KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS
CULTURALES,
No. 57 (Enero - Junio, 2025), 19-32. ISSN: 1390-0102
Artículo de investigación
El lustro dorado de los intercambios entre intelectuales estadounidenses y ecuatorianos: 1940-1945
The Golden Age of Exchanges Between U. S. and Intellectuals: 1940-1945
DOI: https://doi.org/10.32719/13900102.2025.57.6
Laboratorio
FRAMESPA, Université Toulouse-Jean Jaurès, Toulouse, Francia
Fecha de recepción: 27 de agosto de 2024 - Fecha
de aceptación: 27 de septiembre de 2024
Fecha de publicación: 2 de enero de 2025
Resumen
En el contexto de la Política del Buen Vecino elaborada por Franklin D. Roosevelt y del acercamiento impulsado por varias instituciones estadounidenses al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, los años cuarenta son un momento de intensos intercambios entre intelectuales norteamericanos y ecuatorianos, un paréntesis fructífero después de los posicionamientos antiimperialistas de las décadas anteriores, y antes de los enfrentamientos ideológicos y políticos de la Guerra Fría. El autor estudia este momento privilegiado a través de los intercambios entre cuatro intelectuales estadounidenses, Albert B. Franklin, Thornton Wilder, Willis Knapp Jones y John Dos Passos, y tres miembros del Grupo de Guayaquil: Demetrio Aguilera Malta, Alfredo Pareja Diezcanseco y Enrique Gil Gilbert, basándonos en cartas y documentos inéditos, y haciendo hincapié en el concurso literario de la Unión Panamericana (1941).
Palabras clave: historia, literatura, redes, Grupo de Guayaquil, Thornton Wilder, John Dos Passos, Demetrio Aguilera Malta, Enrique Gil Gilbert.
Abstract
In the context of Franklin D. Roosevelt’s Good Neighbor Policy and the rapprochement promoted by several American institutions at the beginning of World War II, the 1940s were a time of intense exchanges between American and Ecuadorian intellectuals, a fruitful parenthesis after the anti-imperialist stances of the previous decades and before the ideological and political confrontations of the Cold War. The author studies this special moment through the exchanges between four American intellectuals, Albert B. Franklin, Thornton Wilder, Willis Knapp Jones and John Dos Passos, and three members of the Grupo de Guayaquil: Demetrio Aguilera Malta, Alfredo Pareja Diezcanseco and Enrique Gil Gilbert, based on unpublished letters and documents, and with an emphasis on the literary contest of the Pan-American Union (1941).
Keywords: History, literature; networks; Grupo de Guayaquil; Thornton Wilder; John Dos Passos; Demetrio Aguilera Malta; Enrique Gil Gilbert.
A LO LARGO de los años treinta y cuarenta del siglo XX, los escritores del Grupo de Guayaquil entablaron contactos con intelectuales de varios países americanos y europeos. A medida que iba investigando sobre esta red de relaciones internacionales (Moret 2022), descubría elementos inesperados que revelaban vínculos estrechos con cuatro escritores estadounidenses. Este trabajo no solo se basa en publicaciones como artículos de prensa de la época, memorias o entrevistas, sino que también se benefició de la generosidad de quienes nos han comunicado documentos inéditos de sus archivos familiares: Enrique Gil Calderón, hijo de Enrique Gil Gilbert, y Marlene Aguilera de Dávalos, James Dávalos y Anthony del Campo, descendientes de Demetrio Aguilera Malta. A ellos, va dedicado este trabajo.
Las relaciones entre los miembros del Grupo de Guayaquil e intelectuales estadounidenses no se desarrollaron plenamente hasta el final de la vida del grupo, debido a tres factores. En primer lugar, sus redes europeas se paralizaron o desaparecieron, ya sea en España por la Guerra Civil y la victoria del bando nacionalista, o en Francia a partir de 1940. Una recomposición del panorama intelectual mundial era ineluctable y, por lo tanto, las miradas de los intelectuales ecuatorianos podían volverse más fácilmente hacia su vecino norteamericano. En segundo lugar, la llamada política del Buen Vecino impulsada por Franklin D. Roosevelt en 1933 supuso el fin del intervencionismo tan denostado por los intelectuales latinoamericanos en los años veinte (Espinosa 1977, 67-76), y llevó a algunos de estos a matizar o abandonar la retórica antiimperialista que había sido una constante en el discurso identitario indoamericano o hispanoamericano. Finalmente, la Segunda Guerra Mundial impulsó a los Estados Unidos a incrementar los intercambios con sus aliados sudamericanos, especialmente en el ámbito cultural con los intelectuales de estos países, para contrarrestar la propaganda nazi que estaba muy activa en América Latina.
Estas acciones se llevaron a cabo en el marco del servicio de acción cultural del Departamento de Estado, especialmente con la concesión de becas de estadía en Estados Unidos ofrecidas a personalidades identificadas como potenciales líderes de opinión. Así, durante el período 1940-1948, se otorgaron más de 500 becas a “specialists and distinguished leaders”, y 32 a “visiting professors” (Espinosa 1977, 294-5). 1 Otra medida que tuvo grandes efectos fue la creación en agosto de 1940, bajo el impulso de Nelson Rockefeller, del Office for Coordination of Commercial and Cultural Relations Between the American Republics (OCCCRAR), que daba apoyo institucional a los intercambios culturales entre Estados Unidos y los países latinoamericanos, en el contexto de la guerra mundial.
Entre los intelectuales estadounidenses que se beneficiaron de esta política, hemos podido identificar a cuatro que visitaron Ecuador o que tuvieron vínculos especiales con escritores ecuatorianos durante un breve período que va de 1940 a 1945: Thornton Wilder, Albert Barnes Franklin, Willis Knapp Jones y John Dos Passos. Todos, salvo el último, eran académicos. Entre los intelectuales ecuatorianos que se beneficiaron a su vez de esta apertura para dar a conocer sus obras en Estados Unidos, se encuentran tres miembros del Grupo de Guayaquil: Alfredo Pareja Diezcanseco, Enrique Gil Gilbert y Demetrio Aguilera Malta. En primer lugar, enfocaremos las estancias de los norteamericanos en Ecuador.
