Mujeres y hombres velasquistas
MenandwomenfollowersofVelasco
Mulheresehomensvelasquistas
Patricio Moncayo
UniversidaddeLasAméricas(UDLA)
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0003-3110-9036
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n54.2021.2941
Ximena Sosa propone en su libro Mujeresyhombresvelasquistas, abordar
el tema del velasquismo a través de las categorías de cultura política, género
y memoria. Se trata de una nueva manera de enfocar un fenómeno que ha
sido tratado desde un ángulo principalmente político. La propia categoría
populismo adolece de ese sesgo. Las relaciones intersubjetivas entre Velasco
y sus partidarios, así como con sus adversarios, conguran un campo que no
ha sido explorado en anteriores estudios sobre el velasquismo.
El período que comprende el análisis abarca los cinco gobiernos de Ve-
lasco Ibarra, sus derrocamientos y su permanencia. A lo largo de esas admi-
nistraciones, la autora destaca los rasgos culturales de esa asimétrica rela-
ción entre el aristócrataintelectual y la masa electoral. Esa asimetría tiene en
la cultura ecuatoriana un terreno propicio para encumbrar a una autoridad
paternal, con alto capital cultural, que seduce a las masas incultas a través de
sus discursos y de obras de valor social. Ser objeto de atención por parte de
un intelectual capaz de competir con los intelectuales de las élites ecuatoria-
nas, para quienes ellas eran parte del paisaje social, elevaba su autoestima.
El intercambio que se vertebra entre el apoyo electoral de una población ca-
rente de medios de vida elementales y la devolución de ese apoyo en obras tan-
gibles realizadas en las distintas administraciones de Velasco, explican la conti-
nuidadinestable de un paternalismo funcional. Con la categoría género la autora
delinea la asimetría de las relaciones entre hombres y mujeres en el contexto
de las asimetrías político-culturales. La masculinidadhegemónica no se asienta
solo en el ámbito privado, sino que se extiende a la esfera pública. Es relevante
la distinción que hace la autora entre feminismo relacional y feminismo liberal.
Procesos.RevistaEcuatorianadeHistoria, n.º 54 (julio-diciembre 2021), 253-256. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
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En ese marco, analiza el papel de las mujeres velasquistas que prestaron
sus servicios logísticos al líder en las campañas electorales, y en el campo
de la educación femenina. En esta, se mantiene el objetivo político electoral
en benecio de su patrocinador. Con la categoría cultura rastrea la intersub-
jetividad de los partidarios y adversarios de Velasco y, por cierto, la carga
subjetiva de la acción comunicativa de sus gobiernos. Aquí juega un papel
importante la memoria en la que quedan registradas las huellas de la obra
pública.
Siguiendo el hilo conductor de esta original interpretación, es posible
diferenciar el carácter que tuvo la educación femenina, impulsada por Velas-
co, y la que primó en la educación masculina. Podría decirse, entonces, que
niñas y niños, adolescentes varones y mujeres, reprodujeron la relación de
género predominante. En la educación femenina, la política quedaba fuera
de las materias escolares, mientras que en la educación masculina, la política
estuvo presente en las aulas y en la calle.
La libertad de conciencia dividió a las mujeres. En el feminismo relacio-
nal, ella estuvo constreñida. En cambio, hubo mujeres que, sin declararse
feministas, ejercieron esa libertad en los hechos. Fue el caso de mujeres no-
tables como Luisa Gómez de la Torre y Nela Martínez, cuyas vidas se basa-
ron en su autonomía en el campo de la acción y de las relaciones familiares.
Velasco Ibarra censuró la noción de la mujer “liberada”. Él reivindicaba la
“femineidad”, que implicaba “no entregarse”. Reivindicaba su “pureza” vir-
ginal y su catolicismo. Velasco se alineó en esta confrontación con los conser-
vadores. Mantuvo distancia con el laicismo, dándole acceso en él a la liber-
tad de enseñanza, incluida la católica. Así les volvió a abrir las puertas a los
conservadores, excluidos de la escena política desde la Revolución Liberal.
En el campopolítico, Velasco fue un factor desequilibrador. La heteroge-
neidad ideológica y política de sus gabinetes fueron siempre un terreno mi-
nado. Su temperamento explosivo interrió en sus decisiones, como el golpe
de Estado en el primer velasquismo. Sus antagonismos políticos estuvieron
teñidos de enemistad personal, como fue su litigio con Arroyo del Río. No
supo lidiar con sus aliados de ADE, en especial de la izquierda, en “La Glo-
riosa”, y ello le llevó al golpe de Estado de marzo de 1946. En 1960-1962 la
pelea con su vicepresidente, Arosemena Monroy, desembocó en la dictadura
militar de 1963. El paternalismo de Velasco tuvo un ingrediente autoritario
que proyectó la imagen de manodura en las muchedumbres sujetas al des-
potismo social de las élites. Que Velasco les reprendiera a estas, mientras, por
otro lado, atendía con la obra pública a aquellas, redimía simbólicamente a
los pobres frente a los ricos.
