Procesos 54, julio-diciembre 2021242
en 1875, al nal del garcianismo. Soy adepto a la idea de que existen varios
conservadurismos y varios liberalismos. El progresismo ha permitido a la
historiografía dar una unidad a un grupo, pero hace más referencia a un
consistente pacto entre círculos políticos. El famoso progresismo cuencano
tuvo dos grupos identicables que estuvieron en constante cambio y
reacomodo desde la crisis de 1859. Por un lado, un ala aristocratizante
alrededor de Borrero, Malo y Arízaga, los cuales en su oposición a los sectores
populares llegaron a asemejarse a los Salazar de Quito, viejos conservadores
garcianos. Por el otro lado, como ha visto Ana Buriano, existía otro círculo
que tenía vínculos populares y que participaba sobre todo en las elecciones
locales, por lo menos hasta la Restauración, encabezado por Luis Cordero.5
No niego la utilidad del término progresista, pero sí insto a los historiadores
a evaluar su pertinencia, porque hasta el momento ha resultado de ayuda
para una historia de la política antes que de lo político, si lo retomamos en
los términos de Cárdenas y del revisionismo de los años 90.
Un aspecto del que discrepo de los autores es acerca de la aceptación de
la tesis de Ayala Mora acerca de las características del cambio generacional
que se habría llevado a cabo desde 1906. La aceptación del discurso liberal
acerca de la faceta abierta y negociadora de Federico González Suárez se
ha mezclado con su cercanía a muchos líderes liberales. Antes que el gestor
de la nueva generación en la Iglesia ecuatoriana, González Suárez fue el
último rezago de la tendencia clerical antigarciana que en su momento giró
alrededor del obispo Remigio Estévez de Toral. El cambio generacional
sí se dio, pero estuvo conformado por canónigos y sacerdotes formados
en los seminarios garcianos y en estrecha cercanía a obispos como Pedro
Rafael González y Calisto, Arsenio Andrade e Ignacio Ordóñez. Es clara
su faceta más negociadora y relajada en la intransigencia frente al Estado
liberal. Fue una generación de sacerdotes que se había acercado a las
matrices europeas de la recristianización antes de ingresar a los seminarios.
Fue alrededor de este grupo de jóvenes sacerdotes, antes que de González
Suárez, que las asociaciones católicas, la prensa y propaganda, los congresos,
las peregrinaciones, entre otros fenómenos, tomaron fuerza. Manuel María
Pólit, Alejandro López, Nicolás Arsenio Suárez, Alejandro Mateus, Andrés
Machado, Juan María Riera, Ulpiano Pérez, Antonio Eguiguren, Carlos
María de la Torre, entre otros, gestionaron el cambio en el catolicismo
ecuatoriano. Desde 1907 González Suárez, adalid de la romanización,
buscó centralizar más la Iglesia en Ecuador y colocarla efectivamente en
la lógica de metropolitano-obispos sufragáneos. Su episcopado cimentó
5. Ana Buriano, PanorámicadelaprensaenelEcuadorgarciano.Construcciónycuestio-
namientodeunalegitimidadpolítica,1860-1875 (Ciudad de México: Instituto Mora, 2018).