la Asamblea General.38
Inicialmente, en conjunto con la Ley de Comunas se expidió el Estatuto
de las Comunidades Campesinas en el que se otorgaba al Ministerio la com-
petencia para dirimir los conictos sobre la propiedad comunal. El Congreso
Extraordinario de 1939 derogó ese reglamento y ante varios reclamos res-
38. Ministerio de Previsión Social, “Ocio del Ministerio de Previsión Social a la Co-
muna San Juan de Pozul”, 21 de octubre de 1939. AHML, sección Gobernación de Loja.
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pondía que “el Ministerio no puede conocer el reclamo por venta de tierras y
que la Comuna puede recurrir al fuero civil”.39 En ese contexto, las comunas
optaron por fortalecer la autoridad del Cabildo y pedir que las decisiones
tomadas en Asamblea General sean aprobadas por el Ministerio, como lo
prescribía la Ley de Comunas. En las comunicaciones de 1944, la comuna de
San Pedro de Vilcabamba solicita al Ministerio que autorice la entrega de un
terreno comunal y la resolución de conictos, ante lo que se contestó: “estos
asuntos deben previamente resolverse en Asamblea General de comuneros,
de conformidad con lo dispuesto en el inciso f) del art. 17 de la Ley. Una
copia del acta de la sesión efectuada por dicha Asamblea debe enviarse al
Ministerio para que resuelva lo que estime conveniente”.40
En este período, el reconocimiento como comunas no fue un proceso
pacíco, estuvo marcado por las disputas internas. En algunos casos, pese
a existir un Cabildo nombrado según la ley, la autoridad la seguía mante-
niendo el gobernador de indígenas. En otros casos, se discutía quién debía
formar parte de la comuna. Estos conictos se resolvían en atención a la per-
manencia de la colectividad indígena preexistente. Solamente en los casos en
los que no había esa colectividad se animaron procesos de desintegración y
desagregación de la propiedad comunal.
estrategias soCioJurídiCas de propietarios
privados, poblaCión indígena y aCtuaCión estatal
En los conictos sobre la propiedad de la tierra y la necesidad de re-
conocimiento de las prácticas de propiedad existen aristas generales que
permitirán reconocer el nacimiento, desarrollo y desenlace de los múltiples
conictos. En toda la provincia de Loja los comuneros realizaron acciones
para proteger la propiedad comunal, así como los arrimados de las hacien-
das, para que se reconozca su propiedad mediante la parcelación y expro-
piación de las haciendas. En esta investigación se rastrearon los siguientes
conictos:
39. Ministerio de Previsión Social, “Ocio del Ministerio de Previsión Social al Tenien-
te Político de Saraguro”, 8 de agosto de 1939. Ibíd.
40. Rafael Vallejo Larrea, “Ocio del Ministerio de Previsión Social y Trabajo al Go-
bernador de la Provincia sobre el asunto de la comuna San Pedro de Vilcabamba”, 15 de
marzo de 1944. Ibíd.
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Tabla 4. Conictos sobre la tierra en Loja 1925-1945
Tipo de conicto n.º
Adjudicación 11
Apropiación de terrenos comunales 10
Cierre de terrenos comunales 25
Despojos 5
Expropiaciones 7
Parcelación 1
Separación de la comuna 1
Usurpación 5
Ventas ilegales 8
Total 73
Fuentes: AHML; Archivo de la Función Judicial (AFJ).
Los conictos, dependiendo de su dimensión y la “autonomía de las au-
toridades” estatales se resolvían en ámbitos locales, o trascendían hasta las
ocinas ministeriales en Quito, el Legislativo e, incluso, en la Corte Suprema.
En algunos casos los conictos se resolvían con la actuación del gobernador
de indígenas; en otros, era necesaria la intervención del teniente político, el
gobernador y, nalmente, el Ministerio. Los marcos jurídicos usados fueron,
en primer lugar, la Ley de Patrimonio Territorial (1928), los usos consuetu-
dinarios del derecho y la Constitución; en un segundo momento, la Ley de
Comunas (1937) y su reglamento sin olvidar el derecho consuetudinario. Sus
usos conguraron el régimen de la propiedad en Loja, caracterizado por la
etnogénesis de las comunidades y el acceso a la tierra por el debilitamiento
de las élites terratenientes debido al acceso de las clases medias a los espa-
cios de poder. Al mismo tiempo, detallan las formas de “autonomía jurídica
de las comunas” en los temas sobre propiedad y la sujeción al Estado como
garante de los principios de equidad y justicia.
El asedio a la propiedad comunal de las comunidades vino principal-
mente de los hacendados y propietarios privados que usaron vías formales
e informales de despojo. Por un lado, el derecho civil para generar contratos
de compraventa de “derechos y acciones” dentro de la propiedad comunal,
para luego alegar que era un “cuasi contrato de comunidad” regulado por el
Código Civil y exigir la partición de lo comunitario; el uso de juicios como la
“prescripción de dominio”, “apeo y deslinde” para desmembrar parcelas de
la tierra comunal; los contratos de compraventa, en contubernio con las no-
tarías y registradores de la propiedad, para adquirir el dominio sobre parce-
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las de bienes comunes luego de sucesivas ventas. También usaron la premisa
de la presunción de la propiedad de quien posee la tierra, que beneciaba
a las comunidades de indígenas de acuerdo con las leyes de 1865 y 1867, y
que fue una doctrina ampliamente utilizada por la Corte Suprema a inicios
del siglo XX. Intentaban que se aplique esas leyes a propietarios privados.41
En el período en el que estuvo José Miguel Carrión en la gobernación de
Loja (1925-1931) se puede observar la activación de la facultad administrativa
para resolver los conictos sobre cerramientos de tierra comunal. En un caso
emblemático en el que Heliodoro Pacheco y Gabriel Sánchez en Gonzanamá
y La Paz fueron acusados de haberse apropiado de ciento cincuenta hectáreas,
formando una hacienda con tales terrenos, en perjuicio de todos los comuneros.
En 1930, respondieron a las acusaciones alegando que son ncas que habían
comprado hacía 15 años y que se hallaban cercadas por todos los costados con
linderos previstos en las escrituras.42 En mayo de ese mismo año, el gobernador
ordenó que el teniente político los notique “para que en el término de quince
días contados desde el día de la citación, derroque las cercas que cierran una
considerable extensión de terreno perteneciente a la comunidad de La Paz”.43
Estas facultades de protección de la propiedad comunal también eran
ejercidas por los tenientes políticos. Incluso la facultad administrativa se
ejercía en algunos casos por el director de Obras Públicas basado en la Ley
de Caminos que permitía ordenar abrir caminos cerrados, y que sirvió para
exigir la apertura de abrevaderos cerrados. Entre las funciones de garantía,
el Ministerio resolvió que se exhorte a los Notarios de la sección territorial
para que cumplan con lo establecido en el artículo 21 de la Ley de Comunas
y los requisitos previstos en el artículo 17 que preveía la venta solamente
cuando había una decisión por Asamblea General: “no puede celebrar es-
crituras públicas que se relacionen con los bienes colectivos de las Comuni-
dades, sin que se haya comprobado debidamente que se han observado las
disposiciones contenidas en el art. 17 de dicha Ley, pues en caso contrario
tales instrumentos públicos serán nulos a costa de los que hubiere interveni-
dos en su celebración, inclúyase al Registrador”.44
En 1941, frente a la denuncia de que el Cabildo de las comunas ha pre-
tendido “adueñarse de parcelas de terrenos de la Comunidad, haciéndose
concesiones mutuas entre los mismos cabildantes”, y que se ha convocado
a Asamblea General y no habiendo asistido persona alguna, se declaró que
41. “Ocio al Gobernador de la Provincia”, 30 de mayo de 1930. Ibíd.
42. Heliodoro Pacheco, “Ocio a la Gobernación de Loja”, 15 de marzo de 1944. Ibíd.
43. José Miguel Carrión, “Ocio de la Gobernación de Loja al Teniente Político de
Gonzanamá”, 27 de enero de 1930. Ibíd.
44. “Ocio del Ministerio de Previsión Social a la Gobernación de la Provincia de
Loja”, 17 de noviembre de 1938. Ibíd.
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han cesado las comunas y, por tanto, terminadas las comunas.45 El MPST
respondió a ese informe indicando que: “el hecho que las colectividades no
hayan cumplido con dicho requisito legal, no implica que hayan desapareci-
do como instituciones jurídicas comunales, debiendo, por consiguiente, con-
tinuar bajo la dependencia administrativa de este Ministerio y seguir repre-
sentándolas los mismos cabildos del año anterior, hasta el mes de diciembre
en que deba hacerse la nueva designación para 1942”.46
Un caso emblemático de defensa de propiedad comunal frente a terrate-
nientes hacendados es el juicio de la de Comuna Tundurama contra Francisco
Eguiguren. La comuna se formó en 1937 y en Asamblea General adoptaron
una serie de resoluciones, entre ellas la de acudir al MPST. En la solicitud ale-
garon que no se respetaba la autoridad del Cabildo y se cerraban terrenos co-
munales por los comuneros y el hacendado Francisco Eguiguren porque “nos
quita un camino vecinal, y un bebedero de uso común, para administrar estos
trabajos ha enviado a un hombre peruano, esto lo hacen con el n de que no
nos tenga un algo de compasión a nosotros los comuneros”, y mediante la
fuerza y la amenaza va estrechando los terrenos comunales “porque nos ve in-
dígenas, pobres e infelices y cree que no estamos amparados por la Ley”. Fran-
cisco Eguiguren les presionaba para quitarles los terrenos comunales, incluso
amenazando con denunciarlos a la Intendencia por el derrocamiento de cercas:
el señor Francisco Eguiguren Escudero, en la ciudad de Loja, los padres de este
señor de la misma ciudad, se han llevado la mayor parte de esta Comuna; y, en
la parte que hemos quedado dice que también es dueño. Ahora pocos años, el
referido señor se ha tomado unas posesiones, que desde luego eran reconoci-
das con anterioridad como terrenos comuneros. El mes de marzo de este año,
nos ha cercado un retazo de terreno con el nombre de “El Limón”, quitándonos
un camino vecinal, camino que ha sido desde la antigüedad camino público de
nuestra comuna, en la misma parte nos quita un abrevadero de agua.47
El Ministerio respondió ordenando al gobernador que: “las autoridades
correspondientes garanticen las actuaciones del Cabildo así como la pose-
sión de los terrenos comunales que les pertenecen debiendo manifestar que
ningún comunero puede vender o arrendar las parcelas de terreno que les
ha sido adjudicadas, sin resolución previa del Cabildo y aprobación del Mi-
nisterio de Previsión Social”.48 Asimismo, pidió que se notique a Francisco
45. “Informe del teniente político a la Gobernación”, 10 de junio de 1941. Ibíd.
46. Ministerio de Previsión Social, “Ocio del Ministerio de Previsión Social a la Go-
bernación de Loja”, 23 de junio de 1941. Ibíd.
47. Comuna Tundurama, “Ocio de la Comuna Tundurama al Ministerio de Previ-
sión Social y Trabajo”, 24 de noviembre de 1938. Ibíd.
48. Ministerio de Previsión Social, “Ocio del Ministerio de Previsión Social a la Go-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 140
Eguiguren “para que devuelva la parte que les ha perjudicado a los comune-
ros y que se abstenga de continuar invadiendo los terrenos de la Comuna”.
Baltazar Aguirre —en ese momento gobernador— informó que ha ordenado
a Francisco Eguiguren para que deje de afectar los derechos comuneros.
El conicto continuó en 1939 cuando la comuna denunció ante el Ministe-
rio que el mayordomo de la hacienda La Florida, con más peones, ha procedido
a cosechar sementeras sembradas por los comuneros. La respuesta del hacen-
dado fue que tenía derechos legales sobre la posesión indicando que se debe
proceder con el juicio de partición o alguna otra forma para que termine el Es-
tado de proindivisión, debido a que poseía títulos desde 1792.49 Por esos actos
reiterados se planteó el juicio civil entre la hacienda La Florida de propiedad
de Francisco Eguiguren y la Comuna de Tundurama. La hacienda alegaba que
“experimentando trastorno de dos sectores colindantes con la Comuna Tun-
durama, por obra de algunos miembros de dicha Comuna, quienes a pesar de
que conocen de muy antiguo los linderos de la nca de mi representado, por
haber sido colonos suyos”.50 En la diligencia de apeo, el actor mostró los títulos,
pero no eran claros. En este juicio, la comuna Tundurama reveló juicios de 1817
en los que el cacique de su comunidad, forastero, enjuiciaba a los hacendados
para que se respete su posesión. En el informe del perito se hace notar que:
concedida la palabra al personal del Cabildo de la Comuna de Tundurama, pre-
sentaron como títulos que demuestra los linderos por los que han poseído las
tierras de Tudurama una compulsa ordenada por don José Ludeña, al escribano
de Su Majestad Dn. Isaac Fraciscxo de Valdivieso el seis de Agosto de mil ocho-
cientos diecisiete en treinta i seis fojas [...] expuso al Juzgado que dichas vegas
han pertenecido a Tundurama y presentaron como titulo un Testamento de Da-
masio Calva como prueba de que esas vegas les han pertenecido, testamento que
había reposado en poder de Rubén Calva.51
Luego de un largo debate llegaron a un acuerdo entre las partes conside-
rando los títulos de propiedad, en los siguientes términos:
primero, los demandados miembros del Cabildo Tundurama aceptan la deman-
da y ambas partes se allanan con cualquier nulidad que se hubiese producido en
bernación de Loja en el asunto Comuna Tundurama”, 21 de octubre de 1939. Ibíd.
49. Francisco Eguiguren, “Ocio de Francisco Eguiguren al Ministerio de Previsión
Social”, 24 de noviembre de 1938. Ibíd.
50. Juzgado de Letras, “Juicio ordinario de demarcación de linderos entre la hacienda
La Florida del Sr. Francisco Eguiguren y la Comuna de Tundurama”, 1939. Archivo de la
Función Judicial (AFJ), sección Loja.
51. Juzgado de Letras, “Juicio ordinario de demarcación de linderos entre la hacienda
La Florida del Sr. Francisco Eguiguren y la Comuna de Tundurama”, AFJ. Véase también
documentos del Archivo de la Comuna Cochicorral, Compulsas.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 141
el trámite, [...] el señor Francisco José Eguiguren Escudero, aunque sus títulos le
dan derecho a establecer como lindero la quebrada de Gamalote descrita entre
las observaciones del Juzgado al principio del acta de ayer, como actor de bene-
volencia y buena voluntad para con los vecinos de las tierras indivisas de Tun-
durama, concede a estos que el lindero entre su nca La Florida, antes el Tingo,
con las mencionadas tierras de Tundurama.52
En otro caso emblemático se presentaron controversias sobre la división
de la hacienda comunera Tabloncillo. Se puede apreciar la estrategia de com-
prar dentro de terrenos comunales y proceder luego con juicio de partición.
Juan de Dios Maldonado Paz, abogado de los comunetos, informó sobre la
dicultad en un juicio donde se desenvuelve una trama de violencia que
afecta a los comuneros y su derecho común. El proceso llevaba más de diez
años en estado de citación, propuesto por Fernando Torres en contra de los
demás comuneros, con varias nulidades ante la Corte Superior. Por ello, el
abogado opinó que es necesario expropiar los terrenos de Torres para dárse-
los a los comuneros mediante el Ministerio. La principal dicultad estaba en
“establecer el árbol genealógico de la Comunidad, desde sus ascendientes
originarios, o sea, desde ha mas de dos siglos”. No obtante, se informaba
que Francisco Torres mediante actos de violencia despojaba a los comuneros
de las tierras “mediante la destrucción de sementeras y otros daños graves,
llegándose hasta incendiar casas, trapiches y huertos, como lo comprueba el
juicio criminal que por destrucción de sementeras de Quezada se tramita en
el Juzgado Tercero del Crimen”.53
En este caso, como parte de la estrategia, los comuneros crearon la co-
muna para poder distribuirse la tierra y por ello presentaron un proceso de
parcelación al que se opuso Francisco Torres. Pedían que el Ministerio la
apruebe, para ello enviaron: “Copia auténtica de las actas de las sesiones
en que el Cabildo y la Asamblea de la Comuna, acordaron, aprobaron y ra-
ticaron la nueva distribución de las tierras que forman el patrimonio de
la comuna, con el n de dar a sus asociados las mejores posibilidades para
su desenvolvimiento económico y establecer para todos honradas bases de
laboriosidad y sustento.54
En noviembre de 1939, el gobernador informó “en su afán de apropiarse
de los terrenos, han organizado la Comuna, designado y nombrando el res-
pectivo Cabildo”, por lo que recomienda que “no se debe aprobar la parcela-
52. Juzgado de Letras. “Juicio ordinario de demarcación de linderos entre la hacienda
La Florida del Sr. Francisco Eguiguren y la Comuna de Tundurama”, AFJ.
53. “Alegato de Juan de Dios Maldonado Paz en el caso de Comuna Tabloncillo contra
Francisco Torres”, 1937. AHML, sección Gobernación de Loja.
54. Comuna Tundurama, “Ocio de la Comuna Tabloncillo al Ministerio de Previsión
Social y Trabajo”, 26 de octubre de 1939. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 142
ción acordada por el Cabildo y Asamblea de la Comuna Tabloncillo, puesto
que con ello se atentaría a un derecho establecido sobre la hacienda mencio-
nada” y que el Ministerio crearía más conictos. En esa línea de argumen-
tación, Francisco Torres se presentó al Ministerio en 1942 para denunciar la
formación de la comuna que “está conformada de elementos no comuneros
con el propósito de adueñarse de la hacienda”.55
En Macará, en la hacienda indivisa Curichanga, mediante actos de com-
praventa fue adjudicándose Polidoro Tandazo i Obando, para al nal en
1936 plantear un juicio de partición y hacerse con la tercera parte del extenso
territorio. El juicio se ventiló en el Juzgado Cantonal de Mayor Cuantía del
cantón Macará. En la demanda alegó que “soy propietario de algunos dere-
chos y acciones, adquiridos en remate público y por compra, en la Hacienda
indivisa de Curichanga”. Alegaba que la hacienda había tenido un solo pro-
pietario sin haberse realizado una partición hereditaria, por lo que, le corres-
pondía demandar a 21 personas en total, desde residentes en otros cantones
hasta en Piura en Perú.56 Los comuneros de la hacienda Curichanga alegaban
que no se ha determinado los títulos de propiedad y alegaron que eran tie-
rras de indígenas que las habían poseído desde tiempos inmemoriales.Veían
imposible establecer las líneas genealógicas para determinar las cuotas que
le corresponde a cada uno:
Si las tierras de Curichanga son [...] tierras comunarias de indígenas, es indu-
dable que el actor no puede pretender derecho alguno sobre ellas. La condición
de un comunero y los derechos que le asisten en tal calidad, emanan del doble
vínculo de la vecindad y de la sangre. Natural que esta calidad de comunero no
puede enajenarse, como, análogamente nadie puede enajenar su nacionalidad; y,
por lo mismo, sostenemos que las cesiones de derechos y acciones en que funda
su pretenso derecho el Sr Tandazo no tienen valor alguno.57
Incluso alegaron que han formado “una Comuna legalmente constitui-
da, cuyo patrimonio colectivo constituyen las tierras que se trata de dividir”,
por lo tanto, pedían que el cabildo los represente como entidad colectiva, y
se proceda a invalidar las citaciones que se han realizado, y se ordene al actor
desocupar las tierras porque “la condición de comunero no es susceptible de
comercio”, y tampoco se trata de “un cuasi contrato de comunidad, sino de
una institución legal de la Corona de España”. Se denunció que los títulos
fueron obtenidos de forma fraudulenta:
55. Francisco Torres, “Ocio de Francisco Torres al Ministerio de Previsión Social y
Trabajo”, 8 de julio de 1942. Ibíd.
56. El abogado fue José Miguel Mora Reyes.
57. Juzgado de Letras, “Juicio de partición de la Hacienda Curichanga, seguido por el
Sr. Polidoro Tandazo y otros”, 1936. AFJ, Procesos civiles.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 143
las cesiones que ha obtenido el actor, concretan, señor Juez, un estudiado proceso
de despojo de las tierras del indigenado agrícola. Muchas personas lo han ensa-
yado y logrado en nuestra provincia, formando bonitas ncas a costa de muy
poco. El blanco se introduce en la comunidad indígena por medio de esas “com-
pras” y luego, cuando no pide la partición, casi siempre imposible, ensancha su
ocupación de tierras, con mayor capacidad de recursos hasta absorver a la comu-
nidad que cae bajo su dominio. Ventajosamente, el patrocinio del Ministerio de
Previsión Social sobre las colectividades de indígenas, va eliminando este grave
peligro de disgregación del elemento trabajador rural, y la usurpación halla cada
vez menos apoyo de la administración de justicia.58
El señor Polidoro Tandazo respondió a ese escrito de peticiones arman-
do que lo que ha obtenido es legal y que no existe propiedad comunal. El
único dueño había sido Vicente Salinas, quien, al fallecer, dejó varios he-
rederos, y “actualmente no hay más accionistas de Curichanga” que a los
citados les corresponde el 12 % del total. Presentó varios títulos realizados en
la notaría e inscritos en el registro. Él había sido escribano años antes justo al
momento en que fueron realizadas las compras de los derechos y acciones.
En junio de 1939, el jefe político de Macará, Carlos Jaramillo, informó
acerca de la situación de los “accionistas de Curichanga” y la creación de la
comuna:
El señor Tandazo, desempeñando el cargo de Administrador de Aduana en Cha-
cras, El Oro, se ha establecido una Comuna con el nombre de Curichanga, forma-
da entre unos pocos accionistas de esa hacienda, la mayor parte de los colonos
o arrimados del señor Tandazo i varios simpatizantes invitados para engrosar
jas, engañándoles que por el solo hecho de forma parte de la Comuna llegaran
a tener derecho para exigir del Gobierno que le quite la parte del señor Tandazo
para adjudicarlo a la Comuna.59
Armó que los motivos para la formación de la comuna persiguen inte-
reses comunistas “para hacer soñar a esa pobre gente en halagadoras aspira-
ciones”. Por lo tanto, se pedía varias medidas al Ministerio, desde depurar
la comuna y la división de la hacienda. En abril de 1940, Francisco Íñiguez,
presidente de la Comuna Curichanga, informó que no existe autoridad de
la Comuna porque fue suprimida y las autoridades locales buscaban la des-
organización, principalmente el jefe político que era Polidoro Tandazo.60 La
comuna la conformaban cien accionistas con su reglamento.
58. El abogado fue Clotario Maldonado Paz.
59. Carlos Jaramillo, “Informe del Jefe Político de Macará al Gobernador sobre asunto
Curichanga”, 22 de junio de 1939. AHML, sección Gobernación de Loja.
60. “Ocio de la Comuna Curichanga al MPST”, 7 de abril de 1940. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 144
El proceso judicial quedó suspendido desde 1940 debido a la guerra
con el Perú y se reactivó en 1942. Luego de presentar varias escrituras y
testigos, nalmente se decidió partir los terrenos y dar n a la comunidad
(como cuasi contrato de accionistas). En la sentencia se armó que no ha
rendido prueba para comprobar que son de comunidad o de reversión, y
además “que si los terenos comunarios o de reversión van desapareciendo
progresivamente para convertirse en propiedades de individuos particula-
res, esto se debe a que la prescripción ordinaria, o extraordinaria, como me-
dio de adquirir dominio, se ha operado en innumerables casos” y tampoco
se ha demostrado el patrimonio de la comuna. Algunos se opusieron a la
partición y propusieron apelación a la Corte Superior, la cual determinó
que no había comuna ni propiedad comunal y que más bien es un cuasi-
contrato de comunidad, por lo que se procedió al avalúo del bien en 60 000
sucres, y en la junta de conciliación llegaron a un acuerdo sobre la forma
de repartirse.
Conforme pasaron los años se fue reconociendo la labor de los cabildos
para resolver los conictos sobre cerramiento de terrenos comunales. En el
cantón Macará, en la hacienda comunera Nambilango, se informó que se
han llevado a cabo algunas reuniones de la Asamblea General, llegándose
a rmar algunas actas de raticación que pusieron n a los litigios. Se re-
conocía el procedimiento dado en los senos de las Comunas y la puesta en
práctica del contenido de la Ley de Comunas:
Poniéndose de acuerdo con el Cabildo, el día dos del presente mes se ha
llevado a efecto el Plebiscito Abierto, una sesión en Asamblea General con el
número de más de setenta personas, sesión presidida por el Señor Vicepre-
sidente por excusa legal del Señor Presidente. Instalada la sesión han sido
llamados en audiencia de conciliación, las primeros litigantes Querubín y
Víctor Moreno con Francisco Gómez, sediendole a este ultimo la palabra, se
ha comprometido voluntariamente, a dejar el campo de la Loma del Guarapo
abierto completamente para pastoreo de los animales de esta hacienda, esto
es después de efectuar las cosechas de cada año; obligándose a respetar las
posesiones que se encuentran ocupadas por varias personas que trabajan en
la actualidad en el terreno de la disputa; obligándose además en caso con-
trario a ser despedido del ceno de la Comuna y renunciando los derechos
que puede tener en esta hacienda como accionista. Los señores Moreno en
atencion a lo expuesto por Gómez, también se han comprometido abrir el
referido campo de sus posesiones ocupadas, así como se cosechen los frutos
de cada año para el pastoreo en común. Quedando así transigidos en esta
Litis. Pasando al litigio de los señores Andres Gálvez con Darwin Castillo no
pudiendo conseguir una transacción amistosa, y puesto en consideración de
todos sus miembros, se declaró porque quede el pedazo del terreno de la dis-
puta completamente abierto para benecio de todos, moción general que fue
Procesos 56, julio-diciembre 2022 145
aprobada. Los litigantes encontrándose presentes y perdidos por la mayoría
han accedido igualmente a que quede dicho terreno de campo abierto.61
En el interior de las haciendas, los terratenientes alegaron la vigencia de
contratos de arriendo con cláusulas penales para incrementar la explotación
y despojar de las parcelas otorgadas para su uso a cambio de los servicios
dentro de la hacienda —sistema congurado en Loja como arrimazgo—.
Cuando no eran posible esos medios formales mediante el uso del sistema
de justicia, usaban la violencia. Esto demuestra que los actores dominantes
realizaban sus propias interpretaciones y aplicaciones del derecho. Desea-
ban que se sobrepusiera el derecho civil formalmente interpretado por sobre
el derecho social (o derecho público). En sus alegatos volvían sobre la premi-
sa que “el contrato es ley para las partes”, mientras que los jueces y autori-
dades administrativas reconocían lo injusto de las cláusulas y los anulaban.
Aunque existían autoridades que reconocían la legalidad de los mismos y
legitimaban las relaciones de explotación y despojo.
La población indígena sometida al poder de los terratenientes estableció
también estrategias formales e informales para exigir respeto a sus prácti-
cas de propiedad. Usaron los recursos del Estado social manejado por los
reformadores para pedir la activación de la jurisdicción administrativa para
acceder a la formalización de títulos de propiedad mediante la expropiación
y la adjudicación.
Acudieron a las autoridades locales —que habían sido impugnadas y
cambiadas al demostrarse el contubernio con los terratenientes y la iglesia—
quienes, a su vez, acudían al gobernador para que dictaminara resoluciones
en las que tensionaban los distintos actores. Cuando no era suciente, acu-
dían a las autoridades ministeriales nacionales sea por telégrafo o por can-
sados viajes a la capital, para exigir al Estado responder a sus demandas. Se
pueden apreciar demandas como las de los indígenas de los Ejidos del Muni-
cipio que empezaron en 1906 y tuvieron solución de adjudicación de tierras
en 1931, por el Congreso Nacional. En los casos en los que no eran atendidos,
optaron por estrategias informales como huelgas, destrucción de cercas, in-
cendios, negativa al pago de cánones de arrendamiento. La siguiente tabla
muestra los conictos entre arrimados y hacendados en los que existió el
desenlace de la expropiación y adjudicación a los arrimados.
61. Reinaldo Celi, “Informe del Jefe Político de Macará a la Gobernación de Loja”, 14
de abril de 1939. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 146
Tabla 5. Expropiaciones y adjudicaciones de haciendas en Loja
Haciendas Propietario Año de
solicitud
Año de
resolución Desenlace
Ejidos de Loja Municipio de Loja 1906 1931 Expropiación
y adjudicación
Gualel Asistencia Pública 1925 1937 Adjudicación
San Francisco en
Santiago Hermanos Palacios 1925 1937 Expropiación
y adjudicación
Haciendas en
Valladolid “La
Calera”, “Santa
Ana”, “La Gran-
ja”, “El Vergel”
y “El Ceibo”
Isabel Carrión viuda
de Arias, Luis Alfonso
Arias, Elías Bermeo,
Amalia Eguiguren de
Valdivieso, Luis Emilio
Eguiguren y Fernando
Eguiguren.
1930 1937 Expropiación
y adjudicación
Hacienda La Cera Ramón Burneo
Samaniego 1929 1943 Expropiación
y adjudicación
Fuente: AHML.
Estos procesos estuvieron atravesados por las lógicas de conformación
del poder local, y por la capacidad de las poblaciones indígenas, que eran
arrimados, de poder conseguir sus demandas, sea en el ámbito local o en
la capital de la República. Se puede observar que estos procesos de expro-
piación afectaron a las principales familias de terratenientes que exitieron
en Loja. En el trasfondo de esos conictos se pueden reconocer algunas ga-
rantías consagradas mediante el uso e interpretación de las leyes nacionales
para la denición del régimen de propiedad: 1) la protección de la propiedad
indígena mediante las formas de la intangibilidad, imprescriptibilidad, y las
prohibiciones para enajenar o vender las adjudicaciones realizadas en los
procesos de expropiación; 2) el reconocimiento a la capacidad de las comu-
nas para decidir sobre sus bienes estableciendo la prohibición de realizar
escrituras de ventas sin que exista el previo consentimiento de la comunidad
expresado en un acta de asamblea general.
Debido a la insistencia de la población indígena, el Ministerio fue obli-
gado a generar una “jurisprudencia” en torno a los conictos sobre la tierra
comunal, en la que estableció la autoridad de los cabildos y la potencialidad
de las asambleas generales de las comunas para resolver problemas sobre la
tierra, permitiendo fortalecer los procesos de organización social, clave en
las siguiente coyunturas nacionales. Así mismo, se establecieron garantías a
la propiedad que era expropiada y adjudicada a los arrimados.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 147
ConClusiones
El Estado social no fue el resultado de una élite intelectual que, sepa-
rada de las clases populares, copió y diseñó el derecho y las instituciones
que servirían para establecer la dominación en un pacto oligárquico-terra-
teniente. Más bien, los agentes estatales en constante comunicación con las
clases populares, entre ellas la población indígena, consultaron y evaluaron
las propuestas de derecho provenientes del extranjero para, mediante un
profundo trabajo sociológico, proponer leyes ajustadas a las necesidades
locales. Ello fue así en la denición de la democracia indoamericana y en
el reconocimiento de un pluralismo jurídico (otorgando autodeterminación
jurídica a las comunas) respaldado en leyes nacionales en la primera mitad
del siglo XX.
Esto se reeja en la provincia de Loja, lugar donde el encuentro entre, por
un lado, la agencia estatal para vigilar el cumplimiento de los parámetros del
Estado social reformado, y, por el otro, la tradición de organización de las co-
munidades, se conjugaron para formar inéditas de interfaces estatales, tanto
en el reconocimiento de las autoridades étnicas (gobernador de indígenas)
como en la capacidad para proteger y regular su tierra comunal interna sin
separarse de la escena política nacional. Las comunas fueron una categoría
política clave en el proceso de organización de la población indígena que les
permitió reconocerse en el Estado nacional con derechos derivados de su
identidad étnica y sus prácticas de propiedad.
