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uenciados por distintas corrientes económicas. Por lo que se podría calicar
a este estudio como enmarcado en la historia del pensamiento económico, una
línea que, salvo algunas excepciones —unos pocos volúmenes de la Biblioteca
del Pensamiento Ecuatoriano del Banco Central del Ecuador—, está escasa-
mente estudiado en el Ecuador y donde queda aún mucho por realizar. Sin
descuidar los aportes señalados hasta aquí, se debe también decir que el libro
tiene dos falencias; la primera corresponde a la ausencia de análisis del mode-
lo inglés y del socialista, para contraponerlos con las propuestas de los mode-
los de Estrada, Jijón y Velasco Ibarra, a quienes el autor alinea con el modelo
keynesiano; la segunda es que no se llega a explicar por qué, si existían tantos
puntos en común en las propuestas de Estrada y Jijón, en la Cámara de Dipu-
tados, la mayoría conservadora fue la principal detractora del plan Estrada.
Sebastián Luna Andrade
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0001-7692-4769
RosA HElENA RodRíguEz. disputa por la tEnEncia dE tiErras
EjidalEs En El gran cauca (1857-1886). Quito: uNivERsidAd ANdiNA
siMóN bolívAR, sEdE EcuAdoR, 2020, 108 PP.
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3417
El presente trabajo se enmarca en los debates sobre la historia del agro
en Colombia a nales del siglo XIX, desde la mirada de la historia social y
política. Especícamente, aborda las transformaciones en el manejo de las
tierras ejidales en el por entonces denominado Estado Soberano del Cauca
—hoy Valle del Cauca—, región existente entre 1857 y 1886, haciendo parti-
cular hincapié en el conicto desencadenado entre labradores, hacendados
y arrendatarios en este proceso. El objetivo central es indagar en los cambios
introducidos en torno al manejo y control de tierras ejidales en el marco de
instauración de las reformas liberales en el período 1849-1855, el cual supuso
un momento de quiebre entre la etapa colonial y la republicana.
El primer capítulo presenta el contexto agrario del Estado Soberano del
Cauca entre 1857 y 1878. Este territorio, ubicado en una diversa y fértil zona
geográca atravesada por el río Cauca, estuvo conformado por una pobla-
ción mayormente dedicada a las labores agrícolas (31,81 % del total). Sin
embargo, para mediados del siglo XIX experimentó una importante expan-
sión de la frontera agrícola, que consolidó un modelo productivo con una
estructura rural dual compuesta por la coexistencia de grandes latifundios
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o haciendas y muchos minifundios. Asimismo, se mantuvieron las formas
de explotación basadas en el trabajo esclavo (70 %) complementadas por la-
bradores libres (15 %) bajo el modelo del “terrazgo”: una porción de tierra
cedida por el hacendado a un campesino y su familia a cambio de jornadas
de trabajo. El texto caracteriza en términos étnicos de la población del cabil-
do de Cali, compuesto por dos conjuntos sociales: las familias de labradores
mestizos (montañeses pardos, libres) y las familias de blancos propietarios
de haciendas y esclavos.
El período de gobierno liberal en Colombia (1863-1884) es desarrollado
en el segundo capítulo. Se evidencia que la política económica orientada a
“liberar el trabajo, la tierra y el capital” tuvo impacto en la estructura agraria
colombiana y caleña, en particular. La autora destaca cuatro elementos: la
abolición de la esclavitud, el fomento de la opinión pública liberal, el aumen-
to de la movilización popular por medio de sociedades en democráticas y la
redistribución de ejidos.
En general, las políticas liberales incorporaron a la población en la vida
política pública y generaron debates respecto a temas como la tierra. Según
la autora, el gobierno liberal estableció una serie de reformas orientadas a
redistribuir los ejidos, aunque estas destacaron por reejar los intereses eco-
nómicos de los liberales, quienes apostaron por una salida individual y no
colectiva para la explotación agrícola de la zona.
Basados en los criterios del librecambio, estimularon la destrucción de
tierras comunales y resguardos indígenas en favor de formas de propiedad
individual, lo cual promovió los primeros cercamientos de tierras y fue la
base para la formación de grandes propiedades abocadas a actividades de
exportación. Esta problemática provocó una amplia movilización popular,
con acciones de hecho y legales por parte de los afectados.
El tercer capítulo desarrolla la problemática de las tierras ejidales. La
legislación planteaba un modelo de división de tierras a base de su uso: los
ejidos, “bien común, donde la población se proveía de agua leña o presas
de caza” (p. 65), las dehesas que eran terrenos para mantener ganado y cul-
tivos comunes; y los terrenos propios, propiedad del Cabildo, que podían
ser arrendados. Sin embargo, desde la Colonia el cabildo “había otorgado la
merced sobre terrenos de ejidos” (p. 65), por lo que el origen de estos conic-
tos se identica en esa época.
