Debates sobre la república en El Quiteño Libre.
Cultura política e impresos (1833-1834)
Debates on the Republic in El Quiteño Libre.
Political Culture and Press (1833-1834)
DebatesemtornodaconcepçãoderepúblicanoEl Quiteño Libre.
Culturapolíticaeimpressos(1833-1834)
Roger Castro Lagos
Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE)
Quito, Ecuador
recastro2@espe.edu.ec / rcastrolagos@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3836-9711
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n56.2022.3394
Fecha de presentación: 8 de enero de 2022
Fecha de aceptación: 14 de febrero de 2022
Artículo de investigación
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 56 (julio-diciembre 2022), 65-92. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
RESUMEN
Este artículo analiza el modelo republicano pensado y promovido por
los artíces del periódico El Quiteño Libre. En cada una de sus
publicaciones, el periódico cuestionó las acciones del presidente
Juan José Flores y, a la vez, expuso argumentos que muestran
el pensamiento de los editores y permite identicar la manera de
concebir la república para el Ecuador independiente, distinta de la
que se está construyendo bajo el mandato de Flores. El artículo
identica a las personas responsables de las publicaciones, describe
la materialidad de El Quiteño Libre y analiza los debates planteados
por el periódico entre los años 1833-1834.
Palabras clave: historia latinoamericana, historia del Ecuador,
historia política, historia cultural, prensa, siglo XIX, Ecuador,
república, Juan José Flores.
ABSTRACT
This article analyzes the Republic foundation promoted by the
El Quiteño Libre’s editor team. In each of its issues, the journal
questioned the actions of President Juan José Flores and
simultaneously exposed arguments that show the editors’ thoughts
and allow us to identify the way of conceiving the Republic for an
independent Ecuador, dierent from the one being built under Flores’
mandate. The article identies the people behind the publications,
describes the materiality of El Quiteño Libre, and analyzes the debates
raised by the journal between the years 1833-1834.
Keywords: Latin American history, History of Ecuador, political
history, cultural history, press, nineteenth century,
Ecuador, Republic, Juan José Flores.
RESUMO
O artigo analisa a ideia de república promovida pelos atores de
El Quiteño Libre. Em cada uma de suas publicações, o periódico
questionou a atuação do presidente Juan José Flores e, ao mesmo
tempo, apresentou argumentos que demonstram os pensamentos dos
editores e permitem identicar uma forma de conceber a república
diferente da qual vinha sendo construída sob o mandato de Flores. O
estudo identica os dirigentes da publicação, descreve
a materialidade do El Quiteño Libre e analisa os debates gerados
na publicação entre 1833-1834.
Palavras chave: história latino-americana, história do Equador,
história política, história cultural, imprensa, século XIX,
Equador, República, Juan José Flores.
introduCCión
El Quiteño Libre fue un periódico de oposición que expresó públicamente
el rechazo al gobierno del presidente Juan José Flores, a quien acusaba de
gobernar para sí mismo y para sus cercanos, sin respetar la Constitución y
las leyes.1 En las publicaciones del periódico, entre los cuestionamientos al
presidente es posible identicar también una propuesta de república. Flores
gobernó en un ambiente de crítica a su gestión que fue del plano privado al
público. Los cuestionamientos pasaron de las tertulias de salón de los aris-
tócratas nativos y de los círculos universitarios a la expresión pública en los
periódicos.2 Iniciado bajo el alero de la Sociedad El Quiteño Libre, este perió-
dico semanal, que tuvo un total de 36 números, expresaba abiertamente su
visión de Flores acusándolo no solo de autoritario, sino también de realizar
una mala gestión administrativa.
Este artículo se aleja de estudios anteriores sobre El Quiteño Libre, los
cuales en su mayoría parten de una perspectiva liberal y, en muchos casos,
bajo la inuencia de la historia tradicional, que ensombrece la gura de Flo-
res y exaltan los discursos críticos del periódico, su valentía, y lamentan la
represión contra algunos de sus editores, en octubre de 1833.3 El objetivo es
analizar el discurso propuesto por el periódico para descubrir la forma en
que sus editores estaban pensando la república, frente al proyecto concreto
materializado por Juan José Flores. El periódico no propuso de manera ex-
plícita un nuevo proyecto, pero su crítica da lineamientos de lo que “debiera
ser” y que el presidente no estaba haciendo. El estudio se enmarca en la his-
toria cultural y la historia política.
La metodología empleada sigue la propuesta de Miriam Dobson y Benja-
min Ziemann, así como los aportes de Stephen Vella para interpretar fuentes
primarias y, en especíco, los periódicos.4 Se trata de analizar el contenido
1. Retomo el término “periódico de oposición” como categoría de análisis que al-
gunos autores, como Diego Pérez Ordóñez, han utilizado para este periódico, aunque el
concepto no aparece de manera explícita en el periódico.
2. Mark van Aken, El rey de la noche: Juan José Flores y el Ecuador, 1824-1864 (Quito:
Banco Central del Ecuador, 2005), 155.
3. Es el caso de ElQuiteñoLibre.ElmásespectacularperiódicodeoposicióndelaRepública
de Diego Pérez Ordóñez, cuyo nombre habla por sí mismo. Enrique Ayala Mora considera
que se tiraniza la obra de Flores, destacando la crítica que el periódico realiza a su gestión
y responsabilizando directamente a Flores de la muerte de los editores del periódico. En-
rique Ayala Mora, “Los muertos del oreanismo”, Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia,
n.º 27 (enero-junio 2008): 57-80.
4. Miriam Dobson y Benjamin Ziemann, eds., Reading Primary Sources (Oxford: Rout-
Procesos 56, julio-diciembre 2022 68
del periódico considerando los conceptos empleados y las relaciones entre
ellos, las metáforas, la presencia (o ausencia) del autor y su relación con los
lectores y la narrativa del texto. El periódico se aborda como objeto de estu-
dio más que como fuente histórica, considerando siempre su subjetividad,
puesto que, tal como arma Vella, los periódicos no reejan los hechos con-
temporáneos de manera objetiva, ni son conductores neutrales de informa-
ción, sino guardianes y ltradores de ideas.5 Se analiza también su mate-
rialidad, es decir, su forma física, su diseño, su conguración tipográca.
“Esta denición, que proviene de la bibliografía analítica [...] busca examinar
históricamente la incidencia de los procesos de producción y recepción de
los textos en los sistemas de construcción de sentido”.6
En el Ecuador, la prensa asumió un importante papel a partir de la separa-
ción de la república de Colombia, en 1830. Aun así, la mayoría de estudios son
de carácter descriptivo y cronológico.7 María Elena Bedoya ha realizado una
aproximación más analítica, mediante el estudio de la conguración de un
escenario para la prensa en Quito entre nales del siglo XVIII y 1840; la autora
dedica una pequeña parte a describir los principales objetivos de El Quiteño
Libre, identicar a sus promotores, la reacción de Flores frente al periódico y
la revuelta de octubre de 1833.8 Un análisis elaborado desde una perspectiva
liberal es la obra de Alfredo Albuja Galindo, que realiza un recorrido por los
principales periódicos del país y su rol político en la historia ecuatoriana des-
de la llegada de la imprenta a la Audiencia de Quito a nales del siglo XVIII
hasta mediados del siglo XX. Albuja Galindo deende abiertamente El Quiteño
Libre, armando que fue una respuesta a los “males político-sociales” y que su
aparición era una “necesidad imprescindible”.9 En la misma línea ideológica
se inscribe la obra de Diego Pérez Ordóñez que, según sus propias palabras,
busca interpretar el “espíritu” del periódico desde las personas que impulsa-
ledge, 2009). Aunque se reere a la prensa actual, el texto de Teun van Dijk, “Estructuras
textuales de las noticias de prensa”, Análisi.Quadernsdecomunicacióicultura 7/8 (marzo
1983): 77-105, aporta valiosas contribuciones metodológicas para el análisis de periódicos.
5. Stephen Vella, “Newspapers”, en ibíd., 192-208.
6. Donald F. McKenzie, BibliographieandtheSociologieofTexts (Cambridge: Cambridge
University Press, 1999), 7-75.
7. Véase Isaac J. Barrera, La prensa en Ecuador (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana,
1955); Camilo Destruge, Historia de la prensa de Guayaquil (Quito: Corporación Editora Na-
cional, 1982 [1924]); José Antonio Gómez Iturralde, Losperiódicosguayaquileñosenlahistoria
(Guayaquil: Archivo Histórico del Guayas, 1998).
8. María Elena Bedoya, PrensayespaciopúblicoenQuito1792-1840 (Quito: FONSAL,
2010).
