Preguntas comunes, respuestas distintas: un debate
con Pablo Ospina sobre la formación del campo
político y estatalidad en Ecuador del siglo XX
CommonQuestions,DierentAnswers:ADebatewith
Pablo Ospina on the Formation of the Political Field
and Statehood in 20th Century Ecuador
Perguntas comuns, respostas diferentes: um debate com
PabloOspinasobreaformaçãodocampopolítico
e estabilidade no Equador do século XX
Valeria Coronel
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Ecuador)
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0001-7984-051X
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3407
Para entender el aporte de Pablo Ospina al desarrollo del trabajo histo-
riográco ecuatoriano debemos inscribir sus argumentos y nuevas fuentes
de estudio en la corriente de la Nueva Historia y en la larga inuencia de la
teoría de la dependencia como corriente en sociología histórica. Su trabajo
fortalece el argumento de que hubo un predominio de la ruta autoritaria en
la formación de los Estados latinoamericanos como consecuencia del peso de
oligarquías como élites frente a débiles burguesías y el carácter precario de
la política desde las clases populares.1 Esto a pesar de que su obra subraya
nuevos actores que modican parcialmente este esquema de clases pues, en
su concepto, en el período 1920-1960 las oligarquías deben reacomodarse e
integrar la fuerza de un grupo corporativo relativamente autónomo de su
mandato: el ejército. Esto incide en que el caso estatal ecuatoriano no tuviera
1. Agustín Cueva, “El Estado latinoamericano y las raíces estructurales del autorita-
rismo”, en Ensayossociológicosypolíticos (Quito: Ministerio de Coordinación de la Política,
2012), 143-156.
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 187-192. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
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la forma de una dominación autoritaria clásica, sino que mediante mecanis-
mos clientelares responde y procesa tensiones sociales que aseguran la conti-
nuidad de los intereses de las clases dominantes y previenen el desarrollo de
un conicto verdaderamente transformador, lo cual se suma a la presunción
de que existió una débil movilización popular y de las izquierdas en este
largo período. Si bien las oligarquías no logran conformar tal pacto o dar
forma a un Estado claramente autoritario como en otros casos del continen-
te, el discurso sobre el pueblo y la gestión clientelar que adelanta José María
Velasco Ibarra permite tramitar una tensión social sin dejar que esta tensión
progrese en un verdadero antagonismo popular.
Pablo Ospina, aunque cercano al argumento del predominio oligárqui-
co en la forma Estado, aporta al leer la política y la cultura política como
campos especícos. El Estado transformista instala mediaciones culturales
haciendo aparecer el poder como integrador de demandas. La categoría de
“estado transformista”, recogida de Gramsci, sugiere que la integración y
control del conicto se consigue mediante mecanismos político-culturales,
mecanismos clientelares de inclusión y distribución, apelaciones paternalis-
tas a una moral colectiva, usos ventrílocuos del concepto pueblo.
Al mismo tiempo, la categoría es usada para tomar distancia de nociones
como la de “poder dual” esbozados en la sociología histórica de René Zava-
leta Mercado en los años 70, según los cuales podría observarse que, sobre la
matriz de heterogeneidad del campo popular, su politización y articulación
en una corriente propia, se forjaba una corriente de formación estatal nacio-
nal popular, paralela, y antagónica a la estatalidad oligárquica y sus varian-
tes. Con la noción de Estado transformista se habla de un acomodo que pone
freno a todo cambio y, más allá, que impide la emergencia de otras formas de
conguración del campo político popular o matrices de estatalidad de ruta
democrática. El clientelismo y la interpelación moral liderada por la gura
de Velasco Ibarra son la clave de la renovación del poder oligárquico, son su
mecanismo imprescindible y su ruta al éxito.
Esta propuesta contradice con una historiografía latinoamericana que
indaga sobre la conictividad las apuestas radicales, socialistas y populares
que también existieron en formación de las repúblicas y las reformas esta-
tales en América Latina durante la crisis. Entre los clásicos de esta corriente
vale mencionar la obra de Carlos Sempat Assadourian, René Zavaleta Mer-
cado, Juan Carlos Caravaglia y, el más tardío, Ernesto Laclau, quienes dieron
lugar a una corriente que reconoció el problema de la heterogeneidad estruc-
tural al interior de los países “satélites”, la complejidad del campo popular, y
la posibilidad de que este sea el lugar de articulación política de las diversas
facciones de clase que lo componían hasta congurar un horizonte nacio-
nal en competencia con el régimen de acumulación y la política oligárquica.