Albert Barnes Franklin (1909-?) fue profesor de literatura española en varias universidades: Harvard, Williams College (Williamstown, Massachusetts), Universidad de Maryland. Se lo conoce sobre todo por su libro Ecuador: Portrait of a People, que es a la vez un relato de viaje y una reflexión sobre la sociedad ecuatoriana de principios de los años 1940 (Franklin 1943). 2 También publicó un artículo en 1939 sobre la novela hispanoamericana, donde introduce la noción de “objetivismo”, para caracterizar a los escritores hispanoamericanos que presentaban la realidad de su país subrayando la cuestión y las luchas sociales, destacando, entre otros, los ejemplos de Don Goyo de Aguilera Malta (1933) y Huasipungo de Icaza (1934), de la cual elogia “la concisión y la fuerza de su estilo sencillo y crudo” (Franklin 1939, 378). El primer rastro que hemos encontrado de los intercambios de Franklin con el Grupo de Guayaquil es una carta inédita del 10 de agosto de 1942, dirigida a los esposos Gil-Calderón, que revela vínculos no solo de afinidad intelectual sino también de amistad, con un grupo de escritores y artistas de Guayaquil pertenecientes todos a la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes:
Diréis a todos los amigos que mis pensamientos están mucho con todos vosotros. Los Gil (inclusive Quili), los Pareja, Pedro Antonio Saad, Pío Jaramillo (He releído detenidamente toda su obra —que es bastante— desde mi vuelta acá), A. F. Rojas, Lilo Linke, La otra Alba, La Sra. Minuto, Joaquín Gallegos Lara, Galo Galecio, Demetrio y Ada, Carlos Zevallos M., Leopoldo Benites y su linda familia... la lista sigue todavía —no la acabaría en esta hoja. Esta nostalgia es uno de muchos síntomas de una cosa medio extraordinaria, según lo que los dos, Nancy y yo, creemos. A pesar de que no estuviéramos más de un año juntos en el Ecuador, allí nos hemos vinculado con tantas vidas [que] nos parte el corazón. Hablamos español mucho. Hacemos mucha gala de cualquier visitante que alaba los [...]3 de Galo Galecio, sobre el estante en la sala, o los óleos de Kingman. 4
Esta carta nos da a saber que su estadía en Ecuador duró varios meses, al menos entre agosto de 1940 y mayo de 1941, con su esposa Nancy. José de la Cuadra acababa de fallecer, pero Franklin permaneció en contacto con los otros cuatro miembros del Grupo de Guayaquil, que se mencionan en esta carta junto con otros escritores como Ángel F. Rojas, periodistas como Leopoldo Benites y Lilo Linke, artistas plásticos como Galo Galecio y Eduardo Kingman, y militantes políticos como Pedro Saad que era dirigente del Partido Comunista Ecuatoriano.
Durante la misma estancia, Albert B. Franklin dio una conferencia el 28 de septiembre de 1940 en el aula magna del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte de Guayaquil sobre el tema “La tradición americana en la novela norteamericana”. Esta conferencia, publicada luego en la revista del colegio (Anónimo 1940a; Franklin 1940b), se inscribe en la política de propaganda cultural de la OCCCRAR. Franklin dio otras conferencias sobre temas afines en Quito, por ejemplo, en agosto de 1940 en la Universidad Central de Quito, también seguida de una publicación (Franklin 1940a).
Thornton Wilder (1897-1975), famoso dramaturgo y novelista estadounidense que para entonces ya había ganado uno de sus tres premios Pulitzer, también estuvo en Quito y Guayaquil en el marco de las actividades de la OCCCRAR. Las circunstancias en las cuales llegó allí se conocen gracias a siete cartas dirigidas al escritor y filósofo colombiano Fernando González Ochoa. 5 Una primera carta, fechada del 21 de marzo de 1941, es una solicitud de encuentro, redactada probablemente a partir de una carta estándar de la cual Wilder se serviría para establecer contacto con otros intelectuales en los tres países a los cuales tenía como misión visitar: Colombia, Ecuador y Perú. Wilder le explica que:
El Departamento de Estado de los Estados Unidos me ha enviado de visita a Colombia, Ecuador y Perú, en una misión de buena voluntad y buena vecindad en las relaciones culturales. Soy novelista y dramaturgo y profesor de Literatura Comparada en la Universidad de Chicago. Hablo francés y alemán, y estoy progresando a diario en el idioma español. 6
Se trata en efecto de una misión oficial, en la cual Wilder tenía seguramente una gran libertad de acción, pero cuyo objetivo estaba claramente expuesto: desarrollar las relaciones culturales con su país en el espíritu de la Neighbor policy o Política de buena vecindad. Las siguientes cartas, escritas desde Quito y Lima, permiten reconstruir el itinerario del viaje. Permaneció en Quito desde el 8 al 25 de abril de 1941, luego en Guayaquil y sus alrededores desde el 26 de abril hasta el 2 de mayo, luego pasó el resto del mes de mayo en Lima. En Quito conoció a varios intelectuales quiteños que no le causaron gran impresión. Dice por ejemplo de la novela Huasipungo de Jorge Icaza: “Los indios, en el Huasipungo de Icaza, ¿no son indios rusos? ¿Salidos de Dostoievski? En fin. Tiene algunas páginas llenas de vigor”.7 Al contrario, es elogioso hacia el Grupo de Guayaquil:
Me gusta el grupo de Guayaquil: de voz más franca que los quiteños. Los escritores quiteños jamás ríen. En todo caso, uno debería perdonarles todo a los escritores ecuatorianos: la pobreza del país: el cinismo del gobierno: cleptogarquía. 8
Una fotografía conservada en los archivos de Wilder en la biblioteca de Yale (fig. 1) muestra que compartió en Guayaquil una comida con dos miembros del Grupo de Guayaquil, Alfredo Pareja Diezcanseco y Enrique Gil Gilbert, la mujer de este último, Alba Calderón, dos intelectuales muy cercanos al grupo, Abel Romeo Castillo y Ángel F. Rojas, y finalmente el pintor Galo Galecio y el arqueólogo Carlos Zevallos Menéndez.
Alfredo Pareja Diezcanseco y Enrique Gil Gilbert no fueron los únicos miembros del grupo a los que Wilder conoció en Guayaquil. Marlene Dávalos nos dio un testimonio de su hermana mayor, Adda Teresa, que recordaba que su padre solía recibir en su casa a “este señor vestido todo de blanco”; y Anthony del Campo, hijo de Adda Teresa, nos dio generosamente una copia de dos cartas inéditas, del 16 de agosto de 1941 y el 21 de marzo de 1942, que atestiguan la relación amistosa de Wilder con Demetrio Aguilera Malta, una relación que ciertamente comenzó durante esta estancia de abril de 1941. 9 Estas dos cartas tratan principalmente de literatura. Wilder las escribió en francés porque, dice, su inglés era demasiado “complicado y enrevesado”, y su español era insuficiente.
Figura 1. Comida con Thornton Wilder en el Café Rosado de Guayaquil, en mayo de 1941. De izquierda a derecha: Abel Romeo Castillo, Galo Galecio, Ángel F. Rojas, Alfredo Pareja Diezcanseco, Thornton Wilder, Alba Calderón de Gil y Carlos Zevallos Menéndez. Todos excepto Galo Galecio han firmado en la foto, probablemente tomada por Enrique Gil Gilbert, quien no se ve, pero ha firmado. Yale University Library, Digital collections, Archivo Thornton Wilder, https://findit-uat.library.yale.edu/ catalog/digcoll:3660951.
La primera carta, la del 16 de agosto de 1941, es una respuesta al envío por parte de Aguilera Malta de su obra teatral Lázaro, que acababa de publicar, mientras que la segunda, la del 21 de marzo de 1942, es una respuesta al envío del manuscrito de la novela La isla virgen, que se publicaría el mismo año. Como ducho practicante en la técnica dramatúrgica y novelesca, Wilder da consejos a Aguilera para mejorar “la arquitectura” y la “estructura orgánica” de sus obras. Lo que le escribe sobre la novela es particularmente interesante, porque extiende su crítica al conjunto de la producción novelesca sudamericana:
Lo que me extraña en todas las novelas sudamericanas es ¡la falta de interés en organización! ¡unidad; arquitectura! No conozco ningún libro de allí que tenga una estructura orgánica. Incluso Vorágine 10 ni Huasipungo ni ese Hombres sin tiempo 11 (el ex Panóptico de nuestro amigo AF. D-C.[1] 12) ni los libros del maravilloso colombiano Tomás Carrasquilla, —Todos, Todos se pierden en esa desproporción entre los episodios secundarios y la línea fundamental. Afortunadamente, estas digresiones son tan ricas y están tan magistralmente escritas que no acaban aburriendo; pero el lector siente demasiado bien que la narración ha perdido parte de su fuerza. 13
Estas críticas amistosas se atenúan enseguida con elogios:
Pero yo no quiero insistir. El libro es soberbio. Pero, querido Demetrio, estudie a Tolstoi, con la conciencia de estos problemas usted podrá sobrevolar a todos los novelistas de allá; si tan solo las historias de Tejón y Márgara, y sobre todo de Pablo; —si todas estas historias, tan magníficamente escritas estuvieran hábilmente entrelazadas. Y tantas otras. Los personajes emergen —¡Don Modesto! ¡Don Pauta y su familia! —Impactantes en verdad y fuerzas y luego se pierden de vista en relación con la narración total.