La denición del régimen de propiedad en el período de estudio revela
la puesta en escena de distintas estrategias tanto de los propietarios privados
y hacendados como de las clases populares. Todas ellas usaron e interpreta-
ron el derecho existente transformándolo en su propio benecio. El balance
de la correlación de fuerzas a nivel nacional en ese período permitió una Ley
de Comunas, vigente hasta la actualidad, e incentivó a las comunidades a
usar la forma de comunas para disputar el sentido del Estado nacional, aun-
que siempre encontraron reacciones de los sectores dominantes. Les permi-
tió obtener exitosos procesos de expropiación y adjudicación de haciendas
de las familias más pudientes de Loja a favor de los arrimados. Aunque esto
no implica que no se haya continuado con formas de explotación y margina-
ción contra la población indígena.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 148
Fuentes y bibliograFía
FUENTES PRIMARIAS
Archivos consultados
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dEbAtEs
Las guerras de independencia y el nacimiento de los
Estados-nación americanos, una reconsideración*
RevisitingtheWarsofIndependenceandthebirth
of the American Nation-states
As guerras de independência e o nascimento
dos Estados-nação americanos, uma reconsideração
Tomás Pérez Vejo
InstitutoNacionaldeAntropologíaeHistoriadeMéxico
Ciudad de México, México
tomas_perez@inah.gob.mx
https://orcid.org/0000-0002-8400-6930
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3403
Fecha de presentación: 31 de agosto de 2022
Fecha de aceptación: 28 de septiembre de 2022
Artículo de investigación
* Este texto es una versión ampliada de la conferencia impartida en el “Coloquio Inter-
nacional Independencias e Invenciones Republicanas”, que tuvo lugar en la Universidad
Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, el 28 y 29 de abril de 2022; recoge y reelabora textos ya
publicados anteriormente por el autor. Véase especialmente Tomás Pérez Vejo, Elegíacriolla.
Unareinterpretacióndelasguerrasdeindependencia, 2.ª ed. (Ciudad de México: Crítica, 2019).
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 153-180. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
Este artículo reexiona sobre algunas de las propuestas más
revolucionarias del revisionismo historiográco sobre las llamadas
guerras de independencia y el nacimiento de los nuevos Estados-
nación hispanoamericanos. Desde aquella que asevera que
las naciones no fueron la causa de las guerras de independencia
sino su consecuencia, hasta la que propone que dichos conictos
armados no fueron de liberación nacional.
Palabras clave: historia latinoamericana, independencia,
Hispanoamérica, construcción nacional, historiografía,
guerras, Estados-nación, siglo XIX.
ABSTRACT
This article reects on some of the most revolutionary proposals
of the historiographical revisionism on the so-called wars
of independence and the birth of the new Hispanic-American
nation-states. From the one that asserts that the nations were not the
cause of the wars of independence but their consequence, to the one
that suggests that these battles were not wars of national liberation.
Keywords: Latin American history, Independence, Latin America,
nation-building, historiography, wars, nation-states, 19th Century.
RESUMO
Este artigo se propõe a realizar uma reexão sobre algumas das
propostas mais revolucionárias deste revisionismo, desde a de
que as nações não foram a causa das guerras de independência,
mas sim sua consequência até a proposta de compreender o que
ocorreu, como as guerras civis e/ou revoluções e não como
guerras de independências ou de libertação nacional.
Palavras chave: História latino-americana, independência,
Hispano-américa, construção nacional, historiograa,
guerras, Estado-nação, século XIX.
Concluidas las celebraciones de los bicentenarios de las independencias,
quedaría ya solo como gran hito conmemorativo la batalla de Ayacucho
(1824) pero esta remite más al n de la Monarquía católica que a las indepen-
dencias en sí,1 parece el momento de hacer un balance de sus aportes histo-
riográcos. Algunos tan relevantes y revolucionarios que han modicado de
manera radical lo que sabíamos o creíamos saber sobre las llamadas guerras
de independencia, como el uso del sintagma “llamadas guerra de indepen-
dencia” reeja de manera particularmente clara.
La expresión habría carecido por completo de sentido para la mayor par-
te de la historiografía de los siglos XIX y XX, que desde muy pronto, aunque
como se verá más adelante desde menos de lo que tradicionalmente se ha su-
puesto, narró y explicó lo ocurrido en los reinos americanos de la Monarquía
católica durante la segunda década y primeros años de la tercera del siglo
XIX como luchas por la independencia nacional.2 La narración/explicación
que de manera implícita el uso de este sintagma cuestiona: cabría la posibi-
lidad de que lo ocurrido no responda a lo que entendemos por guerras de
independencia o, al menos, no solo o no principalmente.
Revolución en la forma de entender las guerras de independencia, e
indirectamente el nacimiento de los Estados-nación hispanoamericanos,
incluido el español,3 no demasiado sorprendente si consideramos que, de
manera general, las conmemoraciones históricas son un excelente campo de
cultivo para las revisiones historiográcas. Aunque más relacionadas con la
memoria que con la historia, incentivan nuevas miradas y reexiones sobre
el pasado, llevando en algunos casos, que es lo que habría ocurrido con los
bicentenarios, a radicales revoluciones historiográcas. La voluntad del po-
der político de utilizar las conmemoraciones como instrumento para aan-
zar memorias públicas normalizadas, en general a partir de la historia más
1. Ni siquiera Perú, el Estado-nación cuyo nacimiento estuvo más directamente rela-
cionado con la derrota del Ejército Real del Perú, celebra como día de su independencia la
fecha de esta batalla sino el 28 de julio, conmemorando la proclamación de independencia
de San Martín en Lima de 1821.
2. Una de las pocas excepciones fue el venezolano Laureano Vallenilla Lanz quien, en
plena conmemoración del Centenario, desató una gran polémica en su país con la arma-
ción de que la llamada guerra de independencia venezolana había sido en realidad una
guerra civil. Laureano Vallenilla Lanz, “La guerra de independencia fue una guerra civil”,
ElCojoIlustrado, n.º 477 (1911): 598-601.
3. Para un excelente ejemplo de cómo la nueva historiografía sobre las independen-
cias americanas ha afectado las interpretaciones sobre el nacimiento del Estado-nación
español, véase José María Portillo Valdés, Unahistoriaatlánticadelosorígenesdelanacióny
el Estado. España y las Españas en el siglo XIX (Madrid: Alianza, 2022).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 156
ocial, es a menudo contrarrestada por revisiones, nacidas al calor del inte-
rés despertado por las conmemoraciones, cuyo paradójico efecto puede ser
cambiar por completo el sentido y signicado atribuido hasta ese momento
a los hechos conmemorados. La “centenariomanía”, la expresión es de Javier
Moreno,4 como causa y origen de radicales revoluciones historiográcas.
Paradoja de la que las conmemoraciones de los bicentenarios de las inde-
pendencias han sido un magníco ejemplo. El resultado historiográco más
visible ha sido el cuestionamiento de la versión más ocial de la historia de las
guerras de independencia, el eje de la memoria pública que las celebraciones
de los centenarios primero y de los bicentenarios después buscaban aanzar
como parte de procesos de construcción nacional en los que “la liberación del
yugo español” tiene un lugar central. La esta nacional de la práctica totalidad
de las repúblicas hispanoamericanas celebra “la independencia de España”.
El revisionismo historiográco ha sido tan radical que no parece arries-
gado armar que la mayor parte de lo escrito sobre la crisis imperial hispá-
nica con anterioridad a los años nales del siglo pasado empieza a resultar
en gran parte obsoleto.5 No por lo que se reere a los datos concretos, los do-
cumentos sobre lo ocurrido habían sido ya cuidadosamente puestos a la luz,
revisados y escudriñados por los historiadores de las generaciones anterio-
res, sino por los nuevos enfoques teórico-metodológicos desde los que se ha
planteado el estudio de las llamadas guerras de independencia, la disolución
de la Monarquía católica y el nacimiento de los Estados-nación hispanoame-
ricanos.6 Tres procesos directamente interrelacionados y cuya importancia
histórica va mucho más allá de la que tradicionalmente las historias nacio-
nales de cada país les han atribuido: son, o deberían ser, uno de los ejes de la
historia global del nacimiento del mundo contemporáneo.
Revisionismo que el historiador mexicano Mauricio Tenorio Trillo, en una
reseña de varios libros sobre las independencias publicados con motivo de los
bicentenarios de 2010,7 de enfoques y perspectivas por lo demás muy diferen-
4. Javier Moreno, Centenariomanía.Conmemoracioneshispánicasynacionalismoespañol
(Madrid: Marcial Pons, 2021).
5. Una de las pocas excepciones es la del historiador argentino Tulio Halperín Donghi,
cuya obra ha resistido mucho mejor el paso del tiempo que la de otros contemporáneos
suyos. Véanse Tulio Halperín Donghi, HistoriacontemporáneadeAméricaLatina (Madrid:
Alianza, 1969 [1967, primera edición en italiano]); y, Tulio Halperín Donghi, Hispanoaméri-
cadespuésdelaindependencia.Consecuenciassocialesyeconómicasdelaemancipación (Buenos
Aires: Paidós, 1972).
6. Para un resumen de los cambios en las interpretaciones de las guerras de indepen-
dencia, véase Mónica Quijada, Modelosdeinterpretaciónsobrelasindependenciashispanoame-
ricanas (Zacatecas: Universidad de Zacatecas, 2005).
7. Clara García Ayluardo y Francisco J. Sales Heredia, eds., Reexionesentornoaloscen-
tenarios. Los tiempos de la independencia (Ciudad de México: CIDE / CESOP, 2010); Juan María
Procesos 56, julio-diciembre 2022 157
tes, resumía en lo que denominaba “cuatro juicios más o menos compartidos”:
Primero, que las naciones no fueron el origen sino el resultado de las guerras y
transformaciones que inician con la invasión napoleónica de España y concluyen
con lo que hoy llamamos “independencias”. Segundo, que no fueron guerras por
la independencia sino guerras civiles. Tercero, que cualquiera de las indepen-
dencias del continente americano, no es, no puede ser, una mera y llana historia
argentina o mexicana o peruana, sino que se trata de un terremoto entre Europa
y América cuyas ondas expansivas hacen de cada temblor nacional a un tiempo
eco y epicentro del global. Y, nalmente, que nada era inevitable, que la cuestión
pudo haber acabado en una suerte de Commonwealth hispánica o en varias mo-
narquías o, como en México y Brasil, en imperios.8
Una especie de nuevo consenso historiográco sobre el que la mayoría
de los historiadores que hemos investigado y escrito sobre las independen-
cias desde las perspectivas teórico-metodológicas hegemónicas en las últi-
mas décadas tenderíamos a estar sin muchos problemas de acuerdo, o, en
todo caso, con matizaciones que no modicarían mucho el marco general,
pero que son el negativo exacto de lo que se había venido escribiendo hasta
los últimos años del siglo XX y primeros del XXI. Una especie de enmienda a
la totalidad de las que François-Xavier Guerra llamó “interpretaciones clási-
cas” de las guerras de independencia como guerras de liberación nacional en
las que unas preexistentes naciones americanas (México, Ecuador, Argenti-
nas, etc.) se liberaban de una también preexistente nación española y ponían
n a tres siglos de absolutismo y explotación colonial, con indios y castas,
liderados por criollos y mestizos, levantándose en armas para liberarse del
yugo español, conquistar la independencia y poner n al Antiguo Régimen.9
El giro historiográco ha sido tan radical que exige reexionar y discutir
sobre sus fundamentos, que es lo que este artículo hace, tomando como guía los
“cuatro juicios más o menos compartidos” enumerados por Tenorio Trillo y a
partir del principio de que el conocimiento histórico, como cualquier otro cono-
cimiento cientíco, se basa en el cuestionamiento continuo de sus propias bases
teórico-metodológicas y la falsabilidad de sus propuestas. Los “cuatro juicios
más o menos compartidos” como punto de partida mucho más que de llegada.
Alponte, AlaveradelasindependenciasdelaAméricahispánica (Ciudad de México: Océano,
2009); Marco Palacio, coord., Las independencias hispanoamericanas. Interpretaciones doscientos
años después (Bogotá: Norma, 2009); y Pérez Vejo, Elegíacriolla.Unareinterpretación...
8. Mauricio Tenorio Trillo, “Historia. Cuatro lecturas de las independencias”, Letras
Libres (septiembre 2010): 83.
9. François-Xavier Guerra, “Lógicas y ritmos de las revoluciones hispánicas”, en Re-
volucioneshispánicas:independenciasamericanasyliberalismoespañol, ed. por François-Xavier
Guerra (Madrid: Editorial Complutense, 1995).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 158
las naCiones no Fueron la Causa de las guerras
de independenCia sino su ConseCuenCia
El que las naciones no fueron la causa de la guerra de la independencia
sino su consecuencia es, a pesar de lo provocativo que puede resultar para
el gran público, una obviedad sobre la que los historiadores hace tiempo
que hemos dejado de discutir, y me reero obviamente a los historiadores
que entendemos la historia como una forma de conocimiento y no como un
sacerdocio al servicio del poder político, que en los dos últimos siglos ha
signicado básicamente al servicio de la nación, convertida en el sujeto his-
tórico que durante la mayor parte de la historia de la humanidad no ha sido.
La revolución epistemológica sobre el concepto de nación de la década
de los ochenta (Anderson, Gellner, Breully)10 y el desarrollo de las conoci-
das como teorías “modernistas” sobre la nación cuestionaron la idea de las
naciones como realidades naturales, cuyo origen se perdía en la noche de
los tiempos, mejor cuanto más antiguas, substituyéndola por la de “comuni-
dades imaginadas”, la expresión es de Anderson, y de origen relativamente
reciente, no más allá de nales del siglo XVIII principios del XIX, las hispa-
noamericanas y las del resto del planeta.
Una revolución epistemológica que no tuvo lugar en el campo de la his-
toria sino en el de otras ciencias anes (la ciencia política, la losofía y la an-
tropología básicamente), pero del que nalmente la historia, disciplina aca-
démica en el que la nación ha tenido un papel posiblemente mayor que en
ninguna otra de las ciencias sociales, no tuvo otra opción que hacerse eco.
Los argumentos aportados por estos autores eran difíciles de ignorar. No se
podía seguir hablando alegremente de naciones intemporales, base del orden
político desde tiempo inmemorial, que es lo que la historiografía de los siglos
XIX y XX había hecho, con las historias nacionales convertidas en el género
por excelencia de la disciplina. Las naciones, como cualquier otra de organiza-
ción colectiva, habían hecho su irrupción en la historia, como base del orden
político, pero no solo, en algún momento, que Eric H. Hobsbawm, este sí un
historiador, jó en torno a 1780,11 coincidiendo con el nacimiento del mundo
moderno y con variaciones cronológicas que, para el caso del mundo euro-
10. Benedict Anderson, ImaginedComunities.ReectionsontheOriginandSpreadofNatio-
nalism (Londres: Verso, 1983); Ernest Gellner, Nations and Nationalism (Oxford: Basil Blackwell
Publishers, 1983); John Breuilly, Nationalism and the state (Nueva York: St. Martin Press, 1982).
11. Eric Hobsbawm, Nations and Nationalism since 1780: Programme, Myth, Reality
(Cambridge: Cambridge University Press, 1990).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 159
americano, irían de las últimas décadas del siglo XVIII a las primeras del XIX.12
No es que no existiesen naciones antes; el término nación, en el sentido
de “nacido de”, es de uso habitual ya en el latín tardo-imperial, de donde
pasaría después a las lenguas romances y a los demás idiomas modernos
europeos. Carecía, sin embargo, hasta esas fechas de nales del siglo XVIII
principios del XIX de cualquier densidad política. La política pasaba por ser
parte de una patria, no de una nación, y patria y nación, a diferencia de lo
que ocurriría en el mundo posterior a las revoluciones atlánticas, no eran tér-
minos sinónimos, sino que representaban y simbolizaban cosas distintas.13
El padre Feijoo, uno de los autores más leídos en la Monarquía católica
a uno y otro lado del Atlántico durante todo el siglo XVIII, distingue entre
patria, el conjunto de los que viven bajo las mismas leyes y el mismo poder,
“el cuerpo de Estado donde debajo de un gobierno civil estamos unidos con
la coyunda de unas mismas leyes”,14 y nación, los que tienen el mismo origen,
lengua y costumbres.15 La patria podía ser una ciudad, un virreinato, una in-
tendencia, una audiencia, un reino, una provincia, el conjunto de la Monar-
quía..., todas con distintas naciones conviviendo en su interior, indias, una por
cada idioma, pero también españolas, caso de la nación de los vizcaínos o de
los montañeses, presentes ambas mediante sus “cofradías de nación” en mu-
chas de las ciudades americanas y con miembros nacidos indistintamente a
uno y otro lado del Atlántico. La revolución política de la modernidad convir-
tió ambos términos en sinónimos o cuasi sinónimos, de manera que debían de
vivir bajo las mismas leyes los que eran de la misma nación y ser de la misma
nación los que vivían bajo las mismas leyes. Un aparente axioma político ca-
rente sin embargo de cualquier sentido durante la mayor parte de la historia.
En el caso de la Monarquía católica, que es la que nos interesa aquí, la
ausencia de sentimientos nacionales de tipo moderno entre sus súbditos de
uno y otro lado del Atlántico fue casi absoluta durante sus tres siglos de exis-
tencia. Una estructura política de marcado carácter anacional, basada en la
común condición de súbditos de un mismo monarca, no en la de miembros
de una misma nación. Ni existían las naciones que se independizaban ni la
12. Christopher A. Bayly, TheBirthoftheModernWorld,1780-1914:GlobalConnections
and Comparisons (Londres: Blackwell Basil, 2004).
13. Tomás Pérez Vejo, Nación,identidadnacionalyotrosmitosnacionalistas (Oviedo: No-
bel, 1999).
14. Benito Jerónimo Feijoo, TeatroCríticoUniversal, t. III (Madrid: Imprenta de Antonio
Pérez de Soto, 1765), 275.
15. Para el signicado de los términos patria y nación en Feijoo, en particular, y en la
ilustración hispánica en general, véase Pedro Álvarez de Miranda, “Nación y patria. Sen-
timientos y actitudes que suscitan”, en Palabraseideas:elléxicodelaIlustracióntempranaen
España (1680-1760) (Madrid: Real Academia Española, 1992), 211-269.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 160
nación española de la que lo hacían. El sujeto de la mayoría de las declaracio-
nes de independencia no son las naciones sino los pueblos, las provincias, los
reinos; y de quien se declaran independientes no es de España o de la nación
española sino del rey. Es el caso, por poner un ejemplo, de la Declaraciónde
Independencia de las Provincias Unidas de Sud América, 9 de julio de 1816, hecha
en nombre de las provincias que componían el antiguo virreinato del Río de
la Plata, “Nos, los representantes de las Provincias Unidas en Sud América”,
y en la que la ruptura no es con España sino con sus reyes, “es voluntad
unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que
las ligaban a los reyes de España”. Solo en las declaraciones tardías como el
ActadeIndependenciadelAltoPerú, 6 de agosto de 1825, la ruptura es ya con
la nación española, no con el rey de España. Resultado, sin duda, del proceso
nacionalizador impulsado por la propia guerra: las naciones no son la causa
de las guerras de independencia sino su consecuencia.
Ningún historiador serio mantiene hoy la existencia de un México, un
Ecuador o una Argentina intemporales luchando en 1810 por la independen-
cia perdida a principios del siglo XVI y ni siquiera, aunque esto puede ser
más discutible, que la nación haya sido la protagonista del inicio de las co-
nocidas como guerra de independencia. Nadie, para poner tres ejemplos dis-
tintos y distantes, México, Ecuador y España, grito en Dolores, supuesto ini-
cio de la guerra de independencia mexicana, ¡Viva México! o ¡Viva la nación
mexicana! sino ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la Virgen de Guadalupe! y ¡Mueran
los gachupines! Elementos de movilización política mucho más cercanos a
los utilizados en revueltas de Antiguo Régimen que a los usados en los pos-
teriores movimientos de liberación nacional. Una de las múltiples versiones
del ¡Viva el rey y muera el mal gobierno!, con el añadido de una devoción
mariana, habitual cuando estas revueltas tenían lugar en contextos católicos,
y el también tradicional uso de sentimientos xenófobos como catalizadores
del descontento popular. Este último el que más podría acercarse a un cierto
nacionalismo, aunque con muchos matices. Xenofobia y nacionalismo, aun-
que tienden a confundirse, no son necesariamente lo mismo. La exacerbación
de sentimientos xenófobos, habitual en cualquier situación de crisis, no nece-
sariamente tiene que ver con la atribución de funciones políticas a la nación.
Nada muy diferente a la supuesta Acta de Independencia de la Junta
Provisional de Quito de agosto de 1809 y la armación de que su presidente
“Prestará juramento solemne de obediencia y delidad al rey [...]. Sostendrá
la pureza de la religión, los derechos del rey, y los de la patria y hará guerra
mortal a todos sus enemigos, principalmente los franceses”. Pero tampoco
al que la historiografía española considera el inicio de la conocida como
Guerra de Independencia contra los franceses, el 2 de mayo de 1808 en Ma-
drid, en el que el grito de movilización no fue Viva España o Viva la inde-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 161
pendencia sino ¡Qué nos lo llevan!, referido al infante Francisco de Paula.
Parece que tanto en Madrid (1808) como en Quito (1809) o en Dolores
(1810), todos estaban muy preocupados por el Rey y muy poco por la nación.
Nada extraño si consideramos que el fundamento de la vida política pasaba
por la condición de súbdito de un monarca, no por la de ciudadano de un
Estado-nación. El problema político era como consecuencia la legitimidad
del rey, no la voluntad de la nación.
Unas naciones que, sin embargo, sí fueron adquiriendo protagonismo
a medida que se fue desarrollando el conicto, hasta convertirse en las pro-
tagonistas de la guerra y, sobre todo, de las independencias. Simplicando
podríamos decir que en la crisis imperial originada por las abdicaciones de
Bayona hubo dos momentos: en el primero, el problema fue quién asumía el
poder por ausencia del rey, es el tiempo de las Juntas y las proclamas de -
delidad a Fernando VII; en el segundo, el problema fue ya el fundamento de
la legitimidad, dónde descansaba la soberanía, es el tiempo de las naciones y
las declaraciones de independencia.16
La búsqueda de soberanías alternativas generada por la crisis de Bayona
desembocó de forma muy rápida en la irrupción de la nación como funda-
mento del orden político, algo que obviamente tiene que ver con el contexto
de un mundo en el que el origen divino del poder, por la gracia de Dios,
llevaba largo tiempo cuestionándose y que había recibido su golpe de gracia
con los revolucionarios franceses cortando la cabeza del rey en una plaza de
París, sin que Dios pareciera darse por aludido. No era la primera cabeza
real que rodaba en un cadalso, pero sí la primera cuya decapitación se lleva-
ba a cabo en nombre de la nación, no de otro rey. La nación ocupaba el lugar
del rey, un cambio que destruía por completo el orden político tradicional.
Un camino recorrido en el mundo hispánico en tan corto período de tiem-
po que ya la Constitución de Cádiz de 1812, cuando habían pasado solo cua-
tro años de las abdicaciones de Bayona, se hizo en nombre de la nación y no
en el del rey. Aunque su título, expresión de las contradicciones del momento,
sea todavía ConstituciónPolíticadelaMonarquíaEspañola, no de España o de
la nación española. Una nación española que, por otro lado, en esos momen-
tos nadie parecía saber muy bien qué era. La armación de que “la reunión
de los españoles de ambos hemisferios”, si no es una tautología se le parece
bastante; en realidad lo que se entendió en Cádiz por nación española parece
haber sido solo la suma de los reinos, provincias y señoríos de la antigua
Monarquía, de los que el título II, “Del territorio de las Españas”, hace una
enumeración, que es exactamente la misma con las que el Rey católico enca-
16. Tomás Pérez Vejo, “El problema de la nación en las independencias americanas:
una propuesta teórica”, Mexican Studies/Estudios Mexicanos 24, n.º 2 (agosto 2008): 221-243.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 162
bezaba sus documentos ociales, solo que despojados del calicativo de reino
o señorío anterior, el reino de Castilla ya solo es Castilla, el señorío de Vizcaya
solo Vizcaya y el Virreinato del Río de la Plata Provincias del Río de la Plata.
La continuidad resultaba tan llamativa que hasta los propios constituyentes
se sintieron obligados a aclarar a continuación que “Se hará una división más
conveniente del territorio Español [...] cuando las circunstancias políticas de
la Nación lo permitan” (art. 11). Explícito reconocimiento de que la nación se
parecía demasiado al conglomerado de reinos y señoríos de la anterior mo-
narquía polisinodial. Pero más llamativo todavía es el plural del título, ¿por
qué “de las Españas”? ¿Había una sola nación española o varias?
La construcción de la nación española era, en todo caso, todavía una larga
tarea pendiente, reducida después a los españoles de un solo hemisferio, lo mis-
mo que la de las distintas naciones que a lo largo de la segunda, tercera y cuarta
década del siglo XIX proclamaron su independencia. Varias de ellas no de la
Monarquía católica sino de otras naciones, caso de los Estados-nación fruto de la
disgregación de la Gran Colombia o de la República Federal de Centroamérica.
Cuando a mediados del siglo XIX Juan Bautista Alberdi en Argentina, Ma-
riano Otero en México o Miguel del Reynoso en España, y sigo con esta triada
de ejemplos para intentar expresar la complejidad de un espacio tan desmesu-
rado, se manifestaban preocupados por la endeblez de sus respectivas nacio-
nes, no se estaban reriendo a que no hubieran cumplimentado debidamente
el proceso de emancipación, sino a que no habían sido capaces de construir las
naciones declaradas sujetos de soberanía en el momentos de las independen-
cias o del n de la monarquía absoluta en el caso de España. La constatación,
en los tres casos, de que pasadas varias décadas de la proclamación de los res-
pectivos Estados-nación, la nación fundamento del Estado seguía sin existir.
Como todavía en 1839 escribía el español Alcalá Galiano, en un artículo
publicado en Revista de Madrid, el objetivo de los liberales españoles seguía
siendo el de “hacer la nación española, una nación que ni lo es ni lo ha sido
hasta ahora”.17 Y quien lo arma es uno de los herederos ideológicos, aunque
no fue diputado en Cádiz sí lo fue en las Cortes elegidas durante la breve res-
tauración de la Constitución gaditana durante el Trienio Liberal, de quienes
en 1812 habían hecho una Constitución en nombre de una nación española,
que ahora reconoce que ni existe ni ha existido. Nada muy distinto de lo que
unos años más tarde, 1848, escribía un grupo de liberales mexicanos para
explicar la derrota frente a Estados Unidos: “en México no hay ni ha podido
haber eso que se llama espíritu nacional, porque no hay Nación”,18 y quienes
17. Citado en Antonio Alcalá Galiano, Obras Escogidas (Madrid: Biblioteca de Autores
Españoles, 1955), 309-325.
18. ConsideracionessobrelasituaciónpolíticaysocialdelaRepúblicaMexicanaenelaño
1847 (Ciudad de México: Imprenta de Valdés y Redondas, 1848), 42.
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arman esto, en claro paralelismo con lo anterior, son los herederos de los que
poco más de veinte años antes, en 1821, habían proclamado la independencia
de una nación mexicana que varios años después arman que no existe.
No hay, por lo tanto, demasiados problemas en asumir que las naciones
no fueron la causa de las guerras de independencia sino su consecuencia. Las
identidades nacionales no tuvieron ningún papel en el inicio de los conictos
de independencia, como no lo habían tenido en los tres siglos de existencia
de la Monarquía católica. Una organización política de marcado carácter ana-
cional que, como muchas de su tipo a lo largo de la historia, de los imperios
turco y austro-húngaro a la Unión Soviética, desapareció no por la rebelión
de las naciones, en el sentido tradicional del término, que convivían dentro
de ella, sino porque perdió la larga lucha por la hegemonía en la que había
estado inmersa desde el momento de su nacimiento: cuando a partir de la
unicación de las coronas de Castilla y Aragón inicia el proceso que la lleva-
ría a ser uno de los poderes globales de la historia de los tres siguientes siglos.
Planteamiento que debería obligarnos a ser muy cuidadosos con esa his-
toria de movimientos protoinsurgentes o protonacionalistas con los que las
historias nacionales han ido jalonando el camino de las naciones americanas
hacia su liberación. Historia que, lo mismo que la independencia como ven-
ganza de la conquista y la resurrección de las naciones muertas tres siglos
antes, empezó a construirse desde muy pronto. José María Luis Mora, uno
de los padres fundadores del liberalismo mexicano, por ejemplo, dedica una
parte de Méjicoysusrevoluciones, cuyo tema central es la revolución de la
independencia, a las “diversas tentativas [de México] para establecer su in-
dependencia”, en su caso excluyendo explícitamente las indígenas, “Cuando
en este libro se habla de los conatos de la colonia de Nueva-España a la Inde-
pendencia, no se deben contar por tales los de los indijenas”.19
Unas y otras, indígenas y no indígenas, en México y en el resto del continen-
te, sin embargo, revueltas y rebeliones de Antiguo Régimen en las que es nece-
sario un cierto nivel de delirio histórico-intelectual para encontrar cualquier re-
lación o parecido con lo ocurrido a partir de 1810. Son, lo mismo que la interpre-
tación de las independencias, como la venganza y resurrección de las naciones
muertas tres siglos antes, también muy temprana; recuérdese el “Se conmueven
del Inca las tumbas,/ y en sus huesos revive el ardor,/ lo que va renovando a
sus hijos/ de la Patria el antiguo esplendor” de la Marchapatriótica bonaerense
de 1813, historias de nacionalistas. Mitos de origen que nada tienen que ver con
la historia como disciplina cientíca, si acaso solo como objeto de estudio.
19. José María Luis Mora, Méjicoy sus revoluciones, t. III (París: Librería de Rosa,
1836), 171.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 164
Diferente, aunque de alguna manera relacionada, es el caso del patriotismo
criollo. En la senda, por lo demás en otros muchos sentidos fructífera, abierta
por el historiador británico David A. Brading, han sido muchos los historiado-
res que han planteado la existencia de un sentimiento de identidad criolla como
uno de los orígenes de los conictos de la independencia.20 No había naciones,
pero sí algo parecido a lo que se podría llamar un sentimiento protonacional.
Camino arriesgado, no por la existencia de patriotismos diversos, criollos y no
criollos, ampliamente documentados a lo largo y ancho de la Monarquía cató-
lica, y la proliferación de libros contando las glorias de las distintas ciudades
en los siglos XVI, XVII y XVIII son un excelente ejemplo, sino por su interpre-
tación como movimientos protonacionales.21 Proclamar las glorias de la respec-
tiva patria (ciudad, reino, virreinato, etc.) no tiene necesariamente que ver con
imaginar la nación desplazando al rey como fundamento de la soberanía po-
lítica. Puede incluso ser antitético, como la evolución posterior de muchos de
estos patriotas criollos, realistas hasta el último momento, muestra de manera
palpable. Y aquí habría que distinguir el uso que de lo escrito por los patriotas
criollos hizo la historiografía nacionalista del siglo XIX, y parte de la actual, a
cómo fueron leídos en el momento de la publicación de sus obras. Fue la lectura
posterior la que los convirtió en protonacionalistas, no lo que ellos escribieron.
¿guerras de independenCia,
revoluCiones o guerras Civiles?
El revisionismo historiográco sobre las guerras de independencia en-
contró, y sigue encontrando, uno de sus mayores escollos en la conceptua-
lización de lo ocurrido como guerras civiles. Un problema, el de su deno-
minación, que con la entrada también en disputa del término revolución se
convierte en una triple disyuntiva, guerra civil, revolución o guerra de inde-
pendencia. El dilema no es obviamente solo nominal. Nombrar es una for-
ma de comprender y calicar lo ocurrido en los territorios americanos de la
Monarquía entre la segunda y tercera década del siglo XIX como una guerra
de independencia, una guerra civil o una revolución cambia por completo la
forma de entender el hecho histórico.22
20. David A. Brading, Losorígenesdelnacionalismomexicano (Ciudad de México: Era,
1973).
