Rebeliones indígenas, administración
de poblaciones y Estado garciano
Indigenous rebellions and administration of ethnic population
in The Garcia Moreno’s regime
Rebeliões indígenas, administração da população
etnica no regime do García Moreno
Santiago Cabrera Hanna
Universidad Andina Simón Bolívar (UASB)
Quito, Ecuador
ORCID: 0000-0001-5713-4112
En 1993, cuando el libro de Hernán Ibarra se publicó por primera vez
bajo el título Nos encontramos amenazados por todita la indiada, con el auspicio
del CEDIS, las pesquisas sobre las movilizaciones indígenas y la inacabada
creación de los Estados norandinos buscaban romper con los paradigmas de
los estudios agrarios, la sociología histórica, el marxismo y el enfoque so-
cioeconómico. Esta necesidad era acorde con los importantes giros operados
en el trabajo de la indagación de los fenómenos sociales e históricos, durante
los últimos treinta años del siglo XX.
En ese momento aparecieron estudios con nuevas miradas sobre los as-
pectos culturales y étnicos de las movilizaciones y luchas sociales en Amé-
rica Latina y en la tensa construcción de sus estructuras nacionales. Steve
Stern publicó en 1990 “Nuevas aproximaciones al estudio de la conciencia
y las rebeliones campesinas: las implicaciones de la experiencia andina”. En
1991 Heraclio Bonilla editó Los Andes en la encrucijada: indios, comunidades y
Estado en el siglo XIX. La compilación discutió las relaciones entre comuni-
dades indígenas, sus sistemas de gobierno y formaciones estatales.1 En el
libro de Blanca Muratorio, Imaginarios e imagineros. Representaciones de los in-
1. Heraclio Bonilla, ed., Los Andes en la encrucijada: indios, comunidades y Estado en el
siglo XIX (Quito: Libri Mundi / Enrique Grosse-Luemern, 1991).
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 51 (enero-junio 2020), 227-231. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
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dígenas ecuatorianos. Siglos XIX y XX (1994) apareció el artículo de Andrés
Guerrero, “Una imagen ventrílocua: el discurso liberal de la ‘desgraciada
raza indígena’ a fines del siglo XIX”. Guerrero estudió cómo se construyó
la imagen política del indio a fines del siglo XIX y cómo esta representación
fue oficializada luego por el aparato estatal liberal.2 A partir de entonces, el
concepto “ventriloquía” se introdujo en los estudios históricos, antropológi-
cos y sociales.
En 1994 Juan Maiguashca introdujo la variante regional en los estudios
sobre la formación del Estado. Su reflexión enfatizó en los poderes regiona-
les y locales como condicionantes del avance del poder central sobre perife-
rias territoriales y sociales. El Estado como institución fue visto en sus inten-
tos de incorporación administrativa y social mediante leyes, reglamentos,
mecanismos electorales, valores e imaginarios, cuyo parcial éxito dependió
de circunstancias localizadas.3 En 1995 Florencia Mallon editó Peasant and
Nation. The Making of Poscolonial Mexico and Peru. Su objetivo fue “analizar
los movimientos y discursos populares durante la segunda mitad del siglo
XIX”.4 Si bien estas movilizaciones fueron desarticuladas por los grupos de
poder que lograron tomar el control del Estado republicano, sus discursos e
imaginarios roturaron “las estructuras políticas en ambos países”.5 En esta
atmósfera historiográfica (he citado apenas algunos trabajos) apareció por
primera vez Nos encontramos amenazados por todita la indiada.
A su vez, en los últimos años el estudio del régimen de García Moreno y
su época ha merecido estimulantes aportes. Ana Buriano (2008) y Peter V. N.
Henderson (2010) han dado una nueva comprensión de las dimensiones ins-
titucionales del régimen garciano y la formación del Estado conservador en
Ecuador, respectivamente.6 Estas relecturas se aúnan a las de Derek Williams
2. Andrés Guerrero, “Una imagen ventrílocua: el discurso liberal de la ‘desgraciada
raza indígena’ a fines del siglo XIX”. En Imaginarios e imagineros. Representaciones de los
indígenas ecuatorianos. Siglos XIX y XX, ed. por Blanca Muratorio (Quito: FLACSO E, 1994),
197-252.
