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devolviendo el “momento colombiano” a la mesa de trabajo de quienes re
evalúan los procesos de formación de los Estados nacionales con el utillaje
de la nueva historia política.
Santiago Cabrera Hanna
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador
daniela BleiCHmar. el imperio visible. expediciones botánicas
y cultura visual en la ilustración Hispánica. CiUdad de méxiCo:
fondo de CUltUra eConómiCa, 2016, 278 PP.
DOI: http://dx.doi.org/10.29078/rp.v0i49.745
El Imperio visible es un esfuerzo por mostrar cuán imprescindible fue el
arte para la ciencia durante la segunda mitad del siglo XVIII.
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A través de la
representación visual de la naturaleza, naturalistas y ociales reales intenta-
ron acceder a nuevas riquezas. Para comprender el papel que tuvieron los
pintores botánicos, personajes clave en esta intermediación, Daniela Bleich-
mar se vale de la historia del arte, la ciencia y la política.
Bleichmar reconstruye la historia de las expediciones a través de pala-
bras, cosas e imágenes: diarios, informes, epistolarios, especímenes de her-
bario y el acervo pictórico compuesto por más de 12 mil ilustraciones botá-
nicas que se conservan en el Archivo del Real Jardín Botánico de Madrid, la
Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Linnean Society de Londres.
Tras analizar esta vasta colección iconográca, la autora devela el funciona-
miento del imperio hispánico y las razones que hicieron de la botánica una
forma expedita de apropiación de la naturaleza. Las ilustraciones botánicas
se convirtieron en el fundamento de la promesa que impulsó los viajes de
naturalistas a Chile, Perú, Nueva España, Nueva Granada y Filipinas. La
mirada en detalle de la producción de las ilustraciones botánicas la lleva a
reivindicar el papel de los artistas, que han sido considerados como simples
amanuenses, a pesar de que algunos de ellos fueron los artíces de un esti-
lo –basado en la simetría y la planitud en el intento de emular especímenes
prensados– que les permitió alejarse de los modelos de historia natural, y
en muchos casos, los llevó a superar las obras de los naturalistas europeos.
3. Esta edición es una traducción del libro de Daniela Bleichmar, publicado en inglés
en el año 2012. Daniela Bleichmar, Visible Empire: Botanical Expeditions and Visual Culture in
the Hispanic Enlightenment (Chicago: The University of Chicago, 2012).
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Los estudios que han analizado el trabajo de los pintores que integraron
las expediciones botánicas se han enfocado en la formación de artistas nativos
y su incidencia en proyectos cientícos en el siglo XIX.
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Esta perspectiva tien-
de a subestimar la importancia de la política imperial, que en muchos casos
alimentó el interés por conocer y explicar la naturaleza durante el siglo XVIII,
sin aclarar a través de cuáles mecanismos fue posible la transmisión del co-
nocimiento de la ora no europea y qué intereses subyacían a la realización
de las exploraciones en los dominios de la monarquía hispánica. En contraste,
El imperio visible se enfoca en la pretensión de conocer, representar y poseer
la naturaleza del Nuevo Mundo. Gracias a esta apuesta es posible valorar la
originalidad del estilo pictórico americano desarrollado en el marco de las ex-
pediciones y establecer hasta qué punto se trató de un proceso autónomo de
construcción del conocimiento en América. En este caso, la materialización de
un lenguaje que permitió que la naturaleza americana fuese vista e interpre-
tada al otro lado del Atlántico. No hay que olvidar que para los naturalistas
la circulación era la premisa sobre la que se construía el conocimiento, pues
había que mantener un vínculo con la metrópoli, a la vez que era indispen-
sable nutrir las redes de conocimiento que sobrepasaban los intereses de las
monarquías que nanciaban los viajes. No obstante, analizar la dimensión
abstracta de la producción y circulación de conocimiento conlleva el riesgo
de ignorar a los personajes que hicieron posible las ambiciones de la ciencia.
Si bien Bleichmar estudia en conjunto las expediciones botánicas españolas,
la del Virreinato de Nueva Granada es particularmente importante, entre otras
cosas, por el número de ilustraciones que produjo y por la cantidad de pintores
que empleó: más de 6.000 láminas producidas por decenas de artistas que tra-
bajaron de manera simultánea en el taller de José Celestino Mutis. Entre estos
se destacaron los pintores Salvador Rizo y Francisco Matís, quienes incluso pa-
saron de ser aprendices a dirigir a los demás artistas. Mutis fue reticente a tra-
bajar con pintores formados en la academia y prerió a jóvenes americanos, a
quienes enseñó a plasmar los preceptos de la taxonomía propuesta por Linneo.
De suerte que “se preocupó por entrenarlos y controlar su tarea e impuso un
estricto programa de trabajo basado en una jornada laboral de nueve horas, seis
días a la semana, durante cuarenta y ocho semanas del año”.
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¿A qué se debía
su obsesión por producir ilustraciones botánicas? A un engranaje entre ciencia
y política, que dependía en mayor o menor medida de los pintores botánicos.
4. Marta Fajardo de Rueda, “La ora de la Real Expedición Botánica, primera escuela
de arte en el Nuevo Reino de Granada”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura
13-14 (1986): 41-61.
5. Daniela Bleichmar, “El imperio visible: la mirada experta y la imagen en las expedi-
ciones cientícas de la ilustración”, Cuadernos dieciochistas 9 (2008): 25.
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En la segunda mitad del siglo XVIII la monarquía hispánica adoptó una
nueva perspectiva con respecto a los dominios de ultramar, preocupada por
encontrar recursos que le permitieran superar la dependencia de la minería.
