Procesos 50, julio-diciembre 2019 229
Almario García, Robert C. West, María Teresa Arcila, Eduardo Restrepo, en-
tre otros. De aquellos diálogos, que aparecen en el cuerpo del libro y en su
aparto crítico, se comprende la situación de los pueblos negros de Colombia,
para denir aquellas particularidades y similitudes que existen entre ambos
espacios. Además, en el libro se toman en cuenta otras contribuciones que,
si bien estudian espacios distintos, resultan relevantes en el marco explica-
tivo del estudio. Por ejemplo, Carlos Aguirre, quien analiza la esclavitud en
Lima; o la interpretación de Alfonso Múnera sobre la raza y algunos efectos
sobre los imaginarios que dieron forma a nuestras naciones.
El objetivo central del libro es “identicar cuáles son y cómo operan los
cambios históricos que posibilitan a la construcción de la etnicidad e identi-
dad de los esclavizados de la cuenca del río Santiago-río Cayapas” (p. 14). La
autora justica esta propuesta en vista del vacío histórico sobre el tema, que
proviene de una “concepción racista y estereotipada”, deudora del discurso
sobre el mestizaje cultural. Como sabemos en este discurso, que sostuvo la
nueva identidad nacional desde el siglo XIX, “se suprime la idea de las razas
indígenas y negra del territorio patrio, como una forma de homogeneiza-
ción, de exclusión y de arrebatar la identidad colectiva de las denominadas
‘razas inferiores’” (p. 15). En ese sentido, al mismo tiempo que busca hacer
un contrapeso, el estudio elabora una crítica a las lecturas homogeneizado-
ras construidas por los autores decimonónicos y sus seguidores del siglo XX.
Deesclavizadosacomuneros se compone de tres partes y cinco capítulos.
Cada una de las partes corresponde a una época histórica: Colonia (capítu-
los I y II), Independencia (capítulo III) y República (capítulos IV y V). En el
primer capítulo se analiza el surgimiento de los cacicazgos negros más an-
tiguos, que inició con el naufragio de esclavizados en la costa esmeraldeña.
Estos sujetos mantuvieron diversos contactos interétnicos con los indígenas
de la zona y guerrearon contra ellos, movidos por la necesidad de consolidar
su poder. Se identican otros métodos de relacionamiento con las poblacio-
nes nativas: el parentesco, el aprendizaje de los idiomas indígenas y diversos
pactos que permitieron a los grupos de origen africano establecerse como
caciques de ciertas zonas y comunidades de Esmeraldas.
En este mismo capítulo se explica cómo, luego de la consolidación de
estos grupos, se incrementaron las acciones del gobierno colonial para con-
trolar la región. En esta perspectiva se realizaron varias expediciones y mi-
siones religiosas y militares que no tuvieron éxito en su intento de reducir
a las poblaciones indígenas o capturar a los esclavos cimarrones. Debido a
los escasos resultados de estos emprendimientos, las autoridades españolas
utilizaron métodos menos agresivos a partir de la negociación con caciques
como Alonso de Illescas o Francisco de Arobe para, nalmente, reconocer
sus liderazgos en el espacio esmeraldeño. Además, se expone la importancia
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