En la segunda parte de esta carta (anexo I), nos enteramos de que Aguilera había pedido a Wilder que le ayudara a encontrar un traductor y un editor en Estados Unidos para La isla virgen. Wilder le contesta que no puede hacer nada porque está a punto de ser llamado para el ejército, pero le propone una solución: que participe en la segunda edición del concurso de la novela latinoamericana organizado por la Unión Panamericana, 14 ya que se ofrecía al ganador la traducción y la edición de su obra por la editorial Farrar & Rinehart de Nueva York. Ignoramos si Aguilera siguió o no este consejo, pero en cualquier caso el jurado ecuatoriano (en la fase preliminar del concurso) seleccionó otras dos novelas, Juyungo, de Adalberto Ortiz, y Lo que niega la vida, de Luis Moscoso Vega, y el premio, otorgado en abril de 1943, fue finalmente para los haitianos Thoby y Marcelin (Carrillo Reveles 2019, 308-11). Por lo que sabemos, el intercambio epistolar no se reanudó tras el final de la guerra y el regreso de Thornton Wilder a Estados Unidos.
Las cartas de Wilder expresan añoranza por los días pasados en Guayaquil, y un gran afecto por los miembros del grupo, como en este pasaje de una carta del 16 de agosto de 1941: “Si tan solo pudiera pasar una buena velada con los amigos —el cínico Pareja Diez Canseco; nuestro arqueólogo; la Doctora; los Gil Gilberts; y Abel si volvió”. 15
Existe otra carta, publicada por Febres Cordero (1989, 294), escrita por Wilder a Alfredo Pareja Diezcanseco en octubre de 1943, cuando Wilder estaba en África del Norte donde servía como teniente coronel de la Fuerza Aérea estadounidense. En ella se expresa la misma nostalgia.
Pienso a menudo en el grupo tan simpático de Guayaquil. Ojalá que pueda volver a verlos a todos ustedes. ¿Qué es del plan que tenía el amigo Demetrio Aguilera Malta de escribir una obra teatral sobre la amable loca del Libertador? ¿Cómo está la doctoresa? 16Oh, el buen equipo, el simpático cenáculo de Guayaquil. Después de la guerra, amigo mío, quiero volver a visitarle. ¡Cantaremos! ¡Tomaremos! [...] ¡Mis saludos amistosos al arqueólogo! 17al gran editor del periódico, 18al río, a la playa de Salinas, a todo. 19
Esta nostalgia por el ambiente amistoso de las reuniones de los intelectuales guayaquileños recuerda lo que Albert B. Franklin escribía al matrimonio Gil-Calderón en la carta citada anteriormente. La misma evocación de un grupo unido, simpático y animado aparece en el relato de la periodista y ensayista de origen alemán Lilo Linke (1943), quien lo frecuentó en la misma época, transmitiendo una imagen del Grupo de Guayaquil que es quizás un poco idealizada, pero que encaja perfectamente con las impresiones de Franklin y Wilder. Linke (574) apunta de paso que el movimiento literario de los jóvenes escritores de Guayaquil “is now also becoming well known in the United States”, gracias a las amistades trabadas con Franklin, Wilder o Dos Passos. 20 Este “cenáculo”, para retomar la expresión de Wilder, ya no era exactamente el Grupo de Guayaquil de finales de los años veinte y principios de los treinta. Por un lado, incluía más artistas del movimiento de la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes (584); por otro, faltaba José de la Cuadra recientemente fallecido, pero también se tiene la impresión de que Joaquín Gallegos Lara quedaba al margen, pues solo está mencionado de pasada por Franklin, y Wilder no lo menta en absoluto.
La estancia en Guayaquil de Willis Knapp Jones (1895-1982), profesor de literatura española en la Universidad Miami de Oxford, Ohio, especialista en teatro latinoamericano, 21fue posterior, en 1946-1947, pero su contacto con los escritores ecuatorianos data también del principio de la Segunda Guerra Mundial, en el mismo contexto institucional.
En los años siguientes, Willis K. Jones entabló una fuerte relación con Demetrio Aguilera Malta. No disponemos de carta alguna de sus intercambios, pero su trabajo conjunto se concretó en la publicación de obras a cuatro manos, traducciones y en la creación de redes con otros intelectuales. Jones pasó un año en Guayaquil, entre 1946 y 1947, y enseñó en la Universidad de Guayaquil; durante esta estancia escribió, junto con Aguilera Malta, artículos, un léxico del teatro hispánico (Aguilera y Jones 1947) y dos comedias: “Sangre azul” (Aguilera y Jones 1946), y “El pirata fantasma”, publicada cuatro años más tarde en Dos comedias fáciles (Aguilera y Jones 1950). El prólogo de esta última publicación nos informa que estas obras fueron concebidas y escritas en un marco pedagógico, en la Universidad de Guayaquil, y que estas “comedias fáciles” estaban pensadas para servir al aprendizaje del español por los estudiantes universitarios en Estados Unidos. 22Además, Jones era aficionado al ejercicio de la traducción (Jones 1963) y, en este sentido, su papel en Estados Unidos se puede comparar con el que tuvo Georges Pillement en Francia con la traducción de cuentos del Grupo de Guayaquil (Pillement 1945). Entre las traducciones de Jones figuran una obra teatral de Aguilera Malta, “El tigre” (Jones 1958) y su novela histórica sobre Manuela Sáenz (Aguilera 1967).
Siempre en el mismo período, John Dos Passos (Chicago 1896; Baltimore 1970), famoso escritor estadounidense e intelectual comprometido, que ideológicamente estaba cercano al socialismo, al tiempo que denunciaba el estalinismo, estuvo en contacto con los escritores del Grupo de Guayaquil. Es posible que en 1937 conociera a Aguilera Malta en Barcelona o en Valencia durante la Guerra Civil española, pero sí contamos con documentos sobre su amistad en Guayaquil en 1940. La única información que hemos encontrado sobre el motivo de su viaje es un artículo publicado en un periódico australiano, The West Australian, que informa que el 8 de mayo de 1940, John Dos Passos dejaba Guayaquil para regresar a Estados Unidos, donde tenía que solucionar los últimos trámites administrativos para organizar el transporte de 5000 refugiados españoles y su instalación en Ecuador como agricultores en un período de cinco años. 23
En dicho contexto, cabe suponer que Dos Passos buscó todos los apoyos posibles, incluso entre los intelectuales ecuatorianos, y especialmente en Guayaquil. Al final de su vida, Alfredo Pareja Diezcanseco dio un testimonio poco fiable de este episodio: “John Dos Passos vino como delegado para que se recibiera en el Ecuador a los judíos que huían de Alemania. Así lo conocí e hice amistad con él, porque yo fui el primer presidente de la Sociedad Ecuatoriano-Israelí” (Febres Cordero 1989, 109).
