Procesos 58, julio-diciembre 2023 103
casualidad de que su opinión coincidió con la de la mayoría, y así ya no hay recla-
mo ni siquiera queja, sino entusiasmo y aplauso [...] Ya han empezado a dejarse
oír los estetas, que suelen ser destructores. Quieren arrasarlo todo. Aquí no hay
nada. La ciudad es fea. Pero, sin duda alguna, es mejor que nada. Nos explica-
mos la campaña que iniciaron con buen éxito Pablo de la Cruz y Melitón Escobar
Larrazábal para no dejar levantar el monumento, de mucha trompeta y mucho
angelito [Von Miller],82 con que íbamos a conmemorar el centenario de la muerte
del Libertador, hace seis años. Pero destruir lo ya hecho, sin proceder inmediata-
mente a reemplazarlo, es, en múltiples casos, un caso de locura (gura 7).83
La ubicación actual del monumento a Bolívar, de von Miller, en el campo
de Boyacá, tiene mucho que ver con la destrucción del monumento a Ricaur-
te, ya que, en 1936, la Academia Colombiana de Historia, discutió y dio su
concepto, ejerciendo como órgano consultor del gobierno nacional, respecto
a la posible ubicación del monumento que permanecía almacenado desde
1930, centenario de la muerte del Libertador y la necesidad de erigirlo en
algún lugar.84 El otro monumento, ideado en 1924 e inaugurado en 1930 por
el primer gobierno liberal, el de la batalla de Ayacucho, del escultor español
Julio González Pola,85 que se enmarca también dentro de esta categoría de
lugares de memoria, por ser monumentos conmemorativos, ha sobrevivido
hasta el presente, con cambios de sitio. El 11 de julio de 1936, ElGráco, que
semanas antes había apoyado a Gaitán en su decisión de demoler el monu-
mento del sacricio Ricaurte, publicaba el registro fotográco:
El sacricio inútil del monumento que conmemora el sacricio útil del patriota
colombiano. Estas [...] fotografías muestran las tres etapas de la corta vida de una
82. Abel Martínez y Andrés Otálora, “La memoria de tanto inmortal. El campo de
Boyacá 1819-2015”, Nuevas Lecturas de Historia, n.º 34 (2015): 50-53.
83. “Actividad del Alcalde”, ElGráco, n.º 1286, 4 de julio de 1936: 441-442.
84. Roberto Cortázar, “Informe que rinde el secretario de la Academia Colombiana de
Historia”, BoletíndeHistoriayAntigüedades, n.º 266 (1936): 697.
85. El concurso para el monumento a la batalla de Ayacucho se organizó en 1924 y
allí vuelven a cruzarse Rodríguez del Villar y Rozo. Se presentaron trece propuestas de
escultores españoles y colombianos y se escogieron cinco. Entre estas, el proyecto enviado
por Rozo que se encontraba ya en España, trabajando bajo la dirección de Victorio Macho.
Rozo empleó la representación de un templo del Incario, “arquitectura incásica”, en cuya
coronación la Libertad rompe unas cadenas y se representan en medallones a los héroes
de la pampa de la Quinua. Otro proyecto nalista fue el de Rodríguez del Villar, con varias
guras: Bolívar al centro, a quien coronan la Gloria y la Fama. Bajo el Libertador, Córdoba
a caballo en bajorrelieve con su “paso de vencedores” y el mariscal Sucre, conducido en un
carro por damas limeñas. Finalmente, España y América en su representación clásica del
león y el cóndor. Se observan elementos que el escultor emplearía luego en el monumento
a la batalla de Carabobo. “Proyectos para el monumento de Ayacucho”, ElGráco, n.º 714,
22 de noviembre de 1924.