Procesos 54, julio-diciembre 2021284
reexiones sobre la disciplina y la memoria, con un protagonista caudillo en
cada una; y, nalmente, un epílogo con Bolívar y San Martín, quienes se en-
cuentran en Guayaquil y denen el inmediato futuro militar sudamericano.
En el año de publicación del libro, muchos usos de la historia a favor de
intereses políticos desdibujaron la verdad sobre el pasado. Alejándose de
esto, en la introducción (pp. 9-40) se discute cómo la América hispánica no
recibió ningún apoyo de los Estados Unidos o Inglaterra, dando a los sujetos
revolucionarios el papel de agentes del proceso de cambio. No obstante, a la
geopolítica global sí que le interesó la Independencia, llegando a determinar
proyectos políticos antiliberales como la Santa Alianza. En este marco se en-
tiende cómo transitaron las ideas de un lugar a otro y se tomaron decisiones,
teniendo en cuenta los hechos en otras latitudes; lo transnacional y la glo-
balización se tornan imprescindibles en el encuadre del objeto histórico. En
suma, desde que el Perú virreinal de Abascal decidió luchar contra las juntas
autonomistas creadas entre 1808 y 1810, las fronteras locales coloniales su-
cumbieron y se planteó la necesidad de una lucha continental contra la pre-
sencia en la metrópoli. Situación que fue entendida en Europa como el punto
de partida para pactos que frenaran este campo creciente de republicanismo
La primera parte (pp. 41-189) narra cómo se dio este proceso en el norte
del subcontinente, con Simón Bolívar. Desde su penosa situación en Jamaica
hasta sus alianzas con el Gobierno de Pétion en Haití, el líder veía la avan-
zada realista en el continente como un solo enemigo y el punto de partida
de una empresa continental que lo disputara. Con el apoyo del gobierno
revolucionario de Haití, Bolívar logró organizar un ejército para disputarle
territorio a los realistas. Estos, aunque fortalecidos por la llegada de Morillo
desde la Península, tenían un apoyo poco decidido entre las gentes y su ar-
senal militar se había limitado por las pérdidas en el mar.
La disputa por las posiciones costeras jugó un papel fundamental. Me-
diante los fracasos, Bolívar entendió que debía asegurar un punto en el orien-
te para abrirse camino sobre el Orinoco y pactar con líderes locales que eran
rebeldes a la presencia metropolitana. Así, se hizo con el apoyo de Páez en
el occidente de la Capitanía de Venezuela. Una vez posicionado en los llanos
y Guyana, el trabajo de distracción del general Santander fue fundamental
para desgastar al ejército de Morillo y plantear el ascenso hacia los Andes.
En la batalla del Pantano de Vargas y el Puente de Boyacá se disputaron las
posiciones sobre el avance hacia Santafé de Bogotá. Con la victoria del bando
patriota, la región quedó como una isla republicana en un mar monárquico;
la expulsión de los realistas del continente se hacía imperiosa para asegurar
el éxito del proyecto independentista.
El caso de San Martín diere del anterior y ocupa la segunda parte del li-
bro (pp. 191-295). Las experiencias militares marcaron la suerte de la ofensiva