21. Para el caso de las ciudades americanas de la monarquía, véase Tomás Pérez Vejo,
Repúblicasurbanasenunamonarquíaimperial.ImágenesdeciudadesyordenpolíticoenlaAmé-
rica virreinal (Bogotá: Crítica / Universidad Nacional de Colombia, 2018).
22. Tomás Pérez Vejo, “¿Guerra de independencia, revolución o guerra civil? El co-
lapso de la Monarquía católica como problema historiográco”, en La fractura del mundo
Procesos 56, julio-diciembre 2022 165
La calicación de las después conocidas como guerras de independencia
como una revolución o una guerra civil no es una invención de la historio-
grafía revisionista de las últimas décadas del siglo XX y primeras del siglo
XXI, sino que se dio desde muy pronto y hasta fechas relativamente tardías.
Solo por referirme al caso de México, Fray Servando Teresa de Mier titula su
temprana historia, 1813, sobre la después conocida como guerra de indepen-
dencia HistoriadelarevolucióndeNuevaEspaña,antiguamenteAnáhuac,23 no
historia de la guerra de la independencia de la Nueva España. No es el úni-
co, todavía en una fecha tan tardía como 1849, el político y periodista liberal
José María Tornell arma, como algo obvio, que se debían de excusar los
excesos cometidos durante la guerra “porque son inevitables en las guerras
civiles” o que “la revolución de 1810 siguió el rumbo de las guerras civiles, la
adoptaron unos y la contrariaron otros”.24 Y nótese que este antiguo militar
insurgente utiliza tanto los términos revolución como guerra civil pero no
el de guerra de independencia. La denominación de guerra civil acabó sin
embargo desapareciendo del vocabulario público, substituida por la de gue-
rra de independencia, y todavía hoy parece plantear muchos más problemas
que los de revolución o revolución de la independencia.
Y es que entender la guerra de independencia como una revolución re-
sulta en cierto sentido fácil. Además de que ya muchos contemporáneos la
denominaran así, la revolución forma parte de los grandes mitos de la his-
toriografía de los dos últimos siglos, con la historia de la humanidad enten-
dida como una sucesión de revoluciones, desde la neolítica a las grandes
revoluciones políticas del siglo XX. Los escalones que marcarían el camino
siempre ascendente del progreso y la libertad. Una especie de reactualiza-
ción en clave laica de la historiografía whig protestante anglosajona. Ciclos
revolucionarios entre los que las conocidas como revoluciones atlánticas,
origen del nacimiento del mundo contemporáneo en el conjunto de Occi-
dente, tendrían un papel estelar y de las que las americanas formarían parte
de pleno derecho. La historia canónica en la que los historiadores hemos sido
educados, seguimos contando a nuestros alumnos y a partir de la que las
sociedades contemporáneas organizan su comprensión del pasado.
No ocurre los mismo con la guerra civil, cuya inclusión en una memoria
compartida, a diferencia de la revolución, resulta para cualquier sociedad
complicada y conictiva. Lograr la victoria sobre la sangre derramada de los
hispánico:lassecesionesamericanasensubicentenario, coord. por Rodrigo Ruiz Velasco Barba
y Manuel Andreu Gálvez (Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 2021), 33-56.
23. Fray Servando Teresa de Mier, HistoriadelarevolucióndeNuevaEspaña,antiguamen-
teAnáhuac (Londres: Imprenta de Guillermo Glindon, 1813).
24. José María Tornell, “Cuestión histórico-política. Artículos del Universal”, El Moni-
tor Republicano, 20 de diciembre de 1849.
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hermanos es siempre innoble y difícil de justicar.25 La solución, la reescri-
tura de la historia. Los vencedores imponen un relato sobre el pasado, cuyo
objetivo, en general no explícito, es lograr que la guerra pierda su carácter
de conicto civil y pase a imaginarse, y nombrarse, como una guerra de
independencia o una revolución. La apropiación de la capacidad de nom-
brar permite borrar el estigma de haber logrado la victoria con la muerte y
exterminio de los propios connacionales, algo difícil de justicar en sistemas
políticos, los Estados-nación contemporáneos, cuya metáfora básica de com-
prensión del mundo es de tipo familiar, la nación como una comunidad de
hermanos unida por lazos de sangre. No es fácil asumirse herederos de Caín.
Convertir al enemigo en extranjero y a la guerra civil en guerra de in-
dependencia cumple de manera perfecta esta doble función de deslegitima-
ción/legitimación. En la memoria colectiva el enfrentamiento fratricida es
substituido por una lucha entre ellos y nosotros. No el innoble asesinato del
hermano sino la expulsión de los listeos de la tierra prometida por Dios
a nuestros padres. Una interpretación que el caso de las conocidas como
guerras de independencia hispanoamericanas encontraría justicación en la
existencia de un ejército realista, extranjero, al servicio de un rey extranjero.
Aunque para ello haya que ocultar que ese rey extranjero no fue considera-
do tal por los combatientes de uno y otro bando, recuérdese que la mayoría
de las primeras supuestas proclamas de independencia americanas incluyen
explícitas declaraciones de delidad a Fernando VII y, sobre todo, que tanto
los ejércitos realistas como los insurgentes estuvieron formados en su inmen-
sa mayoría por americanos, no solo los soldados sino también los ociales.
Fue básicamente una guerra de americanos contra americanos.
Para seguir con las triadas de ejemplos, en el caso de la Nueva España no
solo la mayoría de los ociales del ejército realista habían nacido en América,
sino que fueron ellos quienes, una vez proclamada la independencia, mono-
polizaron buena parte del poder político del nuevo Estado. La mayoría de
los jefes del Estado del primer México independiente, por ejemplo, fueron
antiguos ociales realistas, empezando por el Agustín de Iturbide y siguiendo
por Anastasio Bustamante, Manuel Gómez Pedraza, Antonio López de Santa
Anna, José Joaquín Herrera, Mariano Paredes Arrillaga, José Mariano Salas,
Mariano Arista... Haber sido ocial realista parece haber sido más una condi-
ción que un impedimento para ocupar la jefatura del Estado. No solo habría
sido una guerra civil sino que quienes la ganaron parecen haber sido más los
realistas que los insurgentes. Una de las características de las guerras civiles es
la exclusión de los vencidos del ejercicio del poder y en el caso de México los
25. Gabriele Ranzato, Guerre fratricide. Le guerre civili in età contemporanea (Milán: Bo-
llati Boringhieri, 1994).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 167
excluidos no fueron los realistas, tampoco en sentido estricto los insurgentes.
En el del otro extremo del continente, Virreinato del Río de la Plata, la deci-
siva batalla de Salta enfrentó un ejército realista, mandado por Pío Tristán, con
otro independentista, mandado por Manuel Belgrano. Tan americanos el uno
como el otro, el primero había nacido en Arequipa, actual Perú; y el segundo
en Buenos Aires, actual Argentina, con vidas tan paralelas que incluso habían
coincidido como estudiantes en Salamanca durante su estancia en España.
Y en la batalla de Ayacucho, por último, la que puso n a la presencia de
la Monarquía católica en América, en realidad a la Monarquía católica como
organización política, el número de “españoles” en el Ejercito Real del Perú,
no el Ejército español, apenas llegaba a 500, menos que los voluntarios de
Castro (Chiloé). La remota isla perdida en el sur chileno aportó más soldados
al Ejército Real del Perú que todos los reinos y señoríos europeos de la Mo-
narquía. No solo eso, sino que había muchos más “peruanos”, en el sentido
de nacidos en el antiguo virreinato, en el ejército realista que en el patriota.
Este último con una signicativa participación de neogranadinos y, aunque
menor, de rioplatenses. Si consideramos el lugar de nacimiento de sus com-
batientes el “nacional” (peruano) era el ejército realista y no el patriota.
La base tanto de los ejércitos realistas como de los insurgentes fueron
soldados y ociales nacidos en América y los motivos por los que lucharon
múltiples proyectos alternativos de organización política y social, no solo, y
posiblemente ni siquiera en primer lugar, el de la supervivencia de la unidad
política de la Monarquía católica o el de la independencia de sus respectivas
naciones. La armación de Jean Piel de que para la mayoría de “los solda-
dos peruanos de ambos bandos, realistas e insurgentes”, que combatieron en
Junín y Ayacucho “la idea de un Perú independiente no signicaba nada”,26
es extensible a todas las demás batallas que tuvieron lugar a lo largo y ancho
del continente.
El resultado nal fue la revolución que puso n al Antiguo Régimen en
más de la mitad del mundo occidental y dio origen al nacimiento de casi una
veintena de nuevos Estados-nación. Ninguno de los dos procesos concluido
con el n de las conocidas como guerras de independencia. El primero de
manera obvia, no se desmantela todo un sistema económico-sociocultural
mediante una simple proclama, por solemne que esta haya sido. El naci-
miento de la nueva sociedad liberal será un largo parto que se prolongará
en todos los territorios de lo que había sido la Monarquía católica hasta por
lo menos los inicios de la segunda mitad del siglo XIX, en muchos de ellos
acompañado de intermitentes guerras civiles.
26. Jean Piel, “The Place of the Peasantry in the Nacional Life of Peru in the Nine-
teenth Century”, Past&Present.AJournalofHistoricalStudies, n.º 46 (febrero 1970): 116.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 168
La armación podría resultar más discutible para el segundo de los dos
procesos, el del nacimiento de casi una veintena de nuevos Estados-nación.
A mediados de la década de los veinte del siglo XIX la mayoría estos nuevos
Estados-nación, todos salvo los nacidos de la disgregación de otros fracasa-
dos como la Gran Colombia o la República Federal Centroamericana, habían
proclamado su independencia nacional. Habría, sin embargo, que ser extre-
madamente cuidadosos con armaciones como esta, lo que había ocurrido
es que antiguas divisiones administrativas de la Monarquía católica habían
proclamado su soberanía política. La construcción de los nuevos Estados-
nación era todavía una larga tarea pendiente. Las siguientes décadas fueron
escenario de nuevas fases de esta misma guerra civil en la que se enfrentaron
diferentes proyectos de Estado, que es a los que la historiografía ha prestado
tradicionalmente más atención, pero también de nación, en general mucho
más ignorados. Conictos político-ideológicos, sobre derechos y organiza-
ción política, pero también identitarios, sobre el ser de cada una de las nue-
vas naciones, no por más difíciles de ver y de analizar menos importantes.27
No unas guerras de independencia cortas, 1809-1824 en función de los
distintos territorios, sino unas guerras civiles largas, iniciadas con la crisis
de la Monarquía, 1808, y concluida en torno a mediados del siglo XIX, las fe-
chas varían también de unos a otros países, con la instauración de un nuevo
sistema de legitimidad política, o si se preere con la invención de naciones
capaces de ocupar el lugar del rey en el imaginario colectivo. El triunfo de
una nueva forma de legitimidad del poder de tipo nacional y de una organi-
zación social basada en el individuo y los derechos individuales frente a las
corporaciones y los privilegios colectivos que habían sido el fundamento la
sociedad anterior.
El origen de esta guerra civil estaría en la desaparición, por implosión, de
un sistema imperial fracasado, la Monarquía católica. El modelo para enten-
der lo ocurrido no son las revoluciones atlánticas de nales del siglo XVIII y
principios del XIX, menos todavía las guerras de liberación nacional de me-
diados del siglo XX, aunque haya elementos de estos dos procesos, especial-
mente del primero. El modelo de fondo tiene mucho más que ver con la desa-
parición de sistemas imperiales fracasados como el Imperio Turco, el Imperio
Austrohúngaro o, más recientemente, la Unión Soviética, desaparecidos no
por la rebelión de las naciones que los constituían, sino porque no lograron
resistir la competencia de otros sistemas políticos frente a los que representa-
ron formas alternativas de organización económica, social, política y cultural.
27. Para un estudio de caso sobre estos conictos de nación, y no solo de Estado,
véase Tomás Pérez Vejo, Españaeneldebatepúblicomexicano,1836-1867.Aportacionespara
unahistoriadelanación (Ciudad de México: El Colegio de México / Instituto Nacional de
Antropología e Historia, 2008).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 169
El Imperio Turco no fue un Estado más en el concierto de las monarquías
europeas, sino una alternativa de civilización, por diferencias religiosas, pero
también porque representaba una forma diferente de concebir el mundo so-
cial, desde las relaciones de poder hasta las económicas. El Imperio Austro-
húngaro, por su parte, representó la última estructura política contemporá-
nea fundada en la delidad al emperador y no en la identidad nacional, una
forma alternativa global de legitimación del poder y de organización política
a la establecida en Occidente por las revoluciones de nales del siglo XVIII y
principios del XIX, que logró sobrevivir, y con éxito más que notable, hasta
casi un siglo después de que los Estados-nación se convirtiesen en la única
forma “legítima” de organización política. Y la Unión Soviética, por último,
representó una alternativa global a la sociedad capitalista-liberal, basada en
la dictadura del proletariado, la ausencia de partidos políticos y la plani-
cación económica estatal, una especie de retrato en negativo de Occidente
sobre cuya voluntad de ofrecerse como alternativa civilizatoria, el hombre
nuevo de la propaganda estalinista, no parece que haya mucho que discutir.
No me interesa aquí, sin embargo, el análisis de las características de cada
uno de estos sistemas globales alternativos, tampoco explicar las causas de su
fracaso, sino mostrar cómo su lógica de desintegración es la misma que se dio
en la Monarquía católica: primero son derrotados y después se desintegran,
no al revés. Esto último aparece como la consecuencia más visible pero el co-
lapso civilizatorio resulta generalizado. Es toda una sociedad la que tiene que
reestructurarse a partir de nuevos valores que, en muchos casos, son contra-
puestos a los anteriormente vigentes. La disgregación territorial se produce
no por la voluntad de independencia de “naciones” preexistentes, tampoco
por la explotación “colonial” de la metrópoli sobre las “periferias”, sino por-
que son derrotados y nadie logra hacerse reconocer como el heredero legí-
timo de la anterior soberanía política. Las España, Turquía, Austria y Rusia
actuales no son la continuación de los antiguos Estados-imperio sino nuevos
Estados-nación tan hijos de la disgregación imperial como los construidos en
las periferias imperiales. Aunque con muchas más dicultades para digerir
la ruina de las viejas organizaciones políticas. Transitar de imperio a nación
no siempre es fácil, como el caso de la actual Federación rusa y sus guerras
en la periferia de lo que fue la Unión Soviética muestra de manera dramática.
La entrada de las tropas de Napoleón en la capital de la Monarquía ca-
tólica, algo que no había ocurrido en sus trescientos años de su existencia,
pierde desde esta perspectiva su carácter anecdótico. No se trata de que la
desintegración de la Monarquía se desencadene por un hecho fortuito, una
especie de historia événementielle extrema, sino de que este hecho fortuito
es la consecuencia, y a la vez la prueba más palpable, de la incapacidad de
aquella para seguir sobreviviendo. No el resultado de un episodio más o me-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 170
nos accidental, sino un proceso de larga duración histórica en que se mostró
menos eciente que sus rivales. El reejo de su paso de sujeto a objeto de la
política internacional.
Esta interpretación de la llamada guerra de independencia como una
guerra civil encuentra uno de sus últimos obstáculos en la idea de que fue
un enfrentamiento entre criollos y peninsulares. Una de las armaciones
más repetidas por la historiografía tradicional, reforzada por el desarrollo, a
partir de las últimas décadas del siglo pasado, del concepto de “patriotismo
criollo”, entendido por muchos autores, como ya dije anteriormente, como
una especie de protonacionalismo. La guerra como un conicto de identida-
des que si no era todavía de naciones se le acercaría bastante.
La distinción criollos/peninsulares resulta, sin embargo, mucho me-
nos clara de lo que la historiografía tradicional nos ha contado. Españoles
europeos y españoles americanos, los términos habituales para referirse a
peninsulares y criollos, eran parte de un grupo caracterizado por su gran
homogeneidad étnico-cultural, para los parámetros actuales pero sobre todo
para los de sociedades como las de Antiguo Régimen en las que la hetero-
geneidad no solo era mayor sino que se hacía ostentación de ella. Criollos y
peninsulares, en el contexto de una sociedad basada en la heterogeneidad
funcional, compartían nombre, españoles frente a indios y castas; raza, espa-
ñol y blanco tendían a ser sinónimos; lengua, a diferencia de los indígenas
unos y otros hablaban castellano, la relativa homogeneidad lingüística de la
Hispanoamérica actual no fue obra de la Monarquía católica sino de los go-
biernos republicanos; una misma memoria sobre sus orígenes, hasta el mis-
mo momento de la independencia unos y otros se reclaman descendientes
de los conquistadores; y un sentimiento de superioridad frente a los demás
grupos étnico-culturales, indios, negros y castas, en sociedades en las que
derechos y deberes, entendidos como privilegios, no eran universales sino
que variaban de unos a otros grupos sociales.
Homogeneidad que ha llevado al historiador alemán Horst Pietschmann
a proponer que la fractura criollos/peninsulares habría tenido más que ver
con la forma de integración en los aparatos burocráticos y económicos de la
Monarquía que con el lugar de nacimiento:
No hay que arse demasiado del concepto tradicional de criollo que los caracte-
riza como españoles nacidos en América, concepto cuestionado ya varias veces,
pero que se sigue utilizando. Más razonable parece la denición que caracteriza al
criollo como persona cuyo centro de vida social y económica estaba en América.28
28. Horst Pietschmann, “Los principios rectores de la organización estatal en Las
Indias”, en Inventando la nación. Iberoamérica. Siglo XIX, coord. por Antonio Annino y
François-Xavier Guerra (Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2003), 64-65.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 171
Alguien nacido en la Península pero dedicado a actividades económicas
de carácter local, integrado en redes familiares locales y con un universo men-
tal restringido al del área geográca del que formaba parte es posible que fue-
ra considerado y actuase más como un criollo que como un peninsular; lo mis-
mo podría armarse del funcionario, civil, religioso o militar, vinculado a la
burocracia local. Parece obvio, por el contrario, que los grandes comerciantes o
mineros que formaban parte de una economía global y cuyo mapa mental era
el del conjunto de la Monarquía, lo mismo que los funcionarios virreinales, po-
dían ser considerados “peninsulares”, al margen de dónde hubiesen nacido.
Esto explicaría que, de manera general, los altos cargos de la burocracia
de la Monarquía, ya fuese militar, civil o eclesiástica, y los actores económi-
cos vinculados al comercio ultramarino tomarán partido a favor del mante-
nimiento de la unidad político-institucional. Mientras que, por el contrario,
los funcionarios y actores económicos de nivel medio fuesen más proclives
a apoyar poderes locales alternativos. Y no estamos hablando estrictamente
de intereses económicos ni, menos todavía, de clases sociales en conicto,
sino de formas diferentes de ver e interpretar el mundo. No era lo mismo
ver la Monarquía desde la perspectiva de un virrey o un gran comerciante
del Consulado de la ciudad México o Lima, para quienes su desaparición era
también el de su mundo racional y afectivo, que desde la de un funcionario
local o un pequeño comerciante, para quienes la Monarquía era mucho más
una abstracción sin signicado concreto y real.
El problema es que si la denición de criollo deja de indicar un origen
geográco para referirse a una condición socioeconómica pierde cualquier
interés como explicación de las guerras de independencia a partir de un con-
icto de identidades. La guerra sorda entre criollos y peninsulares, supo-
niendo que la hubiese habido, sería un conicto social y no “nacional”, con
todos los matices que se quiera.
Al margen de estos problemas conceptuales, entender las guerras de in-
dependencia como un enfrentamiento criollos/peninsulares va en contra de
lo que los datos una y otra vez nos dicen.29 Tan en contra que resulta difícil de
entender cómo ha podido convertirse en uno de los lugares comunes más re-
petidos. Hay un problema cuantitativo global, los peninsulares representaban
un porcentaje tan despreciable de la población de la América española que
una guerra entre peninsulares y criollos resulta por completo inverosímil. En
1811 el virrey de la Nueva España Francisco Javier Venegas mandó hacer un
29. Tomás Pérez Vejo, “A Historiographical Myth: Spanish Royalists against Insur-
gent Criollos”, en LatinAmerica’sMartialAge.ConictandWarfareintheLongNineteenth
Century, ed. por Gilmar Visoni Alonso y Frank Jacob (Würzburg: Königshausen & Neu-
mann, 2017), 37-54; y Tomás Pérez Vejo, “¿Criollos contra criollos? Reexiones en torno a
la historiografía de las independencias”, Revista de Occidente, n.º 365 (octubre 2011): 7-25.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 172
censo de la población de la Ciudad de México que, cosa rara, indica el lugar
de nacimiento de los censados. A pesar de que la capital novohispana debía
de ser en esos momentos, por su importancia económica y administrativa,
uno de los lugares de América en donde vivían más españoles europeos, su
número con respecto a la población total de la ciudad no llega al 2 %. Por-
centaje que debía de ser mucho más bajo en los demás pueblos y ciudades
de la América española, posiblemente en conjunto no llegasen ni al 1 % de la
población total. No parece demasiado creíble que un número tan reducido
de peninsulares hubiesen sido capaz de mantener una sangrienta guerra de
más de diez años de duración. Menos todavía si consideramos la incapacidad
de la Monarquía para trasladar hombres y recursos de Europa a América, las
guerras se hicieron básicamente con hombres y recursos americanos, y que si,
como los informes de las autoridades realistas repiten una y otra vez, los pe-
ninsulares parecen haberse mostrado extremadamente reacios a involucrarse
en ella. Fueron en su mayoría más espectadores que protagonistas. El militar
realista Félix María Calleja llegó a acusar directamente a los españoles euro-
peos de la Nueva España de “falta de patriotismo y criminal indiferencia”.30
Uno de los mejores ejemplos de hasta qué punto la historiografía ha so-
brevalorado la división criollos/peninsulares como clave del conicto la te-
nemos en los posicionamientos de los militares frente a la crisis desatada por
las abdicaciones de Bayona y el posterior conicto bélico que afectó a todos
los territorios de la Monarquía. Los ejércitos del rey en la América española,
tanto los regulares como las milicias, estaban formados tanto por europeos
como por americanos, aunque con una abrumadora mayoría de los primeros
sobre los segundos. Si la clave del conicto hubiera sido la diferenciación
criollos/peninsulares, los cuarteles y guarniciones en la que los criollos eran
mayoría y ocupaban los cargos más altos habrían decantado del lado de los
insurgentes y aquellas en las que ocurría lo contrario, muy pocas, de los
realistas. Sin embargo no ocurrió así, y la opción por una u otra alternativa
parece haber estado determinada por otro tipo de consideraciones que poco
o nada tenían que ver con el origen geográco de soldados y ociales.
En Caracas, un caso excepcional en el conjunto de la América española
ya que a diferencia de la mayor parte de los ejércitos del continente la ameri-
canización de su cuerpo de ociales fue siempre muy baja, la mayoría de sus
ociales en el momento del estallido del conicto, incluido su comandante,
eran españoles europeos.31 Esto no impidió que cuando en 1810 las élites
30. Citado en Christon I. Archer, “Peanes e himnos de victoria de la guerra de inde-
pendencia mexicana. La gloria, la crueldad y la ‘demonización’ de los gachupines, 1810-
1821”, en Revolución,independenciaylasnuevasnacionesdeAmérica, ed. por Jaime E. Rodrí-
guez O. (Madrid: MAPFRE-Tavera, 2005), 238.
31. Para la composición de los ejércitos del rey en América en el momento del estalli-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 173
de la ciudad se negaron a reconocer la regencia y proclamaron la Junta de
Caracas tanto los ociales criollos como los peninsulares se pusieran inme-
diatamente a sus órdenes.
En Buenos Aires las milicias de la ciudad, formadas básicamente por
criollos, pasaron de un apoyo incondicional a las autoridades virreinales,
hasta el punto que el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros se sirvió de ellas
para acabar con la rebelión de Chuquisaca (Alto Perú) en 1809, a ser unas de
las principales responsables del derrocamiento del virrey y la formación de
una Junta en 1810.
Mientras que en el otro extremo del continente, en la Nueva España, las
milicias provinciales del Bajío, con ociales en su mayoría criollos, se unie-
ron a la rebelión de Hidalgo; las de las ciudades de México, Veracruz, Puebla
y las del norte del Virreinato, con un porcentaje de ociales criollos parecido
a de las del Bajío, se convirtieron en la base del nuevo Ejército del Centro, eje
del poder militar realista.
las independenCias aMeriCanas
CoMo un FenóMeno global
Este es uno de los puntos enumerados por Tenorio Trillo que, en un prin-
cipio, menos problemas plantea, aunque como intentaré demostrar a conti-
nuación, con matices. A pesar de lo que las historiografías nacionales han
venido contando desde hace dos siglos parece bastante obvio que el mar-
co para entender lo ocurrido no es el de unos todavía inexistentes Estados-
nación sino el del conjunto de la Monarquía. La crisis imperial hispánica
de principios del siglo XIX no fue, es también una obviedad, un fenómeno
mexicano, argentino, ecuatoriano o español, sino que afectó al conjunto de
un Estado-imperio que se extendía desde las islas Baleares a las Filipinas y
desde el limite sur del continente americano hasta el centro de los actuales
Estados Unidos. El heterogéneo conjunto de reinos, señoríos y provincias
que durante tres siglos habían constituido la Monarquía católica o Monar-
quía hispánica, desaparecida como consecuencia de esta misma crisis.
Fue la crisis imperial desatada por las abdicaciones de Bayona, el esper-
péntico episodio en el que la corona del Rey católico pasó, como si de un ob-
jeto endemoniado se tratase, de Fernando VII a su padre Carlos IV, de Carlos
IV a Napoleón y de Napoleón a su hermano José Bonaparte, la que desen-
do de las guerras de independencia véase Anthony McFarlane, “Los ejércitos coloniales
y la crisis del imperio español, 1808-1810”, Historia Méxicana LVIII, n.º 1 (julio-septiembre
2008): 229-285.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 174
cadenó una crisis global, pronto convertida, y resuelta, en múltiples crisis
regionales. Cesiones todas, salvo quizás la primera, carentes de cualquier
legalidad, el rey no podía enajenar sus reinos sino solo transmitirlos dentro
de la línea legítima. La cesión de soberanía era algo de tan difícil encaje en la
tradición jurídica de la Monarquía que fue, de hecho, el argumento utilizado
por todas las Juntas, de Madrid a Manila y de Baton Rouge, en los actuales
Estados Unidos, a Buenos Aires, para negarse a aceptar las abdicaciones de
Bayona; hasta Fernando VII, no parece que particularmente acionado a vir-
tuosismos jurídicos, advirtió a su padre, en una carta con fecha de 4 de mayo
de 1808, que la propuesta de Napoleón solo era posible con la aprobación de
las Cortes ya que el rey solo podía ceder la corona a su heredero legítimo, no
enajenarla a una dinastía distinta.32 El rey no era propietario de sus reinos,
los tenía en usufructo. Una forma de propiedad, que lo mismo que ocurría
en otras muchas del Antiguo Régimen, no era plena sino limitada. Entre
otras limitaciones, debía transmitirse íntegra al heredero legítimo.
Hasta aquí algo bastante obvio y sobre lo que no merece la pena dete-
nerse demasiado. Más problemas plantea la necesidad de considerar la crisis
como atlántica, una de las convicciones historiográcas que más hondamen-
te han arraigado desde los años nales del siglo XX. No se trata ya de inda-
gar sobre los orígenes de una nación concreta, la que sea, sino de intentar
dilucidar esos orígenes en un escenario que transciende el espacio nacional.
Sin que esto quiera decir, por supuesto, que las experiencias nacionales de-
jen de ser historiográcamente signicativas, sino que deben de entenderse
como parte de procesos globales. Piénsese, por ejemplo, en un asunto tan
central como la explicación de la idea de la independencia. Un planteamien-
to centrado en la experiencia local, por minucioso que sea, no percibe los
ecos que ese proceso generaba en el espacio atlántico, lo que ocurría en el
otro extremo del continente resultaba ser relevante y, sobre todo, revelador,
para analizar y entender mejor lo ocurrido localmente.
Esto es algo que se aprecia muy bien en la historia conceptual, y aquí son
de cita obligada los trabajos impulsados desde la Universidad del País Vas-
co por Javier Fernández Sebastián,33 que han demostrado la importancia de
utilizar el laboratorio grande para la correcta comprensión de los giros con-
32. Citado en Álvaro Flórez Estrada, IntroducciónparalahistoriadelarevolucióndeEs-
paña (Londres: Imprenta de R. Juigné, 1810), 170.
33. Javier Fernández Sebastián, HistoriaconceptualenelAtlánticoibérico.Lenguajes,tiem-
pos, revoluciones (Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2021); Javier Fernández Sebastián
y Cecilia Suárez Cabal, eds., Lasubversióndelordenporlapalabra.Tiempo,espacioeidentidad
en la crisis del mundo ibérico, siglos XVIII y XIX (Bilbao: Universidad del País Vasco, 2015); y,
Javier Fernández Sebastián, dir., Diccionariopolíticoysocialdelmundoiberoamericano.Con-
ceptospolíticosfundamentales,1770-1870 (Bilbao: Universidad del País Vasco, 2014).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 175
ceptuales que acompañaron aquellos años revolucionarios en los laboratorios
locales. La independencia de México, por ejemplo, se explica mejor si se tie-
nen presentes también discursos y procesos similares producidos en el Río de
la Plata, en Madrid o en Quito; y las distintas constituciones si se ven no como
experiencias locales, sino como expresiones de una cultura política que in-
tentaba dar respuesta a problemas comunes (la soberanía, la representación,
los derechos, la articulación territorial, etc.) La Constitución de Cádiz no es,
como la historiografía española se empeña en repetir, la primera constitución
española sino la primera y última de la Monarquía católica, tan europea como
americana y con parecidas inuencias a uno y otro lado del Atlántico.34
Marco atlántico que, sin embargo, plantea algunos problemas. Uno de los
más importantes tiene que ver con el hecho de que en la historiografía hispa-
noamericana lo que llamamos historia atlántica, que nos permite incluir los
dos lados de la Monarquía, no coincide exactamente con lo que en el mundo
anglosajón se entiende por Atlantic History, una de cuyas características ha
sido un claro desdén por la crisis imperial hispánica, europea y americana.
Algo lógico si consideramos que su objetivo ha sido jar un canon de moder-
nidad que, según esta visión, solo se habría completado en el Atlántico norte y
del que, de manera general, queda excluido no solo el Atlántico sur, sino tam-
bién lo ocurrido en la Península Ibérica, tanto en España como en Portugal.35
No es esta, obviamente, la historia atlántica que nos interesa sino otra
que incluya las independencias americanas como uno de los laboratorios
globales del nacimiento de la modernidad política. Estamos hablando de
uno de los más tempranos y exitosos procesos construcción de Estados-
nación de toda la historia de la humanidad y del n del Antiguo Régimen
en un espacio geográco que representa más de la mitad de Occidente. No
como una copia de modelos importados sino como uno de los laboratorios
en los que se construyó esa modernidad.
el Final no inevitable
El último aspecto, el de que nada era inevitable y de que la cuestión pudo
haber acabado en una suerte de Commonwealth hispánica o en varias monar-
quías o, como en México y Brasil, en imperios, es el que más problemas plan-
34. Marta Lorente y José M. Portillo, Elmomentogaditano.Laconstituciónenelorbehis-
pano (Madrid: Congreso de los Diputados, 2010); y Antonio Annino y Marcela Ternavasio,
coords., El laboratorio constitucional iberoamericano 1807/1808-1830 (Madrid: Iberoamerica-
na, 2012).
