Hegemonías intranquilas y modernidades católicas
en el Ecuador de Gabriel García Moreno (1861-1875)
RestlesshegemoniesandCatholicmodernities
inGabrielGarcíaMoreno’sEcuador(1861-1875)
Hegemoniasintranquilasemodernidadescatólicas
emEquadordoGarcíaMoreno(1861-1875)
Galaxis Borja González
UniversidadAndinaSimónBolívar,SedeEcuador
Quito, Ecuador
https://orcid.org/0000-0003-3148-0775
DOI: http://dx.doi.org/10.29078/procesos.v.n52.2020.2614
¿Cómo dibujar la borrasca? ¿Cómo plasmar la fuerza de sus vientos, su
dirección y movimiento? ¿Y cómo narrar los esfuerzos de los sujetos por
mantenerse en el temporal? El libro de la historiadora uruguaya Ana Bu-
riano Navegandoenlaborrasca.Construirlanacióndelafeenelmundodelaim-
piedad.Ecuador.1860-1875 es esa pintura. Leerlo es sumergirse en esa región
turbulenta, intrincada y contradictoria del período garciano, para volver a la
mesa de trabajo con una serie de tareas y preguntas urgentes.
Escrito originalmente como tesis doctoral para la UNAM, el libro fue pu-
blicado en 2008 en Ciudad de México por el Instituto de Investigaciones Dr.
José María Luis Mora. Ya desde las primeras páginas, la autora comparte las
inquietudes que motivaron su estudio. Indica Buriano que su propósito era
estudiar el “particular proyecto de organización nacional que lideró Gabriel
García Moreno entre 1860 y 1875”,
1
y aportar de esta manera a la reexión
sobre las genealogías de las democracias latinoamericanas. Las historiogra-
fías ecuatorianistas, elaboradas en buena parte desde las miradas liberal y
marxista, han prestado poca atención al papel de los proyectos conservado-
res en la conguración del Estado ecuatoriano. El libro de Buriano, por el
1. Ana Buriano Castro, Navegandoenlaborrasca.Construirlanacióndelafeenelmundo
delaimpiedad.Ecuador.1860-1875(Ciudad de México: Instituto Mora, 2008), 9.
Procesos.RevistaEcuatorianadeHistoria, n.º 52 (julio-diciembre 2020), 223-228. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
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contrario, demuestra la “corresponsabilidad histórica de los conservadores
en la formación del presente latinoamericano”,
2
al estudiar un caso clásico
del conservadurismo que, empero, presenta importantes particularidades y
diferencias.
A partir de la armación de que “Ecuador era un país difícil de explicar
para la historiografía”,
3
el estudio se inicia presentando las aparentes contra-
dicciones y, por lo tanto, las preguntas que nos plantea este período: ¿cómo
explicar la peculiar combinación entre Modernidad y catolicismo del proyec-
to garciano?, ¿se trató acaso de una excepción ecuatoriana, en medio de un
contexto internacional adverso?, y ¿qué es lo que estaba realmente en juego:
la creación de un Estado moderno o, más bien, la permanencia de un “poder
de origen ibérico y colonial”, tal como lo argumentaron Rafael Quintero y
Erika Silva en su momento?
4
Organizado en cuatro capítulos, el libro tematiza primero las variables
económica y demográca para exponer la desigualdad regional, pero tam-
bién para plantear la pregunta sobre cómo estas condiciones estructurales se
engarzaron al proyecto garciano. El segundo capítulo analiza los debates y
acuerdos obtenidos en las dos asambleas constituyentes de 1861 y 1869 que
permitieron, en el plano institucional y asambleario, “integrar lo desintegra-
do”. El capítulo tres examina lo que Buriano llama “la sutil y doble política”
con la cual García Moreno incorporó a la Iglesia católica a su proyecto na-
cional modernizador. El cuarto capítulo aborda, nalmente, el tiempo del
discurso político en la prensa ocialista como un espejo del clima intelectual
del Ecuador y también como una estrategia del régimen para construir legi-
timidad.
Para Ana Buriano resulta imposible comprender el garcianismo sin to-
mar en cuenta “El tremendo cimbronazo [que provocó la crisis de 1859], el
peligro real y tangible de la desagregación, la desesperación y el desánimo
que aquella generó”,
5
y que exigió un consenso por parte de las élites políti-
cas para evitar la fragmentación territorial y enfrentar los embates anexionis-
tas de los países vecinos. Esfuerzos que tuvieron lugar en un clima de libera-
lismo generalizado a nivel regional y trasatlántico, a la par que propiciaron
procesos de ideologización y denición de comunidades de pensamiento. Es
en este marco que debe leerse el proyecto de García Moreno, el cual no llegó
predenido al poder, sino que fue construyéndose en la práctica política y
en el discurso, y retroalimentándose permanentemente. Entonces hay que
2. Ibíd., 23.
3. Ibíd., 14.
4. Rafael Quintero y Erika Silva, Ecuador:unanaciónenciernes(Quito: Editorial Uni-
versitaria, 1995), 119.
