KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 57 (Enero - Junio, 2025), 123-148. ISSN: 1390-0102

Artículo de investigación


La identidad lingüística representada en testimonios de emigrantes ecuatorianos

Linguistic Identity Represented in Testimonies of Ecuadorian Emigrants

 

DOI:   https://doi.org/10.32719/13900102.2025.57.8

Yovany Salazar Estrada  

Rita Jáimez Esteves  

 

Universidad Nacional de Loja, Ecuador  

Universidad Nacional de Loja, Ecuador  

Fecha de recepción: 19 de agosto de 2024 - Fecha de aceptación: 21 de noviembre de 2024
Fecha de publicación: 
2 de enero de 2025

 

 

Resumen

Los autores se proponen interpretar y evidenciar la identidad lingüística de los emigrantes ecuatorianos que se han dirigido a países de mayor desarrollo, en especial Estados Unidos, Canadá, España, Alemania y Gran Bretaña. Para ello, se fundamenta en obras testimoniales escritas por los protagonistas, cuyas publicaciones oscilan entre 1996 y 2015. Con la orientación de las teorías devenidas de las ciencias sociales y humanas, particularmente de la lingüística, luego de la aplicación de la metodología y técnicas propias de la investigación bibliográfico-documental, se concluye que existe una significativa representación de cuatro elementos vinculados con el idioma y dialecto empleado por los emigrantes mientras permanecen fuera del Ecuador: problemáticas que enfrentan los ecuatorianos por desconocimiento de la lengua utilizada en los países de llegada; estrategias de comunicación interpersonal empleadas por los emigrantes hasta adquirir nociones básicas del nuevo idioma; diferencias en el uso del español, entre ecuatorianos y peninsulares; y asimilación del habla española como estrategia de integración de los ecuatorianos en España.

Palabras clave: autoprejuicio lingüístico, comunicación, habla española, países de destino, testimonio emigratorio ecuatoriano.

Abstract

The authors propose to interpret and demonstrate the linguistic identity of Ecuadorian emigrants who have gone to more developed countries, especially the United States, Canada, Spain, Germany and Great Britain. For this purpose, they draw on testimonial works written by the protagonists, whose publications range from 1996 to 2015. Following the orientation of theories derived from the social and human sciences, particularly linguistics, after the application of the methodology and techniques of bibliographic-documentary research, the authors conclude that there is a significant representation of four elements linked to the language and dialect used by emigrants while they remain outside Ecuador: problems faced by Ecuadorians due to lack of knowledge of the language used in the countries of arrival; interpersonal communication strategies used by emigrants until they acquire basic notions of the new language; differences in the use of Spanish between Ecuadorians and Spaniards; and assimilation of Spanish as a strategy for the integration of Ecuadorians in Spain.

Keywords: linguistic self-prejudice, communication, Spanish speech, destination countries, Ecuadorian emigrant testimony.

INTRODUCCIÓN

LA LENGUA ES y representa “la más profunda cara de nuestra constitución de personas [...]. Es decir, somos en una lengua” (Ansaldo Briones 2018, párr. 3). Tiene sentido la aserción porque “la realidad llega a nuestra mente filtrada, teñida y tamizada por la lengua. Esa creación nuestra que a su vez nos da a luz todos los días. La creamos y nos crea. Es a la vez nuestra madre y nuestra hija. Existimos en ella y ella vive en nosotros” (González Huguet 2012, 520). Entonces, la capacidad lingüística implica más que biología porque impacta en la psiquis del sujeto y en su emotividad. Somos lo que ella nos hace o somos en ella.

Esta perspectiva lingüística ha sido estudiada desde diferentes dimensiones, pero bajo la denominación general de “actitud lingüística”. Estudios en situación bilingüe adelantados en el siglo pasado consideran que la lengua empleada en espacios públicos revela el estatus y la estima que los hablantes le otorgan (Ryan, Giles & Hewstone 1988); también que la salud o posibilidad de pervivencia de una forma lingüística, geolecto o lengua dependen del prestigio o desprestigio que el hablante asocie o no a su uso (Baker 1992). Un estudio conocido como fundacional es el de Rosenberg y Hovland (1960) titulado Cognitive, Affective and Behavioral Components of Attitudes y que ha tenido gran acogida dentro de los estudiosos de la lengua. Juan Manuel Hernández Campoy (2004), a inicios de esta centuria, ratificaba esta mirada y aseguraba que los investigadores suelen fundarse en los tres componentes: “cognitivos (pensamientos y creencias), afectivo (sentimientos frente a ser, acción o fenómeno objeto de actitud) y conativo (disponibilidad para la acción)” (30).

Sin embargo, comienzan a evidenciar otros modos de abordar este fenómeno, sobre todo cuando se revisa a la luz de la identidad lingüística. Por ejemplo, Dailey-O’cain y Liebscher (2011) aprovecharon que emigrantes germanos encuentran en Canadá (Edmonton en el oeste y en Kitchener-Waterloo en el centro) una gama de posibilidades para expresarse como dialectos alemanes, alemán e inglés estándar y mezcla de códigos, para estudiar cómo a través de su actitud lingüística en interacción construyen un espacio teutón. 91, padres e hijos, sujetos integraron la muestra. Encontraron que, para los más jóvenes, los dialectos alemanes quedan relegados al pasado, representa o a quienes lo llevaron a Canadá, los mayores, o el habla de los padres. Ello se debe a su escasa utilidad. Entienden las variedades alemanas como un modo de hablar alemán y el estándar une y otorga identidad, pues para todas las generaciones posee un valor práctico y simbólico. Más recientemente, para estudiar la identidad lingüística, Yang y Curdt-Christiansen (2021) convivieron con ocho familias migrantes del campo a la ciudad y cómo era la selección de códigos de los padres y los hijos. Hallaron que enfrentan y abandonan su lengua principal (fangyans locales o dialectos regionales) por el idioma oficial putonghua porque se relaciona identidades con preferencia lingüística. Concluyen que los sistemas macrosociales, el discurso público y la planificación lingüística a nivel nacional inciden en esta decisión. En el contexto bélico Rusia-Ucrania, Stelmakova y Zabrodskaja (2024), pretendieron dilucidar si expatriados ucranianos, residentes en Tallin, mantenían su sentido de identidad nacional, casi dos años luego de declarada la guerra. A inicios de 2024, realizaron entrevistas semiestructurales e individuales a 8 residentes en la capital de Estonia, sobre prácticas culturales, sociales y lingüísticas empleadas para preservar la identidad nacional. Con respeto a la identidad lingüística se encontró que los jóvenes ucranianos muestran fuertes prácticas lingüísticas que les ayudan a mantener su identidad nacional, pues la invasión ha impulsado a un mayor uso del idioma ucraniano frente al ruso o el estonio.

Valorando que la identidad lingüística es un tema que captura el interés, se presenta aquí un estudio cualitativo y documental cuyo objetivo consiste en interpretar y evidenciar del discurso, los rasgos que caracterizan la identidad lingüística de los migrantes ecuatorianos, protagonistas de textos literarios conocidos como narraciones testimoniales.

¿Por qué realizar una investigación como esta? Porque el territorio que en la actualidad le pertenece a la República del Ecuador, desde sus vestigios históricos más remotos, se ha caracterizado por la migración de sus habitantes tanto en el ámbito geográfico interno (de la Sierra a la Costa y a la Amazonía y del sector rural a la ciudad) como internacional; sin embargo, a finales del siglo XX y principios del XXI debido a una persistente crisis de diverso orden (v. gr. económico, social y político), este evento sociológico, sobre todo de carácter internacional, alcanzó cifras nunca antes vistas, así lo comprueba la salida masiva de ecuatorianos con dirección a naciones más desarrolladas como Estados Unidos, España e Italia (Bonilla y Borrero 2008; Córdoba Toro 2015).