3. Juan Maiguashca, “El proceso de integración nacional en el Ecuador: el rol del po-
der central, 1830-1895”. En Historia y región en Ecuador, 1830-1930, ed. por Juan Maiguashca
(Quito: Universidad de York / FLACSO E / Instituto Francés de Estudios Andinos, IFEA
/ Corporación Editora Nacional, CEN, 1991), 355-420.
4. Florencia Mallon, Campesino y nación. La construcción de México y Perú poscoloniales,
trad. por Lilyán de la Vega (Ciudad de México: CIESAS / El Colegio de San Luis / El Co-
legio de Michoacán, 2003), 19.
5. Ibíd.
6. Ana Buriano, Navegando en la borrasca: construir la nación de la fe en el mundo de la im-
piedad, Ecuador 1860-1875 (Ciudad de México: Instituto Mora, 2008); “El ‘espíritu nacional’
del Ecuador católico: política y religión”. Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 40
(julio-diciembre 2014): 63-89; Peter V. N. Henderson, Gabriel García Moreno y la formación de
un Estado conservador en los Andes (Quito: CODEU, 2010).
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y el propio Maiguashca. Con el instrumental de la historia conceptual, Carlos
Espinosa y Cristóbal Aljovín estudiaron el conservadurismo ecuatoriano entre
1875 y 1900 (2015).7 En su reciente libro (2019), Ana María Goetschel analiza
los discursos sobre delincuencia, castigo, aborto, adulterio y pena de muerte
en los proyectos garciano y liberal.8 Este es, en cambio, el clima historiográfico
en el que aparece La rebelión de Daquilema (Yaruquíes-Chimborazo, 1871).
Si bien la segunda edición de este importante estudio mantiene en lo
central el planteamiento y enfoques de su primera publicación, el trabajo
presenta ahora una colección de documentos históricos recopilados y trans-
critos con el apoyo del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural. Sin duda
esta es una importante contribución para quienes, ahora o en el futuro, quie-
ran asumir el reto de reabrir el expediente de Daquilema con otra óptica, o
de recorrer el terreno de los levantamientos indígenas republicanos en el
Ecuador. Un panorama que aún requiere más estudios.
En lo que sigue, quisiera comentar tres aspectos del estudio de Ibarra. El
primero tiene que ver con la manera en que el libro reconsideró, en su mo-
mento, las interpretaciones más comunes sobre la rebelión ocurrida durante
el segundo Gobierno de García Moreno. Para varios intelectuales marxistas
ecuatorianos, el alzamiento de Yaruquíes fue visto como expresión del ger-
men revolucionario que fracasa al no contar con el respaldo de otros sectores
dominados. Esta es la lectura desarrollada en la década de 1970, entre otros,
por Oswaldo Albornoz (1871).9 La otra interpretación corresponde al levan-
tamiento visto como colofón de un ciclo de luchas indígenas que datan del
período colonial. El trabajo de Alfredo Costales (1956)10 buscó nexos entre
Fernando Daquilema y las “dinastías indígenas precoloniales” (p. 3) descri-
tas por Juan de Velasco en la Historia del Reino de Quito. El estudio de Ibarra
interroga especialmente la “invención” de Manuela León, el par femenino
del cabecilla , promovida por Costales.
En contraste con estas lecturas, Ibarra interrogó las especificidades his-
tóricas del malestar indígena, y cómo la prolongación del sistema de tribu-
tación en Yaruquíes era parte de un conjunto de “leyes de costumbre” con el
cual los comuneros de la región establecían los márgenes de su incorpora-
ción diferenciada a la estructura estatal ecuatoriana; en palabras de nuestro
historiador, su “adaptación en resistencia”.
7. Carlos Espinosa y Cristóbal Aljovín, “Conceptos clave del conservadurismo en
Ecuador, 1875-1900”, Anuario Colombiano de Historia Social y la Cultura 42, n.º 1 (enero-junio
2015): 179-212.
