Procesos 54, julio-diciembre 2021 259
estudiado en la esfera europea para el contexto victoriano, principalmente.2
Concepto que ha tenido un particular éxito en el estudio de la élite española
frente a las campañas imperialistas del siglo XIX y la crisis política de 1898, y
que creo permite enarbolar lazos de inuencia y paralelismos, especialmente
en torno al tema territorial.3 Es decir, el gentleman inglés fue un modelo de ser
hombre, entre tantos otros, que trascendió las fronteras nacionales y que se
convirtió en un tipo masculino que se destacaba por el autocontrol, el saber
comportarse frente a las mujeres y frente a otros varones en la esfera política,
se caracterizó por su educación, su austeridad y su elegancia. También fue
un modelo de hombre “civilizado”, occidental, blanco, de cierta clase social,
que logró ser reconocido y respetado, como tal, entre sus pares, y que se re-
frendó frente a otro tipo de hombres subalternizados y marginalizados: los
bárbaros, no blancos y no occidentales. Es en este marco que la categoría de
Sosa tiene puntos similares y también de distancia que habría que reconocer.
En todo caso, en el estudio de Sosa, la categoría del intelectualaristócra-
ta es operativa, ya que muestra cómo Velasco Ibarra construyó un modelo
masculino sobre sí mismo que fue usado en la arena de la política de manera
polivalente y a través del tiempo. La autora enfatiza en cómo este modelo de
masculinidad fue un elemento que apeló a los votantes a distintos niveles:
emocionales e identitarios, constituyéndose como una característica que le
permitió volver al poder en repetidas ocasiones y, a la vez, subrayar una
relación asimétrica con sus seguidores. Por su parte, coincido con la carac-
terización de los valores masculinos asociados a Velasco Ibarra. Es decir, la
autora identica valores asociados a la masculinidad en la que se destacaban
la honradez, la austeridad, la honestidad; su carácter de hombre letrado e
intelectual; un hombre hecho a sí mismo, pese a la adversidad de clase, fac-
tor que le permitió disputar reconocimiento en la élite política ecuatoriana y
que, según la autora, tuvo una fuerte inuencia entre los votantes. Sin em-
bargo, este modelo en solitario no puede explicar el éxito que otorga Sosa a
este tipo de masculinidad, ya que no existe una masculinidad hegemónica
2. Anne M. Windholz, “An Emigrant and a Gentleman: Imperial Masculinity, Bri-
tish Magazines, and the Colony than got away”, VictorianStudies 42, n.º 4 (verano 1999-
2000): 631-658; Michèle Cohen, “ ‘Manners’ Make the Man: Politeness, Chivalry, and the
Construction of Masculinity, 1750-1830”, JournalofBritishStudies (2005): 312-329; Xanthe
Brooke, “From English Gentleman to Spanish ‘Hidalgo’. Frank Hall Standish (1799-1840)
and his Spanish Art Collection”, BoletíndelMuseodelPrado 34, n.º 52 (2016): 50-63.
3. Nerea Aresti, “El gentleman y el bárbaro. Masculinidad y civilización en el nacio-
nalismo vasco (1893-1937)”, CuadernosdeHistoriaContemporánea, n.º 39 (2017): 83-103; Luis
G. Martínez del Campo, “La educación del ‘gentleman’ español. La inuencia británica
sobre la élite social española (1898-1936)”, Ayer:RevistadeHistoriaContemporánea, n.º 89
(2013): 123-144.