Como el arte “es un ‘lenguaje’ con el que el hombre expresa la realidad humana física y espiritual captando lo exterior e interiorizándolo, para luego devolverlo a la exterioridad desde la libertad creadora del artista” (Muñoz Martínez 2006, 241), resulta natural que las problemáticas vinculadas con este complejo proceso, en sus distintas fases, etapas y momentos más decisivos, así como las peripecias de los sujetos que lo protagonizan, hayan sido recreadas y representadas en las más diversas expresiones (música, plástica, drama y cine) sin olvidar la literatura, en sus distintos géneros: poesía, novela, cuento, ensayo, crónica y testimonio (Salazar 2014 y 2016). Este estudio se detendrá en esta última manifestación.

Miguel Barnet (1987, 13), acaso el más importante representante contemporáneo de la novela testimonial, la define en los siguientes términos:

constituye un intento por diferenciar esta modalidad de otras formas posibles, algunas chabacanas y aberrantes, del testimonio y de la novela. Novela testimonio, en esta denominación sintagmática, implica conjunción de estilo, conciliación de tendencias y fusión de objetivo: enfrentamiento a los problemas del contexto americano. Violencia, dependencia, neocoloniaje, falsificación de la historia mediante esquemas repetidos y vueltos a repetir. La novela testimonial pone en tela de juicio no solamente los estereotipos étnicos, culturales o sociales, sino también reelabora varios conceptos tradicionales de la literatura: el realismo, la autobiografía, la relación entre la ficción y la historia. Historia que aparecerá siempre a través de momentos individuales y significativos de seres marginados.

Se trata, pues, según Barnet, de un género híbrido, desarrollado en lenguaje cultivado, protestador, denunciador y cuestionador de injusticias sociales, que fluctúa entre la realidad y la fantasía; entre la literatura y la historia ortodoxas. En un tiempo más cercano a nosotros, el crítico peruano José Miguel Oviedo (2002, 372-3) reflexiona que

todo testimonio es primordialmente el relato o versión de un suceso real que el narrador y sus lectores comparten como miembros de una misma comunidad. La imaginación y el lenguaje personal no están excluidos, pero sí sometidos al compromiso de ser fiel a esa realidad y de informar sobre algo que todos deben y quieren conocer más a fondo.

A partir de los fragmentos anteriores, colegimos que en este género confluyen voces ficticias, pero también reales, siempre obligadas a contar una realidad muy conocida, tan conocida que debe soportarse en carne propia. De hecho, recientemente, García (2018), luego de revisar textos de la posdictadura argentina, ratifica que no se trata de mera retórica, de autores preocupados por la estética narrativa, sino que están hechos de vivencias y de fundamentos históricos y sociales.

En las cuatro últimas décadas, este modo mixto de hacer literatura, historia, sociología, ha ido ganando terreno. Si inicialmente la atención la acaparó Miguel Barnet (Gutiérrez 1993 y 2000; Sklodowska 2002) y los problemas sudamericanos (revísese además de la obra colectiva editada por Georg M. Gugelberger en 1996 y de la tesis doctoral de Nora Strejilevich 1992, otras individuales y más modestas como las de Vélez Rendón 2003; Suárez Gómez 2011; García 2014; y Acedo Alonso 2017), comienza a admitirse que su práctica es más antigua y hoy se referencian como obras testimoniales, por ejemplo, a Miguel de Cervantes y su cautiverio en Argel datado entre 1575 y 1580 (Fernández 2007) y al clamoreo de los hispanos recluidos en campos de concentración franceses concluida la Guerra Civil española (Sánchez Zapatero 2011).

Existen unos cuantos escritos elaborados por emigrantes ecuatorianos que se ajustan a este género y que notician los principales avatares sobrellevados, así como sus sueños, utopías y todo aquello que consideraron dignos de perennizar. Entre los más significativos, se citan los siguientes: Una latina en Alemania: historias de dos mundos (2015), de Margarita Borja, alegato en el que se hallan historias y anécdotas de personajes solitarios y extravagantes; Pasaporte español: revelaciones de un emigrante ecuatoriano (2012), de Víctor Hugo Flores, obra que relata su aventura migratoria: primero, con dirección a España, y ya en territorio ibérico, gracias a la presentación de un pasaporte español falso, el derrotero que lo condujo a Gran Bretaña, donde residió por diez años; La dama es una trampa (2009 [1996]), de Galo Galarza Dávila, que constituye un ensamble de ciento veintiocho relatos testimoniales que conducen al mundo de los ecuatorianos que han emigrado hacia Estados Unidos y Canadá; Rostros de la migración. Experiencias comentadas de inmigrantes colombianos y ecuatorianos en España (2009), de Javier Murillo Muñoz, cimentado en informaciones suministradas por emigrantes procedentes de estos dos países andinos; Memorias de un inmigrante (2008), del comunicador social cuencano Iván Matute Placencia, quien refiere su vivencia en España; Morir en España: testimonio de un emigrante (2008), de Jaime Alvarado Patiño, quien también relaciona su dolorosa circunstancia en España, a donde se dirigió luego de abandonar la docencia en Lengua y Literatura en el Ecuador; Sin papeles (2006), de Rosa Lastenia Gutiérrez Mora, que da cuenta de las duras experiencias laborales vividas durante trece años como trabajadora doméstica en la ciudad de Bonn (Alemania); y Veinte reflexiones de una emigrante (2005), de María Fernanda Ampuero, que gira en torno a la experiencia emigratoria de la autora en la capital de España.

Pese a esta cantidad de obras narrativas de carácter testimonial, hasta el momento no se han realizado estudios que permitan comprender la emigración internacional ecuatoriana desde este arte ni se le ha atendido lingüísticamente. El arqueo realizado de fuentes, hasta el momento, únicamente ha reportado unos pocos sondeos sobre las obras antes enunciadas, entre estos ameritan mención Sin papeles, de Rosa Lastenia Gutiérrez Mora, elaborado por el catedrático y crítico literario estadounidense Michael Handelsman (2005); un estudio sobre Memorias de un emigrante, de Iván Matute Placencia, realizado por Paola García (2008), de la Universidad de París, quien lee este testimonio emigratorio como un relato de viaje; y una muy breve entrevista a Margarita Borja, autora de Una latina en Alemania: historias de dos mundos, efectuada por Marcelo Báez (2015) y otra más pequeña aún que le hiciera Damián de la Torre un año después.

Con el propósito de llenar este vacío epistémico y en atención a la necesidad de emprender un proceso de estudio y análisis de las obras testimoniales de los emigrantes ecuatorianos, se ha realizado esta investigación.

ALGUNAS REFLEXIONES EN TORNO A LA IDENTIDAD LINGÜÍSTICA

Conceptualizar identidad es complejo, seguramente porque depende de la perspectiva del especialista y del comportamiento de los individuos que la profesan. Puede ser permanente o no; también puede atormentar o no al sujeto. Desde la perspectiva de las ciencias sociales, constituye el proceso de autoidentificación, de cobrar conciencia de uno mismo, desde la persona, la etnia, la cultura, la nación. Es, pues, un proceso intelectual de reconocimiento de unos valores generales gracias a los cuales una persona se identifica como una más incluida en un grupo definido por dichos valores. Es decir, la identidad es el sentido de pertenencia a una colectividad, a un sector social o un grupo específico de referencia1 (Espinosa Apolo 1995, 15). El autorreconocimiento colectivo e individual se basa principalmente en una lengua, un territorio ocupado, un sistema de valores y creencias, un modo de vida, un conjunto de tradiciones y, en ocasiones, una reconstrucción histórica y legendaria del pasado (Uña Juárez y Hernández Sánchez 2004, 699). Pero si hay cambio de residencia en un tiempo prolongado, se desarrolla en una permanente “tensión entre el yo y lo otro” (Lucas 2003, 20-2), puesto que puede significar la permanencia de las “características de uno mismo con relación a sí mismo [...] o bien la exacta semejanza de las características de uno con respecto a las de otro (Gómez García 2000, 29-30).