5. Ibíd., 277.
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acercarse al período como a un laboratorio –expresión utilizada por los his-
toriadores franceses Demélas y Saint-Geours–
6
sin dejarse atrapar en el juego
de las oposiciones binarias que colocan a “conservadores retroactivos” en las
antípodas de los “liberales modernizadores”.
La reexión se inscribe en (y refuerza a la vez) el concepto de “moder-
nidad católica” impregnado por Juan Maiguashca y Derek Williams, que
plantea la existencia de un proyecto de integración nacional que perseguía
la edicación de una república católica ajustada al “espíritu del siglo” –es
decir, al ideal de modernidad– a partir de la renovación de los sustratos re-
ligiosos y culturales del tejido social ecuatoriano. Modernidad católica que
se instauró –nos dice Buriano– en un ambiente de hegemonía intranquila, en
el espesor de un proyecto garciano que: “ganaba apoyos en la indenición
y [...] los perdía en la concreción”.
7
Nótese aquí un cambio importante: si la
tesis doctoral llevaba por título “Los conservadores ecuatorianos, 1860-1875.
Un proyecto de consolidación estatal: de las hegemonías compartidas a los
límites y las decepciones” –es decir, planteaba la existencia de una línea de
desarrollo que nalmente no llegaba a cuajar–, el libro, en cambio, emplea
las metáforas de navegación, esto es de movimiento, y de borrasca, para ima-
ginar el combate en medio de una atmósfera contradictoria. Mientras que,
de otro lado, el concepto de hegemonía, si bien desaparece del título del libro,
se mantiene como una categoría central en la argumentación del estudio.
8
Pienso que esta es una de las apuestas conceptuales y metodológicas más
valiosas de Navegandoenlaborrasca, y uno de los grandes aprendizajes que
deja su lectura.
A diferencia de los contrarrevolucionarios europeos, que habían dejado
de creer en el papel fundacional de las cartas magnas, los conservadores
latinoamericanos estaban convencidos que estas eran un instrumento capaz
de crear y garantizar el orden político. Así también García Moreno, quien
aprovechó el ámbito constitucional para implantar su proyecto. Pero si la
Constituyente de 1861 transcurrió en un escenario de desconanza de las
élites regionales, la de 1869 en cambio contó con una abrumadora mayo-
ría a favor del caudillo. La década de 1860 representa así un período en el
que –parafraseando a Buriano–, García Moreno pierde durante su maniobrar
político las adhesiones ganadas a la hora de la votación, renuncia a los con-
6. Marie-Danielle Demélas e Yves Saint-Geours, JerusalényBabilonia.Religiónypolítica
enelEcuador1780-1880(Quito: Corporación Editora Nacional / IFEA, 1988), 15.
7. Ibíd., 24.
8. En la historiografía ecuatorianista, la conceptualización gramsciana de “hegemo-
nía” aparece por primera vez en Manuel Chiriboga, “Las fuerzas del poder en 1830”, Re-
vistaCultura, n.
o
6 (1980): 171-208.
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sensos, puesto que se cree en la capacidad de asumir los disensos.
9
Los de-
bates constitucionales de 1861 y 1869 permiten escrutar no solo dos proyec-
tos de república disímiles nacidos de condiciones objetivas diferentes, sino
también los esfuerzos del régimen por ganar legitimidad a nivel nacional y
lograr aceptación más allá de los intereses regionales y locales; hegemonía
que transcurre, no obstante, en aguas intranquilas, a contracorriente de los
movimientos internacionales, y alternando calyarenacon las élites y corpo-
raciones locales.
Buriano identica tres grandes debates constitucionales en donde obser-
va las tensiones y negociaciones del régimen: representación, ciudadanía/
sufragio, y régimen municipal. Aun cuando la historiografía ha caracteriza-
do a la Constituyente de 1861 como un documento marcista, lo cierto es que,
en lo tocante a la representación, se impuso más bien el proyecto garciano
que suprimió el sistema departamental a cambio de la “representación po-
blacional”, lo que le permitió al caudillo desarmar las alianzas regionales y
fortalecer al gobierno central.
10
Empero, esta arquitectura administrativa fue
modicada en 1869 al restablecerse el sistema administrativo de provincias
y disminuir el número de diputados. También en la esfera de la ciudadanía,
la Constituyente de 1861 cuestionó la ciudadanía ilustrada-liberal, e intro-
dujo el voto directo sin otros requisitos que el de ser casado o tener mayoría
de edad, y saber leer y escribir. Esto representó una ampliación del cuerpo
ciudadano, y fue un triunfo de García Moreno, quien lo obtuvo, no obstante,
sin el apoyo de todos sus diputados. Juan León Mera, por ejemplo, quien
para esos años era una voz importante en la prensa liberal, se adhirió a la
concepción garciana de ciudadanía, al enfatizar que se trataba de un derecho
natural que no podía ser privado a una minoría. La disposición a ampliar el
cuerpo ciudadano se mantuvo en la Constitución de 1869, en la que se aña-
dió la condición de catolicidad como único requerimiento. De esta manera,
la Convención Nacional mostró un espíritu inclusivo, necesario para poner
en pie un proyecto integrador que se fundamentaba en la idea de “pueblo ca-
tólico”. Ahora bien: el proyecto garciano apuntaba a extender la ciudadanía,
pero no a dejar en sus manos la toma de decisiones políticas. Para las élites
políticas, independientemente de su aliación doctrinaria, el pueblo ejercía
una soberanía efímera que caducaba en la elección de sus representantes,
con cuyas decisiones debía conformarse. Se trataba, arma Buriano, de un
“voto función” que servía para denotar pertenencia al proyecto del pueblo
9. Ibíd., 175.
10. Aunque –tal como lo indica Maiguashca– lo que García Moreno ganó al eliminar
los departamentos, lo perdió con la proliferación de las municipalidades; razón por la cual
se quejó de “insuciencia de las leyes” durante toda la década de 1860.
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católico, pero no del “voto-derecho”.
11
Los giros de timón del garcianismo
se observan nalmente en los debates constitucionales sobre la descentrali-
zación administrativa y el carácter del régimen municipal. Si en 1861 García
Moreno tuvo que aceptar el fortalecimiento del régimen municipal, en 1869
la Constitución suprimió los municipios provinciales y parroquiales, pero
dejó intactos los municipios cantonales. De esta manera, se conjugaba cen-
tralización con alianzas a escala local.
La capacidad del régimen para navegar a contracorriente se expresó tam-
bién en su relación con la Iglesia católica. En un contexto de debilidad del
Vaticano, García Moreno conaba en la misión de la Iglesia de educar y civi-
lizar a la nación, además de apoyar a la expansión estatal. Guiado por un es-
píritu reformista modernizante que combinaba, como lo ha dicho Williams,
“libertad política y progreso material con responsabilidad comunitaria e
identidad nacional”,
12
García Moreno no esperó a la rma del Concordato
para emprender la necesaria reforma del clero, e impulsó la reorganización
territorial y administrativa de la Iglesia, la despolitización y secularización
de aquellos miembros irresolutos. Promovió, además, la reforma educativa
confesional, convencido de la función de la enseñanza como una tecnolo-
gía de control social y cohesión cultural, y la conveniencia de un espíritu
de “religiosidad útil” y valores cientíco-técnicos en los centros formativos.
Para ello, García Moreno tuvo que negociar en tres frentes: el Vaticano, las
jerarquías eclesiásticas nacionales y las comunidades locales, en medio de un
escenario conictivo y de persecución, apremiado por el tiempo de la políti-
ca, y bajo la consigna de romper los vínculos –algunos de larga data– entre
el clero y los sustratos populares, como también con algunos sectores de la
élite contrarios a su proyecto.
Es, sin embargo, en la esfera de los lenguajes políticos –nos dice Buria-
no– donde se puede observar de mejor manera la ductilidad del régimen.
Para ello, la autora acomete un no análisis de la sección No ocial del pe-
riódico ocialista El Nacional, publicada entre 1860-1875, y examina “los
saltos y rupturas” del discurso garciano, las operaciones retóricas con las
que se desanudan las contradicciones y adquieren coherencia ideológica, y
la capacidad de los publicistas para “adoptar-adaptar” conceptos y voces y
adecuarlos a sus condiciones de vida. Buriano identica tres momentos del
discurso político en la prensa: el triunfalista-fundacional entre 1860 y 1871;
el moralizador, intolerante y virulento entre 1872 y 1874, y el moderado, co-
rrespondiente al último año del régimen. Más allá de las características es-
pecícas de cada uno de estos momentos, lo que realmente estaba en debate
11. Ibíd., 184.
12. Ibíd., 214.
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era la pregunta sobre cómo debía el Ecuador –percibido como una excepción
singular–, enfrentar un orden modernode las cosas, en el que se imponían las
fuerzas laicizantes y liberales y cuyos fantasmas a la vez que amenazaban,
también seducían e ilusionaban.
En este punto, Buriano refuerza las investigaciones realizadas por Wi-
lliams: ¿qué suponía esta combinación entre Modernidad y catolicismo para
los sujetos de la segunda mitad del siglo XIX? ¿Es posible hablar de “varias”
modernidades católicas: unas cercanas a los ideales del progreso material
y de la ciencia, y otras más apegadas a los principios del orden y la tradi-
ción? ¿Cuáles son las expresiones políticas de estas modernidades católicas,
a quiénes se incluían y excluían y qué tipo de participación propiciaron? Y,
nalmente, ¿cómo se instalaron en la cotidianidad, (i.e. en la escuela, las aso-
ciaciones, el púlpito) congurando acaso, una nueva subjetividad? A partir
de la crítica que Buriano hace a buena parte de la historiografía ecuatoria-
nista sobre el período, pero también del lugar que ocupa el presente en su
reexión intelectual, el legado de Navegandoenlaborrascaresulta entonces
muy potente: nos invita a abandonar las explicaciones dicotómicas y teleoló-
gicas del pasado; a enfatizar en los movimientos, en la permanencia inesta-
ble de las transacciones, la dinámica entre prácticas y lenguajes, y su anclaje
en condiciones objetivas concretas; y ampliar, con ello, la complejidad y la
pluralidad en la comprensión de nuestro ser histórico.
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