Procesos 55, enero-junio 2022132
actuando en las instituciones y asociaciones seculares y participando en polí-
tica en alianza con los marxistas. Tal convicción dejaba al margen a la Iglesia
institucional, “atada” al clericalismo y al elitismo.
Otro aporte del Vaticano II fue sentar las condiciones para el diálogo en-
tre católicos y marxistas.71 En Quito, un incipiente intercambio se dio entre la
Universidad Central y la prestigiosa Facultad de Filosofía “San Gregorio” de
la Compañía de Jesús. Un alumnus, el teólogo Pedro Trigo, aporta datos re-
veladores: en 1965, el viceprovincial, Marco V. Rueda, autorizó que él y otros
jesuitas tuvieran encuentros informales con grupos de izquierda para hablar
sobre la realidad latinoamericana.72 Un destacado marxólogo, Eduardo Ru-
bianes, S. J., coordinó una comisión que estudió la cuestión del ateísmo y fue
invitado para dar conferencias en la Central. Las discusiones en clase sobre
la relación entre cristianismo y marxismo continuaron en las páginas de la
revista de los estudiantes de la facultad jesuita, PuntoOmega.73
En el Perú, el padre Gutiérrez asumió la tarea pionera de construir una
teología latinoamericana. No estuvo solo: otros teólogos comenzaron a pu-
blicar artículos y libros cada vez más audaces.74 Y en la estela de Camilo
Torres, surgieron los llamados “curas de izquierda”, como José Gómez y
Agustín Bravo Muñoz.75 Los partidos políticos tradicionales, las clases diri-
gentes, las Fuerzas Armadas y la mayor parte del clero, anclados en la lógica
anticomunista, veían con temor esos desarrollos.
Con su acostumbrada diligencia, el arzobispo de Quito se propuso trans-
mitir los documentos de Medellín. Su convicción era que la conferencia había
marcado “un derrotero claro y rme” para la reforma eclesial y para adaptar
la acción pastoral a las exigencias del mundo actual. Los católicos desorien-
71. GaudiumetSpes reconoció que “todos los hombres, creyentes y no creyentes, de-
ben colaborar en la edicación de este mundo. Esto no puede hacerse sin un prudente y
sincero diálogo”. “Constitución pastoral GaudiumetSpes”, numeral 21, en Concilio Ecu-
ménico Vaticano II, Constituciones,decretos,declaraciones, 177-297.
72. Pedro Trigo (teólogo jesuita), en conversación con el autor, mayo de 2021.
73. Eduardo Rubianes nació en Quito (1913) e ingresó a la Compañía de Jesús en 1929.
Sacerdote en 1945, se doctoró en la Universidad Gregoriana. Enseñó Filosofía Contempo-
ránea en el “San Gregorio” (que funcionó en La Granja) durante los años sesenta. Archivo
de la Provincia Ecuatoriana de la Compañía de Jesús, “Catálogos S. J.” (1961-1970).
74. Entre los teólogos más destacados menciono a Hugo Assmann, Juan L. Segundo,
S. J. y Segundo Galilea, S. J. Tamayo Acosta, Paracomprenderlateología..., 197-275.
75. Víctor Corral, sucesor de Proaño al frente de la diócesis, está de acuerdo en ca-
licar a Bravo Muñoz como un “cura de izquierda”, al menos según las deniciones de
la década de 1970. Sobre su pensamiento respecto a Proaño, la teología de la liberación y
la Iglesia ecuatoriana, véase Agustín Bravo Muñoz, Elsoñadorsefue,perosusueñoqueda
(Quito: Fondo Documental Diocesano / Vicaría del Sur del Ecuador / Fundación Pueblo
Indio / Centro Bíblico, 1998).