obituario
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 58 (julio-diciembre 2023), 187-191. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
Malcolm Deas, inglés caracterizado
y latinoamericano confeso (1941-2023)
Malcolm Deas, characterized English and a self-confessed
Latin American (1941-2023)
Malcolm Deas, caracterizado inglês e latino-americano confesso (1941-2023)
https://doi.org/10.29078/procesos.n58.2023.4634
el oxfordiano dediCado
Hacía observaciones lúcidas, preguntas incontestables y comentarios lle-
nos de humor picante. Como que había desarrollado el método de llevar la
contraria para conocer la verdad. Pero, ante todo, era un historiador de casta
con grandes conocimientos sobre la realidad de América Latina y un enorme
amor por ella. Malcolm D. Deas llegó a ser uno de los historiadores británi-
cos que mejor conoció nuestro continente, no solo porque lo estudió con de-
dicación toda su vida, sino porque lo visitó desde México hasta la Patagonia.
Llegó muy joven a Oxford desde su nativa Charminster, en Dorset, don-
de nació en 1941, y allí se quedó hasta su muerte. Se graduó en New College,
en 1962, luego fue miembro de All Souls College hasta 1966 y entonces se
trasladó a St. Antony’s College, donde pasó a ser fellow hasta su retiro. Fue
considerado un joven brillante y empezó como docente muy rápido. No ne-
cesitó el título doctoral para ejercer la docencia y por ello nunca se graduó
de doctor. Fue muy estimado en el colegio, donde ejerció varias funciones,
desde miembro del Governing Body a Wine Fellow. En el marco de la Universi-
dad, fue designado Proctor, una función centenaria como de inspector u o-
cial de orden, indenible para quien no vive la vida oxfordiana. Desempeñó
el cargo con soltura y a veces con solemnidad, vestido con la toga negra con
borlas que deben usar los proctors.
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Malcolm era miembro de St. Antony’s, un colegio internacional sui gene-
ris dedicado al posgrado, con fama de informal en Oxford. Sabía comportar-
se como un don (miembro docente). Seguía los procedimientos y tradiciones,
usaba el gown (toga) y el birrete tradicional. Desde joven proyectó su carac-
terística imagen: alto, modoso, atento, con traje oscuro y corbata, a veces
tapado por su viejo y ostentoso abrigo negro con cuello de piel. Solo lo vi de
“informal” cuando aceptó ponerse una guayabera en La Habana. Por años se
negó a cambiar su vetusto Mini Morris, que usaba muy poco y prestaba bas-
tante a sus alumnos necesitados. Se dio modos por combinar todo ello con su
ación e interés por Latinoamérica. Era un inglés descendiente de escoceses,
muy caracterizado y conservador, pero se lo sentía bastante latinoamericano,
incluso por las frases típicas y modismos que usaba en castellano con un
horroroso acento angloparlante, que no perdió nunca, entre otros motivos
porque no quiso hacerlo. Eso era parte de su personalidad. Eso sí, no se limi-
taba cuando profería sus sentencias con humor británico.
Su inclinación por lo nuestro no fue mera novelería. Fue una vocación
que le llevó a muchas tareas. Como miembro de St. Antony’s participó desde
sus primeros tiempos en el Centro Latinoamericano de Oxford (Latin Ame-
rican Centre, LAC), acompañando a Raymond Carr. Se encargó por varias
temporadas de su dirección, coordinó por años su muy conocido seminario
y se dedicó con gran esmero a formar una biblioteca-centro de documenta-
ción especializada en temas latinoamericanos y a enriquecer la Biblioteca
Bodleian de la Universidad. Tenía especial cuidado en reclutar alumnos e
investigadores asociados para el LAC y recibía con atenciones a visitantes
venidos del otro lado del Atlántico. Armó, así, una extensa red de relaciones.
pasión por latinoamériCa
Malcolm tuvo interés en la historia y la realidad latinoamericana desde su
juventud y vino a estas tierras en 1963. Llegó a Colombia, se enamoró de ella
y le dedicó sus mayores esfuerzos intelectuales como historiador, conocedor
de su realidad contemporánea y consejero de gobiernos y personalidades. Su
libro Elpoderylagramáticacontiene varios de sus aportes más originales a la
historiografía del siglo XIX. Otra de sus obras, Las fuerzas del orden, plantea
temas históricos sobre militares colombianos, guerras y violencia en ese siglo.
No tuvo solo interés en el pasado. Le preocupaba también, y mucho, la
violencia colombiana que no cesa hasta el presente. Publicó varios textos so-
bre el tema, destacando la necesidad de la paz y la democracia en Colombia.
En realidad, le llamaba la atención la guerra y la paz en todo el continente.
