1871 / 2019. Reflexiones
sobre la relación política entre
las poblaciones indígenas y el Estado
1871 / 2019. Reflections on the political relationship
between indigenous people and the state
1871 / 2019. Reflexões sobre a relação política
entre os povos indígenas e o Estado
Viviana Velasco Herrera
Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE)
Quito, Ecuador
ORCID: 0000-0002-3054-651X
DOI: http://dx.doi.org/ 10.29078/rp.v0i51.865
Sobre la temática del libro de Hernán Ibarra existe una reflexión antes
del 2 de octubre y otra después del 13 de ese mismo mes de 2019. Quienes
escribimos historia y leemos historiografía cambiamos de mirada junto con
la coyuntura, pues esta hace incisiones que nos permiten hacer preguntas
más profundas a procesos del pasado que tratamos de reconstruir desde las
huellas documentales y testimoniales y cuyas características reconocemos en
el presente. Como geografía y como concepto, ¿quién es Fernando Daquile-
ma?, ¿el personaje que posa de cuerpo entero en una habitación dispuesta
como estudio fotográfico, o Edgar Yucailla Álvarez, habitante del páramo?
Ambas figuras son corporeidades de una dinámica difícil de asir como la
niebla, metáfora que usa Ibarra para referirse a los levantamientos indígenas.
La aproximación de Ibarra al levantamiento/rebelión de 1871 presen-
ta dos momentos historiográficos: uno en 2018, con La rebelión de Daquilema
(Yaruquíes-Chimborazo, 1871), y su antecesor, “Nos encontramos amenazados por
todita la indiada”. El levantamiento de Daquilema, Chimborazo 1871, en 1993. De
este último, el libro de 2018 es una versión actualizada y alimentada por
sendos anexos documentales y fotográficos muy necesarios, pues la circu-
lación del primer texto está casi constreñida a la consulta en bibliotecas (se
Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, n.º 51 (enero-junio 2020), 220-226. ISSN: 1390-0099; e-ISSN: 2588-0780
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Foto 1. Fernando Daquilema.
Foto 2. Édgar Yucailla Álvarez, manifestante asesinado por el Estado en el paro nacional
de octubre de 2019.
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publicaron mil ejemplares). Si bien los dos textos son casi exactos, con ciertos
cambios propios de la renovación de la edición, son paralelos, pues corres-
ponden a necesidades coyunturales distintas, aunque mantienen el mismo
objetivo investigativo. La edición de 1993 es el tercer número de la Serie
Movimiento Indígena en el Ecuador Contemporáneo y fue publicado por el
CEDIS; mientras que en 2018 es el décimo libro de la colección Testigos de la
Historia, editado por el Gobierno Autónomo Descentralizado de Riobamba.
El lugar de enunciación de ambos textos es muy decidor para entender
sus diferencias. El texto de 2018 es un esfuerzo importante por volver la in-
vestigación de 1993 un material de divulgación que permita, a un público
más amplio, acercarse a la figura de Daquilema y su contexto. Pone énfasis
en la discusión de la construcción de la memoria alrededor del líder de la re-
belión y problematiza sobre la polémica figura de Manuela León, por ejem-
plo. Hace un análisis, tal vez somero, sobre cómo la conformación de perso-
najes individuales en la memoria colectiva es parte de la reconstitución del
panteón nacional en el que, a partir del siglo XX, la inclusión discursiva de
lo indígena era una prioridad. Merece reconocimiento la revisión historio-
gráfica y audiovisual que realiza el autor, que sustenta esas trayectorias de la
memoria que han sido alimentadas por el discurso histórico preprofesional.
Esta edición está contenida en la serie que busca demarcar “testigos” de
la memoria colectiva, y para ello recoge imágenes y transcripciones de docu-
mentos que tratan de aglutinar más elementos históricos sobre el tema, sin
negar la importancia de la creación, reinvención y uso de estas figuras his-
tóricas que son representaciones muy vívidas, muy actuales para la acción
política de los movimientos indígenas. El gran aporte del texto de 2018 está
conectado con su coyuntura. Fue clara la necesidad de los gobiernos deno-
minados autónomos, junto con instituciones de la sociedad civil, de destacar,
a través de un estudio histórico serio, el valor de los hechos de 1871, el lugar
que la acción política local tuvo en la conformación de una forma específica
de democracia y ciudadanía. Veinticinco años atrás, en 1993, el delgado pero
contundente libro de Ibarra innovaba el panorama historiográfico al declarar
abierto el debate, que había sido avivado por el gran levantamiento de 1990,
del lugar y las formas de negociación y resistencia de las poblaciones indíge-
nas y el poder estatal nacional.
