KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 54 (Julio-Diciembre, 2023), 184-187. ISSN: 1390-0102

RESEÑA


Magdalena Mayorga, Feminismo. Convergencias y divergencias. Brecha generacional o diferencias epistemológicas y políticas, Quito, Mayor Books, 2022, 302 p.


DOI: https://doi.org/10.32719/13900102.2023.54.13




Katerinne Orquera

Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador Quito, Ecuador



El feminismo es uno de los movimientos sociales y políticos más vitales del siglo XXI, aunque su nacimiento puede datarse en los inicios de la modernidad, cuando Olympe de Gouges redactó los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en 1791, dos años después que la Asamblea Nacional Constituyente creada por la Revolución francesa los declarara para el hombre. Desde entonces las mujeres se han organizado para acceder a derechos. La forma en que se constituyó este movimiento político en el Ecuador es investigada por Magdalena Mayorga en Feminismo. Convergencias y divergencias (Premio Nacional Manuela Sáenz, otorgado por el Municipio del Distrito Metropolitano de Quito, 2022).

La obra, estructurada en cuatro capítulos, recoge la historia del movimiento feminista y las tendencias que lo atraviesan -el "viejo" y "nuevo" feminismo- con el propósito de entender si sus divergencias se deben a brechas generacionales o a diferencias políticas y epistemológicas. La primera corriente corresponde a los años 60 y 70 del siglo XX; mientras que la segunda se generó décadas más tarde. Para acceder a su objeto de estudio, la autora recurre tanto a definiciones teóricas como a la historia del movimiento feminista en el contexto nacional e internacional, así como a entrevistas con miembros de ambas tendencias.

El capítulo primero explica el feminismo como un corpus teórico-político que busca la transformación de la sociedad mediante la incidencia de las mujeres en el cambio de sus condiciones de opresión y desigualdad estructural. Una de sus herramientas teóricas es el sistema sexo-género, que junta dos categorías binarias, el sexo: evidencia biológica de diferencias entre hombres y mujeres; y el género: la trama cultural sobre la que se construye la desigualdad. Una vez explicadas las definiciones teóricas, la autora muestra que una diferencia entre las viejas y nuevas generaciones de feministas es el acento que estas últimas ponen en particularidades de las diversidades sexo-genéricas, con un tipo de pensamiento centrado en aspectos individuales, un "generismo" que enfatiza en las diferencias entre las mujeres y no las desigualdades estructurales a las que todas están sujetas.

El riesgo que implica mantener una posición particular sobre el interés general hace que Mayorga convoque a recuperar la visión crítica del feminismo, que atañe a todas las mujeres, en tanto sujeto político, que requiere el accionar colectivo en tres ámbitos: el reconocimiento de sí mismas como un actor social autónomo; la búsqueda de la transformación del poder y la cultura patriarcal; y la redistribución de recursos -materiales y simbólicos- que les permitan superar las desigualdades estructurales; todo ello acompañado por un sentido ético de respeto por los derechos propios y ajenos, por la coherencia entre la vida pública y privada, y por un agudo sentido de justicia.

El siguiente capítulo se destina a analizar las posiciones antifeministas y los argumentos que los sostienen. Su mayor preocupación se centra en posiciones que aparentan ser feministas, pero alientan la discriminación. El mujerismo, ideología que apela a la idea esencialista de que las mujeres son, por naturaleza, mejores que los hombres; y el hembrismo: machismo ejercido de las mujeres hacia los hombres, y hacia otras mujeres. A estas dos formas veladas de antifeminismo se une la "ideología de género", estrategia explícita de poder, que niega a las mujeres derechos como el aborto o la libertad de decidir sobre su cuerpo, así como lo hace con las orientaciones sexo-genéricas y rechaza nuevos patrones de relacionamiento de género. Sin embargo, la autora también se encarga de aclarar que no puede considerarse feminismo ningún tipo de posición que por favorecer a las mujeres promueva la violencia hacia hombres, mujeres o entre pares.

En el siguiente acápite, dedicado a la relación entre la heterosexualidad y las diversidades sexo-genéricas, Mayorga explica que el sistema patriarcal domina tanto en los esquemas heterosexuales como en los homonormativos y en los heteroqueer; y no únicamente a los incluidos en el primer caso, como suele considerarse entre los grupos de diversidades sexo-genéricas. Esta consideración lleva a definir a los heterosexuales como un grupo homogéneo, supuestamente defensores del statu quo y censurador de orientaciones sexuales distintas; obviando que pertenecen a diferentes clases sociales y tienen distintas mentalidades, abiertas o cerradas, respecto a la sexualidad y el poder.

La autora cierra su libro con un capítulo dedicado a transitar la memoria del movimiento feminista del Ecuador, ubicarlo en su contexto, conocer sus características y enfoques, especialmente a partir de la década de los 70, cuando despegó como movimiento político, buscando espacios autónomos de discusión y lucha, para incidir en las políticas de Estado, con el apoyo de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) dedicadas a trabajar con mujeres de sectores populares, campesinas, indígenas y negras.

Mediante conversaciones mantenidas con "nuevas" y "viejas" feministas, da cuenta de los avances del movimiento en el último medio siglo y considera que una línea divisoria entre las dos corrientes es artificial porque ambas coexisten dentro en un mismo tapiz, donde se tejen y fusionan planteamientos, grupos y generaciones. De todas maneras, detalla las diferencias entre unas y otras, con el propósito de responder a su inicial sobre los motivos de las divergencias. Su conclusión es que la brecha generacional es un mito deformador que oculta los reales motivos de las diferencias, las cuales radican en aspectos epistemológicos, políticos y estratégicos; los que deben ser develados para posibilitar el continuo histórico de la lucha feminista y centrar el núcleo del quehacer feminista. De ahí que llame a enfrentar el reto en común de elevar las diferencias a un nivel político para fortalecer al movimiento, mediante la identificación de puntos comunes que permitan crear alianzas y evitar la dispersión.

Feminismo. Convergencias y divergencias es un libro que aporta al entendimiento del movimiento feminista, tanto a nivel teórico, como histórico y metodológico, además de recoger el testimonio de sus activistas, en un diálogo que reflexiona sobre sus debates internos y sus nudos críticos, así como también los temas pendientes, los cambios estratégicos y la necesidad de centrar el movimiento en los puntos comunes.

Las inquietudes planteadas por la autora abren también nuevas líneas de investigación que podrían abordarse en otras investigaciones, tales como la articulación del movimiento de mujeres antes de constituirse en un movimiento feminista propiamente dicho; así como también la articulación y los desencuentros con otras organizaciones que tuvieron fuerza en aquellos años, como los partidos de izquierda y los movimientos católicos de distinto signo.

Queda también abierta la inquietud (la autora lo plantea) sobre los efectos que a nivel social logró la influencia de las "viejas feministas" en las políticas de Estado, a partir de mediados de los años 80 del siglo XX, que aportaría al diálogo intergeneracional y a la pertinencia histórica del feminismo en la búsqueda de que las mujeres gocen de libertad con igualdad y con capacidad de decidir, inclusive sobre sus propios cuerpos.