Las invenciones de Humboldt y Caldas
TheinventionsofHumboldtandCaldas
AsinvençõesdeHumboldteCaldas
Alberto Gómez Gutiérrez
PonticiaUniversidadJaveriana
Bogotá, Colombia
https://orcid.org/0000-0002-5592-3844
https://doi.org/10.29078/procesos.n58.2023.4594
Una de las cuatro acepciones del Diccionario de la Lengua Española de la
Real Academia para el sustantivo “invención” es “engaño, cción”. El diccio-
nario británico Oxford tiene, en cambio, diecisiete acepciones: parecería haber
más maneras de inventar en inglés. Entre estas, aparece una acepción equi-
valente a la española: “afabrication,ction,gment”. Una invención consiste,
entonces, no solo en el hallazgo y desarrollo de una idea o de un instrumento,
sino también en un engaño, una cción. A veces las dos cosas se confunden.
Además de esta consideración etimológica, se debe deconstruir el concepto
hagiográco del héroe “inventor” que inventa algo nuevo a solas, como se
ha hecho ya con Charles Darwin y Alfred Russel Wallace en el campo de la
evolución, y como lo he tratado de hacer en mi contribución a TheInvention
of Humboldt con “el Wallace” de Alexander von Humboldt que fue Francisco
José de Caldas en el campo de la biogeografía:1 un naturalista que llegó a las
mismas conclusiones al mismo tiempo, por vías diferentes. Hablaremos en-
tonces de las invenciones de dos coinventores.
Quisiera iniciar mis comentarios sobre este concepto a partir de la lectu-
ra de TheInventionofHumboldt reseñada por Miguel Ángel Puig-Samper en
el Hispanic American Historical Review. En esta plantea una muy improbable
generosidad de Humboldt con Caldas al “entregarle el borrador de la Geo-
grafíadelasplantas”. Dice así:
1. Alberto Gómez Gutiérrez, “Caldas and Humboldt in the Andes: Who Invented
Biogeography?”, en TheInventionofHumboldt:OntheGeopoliticsofKnowledge, ed. por Mark
Thurner y Jorge Cañizares-Esguerra (Nueva York / Londres: Routledge, 2023), 76-115.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 58 (julio-diciembre 2023), 175-178. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
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Es evidente que la ciencia ilustrada ya existía tanto en España como en los terri-
torios hispánicos, y que en algunos casos se realizaron aportaciones paralelas al
conocimiento cientíco con autores criollos como Francisco José de Caldas —con
quien Humboldt rivaliza, pero es generoso al entregarle el borrador de la Geografía
de las plantaso metropolitanos como Mutis, a quien por cierto reconoció en varias
de sus obras y en la extensa biografía del diccionario de Joseph-François Michaud.2
Este gesto “generoso” fue, más bien, como mostré en el capítulo cuatro
de la obra reseñada, una clara evidencia de la angustia y el afán de Hum-
boldt por validar con Mutis su trabajo frente al trabajo paralelo de Caldas
sobre la biogeografía, cuando todavía andaba de viaje. Revisemos los he-
chos: el primer manuscrito del prusiano sobre la geografía de las plantas
fue remitido por él mismo, desde Guayaquil a Santafé por la vía de Quito,
con la instrucción explícita al Marqués de Selva Alegre de entregarlo a Cal-
das. Como mostré en mi capítulo, el prusiano dedicó este borrador a Mutis,
pero la primera impresión en París del Ensayosobrelageografíadelasplantas
apareció dedicada a Jussieu y a Desfontaines, dos autoridades botánicas en
Francia. En ese mismo año de 1807 apareció publicado en Tübingen, en su
versión alemana, pero dedicada a Goethe. Un procedimiento atípico en ge-
neral, pero típico de Humboldt, buscando posicionarse en cada territorio: la
Nueva Granada, Francia y su propia tierra.
Aunque Puig-Samper reconoce que Caldas hizo lo que él llama “aporta-
ciones paralelas”, mi argumento es distinto: se trata de una simultaneidad
cientíca con un probable adelantamiento de Caldas en lo que a la biogeo-
grafía gráca concierne. ¿A qué podemos aplicar entonces, con fundamento,
un espíritu crítico hoy respecto a las invenciones del inventor de entonces
que, desde luego, se venía inventando a sí mismo, y otros siguen reinventan-
do hoy? Me parece que son al menos tres: 1. la sucesión cronológica de los
perles geográcos y biogeográcos de Humboldt y Caldas; 2. las mentiras
o medias verdades de Humboldt; y 3. las críticas de Caldas a Humboldt.
En primer lugar, está claro que Humboldt venía elaborando nivelacio-
nes grácas de cada uno de sus tramos recorridos, es decir, perles geográ-
cos. Pero lo notable es que en ninguna hay elementos biogeográcos: no
hay plantas ni animales. Su primer perl biogeográco es el del Chimbora-
zo, después de haber convivido con Caldas, y después de haber recibido su
carta de Otavalo, el 17 de noviembre de 1802, cuando Caldas le cuenta que
estaba colectando plantas a diferentes alturas en el volcán Imbabura.
2. Miguel Ángel Puig-Samper, reseña de “TheInventionofHumboldt:OntheGeopolitics
of Knowledge, ed. por Mark Thurner y Jorge Cañizares-Esguerra”, Hispanic American His-
torical Review 104, n.º 1 (febrero 2024): 147-149.