El uso y el valor lingüísticos se evidencian discursivamente en el propio hablante. Confirman la relevancia de la lengua como elemento constitutivo de la identidad los datos provenientes de una investigación sociolingüística, según la cual, “la lengua hablada por un individuo forma parte de su identidad como sujeto y como miembro perteneciente a un grupo social. La relación entre lengua e identidad es tan estrecha que un simple rasgo lingüístico puede ser suficiente para identificar a un miembro perteneciente a un determinado grupo” (Sancho Pascual 2013, 85-6). Visto así, “la lengua es [...] una de las señas de identidad más importantes de los individuos y de los grupos sociales” (85-6).

Hay quien afirma que la lengua cumple un rol superlativo en la configuración de la identidad de los emigrantes ecuatorianos en España, quienes en muchos casos “no quieren que su forma de hablar cambie, ya que su lengua es un rasgo de su identidad. Por lo tanto, el mantenimiento de sus usos lingüísticos es una manera de mantener su propia identidad” (268). Otra investigación realizada con jóvenes ecuatorianos que estudian en dos instituciones educativas de la comunidad de Madrid concluye que el modo de hablar el castellano acerca o aleja según un grupo determinado: “por un lado interviene de manera determinante en los procesos de diferenciación [...]. Por otro, se convierte en un espacio donde se (re)negocia la identidad, al actuar como un instrumento o un recurso, al tiempo que se define como el terreno en que tiene lugar el proceso de acomodación o de adaptación lingüística y sociocultural” (Ambadiang et al. 2009, 16).

Son muy distintas las formas de manifestarse y los rasgos de identidad lingüística de los emigrantes ecuatorianos si los protagonistas del desplazamiento físico se han dirigido a un país, cuyo idioma oficial es distinto al español (v. gr. Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Alemania, Francia) a si su destino haya sido España, espacio donde se comparte el mismo código lingüístico, aunque con diferencias dialectológicas.

LAS VOCES DE LOS ECUATORIANOS EN ESCRITOS TESTIMONIALES

Dificultades de los emigrantes ecuatorianos por desconocimiento del idioma oficial de los países de destino

Cuando los ecuatorianos se dirigen a países que tienen un idioma diferente al español, el desconocimiento de ese código lingüístico, en especial entre los emigrantes adultos, los lleva al aislamiento, a la marginación, a la segregación y a la exclusión social, comunitaria y hasta familiar. En varios casos son los propios hijos quienes sienten vergüenza de sus progenitores como hablantes inexpertos de la lengua de acogida, por el temor a la estigmatización pueden llegar incluso a vedarles el habla: “me prohíbe que hable con ellos. Dice que tengo un acento horrible” (Galarza Dávila 2009 [1996], 104-5). Esta narración ficticia coincide con los resultados de las investigaciones lingüísticas realizadas, los cuales demuestran que los hijos de emigrantes de origen latino en Estados Unidos se avergüenzan de sus padres y de su lengua originaria: “he conocido personalmente a más de una familia en que la comunicación entre sus integrantes es limitada porque los hijos han olvidado su lengua materna o se niegan a hablarla” (Rovira 2008, 7). Además de estas sujeciones hay otras repercusiones como las que recoge Galo Galarza Dávila. El desconocimiento del inglés constituye una de las causales que propician el suicidio de una emigrante ecuatoriana, quien en dramáticas palabras manifiesta: “qué ha de ser vida eso de estar en un país extraño [...] sin hablar los idiomas que hablan por acá” (Galarza Dávila 2009 [1996], 149).

En similar circunstancia se hallan los emigrantes en Canadá, lugar en el que sobreviven entre la soledad y la incomunicación, así lo expresa el protagonista de uno de los testimonios considerados:

Como aquí en Canadá no hay canales en español no entiendo nada de lo que hablan ni en inglés ni en francés. Pero he aprendido a descifrar las imágenes, los sonidos, los gestos de la gente [...]. Si no tuviera televisión ya me hubiera vuelto neurótico hace tiempo. A la gente de por acá no le gusta nomás hablar con los extranjeros. (182-3)

En respuesta a estas coyunturas, los inmigrantes latinos en Estados Unidos y Canadá están resueltos a aprender el inglés y a integrarse a esta sociedad (Kymlicka 1996). El interés tiene sentido porque el dominio de la lengua de la mayoría mejora la consecución de empleos, la obtención de un superior contrato laboral o brinda mayores oportunidades. El “conocimiento de la lengua del país de destino constituye un componente del capital humano [que] contribuye positivamente al éxito en el mercado de trabajo y a la consecución de mayores ingresos”, sostiene Alonso y Gutiérrez (2010, 19).

Tanto en Estados Unidos como en Canadá, el idioma como herramienta de comunicación no deja de ser un instrumento al servicio de quienes detentan el poder; no de otro modo se explica que el inglés sea la lengua franca de intercomunicación entre la mayoría de países y, en ese contexto, el español, aunque constituya uno de los idiomas más importantes del planeta debido a sus más de quinientos cincuenta y nueve millones de hablantes, “incluidos los hablantes de dominio nativo, de dominio limitado (por ejemplo, marroquíes y filipinos) y los estudiantes de español como lengua extranjera” (Ansaldo Briones 2018), no pase de ser un idioma subalterno y de las clases menos favorecidas, en la distribución desigual de los bienes materiales y simbólicos, y de ello tienen clara conciencia los emigrantes ecuatorianos:

El nuestro es un lenguaje asqueroso, que está condenado a desaparecer en este país. Aquí, en el futuro, hablarán español solo los mendigos [...]. El español aquí es como el quichua en nuestro país, un idioma marginal, empobrecido, solo para que algún mierda haga demagogia [...]. Y el español aquí, vea, este idioma de cría puercos, de piratas rapaces, tiene el mismo destino que en nuestro país el quichua, bueno para que lo hablen en los mercados longos. (Galarza Dávila 2009 [1996], 123)

Este autoprejuicio lingüístico,2 entendido como el conjunto de actitudes y comportamientos negativos hacia su propia lengua, considerándola inferior a la lengua de la sociedad de acogida (Muñoz Carrobles

2013, 47), además de cuestionable por la tendenciosa y estereotipada comparación que establece entre el español y el idioma ancestral, quichua, resulta deleznable desde dos puntos de vista: i. por la desestimación al resurgimiento de otras lenguas atávicas3 que aún perviven en el Ecuador como el propio quichua, la lengua ancestral andina de mayor extensión territorial (Mejeant 2001), y ii. por el irrespeto que comporta a las expresiones culturales de las distintas nacionalidades aborígenes el enunciado. Sin embargo, tampoco hay que olvidar que concepciones como estas son parte del problemático proceso de aculturación y alienación identitaria, a consecuencia de que “se valora más la cultura del otro y se da la necesidad de asimilarse a la cultura nueva. Este sería el caso de los grupos minoritarios o de inmigrantes que se ven atraídos por la cultura del grupo mayoritario” (García León 2013, 111). Este comportamiento de muchos emigrantes ecuatorianos se vigoriza con la política lingüística del gobierno estadounidense, fomentadora del monolingüismo, con el inglés como el único idioma oficial, que se manifiesta tanto en pronunciamientos oficiales como en las instituciones educativas a las que asisten los hijos de los ecuatorianos, en las que con regularidad se asevera “que el inglés les hace americanos y el español les mantiene en la pobreza [...], porque al español se le considera el idioma de las clases bajas” (Rovira 2008, 6-7).

Las problemáticas devenidas del desconocimiento del idioma empleado en los países de destino se experimentan con mayor fuerza en Europa. En Alemania, por ejemplo, el hecho de desconocer el idioma limita la autonomía y son sus compatriotas con cúmulo de experiencia migratoria en tierras germanas, quienes se arrogan la potestad de elegir y decidir por el recién llegado la conveniencia o no de un contrato laboral: “Fernanda, están decidiendo tu suerte y te van a aumentar cuatro años de edad sin pedir tu consentimiento, y van a decir que eres fregona de nacimiento, que limpiabas también en tu tierra, para que crean que lo sabes hacer perfecto, y que no hablas el idioma, pero que puedes comprender lo que te dicen” (Gutiérrez Mora 2006, 55).