En realidad, Dos Passos no fue a Ecuador para la instalación de judíos que huían de Alemania, como dice Pareja, 24sino como intermediario humanitario para asentar a los republicanos españoles que se encontraban exiliados en Francia y en África del Norte en vísperas de la ocupación alemana (junio de 1940). Los trámites en Ecuador estaban casi acabados en mayo de 1940. Las negociaciones fueron dirigidas por Oswald Garrison y Dos Passos, presidente y secretario, respectivamente, de la New World Resettlement Foundation, con sede en Nueva York. Un telegrama de Garrison conservado en los archivos nacionales de España, dirigido a Indalecio Prieto, a la sazón exiliado en México y presidente de la delegación en ese país de la Junta de Auxilio a los Refugiados Españoles (JARE), informa a este último de las negociaciones en curso y le anuncia que ya se ha firmado un contrato con el gobierno ecuatoriano; le pide que le ayude para reclutar y transportar a los refugiados: De Nueva York para Indalecio Prieto
Se informa aquí que usted interviene a favor de los refugiados españoles. La Fundación Re-instalación del Nuevo Mundo, de la cual soy presidente y John Dos Passos secretario, ha firmado un contrato con el Gobierno del Ecuador para instalar 5000 agricultores refugiados españoles y sus familias respectivas en ese país y nosotros estamos listos para ayudar a traer grupos si ellos pueden abandonar Francia y África y si hay barcos disponibles nosotros deseamos cooperar con usted y el Gobierno de México en esta magnífica empresa humanitaria y enviar a usted nuestro agradecimiento más profundo por tan loable esfuerzo rogándole nos aconseje el curso a seguir. 25
Este telegrama no lleva fecha, pero se sitúa necesariamente antes de la ofensiva alemana de mayo de 1940 en Francia, que hizo que la operación se convirtiera en misión imposible y obligó a abandonarla. Durante su estadía en Guayaquil en mayo de 1940, Dos Passos se reunió con miembros del Grupo de Guayaquil, como queda atestiguado por una fotografía publicada por Pareja Diezcanseco (Febres Cordero 1989, 109), en la que se le ve comiendo con los miembros del Grupo y otros intelectuales ecuatorianos y peruanos, en un restaurante de Guayaquil. Dos Passos impartió conferencias en Guayaquil siguiendo el objetivo que se había fijado en 1926 en el editorial del primer número de la revista New Masses: 26 desarrollar vínculos culturales entre Estados Unidos de América y los países americanos. En esto desarrollaba ideas compartidas con Waldo Frank, reafirmando la necesidad de que Estados Unidos creara, con América Latina, una cultura común, lejos de toda influencia europea (Dos Passos 1926, 20).
Pasamos ahora a las estancias de miembros del Grupo de Guayaquil en Estados Unidos, empezando con la participación de Enrique Gil Gilbert en el Concurso literario de la Unión Panamericana, en 1941. Este concurso internacional, organizado bajo la égida de la Oficina de Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana, formaba parte de la estrategia de soft power estadounidense, en un contexto bélico, al igual que las iniciativas de la OCCCRAR y el Departamento de Estado que acabamos de mencionar. No obstante, como lo ha demostrado Veremundo Carrillo Reveles, se distingue por su multilateralismo y una participación activa de numerosas organizaciones culturales en una veintena de países latinoamericanos. 27 La iniciativa provino de la mexicana Concha Romero James, directora de la Oficina de Cooperación Intelectual desde 1935, quien, para vencer la resistencia de un mundo intelectual ampliamente comprometido con el antiimperialismo, concibió la idea de una organización en dos etapas: el primer paso fue la selección de un representante nacional, encomendada a cada país; el segundo fue la elección de las mejores novelas por un jurado internacional, y una entrega de los premios en Washington, sede de la Unión Panamericana (Carrillo Reveles 2019, 283-90). Esta recurrió a una editorial neoyorkina, Farrar & Rinehart, 28 para que publicara las obras ganadoras en inglés. 29
En Ecuador, fue el Grupo América de Quito el designado por la Comisión organizadora del concurso para preparar la preselección nacional (Carrillo Reveles 2019, 295). Los tres miembros del jurado local eran José Rafael Bustamante y Gonzalo Escudero Moscoso, directores del Grupo América, y Benjamín Carrión, el intelectual ecuatoriano de mayor proyección internacional en ese momento.
Se determinó que en cada país se designaría una agrupación cultural seria que promueva un concurso parcial a fin de seleccionar así la mejor obra en cada país indoamericano. En el Ecuador recibió el encargo de promover el concurso de selección el grupo América de la Capital, que designó un Jurado calificador compuesto por el distinguido literato, novelista y ensayista don José Rafael Bustamante, el poeta doctor Gonzalo Escudero Moscoso y el eminente crítico doctor Benjamín Carrión, quienes, después de un detenido examen de las obras presentadas, señalaron como digna de representarnos en el certamen continental, la obra Nuestro pan, 30de Enrique Gil Gilbert. 31
El dispositivo elegido confirma el lugar central que el Grupo América había adquirido en la escena intelectual ecuatoriana. Era en este país la única estructura organizada que existía en el campo de las letras, y con el tiempo había reunido a intelectuales que representaban una amplia diversidad de tendencias artísticas e ideológicas. Los tres miembros del jurado local, Escudero, Carrión y Bustamante, eran muy activos en política y literatura, y los tres habían desempeñado funciones diplomáticas: Carrión en Francia, Perú, México y Colombia; Escudero en Francia, Panamá, Argentina y México; Bustamante en Chile. Todos ellos tenían afinidades socialistas, lo cual explica su decisión de premiar una novela muy comprometida, entre treinta candidatos, entre los cuales constaban también, según Benites Vinueza (1940, 145), Joaquín Gallegos Lara y Alfredo Pareja Diezcanseco.
El jurado internacional, que tenía que elegir entre 25 novelas presentadas por 21 países, estuvo compuesto por los estadounidenses John Dos Passos y Blair Niles32y el chileno Ernesto Montenegro. 33Ganó la novela del peruano exiliado en Chile Ciro Alegría El mundo es ancho y ajeno, pero el jurado concedió tres “menciones honorables”: al ecuatoriano Enrique Gil Gilbert por Nuestro pan, al mexicano Miguel Ángel Menéndez por Nayar y al brasileño Cecilio J. Carneiro por A Fogueira. La entrega oficial de los cuatro premios tuvo lugar el 14 de abril de 1941, Día de las Américas, fecha simbólica del panamericanismo (Carrillo Reveles 2019, 301-2). La vencedora, El mundo es ancho y ajeno, fue traducida al inglés y publicada por Farrar & Rinehart en noviembre de 1941, y fue un éxito de ventas (Alegría 1941; Jack 1941). Las traducciones de las otras tres novelas ganadoras aparecieron en los años siguientes (Menéndez 1942; Gil Gilbert 1943; Carneiro 1944). Ante este éxito, otras editoriales como Macmillan o Houghton Mifflin buscaron obras ya publicadas en español para traducirlas. 34Fue el caso de Don Goyo de Demetrio Aguilera Malta (1933), cuya traducción al inglés por Enid E. Perkins se publicó en una selección de cuentos (Flores y Poore 1942).
