Procesos 49, enero-junio 2019212
ofrece un contexto en el cual las imágenes se convirtieron en la pieza central
en la tarea de ver, conocer y poseer la naturaleza durante el siglo XVIII. Las
ilustraciones botánicas no fueron producto exclusivo de un interés local por
retratar la naturaleza, ya que respondían a las exigencias de la monarquía
y a las expectativas de botánicos europeos. Así como no es posible denir
en ellas las fronteras entre lo local y lo global, para estudiarlas es necesario
superar las divisiones entre la historia a secas y la historia del arte. Como
muestra la autora, las imágenes se convirtieron en el elemento que articuló
política, ciencia y arte, de allí que la primera no pueda valerse exclusivamen-
te de lo escrito ni la segunda, guiarse solo por criterios estéticos. El imperio
visible es un ejemplo excepcional que nos obliga a apreciar en las imágenes
fuentes imprescindibles para conocer el pasado, su estudio demanda ele-
mentos críticos que permitan contextualizarlas y valorarlas. Tal vez, como
en este caso, nos sorprendamos al encontrar una dependencia desmedida de
los cientícos en la labor de los artistas.
Kelly Johanna López Roldán
Universidad Nacional de Colombia
Ángel emilio Hidalgo. sociabilidad letrada y modernidad en guayaquil
(1895-1920). qUito: Universidad andina simón Bolívar, sede eCUador
/CorPoraCión editora naCional, 2014, 48 PP.
DOI: http://dx.doi.org/10.29078/rp.v0i49.744
Este libro es un interesante estudio sobre la emergencia de dos tipos de
sociabilidad letrada en un contexto de cambios, en la ciudad de Guayaquil a
partir de 1895. Estos cambios tienen que ver con los intentos de las élites por
transformar la ciudad-puerto en una urbe moderna durante el período libe-
ral, etapa conocida también como la primera modernidad ecuatoriana. En
Guayaquil este proceso está marcado por nuevas prácticas en los distintos
estratos sociales, producto del impulso económico generado por la comer-
cialización del cacao en el mercado internacional.
Para el autor, en Guayaquil se pueden apreciar nuevas dinámicas no solo
en el ámbito de las prácticas políticas, como la búsqueda por transformar la
ciudad al estilo de las principales urbes europeas; o sociales, producto de la
migración tanto desde otros espacios costeros como de la Sierra. En el ámbito
cultural también surgieron cambios al interior de los movimientos ilustrados,
ya que surgieron dos nuevas formas de sociabilidad, que el autor considera
modernas, en las que sus gestores dan un paso importante al comenzar a des-
marcarse de lo político para intentar inuenciar en la sociedad desde su posi-
Procesos 49, enero-junio 2019 213
ción netamente intelectual. Estas sociabilidades, cuyos integrantes provenían
de diversos orígenes sociales y económicos compartían el interés por el cono-
cimiento letrado y reproducían los ideales de educación y progreso intelectual
La primera de estas sociabilidades tiene características más propias de
las sociedades de pensamiento surgidas en el siglo XIX, es el caso de los ate-
neos, donde el papel del intelectual es todavía ambivalente; es decir, por un
lado, cumple su rol como escritor creativo y, por el otro, es un actor público
activo. El autor pondrá especial atención en el Ateneo Olmedo. El segundo
tipo de sociabilidad tiene que ver con los poetas modernistas que se aislaron
en una especie de “individualismo reactivo”. Dichos intelectuales prerieron
no intervenir en la esfera pública. Las sociabilidades en las que se agruparon
dieron paso a revistas literarias como América Modernista y Renacimiento que
son analizadas por el autor.
A juicio de Hidalgo, estas sociabilidades letradas fueron dos maneras
distintas de incorporarse a la modernidad ilustrada. Pese a ello, no se opo-
nen entre sí, sino que se complementan porque sostienen y concretan dife-
rentes trayectorias de la modernidad cultural.
En el primer capítulo se analiza la ciudad de Guayaquil entre 1895 y 1920
en relación con las prácticas de civilidad y los discursos modernos. Hacia el
inicio de este período empieza una oleada migratoria en busca de nuevas
oportunidades laborales, producto del denominado “boom cacaotero”. Esto
genera que la ciudad se convierta en un espacio de contrastes entre los sec-
tores donde se produce acumulación de capital que da lugar al surgimiento
de una burguesía comercial y bancaria; y los sectores populares donde se
luchaba para sobrevivir en condiciones bastante duras.
En este contexto las élites políticas y económicas se dieron a la tarea de
modernizar y civilizar la ciudad. Surgen así, desde la oligarquía, los me-
canismos de control social, como fue el caso de los proyectos higienistas.
Acciones que, a juicio de Hidalgo, se orientaban a “domesticar al sujeto y ha-
bitante de la ciudad”. La nueva ciudad que se está pensando está compuesta
de elementos simbólicos y materiales que son parte de una sinergia entre
orden y progreso. Todo este proceso está inspirado en las principales nacio-
nes europeas, en especial en Francia. Se contrataron arquitectos, ingenieros y
planicadores nacionales y extranjeros para diseñar esta nueva ciudad lue-
go del incendio de 1896. Entre las medidas adoptadas en este proceso de
modernización destaca la utilización de las conmemoraciones históricas que
produjo el mejoramiento de plazas y vías públicas, cuya planicación estu-
vo a cargo de la Junta (patriótica) de Embellecimiento. Otra de las medidas
tenía que ver con la regulación en el uso de los espacios y la regulación de
ornato y construcción. Si bien no todos los proyectos llegaron a concretarse,
Procesos 49, enero-junio 2019214
la sola planicación da cuenta de cómo las élites están luchando por insertar
la ciudad de Guayaquil en la modernidad.
