Procesos 48, julio-diciembre 201852
otros, como Miguel Luis Amunátegui, quien describía a las obras quiteñas
como mamarrachos, producidas por quienes desconocían de reglas y care-
cían de una adecuada formación artística.
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Tanto Suárez como Lira y Amunátegui muestran una ansiedad con respecto
a la amenaza que representaba para la cultura nacional la invasión de obras
extranjeras. Por otro lado, es indudable que, para la mirada crítica del siglo XIX,
las piadosas y desbordantes imágenes del barroco quiteño respondían más bien
a la devoción popular del pasado. En las otras naciones americanas, el arte no
poseía el largo linaje de la pintura y escultura quiteñas. Sin embargo, este joven
arte había nacido de la mano del academicismo; por su carácter intelectual y
por su cercanía con la ciencia, este era más adecuado para una nación moderna,
encaminada hacia el progreso.
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En Ecuador, la actitud frente al arte colonial qui-
teño no era muy diferente entre los intelectuales y críticos de arte, quienes muy
probablemente estaban al tanto de las opiniones vertidas por sus pares chilenos.
En “Conceptos sobre las Artes”, un ensayo publicado en 1894, Juan León
Mera elabora una fuerte crítica a ciertas manifestaciones de la cultura po-
pular que él considera son un atentado contra el buen gusto: “En nuestros
templos, en especial en los de las parroquias rurales”, escribe, “tenemos pro-
fusión de esculturas y pinturas sagradas, de las cuales son pocas las que me-
recen estar en los altares o colgadas de los muros: la mayor parte son abortos
detestables de la brocha o del escopio”.
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Entre las cosas que él condena se
encuentran algunas imágenes milagrosas, las procesiones con estatuas que
salen a pedir limosna, y las celebraciones con música estridente. Mera pro-
pone adoptar una actitud iconoclasta: “un iconoclasticismo piadoso y salva-
dor del buen gusto artístico, y hagamos una guerra cruda a esas egies que
obligan al pueblo a formarse una erradísima idea de la belleza celestial”.
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4. Miguel Luis Amunátegui, “Apuntes sobre lo que han sido las bellas-artes en Chile”.
En Perspectivas sobre el coloniaje, ed. por Constanza Acuña Fariña (Santiago de Chile: Edi-
ciones Universidad Alberto Hurtado, 2013), 29.
5. Como señala Constanza Acuña Fariña, a nes del siglo XIX y principios del XX “se
instaló la idea de que en Chile nunca existió realmente una cultura colonial, mucho menos
un arte barroco”. Véase Constanza Acuña Fariña, “La fortuna crítica del arte colonial en
Chile: entre la avanzada del progreso, la academia y la sobrevivencia del pasado”. En
Perspectivas sobre el coloniaje, ed. por Constanza Acuña Fariña (Santiago: Ediciones Univer-
sidad Alberto Hurtado, 2013), 8.
6. Juan León Mera, “Conceptos sobre las Artes”. En Teoría del Arte en el Ecuador, ed.
por Edmundo Ribadeneira (Quito: Banco Central del Ecuador, BCE / Corporación Edito-
ra Nacional, CEN, 1987), 319. Sobre las ideas estéticas de Juan León Mera en este ensayo
véase Trinidad Pérez Arias, “La construcción del campo moderno de arte en el Ecuador,
1860-1925: Geopolíticas del Arte y Eurocentrismo” (tesis de doctorado, Universidad Andi-
na Simón Bolívar, Sede Ecuador, UASB-E, 2010), 91-102, http://repositorio.uasb.edu.ec/
bitstream/10644/3081/1/TD028-DECLA-Perez-La%20construccion.pdf.
7. Mera, “Conceptos sobre las Artes”, 319.
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