El concepto de nación entre la desintegración
del virreinato del Nuevo Reino de Granada
y la emergencia de la república de Colombia*
ConceptofnationbetweenthecollapseoftheViceroyaltyoftheNew
KingdomofGranadaandemergenceoftheRepublicofColombia
OconceitodenaçãoduranteadesintegraçãodoVice-reinodoNovo
ReinodeGranadaeosurgimentodaRepúblicadaColômbia
Jaime Alberto Rodríguez
UniversidadAutónomaMetropolitana,UnidadCuajimalpa
Ciudad de México, México
jarsito72@yahoo.com
https://orcid.org/0000-0002-9282-4503
https://doi.org/10.29078/procesos.v.n55.2022.2706
Fecha de presentación: 6 de abril de 2020
Fecha de aceptación: 30 de agosto de 2021
Artículo de investigación
Procesos.RevistaEcuatorianadeHistoria, n.º 55 (enero-junio 2022), 141-167. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
* Este artículo es el resultado parcial de la investigación para el doctorado en Ciencias
Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimal-
pa, de la Ciudad de México. Agradezco especialmente al doctor Aimer Granados, quien
amablemente ha leído este trabajo y me ha hecho valiosas recomendaciones. El doctorado
se realiza con el auspicio del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de
México, que me otorgó una beca para los estudios doctorales.
RESUMEN
El artículo ofrece una reconstrucción de la red semántica del concepto
de nación. Con este propósito toma en cuenta tres factores
importantes: primero, los acontecimientos y sus efectos en las
decisiones de los actores; segundo, los lenguajes y conceptos políticos
(como índices de los procesos y como factores de transformación);
y, por último, los componentes culturales, especialmente
las identidades territoriales. Esta propuesta evidencia la complejidad
a la que se enfrenta el investigador a la hora de reconstruir una red
semántica determinada, por cuanto se tienen que combinar elementos
estructurales y coyunturales.
Palabras clave: historia de Colombia, historia conceptual,
lenguajes políticos, nación, identidad territorial, cultura política,
Virreinato de Nueva Granada, siglo XIX.
ABSTRACT
The article rebuilds the semantic web around the concept of nation.
To this end it takes into account three important factors: rst, events
and their impacts on decisions made by stakeholders; second,
political language and ideas (as markers of processes and factors
of transformation); and nally, cultural components, especially
territorial identities. This essay highlights the complexity that
researchers must tackle when rebuilding a given semantic web,
because both structural and contextual elements must be combined.
Keywords: History of Colombia, conceptual history, political
language, nation, territorial identity, political culture,
Viceroyalty of New Granada, nineteenth century
RESUMO
O artigo apresenta uma reconstrução da rede semântica do
conceito de nação. Com tal propósito são considerados três
importantes fatores: primeiro, os acontecimentos e seus efeitos nas
decisões dos atores; segundo, as linguagens e conceitos políticos
(como índices dos processos e como fatores de transformação); e, por
m, componentes culturais, especialmente as identidades territoriais.
Esta proposta demonstra a complexidade que o/a pesquisador/a
enfrenta ao reconstruir uma determinada rede semântica, uma vez
que elementos culturais e conjunturais precisam ser combinados.
Palavras chave: História da Colômbia, história conceitual,
linguagens políticas, nação, identidade territorial, cultura política,
Vice-Reino de Nova Granada, século XIX.
El presente artículo propone un camino metodológico posible para re-
construir la red semántica del concepto de nación; para ello se exponen algu-
nos de los “hilos” semánticos con los que se tejió esta red y se deja entrever
que el territorio siempre estuvo presente en este proceso.1 No es una recons-
trucción exhaustiva porque la investigación está en curso. Se bosquejan al-
gunos de los elementos estructurales y coyunturales de esa red discursiva y
se muestran algunas de sus costuras.
En esta mirada se reconoce el valioso aporte de la historia conceptual,
especialmente el trabajo que realiza el grupo de Iberconceptos, y se busca
avanzar en una propuesta que tenga en cuenta no solo la semántica de los
conceptos sino también la conguración de redes conceptuales.2 Estas, por
una parte, tienen en cuenta las transformaciones coyunturales, producto de
los acontecimientos, y por otra, las transformaciones estructurales, las lentas
mutaciones, continuidades o novedades que solo se pueden observar en lar-
gos períodos de tiempo.3
1. La región del virreinato del Nuevo Reino de Granada y la Capitanía General de
Venezuela encontraron un momento de cercanía en el proceso de desintegración de esta
parte de la monarquía, por ello, en este escrito, se hará alusión a las dos entidades.
2. Los conceptos no tienen una unidad semántica o un núcleo conceptual uniforme
que los identique, “no obstante, en el transcurso de sus propias modicaciones signica-
tivas se va tejiendo una red semántica; las distintas deniciones suyas se van articulando
e imbricando entre sí conformando una cierta unidad de sentido”. Elías Palti, “Ideas, con-
ceptos, metáforas. La tradición alemana de historia intelectual y el complejo entramado
del lenguaje”. Respública, n.º 25 (2011): 230. Los conceptos “en la medida en que sirven
para articular signicativamente las diversas experiencias sociales, que forman redes dis-
cursivas que cruzan las épocas y trascienden las esferas de sociabilidad inmediata, sirven
de índice de las variaciones estructurales”. Elías Palti, “Introducción”, en Reinhart Kose-
lleck, Losestratosdeltiempo.Estudiossobrelahistoria (Barcelona: Paidós, 2001), 16.
3. Según Koselleck la relación entre historia social e historia conceptual es de comple-
mentariedad, por cuanto la historia conceptual recurre tanto a los momentos sincrónicos de
un concepto como a su estructura diacrónica. Al reconstruir diacrónicamente un concepto
no solo se está recurriendo a los usos y sentidos en una época especíca, sino también a los
diferentes estratos semánticos que se han almacenado en el concepto. Véase Reinhart Ko-
selleck, “Capítulo V”, en Futuropasado.Paraunasemánticadelostiemposhistóricos (Barcelona:
Paidós, 1993). Como “la estructuración diacrónica de un concepto [es] la que permite dedu-
cir modicaciones estructurales a largo plazo”, su reconstrucción requiere del análisis de los
procesos sociales, económicos, políticos o culturales involucrados en la transformación con-
ceptual. De lo anterior se desprende que, en términos generales, “el lenguaje político y social,
especialmente su terminología, se considera simultáneamente como factor e indicador del
movimiento histórico”. Reinhart Koselleck, “Introducción al Diccionario histórico de con-
ceptos político-sociales básicos en lengua alemana”, RevistaAnthropos, n.º 223 (2009): 93, 100.
Procesos 55, enero-junio 2022144
Como ya nos ha demostrado el revisionismo historiográco de las inde-
pendencias, la nación no es ni inmemorial ni natural, pero a esta interpre-
tación deberíamos agregarle que tampoco es una invención exnihilo, una
cción imaginada por las élites o el resultado exclusivo de la retroversión
de la soberanía.4 El bienio 1808-1810 no se puede considerar exclusivamen-
te como el origen del proceso de transformación política “moderna”. Esta
concepción de los “años cruciales”5 reduce la construcción de la nación a un
problema político y descarta elementos sociales, económicos o culturales. En
nuestro caso, la crisis de la Corona española (1808-1814) y el proceso de las
independencias (1808-1825) representan puntos críticos por los que tuvo que
atravesar la monarquía hispánica, que desencadenaron no solo su desinte-
gración sino también grandes cambios en los lenguajes políticos y los con-
ceptos como resultado de los agitados, convulsos y acelerados acontecimien-
tos. Pero en ese proceso de permanencia, cambio y novedad hay elementos
sociales, políticos o culturales que trascienden la época.
Los aConteCimientos
y Las transFormaCiones soCiopoLítiCas
Los cambios, ampliaciones semánticas, pérdidas de sentido o usos distin-
tos y diversos de los conceptos son el resultado de las acciones y decisiones
de los actores ante las necesidades o problemáticas que tienen que atender.
Pero estas transformaciones no son del todo conscientes o visibles a los actores
sociales de la época; muchos de los cambios conceptuales son el resultado de
nuevas conexiones semánticas que se van dando a lo largo del tiempo o se de-
rivan de la combinación de diversos factores en los que la contingencia puede
ser dominante. A su vez, los nuevos sentidos y usos de los conceptos generan
discusiones o reexiones convirtiéndose en factores de transformación socio-
política. En general, en las épocas de crisis es más evidente este tipo de proce-
sos; las independencias son una muestra de ello. A continuación se evidencia
cómo algunos acontecimientos, producto de las transformaciones sociopolí-
ticas vertiginosas de la época, afectaron las decisiones de los actores sociales.