9. Alfredo Albuja Galindo, Elperiodismoenladialécticapolíticaecuatoriana, 2 t. (Quito:
La Tierra, 2013).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 69
ron a El Quiteño Libre.10 El trabajo de Pérez Ordóñez hace un esfuerzo por des-
cribir el periódico, identicar a sus promotores y las inuencias intelectuales
en las que se apoyaba, pero se muestra demasiado parcial a favor del periódi-
co, exaltando a sus promotores y manifestándose explícitamente en contra de
Juan José Flores. Para el período comprendido de 1830 en adelante no existen
estudios que hayan considerado el rol de la prensa desde la Nueva Historia
Política o considerándola como un espacio de generación de opinión pública.11
Entre los autores que han discutido sobre la prensa como objeto de estudio,
François-Xavier Guerra plantea que esta, como medio moderno, movilizó nue-
vas prácticas de pensar y hacer la política. La prensa fue un hecho fundamental
ya que por medio de su lectura se dio paso al conocimiento y a la incorporación
de las nuevas ideas en el tránsito a la modernidad política.12 Aunque Guerra
enfatiza su análisis en el proceso de revoluciones atlánticas, sus aportes son vá-
lidos también para estudiar el comportamiento de la prensa durante la instau-
ración de las nuevas repúblicas. El protagonismo de la prensa en los debates fue
un fenómeno cultural y político compartido por las nuevas sociedades republi-
canas. Fernando Unzueta ha destacado el papel político de la prensa boliviana
en el proceso de formación de la república, entre los años 1825 y 1855.13 Para
Marcel Velázquez la prensa llegaba a un público más amplio que, por ejemplo,
los libros y su contenido alcanzaba, incluso, a la mayoría que no sabía leer.14
El QuitEño librE: un periódiCo de oposiCión
El Quiteño Libre tuvo dos etapas: la primera, de mayo a septiembre de 1833 y
la segunda, de septiembre a diciembre de 1834. Su aparición se inscribe en la ló-
gica de la cultura política del siglo XIX, que, según Gilberto Loaiza Cano, vio en
la sociabilidad un mecanismo que podía contribuir a la denición de lealtades o
10. Diego Pérez Ordóñez, ElQuiteñoLibre.Elmásespectacularperiódicodeoposicióndela
República (Quito: Abya-Yala, 1999), nota 3.
11. Enrique Ayala Mora ha publicado un análisis del rol de la prensa en la historia
de Ecuador que menciona algunos elementos para esta época. Enrique Ayala Mora, “La
prensa en la historia del Ecuador: una breve visión general”, en Paper Universitario (Quito:
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, 2012), https://repositorio.uasb.edu.
ec/bitstream/10644/3016/1/Ayala-CON-002-La%20prensa.pdf.
12. François-Xavier Guerra, Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones
hispánicas (Ciudad de México: MAPFRE, 1992).
13. Fernando Unzueta, “Periódicos y formación nacional: Bolivia en sus primeros
años”, Latin American Research Review 35, n.º 2 (2000): 45, http://www.jstor.org/sta-
ble/2692134.
14. Marcel Velázquez Castro, comp., Larepúblicadepapel (Lima: Universidad de Cien-
cias y Humanidades, 2009).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 70
adhesiones. Surgieron sociedades para debatir entre iguales sobre temas como la
dirección del Estado o la representación política del pueblo. Tertulias, cafés, ga-
lleras, casas de artesanos, imprentas, iglesias, plazas, logias, etc., sirvieron como
punto de encuentro regular o esporádico para quienes se iniciaban en ciertas
prácticas de lectura, la discusión o la adhesión a alguna campaña política.15
Durante la década de 1830, el Ecuador atravesó por dicultades en diver-
sos ámbitos. Según la Constitución, el país era unitario, dividido en departa-
mentos, provincias, cantones y parroquias. Esta división llevó a un federalis-
mo de facto, ya que al ser los departamentos las unidades territoriales más im-
portantes, sus capitales Quito, Guayaquil y Cuenca se propusieron mantener
sus cuotas de poder, por lo que el país entró en un proceso de inestabilidad por
la lucha política entre los intereses integradores del gobierno y los deseos de
los departamentos de no perder el poder que hasta entonces tenían.16
Esta situación generó dicultades a la administración de Flores. Pedro Fer-
mín Cevallos señala que las circunstancias “eran las menos adecuadas para el
bienestar, cuanto más para el progreso y prosperidad”. Argumentaba también
que tanto la ley fundamental como las secundarias estaban “llenas de vacíos”;
además de los otros males que aquejaban a la república: una división depar-
tamental mal constituida; un ejército compuesto en su mayoría de extranjeros
que unas veces estaban conformes, otras, descontentos; deudas nacionales y
extranjeras; todos estos eran obstáculos para conducir el nuevo Estado.17 El
primer gobierno debió enfrentar tres insurrecciones militares entre abril de
1831 y agosto de 1832. La represión fue costosa y sangrienta y desde entonces
la economía y la imagen del gobierno resultaron seriamente perjudicadas.18
Enrique Ayala Mora coincide con Pedro Fermín Cevallos en cuanto a la situa-
ción económica, señalando que los ingresos del Ejecutivo eran muy bajos y
que en su mayoría los absorbían las Fuerzas Armadas y la alta burocracia. El
presupuesto creció muy poco durante las primeras cuatro décadas.
Ante esta situación, las decisiones tomadas por Flores fueron vistas como
autoritarias y despóticas y generaron una creciente oposición política. Este re-
chazo se originó en los salones y tertulias de los letrados, que luego se tradu-
jeron en publicaciones impresas.19 Mark Van Aken presenta una visión más
15. Gilberto Loaiza Cano, Sociabilidad,religiónypolíticaenladenicióndelanación.Co-
lombia, 1820-1886 (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2011), 20.
16. Juan Maiguashca, “El proceso de integración nacional en el Ecuador: el rol de po-
der central, 1830-1895”, en HistoriayregiónenelEcuador:1830-1930, ed. por Juan Maiguash-
ca (Quito: FLACSO Ecuador / CERLAC / IFEA / Corporación Editora Nacional, 1994), 361.
17. Pedro Fermín Cevallos, Historia del Ecuador (Guayaquil / Quito: Ariel, s. f.), 17-18.
18. Aken, El rey de la noche..., 125.
19. Pedro Moncayo, El Ecuador de 1825 a 1875. Sus hombres, sus instituciones y sus leyes, vol.
1 (Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1979 [1906]), 114; Aken, ibíd., 155.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 71
crítica sobre estas acusaciones señalando que “Flores, aparentemente no tenía
mayores escrúpulos en sus transacciones nancieras privadas, pero no se pue-
de deducir de esto que fuera necesariamente culpable del desorden scal del
gobierno”.20 De acuerdo al autor, la mayoría de miembros del Congreso “eran en
general ineptos y timoratos en el manejo de los problemas presupuestarios”.21
Flores optó por reformas scales para obtener mayores fondos en los
distintos departamentos, agilizar la recaudación e imponer fuertes multas
a la evasión tributaria.22 Pero estas medidas no lograron el efecto esperado;
a mediados de 1833 los problemas nancieros devinieron en crisis políti-
ca. Según Cevallos, la oposición cuestionaba a Flores porque no estabilizaba
la economía, mientras él mismo llevaba una vida de lujo y ostentación. De
acuerdo con el autor, la oposición se jactaba de patriotismo, pero también
tenía intereses propios y, si bien era cierto que Flores no fue del todo eciente
en su gobierno, también era cierto que el Estado apenas estaba naciendo y
era muy difícil lograr una organización del mismo en tan poco tiempo.23 En
este contexto apareció El Quiteño Libre, como resultado de las deliberaciones
de un grupo de ilustrados opositores a Flores, que crearon una sociedad del
mismo nombre. Se reunían regularmente para discutir la realidad del país y
para exponer públicamente su pensamiento, intentando demostrar que re-
presentaban a un sector mayoritario.
La sociedad El Quiteño Libre fue iniciada por el coronel británico Fran-
cisco Hall, quien había participado en las batallas de la independencia bajo
las órdenes de Simón Bolívar, de 1818 a 1822. Seguidor de la losofía utili-
tarista de Jeremy Bentham,24 Hall fue profesor de la Universidad Central y
20. Aken, ibíd., 144.
21. Ibíd.
22. Para una mayor profundización del aspecto económico en los primeros años
de la república y las medidas tomadas por Flores y sus sucesores véase Viviana Velas-
co Herrera, “Negociar el poder: scalidad y administración pública en el proceso de
construcción del Estado ecuatoriano, 1830-1875” (tesis de doctorado, Universitat Pom-
peu Fabra, 2013), 81-166, https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/129812/tvvh.
pdf?sequence=1&isAllowed=y.
