Procesos 50, julio-diciembre 2019190
convirtió en la parroquia de San Roque, y los de mitimáes en parroquias de
San Blas y San Sebastián, es decir, la estructuración de la ciudad española no
es sino el resultado de negociaciones y acuerdos con la élite inca que dejaron
su huella en la estructuración del territorio.
La propuesta de la autora libera las capas de ocupación actual hasta
dejar la topografía y la conguración geográca de la meseta de Quito y
explica desde ese estrato la importancia de la actual plaza de San Francisco
en la estructuración del territorio, que es de origen prehispánico. En esta
base geográca no hubo traza urbana sino una franja larga y estrecha
de suelo, de 60 kilómetros de largo, y entre dos y cinco kilómetros de
ancho, ubicada en los 2.800 msnm; atravesada por quebradas. Entre las
lomas existen algunas aberturas naturales que permiten el acceso fácil a
la meseta.
En esta franja aparecen los primeros caminos que formarán las matrices
de una urdiembre que se construirá en el tiempo; dos espacios lagunares,
uno al norte y otro al sur del cerro Panecillo, analizados como “vacíos” en
el sistema de ocupación del territorio; y un espacio encerrado entre tres
colinas: el Panecillo, San Juan o Huanacaury y el Itchimbía, atravesado por
dos quebradas profundas que constituye el área del mercado.
Al mercado convergen los caminos que componen en el mapa un paisaje
de líneas, una obra que se convierte en un atributo del “lugar”, más allá de
ser un cruce de caminos; algunos tramos han desaparecido, y otros se han
ampliado y forman parte de la traza urbana de hoy: avenida 10 de Agosto,
avenida Mariscal Sucre y algunos tramos de la avenida Simón Bolívar.
Los caminos discurren entre hitos naturales e hitos construidos. Entre
líneas y puntos, estos últimos son los sitios arqueológicos encontrados en
las laderas del volcán Pichincha y las aberturas naturales a la meseta, entre
las montañas. En estos espacios estuvieron asentados varios señoríos étnicos
cuyas relaciones de intercambio con otras regiones fueron permanentes
en la larga duración. La movilidad de personas entre los diferentes nichos
ecológicos dejó su huella en caminos antiguos que representan nexos de
comunicación e intercambio; los ajuares funerarios de sitios arqueológicos
como Cotocollao, La Florida, Rumipamba, Tulipe, Nuevo Aeropuerto,
entre los más conocidos, han evidenciado la migración de objetos de otras
regiones. Según varios autores, el sistema de intercambio de la hoya del río
Guayllabamba tuvo nueve mercados; funcionaron con ferias que rotaban en
un orden determinado y a cargo de un señorío diferente, según Galo Ramón,
esta organización mantenía el equilibrio político en la hoya.
Al parecer, el tianguez, como lo denominaron los españoles luego de su
experiencia en Centroamérica; el “catu” como lo llamaron los quechuas, o
simplemente “mercado”, ocupó el área del centro histórico de Quito, lo que
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