La imagen de América en el proyectismo
ilustrado de Francisco Díez. Un castellano
al servicio de la Audiencia de Quito (1799-1803)*
America’simageintheenlightenedproyectismo ofFranciscoDíez.
ASpaniardattheserviceoftheAudienciaofQuito(1799-1803
)
AimagemdaAméricanoprojetismoilustradodeFranciscoDíez.
UmespanholaserviçodaAudiênciadeQuito(1799-1803)
Santiago Paúl Yépez Suárez
UniversidaddeSevilla
Sevilla, España
sanyepsua@alum.us.es
https://orcid.org/0000-0001-6855-9589
DOI: http://dx.doi.org/ 10.29078/procesos.v.n52.2020.2606
Fecha de presentación: 10 de marzo de 2020
Fecha de aceptación: 11 de junio de 2020
Artículo de investigación
w
Procesos.RevistaEcuatorianadeHistoria, n.º 52 (julio-diciembre 2020), 71-100. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
* El presente trabajo surgió como resultado de las investigaciones realizadas en el
Archivo General de Indias y la Universidad de Granada durante el Máster en Historia: De
Europa a América. Sociedades, Poderes, Culturas.
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RESUMEN
El estudio describe la imagen de América de acuerdo al “Discurso
del estado actual de la América” del funcionario castellano Francisco
Díez Catalán, establecido en Quito hacia 1802. Se relaciona su
trayectoria político-burocrática durante el gobierno del Barón
de Carondelet con el propósito de Díez Catalán al escribir este
documento. El “Discurso” se sitúa en el marco de otros textos
proyectistas, a n de problematizar la crítica social y moralista, los
imaginarios sociales y la anhelada felicidad pública que se planteaba
en torno a América desde la visión de estos ilustrados.
Palabras clave: historia colonial, historia latinoamericana, Ilustración
hispanoamericana, Ilustración quiteña, proyectismo, imaginarios,
Barón de Carondelet, período colonial tardío.
ABSTRACT
The study depicts America’s image according to the “Narrative of the
current state of America” by the Spanish civil servant Francisco Díez
Catalán, who settled in Quito around 1802.
It provides an account of his evolution as a politician and civil
servant in the administration of the Baron of Carondelet with Díez
Catalán’s purpose for writing this document. The “Narrative”
appears in the context of other proyectista texts, aimed at discussing
the social and moral critique, social mindsets and the desired public
happiness that was being proposed for America on the basis of the
above-mentioned enlightened gures.
Keywords: Colonial history, Latin American history,
Spanish-American Enlightenment, Quito’s Enlightenment,
proyectismo, mindsets, Baron of Carondelet, late colonial period.
RESUMO
O estudo descreve a imagem da América segundo o “Discurso do
atual estado da América” elaborado pelo funcionário espanhol
Francisco Díez Catalán, estabelecido em Quito desde 1802.
Relaciona-se a trajetória político-burocrática de Francisco Díez
durante o governo do Barão de Carondelet com a nalidade da
produção de tal documento. O “Discurso” está inserido no marco de
outros textos projetistas, com o objetivo de problematizar a crítica
social e moral, os imaginários sociais e a almejada felicidade pública
na América a partir da visão desses ilustrados.
Palavras chave: História colonial, história latino-americana,
Ilustração hispano-americana, Ilustração quintenha, projetismo,
imaginários, Barão de Carondelet, nal do período colonial.
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introduCCión
Siempre he hecho, cuando ha ocurrido la oportunidad, cuanto ha estado
de mi parte y ha pendido de mi débil inujo para persuadir y establecer
la felicidad del País de mi residencia, asegurar la precisa subsistencia
y radicar el buen orden a sus habitantes.
Francisco Díez Catalán
1
Así comenzaba el “Discurso sobre el estado actual de la América”, en
donde se pueden notar explícitamente los elementos propios de la mentali-
dad y la terminología que comúnmente expresaban los ilustrados. El Siglo de
las Luces en América y las Filipinas tuvo los reejos que emanaban de la pe-
nínsula, pero con cierta originalidad de acuerdo a las características propias
de las provincias y reinos indianos, así como la problemática heterogénea
que acarreaban aquellos espacios. Fueron recurrentes los cuestionamientos
hacia determinados elementos estructurales de la monarquía y el Antiguo
Régimen, cuya nalidad abrazaba los anhelos de reformas al interior de la
estructura. De ahí es que los ilustrados se convierten en proyectistas, término
acuñado para referirse a toda la producción documental por medio de la
cual habían plasmado variadas propuestas puntuales para la felicidad de los
habitantes, el buen orden de la monarquía o el fomento de la industria de sus
territorios. El proyectismo, género heredero de los arbitristas hispanos de los
siglos precedentes, tuvo también diversos matices de acogida y novedad en
cuanto a la América hispana se reere.
En la presente investigación se toma como fuente primordial e imprescin-
dible al “Discurso sobre el estado actual de la América” de 1802, de carácter
inédito, autoría del funcionario ilustrado asentado en Indias, don Francisco
Díez Catalán, en la medida en que presenta aquellas características inheren-
tes a la corriente proyectista de la segunda mitad del siglo XVIII e inicios del
XIX. Díez Catalán escribe su “Discurso” dentro de la Real Audiencia y Pre-
sidencia de Quito, lugar donde ejercía el cargo de administrador de Tempo-
ralidades de los bienes de los jesuitas expulsos.
2
Aún son escasos los avances
historiográcos en cuanto a la vida y trayectoria de Díez Catalán, mientras
que su “Discurso” ha sido posible hallarlo como fruto de las investigaciones
y prácticas académicas en el Archivo General de Indias, siendo una fuente de
1. “Discurso sobre el estado actual de la América”, Quito, 21 de septiembre de 1802.
Archivo General de Indias (AGI), fondo Quito, leg. 397.
2. El investigador ha solicitado la reproducción digital de este documento y ha sido
concedida por el AGI.
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la que no se ha transcrito, escrito ni citado previamente, salvo en una ocasión
por el propio autor de este estudio.
3
En efecto, se discute acerca del imaginario sobre América como proble-
ma de estudio y el proyectismo ilustrado de Díez Catalán como objeto a
problematizar desde una perspectiva comparativa con varios autores pro-
yectistas del siglo XVIII y la primera década del XIX. Previamente, ha sido
necesario analizar los antecedentes biográcos de Díez Catalán y correlacio-
nar su trayectoria política durante el gobierno del presidente Héctor Luis de
Carondelet, contexto en el cual escribió algunos de sus planes incluyendo su
“Discurso”. Nuestro interés ha sido discutir sobre las condiciones en las que
se desenvolvía Díez Catalán dentro la Audiencia de Quito de los primeros
años del siglo XIX y relacionarlo con su perl ilustrado-proyectista.
el proyeCtismo Como respuesta
a los problemas de la monarquía
El proyectismo ha sido denido como una tendencia intelectual relacio-
nada con el ideario y los propósitos de la Ilustración para formular alterna-
tivas a la diversidad de problemas dentro de la monarquía. El pensamiento
ilustrado en las esferas políticas, económicas y sociales, se teoriza en los es-
critos proyectistas, siendo la problemática americana una de sus principales
preocupaciones.
4
Es en los arbitristas hispanos de los siglos XVI y XVII donde se puede
hallar el origen de los proyectistas del siglo XVIII, quienes elaboraban sus
escritos para las altas autoridades, a veces de manera excesiva. Los ilustra-
dos crean proyectos a partir de sus varios años en permanente relación con
los puestos burocráticos en las altas y medianas esferas del poder, cuyos
máximos representantes fueron Campillo, Ensenada, Gándara, Moñino,
Campomanes, Aranda, Jovellanos, entre otros; pero también provenían de
medianos y bajos cargos, espacio en donde se ubica Francisco Díez Catalán.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, se observa aquella relación entre
burocracia y proyectismo.
Aparte de los arbitristas, el proyectismo puede ser hallado en los nova-
tores. La gura de Benito Jerónimo Feijoo, por ejemplo, es clave en el movi-
3. El documento referente al Discurso ha sido citado por el autor de este artículo en un
trabajo de posgrado que actualmente se encuentra en el repositorio digital de la Universi-
dad de Sevilla y que motivó la presente investigación.
4. José Muñoz Pérez, “Los proyectos sobre España e Indias en el siglo XVIII: el proyec-
tismo como género”, RevistadeEstudiosPolíticos, n.
o
81 (1955): 173-174.
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miento ilustrado en la península y América, siendo un novator tardío cuya
obra sirvió de notable inuencia para los ilustrados que aparecen durante la
segunda mitad del siglo XVIII. Sin embargo, en Feijoo, como otros novatores
de su época, prevaleció una gran erudición antes que un proyecto reformista.
5
La crítica jurídica y moral a la monarquía hispánica ya venía siendo una
práctica desde el siglo XVI, cuyas raíces nacían en su mismo seno, tanto por
peninsulares como criollos, y no tan solo desde el extranjero como se ha que-
rido dar la imagen del “extranjerismo crítico” del siglo XVIII.
6
Se puede ar-
mar que los escritos de los proyectistas son el producto de las obras de los
personajes ilustrados más determinantes. La mirada de estos intelectuales se
dirigía hacia el mejoramiento del sistema económico americano, tratando de
igualar a las prácticas económicas de las potencias rivales de España como,
por ejemplo, el mercantilismo inglés.