35. Roberto Breña, Liberalismo e independencia en la era de las revoluciones. México y el
mundohispánico (Ciudad de México: El Colegio de México, 2021).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 176
tea. Una armación con la que, en principio, resulta difícil no estar de acuerdo,
por supuesto que en la historia casi nada es inevitable, pero que también tiene
mucho de historia-cción, un terreno siempre resbaladizo para un historiador.
Hay, sin embargo, en este planteamiento dos aspectos de indudable re-
levancia histórica: el de la posible salida monárquica a la crisis imperial y el
de los retos que estas nuevas perspectivas plantean para el estudio del naci-
miento de los Estados-nación americanos, que son, por lo demás, los dos a
los que la historiografía hasta ahora ha prestado menos atención.
Sobre el primero, lo cierto es que las experiencias monárquicas son, a
pesar de la armación de Tenorio Trillo, extremadamente raras en el mundo
de los Estados-nación hijos de la disgregación de la Monarquía católica. Al
margen de España, cuyo nuevo Estado-nación se asumió desde el principio
como heredero y continuador de la Monarquía católica, por lo que la opción
monárquica era casi inevitable, solo México experimentó con formas mo-
nárquicas de gobierno, en dos ocasiones, lo que puede llevar a considerarlo
solo una rareza pintoresca, que es como de manera general la historiografía
mexicana ha tendido interpretarlo.
Un asunto sobre lo que habría, sin duda, que investigar más. Es posible
que el triunfo de las formas republicanas de gobierno haya sido, en el conjun-
to de los territorios americanos de la Monarquía, mucho menos “natural” de
lo que hemos tendido a considerar. Fueron varios los padres de las indepen-
dencias que, por motivos y con características diferentes, barajaron propues-
tas monárquicas, Francisco de Miranda, Manuel Belgrano, José de San Martín,
José de la Riva-Agüero... y así un largo etcétera. Tan largo que cabría pregun-
tarse, vistos los posicionamientos promonárquicos de muchos de los padres
de las independencias hispanoamericanas, si la salida “natural” a la crisis im-
perial no pudo haber sido más la monarquía que la república; y si lo que nece-
sita explicación no es tanto por qué tuvieron éxito los proyectos monárquicos
en México sino por qué no lo tuvieron en los demás nuevos Estados-nación
construidos en los territorios americanos de la Monarquía católica.
Además de que la supuesta excentricidad mexicana lo es solo en realidad
vista desde lado americano del Atlántico. Desde la mirada global del gran labo-
ratorio de construcción de nuevos Estados-nación que fue el mundo euro-ame-
ricano decimonónico, la opción monárquica fue al menos tan común como la
republicana, siendo claramente hegemónica en el lado europeo, donde no solo
se articularon como monarquías los Estados-nación construidos a partir de an-
tiguos dominios dinásticos (España, Inglaterra, Portugal, Holanda...) que, como
ya dije, de manera casi natural evolucionaron hacia Estados-nación articulados
como monarquías constitucionales, sino también en los creados ex novo (Norue-
ga, Grecia, Bélgica, Serbia...), al margen de los casos de Alemania e Italia, articula-
dos también a partir de antiguas casas dinásticas, aunque con el despojo de otras.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 177
Sobre el segundo, en realidad mucho más relevante, por una serie de
motivos que no vienen aquí al caso, la literatura internacional ha prestado
muy escasa atención a los procesos de construcción nacional en el mundo
hispánico, como ya he dicho, uno de los más tempranos y exitosos de toda
la historia de la humanidad. No se lo ha prestado la literatura internacional
pero tampoco las historiografías nacionales, que han tendido a considerar
sus respectivos Estados-nación como realidades naturales que solo estaban
esperando su liberación. Es necesario replantearse la idea desde otro punto
de vista, el de que el resultado nal, el actual mapa de Estados-nación, era
solo una de las opciones posibles entre el mantenimiento de la unidad de la
antigua Monarquía y la balcanización centroamericana.
El reto de una historia no teleológica es explicar cómo y por qué tuvie-
ron éxito unos Estados-nación y no otros. Para ello es necesario reconsiderar
las relaciones entre Estado y nación. En el caso de la América española, lo
mismo que en otros muchos casos, no fueron las naciones las que se dotaron
de Estados sino los Estados los que construyeron naciones a su medida. La
matriz de los Estados-nación hispanoamericanos no son antiguas naciones
étnico-culturales sino las divisiones administrativas de la antigua Monar-
quía, lo que nos exige intentar explicar por qué unas y no otras y, en última
instancia, reevaluar el papel de las ciudades, entendidas como repúblicas
urbanas, en el proceso de radical reconguración geopolítica que tuvo lugar
después de la crisis imperial. Un proceso en el que, da la impresión, y esta
es una hipótesis que merece ser explorada, no se construyeron capitales para
una nación sino naciones para una capital.
ConClusión
Al margen de la validez de las propuestas que aquí he analizado, en el
conocimiento cientíco no hay verdades absolutas sino solo hipótesis falsa-
bles, la verdadera revolución epistemológica de las últimas décadas consiste
en haber sacado las historias de las independencias del campo de los mitos.
Campo en el que los problemas no se analizan ni resuelven sino que se dan
por previamente analizados y resueltos. La armación es de Edward Said,
referida al orientalismo, pero puede extrapolarse a lo que yo denominaría
“historias de nacionalistas”, cuyo mito, dado por previamente analizado y
resuelto, es la existencia de las naciones como realidades naturales, en torno
al que hacen girar toda su interpretación del pasado.36
36. Edward Said, Orientalim (Londres: Routledge & Kegan Paul, 1978).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 178
El gran aporte de los nuevos enfoques ha sido poner sobre la mesa de
discusión una serie de mitos historiográcos no solo no resueltos, sino ni
siquiera planteados como el de que las guerras de independencia habían
sido guerras de liberación nacional, que en el momento del estallido de las
guerras de independencia existían ya identidades nacionales de tipo moder-
no, que la Monarquía católica equivalía a una nación española dueña de un
imperio o que el origen de los conictos fue la voluntad de las diferentes na-
ciones americanas de liberarse del dominio español. No tanto las respuestas,
sobre las que podemos y debemos seguir discutiendo, sino las preguntas.
Para el avance del conocimiento son tan importantes las buenas preguntas
como las buenas respuestas.
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diálogo cRítico
Comentarios sobre
Laaleacióninestable,
de Pablo Ospina Peralta.
Buenos Aires / Quito: Teseo / Universidad Andina Simón Bolívar, Sede
Ecuador, 2020.
Intervienen:
Kim Clark
Valeria Coronel
Silvia Vega Ugalde
Pablo Ospina Peralta
Apuntes a propósito
de La aleación inestable
Notes on La aleación inestable
Notas sobre La aleación inestable
Kim Clark
UniversidaddeWesternOntario
London, Canadá
https://orcid.org/0000-0001-8044-6069
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3405
Leí este libro desde la perspectiva de alguien con un profundo inte-
rés en una parte del período que Pablo Ospina estudia y como alguien que
usualmente enfoca sus ojos en algunos procesos parecidos o relacionados,
pero desde un ángulo distinto. El alcance del análisis de Pablo es especial-
mente interesante para mí. Como normalmente mi propia mirada está jada
en un nivel más cotidiano de las prácticas estatales, todavía estoy digiriendo
el ambicioso análisis de Pablo y por el momento quiero enfatizar varias áreas
que encuentro especialmente estimulantes e interesantes, las cuales cataliza-
ron muchas ideas cuando lo estaba leyendo, algunas de las cuales quisiera
compartir aquí. Considero que este libro constituye un gran logro. Dados los
límites de espacio, en vez de resumir la visión de Pablo sobre las dinámicas
políticas y la formación del Estado ecuatoriano a mediados del siglo XX (que
debo decir, ¡vale la pena leer!), quiero señalar algunas ideas que esa visión
evocó para mí y sugerir algunas preguntas adicionales sobre las que su tra-
bajo me hizo pensar, todo dentro del espíritu de “diálogo crítico”.
Hay tanto de valor en este libro, desde la visión coherente de los
procesos políticos y la formación estatal ecuatorianos, al resumen crítico, en
español, de un número de argumentos académicos que creo que no se en-
cuentran fácilmente disponibles en castellano —lo cual, me imagino, será de
gran ayuda para propósitos didácticos—. Coneso que también me ayudó
a saber cómo captar ciertos conceptos o argumentos en castellano que estoy
guardando como una referencia para el futuro. ¡En n, estas cosas siempre
son útiles!
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 183-186. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 56, julio-diciembre 2022 184
Ahora, hablemos de Gramsci —el argumento de Pablo se enfoca en
parte en el transformismo, una aproximación muy sugerente para el Ecua-
dor—. Gramsci discute el transformismo en Italia como una estrategia para
prevenir la formación de un movimiento fuerte de la clase obrera, para apro-
piarse y neutralizar sus ideas y líderes dentro de una coalición al mando. Pa-
blo aplica y adapta este concepto para proveer una visión de alto nivel de los
procesos políticos, alianzas y luchas en el Ecuador que, de nuevo, encuentro
muy sugerente. Quiero destacar otra dimensión del trabajo de Gramsci que
encuentro sumamente productiva para entender el Ecuador: la noción de he-
gemonía, pero no como un sustantivo, ni como un logro, sino más bien como
un proceso continuo a través del cual un grupo dominante logra dirigir, al
mismo tiempo que domina. ¿Qué sucede si intentamos usar el concepto de
hegemonía como un adjetivo en vez de utilizarlo principalmente como un
sustantivo? ¿Qué es lo que haríamos, entonces, que el adjetivo “hegemó-
nico” calique? ¿Un proyecto? ¿Un proceso? ¿Cómo podemos expresar a
través de las palabras que escogemos el sentido de la contingencia y los ele-
mentos procesuales que queremos destacar en nuestro análisis?
¿Y cómo ocurre ese liderazgo? ¿Es una estrategia deliberada y cohe-
rente que se puede planicar con anticipación, o existe un proceso continuo
de tener que —bajo ciertas condiciones políticos, sociales e históricas que Pa-
blo dibuja muy bien— incorporar las demandas de otros grupos? En térmi-
nos prácticos, ¿cómo funciona esto? Mi parte favorita de los Cuadernos de la
cárcel de Gramsci sigue siendo las “Notas sobre la historia italiana”, donde el
autor compara lo que sucedió en Italia con los procesos políticos en Francia.
Aquí estoy pensando en sus comentarios sobre los años de la Revolución
francesa e inmediatamente después, donde él describe cómo la burguesía
fue (creo que dice) empujada a patadas en el trasero para que expandiera su
programa político para incluir las demandas de otros grupos, más o menos
contra su voluntad. Estoy muy interesada en esas patadas. Esa perspectiva
nos ayuda a buscar los resultados no esperados de los procesos políticos.
Además, ¿opera ese liderazgo principalmente en un nivel cultural,
el nivel de la creencia, el nivel de la conciencia falsa, del consenso ideológi-
co? ¿Cómo podemos medir o evaluar esto? ¿O podemos capturar de mejor
manera el nivel de las prácticasen un contexto de negociaciones cotidianas,
mundanas?
Uno de los mejores ejemplos que encontré en mi propia investiga-
ción —la primera— fue los usos múltiples y contradictorios de la Ley de
Fomento Agrícola e Industrial a nes de la década de 1910 y durante los años
20. Diseñada —en realidad directamente escrita— por el grupo de terrate-
nientes modernizadores en la Sociedad Nacional de Agricultura, esta ley fue
formulada para promover los intereses de ciertos sectores dominantes de
Procesos 56, julio-diciembre 2022 185
productores. Sin embargo, en el ambiente local de Alausí, los campesinos
indígenas lograron tomar una de sus disposiciones en contra de la clausura
de caminos y utilizarla en su resistencia contra las acciones de terratenientes
que estaban precisamente intentando activar otros elementos de la misma
ley. El hecho de que estos campesinos lograran tener algún éxito a través del
reclutamiento de ciertos funcionarios estatales para apoyar sus pedidos es,
de hecho, evidencia de la relevancia del espíritu del análisis de Pablo sobre
cómo se construye el consenso.
El enfoque en las prácticas a nivel local, en el contexto de la histo-
ria de relaciones de disputa entre grupos sociales, proporciona perspecti-
vas adicionales que se captan en el análisis a un nivel mayor, más global. Y
esta es la dicultad: es casi imposible capturar, al mismo tiempo, esa visión
comprensiva, general, del movimiento de las fuerzas sociales y políticas y
de las alianzas a un nivel más alto y también cómo funcionaba esto en las
relaciones cotidianas, en los contextos locales. Esta es una cuestión de enfo-
que que no puede resolverse fácilmente y una crítica duradera de un trabajo
tan excelente como lo de Eric Wolf y su famoso libro Europa y los pueblos sin
historia. Dado que mi trabajo se enfoca en un nivel más granular de análisis,
el nivel más alto que Pablo maneja es especialmente admirable para mí, pero
sigo preguntándome cómo combinar los dos enfoques.
Vuelvo al asunto de utilizar sustantivos versus adjetivos: ¿qué pasa
con el Estado? Cuando se usa como sustantivo se contribuye a concretarlo
como una esfera separada, apropiado en algunos análisis, donde los actores
sociales batallaban para controlar algo que ellos mismos concretaban como
el Estado, pero se debe reconocer que mediante sus acciones y discurso esos
actores sociales contribuyeron a construir una idea del Estado como un ob-
jeto para pelear y ganar. ¿Pero nosotros estamos de acuerdo con esa visión?
Yo preero intentar —no siempre con éxito— usar el “Estado” tam-
bién como un adjetivo, como: actores estatales, proyectos estatales, efectos
estatales. ¿Esto resalta nuestro sentido de la naturaleza desigual, contingente
y parcial de estos procesos? Encuentro particularmente insatisfactorias las
discusiones académicas sobre los Estados que están “fallando” o que son
“débiles”. Esto nos dice más sobre qué es lo que esos Estados no son que lo
que son, y claramente sugiere un proceso de formación estatal “normal” que,
en sí mismo, debería ser cuestionado y complejizado.
En el análisis de Pablo se emplea varias veces la palabra “débil” para
describir la presencia de los actores estatales en sitios especícas del territo-
rio nacional, más que para el Estado en su totalidad. Este uso es productivo
porque explica cómo la creciente densidad de los actores estatales a través
del tiempo afectó tanto los procesos de dominación como las posibilidades
de resistencia (enmarcadas dentro de ese proceso de dominación). ¿Cuáles
Procesos 56, julio-diciembre 2022 186
son las áreas donde un Estado débil es también unEstadoeciente en construir
consenso? Las relaciones entre los grupos dominantes y los actores sociales
(como los militares) es un contexto de enmarcación, ya que ningún grupo
logró imponer completamente sus intereses sobre los otros y la negociación
continua que se destaca a lo largo de su libro es una dinámica clave, pues el
libro permite aprender sobre la lógica de los militares.
Una perspectiva que ofrece el autor se relaciona con todos los hilos
de análisis y argumentos es de un artículo de Philip Abrams, disponible en
inglés únicamente, quien destaca que el Estado es esencialmente, y más que
nada, un ejercicio en legitimación y dominación. De acuerdo, pero Abrams
también enfatiza en dos elementos susceptibles al análisis: la idea del Estado y
el sistema del Estado; y hace hincapié en cómo los dos son parciales, así como
constantemente construidos y reconstruidos en cualquier contexto. Muchos
académicos han explorado su idea del Estado y explorado cómo ciertas nocio-
nes se comunican y activan a través de encuentros y discursos. El sistema del
Estado, como red de ocinas, agencias y personal, es también parcial y con-
tingente, un proyecto y un proceso, no un logro terminado. Un tema que me
ha interesado es la relación entre esos dos elementos, en lugares y momentos
especícos del Ecuador: cómo los actores sociales subalternos pueden exigir
a los funcionarios estatales que se comporten de manera consistente con la
proclamación de la idea de Estado y, al hacer eso, invitar una acción esta-
tal en contextos locales, reforzando el sistema del Estado. Así se construye el
consenso, pero tal vez también el propio sistema del Estado, que quizá no es
algo anterior a la idea del Estado, sino que es impulsado a través del sistema,
aunque esta es una pregunta por explorar.
Esta reexión es compatible con el análisis de Pablo desde un ángulo
diferente pero relacionado con los procesos que discute. Concluyo con un
último punto: la inestabilidad política en la década de los 30. Si bien aprendí
mucho sobre las relaciones entre los militares liberales y los políticos conser-
vadores y la forma en que inuyeron en la época, quedan preguntas adicio-
nales sobre la inestabilidad en las prácticas cotidianas de las agencias estata-
les. Por ejemplo, ¿qué sucedió en las áreas donde los funcionarios estatales
tenían mayor experiencia y conocimiento de las políticas, leyes, reglamentos
e historia de conictos, como en el caso del Ministro de Previsión Social y
Trabajo, donde en menos de un año, entre 1933 y 1934, se sucedieron tres
ministros? Es decir, ¿cómo cambió la relación entre los actores estatales en
las agencias del Estado y el liderazgo político de los ministerios? ¿La posi-
bilidad de reclamar ciertos derechos cambió en estas suras del sistema del
Estado? Estas son algunas de las reexiones que ha estimulado este excelente
libro sobre cómo entender los procesos políticos en el Ecuador del siglo XX.
Preguntas comunes, respuestas distintas: un debate
con Pablo Ospina sobre la formación del campo
político y estatalidad en Ecuador del siglo XX
CommonQuestions,DierentAnswers:ADebatewith
Pablo Ospina on the Formation of the Political Field
and Statehood in 20th Century Ecuador
Perguntas comuns, respostas diferentes: um debate com
PabloOspinasobreaformaçãodocampopolítico
e estabilidade no Equador do século XX
Valeria Coronel
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador)
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0001-7984-051X
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3407
Para entender el aporte de Pablo Ospina al desarrollo del trabajo histo-
riográco ecuatoriano debemos inscribir sus argumentos y nuevas fuentes
de estudio en la corriente de la Nueva Historia y en la larga inuencia de la
teoría de la dependencia como corriente en sociología histórica. Su trabajo
fortalece el argumento de que hubo un predominio de la ruta autoritaria en
la formación de los Estados latinoamericanos como consecuencia del peso de
oligarquías como élites frente a débiles burguesías y el carácter precario de
la política desde las clases populares.1 Esto a pesar de que su obra subraya
nuevos actores que modican parcialmente este esquema de clases pues, en
su concepto, en el período 1920-1960 las oligarquías deben reacomodarse e
integrar la fuerza de un grupo corporativo relativamente autónomo de su
mandato: el ejército. Esto incide en que el caso estatal ecuatoriano no tuviera
1. Agustín Cueva, “El Estado latinoamericano y las raíces estructurales del autorita-
rismo”, en Ensayossociológicosypolíticos (Quito: Ministerio de Coordinación de la Política,
2012), 143-156.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 187-192. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 56, julio-diciembre 2022 188
la forma de una dominación autoritaria clásica, sino que mediante mecanis-
mos clientelares responde y procesa tensiones sociales que aseguran la conti-
nuidad de los intereses de las clases dominantes y previenen el desarrollo de
un conicto verdaderamente transformador, lo cual se suma a la presunción
de que existió una débil movilización popular y de las izquierdas en este
largo período. Si bien las oligarquías no logran conformar tal pacto o dar
forma a un Estado claramente autoritario como en otros casos del continen-
te, el discurso sobre el pueblo y la gestión clientelar que adelanta José María
Velasco Ibarra permite tramitar una tensión social sin dejar que esta tensión
progrese en un verdadero antagonismo popular.
Pablo Ospina, aunque cercano al argumento del predominio oligárqui-
co en la forma Estado, aporta al leer la política y la cultura política como
campos especícos. El Estado transformista instala mediaciones culturales
haciendo aparecer el poder como integrador de demandas. La categoría de
“estado transformista”, recogida de Gramsci, sugiere que la integración y
control del conicto se consigue mediante mecanismos político-culturales,
mecanismos clientelares de inclusión y distribución, apelaciones paternalis-
tas a una moral colectiva, usos ventrílocuos del concepto pueblo.
Al mismo tiempo, la categoría es usada para tomar distancia de nociones
como la de “poder dual” esbozados en la sociología histórica de René Zava-
leta Mercado en los años 70, según los cuales podría observarse que, sobre la
matriz de heterogeneidad del campo popular, su politización y articulación
en una corriente propia, se forjaba una corriente de formación estatal nacio-
nal popular, paralela, y antagónica a la estatalidad oligárquica y sus varian-
tes. Con la noción de Estado transformista se habla de un acomodo que pone
freno a todo cambio y, más allá, que impide la emergencia de otras formas de
conguración del campo político popular o matrices de estatalidad de ruta
democrática. El clientelismo y la interpelación moral liderada por la gura
de Velasco Ibarra son la clave de la renovación del poder oligárquico, son su
mecanismo imprescindible y su ruta al éxito.
Esta propuesta contradice con una historiografía latinoamericana que
indaga sobre la conictividad las apuestas radicales, socialistas y populares
que también existieron en formación de las repúblicas y las reformas esta-
tales en América Latina durante la crisis. Entre los clásicos de esta corriente
vale mencionar la obra de Carlos Sempat Assadourian, René Zavaleta Mer-
cado, Juan Carlos Caravaglia y, el más tardío, Ernesto Laclau, quienes dieron
lugar a una corriente que reconoció el problema de la heterogeneidad estruc-
tural al interior de los países “satélites”, la complejidad del campo popular, y
la posibilidad de que este sea el lugar de articulación política de las diversas
facciones de clase que lo componían hasta congurar un horizonte nacio-
nal en competencia con el régimen de acumulación y la política oligárquica.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 189
Habría que observar la formación de programas nacionales sin necesidad
de depositar su derrota en la debilidad de la burguesía o la complejidad
del mundo popular. En diálogo con estas obras fundadoras, en las últimas
décadas se ha producido una amplia bibliografía que indaga sobre ciclos
de movilización social y conguración estatal en los cuales se ha observa-
do fenómenos de incidencia de la acumulación política popular en torno
al republicanismo democrático, el radicalismo, el reformismo, el socialismo
democrático y los populismos clásicos latinoamericanos.
Desde los años 80 una nueva literatura se enfocó en la adaptación, resis-
tencia y protagonismo de las comunidades en disputa en la economía po-
lítica, vistas estas como agentes capaces de coordinar de cuenta propia la
desigualdad social y en antagonismo con las élites también apostando por
integrar y lucrar de esa desigualdad en sus propios espacios económicos pri-
vados. Esta literatura, lejos de ver a las clases populares como fragmentadas
y desprovistas de estrategia, conformó bases para pensar que las comuni-
dades podían construir poder hegemónico sobre distintas clases sociales y
articularse hacia modelos de lo nacional y lo estatal a contrapelo del régimen
de acumulación y de estatalidad funcional a la oligarquía.2 La historiografía
y la sociología histórica han explorado organizaciones partidistas civiles y
militares, sindicatos y hasta burocracia media de la función pública e in-
telectuales de distintos estratos que articularon la agencia de las comuni-
dades, artesanos, clases medias, burguesías periféricas y formas partidistas,
etc. Algunas lecturas observan la existencia de republicanismos democráti-
cos y republicanismos populares en la formación del Estado en el siglo XIX
y principios del XX. Para el período de estudio entre 1920 y 1960 existe una
nutrida bibliografía que resalta corrientes políticas y sociales en disputa res-
pecto a cómo hegemonizar en el tránsito por fuera de la crisis. Esta literatura
observa la renovación de la política popular, su organización e interlocución
con el Estado, el papel de las izquierdas heterodoxas ligadas a programas
de reforma estatal asentadas a su vez por la demanda sindical y las comuni-
dades rurales. Se observan tensiones/articulaciones en torno a conuencias
nacional populares y o populistas e incluso combinaciones entre indigenis-
mos comunistas y socialismos democráticos, políticas regulacionistas, redis-
2. Gilbert M Joseph y Daniel Nugent, eds., Everyday Forms of State Formation: Revolution
and the Negotiation of Rule in Modern Mexico (Durham: Duke University Press, 1994); Brooke
Larson, Cochabamba,1550-1900:ColonialismandAgrarianTransformationinBolivia (Durham:
Duke University Press, 1998); Thomas Holt, TheProblemofFreedom.Race,LaborandPolitics
inJamaicaandBritain,1832-1938 (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1992); Cecilia
Méndez, ThePlebeianRepublic:TheHuantaRebellionandthemakingofthePeruvianstate,1820-
1850 (Durham: Duke University Press, 2005); James Sanders, Contentious Republicans: Popular
Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Colombia (Durham: Duke University Press, 2004).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 190
tributivas, y resaltan como experimentos latinoamericanos en el marco de
las crisis mundiales como alternativas al fascismo, la ortodoxia comunista,
y aun en autonomía frente al concepto democrático norteamericano de la
Guerra Fría.3 Los años de 1945-1960, que Ospina lee como lugar de llegada
del proceso iniciado en los 20, suelen ser tratados de forma independiente
por el cambio en las relaciones internacionales y el nuevo ciclo de expansión
capitalista que trae consigo el período de la guerra fría.
El trabajo de Pablo insoslayablemente debe leerse en combate con la his-
toria social de los 80, especialmente los estudios andinos y la historia polí-
tica latinoamericana cercana a los conceptos de hegemonía e indagaciones
sobre lo nacional popular, debe comprenderse como una revitalización de la
Nueva Historia y, por su cercanía, la sociología de Agustín Cueva, quizás de
Immanuel Wallerstein. Podríamos leerlo como una renovación de la crítica
contra llamados reformismos, populismos, y con ellos socialismos democrá-
ticos, indigenismos, comunismos heterodoxos, regulacionismos, estrategas
del frente popular, entre otros, que una parte del nuevo marxismo de los 60
consideró un conducto del pueblo a la arena burguesa. Su historiografía con-
juga con sus ensayos sobre neoliberalismo y formas de Estado en América
Latina contemporánea, en esta misma línea.
Mas allá de poner en contexto la obra en su genealogía teórica, quisiera
discutir un grupo premisas que encierra: el autor no encuentra una disputa
sustantiva proveniente del campo popular. Afectadas por el creciente im-
pulso comercial que exacerba la explotación rentística, las clases populares
solo alcanzan a hacer un reclamo moral (retoma el ensayo clásico de Juan
Maiguashca y Liisa North) ya que la política democrática opera de forma
ventrílocua debe quedar fuera del análisis de la política popular (retoma el
concepto de Andrés Guerrero). A contrapunto, los trabajos de Galaxis Borja
González, Tatiana Hidrovo, los últimos trabajos de Kim Clark y Marc Bec-
ker, así como mi propio esfuerzos en torno a los partidos radical del siglo
XIX y XX y las izquierdas, identican la movilización de fuerzas populares
bajo categorías de república democrática, usos populares del derecho para
litigios locales provistos de discurso público político, mapean articulacio-
nes partidistas —no manipulaciones— en las que se integran comunidades,
campesinos y artesanos en el siglo XIX y XX.4
3. Alan Knight, Larevolucióncósmica:utopías,regionesyresultados,1910-1940(Ciudad
de México: Fondo de Cultura Económica, 2015); Viviane Brachet-Márquez, “Transforma-
ción democrática en América Latina: un intento de teorización”, en Entre polis y mercado:
elanálisisdelasgrandestransformacionespolíticasylaboralesenAméricaLatina (Ciudad de
México: El Colegio de México, 2001), 25-95.
4. Galaxis Borja González, “ ‘Sois libres, sois iguales, sois hermanos’. Sociedades de-
mocráticas en Quito de mediados del siglo XIX”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 191
¿Si no fue la aspiración popular, cuál fue el factor motivante de tal aco-
modo en la estrategia que el autor llama transformista? En su explicación
es la relativa autonomía de los militares la que sustituye a la política pro-
veniente del campo popular como factor mitigante y antagónico del poder
oligárquico directo. Los militares, movilizados por intereses propios, valores
e interlocuciones en su campo, enarbolaban la bandera de la mediación entre
los intereses de distintas clases. ¿Cómo lograron los entes armados tal rela-
tiva autonomía? Un concepto de Gramsci, una explicación ligada a la teoría
de la dependencia en sociología histórica, y una aproximación a campos y
capitales, conceptos de la sociología francesa contemporánea constituyen
elementos de su ensayo.
Por nuestra parte nos parece indispensable inscribir la autonomía del
ejército en la formación de corrientes partidistas que libraron batallas ar-
madas, constitucionales e instituyentes. Esta inscripción no es solo ideológi-
ca, se constituye en una corporación estatal y a la vez un referente de iden-
tidades políticas entre las cuales la historia del ejército posrevolucionario
puede mostrar articulación de identidades políticas populares. El ejército
refundado en la revolución de 1895 fue una parte sustancial de la burocracia
militante de la república liberal y con cercanía al partido socialista en el Es-
tado reformista entre 1925 y 1946. Los militares apoyaron las constituciones
progresistas de inuencia socialista, contuvieron a la derecha, incluyendo a
Velasco, quien fue destituido en 1935 por atentar contra la Constitución de
1929. De allí su frase “me abalancé contra las bayonetas”. Su historia debe
entenderse en conexión con un entramado de organizaciones partidistas, po-
lítico-territoriales, la organización sindical popular y la de las clases medias
en la función pública.
La izquierda no fue periférica, estuvo ligada por más de cuatro décadas
(del radicalismo primero, socialismo y comunismo después) al campo po-
pular y fue predominante en bloques políticos inuyentes en distintos ciclos
históricos. Disputó dentro del esquema parlamentario y electoral en un blo-
que de poder con el Partido Liberal Radical y luego independiente, orientó
la reforma constitucional y la construcción orgánica del Estado en tres ciclos:
1928, 1938 y 1945. Conceptos como: función social de la propiedad y ciuda-
danía corporativa, voto funcional, impuestos y regulaciones a las transnacio-
nales, códigos del trabajo, son fruto de la integración de las demandas popu-
lares y de clases medias en el Estado lograda por la izquierda. Los partidos
Anuario de Historia de América Latina, n.º 53 (2016): 185-210; Valeria Coronel, La última
guerradelSiglodelasLuces.RevoluciónLiberalyrepublicanismopopularenEcuador(Quito:
FLACSO Ecuador, 2022); Tatiana Hidrovo Quiñónez, Estado, sociedad e insurgencia en Ma-
nabí,1860-1895 (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación
Editora Nacional, 2018).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 192
socialista y comunista fueron clave en la formación de una línea campesi-
na indigenista y otra en el litoral, aportaron a la esfera pública y la política
de los trabajadores, e incidieron en la identidad política del magisterio y la
educación superior.5 El sindicalismo ecuatoriano articuló con el sindicalismo
continental cercano a Estados de nuevo cuño, mientras las comunidades liti-
garon por más presencia del poder público en zonas de conicto. Las agen-
cias estatales con inuencia socialista procesaron los conictos surgidos las
relaciones del poder local en instancias de justicia nacionales, conformaron
un ámbito del derecho más universal a favor de esas demandas y orienta-
ron programas redistributivos, no paternalistas.6 El retorno de la oligarquía
nanciera en 1940 a la política ecuatoriana, después de un largo exilio, quiso
contener el peso del bloque democrático-socialista sobre el Estado, pues este
afectaba intereses capitalistas transnacionales: la guerra de 1941 pudo haber-
se gestado en esa tensión.
Pedro Saad, cercano a la CTAL, y convencido de la amplitud de la
organización de clase continental como fuerza anti-oligárquica primordial
pensó que Velasco Ibarra —jefe del obrerismo católico— era una fuerza sub-
alterna, y promovió su presencia en la Gloriosa. Velasco dio un golpe en
1946, pero no asentado sobre el peso de la derecha y su capacidad de ges-
tionar el conicto, tampoco en orfandad de las clases populares, sino bajo el
amparo de la política exterior norteamericana del primer año de la Guerra
Fría y como operador de un pacto entre élites (Jacinto Jijón y Caamaño, Ca-
milo Ponce Enríquez y Julio Estrada Icaza). Velasco atacó las constituciones
y legislación de dos décadas, a las organizaciones y la prensa. Igualmente
intervino el ejército, el magisterio y los ministerios.7 La obra de Pablo motiva
una vuelta a las raíces del debate clásico en sociología histórica y a pensar
sobre las corrientes teóricas y políticas que antagonizan en torno a horizon-
tes de estatalidad posibles.