En el país teutón, otra ecuatoriana que llegó para trabajar como traductora y profesora de español no logró evadir los apuros derivados de la insuficiencia idiomática: “Reutilizamos hasta acabar las mismas cien palabras [...]. En algún momento deja de importarnos comprender o no, equivocarnos o no. La migración es una escuela de humildad. Y [sic] de humor” (Borja 2015, 78). Con el propósito de desarrollar el tema del humor, en las páginas subsiguientes, la autora detalla los múltiples casos de la vida real que generan risas por los desencuentros, ya que las expresiones cambian totalmente el sentido de lo que se quiere comunicar y son frecuentes entre los extranjeros que tratan de hacerse entender en el idioma alemán que apenas balbucean: un guatemalteco que en lugar de pedir un “kilo de carne molida” solicita “un kilo de carne secreta”; una rusa que al querer mencionar El lago de los cisnes habla del “Lago de los penes”; un estadounidense que durante un mes compró “pan de centeno integral de grano grueso”, aunque solicitara “pan de chatarra”; un estudiante que cree indicar que los personajes se dejaban llevar entre las ruinas romanas, pero en verdad comentó que “tienen sexo” entre aquellas ruinas; y una ecuatoriana que habla de “concepción” cuando quiere expresar “recepción” (Borja 2015, 78-9).

Estrategias utilizadas por los emigrantes ecuatorianos para comunicarse

Como se ha dicho, entre los ecuatorianos que aspiran a conseguir El Dorado en Estados Unidos, se valora el dominio del idioma inglés, ya que si se llega a manejarlo se incrementa la posibilidad de promoción social. Por este motivo, quienes llegan a Estados Unidos en edad adulta, aunque les resulte muy difícil el aprendizaje de la lengua, se esfuerzan por comunicarse en el idioma anglosajón. Sobre este particular es muy elocuente el testimonio que brinda un emigrante ecuatoriano en Estados Unidos, quien ni siquiera con los múltiples cursos realizados ha llegado a dominar el idioma: “No, mi señor, apenas balbuceo una que otra palabra, construyo unas cuantas oraciones, leo un cincuenta por ciento del periódico” (Galarza Dávila 2009 [1996], 86).

Los ahogos lingüísticos de los padres emigrantes se complican aún más porque sus hijos nacidos, crecidos o formados en el sistema escolarizado norteamericano ya no utilizan el español ni sienten motivación para aprenderlo, lo que empuja a los progenitores a convertirse en bilingües y a emplear uno u otro idioma en función de sus interlocutores. Este complejo uso lingüístico lo manifiesta un ecuatoriano que trata de presentar a su hijo a unos amigos y paisanos: “Fabi, come on, venga salude a los amigos del Ecuador. Fabi, Darling, please come on. They are my friends, they come from Ecuador. Es que el guambra no habla español oiga” (63). Distinguimos, asimismo, en este fragmento el cambio de código codes witching. De acuerdo con los especialistas, en la fase inicial de aprendizaje de la segunda lengua se genera una suerte de código mixto, cuyo proceso de constitución va desde la adquisición de préstamos en la lengua B tomados de la lengua A, hasta la mezcla de códigos (Siguán 2001; Sebba 1997; Hill y Hill 1980; Poplack 1980)4 que acabamos de distinguir.

Aquellos ecuatorianos que han logrado concretar la edición de un libro justiprecia la necesidad de conocer el idioma inglés en Estados Unidos, tal como se comprueba cuando uno de ellos publica un libro en su idioma y conjetura el éxito seguro si fuese en el otro: “Si lo escribiría en inglés o si conseguiría que lo traduzcan, le juro que sería best seller. Me haría multimillonario, como el Stephen King o el Tom Clancy. Mi desgracia es que puedo escribir solo en español” (Galarza Dávila 2009 [1996], 133).

Similar motivación manifiestan quienes se dirigen a Europa, razón por la cual aprovechan cualquier oportunidad para aprender el nuevo idioma; así lo expresa una ecuatoriana en Alemania: “En todo caso mi obligación de ser humano racional e inteligente era aprender el idioma y procurar adaptarme rápidamente al medio” (Gutiérrez Mora 2006, 139). Los ecuatorianos residenciados en Italia reconocen, en idéntica forma, la urgencia de aprender el italiano: “Pero hablar muy bien el idioma era fundamental para mejorar la situación laboral y de este beneficio gozaba Johanna” (Flores 2012, 71). En la ocasión en que este informante pasa por Francia para llegar a Londres siente la imperiosa necesidad de conocer el idioma francés o inglés y de este modo adquirir el producto que requería:

Estaba metido en una situación desesperante y necesitaba comunicarme con aquella persona, pero no podía hacerlo, entonces el sujeto que me atendió, sin darse por vencido empezó a hablar en inglés, pero era imposible y empecé a maldecir aquellos días en que me escapaba del colegio justamente a la última hora cuando tenía que recibir clases de inglés, pero entre señas y gestos comprendió que necesitaba una “carte téléphonique” para llamar. (Flores 2012, 58)

Cuando este mismo ecuatoriano ingresa a Londres, lo primero que hace es ingeniárselas para aprender el idioma; en sus propias palabras este fue su método de aprendizaje:

me acostumbré a llevar los periódicos que encontraba botados sobre los asientos del metro hasta la casa. Con la ayuda de un resaltador que pedí a José, subrayaba las palabras en inglés que no comprendía, hacía un listado para luego revisar en un diccionario traductor que me prestó Darío. Esta era mi metodología para aprender inglés y así buscar la opción de un “full time” por otro lado. (Flores 2012, 115)

Y cuando el poco conocimiento adquirido, le libró de ser detenido por la policía migratoria, satisfecho y convencido de la efectividad de su método, afirma: “en ese momento comprendí que aquellas subrayadas y uso del diccionario traductor, me habían ayudado y puesto a salvo” (115-6).

Diferencias en el habla del español, entre emigrantes ecuatorianos y nativos de España

En España, una de las manifestaciones del habla peninsular que disgusta y que genera reacción es de cuestionamiento y rechazo entre los emigrantes ecuatorianos es “el comportamiento grosero del español, que parece no tener pudor lingüístico ni conocer los tabúes que serían habituales en el país de procedencia” (Calvo Pérez 2007, 37). Lo atestigua un ecuatoriano que antes de emigrar se desempeñaba como docente de lengua y literatura y a quien le parece injustificado el español soez que profiere el hijo de una patrona y que delata su escasa cultura. Decía por nimiedades y a cada momento: “ ‘Me cago en Dio’ o ‘Me cago en la leche’ [...]. “Jodé, madre, con este caló ya no siento los seso [...]. ¡Me cago en la virgen! [...]. Me cago en la puta madre con este bochorno” (Alvarado Patiño 2008, 51). Como reacción a estas expresiones la madre espetó: “¡Y yo me cago en el puto hijo que parí! Sal de aquí, gamberro, y vete al secano, que ya has dado demasiado jaleo hoy. ¡Jodé!” (52). El conflicto generado por el español malsonante se acrecienta debido a que los rasgos suprasegmentales grandilocuentes que emplean los españoles, en general, frente a los templados y parcos del ecuatoriano, hacen que el emigrante los catalogue de “groseros, maleducados, gritones, mandones, soberbios, directos o agresivos” (Ambadiang et al. 2009, 10) y que también califique el habla española como grosera, ofensiva, prepotente, seca, irrespetuosa; mientras que la ecuatoriana es tasada como entrañable, respetuosa, amable, alegre y sincera (Sancho Pascual 2013, 162).