23. Cevallos, Historia del Ecuador, 75-77.
24. El utilitarismo es la teoría moral para la cual una acción es moralmente adecuada
solo si produce al menos tanto bien (utilidad) para las personas afectadas por la acción
como cualquier acción alternativa que la persona pudiera hacer en su lugar. Su partida-
rio más conocido es J. S. Mill quien formuló el principio: “Actúa siempre de manera que
produzcas el máximo de felicidad. Dan W. Brock, “Utilitarismo”. En Diccionario Akal de
losofía, ed. por Robert Audi (Madrid: Akal, 2004), 999. Jeremy Bentham, seguidor de este
pensamiento, fue profesor y amigo de Francisco Hall. Bentham aplicó los principios del
utilitarismo a la política señalando que cualquier acción o medida de un gobierno debe
tomarse solamente cuando se orienta al aumento de la felicidad de cada uno de los afecta-
dos. Richard Brand, “Bentham, Jeremy”, en ibíd., 100.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 72
redactor del periódico El Venezolano cuyas publicaciones molestaron a José
Antonio Páez, que lo expulsó, razón por la cual regresó a Ecuador y se radicó
en el barrio de San Roque.25 Siguiendo instrucciones de Hall, los miembros
de la sociedad idearon un proyecto de “oposición nacional” contra la admi-
nistración de Flores;26 el coronel José María Sáenz fue designado presidente
y José Miguel Murgueitio, secretario. También pertenecían a ella: Manuel
Matheu, Ignacio Zaldumbide, Manuel y Roberto de Ascásubi, Vicente Sans,
Manuel Ontaneda, el coronel Wright,27 y el comandante Pablo Barrera. Hall
se comprometió como redactor del periódico, mientras que Pedro Moncayo
era el editor.28 Más tarde se integró José Félix Valdivieso, hacendado y polí-
tico, ministro del Interior de Flores y removido de su cargo, tras ser acusado
de vinculaciones con la sociedad El Quiteño Libre.29
En un estudio del período, Silvia Vega evidencia que varios miembros
eran propietarios de haciendas en la sierra ecuatoriana, es decir, tenían po-
der económico.30 Ellos mismos armaban que la sociedad estaba compuesta
de hombres que no necesitaban de empleos para vivir o que tenían la capa-
cidad económica para invertir en infraestructura pública.31 También hacían
parte de la agrupación algunos militares de alto rango, lo que da cuenta
de que existían distintas posiciones entre ellos en relación con el presidente
Flores, quien también era militar. En un remitido se le acusaba de haberles
reducido los sueldos, de manera que no les alcanzaba para vivir.32
Entre los ilustrados destaca Pedro Moncayo, con conocimientos en -
losofía, jurisprudencia y derecho.33 Se inició a la vida pública en El Quiteño
Libre, pero su carrera continuó después como publicista, propagandista e
ideólogo del liberalismo.34 Otro de ellos era Vicente Rocafuerte, heredero de
una gran fortuna, que se había educado en España y Francia, partidario de
25. Rodolfo Pérez Pimentel, DiccionariobiográcodelEcuador (Guayaquil: Universidad
de Guayaquil, 1987), 156-157.
26. Moncayo, El Ecuador de 1825..., 113, 114.
27. No se menciona el nombre de este coronel. Es probable que se trate de Ricardo
Wright. “Abusos del poder”, El Quiteño Libre, n.° 15, 18 de agosto de 1833.
28. Ibíd., 113; Pedro Fermín Cevallos, Resumen de la historia del Ecuador desde su origen
hasta 1845, t. 5 (Guayaquil / Quito: Ariel, s. f.), 82.
29. “Ministerio del Interior”, El Quiteño Libre, n.º 11, 21 de julio de 1833.
30. Silvia Vega, Ecuador: crisis políticas y Estado en los inicios de la república (Quito:
FLACSO Ecuador / Abya-Yala, 1991), 43.
31. “Gaceta de Gobierno”, El Quiteño Libre, n.º 11, 21 de julio de 1833; “Utilidad Públi-
ca”, ibíd., n.º 13, 4 de agosto de 1833.
32. Heráclito que un día será Demócrito, “Remitido”, ibíd., n.º 3, 25 de mayo de 1833.
33. Pérez Pimentel, DiccionariobiográcodelEcuador, 205-206.
34. Guillermo Bustos, “El Ecuador de 1825 a 1875: notas para su análisis historiográ-
co”, en Pensamiento de Pedro Moncayo, ed. por Enrique Ayala Mora (Quito: Fundación
Friedrich Naumann / Corporación Imbabura/ Corporación Editora Nacional, 1993), 102.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 73
una autonomía de las colonias en el marco constitucional de Cádiz; se opuso
al monarquismo y fue partidario del sistema político norteamericano.35 No
hay evidencias de que perteneciera a la sociedad, pero contaba con su apoyo
y admiración.36
Annick Lempérière considera que los miembros de este tipo de socieda-
des manejaban el conocimiento y los artefactos literarios de la época y busca-
ban transmitir sus ideas a las nuevas generaciones, difundirlas y conferirles
una utilidad social y política.37 Aunque la autora se reere al caso argentino,
su descripción se ajusta a la sociedad El Quiteño Libre. Estos hombres —no
se menciona la presencia de mujeres— no solo se reunían a debatir sobre
temas políticos, también se encargaron de exponer sus opiniones al público
y deseaban perpetuar la memoria de El Hombre Libre de Guayaquil, periódi-
co opositor que circulara en 1830. Es decir, se consideraban continuadores
de una oposición que no había comenzado con ellos y que, tal como señala
Lempérière, pretendían dar a conocer a las nuevas generaciones .38
La imprenta vino a ser el medio ideal para comunicar sus ideas, ya que
ellos pretendían representar a la opinión pública, entendida como la opinión
generalizada; tenían un alto concepto de sí mismos como generadores de
prensa. Algo similar a lo que Unzueta ha mencionado para Bolivia, donde
esta se consideraba “invento divino” y “el agitador universal”;39 para el caso
ecuatoriano, esta prensa se veía a sí misma como “arma terrible”40 o como el
“único freno”41 contra el autoritarismo. De manera que la primera etapa de
publicaciones de El Quiteño Libre concluyó de manera violenta: el contenido
y el lenguaje del periódico gestaron una profunda tensión con Flores, la no-
che del 19 de octubre de 1833 generó un enfrentamiento entre las autoridades
armadas y miembros de la sociedad, algunos de los cuales resultaron muer-
tos.42 De este suceso hay al menos dos versiones: una partidaria del periódico
35. José Antonio Aguilar Rivera, “Vicente Rocafuerte, los panetos y la invención
de la República hispanoamericana”, en Construccionesimpresas.Panetos,diariosyrevistas
enlaformacióndelosEstadosnacionalesenAméricaLatina,1820-1920, ed. por Paula Alonso
(Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2003), 17-18.
36. “Al Sr. Vicente Rocafuerte”, El Quiteño Libre, n.º 2, 19 de mayo de 1833; ibíd., n.º
15, 18 de agosto de 1833.
37. Annick Lempérière, “Los hombres de letras hispanoamericanos y el proceso de
secularización (1800-1850)”, en Historia de los intelectuales en América Latina, dir. por Carlos
Altamirano (Buenos Aires: Katz, 2008), 243.
38. Ibíd.
39. Unzueta, “Periódicos y formación...”, 45.
40. “Periódicos”, El Quiteño Libre, n.º 35, 14 de diciembre de 1834.
41. Ibíd., n.º 26, 5 de octubre de 1834.
42. La historia tradicional en su gran mayoría relata este suceso desde una visión muy
desfavorable a Flores, véase por ejemplo Ayala Mora, “Los muertos del oreanismo”, nota
Procesos 56, julio-diciembre 2022 74
y una suerte de versión ocial.43 Está claro que hubo un intento de revuelta
en la que se encontraban involucrados sus miembros, quienes buscaron el
apoyo militar, pero fueron denunciados y la revuelta reprimida. Al parecer,
ese fue el nal de El Quiteño Libre: Francisco Hall murió, Pedro Moncayo
fue apresado y, por cerca de un año, el periódico dejó de publicarse.
Para el segundo período, el grupo responsable de las publicaciones fue
la Sociedad Patriótica, a la que pertenecía la imprenta y rmaba algunas
notas del periódico.44 No se ha encontrado documentación que permita iden-
ticar a los miembros de esta sociedad. Rocafuerte parece haber sido uno de
ellos, según una nota que lo señala como miembro, aunque su permanencia
fue breve, dado que pactó con Flores en 1834.45 En esta nueva etapa, El Qui-
teño Libre siguió la tendencia iniciada a partir de 1808, cuando se produjeron
cambios en la producción y circulación de periódicos en Hispanoamérica.
Hasta entonces era común que tocaran temas de carácter cientíco, alejados
de la política, como hacía el Semanario del Nuevo Reino de Granada, que dejó
de publicarse por el poco interés de los lectores. Luego, el propio redactor de
este participó en uno nuevo y de carácter distinto: el DiarioPolíticodeSanta-
.46 En esa época los periódicos eran una muestra de los diversos conictos
inherentes al nacimiento de la república. “En este ambiente que conjugará
el periodismo con los diversos razonamientos político-intelectuales produ-
cirá discursos insertos en diarios y revistas que pretenderán [...] buscar en
la mente de sus lectores la adhesión de sus postulados”.47 El Quiteño Libre
entonces no solo fue un periódico político de opinión, también buscó con-
vencer con sus ideas y ganar adherentes a su causa.
