Procesos 52, julio-diciembre 2020
60
Andersen,
58
con lo que establece que más allá de la riqueza de los vestidos, es
necesario que quienes los vistan posean la calidad suciente para hacerlo.
59
Los objetos reejan en forma directa o indirecta, señalan Stephen Lubar y
David W. Kingery, las creencias de los individuos que los han comisionado,
fabricado, comprado o utilizado y, por extensión, las creencias de la sociedad
a la que pertenecen.
60
Las normas suntuarias que regulaban el empleo de las muestras de ri-
queza en la Hispanoamérica colonial, no son, sin embargo, infranqueables y
existen numerosos ejemplos de transgresiones, a veces toleradas y en otras
combatidas ferozmente. Las mujeres criollas vestían con prendas elaboradas
con telas variadas de origen foráneo, entre ellas: prusiana, imperiosa, griseta,
tafetán, terciopelo, glasé de seda, brocado, persiana, bayeta y rebozos de Cas-
tilla, tisú, riso, melania, lama, felpa, clarón, fustán, entre otras. Los guardarro-
pas incluyen prendas de color verde, amarillo, nácar, negro, lacre, carmesí,
sangre de toro, azul, lágrima de príncipe, clavel, piche, morado, maldone, car-
denillo, botón de rosa y otros. Apliques de franjas de plata de Milán, franjas
de oro, cintas de seda, melindres, chinchases de Bretaña, encaje de pluma,
trencillas, velillo, cintas de tisú de seda y cintas oreadas enriquecían aún
más los trajes (tabla 2). Por todo esto, no sorprende que la calidad y caracte-
rísticas del vestido fuesen juzgadas como inmorales: “El vestido de las seño-
ras, a más de ser de gran costo, es de gran licencia e inmodestia, tanto que
pienso que no podría inventarse cosa ni más diabólica ni más escandalosa”
opinó en 1757 Juan Domingo Coletti en su duro juicio a Quito.
61
La casi totalidad de sayas, faldas, blusas, faldellines, enaguas y jubo-
nes son confeccionadas por costureros o costureras y sastres locales, salvo
contadas excepciones, como quizá el ChelequiedeTissudeoro con sus franjas
de plata de Francisca Calisto que se valora en sesenta pesos y forma parte
de su dote.
62
No es infrecuente la presencia de cortes de tela para elaborar
prendas como parte de las dotes de las mujeres, ante la premura de otorgar a
la contrayente de bienes apropiados para su boda. En la dote de Buenaven-
tura Chiriboga para su matrimonio con el Dr. Agustín Valdivieso, su padre
expresó que por estar en el campo no pudo otorgarle carta dotal conforme
a derecho, y ella recibe pocas prendas de vestir: una saya, tres faldellines,
58. Daniel Miller, Stu(Cambridge: Polity Press, 2016).
59. Bonialián, ChinaenlaAmérica...
60. Stephen Lubar y David W. Kingery, HistoryfromThings.EssaysonMaterialCulture
(Washington: Smithsonian Institution Press, 1993).
61. Juan Domingo Coletti, “Relación inédita de la ciudad de Quito”, en Quitoatravés
delossiglos, ed. por Eliecer Enríquez, vol. 2 (Quito: Imprenta del Ministerio de Gobierno,
1941), 59.
62. “Carta de dote de don Nicolás Antonio Vivanco...”.
-PRO52-10 feb color.indd 60 22/04/21 18:12