Pero no todos los geolectos del español peninsular reciben iguales calificativos, hay unos valorados positivamente por su semejanza con alguno de la patria añorada. La fonética del español hablado en Levante recuerda la de los nativos de las provincias del litoral ecuatoriano.5 Una muestra de esta evaluación sería la siguiente: “Eh, Francisca, vas maja hoy, con más gracia que aquella vez en Lo Corrillo [...]. Para, macho, para. ¿Qué pretende con tanto arrumaco hoy? ¡Jodé!” (Alvarado Patiño 2008, 20). Más adelante este mismo deponente explica las semejanzas:

El habla del pueblo del Levante tenía un cierto parecido al costeño de mi país. Normalmente estaban ausentes de sus palabras la d intervocálica: Juan anda metío en lío, decían, por ejemplo, con su acento armonioso y ágil. Tampoco pronunciaban las eres y las eses finales: ¿Qué voy a ganá con ponerme enfermo? Me cago en Dió. Suelen confundir la r y la l implosivas: Me duelen las espaldas. Hoy estuve conversando con er arcarde. (102-3)

Durante la interacción comunicativa de los emigrantes ecuatorianos en España, la mayor dificultad se deriva de la diferencia semántica. De esta realidad lingüística son muy conscientes los inmigrantes en España, causal por la que tienen “cuidado extremo en aproximar criterios léxicos para pasar desapercibidos, salvo que en determinadas situaciones quieran significarse” (Calvo Pérez 2007, 10). Aunque utilicen igual código lingüístico, las discrepancias en el uso del idioma español son bastante notorias, como dice una religiosa que trabaja con organizaciones de migrantes: “Otra parte de la realidad es que, si bien el hispanoamericano habla español, tiene códigos diferentes porque nuestra forma de hablar que es muy directa les resulta agresiva; a nosotros no nos gusta, en cambio, que sean tan indirectos; eso suena engañoso” (Murillo Muñoz 2009, 111).

Los inmigrantes laborales, desconocedores de la diversidad lingüística y con escasa disponibilidad léxica, al llegar a la nación ibérica afrontan una realidad lingüística muy distinta a la esperada: “Cuando cambias las palabras que siempre has utilizado y las reemplazas por otras, aunque signifiquen lo mismo, tú te detienes” (Orellana Rodríguez 2014, 47). Es la misma lengua, pero no igual variedad, y algunos términos podrían generar confusión. En alusión a estos contrastes, recuerda el testimoniante ecuatoriano que ha “escuchado decir a ciertos ingeniosos que Hispanoamérica y España están separados por la lengua [...]. Lo que para nosotros es el carro para ellos es el coche. El rabo o la cola tiene para ellos el significado de pene, al igual que polla, que para nosotros significa en coloquial vagina, y para los españoles nombra el miembro masculino” (Alvarado Patiño 2008, 101-2).

Abundan las distinciones semánticas y están presentes en los más disímiles espacios de interacción comunicativa: “Cubiertos los rostros con mascarillas, con guantes de caucho (que allá llamaban de plástico, para ahondar la diferencia semántica que existe en nuestra lengua), pasábamos las ocho o nueve horas de la faena diaria” (104). Lo que en Ecuador se conoce como “enfundar” en España se le dice “embolsar”, a las parrillas metálicas las nominan “palés”. Otra prueba de esta divergencia la aporta el mundo agreste español: los peninsulares a la hilera de plantas la denominan “río” (2008).

Debido a estas diferencias y muchas más, los niveles de comprensión mutua entre los hablantes de una y otra comunidad hispanohablante no siempre son óptimos. Estudiantes ecuatorianos en Madrid

cuando se les preguntaba acerca de su comprensión relativa a frases enteras, el 10,7 % contestaba que algunas o muchas veces no entendían frases enteras en contextos formales, cifra que llegaba hasta el 26,7 % cuando se trataba de entornos informales [...]. Esto supone, que estos estudiantes conciben sus diferencias lingüísticas como una frontera de manera objetiva. (Ambadiang et al. 2009, 4)

Así que, aunque los ecuatorianos hablen el mismo idioma, no siempre les resulta fácil comunicarse con los madrileños. Otro declarante expresa: “alguna vez me extravié durante una media hora. Entonces pregunté por la calle Alfonso el Sabio, y los vecinos se mostraron muy solícitos, pero no los podía entender a cabalidad. No conocían el significado de cuadras que nosotros tenemos. Además, el acento ágil me resultaba extraño” (Alvarado Patiño 2008, 27-8).

En el campo de la interpretación musical y la locución radial, también se reporta variación:

Mira, esto aquí se llama mesa de mezclas, consola no [...]. Mira nosotros no lo conocemos por auriculares o audífonos, aquí decimos cascos, no es pubs, es Jack, a los cables latiguillos, a la casetera platina, bafles a los parlantes... y así una larga lista de términos americanos, que con el pasar del tiempo fui reemplazando y cuando interpretaban una canción y a uno de ellos se le olvida la letra y el compañero le dice que saque la polla, todos se ríen y entonces explicaron que a ese papel lo llamaban chuleta, y que polla era para referirse al órgano sexual masculino. (Matute Placencia 2008, 228-9)

Estos cambios semánticos pueden producir hasta hilaridad por la alteración radical del sentido tal como ocurre también cuando coexisten idiomas disímiles. A este respecto es muy conocida la anécdota que refiere un diálogo entre una ecuatoriana y su patrona española, en el que la anciana, que tiene comezón en sus espaldas, le solicita a la inmigrante: “Hija, ayúdame a rascarme la chepa [subrayado nuestro], que no me alcanza y me pica toa. Señora, le responde ruborizada la joven, ¿cómo crees que voy a rascarte allí? Y la pobre anciana no comprendía por qué la muchacha no podía ayudarla en tan sencillo menester” (Alvarado Patiño 2008, 102). No obstante, a la sencillez del pedido, “rascar la Corcova” para la hispana, renunció a cumplirlo la nacida en Ecuador, puesto que “chepa” en su dialecto originario

se refiere a la parte íntima de las mujeres y no comprendía lo que la señora le estaba pidiendo [...]. Ante el silencio y la falta de acción, la señora tomó una mano de madera con asa que tenía en la mesita de centro y procedió a rascarse la espalda (joroba) no sin antes decirle “esto es lo que quería que hagas ¿no me entiendes”. (Rodas Godoy 2014, 26-7)

La asimilación del habla española como una estrategia de integración de los emigrantes

En lo que respecta a la apreciación de los geolectos, mientras la variedad hablada en Madrid se considera como la portadora de prestigio y la representante del español, estándar, los emigrantes ecuatorianos en Madrid son considerados como los usuarios de una variedad lingüística periférica, los “portadores de una variedad diferenciada como rasgo definitorio de su propia identidad” (Sancho Pascual 2013, 93). En este nuevo contexto, “frente a la de la comunidad de acogida y la necesidad de adaptarse a la variedad prestigiosa y dominante de su nuevo contexto vital determinarán sus actitudes lingüísticas y, por tanto, su identidad y sus usos lingüísticos, ya que estos marcarán la identidad grupal dentro de la nueva sociedad en que ahora se insertan” (95).

En respuesta a estas diferencias en el habla del mismo idioma español, en el lugar de acogimiento, bajo el paraguas de una nueva vida, el emigrante tiene la opción de renovar “sus hábitos lingüísticos hasta diluirse en el ámbito donde vive, identificándose en todas las circunstancias posibles con los hablantes autóctonos” (Calvo 2007, 9). Con el ánimo de poner en vigencia esta intencionalidad: “Hay, por lo general, una voluntad de aproximación a los hábitos peninsulares [...]. Se trata de un proceso de nivelación que va más allá de las actitudes de convergencia o divergencia respecto de los hábitos del país de acogida y al margen también de la evaluación actitudinal que se haga de ellos” (Calvo Pérez 2007, 33-4).