7
En la mente de los proyectistas ilustrados, el progreso de la monarquía
estaba en el desarrollo de la producción económica en las provincias ameri-
canas y, por lo tanto, en la educación, artes y ocios de sus habitantes. Es así
que durante el siglo ilustrado hispánico se presta una atención revitalizante
hacia lo que ocurría en el otro lado del océano, hacia sus dominios, que na-
cieron como colonias, pero que se habían articulado de manera homogénea
a la metrópoli en la mayor parte de sus manifestaciones.
franCisCo díez Catalán.
apuntes biográfiCos
Francisco Ramón Díez Catalán nació en 1744 en Gallinero, provincia de
Soria, y falleció en Quito el 22 de abril de 1807. Estuvo casado con doña
Antonia de Soria, natural de Barcelona, con quien tuvo dos hijos. El origen
de la familia Díez se remonta a sus antecesores hidalgos descendientes del
Solar de Valdeosera en La Rioja durante el siglo XVI. Hasta la segunda mitad
del siglo XVIII, varios integrantes de esta familia obtuvieron importantes
5. Antonio Mestre, “Los orígenes de la Ilustración”, en LaIlustraciónespañola, ed. por
José Miguel Caso González, Antonio Domínguez Ortiz y Antonio Mestre (Madrid: Cua-
dernos, 1985), 31.
6. Salvador Madariaga, ElaugeyelocasodelImperioEspañolenAmérica (Madrid: Espa-
sa-Calpe, 1979), 222-230.
7. Vicent Llombart, “Mercantilismo tardío. ‘Liberalización’ comercial y de explotación
colonial americana: las Reexiones sobre el Comercio español a Indias (1762) del Conde
de Campomanes”, en IlustraciónespañolaeindependenciadeAmérica. HomenajeaNoelSalo-
mon, ed. por Alberto Gil Novales (Barcelona: Universidad Autónoma de Barcelona, 1979),
333-339.
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puestos burocráticos. Es así que el padre de Díez Catalán, Francisco Díez y
Moreno, había tenido los cargos de alcalde y regidor de Gallinero, mientras
que su tío y sus hermanos se radicaron en Cádiz por motivos comerciales,
gurando inscritos en el Libro de Matrículas de Comerciantes del Real Con-
sulado de Cádiz desde mediados del siglo XVIII.
8
En efecto, los antecedentes biográcos de Francisco Díez Catalán tie-
nen una estrecha relación con sus actividades comerciales en el Virreinato
de Nueva Granada, cuestión que inuiría más adelante en algunos de los
conocimientos y sugerencias proyectistas que conforman su “Discurso”. En
efecto, desde su juventud y antes de su matrimonio, Díez Catalán ya gu-
raba como habilitado para realizar funciones comerciales en Cartagena de
Indias.
9
También tuvo el cargo de maestre de Plata, uno de los más impor-
tantes de la carrera de Indias dedicado al control y transporte transatlántico
de metales preciosos en los galeones, cuyo rédito económico radicaba en un
porcentaje de las transacciones para quien detentaba tal cargo. En efecto,
en 1785, el peninsular pasaba a la misma ciudad de Cartagena en calidad
de cargador, siendo de su propia cuenta “porción de mercaderías de mayor
monto” destinadas al comercio en el Bergantín El Pacíco.
10
Se ha podido localizar un documento dirigido al ministro de Real Ha-
cienda, en el que Díez Catalán da a conocer que en 1793 tuvo el cargo de
director general de Correos en Panamá en el que incluía otros dos de sus
proyectos. El primero, sobre un PlandeCaminosRealesen 1795 y que lo ha-
bía presentado con motivos de la convocatoria a un premio por parte de la
Sociedad Económica Matritense, mientras que el otro era sobre un Plandes-
tinado al mejoramiento del sistema de correos entre la península y Améri-
ca.
11
Alrededor de 1797 y durante todos los años de Gobierno del presidente
Carondelet, había tenido el cargo de administrador principal tesorero de las
Temporalidades de la Provincia, y de todo el Distrito de la Real Audiencia y
Presidencia de Quito, llegando a la ciudad andina con todo su núcleo fami-
8. Luis Pinillos y Lafuente, “Los Díez, de Jerez De La Frontera, descendientes del
riojano Solar de Valdeosera”, Berceo.RevistaRiojanadeCienciasSocialesyHumanidades, n.
o
172 (2017): 345-349.
9. “Expediente de información y licencia de pasajero a Indias de Francisco Ramón
Díez Catalán mercader, factor, vecino de Cádiz, a Cartagena”, Cádiz, 8 de julio de 1769.
AGI, fondo Contratación, leg. 5512, n.
o
3, r. 30.
10. “Expediente de información y licencia de pasajero a Indias de Francisco Díez Ca-
talán, cargador, a Cartagena. Pasa en el bergantín El Divino Cordero, alias El Pacíco”,
Cádiz, 5 de mayo de 1785. Ibíd., leg. 5528, n.
o
2, r. 21.
11. Francisco Díez Catalán, “Ocio dirigido al Ministro de Real Hacienda de España
e Indias”, Quito, 6 de junio de 1802. Ibíd., fondo Quito, leg. 397.
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liar, no sin antes pasar por algunas trabas burocráticas en Panamá previo su
llegada a Quito y su consecuente posesión.
12
En 1800 varios escribanos de Quito certicaban sobre el desempeño de
su cargo aseverando, en su mayoría, que trabajaba con denodado esmero,
discernimiento y constancia, siempre presto y disponible en los asuntos de
su ocio, no solo en las horas regulares, sino “de la mañana a la noche tra-
bajando infatigablemente todo lo peculiar a su ministerio y Despacho”; y
resolviendo todos los asuntos pendientes que sus antecesores Antonio As-
piazu, Zoilo de León y José Enríquez Osorio habían dejado al ramo de Tem-
poralidades.
13
En el mismo año, el presidente Carondelet le había propuesto para car-
gos como la contaduría mayor de Quito o la administración de tributos para
el Partido de Cuenca, puesto que hubo una tentativa por suprimir el ramo
de Temporalidades y encargar sus funciones a los ociales reales y un co-
misionado, circunstancias por las cuales dio su negativa e instó a las autori-
dades a permanecer en su cargo y sus 2500 pesos de sueldo.
14
En calidad de
administrador de Temporalidades durante los años de Gobierno de Caron-
delet, había promovido uno de los planes para el camino de Esmeraldas en
contraposición al de Malbucho, así como en la reconstrucción de la catedral
de Quito que había solicitado el presidente en los primeros años del siglo
XIX, colaborando el funcionario proyectista “para todas las ocurrencias de la
Obra de la Sta. Iglesia”.
15
12. Francisco Díez Catalán, “Don Francisco Díez Catalán informa a la Real Audiencia
de Santafé, sobre los tropiezos que ha encontrado en su viaje a Quito...”, Panamá, 31 de
marzo de 1797. Archivo General de la Nación (AGN), fondo Temporalidades, sección Colo-
nia, leg. 57, n.
o
1, d. 26.
13. Francisco Díez Catalán, “Don Francisco Díez Catalán, Administrador de Tempo-
ralidades de Quito, pide que el Alcalde de aquella ciudad, le expida certicación sobre la
manera y modo como ha desempeñado dicho empleo”, Quito, 22 de julio de 1800. Ibíd.,
d. 22.
14. Francisco Díez Catalán, “Don Francisco Díez Catalán, informa a la Junta de San-
tafé sobre las Providencias que ha dictado sobre el personal de empleados subalternos del
ramo que desempeña”, Quito, 21 de julio de 1800. Ibíd., d. 28.
15. “Carta de Francisco Rodríguez Soto al Barón de Carondelet del 30 de septiembre
de 1801”, citado por José Gabriel Navarro, en “El arquitecto español don Antonio García
y la Catedral de Quito”, en Carlos Manuel Larrea et al., Carondelet.Unaautoridadcolonialal
serviciodeQuito (Quito: FONSAL, 2007), 189.
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franCisCo díez Catalán. durante
el gobierno del barón de Carondelet
Héctor Luis Carondelet inicia su gobierno en la Audiencia entre 1799
hasta 1807, año de su muerte, en medio de una profunda desarticulación
y autonomía jurisdiccional de varias de sus regiones (Guayaquil, Cuenca,
Esmeraldas, Pasto, Popayán, etc.), en donde el cargo de presidente había
sido reducido a atribuciones netamente judiciales. En efecto, la gura de Ca-
rondelet ha sido tomada como un mandatario pro criollista y “defensor” de
los intereses quiteños y la cohesión de los territorios de la Audiencia que
estaban siendo desarticulados durante el último tercio del siglo XVIII.
16
Determinados factores políticos incidieron para que se envista la autori-
dad de Quito en un individuo destacado, honorable y con una notable carre-
ra burocrática en los territorios indianos como lo era el Barón de Carondelet.
En la Real Audiencia y Presidencia de Quito existían ciertas relaciones con-
ictivas entre las élites locales del poder, enladas en bandos contrarios que
defendían sus intereses, respaldando a determinados presidentes que prece-
dieron a Carondelet.
17
A nales de la centuria ilustrada e inicios del XIX, las
convulsiones sociopolíticas de Quito solo pueden ser comparables con los
grandes desastres naturales de su región, especialmente las frecuentes erup-
ciones del Cotopaxi y el fatal terremoto de 1797. Ya en Quito, las iniciativas
progresistas del presidente de origen borgoñón fueron reactivadas por la
inuencia de aquellos protagonistas ilustrados de la Sociedad Patriótica de
Amigos del País de Quito. Con Carondelet, por ejemplo, se establece deni-
tivamente la reforma de los estatutos universitarios, tomando la posta que
hace algunos años había empezado el obispo Pérez Calama.
