Procesos 55, enero-junio 2022178
Me acuerdo de esas austeras aulas bonaerenses y del vino barato, tam-
bién de la efervescencia intelectual. El recuerdo me lleva a meditar sobre
los cambios experimentados por nuestra rama de estudios desde esos días
remotos. Al publicar nuestra nueva obra conjunta, Miradasconectadasyreno-
vadas, la podemos considerar como un estado del arte, una muestra de los
rumbos de nuestra subdisciplina. ¿Cómo miramos y cómo conectamos hoy
las memorias?
El primer cambio y el más evidente durante los últimos 32 años es que
la etnohistoria migró desde una preocupación por el Tawantinsuyu y sus se-
cuelas en el siglo XVI, hacia los tiempos coloniales y la Independencia. Esta
investigación forma el componente más extenso de Miradas. El siglo XIX, que
fue visto hasta 1982 (año en que Tristan Platt publicó su estudio pionero Esta-
dobolivianoyaylluandino:tierraytributoenelnortedePotosí)2 como edad etno-
grácamente oscura o hasta imposible de investigar, llegó a ser enfoque de la
historiografía más innovadora durante los últimos veinte años. Los que una
vez nos preocupábamos por descubrir un mundo “sin nosotros,” un mundo
íntegramente nativo americano, nalmente hemos aprendido a pensar en los
pueblos originarios como cocreadores de la modernidad. Llega el momento
para redenir esa formación que, inocentemente, habíamos llamado América
Latina, o anglo América, o franco América. Apreciablemente vamos a cortar
distancias entre la historia “propiamente tal”, la etnohistoria y la etnografía al
abandonar la supuesta calidad “oral” de Indoamérica, con el n de reconocer
a los letrados rurales como coautores dentro de la red gráca mundial.3
Este acercamiento entre estudiosos y pueblos nos hace pensar en una
segunda tendencia. Miradas se interesa, principalmente, en situaciones de
sociedades superpuestas o interpenetradas. En esto converge con los mo-
vimientos “poscoloniales”. Sin embargo, su signo distintivo es no recaer en
síntesis como el mestizaje, las sociedades plurales o las naciones multiétni-
cas. Casi todas las contribuciones a Miradas retan la idea de “una sociedad”
en la tradición durkheimiana. Pactos, modusvivendi, desplazamientos, rede-
niciones de pueblos, de ideas y de identidades: en todo esto vamos creando
una historiografía más el a nuestras experiencias como sujetos modernos.
Durante los mismos 32 años, la etnohistoria ha experimentado un tercer
cambio de orientación. Este cambio en parte nace de los dos acercamien-
tos, ya comentados, aunque de manera ambivalente. Deseamos saber cómo
“ellos”, los pueblos y las personas involucradas, han sabido conectar y re-
2. Tristan Platt, Estadobolivianoyaylluandino:tierraytributoenelnortedePotosí (Lima:
Instituto de Estudios Peruanos, 1982).
3. Tristan Platt, Defendiendoeltechoscal.Curacas,ayllusysindicatosenelGranAyllu
Macha,nortedePotosí,Bolivia,1930-1994(La Paz: Centre of Amerindian, Latin American
and Caribbean Studies / University of St. Andrews, 2018), 35.