5. Gualberto Arcos, Años de oprobio (Cuenca: Imprenta Fernández, 1940); Valeria Coro-
nel, “El Estado indoamericano” (inédito).
6. Kim Clark, “New Arenas of State Action in Highland Ecuador: Public Health and
State Formation, c. 1925-1950”, en StateTheoryandAndeanPolitics:NewApproachestothe
Study of Rule, ed. por Christopher Krupa y David Nugent (Filadela: University of Penn-
sylvania Press, 2015); Marc Becker, Indians and leftists in the making of Ecuador’s modern
indigenous movements (Durham: Duke University Press, 2008); Valeria Coronel, “The Ecua-
dorian Left during Global Crisis: Republican Democracy, Class Struggle and State Forma-
tion (1919-1946)”, en WordsofPower,thePowerofWords.TheTwentieth-CenturyCommunist
Discourse in International Perspective, ed. por Giulia Bassi (Trieste: Edizioni Università di
Trieste, 2019).
7. Marc Becker, TheFBIinLatinAmerica:theEcuadorles (Durham / Londres: Duke
University Press, 2017).
Comentarios sobre el Estado
transformista en el Ecuador*
CommentsontheTransformistStateinEcuador
ComentáriosacercadoEstadotransformistanoEquador
Silvia Vega Ugalde
Universidad Central del Ecuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0001-6013-3882
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3409
He disfrutado la lectura de Laaleación inestable porque se lo lee fácil-
mente, lo que habla muy bien del libro; ello se debe, a mi entender, a dos
motivos: su lenguaje y su estructura. Está muy bien escrito, en un lenguaje
claro, expresivo, impecable en su sintaxis. Y tiene una estructura lógica, que
desenvuelve su visión teórica. De hecho, el “primer interludio teórico” del
libro tiene el propósito de justicar la secuencia de su exposición.
El libro tiene tres partes, que corresponden a tres dimensiones del Es-
tado: el origen del Estado, entendido como un pacto de dominación (visión
de raigambre marxista); el proceso desuconsolidación, en el que se analiza al
Estado como un escenario de luchas sociales, inspirado tanto en la visión
liberal de la democracia, en la que, mediante mecanismos procedimentales
se permite el juego de posiciones, como también, en la visión marxista, en
su versión gramsciana, que sostiene que el Estado expresa concesiones y ne-
gociaciones con los subalternos para generar consensos. Finalmente, la ter-
cera parte, que se reere al funcionamiento del Estado, inspirado en la visión
weberiana que lo entiende como un conjunto de organismos, de institucio-
nes, de funcionarios, que adquiere en cierto modo, vida propia. Esta parte la
trabaja el autor, con base en el rastreo del funcionamiento del Ministerio de
Previsión Social y Trabajo (MPST).
* Comentario originalmente realizado en foro virtual organizado por Procesos. Revista
Ecuatoriana de Historia, el 23 de septiembre de 2021.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 193-197. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 56, julio-diciembre 2022 194
Una cuarta dimensión, que no la trabaja como tal, pero que constituye
en cierto modo el resultado general, deviene de la idea clásica del Estado
moderno como comunidad política en un territorio, fruto de un pacto entre
iguales, aceptado como sentido común de todos y como verdad ocial, y
que sería pues la aleación inestable, pero aleación al n, en la que vivimos las
ecuatorianas y los ecuatorianos.
Coincido con la posición un tanto ecléctica del autor para el tratamiento
del Estado y, en general, para tratar de interpretar y entender las historias
complejas, para las que siempre resultan cortas las herramientas teóricas de
las que podemos valernos, por lo que resulta útil echar mano de visiones
teóricas combinadas.
El autor alerta sobre la estructura del libro, que podría parecer —dice—
muy lineal y esquemática, y podría opacar la comprensión de la simultanei-
dad de procesos y efectos, cuya descripción y análisis podría ser muy abi-
garrada. Sin embargo, pienso yo, esta estructura de exposición permite una
lectura uida, conduciendo cómodos a los lectores en un desenvolvimiento
lógico de las ideas expuestas.
El libro hace, por otra parte, frecuentes contrastaciones del caso ecuato-
riano con otros casos de la transición al capitalismo y sus Estados en América
Latina, y esta es otra fortaleza del libro, que enseña y mueve a reexiones
más profundas. Se escribe también en diálogo y contrastación teórica con
otras interpretaciones de la historiografía y sociología ecuatoriana, especial-
mente de la nueva historiografía, lo que resulta muy rico para los interesa-
dos en la historia del Ecuador, y es una prueba de la madurez intelectual
del autor en la producción de su propia interpretación. Es un libro con un
amplio, muy amplio, sustento bibliográco, convirtiéndose también por ese
lado, en una indispensable fuente de consulta para historiadores y cientistas
sociales.
un par de puntos de disCusión
Me propongo en este corto espacio, tocar solo un par de puntos del vasto
campo de discusión que abre la interpretación de Pablo Ospina.
Invisibilización de luchas y actores subalternos
El concepto de Gramsci de transformismo tiene una dimensión hacia la
cooptación que ratica la dominación y fragmenta los subalternos y, también,
una dimensión de “revolución” pasiva. El autor señala que el transformismo
es “una fórmula de compromiso que produjo cambios en la sociedad y el Es-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 195
tado, a veces de gran profundidad histórica”. Pareciera que el énfasis lo coloca
en la primera acepción, por lo que queda la sensación de una invisibilización
de las luchas sociales que van jalonando los cambios, muchas veces profundos
y perdurables, porque también el énfasis no muestra esos cambios sino las con-
tinuidades de la dominación. El autor sostiene que el transformismo se expre-
sa sobre todo en la dimensión de “proceso”, la segunda que él desarrolla; en
esa dimensión es donde “se abordan las mediaciones políticas de la lucha so-
cial y la transacción que llevó a la primacía de los mecanismos transformistas”.
El momento cronológico en que, según Pablo, se cristalizó el Estado
transformista sería desde mediados de los 40, concretamente 1946 (después
de la Gloriosa), período en el que el ejército desechó las alianzas radicales y
optó por una con los conservadores, con la mediación de Velasco Ibarra. Este
proceso no fue tan “suave” ni “molecular”. Velasco Ibarra persiguió y exilió
a los exasambleístas de 1945. Fue una “derrota” con altas dosis de respon-
sabilidad propia de la izquierda, pero derrota al n. Entonces, la revolución
desde arriba no solo neutraliza, sino que aplasta, reprime, la revolución des-
de abajo, que se forjó por las luchas de los subalternos.
Los actores con nombre y apellido, los decisivos, son los conservado-
res y liberales, expresión de las fracciones dominantes regionales y, por otro
lado, el ejército, sobre todo el ejército, porque su autonomía relativa impide
que las oligarquías lo usen para enfrentamientos armados interoligárquicos
o contra el pueblo. Y Velasco Ibarra como intermediario, más ligado a los
conservadores y porque tiene un rol decisivo en los años 40, concretamente
en torno a la Gloriosa, cuando se expresó su mayor auge. Entonces, los otros
actores subalternos se difuminan, son masas rurales —anónimas—, entendi-
das como población mayoritaria que deja de serlo... Quizás falta la mirada
de las disidencias que se van gestando en las ciudades y que dieron lugar a
hechos como la masacre del 15 de noviembre de 1922, la huelga general que
derroca a Martínez Mera a inicios de los 30, las movilizaciones urbanas que
conuyen en la Gloriosa en los 40.
Los cambios de este período, plasmados jurídica y programáticamente
en la Constitución de 1945, aparentemente fueron efímeros, pero luego se
abrieron paso, lo que explica que 30 años después, en el proceso de retorno
a la democracia de nes de los setenta, se colocara nuevamente esa Consti-
tución como paradigma de avances democráticos, frente a la cual, en todo
caso, no podía retrocederse, en la nueva Constitución que también se elaboró
para ese tránsito, y nalmente se aprobó. Estas idas y venidas, que muestran
los efectos de las luchas y cambios impulsados desde abajo, es lo que quizás
hace falta resaltar. Insisto, queda la impresión de una cierta invisibilización
de las luchas y actores sociales y de esos grandes cambios que acaecen desde
las revoluciones de arriba.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 196
La transición al capitalismo y el Estado transformista
El período escogido, 1920-1960, para la cristalización del Estado transfor-
mista, sería el de la transición al capitalismo, según el autor. ¿Es, realmente,
este período el de la transición al capitalismo, o esta fue más larga y viene de
antes y hasta después?
¿Qué había antes de 1920? ¿Un Estado oligárquico a secas? Se arma que
el país no vivió ninguna revolución burguesa (p. 440). ¿Qué fue entonces
la Revolución Liberal? ¿Una revolución de una oligarquía contra otra oli-
garquía? Porque esa sí fue una revolución cruenta. En un texto de Enrique
Ayala Mora, en la Nueva Historia, con base en los estudios de los esposos
Costales, se identican 4300 muertos, entre 1895 y 1916, con énfasis en los
primeros años de la revolución y en los del enfrentamiento del alfarismo con
el placismo (1906 y 1911-1912). Otro caso en que el pacto —en las cumbres
más que con actores de abajo— se dio a partir de la liquidación física de los
adversarios alfaristas y conchistas.
¿Y no es justamente la década del 60 y 70 en las que se consolida el tardío
capitalismo ecuatoriano? ¿Ya estaba consolidada una burguesía en 1960 para
pensar que había terminado la transición al capitalismo o podemos hablar
de ello con el proceso retrasado de sustitución de importaciones al calor del
auge petrolero? El perl del ejército en estos años ¿podría ser analizado bajo
el mismo prisma que catalogó su alianza con el conservadurismo en los 40?
El ejército cambió de faz con la adscripción a la doctrina continental de
seguridad nacional pero, pese a ello, tanto la Junta Militar como la dictadura
de Guillermo Rodríguez Lara fueron gobiernos desarrollistas, con reforma
agraria de por medio, nacionalismo petrolero, etc. Habría que pensar si a esos
gobiernos les calza una caracterización equiparable a la de un Estado trans-
formista, por los cambios que llevaron adelante, decisivos para consolidar el
capitalismo en Ecuador, aunque haría falta una detallada investigación sobre
el tipo de alianzas que establecieron con las clases dominantes nacionales y
extranjeras, la combinación de represión-cooptación que ejercieron hacia los
subalternos, y la relación con el declinante velasquismo, factores del período
de los 40 que no parecen repetirse décadas después.
Podría haber el riesgo de usar el concepto Estado transformista de ma-
nera muy elástica. El autor usa el término en el texto “Reexiones sobre
el transformismo: movilización indígena y régimen político en el Ecuador
1990-1998”.1 En este caso, ¿se cumplen las mismas condiciones del período
1. Pablo Ospina, “Reexiones sobre el transformismo: movilización indígena y régi-
men político en el Ecuador 1990-1998”, en Los movimientos sociales en las democracias andi-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 197
analizado en el libro? O sea, ¿las confrontaciones regionales de fracciones
dominantes descompasadas y, sobre todo, el carácter moderado de los sub-
alternos? ¿Se puede caracterizar esa enorme movilización indígena como
“moderada”, “localizada”? Porque los cambios democráticos en relación con
la denición del Estado y los derechos democráticos que recogen las Consti-
tuciones de 1998 y 2008 sí son de bastante profundidad...
El quid del “transformismo” propuesto por Pablo está en la actuación
del ejército, y este señalamiento apunta a un tema central de la historia ecua-
toriana, en la que su rol ha sido relevante, decisivo, en diversos momentos.
El giro del ejército liberal hacia una alianza con el conservadurismo en los
años 40, es un jalón de su análisis, explicado más por su contexto (derrota en
la Guerra del 41, emergencia “comunista” en La Gloriosa, mayor inuencia
de sus similares norteamericanos en la formación profesional). Siendo un ac-
tor central en la historia económica y política del país, queda pendiente des-
entrañarlo con mayor profundidad tanto en sus características intrínsecas,
como su composición social, por ejemplo, su permeabilidad a inuencias ra-
dicales y aun socialistas, como en las inuencias externas contrainsurgentes
que han acompañado la armación del capitalismo en el mundo y en nuestro
sur, con diversas manifestaciones acordes a las coyunturas de cada país y del
nuestro en particular. Uno de los méritos del libro de Pablo es, precisamente,
haberlo estudiado a fondo en el período que abarca su investigación.
nas, ed. por Julie Massal y Marcelo Bonilla (Quito: FLACSO Ecuador / Instituto Francés de
Estudios Andinos, 2000), 125-146.
Dominación, rebeldía,
negociación y transformación
Domination,Rebellion,Negotiation,andTransformation
Dominação, rebeldia, negociação e transformação
Pablo Ospina Peralta
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3411
Me siento muy honrado por los valiosos comentarios de tres inteligentes
estudiosas que han hecho signicativos aportes a la historiografía ecuato-
riana. Kim Clark, Silvia Vega y Valeria Coronel han sido generosas en sus
palabras y aladas en sus sugerencias para el debate. Solo cabe agradecer
innitamente el tiempo dedicado a la lectura, la escritura y a pensar sobre las
propuestas de interpretación histórica que hice en Laaleacióninestable.
Las observaciones de Kim Clark sobre los efectos de la escala de las cosas
que estudiamos en la manera en que pensamos la historia, el devenir social y
el funcionamiento del Estado iluminan mucho de mi entendimiento sobre el
posible aporte y los límites del libro. Cuando uno se enfoca en las operaciones
cotidianas y las mecánicas particulares de una institución pública, se sitúa en
el momento preciso de la interacción con los sujetos del Estado, lo que emerge
es, en efecto, el Estado como adjetivo, la hegemonía como adjetivo, no como
sustantivo. Como proceso, como devenir en actos sucesivos, antes que como
resultado. No como una cosa, sino como un manojoderelaciones en movimien-
to. No importa cuán cuidadoso uno intente ser con la revisión de las fuentes,
de los expedientes del Ministerio de Previsión Social y Trabajo, de las peticio-
nes de las comunidades en conicto, de las respuestas de los funcionarios, de
las diferencias visibles entre lo que dicen los jefes de los ministerios y lo que
expresan sus técnicos subordinados; el peso de la escala de los procesos que
se está tratando de explicar, ejerce una devastadora opresión sobre el devenir
cotidiano que siempre es la base de cualquier explicación global.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 198-201. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 56, julio-diciembre 2022 199
Igual que Kim, yo también le doy vueltas a cómo combinar ambas es-
calas, tan necesarias: la comprensión general de los procesos históricos, su
sentido, con sus expresiones particulares, siempre irreductibles, pletóricas de
signicados contradictorios. Quizá hay que hacer como en la Historia huaora-
ni, de Miguel Ángel Cabodevilla, en la HistoriasocialyeconómicadelAltoNapo,
de Blanca Muratorio, o en la Historiadobledelacostaatlántica, de Orlando Fals
Borda, y escribir el relato en capítulos interpuestos, en el que se sucede una
historia desde abajo y otra desde arriba; una donde se enfatizan los adjetivos
y las formas particulares de entender lo que pasa, y otra donde los adjetivos
se transguran en nombres propios que nos ayudan a darle una identidad a
esas formas particulares, enrevesadas e innitas. Hay que seguir buscando.
Así como Kim Clark advierte que el enfoque “global” (por llamarlo de alguna
manera) de Laaleacióninestable le resulta útil para construir el relato y la inter-
pretación que ella realiza en su escala cotidiana; cualquiera que haya leído mi
libro podrá ver la enorme deuda que tengo con su larga investigación sobre
el Ecuador y sobre la operación del Estado en el siglo XX. No solo abundan
las citas de sus trabajos, sino que creo que hay en Laaleacióninestable un argu-
mento que busca ser explícitamente compatible con las interpretaciones que
ha ido hilvanando por otros caminos y a otras escalas. Los entiendo como
esfuerzos complementarios: ojalá el porvenir nos depare trabajos conjuntos
sobre el pasado donde podamos experimentar esa combinación tan urgente
de escalas de estudio; la macrosociología aliada al n con la microhistoria.
Anoto que la crítica de Valeria Coronel, cuya interpretación es bastante
diferente a la mía, se acoge también al trabajo de Kim Clark para sostenerse y
justicar su argumento. Algún día, quizá Kim se anime a dar su propio vere-
dicto sobre cuál de las dos interpretaciones globales de la historia ecuatoria-
na del siglo XX le parece más ajustada a sus propias investigaciones de la for-
mación cotidiana del Estado. O quizá nos ofrezca una opción para hacerlas
compatibles entre sí. Creo que Valeria ha tratado de jar el punto esencial de
nuestra discrepancia sobre este período: el grado de la autonomía de las cla-
ses subalternas respecto de las dominantes. A mi juicio, la interpretación de
Valeria padece de una debilidad teórica general: olvidar que los dominantes
siempre tienen, por su posición estructural, mayores ventajas, oportunidades
y herramientas para la acción deliberada y efectiva, que los dominados. Si
hablamos de “subalternos” es porque están sometidos, en última instancia,
a las reglas impuestas por los “dominantes”. Nadie es soberano absoluto en
el mundo, ni siquiera las clases dominantes, ni el más encumbrado de los
dictadores totalitarios. Pero la libertad de los dominados es, pordenición,
más limitada que la de los dominantes.
Creo que Valeria se equivoca cuando dice que Laaleacióninestable de-
ende un “argumento a favor de la tesis de la ruta autoritaria”. Al contra-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 200
rio, propone la existencia de una onda de variación mucho más grande que
aquella que supone que hay solo dos vías de transición al capitalismo, la
democrática y revolucionaria, farmer, por un lado, y la oligárquica y reaccio-
naria, junker, por otro.1 Guatemala tiene un Estado, una historia y un capita-
lismo profundamente distintos a los de Ecuador, pero ambos países caen en
la macrocategoría de la víajunker. En la vía democrática y revolucionaria, al
nal de cuentas, para Agustín Cueva, solo cabe México. Pero las variantes
son mucho mayores que una categoría donde hay un país y una segunda ca-
tegoría donde tenemos a los otros veinte. La propuesta del transformismo es
precisamente un intento de jar con mayor precisión esas diferencias. Pero
no dejan de ser variantes dentro de un Estado oligárquico que se transfor-
ma en un Estado capitalista; un Estado donde, por lo tanto, la dominación
oligárquica y burguesa, se preservan. El punto es que no se ejercen de la
misma forma que en Argentina, en México o en Guatemala. Hay gradaciones
distintas y formas particulares que dependen de las diferentes relaciones de
fuerza existentes.
Valeria insiste en la fortaleza, autonomía y amplitud de las visiones re-
publicanas y antioligárquicas de las clases populares ecuatorianas. Lo que a
mi juicio le falta a su reivindicación es una lectura más concreta de las con-
quistas obtenidas para compararlas con las obtenidas en otros países y sacar
de ello las conclusiones que caben sobre la relación de fuerzas políticas de las
que emergieron. Un solo ejemplo: menciona en su comentario al Código del
Trabajo aprobado en 1938, pero no nos dice por qué es tan moderado en sus
regulaciones. Por supuesto, la mayoría de los empresarios preferiría que no
hubiera más reglamentación que la derivada de la negociación individual en
el mercado de trabajo. Pero cualquier comparación con los códigos laborales
mexicano o argentino revela que el grado de protección y garantías ofrecidas
al norte y al sur del continente, en la misma época, son estratosféricamente
más favorables a los trabajadores que las obtenidas en el Ecuador, desde la
agremiación por rama de actividad, pasando por la negociación colectiva de
los contratos (no por empresa individual, como en el Código ecuatoriano),
hasta la garantía de que los sindicatos aprueben los cambios de actividad de
los obreros en cada taller o que manejen los fondos de pensiones y de salud
a nivel nacional. Es evidente que el balance de poder, autonomía y fuerza de
los obreros ecuatorianos era menos favorable que el de mexicanos y argen-
tinos. Exactamente lo mismo puede decirse respecto a la reforma agraria.
1. Es la propuesta clásica de Agustín Cueva, El desarrollo del capitalismo en América
Latina.Ensayodeinterpretaciónhistórica. 11.ª ed. (Ciudad de México: Siglo XXI, 1987 [1977]),
144-183.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 201
La observación de Silvia Vega sobre la “invisibilización” de las luchas y los
actores subalternos en Laaleacióninestable alude a la misma incomodidad de
Valeria. No es grato para mí concluir que primó la moderación y dependencia
en las clases populares ecuatorianas durante esta transición. Por supuesto, la
moderación y la dependencia son cosas relativas: los campesinos e indígenas
ecuatorianos de ese período fueron más rebeldes que los paraguayos o los hon-
dureños, pero menos que los bolivianos o guatemaltecos. El principio general
podría enunciarse así: la autonomía de los sectores subalternos existe siempre,
pero su grado varía históricamente de acuerdo a circunstancias que hay que
estudiar, y, salvo en ciertas coyunturas revolucionarias, nunca supera el grado
de autonomía del que gozan las clases dominantes. En mi opinión las luchas
subalternas no están invisibilizadas en Laaleacióninestable; hay dos capítulos
enteros (cien páginas) dedicados a la rebeldía y la lealtad en las zonas rurales
de la costa y la sierra. Lo que pasa es que su radicalidad y su fuerza fueron con-
tenidos por las clases dominantes y sus efectos sobre la organización del Esta-
do fueron menos radicales y poderosos. Llegaron hasta donde pudieron: hasta
la negociación transformista, que expresa, como en Gramsci, la hegemonía de
los moderados. Pero hubo cambios: las oligarquías desaparecieron, el capitalis-
mo se implantó, se hizo una reforma agraria (hubo países donde ni siquiera la
hubo, como en Uruguay, Colombia o Brasil). No obstante, fueron cambios que
(casi) nunca llegaron a amenazar seriamente el dominio de los dominantes.
Silvia Vega pregunta si todavía hoy somos un Estado transformista. La
aleacióninestable abarca el origen y la consolidación de ese tipo de Estado
burgués moderno, pero ¿qué pasaba antes y qué pasó después? ¿Qué pasa
ahora? Es tema para otro libro, una periodización general de la historia ecua-
toriana a la luz de esta propuesta. Así que me limito a decir que cuando
escribí este libro tenía ante mis ojos la caída de tres presidentes en rebeliones
populares incruentas (1997, 2000 y 2005). Cuando escribí este libro estaba
tratando de explicar el presente. Así que opino que todavía vivimos bajo un
Estado transformista. Creo que Rafael Correa trató de cambiarlo por un Es-
tado fuerte, centralizado, y disciplinario, pero creo que fracasó. Antes de 1920
predominó un Estado oligárquico cuyos orígenes se remontan a las luchas
por la independencia. Igual que con los modernos Estados latinoamericanos,
se podría hacer una tipología de varios tipos de Estados oligárquicos, no to-
dos fueron iguales y quizá una investigación más cuidadosa podría sugerir
un adjetivo adicional a “oligárquico”, pero no me atrevo a asignarlo.
Gracias por las generosas contribuciones de mis colegas y por la opor-
tunidad de enredarnos en las discusiones que nos apasionan tanto. El estu-
dio del pasado es una ocasión más para comprometernos con el presente;
también por eso, toda historia es contemporánea. Gracias también por esa
recordación inevitable.
silviA bENítEz ARREgui. VocEs dE mujErEs dE la plEbE En El Hospicio dE Quito
1785-1816. Quito Ecuador. uNivERsidAd ANdiNA siMóN bolívAR,
sEdE EcuAdoR / coRPoRAcióN EditoRA NAcioNAl, 2015, 89 PP.
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3401
El trabajo de Silvia Benítez busca presentar y dar voz a las mujeres de la
plebe, recluidas en el Hospicio Jesús, María y José (fundado en 1786), quie-
nes constituyen un sujeto excluido dentro del régimen y sometido a un con-
trol social estricto, derivado de los roles de género por el contexto colonial
y patriarcal, en un álgido momento de la historia, caracterizado por la idea
despótica ilustrada de recuperar el control de las posesiones españolas en
América por vía de las Reformas Borbónicas. Con esta nalidad, toma la
institución para indagar su función de control social sobre las mujeres.
Las fuentes empleadas a nivel primario fueron la documentación ocial
del hospicio, utilizada para contextualizar su emergencia y la nalidad que
se buscaba cumpla en este período, todo referido al fondo Hospitales del
Archivo Nacional del Ecuador (ANE), así como del Archivo Histórico Mu-
nicipal (AHM). El sesgo de las fuentes ociales, así como la dicultad de en-
contrar otros documentos de apoyo, son complementados con una detallada
descripción del funcionamiento de la institución, que abre una perspectiva
mayor para situar la problemática. Y nalmente, para dar cuenta del sujeto
de la investigación y su agencia al interior de la institución, se recurre al fon-
do Criminales del ANE, que presenta la posición desde abajo, que explora la
situación social de las reclusas y las relaciones de poder en las cuales operan,
así como el porqué de su traslado desde las penitenciarías hacia esta nueva
institución. Para llevar a cabo su análisis, trabaja en los dos primeros capí-
tulos los contextos respectivos a la ciudad de Quito a nales del siglo XVIII
y los conceptos de control social; y en el segundo una descripción detallada
del funcionamiento de la institución y los internos. En la tercera parte se
exponen los procesos de las reclusas y sus testimonios.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 202-214. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
solo libros/reseñas
Procesos 56, julio-diciembre 2022 203
En el primer capítulo Benítez presenta el contexto de Quito a nales del
siglo XVIII, en el marco de las reformas borbónicas, en donde es expuesta la
compleja situación social del período y la dinámica de la plebe. Las reformas
buscaban someter al antiguo orden de castas a una población mestizada,
empobrecida por las políticas de apertura de los mercados americanos a los
bienes europeos y la destrucción de la producción local y, además instaurar
los nuevos procesos de disciplinamiento del trabajo desarrollados en Euro-
pa, así como los códigos morales y de higiene, todo ello en un ambiente de
alta tensión social, sustentándose en los trabajos de Andrien Kenneth, Mar-
tín Minchom, Cynthia Milton y Agustín Guimerá.
Las nuevas formas de control social y disciplinamiento permiten ubicar
la institución y su nalidad en el proceso reformista, cercana al gran encie-
rro descrito por Foucault, que buscan catalogar la pobreza y someterla al
nuevo orden productivo. Sin embargo, es importante observar que son com-
plementadas por Benítez con nuevas investigaciones que amplían el análisis
para indagar no solo la sujeción en estos contextos desde arriba, sino el papel
activo de agenciamiento de los actores desde abajo. Aquí son centrales las
dinámicas de contención y consenso, lo que brinda un análisis en doble vía
y más integral, que permite presentar a la institución y en ella, el uso que
los sujetos dan a los recursos a su disposición para usarlos en su defensa y
lograr sus objetivos. Con esta base abre el espacio para dar voz a las mujeres
del hospicio, sustentada en los trabajos de Christiana Borchart, lo que posi-
bilita ubicar las instituciones de control emergentes, como el hospicio, que
será engranado a una maquinaria mayor de control social y económico, con
el objetivo de reordenar la pobreza desde los enfoques utilitaristas.
La dinámica del hospicio es expuesta en el capítulo segundo, como un apo-
yo a las dicultades que las fuentes presentaron. En este sentido, la exposición
se da en tres partes, en donde la primera expone la emergencia del hospicio,
la justicación de las autoridades para este proyecto y su funcionalidad social;
en la segunda parte se aborda la población sobre la cual recae la actividad de
dicha institución; y nalmente las actividades que se desarrollan en su interior,
tanto a nivel productivo como cultural, y su conexión con el control social.
La hipótesis que presenta Benítez, respecto a que el traslado de las mu-
jeres infractoras, desde las cárceles al hospicio, se debe a una necesidad de
fuerza de trabajo capaz, cobra sentido y da fuerza a la exposición. La mo-
dernización toma elementos del antiguo régimen para apoyar las nuevas
iniciativas ilustradas, el nanciamiento de la institución se ampara, en parte
en aspectos del antiguo régimen (caridad); más incorpora el trabajo produc-
tivo de los internos y los bienes de las órdenes religiosas expulsadas, así
como tributaciones sobre distintos productos de consumo local, y una admi-
nistración estatal como rasgos modernos. Por ello, la presencia de mujeres
Procesos 56, julio-diciembre 2022 204
y hombres, con buena salud para enfrentar las actividades productivas y de
soporte de la institución en términos económicos es central.
Finalmente, se establece a quiénes iba dirigida la intervención del hos-
picio, el bajo pueblo, denominación que abarca un amplio espectro social
compuesto por los pobres, presos y leprosos entre otros, sujetos todos de la
idea de regeneración moral, disciplinaria y laboral ilustrada. Es interesante
observar el problema administrativo de denición y control de la plebe. Ya
no funciona el dispositivo de castas, entonces se implementará una nueva
clasicación poblacional, sustentada en la medicina. Aquí se opera una se-
lección, en primer lugar, en términos de utilidad para el trabajo, aquellos que
físicamente sean aptos se les disciplinará mediante la formación en algún
ocio; en segundo lugar, los otros con algún problema físico o médico con-
tarán con los cuidados del hospicio, y nalmente, una intervención moral,
para aquellos casos como son el de las mujeres contraventoras, todo para
combatir la “ociosidad pecaminosa”.
Los casos de las mujeres expuestos en el tercer capítulo se trabajan a
nivel colectivo e individual y dan voz y sentido desde abajo. Nos muestran
un espectro variado de participación de las mujeres, así como también su
compleja composición, aunque estén en un contexto donde prima la pobre-
za, es claro que la situación de las reclusas conducidas al hospicio, abarca a
distintos sectores sociales con niveles diversos de cultura, costumbres y mo-
ralidad, no es homogénea la realidad. A nivel colectivo, es claro que son un
sujeto relevante, ya que están al frente de los reclamos de los demás internos,
pero dejando claro el papel de aquellas mujeres que lideran los procesos, que
conocen y usan los medios con que disponen para lograr sus nes. A nivel
individual se abre otro panorama, un proceso más claro de choque de las
mujeres con las dinámicas de control social y moral que se están incorporan-
do. Evidencian las dinámicas sociales del mestizaje, las rupturas de la vida
cotidiana de la época con el esquema de control de la iglesia y el Estado, en
donde desde una posición subalterna no permiten que pasen sobre ellas,
posicionando con su voz su dignidad y derechos.
Los procesos judiciales que sostienen las mujeres exponen de manera
clara la crisis del sistema colonial, la doble moral de la iglesia, sus vicios,
la corrupción, la participación de terceros para ejecutar los castigos, entre
muchos aspectos, y por supuesto la violencia de género y los excesos del po-
der estructurales. Estos elementos no se quedan en este período, sino que se
heredan y algunos apenas van ahora en retroceso. Las autoridades expuestas
buscan sostener el orden deshecho mediante arreglos administrativos, pero
los posicionamientos en los alegatos que agencian las reclusas, hablan de un
orden establecido en las costumbres, consuetudinario, que ya tiene arraigo y
es parte de la vida cotidiana ¿de la mayoría de la población? Este elemento es
Procesos 56, julio-diciembre 2022 205
una muestra relevante del fracaso reformista, que buscaba por vía adminis-
trativa restaurar un orden que ya no funcionaba hacía mucho tiempo atrás.
