Procesos 52, julio-diciembre 2020
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Estado delegó parte del poder a la oligarquía local, a cambio de que eliminara
a los radicales. Esta última logró apropiarse de las instituciones estatales (la
gobernación, las jefaturas políticas o la Junta de Hacienda). Los subalternos,
en cambio, resistieron bajo modalidades propias como la huida de peones,
el bandolerismo y sobre todo las montoneras radicales. Para la autora, estas
últimas encarnaban la resistencia al Estado oligárquico terrateniente y a la
penetración del capitalismo, aunque nunca nombraran estos dos fenómenos
como tales y no produjeran una reexión ideológica clara al respecto.
El libro aborda los temas evocados hasta aquí en cuatro tiempos. Los dos
primeros capítulos presentan el escenario en el que se desarrolló la insur-
gencia manabita de nes del siglo XIX. Describen la geografía y la economía
de la provincia de Manabí, al igual que la correlación de fuerzas entre clases
sociales. Los capítulos 3 y 4 restituyen la cronología de la insurgencia en
Manabí entre 1860 y 1895. Ocupan un lugar especial en esta línea de tiem-
po el levantamiento de 1864 contra García Moreno, que a ojos de la autora
marca el nacimiento del radicalismo, y los intensos combates de los años
1880 contra los gobiernos progresistas, especialmente el de José María Plá-
cido Caamaño, que convirtieron a la provincia de Manabí en un verdadero
campo de batalla. Tras presentar las etapas de la insurgencia manabita, la
autora indaga sobre los factores que explican su surgimiento en los capítulos
5 y 6, que analizan las diversas modalidades de penetración del Estado. Por
último, los capítulos 7 y 8 abordan las formas de resistencia de la sociedad
manabita contra el avance del Estado y el capitalismo. Mientras el capítulo
7 evoca en particular las estrategias desplegadas por la oligarquía de la pro-
vincia, el último capítulo se centra en las montoneras radicales y la insurgen-
cia campesina.
Entre los varios méritos del libro, podemos destacar dos. Por un lado,
este estudio es el resultado de una extensa investigación que permitió reunir
fuentes dispersas y desembocó en la constitución del Archivo Histórico de
la Revolución de Ciudad Alfaro, en Montecristi, que representa un acervo
documental invaluable. En otras palabras, el archivo no determinó el curso
de la investigación, como suele ser la norma, sino que ambos se construye-
ron paralela y mutuamente. Por otro lado, este estudio insiste en la agencia
y la capacidad de resistencia de los subalternos y presenta la insurgencia en
Manabí como un esfuerzo colectivo que fue más allá de los caudillos. Si bien
abundan las referencias a Eloy Alfaro, este personaje está lejos de ocupar un
papel preponderante en el argumento del libro. Se observa, por el contrario,
un esfuerzo constante por reconstituir, según lo permitan las fuentes, las vo-
ces subalternas, por lo general relegadas en la historiografía tradicional. En
ese sentido, el libro ofrece un análisis en ligrana de la composición de las
montoneras y los orígenes sociales y geográcos de sus miembros, gracias a
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