Procesos 48, julio-diciembre 2018184
los católicos de lengua alemana en Colombia, y desde la que se proyectará su
misión a los demás países de la región latinoamericana. Allí entabla amistad
con el sacerdote Camilo Torres Restrepo, quien tiene especial interés en el
dominio de la lengua alemana, y del que sufre la frustración de su pérdida,
así como el fracaso en su labor persuasiva por alejarlo de la lucha armada.
Sin embargo, su labor de constructor de puentes la consagra tanto en su
labor de mediador en la III Asamblea General del Episcopado Latinoameri-
cano en Puebla, en 1979 (México), con la presencia de los partidarios de la
Teología de la Liberación, como en la reconocida intermediación para la paz
en la guerra civil de El Salvador, que ocupa buena parte del tercer capítulo.
Por otro lado, el obispo constructor será esencial en el levantamiento de la
parroquia alemana de Bogotá visibilizada en la parroquia de San Miguel, o
en la creación de la Prelatura de Santo Domingo de los Colorados (Ecuador)
como obispo auxiliar de Quito y vicario episcopal, lo que le hace valedor
del calicativo de vicealcalde de Santo Domingo. Entre los distintos pro-
yectos que se cuentan a lo largo del cuarto capítulo se pueden mencionar
la consecución de terrenos para el Jardín Botánico Julio Marrero Giráldez
de la Universidad Católica, su participación en la construcción de distintos
puentes como los del río Toachi y Mulaute, el levantamiento de la institución
universitaria o su encargo a los misioneros identes con la aquiescencia de los
jesuitas, por mencionar algunos.
Además de su trabajo de construcción y de consecución de fondos na-
cionales e internacionales, su labor formativa irá acompañada del evangelio,
ante la “inculturación” existente en esta latitud, y que será otro de los frentes
de trabajo de monseñor.
En el último capítulo se explica las circunstancias en las que se produjo la
prohibición del acceso a Colombia del protagonista y su intento de secuestro
en la Casa Episcopal en Santo Domingo, cuestión que supuso un punto de
inexión para su regreso a Alemania.
Si bien el autor destaca su lado social y político más que la faceta religio-
sa del obispo, se puede percibir en el relato de su vida que los acontecimien-
tos que protagoniza provienen de su profundo sentido cristiano desde el
cual enfoca su realidad para transformarla. Así, cuidar el diálogo se convier-
te en una aspiración constante a lo largo de su vida; esta es una esperanza
permanente en las personas para que sean capaces de cambiar mediante su
ejercicio. Diálogo que, por otro lado, ofrece e intenta formar en su entorno a
través de la compasión y la prudencia, como cuando, por ejemplo, el autor
relata las visitas de los comandantes de la guerrilla a los heridos en el con-
icto de El Salvador.
Esta conanza en la capacidad transformativa del diálogo se constata
con su intermediación en la búsqueda de la paz en El Salvador (será pro-
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