Hubiese sido importante contextualizar el dispositivo de la caridad en
el antiguo régimen, evidenciando de mejor manera los tropiezos del proceso
reformista con la dinámica social, y también la funcionalidad administrativa
que supuso utilizar estas antiguas formas para amparar las nuevas propues-
tas modernizadoras, que ya eran manejadas predominantemente por los
funcionarios de la corona; además de que, con todos los matices necesarios,
se va a observar a la caridad presente hasta inicios del siglo XX, como lo ex-
pone Eduardo Kingman, en su trabajo sobre la ciudad.1
Efectivamente, este trabajo esboza aspectos clave de la institución que
se rastrean en su desarrollo, pero que no aún pueden desarrollarse y abren
senderos a nuevos trabajos de investigación. Se evidencia la necesidad de
estudiar el impacto social del hospicio, y, sobre todo, el paulatino avance de
la medicina en los procesos de ordenamiento, clasicación e higienización de
la vida las poblaciones en las ciudades.
Román Diego Mejía
Universidad Central del Ecuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-6417-4785
1. Eduardo Kingman Garcés, Laciudadylosotros,Quito1860-1940:higienismo,ornatoy
policía (Quito: FLACSO Ecuador / Universitat Rovira i Virgili, 2006).
cARlos d. ciRizA MENdívil. naturalEs dE una ciudad multiétnica. Vidas
y dinámicas socialEs dE los indígEnas dE Quito En El siglo XVii. MAdRid:
sílEx uNivERsidAd-HistoRiA, 2019, 424 PP.
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3413
Este libro es el resultado de la tesis doctoral que Carlos Ciriza Mendívil
defendió en la Universidad del País Vasco, en 2018, por el cual recibió luego
el premio extraordinario de doctorado en la categoría “Arte y Humanida-
des” (convocatoria 2017/20). La obra presenta una historia de los indígenas
de Quito como sujetos activos, dinámicos, contradictorios y complejos; des-
miticando las miradas que los encasillaban en categorías étnicas inmóviles
y desde fuera del espacio urbano. Se basa en un estudio documental delimi-
tado entre 1636 y 1701, período poco abordado por la historiografía y que
para el autor representa una época de transición, de americanización de la
población indígena quiteña. Así, el indígena urbano se convierte en el foco
Procesos 56, julio-diciembre 2022 206
de investigación y es leído a través de un enfoque microhistórico, inserto en
una serie de vínculos interpersonales, enmarcados en las migraciones que
sucedieron en Quito durante el siglo XVII.
El estudio está dividido en cinco capítulos. El primero, “En esta nuestra
república” (pp. 21-87), propone el marco para contextualizar y analizar a los
indígenas urbanos en Quito. Comienza con un análisis historiográco sobre
esa población, pero constata que, paradójicamente, se conocía mejor a los in-
dígenas de los lugares más pequeños que a quienes habitaban las urbes. De la
bibliografía revisada destacan autores como Frank Salomon (Los señores étnicos
deQuitoenlaépocadelosincas.Laeconomíapolíticadelosseñoresnorandinos, 1986)
y Jacques Poloni-Simard (Elmosaicoindígena:movilidad,estraticaciónsocialy
mestizajeenelcorregimientodeCuenca(Ecuador)delsigloXVIalXVIII, 2006).
Luego, el autor se pregunta: ¿cuál es el origen de la población observada?
Su mirada se concentra entonces en el ingente proceso de migración que tuvo
lugar en Quito. Este fenómeno fue posible por su condición de capital de la
Audiencia, convertida en polo permanente de atracción y de creación de es-
trategias de supervivencia. Al llegar a la ciudad, los indígenas se incorporaban
a una sociedad en que el papel, lo escrito, constituía la forma de ser represen-
tados. Ciriza utiliza el término Papereality (David Dery, 1998) para explicar la
forma en que los indígenas aparecen como sujetos activos dentro de la admi-
nistración, pero sin hablar por sí mismos, sino mediante los escribanos-traduc-
tores. A continuación, se aleja del aspecto contextual y aborda a los indígenas
urbanos como agentes que adoptan discursos, estéticas y dinámicas coloniales
de resistencia para mejorar su calidad de vida. Este punto es central en el libro,
pues ja teóricamente al indígena urbano no desde una actitud pasiva, sino
articuladora de procesos de identidad en las parroquias y el cabildo.
El segundo capítulo, “El movimiento de una sociedad” (pp. 89-156), es,
sin lugar a duda, el corazón del libro. En él se encuentra el posicionamiento
del autor en torno a la sociedad quiteña del siglo XVII y cómo su sistema
normativo y opresivo condicionó la agencia de los indígenas, impulsando
nuevas estrategias sociales que conguraron los espacios y las formas de
relacionarse dentro de la ciudad. Siguiendo a Juan de Solórzano Pereyra y la
división de la sociedad en dos repúblicas —de españoles y de indios—, de-
muestra que en la práctica estas no eran reales, sino que la realidad era más
bien voluble y compleja. La segregación étnica no era clara dentro del espacio
urbano y administrativo, lo que aparece reejado en las fuentes estudiadas,
donde por un lado se detectan ciertas categorías étnicas estrechas y estáticas,
y, por otro, es constatando en el desarrollo de una realidad más compleja y
heterogénea, “a kind of cultural bricolage”, según Karen B. Graubart.1
1. Karen B. Graubart, “The Creolization of the New World: Local Forms of Identica-
tion in Urban Colonial Peru, 1560-1640”, HispanicAmericanHistoricalReview 89 (2009): 490.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 207
Este contexto social permite al autor aseverar que el proceso de identi-
cación étnica no pasa por la simple observación de las características exter-
nas de los indígenas urbanos. De hecho, propone como binomio analítico la
identidad/identicación, donde el primer término tenía un carácter perma-
nente, hereditario e inmutable, y el segundo era una construcción social mo-
dicable y cambiante, denido por la autopercepción y la percepción social
(p. 97). Esta propuesta teórica se sustenta en el hecho de que los indígenas
urbanos “mostraban” al público una “presentación” de su categoría étnica,
para luego ser “percibidos” por la administración y la sociedad. Entonces,
la “calidad” estaría sujeta a una negociación individual y colectiva, por la
cual el mestizaje debe ser entendido como una norma social. Así, al analizar
la construcción de la identidad de los indígenas urbanos, el autor aborda
tres puntos: las estrategias de modicación de las calidades, tomando como
casos de estudio el uso del “hábito” y los mecanismos legales de ocultamien-
to de la calidad; la familia, entendida como una realidad social no denida
necesariamente por lazos de sangre; y la vecindad, como espacio multiétnico
de cohabitación y convivencia.
El tercer capítulo, “En el largo camino a la urbe” (pp. 157-243), analiza
el origen y tránsito migratorio y las estrategias de desarrollo personal en la
ciudad. Ciriza señala que se trata de “indios migrantes” que vinculan sus
ayllus de origen con la urbe; rastrea a los indígenas desde su lugar de origen,
luego a través del tránsito realizado hasta la ciudad y nalmente la llegada
a la urbe. Todo este proceso permite visibilizar la capacidad de adaptación
de los indígenas, lo que igualmente se ve después en la creación de nuevos
vínculos forjados en el barrio, la parroquia o en microespacios como los con-
ventos o los talleres.
Los capítulos cuarto y quinto son diferentes al resto de los anteriores,
pues en ellos el autor se concentra en un grupo especico de la sociedad qui-
teña del siglo XVII. El primero se reere a las mujeres indígenas y cómo estas
aparecen en el papel, tanto numéricamente como en la forma (pp. 245-299).
Su agencia se maniesta principalmente en las compraventas, préstamos,
donaciones, arrendamientos y testamentos, mientras que su ausencia en lo
laboral podría deberse a una escasa especialización y a su empleo en profe-
siones de poco prestigio. Se señala también la presencia de cacicas urbanas
que lograron ostentar el título de “doña” y quienes legaron su apellido a sus
descendientes, como el caso de Doña María Chuquiazumi (p. 289).
El otro grupo estudiado es el de los caciques urbanos, entendidos como
intermediarios entre la administración colonial y las comunidades indíge-
nas, así como agentes de control de las últimas, por lo que son leídos como
sujetos con “doble lealtad” (pp. 301-369). Este rol de mediadores se fortaleció
por las redes de apoyo y las dinámicas económicas de la ciudad, lo que hizo
Procesos 56, julio-diciembre 2022 208
de ellos un artefacto colonial, distanciado del rol que tuvieron en la época de
los Incas. Prueba de ello es la existencia de cacicazgos de carácter sincrético
como los caciques de indios de la corona real, de la encomienda, de los va-
gabundos, de naturales, de yanaconas, de mitimaes y de collaguazos. Las
nuevas tipológicas son confrontadas a la pregunta de si constituyeron una
estrategia hispánica para debilitar las instituciones indígenas. El autor de-
muestra que, efectivamente, en la Audiencia de Quito la evasión scal masi-
va impulsó una política que favoreció la constitución de nuevos cacicazgos
y que su permanencia en el tiempo confería prestigio, razón por la que se
organizaron en las parcialidades urbanas, para dar coherencia a un entrama-
do dispuesto alrededor de las parroquias de la ciudad.
Las últimas secciones del libro están consagradas a una conclusión (pp.
371-386) y a la necesaria bibliografía (pp. 387-424). En términos generales,
esta obra cumple a lo largo de sus capítulos el objetivo de desmontar dos su-
puestos historiográcos: la inmovilidad social indígena y la homogeneidad
de la República de Indios. Ambos temas son abordados desde la documen-
tación y desde la búsqueda del indígena de “carne y hueso”, a través del
estudio de un entramado de estrategias de mestizaje, favorecidas por una
sociedad étnicamente exible, con redes familiares multiétnicas y con indi-
viduos que según el tipo de hábito que portasen eran percibidos social e ins-
titucionalmente de una manera u de otra, pudiendo cambiar si la situación
lo ameritase. La obra es recomendada para quienes a través del estudio de
las redes sociales realizan diálogos metodológicos entre la historia y la mi-
crohistoria, así como los cruces entre los enfoques cuantitativos y cualitati-
vos. Además, su lectura es una oportunidad para pensar en las estrategias y
mecanismos de los indígenas en otros escenarios urbanos, tanto fuera como
dentro de la Audiencia de Quito.
Francisco Mamani Fuentes
Universidad Bernardo O’Higgins
Santiago, Chile
https://orcid.org/0000-0002-8767-2744
Procesos 56, julio-diciembre 2022 209
clAudio cREAMER. El salario mínimo En la industria Ecuatoriana. dEbatEs
prEcursorEs EntrE 1934 y 1935. Quito: uNivERsidAd ANdiNA siMóN bolívAR,
sEdE EcuAdoR , 2018, 113 PP.
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3415
Cada año las discusiones entre gobierno, trabajadores y empleadores so-
bre el monto del salario básico en el Ecuador llenan los espacios de la pren-
sa, ya sea en periódicos, noticieros televisados o medios electrónicos. Pero
¿cómo surgió esta idea y cuáles fueron las propuestas o proyectos que se pre-
sentaron? El libro escrito por Claudio Creamer nos da un acercamiento a la
historia de los primeros debates. A diferencia de la mayoría de investigacio-
nes sobre el tema, enfocados desde la historia social o en niveles de salarios,
el análisis se centra en la forma cómo las discusiones se vieron permeadas
por las corrientes económicas que imperaban en la época. Así, el texto inda-
ga las posiciones de los legisladores y empresarios (p. 8), a través de las actas
del Congreso, Senado y del Primer Congreso de Industriales en Ambato del
año 1935 (p. 13). Se puede ver cómo las discusiones fueron inuenciadas por
el cambio de paradigma económico sucedido durante la década de 1930 y
la forma en que el Ecuador se encontraba inserto en el capitalismo mundial.
Siguiendo a Giovanni Arrighi, el autor examina la forma en que las propues-
tas de los diputados, senadores e industriales se relacionan con una línea de
pensamiento económico, ya sea del modelo decadente de un capitalismo de
libre cambio (inglés), o del modelo emergente fordista-keynesiano (nortea-
mericano) (p. 12).
En el primer capítulo se explora el contexto social, político, económico e
industrial del Ecuador de la década de 1930. Se muestra un país con una gra-
ve crisis política y en proceso de transición al pleno capitalismo, donde pri-
maban los intereses regionales y la diversicación de la economía por zonas
(p. 14-35). Dentro de ese entorno, el autor analiza las propuestas al salario
básico de algunos intelectuales y políticos de la época (p. 35), como Víctor
Emilio Estrada (ministro de economía del primer gobierno de José María
Velasco Ibarra), Jacinto Jijón y Caamaño (director del Partido Conservador),
Abelardo Montalvo (presidente interino entre 1933-1934) y José María Ve-
lasco Ibarra (presidente constitucional entre 1934-1935). En este apartado el
autor resalta los puntos en común entre los intelectuales de la época y el
modelo emergente fordista-keynesiano. Al realizar esta comparativa, deja de
lado los temas que relacionan el pensamiento con el modelo capitalista de li-
bre cambio, lo que se presta a interpretar por el lector como si estos hombres
estuvieran alineados solo con el modelo norteamericano. Por otro lado, no
Procesos 56, julio-diciembre 2022 210
menciona o contrapone en este punto a pensadores aliados con el modelo
inglés ni socialista o las discusiones de los trabajadores, quienes serían los
más interesados en el tema.
En el segundo capítulo se examinan las discusiones sucedidas al inte-
rior de las dos cámaras del legislativo entre agosto y noviembre de 1934,
partiendo del estudio de las actas. Se inicia con el debate ocurrido entre los
diputados, donde se presentó un proyecto de ley orientado al marco insti-
tucional-legal para el establecimiento de las Comisiones de Salarios en cada
provincia. En la cámara se desechó la propuesta hecha por el ministro Es-
trada, según Creamer, por la visión de una mayoría conservadora que no
compaginaba con la idea de un salario básico unicado para todo el país.
En el Senado, en cambio, la discusión fue más amplia. Aquí se enfrenta-
ron posiciones conservadoras, liberales y “keynesiana con nes socialistas”
(p. 90). En este apartado, el autor divide las discusiones en temáticas. Así,
se puede ver que los senadores discutieron asuntos como la diferenciación
en los costos de vida y, por consiguiente, del salario por regiones; la pre-
cepción del trabajo de mujeres y niños, frente al de los hombres adultos; la
razones para que en cada provincia se establecería un monto, a partir de una
jación mínima para todo el país; la separación del pago según los sectores
productivos, en especial entre industrial y agropecuario; el establecimiento
del pago por desahucio y el monto de las utilidades para los trabajadores.
Como resultado, el Senado presentó un primer proyecto de Ley de Salario
Mínimo, donde se cubrían los temas anteriores. Al analizar las posiciones de
los senadores, Creamer propone, a modo de hipótesis, que sus posturas se
alinearon con el capitalismo de libre cambio inglés o con el modelo fordista-
keynesiano, acorde a sus intereses regionales, gremiales o productivos. De
este modo identica a los liberales costeños con el primer tipo de pensa-
miento económico y a los de “tendencia socialista” con el segundo.
En el último capítulo se analizan las discusiones sucedidas alrededor
de la jación del salario mínimo en el Primer Congreso Nacional de Indus-
triales, donde las discusiones giraron en torno a diferencias regionales y no
políticas. Se apunta que existió una mayoría que proponía la jación del sa-
lario mínimo, con base regional, frente a una minoría, especialmente de la
provincia del Guayas, que consideraba que el trabajo como mercancía de
cambio no podía estar atada a un valor inalterable, más bien, era cambian-
te, acorde al ujo de la economía y de las negociaciones entre empleador y
empleado. Para el autor, el que la mayoría haya acordado la creación de un
sueldo básico, revela una tendencia al modelo fordista-keynesiano que se
encontraba en ascenso.
En resumen, el libro aporta una nueva mirada al tema de los salarios, pues
se enfoca en la forma en que los discursos alrededor del tema se vieron in-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 211
uenciados por distintas corrientes económicas. Por lo que se podría calicar
a este estudio como enmarcado en la historia del pensamiento económico, una
línea que, salvo algunas excepciones —unos pocos volúmenes de la Biblioteca
del Pensamiento Ecuatoriano del Banco Central del Ecuador—, está escasa-
mente estudiado en el Ecuador y donde queda aún mucho por realizar. Sin
descuidar los aportes señalados hasta aquí, se debe también decir que el libro
tiene dos falencias; la primera corresponde a la ausencia de análisis del mode-
lo inglés y del socialista, para contraponerlos con las propuestas de los mode-
los de Estrada, Jijón y Velasco Ibarra, a quienes el autor alinea con el modelo
keynesiano; la segunda es que no se llega a explicar por qué, si existían tantos
puntos en común en las propuestas de Estrada y Jijón, en la Cámara de Dipu-
tados, la mayoría conservadora fue la principal detractora del plan Estrada.
Sebastián Luna Andrade
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0001-7692-4769
RosA HElENA RodRíguEz. disputa por la tEnEncia dE tiErras
EjidalEs En El gran cauca (1857-1886). Quito: uNivERsidAd ANdiNA
siMóN bolívAR, sEdE EcuAdoR, 2020, 108 PP.
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3417
El presente trabajo se enmarca en los debates sobre la historia del agro
en Colombia a nales del siglo XIX, desde la mirada de la historia social y
política. Especícamente, aborda las transformaciones en el manejo de las
tierras ejidales en el por entonces denominado Estado Soberano del Cauca
—hoy Valle del Cauca—, región existente entre 1857 y 1886, haciendo parti-
cular hincapié en el conicto desencadenado entre labradores, hacendados
y arrendatarios en este proceso. El objetivo central es indagar en los cambios
introducidos en torno al manejo y control de tierras ejidales en el marco de
instauración de las reformas liberales en el período 1849-1855, el cual supuso
un momento de quiebre entre la etapa colonial y la republicana.
El primer capítulo presenta el contexto agrario del Estado Soberano del
Cauca entre 1857 y 1878. Este territorio, ubicado en una diversa y fértil zona
geográca atravesada por el río Cauca, estuvo conformado por una pobla-
ción mayormente dedicada a las labores agrícolas (31,81 % del total). Sin
embargo, para mediados del siglo XIX experimentó una importante expan-
sión de la frontera agrícola, que consolidó un modelo productivo con una
estructura rural dual compuesta por la coexistencia de grandes latifundios
Procesos 56, julio-diciembre 2022 212
o haciendas y muchos minifundios. Asimismo, se mantuvieron las formas
de explotación basadas en el trabajo esclavo (70 %) complementadas por la-
bradores libres (15 %) bajo el modelo del “terrazgo”: una porción de tierra
cedida por el hacendado a un campesino y su familia a cambio de jornadas
de trabajo. El texto caracteriza en términos étnicos de la población del cabil-
do de Cali, compuesto por dos conjuntos sociales: las familias de labradores
mestizos (montañeses pardos, libres) y las familias de blancos propietarios
de haciendas y esclavos.
El período de gobierno liberal en Colombia (1863-1884) es desarrollado
en el segundo capítulo. Se evidencia que la política económica orientada a
“liberar el trabajo, la tierra y el capital” tuvo impacto en la estructura agraria
colombiana y caleña, en particular. La autora destaca cuatro elementos: la
abolición de la esclavitud, el fomento de la opinión pública liberal, el aumen-
to de la movilización popular por medio de sociedades en democráticas y la
redistribución de ejidos.
En general, las políticas liberales incorporaron a la población en la vida
política pública y generaron debates respecto a temas como la tierra. Según
la autora, el gobierno liberal estableció una serie de reformas orientadas a
redistribuir los ejidos, aunque estas destacaron por reejar los intereses eco-
nómicos de los liberales, quienes apostaron por una salida individual y no
colectiva para la explotación agrícola de la zona.
Basados en los criterios del librecambio, estimularon la destrucción de
tierras comunales y resguardos indígenas en favor de formas de propiedad
individual, lo cual promovió los primeros cercamientos de tierras y fue la
base para la formación de grandes propiedades abocadas a actividades de
exportación. Esta problemática provocó una amplia movilización popular,
con acciones de hecho y legales por parte de los afectados.
El tercer capítulo desarrolla la problemática de las tierras ejidales. La
legislación planteaba un modelo de división de tierras a base de su uso: los
ejidos, “bien común, donde la población se proveía de agua leña o presas
de caza” (p. 65), las dehesas que eran terrenos para mantener ganado y cul-
tivos comunes; y los terrenos propios, propiedad del Cabildo, que podían
ser arrendados. Sin embargo, desde la Colonia el cabildo “había otorgado la
merced sobre terrenos de ejidos” (p. 65), por lo que el origen de estos conic-
tos se identica en esa época.
La apropiación de tierras realizada por los hacendados hasta entonces
“demandó de una legislación que exigía la restitución de al menos un tercio
de las propiedades privadas” (p. 82) e involucró a propietarios de grandes
extensiones, autoridades municipales y labradores entendidos como “negros
libertos, indígenas, blancos y mestizos pobres” (p. 38), cuyo trabajo abastecía
de alimentos a la ciudad.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 213
Es así que, desde mediados del siglo XIX, en vísperas de la asunción de
un gobierno liberal, el cabildo de Cali estableció regulaciones y ordenanzas
sobre las tierras de ejidos. Entre 1849 y 1865 se presentaron conictos alre-
dedor de cuatro puntos: el uso de caminos, de los cuales dependía la subsis-
tencia económica y social rural, desde una visión tradicional; la delimitación
de la propiedad privada, ya que el derecho al uso común y público para
cultivar, pastar y tener caminos fue obstaculizado por el cercamiento de tie-
rras (razón por la que muchos cercos fueron quemados); el incumplimiento
de la libertad de los esclavos, que produjo la revuelta de los zurriagueros de
1848 a 1850; y la defensa de las costumbres de uso de los recursos naturales
y formas de trabajo en tierras ejidales.
En el período 1865-1880 se registra un giro en la política llevada adelante
hasta entonces, con la Ordenanza 31, del 25 de enero de 1865, que permitió
hacer casas, mangas, labranza u otras obras en terrenos de ejidos, pudiéndo-
se enajenar la obra mas no el terreno. Esta medida convirtió a los pequeños
labradores en consumidores y vendedores de futas y hortalizas. Además, las
tierras de haciendas entregadas para ejidos fueron posteriormente otorgadas
a la gente “ampliando el poblamiento urbano de Cali sobre la zona rural
de las inmediaciones” (p. 38). Según Rodríguez, esas políticas buscaban dar
mayor poder al cabildo —y posteriormente a la municipalidad— sobre el
control de la tierra y sus recursos, mediante políticas de arrendamiento que
aseguraban el abastecimiento de alimentos para la ciudad y promovieron
el crecimiento poblacional, luego de la merma consecuencia de las guerras
civiles. Al mismo tiempo, los terratenientes se transformaron en pequeños y
grandes propietarios, pues a estos grupos les fue entregada la mayor canti-
dad de tierra para la producción de tabaco, café y cacao, en un contexto de
auge de la agroexportación en Colombia.
Este trabajo permite obtener interesantes conclusiones sobre el sentido y
alcance de las políticas liberales en el agro colombiano. La autora evidencia
que esas medidas estuvieron vinculadas a los “proyectos políticos liberales
en América Latina orientados a la expansión de las relaciones con el mercado
exterior” (p. 29). Pese a ello, la vinculación de ese territorio a la economía
nacional no contribuyó “a liberar la mano de obra ni a generalizar el régimen
de trabajo asalariado” (p. 30). En cuanto a las políticas agrícolas, el proyecto
liberal no redujo sino que amplió el monopolio sobre la tenencia de la tierra
y el manejo de los centros de comercio de las nuevas élites, idea fuerza que se
desarrolla a lo largo del trabajo y que explica el incremento de los conictos
por la tenencia de la tierra en la zona durante el período de estudio.
La autora también inserta un matiz interesante al señalar que, de todas
formas, las políticas liberales implicaron una salida aparentemente pacíca
a las continuas revueltas desatadas entre 1840 y 1853. Además, la cuestión
Procesos 56, julio-diciembre 2022 214
ejidal contó con una gran participación popular, lo cual generó importantes
réditos políticos a los liberales. Finalmente, se destaca la transición de las for-
mas tradicionales de entender los derechos a otras generadas en el contexto
republicano liberal y el alcance de esos principios discursivos implementa-
dos en el período 1849-1879.
La mirada sobre las disputas entre actores en el proceso de transforma-
ción agraria de la zona y sus mecanismos de movilización social suponen la
novedad de este trabajo con respecto a otros existentes sobre el tema. Tam-
bién su alusión a la necesidad de volver a la historia conceptual para ca-
racterizar determinados actores de la época —como el de labrador— y su
preocupación por insertar este estudio como un insumo para comprender el
origen y desarrollo de los actuales conictos colombianos y valle caucanos
alrededor de problema de la tierra, mediante una obra rigurosa y útil para
profundizar en los conictos sociales y políticos que atraviesan la conforma-
ción del campesinado y el agro colombiano.
Jacqueline Aimacaña D.
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-0605-4355
solo libros/referencias
ARcos bAstidAs, diEgo. Revista La Calle. Historia de un proyecto editorial en Quito
(1957-1960). Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador (UASB-E), 124 pp.
Este libro investiga las condiciones de producción (materiales y subjetivas) que
permitieron la emergencia de la revista que, en poco tiempo, se convirtió en la palestra
de los grupos liberales ecuatorianos durante la década de los años cincuenta. El estu-
dio de la primera fase de vida de La Calle se efectúa considerándolo como producto
cultural y en relación con los cambios en los procesos de modernización y crecimiento
de Quito y cómo estos factores inuyeron en el concepto y sonomía de la revista. Al
mismo tiempo, se toma atención del modo en que el impreso incorporó a diversos
intelectuales liberales y anticlericales, inmersos todos en la contienda por la construc-
ción de la opinión pública en una ciudad que caminaba hacia su transformación.
AyAlA MoRA, ENRiQuE, EditoR. Revoluciones en la historia de América Latina.
Bogotá: Ariel / UASB-E, 2022, 516 pp.
Este libro reúne un conjunto de estudios que dan cuenta de los procesos revolu-
cionarios en América Latina, desde el momento de la emergencia de sus órdenes re-
publicanos hasta nes del siglo XX. Estas contribuciones se encuentran organizadas
por país y analizan un proceso revolucionario en especíco. Tales consideraciones
incluyen aspectos como actores colectivos e individuales de cada revolución, una
narrativa de cada uno de los acontecimientos, los proyectos políticos inmersos, los
cambios que produjeron y las consecuencias que trajeron. Se estudian revoluciones
en México, Colombia, Perú, Uruguay, Ecuador, Guatemala, Argentina, Bolivia, Vene-
zuela, Cuba, Chile y Nicaragua.
bARRERo, ANdREA. Cartas y procesos judiciales de libertad en La Plata (Charcas,
siglo XVII). Quito: UASB-E, 2021, 127 pp.
La investigación se dedica a comprender las luchas de la población afrodes-
cendiente en la Real Audiencia de Charcas. Para este n, el libro toma atención de
documentos como cartas y procesos judiciales, entre otros. En primer lugar, la obra
atiende a las interacciones de la población afrocharqueña, en el contexto espacial de
la ciudad de La Plata y en relación con las actividades de comercio y trasiego de pro-
ductos. Luego, se reere a las estrategias esclavas a través de las cartas de libertad.
Finalmente, se estudian los litigios por la libertad que fueron ventilados ante la corte
de la audiencia de Charcas.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 215-218. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 56, julio-diciembre 2022 216
cAbRERA HANNA, sANtiAgo. Patrimonio(logías). Ensayos sobre la construcción
de los legados históricos en Ecuador. Quito: UASB-E / La Tierra, 2022, 131 pp.
La obra considera la confección histórica del patrimonio cultural ecuatoriano
como resultado de un conjunto de políticas de memoria, semánticas de poder y dis-
cursos ociales en cuanto a su identicación, preservación, manejo y difusión. Estas
acciones son consideradas como parte de un conjunto de procedimientos destinados
a trazar la trayectoria de los objetos consagrados del pasado; así como a denir sus
interacciones sociales. En primer lugar, se consideran las políticas patrimoniales en
el Ecuador; en segundo término, las representaciones sociales en el Parque Histórico
Guayaquil; y, en tercer lugar, el lugar del Centro Histórico de Quito en la planica-
ción urbana de la ciudad.
cuvi, Nicolás. Historia ambiental y ecología urbana para Quito.
Quito: FLACSO Ecuador / Abya-Yala, 2022, 482 pp.
Estudio enmarcado en las preocupaciones más recientes sobre la ecología y el
ambiente, desde una perspectiva histórica; incluye un conjunto de interpretaciones
y descripciones sobre el devenir de Quito, en sus relaciones con el espacio natural,
su apropiación y los sistemas urbanos. Además, propone un conjunto de alternativas
para el mejoramiento de las condiciones de vida, habitación y capacidades de adap-
tación. En este sentido, el trabajo se enfoca en aspectos como la historia y la geografía
de la ciudad, la historia de su biosfera urbana entre los siglos XV al XXI, el acceso al
agua, la problemática de la acumulación y recolección de la basura y temas derivados
de los derechos de la naturaleza, a la ciudad y de la ciudadanía a la naturaleza.
guzMáN, ivoNNE. La pintura social. Tres mujeres en el mundo del arte de los años 30.
Quito: UASB-E, 2021, 125 pp.
Se trata de un estudio histórico sobre la trayectoria artística de Alba Calderón,
Germania Paz y Miño y Piedad Paredes. Explora las condiciones sociales, políticas
y culturales que hicieron posible la emergencia de las artistas en un campo predo-
minantemente masculino, sus trayectorias biográcas y su producción artística, así
como el funcionamiento del campo artístico en la década de los treinta. La obra ins-
cribe a las artistas dentro de un contexto de transformación generacional en el terreno
del arte, y de sustantivos cambios sociales relacionados con la incorporación de las
mujeres en diversos aspectos de la vida del país, como el acceso al voto y su irrupción
en la esfera pública.
HidRovo, tAtiANA. Los sombreros de paja toquilla y sus creadores. Historia
del saber patrimonio de la humanidad. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar,
Sede Ecuador / Colegio de América, Sede Latinoamericana /
Corporación Editora Nacional, 2022, 114 pp.
Un estudio sobre los orígenes históricos y sociales del tejido de paja toquilla en
la provincia de Manabí que incorpora aspectos relacionados con la historia social,
Procesos 56, julio-diciembre 2022 217
la creación y difusión de un saber considerado como patrimonial y cosmovisiones
ancestrales relacionadas con los rituales de la luna. A estos aspectos incorpora el es-
tudio de los procesos de producción y mercantilización del sombrero desde la época
colonial hasta el siglo XX.
lANdázuRi, cARlos, EditoR. Historia de la comunicación social en el Ecuador
1895-1960. Vol. 2. Quito: UASB-E / Corporación Editora Nacional, 2022, 421 pp.
En este volumen se considera el desarrollo de la prensa escrita, la radiodifusión
y el cine ecuatoriano. Los estudios recogen aspectos como el auge de la prensa en el
contexto del régimen liberal. La trayectoria de los impresos y el periodismo entre
1925 y 1960. Además, se tratan los enfrentamientos protagonizados por la Iglesia
contra el laicisimo, en la clave de la prensa, la emergencia del periodismo y los pe-
riódicos en las provincias, la prensa gremial y los llamados periódicos alternativos.
Otro aspecto corresponde al devenir del cine ecuatoriano desde sus iniciales años y
la emergencia del quehacer en la radiodifusión.
oRtiz bAtAllAs, cEciliA. La evangelización del pueblo shuar en la Amazonía
ecuatoriana. Quito: FLACSO Ecuador / Abya-Yala, 2022, 302 pp.