18
Por otra parte, el carácter ilustrado de Carondelet había ido de la mano
con la observancia de la moral y las buenas costumbres de los quiteños, re-
glamentando las cuestiones referentes a las estas, los toros, las peleas de
gallos, la delincuencia y las borracheras. Su gobierno, pues, estuvo matizado
por la búsqueda del ideal prototipo de los últimos ilustrados del XVIII: la
corrección moral y la felicidad pública de los súbditos. Desde el impulso que
el presidente Alsedo y Herrera había dado a n de establecer una ruta co-
mercial de Quito hacia la costa de Esmeraldas, y de ahí con Panamá, fue esta
16. María Antonieta Vásquez Hann, “Los planes criollos del Barón de Carondelet.
Quito: Vientos de revolución”, RevistaPatrimoniodeQuito, n.
o
4 (2007): 30-35.
17. Miguel Molina Martínez, “Conictos en la Audiencia de Quito a nales del siglo
XVIII”, AnuariodeEstudiosAmericanos65, n.
o
1 (2008): 157-164.
18. Manuel Lucena Salmoral, “El reformismo despotista de la Universidad de Quito”,
CuadernosdelInstitutoAntoniodeNebrija,n.
o
2(1999): 64-69.
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obra una quimera que parecía imposible, cuyo legado lo retomó Carondelet
delegando a personalidades como Francisco José de Caldas para que reco-
rriera la ruta y elaborara un informe, dando como resultado una memoria de
su viaje y una carta de la que haremos referencia más adelante.
19
En la administración de Carondelet es donde tuvo lugar el protagonismo
de Francisco Díez Catalán y, particularmente, en el proyecto de la ruta hacia
la Costa, también conocida como camino de Malbucho. El proyectista había
planteado que habiliten los caminos desde Quito hacia el río Esmeraldas en
lugar de la primigenia propuesta ocial de habilitar la zona de Malbucho.
20
Precisamente, una de sus primeras propuestas fue presentada por Díez Ca-
talán junto con dos planos a la Real Compañía de Filipinas, y con copia de
extracto al virrey de Santa Fe, Pedro Mendinueta, en 1802. Exhibía un amplio
conocimiento en geografía, navegación y economía, con el objeto de favore-
cer la construcción de canales y caminos que comuniquen Panamá, Porto-
belo y Cartagena con destino a Filipinas y al océano Pacíco, por medio de
la navegación en los ríos Atrato, San Juan y San Pablo, habilitándolos en las
provincias del Chocó y sus inmediaciones.
21
En aquellos documentos, el escritor proyectista ya planteaba algunos de
los puntos similares a su “Discurso”, tales como la defensa de los indios de
los abusos de los corregidores en cuanto al cobro de aranceles por el paso
de mercancías en los ríos, su adhesión al cuidado y ahorro del Real Erario,
el fomento de la agricultura, el comercio y el proceso de civilización de los
indios a partir de la habilitación de caminos, canales y puertos.
22
En otro de
sus planes, sintetizaba los benecios de la construcción del camino por el río
Esmeraldas en lugar de la ruta de Malbucho, entre los cuales postulaba que
habría mayor provecho económico si se trasportara manufacturas en lugar
de tan solo víveres hacia las provincias internas y externas, los ahorros en
costo y tiempo por medio de la navegación, la prevención de la despoblación
y el cuidado de los indios arrieros, quienes sufrirían innumerables calami-
19. Carlos Manuel Larrea, “El Barón de Carondelet. XXIX Presidente de la Real Au-
diencia de Quito”, en Larrea et al., Carondelet.Unaautoridad..., 68-75.
20. Rosemarie Terán Najas, “Sinopsis histórica del siglo XVIII”, en NuevaHistoriadel
Ecuador, ed. por Enrique Ayala Mora, vol. 4, ÉpocacolonialII.SegundayTerceraEtapaColo-
nial (Quito: Corporación Editora Nacional / Grijalbo, 1996), 298.
21. Francisco Díez Catalán, “Remisión de planos para la apertura del camino de Quito
al mar por el río Esmeraldas”, Quito, 6 de julio de 1802, en Jorge Garcés, PlandelCamino
deQuitoalRíoEsmeraldas,segúnlasobservacionesastronómicasdeJorgeJuanydeAntoniode
Ulloa.1736-1742 (Quito: Publicaciones del Archivo Municipal, 1942), 35-54.
22. Francisco Díez Catalán, “Notas al antecedente papel para su inteligencia y mayor
conocimiento del plan”, Quito, 25 de junio de 1800, en ibíd., 44.
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dades yendo todo el camino por tierra dada su poca resistencia al tempera-
mento de Esmeraldas.
23
El proyectista peninsular expuso su plan a Juan Pío Montúfar, II marqués
de Selva Alegre, quien lo apoyó en todas sus premisas a n de ejecutar una
obra que había quedado estancada desde la propuesta de Maldonado. De
hecho, Díez Catalán se había basado en los escritos del presidente efímero
Juan Antonio Mon, el obispo José Pérez Calama y, sobre todo, en la propues-
ta de Pedro Vicente Maldonado sobre la apertura de un camino desde Quito
a la Mar del Sur fechada en la primera mitad del siglo XVIII.
24
Díez Catalán,
así como otras personalidades, habían instado a que Carondelet rectique
el proyecto original con algunas de las modicaciones que se planteaban,
obra que, a pesar de haber sido aprobada en 1801 con poca atención hacia
las ideas del proyectista peninsular, al nal cedería a intereses regionales y
ocialistas.
25
Es en este escenario donde toma fuerza la gura de Francisco José de
Caldas quien, bajo la dirección de Carondelet, fue autorizado para realizar
los estudios y mediciones astronómico-cartográcas de todos los lugares
donde habría de construirse el camino de Malbucho. Así, entre julio y agosto
de 1803, Caldas presenta un documento titulado ViajedeQuitoalascostasdel
océanoPacícoporMalbucho en donde exhibe las mediciones, aparte de hacer
un minucioso examen de las poblaciones, ríos y recursos naturales del área,
adjuntando una CartadelcaminodeMalbuchodesdeIbarrahastalaembocadura
delríoSantiagoybahíadeSanLorenzo en 1804.
Caldas, manteniendo una postura radical hacia la propuesta ocial del
camino de Malbucho, parece ser que tenía ciertas diferencias con Díez Cata-
lán y los partidarios del camino de Esmeraldas reriéndose, probablemente
al proyectista peninsular quien fue el principal defensor de aquella ruta, que
tal propuesta y el informe de las cosas referentes a esta habían sido ejecu-
tadas por “un hombre sin luces, sin talento y que no tenía otro mérito que
el haber transitado en otro tiempo estos lugares”.
26
El camino de Malbucho
probablemente haya sido una de las obras públicas de mayor envergadura
23. Francisco Díez Catalán, “Paralelo entre los dos caminos de Esmeraldas y Malbu-
cho y utilidad de la apertura del primero”, en ibíd., 72-77.
24. Francisco Díez Catalán, “Exposición del Administrador de Temporalidades al
Marqués de Selva Alegre sobre la necesidad inmediata del camino de Esmeraldas”, Quito,
13 de agosto de 1800, en ibíd., 77-79.
25. Rocío Rueda Noboa, “La ruta a la Mar del Sur y la fundación de Ibarra, siglos
XVII-XVIII”, Procesos.RevistaEcuatorianadeHistoria, n.
o
24 (segundo semestre 2006): 42-43.
26. Francisco José de Caldas, “Viaje de Quito a las costas del Océano Pacíco, por
Malbucho, hecho en julio y agosto de 1803”, enObrascompletasdeFranciscoJosédeCaldas
(Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1966), 504.
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del Gobierno de Carondelet, ancada en la fundación de poblados en la ruta
que recorría el pueblo de Malbucho hasta la Costa, los benecios al comercio
con el Pacíco panameño y la reactivación de la convulsionada economía
quiteña. A pesar de sus diferencias, el plan del camino de Esmeraldas de
Díez Catalán, sumándose otros escritos como el “Discurso” que analizare-
mos más adelante, coinciden con el estilo moral-correctivo y las señas pro-
yectistas del Gobierno de Carondelet en el ámbito quitense.
Para la época en que Díez Catalán escribe sus planes, siendo un proyec-
tista tardío, la actitud monárquica prestaba muy poca atención a estos textos,
a diferencia de los que se publicaron en el último tercio del siglo XVIII, hecho
que determinaba que sus escritores carezcan de aquel optimismo que carac-
terizó a los anteriores proyectistas.
27
No es fortuito que Díez Catalán redacte
sus escritos proyectistas en los tiempos que ejerció el cargo de administrador
de Temporalidades, ya que buena parte de estos escritores eran funcionarios
de mediana categoría. Sin embargo, la inuencia notable la ejercieron los
proyectistas que detentaban los más altos cargos en el círculo del gobierno
ilustrado de la segunda mitad del siglo XVIII, naciendo sus proyectos, en
primera instancia, como informes de sus funciones.
28
No era nueva la posición del proyectista castellano en suplicar a las au-
toridades monárquicas que le coloquen en otros cargos, tales como la admi-
nistración principal de Aduanas o la contaduría mayor del Real Tribunal,
puesto que para 1799 ya se habían suprimido seis cargos subalternos de la
administración de Temporalidades y que en años posteriores este ramo esta-
ba en riesgo de desaparecer.