Las primeras noticias que empezaron a generar conictos en la América
española fueron las del motín de Aranjuez y la abdicación de Carlos IV en
4. Óscar Linares Londoño, “El color de la ‘nación’: ‘nación inmemorial’ versus ‘nación
moderna’ en las independencias hispanoamericanas” (tesis de maestría, Universidad Na-
cional Autónoma de México, 2012), 90.
5. Véase François-Xavier Guerra, Modernidadeindependencias.Ensayossobrelasrevolu-
cioneshispánicas (Madrid: Encuentro, 2009).
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su hijo el Príncipe de Asturias —ahora Fernando VII— (llegaron en mayo de
1808, al puerto de la Guaira). Aunque ya circulaban rumores de la situación
de crisis por la que atravesaba la Corona española, las respectivas juras de
lealtad y celebraciones de reconocimiento del nuevo soberano se realizaron
rápidamente en el segundo semestre de 1808.6 Entre agosto y septiembre de
ese año se conocieron las noticias ociales del motín en Madrid y las abdi-
caciones de Bayona. Las abdicaciones eran sospechosas para los criollos no
solo porque se habían dado en suelo francés, sino también porque se había
cedido la Corona a una persona extraña a la familia real.7 Los comisionados
enviados por el Gobierno español además de informar sobre las abdicacio-
nes, la prisión del rey y su familia, la creación de la Junta Suprema de España
e Indias (Junta de Sevilla) como representante de la autoridad real, traían
otra misión: la de recalcar “la necesidad de mantener más que nunca indiso-
lubles los vínculos que unen dichos Reinos a la Metrópoli” y subrayar “las
ventajas que deben prometerse de su quietud y constante delidad en las
presentes circunstancias”.8 La Junta Suprema buscaba, igualmente, obtener
apoyo en América española para adelantar la guerra contra Napoleón, dar
a conocer el armisticio con Inglaterra, e instar a que fuera celebrado el jura-
mento de delidad al rey Fernando VII.9
En mayo de 1808 Napoleón había convocado una Asamblea General de
Diputados de las provincias y ciudades y nombrado seis representantes del
continente como diputados.10 Pese al repudio que suscitó el nombramiento
en sus provincias de origen, esta participación fue importante en el imagina-
rio político porque marcó un precedente en el tema de la representación.11 El
mismo año los representantes del Gobierno español empezaron a tomar me-
didas ante la circulación de “papeles seductivos y engañosos” que pudieran
hacer “dudar o balancear la opinión pública contra el tirano corso”.12 Esta
prevención se tomaba ante las noticias que circulaban sobre la participación
de los criollos Ignacio Sánchez de Tejada y José Hipólito Odoardo y Grand-
pré, como delegados de la Nueva Granada y Venezuela, respectivamente, en
6. Isidro Vanegas, “El rey ante el tribunal de la revolución: Nueva Granada 1808-
1819”, HistoriaySociedad, n.º 31 (julio-diciembre 2016): 17-47.
7. Magali Carrillo, “Comienzos de una desilusión: noticias públicas y lealismo. Nueva
Granada 1808”, HistoriaySociedad, n.º 21 (julio-diciembre 2011): 101.
8. Ibíd., 102.
9. Ibíd.
10. Véase la importancia de estas Cortes para la transformación de los imaginarios
políticos de los americanos, en Inés Quintero y Armando Martínez, Actasdeformaciónde
juntasydeclaracionesdeindependencia(1809-1822).RealesAudienciasdeQuito,CaracasySanta
Fe, t. 1 (Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2008), 13-15.
11. Ibíd., 11.
12. Carrillo, “Comienzos de una desilusión...”, 107.
Procesos 55, enero-junio 2022146
las Cortes de Bayona. Esto hizo que poco a poco la conanza de los criollos
en las autoridades virreinales decayera. Para 1809:
lo que vemos ya no es solamente la certeza de los neogranadinos de estar reci-
biendo noticias falsas sino la incertidumbre ante el futuro de la Península. Se
comienza así a introducir la desconanza en una forma de gobierno que hasta
el momento se consideraba dotada de gran estabilidad. La Corona española deja
de ofrecer a los súbditos de Fernando VII una de las principales virtudes de toda
monarquía: la seguridad. En consecuencia, se abre la posibilidad de dudar en un
régimen que se caracterizaba esencialmente por la tranquilidad y la certeza.13
El 22 de enero de 1809 la Junta Suprema Central y Gubernativa del Rei-
no, ante la amenaza de la representación otorgada a los americanos en Bayo-
na y con el objetivo de conseguir más apoyo económico de parte de los Rei-
nos de Ultramar, otorga representación soberana a los pueblos americanos
y envía las cartas correspondientes para que se hagan elecciones.14 Este va a
ser unos de los temas recurrentes durante el año de 1809, ya que la represen-
tación otorgada fue de un representante por cada virreinato y uno por cada
capitanía general, mientras que para la península fueron convocados 36 di-
putados. Esto generó grandes disgustos en los criollos, ya que era evidente la
desigualdad. Convocar diputados americanos, más que un reconocimiento
de igualdad de derechos era una estrategia política.
1809 fue el año de las discusiones sobre la representación y de la radi-
calización de algunos criollos que buscaban un autogobierno. El caso de la
Audiencia de Quito (agosto de 1809) fue signicativo para los imaginarios
políticos; era la primera vez que se deponía a los representantes del gobierno
monárquico y se instituía una nueva forma de gobierno. Las divergencias,
ambigüedades y dilemas que tienen que enfrentar los criollos giran alrede-
dor de la actitud de lealtad al monarca, ante un poder real erosionado y los
conictos con las autoridades virreinales.15
Ya para 1810 estalló el juntismo. En el Nuevo Reino de Granada y la
Capitanía General de Venezuela se establecieron 38 Juntas de Gobierno (al-
gunas autodenominadas “Junta Superior” como la de Pamplona, Guayanas,
Barinas, Santa Marta, Antioquia, Casanare; otras “Supremas”, como las de
13. Ibíd., 112.
14. Era la primera vez que la monarquía invitaba a representantes americanos a in-
tegrar el seno de la “representación nacional”. Esto abrió las puertas a la disputa por el
principio de igualdad de representación política entre americanos y españoles. Quintero y
Martínez, Actasdeformación..., 17.
15. Véase Magali Carrillo, 1809:todoslospeligrosyesperanzas, t. 1 (Bucaramanga: Uni-
versidad Industrial de Santander, 2011).
Procesos 55, enero-junio 2022 147
Caracas, Cartagena, Santa Fe, Tunja, Popayán o Quito).16 Este juntismo que
reclama la soberanía mezcla diferentes referencias políticas, que hacen que
cada una de las juntas interprete su ejercicio y naturaleza de forma distinta.17
La creación del Consejo de Regencia de España e Indias trajo consigo
mayor radicalización, tanto de las juntas criollas que no reconocieron su au-
toridad, como de las medidas adoptadas por este Consejo. Así, por ejemplo,
cuando se instauró en Caracas la Junta Conservadora de los Derechos de Fer-
nando VII, el 19 de abril de 1810, el Consejo de Regencia ordenó el bloqueo
de las costas de la Capitanía General de Venezuela. Los conictos derivados
de esta radicalización se manifestaron en los lenguajes políticos: los concep-
tos de libertad e independencia, antes referidos al dominio de Francia, ahora
indicarán que la soberanía se ejerce a nombre de Fernando VII, sin vínculo
legal ni político con el Consejo de Regencia, al que se ha asociado con la voz
despotismo.18 Ante el desconocimiento de la autoridad de la Regencia, esta
ordena a las autoridades coloniales y al ejército someter las juntas rebeldes.
Se le suman a esta problemática las noticias cada vez más alarmantes de que
España ha perdido la guerra frente a Francia.