Estudio sobre el proceso de evangelización shuar emprendido por la comunidad
salesiana, en el Vicariato Méndez, Gualaquiza. La red de relaciones entretejida por
el pueblo shuar con la Misión Salesiana y el ejército permite ver cómo se insertó a
la población indígena dentro del esfuerzo nacionalizador ecuatoriano durante los
primeros años del siglo XX. El estudio combina fuentes documentales y testimonios
e historias orales. Con este enfoque, la obra explica cómo se construye la presencia
del Estado en el espacio fronterizo shuar, la historiografía sobre la presencia estatal
en el suroriente del país, la contribución de las primeras misiones religiosas en el te-
rritorio. Además, considera la intervención civilizadora sobre la organización comu-
nitaria mediante la familia monógama y su asentamiento como parte del proceso de
colonización. También se estudian las Exposiciones Orientalistas Salesianas, el papel
de la población en relación con el conicto armado de 1941 y el servicio militar como
mecanismo de incorporación al Estado nacional.
uRibE tAboRdA, sAúl y HERibERto ERQuiciA, cooRdiNAdoREs. Etnohistorias
de América Latina y el Caribe. Quito: Abya-Yala /
Universidad Politécnica Salesiana, 2022, 412 pp.
La compilación presenta un conjunto de aportes teóricos y metodológicos, eva-
luaciones reexivas, procesos y técnicas de investigación y resultados de investiga-
ción realizados bajo el enfoque de la etnohistoria. Estos aportes se presentan reuni-
dos cronológicamente, en dos partes. La primera: “Etnohistorias de América Latina,
siglos XVI-XX” se han compilado contribuciones sobre los modos de resistencia y
lucha de las comunidades indígenas y negras, a partir de la experiencia de conicto
y conquista del siglo XVI en las regiones mesoamericana y andina. En la segunda
parte, “Historia, derecho, género y políticas en América Latina, siglos XX y XXI”, se
reúnen trabajos dedicados a las políticas culturales y la vida cotidiana de las mujeres
Procesos 56, julio-diciembre 2022 218
amazónicas ecuatorianas, un estudio sobre las Cartas Pastorales de monseñor Rome-
ro, los derechos culturales en El Salvador y la violencia contra las mujeres trans sal-
vadoreñas, además de un estudio comparativo sobre la historia de América antigua.
vARios AutoREs. Bicentenario de la Independencia del Ecuador.
Quito: Academia Nacional de Historia Militar, 2022, 452 pp.
Libro de gran formato, con dieciocho trabajos dedicados a la conmemoración de
los doscientos años de la batalla de Pichincha. Se establece el contexto de la batalla,
la instalación de la Junta Soberana del 10 de agosto de 1809, el territorio del Reino
de Quito a inicios del siglo XIX y el papel del coronel Carlos Montúfar en el estable-
cimiento de la segunda Junta de Quito, en 1810. Además, se presentan contribucio-
nes dedicadas a la promulgación de la Constitución Quiteña de 1812, las actitudes
políticas de Guayaquil hasta la proclamación de su independencia, el desarrollo de
la batalla de Pichincha desde el punto de vista militar, así como la participación de
actores sociales como las mujeres. Otros trabajos tienen que ver con los uniformes e
indumentaria usada por los cuerpos de combate y el papel de determinados perso-
najes. El libro subraya, además, en la importancia de la batalla para las posteriores
operaciones armadas de liberación, que culminaron en los combates de Ayacucho.
Coloquio internacional Independencias
e invenciones republicanas
El Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
(UASB-E) organizó el coloquio internacional “Independencias e invenciones republi-
canas. Guerra, ciudadanía y representación política en los países andinos. Bicentena-
rio de la batalla de Pichincha”, que se realizó del 28 al 29 de abril de 2022, mediante
videoconferencia. El seminario tuvo tres ejes temáticos: guerra, ciudadanía y repre-
sentación política y fue coordinado por Santiago Cabrera Hanna, con las exposiciones
de los profesores: Tomás Pérez Vejo (Instituto Nacional de Antropología e Historia
de México, INAH), Cristóbal Aljovín (Universidad Nacional Mayor de San Marcos),
Georges Lomné (Universidad Gustave Eiel), Oscar Javier Castro (Universidad de
São Paulo), Roger Pita (Academia Colombiana de Historia), Ángel Rafael Almarza
(Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo), Tatiana Hidrovo Quiñónez
(investigadora independiente), Ana Luz Borrero Vega (Universidad de Cuenca), Ro-
cío Rueda Novoa (UASB-E), Jairo Gutiérrez Ramos (Universidad Industrial de San-
tander), Alexandra Sevilla (investigadora independiente), Nohra Palacios (Ponticia
Universidad Javeriana, Cali) y Milagros Villarreal (UASB-E).
Exposición museográca sobre las religiosas
de clausura en la batalla de Pichincha
En el contexto de la conmemoración del bicentenario de la batalla de Pichincha,
el Museo del Carmen Alto inauguró la exposición temporal: “Intercesiones por la
libertad: Independencia y vida conventual”. La muestra permaneció abierta del 12
de mayo al 22 de agosto de 2022. Se enfocó en la participación de las mujeres de
clausura en los combates por la independencia, que se expresó en actividades espiri-
tuales de intercesión por la población y los combatientes inmersos en la guerra. Así,
a pedido del Mariscal de Ayacucho, la orden Carmelita Descalza de San José elevó
plegarias solicitando augurios antes de los combates del 24 de mayo. A través de este
acto edicante, las monjas de clausura tomaron posiciones políticas ante la crisis que
atravesaba la Audiencia de Quito.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 219-222. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
EVEntos
Procesos 56, julio-diciembre 2022 220
Simposio internacional por el bicentenario
de la Batalla de Pichincha
El Consejo Provincial de Pichincha y la Ponticia Universidad Católica del Ecua-
dor (PUCE), con el apoyo de varias instituciones y universidades del país, realizaron
el “Simposio internacional 200 años de construcción ciudadana: luchas, procesos y
desafíos”, del 10 al 12 de mayo. El simposio tuvo tres ejes: a) participación política,
ciudadanía y plurinacionalidad; b) memoria colectiva, espacialidad y disputa de sig-
nicados; c) representaciones, arte y visualidad, que se expresaron en mesas interdis-
ciplinarias y una charla magistral. De la misma manera, se preparó un concurso para
promover investigaciones estudiantiles dentro de los tres ejes ya referidos.
Conversatorio sobre las mujeres en la época colonial
El 19 de mayo, dentro del coloquio “Género, historia y memoria, se realizó en
FLACSO Ecuador el conversatorio “Mujeres en la Colonia”. Se presentaron tres con-
ferencias: “Linajes cacicales en la Audiencia de Quito: mujeres mitmas y locales”, pre-
sentada por Rosario Coronel (COMUNIDEC); “De patriarcados estériles a feminismos
plurales: una visión histórica colonial”, de Sara Guenguerich (Texas Tech University);
y “Las conguraciones patriarcales y la violencia de género: la Audiencia de Quito a
nes de la época colonial”, de Catalina León Galarza (Universidad de Cuenca).
Muestra museográca sobre el cuidado de heridos
y enfermos durante la batalla de Pichincha
El Museo de la ciudad presentó la exposición “Cuidado a los heridos de la Ba-
talla de Pichincha”, del 22 al 23 de mayo de 2022. La muestra fue un espacio para
comprender las dinámicas de salud en Quito durante las luchas de independencia
y, en especial, durante los combates del Pichincha. Al presentar estos aspectos, se
evidenciaron las complejas circunstancias por las que atravesó el Hospital de la Mi-
sericordia al brindar atención a los heridos de los bandos en conicto, tomar atención
de otras víctimas y, al mismo tiempo, atender la situación de epidemia que atravesa-
ba la ciudad. Esta perspectiva permite considerar las complejas situaciones sociales,
higiénicas y médicas que vivieron los habitantes de la ciudad.
FLACSO Ecuador realizó Escuela
de Verano sobre el Chimborazo
El Departamento de Antropología, Historia y Humanidades de FLACSO Ecua-
dor y LAGLOBAL realizaron la Escuela de Verano Chimborazo, del 3 al 10 de junio
Procesos 56, julio-diciembre 2022 221
de 2022. El objetivo fue brindar una visión crítica de los debates sobre historia global
y conectada de la historia natural, con énfasis en la circulación y signicación de
objetos y formas de conocimiento. Las clases estuvieron a cargo de los profesores
Jorge Cañizares-Esguerra y Mark Thurner. Participaron estudiantes provenientes
de Bolivia, Perú, México, Estados Unidos, Italia, Colombia, Honduras, Perú, Chile
y Ecuador.
Simposio sobre la independencia en Quito.
Homenaje a Jaime E. Rodríguez O.
Como parte de las reexiones motivadas por el bicentenario de la batalla del
Pichincha, el IPGH sección Ecuador convocó a un webinario sobre los procesos de
crisis imperial y emancipación del actual Ecuador, que se realizó entre el 15 y 16
de junio de 2022. Además, se realizó un reconocimiento a la trayectoria de Jaime E.
Rodríguez O., investigador que ha contribuyó a la renovación de los estudios so-
bre las independencias hispanoamericanas. Entre los expositores estuvieron: Susana
Aldana (Ponticia Universidad Católica del Perú), Ana Luz Borrero (Universidad
de Cuenca), Manuel Chust Calero (Universidad Jaume I, Castellón), Juan Cordero
Íñiguez (Cronista de la Ciudad de Cuenca), Ahmed Deidán de la Torre (Universi-
dad de Texas, Austin), Ivanna Frasquet (Universidad de Valencia), Patricio Guerra
(Archivo Histórico Metropolitano), Jairo Gutiérrez Ramos (Universidad Industrial
de Santander), Ángel Emilio Hidalgo (Universidad de las Artes), Tatiana Hidrovo
Quiñónez, Juan Maiguashca (Universidad de York y UASB-E), Jorge Moreno Egas
(PUCE e IPGH), Francisco Ortega (Universidad Nacional de Colombia, Bogotá), Ju-
lio Paltán López (IPGH y FLACSO Ecuador), Víctor Peralta Ruiz (CSIC), Luis Ervin
Prado Arellano (Universidad del Cauca) y David Sánchez, entre otros historiadores.
Conversatorio sobre las mujeres
entre nes de XIX y principios del XX
El 14 de septiembre de 2022, FLACSO Ecuador organizó el conversatorio “Eman-
cipación económica, organizaciones obreras y espacios domésticos de las mujeres en
el Ecuador. Finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX”, en el que participaron
Carmen Diana Deere, bajo el título “La respuesta de las mujeres a la Ley de eman-
cipación económica 1911”; Andrea Cuesta Tabaré, con “Las mujeres y los espacios
domésticos. Finales del siglo XIX y comienzos del XX”; y Erin O´Connor expuso “La
hegemonía de género y la modernización de los movimientos obreros (1895-1938)”.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 222
“Palo Quemado. Ajedrez minero en la casa común”,
presentación de película documental y conversatorio
El 15 de septiembre de 2022 tuvo lugar el estreno de la película documental Palo
Quemado.AjedrezMineroenlacasacomún, dirigida por Pocho Álvarez y producida por
Giovanni Paz (obispo de Latacunga). La proyección y conversatorio fue organizada
por el Área de Historia de la UASB-E y la diócesis de Latacunga, y estuvo abierto
a la participación de miembros de la comunidad de Palo Quemado (provincia de
Cotopaxi), investigadores, académicos y representantes de la sociedad civil. Entre los
expositores estuvieron Pocho Álvarez (director), Geovani Paz (productor), Melissa
Moreano y Santiago Cabrera Hanna (UASB-E) y Rosa Masapanta Cundulle (presi-
denta del GAD parroquial Palo Quemado). Luego de su estreno en la UASB-E, el
documental fue proyectado en varias comunidades del país en las que se realizan
prospecciones mineras.
El espacio geográco y su representación:
conceptos y temáticas
El Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH) sección Ecuador, el
Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) y la UASB-E organizaron las II Jor-
nadas Temáticas de Reexión y Diálogo. En esta ocasión se enfocaron en el espa-
cio geográco y su representación. Participaron como conferenciantes: David Acuro
Páez (Universidad de Cuenca), Santiago Cabrera Hanna (UASB-E), Henri Godard y
Giannina Zamora (UASB-E e IFEA), Daniel Oscar Lipp (Universidad Católica de Sal-
ta, Buenos Aires) y Oswaldo Almeida Padilla (ESPE). Estos especialistas abordaron
temas como: “De las economías mundo al sistema-mundo: análisis geohistórico”,
“La mundialización y sus consecuencias soioeconómicas”, “Los documentos como
herramientas para el análisis del discurso” y “Justicia espacial y determinación social
de la salud”. Las Jornadas se realizaron el 7, 14 y 21 de septiembre de 2022.
Webinario sobre la movilidad humana
y la construcción de su memoria
El IPGH sección Ecuador, con el auspicio de la Universidad San Francisco de
Quito (USFQ) y el grupo GEISA, llevó a cabo un webinario sobre la movilidad hu-
mana y su memoria. En este encuentro, que se realizó el 29 de septiembre de 2022,
participaron las investigadoras Adriana González Gil (Universidad de Antioquia,
Colombia), Cheryl Martens (USFQ) y Pilar Cruz Zúñiga (Universidad Pablo de Ola-
vide, Sevilla).
los autorEs
Patricio Aguirre Negrete (Ecuador). Antropólogo sociocultural por la Ponticia Uni-
versidad Católica del Ecuador (PUCE). Magíster en Estudios de la Cultura, con
mención Literatura Hispanoamericana por la Universidad Andina Simón Bolí-
var, Sede Ecuador (UASB-E). Actualmente es estudiante del programa de docto-
rado en Historia Latinoamericana en la misma universidad. Se ha especializado
en estudios literarios, historia del montañismo e historia de la ciencia.
Roger Castro Lagos (Chile / Ecuador). Obtuvo su maestría en Historia en la UASB-E.
Profesor en el Departamento de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad
de las Fuerzas Armadas (ESPE). Actualmente investiga sobre historia de la edu-
cación y textos escolares en el marco del Doctorado en Estudios en Antropología
Social, Historia de la Psicología y de la Educación, de la Universidad a Distancia
(UNED), España.
Ángel Francisco González Alulima (Ecuador). Abogado, magíster en Sociología His-
tórica por FLACSO Ecuador. Labora en el área de Derechos de la organización
Amazon Frontlines, en la defensa y promoción de derechos de comunidades indí-
genas, colectivos y de la naturaleza en la Amazonía ecuatoriana. Sus intereses de
investigación tienen que ver con el derecho, la sociología y la historia.
Lenin Guerra Pabón (Ecuador). Magíster en Historia por la UASB-E. Docente e in-
vestigador independiente. Sus temas de investigación son: la historia de las elec-
ciones, poder local, municipalismo y cultura política de la independencia en el
Ecuador.
Katerinne Orquera Polanco (Ecuador). Doctora en Historia Latinoamericana por la
UASB-E. Sus intereses de investigación tienen que ver con la historia de la pren-
sa y el espacio público en el siglo XX y la historia de las mujeres en el Estado
republicano. Ha publicado el libro Laagendaeducativaenelperíodoliberal-radical,
1895-1912. Editorialista de diario El Comercio de Quito desde octubre de 2021.
Tomás Pérez Vejo (México). Doctor en Geografía e Historia por la Universidad Com-
plutense de Madrid. Investigador y docente en distintas universidades europeas
y americanas. Actualmente es profesor-investigador en el Instituto Nacional de
Antropología e Historia de México y miembro del Sistema Nacional de Investi-
gadores, nivel III. Sus más recientes obras son: 3dejuliode1898.Elndelimperio
español (2020), Repúblicasurbanasenunamonarquíaimperial.Imágenesdeciudadesy
ordenpolíticoenlaAméricavirreinal (2018), España imaginada. Historia de la inven-
cióndeunanación (2015).
árbitros de este núMero
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia agradece
la participación de los evaluadores de este número.
Enrique Ayala Mora. UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador.Quito,
Ecuador.
María Elena Bedoya. UniversityofManchester.Mánchester,ReinoUnido.
Marc Becker. TrumanStateUniversity.Kirksville, Estados Unidos de Norteamé-
rica.
Guillermo Bustos. Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Quito,
Ecuador.
Gabriella Chiaramonti. Universidad de Padua. Padua, Italia.
Carolina Larco Chacón. Ponticia Universidad Católica del Ecuador (PUCE).
Quito, Ecuador.
Leoncio López-Ocón. Consejo Superior de Investigaciones Cientícas (CSIC).
Madrid, España.
Mónica Mancero. Universidad Central del Ecuador. Quito, Ecuador.
Ximena Sosa. Investigadora independiente. Quito, Ecuador.
Rosemarie Terán Najas. UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador.Qui-
to, Ecuador.
Milagros Villarreal. Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Quito,
Ecuador.
Luis Esteban Vizuete. El Colegio de México. Ciudad de México, México.
PolíticA EditoRiAl
aCerCa de la revista
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia es una publicación académica semestral
del Área de Historia de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. Se fun-
dó en 1991 con el objetivo de fomentar la profesionalización de la disciplina histórica
en Ecuador y América del Sur; y contribuir a la innovación de la investigación sobre
su pasado. Aparece con el auspicio de la Corporación Editora Nacional.
Publica artículos de investigación inéditos, en idioma español, que son previa-
mente evaluados por pares académicos anónimos, vinculados a centros de investiga-
ción de América Latina, Estados Unidos y Europa.
Cuenta con un Comité Editorial y un Consejo Asesor Internacional integrados por
académicos que laboran en universidades de Ecuador y otros países. El director de la
revista preside ambos comités. El editor se encarga de coordinar el proceso de evalua-
ción, y denir la secuencia y el contenido de los números. Cuenta con el concurso de un
Comité de Redacción compuesto por el editor, un editor adjunto y un asistente editorial.
La Corporación Editora Nacional se responsabiliza del diseño, armado e impresión.
La revista mantiene dos tipos de secciones, una permanente y otra ocasional. En
la primera constan Estudios, Debates, Reseñas, Referencias y Eventos; mientras que en la
segunda se incluyen Obituarios, Documentos, Traducciones, AulaAbierta,DiálogoCrítico
y Entrevistas.
Las secciones arbitradas por los árbitros anónimos son Estudios y Debates, que
regularmente componen la mayor parte de cada número. Ambas contienen avan-
ces o resultados nales de investigaciones; balances historiográcos; discusiones
temáticas, teórico-metodológicas, archivísticas e interdisciplinarias; así como inter-
venciones sobre debates especícos. La extensión de los artículos diferencia ambas
secciones. En Estudios y Debates se incluyen contribuciones de hasta 12 mil y 10 mil
palabras, respectivamente. El Comité de Redacción puede aceptar contribuciones
que superen ese límite en casos excepcionales. Las restantes secciones son evaluadas
por el editor y el Comité Editorial.
Normas para autores, pares anónimos y editores
1.Sobrelapresentacióndeartículos
Se reciben artículos de investigación, inéditos, en castellano, y cuyo contenido se
inscribe en la descripción de las secciones Estudios y Debates, incluida en la sección
“Acerca de la revista”.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 225-237. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Procesos 56, julio-diciembre 2022 226
Los textos presentados para publicación no deben haber sido remitidos a ningu-
na otra publicación, de manera simultánea. Por lo tanto, se asume que están libres de
compromisos editoriales.
No hay fechas especícas de recepción de trabajos para los números de tema
libre, estos son procesados de acuerdo con el orden de llegada o según la invitación
que se formule. En cambio, el cronograma de números monográcos se dene entre
el editor de Procesos y el coordinador del dossier.
Los autores de artículos y reseñas deben enviar sus trabajos por correo electró-
nico a la dirección procesos@uasb.edu.ec. Además del artículo propuesto, se debe
adjuntar un resumen en castellano de 100 palabras, un listado de ocho palabras clave,
y los datos del autor en 100 palabras, incluyendo su dirección electrónica, títulos aca-
démicos obtenidos, liación institucional, cargos actuales, tópicos de investigación y
tres últimas publicaciones.
Los manuscritos presentados deben seguir las normas editoriales del Manual
de Chicago Deusto (2013). Más adelante, en el apartado “Guía editorial”, se incluyen
ejemplos que ilustran estas pautas.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia no cobra tasas por envío de trabajos, ni
tampoco cuotas por la publicación de sus contribuciones (artículos y reseñas).
2. Obligaciones de los autores
Al presentar un artículo, un autor declara que la autoría le pertenece íntegramen-
te, y que respeta los derechos de propiedad intelectual de terceros. Si utiliza material
ajeno (fotografías, cuadros, mapas, grácos en general) debe incluir el crédito y la
autorización legal respectiva. Al suscribir la autoría también declara que la investi-
gación se condujo con honestidad y sin manipulación inapropiada de la evidencia.
Los autores suscriben el “Documento de autorización de uso de derechos de pro-
piedad intelectual”, que faculta a la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
dor, la reproducción y comunicación pública de este material. La aceptación permite
su publicación impresa y electrónica. El autor mantiene los derechos intelectuales
sobre su obra y se respetan los derechos de terceros. Procesos. Revista Ecuatoriana de
Historia está bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-Compartilingual 4.0.
En todas las publicaciones de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecua-
dor se propende a una expresión escrita que no discrimine a la mujer ni a ningún
grupo de la sociedad y que, al mismo tiempo, reconozca la historia, la estructura y la
economía de la lengua, y el uso más cómodo para los lectores y hablantes. Por tanto,
no se aceptarán usos sexistas o inconvenientes desde el punto de vista de la igualdad;
tampoco, por contravenir el uso estándar de la lengua, el empleo inmoderado de las
duplicaciones inclusivas, ni el morfema e, la @ (no es una letra) o la x para componer
palabras supuestamente genéricas.
3.Acercadelprocesodeevaluación
Todo artículo es evaluado por pares académicos anónimos. Por lo tanto, su autor
se obliga a tomar en cuenta el dictamen nal. Las modicaciones y/o correcciones so-
licitadas son vinculantes con la publicación, y deben ser absueltas en el plazo indica-
do. Una vez recibido el trabajo modicado, se le informará al autor de su aceptación,
Procesos 56, julio-diciembre 2022 227
así como del cronograma de publicación. La revista se reserva el derecho de realizar
correcciones de estilo a los trabajos aceptados.
Los pares anónimos externos examinan la calidad académica de los trabajos pro-
puestos en un marco de libertad de expresión, diálogo crítico y adhesión a principios
éticos.
Sobre esta base, cada contribución es evaluada por dos lectores anónimos. Para
el efecto, se emplea el “Formulario de evaluación” que se puede descargar del si-
guiente enlace: https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/about/formats.
En caso de que aparezca una contradicción en el dictamen de los árbitros, se buscará
un tercer evaluador dirimente. El editor y el Comité Editorial se reservan la última
palabra sobre la publicación de un texto.
No existe comunicación directa entre los evaluadores anónimos entre sí, ni entre
estos y el autor del trabajo. La comunicación entre ellos está mediada por el editor.
Los árbitros tienen un plazo aproximado de cuatro semanas para efectuar la
evaluación. Por su parte, los autores disponen de dos semanas para incorporar las
observaciones.
Las reseñas, solicitadas o recibidas, son evaluadas por el editor y el Comité Edito-
rial. Pueden versar sobre libros que hayan sido publicados en los últimos cuatro años.
4. Responsabilidad de los editores
El editor y el Comité Editorial tienen el encargo de llevar a la práctica las políti-
cas editoriales de Procesos. Estas se orientan a asegurar la calidad del material publi-
cable, fomentar la innovación de la investigación histórica, alentar el debate académi-
co, preservar la libertad de expresión, aplicar el proceso de evaluación y publicación
dentro de un marco de rigor y valores éticos, y armar, en lo posible, la integridad
académica del material publicable.
La coordinación de los procedimientos inherentes a la recepción, evaluación y
aceptación de una contribución presentada a Procesos corresponde al editor. La acep-
tación o rechazo de un artículo se realiza únicamente a partir del criterio de calidad
e integridad académica. Al editor también le corresponde la obligación de publicar
enmiendas o recticaciones.
En caso de presentarse un conicto de intereses, este será resuelto dentro del
marco de las políticas editoriales, a cargo de una comisión de tres integrantes: uno
del Comité Editorial y dos del Comité Asesor Internacional.
5. Sobre plagio
Como parte de los estándares de calidad y rigurosidad académica que con-
templa Procesos, cuando se detecta un plagio el manuscrito es rechazado e inme-
diatamente devuelto a su autor. Con ello, el proceso de evaluación del material
queda interrumpido denitivamente. Esta decisión es inapelable. Se espera que
los interesados en remitir contribuciones enmarquen su ejercicio investigativo en
los principios de honestidad intelectual, rigurosidad académica y buenas prácticas
editoriales. Es recomendable que, antes de postular una contribución, los autores
empleen todos los recursos necesarios, incluyendo herramientas informáticas y
softwareantiplagio.
EditoRiAl Policy
about the Journal
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia is a biannual academic publication of the De-
partment of History of the Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador. It was esta-
blished in 1991 with the objective of promoting the professionalization of the historical dis-
cipline in Ecuador and South America; and to contribute to the innovation concerning this
region’s past. It appears thanks to the sponsorship of the Corporación Editora Nacional.
It publishes unedited research articles, in Spanish, that are evaluated previously by
anonymous academic peers, linked to centers of investigation throughout Latin Ameri-
ca, the United States and Europe.
It has an Editorial Committee and an International Advisory Council made up of
intellectuals that work in Ecuadorian universities and in other countries. The director
of the journal presides over both committees. The editor is in charge of coordinating the
evaluation process and dening the sequence and content of the issues. It also has the
support of an Editorial Board, composed by the editor, an assistant editor and an edito-
rial assistant. The Corporación Editora Nacional is responsable for the design, prepara-
tion and printing of each issue.
Each journal oers two types of sections, one permanent format and the other
occasional. The permanent format exhibits Studies, Debates, Only Book/reviews, Only
Books/references and Events; while the second occasional format includes Obituaries, Do-
cuments,Translations,OpenClassroom,CriticalDialogueandInterviews.
The sections put together by anonymous readers are Studies and Debates that normally
make up the majority of the content included in each issue. Both of these sections exhibit
previews or nal results of ongoing research projects; historiographic aairs; thematic dis-
cussions, methodological theory, catalogue archives and interdisciplinary matters; along
with interventions concerning specic debates. The sections entitled Estudios and Debates
publish contributions of up to 12,000 and 10,000 words, respectively. In exceptional cases,
the Editorial Committee may accept contributions with higher word counts. The other
sections are reviewed by the Editor and the Editorial Committee.
Norms/standards for authors, anonymous peers and editors
1. Concerning the presentation of articles
Procesos receives unedited research articles in Spanish whose content conforms to
the guidelines listed in the Studies and Debates sections that are included in the section
“About the journal”.
The texts presented for publication must have not been submitted to any other
publication at the same time. Therefore, it is assumed that the articles are free of any
kind of editorial compromise.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 229
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nated theme, those are processed according to the order that they arrive or according
to the invitation that is posed. On the other hand, the timetable of monographic issues
is established by the editor of Procesos and the dossier coordinator.
The authors of articles and summaries must send their articles by e-mail to the
e-mail address: procesos@uasb.edu.ec. Besides the proposed article, each autor must
include a summary in Spanish of 100 words, a list of eight key words, corresponding
information about the autor with a limit between 100 words, including the author’s e-
mail address, earned academic diplomas, institutional aliation, current job positions,
investigation topics and three recent publications.
The manuscripts presented must conform to the editorial norms of the Manual de
Chicago Deusto (2013). Later, in the heading “Editorial guide”, there are examples that
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hip, the autor also declares that their investigation was conducted with honesty and
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nomy of language, and the most comfortable use for readers and speakers. Therefore,
no sexist or inequitable usage will be accepted, nor will the immoderate use of inclusi-
ve duplications, nor morpheme e, @ (not a letter) or x to compose supposedly generic
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3. About the evaluation process
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writer has to accept the nal opinion of said anonymous evaluators. The solicited
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and each requested modication or correction need to be completed on time being
that each issue adheres to strict deadline parameters. As soon as Procesos receives the
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Procesos 56, julio-diciembre 2022 230
rrections concerning each article’s style if an article has been approved for publication.
The external anonymous peers examines the academic quality of each proposed
work in a framework of characteristics like: freedom of expression, critical dialogue
and adhesion to ethical principles.
Concerning this aspect, each contribution is evaluated by two anonymous readers.
To achieve this, the “evaluation form” can be downloaded from the following link:
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possible contradiction appears in the opinion of one or both of the evaluators, a third
decisive evaluator could be included to render a possible solution to quell any author’s
doubts concerning the evaluation procedure’s legitimacy. The Editor and the Editorial
Committee have the nal say concerning each proposed article’s publication.
There isn’t any communication between either anonymous evaluator neither will
the author be able to dialogue with either of the anonymous evaluators. The communi-
cation between each actor involved in the process is mediated by the Editor.
Each evaluator has an approximate evaluation term of four weeks. In turn, authors
have two weeks to make corrections or modications concerning feedback given by the
evaluators.
Summaries, solicited or received, are evaluated by the Editor and the Editorial Com-
mittee. They can be about books that have been published during the last four years.
4. Responsability of the Editors
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torial policies dictated by Procesos. Said policies are designed to assure the quality of pu-
blishable material, foster the innovation of historic investigation, encourage academic de-
bate, preserve freedom of expression, apply the evaluation and publication process with
rigorous and ethical values as its framework and conrm, when possible, the academic
integrity of publishable material.
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quality and academic integrity. It also falls upon the Editor to publish corrections or
rectications.
In the case of the occurrence of a conict of interest, this will be resolved following
guidelines established by editorial policy and carried out by a commision of three
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Committee.
5. About plagiarism
As for the high standards of scholarship and accuracy that are required by Procesos,
when plagiarism is found in a manuscript, it is immediately rejected and returned to its
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ded. This decision is unappealable. Because of this, it is expected that those wishing
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PolíticA EditoRiAl
sobre a revista
Procesos. Revista Equatoriana de Historia é uma revista acadêmica semestral, pro-
duzida pela Área de Historia da UniversidadeAndinaSimónBolívar,SedeEquador. A re-
vista foi criada em 1991, com objetivo de contribuir para a prossionalização do campo
da Historia no Equador e na América do Sul, além de apoiar a renovação dos estudos
sobre o passado dessa região. Procesos é publicada em parceria com a Corporação Editora
Nacional.
Procesos publica resultados de pesquisa, que sejam inéditos e em língua espanhola.
Essas contribuições são avaliadas por pareceiristas anônimos, que provêm de variados
centros de pesquisa da América Latina, Estados Unidos e Europa.
Procesos possui um Comitê Editorial e um Conselho Assessor Internacional, am-
bos formados por pesquisadores que trabalham no Equador, além de outros países. O
Diretor da revista preside os dois comitês. O Editor encarrega-se da coordenação do
processo de avaliação dos artigos e de controle da periodicidade e do conteúdo de cada
número. O editor conta com apoio de um Comité de Redacção integrado por o editor,
coeditor e de um assistente editorial. A Corporação Editora Nacional responsabiliza-se
pela diagramação e impressão do periódico.
Procesos tem duas seções, uma permanente e outra ocasional. Na primeira inclui:
“Estudos”, “Debates”, “Resenhas”, “Referencias” e “Eventos”. Na segunda secção
inclui: “Obituário”, “Documentos”, “Traduções”, “Aula Aberta”, “Diálogo Crítico” e
“Entrevistas”.
As seções avaliadas por pareceiristas anônimos são as dos “Estudos” e “Debates”.
Esses segmentos compõem a maior parte de cada número. Neles publicam-se avanços
e resultados nais de pesquisa; resenhas bibliográcas; discussões teórico-metodoló-
gicas, arquivistas e interdisciplinares, além de discussões sobre debates especícos.
Nas seções Estudios e Debates são permitidas contribuições de até 12 e 10 mil palavras,
respectivamente. Em casos excepcionais, a Comissão de Redação poderá aceitar contri-
buições que excedam esses limites. As demais seções são avaliadas pelo Editor e pelo
Comitê Editorial.
Submissão
1. Sobre a submissão
Recebem-se artigos inéditos de pesquisa e escritos em língua castelhana, cujo texto
esteja adequado às seções do periódico: “Estudos” e “Debates” (veja-se seção “Sobre
a Revista”).