Los testimonios también contienen voces de ciertos ecuatorianos que, al poco tiempo de llegar a España, parecen afanados por borrar su cultura originaria y tomar distancia de sus coterráneos, al menos es la actitud lingüística asumida: “ ‘¡Eh! ¡Pásame la catalana! ¡Eh! ¡Pásame la cuña! ¡Eh! ¡Pásame la maceta! ¡Eh! Joder, macho, ¿dónde has puesto la cinta? ¡Eh! ¡Capullos! ¡Pásame la paleta! Pasa esto y el otro, típico de un tipo mandón y poco amigable. Decíamos que a la catalana en nuestro país le llamamos bailejo, que la cuña le llamamos cincel, y a la cinta, metro” (Matute Placencia 2008, 158). Por el habla y otras expresiones comportamentales, otros emigrantes creen que se trata de un español; pero se llevan sorpresa mayúscula cuando se enteran de que es de nacionalidad ecuatoriana, este emigrante “en menos de un año adquirió el dialecto propio de un español nativo, comía al gusto español y sus arranques le hacían ver diferente al resto de emigrantes” (159).

Las categorías de lealtad o deslealtad lingüística pueden explicar esta metamorfosis “si los migrantes son leales, mantendrán su dialecto materno, al que tienen afecto porque lo aprendieron desde su infancia; así, conservarán su dialecto pese a la presión y lo mantendrán como marca de identidad. Si los migrantes son desleales, simplemente adoptarán el dialecto español, produciéndose entonces la acomodación” (Benalcázar Cepeda 2013, 24-5). De conformidad con Ferkingstad Sandve (2012), hay un “alto grado de orgullo e identificación lingüística” en “informantes, quienes generalmente perciben un lazo entre su habla y su procedencia, y que se muestran bastante satisfechos con su dialecto”. Agrega que “la renuencia general a considerar la variedad peninsular mejor que la propia es indicativa de una alta autoestima lingüística” (102).

Aunque no lo exprese abiertamente, uno de los ecuatorianos testimonia una actitud de lealtad lingüística, entendida como “un sentimiento de afecto o emoción hacia lo que se ha aprendido en la primera etapa de la vida, aunque se reserva el término para situaciones de contacto donde existe la posibilidad de cambio pero se opta por el mantenimiento de la variedad materna” (Moreno Fernández 1998, 251-2). Rechaza, critica y cuestiona al connacional que al poco tiempo de llegar se esfuerza por hablar cual genuino ibérico:

Raúl es un chico humilde, pero españolizado totalmente, a los tres meses de haber llegado cambió su tono arrastrado y cantado de voz. Joderr... vecino, no me diga que se sacó la lotería, me cago en diez... vosotros los cuencanos tenéis suerte [...]. Es que... me cago en la leche puta vecino, no diga eso, en mi curro todos son españoles... y se me pega. (Matute Placencia 2008, 217)

La explicación a esta actitud se debe a que ciertos ecuatorianos en España tienen el convencimiento que son ellos los que deben integrarse al habla de los nativos, impulsados por la necesidad de “ser entendidos para poder comunicarse de manera adecuada. Consideran que son ellos los que tienen que integrarse y, por lo tanto, adaptarse a los elementos que difieran entre ambas culturas” (Sancho Pascual 2013, 174). La comunidad de origen valora esta adaptación lingüística de manera negativa y la entiende como “abandono de la identidad grupal y, por tanto, tiene sus consecuencias en la valoración que el grupo haga de este individuo. La evolución que su manera de hablar experimenta supone esa pérdida de prestigio desde el punto de vista de la comunidad de origen” (177).

Tampoco hay que olvidar que desde la comunidad de origen el habla españolizada de los ecuatorianos es mal vista. El español del Ecuador está lleno de anglicismos que no causan ningún estupor, en cambio, los términos y formas de hablar de los emigrantes económicos que rememoran a España como país de destino causan cierta conmoción, ya que “recuerdan demasiado una emigración económica y, por tanto, vergonzante [...]. El acento españolizado o las palabras españolas molestan porque recuerdan que eres un emigrante pobre, mano de obra exportable” (Ampuero 2014, 36). Sin embargo, “equívocos, desencuentros, traspiés, incomunicación, fallos, frustraciones, burlas, confusiones, malos entendidos. Los hemos vivido todos. Y cansan. No es traición a nuestro acento y a las palabras santas que nos enseñó nuestra mamá y la señorita Sara en el jardín de infantes. Es, simple y sencillamente, supervivencia” (38).

Con el parecer de Ampuero queda en evidencia que los cambios lingüísticos que se producen en el habla de los ecuatorianos en España podrían no asumirse como o no representar una enajenación o una traición al ser ecuatorianos, sino como una muy humana necesidad de sobrevivir y sobrellevar, de la mejor manera posible, la condición de migrantes económicos.

CONCLUSIONES

Cuando las personas se desplazan físicamente de un país y continente a otro, su idioma también se convierte en migrante, tal como lo expresa el testimonio de un ecuatoriano en España: “un lenguaje que también migra; de la chauchita a la chapuza, del camello al curro; del bacán al chaval, del chévere al superguay, en fin. Porque todo migra, todo se junta, todo se encuentra y transforma” (Matute Placencia 2008, 12). El quid de la cuestión consiste en saber qué ocurre con esa forma de hablar que se envalijó: ya en el extranjero, ¿se anquilosa, cambia o se olvida? En las páginas precedentes estudiamos esta situación en los migrantes ecuatorianos, cuyos clamores suenan en obras testimoniales.

El contenido de las obras testimoniales analizadas confirma que el desconocimiento del idioma hablado en el país destino es un gran inconveniente. Al migrante se le complica no solo la posibilidad de encontrar trabajo o de ascender en el ámbito laboral, sino incluso intercomunicarse y de esta forma cumplir con las actividades más sencillas de la vida cotidiana. En la perspectiva de superar esta limitación y todas las problemáticas devenidas de ella, la mayoría de los emigrantes opta por aprender, aunque sea en los niveles más elementales, el nuevo idioma y para ello utiliza variadas estrategias: cursos formales o informales de idioma, lectura de la prensa escrita, consulta de términos del nuevo idioma en el diccionario, visualización de programas de televisión e intercomunicación con jefes y compañeros en el lugar de trabajo, así como en sitios de expendio y de oferta de otro tipo de servicios.

Asimismo, queda en evidencia que algunos ecuatorianos también acuden como estrategia de reconocimiento e integración en los países de llegada al premeditado olvido del idioma español, al que subvaloran, subestiman y al compararlo con el idioma ancestral quichua, lo catalogan como un idioma subalterno, de la pobreza, la marginación, el subdesarrollo y la perpetua dependencia.

Los ecuatorianos que eligieron España como país de destino tampoco logran sacar gran ventaja lingüística. Si bien el idioma es el mismo y parece fácil la comunicación, el día a día acopia diferencias de orden semántico y suprasegmental que pueden obstruir la comunicación. En respuesta a esta dificultad y como estrategias que anulen, disminuyan o atenúen las más visibles diferencias, algunos ecuatorianos, al poco tiempo de llegar a la península ibérica, optan por asimilarse al habla española, imitar rasgos culturales de los hispánicos y, de esta manera, no solo olvidarse del castellano hablado en el Ecuador sino de otras expresiones culturales vernáculas. En ocasiones, otros compatriotas cuestionan esta conducta.

Corroboramos que la identidad lingüística, como una de las expresiones de la identidad cultural, no es innata, fija, estática, inmutable, no se da de una vez y para siempre, sino que progresivamente se configura, desarrolla y también muda, en interrelación dialéctica con los multidimensionales contextos en los que se desenvuelven los usuarios de un idioma; por ello se ha expresado que “tiene una génesis compleja, un desarrollo que no es lineal, que no es solo causa/efecto, que no tiene una sola dirección, por lo que se torna indeterminada, circunstancial, más que permanente, construida dinámica y recíprocamente” (Martínez Matos y Mora 2008). Los hablantes construyen y emplean múltiples y complejas expresiones de identidad lingüística, en función de los contextos en los que se desenvuelven, las circunstancias que atraviesan, las situaciones comunicativas en las que participan y los alcances que se propongan con la elaboración e intercambio de mensajes verbales o no verbales.

Como la lengua usada y valorada por los migrantes, pendula la identidad lingüística, tal como ocurre con los otros tipos de identidades. Queda demostrado que en los inmigrantes ecuatorianos la identidad constituye un complejo y multidimensional proceso que se encuentra en permanente construcción, reconstrucción, reanálisis y transformación.

Notas

[1]Esta colectividad puede estar localizada de manera geográfica, pero no necesariamente, como sucede en el caso de refugiados, desterrados, exiliados o emigrantes de diverso carácter (Rodríguez y Schnell 2007, 85-6).

[2]Especialistas han reportado, explicado y nominado este sentimiento anteriormente: auto-odio lingüístico y cultural (Ninyoles 1977), lingüicismo e imperialismo lingüístico (Phillipson 1992), vergüenza lingüística (Zimmermann 1999), indiferencia lingüística (Siguán 2001) e imperialismo cultural (Inda y Rosaldo 2008).

[3]Tales como shuar, tsafiqui, a’ingae, awapit, cha’palaa, epera pedede, kayapi, paicoca, waotededo.

[4] Cuando esta solución es altamente significativa, regular, general y, en cierto modo, estandarizada, recibe la nominación de lengua mixta (Alvar 1986), sabires o pidgin (Hymes 1971); y cuando alguna comunidad la reclama como lengua materna se le denomina lengua criolla, que se caracterizaría por entidades lingüísticas simplificadas provenientes de diversos idiomas (García León 2014; Moreno Fernández 1998; Hymes 1971).

[5]Esta coincidencia amerita una investigación sociolingüística más detallada y profunda, pero este no es el espacio para ello.

Lista de referencias

Acedo Alonso, Noemí. 2017. “El género testimonio en Latinoamérica: aproximaciones críticas en busca de su definición, genealogía y taxonomía”. Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos 64: 39-69. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-85742017000100039.

Alonso, José Antonio, y Rodolfo Gutiérrez. 2010. Lengua y emigración: España y el español en las migraciones internacionales. Madrid: Instituto Complutense de Estudios Internacionales.

Alvarado Patiño, Jaime. 2008. Morir en España: testimonio de un emigrante. Cuenca: Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.

Ambadiang, Théophile, Isabel García Parejo y Azucena Palacios. 2009. “Diferencias lingüísticas y diferencias simbólicas en el discurso de jóvenes ecuatorianos en Madrid”. Círculo de Lingüística Aplicada a la Comunicación 40: 3-32. https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/677777/diferencias_ palacios_clac_2009.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

Ampuero, María Fernanda. 2014. “Vivir en Between”. En “Me fui a volver”: narrativa, autorías y lecturas teorizadas de las migraciones ecuatorianas, editado por Diego Falconí Trávez, 29-41. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar/ Corporación Editora Nacional/Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Ampuero, María Fernanda. 2019. Veinte reflexiones de una emigrante. Buenos Aires: Lumpen.

Ansaldo Briones, Cecilia. 2018. “El español dentro de la marca España”. El Universo. 4 de marzo. https://www.eluniverso.com/opinion/2018/03/04/nota /6649219/espanol-dentro-marca-espana.

Báez, Marcelo. 2015. “Margarita Borja y su exilio entre culturas”. La Revista. 8 de noviembre. http://www.larevista.ec/cultura/personaje/margarita-borja-y-su-exilio-entre-culturas.

Barnet, Miguel. 1987. “La novela testimonio: alquimia de la memoria”. Revista de la Universidad de México 433: 13-4. https://www.revistadelauniversidad.mx/download/2d6ff756-37b0-4b0a-86fc-1bb0ce6e89f1?filename=la-novela-testimonio-alquimia-de-la-memoria.

Benalcázar Cepeda, Esteban Eduardo. 2013. “Acomodación dialectal en los patrones de entonación de migrantes ecuatorianos que han retornado de Madrid”. Tesina de licenciatura. Pontificia Universidad Católica del Ecuador. https://repositorio.puce.edu.ec/server/api/core/bitstreams/4501c14e -2091-4749-9e7e-7fdbefbf93a4/content.

Bonilla, Adrián, y Mercedes Borrero. 2008. Ecuador: la migración internacional en cifras 2008. Ecuador: Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) / Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO). https:// www.flacsoandes.edu.ec/web/imagesFTP/7586.6721.migracion_ecuador_ en_cifras_2008.pdf.

Borja, Margarita. 2015. Una latina en Alemania: historias de dos mundos. Guayaquil: El Universo.

Calvo Pérez, Julio. 2007. Tendiendo puentes: la lengua de los emigrantes peruanos (y ecuatorianos) en la comunidad valenciana. Valencia: Universidad de Valencia.

Córdoba Toro, Julián. 2015. “Una aproximación a la inmigración ecuatoriana en España (1995-2005)”. Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales IV: 73-83. http://iberoamericasocial.com/una-aproximacion-a-la-inmigracion-ecuatoriana-en-espana-1995-2005.

Dailey-O’Cain, Jennifer, y Grit Liebscher. 2011. “Language attitudes, migrant identities and space”. International Journal of the Sociology of Language 212: 91-133. https://doi.org/10.1515/ijsl.2011.048.

De la Torre A., Damián. 2016. “No escribo para complacer”. La Hora. 9 de octubre. https://www.lahora.com.ec/noticias/no-escribo-para-complacer/.

Espinosa Apolo, Manuel. 1995. Los mestizos ecuatorianos y las señas de identidad. Quito: Ministerio de Cultura. https://repositoriointerculturalidad.ec/jspui/ handle/123456789/33414.

Ferkingstad Sandve, Bjørg Ane. 2012. “Actitudes lingüísticas e identidad étnica de los inmigrantes ecuatorianos, colombianos y argentinos residentes en Madrid”. Tesis de maestría. Universidad de Bergen. https://bora.uib.no/bora-xmlui/bitstream/handle/1956/13047/100172565.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

Fernández, Enrique. 2007. “Los tratos de Argel: obra testimonial, denuncia política y literatura terapéutica”. Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America XX (1): 7-26. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=943768.

Flores, Víctor Hugo. 2012. Pasaporte español: revelaciones de un emigrante ecuatoriano. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.

Galarza Dávila, Galo. 2009 [1996]. La dama es una trampa. 2.ª ed. Quito: Eskeletra.

García León, Javier Enrique. 2013. “Relación entre actitudes lingüísticas e identidad en hablantes de inglés criollo, inglés estándar y español”. Tesis de maestría. Universidad Nacional de Colombia. https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/20246/04448237.2013.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

García, Paola. 2008. “El relato de viaje en las Memorias de un emigrante ecuatoriano en España”. En Actas del XVI Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (2007), editado por Pierre Civil y Françoise Crémoux, 231-8. Iberoamericana Vervuert. https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/16/ aih_16_2_232.pdf.

García, Victoria. 2014. “Testimonio literario latinoamericano: prefiguraciones históricas del género en el discurso revolucionario de los años sesenta”. Acta Poética 35 (1): 63-92. https://www.aacademica.org/victoria.garcia/9.pdf.

García, Victoria. 2018. “Testimonio y ficción en la narrativa argentina”. Lexis XLII (2): 369404. https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lexis/article/view/20572.

Gómez García, Pedro, coord. 2000. Las ilusiones de la identidad. Madrid: Cátedra.

Gugelberger, Georg M., ed. 1996. The Real Thing: Testimonial Discourse and Latin America. Durham: Duke UP.