La radicalización trajo consigo la organización de nuevos gobiernos. El
resultado de este proceso fue “el gran laboratorio de experimentación cons-
titucional” que se dio entre 1811 y 1815. En él se ensayaron diferentes formas
de organización de las nuevas Repúblicas, pero como las opciones eran múl-
tiples, las disputas por el poder y la forma de organizar el territorio se hicie-
ron evidentes. Las diferentes provincias, que no habían estado articuladas
totalmente al virreinato, que tenían diferencias geoeconómicas e intereses
particulares, recurrieron a la antigua forma política de la retrocesión de la
soberanía. La multiplicidad de soberanías dejaría en claro que conguración
política, extensión y organización territorial de las nuevas naciones no sería
el resultado de la conguración de las antiguas entidades político-adminis-
trativas (virreinatos, audiencias, gobernaciones o intendencias) sino de los
16. Daniel Gutiérrez Ardila, Unnuevoreino.Geografíapolítica,pactismoydiplomacia
duranteelinterregnoenNuevaGranada(1808-1816) (Bogotá: Universidad Externado de Co-
lombia, 2010), 211 y 213.
17. Clement Thibaud y María Teresa Calderón, “Soberanía. Colombia/Nueva Grana-
da”, en Diccionariopolíticoysocialdelmundoiberoamericano.Laeradelasrevoluciones,1750-
1850[IberconceptosI], dir. por Javier Fernández Sebastián, ed. por Noemí Goldman, vol.
II (Madrid: Universidad del País Vasco / Iberconceptos / Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2014), 125.
18. José Javier Blanco, “Libertad. Venezuela”, en Diccionariopolíticoysocialdelmundo
iberoamericano[IberconceptosII], dir. por Javier Fernández Sebastián, ed. por Loles Gonzá-
lez Ripolly y Gabriel Entin, vol. 5 (Madrid: Universidad del País Vasco / Iberconceptos /
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2014), 222.
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procesos de negociación entre provincias o ciudades.19 Las conveniencias de
tipo pragmático (geoestratégicas, militares o de defensa, comerciales, eco-
nómicas o políticas) jugarían un papel importante a la hora de recurrir a las
identidades territoriales.20
Hasta aquí se ha bosquejado cómo los acontecimientos obligaron a los
actores sociales a tomar decisiones y emprender acciones que, ante la crisis
no solo coyuntural sino estructural de la monarquía, genera transformacio-
nes en los lenguajes políticos. Pero estos lenguajes, como veremos ensegui-
da, no solo serían indicadores de la situación por la que estaba atravesando
la monarquía, sino también factores de transformación de la realidad que
estaban viviendo.
Lenguajes poLítiCos, estrategias disCursivas
y transFormaCiones semántiCas
Los actores sociales para convencer, aglutinar, unir y movilizar a favor
o en contra de unos u otros, utilizaron diversas estrategias discursivas. Se
recurrió a ellas no solo como medios de persuasión, también se buscaba dejar
claro las posturas, las justicaciones y razones por las que se había llegado a
la situación que estaban viviendo. Muchos documentos de la época hablan de
“antecedentes”, “causas” cercanas o remotas. Todos estaban encaminados a
justicar la ruptura, “por eso, esta historia se presenta en algunos casos como
un alegato jurídico dirigido a sus adversarios o a la opinión pública interna-
cional; como una exposición de los sucesivos agravios sufridos por los ame-
ricanos, apoyados a veces por ejemplos o documentos que lo demuestran”.21
Aunque la “regeneración política” que proclamaban los criollos se en-
fundara con discursos de cambio ante un “bárbaro sistema de gobierno
antiguo” o un sistema “despótico y colonial”,22 en el contenido de estos se
recurría a viejos reclamos (desigualdad en la asignación de cargos, falta de
fomento de la industria, el comercio o la agricultura, falta de libertad comer-
cial, etc.). Ello nos lleva a postular que los “nuevos” discursos “no operaron
19. Véase Carlos Espinosa, “Entre la ciudad y el continente: opciones para la cons-
trucción de los Estados andinos en la época de la Independencia”, RevistaAndina, n.º 34
(enero 2002): 155-181.
20. Ibíd.
21. François-Xavier Guerra, “Conocimiento y representaciones contemporáneas del
proceso de continuidad y ruptura”, en HistoriageneraldeAméricaLatina, ed. por Germán
Carrera Damas, vol. 5 (París: Trotta / UNESCO, 2003), 440.
22. ElArgosAmericano.Papelpolítico,económicoyliterariodeCartagenadeIndias, n.º 1 y
2 (septiembre 1810).
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sobre una tabularasa, sino que se fueron deslizando a través de lenguajes, ri-
tos, símbolos, formas societarias y demás elementos de las culturas políticas
que le antecedieron”.23 La diferencia es que ahora, con los nuevos aconteci-
mientos y situaciones políticas, los conceptos que se mueven al interior de
los discursos encuentran conexiones semánticas inusitadas. En este proceso,
las retóricas territoriales relacionadas con la especicidad americana (natu-
ral, geográca, humana, histórica, legal) sirvieron como articuladores de los
conceptos que se estaban movilizando en la época (“soberanía”, “representa-
ción”, “independencia”, “libertad”, “nación”, etc.). Todas ellas encaminadas
a crear una idea de un “nosotros” que pudiera articular no solo los territorios
sino también a los habitantes.
Los documentos reejan que las transformaciones de los conceptos, rela-
cionados con la formación de una identidad, estaban a la orden del día. El con-
cepto “americano” extendía sus usos para referir ya no solo a los habitantes de
estos territorios, sino a cierta identidad que los diferenciaba de los españoles
peninsulares. Desde temprano se empezó a recurrir a “América” como argu-
mento de combate. En ElArgosAmericano.Papelpolítico,económicoyliterario
deCartagenadeIndias del 24 de diciembre 1810 se asociaba la “actual revolu-
ción de este Reyno” a la “libertad Americana”.24 De igual forma, el Argosde
laNuevaGranada usaba reiteradamente el vocablo “americano” para referirse
a cualquier espacio territorial hispanoamericano25 —sin atender a divisiones
político-administrativas— acompañándolo de diferentes guras literarias (“el
dulce americano”, “la espada vengadora de los americanos”, “la libertad de
la américa”, etc.). Este recurso a un espacio territorial genérico a la vez se con-
vierte en referencia concreta, al oponer no solo este territorio al peninsular sino
también a sus habitantes —“españoles americanos”, indígenas y afrodescen-
dientes— como empieza a ser insinuado en LaBagatela de Antonio Nariño.26
La exaltación del territorio entra en conexión con los usos del vocablo
“Patria”, que se entendía entonces como “lealtad lial localizada y territoriali-
zada”, e incluso se utilizaba más que el término “nación”.27 Francisco de Paula
23. Sergio Solano y Roicer Flórez, Infanciadelanación.Colombiaenelprimersiglodela
república (Cartagena: Pluma de Mompox, 2011), 72.
24. George Lomné, “Cuando el hermano se hace enemigo: regeneración de España e
invención de lo americano en la Nueva Granada (1806-1826)”, en Elgranlibrodelbicentena-
rio, comp. por Juan Carlos Torres (Bogotá: Planeta, 2010), 244.
25. El uso de lo americano va disminuyendo en la medida en que los territorios se van
unicando por medio de alianzas, confederaciones o uniones y los nombres especícos de
estos territorios empiezan a poblar el imaginario de los criollos.
26. Antonio Nariño, LaBagatela, 14 de julio de 1811: 8; ibíd., 15 de septiembre de 1811:
81-83.
27. Mónica Quijada, “¿Qué nación? Dinámicas y dicotomías de la nación en el imagi-
nario hispanoamericano”, en Inventandolanación.Iberoamérica.SigloXIX, coord. por An-
Procesos 55, enero-junio 2022150
Santander armaba en 1818: “Aunque he nacido en la Nueva Granada, no
soy más que Americano, y mi Patria es cualquiera rincón de América en que
no tenga el más pequeño inujo del Gobierno Español”.28 Esta ampliación se-
mántica del concepto se debió a la necesidad de legitimar una serie de discur-
sos políticos y sociales relacionados con libertad,29 independencia o soberanía.
Cuando los americanos empezaron a cuestionar a quién le debían lealtad si ya
no existía un sistema monárquico sino uno republicano, fue la patria la que se
constituyó como el nuevo punto de referencia de la lealtad personal.30 Aun-
que el término patria ya circulaba antes en referencia a la “nación española”,
en la trilogía “Religión, Rey y Patria”, esta se empieza a circunscribir al terri-
torio hispanoamericano, a los reinos o las provincias. En el caso del patriotis-
mo, que en tiempos del reformismo borbónico se asociaba a la prosperidad
económica, al orecimiento de las artes útiles o en general al “bien público”,
ahora integrado a la semántica de libertad, independencia o soberanía se con-
vierte en un concepto de movilización política. “Patria” y “patriotismo” se
empezaron a ligar con nuevos imaginarios políticos de héroes, fechas, estas,
símbolos, honor, lealtad, valor, etc., que, sumados a sentimientos de pertenen-
cia, de identicación o autoidenticación con el territorio, constituirán otro de
los elementos con que se tejió la red semántica de nación.31 Estos imaginarios,
que no los podríamos llamar de tipo nacional, se articularon con elementos
políticos que ayudaron a fortalecer esta red semántica.