En 1982 se reveló como un experto británico en la historia del archipiélago, la
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Guerra de las Malvinas y las relaciones del Reino Unido con Argentina, con
una actitud de sensatez y equilibrio reconocida por ambas partes. Por ello
fue convocado a declarar ante el Parlamento y le fue concedida la Orden del
Imperio Británico, OBE. No le molestaba este recuerdo de que era miembro
de un imperio ya extinto, pero con mucha historia.
Su interés intelectual se extendió a otros temas, especialmente de histo-
ria política, como gobiernos locales, caciquismo, guerras civiles, ejércitos y
orden público; cultura, impuestos y scalidad, orígenes de la violencia; todo
ello con especial énfasis en la cuestión nacional y la “viabilidad” de nuestros
países. Le apasionaban guras polémicas y heroicas. Por ello estudió a José
María Vargas Vila y Eloy Alfaro, cuyas obras históricas editó con un prólogo
en un libro ya clásico de la historia ecuatoriana.
Como experto en América Latina, daba conferencias en Gran Bretaña y
América sobre diversos temas, especialmente históricos, como las devocio-
nes de los habitantes de algún pueblo cafetero colombiano, el reclutamiento
de los “montoneros” en el campo de Esmeraldas en el Ecuador o el por qué
todo el mundo odiaba a los venezolanos en el siglo XIX. Contribuyó sobre
Venezuela, Colombia y Ecuador en la Cambridge History of Latin America, edi-
tada por Leslie Bethell y fue miembro del Comité Editorial de la Historia de
América Latina de la UNESCO. Como reconocimiento a su trabajo, fue de-
signado miembro de varias de las academias de Historia de Latinoamérica.
También fue miembro del South Atlantic Council.
Malcolm fue un gran promotor de América Latina en el medio británico
e impulsó varias publicaciones y exposiciones sobre el continente. Tuvo es-
pecial interés en personajes latinoamericanos como Jorge Luis Borges, cuyo
retrato consiguió que se descubriera en una de las salas del edicio Hilda
Besse de St. Antony’s College, en cuyos jardines promovió que se coloque un
busto de Andrés Bello. Por años coordinó e hizo prosperar en el mismo co-
legio y en la Universidad de Oxford, una cátedra con el nombre del notable
maestro, auspiciada por el gobierno venezolano.
una obra notable
Además de los dos libros mencionados, publicó otros títulos sobre his-
toria y realidad de Colombia, comoGuerradelosMilDías:elentornointerna-
cional; Santander y los ingleses 1832-1840; Vida y opiniones de Mr. William Wi-
llis; Reconocer la guerra para construir la paz; Intercambios violentos; La Colombia
deseable y la Colombia posible. Fue coautor de TiposycostumbresdelaNueva
Granada:lacoleccióndepinturasyeldiariodeviajedeJosephBrowny Dos ensayos
especulativos sobre la violencia en Colombia. Escribió para varias revistas acadé-
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micas de Europa y América: TheNewStatesman,TheListener,TheSpectator,
TheLondonReviewofBooks, TheTimes,ElTiempo, El Espectador y otros.
Malcolm fue en cierto modo un “siete ocios”, pero su mayor aporte
intelectual fue la docencia universitaria, a la que dedicó toda su vida. Sus
clases y seminarios formaron a mucha gente y su actividad como mentor y
director de tesis de grado fue amplísima. Debió tener un record en este cam-
po, ya que orientó trabajos de doctorandos británicos, de la mayoría de los
países latinoamericanos y de otras latitudes. Y, como lo atestiguamos quie-
nes fuimos sus alumnos, era un supervisor dedicado que se esmeraba por
ayudar de varios modos a quienes bregábamos por escribir una tesis que
resistiera al tribunal.
Por años, pero sobre todo cuando murió, se destacó la enorme contribi-
ción de Malcolm Deas a la historia, la política y la cultura de Colombia. Y
eso estuvo muy bien. Pero a mí me parece, como lo he hecho, que no se debe
dejar de lado su aporte más amplio en el continente. A más de las actividades
ya mencionadas, quiero recordar, por ejemplo, que Malcolm nos acompañó
los primeros años de vida de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede
Ecuador. Vino a Quito varias veces y apoyó los primeros pasos de Procesos.
Revista Ecuatoriana de Historia, de nuestra maestría, del doctorado y posdoc-
torado, y de la Historia de América Andina.
En 1992, año en que se fundó nuestra universidad, Malcolm vino a Quito
y acompañó la gestión para su reconocimiento como organismo académico
internacional. Entonces recibió la “Orden Nacional al Mérito” de la Repúbli-
ca del Ecuador, su primera condecoración, que sería seguida por otras en los
años futuros. En esa ocasión viajamos a Portoviejo, donde recibió el doctora-
do honoris causa de la Universidad Técnica de Manabí, luego de que disertó
sobre Eloy Alfaro. Malcolm apreciaba mucho esa distinción, que también fue
la primera, porque Manabí es la cuna del legendario “Viejo luchador”. Otros
homenajes académicos mejor conocidos vendrían luego.