El segundo capítulo está dedicado al análisis del primer tipo de sociabili-
dad que surge en este proceso de cambios e intentos de modernización de la
ciudad: los ateneos. Según el autor, la aparición del intelectual como sujeto au-
tónomo, separado de la política, corresponde a una nueva etapa en el predo-
minio del capital con una nueva división del trabajo que “impone la búsqueda
de especialización y profesionalización del saber letrado”. En el Ecuador esto
signicó la aparición de espacios y prácticas de sociabilidad que surgieron a
la par de los procesos de modernidad política, económica y cultural. Destaca
entre estos espacios de sociabilidad el Ateneo Olmedo de Guayaquil.
Los ateneos fueron centros literarios donde personas se reunían para el
cultivo de las “bellas letras”, con el propósito de alcanzar reconocimiento y
legitimidad públicas. Fueron asociaciones voluntarias que formalizaban re-
laciones de amistad e intereses comunes entre sus miembros, por medio de
estatutos y directivas, además de la realización de actividades públicas. Se-
gún Hidalgo, aquí se produjo una suerte de tránsito desde las sociabilidades
privadas, propias de círculos burgueses que se reunían en casas particulares;
hacia nuevas formas de asociación que sí se interesaban en participar activa-
mente en la esfera pública. En este sentido, Hidalgo arma que los ateneos
fueron un aporte en el proceso de construcción de la nación, porque contri-
buyeron a fomentar una conciencia cívica nacida de las élites de intelectuales
que entraron en diálogo con los intereses ideológicos del Estado.
El Ateneo Olmedo contaba en principio con unas 70 personas entre las
que se encontraban comerciantes, hacendados, médicos, periodistas, bi-
bliólos, fotógrafos, abogados y profesores. Estaba abierto a la inclusión de
nuevos integrantes, bajo ciertos requisitos y formalidades previamente de-
nidas. Entre sus integrantes también existía heterogeneidad en cuanto a la
edad y pensamiento político, es decir, había viejos y jóvenes, conservadores
y liberales. Realizaba actividades públicas en las que existía un interés por
demostrar el aprecio que se tenía por las artes, en especial la música, la poe-
sía, el canto y la declamación. También se publicó una revista mensual que,
para atraer lectores, organizaba concursos de poesía y declamación, ya que
consideraban como necesidades básicas de un hombre público el dominio de
la elocuencia y la retórica.
El tercer y último capítulo aborda el segundo tipo de sociabilidad que, de
alguna manera, es una suerte de evolución de los ateneos. Para ello, Hidalgo
analiza primero la revista América Modernista como ejemplo de agrupaciones
que desde lo intelectual buscaban insertar a la ciudad y al país en la moder-
nidad. Para el autor los gestores de esta revista, pese a ser más bien román-
ticos que propiamente modernistas, poseen un credo ideológico moderno.
Procesos 49, enero-junio 2019 215
La revista es también ejemplo del convencimiento de los poetas de que con
las publicaciones regulares de poesía modernista estaban inaugurando un
nuevo espacio de sociabilidad letrada que se convertiría en el lugar de enun-
ciación de los escritores que vendrían después. Los poetas responsables de
América Modernista no solo trabajaron nuevas ideas, sino que sus prácticas
se caracterizaron por el alejamiento de la política y porque, en ocasiones,
llegaron a establecerse como opsitores al Estado.
Pero la principal particularidad de este tipo de sociabilidad es que, a
diferencia de los ateneos, a los miemtros de América Modernista no les intere-
saba participar en eventos públicos. Veladas y conciertos eran considerados
como eventos mediocres y anquilosados en un medio mercantilista y vulgar
que no apreciaba el verdadero sentido de la poesía. Esto no signica, en todo
caso, que no buscaran reconocimiento como ciudadanos y como artistas. He-
redera de este tipo de sociabilidad fue también la que dio vida a la revista
Renacimiento, cuya vinculación con lo público era precisamente el impreso.
Este era el espacio de intervención.
Para Hidalgo estas nuevas sociabilidades fueron obra de los intelectuales
modernistas guayaquileños quienes denieron un campo literario caracteri-
zado por la invención de un lenguaje propio, la existencia y reproducción de
mecanismos de legitimidad donde la crítica literaria jugaba un papel funda-
mental y las narrativas de legitimación basadas en la crítica a la modernidad.
Los ateneos buscaron diferenciarse de sus predecesores no solo al alejarse de
los eventos públicos, sino también al procurar un nivel de especialización y
profesionalización. Por último, criticaban el materialismo de la ciudad que
impedía el surgimiento de una intelectualidad dedicada exclusivamente al
cultivo de las letras.
Quizá una debilidad de la investigación que aquí se reseña sea su ubica-
ción temporal, ya que justica un período que va desde 1895 a 1920 pero el
análisis no lo cubre cabalmente, sino que se enfoca en dos o tres momentos
especícos, como son la reconstrucción de la ciudad post incendio, el surgi-
miento del Ateneo Olmedo (1903) y la aparición de las revistas América Mo-
dernista (1896) y Renacimiento (1916). Pero lo atractivo de la obra de Hidalgo
es la vinculación que hace entre los proyectos modernistas procedentes de
las élites económicas y políticas para convertir a Guayaquil en una ciudad
moderna, al estilo de ciudades europeas como París; con la modernización
producida en las sociabilidades letradas. En este sentido, los ateneos estarían
más a tono con el espíritu modernista de las élites, pero un posterior tipo
de sociabilidad lo criticaría desde una posición que incluso se aleja de lo
público.
Roger Castro Lagos
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador