PROCESOS 51, enero-junio 202028
públicas y privadas de la ciudad. Un paso más atrás, por último, los vecinos
concurrentes, principalmente “los más selectos y decentes”.
Una vez colocados todos en sus respectivos lugares, el himno nacional
marcaba el formal inicio del evento. Se realizaba, entonces, la lectura de las
actas de los exámenes efectuados días atrás en los más diversos estableci-
mientos educativos de la ciudad y sus alrededores, destacando a aquellos
que mejor calicación habían obtenido. Llamados al escenario, los pupilos
recibían, uno a la vez, los premios de la mano de los hombres y mujeres que
conformaban La Libertad y la Sociedad de Benecencia.
Las categorías de los premios otorgados eran cuatro: a la aplicación, a la
industria, a la moral y a la piedad lial. Todos entregados previa evaluación
de las comisiones integradas por algunos de los miembros de las dos asocia-
ciones referidas.
El premio “a la aplicación”, que consistía en libros, se reservaba para
los hijos de la élite, a aquellos que podían acudir a las escuelas de primeras
letras y que, por ello mismo, estaban en condiciones de rendir exámenes de
lectura, de escritura, de gramática latina y de ejercicios de cálculo. “A la in-
dustria”, herramientas de trabajo, para los jóvenes artesanos más avezados,
formados en talleres bajo la tutela de un maestro. Este premio se subdividía
en cuantas artes u ocios se consideraran dignos de protección, entre ellos,
carpintería, talabartería, platería, bordado, costura, etc. “A la moral”, meda-
llas honorícas, a los alumnos de probada religiosidad y buenas costumbres,
seleccionados uno por cada escuela y taller que funcionaba en la ciudad, de
entre quienes se elegía, al azar, a un único ganador. “A la piedad lial”, dine-
ro, a los distinguidos por el respeto a sus padres y por sus gestos fraternos,
generalmente hijos de familias humildes seleccionados por jueces, párrocos
y vecinos de criterios.
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Entregados los premios, se entonaba nuevamente el himno nacional,
pero esta vez para dar por nalizado el evento. A modo de despedida, las
autoridades presentes sugerían a los jóvenes pobres premiados que conser-
varan sus sentimientos de gratitud para con los decentes ciudadanos y ma-
tronas que tanto empeño ponían en la defensa y promoción de la educación
pública.
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Finalmente, la bandera era llevada de regreso a la Casa de Gobier-
no en el mismo orden en que había sido conducida al escenario central y por
los mismos hombres (los miembros de La Libertad).
Es posible reconocer en el acto descrito dos grupos claramente diferen-
ciados por la distancia de sus respectivos lugares sociales, cada uno con de-
62. “Reglamento de Exámenes y Premios de Virtud”, Salta, 10 de julio de 1836, ABHS,
Biblioteca Rafael Zambrano, Registro Ocial de Salta, carpeta 8, documento 23, . 24, 25, 26.
63. “Distribución de Premios de Virtud”, Salta, 29 de diciembre de 1836, ABHS, Bi-
blioteca Rafael Zambrano, Registro Ocial de Salta, carpeta 12, documento 9, . 46, 47, 48.