Procesos 54, julio-diciembre 2021226
contra el liberalismo era replicada por una comunidad transcontinental de
creyentes e integraba una disputa más amplia dentro del mundo occidental.
Las contribuciones de Espinosa y Aljovín de Losada profundizan la com-
prensión del pasado decimonónico. Entre las fortalezas de su enfoque de
análisis sobresale la manera en que se enmarca su objeto de estudio. Lo ha-
cen en relación con los procesos de interconexión transatlánticos de los que
los acontecimientos estudiados formaron parte. En este sentido, los autores
se apartan de la tendencia precedente de encerrar la experiencia de la repú-
blica católica dentro del paradigma de la historia nacional. Al mismo tiem-
po, su análisis busca develar los mecanismos de construcción de los campos
político y religioso, en el marco de desarrollo de la modernidad, así como
ofrecer nuevas consideraciones sobre los cauces en los que discurrió el con-
tencioso proceso de la secularización.
No obstante, de la lectura de las aportaciones referidas se desprenden
algunas inquietudes, que paso a referirlas. De un lado, los estudios parten
de la premisa de que la Iglesia no puede ser examinada como un conjunto
homogéneo o un todo unicado. De otro, en cambio, señalan que, en el terre-
no de la lucha política, el clero terminó alineado mayoritariamente detrás de
los políticos ultraconservadores y, en menor medida, afín con las posiciones
progresistas. Estos importantes señalamientos suscitan algunas preguntas
que anarían el conocimiento de la época estudiada: ¿quiénes formaban par-
te del clero en términos de su extracción social, generacional, regional y de
adscripción al clero regular o secular? ¿Qué tipo de entrelazamientos man-
tenía este clero (regular y secular) con el mundo profano, tanto antes como
durante el período garciano, y luego de él? El conocimiento que tenemos a
este respecto es limitado y desigual. ¿Qué reacciones produjo la vehemente
intervención reformadora que García Moreno aplicó en el clero regular y se-
cular, qué fracturas produjo y qué sucedió con las transformaciones puestas
en marcha cuando el presidente fue asesinado y nadie tomó el relevo en la
conducción del proyecto radical de la república católica? ¿Cómo se relacio-
naron las congregaciones que arribaron invitadas al país con las que están
ancadas desde mucho antes, y cómo fueron recibidas por la población?
Estas preguntas se vinculan directamente con una dimensión central del
proceso de romanización. De manera corriente, este último ha sido caracteri-
zado como un conicto maniestamente ideológico y jurídico. Empero, con
el n de ir más allá de esta etiqueta, los autores buscan situar este proceso
en un marco político y fundamentalmente social más amplio. Con ese afán,
reeren, entre otras, la perspectiva propuesta por el historiador argentino
Roberto di Stefano, quien establece que la instauración de la romanización
suponía como condición la desconexión de las relaciones que las institucio-
nes eclesiásticas mantenían con su medio local, estructurado en redes fami-