Quizá en la creación de la Universidad Católica, Velasco pretendió so-
cavar la gravitación de la universidad estatal, en especial de la Universidad
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Central del Ecuador, calicada por él como un nido de activistas revolucio-
narios y terroristas. La experiencia de la Gloriosa reveló a Velasco el potencial
subversivo de esta institución. La democratización de la educación superior
era una afrenta a la aristocraciaintelectual, de la que Velasco se sentía connota-
do integrante. En los capítulos respectivos, la autora recorre la acción de los
gobiernos de Velasco en el agro y en el mundo laboral. También aquí frenó la
constitución de nuevos actores políticos. En la población rural, los indígenas
fueron acercándose a la política, gracias a la labor desplegada en el campo
por la izquierda. Igual ocurrió con los trabajadores urbanos.
Velasco, como lo revela la autora, apostó más a la evolución que a la
acción política, tanto de campesinos como de obreros: “ la enseñanza obliga-
toria y generalizada, la universidad popular, el periodismo, la facilidad de
informaciones y comunicaciones, la radio, la televisión hapuestodepiealos
pueblos”. Entre la CTE, de orientación izquierdista y la CEDOC, vinculada a
la Iglesia católica, hubo una competencia por atraer a los trabajadores a sus
las. Velasco, por su parte, a través de la obra social, aspiraba a legitimar sus
victorias electorales y desvanecer la imagen de demagogo, propalada por
sus detractores.
Hubo también al respecto distintas percepciones sobre la democracia.
Ni Velasco ni la izquierda valoraron en su justa medida la democracia. Por
eso la autora calica el régimen político que se instauró con Velasco como
democraciadelegativa. La izquierda, por su parte, desconaba de la práctica
electoral de la que, a su juicio, sacaban provecho los mismos miembros de
las trincas que se turnaban en el poder. Y conaban más en la acción directa:
huelgas y protestas callejeras.
Un valioso aporte es el que se reere al conicto de Velasco con los fe-
rroviarios y la concomitante alianza que supo establecer con los choferes.
Así desmontó lo que para él era un foco de agitación nacido de la inuencia
de los comunistas en la organización y acción reivindicativa de los ferrovia-
rios. Con el plan vial los trabajadores de las rieles se sintieron desplazados.
Además, para la ejecución de dicho plan, Velasco abrió oportunidades a las
compañías constructoras de carreteras, lo cual apuntaba a despertar simpa-
tía entre una capa emergente de empresarios.
El libro de Ximena Sosa muestra fehacientemente que no fue Velasco,
ni sus gobiernos, el gestor del cambio de modelo económico: del agroexpor-
tador al de industrialización por sustitución de importaciones. Es que tuvo
dicultad de acoplarse a la racionalidad técnica. Ante la negación del Banco
Central de un empréstito solicitado por él, objetó: “venir a hablar de ina-
ción cuando el pueblo se muere de hambre”.
Un estudio en torno a las variables culturales del velasquismo no puede
prescindir de su inserción en el contexto social en el que dicho fenómeno
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apareció, se reprodujo y mutó. El país cambió radicalmente a partir de los
años cincuenta. Ello afectó al velasquismo, tanto en su forma como en su
contenido. Velasco se vio rebasado por las modicaciones socioculturales
que se produjeron en el mundo y que impactaron en el Ecuador. “Está na-
ciendo una nueva mentalidad humana, que no la podemos comprender los
que estamos dentro del problema, una nueva mentalidad humana que a algo
conduce”.1
Mayo del 68, el movimiento hippie, la Teología de la Liberación, el de-
sarrollo, el feminismo, la ecología, la revolución tecnológica. Los medios de
comunicación adquirieron preponderancia, dejando en segundo plano la
teatralidad oratoria de Velasco: “dadme un balcón y seré presidente”, dejó
de tener vigencia. La correlación de fuerzas cambió. Emergió una clase me-
dia más culta y más informada. Se vino abajo el régimen de hacienda. Las
dictaduras militares impulsaron la industrialización. El Estado se vio forta-
lecido con el boompetrolero. El país se abrió al mundo externo y quedó atrás
eseaislamiento que Velasco quiso remediar con su protagonismo histriónico
a nivel regional.
La investigación que sustenta esta obra contiene una valiosa información
empírica. El libro de Ximena Sosa abre un nuevo campo de reexión que, de
seguro, enriquecerá la perspectiva epistemológica desde la cual se ha trata-
do el tema del velasquismo. Sin duda es una contribución al debate sobre el
populismo, en momentos en que este fenómeno ha vuelto a aparecer en la
escena política, no solo del Ecuador sino de América Latina.
1. José María Velasco Ibarra, “Entrevista grabada”, Revista Mañana, n.º 295, 26 de
mayo de 1969.