A un mes de las jornadas del levantamiento nacional convocado por la
CONAIE y otras organizaciones sociales que detuvo la ejecución del Decreto
883 sobre medidas fiscales, quisiera proponer una exposición sobre algunas
de las reflexiones y preguntas que el texto de Ibarra me ha dejado desde mi
campo de interés, que es la comprensión de la compleja conformación de las
relaciones del Estado-nación. También debatiré, en la medida de lo posible,
algunos planteamientos del texto que me parecen polémicos o dignos de
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ampliación. Es necesario comprender que el proceso de conformación de lo
estatal es permanente y que la acción política de los distintos poderes sigue
en continua pugna, al agotar y renovar constantemente las relaciones de ac-
ceso y ejercicio real de la ciudadanía, ya sea en lo simbólico o en lo material y
que en la actualidad vivimos un momento crucial de esa dinámica.
Del 18 al 27 de diciembre de 1871 se dio en Chimborazo el levantamiento
más rememorado del siglo XIX. Miembros de comunidades indígenas libres,
población diversa de Yaruquíes, Punín, Cajabamba y Sicalpa, se levantaron
frente a autoridades fiscales, en particular en contra de las autoridades que
cobraban el diezmo y provocaron, según las voces oficiales, caos en un orden
que se estaba construyendo. La importancia que adquirió este levantamiento
en la historiografía y en la memoria política ecuatoriana se debió a que, a
partir de la década de 1950, con el fin de incluir actores sociales indígenas
en el panteón nacional se despertó el interés por conocer los sucesos de 1871
y de darle a un proceso colectivo, un actor individual.1 A partir de ese mo-
mento, los estudios sobre este levantamiento indígena, atravesados por el
paradigma de la historia tradicional, construyeron la figura de Daquilema
como un líder particular de una época excepcional. Dentro de esa discusión
el texto de Hernán Ibarra, en su primera edición de 1993, permitió contextua-
lizar los sucesos de la asonada chimboracense.
Ibarra trata el levantamiento, por primera vez, desde un enfoque históri-
co profesional, pues hace una crítica a la ausencia de fuentes judiciales y de
gobierno utilizadas en los textos precedentes y hace una descripción de los
eventos para dar paso a un análisis de estos hechos en el marco del proceso
de construcción de un Estado “criollo” y su relación con las poblaciones indí-
genas que podrían ubicarse en el período comprendido entre 1830 y 1930 en
general, y en el garcianismo en particular, 1861-1875. En esta fase, según el au-
tor, las relaciones entre el Estado y las poblaciones indígenas se transformaron,
pues durante el Gobierno de Gabriel García Moreno el régimen habría logrado
centralizar el poder estatal y acentuar la dominación étnica a nivel local.2
Sin duda, este enfoque rompió con la narración y descripción del le-
vantamiento de Daquilema y propuso una serie de hipótesis que buscaban
entender esta acción como un síntoma político que habría tenido sus ante-
cedentes en las formas de ejercicio del poder de las comunidades indígenas
desde el Antiguo Régimen. Ibarra pone énfasis en la comparación de algu-
nos discursos y prácticas rituales que ocurrieron tanto en el siglo XVIII como
a mediados del XIX. El autor propone que el levantamiento puede conside-
1. De esta bibliografía son ejemplares los trabajos de Alfredo Costales.
2. Hernán Ibarra, “Nos encontramos amenazados por todita la indiada”. El levantamiento de
Daquilema, Chimborazo 1871 (Quito: CEDIS, 1993), 53.
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rarse una rebelión de motivaciones y pautas coloniales, pues condensa, sim-
bólicamente, el significado de la aduana para la población indígenas como
una transgresión de las relaciones con las autoridades estatales y una ame-
naza para la sobrevivencia de la sociedad indígena. Es la permanencia de
una respuesta tradicional, cuando las relaciones entre los indios y el Estado
se estaban modernizando con un proceso paralelo de centralización estatal y
afirmación de un modelo local de administración étnica después de la abo-
lición del tributo.3
Este posicionamiento teórico abre un rico y polémico debate a la luz de la
nueva historiografía que trata las dinámicas de participación de las poblacio-
nes indígenas y subalternas en la construcción del poder hegemónico, pues
para Ibarra el proceso de 1871 mostraría las tensiones de una sociedad de
castas en la que las prácticas y retórica de la república de indios y de blancos
se pondría en tensión. Esa reflexión le lleva a proponer que en el levanta-
miento de Yaruquíes habría una paradoja por la presencia simultánea de dos
tiempos históricos: el colonial y el republicano, que habrían condicionado el
accionar local y nacional.
Si bien el aporte teórico del texto de Ibarra era y sigue siendo novedoso
para un panorama historiográfico más descriptivo que analítico, no vislum-
bró la complejidad de la cultura política indígena y las dinámicas, internas
y externas, de construcción de la legitimidad de las autoridades cacicales.