La materialidad de El Quiteño Libre reeja aspectos importantes del pe-
riódico. Para Loaiza Cano, el epígrafe, el prospecto o el anuncio más peque-
ño relacionado con el lugar de venta, contienen información densa y pueden
reejar, por ejemplo, sus propósitos o condiciones de circulación, la situación
política que los movilizó, las referencias políticas o literarias que inspiraron
su aparición.48 Estas circunstancias nos muestran otros aspectos de la reali-
3. Una posición más favorable a Flores se encuentra en la obra de Pedro Fermín Cevallos;
mientras que Mark van Aken tiene la postura más neutral.
43. Véase “Suceso escandaloso”, Gaceta del Gobierno del Ecuador, n.º 116, 26 de octubre
de 1833.
44. “La Sociedad Patriótica a las víctimas del 19”, El Quiteño Libre, n.º 22, 7 de sep-
tiembre de 1834; “Sociedad Patriótica”, El Quiteño Libre, n.º 35, 14 de diciembre de 1834.
45. Ibíd., n.º 26, 5 de octubre de 1834.
46. Gilberto Loaiza Cano, “Prensa y opinión en los inicios republicanos (Nuevo Reino
de Granada, 1808-1815)”, HistoriaCrítica, n.º 42 (septiembre-diciembre 2010): 56-57.
47. Brenda Acevedo Guzmán, “El sujeto ilustrado o el gran otro en el diario La Misce-
lánea de 1831”, en Larepúblicadepapel, 74.
48. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 72.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 75
dad política, cultural y social de la época. Para Roger Chartier la materiali-
dad de los textos encierra un conjunto de relaciones y prácticas que tienen
que ver con un contexto especíco. El proceso en el que las obras adquieren
sentido “conlleva relaciones anudadas en tres polos: el texto, el objeto que
lo porta y la práctica que se apodera de él”.49 De manera que, si se pretende
restituir este proceso, se necesita considerar estos tres elementos. Reriéndo-
se al proceso de publicación de un texto, también señala Chartier que no se
puede separar lo textual de lo material.50 Es decir el contenido del texto no se
puede separar de su soporte o de sus elementos materiales, porque estos es-
tán en una relación en la que lo uno es denido por lo otro. La materialidad
del periódico también es parte del mensaje.
En su primera etapa, el periódico circulaba los domingos y se imprimía en
la Imprenta Quiteña, por Pedro Muños de Ayala.51 La suscripción podía reali-
zarse en la botica del Dr. Manuel Ontaneda, miembro de la Sociedad y costaba
seis pesos si era anual, tres pesos si era semestral y doce reales si era trimestral.
Los propios editores se encargarían de hacer llegar por correo los periódicos
a los suscriptores de otras ciudades y a los de Quito se les entregaba en su
propia casa.52 También se recibían suscripciones en Guayaquil, Cuenca, Pasto
y Popayán.53 Esta información muestra que, con cierta rapidez, se formó una
comunidad lectora, lo que Chartier y otros denominan “comunidad de senti-
do”, vinculada al periódico. A dos meses de su primera publicación ya había
interesados en otros lugares del país. También la alianza con El Corresponsal de
Popayán permite apreciar que se podían establecer sociedades con otros pe-
riódicos incluso fuera del país. En otra nota se señala también que el periódico
es “apreciado” por El Constitucional del Cauca,54 otro periódico colombiano.
El formato del periódico era de cuatro páginas escritas en doble colum-
na. Su tamaño era de 31 x 21 cm. Al igual que otros periódicos de la época, se
preocupaba de aprovechar de la mejor manera posible el poco espacio con el
que contaba, de forma que su letra es pequeña con títulos breves. En primer
lugar, aparecían las notas de opinión crítica, luego notas sobre hechos de
otros lugares o aquellas que reproducían o cuestionaban las de otros periódi-
cos (especialmente ociales o anes al gobierno), luego copias de documen-
tos o cartas. En los apartados nales se incluían los remitidos, para concluir
eventualmente con la respuesta a los remitidos o con algún aviso.
49. Roger Chartier, Libros, lecturas y lectores en la edad moderna (Madrid: Alianza, 1994), 46.
50. Roger Chartier, “¿Qué es un libro?”, en Qué es un texto, ed. por Roger Chartier
(Madrid: Ediciones Ciencias Sociales, 2006), 14.
51. A excepción del primer número que estuvo a cargo de J. de Terán.
52. Esta información aparece en la primera página de cada número.
53. “Aviso”, El Quiteño Libre, n.º 10, 14 de julio de 1833.
54. “Cauca”, ibíd., n.º 9, 7 de julio de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 76
En la primera página aparecía un eslogan en latín: Nulla enim nobis socie-
tascumTyrannis,sedpotiussummadistractioes.55 Esto puede leerse como una
declaración de principios en la que señalan la diferencia entre ellos y “el ti-
rano” personicado en Flores. También puede entenderse como una especie
de contraseña que solo algunos podrán comprender. La segunda etapa de
publicaciones comenzó con el número 21, el domingo 31 de agosto de 1834.56
El formato se mantuvo prácticamente igual, salvo por un dibujo de dos ra-
mas cruzadas sobre el título. Una diferencia considerable con el período an-
terior fue el tono crítico de las notas: más radical, más agresivo. Se acusaba
al Congreso de ser un “club de esclavos de su majestad Sr. Don Juan José
I” para luego señalar que “cubriéndose de ignominia autorizó al ejecutivo
para consumase la ruina de la patria moribunda”.57 Para referirse a Flores
se usaban términos como “pobre diablo”, “execrable tiranillo”, “basilisco”
o “escorpión de Puerto Cabello”. El domingo 21 de 1834 apareció el último
ejemplar del que se tiene constancia. Es probable que los cambios dispuestos
en la ley de imprenta, decretados en octubre de 1833, establecieran alguna
forma legal de impedir que siguiera circulando.58
Como era usual en la época, El Quiteño Libre hizo público sus objetivos
en lo que se denominaba “Prospecto”. Ubicado en la portada del primer nú-
mero, decía que “iluminaba la fundación del periódico; su función era publi-
citaria porque se concentraba en presentarse ante el público lector, en ofrecer
unos servicios, en prometer la satisfacción de deseos o necesidades”.59 Se
destacan cuatro propósitos: “1. Defender las leyes, derechos y libertades de
nuestro país. 2. Denunciar toda especie de arbitrariedad, dilapidación y pi-
llaje de la hacienda pública. 3. Conrmar y generalizar la opinión en cuanto
a los verdaderos intereses de la nación. 4. Defender a los oprimidos y atacar a
los opresores”.60 El periódico se mostraba a favor de la Constitución, aunque
consideraba que debía indicar los vacíos que esta contenía y las mejoras que
se le pudieran hacer. No pretendía atacar a los magistrados, quienes eran
vistos como el “órgano de la ley”. Los embates iban contra los que abusaban
de la ley para satisfacer sus pasiones y debían, por lo tanto, responsabilizarse
55. “Nosotros no tenemos ninguna sociedad con los tiranos, sino al contrario mucha
repugnancia”.
56. “Causas de la revolución en Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 24, 21 de septiembre
de 1834.
57. “Ojeada al Congreso”, ibíd., n.º 22, 7 de septiembre de 1834.
58. La nueva ley de imprenta aparece publicada de manera íntegra en el PrimerRejis-
tro Auténtico Nacional, n.º 52, 1833, 410-419.
59. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 73.
60. “Prospecto”, El Quiteño Libre, n.º 1, 12 de mayo de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 77
frente a ella.61 Se mostraba partidario de un sistema en el que la Constitución
fuera el ente rector de la sociedad, incluso por sobre la del presidente. Los
editores serían scales de la administración de un gobierno tiránico y el pe-
riódico se presentaba como defensor de los “oprimidos”.62
El Quiteño Libre se amparaba en la libertad de imprenta especicada en
la Constitución de 1830,63 que entregaba cierta libertad, aunque con ambi-
güedades y dejaba lugar a la interpretación por parte de las autoridades. Por
esto, los editores no se identicaban. Las notas de prensa y los remitidos solo
se rmaban con seudónimos, al igual que los remitidos, que usaban seudó-
nimos como “Un escarmentado”, “Los celosos del bien público”, “Un obser-
vador”, “Unos curiosos”, “Un padre de familia”, “Un hacendado en Chota”,
“Un patriota”, “Un quiteño libre y previsivo”. Este detalle conrma el temor
a ser reconocido y perseguido, a la vez que sirve para esbozar ciertas carac-
terísticas de los lectores. Todos son hombres y algunos términos remiten a
personas que se consideran de clase acomodada y con cierto prestigio. El
término “patriota” alude a alguien que tiene legitimidad para opinar puesto
que es un defensor de la patria. Otros términos como “curioso”, “observa-
dor”, “previsivo” o “celoso del bien público” dan cuenta de que estos se ali-
nean con el periódico en el sentido del derecho a scalizar a las autoridades
o al sistema político en general y se muestran como críticos de este.
