Procesos 56, julio-diciembre 2022 186
son las áreas donde un Estado débil es también unEstadoeciente en construir
consenso? Las relaciones entre los grupos dominantes y los actores sociales
(como los militares) es un contexto de enmarcación, ya que ningún grupo
logró imponer completamente sus intereses sobre los otros y la negociación
continua que se destaca a lo largo de su libro es una dinámica clave, pues el
libro permite aprender sobre la lógica de los militares.
Una perspectiva que ofrece el autor se relaciona con todos los hilos
de análisis y argumentos es de un artículo de Philip Abrams, disponible en
inglés únicamente, quien destaca que el Estado es esencialmente, y más que
nada, un ejercicio en legitimación y dominación. De acuerdo, pero Abrams
también enfatiza en dos elementos susceptibles al análisis: la idea del Estado y
el sistema del Estado; y hace hincapié en cómo los dos son parciales, así como
constantemente construidos y reconstruidos en cualquier contexto. Muchos
académicos han explorado su idea del Estado y explorado cómo ciertas nocio-
nes se comunican y activan a través de encuentros y discursos. El sistema del
Estado, como red de ocinas, agencias y personal, es también parcial y con-
tingente, un proyecto y un proceso, no un logro terminado. Un tema que me
ha interesado es la relación entre esos dos elementos, en lugares y momentos
especícos del Ecuador: cómo los actores sociales subalternos pueden exigir
a los funcionarios estatales que se comporten de manera consistente con la
proclamación de la idea de Estado y, al hacer eso, invitar una acción esta-
tal en contextos locales, reforzando el sistema del Estado. Así se construye el
consenso, pero tal vez también el propio sistema del Estado, que quizá no es
algo anterior a la idea del Estado, sino que es impulsado a través del sistema,
aunque esta es una pregunta por explorar.
Esta reexión es compatible con el análisis de Pablo desde un ángulo
diferente pero relacionado con los procesos que discute. Concluyo con un
último punto: la inestabilidad política en la década de los 30. Si bien aprendí
mucho sobre las relaciones entre los militares liberales y los políticos conser-
vadores y la forma en que inuyeron en la época, quedan preguntas adicio-
nales sobre la inestabilidad en las prácticas cotidianas de las agencias estata-
les. Por ejemplo, ¿qué sucedió en las áreas donde los funcionarios estatales
tenían mayor experiencia y conocimiento de las políticas, leyes, reglamentos
e historia de conictos, como en el caso del Ministro de Previsión Social y
Trabajo, donde en menos de un año, entre 1933 y 1934, se sucedieron tres
ministros? Es decir, ¿cómo cambió la relación entre los actores estatales en
las agencias del Estado y el liderazgo político de los ministerios? ¿La posi-
bilidad de reclamar ciertos derechos cambió en estas suras del sistema del
Estado? Estas son algunas de las reexiones que ha estimulado este excelente
libro sobre cómo entender los procesos políticos en el Ecuador del siglo XX.