Procesos 52, julio-diciembre 2020
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alterno como aquel que era identicable fuera de las élites dominantes. Así,
lo subalterno puede incluir a élites locales, sectores medios pobres y grupos
populares amplios en circunstancias especícas de naturaleza local.
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Se in-
sistía en encontrar la politicidad de la acción campesina que supere la dico-
tomía entre lo político y lo prepolítico. En la década de 1980, con otros en-
foques parcialmente coincidentes con lo que hacían los historiadores indios,
apareció una amplia corriente de historia obrera y campesina en América
Latina, inuenciada por las corrientes historiográcas británicas de historia
social y la recepción del pensamiento de Gramsci quien, precisamente, había
propuesto un esquema de interpretación de la historia de las clases subal-
ternas.
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Esta producción historiográca latinoamericana que cuestionó las
versiones nacionalistas del pasado, ha sido frecuentemente ignorada.
La documentación que dejan los conictos rurales y las sublevaciones
campesinas son textos de una “prosa de la contrainsurgencia” que, de acuer-
do a Guha, contiene discursos primarios, secundarios y terciarios. Los dis-
cursos primarios cuya autoría proviene de funcionarios del Estado o per-
sonas de las élites que narran los acontecimientos que están próximos en el
tiempo. Se trata de una perspectiva ocial en términos de su contenido. Los
discursos secundarios son aquellos producidos un tiempo considerable des-
pués de los acontecimientos y se remiten a los discursos primarios previos
donde ya se ha producido una memoria. En tanto que los discursos terciarios
son aquellos que condensan discursos primarios y secundarios y provienen
de una elaboración historiográca que puede incluir estudios de tipo radical
que podrían incluso estar presos del lenguaje contrainsurgente.
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Lo que enfatiza Guha es una precaución sobre la presunta objetividad de
las fuentes primarias y la necesidad de proceder a una lectura que descifre
su construcción semántica. Y efectivamente en la documentación primaria
las descripciones tienen interpretaciones implícitas o silencios. Sin embargo,
existe una zona de limbo en los discursos sobre las rebeliones indígenas y
10. Ranahit Guha, Lasvocesdelahistoriayotrosestudiossubalternos(Barcelona: Crítica,
2002), 36-42.
11. Para mencionar algunos trabajos representativos de los años ochenta del pasado
siglo véase Silvia Rivera Cusicanqui, “Oprimidosperonovencidos”.Luchasdelcampesinado
aymaray quechua1900-1980 (La Paz: Hisbol, 1986); Gabriel Salazar, Labradores,peones y
proletarios.FormaciónycrisisdelasociedadpopularchilenadelsigloXIX (Santiago: Sur, 1985);
Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, Bandoleros,gamonalesycampesinos.Elcasodelavio-
lenciaenColombia (Bogotá: El Áncora, 1983); Nelson Manrique, Campesinadoynación:las
guerrillasindígenasenlaGuerraconChile (Lima: CIC, 1981); Milton Luna, Historiayconcien-
ciapopular.ElartesanadoenQuito,economía,organizaciónyvidacotidiana,1890-1930 (Quito:
Corporación Editora Nacional / TEHIS, 1989).
12. Ranahit Guha, “La prosa de la contrainsurgencia”, en Lasvocesdelahistoriayotros
estudiossubalternos (Barcelona: Crítica, 2002), 43-93.
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