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Habría que observar la formación de programas nacionales sin necesidad
de depositar su derrota en la debilidad de la burguesía o la complejidad
del mundo popular. En diálogo con estas obras fundadoras, en las últimas
décadas se ha producido una amplia bibliografía que indaga sobre ciclos
de movilización social y conguración estatal en los cuales se ha observa-
do fenómenos de incidencia de la acumulación política popular en torno
al republicanismo democrático, el radicalismo, el reformismo, el socialismo
democrático y los populismos clásicos latinoamericanos.
Desde los años 80 una nueva literatura se enfocó en la adaptación, resis-
tencia y protagonismo de las comunidades en disputa en la economía po-
lítica, vistas estas como agentes capaces de coordinar de cuenta propia la
desigualdad social y en antagonismo con las élites también apostando por
integrar y lucrar de esa desigualdad en sus propios espacios económicos pri-
vados. Esta literatura, lejos de ver a las clases populares como fragmentadas
y desprovistas de estrategia, conformó bases para pensar que las comuni-
dades podían construir poder hegemónico sobre distintas clases sociales y
articularse hacia modelos de lo nacional y lo estatal a contrapelo del régimen
de acumulación y de estatalidad funcional a la oligarquía.2 La historiografía
y la sociología histórica han explorado organizaciones partidistas civiles y
militares, sindicatos y hasta burocracia media de la función pública e in-
telectuales de distintos estratos que articularon la agencia de las comuni-
dades, artesanos, clases medias, burguesías periféricas y formas partidistas,
etc. Algunas lecturas observan la existencia de republicanismos democráti-
cos y republicanismos populares en la formación del Estado en el siglo XIX
y principios del XX. Para el período de estudio entre 1920 y 1960 existe una
nutrida bibliografía que resalta corrientes políticas y sociales en disputa res-
pecto a cómo hegemonizar en el tránsito por fuera de la crisis. Esta literatura
observa la renovación de la política popular, su organización e interlocución
con el Estado, el papel de las izquierdas heterodoxas ligadas a programas
de reforma estatal asentadas a su vez por la demanda sindical y las comuni-
dades rurales. Se observan tensiones/articulaciones en torno a conuencias
nacional populares y o populistas e incluso combinaciones entre indigenis-
mos comunistas y socialismos democráticos, políticas regulacionistas, redis-
2. Gilbert M Joseph y Daniel Nugent, eds., Everyday Forms of State Formation: Revolution
and the Negotiation of Rule in Modern Mexico (Durham: Duke University Press, 1994); Brooke
Larson, Cochabamba,1550-1900:ColonialismandAgrarianTransformationinBolivia (Durham:
Duke University Press, 1998); Thomas Holt, TheProblemofFreedom.Race,LaborandPolitics
inJamaicaandBritain,1832-1938 (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1992); Cecilia
Méndez, ThePlebeianRepublic:TheHuantaRebellionandthemakingofthePeruvianstate,1820-
1850 (Durham: Duke University Press, 2005); James Sanders, Contentious Republicans: Popular
Politics, Race, and Class in Nineteenth-Century Colombia (Durham: Duke University Press, 2004).
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tributivas, y resaltan como experimentos latinoamericanos en el marco de
las crisis mundiales como alternativas al fascismo, la ortodoxia comunista,
y aun en autonomía frente al concepto democrático norteamericano de la
Guerra Fría.3 Los años de 1945-1960, que Ospina lee como lugar de llegada
del proceso iniciado en los 20, suelen ser tratados de forma independiente
por el cambio en las relaciones internacionales y el nuevo ciclo de expansión
capitalista que trae consigo el período de la guerra fría.