Las expediciones botánicas se desarrollaron en el marco de una estrategia im-
perial de explotación de la naturaleza como bien renovable. Las ilustraciones
botánicas se convirtieron en una de las pocas posibilidades de aprehender la
naturaleza del Nuevo Mundo, lo que convirtió al imperio hispánico en una
máquina productora de imágenes. Sin embargo, este afán menguó al toparse
con los límites de la epistemología visual, es decir, con una forma de conocer
y aprehender la naturaleza a través de las ilustraciones. Si el propósito de las
expediciones era el aprovechamiento de nuevos productos, el inventario pic-
tórico de las plantas americanas no incidió de manera positiva en la consecu-
ción de riquezas; contrario a esto, los proyectos de explotación de la natura-
leza de los virreinatos tuvieron un escaso impacto económico para la Corona.
A través de los casos paradigmáticos del té, la pimienta y la canela, Bleichmar
muestra los infructuosos resultados de la botánica económica. En el ocaso del
siglo XVIII, la esperanza que impulsó a los expedicionarios a la “reconquista”
de los territorios de ultramar se rompió y los ociales del Real Jardín Botánico
y del Gabinete de Historia Natural de Madrid debieron conformarse con la
ostentación de ores de papel y otras curiosidades; bienes de innegable valor
simbólico, aunque inútiles en la tarea de aventajar a sus rivales comerciales.
La ciencia en el siglo XVIII no conoció fronteras y, a pesar de la compe-
tencia entre las monarquías, se superpuso a los intereses particulares de cada
una de ellas para consolidar una red global de conocimiento que circulaba a
través de cartas, libros e imágenes. Los naturalistas hacían parte de un apos-
tolado dispuesto a aventurarse allende el mar con la pretensión totalizadora
de conocer y clasicar la vegetación, los animales y los minerales del orbe. En
el caso de las expediciones, construyeron el conocimiento de la ora america-
na a través de la epistemología visual. La elaboración de las ilustraciones bo-
tánicas fue posible gracias a la comunión de ojos expertos y manos diestras.
La observación versada en libros, puesta a prueba en terreno, y las manos
dóciles de artistas capaces de plasmar en el papel el lenguaje de la ciencia: las
delicadas estructuras orales, las hojas y los frutos de millares de plantas que
comenzaron a otar en el descontextualizado espacio en blanco de una -
gina. Lo que implicaba que la ora fuese representada lejos del suelo nativo
en el cual se desarrolló y de cualquier elemento cultural con el cual tuviese
relación. Lo anterior obedecía a la necesidad de facilitar la clasicación, por
ende, las ilustraciones, a diferencia de los perecederos especímenes de herba-
rio, eran aptas ser transportadas y descifradas al otro lado del Atlántico.
Bleichmar desmiente el carácter accesorio que es atribuido a las ilustra-
ciones producidas por las expediciones botánicas. En contraste, la autora
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ofrece un contexto en el cual las imágenes se convirtieron en la pieza central
en la tarea de ver, conocer y poseer la naturaleza durante el siglo XVIII. Las
ilustraciones botánicas no fueron producto exclusivo de un interés local por
retratar la naturaleza, ya que respondían a las exigencias de la monarquía
y a las expectativas de botánicos europeos. Así como no es posible denir
en ellas las fronteras entre lo local y lo global, para estudiarlas es necesario
superar las divisiones entre la historia a secas y la historia del arte. Como
muestra la autora, las imágenes se convirtieron en el elemento que articuló
política, ciencia y arte, de allí que la primera no pueda valerse exclusivamen-
te de lo escrito ni la segunda, guiarse solo por criterios estéticos. El imperio
visible es un ejemplo excepcional que nos obliga a apreciar en las imágenes
fuentes imprescindibles para conocer el pasado, su estudio demanda ele-
mentos críticos que permitan contextualizarlas y valorarlas. Tal vez, como
en este caso, nos sorprendamos al encontrar una dependencia desmedida de
los cientícos en la labor de los artistas.
Kelly Johanna López Roldán
Universidad Nacional de Colombia
Ángel emilio Hidalgo. sociabilidad letrada y modernidad en guayaquil
(1895-1920). qUito: Universidad andina simón Bolívar, sede eCUador
/CorPoraCión editora naCional, 2014, 48 PP.
DOI: http://dx.doi.org/10.29078/rp.v0i49.744
Este libro es un interesante estudio sobre la emergencia de dos tipos de
sociabilidad letrada en un contexto de cambios, en la ciudad de Guayaquil a
partir de 1895. Estos cambios tienen que ver con los intentos de las élites por
transformar la ciudad-puerto en una urbe moderna durante el período libe-
ral, etapa conocida también como la primera modernidad ecuatoriana. En
Guayaquil este proceso está marcado por nuevas prácticas en los distintos
estratos sociales, producto del impulso económico generado por la comer-
cialización del cacao en el mercado internacional.
Para el autor, en Guayaquil se pueden apreciar nuevas dinámicas no solo
en el ámbito de las prácticas políticas, como la búsqueda por transformar la
ciudad al estilo de las principales urbes europeas; o sociales, producto de la
migración tanto desde otros espacios costeros como de la Sierra. En el ámbito
cultural también surgieron cambios al interior de los movimientos ilustrados,
ya que surgieron dos nuevas formas de sociabilidad, que el autor considera
modernas, en las que sus gestores dan un paso importante al comenzar a des-
marcarse de lo político para intentar inuenciar en la sociedad desde su posi-