CECILIA MIRANDA
I
Un instante de ver tu mirada casi virada fija en la superficie húmeda.
Otro sentirte y sentirme cómoda en mi pecho inmerso. Estas pupilas confluyen desde la orilla del aire.
Me revelaste que la palabra se desplaza y se disuelve con reiteraciones. Me revelaste cuánto cuesta callar: el puño. Me revelaste cuánto cuesta callar: el ascensor. Me revelaste cuánto cuesta callar:
¿Te ocupé con una jarra tuerta?
Dijiste que la distancia podía sedimentarse.
O no: evaporarse.
Yo te leía sobre esas gotas dulces,
agitaba el sieno,
levantaba minerales,
quebré dos cuencos y
solo una vez acerté.
Todavía maniobro con tus pasos aéreos y el agua mecedora.
II
Observo cómo llega alguien y me enseña palabras.
Esas palabras delinean y se tornan hachas insípidas.
Delinean la filosofía caída de recreos,
gritos cortos que aparecen como camiones de basura.
Dónde pondré la basura -me pregunto cuando alzo el hacha.
Quién me dará un instrumento más puntiagudo,
una fila de canciones atroces.
Ese dedo que cae sobre la letra que empieza a sangrar.
III
Cuando estuve en una posición supina,
supe que ya no existía una sola imagen de la cordura.
El cénit revela ahogos y caídas.
Supe de aquel círculo donde se elongaba un pozo.
Me rehúso a incluir a otros en este juego
de quién ofrece una composición.
Es un límite en el que no alcanzo a posar una mirada.
La palabra y la conciencia están cruzadas y no se disuelven.
El críptido se despide en una fotografía movida.
IV
Casi todos los días
espero acostada sobre una línea de partida.
El ruido ilumina el recorrido
de pasos mentales y sombras del pensamiento.
¿Cuál es el peso del silencio?
Esta mañana perfora la idea de caminar.
Más luces son el retorno a la senda
de piedras, de Pedro, de palabras.
Ando con dos, una, tres, cuatro-cinco patas,
con un solo dedo meñique.
Ando cuando estoy quieta
en cualquier línea de partida.
V
Om
La m y el sonido de m-a-m-a fundaron el universo lingüístico. Los labios en a-u-m nacen de un dios tetrafacético: cada letra es una cara y la última es el silencio. En el silabario devanagari, se escribe
.En un video de 2016, mi sobrino de seis meses abre y cierra la boca. Juega con sus labios y se sorprende de cómo estos rebotan mientras bota aire. M-a-m-a. Empieza curioso. MamaMaMa continúa. MAHmahMahh termina llorando. ¿En qué estaba pensando?
M está en María también, el nombre de las latinoamericanas. El nombre que en un punto empecé a ocultar porque a mi mamá se le ocurrió llamarnos a las tres María. Y había otras seis Marías en mi clase. Imagínense cuando me enteré de que María se dividía en millones.
Om es fácil y común también para meditar, obvio. El sonido es un ancla mayor. Y la Tierra tiene una resonancia que nadie escucha y se puede recordar.
FELIPE ESPÍN
Tres días que no he tomado el sol,
mi percepción horizontal me apuñala.
Espacio, cierto tipo de oro, producto de cambio.
Aversión al crecimiento de mi propia especie,
me reproduzco a través de objetos
(forma de reproducción aún no estudiada por la biología),
me multiplico en bolsas de plástico, cartones, tickets y recibos,
doy a luz espumaflex, escribo un diario hecho de facturas,
mi descendencia vive apilada en una esquina,
y envolturas de comida para llevar llenan el basurero:
son mi aborto.
Cuando me levanto
mi sentido de la amplitud se impacta contra las paredes y el techo.
Mi casa de 4x4x4.
No. Una casa está hecha de espacio. Yo no tengo una casa.
Me duelen las piernas sin haber caminado.
Es mejor una pantalla abierta que dilata el mundo de una pared cerrada,
sustituta sin tacto y sin olores.
Videojuegos de mundo abierto, especie de melancolía.
Fondo, especie de futuro perdido.