29
En sus años como funcionario, había enviado
diversos planos y memorias en los que puntualizaba cada uno de los bloques
temáticos o cuestiones que abordará más tarde en su “Discurso”. Se auto-
valoraba como un autodidacta e instruido, cuestionando a quienes, pese a
tener cargo y autoridad, no les interesaba conocer el estado de las provincias
que gobernaban ni fomentar los debidos cambios.
30
Su “Discurso del estado actual de la América”, de una extensión de 40
carillas en verso y recto, más los documentos adjuntos, suman en total 28
folios, dividido en tres partes que tratan sobre la crítica social y moralista,
el cuestionamiento del clero, el estado miserable de la provincia de Quito, el
imaginario sobre los grupos sociales americanos y las propuestas relaciona-
das con las artes y ocios, la población y el fomento económico de América.
27. María Dolores Fuentes Bajo, “Las últimas manifestaciones del proyectismo en la
minería peruana”,HistoriografíayBibliografíaAmericanistas30, n.
o
1 (1986): 2-3.
28. Ibíd., 3.
29. “Ocio n.° 1 del Presidente Francisco Luis Héctor de Carondelet”, Quito, 29 de
mayo de 1800 [copia]. AGN, fondoTemporalidades, sección Colonia, leg. 57, n.
o
1, d. 28.
30. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 46, f. 25.
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82
No remite su “Discurso” ni otros escritos a las autoridades competentes en
América, como el presidente de Audiencia y el virrey, sino que prerió escri-
bir de manera privada y dirigirlo al Ministerio de la Real Hacienda. Como
buen proyectista que buscaba escalar en los puestos administrativos, Díez
Catalán solicita al secretario de Estado y del Despacho de Real Hacienda,
Miguel Cayetano Soler, que se le tome en cuenta para el nuevo modelo de
intendencias que había ideado el propio proyectista asentado en Quito.
31
Díez Catalán justicaba que su “Discurso” era el fruto de los muchos
años de haberse formado las ideas que en cada una de las propuestas expo-
ne, raticado por todo cuanto ha andado, visto y leído en América, siendo
esta una actitud frecuente en el tono que utilizaban los proyectistas.
Por lo
tanto, plantea su escrito como una actitud moral de cumplimiento con sus
obligaciones como vasallo y a la vez como patriota, tomando a la naturaleza
como modelo a seguir e imitar en el cambio del sistema de las sociedades.
32
En su escrito hace una mención del proyecto económico del secretario de Es-
tado de origen irlandés, Ricardo Wall, adjuntando la copia de unos capítulos
fuera del “Discurso” sobre las cuestiones de fomento agrícola, de comercio,
artes y ocios, al estilo del proyectismo ilustrado de la segunda mitad del
siglo XVIII. En todo su “Discurso”, el proyectista da muestras de su liación
política muy cercana al liberalismo, la defensa de las libertades e intereses
particulares en equilibrio con la felicidad común.
el “disCurso”: viCios, virtudes
e imaginarios de los ameriCanos
Díez Catalán presenta un tono moralista y correctivo, que expresa los va-
lores del trabajo, el respeto a la religión, la delidad y subordinación hacia el
soberano; la felicidad y el progreso hacia los habitantes, rasgos que se apro-
ximan al pensamiento ilustrado de la segunda mitad del siglo XVIII, aquel
“buen orden” para América. Reejaba la ideología del pensamiento social
ilustrado de avanzada, en que el interés sobre el común de los súbditos ase-
guraba –o debía asegurar– el benecio de toda la monarquía. La tendencia
de preferir la felicidad de los súbditos antes que cualquier otra obligación,
31. Francisco Díez Catalán, “Ocio presentando el Discurso al Secretario de Estado y
del despacho de Real Hacienda”, Quito, 25 de septiembre de 1822. AGI, fondo Quito, leg.
397.
32. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 9, f. 32.
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83
mediante la ocupación como pilar fundamental de este cometido, ya aparece
en algunos escritos proyectistas de la década de los 80 del siglo XVIII.
33
Asimismo, en Díez Catalán y buena parte de los proyectistas ilustrados,
se comparten conceptos similares, como el de “obra pública”, coincidiendo
generalmente en que la vagancia y otras corrupciones eran antagónicos al
progreso de la monarquía por gravar al Estado de gente inútil, viciosa y sin
ocio.
34
Al respecto, retrata una sociedad indiana decadente en la que reina-
ba la ociosidad, el juego, el lujo y el libertinaje, especialmente en los indios.
Las críticas a la holgazanería nacen en los tratados moralistas de raigambre
escolástica de la primera mitad del siglo XVI, siendo la ociosidad castellana
la que causaba hambre y por lo tanto pobreza, fenómenos que se relaciona-
rán con el de la despoblación conforme avanzaba el siglo.
35
En América, la holgazanería castellana pasa a transmutarse en la con-
dición natural de la ociosidad del indio. Es también durante las primeras
décadas del siglo XVI donde nace esta condición, por una parte, como argu-
mento justicativo de la necesidad de fuerza de trabajo, mientras que, por
otra, porque siendo la ociosidad concebida como un rasgo natural del indio,
es también un pecado capital que había que erradicarlo mediante el trabajo.
36
En la sociedad indiana, la ociosidad, el lujo y los vicios, especialmente en las
mujeres, también son retratados por autores como Campillo en varios pun-
tos de su Nuevosistema, o en la Instrucciónreservada de Floridablanca (1747),
quien proponía erradicar el viejo prejuicio de la afrenta que suponía realizar
trabajos mecánicos o artesanales.
37
Otro de los puntos que aborda Díez Catalán en su “Discurso” es la de-
nuncia sobre la falta de matrimonios, a su vez condicionados por la alcahue-
tería de los padres, quienes perpetuaban los matrimonios por conveniencia,
desviando la vida de los contrayentes al “libertinaje” y la “prostitución”.
38
De
33. Manuel Martín Rodríguez, Pensamientoeconómicoespañolsobrelapoblación.DeSoto
aMatanegui(Madrid: Pirámide, 1984), 117-120.
34. Teodoro Ventura de Argumosa, Erudiciónpolítica.Despertadorsobreelcomercio,agri-
culturaymanufacturas,conavisosdebuenapolicíayaumentodelRealErario (Madrid: s. r.,
1743).
35. Rodríguez, Pensamientoeconómicoespañol..., 52-56.
36. Gorki Gonzales Mantilla, “La ociosidad natural del indio como categoría jurídica
en el siglo XVI”, RevistadelaAsociaciónIUSETVERITAS, n.
o
12 (1996): 136-141.
37. José Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca, “Instrucción reservada que la
Junta de Estado, creada formalmente por mi decreto de este día, 8 de julio de 1787, deberá
observar en todos los puntos y ramos encargados a su conocimiento y examen”, en José
Moñino y Redondo, Conde de Floridablanca, ObrasoriginalesdelCondedeFloridablanca,y
escritosreferentesasupersona, hecha e ilustrada por Antonio Ferrer del Río (Madrid: Atlas,
1952), 221.
38. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 2.
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84
esta manera, al matrimonio correspondía el sostén de la vida familiar y, con
este, de la sociedad y el benecio al Estado. Este retrato social remite a la pro-
blemática originada tras la promulgación de la Pragmática Sanción de 1776
expedida por Carlos III para evitar el abuso de los matrimonios desiguales.
En Quito, como en otros territorios de las Indias, había tenido sus conse-
cuencias en la tendencia hacia el blanqueamiento y la búsqueda de ascenso
social por parte de los sectores especícamente mestizos; mientras tanto, en
las altas clases sociales abundaba una tendencia “casticista” y de preferencia
al matrimonio obligado de acuerdo a los alcances nobiliarios y burgueses de
la sociedad hispanocriolla, siendo esta una dinámica social que se mantendrá
vigente durante la época republicana.
39
No es exclusiva del escritor ilustrado
la tendencia de cuestionar a las mujeres que se prostituían con la mayor fa-
cilidad y desenfado, visión inherente a los cánones del honor familiar, cuya
preocupación básica residía en preservar intachable la castidad de la mujer.
40
El cuestionamiento del clero
La crítica social de Díez Catalán se extiende hacia el relajamiento de las
órdenes religiosas, denunciando a los clérigos, frailes y las monjas quienes,
sin vocación y acreedores de capellanías de sangre, vivían holgadamente en
sus grandiosas haciendas y otras propiedades.
41
Se bosqueja una imagen en
la que los clérigos únicamente se preocupaban por su círculo social, institu-
cionalizado injustamente en los puestos eclesiásticos. El autor plantea que
se apodere el Estado de sus haciendas y otros bienes, con el n de que se
atienda a la fundación de iglesias, monasterios y conventos en cada pueblo,
además de equilibrar la vida económica de los clérigos pobres que estaban
al margen de aquella élite.
No pocos de los autores moralistas que antecedieron a Díez Catalán, ya
denunciaban la relajación de costumbres y los abusos de los integrantes del
Estado eclesiástico, especialmente hacia los indios, y proponían una serie de
medidas para reformar los excesos del clero y reducir la carga administrativa
que estos suponían al Estado. Teodoro Ventura de Argumosa (1743), super-
intendente de las Fábricas Reales y corregidor de Guatemala hacia mediados
39. Bernard Lavallé, “Los colores y el amor: Realidades y engañifas en las parejas
andinas coloniales”, enAmorehistoria:Laexpresióndelosafectosenelmundodeayer,ed. por
Pilar Gonzalbo Aizpuru (Ciudad de México: El Colegio de México, 2013), 171-196.
40. Ann Twinam, “Estrategias de resistencia: manipulación de los espacios privado y
público por mujeres latinoamericanas de la época colonial”, en Lasmujeresenlaconstruc-
cióndelassociedadesiberoamericanas, ed. por Pilar Gonzalbo Aizpuru y Berta Ares Queija
(Ciudad de México: El Colegio de México, 2004), 251-269.
41. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 5, f. 3.
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85
del siglo XVIII, veía, por ejemplo, “muy provechoso, que hubiese menos Clé-
rigos, y numero señalado de ellos”.
42
Entre la literatura apologista de los indios es destacable la obra Noticias
secretasdeAmérica de Jorge Juan y Antonio de Ulloa (1747), cuyo principal
foco de atención y de denuncia era, precisamente, los desórdenes que veían
en la Real Audiencia de Quito. Los marinos españoles manifestaban que los
curas tan solo se preocupaban en formar su caudal, enriqueciéndose sigilo-
samente mediante las limosnas y determinadas prebendas que les exigían de
continuo a los infelices indios.
43
Décadas más tarde el problema de los curas
siguió presente, siendo una cuestión que inquietaba a no pocos proyectistas
con distintos puntos de vista. En la Instrucción de Floridablanca (1787) se es-
tablecía la necesidad de nombrar a obispos y clérigos peninsulares para que
corrijan la deliberada relajación del clero americano.
44
La denuncia del clero americano y los planes por buscar mayor austeri-
dad en el seno de una monarquía languideciente, fueron características re-
formistas que continuaron a nales del siglo XVIII en autores como Victorián
de Villava (1797), scal ilustrado de la Audiencia de Charcas, partidario de
disminuir el número de clérigos y frailes que causaban detrimento al Real
Erario y los intereses del Estado.
45
Dentro de la literatura proyectista con-
temporánea a Díez Catalán, Elsabio Francisco José de Caldas (1805), herede-
ro del esplendor de la Ilustración hispanoamericana, cuestiona no a todo el
clero sino a las altas jerarquías eclesiásticas, armando del provincial, en el
caso de Quito, que era “árbitro de las riquezas de sus hermanos, se apropia
cuanto quiere: tiene rentas cuantiosas, una mesa opulenta, unas porciones
desmesuradas e inútiles”.
46
La imagen de criollos, indios y negros
Durante el siglo XVIII permaneció latente una serie de mentalidades e
imaginarios peninsulares que formulaban no pocos de los estereotipos ha-
cia la naturaleza de los criollos, tales como su vanidad, la desidia y el vivir
42. Argumosa, Erudiciónpolítica.Despertador..., 14.
43. Jorge Juan y Antonio de Ulloa, NoticiassecretasdeAmérica, t. II (Londres: Imprenta
de R. Taylor, 1826 [1747]), 333-347.
44. Conde de Floridablanca, “Instrucción reservada que la Junta...”, 225-227.
45. Para la presente investigación se han utilizado las transcripciones de los docu-
mentos inéditos y originales de Villava hechas por Ricardo Levene. Victorián de Villava,
“Apuntes para una reforma de España sin trastorno del Gobierno Monárquico ni la Re-
ligión”, en VidayescritosdeVictoriándeVillava, ed. por Ricardo Levene (Buenos Aires:
Instituto de Investigaciones Históricas / Peuser, 1946 [1797]), CXX.
46. Francisco José de Caldas, “Viaje de Quito a Popayán”, 1805, enObrascompletasde
Francisco...,523.
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86
a expensas de la herencia de sus antepasados. Asimismo, la respuesta del
grupo criollo, que no era nueva para el siglo ilustrado, fue una postura de
reivindicación de su calidad al alegar su descendencia de los primeros con-
quistadores, la herencia territorial de los grandes imperios precolombinos,
y la puesta en valor de las cualidades naturales y civilizatorias de sus tie-
rras natales, cuestiones que se verían reejadas en una copiosa literatura que
tuvo su auge en el siglo XVII y que continuó durante el XVIII.
47
Aquel juego de pugnas e identidades, ancladas en viejos tópicos, visio-
nes y otros imaginarios sociales entre sí confrontados, representó una guerra
ideológica en la que españoles y criollos justicaban su jerarquía hasta el
punto de la polémica, a n de conservar sus intereses políticos y económicos
en los reinos y provincias de la América hispánica.
48
En efecto, Francisco
Díez Catalán no es ajeno a la observancia del grupo criollo al presentar algu-
nos planteamientos similares para el buen régimen y progreso de la Améri-
ca. Cabe aclarar que, en menor medida, también existió la tendencia de asi-
milar a los criollos como muy cercanos a los europeos e, incluso, superiores a
estos en brío, ingenio y talento, visión heredada por determinados escritores
peninsulares durante el siglo XVIII.
49
Según el proyectista castellano, había que tener cuidado de colocar a los
criollos en los empleos de alto rango como jefes principales de gobiernos,
comandancias, ocinas y obispados. La mejor solución sería enviarlos a dis-
tancia y fuera de la provincia o reino de su nacimiento, puesto que solo de
esta manera solían cambiar de conducta y aplicarse al cumplimiento de sus
deberes.
50
Además, estas circunstancias suponían que las mujeres criollas
acostumbren a contraer matrimonio con los españoles antes que con los de
su misma clase, quienes no aprovechaban de su fortuna generacional y vi-
vían en la misma ociosidad y despilfarro que el resto de sus compatriotas.
51
“Aprecian más a un chapetón pobre que un criollo rico, porque aquel sabe
adquirir bienes con su trabajo, industria y aplicación, y este gastarles y bo-
tarlos sin método ni orden”, armaba con denuedo el proyectista peninsular
acerca de las patricias americanas y sus relaciones matrimoniales con los dos
grupos antagónicos.
52
47. David Brading, OrbeIndiano.Delamonarquíacatólicaalarepúblicacriolla1492-1867
(Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 1991), 306-495.
48. Salvador Bernabéu Albert, Elcriollocomovoluntadyrepresentación (Aranjuez: Doce
Calles, 2006), 43-47.
49. Benito Jerónimo Feijoo, TheatroCríticoUniversal, t. II (Madrid: Real Academia de
Derecho Español y Público, 1781), 376.
50. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 10, f. 10.
51. Juan y Ulloa, NoticiassecretasdeAmérica, t. II,418-419.
52. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, f. 14.
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87
Las proyecciones de Díaz Catalán en cuanto al grupo criollo eran muy
similares a las de José de Gálvez, visitador de Nueva España y ministro de
Indias en tiempos de Carlos III. Un ejemplo de ello se lo puede percibir en
la propuesta de un sistema pionero de meritocracia para ocupar los princi-
pales puestos burocráticos, con particular énfasis en los grados jerárquicos
de la experiencia militar.
53
En el “Discurso” se propone que, para quienes
“alegasen méritos brillantes y los hagan constar, se los pudiera contentar,
librándoles el título de capitulares, que gozasen los honores y preeminencias
del Ayuntamiento de la Ciudad, asistiendo a las estas de tabla y demás
funciones públicas con el Cabildo”.
54
Heredero de los criterios de buena parte de los escritores pro determinis-
tas, Díez Catalán exhibe una visión heterogénea sobre los indios, cuyas des-
ventajas de su ánimo y puerilidades de su actitud, habían inuenciado en el
comportamiento de los criollos. No obstante, el autor es, al mismo tiempo, un
apologista de los indios y un severo crítico de sus deciencias naturales.
55
Se
presenta al indio como patrimonio a la usanza y el capricho de corregidores,
curas doctrineros y demás “mandones” que tenían algún cargo, quienes los
oprimían obligándoles a contribuir con tributos y derechos superuos y fuera
de su capacidad productiva; aparte de contentarles con la relajación durante
las estas y borracheras que no hacían más que endeudarlos y esclavizarlos.
56
En consecuencia, plantea la instrucción en la doctrina religiosa y en la len-
gua castellana para los indios, no sin antes advertir la conveniencia de que vi-
van vinculados a los demás grupos sociales, ya que, de otro modo, “el idioma
del Inca” que conservaban les hacía permanecer en un estado de barbarismo
e incivilización. Este último punto se asemeja a las ideas ya esbozadas en la
obra de Campillo (1743) cuando proponía que se difunda en toda la pobla-
ción de indios, tanto el traje como la lengua española.
57
Los proyectistas del
siglo XVIII habían prestado una interesante preocupación por regular el lujo
y la moda de los habitantes de toda la monarquía hispánica, guiados por el
interés de fomentar el consumo de los géneros nacionales en todos los grupos
sociales. De esta manera, Gándara (1762) manifestaba la conveniencia de que
los indios ricos “vistan a la castellana y de géneros españoles”.
58
53. José de Gálvez, “Discurso y reexiones de un vasallo sobre la decadencia de nues-
tras Indias Españolas”, 1760. AGI, fondo Estado, leg. 86a, f. 123.
54. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, f. 14.
55. Francisco Díez Catalán, “Relación del miserable estado de aquella Provincia”,
Quito, 21 de marzo de 1803. AGI, fondo Quito, leg. 397, . 1-6.
56. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 12, . 7-8.
57. Conde de Floridablanca, “Instrucción reservada que la Junta...”, 137-138.
58. Manuel Antonio de la Gándara, Apuntessobreelbienyel maldeEspaña (Cádiz:
Imprenta de Lema, 1813 [1762]), 159.
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88
El problema de los indios fue muy debatido entre los intelectuales pro-
yectistas. Unos simplemente exhibían una actitud acusadora contra el mal-
trato que aducían, mientras que otros debatían más a fondo esta problemá-
tica y se enmarcaban en una postura proteccionista y utilitaria. En los indios
había que poner el mayor cuidado y aplicación para redimirlos en favor de la
monarquía, cuidando sus privilegios e instruyéndolos en las artes y ocios, a
n de favorecer su proceso civilizador, siempre desde una perspectiva colo-
nialista. Los indios, como decía Campillo, eran “el gran tesoro de España”.