En el contexto hispanoamericano las identidades relacionadas con la re-
ligión, el idioma o un pasado común no funcionaron como elementos dife-
renciadores en la conguración de las nuevas naciones; todas compartían
rasgos culturales similares. Por ello, François-Xavier Guerra plantea que en
tonio Annino y François-Xavier Guerra, 295 (Ciudad de México: Fondo de Cultura Eco-
nómica, 2003).
28. “Carta de Francisco de Paula Santander al editor del Correo del Orinoco”, Correo
delOrinoco, 11 de julio de 1818, 12.
29. George Lomné, “El feliz momento de la Patria”, en Diccionariopolíticoysocialdel
mundoiberoamericano.Conceptospolíticosfundamentales,1770-1870[IberconceptosII], ed. por
Georges Lomné, dir. por Javier Fernández Sebastián, vol. 8 (Madrid: Universidad del País
Vasco / Iberconceptos / Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2014), 15-36.
30. Hans-Joachim König, “Nación. Colombia/Nueva Granada”, en Diccionariopolítico
ysocial..., vol. I, 911.
31. Alan Knight resalta que las naciones que resultaron de los procesos independen-
tistas fueron una construcción de largo aliento, que contiene elementos anteriores a la
conformación del Estado moderno. Arma que hay formas de “forjar patria”, de construir
nación, “menos ociales y deliberadas y más contingentes e improvistas” que resultan de
las experiencias de los sectores populares. Alan Knight, “Pueblo, política y nación, siglos
XIX y XX”, en Naciones,gentesyterritorios.Ensayosdehistoriaehistoriografíacomparadaen
AméricaLatinayelCaribe, ed. por Luis Ortiz Mesa y Víctor Manuel Uribe Urán (Medellín:
Universidad de Antioquia / Universidad Nacional de Colombia, 2002), 389.
Procesos 55, enero-junio 2022 151
el caso hispanoamericano la conguración de la nación fue esencialmente
política, sin embargo, esta interpretación no tiene en cuenta que en la movi-
lización de los discursos y la legitimación de los cambios sociopolíticos, los
criollos recurrieron a diferentes retóricas y dentro de ellas especialmente las
relacionadas con el territorio. Los discursos sobre la especicidad americana
en tiempos de la crisis de la Corona y el proceso independentista se convier-
ten no solo en el eje aglutinador de los americanos, sino también en el eje
articulador de los lenguajes políticos. Se pasó de señalar, describir, resaltar e
investigar las capacidades económicas del territorio, derivadas de las poten-
cialidades naturales, comerciales y demográcas, a la autoidenticación con
este espacio y nalmente a la defensa, delimitación y concreción del tipo de
gobierno y forma de organización territorial.
Pero, ¿quiénes movilizaban estos discursos? Hay que recordar que por
lo menos desde el siglo XVIII venía formándose un grupo social con unas ca-
racterísticas particulares, ampliamente estudiadas desde diferentes ópticas.32
Nos referimos a los criollos, quienes venían de un largo proceso de autoiden-
ticación y en tiempos de las independencias, no solo asumen el liderazgo,
sino que terminan identicándose ya no como españoles americanos sino
solamente como americanos.
De este sector de la sociedad quisiéramos resaltar cómo las ideas de cien-
cia y progreso, derivadas del pensamiento ilustrado, ayudaron a fortalecer
sus discursos de legitimidad como élite dominante. Santiago Castro-Gómez
sostiene que la Europa moderna, en medio de su política imperial, encuen-
tra en la ciencia ilustrada “un metalenguaje universal capaz de superar las
deciencias de todos los lenguajes particulares. [Este lenguaje] permitiría
generar un conocimiento exacto sobre el mundo natural y social, evitando de
este modo la indeterminación que caracteriza a todos los demás lenguajes”.33
Los discursos de la ilustración fueron enunciados tanto por intelectuales
de Europa como de América. En el contexto americano, los criollos además
de utilizar la ciencia para documentar y conocer las características de la na-
turaleza y de las culturas exóticas,34 también la utilizaron para controlar y
explotar los recursos económicos. De aquí se desprende el fuerte interés por
32. Richard Konetzke, “La condición legal de los criollos y las causas de la indepen-
dencia”, RevistadeEstudiosHispanoamericanos 2, n.º 5 (enero 1950); Renán Silva, Losilus-
tradosdeNuevaGranada,1760-1808.Genealogíadeunacomunidaddeinterpretación (Medellín:
Banco de la República / EAFIT, 2002); Juan Vitulli y David Solodkow, comps., Poéticade
locriollo.Latransformacióndelconcepto“criollo”enlasletrashispanoamericanas(siglosXVIal
XIX) (Buenos Aires: Corregidor, 2009).
33. Santiago Castro-Gómez, Lahybrisdelpuntocero.Ciencia,razaeilustraciónenlaNue-
vaGranada(1750-1816) (Bogotá: Ponticia Universidad Javeriana, 2010), 14.
34. Ibíd., 14.
Procesos 55, enero-junio 2022152
reconocer, explorar y cartograar el territorio. Además de este interés eco-
nómico y comercial, la ciencia ilustrada se convierte en una herramienta de
dominio social; los ilustrados criollos buscaron darle un fundamento “cien-
tíco” a las diferencias sociales y raciales existentes en el suelo americano.
Otro de los elementos que conguraron la red conceptual de la nación
se desprende de este proceso de exclusión social y étnica que practicaron los
“fundadores” de la nación. La idea de dominio, desde el lenguaje, la cultura y
la ciencia, de este sector de la sociedad, ya estaba presente en sus prácticas po-
líticas. Aunque no haya sido en la época una intención develada, clara, articu-
lada o sistemática, sí estuvo presente en el ejercicio del poder, en la necesidad
de explotación económica, conservación y control territorial. Un ejemplo de
este proceso lo podemos encontrar en el SemanariodelNuevoReinodeGranada,
de Francisco José de Caldas. En su memoria inaugural,35 Caldas además de
plantear que “los conocimientos geográcos son el termómetro con que se
mide la ilustración, el comercio, la agricultura y la prosperidad de un pue-
blo”, reconoce la importancia de estos para gobernar y legitimar el dominio
sobre los territorios y sus habitantes: “se observa que al construir un saber
legítimo sobre el espacio se está creando un territorio para la ‘civilización’, la
‘prosperidad’ y la ‘felicidad’, y quienes lo enuncian se están situando como
los llamados a conocer, ordenar y controlar la naturaleza y la sociedad”.36
Las élites criollas se adjudicaron el derecho de ser ellas quienes deberían
tomar las riendas de la administración, del gobierno local, lo que más tarde se
traduciría en la toma del poder. Al proclamar la retroversión de la soberanía,
instituyeron que esta debería ser ejercida por los representantes de los pue-
blos. ¿Y quién nombra estos representantes? El común acuerdo entre las élites
fue que para poder ejercer este derecho de elegir y ser elegido se debía cumplir
con unos requisitos de edad, capacidad económica, estatus social y educación.
Uno de los grandes desarticuladores de la monarquía fue el tema de la
representación. Aunque el carácter de esta aún remitía al derecho de los es-
tamentos o corporaciones de hacer parte de las Cortes y las provincias sus-
cribían sus representaciones como súplicas o proposiciones motivadas que
se le enviaban al rey, el concepto adquiere elementos “modernos” cuando
se empieza a exigir igualdad de derechos entre americanos y españoles, tal
como lo exponía Camilo Torres en 1809: “América y España, son dos partes
integrantes y constituyentes de la monarquía española, y bajo de este prin-
cipio, y el de sus mutuos y comunes intereses jamás podrá haber un amor
35. “Estado de la geografía del Virreinato de Santafé de Bogotá con relación a la eco-
nomía y al comercio”, SemanariodelNuevoReinodeGranada, n.º 1-6 (enero-febrero 1808).