Pero también se publicaban cartas en las que el remitente se identicaba
con nombre y apellido, cuando se buscaba aclarar una situación que las per-
judicaba o atentaba contra el honor, elemento que se heredó del Antiguo Ré-
gimen. Como ha señalado Margarita Garrido, la defensa del honor que hacía
un hombre libre injuriado o agraviado parecía apuntar a una rearmación
de su dignidad. El honor era la clave del reconocimiento.64 Tal es el caso de
una carta enviada por el entonces ministro de Flores, José Félix Valdivieso,
para defenderse de acusaciones en su contra.65 Se trata de una carta dirigida
al propio hacendado, pero Valdivieso buscaba limpiar su imagen en el esce-
nario de la opinión pública.
Tanto el anonimato como la identicación de las publicaciones en la
prensa han sido analizados por Mayxué Ospina Posse, para quien los impre-
sos rmados con seudónimos o nombres de pila evidencian dos categorías
61. Ibíd.
62. Ibíd.
63. “Constitución de la República del Ecuador”, RegistroOcial, septiembre de 1830,
art. 64.
64. Margarita Garrido, “Honor, reconocimiento, libertad y desacato: sociedad e indi-
viduo desde un pasado cercano”, en Cultura,políticaymodernidad, ed. por Gabriel Restre-
po (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1998), 99-102.
65. José Félix Valdivieso, “Otro” [remitido], El Quiteño Libre, n.º 4, 2 de junio de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 78
posibles de escenicación pública de la prensa: por un lado, la del “hombre
público” que en nombre de la colectividad a la que representa se permite
mostrarse sin rostro, por otro lado, está la voz del individuo que expone
públicamente su unicidad, apelando al tribunal de la opinión para “resarcir
su buen nombre mancillado”.66
propuesta de repúbliCa
en los debates de El QuitEño librE
El estudio de los periódicos abre ventanas a la cultura intelectual que pre-
valeció en un tiempo, lugar o una comunidad en particular, y su lectura crítica
ayuda a la comprensión signicativa de cómo las sociedades o las culturas
llegaron a verse a sí mismas y al mundo que las rodeaba.67 El análisis de los
debates expuestos en El Quiteño Libre nos permite vislumbrar la idea que sus
editores tenían de cómo debía construirse la nueva república. Mientras Flores
seguía la tendencia bolivariana con un ejecutivo fuerte, ellos creían en una co-
munidad política fundamentada en la autoridad máxima de la Constitución,
la cual garantizaba libertad. Entonces, el periódico fue construyendo la gura
de Flores como tirano, como un autoritario que abusa de las facultades que le
concede la Constitución. Su conducta se opone a lo que sus editores entienden
como buen gobierno, aunque ellos no lo digan con estas palabras. Se critica no
solo su actuar como persona, sino también sus decisiones políticas.68
La Constitución y la necesidad
de evaluar a las autoridades
Para el periódico, la crítica al gobierno y a las autoridades era totalmente
válida, ya que su desempeño debía medirse en relación con el cumplimiento
de las leyes. Su autoridad no descansaba en el cargo, sino en la concordancia
de sus actividades con lo expresado en la Constitución. Este era el elemento
que sostenía la institucionalidad de la nueva república. Por otro lado, al seña-
lar que nadie estaba por sobre la Constitución se enunciaba implícitamente el
principio de la igualdad ante la ley. Entonces, las autoridades no personica-
66. Mayxué Ospina Posse, “Opinión pública y cultura de la imprenta en Cartagena de
Colombia, 1821-1831”, en Disfrazyplumadetodos.Opiniónpúblicayculturapolítica,siglos
XVIII y XIX, ed. por Francisco Ortega Martínez y Alexander Chaparro Silva (Bogotá: Uni-
versidad Nacional de Colombia / University of Helsinki, 2012), 276.
67. Vella, “Newspapers”, 192.
68. Véase Alicia Hernández, Latradiciónrepublicanadelbuengobierno (Ciudad de Mé-
xico: El Colegio de México, 1993).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 79
ban la soberanía, eran solamente una “emanación de ella”.69 Las únicas sobe-
ranas eran la Constitución y la ley. Esta última era la “suprema autoridad”:
Con respecto a la suprema autoridad, si por esta expresión [la nota en el periódico
ocial] hubiese querido designar a la LEY, no habría disputa con nosotros, pero lo
dudamos, porque en lugar de unas palabras claras ha usado la frase ambigua que
muchas veces signica “los jefes que mandan”, la que reducida como una fracción
vulgar a sus más simples términos quiere decir: el presidente o sus ministros.70
Esta armación, que responde a una nota publicada en el periódico ocial,
reeja el pensamiento de los editores. El presidente y sus ministros pueden
ser autoridades, pero no más de lo que lo son la Constitución y la ley. Están
sometidos a ellas, como todos, y no pueden actuar por sobre ellas. Otro tema
recurrente en el periódico fue la administración económica estatal o personal.
En ambos casos se cuestionaba el proceder del presidente, que abusaba de su
poder. Se publicaban denuncias contra el gobierno por entregar recursos es-
tatales a un hacendado en compensación por los daños provocados por una
inundación;71 se dudaba de que las remuneraciones de los empleados públicos
estuvieran en concordancia con lo estipulado en la Constitución,72 se acusaba
al gobierno de mantener deudas con algunos militares;73 beneciar a conocidos
con dinero de contribuciones indígenas;74 o pagos a cuenta de ser “inspector de
hospitales”, cargo que no se justicaba por la casi inexistencia de instituciones
de salud en el país.75 También se denunciaba a Flores por utilizar su posición
para satisfacer intereses personales como monopolizar el comercio de la sal,76 o
utilizar a militares como agentes, mayordomos o muleros, pagados con dinero
estatal.77 Los cuestionamientos éticos se fundamentaban en una argumenta-
ción normativa y eran percibidos como síntomas de autoritarismo y tiranía.
Se condenaban también dos atribuciones solicitadas por Flores al Con-
greso y que le fueron concedidas en septiembre 1833: las facultades extraor-
dinarias, y la posibilidad de reelección. En cuanto al segundo punto, se con-
69. “A los electores del Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 2, 19 de mayo de 1833.
70. “Gaceta de Gobierno”, ibíd., n.º 5, 9 de junio de 1833. Énfasis en el original.
71. “Abusos de la Hacienda Pública”, ibíd., n.º 2, 19 de mayo de 1833.
72. Ibíd., n.º 3, 25 de mayo de 1833. Sobre los salarios de las autoridades públicas véa-
se PrimerRejistroAuténticoNacional, n.º 7, 1830, 49-50; ibíd., n.º 40, 1832, 318-319.
73. Heráclito que un día será Demócrito, “Remitido”, El Quiteño Libre, n.º 3, 25 de
mayo de 1833.
74. “Otro” [remitido], ibíd., n.º 3, 25 de mayo de 1833.
75. Los celosos del bien público, “Otro. Destinos extraordinarios SS. EE.”, ibíd., n.º 3,
25 de mayo de 1833.
76. “Carestía de la sal”, ibíd., n.º 6, 16 de junio de 1833.
77. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 80
sideraba que no solo el presidente había violado la Constitución, sino que
también lo había hecho el Congreso por concederle la facultad de ser reele-
gido.78 Debido a esto se publicó en El Quiteño Libre una nota exclusiva donde
se exigía la salida del presidente: “fuera pues de entre nosotros el soldado
que ha devastado la patria: separemos de nuestra vista al que ha regado en
el país la sangre de nuestros hermanos más queridos, al que ha agregado el
funesto luto, y las lágrimas de las viudas y huérfanos desconsolados al cú-
mulo de nuestras aicciones”.79
Libertad de prensa, opinión
pública y revuelta popular
El periódico consideraba a la imprenta como un arma poderosa, “terror
de los tiranos” y, sobre todo, “salvaguardia de los derechos del hombre”.80
Por esta razón apoyaba una democracia liberal, donde la libertad de opinión
ocupaba un lugar privilegiado.81 Gobierno y oposición dieron gran impor-
tancia a las publicaciones impresas para comunicar sus ideas y legitimar po-
siciones, aunque en su forma y uso había grandes diferencias. El Quiteño Libre
aprovechaba las garantías de la Constitución para expresar su pensamiento
y crítica, mientras que Flores pretendía ejercer un mayor control sobre las
publicaciones. En julio de 1833, la Gaceta del Gobierno copiaba una nota del
periódico peruano El Conciliador donde se criticaban los excesos de la prensa.