El trabajo de Pablo insoslayablemente debe leerse en combate con la his-
toria social de los 80, especialmente los estudios andinos y la historia polí-
tica latinoamericana cercana a los conceptos de hegemonía e indagaciones
sobre lo nacional popular, debe comprenderse como una revitalización de la
Nueva Historia y, por su cercanía, la sociología de Agustín Cueva, quizás de
Immanuel Wallerstein. Podríamos leerlo como una renovación de la crítica
contra llamados reformismos, populismos, y con ellos socialismos democrá-
ticos, indigenismos, comunismos heterodoxos, regulacionismos, estrategas
del frente popular, entre otros, que una parte del nuevo marxismo de los 60
consideró un conducto del pueblo a la arena burguesa. Su historiografía con-
juga con sus ensayos sobre neoliberalismo y formas de Estado en América
Latina contemporánea, en esta misma línea.
Mas allá de poner en contexto la obra en su genealogía teórica, quisiera
discutir un grupo premisas que encierra: el autor no encuentra una disputa
sustantiva proveniente del campo popular. Afectadas por el creciente im-
pulso comercial que exacerba la explotación rentística, las clases populares
solo alcanzan a hacer un reclamo moral (retoma el ensayo clásico de Juan
Maiguashca y Liisa North) ya que la política democrática opera de forma
ventrílocua debe quedar fuera del análisis de la política popular (retoma el
concepto de Andrés Guerrero). A contrapunto, los trabajos de Galaxis Borja
González, Tatiana Hidrovo, los últimos trabajos de Kim Clark y Marc Bec-
ker, así como mi propio esfuerzos en torno a los partidos radical del siglo
XIX y XX y las izquierdas, identican la movilización de fuerzas populares
bajo categorías de república democrática, usos populares del derecho para
litigios locales provistos de discurso público político, mapean articulacio-
nes partidistas —no manipulaciones— en las que se integran comunidades,
campesinos y artesanos en el siglo XIX y XX.4
3. Alan Knight, Larevolucióncósmica:utopías,regionesyresultados,1910-1940(Ciudad
de México: Fondo de Cultura Económica, 2015); Viviane Brachet-Márquez, “Transforma-
ción democrática en América Latina: un intento de teorización”, en Entre polis y mercado:
elanálisisdelasgrandestransformacionespolíticasylaboralesenAméricaLatina (Ciudad de
México: El Colegio de México, 2001), 25-95.
4. Galaxis Borja González, “ ‘Sois libres, sois iguales, sois hermanos’. Sociedades de-
mocráticas en Quito de mediados del siglo XIX”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas-
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¿Si no fue la aspiración popular, cuál fue el factor motivante de tal aco-
modo en la estrategia que el autor llama transformista? En su explicación
es la relativa autonomía de los militares la que sustituye a la política pro-
veniente del campo popular como factor mitigante y antagónico del poder
oligárquico directo. Los militares, movilizados por intereses propios, valores
e interlocuciones en su campo, enarbolaban la bandera de la mediación entre
los intereses de distintas clases. ¿Cómo lograron los entes armados tal rela-
tiva autonomía? Un concepto de Gramsci, una explicación ligada a la teoría
de la dependencia en sociología histórica, y una aproximación a campos y
capitales, conceptos de la sociología francesa contemporánea constituyen
elementos de su ensayo.
Por nuestra parte nos parece indispensable inscribir la autonomía del
ejército en la formación de corrientes partidistas que libraron batallas ar-
madas, constitucionales e instituyentes. Esta inscripción no es solo ideológi-
ca, se constituye en una corporación estatal y a la vez un referente de iden-
tidades políticas entre las cuales la historia del ejército posrevolucionario
puede mostrar articulación de identidades políticas populares. El ejército
refundado en la revolución de 1895 fue una parte sustancial de la burocracia
militante de la república liberal y con cercanía al partido socialista en el Es-
tado reformista entre 1925 y 1946. Los militares apoyaron las constituciones
progresistas de inuencia socialista, contuvieron a la derecha, incluyendo a
Velasco, quien fue destituido en 1935 por atentar contra la Constitución de
1929. De allí su frase “me abalancé contra las bayonetas”. Su historia debe
entenderse en conexión con un entramado de organizaciones partidistas, po-
lítico-territoriales, la organización sindical popular y la de las clases medias
en la función pública.