Ventanas, capitalización del sol.
x8
Por fuera, en realidad no hay mucho que decir
50 preguntas acerca de mí
Live respondiendo sus preguntas
ese momento existe
Deshago, y deshacer es mi manualidad
compras estándar, compras extravagantes,
todo para desenvolver
un hijo, un florero, una casa con piscina
no importan tanto después de que se los muestra
Acabo de entender que mi vida es un formato
y por eso cuando me pedían en el colegio que escribiera una autobiografía
no sabía qué decir
nada era especial
uno para el exterior otro para adentro
compro las fundas con bolitas de aire
me visto con pliegos de fibra natural
fibra papel celofán papel kraft confeti
confeti confeti confeti
me pego cinta en los bordes
this side up
bolitas de espumaflex rellenan los espacios
para una
experiencia Premium
esta es mi prueba, la manera en la que existo:
algo me dice que debo decirme a mí que yo valgo
cuando estoy solo, no lo entiendo
no puedo existir en otro formato ni tener una autobiografía
todo está listo para el próximo video
unbox myself
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Manuales baratos de Historia
para escuelas baratas y para escuelas caras.
La diferencia es que una de los dos se cree mejor.
Nombre: Faraón Love Shady
Segundo “B”
Plástico.
La guillotina de especies nunca regidas por aristocracia. Plástico.
Cuando un dedo me toca no lo siento en la piel Plástico.
solo debajo mi sangre intuye un contacto exterior Plástico.
Idea de supermercado para una experiencia premium. Plástico.
Definición de amor para llevar. Plástico.
Piel de mi piel, células de mis células. Plástico.
Dos cucharas que bailan en la lluvia acumulada. Plástico.
Tanto tiempo me he alimentado de ti que aquí está mi inmortalidad: en mi carne muerta.
SARA MONTANO ESCOBAR
Esto no te dolerá tanto como a mí si lo lees despacio.
Si lo lees cuando frotas crema en tu vientre plano.
Si lo lees después de contar cien abdominales y en tu pecho firme una mosca se frote las patas.
Si lo lees y en la balanza el peso no grita "Gorda" (mujeres delgadas no cancelen este poema como a la canción de Taylor Swift).
Pero, si tu vientre abultado cuelga como una masa de harina y aplasta tu vagina.
Pero, si al verte al espejo, sostienes con alfileres la carne que sobra de tu espalda.
Pero, si el chico que amas es el mismo que te dibujaba como un círculo, entonces, sabes de qué te hablo.
Eres un animal redondo y con rabia que al mirar las revistas de moda, entendió que un cuerpo que sobrepasa los kilos de la norma, debe amputarse la piel para sentirse amada.
Eres un animal asustado que se esconde al fondo de una habitación llena de gente para que tu sobrepeso no estorbe la mirada de las chicas altas y delgadas que piensan en Kendal Jenner como ejemplo de sentirse cómoda con lo que eres.
Eres un animal que llevaba en la chompa (de manera literal no metafórica) las etiquetas que a las chicas flacas les causaban gracia, mientras en el recreo, todas decían en voz alta todas decían sin vergüenza todas decían con miedo de lo horrible que sería ser alguien como tú.
Y todas reían
y todas se medían con cinta métrica la cintura de avispa hambrienta y todas, en silencio, se lamentaban no tener menos de sesenta centímetros.
Porque así es más fácil ser deseada.
Porque así es más fácil ser admirada.
Porque así es más fácil ser una chica de portada.
Porque así el rector del colegio no se ríe cuando le muestras los papeles que dicen que eres un elefante una orca una ballena.
Porque todos se equivocan.
Porque tú eres una cerda.
Una cerda que busca los residuos de los otros para que el odio que llevas en los calzones, entre los kilos de las piernas, no te pese tanto.
Porque así no te atiborras de comida mientras sueñas que una hada madrina te convierte en la princesa de tu horrible cuento.
Porque cuando ves mujeres gordas en las películas siempre están riendo, intentando complacer a los otros, y nunca son hermosas.
Siempre es extraño que alguien llegue a amarlas. Siempre es un acontecimiento que alguien desee una vida a su lado.
Porque jamás pudiste entender cómo Bridget Jones pesando sesenta kilos era una mujer pasada de peso.
Y llega el día en que escuchas con atención lo que te repites antes de salir con una máscara:
Te dije que no comieras tanto te dije que ese pantalón te hacía abultar el melón que tienes por estómago te dije que no te metieras en esa fila así esa mujer narizona no hubiera dicho que ibas a aplastarla te dije que si agachabas la cabeza para la foto tu papada aparecería como una extremidad fantasma te dije que no comieras rápido para que tus colegas no te digan qué buen apetito tiene (elija nombre de mujer más diminutivo) te dije que lo hicieras en la posición del misionero así no pensabas en cómo cuelgan tus rollos y tal vez solo tal vez podías tener un orgasmo.
Pero, eso no te convierte en ese animal que se arrastra en el barro de tu propia miseria. No.