Se planteaba que el derecho a escribir libremente daba lugar a abusos.82
Para los liberales hispanoamericanos era más importante la conservación
del orden que la concesión de ciertas libertades. Era el caso de Flores, para
quien la libertad de prensa constituía un peligro contra el orden, por lo que era
partidario de un mayor control de las opiniones impresas; temía que la liber-
tad de imprenta generara inestabilidad para su gobierno. Loaiza Cano apunta
que, en situaciones como esta, se veía la prensa más bien como un medio para
lograr cierto nivel de unanimidad y adhesión de los gobiernos incipientes.83
En agosto de 1833, en la Gaceta del Gobierno, se llamaba al Congreso a refor-
mar la ley de imprenta ya que no había libertad sino licencias para escribir.
78. “Ojeada al Congreso”, ibíd., n.º 22, 7 de septiembre de 1834.
79. “Día 10 de septiembre de 1834”, ibíd., n.º 23, 14 de septiembre de 1834.
80. “Esfuerzo de patriotismo”, ibíd., n.º 7, 23 de junio de 1833.
81. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 63.
82. “Política”, Gaceta del Gobierno del Ecuador, n.º 104, 27 de julio de 1833, 248.
83. Loaiza Cano, “Prensa y opinión...”, 64. Véase también Javier Fernández Sebastián,
“Liberalismos nacientes en el Atlántico iberoamericano ‘liberal’ como concepto y como
identidad política”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas-Anuario de Historia de América
Latina, n.º 45 (2008): 149-195.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 81
Se señalaba también que continuamente aparecían insultos a personas y al
gobierno y que no se podía conar en el público como un jurado adecuado por
su poca ilustración. Se pedía al Congreso poner límites a “la procacidad y la
calumnia”.84 La reforma a la ley de imprenta se realizó en septiembre de 1833
y se publicó el 9 de octubre del mismo año.85 El Quiteño Libre criticó duramente
esta reforma argumentando que solamente favorecía los intereses de Flores:
El objeto era perpetuar el reinado de la iniquidad, y no podía conseguirse sino
minando por su base la ilustración del país, desterrando de este país todos los
medios de adquirirla, y conservándonos siempre sumidos en la ignorancia. Este
proyecto propio de aquel infame complot fue realizado al momento: principia la
obra por derogar ley de imprenta, como la más fatal para los intereses del opre-
sor; como temía la justa indignación del pueblo era necesario dejarle sombras de
libertad y le subroga otra que acaba de esclavizar el pensamiento.86
Nuevamente se apelaba a una verdadera libertad de imprenta, “único fre-
no capaz de contener la propensión a oprimir que se encuentra entre los que
mandan”.87 En diciembre de 1834 se llamaba a los lectores a reconocer la impor-
tancia de los impresos: “Compatriotas, entendamos bien, no desmayemos por
temores o sospechas que disemina entre nosotros la insidia de nuestros enemi-
gos; ellos conocen que la imprenta es el arma más terrible que jamás podrán
superar [...] Estamos ligados por un solo interés y el fervor de las disputas no
tendrá otro objeto que encontrar la verdad para abrazarla sin preocupación”.88
La libertad de imprenta fue entendida como una necesidad para ciertos
sectores liberales desde los primeros movimientos independentistas no solo
porque la consideraban como el medio para expresar la opinión pública, sino
también porque la prensa podía ser el medio para construirla. El Quiteño Libre
siguió esta tendencia cumpliendo ambas funciones: como un representante
de la opinión pública —entendida como la opinión generalizada del pueblo—
y a la vez pretendiendo crear o generar esta opinión al exponer los males del
gobierno. Noemí Goldman arma que la opinión pública, si bien expresa el
pensamiento del pueblo, no surge desde la masa popular, sino que nace en el
84. Gaceta del Gobierno del Ecuador, n.º 107, 17 de agosto de 1833.
85. La nueva ley demostraba la preocupación del Congreso por establecer medidas
claras en relación con los impresos y se denió en 58 artículos que jaban las sanciones
y los procesos judiciales. En la búsqueda del control y el orden no solo se reformó la ley
existente en cuanto a los escritos políticos, también se legisló sobre asuntos religiosos y
publicaciones relacionadas con cuestiones personales, para evitar, o al menos restringir,
las difamaciones. Aparece publicada de manera íntegra en el PrimerRejistroAuténticoNa-
cional, n.º 52, 1833, 410-419.
86. “Ojeada al Congreso”, El Quiteño Libre, n.º 22, 7 de septiembre de 1834.
87. Ibíd., n.º 26, 5 de octubre de 1834.
88. “Periódicos”, ibíd., n.º 35, 14 de diciembre de 1834.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 82
pensamiento de los ilustrados. No es el pueblo el que realiza la discusión y la
da a conocer, sino que su voz está “mediada por los ‘sabios’ cuya función es
discurrir en la prensa periódica guiados por la ‘razón’ y la ‘justicia’.”89
Por eso El Quiteño Libre es defensor de la libertad de prensa. Es su instru-
mento para construir una opinión pública ilustrada, opositora a Flores. Con
ese propósito no solo señalaba las falencias del gobierno y la forma como
la sociedad podía criticar su discurso, sino que también procuraba enseñar
a esta cuál era su rol político. Por ello invitaba a sus lectores a pensar en
sus obligaciones como ciudadanos a la hora de votar en las elecciones para
representantes en el Congreso, señalando que los destinos del Ecuador se
hallaban en las manos de quienes votaban:
Conciudadanos: se acerca en que debéis ejercer las importantes funciones que os
han conado los pueblos: el derecho a elegir a sus representantes. Estáis penetra-
dos de las obligaciones que habéis contraído, admitiendo este sagrado depósito
[...] El camino de vuestro deber está claramente trazado: sin legisladores inco-
rruptos no puede haber buenas leyes, sin buenas leyes no hay libertad ni patria.90
En su proyecto republicano, los editores entendían que había una ne-
cesidad de educar al “pueblo” en cuanto a su condición ciudadana y sus
derechos políticos. Relacionado con este tema, otro debate era la defensa del
derecho a organizarse para hacer frente a las autoridades si estas no se com-
portaban de acuerdo con lo señalado en la Constitución. En un inicio, esto se
manifestó de manera implícita y más tarde abiertamente. En agosto de 1833,
el periódico dedicó una nota a recordar la revolución de 1809 señalando que
esta solo costó tres vidas a “manos del pueblo”, pero que las autoridades
mataron a más de tres mil.91 Si bien esta nota no llamaba abiertamente a la re-
belión contra Flores, dejaba claro que el pueblo tenía el derecho de manifes-
tarse contra la autoridad y elogiaba los movimientos de nales de la época
colonial. Flores, no obstante, estimó que el periódico incitaba a la revuelta y
solicitó facultades extraordinarias que le fueron concedidas por el Congreso
en una sesión secreta del sábado 14 de septiembre de 1833.92
89. Noemí Goldman, “Legitimidad y deliberación: el concepto de opinión pública en
Iberoamérica”, en Diccionariopolíticoysocialdelmundoiberoamericano.Iberconceptos, 1750-
1850, dir. por Javier Fernández Sebastián, vol. I (Madrid: Fundación Carolina, 2009), 233.
90. “A los electores del Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 2, 19 de mayo de 1833.
91. “Revolución de Quito 1809”, ibíd., n.º 14, 11 de agosto de 1833.
92. “Sesión secreta del sábado 14 de septiembre, y mandada a publicar”, Gaceta del
Gobierno del Ecuador, n.º 112, 5 de octubre de 1833. Según estas facultades Flores debía
“tomar todas las medidas que estime necesarias para aanzar el orden pública y salvar
el país”. “Resolución. Concediendo al Presidente del Estado facultades estraordinarias”,
PrimerRejistroAuténticoNacional, n.º 50, 1833, 396.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 83
En la segunda etapa del periódico, las acusaciones contra Flores por su
responsabilidad en la muerte de los miembros de la Sociedad El Quiteño Libre
sirvieron de preámbulo para justicar el derecho a enfrentar a la autoridad.
Se insistía en que la revuelta del año anterior estaba plenamente justicada:
No era de esperarse que una juventud que conoce sus derechos y los deberes
de los mandatarios se hubiese conformado con el aniquilamiento; mucho más
cuando los excesos combatidos en lugar de concitar a la reforma no hicieron sino
concitar a otros mayores. Sabía que donde se quebranta la ley existe la tiranía, y
donde esta existe, nace el derecho sacrosanto para una justa rebelión, y no pudo
haber dejado de empuñar las armas para desaparecer la tiranía.93
Esto signicaba, según el periódico, que habían sido las acciones del go-
bierno las que otorgaron al pueblo el derecho a protestar y rebelarse ante la
autoridad. En este sentido el argumento contra Flores fue que no respetó la
Constitución al buscar las nuevas atribuciones, y que el Congreso ni estaba
facultado para dárselas.
Fuerzas armadas y civilismo
Otro tema tratado por el impreso fue el rol que cumplían las fuerzas
armadas. Esta posición es interesante si se considera que el ejército forma-
do en la independencia conservó una alta cuota de poder político una vez
instalada la república. Se constituyeron en protagonistas de los conictos de
poder entre los sectores dominantes del naciente país. Además, absorbie-
ron la mayoría de los recursos presupuestarios y ejercieron varias funciones
políticas.94 A esto se suma que la práctica de entregar administraciones polí-
ticas como botín de guerra se había agudizado durante las campañas boliva-
rianas. De hecho, durante el período grancolombiano, Guayaquil y Cuenca
estaban gobernadas por militares. Al parecer, a partir de 1830 se integraron
a estos círculos algunas familias de comerciantes y terratenientes mediante
delidades y pactos.95 Las primeras apreciaciones al respecto aparecieron en
julio de 1833 en una extensa nota dirigida al Congreso. Se iniciaba señalando
que tener un ejército de línea en las circunstancias que se encontraba el país,
era “enteramente superuo e inútil para la defensa del Estado”:96
93. “Causas de la revolución del Ecuador”, El Quiteño Libre, n.º 24, 21 de septiembre
de 1834.
94. Enrique Ayala Mora, EcuadorenelsigloXIX.Estadonacional,Ejército,IglesiayMu-
nicipio (Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador / Corporación Editora
Nacional, 2011), 73.
95. Velasco Herrera, “Negociar el poder...”, 218. Cevallos, Historia del Ecuador, 75-77.
96. “Apuntes para el Congreso”, El Quiteño Libre, n.º 9, 7 de julio de 1833.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 84
el único motivo que puede autorizar la existencia de ejércitos permanentes, es
el temor bien fundado de un ataque o invasión del exterior [...] El Ecuador ¿De
quién teme una invasión? [...] Es preciso confesar que es demasiado imaginario el
temor de semejante ataque y que, por lo mismo, mantener una fuerza permanente
con el objeto de rechazarlo no es más que cargaros con un gravamen inútil, a la
vez que se multiplican los obstáculos que atrasan la prosperidad nacional.97
Según el periódico la existencia de unas fuerzas armadas permanentes
no era necesaria y los dineros empleados para mantenerlas debían ser em-
pleados en otros asuntos. La fuerza existente “no podía considerarse como
defensora del país, ni como necesaria bajo ningún aspecto político”. Por ello,
“para contar con la tropa regular es preciso que sea voluntaria y que se halle
contenta”,98 pero los veteranos se encontraban agobiados por la miseria y los
reclutas eran arrancados a la fuerza de sus familias. La situación del ejército
era una suerte de esclavitud de la que sus miembros buscaban escapar por
medio de la deserción. Para solucionar esto se planteaba la posibilidad de
conceder a todos los ociales y soldados una especie de jubilación, pagándo-
les íntegramente sus haberes y proporcionarles todas las ventajas que brin-
daba el territorio, así, una vez que dejaran el ejército podrían retirarse a sus
lugares de residencia o dedicarse a otra actividad. Se recomendaba también
facilitarles la adquisición de tierras.99
El periódico era partidario de encargar la defensa a cuerpos cívicos, ya
que solo era necesaria la mantención de un cuerpo permanente de artille-
ros en la ciudad de Guayaquil. Fuera de ello, bastaba con un piquete de
cuarenta hombres en la capital, más por apariencia que por necesidad real.
Luego la organización de milicias era conveniente para que los jóvenes “más
decentes” tuvieran conocimientos de disciplina militar. Así, mientras se es-
tablecían las bases de un ejército sin gastos ni peligros, se implantaba la idea
de que, de la misma forma que cada individuo estaba dispuesto a cuidar y
defender su casa y familia, era deber de cada ciudadano defender la patria
que era “casa y familia de todos”.100
A nes de julio de 1833, en otra nota dirigida al Congreso se insistía en
que el país no podía contar con fuerzas armadas permanentes. Esta vez los
argumentos eran de tipo económico y legal. La hacienda del país no alcanza-
ba para pagar un ejército, considerándose esto un gasto excesivo. Los pocos
recursos debían destinarse a asuntos más provechosos como, el mejoramien-
97. Ibíd.
98. Ibíd. Énfasis en el original.
99. Ibíd.
100. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 85
to de los caminos. El aspecto legal de la argumentación tenía que ver con la
forma de reclutamiento de soldados para el ejército. Esto no estaba normado
por ley alguna y se hacía de la misma forma que se recogía el ganado de
las haciendas empleando soldados para llevarla a cabo. Debía, por lo tanto,
jarse mediante una ley el modo de reclutamiento.101
Aparte de todos los argumentos que se presentaban en el periódico para
desestimar la necesidad de un ejército permanente, se puede apreciar en va-
rias notas breves y en algunos remitidos la referencia a hechos considerados
como abusos de poder perpetrados por militares de distintos rangos y jerar-
quías, incluido el presidente Flores.102 Esto pretende mostrar que el manteni-
miento de una fuerza militar, más que servir al país para su defensa termi-
na por cometer abusos contra los propios ciudadanos. El periódico buscaba
mostrar que desde una posición de poder los militares podían cometer mu-
chos abusos y convencer a sus lectores de que el ejército, más que un cuerpo
de defensa de la patria, era un defensor de los intereses de ciertos grupos de
poder. Quizá por esto se mostraron partidarios de que lo militar estuviera
subordinado a lo político, como sucedía en Inglaterra o Estados Unidos.103
Integración nacional
Este acápite debe entenderse en relación con el contexto en el que se
publica el periódico. No es la intención mostrar esas aspiraciones como la
base del nacionalismo ecuatoriano, sino que es uno más de los elementos
presentes en la propuesta de republica del periódico. Es decir, dentro de los
debates expuestos sobre lo que debe ser la nueva comunidad republicana se
considera pertinente revisar la división territorial y algunas ideas sobre lo
ecuatoriano. Tanto el proyecto oreano como el de los editores del periódico
convergían en aspirar a una integración territorial, pensada desde Quito.104
De todas formas, para el periódico la integración y la unicación territorial
tiene dentro de sus propósitos una oposición de todo el territorio al gobierno
de Flores para obligarlo a dejar el poder. Esto se muestra más abiertamente
en la segunda etapa de publicaciones.
101. “Apuntes para el Congreso”, ibíd., n.º 12, 28 de julio de 1833.
102. Se señalaba por ejemplo que algunos militares eran usados como agentes de
Flores en el manejo y comercio de la sal. En otra nota se señalaba los abusos de algunos
militares para reclutar nuevos soldados. “Carestía de la sal”, El Quiteño Libre, n.º 6, 16 de
junio de 1833; “Abusos del poder”, ibíd., n.º 17, 1 de septiembre de 1833.
103. “Apuntes para el Congreso. Garantías personales”, ibíd., n.º 16, 25 de agosto de 1833.
104. Como señala Maiguashca, Flores buscaba esta integración a partir de la institu-
cionalización. Maiguashca, “El proceso de integración...”.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 86
También tiene cierta particularidad, si se considera el planteamiento de Cal-
derón y Villamizar y su incipiente nacionalismo, que, si bien comparten todos
los liberales en la región, no siempre tiene que ver con un Estado centralizado.105
En Colombia, los liberales —que compartían principios similares a los de El Qui-
teño Libre— se mostraron más favorables a un sistema federal y eran partidarios
de la descentralización porque la soberanía popular no podía tener límites.106
El primer artículo de la Constitución ecuatoriana de 1830 denía el país
como unitario y establecía que sus tres departamentos (Azuay, Guayas y
Quito) quedaban reunidos en un solo cuerpo.107 Aunque los editores de El
Quiteño Libre siempre manifestaron defender la Constitución, en sus notas
muestran su desacuerdo con que se continuara esa división por departamen-
tos, ya que daba lugar a que velaran por sus propios intereses en desmedro
de los estatales. En agosto de 1833 se publica una nota con recomendaciones
para el Congreso contra la división en tres prefecturas:
los males que resultan de esta disposición son muchos y muy graves, las ventajas
ningunas: los primeros son gastos superuos, complicación al gobierno, el fo-
mento del espíritu de provincialismo y por consiguiente la falta de nacionalidad.
El gasto de las tres prefecturas no puede calcularse en menos de 30 000 pesos
anuales y ¿Para qué sirven estas? Para poderes intermedios entre el gobierno lo
departamentos.108
La división territorial en departamentos favorecía la búsqueda de in-
tereses locales produciendo la fragmentación del territorio. De esta forma
se seguía pensando como guayaquileños, cuencanos o quiteños y no como
ecuatorianos. Se argumentaba que la división era un defecto sustancial en el
cual el Congreso debía reexionar “despojándose de todas las preocupacio-
nes locales”. Más allá de los intereses regionales, el mayor interés debía ser
el país. Independiente del lugar al que representaran los congresistas, debían
tratar el asunto como “buenos ecuatorianos”.109 Otro de los argumentos para
oponerse a esta división departamental era que el pequeño tamaño del terri-
torio y su poca población, no lo ameritaba.