No propone tampoco la inclusión activa de las poblaciones indígenas en el
repertorio republicano en el que podrían leerse las acciones de las poblacio-
nes de Yaruquíes y sus alrededores. Consideramos que esa omisión no se
debe a un incorrecto planteamiento del problema de investigación, sino a las
dificultades que hemos tenido los y las historiadoras en el estudio del garcia-
nismo -y otras etapas del siglo XIX- sin acceso a fuentes primarias que nos
permitan comprender de mejor forma los ritmos demográficos, productivos
y políticos de las comunidades de la zona central ecuatoriana, en su diversi-
dad y particularidad, y cómo estas establecieron una forma de relación fiscal
disputada después de la eliminación del tributo indígena.
La relectura del ya clásico texto de Hernán Ibarra, junto a la reflexión de
los sucesos políticos contemporáneos, me ha propuesto y motivado la discu-
sión sobre la ambigüedad de la inclusión republicana sin homologación. Es
necesario profundizar en el estudio del proceso de transición de una repú-
blica de pocos ciudadanos que ejercían, con condiciones, sus derechos, a una
en donde se siguen disputando, con violencia, los sentidos políticos de una
nación plurinacional.
3. Ibíd.
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Es vital también comprender las relaciones fiscales como relaciones polí-
ticas que atraviesan lo corporal. Analizar los levantamientos sociales, en ge-
neral, y de las poblaciones subalternas, en particular, como una dinámica de
agotamiento de las esferas de negociación política y como momentos de au-
mento de la presión sobre los cuerpos, que hacen necesaria la movilización
del mismo para detener políticas fiscales que ponen en peligro la reproduc-
ción de la vida. Volver a mirar lo fiscal como relación política, por excelencia,
de la extracción, a través de los impuestos, de los excedentes producidos por
la sociedad y que estuvo también asociada con otras formas de extracción
como el reclutamiento militar y el ordenamiento jurídico.
Es pertinente volver a mirar la conformación de tramas de gobierno y
control de las poblaciones y de recursos que performaron un tipo de Estado-
nación que tuvo capacidad de ejercer el monopolio de la fuerza, pero que
también presentó fisuras por las que acciones políticas masivas permitieron
espacios de reacomodo. Desde ese cuestionamiento, es necesario también
poner luz a la idea de que el garcianismo fue un momento de acentuamiento
de la dominación étnica a nivel local.4 Si bien la información fiscal nos deja
ver que entre 1871 y 1872 se da una duplicación de ingresos por recolección
de diezmos y por trabajo subsidiario, este crecimiento podría recaer en la
concesión de la coacción y recaudación a terceros. Recordemos que uno de
los argumentos de cuestionamiento al levantamiento por parte de la oficia-
lidad fue que los culpables eran los recaudadores de diezmos, no el gobier-
no. Por lo tanto, tenemos pendiente un profundo estudio sobre los espacios
mixtos, públicos y privados, de las funciones de la burocracia. De esas áreas
grises existentes en la determinación de los intereses corporativos y la cons-
trucción del discurso y la práctica del bien común.
La conformación cotidiana de las relaciones estatales en el modelo re-
publicano pone en tensión y negociación, desde el siglo XIX hasta nuestros
días, los sentidos del poder y su ejercicio. Las capacidades políticas de las
poblaciones indígenas, como sujetos históricos individuales y colectivos, se
han puesto a prueba a través del reconocimiento de las posibilidades e im-
posibilidades de la transformación y en el ejercicio de la movilización dentro
del marco jurídico o por fuera de él, con o sin el uso de la violencia.
El ejercicio contencioso de la conformación de lo estatal ha llevado con-
sigo una profunda discusión de la naturaleza de la acción política de los
sujetos que conforman la nación, y de las dimensiones de la relación entre
autonomía y ciudadanía. Los levantamientos sociales como expresión del
4. Hernán Ibarra, La rebelión de Daquilema (Yaruquíes-Chimborazo, 1871) (Riobamba:
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural / Gobierno Autónomo Descentralizado Muni-
cipal de Riobamba, / Cooperativa de Ahorro y Crédito Daquilema, 2018), 40.
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agotamiento de las relaciones de gobierno -como forma multidireccional de
ejercicio del poder- reactivan esa discusión y buscan, a través de rituales y
de prácticas políticas que alteran la vida, cambiar, o por lo menos cuestionar,
los términos de ese repertorio.
La revisión del texto de Hernán Ibarra en 2019 vuelve a marcar en nues-
tra agenda, historiográfica y política, la necesidad de complejizar el análisis
del levantamiento de 1871 para dar lugar a la identificación de un campo
amplio de acción en el que las poblaciones indígenas, con su cultura polí-
tica diversa, replantearon sus prerrogativas en la conformación del Estado
nación en el siglo XIX. En el siglo XXI deberemos también comprender el
levantamiento de octubre en ese sentido, al identificar el discurso y accionar
de las organizaciones indígenas dentro de una propuesta que supera lo ét-
nico y cuestiona lo político.