Además de notable talento, Malcolm Deas tenía una gran formación aca-
démica, pero se resistió a inscribirse en alguna tendencia historiográca. Se
sentía heterodoxo y crítico. Era conservador, pero entendía, y usaba a veces,
conceptos venidos de Past and Present y los autores marxistas. Se entendía
bien con colegas de todas las posturas teóricas. A propósto, no sentía inclina-
ción por las especulaciones teóricas, preriendo la búsqueda de información
empírica. De la lectura de sus obras, de sus clases y las charlas con él, queda-
ba muy claro que le interesaban temas concretos y que buscaba datos en los
recovecos no explorados del pasado para exponer aspectos novedosos con
los que se podía entender mejor la realidad pretérita y presente.
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leCtor y ColeCCionista
Malcolm fue muchas cosas, pero sobre todo un gran lector y un coleccio-
nista dedicado. Disfrutaba especialmente de los relatos de viajeros, biogra-
fías y memorias de notables, pero también de gente común como tenderos y
curas de pueblo. Le gustaba coleccionar libros antiguos, especialmente devo-
cionarios, cancioneros, almanaques, ediciones de grabados y fotografías vie-
jas. Su casa y su estudio estaban repletos de ellos, ubicados en un desorden
que solo él conocía. Había heredado de su abuela un decrépito “secretero”,
que jamás usó como escritorio. Lo puso en su sala y lo llenó de estampitas,
“detentes”, imágenes, pequeñas artesanías y souvenirs de sus numerosos
viajes. Cuando lo visitábamos, solíamos llevarle algunos de esos recuerdos y
constatábamos que su colección de chécheres crecía, como siempre.
En política no era militante porque había optado por la vida académica.
Pero tenía posturas claras. Era conservador hasta por temperamento y vo-
taba por los candidatos conservadores, aunque rechazaba los extremos de
Margaret Thatcher. En Colombia no negaba su simpatía por los “godos” y
tuvo buenos amigos en ese campo, hasta en los más elevados círculos. Pero
también los tuvo en otros espacios y fue muy respetado en todos los ámbitos
políticos, hasta la izquierda radical. Se reconocía su actitud democrática y
pacista, así como su visión no sectaria de la realidad. Eso sí, cuando había
discusión, Malcolm casi siempre estaba del lado de las visiones latinoame-
ricanas. No era, ni mucho menos, “eurocéntrico”. Estaba mucho más cerca
de América Latina, con la que le separaba el Atlántico, que de Europa (The
Continent), que está a pocas millas cruzando el canal.
Luego de cuatro décadas, cuando cumplió 68 años, se retiró de la Uni-
versidad y de St. Antony’s College, que le designó honorary fellow (miembro
honorario). Pero continuó vinculado al Centro Latinoamericano y siguió le-
yendo, escribiendo (aunque menos de lo que hubiéramos querido) y acumu-
lando féferes. Entonces tuvo más tiempo para ejercer como abuelo del retoño
de su única y querida hija, Feliza. También tuvo la oportunidad de pasar lar-
gas estancias en Bogotá, donde era una reconocida personalidad. Demás está
contar que en su departamento bogotano había montado también un caótico
repositorio de libros, nuevos y viejos, grabados, devocionarios, banderines y
toda clase de chécheres.
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su legado y reCuerdo
Se sentía buen inglés y era protestante, miembro de la Iglesia de Ingla-
terra. Pero Malcolm tenía una notable sensibilidad para entender el cato-
licismo latinoamericano, especialmente la religiosidad popular, por la que
sentía enorme respeto. Fruto de ello era la cantidad de estampitas, imágenes,
exvotos y más objetos piadosos que conservaba. Pero, en realidad, tenía una
postura laica y secular. Era un persona reservada, respetuosa de los otros.
Ese era su lado británico. También era solidario, comedido y a veces metiche.
Ese era su lado latinoamericano.
Malcolm estuvo activo hasta sus últimos días, pero la enfermedad lo
connó en su casa por un buen tiempo. Murió el 29 de julio de 2023. Con
esa ocasión recibió homenajes y reconocimientos en Oxford, Gran Bretaña y
varios países latinoamericanos, especialmente en Colombia, donde su con-
tribución a la historia y a la paz fue ampliamente conocida. En el Ecuador,
durante el XI Congreso Ecuatoriano de Historia, celebrado en la Universi-
dad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, en septiembre de 2023, se le rindió
un cálido homenaje por sus escritos y su actividad docente. En todas esas
ocasiones, no ganó ciertamente el homenajeado, sino quienes habíamos reci-
bido sus enseñanzas porque su legado intelectual es muy rico. Sus alumnos
y amigos lo recordaremos como el notable académico, pero sobre todo el
gran ser humano que fue.
Enrique Ayala Mora
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador/
Colegio de América, Sede Latinoamericana
Quito, septiembre de 2023