8. Ana María Goetschel, Moral y orden. La delincuencia y el castigo en los inicios de la
modernidad en Ecuador (Quito: FLACSO E / Abya-Yala, 2019).
9. Oswaldo Albornoz, Las luchas indígenas en el Ecuador (Guayaquil: Claridad, 1971).
10. Alfredo Costales, “Fernando Daquilema”, Revista Llacta, n.º 2, año I (1956).
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Otro meandro interpretativo se relaciona con las representaciones cul-
turales que refieren la rebelión y que son, por sí solos, un espacio rico para
comprender cómo el imaginario de la lucha indígena contra el sistema admi-
nistrativo poblacional filtra los usos sociales y culturales posteriores, y reins-
cribe el acontecimiento y sus personajes en un repertorio de memoria local y
nacional, concomitante con las luchas sociales del siglo XX y las identidades
locales más recientes.
En tercer lugar, al estudiar la rebelión indígena de Yaruquíes en sus pro-
pias condiciones de producción, Ibarra atendió los esfuerzos (¿deslizamien-
tos?) de la estructura estatal garciana sobre la administración de poblaciones
y la implantación del sistema tributario. Además de considerar la situación
de la comunidad indígena de Yaruquíes frente a otras poblaciones indígenas,
en sus articulaciones con los poderes locales, las estructuras hacendarias, el
poder central y sus representaciones territoriales, en una dilatada duración
(p. 14).11
Las motivaciones detrás de la rebelión de Daquilema adquieren un ca-
rácter histórico al evaluar el régimen garciano como un proyecto estatal es-
pecialmente agresivo en lo que a la implementación de sistemas de admi-
nistración étnica se refiere. El solapamiento de las formas administrativas
coloniales en el contexto republicano caracteriza los intentos del régimen
por ampliar los márgenes de la ciudadanía. Leyes de arrendamiento y uso-
remate de tierras, preparación de padrones tributarios, y los alcances de la
contribución subsidiaria dejan rendijas en las que la lucha por la tierra y el
control del trabajo se ventilan con litigios y contenciosos jurisdiccionales en-
tre comunidades indígenas, cabildos, grupos locales y poder central (p. 16).12
La vigencia del derecho indígena colonial declina a partir de 1875. Tam-
bién eclipsan el sistema de autoridades étnicas y el tributo como elementos
diferenciadores. Ceden espacio a un galopante proceso de remate y arren-
damiento de tierras y a nuevas imposiciones fiscales (p. 17). Si estas circuns-
tancias son los detonantes del alzamiento, adquiere sentido la explicación de
la movilización indígena como reacción comunal por la preservación de un
“estado de cosas” enfrentada al empeño central por construir una comuni-
dad de iguales (p. 45).
Para finalizar, anoto unas pocas preguntas al margen. ¿Qué pasó con las
lógicas locales de dominación con las que los indígenas tuvieron que vérse-
las? Si damos por sentada la explicación de nuestro autor de un alzamiento
11. Steve Stern, “Nuevas aproximaciones al estudio de la conciencia y las rebeliones
campesinas: las implicaciones de la experiencia andina”. En Resistencia: rebelión y concien-
cia campesina en los Andes. Siglos XVIII al XX, comp. por Steve Stern (Lima: Instituto de
Estudios Peruanos / Centro Bartolomé de Las Casas, 1990), 25-41.
12. Ibíd.
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organizado como resistencia a los esfuerzos integradores (y centralizadores)
de la república católica, para que los moldes de diferenciación étnica se man-
tuvieran frente a los principios legales de igualdad de la ciudadanía republi-
cana, ¿dónde pueden evaluarse estos contenciosos a escala de las relaciones
entre el sistema de gobierno de las comunidades indígenas, los concejos mu-
nicipales, cabildos, clero y élites locales? En los años posteriores al alzamien-
to, ¿qué ocurrió con la memoria de los grupos de poder blanco-mestizos
de Chimborazo y de otras regiones andinas? Algunas de estas interrogantes
pudieron alimentar la actualización del estudio de Ibarra con el propósito de
poner su análisis más a tono con estas preguntas y con la producción histo-
riográfica más reciente.