Procesos 56, julio-diciembre 2022 206
de investigación y es leído a través de un enfoque microhistórico, inserto en
una serie de vínculos interpersonales, enmarcados en las migraciones que
sucedieron en Quito durante el siglo XVII.
El estudio está dividido en cinco capítulos. El primero, “En esta nuestra
república” (pp. 21-87), propone el marco para contextualizar y analizar a los
indígenas urbanos en Quito. Comienza con un análisis historiográco sobre
esa población, pero constata que, paradójicamente, se conocía mejor a los in-
dígenas de los lugares más pequeños que a quienes habitaban las urbes. De la
bibliografía revisada destacan autores como Frank Salomon (Los señores étnicos
deQuitoenlaépocadelosincas.Laeconomíapolíticadelosseñoresnorandinos, 1986)
y Jacques Poloni-Simard (Elmosaicoindígena:movilidad,estraticaciónsocialy
mestizajeenelcorregimientodeCuenca(Ecuador)delsigloXVIalXVIII, 2006).
Luego, el autor se pregunta: ¿cuál es el origen de la población observada?
Su mirada se concentra entonces en el ingente proceso de migración que tuvo
lugar en Quito. Este fenómeno fue posible por su condición de capital de la
Audiencia, convertida en polo permanente de atracción y de creación de es-
trategias de supervivencia. Al llegar a la ciudad, los indígenas se incorporaban
a una sociedad en que el papel, lo escrito, constituía la forma de ser represen-
tados. Ciriza utiliza el término Papereality (David Dery, 1998) para explicar la
forma en que los indígenas aparecen como sujetos activos dentro de la admi-
nistración, pero sin hablar por sí mismos, sino mediante los escribanos-traduc-
tores. A continuación, se aleja del aspecto contextual y aborda a los indígenas
urbanos como agentes que adoptan discursos, estéticas y dinámicas coloniales
de resistencia para mejorar su calidad de vida. Este punto es central en el libro,
pues ja teóricamente al indígena urbano no desde una actitud pasiva, sino
articuladora de procesos de identidad en las parroquias y el cabildo.
El segundo capítulo, “El movimiento de una sociedad” (pp. 89-156), es,
sin lugar a duda, el corazón del libro. En él se encuentra el posicionamiento
del autor en torno a la sociedad quiteña del siglo XVII y cómo su sistema
normativo y opresivo condicionó la agencia de los indígenas, impulsando
nuevas estrategias sociales que conguraron los espacios y las formas de
relacionarse dentro de la ciudad. Siguiendo a Juan de Solórzano Pereyra y la
división de la sociedad en dos repúblicas —de españoles y de indios—, de-
muestra que en la práctica estas no eran reales, sino que la realidad era más
bien voluble y compleja. La segregación étnica no era clara dentro del espacio
urbano y administrativo, lo que aparece reejado en las fuentes estudiadas,
donde por un lado se detectan ciertas categorías étnicas estrechas y estáticas,
y, por otro, es constatando en el desarrollo de una realidad más compleja y
heterogénea, “a kind of cultural bricolage”, según Karen B. Graubart.1
1. Karen B. Graubart, “The Creolization of the New World: Local Forms of Identica-
tion in Urban Colonial Peru, 1560-1640”, HispanicAmericanHistoricalReview 89 (2009): 490.