36. Paola Castaño, Mauricio Nieto y Diana Ojeda, “Política, ciencia y geografía en el
Semanario del Nuevo Reyno de Granada”, Nómadas, n.º 22 (abril 2005): 116.
Procesos 55, enero-junio 2022 153
sincero y fraterno, sino sobre la reciprocidad e igualdad de derechos”.37
El concepto de representación siguió ampliando su campo semántico
cuando este encontró conexiones semánticas con el concepto de soberanía.
Al reasumir las juntas la soberanía y determinar que esta se entendía como
“la facultad para dictar leyes, hacerlas ejecutar y aplicarlas”,38 ya no es el rey
quien tiene la potestad sino que son los representantes de los pueblos o villas
quienes se adjudican este derecho.
Pero este cambio político no fue tan fácil porque, además de no tener
experiencia en el autogobierno, experimentaron nuevas formas de organi-
zación política. Las provincias e incluso algunas ciudades ante la crisis de
la monarquía española, “persuadidos de la disolución y aniquilación de los
pactos sociales con que la América del Sur se hallaba ligada con aquella parte
de la nación”,39 recurrieron a la restitución de sus “derechos naturales”, que
les facultaba para determinar “la clase de gobierno que más le acomode”.40
Esto desencadenó, por una parte, las disputas por denir la superioridad o
preeminencia de una provincia o de una ciudad sobre otras, y por otra, el
problema de cuál de las formas de gobierno era la más apropiada.
La problemática en algunos casos se convirtió en confrontación bélica
(1812-1815) entre formas de gobierno centralista y federalistas. Esta confronta-
ción continuó después de las guerras de Independencia, y aunque la República
de Colombia (1819-1830) se haya congurado como un gobierno centralista, las
tendencias a mantener la libertad o independencia, ahora ya no de las provin-
cias o ciudades sino de los departamentos, continuó siendo objeto de debates.
Con el recurso a las identidades territoriales y las transformaciones de
los lenguajes políticos se fue tejiendo la red semántica de la nación. Fueron
elementos que se utilizaron para aglutinar y cohesionar a los que participa-
ron primero en la independencia y, luego, en la legitimación del Estado. No
todos estos elementos fueron conscientes, muchos de ellos fueron construi-
dos en el momento de los sucesos y al calor de los acontecimientos, otros
fueron utilizados para propósitos especícos de los grupos que se querían
movilizar o los discursos que se querían propagar, pero vistos de manera
general cumplieron una función: la de darle la base identitaria al Estado y,
de paso, a lo que terminaría generalizándose como la nación.
37. Camilo Torres, RepresentacióndelcabildodeBogotá,capitaldelNuevoReinodeGranada
alaSupremaJuntaCentraldeEspaña (Bogotá: Imprenta de N. Lora, 1832).
38. “Constitución de la República de Tunja”, 23 de diciembre de 1811, en Jorge Or-
lando Melo, Documentosconstitucionalescolombianos(1810-1815), Academia.edu, https://
utadeo.academia.edu/JMelo.
39. Ibíd.
40. “Acta de la constitución del Estado libre e independiente del Socorro”, 15 de agos-
to de 1810, en ibíd.
Procesos 55, enero-junio 2022154
eL ConCepto de naCión y su red semántiCa
entre Las independenCias y La emergenCia
de La repúbLiCa de CoLombia (1819-1830)
Ya se ha expuesto cómo se fueron acoplando elementos identitarios y len-
guajes políticos. Ahora se expondrá cómo el concepto de nación se articuló a la
red semántica. Uno de los vocablos que venía del antiguo régimen y traía con-
sigo varios signicados, fue justamente el de “nación”. En un principio, su uso
no revestía mayor problema porque sus connotaciones estaban relacionadas
directamente con el contexto discursivo en el que se enunciaba. En la época de
las independencias (1808-1825), los sentidos unívocos del vocablo empiezan a
ser articulados con otras palabras congurando una nueva red semántica. La
nación empieza a emerger como constructo sociopolítico acompañado no solo
por conceptos como “soberanía”, “libertad”, “independencia”, “república”,
“constitución” o “patria”, sino también por el universo léxico-semántico de
“territorio” (administración y división territorial, fronteras, límites, etc.).
Antes de la crisis de la Corona española los usos de la palabra “nación”
podían remitir al gobierno común que cobijaba a los habitantes de toda la
monarquía, a las diferentes comunidades indígenas que vivían dentro del
espacio virreinal o americano o al uso institucional que se le daba para refe-
rirse a cualquier Estado sujeto a un mismo gobierno o monarquía.41
Los usos del vocablo “nación” remitían intrínsecamente a un espacio te-
rritorial en el que se ubican estos habitantes, pero no implicaba que la pala-
bra estuviera relacionada con un tipo de vínculo político, con la propiedad
o delimitación mediante fronteras de ese territorio. Esta idea de la nación
como receptáculo de la población la podemos encontrar en Francisco de Mi-
randa, quien tempranamente empieza a reexionar sobre un asunto que se
daba por hecho.
Miranda, en su argumentación contra la legitimidad de la posesión de los
territorios americanos por parte de la monarquía española, exponía que para
que a una “nación” se le reconozca la propiedad y soberanía de un “país”, este
no debía estar habitado por otras naciones. Incluso arma que levantar un mo-
numento sobre un territorio que no esté habitado no es suciente; es necesario
que se ocupe “realmente y de hecho”. Veamos la cita completa:
Según el derecho de gentes una nación puede muy bien ocupar un país desierto
e inhabitado; mas este mismo derecho de gentes no reconoce la propiedad y la
soberanía de una nación, sino sobre los países vacíos que ha ocupado realmente
41. König, “Nación. Colombia/Nueva...”, 906.
Procesos 55, enero-junio 2022 155
y de hecho, en los que haya formado un establecimiento, o de donde perciba al-
guna utilidad actual. Cuando los navegantes han encontrado tierras desiertas en
las que otras naciones habían levantado de paso algún monumento, para probar
su toma de posesión no han hecho ellos más caso de esta vana ceremonia, que de
la disposición de los Papas que dividieron una gran porción del mundo entre las
Coronas de Castilla y Portugal. Mas siendo incontestable que las Islas y el Conti-
nente americano, en lugar de estar desierto, estaba por el contrario muy poblado,
los españoles no pudieron tomar posesión de él legítimamente.42
Este principio del derecho de gentes empieza a ampliar el campo semán-
tico del concepto de nación cuando se plantea que la propiedad y la sobe-
ranía se reconocen si el espacio físico está ocupado “realmente y de hecho”.
Hablar de soberanía de la nación en este momento histórico (1801), en el
contexto de la monarquía hispánica, resulta ser algo novedoso, ya que esta
conexión semántica solo sería posible a partir de 1810, cuando se instituyen
las Cortes de Cádiz. Las conexiones semánticas entre algunos conceptos ya
se empezaban a perlar desde antes de la crisis de la Corona y como se ha
venido exponiendo, en las disputas por legitimar nuevos usos o sentidos de
los conceptos, se irán utilizando diferentes estrategias discursivas o se recu-
rrirá, como sucedió en el contexto hispanoamericano, al uso retórico de las
identidades territoriales.
Desde mediados del siglo XVIII, ante las amenazas de “naciones extran-
jeras”, de apoderarse de algunos territorios de las Indias Occidentales o de
fomentar la “independencia” de estos reinos, los asesores del rey discutían
la forma de tratar a los territorios americanos y sus habitantes. Es en este
contexto cuando se da la reunión del Consejo Extraordinario del 5 de mar-
zo de 1768,43 bajo la presidencia del Conde de Aranda y siendo scales del
Consejo Pedro Rodríguez Campomanes y José Moñino. Se reunieron para
tratar el tema de las protestas en Nueva España derivadas de la expulsión de
los jesuitas, pero las determinaciones que tomaron fueron pensadas para el
contexto americano y estaban en estrecha concordancia con el pensamiento
reformista de los borbones. Recordemos que en esta época los reformadores
se esforzaban “por modernizar y transformar el conjunto de reinos y provin-
cias de ambos lados del océano en un Estado territorial, en el cual la Corona
pudiera ejercer el control mediante una burocracia ejecutiva”.44
42. Francisco de Miranda, “Juntaos todos bajo los estandartes de la libertad. La jus-
ticia combate por nosotros. No buscamos sustituir una tiranía antigua por otra tiranía
nueva. A los pueblos del Continente Colombiano (alias Hispano-América)”, 1801.
43. Todo lo que se expone de esta reunión es extraído de Konetzke, “La condición
legal...”, 45-47.
