Procesos 54, julio-diciembre 2021254
En ese marco, analiza el papel de las mujeres velasquistas que prestaron
sus servicios logísticos al líder en las campañas electorales, y en el campo
de la educación femenina. En esta, se mantiene el objetivo político electoral
en benecio de su patrocinador. Con la categoría cultura rastrea la intersub-
jetividad de los partidarios y adversarios de Velasco y, por cierto, la carga
subjetiva de la acción comunicativa de sus gobiernos. Aquí juega un papel
importante la memoria en la que quedan registradas las huellas de la obra
pública.
Siguiendo el hilo conductor de esta original interpretación, es posible
diferenciar el carácter que tuvo la educación femenina, impulsada por Velas-
co, y la que primó en la educación masculina. Podría decirse, entonces, que
niñas y niños, adolescentes varones y mujeres, reprodujeron la relación de
género predominante. En la educación femenina, la política quedaba fuera
de las materias escolares, mientras que en la educación masculina, la política
estuvo presente en las aulas y en la calle.
La libertad de conciencia dividió a las mujeres. En el feminismo relacio-
nal, ella estuvo constreñida. En cambio, hubo mujeres que, sin declararse
feministas, ejercieron esa libertad en los hechos. Fue el caso de mujeres no-
tables como Luisa Gómez de la Torre y Nela Martínez, cuyas vidas se basa-
ron en su autonomía en el campo de la acción y de las relaciones familiares.
Velasco Ibarra censuró la noción de la mujer “liberada”. Él reivindicaba la
“femineidad”, que implicaba “no entregarse”. Reivindicaba su “pureza” vir-
ginal y su catolicismo. Velasco se alineó en esta confrontación con los conser-
vadores. Mantuvo distancia con el laicismo, dándole acceso en él a la liber-
tad de enseñanza, incluida la católica. Así les volvió a abrir las puertas a los
conservadores, excluidos de la escena política desde la Revolución Liberal.
En el campopolítico, Velasco fue un factor desequilibrador. La heteroge-
neidad ideológica y política de sus gabinetes fueron siempre un terreno mi-
nado. Su temperamento explosivo interrió en sus decisiones, como el golpe
de Estado en el primer velasquismo. Sus antagonismos políticos estuvieron
teñidos de enemistad personal, como fue su litigio con Arroyo del Río. No
supo lidiar con sus aliados de ADE, en especial de la izquierda, en “La Glo-
riosa”, y ello le llevó al golpe de Estado de marzo de 1946. En 1960-1962 la
pelea con su vicepresidente, Arosemena Monroy, desembocó en la dictadura
militar de 1963. El paternalismo de Velasco tuvo un ingrediente autoritario
que proyectó la imagen de manodura en las muchedumbres sujetas al des-
potismo social de las élites. Que Velasco les reprendiera a estas, mientras, por
otro lado, atendía con la obra pública a aquellas, redimía simbólicamente a
los pobres frente a los ricos.
Quizá en la creación de la Universidad Católica, Velasco pretendió so-
cavar la gravitación de la universidad estatal, en especial de la Universidad