Procesos 50, julio-diciembre 2019194
Entonces me dediqué a explorar cómo se generó ese saber autorizado
que promovió la decisión de implantar la estación del metro en la plaza de
San Francisco: ¿qué tipo de saber respaldó el conjunto de decisiones en ma-
teria de política urbana que promovieron tal iniciativa? A este respecto, me
interrogué además cómo conuyeron en ese saber autorizado perspectivas
de la historia, la arqueología, los estudios urbanísticos, la historia del arte,
que dieron lugar a juicios de descalicación del lenguaje cifrado de las cavi-
dades, subestimando las posibilidades interpretativas que ellas podían brin-
dar. Las interpretaciones aparecidas en la prensa y en otros medios públicos
determinaron que se trataba de un hallazgo sin importancia histórica, un
relleno arqueológico que reejaba las frecuentes intervenciones sufridas por
la plaza. Como prueba se presentaron fotos de las sucesivas modicaciones
experimentadas, frente a las cuales el proyecto de instalar la estación repre-
sentaba solo una más. Mi exploración fue demostrando que el relato de la
plaza intervenida signicaba un desconocimiento expreso de la profundidad
histórica del sitio, y se apoyaba en imaginarios y narrativas hispanistas de
la ciudad reacias a reconocer la posibilidad de una materialidad vinculada a
la existencia de formaciones y asentamientos anteriores a la conquista espa-
ñola. Descubrí que esta perspectiva, de una manera increíble, aparece como
fundamento histórico de la serie de políticas urbanísticas desarrolladas para
Quito en la larga duración. Hice un seguimiento de las narrativas incluidas
en los documentos de planicación urbana desde los años sesenta. Dichas
narrativas históricas reproducen una historia urbanística de Quito articulada
al origen y expansión de la Plaza Grande, considerada el sitio original del
asentamiento hispánico, obviando con ello el hecho de que la ciudad hispa-
na tuvo que disputarse el territorio con un núcleo indígena preexistente, con
el cual mantuvo tensiones por décadas hasta que la paulatina consolidación
del hecho colonial favoreció la unicación de la ciudad colonial, en fechas
tardías, por cierto. En los discursos de política urbana la historia de la ciudad
siempre ha estado enmarcada en la narrativa hispanista.
El hallazgo de las cavidades puso en duda los relatos hegemónicos his-
panistas al mostrar el revés del hecho colonial. Al mostrarse como vacío, las
cavidades representaron el polo opuesto de la monumentalidad que, a n de
cuentas, constituye el valor fundamental del patrimonio autorizado. Al mis-
mo tiempo las cavidades interpelaron la centralidad de la ciudad hispanista
al mostrar que la plaza de San Francisco implicaba otra centralidad, y que
atesoraba claves históricas de un pasado indígena negado por la conquista y
el hecho colonial. Es innegable que la historia inca de Quito estuvo estrecha-
mente unida a la historia de la plaza y del convento. De hecho, a pocos metros
de la estación de metro, en el área conventual, yacen los restos del hijo de
Atahualpa, que fue cristianizado y protegido por los religiosos franciscanos.
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