Gutiérrez, José Ismael. 1993. “Miguel Barnet y su concepción de la novela testimonio”. Revista de la Universidad de La Laguna 12: 105-13. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/91809.pdf.

Gutiérrez, José Ismael. 2000. “Premisas y avatares de la novela-testimonio: Miguel Barnet”. Revista Chilena de Literatura 56: 53-69. https://revistaliteratura.uchile.cl/index. php/RCL/article/view/39200.

Gutiérrez Mora, Rosa Lastenia. 2006. Sin papeles. Azogues: Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión.

Handelsman, Michael. 2005. Leyendo la globalización desde la mitad del mundo: identidad y resistencia en el Ecuador. Quito: El Conejo.

Hill, Jane Hassler, y Kenneth Cushman Hill. 1980. “Metaphorical switching in Modern Nahuatl: Change and contradiction”. Papers form the Sixteenth Regional Meeting of the Chicago Linguistic Society, editado por Jody Kreiman y Almerindo E. Ojeda, 121-33. Chicago: Chicago Linguistic Societ.

Hymes, Dell. 1971. Pidginization and creolization of languages. Cambridge: Cambridge Univeristy Press.

Kymlicka, Will. 1996. Ciudadanía multicultural: una teoría liberal de los derechos de las minorías. Barcelona: Paidós.

Lucas, Javier de. 2003. Globalización e identidades: claves políticas y jurídicas. Barcelona: Icaria.

Martínez Matos, Hernán, y Elsa Mora. 2008. “La identidad lingüística y los trastornos del habla”. Boletín de Lingüística XX (29): 85-101. https://ve.scielo. org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-97092008000100004.

Matute Placencia, Iván. 2008. Memorias de un inmigrante. Cuenca: Municipalidad de Cuenca.

Moreno Fernández, Francisco. 1998. Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje. Barcelona: Ariel.

Muñoz Carrobles, Diego. 2013. “Lenguas y culturas en contacto en contexto urbano. El caso de la comunidad rumana en Madrid”. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. https://docta.ucm.es/rest/api/core/bitstreams/ 7d62067e-cf20-41f3-99ff-ba78c6df21ae/content.

Muñoz Martínez, Rubén. 2006. “Una reflexión filosófica sobre el arte”. THÉMATA: Revista de Filosofía 36: 230-54. https://institucional.us.es/revistas/ themata/36/N4.pdf.

Murillo Muñoz, Javier. 2009. Rostros de la migración. Experiencias comentadas de inmigrantes colombianos y ecuatorianos en España. Bogotá: Códice.

Ninyoles, Rafael. 1977. Cuatro idiomas para un Estado. Madrid: Cambio16.

Phillipson, Robert. 1992. Linguistic Imperialism. Oxford: Oxford University Press.

Poplack, Shana. 1988. “Conséquences linguistiques du contact de langues: un modèle d’ analyse variationniste”. Lenguaje et Société 43: 23-48. https:// www.persee.fr/doc/lsoc_0181-4095_1988_num_43_1_3000.

Orellana Rodríguez, Gilda. 2014. “Somos lo que nadie te contó”. En “Me fui a volver”: narrativa, autorías y lecturas teorizadas de las migraciones ecuatorianas, editado por Diego Falconí Trávez, 43-57. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar/Corporación Editora Nacional/Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Oviedo, José Miguel. 2002. Historia de la literatura hispanoamericana 4. De Borges al presente. Madrid: Alianza.

Rodas Godoy, Gladys Antonieta. 2014. La casa ajena (relatos). Quito: s. e.

Rodríguez, Nadia, y Bettina Schnell. 2007. Diccionario sobre migraciones, del concepto a la palabra. Madrid: Adeire Publicaciones.

Rosenberg, Milton J., y Carl Iver Hovland. 1960. “Cognitive, affective, and behavioral components of attitudes”. En Attitude organization and change, editado por M. J. Rosenberg, C. I. Hovland, W. J. McGuire, R. P. Abelson, & J. W. Brehm, 1-14. New Haven: Yale University Press.

Rovira, Lourdes C. 2008. “La relación entre el idioma y la identidad. El uso del idioma materno como derecho humano del inmigrante”. REMHU: Revista interdisciplinar da mobilidade humana 16 (31): 63-81.

Salazar Estrada, Yovany. 2014. “La emigración internacional en la novelística ecuatoriana”. Tesis doctoral. Universidad del País Vasco.

Salazar Estrada, Yovany. 2016. “El sujeto emigrante en el cuento ecuatoriano 1972-2014”. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. https://docta.ucm.es/rest/api/ core/bitstreams/85fda772-655c-49b6-a1c0-e60e4f814131/content.

Sánchez Zapatero, Javier. 2011. “La literatura testimonial española y la experiencia de los campos de internamiento franceses: una aproximación al corpus”. Castilla. Estudios de Literatura 2: 215-32. https://uvadoc.uva.es/bitstream/ handle/10324/12218/Castilla-2011-02-LiteraturaTestimonialEspa%c3%b1ola.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

Sancho Pascual, María. 2013. “Integración sociolingüística de los emigrantes ecuatorianos en Madrid”. Tesis doctoral. Universidad de Alcalá. https://ebuah. uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/20139/TESIS_SANCHO_PASCUAL.pdf?sequence=1&isAllowed=y.

Sebba, Mark. 1997. Contact languages. Pidgins and creoles. Manhattan: St. Martin’s Press.

Stelmakova Valeriia, y Anastassia Zabrodskaja. 2024. “Voices across borders: Exploring linguistic and national identity among Ukrainian expatriates in Tallinn”. Forum for Linguistic Studies 6 (2), 1182. https://doi.org/10.59400/ fls.v6i2.1182.

Strejilevich, Nora. 1992. “Literatura testimonial en Chile, Uruguay y Argentina, 1970-1990”. Tesis doctoral. University of British Columbia. https://open.library.ubc.ca/cIRcle/collections/ubctheses/831/items/1.0086711#downloadfiles.

Suárez Gómez, Jorge Eduardo. 2011. “La literatura testimonial como representación de pasados violentos en México y Colombia: ‘siguiendo el corte’ y ‘guerra en el paraíso’. Iberóforum: Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana VI (11): 57-82. https://www.redalyc.org/articulo. oa?id=211019068004.

Uña Juárez, Octavio, y Alfredo Hernández Sánchez. 2004. Diccionario de Sociología. Madrid: ESCIC.

Vélez Rendón, Juan Carlos. 2003. “Violencia, memoria y literatura testimonial en Colombia. Entre las memorias literales y las memorias ejemplares”. Estudios Políticos 22: 31-5. https://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/colombia/iep/22/03-velez-rendon.pdf.

Yang, Hongyan, y Xiao Lan Curdt-Christiansen. 2021. “Linguistic Identities: Language Choices of Parents and their Children in Rural Migrant Workers’ Families”. Current issues in language planning 22 (4): 408-26. doi:10.1080/ 14664208.2020.1748370.

Zimmermann, Klaus. 1999. Política del lenguaje y planificación para los pueblos amerindios: ensayos de ecología lingüística. Madrid: Vervuert Iberoamérica. DECLARACIÓN DE AUTORÍA

Yovanny Salazar Estrada y Rita Jáimez Esteves contribuyeron en la conceptualización, investigación, redacción, revisión y edición del artículo.

Declaración De Conflicto De Intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés financiero, académico ni personal que pueda haber influido en la realización del estudio.

 

 

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Compartir Igual 4.0 Internacional

revista.kipus@uasb.edu.ec

DOI: 10.32719/13900102.2025.57.8

ISSN:1390-0102
e-ISSN: 2600-5751

 

UNIVERSIDAD ANDINA SIMÓN BOLÍVAR, Sede Ecuador
Toledo N22-80 (Plaza Brasilia) • Apartado Postal: 17-12-569 • Quito, Ecuador
Teléfonos: (593 2) 322 8085, 299 3600 • Fax: (593 2) 322 8426
© KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES