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Diálogo Crítico

DOI: https://doi.org/10.29078/procesos.n60.2024.5378

De revoluciones, de sus historias y tipologías en América Latina


On Revolutions, their History and Typologies in Latin America


Das Revoluções, de suas histórias e tipologias na América Latina


Manuel Chust ORCID

Universidad Jaume I de Castellón Castellón, España

Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, , n.º 60 (julio-diciembre 2024), 180-184. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780




Mantenía Álvaro Flórez Estrada, uno de los revolucionarios enconadamente liberales desde su pluma y la tribuna parlamentaria a lo largo del proceso revolucionario liberal burgués español (1808-1844), que "cuando la tiranía hace sentir toda su amargura [...] entonces se forman con facilidad las revoluciones". El diputado asturiano también hacía extensiva su exhortación al mundo americano pues, en su singular lucidez intelectual y política, ampliaba toda su propuesta liberal doceañista a una "liberación" de las, en esos momentos, aún colonias americanas de la monarquía española.

Es sabido que la categoría, que no solo concepto, "revolución" varió desde su asentada -y también "revolucionaria"- interpretación copernicana hasta instalarse en los planos ideológicos y políticos de las múltiples formas del liberalismo que, desde el último tercio del siglo XVIII, se desarrollaron en los dos continentes, el europeo y el americano. A partir de aquí, y como sabemos, destripar el carácter y la naturaleza de las "revoluciones" ha sido objeto de estudio, análisis y caracterización. Los revolucionarios franceses bastilleros dividieron el mundo en dos cuando inventaron la categoría Ancien Régime para caracterizar al mundo feudal que estaban superando y certificar con ello su acta de defunción.

La fórmula transformadora, rupturista, transitó a las propuestas del socialismo marxista. Con este, si bien en parte heredero de los planteamientos que bebían en una pléyade de pensadores -kantianos, hegelianos, volterianos- comenzó a quebrarse la interpretación de una historia evolucionista positiva, en donde la temporalidad marcaba los cortes de las evoluciones sociales, sin rupturas cualitativas. Se puso, por tanto, la esperanza, desde diversas estrategias, de acabar con las sociedades que ya se calificaban de "pretéritas" por injustas, pero también por ominosas y caducas. Lo cual devino en una visión histórica siempre en progreso, en avance hacia un mundo "nuevo" y, por tanto, necesariamente mejor.

Por supuesto que la dicotomía reforma/revolución empezó a tensionar al naciente y no bautizado como "nuevo régimen" liberal. En 1848, la crisis entre crecimiento y desarrollo, entre reformismo y revolución, se quebró cuando dos, no solo pensadores sino activistas, decretaron, también, la defunción del nuevo régimen capitalista que pugnaba por hacerse mundial cuando ni siquiera aún era plenamente europeo. Bastó un manifiesto. Pronto se convertiría en "el" Manifiesto que proclamaba el triunfo de la comunidad frente al individualismo posesivo y la quiebra, inevitable, del sistema económico que nacía y se autoproclamaba como el avance del progreso de la humanidad. También auguraban su muerte.

En realidad, tanto los liberalismos como los diferentes marxismos/en-gelismos y sus complementos leninistas, trotskistas y maoístas, fueron unos maestros del alquimismo ideológico, recopiladores de múltiples recetas desde Copérnico, mediante la elaboración de una potente fórmula ideológico-política-económica que establecieron y validaron como universal. Con ello destronaron al catolicismo de su mantra de tener el monopolio del universalismo salvador. Si bien este postergaba la redención social, como es sabido, más allá de la vida terrenal, al menos para la mayoría de la población que mostrara "mansedumbre de espíritu".

Desde entonces, la tipología y carácter de las múltiples formas de resistencia, rebeliones, revueltas, asonadas y un largo etcétera, se apropiaron o se les adjudicó el término, a veces inflacionario, de revolución, tanto para aglutinar fuerzas sociales como también para descalificarlas en sus acciones o conclusiones. Y en esa pugna interpretativa por discernir qué fue y qué no fue "revolución" entraron, desde el siglo XVIII, las consideraciones de los continentes no europeos, los calificados por las metrópolis como coloniales. Como sabemos, se inauguró otro escenario y, por consiguiente, en estos territorios se extendieron tácticas y estrategias que habían servido a los mismos revolucionarios europeos para liberarse de las cadenas opresoras. Un antiimperialismo revolucionario pugnó tanto contra el "antiguo régimen" monárquico absolutista como contra los Estados naciones metropolitanos que se convirtieron en imperios capitalistas.

Rescatar, tras las trompetas triunfales fukuyanistas que anunciaban finales de esta historia de desarrollo que provocaba el crecimiento y sus contradicciones, un volumen sobre las Revoluciones en la historia de América Latina tiene su mérito. Coordinado por el profesor Enrique Ayala, de la prestigiosa Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador (UASB-E), examina los procesos revolucionarios en doce países latinoamericanos que, en trece capítulos, recorren el continente americano desde la mitad del siglo XIX hasta los años 80 del siglo XX.

De esta forma, este volumen hace una retrospectiva de las revoluciones latinoamericanas más importantes, evidenciando su impacto no solo en cada uno de los respectivos países tratados, sino también a niveles continentales y, en varios casos, mundiales como la mexicana y cubana. Con un guion en buena parte similar, cada capítulo aborda la singularidad de la revolución estudiada desde la narrativa de su desarrollo, el análisis de esta, los actores involucrados, los conflictos centrales, los proyectos políticos para terminar con los cambios implementados o inconclusos y sus consecuencias.

Sin duda, Revoluciones en la historia de América Latina también nos devuelve a un más que importante, y casi olvidado, ejercicio de historia comparativa que destaca por sus enfoques innovadores y análisis originales. Textos que tuvieron su origen en la celebración del seminario "Revoluciones de América Latina", organizado por el Colegio de América y la UASB-E, en febrero de 2019. Coordinación científica y debate académico que se puede vislumbrar en el conjunto de la obra, en la que también hay que destacar que, si bien mantiene un rigor académico, está diseñada para un público amplio, ofreciendo un lenguaje accesible que facilita la comprensión de las distintas revoluciones en cada uno de los países. Sin duda, para los que conocemos el persistente propósito, casi misión histórica, tanto del profesor Ayala como de la UASB-E en la divulgación histórica, lejos de sorprendernos, podemos decir que es consecuente con una larga trayectoria identitaria que hace de esta difícil combinación un sello claro de los eventos y sus publicaciones resultantes.

La obra comienza rompiendo el eje cronológico aludido que, salvo este capítulo inicial, estructura todo el libro. Así el, primer texto de Alan Knight tiene como protagonista a la Revolución mexicana, la cual, tanto autor como editor, se proponen discutir su naturaleza, su comparación con otras revoluciones globales, como la francesa y la rusa. Knight destaca la influencia de actores colectivos y el contexto sociopolítico único de México, explorando similitudes y diferencias en sus trayectorias revolucionarias para concluir revelando cómo cada revolución responde a condiciones locales y globales específicas.

Prosigue el estudio sobre la Revolución de 1854, en el Perú, cuya autoría es de Claudia Rosas Lauro. En este texto se explora cómo el auge del comercio de guano desató corrupción y conflictos políticos en Perú, lo cual marcó la transición del país hacia el liberalismo, el impacto de estas luchas en la guerra civil y el desarrollo político.

Los dos siguientes estudios se adentran en el caso revolucionario colombiano. Alonso Valencia Llano examina el papel de la guerra en la construcción de la identidad nacional y sus repercusiones en una cohesión social. En especial, Valencia subraya la importancia que los conflictos bélicos tuvieron como instrumentos cruciales en la formación de identidades populares como paso a la construcción de un nacionalismo colombiano. Por su parte, el añorado Juan Marchena Fernández se adentra en los impactos revolucionarios de las guerras civiles en Colombia, concretamente a través de la icónica figura de Gaitán Obeso y las tensiones sociales y políticas de la costa Caribe.

El quinto estudio está suscrito por Enrique Ayala Mora, quien analiza el período de reformas liberales en el Ecuador durante la presidencia de Eloy Alfaro. La obra detalla cómo estas reformas impactaron en la estructura política, económica y social del país, promoviendo la modernización y el secularismo, lo cual devino en un duro enfrentamiento interior con la oposición conservadora y las presiones que recibió desde el exterior. Prosigue el estudio de Gerardo Gaetano, quien explora cómo las reformas progresistas transformaron Uruguay durante el cambio de siglo. Gaetano analiza el desarrollo del Estado social y la consolidación de la democracia republicana, destacando la forma en que las políticas de modernización y justicia social promovieron una transición pacífica hacia un sistema democrático robusto.

