Procesos 54, julio-diciembre 2021 275
conducción militar en caso de guerra y con ociales idóneos para actuar en
el terreno montañoso del país.
De acuerdo con el autor, una vez analizado el escenario militar en el
Ecuador, entre las primeras acciones estuvo reformar la Ley Orgánica Militar
de 1905. Así se creó la sección de instrucción militar del Ejército, como
punto clave para la gestión de la educación castrense, permitiendo que se
reorganice la estructura de la institución, con ociales capacitados en los
cursos de Estado Mayor, pues de 1922 a 1939 se desarrollaron cinco de ellos.
Para Espinoza, el curso de Estado Mayor era el complemento de los
conocimientos adquiridos en el Colegio Militar para obtener el perfeccionamiento
y profesionalización de los ociales superiores. Aunque también se
implementaron otros cursos militares para ociales inferiores —en infantería,
caballería, artillería e ingeniería; así como las especialidades necesarias para
los servicios de apoyo y administrativos—, los cursos de Estado Mayor
fueron planicados exclusivamente para ociales superiores (tenientes
coroneles y sargentos mayores). Pero, en los hechos, se capacitó a ociales
de rangos menores como capitanes y tenientes. El autor no profundiza en las
razones por las que sucedió esto, por lo que deja una arista para una futura
investigación que permita determinar si, a pesar de no estar en el nivel de
mando correspondiente, los ociales de rangos inferiores fueron parte de las
planas mayores de las unidades, o si el mando militar direccionó los cursos
de Estado Mayor a la formación de ociales de menor jerarquía para formar
algún tipo de institucionalidad militar en las bases de la ocialidad y también
determinar si los cursos no fueron aceptados por los jefes militares.
Una de las posibles causas, aunque requiere mayor estudio, es la
inuencia de los ociales italianos en la vida política del país. Según lo dice
Espinoza, estas acciones no fueron bien vistas por los mandos militares, ya
que el Ejército empezó un proceso de despolitización a partir de la Revolución
juliana. Además, en la década de 1930, la opinión pública se opuso a que
se imparta la doctrina militar italiana en el país debido a su corte fascista
y, según la prensa, los ociales de los rangos menores corrían el riesgo de
este adoctrinamiento, pues los ociales italianos también planicaron la
malla curricular de los cadetes del Colegio Militar y los cursos de armas que
desarrollaban esos ociales.
Cabe mencionar que Espinoza dialoga con los escritos del general Luis
Larrea Alba para analizar la inuencia italiana en la estructura militar como
consecuencia de la invasión del Perú a las provincias del sur del Ecuador
durante la campaña bélica de 1941. Larrea, por entonces con el grado de
sargento mayor, fue alumno del primer curso de Estado Mayor (1923) y se
opuso permanentemente a la presencia de la Misión Militar Italiana, debido a
que se inmiscuía en la política nacional, además de dar aviso sobre la excesiva