Procesos 48, julio-diciembre 2018 85
la Sección Escolar de Bellas Artes,
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por primera vez un escenario externo a
la EBA, y recibieron atención de la prensa, además de diplomas y medallas.
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Pástor expresó un compromiso particular con el arte joven al armar que “se
entiende que en una exposición nacional debe tener cabida solamente todo
aquello que de algún modo represente el movimiento y adelanto actual de las
artes y no lo pasado que en cambio tiene alta importancia para un museo y
para la historia del arte nacional”.
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Su comentario apunta a algo que se insis-
tía constantemente desde el siglo XIX y que era la necesidad de crear espacios
institucionales especializados –el salón para el arte del presente, el museo para
el del pasado– anhelo que se cumplió, al menos en papel, cuando en mayo de
1917 se fundaron las Galerías Nacionales de Pintura y Escultura.
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La inclusión de todo un Pabellón de Bellas Artes en la Exposición Nacio-
nal del Centenario reeja la importancia que la EBA había adquirido como
gestora cultural. Estuvo ubicado en un lugar privilegiado, junto al pabellón
principal,
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lo que garantizó que recibiera un gran número de visitantes. La
prensa local reportó que en el primer mes de su apertura, la Exposición aco-
gió a alrededor de 10.000 visitantes.
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Convocó no solo a los habitantes de la
ciudad, sino también de provincia; recordemos que el ferrocarril había sido
inaugurado en 1908. Por primera vez, la producción artística podía ser apre-
ciada por un amplio público. ¿Quiénes podrían haber sido esos visitantes?
Por fotografías de la época, vemos que la mayor parte de ellos debe haber
provenido de sectores medios y altos, aunque no dejan de estar presentes
campesinos y trabajadores.
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Según el Censo de la población de Quito, de 1906,
los sectores medios de la ciudad lo componían abogados, comerciantes, in-
27. Ibíd., 10-13, 13-15, 17-18.
28. Los trabajos presentados por los alumnos del curso de litografía se reseñaron en
“Notas: La Escuela de Bellas Artes”, La Ilustración Ecuatoriana 1, n.º 13 (18 de septiembre
de 1909): 230.
29. César Alfonso Pástor R., “Juicio artístico de la Exposición Nacional”, Revista de la
Escuela de Bellas Artes III, n.º 8 (3 de noviembre de 1909): 146. Esta observación se dirigía a
la inclusión de la Sección de Coleccionistas en la que se expuso obras del pasado.
30. Salgado y Corbalán de Celis, “La Escuela de Bellas Artes…”, 57.
31. Véase el plano en María Antonieta Vásquez, El palacio de la exposición: 1909-1989
(Quito: Presidencia de la República / CCE, 1989), 41.
32. La nota “Crónica”, El Comercio, 1 diciembre de 1909, dice que entre el 9 y el 30 de
octubre se recaudó la suma de $ 1296,30, según cita Vásquez, El palacio de la exposición…,
28, nota 4. De acuerdo al artículo 1 del Decreto Ejecutivo Reformatorio de Eloy Alfaro, las
entradas estaban jadas en 0,20 para adultos y 0,10 para niños y según el artículo 3, en
días feriados, la tarifa se duplicaría. El Comercio, 10 de septiembre de 1909, citado en ibíd.,
23-24. Número bastante alto si consideramos que según el censo de 1906, la ciudad tenía
50.841 habitantes. “Informe del Director General de Estadística al Ministerio del Ramo”,
Censo de la población de Quito, 1ro de mayo de 1906 (Quito: s. r., 1906): 10.
33. Véanse fotografías en Vásquez, El palacio de la exposición…: 21, 25.
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