59
No faltaron los severos reformistas a nivel jurídico que buscaban la extir-
pación de abusos en las Indias mediante el cumplimiento de las leyes y el
establecimiento de nuevos reglamentos; el mismo proyectista Gándara, por
ejemplo, planteaba una nueva legislación indiana en la cual el indio tenía un
lugar preponderante al ser considerado como un sujeto útil, laborioso, de
gran capacidad para imitar, a pesar de que les hayan tomado como bárbaros
y semiesclavos a aquella valiosa “mina de hombres”.
60
Entre los proyectistas peninsulares más signicativos del último decenio
del siglo XVIII en cuanto al problema del indio, y que inuenciaría especial-
mente al ala criolla liberal, merece una especial atención el “Discurso sobre
la Mita de Potosí” de 1793 del scal zaragozano Victorián de Villava, quien
sostenía que el trabajo en la mita y sus benecios no habían supuesto la felici-
dad de la monarquía hispánica desde los tiempos de Felipe II, considerando a
la mita como una completa esclavitud forzada, innecesaria para el indio, que
poco o nada beneciaba al Real Erario sino a los intereses de unos pocos.
61
En los primeros años del siglo XIX el problema del indio siguió tan en-
cendido como en los anteriores siglos. Un ejemplo de ello es el obispo de
Michoacán, quien hace un alegato de los indios y los castas al denunciar el
estado de indigencia, miseria, falta de moral, instrucción y modales en que
estos se hallaban, producto, en parte, del odio y la rivalidad entre estos gru-
pos y su alianza con los criollos, a n de rechazar a los españoles peninsula-
res.
62
Francisco José de Caldas, por su parte, mantiene el imaginario de bar-
barismo hacia los indios describiéndolos como supersticiosos, holgazanes y
dados a la embriaguez. No obstante, bosqueja un sentimiento paternalista
en defensa de los indios ante la opresión de curas y corregidores y, al mismo
59. José del Campillo y Cosío, NuevosistemadegobiernoeconómicoparalaAmérica (Ma-
drid: Imprenta de Benito Cano, 1789 [1743]), 54.
60. Gándara, Apuntessobreelbien..., 153-154.
61. Victorián de Villava, “Discurso sobre la Mita de Potosí”. En Vidayescritos..., XXXII.
62. ColeccióndelosescritosmásimportantesqueendiferentesépocasdirigióalgobiernoD.
ManuelAbadQueipo,obispoelectodeMichoacán (Ciudad de México: Ocina de Mariano
Ontiveros, 1812 [1800]), 152.
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tiempo, exalta las ruinas y monumentos de las civilizaciones precolombinas,
voz ya denida por los escritores criollos desde el siglo XVII.
63
Si Díez Catalán se escandalizaba por el maltrato y abatimiento absoluto
hacia los indios, le extrañaba, sin embargo, que la sociedad prestase más aten-
ción y aprecio a los negros esclavos, quienes “se guardan por superiores y mi-
ran a los indios y los tratan como a sus ínmos sirvientes”.
64
Para este proyec-
tista, los negros esclavos no tenían más valor que el de proporcionar su trabajo
útil a las provincias para el cultivo de tierras, elaboración de minas, ocios y
el poblamiento en los dilatados campos. A los esclavos, mulatos y zambos,
había que darles los medios laborales sucientes, con un jornal proporcionado
y cómodo, a n de que alcancen a suplir las modestas necesidades propias de
su condición. Así, habría que “hacer constar primero que sabe arte u ocio, o
que tiene por sí medios con que pueda subvenir a su total existencia”.
65
Diez Catalán admite que ha observado que los esclavos liberados vivían
en la miseria y, por lo tanto, expresaban su inclinación por volver a su an-
terior estado de esclavitud. Este tipo de propuestas se relaciona con la exal-
tación ilustrada por inocular en las clases populares la instrucción en los
ocios y la utilidad que esta aplicación suponía en cuanto a la producción y
el bienestar del Estado. La situación de los negros esclavos también fue un
tema de interés entre los escritores proyectistas de vanguardia, aunque no de
tanta envergadura como la de los indios. En la mayoría de los casos se ma-
niesta una actitud proteccionista y civilizatoria al igual que los indios, pero
sin necesidad de reivindicarlos. Para Argumosa, la igualdad entre las gentes
era impracticable, pero lo que sí era factible era la necesidad de sancionar y
controlar la crueldad de los amos hacia sus esclavos, cuidar de estos en la
vejez y la enfermedad, darles educación, especialmente a sus hijos. Para esto,
proponía seguir el ejemplo de Luis XIV y su CódigoNegro.
66
Población del territorio y recursos humanos
En la primera mitad del siglo XVIII, la crisis de la monarquía hispánica
es relacionada con el fenómeno de la despoblación en autores como Soria,
Campillo y Estrada atrayendo, décadas más tarde, al cuestionamiento hacia
aquella hipótesis en proyectistas como Ward, Campomanes o Niux quienes
daban un punto de conexión dialéctica entre la población y la ocupación,
63. Francisco José de Caldas, “Viaje al corazón de Barnuevo, mayo de 1804”, en Obras
completasdeFrancisco..., 437-474.
64. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 13, f. 7.
65. Ibíd., punto 14, f. 8.
66. Argumosa, Erudiciónpolítica.Despertador..., 66-79.
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90
y otros factores económicos, a pesar de que casi todos compartían el senti-
miento de despoblación.
67
Asimismo, no faltaban aquellos escritores adeptos a pensar que el proce-
so de colonización de América había originado la ruina de España. A la par,
se observa la tendencia de alentar el aumento de habitantes en América por
medio de los extranjeros. Mejorar las condiciones agrícolas de los territorios
de la monarquía, suponía adelantar la calidad de vida de sus habitantes por
medio del aumento de la población, quimera esencial de buena parte de los
proyectistas. Si había población suciente, la ocupación de estos se garanti-
zaba mediante su trabajo en el cultivo, las fábricas y manufacturas.
Por su parte, Díez Catalán no admite que la transmigración de los penin-
sulares hacia América haya causado la ruina de su propia población, siendo
este un viejo prejuicio que se observaba en algunos proyectistas. Al contra-
rio, aquella circunstancia habría aumentado el género humano de los que
se quedaron en las tierras europeas. Sin embargo, plantea que no conviene
que se siga enviando pobladores nacionales hacia América, a excepción de
Galicia por su dilatada población, fenómeno que habría causado perjuicio a
la industria y a la agricultura de sus tierras, mal cultivadas y distribuidas.
68
Asimismo, la postura extranjerizante del autor se la evidencia dentro de
su propuesta de poblar algunas provincias de América con extranjeros cató-
licos, pero evitando que lleguen a modo de colonias, sino que sería preferible
que vengan dispersos con el objeto de hacerse del carácter de los america-
nos y las circunstancias del continente. Este n se lo lograría por medio el
matrimonio con los locales de cada territorio indiano “para estimular estos
enlaces con los extranjeros, y extinguir con más brevedad su idioma, y que
se avengan con más facilidad a nosotros...”.
69
No era original esta tendencia extranjerizante, puesto que, hacia la se-
gunda mitad del siglo XVIII, escritores peninsulares como el abate Manuel
Antonio Gándara ya proponía que en las Indias se establezcan colonias de
extranjeros católicos, siguiendo la corriente de aumentar la población en
América con el objeto de adelantarla del estado en que se encontraba.
70
En
cuanto a las propuestas encaminadas a establecer la explotación de otros
productos agrícolas, de los reformistas del siglo XVIII quien más se aproxi-
ma a Díez Catalán es Campillo, quien había sugerido que los ramos de lino
y cáñamo, trabajados por mujeres indias, debían ser fomentados en América
a nivel general.
71
67. Rodríguez, Pensamientoeconómicoespañol...,61-72.
68. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 15, f. 8.
69. Ibíd., punto 9, f. 16.
70. Gándara, Apuntessobreelbien..., 130.
71. Campillo, Nuevosistemadegobierno..., 122.
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91
De modo similar, el proyectista soriano, dedica un punto exclusivamen-
te sobre el comercio de Quito, proponiendo que se instauren los ramos del
cultivo de lino y de cáñamo para su correspondiente exportación. El autor
insistía en que el lino se producía mucho y de buena calidad por el tempe-
ramento de la provincia de Quito, pero hasta ese momento solo sembrado
en Latacunga y simplemente utilizado su linaza en el aceite de los obrajes.
72
En esta propuesta se observa la inuencia de los escritos ilustrados de
la Sociedad Económica de Quito. En sus Estatutos se establecía un apartado
referente a la industria y el comercio, cuyo principal interés era refundar la
industria textil que en el antaño Quito había orecido. Para tal n, se pro-
ponía fundamentalmente restablecer el comercio de los paños en el Perú y
la creación de una compañía de paños y otra de bayetas en la provincia de
Quito; “enseña la experiencia que el genio de los Quiteños es despierto y
apto para todo género de manufactura”.
73
pensamiento eConómiCo y ámbito de aCtuaCión:
antimonopolios, instruCCión e intendenCias
Los estancos eran uno de los temas que obsesionaban a los proyectistas
del siglo XVIII y la primera década del XIX con divergencia de propuestas.