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No hay espacio suciente en este comentario para referir ampliamente lo
que se puede postular como los engaños del barón. Basta citar tres ejemplos,
con su respectiva prueba: la nanciación de Mutis a Caldas; la historia de la
geografía de las plantas referida por Humboldt en 1826; y el destino de las
láminas botánicas que José Celestino Mutis regaló a Humboldt en el mes
de septiembre de 1801, a su paso por Santafé. En cuanto a la nanciación
de Mutis a Caldas, en carta de Caldas a Mutis desde Quito, el 6 de abril
de 1802, el payanés le reere que Humboldt, negando que Mutis le había
informado de su apoyo a Caldas, nalmente le confesó: “Mi amigo, yo he
mentido a usted: el señor Mutis me habla a la larga del asunto, pero yo, que
he resuelto viajar solo, no quería dar a usted esta pesadumbre”.3 En cuanto
a la historia de la geografía de las plantas en 1826, debe considerarse que
solo diez años después del fusilamiento de Caldas por el ejército español, en
1816, Humboldt tomó la decisión de referirse, nalmente, a sus trabajos so-
bre geografía vegetal, aunque solo fuera en un prospecto preliminar para un
libro que nunca se publicaría. En este prospecto, Humboldt incluyó a Caldas
en una larga lista de 56 naturalistas que habían trabajado en el nuevo cam-
po del que solo él, según decía, había sido pionero: “En los últimos 15 años
[los siguientes botánicos] han abordado cuestiones relativas a esta ciencia, o
bien han aportado materiales que ampliarían sus límites”.4 Pero hay un error
evidente en este reconocimiento tardío, ya que Humboldt, un cuanticador
muy preciso, tenía que ser consciente de que Caldas había trabajado en ba-
rimetría botánica desde al menos principios de 1802, es decir 24 y no “15
años antes de 1826”. En cuanto a las láminas botánicas, en el capítulo de José
Antonio Amaya titulado “An Archaeology of Mutis’s Disappearing Gift to
Humboldt” se puede revisar el detalle de la historia de las 107 láminas botá-
nicas que Mutis regaló a Humboldt y Bonpland en 1801, y desaparecieron.
Amaya encontró evidencia de que fueron utilizadas, él dice copiadas, para
la obra Plantes Equinoxiales de estos viajeros.
Y se debe también aplicar un criterio analítico a las críticas de Caldas a
Humboldt, en particular al impacto en su vínculo con Humboldt en el pri-
mer semestre de 1802, que probablemente determinó que Humboldt no lo
llevara en su viaje, y optara por llevar a Carlos Montúfar. Al menos cuatro
críticas del payanés al prusiano tienen soporte documental: la del termóme-
3. Francisco José de Caldas, “Carta a José Celestino Mutis”, Quito, 6 de abril de 1801,
en Cartas de Caldas, ed. por Eduardo Posada (Bogotá: Academia Colombiana de Historia,
1917), 147-148. Énfasis añadido.
4. Alexander von Humboldt y Carl Kunth, “Géographie des Plantes Rédigée d’après
la Comparaison des Phénomènes que Présente la Végétation dans les deux Continens.
Prospect (1826)”, Staatsbibliothek zu Berlin Preussischer Kulturbesitz, Nachl. Alexander
von Humboldt, gr. Kasten 13, Nr. 26, Bl. 1-2 [comunicado por Ulrich Paessler].
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tro, la competencia taxonómica, la de la cartografía y la del espionaje. No
tengo espacio para referirlas aquí en detalle, pero el lector encontrará las
pruebas en mi trabajo y en las correspondientes obras de Caldas. En cuanto
al espionaje, vale mencionar que Caldas pidió a su amigo Santiago Arroyo,
radicado en Santafé, que promoviera su participación en la expedición de
Humboldt y Bonpland a la manera de Antonio de Ulloa y Jorge Juan con La
Condamine, como fue dispuesta por la Corona española. Pero el prusiano
venía circulando en un viaje nanciado por él mismo y no quería espías.
Caldas dice así:
Ya sabe usted que Ulloa y Juan no podían, cuando vinieron a América, ponerse
al lado de Godin, de Bouguer y de La Condamine [...] Usted me lisonjea cuando
se imagina que podría acompañar a estos sabios y hacer el papel de Ulloa para
con estos: no me hallo capaz de desempeñar la conanza de la nación en caso
[de] que se efectuase.5
Para terminar, y como prueba del distanciamiento que generó la actitud
de uno y otro, citaré una reivindicación propia de Caldas frente a Humboldt:
¡Qué monstruo, que coloso de ilustración y de generosidad es el Pombo de Car-
tagena! Ensoberbezcámonos de tener tal paisano. Algún día Caldas, este Caldas
oprimido y despreciado del ingrato Humboldt, sabrá recompensar dignamente a
tan virtuoso y tan ilustre compatriota, sabrá perdonar a Humboldt.6
5. Francisco José de Caldas, “Carta a Santiago Arroyo”, Popayán, 20 de mayo de 1801,
en Cartas de Caldas, 49-52.
6. Francisco José de Caldas, “Carta a Manuel María Arboleda”, Otavalo, 7 de noviem-
bre de 1802, en Cartas de Caldas ilustradas, comp. por Nataliya Savitskaya y Diego Caldas
Varona (Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas / Academia Colombiana
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 2016), 389.