Os trabalhos submetidos não devem estar sob avaliação de outra publicação. En-
tende-se que os textos estão liberados de outros compromissos editoriais.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 232
No caso das edições de tema livre, a Revista não têm datas especícas para sub-
missão. Estes são avaliados segundo a ordem de chegada ou convite. Ao contrário, o
cronograma dos números é estabelecido pelo Editor e pelo coordenador de cada dossiê.
Autores de artigos e resenhas devem submeter seus textos por e-mail: processos@
uasb.edu.ec. Além do artigo proposto, os autores devem acompanhar resumo do texto
em língua castelhana (100 palavras), oito palavras chave e dados pessoais em 100 pa-
lavras. Dados incluem: e-mail, titulação, vínculo institucional, cargos atuais, área de
pesquisa e três publicações recentes.
Os manuscritos submetidos devem ser padronizados, segundo as normas edito-
riais do Manual de Chicago Deusto (2013). Na secção “Guia editorial”, podem se consul-
tar exemplos dessas pautas.
Procesos: revista ecuatoriana de Historia não cobra taxas para submissão de obras,
nem taxas para a publicação de suas contribuições (artigos e revisões).
2. Obrigações dos autores
Quando um artigo é submetido, seu autor declara que a autoria do trabalho lhe
pertence integralmente, e que reconhece os direitos de propriedade intelectual de
terceiros. Se um artigo contêm materiais visuais como fotograas, quadros, mapas o
ilustrações em geral, os créditos e autorizações de uso devem estar inclusos. A decla-
ração da autoria supõe que a pesquisa foi conduzida com honestidade e sem manipu-
lação dolosa da evidência.
Autores assinam “Autorização de uso de direitos de propriedade intelectual”, que
permite reprodução e comunicação pública do material editorial pela Universidad An-
dinaSimónBolívar,SedeEcuador. Além disso, essa assinatura permite a publicação do
texto em formatos impresso e digital. O autor mantêm direitos intelectuais sobre sua
obra; os direitos de terceiros também estão garantidos. Procesos: Revista Ecuatoriana
de Historia têm licençamento Internacional Creative Commons Reconhecimento-Com-
partilingual 4.0.
Em todas as publicações da Universidade Andina Simón Bolívar, sede Equador, é
proposto uma expressão escrita que não discrimine as mulheres ou nenhum outro grupo
social e que, ao mesmo tempo, reconheça a história, a estrutura e a economia da lingua-
gem e seu uso mais confortável para leitores/as e falantes. Portanto, não serão aceitos
usos sexista ou inconveniente desde o ponto de vista da igualdade; nem por contrariar
o uso padrão da linguagem, o emprego imoderado de duplicações inclusivas, nem o
morfema e, o @ (não é uma letra) ou o x para compor palavras supostamente genéricas.
3. Sobre processo de avaliação
Todos os artigos são avaliados por pareceiristas anônimos. Ajustes e correções
solicitadas serão vinculadas à publicação do trabalho e devem ser incluídas no texto
dentro do prazo estabelecido.
Quando a versão corrigida do texto for recebida, a Revista informará a aceitação
do manuscrito ao seu autor, além do cronograma da publicação. O periódico reserva-se
o direito de fazer ajustes de estilo nos artigos aceitados.
Os pareceiristas anônimos avaliam a qualidade dos trabalhos submetidos em um
contexto de liberdade de expressão, dialogo crítico, seguindo princípios éticos e pro-
ssionais.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 233
Com base nesse princípio, cada contribuição será avaliada por dois pareceiristas
anônimos. Para essa avaliação, utiliza-se o “Formato de avaliação”, que poderá ser
acessado no link: https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/about/formats.
No caso de pareceres opostos, a Revista procurará um terceiro avaliador. Editor e
Comité Editorial têm a última palavra sobre a publicação de um texto.
Não existe comunicação direta entre os pareceiristas, nem entre estes e o autor do
texto. A comunicação entre eles será mediada pelo Editor.
Pareceiristas terão um prazo de três semanas para fazer a avaliação. Autores terão
um prazo de duas semanas para incluir comentários e ajustes indicados.
As resenhas serão avaliadas pelo Editor e pelo Comité Editorial. Estes textos po-
derão tratar de livros publicados nos últimos quatro anos.
4. Responsabilidade dos editores
O Editor e o Comité Editorial se encarregarão de respeitar as políticas editoriais
da Procesos. Essas politicas orientam-se para garantir a qualidade do material que for
publicado, garantir a inovação da pesquisa histórica, acompanhar o debate acadêmi-
co, preservar liberdade de expressão, aplicar os pareceres avaliativos em um ambiente
de rigor e valores éticos e preservar a integridade dos materiais publicados.
A coordenação da submissão, avaliação e aceite de um texto apresentado para a
Procesos é responsabilidade do Editor. A aceitação ou rejeição de um artigo acontece
seguirá os critérios de qualidade e integridade acadêmica. Além disso, a publicação de
reticações ou correções, se for o caso, é responsabilidade do Editor.
Se houver conito de interesses, este será resolvido dentro das políticas editoriais
da Revista, por meio de uma comissão integrada por três membros: um do Comitê
Editorial e dois do Comitê Assessor Internacional.
5.Sobreplágio
Como parte dos padrões de qualidade e rigor acadêmico aplicado pela Procesos,
ao ser identicado plágio, o manuscrito é recusado e imediatamente devolvido ao seu
autor/à sua autora. Com isso, o processo de avaliação do material submetido é inte-
rrompido permanentemente. Essa decisão é inapelável. Espera-se que as contribuições
enviadas à revista estejam perfeitamente alinhadas aos princípios da honestidade inte-
lectual, do rigor acadêmico e das boas práticas editoriais. Recomenda-se que, antes de
enviar qualquer material, os/as autores/as empreguem todos os recursos necessários,
incluindo ferramentas de computador e softwares antiplágio.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 234
guía editorial
Los artículos propuestos para la sección Estudios deben observar el límite de 12
mil palabras; y para Debates un máximo de 10 mil, incluidas las notas de pie de pági-
na y la bibliografía. Se presentan a doble espacio, con márgenes de 2,5 cm, en formato
A4, letra TimesNewRoman, número 12, con sangrado en la primera línea de cada
párrafo.
Las citas textuales de más de cuatro renglones se colocan en un párrafo aparte, a
espacio seguido, con margen reducido y sin sangrado.
Las reseñas contienen hasta 1500 palabras.
Las notas de pie de página deben aparecer en números arábigos consecutivos, en
letra 10, según las pautas de citación indicadas abajo.
Al nal de cada artículo se incluyen los repositorios consultados y la bibliografía
empleada, con sangría francesa.
Los artículos pueden incluir hasta dos niveles de subtítulos.
En los casos de reproducción del segmento de una cita, o si a esta le faltan pala-
bras y/o aparecen ilegibles, se recurre a la colocación de corchetes con puntos sus-
pensivos [...]. También se emplean los corchetes para incluir letras o palabras que
completen el sentido.
Para referir otras fuentes debe emplearse la palabra “véase”. Evitar los usos de
“vid.”, “ver” o “cf.”.
Las palabras en latín u otro idioma van en cursivas.
La primera vez que se use una referencia que tenga abreviatura, debe constar
el nombre completo, seguido de la sigla entre paréntesis. Luego solo se usará esta
última.
Todas las tablas, grácas o ilustraciones deben contar con un pie de identica-
ción, una numeración consecutiva y, en caso de remitirlas en archivo adjunto, incluir
la referencia del lugar especíco de inserción en el texto.
Los archivos de fotografías o ilustraciones deben entregarse en formato digital
adjunto (300 DPI).
Pautasdecitación
A partir del número 39, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia sigue el sistema de
“notas y bibliografía” del Manual de Chicago Deusto (Bilbao: Universidad de Deusto,
2013). A continuación se presentan ejemplos sobre la forma de citación. Se emplean
las siguientes abreviaturas: nota completa (N); nota abreviada (NA); y bibliografía (B).
Libros
Un solo autor
(N) Jean-Paul Deler, Ecuador: del espacio al Estado nacional, 2.a ed. revisada (Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/Instituto Francés de Estu-
dios Andinos/Corporación Editora Nacional, 2007), 124-126.
(NA) Deler, Ecuador: del espacio..., 250.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 235
(N) Inmediata. Ibíd., 114.
No usar las expresiones “íd.”, ídem”, “art. cit.”, “loc. cit.”, “op. cit.”
(B) Deler, Jean-Paul. Ecuador: del espacio al Estado nacional. 2.a ed. revisada. Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/Instituto Francés de Estu-
dios Andinos/Corporación Editora Nacional, 2007.
Dos o tres autores
(N) Carlos Sempat Assadourian, Guillermo Beato y José Carlos Chiaramonte, Ar-
gentina: De la conquista a la independencia, vol. 2 (Buenos Aires: Paidós, 1992),
192-198.
(NA) Assadourian, Beato y Chiaramonte, Argentina: De la conquista..., 124.
(B) Assadourian, Carlos Sempat, Guillermo Beato y José Carlos Chiaramonte. Ar-
gentina: De la conquista a la independencia. Vol. 2. Buenos Aires: Paidós, 1992.
Cuatro o más autores
N) Magdalena Bertino et al., Laeconomíadelprimerbatllismoylosañosveinte.Auge
ycrisisdelmodeloagroexportador(1911-1930), t. III de HistoriaEconómicadelUru-
guay (Montevideo: Fin de Siglo/Instituto de Economía, Universidad de la Re-
pública/Banco Central del Uruguay/Banco República, 2005), 62.
(B) Bertino, Magdalena, Reto Bertoni, Héctor Tajam y Jaime Yaé. Laeconomíadel
primerbatllismoylosañosveinte.Augeycrisisdelmodeloagroexportador(1911-
1930). T. III de Historia Económica del Uruguay. Montevideo: Fin de Siglo/
Instituto de Economía, Universidad de la República/Banco Central del Uru-
guay/Banco República, 2005.
Artículos
Capítulo de libro
(N) Alonso Valencia, “Importancia de Sucre en la historia de Colombia”, en Sucre
soldado y estadista, ed. por Enrique Ayala Mora, 2.a ed., 53-73 (Quito: Univer-
sidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/Corporación Editora Nacional,
2009), 164.
(NA) Valencia, “Importancia de Sucre...”, 280.
(B) Valencia, Alonso. “Importancia de Sucre en la historia de Colombia”. En Sucre
soldado y estadista, editado por Enrique Ayala Mora, 2.a ed., 53-73. Quito: Universi-
dad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador/ Corporación Editora Nacional, 2009.
Artículo de revista
(N) Daniel Gutiérrez Ardila, “El arrepentimiento de un revolucionario: José Ma-
nuel Restrepo en tiempos de la Reconquista (1816-1819)”, Anuario Colombiano
de Historia Social y de la Cultura 40, n.º 2 (julio-diciembre 2013): 54-56.
(NA) Gutiérrez Ardila, “El arrepentimiento...”, 74.
(B) Gutiérrez Ardila, Daniel. “El arrepentimiento de un revolucionario: José Ma-
nuel Restrepo en tiempos de la Reconquista (1816-1819)”. Anuario Colombiano
de Historia Social y de la Cultura 40, n.º 2 (julio-diciembre 2013): 49-76.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 236
Publicaciones obtenidas de Internet (con referencia DOI)
(N) Nicolás Quiroga, “Blogs de historia: usos y posibilidades”, HistoriaCrítica, n.º
43 (ene.-abr. 2011): 73, doi:10.7440/histcrit43.2011.05.
(B) Quiroga, Nicolás. “Blogs de historia: usos y posibilidades”, HistoriaCrítica, n.º
43 (ene.-abr. 2011): 62-80, doi:10.7440/histcrit43.2011.05.
Publicaciones obtenidas de Internet (con referencia URL)
(N) Amy Taxin, “La participación de la mujer en la Independencia: el caso de Ma-
nuela Sáenz”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 14 (1999): 86, http://
revistaprocesos.ec/ojs/index.php/ojs/article/view/323/390.
(B) Taxin, Amy. “La participación de la mujer en la Independencia: el caso de
Manuela Sáenz”. http://revistaprocesos.ec/ojs/index.php/ojs/article/
view/323/390.
Artículosdeprensa(conrmadeautor)
(N) Luciano Andrade Marín, “El remiendo en el cuartel de los Limeños”, El Co-
mercio, 1 de junio de 1964: 4.
(B) Andrade Marín, Luciano. “El remiendo en el cuartel de los Limeños”. El Co-
mercio. 1 de junio de 1964, 4.
Artículosdeprensa(sinrmadeautor)
(N) “La cuestión muelle de Guayaquil”, ElTelégrafo, 28 de septiembre de 1920: 1.
(B) ElTelégrafo. “La cuestión muelle de Guayaquil”. 28 de septiembre de 1920: 1.
Tesisydocumentosinéditos
(N) Rocío Rueda Novoa, “De esclavizados a comuneros en la cuenca aurífera
del Río Santiago-Río Cayapas (Esmeraldas). Etnicidad negra en construc-
ción en Ecuador siglos XVIII-XIX” (tesis de doctorado, Universidad Andina
Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2010), 30, http://repositorio.uasb.edu.ec/bits-
tream/10644/2815/1/TD011-DH-Rueda-De%20esclavizados.pdf.
(B) Rueda Novoa, Rocío. “De esclavizados a comuneros en la cuenca aurífera
del Río Santiago-Río Cayapas (Esmeraldas). Etnicidad negra en construc-
ción en Ecuador siglos XVIII-XIX”. Tesis de doctorado. Universidad Andi-
na Simón Bolívar, Sede Ecuador. 2010. http://repositorio.uasb.edu.ec/bits-
tream/10644/2815/1/TD011-DH-Rueda-De%20esclavizados.pdf.
Entrevistas publicadas
(N) François Hartog, entrevistado por Renán Silva, HistoriaCrítica, n.º 48 (sep.-dic.
2012): 209.
(B) Hartog, François. Entrevistado por Renán Silva. HistoriaCrítica, n.º 48 (sep.-
dic. 2012): 208-214.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 237
Comunicaciones personales
(N) Frank Salomon (docente de la Universidad de Winsconsin, Madison), en con-
versación con el autor, junio de 2013.
Fuentes inéditas de archivo
(N) José Gabriel Pérez, “Informe al Mariscal Antonio José de Sucre, Yntendente
del departamento de Quito”, Guayaquil, 29 de julio de 1822, Archivo Nacio-
nal del Ecuador (ANE), fondo Presidencia de Quito, caja 595, . 28-33.
Archivos consultados
Deben presentarse al nal del artículo, antes de la bibliografía consultada:
Archivo Nacional del Ecuador (ANE).
Fondo Presidencia de Quito.
Fondo Notarial.
Archivo Metropolitano de Historia de Quito (AMHQ).
Sección Secretaría Municipal.
Sección Sindicatura o Procuraduría.
Contacto:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
Toledo N22-80
Código postal: 170525
E-mail: procesos@uasb.edu.ec
Teléfono: (593 2) 299 3634
Quito, Ecuador
Consulte la guía editorial en inglés y portugués en:
https://revistas.uasb.edu.ec/index.php/procesos/about/formats.
43
JULIO-DICIEMBRE DE 2022
HISTORIA Y SOCIEDAD
Departamento de Historia
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas
Universidad Nacional de Colombia
Sede Medellín ISSN: 0121-8417 / E-ISSN: 2357-4720 / DOI 10.15446/hys
“El botafuego que volcaniza la nación”:
formación de un marco discursivo común sobre libertad
de imprenta en papeles públicos en Colombia
y la República de Nueva Granada (1821-1851)
Juan-Carlos Vélez-Rendón
https://doi.org/10.15446/hys.n43.95502
La península Goajira y las leyes de “piedad Ilustrada” del
Estado de Venezuela durante la primera mitad del siglo XIX
Pablo-Nigal Palmar-Paz
https://doi.org/10.15446/hys.n43.97283
“Yo te conjuro por san Pedro…”: prácticas mágicas
y vida cotidiana en mujeres de origen africano en la
Inquisición de Cartagena durante el siglo XVII
Angélica-María Molina-Bautista
https://doi.org/10.15446/hys.n43.97565
Documentos / Documents
Bucaramanga 400 años. Indios pobladores antes
(1622) y después (1657) de su “fundación”
Luis-Rubén Pérez-Pinzón
https://doi.org/10.15446/hys.n43.102127
Reseñas / Reviews / Resenhas
Eric Hobsbawm. Sobre América Latina ¡Viva la Revolución!
Adrián-Alejandro Almirón
http://doi.org/10.15446/hys.n43.87681
María Antonia Peña y Marta Bonaudo, dirs.
Historia cultural de la corrupción política. Prácticas,
escenarios y representaciones contemporáneas
Silvana Ferreyra-Cabot
http://doi.org/10.15446/hys.n43.96655
Alejandro Garay Celeita. Constelaciones visuales: la mirada
del viajero durante el siglo XIX en Colombia
Verónica Uribe Hanabergh
http://doi.org/10.15446/hys.n43.102826
Editorial
Carta a los lectores
Orián Jiménez Meneses y Daniela López Palacio
Tema libre / Open topic / Tema livre
El “hombre nuevo” y el Ministerio de Educación
y Salud de Río de Janeiro (1930-1945)
Gustavo Vallejo
https://doi.org/10.15446/hys.n43.87641
La escucha de una ciudad moderna. Una historia del ruido
en Buenos Aires (1901-1944)
Facundo Petit
https://doi.org/10.15446/hys.n43.99279
Fotoramas: Jorge Obando y la fotografía panorámica
de los años treinta en Colombia
Juanita Solano-Roa
https://doi.org/10.15446/hys.n43.99707
La profesión médica en la regulación del mercado
terapéutico en Colombia (1895-1948)
Victoria Estrada-Orrego, Víctor García-García y Jorge
Márquez-Valderrama
https://doi.org/10.15446/hys.n43.99652
Insurgencia en prensa periódica de Medellín y Bogotá en la
década de 1960: ¿un peligro para la estabilidad del Estado?
Juan-Daniel Guisao-Álvarez
https://doi.org/10.15446/hys.n43.99699
Nostalgia por el imperio y nacionalismo paraguayo:
el pensamiento del embajador español Ernesto Giménez
Caballero en Revelación del Paraguay
Eduardo Tamayo-Belda
https://doi.org/10.15446/hys.n43.99931
Léxico sobre el uso de dulces en el virreinato del Nuevo
Reino de Granada y en la primera república colombiana
Rosa-Isabel Zarama y Cecilia Restrepo-Manrique
https://doi.org/10.15446/hys.n43.98881
Facultad de Ciencias Humanas y Económicas
Sede Medellín
Contacto y canje
Carrera 65 No. 59A-110, edificio 46,
oficina 108, CP 050034
Medellín, Antioquia, Colombia
Teléfono: (57-4) 4309000 Ext: 46282
Correo electrónico:
revhisys_med@unal.edu.co
Sitio web:
http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc
ECUADORDEBATE

Nº116
CentroAndinodeAcciónPopularQuito-Ecuador,Agosto2022
COYUNTURA
ElParoNacionaldejunio2022¡OtravezlaCONAIE!
Conflictividadsocio-política:Marzo-Junio2022
TEMACENTRAL
Derechosdelanaturalezayderechoshumanos
Deobjetoasujetodederechos:lanaturalezaenlajurisprudenciadelaCorteConstitucional
delEcuador
Losderechosdelanaturalezaenperspectivaintercultural:losdesafíosdeunajusticiaecológica
decolonial
Consentimientodelascomunidadesindígenasylanaturalezacomosujetodederechos:las
sentencias“TriángulodeCuembi”y“Sinangoe”
Losfundamentoséticosqueentretejenlosderechosdelosanimalesydelanaturaleza:unarevisión
alaSentenciasobrelaMonaEstrellita
DerechosdelanaturalezaenColombia:elcasodelríoAtrato
Losderechosdelanaturalezaenelcontextojurídicoeuropeoycomparado
LateoríasistémicadelderechoenlajurisprudenciadelaCorteConstitucional
DEBATEAGRARIO-RURAL
Organizacióncampesinaimagenyrealidad
ANALISIS
IniciosyllegadadelaSociologíaalEcuador.Notasparasuhistoria
¿QuépasóenlacalleLoja?:estigmayCOVID-19
RESEÑAS
IndianidadevanescenteenlosAndesdeEcuador
Laaleacióninestable.OrigenyconsolidacióndeunEstadotransformista:Ecuador,1920-1960
Estado,agroyacumulaciónenelEcuador:unaperspectivahistórica
Suscripciones:Anual3números:US$51EcuadorUS$21
Ejemplarsuelto:ExteriorUS$17.00EcuadorUS$7.00
Redacción:DiegoMartíndeUtrerasN28-43ySelvaAlegre;Teléfono2522763
Correoelectrónico:caaporg.ec@uio.satnet.net
Quito-Ecuador
HiSTOReLo.
Revista de Historia Regional y Local
Facultad de Ciencias
Humanas y Económicas
Indexada en:
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entre otras.
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E- ISSN: 2145-132X
Vol 14, No. 31
Septiembre - diciembre
de 2022
EDITORIAL
Movimientos sociales iberoamericanos en la historia reciente
Álvaro Acevedo-Tarazona / Sergio-Arturo Sánchez-Parra
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.101574
Del movimiento social de mujeres de Medellín (Colombia)
a la incidencia política. El caso del movimiento político
Estamos Listas
Mary-Luz Alzate-Zuluaga / Luz-Margarita Cardona-Zuleta
Yulieth Carvajal-Londoño
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.96294
Luchas y resistencias en la historia reciente protagonizadas
por mujeres afrodescendientes: Red de Mujeres
Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora en 1992
Lucía Busquier
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.96046
Ex braceros mexicanos. Un movimiento social
transnacional de (ex) migrantes
Abel Astorga-Morales / Philippe Schaffhauser-Mizzi
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.95464
De la acción comunal a la acción colectiva: la movilización
social de los pescadores santafesinos en la conflictividad
territorial del río Paraná (2000-2020)
Diego Roldán / Marcos Urcola
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.95490
De la toma al cabildo: biografías del movimiento
estudiantil (2006-2011) como recurso sociopolítico
durante el estallido social en Chile (2019)
Pablo Santibáñez-Rodríguez
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.96307
Ecos del 15-M. PODEMOS y su práctica política:
Vamos, las Moradas y los Círculos
Óscar-Ramón López-Carrillo
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.96346
¿Recomposición del sindicalismo en México en la era
neoliberal? El caso del Movimiento Obrero Matamorense
(MOM 20/32), 2019-2021
Boris-Jean-Marie Differ / Alejandra-Carolina Díaz / Jakes Iñarra
https://doi.org/10.15446/historelo.v14n31.96316
ARTÍCULOS
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85
Julio-septiembre 2022
Acceso abierto
Tema abierto
Fraude scal y contrabando de metales en el Nuevo Reino de
Granada. El caso de las minas de Pamplona durante el siglo xvii · 3-26
Nectalí Ariza Ariza, Universidad Industrial de Santander, Colombia
“Un autómata de erro”: máquinas de coser, ropa hecha y
experiencias de trabajo en la ciudad de Buenos Aires en la segunda
mitad del siglo xix · 27-50
Gabriela Mitidieri, Universidad de Buenos Aires e Instituto Alfredo L. Palacios
Reputación, racismo, género y honor en las cortes municipales de la Ciudad
de Panamá, 1914-1917 · 51-74
Joan Flores-Villalobos, University of Southern California, Estados Unidos
La alianza cubano-soviética y sus desafíos para el tercerismo
uruguayo en la primera mitad de los años sesenta: una mirada desde
los archivos de la inteligencia checoslovaca · 75-98
Michal Zourek. Universidad Mendel de Brno, República Checa
País sediento: Estado, agua y la “guerra contra la sequía” en Chile en
la década de 1960 · 99-118
Fernando Purcell, Ponticia Universidad Católica de Chile
Tema abierto
Universidad de los Andes · Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Historia y Geograa
Bogotá, Colombia
Dirección: Cra. 1 n.° 18 A-10, Ed. Franco, piso 4, ocina G-417 · Bogotá, Colombia
Teleléfono: +57 (601) 339 49 49 ext. 3716
Correo electrónico: hcritica@uniandes.edu.co
Sitio web: http://historiacritica.uniandes.edu.co
86
Octubre-diciembre 2022
Acceso abierto
Dossier: Historias de violencia sexual en la
América Latina de los siglos  y 
Histories of Sexual Violence in Nineteenth and Twentieth Century
Latin America:An Introduction · 3-16
Daniel J.R. Grey, University of Hertfordshire, 
Eliza Teixeira de Toledo, Casa de Oswaldo Cruz (Fiocruz), Brasil
Violencia sexual en Yucatán, 1830-1875 · 17-38
Izaskun Álvarez Cuartero, Universidad de Salamanca, España
El atentado al pudor y la violación de niños en México a través
del periódico El Foro (1873-1899) · 39-58
Pamela Loera, Universidad Iberoamericana, Ciudad de México
e Coloniality of Law in Peru: Legal Positivism, Rape &
Racialized Morality in Early Twentieth Century Courts · 59-80
Laura Bunt-MacRuryl, University of Glasgow, Scotland, 
El violador es la verdad del grupo: sicopolítica de la violencia
sexual en los centros de tortura (Chile, 1974-1976) · 81-106
Jorge Pavez Ojeda, Universidad de Tarapacá, Chile
Historias de violencia
sexual en la América Latina
de los siglos  y 
Número 20 (Julio-Diciembre, 2022)
–Edición conmemorativa - 10 años–
Investigación
Radio y frontera norte. Empresarios mexicanos y su público de radioescuchas en Estados Unidos
durante los años treinta, por Sonia Robles
Prostitutas, ladrones y hampa urbana en la Ciudad de México a inicios del siglo XX: el caso de
Aurora Coronado, alias “la Piturris”, por Ignacio Ayala Cordero
Los Felipitos. Revisionismo e historia queer de Colombia, por Felipe César Camilo Caro-Romero
Hacer la temporada”: mujeres y hombres de Santiago del Estero en el mercado de trabajo del
turismo marplatense (Argentina, segunda mitad del siglo XX), por Inés Pérez
Del internacionalismo tercermundista al movimiento colombiano por los derechos humanos:
continuidades y rupturas a finales de los años setenta del siglo XX, por Sebastián Hincapié Rojas
¿Castigar o reeducar? Debates parlamentarios, transformaciones jurídicas y legislación en torno
al sistema de protección de menores. Chile, 1912-1968, por Javiera Errázuriz Tagle
Los jóvenes estudiantes y la política: crisis universitaria en el Cusco, Perú (1924-1927),
por Alcides Daniel Sánchez de la Cruz y Luis Daniel Morán Ramos
Comparación del perfil social de los individuos acusados del delito de “infidencia” en las guerras
de independencia de México y Venezuela, 1809-1820, por Luz Mery Castellón Valdez
Emigración e identidad en el siglo XIX: el caso de los inmigrantes confederados en Brasil,
por Ricardo Pérez Gómez
Proudhon en México: recepción y debate de las ideas socialista a través de la prensa mexicana,
1848-1852, por César Gabriel Peña Ramírez
La Historia Social desde el presente (textos conmemorativos)
-Qual futuro para a História Social?, por Claudio H. M. Batalha
-La historia social hoy en Colombia, por Mauricio Archila Neira
-Reflections on History from Below, by Marcus Rediker
-Los nuevos sujetos rebeldes, por Carlos Illades
-El jardín de la Historia Social, por Mirta Zaida Lobato
-Repensar la Historia Social, por José Antonio Piqueras
Reseñas revistatrashumante.com
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revistatrashumante@udea.edu.co | trashumante.mx@gmail.com
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Colonial Latin American
Historical Review (CLAHR)
Énfasis: ÉPOCA COLONIAL EN
AMÉRICA LUSO-HISPANA
SOLICITAMOS SU PARTICIPACIÓN CON
estudios originales basados en fuentes de archivo,x. 25-30 págs.con notas alpie
de página. Envíe un archivo creado en Microsoft Word por correo electrónico
en inglés o español
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Correo postal: Dirección física/envíos de paquetería:
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MSC05 3020 Zimmerman Library
1 University of New Mexico 1 University of New Mexico
Albuquerque NM 87131-0001 USA Albuquerque NM 87131-0001 USA
Teléfono (505)277-1370 / Fax (505)277-4603
52
In Memoriam
Cuatro autores en tiempo presente
(Humberto E. Robles, Juan Valdano, Eliécer Cárdenas Espinosa,
Jorge Velasco Mackenzie).
Testimonios, legados y relecturas
María Auxiliadora Balladares
Boletín y elegía de las mitas
o la culminación de la vanguardia
indigenista en el Ecuador. Un ejercicio de lectura roblesiano
Michael Handelsman
Humberto E. Robles (1938-2021): amigo, colega, mentor
Modesto Ponce Maldonado
Juan Valdano: hablará por sí mismo siempre
Alejandro Moreano
Saga de bandoleros y novela histórica: la narrativa de Eliécer
Cárdenas
Luis A. Aguilar Monsalve
Polvo y ceniza
de Eliécer Cárdenas: originalidad y tradición del
héroe bandido
Cecilia Ansaldo Briones
Velasco Mackenzie para todos los tiempos
Crítica
Liliana Gastelbondo Bernal
Enfermedad y palabra en el poemario
Medicinas para
quebrantamientos del halcón
, de Eduardo Chirinos
Diana Valeria Balarezo Andrade
Ecocrítica: orígenes y fundamentos
Montserrat Arre Marfull
Raza y literatura en Iris: la serie histórico-memorialística
Alborada
y las representaciones raciales en una obra clave del
Espiritualismo de Vanguardia. Chile 1930-1946
Reseñas
II semestre
2022
Publicación semestral
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Va lor de la sus crip ción a nua l (dos semestres)
Ecua dor: USD 33,60
Di ri gir se a:
Pro ce sos. Re vis ta Ecua to ria na de His to ria
COR PO RA CIÓN EDI TO RA NA CIO NAL
Ro ca E9-59 y Ta ma yo. Qui to, Ecua dor.
Te fo no: (593 2) 255 4358, fax: ext. 12.
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Canje
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UNIVERSIDAD ANDINA SIMÓN BOLÍVAR,
SEDE ECUADOR
Toledo N22-80. Quito, Ecuador.
Teléfono: (593 2) 322 8094, fax: (593 2) 322 8426.
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Se acepta canje con otras publicaciones periódicas.
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Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
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América 59,40 93,00
Europa 61,60 95,20
Resto del mundo 64,00 97,60
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julio-diciembre 2022
ISSN: 1390-0099
e-ISSN: 2588-0780
Quito
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julio-diciembre 2022
56
julio-diciembre 2022, Quito
El Chimborazo entre las aproximaciones científicas
y culturales de Alexander von Humboldt (1802-1805)
y Edward Whymper (1880-1892)
PATRICIO AGUIRRE NEGRETE
Juramento constitucional y elecciones gaditanas
en el corregimiento de Otavalo, 1813
LENIN GUERRA PABÓN
Debates sobre la república en
El Quiteño Libre
.
Cultura política e impresos (1833-1834)
ROGER CASTRO LAGOS
El voto femenino: un episodio de la guerra cultural Estado-Iglesia.
Ecuador, 1928-1929
KATERINNE ORQUERA POLANCO
“Somos ecuatorianos, somos infelices, somos indios
i pleno derecho tenemos de la protección”: prácticas populares
de propiedad y justicia en la provincia de Loja entre 1925-1945
ÁNGEL GONZÁLEZ
Las guerras de independencia y el nacimiento
de los Estados-nación americanos, una reconsideración
TOMÁS PÉREZ VEJO
DIÁLOGO CRÍTICO • RESEÑAS • REFERENCIAS • EVENTOS
250 pp
12 mm