KIPUS: REVISTA ANDINA DE LETRAS Y ESTUDIOS CULTURALES,
No. 52 (Julio-Diciembre, 2022), pg. ISSN: 1390-0102


RESEÑA


Mario Campaña, De la espiral y la tangente. Ensayos sobre literatura I, Quito, Festina Lente, 2022, 388 p.


Verónica Jarrín Machuca - Pontificia Universidad Católica del Ecuador Quito, Ecuador



Volver a ciertos temas de la poesía y la literatura como si se tratara de un viaje es una propuesta que un amante de los libros no puede pasar por alto, más aún cuando el guía de la aventura es un observador sagaz y un conocedor profundo de la geografía de las letras como Mario Campaña (Guayaquil, 1959), autor de varios poemarios, cuentista, director de la revista Guaraguao, investigador y ensayista, además de viajero experimentado que ha vivido en España, México y EE.UU.

En esta colección, la editorial Festina Lente ha reunido dieciséis textos que fueron escritos originalmente como prólogos de libros, artículos de periódicos, reseñas para diarios o encuentros literarios, entre otros, en un período de aproximadamente veinte años. Conocí a Mario en 2021, cuando ofreció una charla sobre Rimbaud y su retractación como poeta maldito, en Quito. Fue uno de los primeros eventos literarios a los que asistí después de un año de encierro tras la pandemia. La muerte era una presencia inquietante aún en ese momento, por lo que una disertación sobre el descubrimiento de la vitalidad y de la belleza a través de los versos de un Rimbaud enfrentado a la muerte, ponía en evidencia la actualidad de aquella poesía y su poder catártico o iluminador. Esa charla forma parte de las "notas de un lector" que constituyen los ensayos del libro De la espiral y la tangente y recupero la anécdota porque considero que es un buen ejemplo de cómo un crítico extraordinario puede descubrir aspectos de la literatura que le permitan al lector conectar con su contexto y experiencia vital. Para retomar la metáfora del viaje, se puede decir que el crítico es un guía experimentado que ayuda al viajero a observar detalles que pasan desapercibidos para el ojo poco entrenado o que lo conduce a lugares desconocidos para la contemplación de la belleza.

Todo viaje implica desplazarse. Octavio Paz (2006, 174) decía que las grandes obras de nuestro tiempo no son bloques compactos sino totalidades de fragmentos, construcciones siempre en movimiento. La diversidad de temas y de contextos de escritura de los fragmentos que forman esta antología enriquecen el paisaje del viajero-lector y convierten a la obra en un cuerpo vivo, lleno de movimiento. Algunos de los recorridos nos deslumbran por la erudición, el humanismo y la capacidad analítica del autor, que desentraña misterios sobre la poesía, el erotismo en el lenguaje o las voces poéticas de las mujeres con la meticulosidad de un detective. Otros trayectos aparecen como remansos de la memoria y de lo íntimo, en tanto nos convocan, desde lo afectivo, más que desde el análisis o el rigor académico, para explorar la experiencia estética.

El título De la espiral y la tangente apela al movimiento, a la sinuosidad de viaje, a ese andar en espiral que puede ser el vagabundeo humano, pero también a la digresión, a la especulación y al deambular de la intuición. El escritor lanza una flecha, la tangente, que con su trayectoria directa intersecta la espiral. En ese breve roce entre un movimiento y otro se produce un "instante en el que el merodeo de la intuición se convierte en pensamiento" (Campaña 2022, 13).

El libro está dividido en dos grandes secciones. La primera, "En el inicio", contiene cinco ensayos que nos dan una mirada panorámica sobre la cultura y la literatura. "Escribir en el Norte: memoria, culpa, utopía y simonía" es el ensayo que abre la sección y que, a través de anécdotas sobre escritores latinomericanos como Bolaños y Adoum, pone en crisis la relación entre la escritura y el espacio geográfico en el que esta se produce. También nos hace pensar en la identidad del migrante, del exiliado, en las relaciones entre el Sur y el Norte. El viaje, la pérdida del lugar de origen, son temas que se retoman en "Bárbaras y exiliadas (las troyanas y Medea)", en donde se recuerda a las mujeres esclavizadas por los griegos tras la caída de Troya: sometidas al desplazamiento continental, a vivir en condiciones sociales denigrantes, sujetas a una cultura ajena y a una sociedad que las despreciaba. Las troyanas son el eje de una reflexión sobre las víctimas de la guerra, del ejercicio del poder, de quienes padecen la pérdida: "Todos los exiliados tienen su Troya" (115), afirma el autor para hablar de la nostalgia y el desarraigo. La idea de barbarie, asociada con lo extranjero, se desarrolla a través de una prolija revisión de la figura de Medea en la tradición clásica. Se revela cómo la conveniencia política convirtió a una mujer foránea en la asesina de sus propios hijos y se confronta la versión del personaje de Eurípides con la que aparece en otras fuentes clásicas que contienen una Medea más humana, madre y extranjera en un entorno hostil.

En esta primera parte del libro, encontramos también el tema de la libertad como una condición imprescindible para la escritura. El ensayo "La libertad del escritor" plantea la necesidad de que el poeta mantenga una actitud crítica frente a la tradición literaria y, sobre todo, que sepa distanciarse de la cárcel del estilo propio, de su fórmula de escritura, para que pueda reinventarse con cada palabra y con cada frase, día a día. La libertad también se defiende como un requisito indispensable en "El erotismo, la literatura y la construcción del mundo", porque hace falta ser libre y "alejarse de las exigencias absorbentes del trabajo constructivo" (138), para explorar el mal, la sensualidad, lo macabro, lo instintivo, esa parte escondida que se asocia con el erotismo y que ha sido una gran fuente de inspiración para algunos poetas. De igual manera, se reflexiona sobre la necesidad de acercarse a la lectura de poesía en libertad, sin las cadenas de juicios éticos o ideológicos, para que la experiencia poética nos transforme, pues esa "capacidad de transformación es la mayor virtualidad de la poesía" (75).

La segunda parte, "En marcha", nos lleva a explorar la producción literaria de diversos autores. El recorrido inicia con una vista general de la poesía escrita por mujeres desde Safo hasta Sor Juana Inés de la Cruz. Nombres como Erina de Telos, Nóside de Lócride, Proba Valeria, Hrotsvitha se recuperan para dar cuenta de la niebla que cubrió la escritura femenina durante siglos. El paisaje se vuelve más rico a partir del siglo XV, en el que aparecen escritoras en España y en América, que intentan emular a sus contrapartes masculinas del Siglo de Oro. La tradición poética de los pueblos nativos, el uso de lenguas aborígenes, el latín y el español en la poesía, la supervisión de los confesores y la censura son algunas de las estaciones en las que se puede detener el lector y que, en conjunto, ofrecen un panorama amplio de las condiciones en las que las poetas coloniales crearon sus obras. El segundo ensayo nos aproxima a la obra de Francisco de Quevedo, a su poética en la que se mezcla lo vulgar y se busca el "regocijo verbal" (207) a través del juego con los sonidos. Se incursiona en su pensamiento filosófico-moral así como en su poesía amatoria para concluir que este podría ser considerado "el más moderno de los poetas áureos" (226).

La siguiente parada del viaje está compuesta por cinco ensayos sobre los simbolistas franceses: Baudelaire y la modernidad, la retractación de Rimbaud; Mallarmé y su idea de salvación aparecen ante la mirada del viajero para demostrar, precisamente, cómo el poeta contemporáneo se ve abocado a interpelarse, a cuestionar su propia labor para reinventar el lenguaje. De la mano de los poetas malditos, llegamos a "Los caminos de la modernidad poética: las vanguardias", senderos que nos introducen en la historia, las condiciones sociales, los ciclos de producción del movimiento vanguardista. Lautréamont, Tristan Tzara, el surrealismo, Manuel Maples Arce, Huidobro, Vallejo, entre otros, son los anfitriones de esta amplia geografía en la que se demuestra que la libertad es una condición fundamental para la exploración. El viaje culmina con el análisis de la "Cantata a solas", poema de Tomás Segovia, en el que se identifica una apasionada "defensa del sujeto individual, sus deseos y esperanzas" (366), a partir de una especulación filosófica sobre la dialéctica del amo y el esclavo, de Hegel. Este último ensayo pone en discusión el tema de la crisis del sujeto y la "necesidad de que la conciencia hispanoamericana de encontrar bases racionales para una existencia social e individual satisfactoria" (388).

Como la geografía recorrida es la de una antología, el final del viaje puede ser también el principio porque el lector puede optar por hacer una lectura dinámica, en la que el viajero siga su curiosidad y sus afectos, en lugar de seguir un itinerario lineal. Seguramente, tras una primera lectura será necesario volver a determinados parajes, porque los caminos que atraviesan este territorio no tienen un afán conclusivo, más bien se abren para ser explorados varias veces por la mente inquieta que quiera descubrir las posibilidades del lenguaje poético.

Verónica Jarrín Machuca
Pontificia Universidad
Católica del Ecuador
Quito, Ecuador


Lista de referencias


Campaña, Mario. 2022. De la espiral y la tangente. Ensayos sobre Literatura I. Quito: Festina Lente.

Paz, Octavio. 2006. Corriente alterna. Ciudad de México: Siglo XXI.