KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 53 (Enero-Junio, 2023), 183-184. ISSN: 1390-0102

RESEÑA


Allan Coronel, Lapsus At Eternum y 54 poemas que lo escoltan, Quito, El Ángel Editor, 2022.


DOI: https://doi.org/10.32719/13900102.2023.54.12




Vicente Robalino

Pontificia Universidad Católica del Ecuador Quito, Ecuador



Lapsus At Eternum y 54 poemas que lo escoltan, de Allan Coronel Salazar, desafía y cuestiona al lector con respecto a la aceptación de una realidad inamovible y de unos valores impuestos por una sociedad conformista y cómoda. Estos textos ponen en duda todo, desde la muerte, la vida, la memoria, Dios hasta las relaciones amorosas y afectivas, para finalmente convencernos de que lo único que nos pertenece es el olvido. Así, los diferentes personajes poemáticos, convertidos en fantasmas, deambulan por el espacio acompañados de su propia soledad o a veces de una ternura distanciada de la voz poética por la ironía, el sarcasmo y el humor negro.

Esta es una poesía hecha de desencuentros, en los que el cuerpo está expuesto a la violencia: "Sacarse los ojos/ aplastarlos contra el piso" (8) y a la fragmentación: "Aguja en las encías,/ doble grapa que une lengua con mejillas;/ paladar que ignora si es planta de pie". El primer gran desencuentro es el que la voz poética experimenta con una realidad nauseabunda: "La sociedad-disculpa lo prosaico-es una mierda" (20). El segundo gran desencuentro es con el padre: "Si consigo hallar razones para amarlo/ un poco/ tan siquiera un poco/ quizá aligere su carga" (88).

En este universo de desencanto y frustración cada una de las situaciones poetizadas es llevada al extremo: el olvido es devastación de la memoria, el recuerdo es percibido en lo residual, la memoria produce un dolor casi físico, las cualidades vivas de la naturaleza son reducidas a sequedad y muerte como en los poemas "Hijo de árbol" y "Botánica vital" ("Escuálida rama despoblada de hojas/ desnuda de savia/ desterrada de raíz/"). Paralelamente a este recurso de despojamiento de lo real-natural surge otro de agrandamiento de cualidades como en el poema "Escarcha que quema ausencias" ("Despierta los goznes de las cuevas/ bombeando diluvios de desesperanza"). Tanto la minimización como el acrecentamiento de cualidades son procedimientos hiperbólicos, encargados de conducir el enunciado hacia el mundo de lo sobrenatural para producir no solo miedo sino pavor: "Necesito por la noche/ el maullido estruendoso de los gatos".

Otra de las estrategias poéticas que forman parte del texto que estamos comentando es el de la transgresión social y religiosa que se vuelve irreverencia irónica y a veces sarcástica, como en el poema "Testamento", donde se produce una total transgresión de lo social-convencional, pues el recuerdo del difunto se convierte no en un acto triste y solemne sino en una celebración jocosa: "desvencijen sus caderas/ sacudan la polilla/ embistan como me gustaría embestir". Un buen ejemplo de la irreverencia irónico-sarcástica se encuentra en el poema "La túnica de Dios". En él se hace comparecer a Cristo desnudo en la cruz precisamente para hablar de "sus desnudeces". Esta desnudez impúdica despierta la "compasión' irónica de la voz poética: "he de entonarle una canción de cuna/ meciéndolo hasta oírle resoplar". Dentro de esta misma línea de lo irónico-sarcástico se encuentran los poemas que aluden a la ausencia de Dios como el poema "Jirones" y "Habría que aprender al ángel de la guarda".

Dentro de estos poemas de ruptura con lo convencional-social se encuentra el texto "Vengo", en el que la voz poética se burla, irónicamente, del linaje, de los antecedentes familiares para hacer del origen -del nacimiento- un hecho totalmente marginal y transgresor: "vengo de asesinos di-minutos/ espiándome enarcados/ en el rumor de la nuca de mi padre/...", "del abuso vengo/ sufrido/ imaginado/ cometido". Así podemos ver que la transgresión es lo único que sobrevive en un mundo vacío y sin memoria. Transgresión que es una actitud crítica y autocrítica sobre una realidad descompuesta en la que ya no es posible ningún llamado al orden: "Si me preguntan/ diré que cerraste los ojos/ que te quedaste en otro sueño/ para seguir viviendo".

El poema "Arlequina y desmemoria" muestra el fracaso de la memoria, sirviéndose del espectáculo del circo, quizá relacionado con el mundo de la infancia, en él nada es posible recordar, pues la acción que se espera fracasa: "mete un conejo en el sombrero/ giro de varita/ desvanecimiento/... saca una rata flaca/ desdentada/ calva/ colicorta/ de la chistera triste y fracasada". Excepcionalmente hay un poema, "Imaginando un click cercano", en el que el recuerdo y su evocación se cumplen plenamente, pues a través del recurso de la fotografía se evoca nítidamente la imagen de un amigo: "A tu brazo lo acaricia el sol/ y un mechón emblanquecido/ escapando rebelde de una boina". Aquí es una de las pocas ocasiones en las que no interviene el efecto devastador del olvido.

En este recorrido por la poesía de Allan Coronel Salazar hemos podido apreciar la variedad de formas que adquiere la ironía, el sarcasmo y papel que juegan la muerte, la memoria y el olvido, frente a una actitud transgresora (crítica) de la voz poética ante una realidad en constante descomposición, bien podemos hablar de una poética de lo grotesco, como afirma Helena Beristáin: "La imagen grotesca expresa la imperfección de la vida en evolución fluctuante entre los polos del nacimiento y la muerte".