Bajo el título de "La Revolución guatemalteca (1944-1954)", Julieta Carla Rostica detalla cómo los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz impulsaron reformas progresistas que modernizaron la economía, no exentas de enfrentamiento con las resistencias que generaron internamente a las que se añadieron las presiones externas, especialmente de Estados Unidos. A destacar que este texto contextualiza estos eventos en el marco de la Guerra Fría y la lucha por la justicia social en América Latina, revelando el impacto duradero de la revolución en la política y la sociedad guatemalteca.

En "Los nueve peronismos: la revolución justicialista cortada a fetas (1933-2015)", octavo capítulo del volumen, Adrián Mercado Reynoso ofrece un análisis exhaustivo del fenómeno peronista en Argentina a lo largo de más de ocho décadas. Mercado desglosa cómo el peronismo ha evolucionado en distintas fases, desde su surgimiento con Juan Domingo Perón hasta sus múltiples reinvenciones que llegan a 2015. La obra examina cómo las distintas facciones y líderes han interpretado y adaptado el justicialismo en respuesta a cambios políticos, sociales y económicos, mostrando su impacto duradero en la historia argentina y su capacidad para moldear la política nacional.

Por su parte, Gustavo Rodríguez Ostria explora el impacto y la evolución de la Revolución Nacional de 1952 y su legado hasta 2009. El autor examina cómo la revolución, que transformó radicalmente la estructura social y política de Bolivia, enfrentó presiones internas y externas a lo largo de las décadas. La obra contextualiza los cambios profundos en la distribución de tierras y la nacionalización de industrias, mientras analiza la forma en que estos eventos han influido en la política boliviana y en la construcción de la identidad nacional.

El décimo capítulo corresponde a Eduardo Morales Gil, quien examina el crucial proceso de transformación política que marcó el final de la dictadura de Isaías Medina Angarita y el inicio de la democracia representativa en Venezuela. Analiza el modo en que el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945, liderado por el movimiento democrático, y la posterior instauración del gobierno de Rómulo Betancourt, sentaron las bases para un sistema político más inclusivo y participativo en el contexto de la dinámica regional y global de la posguerra mundial.

Prosigue uno de los temas estrella, como es la Revolución cubana, desde la pluma de Sergio Guerra Vilaboy. El artículo explora las causas, eventos clave y consecuencias del ascenso de Fidel Castro y su movimiento, así como el impacto en la política, la economía y la sociedad cubana. Se contextualiza la revolución dentro de la Guerra Fría y las relaciones internacionales, mostrando cómo Cuba pasó de ser una dictadura corrupta a un Estado socialista, y examina las implicaciones de estos cambios para la región y el mundo.

Pasamos de la Cuba revolucionaria al Chile allendista. De esta forma, Nicolás Ocaranza analiza el papel crucial de la reforma agraria y el movimiento campesino en la política chilena durante la presidencia de Salvador Allende. Ocaranza resalta cómo la implementación de políticas de redistribución de tierras y la movilización de los campesinos provocaron tensiones con los sectores conservadores y contribuyeron a la polarización política que precedió al golpe de Estado de 1973. El artículo ofrece una visión detallada de cómo las reformas agrarias fueron fundamentales en la transformación social y política de Chile, así como el colapso del gobierno de la Unidad Popular. Por último, Mónica Baltodano examina los desafíos y fracasos de la Revolución sandinista en Nicaragua, después de 1979. Baltodano, quien fue una figura clave en el movimiento, analiza cómo la promesa inicial de justicia social y reforma se desvió debido a conflictos internos, presiones externas y problemas de gobernanza.

En definitiva, Revoluciones en la historia de América Latina presenta un análisis comparativo, destacando su diversidad y el impacto en la transformación política y social de la región. A través de estudios detallados, la obra revela la importancia de los actores colectivos y el contexto, ofreciendo una visión accesible pero rigurosa de estos procesos históricos clave.

Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia
Quito, Ecuador.
ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780

Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
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