Este concurso marcó un hito en la historia de los intercambios culturales entre las Américas, gracias a la activa promoción del gobierno estadounidense, de la Unión Panamericana y de la prensa, y de la apuesta económica de varias editoriales (Farrar & Rinehart seguida por Macmillan y Houghton Mifflin). La estancia en Washington de tres de los cuatro ganadores para la recepción de los premios, formó parte de una auténtica estrategia mediática. Una foto de prensa muestra a Leo S. Rowe, director general de la Unión Panamericana, ante el edificio de esta institución en Washington D. C., junto a los galardonados (fig. 2). La ocasión era tanto más importante para la Unión Panamericana cuanto que acababa de celebrar su quincuagésimo aniversario el año anterior.
Aparte de las ceremonias oficiales, en el campo académico, fue el Instituto Hispánico de la Universidad de Columbia el que se hizo cargo del evento, organizando recepciones y conferencias, y publicando reseñas en su órgano de difusión, la Revista Hispánica Moderna, dirigida por Federico de Onís35 desde 1920. Enrique Gil Gilbert dio una conferencia en el Instituto Hispánico el 23 de julio de 1941 sobre el tema: “De lo exótico a lo visceral en la literatura hispanoamericana” (Barrera 2010, 76).
Estos eventos reunieron alrededor de los ganadores a republicanos españoles exiliados en Estados Unidos, entre otros Francisco García Lorca (hermano del poeta), así como a latinoamericanos que también enseñaban en Columbia, como el mexicano Andrés Iduarte36 y el peruano Luis Valcárcel, 37director del Museo Nacional del Perú hasta en 1940 y considerado uno de los principales representantes del indigenismo, en 1941 era profesor en la Universidad de Columbia. El hijo de Gil Gilbert, Enrique Gil Calderón, nos relató 38que durante mucho tiempo su padre había mantenido vínculos con exiliados españoles en Estados Unidos con quienes se reuniera en aquella ocasión, especialmente con aquellos que habían sido profesores en la Universidad de Columbia, así como con varios latinoamericanos que se encontraban en Nueva York.
Figura 2. Foto de prensa de la Oficina de la Unión Panamericana. De izquierda a derecha: Leo S. Rowe, Ciro Alegría, Enrique Gil Gilbert y Cecilio J. Carneiro, ante el edificio de la Unión Panamericana, el 30 de abril de 1941. Al verso de la: “NEA” (National Endowment for the Arts). Colección personal.
La logística del viaje corrió a cargo de la mexicana Concha Romero James, 39creadora y principal organizadora del concurso como lo dijéramos antes. No todos los discursos que Gil Gilbert tuvo que pronunciar fueron en un entorno académico, como muestra este sabroso relato a su esposa, Alba Calderón, en una carta inédita de abril de 1941:
Vi al hijo de Tomas Mann40y me presentó a Álvarez del Vayo. 41 Me hizo una entrevista, la única más o menos racional que me han hecho hasta ahora. En Farrar me están haciendo una colección de todo lo que se refiere a mí y apenas me la entreguen la mandaré.
Las cosas que han publicado los diarios respecto a mis discursos conservan mis palabras pero no mis ideas. Son unos majaderos. No es verdad que estuve al lado de Karloff. 42Fue cerquita nomás. Eso es todo. No me dispensaron tales atenciones. Ni me tomaron en cuenta. Después fue que hicieron todo lo de los aplausos y las majaderías. Eso fue en otros almuerzos. Todo es propaganda de la casa editora. La Appleton 43 me da 200 o 300 dólares por adelantado y el 10 % sobre el precio de venta al público. 44
Luego, Gil Gilbert visitó Nueva York, Washington, Atlanta y Ohio. He aquí otro pasaje de la misma carta a su mujer:
El domingo estuve en Atlanta City, invitado por unos ecuatorianos. Tú debes venirte. Y tienes que rápidamente hablar con la gente de allá porque la vieja Piedad Castillo 45 es muy amiga de Watson y quiere llevarse la exposición para Alere. 46Es socia del Club Metropolitano y ha ofrecido esos salones. Yo veré a Watson mañana en la mañana porque salgo para Ohio a las dos de la tarde. Creo que será posible vender uno o dos cuadros tuyos y algunos grabados de Galito.
Este “Galito” es Galo Galecio Taranto, artista plástico nacido en Guayaquil, amigo de los Gil. No sabemos más sobre esas ventas, pero esta carta revela que uno de los objetivos de estos desplazamientos era económico, se trataba de vender cuadros y grabados de su mujer y de Galecio, y crear contactos para organizar exposiciones. No hemos podido identificar al Watson con el que Gil se reunió en Atlanta con esta finalidad. La descripción como vieja de Piedad Castillo, que a la sazón tenía 53 años, es difícil de interpretar: ¿es una manifestación afectuosa o, al contrario, una antipatía latente hacia una mujer influyente y adinerada que podía ayudarle en sus negocios, aunque no compartiera sus afinidades políticas? Lo cierto es que Piedad Castillo, miembro de la familia propietaria del diario guayaquileño El Telégrafo, fue un enchufe de envergadura, por sus conexiones en Estados Unidos, y porque podía abrirle las puertas de dos espacios de sociabilidad estratégicos en Guayaquil, la asociación Alere Flammam y el muy elitista Club Metropolitano.
Pero en general, Gil Gilbert se enfrentaba a una sociedad que le parecía demasiado agitada, apresurada, y lo que veía a su alrededor le confirmaba en sus convicciones comunistas, como lo dice en otro pasaje más de la misma carta de abril de 1941:
Tengo un gran deseo de descansar pero esta ciudad no permite conocer esa palabra. Se respira humo y se anda de carrera. Ya hablaremos de mis impresiones. Nada ha cambiado mi modo íntimo de ser y me he afirmado en mis ideas.
Una segunda edición del concurso literario de la Unión Panamericana se desarrolló entre noviembre de 1941 y abril de 1943, con una fecha límite de entrega de los manuscritos en septiembre de 1942. Ecuador presentó dos novelas: Juyungo, de Adalberto Ortiz y Lo que niega la vida, de Luis Moscoso Vega, pero ninguno de los dos ganó un premio (Carrillo Reveles 2019, 308-11). Esta segunda edición tuvo resultados muy decepcionantes, tanto a nivel de impacto público del acontecimiento como de la venta de los libros galardonados, y ahí termina la historia del concurso panamericano.
En conclusión, se puede observar que el círculo intelectual y literario de Guayaquil conoció una súbita y fructífera apertura hacia los Estados Unidos a principios de los años 1940, como resultado de la política de Buena Vecindad que dio un impulso a las relaciones culturales entre Estados Unidos y los países latinoamericanos. Si comparamos estas relaciones con las que existieron diez o veinte años antes con España y Francia, se observan varias diferencias. Primero, un apoyo institucional de Estados Unidos, con el Departamento de Estado y la Unión Panamericana, que no existía en Europa; segundo, un interés marcado por parte de los académicos, que en algunos casos incluso van a desarrollar proyectos pedagógicos con sus pares ecuatorianos, cuando en aquel momento el mundo académico de los hispanistas franceses aún no se había volcado hacia Sudamérica, o apenas empezaba a hacerlo.
Finalmente, la principal diferencia reside en la reciprocidad de los desplazamientos. El sueño de los jóvenes intelectuales ecuatorianos de los años 1910 y 1920 era ir a París, pero ninguno de los intelectuales franceses a los que frecuentaron fue a Ecuador. 47Por el contrario, vemos en pocos años a un John Dos Passos, a un Thornton Wilder —y a otros estadounidenses menos famosos— yendo a Guayaquil y regresando con recuerdos imperecederos. Pero también hubo desplazamientos del sur al norte, como el de Demetrio Aguilera Malta que recibió una beca para su estancia en Washington D. C. en 1946, y que vio cómo su obra teatral “Sangre azul”, escrita con Willis Knapp Jones, era traducida al inglés a cuenta de la Unión Panamericana, luego puesta en escena en el Día de las Américas, el 14 de abril de 1948 (Anónimo 1948, 4).
