Procesos 55, enero-junio 2022 193
escenario de las revoluciones atlánticas. Sin estridencias ni maniestos fun-
dacionales, Pimenta toma distancia de los tradicionales enfoques comparati-
vos, proclives a destacar las diferencias, para ocuparse de trazar las íntimas
conexiones que exhibieron los imperios ibéricos desde la ocupación napo-
leónica de la Península hasta la independencia de Brasil. Con esta operación
abrió una agenda de investigaciones en un momento en que los enfoques
de historias conectadas, cruzadas y transnacionales no tenían la presencia
que hoy conocemos, ni las formalizaciones teóricas —cada vez más sosti-
cadas— que fueron adquiriendo en diversos subcampos de la disciplina. Lo
hizo, además, en un contexto permeado por la crisis del paradigma montado
en la matriz del Estado nación, pero todavía dominado por interpretaciones
olímpicas interesadas en establecer comparaciones entre imperios ascenden-
tes y en decadencia —en las que Portugal solía brillar por su ausencia— o
en destacar la especicidad de las revoluciones hispánicas en el concierto
atlántico. La originalidad del enfoque reside, precisamente, en abordar “la
interfaz entre las trayectorias políticas simultáneamente sinuosas de los im-
perios portugués y español, sus determinaciones recíprocas y sus resultantes
aparentemente separadas; pero que, en realidad —como se pretende probar
a través de este libro— solo pudieron adquirir sus características ulteriores
porque, desde el comienzo, la disolución de un imperio tensaba a la del otro”
(p. 24).
El segundo argumento es de orden heurístico. La escala espacial toma
como epicentro a Brasil dentro del mundo atlántico, cuando su territorio se
convirtió en sede de la monarquía pluricontinental, ascendido luego a la ca-
lidad de reino, hasta declarar su independencia y emprender el camino de
construcción de un Estado nacional. Una de las hipótesis centrales plantea
que ese camino se conguró en el marco de una experiencia compartida con
Hispanoamérica en el convulso ambiente político y guerrero de aquellos
años. Ese “espacio de experiencia” —una categoría crucial en la hermenéu-
tica que despliega el autor— implicó, a su vez, una reelaboración de la tem-
poralidad al redenirse los sentidos de la historia pasada, las expectativas
del presente y las proyecciones del futuro. En esta obra, espacio y tiempo
no solo asumen el clásico papel de dotar de un contorno al escenario donde
se desarrolla el guion, sino más bien el de telones que se abren y se cierran
en sentido horizontal o vertical, según la coyuntura, para intervenir en la
puesta en escena a través de la voz del autor que reexiona sobre sus mutuas
imbricaciones. El elenco de actores que se mueve entre esos telones es muy
variado, aunque por la propia naturaleza de la trama sus perles se recortan
en las capas que conformaron las dirigencias políticas, los letrados y publi-
cistas, los hombres de armas y los que ejercieron el arte de la diplomacia. Sus
voces se restituyen a través de un exhaustivo trabajo en archivos distribui-