La izquierda no fue periférica, estuvo ligada por más de cuatro décadas
(del radicalismo primero, socialismo y comunismo después) al campo po-
pular y fue predominante en bloques políticos inuyentes en distintos ciclos
históricos. Disputó dentro del esquema parlamentario y electoral en un blo-
que de poder con el Partido Liberal Radical y luego independiente, orientó
la reforma constitucional y la construcción orgánica del Estado en tres ciclos:
1928, 1938 y 1945. Conceptos como: función social de la propiedad y ciuda-
danía corporativa, voto funcional, impuestos y regulaciones a las transnacio-
nales, códigos del trabajo, son fruto de la integración de las demandas popu-
lares y de clases medias en el Estado lograda por la izquierda. Los partidos
Anuario de Historia de América Latina, n.º 53 (2016): 185-210; Valeria Coronel, La última
guerradelSiglodelasLuces.RevoluciónLiberalyrepublicanismopopularenEcuador(Quito:
FLACSO Ecuador, 2022); Tatiana Hidrovo Quiñónez, Estado, sociedad e insurgencia en Ma-
nabí,1860-1895 (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación
Editora Nacional, 2018).
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socialista y comunista fueron clave en la formación de una línea campesi-
na indigenista y otra en el litoral, aportaron a la esfera pública y la política
de los trabajadores, e incidieron en la identidad política del magisterio y la
educación superior.5 El sindicalismo ecuatoriano articuló con el sindicalismo
continental cercano a Estados de nuevo cuño, mientras las comunidades liti-
garon por más presencia del poder público en zonas de conicto. Las agen-
cias estatales con inuencia socialista procesaron los conictos surgidos las
relaciones del poder local en instancias de justicia nacionales, conformaron
un ámbito del derecho más universal a favor de esas demandas y orienta-
ron programas redistributivos, no paternalistas.6 El retorno de la oligarquía
nanciera en 1940 a la política ecuatoriana, después de un largo exilio, quiso
contener el peso del bloque democrático-socialista sobre el Estado, pues este
afectaba intereses capitalistas transnacionales: la guerra de 1941 pudo haber-
se gestado en esa tensión.
Pedro Saad, cercano a la CTAL, y convencido de la amplitud de la
organización de clase continental como fuerza anti-oligárquica primordial
pensó que Velasco Ibarra —jefe del obrerismo católico— era una fuerza sub-
alterna, y promovió su presencia en la Gloriosa. Velasco dio un golpe en
1946, pero no asentado sobre el peso de la derecha y su capacidad de ges-
tionar el conicto, tampoco en orfandad de las clases populares, sino bajo el
amparo de la política exterior norteamericana del primer año de la Guerra
Fría y como operador de un pacto entre élites (Jacinto Jijón y Caamaño, Ca-
milo Ponce Enríquez y Julio Estrada Icaza). Velasco atacó las constituciones
y legislación de dos décadas, a las organizaciones y la prensa. Igualmente
intervino el ejército, el magisterio y los ministerios.7 La obra de Pablo motiva
una vuelta a las raíces del debate clásico en sociología histórica y a pensar
sobre las corrientes teóricas y políticas que antagonizan en torno a horizon-
tes de estatalidad posibles.
5. Gualberto Arcos, Años de oprobio (Cuenca: Imprenta Fernández, 1940); Valeria Coro-
nel, “El Estado indoamericano” (inédito).
6. Kim Clark, “New Arenas of State Action in Highland Ecuador: Public Health and
State Formation, c. 1925-1950”, en StateTheoryandAndeanPolitics:NewApproachestothe
Study of Rule, ed. por Christopher Krupa y David Nugent (Filadela: University of Penn-
sylvania Press, 2015); Marc Becker, Indians and leftists in the making of Ecuadors modern
indigenous movements (Durham: Duke University Press, 2008); Valeria Coronel, “The Ecua-
dorian Left during Global Crisis: Republican Democracy, Class Struggle and State Forma-
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Discourse in International Perspective, ed. por Giulia Bassi (Trieste: Edizioni Università di
Trieste, 2019).
7. Marc Becker, TheFBIinLatinAmerica:theEcuadorles (Durham / Londres: Duke
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