Sin embargo, el período dorado que acabamos de describir fue efímero: solo duró unos cinco años y no sobrevivió al inicio de la Guerra Fría. Al término del período que estamos estudiando, se abrió una época radicalmente diferente, marcada por el despliegue de importantes recursos por parte de Estados Unidos para luchar contra el comunismo en los países latinoamericanos. Para los intelectuales latinoamericanos políticamente más comprometidos, Estados Unidos volvió a convertirse en el enemigo, y algunos de ellos, incluso entre los supervivientes del Grupo de Guayaquil y sus amigos comunistas, fueron vigilados por la CIA. De hecho, los informes confidenciales de la CIA de los años 1949 a 1953, ahora desclasificados y consultables en línea, muestran que Enrique Gil Gilbert, Alba Calderón de Gil, Pedro Jorge Vera, Alfredo Vera, Pedro Saad, Isabel Herrera de Saad y Manuel Medina, fueron vigilados casi paso a paso en este período. 48
La segunda estancia de Albert B. Franklin en Ecuador, hacia 1947, como asesor cultural de la embajada de los Estados Unidos, también atestigua esta inflexión, según las indicaciones, desafortunadamente poco precisas, dadas por Pareja Diezcanseco en una entrevista hacia el final de su vida (Febres Cordero 1989, 101):
Mi amigo, el escritor Albert Franklin, quien era consejero de la embajada de los Estados Unidos, me contó que su embajador, extremista republicano de derecha, había mandado a Washington una lista de pro-comunistas con los nombres de todos los intelectuales que estuvimos en la reunión de la calle Florida. 49
Pero esta es otra fase de la historia de los intelectuales ecuatorianos que empieza ahí, y que sale del marco de este estudio.
Notas
[1]. En el caso de Ecuador, cierto eclecticismo rigió la elección de estas personalidades: en 1942-1943, por ejemplo, hubo a la vez un exministro de Asuntos Exteriores (Julio Tobar Donoso), el pintor Oswaldo Guayasamín y el jefe de la Policía Nacional (Hanson 1944, 62).
[2]. Casi enseguida se tradujo al español este libro (Franklin 1945). Publicó también dos artículos, “Palabras sobre la cultura de nuestro hemisferio” y “La tradición americana en la novela norteamericana”, en la revista América, órgano del Grupo América (Franklin 1940a), y la Revista del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte (Franklin 1940b), órgano de la institución escolar donde se educaron cuatro de los cinco miembros del Grupo de Guayaquil, a excepción de Joaquín Gallegos Lara.
[3]. Palabra ilegible. Quizás “dibujos”.
[4]. Carta inédita de A. B. Franklin a E. Gil Gilbert, 10 de agosto de 1942. Colección particular.
[5]. Pueden consultarse estas cartas en Torres Gómez (2011). Están escritas en inglés (la primera) o en inglés y francés (las otras seis), pues Wilder leía el español, pero lo escribía mal. En la página web sindicada solo se dan las traducciones al español de Daniel Torres Gómez. Se puede ver el facsímil de dos de ellas en https://www.otraparte.org/ corporacion/boletin/20110518-bol-101/.
[6]. La traducción del inglés es nuestra, basada en el facsímil indicado en la anterior nota.
[7].. Carta de Wilder a Fernando González, 21 de abril de 1941, traducida por D. Torres Gómez (2011).
[8]. Carta de Wilder a Fernando González, 5 de mayo de 1941, traducida por D. Torres Gómez (2011). Cleptogarquía debe entenderse como una variante de la cleptarquía o cleptocracia.
[9]. Véase en anexo el texto completo de estas dos cartas. Nuestra gratitud a los descendientes de Demetrio Aguilera Malta: Marlene Dávalos, James Dávalos y Anthony del Campo por haberme facilitado una copia de las mismas.
[10]. Rivera 1924. 11.
[11]. Pareja 1941.
[12]. Alfredo Pareja Diezcanseco, aquí abreviado con la forma compuesta Díez-Canseco.
[13]. Carta de Wilder a Aguilera Malta, 21 de marzo de 1942 (texto completo en el anexo I).
La traducción al español es nuestra.
[14]. Sobre este concurso, véase la última sección de este artículo.
[15].. Carta inédita del 16 de agosto de 1941 (texto original completo en el anexo II). La traducción al español es nuestra. El “arqueólogo” es Carlos Zevallos Menéndez, “Abel” es Abel Romeo Castillo, editor de El Telégrafo. No hemos podido identificar a “la doctora”.
[16]. En español en el texto original.
[17]. Carlos Zevallos Menéndez.
[18]. Abel Romeo Castillo.
[19]. Carta de Thornton Wilder a Alfredo Pareja Diezcanseco, 14 de octubre de 1943 (Febres Cordero 1989, 294-5): “Je pense souvent au groupe si sympathique de Guayaquil. Ojalá que je pourrais vous voir tous. Qu’est-ce qui est devenu le plan qu’avait l’ami Demetrio Aguilera Malta d’écrire une pièce sur l’amabile loca du Libertador? Comment va la doctoresa? Oh, la brave équipe, le sympathique cénacle de Guayaquil. Après la guerre, mon ami, je veux vous revisiter. On chantera! On boira! [...] Toutes mes amitiés à l’archéolo gue! au grand éditeur de journal, au fleuve, à la plage de Salinas, à tout”. La traducción al español es nuestra.
[20]. It has received and made friends with all American intellectuals that have come to Guayaquil. Thornton Wilder, John Dos Passos, and many others” (Linke 1943, 585).
[21]. W. K. Jones visitó Chile, Uruguay y Ecuador entre 1930 y 1960, y trajo consigo una ingente documentación sobre el teatro latinoamericano, que hoy en día se conserva en la Universidad de Houston (Yerke 2013).
[22]. “This present edition of Sangre Azul and El pirata fantasma is intended for use in beginning Spanish classes [...] Both plays were originally written for the entertainment of Spanish-speaking audiences and were first presented on the stage in Guayaquil, Ecuador, during 1946. They are the work of the Ecuadorian novelist and dramatist Demetrio Aguilera Malta and Professor Willis Knapp Jones, who collaborated in writing the plays while both authors were teaching at the University of Guayaquil” (Aguilera y Jones 1950, IX).
[23]. “Refugees from Spain // Plan for Settlement in Ecuador // Guayaquil (Ecuador), May 8.- A degree issued today authorities a “new world resettlement fund” to settle 5000 Spanish refugees in Ecuador during the next five years. Mr. John Dos Passos, the American-born author, who negotiated permission for the settlement, is returning to the United States to complete arrangements. Each family will be required to deposit 700 dollars as a guarantee to engage in agriculture” (Anónimo 1940b, 21).
[24].. Se puede conjeturar que paralela y extraoficialmente, Dos Passos gestionaba en Ecuador la acogida de judíos que huían de Alemania, pero aparte de este testimonio, hasta ahora no disponemos de documento oficial alguno para afirmarlo.