44. König, “Nación. Colombia/Nueva...”, 907.
Procesos 55, enero-junio 2022156
El documento, producto de este Concejo Extraordinario, exponía entre
otras cosas: “los vasallos de S. M. en Indias para amar a la matriz que es Es-
paña necesitan unir sus intereses, porque no pudiendo haber cariño a tanta
distancia solo se puede promover este bien haciéndoles percibir la dulzura y
participación de las utilidades, honores y gracias”.45 Esto a raíz de las críticas
que se le venían haciendo al Gobierno, quien “trata de sacar de allí ganan-
cias y utilidades, y ningunas les promueve para que les haga desear o amar
a la Nación”. Lo anterior signicaba para la monarquía que ya no se podía
mirar a “aquellos países como una pura colonia, sino como unas provincias
poderosas y considerables del Imperio español”. Dentro de los medios que
proponen para alcanzar este n están:
que urge en el día más, atraer a los americanos por causa de estudios a España,
formando un establecimiento honroso y lucido con este n; darles en la tropa un
número determinado de plazas; tener algún Regimiento de naturales de aquellos
países dentro de la Península, y guardar la política de enviar siempre españoles a
Indias con los principales cargos, Obispados y Prebendas, y colocar en los equi-
valentes puestos de España a los criollos; y esto es lo que estrecharía la amistad
y la unión, y formaríaunsolocuerpodeNación.46
Además, nombrar un diputado por cada virreinato (Nueva España,
Nueva Granada, Perú e Islas Filipinas).
para conferir y representar humildemente lo que conviniese a la utilidad pú-
blica de aquellos Dominios, siendo fácil por su medio al Gobierno inspirar las
providencias convenientes y adquirir las noticias necesarias con tiempo, y aun
fomentar su felicidad pública formandodeestemodouncuerpounidodeNación [...]
Esta Diputación desterraría la idea de una Aristocracia separada, y aquellas pro-
vincias se considerarían como una parte esencial de la Monarquía.47
La idea principal de este maniesto es buscar integrar los territorios
americanos a la monarquía, ya no como reinos, con legislación particular,
unidos a la Corona de Castilla, sino como uno más de los territorios que de-
penden de un poder central. Esto representaba para los americanos perder
privilegios y su hegemonía local. En esta época en que la monarquía bus-
caba por medio de las reformas borbónicas centralizar el poder, “la Corona
empezó a renunciar al viejo concepto español de una pluralidad de reinos
unidos entre sí gracias a la persona del rey”.48 De ahí la intención de formar
45. Konetzke, “La condición legal...”, 45.
46. Ibíd., 46. Énfasis añadido.
47. Ibíd. Énfasis añadido.
48. König, “Nación. Colombia/Nueva...”, 907.
Procesos 55, enero-junio 2022 157
“un solo cuerpo de Nación” o “un cuerpo unido de nación”. Sin embargo, el
programa previsto por el Consejo Extraordinario y, en general, las reformas
borbónicas tuvieron muchas dicultades: por una parte, su aplicación no se
dio igual y no tuvo las mismas consecuencias en los diferentes espacios ame-
ricanos y, por otra, las guerras y situación de crisis general de la monarquía
hizo que no se concretaran o se paralizaran.
Desde antes de la crisis de la Corona española esta idea absolutista del
“cuerpo unido de Nación” venía siendo interpretada por algunos peninsu-
lares como la pérdida del poder de las viejas Cortes estamentales, y en el
caso de los territorios americanos empezó a ser expuesta como la conversión
de los reinos en colonias. Thibaud y Calderón plantean que en la naturale-
za misma del léxico absolutista se maniestan ciertas mutaciones sensibles
propias del pensamiento ilustrado.49 Estas mutaciones se pueden encontrar
tempranamente, por ejemplo, en el PapelPeriódicodeSantafé:
Pero es siempre indispensable el concurso del Soberano con los vasallos, el uno
por medio de una protección ilustrada y constante, y los otros con su actividad,
su industria, y sus esfuerzos siempre nuevos. El Soberano, representando á toda
la Nacion, puede hacer que orezcan las Ciencias, las Artes, y el Comercio. Su
voluntad es por lo regular omnipotente con una sola palabra, con una sola mira-
da pone en movimiento, anima y vivica cuanto se halla en sus Estados.50
En esta cita, continúan Thibaud y Calderón:
los ideales del despotismo ilustrado aparecen con claridad: el rey constituye la
fuente del progreso de las Ciencias, de las Artes y del Comercio. Pero cabe anotar
una inexión crucial. El soberano no encarna al Reino, ni gura al Estado, pero
“representa a la Nación”, entendida en su sentido amplio, es decir como el con-
junto de los vasallos que viven en los dominios españoles. Mediante la persona
del rey, se vuelve posible la asociación de la soberanía y de la Nación.51
¿Pero cómo se dio más concretamente esta asociación? Elías Palti con-
sidera, al igual que Thibaud y Calderón, que el proceso de transformación
del concepto de soberanía se encuentra en los mismos planteamientos del
absolutismo monárquico.52 Al querer centralizar el poder, el absolutismo
exponía que la autoridad del rey emanaba de Dios y, por lo tanto, era su
49. Thibaud y Calderón, “Soberanía. Colombia/Nueva...”, 125.
50. PapelPeriódicodeSantafé, 19 de noviembre de 1794, citado en ibíd.
51. Ibíd., 126.
52. Elías Palti, “Joaquín de Finestrad y el problema de ‘los orígenes ideológicos’ de la
Revolución”, en Conceptosfundamentalesdelaculturapolíticadelaindependencia, coord. por
Francisco Ortega y Yobenj Chicangana-Bayona (Bogotá: Universidad Nacional de Colom-
bia / Universidad de Helsinki, 2012).
Procesos 55, enero-junio 2022158
representante directo. Pero en un momento determinado también se quiso
investir de este poder regio a los ministros del rey. Esto genera una contra-
dicción: los representantes del monarca entran en un dualismo al “participar
de la esencia sobrehumana del monarca manteniendo a la vez su naturaleza
mundana”.53 En tiempos de la rebelión de los comuneros (1781) la expresión
de ¡Viva el rey, muera el mal gobierno! fue interpretada por el padre capu-
chino Joaquín de Finestrad como un problema de división entre soberanía
y gobierno.54 En su manuscrito “El vasallo instruido en el estado del Nuevo
Reino de Granada y en sus respectivas obligaciones” el sacerdote reexiona
sobre la necesidad de que estos dos componentes se reúnan, “puesto que la
permanencia de esta escisión amenazaba con destruir el Reino”.55
Es esto lo que los comuneros no estarían dispuestos a admitir. Al Rey, pensaban, le
debían obediencia porque participaba de la esencia divina. [...] pero ¿por qué obe-
decer a un funcionario, que era un hombre al igual que ellos? El desdoblamiento
entre soberanía y gobierno habría así de desgajarse en la doble naturaleza del
funcionario, en tanto que simultáneamente persona privada y persona pública.56
Son las mismas reexiones de Finestrad en su intento de rearmar el
poder absoluto, las que conllevan a una “torción” del concepto de soberanía.
Esta “torción conceptual” abriría las puertas a la revolución.57 El siguien-
te paso que se dio en la transformación del concepto fue el traslado de la
soberanía del rey al mismo plano de la del gobierno, es decir, quitarle a la
soberanía real sus elementos divinos. Esta traslación hace que “la soberanía,
en tanto que principio místico, encarnación de la justicia divina, ahora per-
tenecerá exclusivamente a la única entidad natural existente: la nación”.58
Durante el proceso de las independencias, las constituciones provinciales
(1811-1815) se convirtieron en el espacio en el que, después de discusiones
y reexiones, los diputados concretaron sus aspiraciones frente a los nuevos
Estados. En estas constituciones se armaba, entre otras cosas, que la sobe-
ranía residía en “la universalidad de los ciudadanos”, “en el pueblo”, “en la
masa general de sus habitantes”,59 además se la consideraba “una, indivisible,
53. Ibíd., 56.
54. Ibíd., 51.
55. Ibíd., 46.
56. Ibíd., 56-57.
57. Ibíd., 35.
58. Ibíd., 57.
59. Constituciones de Cundinamarca (1811, 1812), Tunja (1811), Estados de Venezuela
(1811), Antioquia (1812, 1815), Popayán (1814), Pamplona (1815), Mariquita (1815) y Neiva
(1815), en Melo, Documentosconstitucionalescolombianos...