Hubo quienes eran partidarios de la liberalización de la venta del tabaco, la
sal y el aguardiente, sin trabas ni intermediarios (Argumosa, 1743), los que
propugnaban por un mayor control de los ramos (Campillo, 1743) y quienes
planteaban su eliminación completa (Abad, 1800). De acuerdo al escrito de
Díez Catalán, el estanco del aguardiente, la variedad de su producto en mez-
clas y derivados, y su excesiva libertad comerciable y consumible entre el
pueblo, eran factores sucientes para reformar el control estatal. Se proponía
que el aguardiente se destine únicamente a su exportación legal y controlada
ya que, de otro modo, los únicos beneciaros de aquel ramo habían sido los
hacendados que controlaban la caña, los trapiches, ingenios y alambiques,
en estrecha alianza con el delito de contrabando, perjudicando enormemen-
te a la Real Hacienda.
74
Por lo tanto, o bien había que extinguir completamente este ramo, o bien
usarlo de modo muy limitado puesto que, según el autor, la variedad de esta
72. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 25, f. 16.
73. Natalia Hallo, “La Sociedad Económica de los Amigos del País de Quito: Trans-
cripción documental de sus estatutos”,Procesos.RevistaEcuatorianadeHistoria, n.
o
28 (II
semestre 2008): 109-111.
74. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 20, f. 13.
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92
bebida era la causa principal de muerte, y mejor había que prestar atención
hacia “otros frutos” de la caña, puesto que este recurso se producía de manera
natural y de excelsa calidad en todas las regiones cálidas de la América.
75
La
postura de Díez Catalán en cuanto a los diversos tipos nocivos de aguardiente
que se bebían en América, proviene de una de las atribuciones que establecía
el sistema de Campillo sobre las visitas generales, en la cual se estipulaba que
en las Indias era preferible “no permitir otros licores fuertes que los que vayan
de España”.
76
En cuanto al tabaco, puesto que su producción era también natural e
imposible de contenerla, si se mejorase su calidad superaría con creces al de
Virginia o del Brasil, circunstancia que haría posible extender su comercio
hacia toda América, la península ibérica y el resto de Europa, no sin antes
proteger su cosecha y liberar su comercio en las provincias donde se cultiva,
pagando cierto derecho en su transporte y extracción.
Díez Catalán, antimonopolista y apegado al neomercantilismo, argu-
mentaba con plena claridad la conveniencia que traería la eliminación de los
estancos, tomando el ejemplo de Nueva Orleans como modelo a seguir: “si
no hubiera Estancos no habría contrabandistas y se excusaban sus guardas,
resguardos y rondas, la población se aumentaría, la agricultura orecería y
el comercio sería activo, más frecuente y estaría más pujante”.
77
Entre nales del siglo ilustrado y la primera década del XIX, varios escri-
tores proponían el fortalecimiento y la creación de otros ramos en América.
Caldas, por ejemplo, habiendo sido discípulo de Mutis y participado en la
Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, escribió una Memo-
ria sobre la importancia del cultivo de la cochinilla en el virreinato, a n de
emular los benecios económicos que daba esta especie en Nueva España.
Asimismo, otro de sus proyectos sugería connaturalizar en Nueva Granada
la vicuña del Perú y Chile, instando al cuidado de esta especie y al conse-
cuente transporte y comercio de sus productos hacia otros territorios.
78
Artes, ocios e instrucción
En primer lugar, el proyectismo económico de Díez Catalán establece
que, aun cuando la monarquía hispánica se extendía en los territorios más
fértiles del Nuevo Mundo, los portugueses, franceses, ingleses y “anglo-
75. Ibíd.
76. Campillo, Nuevosistemadegobierno..., 56.
77. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 22, f. 15.
78. Francisco José de Caldas, “Memoria sobre la importancia de connaturalizar en
el Reino la vicuña del Perú y Chile”, Santa Fe, 12 de mayo de 1810, enObrascompletasde
Francisco...,323-333.
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93
americanos” conservaban a sus colonias bien pobladas, cultivadas y fructí-
feras “por solo la forma de gobierno que se han propuesto”.
79
El proyectista
castellano recoge la herencia de la generalidad de los reformistas del siglo
dieciocho, quienes eran propensos a tener una idea poco alentadora de una
monarquía hispánica envuelta en crisis que parecían interminables, y siem-
pre en desventaja de los progresos en el comercio de sus vecinos rivales. El
problema, según Díez Catalán, radicaba en variar de sistema, pero no en el
sentido de cuestionar el régimen monárquico ni aproximarse a un liberalis-
mo político, sino que toma el ejemplo de las otras potencias en materia de
política económica, no sin antes dar los primeros pasos al tenor de los viejos
proyectistas: la educación de los súbditos, la corrección de sus costumbres
naturales y la total inducción de estos al trabajo, a n de sacar provecho
“para sí [mismos] y para el Estado”.
80
Tomando en cuenta el ambiente en el que vivió Díez Catalán en sus años
como administrador de Temporalidades en Quito, es muy probable que haya
sido inuenciado por los Estatutos de la Sociedad Económica de los Amigos
del País de Quito de 1792. En materia económica, su “Discurso” recoge algu-
nas ideas similares que se encuentran entre las atribuciones de la Comisión
de la Agricultura y Economía Rústica de los Estatutos. Allí se expresaba la
preocupación hacia el indio en cuanto a las causas de la disminución de su
población, y la necesidad de que esta se multiplique, puesto que aquellos
eran los operarios principales de las artes y ocios mecánicos de toda Amé-
rica. Asimismo, se convenía en darles educación e instrucción mediante la
fundación de escuelas de primeras letras, enseñarles algunas ciencias y artes,
el establecimiento de seminarios para los hijos de caciques y la creación de
hospitales en sus poblados.
81
Intendentes de policía económica
Hacia los años en los que Díez Catalán escribe su “Discurso”, las intenden-
cias indianas estaban en un estado de verdadera crisis por causa de un excesi-
vo burocratismo, el choque de atribuciones entre los intendentes y otras altas
autoridades, y las nuevas redes clientelares que comúnmente se entretejían.
82
En efecto, un año después del “Discurso” de nuestro autor, se esbozaron unos
lánguidos esfuerzos por reformar aquel sistema de intendencias por medio de
la Ordenanzageneralde 1803. A pesar de todas las ordenanzas que se expidie-
79. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 47, f. 26.
80. Argumosa, Erudiciónpolítica.Despertador..., 8.
81. Hallo, “La Sociedad Económica...”, 107.
82. Luis Navarro García, IntendenciasenIndias (Sevilla: Escuela de Estudios Hispano-
americanos, 1959), 105-114.
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ron en dos décadas de vida de las intendencias, la amplitud de sus propósitos
fueron en verdad una utopía que creaba más dicultades contraproducen-
tes a sus verdaderas intenciones.
83
Díez Catalán propone, más que un punto
original o novedoso, una reforma al régimen de las intendencias. Expone en
su “Discurso” la necesidad de establecer intendencias de policía económica,
siguiendo el modelo inglés en el gobierno de sus colonias americanas. Plan-
tea que las nuevas intendencias deben seguir, a parte de las atribuciones de
policía típicamente ilustrada (fomento de la agricultura, producción, fábricas,
industrias), las facultades de velar por las costumbres del pueblo a la manera
de los censores de la Antigua Roma. Esto es, observar las moresmaiorum.
84
Estas nuevas atribuciones suponían, de acuerdo al proyecto del escritor
castellano, “indagar e instruirse sagaz y prudentemente por [mejora] de la
vida, costumbres y estado de cada individuo del distrito, departamento o
provincia que se les asignare y buenamente del caudal y bienes que goza o
posee calidad y circunstancias”.
85
El nexo entre el derecho privado y el dere-
cho público es lo que pretendía el escritor proyectista con aquellos intenden-
tes “censores”, al hacerles partícipes empíricos de su cargo. En las funcio-
nes del nuevo intendente acaecían las distintas corrientes del pensamiento
ilustrado del anterior siglo. Así, se observa su postura neomercantilista en
cuanto a las obras de carácter público, industrial, educativo y correctivo. Y,
por último, expone algunas ideas agraristas de los ilustrados españoles de
la segunda mitad del siglo XVIII, quienes se fundamentaban en proyectos
agrícolas, pero sin desdeñar el fomento de la industria.
86
ConClusiones
El proyectismo es el género de la Ilustración hispánica. Estos escritos
contenían los grandes conocimientos en materia de política económica de
varias generaciones que venían desde los más inuyentes novatores, ilus-
trados y reformistas del siglo XVIII, reapareciendo en los primeros años del
XIX. El texto proyectista americano tiene su importancia en la medida de
ofrecer cierta visión sobre el estado de una determinada región, y hasta un
enfoque pro cientíco para resolver sus problemas más complejos.
83. Antonio Domínguez Ortiz, CarlosIIIylaEspañadelaIlustración (Madrid: Alianza,
1988),272.
84. Francisco Pina Polo, “Mos Maiorum como instrumento de control social de nobili-
tas romana”, RevistaDigitaldelaEscueladeHistoria3, n.
o
4 (2011): 73-77.
85. Díez Catalán, “Discurso sobre el estado...”, punto 27, . 17-18.
86. Rodríguez, Pensamientoeconómicoespañol..., 185-186.
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95
Díez Catalán es un proyectista tardío, un ilustrado desfasado de tiem-
po y un cuasi liberal, a tal punto que, si hubiese nacido en una generación
anterior a la suya, sus escritos habrían dado una mayor repercusión en los
círculos de poder hispánico. El autor desarrolla su proyecto en sintonía con
el neomercantilismo y los albores del primer liberalismo hispánico.
De acuerdo a su “Discurso”, Díez Catalán va de la línea de aquellos es-
critores que preferían mantener la distancia con los criollos al evocar aque-
llos peculiares imaginarios que los catalogaban más como una carga que
como un grupo saludable a la monarquía, a pesar de su cercanía con ciertos
criollos quiteños. En cuanto a los indios, aun cuando mantenía una idea de
barbarismo, vicios y bajas costumbres sobre aquellos, podían superar tales
defectos, siempre y cuando se liberen del patrimonio de corregidores y curas
que los mantenían en un estado miserable. El negro adquiere, en cambio,
un valor completamente utilitario y de menor categoría que los indios, un
grupo cuyos miembros podrían sumirse en la más absoluta decadencia si
previamente no se les daba instrucción.
Por otra parte, mediante el “Discurso” se ha problematizado sobre los
fenómenos de población, despoblación y repoblación que habían tenido dis-
tintas perspectivas entre los ilustrados y los economistas proyectistas en el
siglo XVIII, con la visión relativamente general de que el fomento de la po-
blación en las Indias podría asegurar el avance de sus provincias, la felicidad
pública y en benecio de la monarquía. No obstante, en algunos proyectistas
como Díez Catalán, se observa una corriente alejada del poblacionismo clá-
sico al pretender más la felicidad de los súbditos que el benecio del Estado,
mediante el equilibrio poblacional, no sin antes plantear los medios para dar
ocupación a los habitantes.
Dados los resultados del presente estudio, se puede concluir que el es-
critor castellano mantuvo cierta conexión intelectual con los proyectistas
peninsulares y americanos de su época. Cuestiones como su aportación a
los planes del camino que una a Quito con el Pacíco y su propuesta sobre
las intendencias de policía para que los nuevos funcionarios velen por las
buenas costumbres de los súbditos, demuestran que Díez Catalán fue un
sujeto clave durante el Gobierno del presidente Héctor Luis de Carondelet
en la Real Audiencia de Quito, a pesar de su postura contradictoria en la pro-
puesta del camino a Esmeraldas. Sin embargo, hacen falta más investigacio-
nes posteriores en las que se dena toda la trayectoria de Díez Catalán y su
relación con las élites criollas y los funcionarios quiteños durante el primer
decenio del siglo XIX.
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anexo
Transcripción (extractos)
Francisco Díez Catalán, “Discurso sobre el estado actual de la América”, Quito, 21
de septiembre de 1802. Archivo General de Indias (AGI), fondo Quito, legajo 397.
El Administrador principal de las temporalidades de Quito dirige a V.e. un Dis-
curso, manifestando el estado actual de la América, el fomento que puede dársela en
población, agricultura, y comercio con el establecimiento de Intendencias [de] policía
económica gubernativa para sus progresos, y aprovechamientos de todos sus pro-
ductos. [...] Quito 21 de septiembre de 1802.
5. Los Conventos poseen Haciendas pingues y grandiosas, que solo enriquecen
a los Prelados que mandan sin tener vida común las Iglesias pobres y los conventos
arruinándose, que fueron magnícas y grandes en el establecimiento primero de su
fundación, los demás religiosos carecen del preciso sustento y de los hábitos decentes
si no los buscan por arbitrios impropios del instinto que ignoran cuando toman el
hábito [...]
10. Una de las circunstancias más esencialísimas, y precisas para el buen régi-
men de la América, y lograr sus progresos después de lo que se acaba de exponer, es
no acomodar a los Criollos en los empleos de primera clase como jefes principales
de Gobiernos, Comandancias, Ocinas, ni tampoco de Obispos [...] y en el caso de
emplearlos, y que sus méritos, habilidad y aptitud los hagan acreedores a obtener-
los, que se les conera a distancia y fuera del Reyno de su nacimiento donde suelen
mudar de genio y calidad, ser más activos y celosos de su conducta, y estimularse al
cumplimiento de sus deberes [...]
12. Los Indios patrimonio común de los Corregidores, y de los Curas doctrine-
ros, se hallan por lo general muy pensionados y abatidos, así por el servicio a unos y
otros, que les hacen trabajar para su provecho, como porque los oprimen con grave-
las y festividades, que para su contribución los obligan y les permiten ciertos abusos
y tolerancias contra las leyes, la humanidad y contra la religión, que recaen y acaban
en borracheras [...]
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13. El mantener a los Indios reducidos en Pueblos separados e independientes
del trato común, y enlace con los que se nombran Españoles, conservándolos en su
idioma natural (aunque está mandado lo contrario) ocasiona existir bárbaros, torpes
y en el concepto de incapaces, que no lo son para su provecho particular como lo
acreditan los ocios y artes que ejercen con primor los que instruidos se aplican, de
que no usaban en el tiempo de la gentilidad; asimismo que en las tretas y malicia di-
manada de la desconanza que es total por el desprecio y abatimiento absoluto con
que generalmente son tratados [...]
14. No debiera permitirse dar la libertad al esclavo sin hacer constar primero que
sabe arte u ocio, o que tiene por sí medios con que pueda subvenir a su total existen-
cia sin perjuicio ni gravamen de los demás individuos, ni expuesto a los vicios y deli-
tos que ocasiona la necesidad y acarrea el ocio. He visto a muchos de estos perecer de
miseria y confesar la necesidad de su esclavitud por la sujeción, porque no se aplican
a cosa útil, y por último porque en el Amo tienen el todo para la vida humana.
16. Pudiera ser útil y ventajoso poblar parte de algunas Provincias de América
de extranjeros católicos, que divididos pudieran con brevedad hacerse al carácter
nacional diverso que el de las demás Potencias que siempre conservarían el espíritu
nativo en el caso de establecerlos reunidos los de cada lengua, y como en su concepto
el gobierno Español es rígido, pudiera tener consecuencias funestas en estos Países
remotos e inmersos por el más débil motivo de descontento o desconanza; disper-
sos tomarían enlaces con los nacionales por medio del matrimonio y asociaciones [...]
22. Son dos renglones el Tabaco y el Aguardiente de Caña en el actual estado de
prohibición, muy contrarios a la población, a la agricultura y al comercio. Su contra-
bando es inextinguible por muchas penas que se imponga de nuevo a más de las es-
tablecidas, por los más juicioso arbitrios que se tomen, y aunque se pongan ejércitos
de guardas, rondas y resguardos; los que tienen asoladas muchas Casas, aniquiladas
muchas familias, despobladas las Provincias y yermas las tierras, que no se les oculta
a los que con mediana reexión miran estos Países; sus estancos podrán no tener tal-
vez tan fatales consecuencias en España de que he oído bastantes, más en la América
son muy perjudiciales para que pueda progresar [...]
25. Por escribir en Quito no me contraigo únicamente para el concepto de este
discurso a su Provincia aunque muy atenuada, exhausta y arruinada por los frecuen-
tes Temblores y fuertes terremotos que la asolan, pero es más por la disonancia y
discordia de sus moradores confundidos en pleitos de que puede informar la Real
Audiencia, y por el libertinaje y abandono en que viven, sin querer desprenderse
de los hijos que viajen a las Provincias contiguas, ni aun separarlos de la Casa que
habiéndolos procurado persuadir lo bastante para que varíen de sistema y se sacu-
dan de su indolente inacción, proponiéndoles arbitrios, medios y método que han
confesado útiles unos y otros impracticables, ninguno han aceptado ni han pasado a
su especulación en parte necesitan de mucha corrección y de un tesón superior que
los haga acceder. El Cultivo del Lino y Cáñamo los pudiera ser útil según el tempe-
ramento, en las Provincias templadas se daría bien, por la contra el Algodón no se
produce bueno porque carece del clima ardiente, que es el que requiere su calidad
superior el de los partidos de Quito no es bueno por faltarle el calor constante que
necesita; el Lino se produce mucho, y bien hacia el partido de Tacunga, que es donde
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parece se ha sembrado hasta ahora, sin otro destino ni más interés que el de la linaza
para el Aceite, que emplean en los Obrajes por no pasar al demás benecio que ya
les causa trabajo de más cuidado y constancia se ignora la calidad de su hebra; el cá-
ñamo no lo conocen, pudieran ser dos ramos considerables de comercio haciéndolos
transportar a España.
27. Para remedio de los males indicados, los que se ineren y de los que no se
expresan ocurrir a la enmienda y cortar de raíz su causa, se requiere un golpe decisi-
vo, una determinada resolución y un conocimiento perfecto de la cosa, que a algunos
les parecería inútil, ineciente o inasequible, y no hallo otro que el establecimiento
de Intendencias de policía económica a la manera que los Ingleses los tienen en sus
colonias americanas, y al tenor de lo que los Romanos llamaban Censores, que ve-
laban sobre las costumbres del pueblo, que ponían un freno muy saludable sobre el
libertinaje, y al que se separaba de su Ocio [...]
47. La fertilidad del País, sus producciones, las minas, la situación y el clima
benigno, son las ventajas que se deben preferir para su comercio lustrativo, estas cir-
cunstancias las hay en la mayor parte de nuestra América, pero para lograr felizmen-
te su utilidad pende en el sistema de gobierno que se debe entablar, he dicho y repito,
que nadahemosadelantadoaloqueestablecieronlosprimerosconquistadores, y contra lo
que estamos experimentando en nuestros vecinos contrarios y enemigos de lo que
poseemos, los Portugueses, Franceses, Ingleses y Anglo-americanos [...]
Quito, 21 de Septiembre de 1802.
Francisco Díez Catalán (rma)
Transcripción: Santiago Paúl Yépez Suárez
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