[25]. “Copia de un cablegrama remitido por Oswald Garrison y John Dos Pasos, presidente y secretario del New World Resettlement Fundation, respectivamente, a Indalecio Prieto, presidente de la Delegación en México de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE)”, Archivo Histórico Nacional, http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/ catalogo/description/6136116.
[26]. New Masses, que circuló entre 1926 y 1930, era una revista dirigida por dos intelectuales neoyorkinos, el poeta afroestadounidense Claude McKay y el comunista Mike Cold.
[27]. Carrillo Reveles 2019. Este artículo ofrece una presentación detallada del contexto, los principales actores y el desarrollo de este concurso.
[28]. . Se puso en relieve el papel de esta casa editorial en algunos informes periodísticos de Sudamérica para ocultar la dimensión política e institucional del concurso. Por ejemplo, en El Comercio de Quito: “ha sido un verdadero triunfo el concurso de novelas sudamericanas promovido por una de las más ricas y entusiastas editoriales de los Estados Unidos” (Gracián 1941, 4).
[29].. “The Latin American Prize Novel Contest promises to be one of the most successful ventures launched by an ambitious publisher. Besides the present winner, which John Dos Passos calls one of the most impressive novels he has ever read in Spanish, there are to follow novels from Ecuador, Brazil and Mexico” (Jack 1941, 1).
[30].. Gil Gilbert 1942.
[31].. Benites Vinueza 1940.
[32]. La estadounidense Mary Blair Rice (Virginia, 1880-Nueva York, 1959), más conocida por su seudónimo Blair Niles, fue cofundadora de la Sociedad de Mujeres Geógrafas en 1925. Dos años antes, tras su estancia en Ecuador en el verano de 1921, publicó su obra Casual Wanderings in Ecuador (Blair Niles 1923).
[33].. Carrillo Reveles 2019, 292-3. El escritor y periodista chileno Ernesto Montenegro (18951967), a menudo invitado en las universidades norteamericanas, contribuyó a la difusión de la literatura latinoamericana en Estados Unidos; en particular, publicó un artículo sobre la literatura ecuatoriana en el The New York Times (Montenegro 1940, 101 y 109).
[34].. “Other publishers, stimulated by the atmosphere created, scouted for current best sellers to translate, or picked up older perennial favorites and manuscripts that had been seeking in vain for a publisher for several years. From Macmillan came a recent Chilean psychological study in colonial witchcraft, La Quintrala (1932) by Magdalena Petit. Houghton Mifflin issued a volume of short stories together with four full length novels: Brother Ass (1922) by Eduardo Barrios of Chile; Don Goyo (1933) by Demetrio Aguilera Malta of Ecuador; Fiesta in November (1939) by Eduardo Mallea of Argentina; and The Futile Life of Pito Pérez (1938) by Ruben Romero of Mexico” (Wolfe 1943, 193).
[35].. Federico de Onís (1885-1966), nacido en Salamanca, fue estudiante de Miguel de Unamuno. Era profesor en Columbia desde 1916.
[36].. Andrés Iduarte Foucher (1907-1964) fue profesor de literatura hispanoamericana en la Universidad de Columbia desde 1939 hasta 1952. Había vivido en París entre 1928 y 1930, luego en Madrid desde 1933 hasta 1938.
[37]. Luis E. Valcárcel (1891-1987), historiador y antropólogo, autor en 1927 de una obra que tuvo buena acogida en Ecuador, Tempestad en los Andes.
[38].. Entrevista en Guayaquil, julio de 1995.
[39].. Por ejemplo, Gil Gilbert le pidió a su esposa que le remitiera sus cartas “c/o Concha Romero James, Oficina de Cooperación Intelectual, Washington D.C. U.S.A.” (Carta inédita de abril de 1941).
[40].. Klaus Mann (1906-1949) vivía en Nueva York.
[41].. Julio Álvarez del Vayo (1891-1975), periodista y dirigente socialista español. Al final de la Guerra Civil española, en abril de 1939, se exilió en Estados Unidos. El artículo al que
[42]. Se trata de Boris Karloff, actor británico que se hizo famoso por su interpretación en el cine del personaje de Frankenstein.
[43]. Editorial estadounidense.
[44]. Carta inédita de Gil Gilbert a Alba Calderón, abril de 1941.
[45]. María Piedad Castillo de Leví, literata influyente, cercana al Grupo de Guayaquil.
[46]. Alere Flammam, una asociación de artistas de Guayaquil que organizaba exposiciones de pintura y escultura. En 1937 se escindió con la salida de sus miembros más comprometidos en la lucha social, entre ellos Gil y Calderón, quienes fundaron la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes. De esta carta se deduce que, a pesar de esta escisión, los esposos Gil-Calderón mantuvieron contacto con algunos miembros de la rama conservadora de Alere Flammam, entre ellos Piedad Castillo.
[47]. A excepción de Henri Michaux, autor de Ecuador. Journal de voyage, 1929, quien sin embargo no publicó nada sobre la literatura hispanoamericana.
[48].. Véase por ejemplo, entre una decena de otros informes puestos en línea por la CIA que mencionan las actividades de Enrique Gil Gilbert, “Information Report. Communist activity in Guayaquil”, 3 de mayo de 1951, https://www.cia.gov/readingroom/docs/CIARDP82-00457R007400210011-9.pdf.
[49].. Según el inicio de este pasaje, dicha reunión de intelectuales de izquierda había tenido lugar en Buenos Aires en 1946 o 1947.
[50]. Las comillas son de Wilder.
[51].. Subrayado por Wilder.
[52].. Alfredo Pareja Diezcanseco.
[53]. Ponemos en cursiva lo que está subrayado en la carta de Wilder. La obra teatral Lázaro se publicó el mismo año (Aguilera Malta 1941).
[54].. Este proyecto de libro sobre Manuela Sáenz se alargó muchos años más (Aguilera 1964; 1967).
[55].. Abel Romeo Castillo.
[56]. Carlos Zevallos Menéndez.
[57]. José Antonio Campos, que escribía a veces con este seudónimo, había muerto en 1939.
[58]Esta última frase está en inglés.
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Epistolario
Carta inédita de Albert B. Franklin a Enrique Gil Gilbert y Alba Calderón, 10 de agosto de 1942.
Carta inédita de Gil Gilbert a su esposa Alba Calderón, abril de 1941.
Cartas de Thornton Wilder a Fernando González, marzo-mayo de 1941. Traducidas por D. Torres Gómez (2011).
Carta inédita de Thornton Wilder a Demetrio Aguilera Malta, 16 de agosto de 1941.
Carta inédita de Thornton Wilder a Demetrio Aguilera Malta, 21 de marzo de 1942.
Carta de Thornton Wilder a Demetrio Aguilera Malta, 14 de octubre de 1943 (Febres Cordero 1989, 294-5).
Declaración De Conflicto De Intereses
La autora declara no tener ningún conflicto de interés financiero, académico ni personal que pueda haber influido en la realización del estudio.
ANEXO I
CARTA INÉDITA DE THORNTON WILDER A DEMETRIO AGUILERA MALTA, 21 DE MARZO DE 1942, 2 FOLIOS. COLECCIÓN PARTICULAR
Traducción al español:
21 de marzo 1942
Querido Demetrio:
Mi próxima carta estará, espero, en español.
Su libro es magnífico. Lo he leído con creciente admiración.
Aunque hay muchas palabras que conozco y que no están en ningún diccionario español que estén en las bibliotecas de aquí, lo he seguido con “inmediatez” 50 jadeante. ¡Oh, la vitalidad! ¡la riqueza de imágenes! Esa isla; esa naturaleza; la simpatía con los trabajadores; la angustia de Don Néstor.
