Procesos 48, julio-diciembre 2018 193
los espacios, la cultura y las interacciones sociales. A partir de la baronesa de
Wilson es posible explorar los modos de pensar y los signicados que, en el
marco de una interacción simbólica disputada entre la heteronormatividad
patriarcal y la búsqueda de reconocimiento subalterno, las mujeres deriva-
ban de sus propias experiencias.
La autora nos habla de las mujeres en una época que interactuaron y
negociaron estratégicamente desde un terreno político que condensó en sus
lenguajes la búsqueda de mayores espacios de movilidad para sí mismas, y
que, en el caso de Serrano, dicha movilidad no abogó por la emancipación
femenina como sus pares anglosajonas, sino que estuvo enfocada en una
revalorización de la maternidad, del rol complementario de la mujer en la
sociedad, y del papel de las mujeres en la vida pública sin descuidar la segu-
ridad de la familia y el hogar. Para ello, la autora decide recurrir a un análisis
lingüístico de las metáforas que emplea Serrano para referirse a la naturaleza
femenina de la nación, la familia y la república.
Al mismo tiempo, la historia de esta mujer española permite conocer
paralelamente algo de cada rincón que ella visitó, no desde la distancia del
viajero que exotiza lo extraño, sino desde la reciprocidad empática de quien
se siente parte de una cultura, una lengua y un pasado. La historia de Serra-
no permite conocer a otras mujeres que, como ella, apoyaron la educación de
la mujer, su entrada al mundo laboral y al debate público, negociando con
los códigos de la política conservadora “sin contradecir la convención social
hegemónica que dene a la mujer como ángel del hogar doméstico, pero sí
aprovechando su potencialidad”.
Todo ello es articulado por Mena desde un análisis de las metáforas que
emplea la baronesa en sus escritos para “entender las concepciones sociales
implícitas en su pensamiento y las estrategias que utiliza para buscar nue-
vos espacios de expresión para las mujeres republicanas, sin romper con la
corriente conservadora a la que se adhiere”.
En el primer capítulo, la autora describe la forma de posicionamiento
que adopta la baronesa de Wilson frente a una tradición europea masculina
que relacionaba lo femenino con la debilidad, la dependencia, la necesidad
de amparo, protección e instrucción, a partir de la conquista de la “salvaje”
América. Así, desde la legitimidad que le otorga su posición de viajera es-
pañola, católica e ilustrada, Serrano interpela estas metáforas que naturali-
zaban la condición de inferioridad del continente americano y sus mujeres,
resaltando el aporte de ellas a la construcción nacional, mostrando a “His-
panoamérica bajo la luz positiva del progreso, el esfuerzo y la innovación,
y a la cultura hispánica como moralmente superior y portadora de paz y de
progreso” (p. 24). A partir de ello, Mena describe las estrategias retóricas
de Serrano como un interés por “construirse a sí misma como una mujer
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