El pequeño Estado del Ecuador con su medio millón de habitantes, parece que
consta de otros tres estaditos independientes, cada uno de ellos con todo el apa-
105. María Teresa Calderón y Carlos Villamizar, “Liberalismo. Colombia”, en Diccio-
nariopolíticoysocial..., 775.
106. Ibíd.
107. “Constitución de la República...”, art. 1.
108. “Apuntes para el Congreso. División territorial”, El Quiteño Libre, n.º 13, 4 de
agosto de 1833.
109. Ibíd.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 87
rato, todo el gasto y las rivalidades de tres naciones separadas. En Guayaquil se
ven los negocios solamente por el lado que tocan a sus intereses locales, sin pensar
por un momento que son los mismos que los de sus conciudadanos de Cuenca y
de Quito [...] Un Estado así constituido jamás formará un verdadero cuerpo de na-
ción. Siempre será cuestión de Guayaquil, Cuenca o Quito y nunca del Ecuador.110
Se presenta nuevamente el tema económico para rechazar la división,
pero, más allá de eso, es interesante la forma en que se busca demostrar que
en el fondo los intereses de un departamento son los mismos que los de los
otros dos, con lo que prácticamente se está hablando de intereses nacionales.
También se criticaba el rol de prefectos, quienes podían negarse a ejecutar las
disposiciones del gobierno sin responsabilidad penal. También se los acu-
saba de manejar la tercera parte de los recursos de la nación, mientras el
gobierno no contaba más que con los del departamento en el que residía.111
Se argumentaba que lo realmente útil al país era una representación a nivel
nacional, donde Quito tuviera mayores atribuciones que las otras capitales
de departamento.112 En este sentido se busca una centralización a nivel de
representantes, donde Cuenca y Guayaquil cedieran en la búsqueda de lo
que a juicio de El Quiteño Libre era de interés nacional.
A la par de esta integración nacional, se evidenciaba un grado de con-
ciencia nacional. Si bien no aparecía de manera explícita, había claras dife-
rencias entre lo ecuatoriano y lo extranjero y se manifestaban preferencias
por lo primero. El periódico deseaba “contar con un presidente ecuatoriano”
aunque esto no signicara necesariamente rechazar a quienes no lo fueran.113
El periódico reeja una naciente conciencia nacional, no obstante, aunque
su nombre reejaba también quiteñidad, como señala Ana Buriano.114 Esto se
complementaba con la argumentación sobre la necesidad de una mejor inte-
gración territorial, para ello se pide que se realicen cambios desde la división
administrativa. Así se evidencia en la última parte de los apuntes para el
Congreso, que señalaba:
Creemos que la dicultad de reformar esta parte de la Constitución consiste en
la poca unión que hasta el día ha existido entre los pueblos y el gobierno. Cada
departamento desea conservar esta especie de independencia, como el medio
más seguro para facilitar su separación absoluta [...] Deseamos con ansia que el
110. Ibíd.
111. Ibíd.
112. “Representación nacional”, El Quiteño Libre, n.º 29, 26 de octubre de 1834; ibíd.,
n.º 30, 2 de noviembre de 1834; ibíd., n.º 31, 9 de noviembre de 1834.
113. “Chispas”, El Quiteño Libre, n.º 3, 25 de mayo de 1833.
114. Ana Buriano, “Comentarios a ponencias del Simposio de Historia Cultural e Inte-
lectual” (exposición oral en el X Congreso Ecuatoriano de Historia, Cuenca, 2018).
Procesos 56, julio-diciembre 2022 88
congreso venidero ambicione la gloria de principiar la época en que, en el Ecua-
dor no haya más que ECUATORIANOS.115
Esta última armación da cuenta de la visión que los editores tenían de la re-
pública que se estaba construyendo. El periódico, en este sentido, buscaba cons-
truir una identidad nacional al tratar de que los ciudadanos piensen en sí mis-
mos como ecuatorianos, más que como cuencanos, guayaquileños o quiteños.
ConClusiones
En los primeros años de la república ecuatoriana, y especícamente du-
rante el primer período presidencial de Juan José Flores, la prensa desarrolló
un rol fundamental al ser utilizada no solo como un medio para exponer
pensamiento político, sino que constituyó una práctica política tanto para el
ocialismo como para la oposición. En este contexto, los grupos opositores
a Flores encontraron en la prensa un medio para exponer su pensamiento
crítico. Así, lo que la oposición discutía a puertas cerradas en tertulias y sa-
lones llegó a publicarse en varios periódicos que circularon en Quito y otras
ciudades durante su primer mandato.
El Quiteño Libre fue un impreso que reejó la oposición a Flores. Se trató
de un grupo de terratenientes, ilustrados, militares y políticos que se identi-
caban como liberales, con recursos que les permitieron sostenerlo por más
de un año. A pesar de los costos que la producción de impresos signicaba, El
Quiteño Libre fue uno de los periódicos no ociales que circuló por más tiem-
po en Quito y en otras ciudades como Guayaquil o Popayán, donde era posi-
ble obtener una suscripción. Esto da cuenta de que el pensamiento expresado
en sus páginas no solo representaba al grupo de terratenientes e ilustrados de
la sierra centro norte, sino que llegó a conformarse una sociedad de letrados
en torno al periódico. Probablemente, esta sociedad de lectores no solo com-
partía con los editores el rechazo a Flores, sino también las ideas liberales que
el periódico expresaba en relación con su expectativa de la república.
Por otro lado, la importancia de El Quiteño Libre radica no solo en su dis-
curso, el cual ya ha sido elogiado y reivindicado en varias investigaciones,
sino que logra constituirse en un medio que genera reacciones en el gobierno
que no se habían producido con la publicación de otros periódicos oposito-
res. El Quiteño Libre se vio a sí mismo como el representante de una opinión
pública disconforme con el régimen de Flores, opinión que se mostró muy
115. “Apuntes para el Congreso. División territorial”, El Quiteño Libre, n.º 13, 4 de
agosto de 1833. Énfasis en el original.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 89
categórica en sus armaciones y muy rme en sus convicciones, al punto
que estuvo dispuesta a enfrentarse en una acción armada contra las fuerzas
ociales. Esto les costó la vida a algunos de sus gestores. Pero el periódico
también se posicionó como un generador de opinión pública, con notas que
procuraban ser una pedagogía política, una concientización en sus lectores
de las responsabilidades que tenían frente al gobierno, a la vez que pretendía
demostrar que las prácticas políticas de Flores no convenían al país.
El Quiteño Libre es un ejemplo del uso político de la prensa: en sus pági-
nas aparecieron notas de opinión que criticaban la labor del gobierno y su
mala gestión económica; acusaban a Flores de enriquecimiento y llamaban a
sus lectores a exigir cuentas a las autoridades; así como buscaban “educar-
los” para que escojan a sus representantes en el Congreso. Todo lo anterior
lo convierte en un suceso que puede ser analizado en sí mismo porque el
periódico tuvo la capacidad de generar un ambiente de inestabilidad en el
gobierno que llevó a Flores a solicitar al Congreso facultades extraordinarias
que le permitieran actuar como mejor estimara ante lo que se temía podía ser
una revuelta instigada por el impreso. Pero, más allá del rechazo a Flores, se
puede apreciar una propuesta de república, razón por la cual es importante
identicar sus principales debates.
Entonces, El Quiteño Libre fue la expresión política de un grupo que ima-
ginaba una república distinta que, de acuerdo con los debates del periódico,
era bastante pensada y se oponía en varios aspectos al proyecto que encar-
naba Flores y, por lo tanto, buscaba que los lectores reconocieran como su-
perior su proyecto del periódico y resistir al gobierno. Esto explica el intento
de revuelta sucedido en 1833, que acabó con la vida de varios miembros de
la sociedad que publicaba el periódico. También da cuenta de por qué la
oposición retomó en 1834 las publicaciones del periódico. Ante la reelección
de Flores era necesario insistir en un proyecto liberal alternativo y buscar
nuevamente la forma de sacarlo del poder.
La lectura del impreso permite establecer que los editores tenían una
propuesta de república que reunía por lo menos cuatro características: a)
defender la Constitución como la máxima autoridad, nadie podía estar sobre
ella y toda autoridad debía ser evaluada por su cumplimiento o ser remo-
vida de su cargo; b) la importancia de la libertad de prensa como un medio
para desarrollar la crítica a las autoridades y defender la revuelta popular
para enfrentar al mal gobierno; c) considerar como innecesarias a las fuerzas
armadas y considerar su alto costo, dinero que podía utilizarse en necesida-
des mayores; y d) oponerse a la división por departamentos para conseguir
una mayor integración nacional.
Procesos 56, julio-diciembre 2022 90
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