Solo hay una falta y al parecer no depende de usted. ¡Lo que me extraña en todas las novelas sudamericanas es [borrón] la falta de interés en organización!, ¡unidad; arquitectura! No conozco libro de allá que posea estructura orgánica. 51Hasta Vorágine y Huasipungo y ese Hombres sin tiempo (el ex-Panóptico de nuestro amigo AF. D-C.) 52y los libros del maravilloso colombiano Tomás Carasquilla,– Todos, todos se pierden en esta desproporción entre los episodios secundarios y la línea fundamental. Afortunadamente, estas digresiones son tan ricas y están tan magistralmente escritas que no resultan aburridas; pero el lector siente demasiado bien que la narración ha perdido una parte de su fuerza.
Usted me va a contestar que la lucha de Don Néstor con su isla maldita mantiene su posición central en el libro, y es verdad, pero la integración no es completa con todos los episodios secundarios.
Pero no quiero insistir. El libro es magnífico. Pero, querido Demetrio, estudie a Tolstoi, con la conciencia de estos problemas [borrón] usted [borrón] podrá revisar a todos los novelistas de allá; si tan solo las historias de Tejón y Márgara, y sobre todo de Pablo; —si todas estas historias, tan magníficamente escritas estuvieran entrelazadas hábilmente. Y tantas otras. Los personajes surgirían —¡Don Modesto! ¡Don Pauta y su familia!— impactantes de verdad y fuerzas, pero resulta que se pierden de vista con respecto a la narración total.
Pero lo más importante es que todo es vida y fuerza y belleza.
¿Qué hacer?
Es imposible que me encargue de encontrar un traductor y un editor. Dentro de unas semanas seré soldado. Y tiempos turbulentos como los actuales, los editores dicen que el mérito por sí solo no basta para justificar la publicación.
Afortunadamente hay una solución.
El concurso de premio interamericano en el que Ciro Alegría y Gil Gilbert ganaron el año pasado.
He sido nombrado como uno de los jurados para este año.
He hablado [borrón] al administrador y editor de este [borrón] concurso, el Sr. John Farrar (de la Casa Farrar & Rainhardt) preguntándole francamente si sería “irregular” si yo, un jurado, hubiera leído con antelación. Me ha contestado que “no”. Sería muy feliz si hubiera mejores manuscritos que el suyo, pero no creo que se dé el caso.
Sin duda, usted o los amigos de Guayaquil ya tienen los “formularios de solicitud” para este concurso.
¿Qué quiere Ud. que haga con este manuscrito? ¿Que se lo devuelva? ¿O que se lo deposite en la oficina misma del concurso? ¿Tiene Ud. otras copias?
Solo me queda ofrecerle mis humildes disculpas por el retraso de esta misiva. ¡Dios! ¡Cuán complicada ha sido mi vida —un viaje a Inglaterra— trabajo con películas para el gobierno, etc., perdóneme. ¡Afectuosos saludos a mis amigos! Si tan solo pudiese visitarlos a todos. Me fascina Guayaquil, y desde que leí su libro: el río y las islas.
¿Y la comedia sobre Manuelita? ¿Qué tal?
Afectuosamente
Thornton
(Thornton Wilder)
ANEXO II
CARTA INÉDITA DE THORNTON WILDER A DEMETRIO AGUILERA MALTA, 16 DE AGOSTO DE 1941, 2 FOLIOS. COLECCIÓN PARTICULAR
Traducción al español:
Después del 2 de septiembre: en
50 Deepwood Drive
New Haven, Connecticut
[Chicago, 16 de agosto 1941]
Querido señor y amigo:
Si tan solo me atreviera a hablar en español. O en inglés. Pero a menudo mis amigos me han dicho que en inglés yo me refugio en expresiones complicadas y enrevesadas para expresarme sobre todo cuando quiero tratar de asuntos literarios. De manera que: [borrado] encontrémonos a medio camino, en francés.
¡Ah, sí que he leído Lázaro 53con placer! ¡Es muy hermoso, hermoso, doloroso y consolador! ¡Cuánto me gustan esas figuras! S. Francisco, cómico y trágico. Sobre todo, el inicio de la obra es bello; eso debe enganchar y cautivar al espectador. ¡Y ese momento cuando la obra deviene poesía! Esto es lo que nos falta a nosotros esta es la gran tradición del teatro español. ¡Ah, ah —[borrado] felicitaciones y agradecimientos. Lo único que me falta es que usted ha tratado [borrado] un tema rico, de lados múltiples, [borrado] desbordante al tomar solo uno de ellos. Esto ha [borrador] dado la impresión de delgadez y de “anécdota” en un tema que es en lo absoluto delgado. Este paso de todo un año entre la segunda y la tercera estampa nos quita muchas riquezas, muchos desarrollos. Uno corre el peligro de que el público no va a creer lo que va a seguir. Pero afortunadamente usted ha salvado la credulidad del público con su fuerza.
¡Está usted trabajando [borrado] la Manuelita! 54 La estoy esperando con gran [borrado] impaciencia. Usted la estudia del lado Leyenda. Está muy bien; pero no es incompatible con muchas anotaciones muy finas, muy “realistas” sobre el carácter específico de su heroína. Me da la impresión de que en este siglo veinte todos se las dan de sicólogos. Las grandes figuras del pasado ya no aparecen como un todo-en-uno —como Valentía, o Virtud o Santidad. Ni César, Cleopatra, ni Santa Juana. Todos son analistas. Y Manuelita fue histérica. Es posible que se mezclen algunos detalles de observación minuciosa, aunque la obra tiene un carácter poético y legendario.
En cuanto a mí, amigo mío, no he pasado un buen verano. Me parece que he perdido no solo el gusto por enseñar, sino también la más mínima habilidad. Pero trabajé mucho, doce clases, es decir, doce conferencias por semana. No he podido dedicarme en absoluto a mi nueva comedia, salvo dos o tres “fines de semana” a lo sumo. Hacía muchísimo calor, —a menudo me dije: esto es diez veces peor que Guayaquil.
Sin embargo, estaré libre en dos semanas. Terminaré mi obra. Se pondrá en escena en noviembre o diciembre; y voy a empezar otra. El gobierno quiere que visite Chile y Argentina, pero yo no quiero. Seguiré siendo egoísta y trabajador. Además, si vuelvo a Sudamérica será para visitar de nuevo los tres países que conozco. Muy bien puedo prever que los otros no me interesarían tanto. He intercambiado cartas con nuestro Romero-Castillo; 55 dijo que me visitaría, pero hasta ahora ni una señal. Ya me gustaría ver a la señora Ortiz de Quito y también a los Gilbert.
Ojalá que tenga varias copias de Lázaro, porque yo quiero quedarme con la mía un tiempo para releerla y enseñarla a algunos amigos. Si tan solo pudiera pasar una buena velada con “los amigos” —el cínico Pareja Diez Canseco; nuestro arqueólogo; 56la Doctora; los Gil Gilberts; y Abel si ya ha vuelto.
Estoy esperando la Manuelita. Y siempre estaré muy interesado en recibir sus cartas. Mis cumplidos también a Ernesto Albán. Y a Jack the Ripper, 57aunque está muerto. Creo que la próxima vez le escribiré en español, pues pienso trabajar mucho en ello. 58
Cordialmente-amablemente, Thornton
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DOI: 10.32719/13900102.2025.57.6
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