Procesos 55, enero-junio 2022 159
imprescriptible e inenajenable”.60 Esto último se rearmaba al plantear que
“Ningún individuo, ninguna familia, ninguna reunión de hombres, ninguna
corporación particular, ningún Pueblo, Ciudad, o partida puede atribuirse la
Soberanía de toda la Sociedad”.61 Al plantear que la soberanía moraba en los
ciudadanos o en la masa general de sus habitantes, la conexión con el concepto
de Nación se hace evidente y al aclarar que esta es indivisible, imprescriptible
e inajenable se está a un paso de convertirla en un sujeto abstracto, más aún
cuando se advierte que nadie (ni individuo, familia, corporación, Pueblo o
Ciudad) puede atribuirse la soberanía. Otro aspecto importante para resaltar
de estas constituciones es el hecho de querer aclarar o denir qué es la sobe-
ranía. Las constituciones de Tunja (1811), Venezuela (1811), Antioquia (1812,
1815) y Neiva (1815) arman que “La soberanía consiste en la facultad de dic-
tar leyes, en la de hacerlas, ejecutar y aplicarlas a los casos particulares que
ocurran entre los ciudadanos o en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judi-
cial”. En este punto podemos ver cómo la soberanía pasó de ser supremapotes-
ta, exclusiva del rey, al ejercicio de gobierno propio de los entes legisladores.
Esta conexión entre nación y soberanía, entre el conjunto de habitantes,
el territorio, su administración y su potestad, generaría diferentes formas
de organización. Estas se desprenderían del tipo de relación, económica o
política, que existieran entre las diferentes entidades, de las negociaciones,
pactos o uniones. Básicamente, la soberanía adquirió dos sentidos, el pri-
mero, relacionado con el “cuerpo de la Nación”, que indicaba la unión o
federación de Estados, y el segundo aludía a: “la organización interna de los
poderes —el ‘gobierno doméstico’— [que] remitía a la república [y] no podía
ser imputada a la Nación sino al Pueblo”.62
En el congreso de Cúcuta de 1821, después de intensos debates, se aprobó
la Constitución de la República de Colombia diferenciándose de la Ley Fun-
damental de 1819 en que no se declaró la unión de Estados autónomos, sino
que se estableció una República centralista. La Constitución de 1821 estableció
que la soberanía recaía en la nación, nalmente “los constituyentes de Cúcuta
levantan de esta manera una soberanía unitaria y abstracta, que se ejerce sobre
una república dividida en departamentos, provincias, cantones y parroquias”.63
En sus inicios este nuevo Estado no tenía completamente liberados todos
sus territorios. En Venezuela “aún permanecían algunas guerrillas españo-
60. En siete de esas constituciones se especicaba este aspecto.
61. “Reglamento para el gobierno provisorio de la Provincia de Pamplona”, 22 de
mayo de 1815, en Melo, Documentosconstitucionalescolombianos... Este reglamento también
aparece, más o menos igual, en ocho de las constituciones nombradas.
62. Thibaud y Calderón, “Soberanía. Colombia/Nueva...”, 128.
63. Roberto Cortázar, citado en Thibaud y Calderón, “Soberanía. Colombia/Nue-
va...”, 129.
Procesos 55, enero-junio 2022160
las, [...] todavía quedaba por liberar el sur de Colombia (Pasto y Ecuador)” y
la provincia de Panamá aún se “encontraba bajo el dominio español”.64 Uno
de los problemas que tuvo que enfrentar la nueva república fue la unica-
ción. Los territorios que alguna vez pertenecieron al Virreinato de la Nueva
Granada, la Capitanía General de Venezuela y la Presidencia de Quito, “se
habían convertido en unidades relativamente autónomas y habían llevado a
cabo, cada una por su cuenta, su movimiento independentista”.65 Las “con-
sideraciones de necesidad e interés recíproco” que se invocaron en el Con-
greso de Angostura para la unión de estos territorios fueron que reunidas
en una sola República “tienen todas las proporciones y medios de elevarse
al más alto grado de poder y prosperidad” y, por el contrario, separadas
“llegarían difícilmente a consolidar y hacer respetar su soberanía”.66 Los in-
tentos particulares por alcanzar la independencia habían fracasado, por ello
lo más conveniente era la unicación como medio para ser más fuertes ante
las amenazas externas, proseguir la guerra de liberación y alcanzar el reco-
nocimiento de la soberanía del nuevo Estado.67
Esta idea de que la república “tiene todas la proporciones y medios de
elevarse al más alto grado de poder y prosperidad”, va a ser el argumento y
recurso retórico característico de este período. Después de que se ha creado
el Estado y se le ha asignado un nombre a la nación, la sola identidad jurídica
no es suciente. Ante “un abigarrado panorama de imaginarios políticos lo-
cales que se combinaba con una geografía muy fragmentada y una sociedad
multiétnica y estamental, [...] había que ‘inventar la tradición’ de llamarse
Colombia y lo colombiano”.68 Para ello “hubo un programa propagandístico
de la nación hacia el exterior y hacia el interior”.69 En el caso de la propaganda
orientada hacia el exterior, las publicaciones impresas y la prensa de la época
se encargaron de difundir, dentro de América y Europa, las capacidades eco-
nómicas, oportunidades comerciales, bondades climáticas y la laboriosidad
64. Hans-Joachim König, Enelcaminohacialanación:nacionalismoenelprocesodeforma-
cióndelEstadoydelanacióndelaNuevaGranada,1750a1856 (Bogotá: Banco de la República,
1994), 333.
65. Ibíd., 327.
66. “Acta número 229”, 17 de diciembre de 1819, en Congreso de Angostura, Librode
Actas [1819], vol. XXXIV (Bogotá: Imprenta Nacional, 1921). En esta acta se sancionó la Ley
Fundamental de la República de Colombia.
67. König, Enelcamino..., 330, 335.
68. Aimer Granados, “Inventar una tradición: Colombia. La difícil arquitectura de la
nación durante la posindependencia”, en Crearlanación.LosnombresdelospaísesdeAmérica
Latina, coord. por José Carlos Chiaramonte, Carlos Marichal y Aimer Granados (Buenos
Aires: Sudamericana, 2008).
69. Ibíd.
Procesos 55, enero-junio 2022 161
de sus habitantes que brindaba la naciente república.70 Esta promoción de la
república se reforzó con el imaginario político de “la grandeza” de Colom-
bia, en extensión y metafóricamente, promovido por Francisco Antonio Zea
en Europa: “la mención de las dimensiones de Colombia, de sus condiciones
geográco-naturales y de las posibilidades económicas de la unión siguió
siendo un medio favorito para despertar el orgullo de la población respecto
a ese territorio singular”.71 Se buscaba además del reconocimiento interna-
cional, atraer extranjeros e inversión extranjera para fomentar la “industria”
de la nueva nación.
Las características de este proyecto72 hicieron que el circuito comercial
que se quiso formar en la costa pacíca entre Panamá y Guayaquil reejara
“la existencia de imaginarios y proyectos de índole regional que representa-
ban alternativas al proyecto nacional colombiano”.73 En el caso de Guayaquil
los intereses comerciales, las relaciones de proximidad con el Perú y las ca-
racterísticas particulares de la región, hacía que personajes como Francisco
María Roca,74 terminaran recurriendo a estos argumentos para justicar que,
al reasumir su soberanía, la provincia está en todo su derecho no solo de
decidir qué hacer con su libertad, a quién incorporarse, “sino también, no
incorporase a nadie, si no le conviene”.75 Los argumentos que se promovieron
para la no incorporación de la provincia a la República de Colombia son una
muestra de que las antiguas delimitaciones del Virreinato de la Nueva Grana-
da no eran sucientes para crear el Estado. Incluso Bolívar, ante la necesidad
de asegurar esta región geoestratégica, recurre a las condiciones geográcas
del territorio para armar que la provincia de Tumbes era frontera natural
del Perú, y que por lo tanto la provincia de Guayaquil pertenecía a Colombia.
La región del istmo de Panamá siempre se consideró un punto geoes-
tratégico del proyecto de la nación colosal, su incorporación se realizó de
manera voluntaria, pero las fricciones con el Gobierno central se dieron des-
de temprano. Los reclamos de la provincia de Panamá se orientaban a la no
atención de las solicitudes de incorporar aranceles diferentes a los del resto
de puertos del país, la construcción de un canal interoceánico o la creación
70. Ibíd., 200.
71. König, Enelcamino..., 364-367.
72. Los dos siguientes párrafos son un resumen de algunos aspectos que se ha querido
resaltar del artículo de María José Afanador, “Una república colosal: la unión de Colom-
bia, el acceso al Pacíco y la utopía del comercio global, 1819-1830”, AnuarioColombianode
HistoriaSocialydelaCultura 45, n.º 2 (julio-diciembre 2018): 35-63.
73. Ibíd., 40.
74. Francisco María Roca, ElAmigodelPaísoensayossobrelafelicidaddeestaprovincia
(Guayaquil: Imprenta de la Ciudad, 1822).
75. Ibíd.
Procesos 55, enero-junio 2022162
de un Tribunal de Consulado.76 Desde 1827 un grupo de notables del istmo
propugnó por la autonomía de la provincia, e incluso llegaron a proponer
“que el Istmo se estableciera como un país ‘hanseático’ ”.77 Estos dos casos
dejan entrever que la tradicional idea de que las naciones hispanoamericanas
usaron como base el utipossidetis para la delimitación de sus fronteras que-
da en entredicho. Estas regiones “cuestionaban la naturaleza misma de los
límites coloniales como argumento para justicar la unión de Colombia”.78
La política externa de reconocimiento de la independencia y de la promo-
ción de la república como un Estado con amplias posibilidades comerciales
fue exitosa, pero internamente no hubo una integración de las regiones. Kö-
nig plantea que no se logró crear una “conciencia nacional”; “los esfuerzos
por movilizar a los habitantes y crear un sentimiento de solidaridad entre
ellos no surtieron gran efecto”.79 El apelativo de “colombiano” “servía más
para dar a entender lo que no se era, es decir, que no se era español, en vez
de caracterizar lo que se pretendía ser o permanecer siendo en el futuro”.80
Las retóricas y discursos ahora se encaminaban a crear diferencias en-
tre los habitantes de uno y otro departamento. Tenemos, por ejemplo, el re-
curso a las particularidades de carácter entre venezolanos y neogranadinos,
las diferencias geográcas y climáticas entre Bogotá y Caracas o la idea del
civilismo de los neogranadinos y el militarismo de los venezolanos. Estos
recursos retóricos fueron complementados con las diferencias económicas y
las ventajas, desventajas o perjuicios que traían para cada departamento la
aplicación de una u otra ley de carácter económico.81
No podemos llegar a armar con König que esta unión fue articial,82
esto sería un despropósito, pues todas las formas de organización que se die-
ron desde el mismo momento de la desintegración de la monarquía española
cabrían dentro de este calicativo. Fue, como se ha querido dejar expuesto,
una posibilidad más de las tantas que se dieron en la época.
notas FinaLes
En esta primera mirada reconstructiva y analítica de la red conceptual
del concepto de nación se han resaltado tres puntos considerados funda-
76. Afanador, “Una república colosal...”, 53.
77. Ibíd., 54.
78. Ibíd., 39.
79. König, Enelcamino..., 415.
80. Ibíd., 415.
81. Ibíd., 370.
82. Ibíd., 327.
Procesos 55, enero-junio 2022 163
mentales. Primero, se hace necesario tener presente los momentos coyuntu-
rales en los que los acontecimientos obligan a los actores a tomar decisiones.
En este punto es necesario resaltar aquellas rupturas signicativas que sur-
ten efectos en las transformaciones conceptuales, por ejemplo, el tema de la
representación, que marcó un punto de quiebre en los lenguajes políticos
de la época (momento de permanencia, cambio y novedad). Por otro lado,
los lenguajes políticos no solo se convierten en índices de estas transforma-
ciones, sino que a su vez son factores de cambios en la medida en que las
discusiones, reexiones y polémicas movilizan a los actores a posicionar uno
u otro discurso. Esto lo podemos ver cuando los actores empiezan a utilizar
los conceptos, por ejemplo, de “libertad”, “independencia”, “patria” o “ame-
ricano”, para movilizar a la población.
En segundo lugar, para reconstruir la red conceptual no solo hay que
recurrir a lo coyuntural, ya que muchos de los factores políticos, sociales o
culturales que inuyen en la transformación de los conceptos y los lenguajes
políticos, vienen de una lenta y casi imperceptible transformación; solo en
el análisis de los movimientos estructurales se puede rastrear las conexio-
nes de los diferentes estratos semánticos y sus conexiones con las redes con-
ceptuales. En este punto son importantes, por ejemplo, las transformaciones
generadas a partir del cambio de una monarquía compuesta al absolutismo
borbónico o los cambios, permanencias o rupturas que se generaron con la
aplicación de las reformas borbónicas en el espacio americano.
Un tercer elemento que es importante resaltar es el del uso de las retó-
ricas, los discursos y estrategias discursivas que utilizan los actores sociales
para, no solo convocar, convencer, unir e invitar a la acción, sino también
para desvirtuar al opositor, atacar e incluso crear, discursivamente, al enemi-
go. Todo lo anterior con el n de legitimar las acciones y decisiones que se
están tomando y deslegitimar a los opositores. En este punto, para la recons-
trucción de la red conceptual, es importante considerar los elementos cultu-
rales que entran en juego en la época de las independencias, por ejemplo, las
identidades territoriales.
Por ello, no solo es importante recurrir a las fuentes de la época, sino tam-
bién a los trabajos que otros investigadores han realizado desde diferentes
ópticas, ya que la reconstrucción de la red semántica requiere una visión de
conjunto, que retome diferentes perspectivas que puedan dar un panorama
amplio y a la vez especíco. Sin embargo, como se ha querido exponer, esta
propuesta metodológica no se centra en los años cruciales (1808-1810). Pri-
mero, porque extiende su marco temporal al plantear que la crisis de la Coro-
na española (1808-1814) fue solo un punto crítico de un proceso que ya venía
de antes y que se extiende, por lo menos y para nuestro caso, hasta 1830.
Segundo, porque la reconstrucción de los lenguajes políticos “modernos”
Procesos 55, enero-junio 2022164
no solo fue un proceso político, también hay que tener en cuenta elementos
culturales, sociales o económicos. Uno de estos elementos fue el recurso, por
parte de los actores sociales, a diferentes estrategias discursivas o retóricas
(símbolos, ritos, identidades, formas societarias, etc.) como base de las trans-
formaciones políticas. En el caso de los aportes de la historia conceptual, la
propuesta retoma la noción de red semántica, para no solo rastrear los signi-
cados de una palabra, su transformación en concepto, sino también las ar-
ticulaciones anteriores al concepto mismo. En el caso de la palabra “nación”
ella existía, pero su articulación con conceptos de libertad, soberanía, patria,
independencia, república, constitución, etc., no era tan clara; la nación no
remitía a un territorio con fronteras o a un concepto sociopolítico abstracto,
articulador de proyectos o movilizador de ideologías nacionalistas. Antes de
que la nación se convirtiera en un concepto fundamental, otros conceptos
sociopolíticos se articularon congurando una red semántica, que ayudó a
los americanos a independizarse de la monarquía española. Esta red previa
a la constitución de la nación tuvo como eje articulador al territorio.
Como se ha tratado de exponer en este artículo, el campo semántico de
“territorio” va a ser el fundamento sobre el que se organizan las aspiraciones
independentistas de los americanos y uno de los factores fundamentales en
las disputas regionales o locales. El territorio, en el proceso de constitución de
la nación, se va a caracterizar por ser el eje que articula el tipo de organización
interna, la delimitación de fronteras con sus vecinos, y la construcción de una
identidad “nacional”, basada en un espacio territorial enteramente descono-
cido por la mayoría de sus habitantes. Esto nos conlleva a dejar expuestas
algunas preguntas: ¿cómo los distintos factores de administración territorial
participaron en la integración o desintegración de las diferentes regiones?,
¿cómo los circuitos comerciales existentes en tiempos de las independencias
inuyeron, positiva o negativamente, en la formación de la república de Co-
lombia o por qué no prosperaron otras formas de organización territorial?
Finalmente, hay que señalar que el presente texto es una primera apro-
ximación a la reconstrucción de la red semántica del concepto de “nación”.
Seguramente, una mirada más sistemática a las fuentes y la metodología
sugerida en este trabajo ampliarán la comprensión de esta red semántica. Sin
duda, los resultados nales de la investigación doctoral donde se inscribe
este texto darán cuenta amplia y sistemática de la reconstrucción de esta red.
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