La apropiación de tierras realizada por los hacendados hasta entonces
“demandó de una legislación que exigía la restitución de al menos un tercio
de las propiedades privadas” (p. 82) e involucró a propietarios de grandes
extensiones, autoridades municipales y labradores entendidos como “negros
libertos, indígenas, blancos y mestizos pobres” (p. 38), cuyo trabajo abastecía
de alimentos a la ciudad.
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Es así que, desde mediados del siglo XIX, en vísperas de la asunción de
un gobierno liberal, el cabildo de Cali estableció regulaciones y ordenanzas
sobre las tierras de ejidos. Entre 1849 y 1865 se presentaron conictos alre-
dedor de cuatro puntos: el uso de caminos, de los cuales dependía la subsis-
tencia económica y social rural, desde una visión tradicional; la delimitación
de la propiedad privada, ya que el derecho al uso común y público para
cultivar, pastar y tener caminos fue obstaculizado por el cercamiento de tie-
rras (razón por la que muchos cercos fueron quemados); el incumplimiento
de la libertad de los esclavos, que produjo la revuelta de los zurriagueros de
1848 a 1850; y la defensa de las costumbres de uso de los recursos naturales
y formas de trabajo en tierras ejidales.
En el período 1865-1880 se registra un giro en la política llevada adelante
hasta entonces, con la Ordenanza 31, del 25 de enero de 1865, que permitió
hacer casas, mangas, labranza u otras obras en terrenos de ejidos, pudiéndo-
se enajenar la obra mas no el terreno. Esta medida convirtió a los pequeños
labradores en consumidores y vendedores de futas y hortalizas. Además, las
tierras de haciendas entregadas para ejidos fueron posteriormente otorgadas
a la gente “ampliando el poblamiento urbano de Cali sobre la zona rural
de las inmediaciones” (p. 38). Según Rodríguez, esas políticas buscaban dar
mayor poder al cabildo —y posteriormente a la municipalidad— sobre el
control de la tierra y sus recursos, mediante políticas de arrendamiento que
aseguraban el abastecimiento de alimentos para la ciudad y promovieron
el crecimiento poblacional, luego de la merma consecuencia de las guerras
civiles. Al mismo tiempo, los terratenientes se transformaron en pequeños y
grandes propietarios, pues a estos grupos les fue entregada la mayor canti-
dad de tierra para la producción de tabaco, café y cacao, en un contexto de
auge de la agroexportación en Colombia.
Este trabajo permite obtener interesantes conclusiones sobre el sentido y
alcance de las políticas liberales en el agro colombiano. La autora evidencia
que esas medidas estuvieron vinculadas a los “proyectos políticos liberales
en América Latina orientados a la expansión de las relaciones con el mercado
exterior” (p. 29). Pese a ello, la vinculación de ese territorio a la economía
nacional no contribuyó “a liberar la mano de obra ni a generalizar el régimen
de trabajo asalariado” (p. 30). En cuanto a las políticas agrícolas, el proyecto
liberal no redujo sino que amplió el monopolio sobre la tenencia de la tierra
y el manejo de los centros de comercio de las nuevas élites, idea fuerza que se
desarrolla a lo largo del trabajo y que explica el incremento de los conictos
por la tenencia de la tierra en la zona durante el período de estudio.
La autora también inserta un matiz interesante al señalar que, de todas
formas, las políticas liberales implicaron una salida aparentemente pacíca
a las continuas revueltas desatadas entre 1840 y 1853. Además, la cuestión
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ejidal contó con una gran participación popular, lo cual generó importantes
réditos políticos a los liberales. Finalmente, se destaca la transición de las for-
mas tradicionales de entender los derechos a otras generadas en el contexto
republicano liberal y el alcance de esos principios discursivos implementa-
dos en el período 1849-1879.
La mirada sobre las disputas entre actores en el proceso de transforma-
ción agraria de la zona y sus mecanismos de movilización social suponen la
novedad de este trabajo con respecto a otros existentes sobre el tema. Tam-
bién su alusión a la necesidad de volver a la historia conceptual para ca-
racterizar determinados actores de la época —como el de labrador— y su
preocupación por insertar este estudio como un insumo para comprender el
origen y desarrollo de los actuales conictos colombianos y valle caucanos
alrededor de problema de la tierra, mediante una obra rigurosa y útil para
profundizar en los conictos sociales y políticos que atraviesan la conforma-
ción del campesinado y el agro colombiano.
Jacqueline Aimacaña D.
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-0605-4355