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centros de poder más pequeños han quedado un tanto relegados, a pesar de
que sí existen algunas e interesantes aproximaciones.12 Habida cuenta de lo
expuesto, el territorio de estudio será Quito, sede de la Real Audiencia del
mismo nombre y la primera urbe sudamericana en la que se fundó una es-
cuela de artistas,13 lo que le labró notoriedad internacional y la exportación
recurrente de sus obras.14 Hay que subrayar que los artíces virreinales de
la actual capital ecuatoriana, asimilaron de forma literal todos los edictos
provenientes del Viejo Mundo y se valieron de las estampas europeas a ma-
nera de inspiración, sobre todo de las originarias de Flandes; un ejemplo
que patentiza dicha realidad, es la serie pictórica sobre la vida de San Agus-
tín que realizó Miguel de Santiago, quien empleó como base unos grabados
de Schelte de Bolswert.15 Hechas esta aclaraciones, la pieza escogida para el
efecto es un conjunto de temples anónimos y datados en el siglo XVIII, los
cuales tienen por soportes las paredes del claustro más antiguo del monaste-
rio Carmelita de San José,16 el cual fue instaurado por intercesión del Obispo
Agustín de Ugarte y Saravia, quien obtuvo el 10 de abril de 1651, la licencia
de fundación por parte de Felipe IV.17 Estas piezas artísticas narran pasajes
de la vida de Teresa de Jesús,18 considerada como una de las santas más des-
tacadas, al ser una de las pocas mujeres en ostentar el título de doctora de la
12. Véase Mario Sartor, “La Trinidad heterodoxa en América Latina”, Procesos.Revista
EcuatorianadeHistoria, n.° 25 (I semestre 2007): 9-43; Adriana Pacheco Bustillos, “La Virgen
Apocalíptica en la Real Audiencia de Quito: aproximación a un estudio iconográco”, en
ActasIIICongresoInternacionaldelBarrocoamericano:territorio,arteespacioysociedad (Sevilla:
Universidad Pablo de Olavide, 2001), 504-520; Patricio Guerra, “Santa Mariana de Jesús en el
arte quiteño”, RevistadelInstitutodeHistoriaEclesiásticaEcuatoriana, n.° 16 (1996): 87-105; Án-
gel Justo Estebaranz, “Para honra y gloria de la orden: las pinturas de las genealogías de las
órdenes religiosas en los conventos quiteños en el Barroco”, LaboratoriodeArte, n.° 28 (2016):
259-281; Ximena Escudero, Historiayleyendadelartequiteño:suiconología (Quito: FONSAL,
2009); Susan Stratton, ElartedelapinturaenQuitocolonial (Filadela: St. Joseph’s University
Press, 2012).
13. Alexandra Kennedy Troya, “Quito: imágenes e imagineros barrocos”, en Antología
deHistoria, comp. por Jorge Núñez (Quito: FLACSO Ecuador / ILDIS, 2000), 112.
14. Carmen Fernández Salvador, “La invención del arte colonial en la era del progre-
so: crítica, exposiciones y esfera pública en Quito durante la segunda mitad del siglo XIX”,
Procesos.RevistaEcuatorianadeHistoria, n.° 48 (julio-diciembre 2018): 51.
15. Ángel Justo Estebaranz, “Las fuentes grabadas de la pintura quiteña colonial”, en
Estudiosecuatorianos:unaportealadiscusión, comp. por William F. Waters y Michael T. Ha-
merly, t. II (Quito: FLACSO Ecuador, 2006), 26; Ángel Justo Estebaranz, MigueldeSantiago
enSanAgustíndeQuito (Quito: FONSAL, 2008), 33.
16. José María Vargas, Patrimonioartísticoecuatoriano (Quito: Trama, 2005), 246.
17. Archivo General de Indias (AGI). AGI/24, Quito, L. 7, f. 115V (1651).
18. José Gabriel Navarro, ContribucionesalahistoriadelarteenelEcuador, vol. 3 (Quito:
Trama, 2007), 220.